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Agustín Palacios ha sido maestro, analista didacta, supervisor, investigador y

cofundador de la Asociación de Psicoterapia Psicoanalítica de Grupo. Acorde a

Palacios, el grupo analítico es un organismo funcional específico, estructurado con

métodos definidos y que persigue metas concretas para el sistema, que opera dentro

de parámetros psicoanalíticos bien delineados en la teoría de la técnica general.

Palacios plantea que existen diversas categorías de grupos, como la familia, el clan y la

masa anónima, que llevan a los individuos a desarrollar pautas específicas de

conducta.

En todos los grupos operan leyes como las siguientes:

Cuando cambian los miembros, los sistemas de interacción se modifican y funcionan

como si se tratara de un grupo nuevo.

Presentan un estado de tensión en el cual los integrantes son atraídos o repelidos por

otros.

Tiene fuerzas cohesivas que se alternan con fuerzas desorganizantes.

Incluye procesos de aprendizaje, liderazgo o sumisión. Los miembros asumen papeles

jerárquicos y dinámicos definidos aunque con cierta inestabilidad.

Aparece constantemente una tendencia a disolverlo y al mismo tiempo una inercia que

lo mantiene en el mismo estado a menos que el terapeuta impulse un cambio.

Palacios opina que la situación psicoanalítica habitual el diádica, ya que en ella se

presenta una relación entre dos personas, una psicológicamente enferma que busca

reparar los daños de su yo, el terapeuta, que funciona como participante


contratransferencial, observador e intérprete de lo que sucede en el campo de la

interacción, el cual atiende las comunicaciones preverbales y verbales de la parte

enferma del paciente mostrándole lo que le ocurre.

Durante el proceso terapéutico el analista cambio de roles, puede ser la madre, un

hermano, etc,. según las diversas etapas de regresión que logran que el paciente

presente la interacción realista denominada por Zeztzel alianza terapéutica y qué es lo

inverso al grado de regresión patológica del enfermo. siguiendo con cuidado las

fantasías inconscientes mutuas se logran comprender en detalle los orígenes y las

vicisitudes de las primeras relaciones objetales del paciente.

La terapia psicoanalítica de grupo implica un método utilizado por un analista neutral

como resultado de la regresión, una neurosis o psicosis de transferencia, cuya solución

se logra a través de técnicas consistentes de interpretación que permiten obtener la

elaboración y el manejo del conflicto transferencial ocasionado por la revivencia de

problemas infantiles no superados. Como fruto de la terapia psicoanalítica del grupo se

presentan cambios en el aparato psíquico del paciente que lo capacitan para lograr una

mejor adaptación a su ambiente real. Palacios afirma que el paciente no puede estar en

un tratamiento individual o en uno de grupo sin evitar que se levanten las resistencias.

El tratamiento grupal tiene premisas básicas, como las siguientes:

La terapia está destinada a la exploración y objetivación de lo inconsciente.

Es preciso atacar primero las defensas para permitir que el contenido defendido aflore

con persistencia y claridad.


El material defensivo-defendido debe elaborarse de modo reiterado antes de que se

operen cambios psicológicos.

El manejo de la transferencia demuestra al paciente que los mecanismos psicológicos y

las relaciones de objeto se perpetúan y mantienen.

La elección de trabajar con grupos abiertos o cerrados depende de si se labora en

instituciones o en consulta particular.

Palacios menciona que un grupo abierto pera durante largo tiempo como cerrado, ya

que no es sino hasta que algunos pacientes se separan del grupo y se incorporan

nuevos miembros, cuando se estructura un nuevo grupo desde el punto de vista

funcional y psicodinámico.

Las relaciones intergrupales son de utilidad puesto que permiten poner en evidencia

conflictos no resueltos y repeticiones de conducta fuera de tiempo y porque el

psicoanalista las aprovecha para desligar las del contexto personal e incluirlas en la

totalidad interpretativa del aquí y ahora de la relación transferencial del grupo con el

propio analista.

Un indicador valioso de Progreso es la persistencia del grupo como unidad de trabajo,

pues aunque se muestran resistencias, la presencia de todos manifiesta, el deseo de

vivir mejor y de cambiar.

Palacios considera que los individuos más adecuados para la psicoterapia de grupo

son los neuróticos que no presentan graves deformaciones del carácter. En cuanto a la
selección de los pacientes esta depende de la práctica psicoterapéutica, se trabaje en

instituciones o en práctica privada. Cuando se realiza una selección de pacientes se

lleva a cabo un escrutinio inicial junto con un diagnóstico, cuidándose en detalle qué

grupo es conveniente para el paciente.

Los criterios para la selección de pacientes contemplan:

Estructura de la personalidad del paciente, relaciones objetales( se consideran

mejores pacientes para grupo aquellos que establecen relaciones objetales cercanas a

las totales).

Factores externos ( para aspectos prácticos del terapeuta y también factores externos

al paciente).

Factores contratransferenciales ( la contratransferencia es parte central en la selección

de pacientes y en la formulación de una interpretación).

Factores de grupo ( loción de la capacidad del paciente para integrarse a grupos).

Capacidad de frustración y tolerancia a la frustración ( requisito mínimo de todo

paciente analítico).

Capacidad para mantener secretos ( existen pacientes que tienen la necesidad de

contar todo lo que se les platica).

Un grupo terapéutico se integra mediante la presencia de dos polaridades: un terapeuta

adiestrado y un máximo de 8 personas que se reúnen dos veces por semana que

duran 1 hora y 30 minutos como promedio. el grupo puede ser heterogéneo, Pero

dentro de ciertos límites. Los grupos han de ser heterogéneos en sexo, ocupación,
nivel socioeconómico y diagnóstico. Deberán agruparse con compañeros más o menos

de la misma edad.

Al grupo se le dificulta asimilar demasiados cambios en un período breve, por lo que

sólo los miembros fuertes o los que poseen mecanismos maníacos de negación

pueden realizar tres cambios importantes de vida, o en el proceso analítico en menos

de un año, sin dar muestras de depresión en el primer caso, o de regresión en el

segundo.

En el caso de pacientes nuevos que ingresan al grupo, es necesario que un compañero

los ayude en el proceso terapéutico. Cuando un grupo está más integrado y en proceso

de renacimiento se comportan más hostiles hacia el recién llegado, por lo que éste

debe ganarse su lugar.

Las ausencias del terapeuta dan lugar a la frustración, hasta que el grupo Integra al

terapeuta como un objeto total y la gratitud va ocupando el lugar de la envidia.

Existen las urgencias como fenómenos inevitables que pueden ocurrir en la vida de

algún miembro del grupo y que requieren de una intervención terapéutica imperiosa. El

terapeuta debe permitir la ventilación del suceso urgente para facilitar la descarga de

los sentimientos y la elaboración futura. Palacios brinda sesiones individuales a los

pacientes de grupo sólo en casos muy limitados, como cuando considera que el

paciente atraviesa una situación particularmente conflictiva.


Palacios que un grupo tiene la capacidad de adoptar roles y los miembros tiene la

posibilidad de intercambiarlos. Considera que un grupo tiene mal pronóstico si sus

miembros mantienen estáticos sus roles en la jerarquía dinámica. El desempeño de

ciertos roles sirve como indicador de progreso o estancamiento del grupo.

En el contexto del grupo se denomina interpretación a la intervención verbal del

terapeuta que intenta asir y describir algo qué ocurre en el grupo como una totalidad,

sea defensa o contenido, después de un tiempo de haberse manifestado en forma

reiterada. Palacios interpreta primero defensas y después los contenidos, para

evidenciar las fantasías inconscientes.

La elaboración es un proceso continuo te permite la asimilación psicológica. Con el

tiempo cada uno de los pacientes es capaz de advertir sus propios conflictos y de

emplear diversos mecanismos para interpretar su modificación. Cuando hay

elaboración se nota entusiasmo en los pacientes que representan la resistencia del

grupo.

En la primera sesión algún paciente puede relatar su historia y los demás lo siguen,

pero al no tener la aprobación del terapeuta surge la paranoia y, cómo compensación

defensiva, los ataques al exterior por la critica a los malos padres y a sus precarios

logros. Al final de la sesión, el analista ha de interpretar la uniformidad conductual del

grupo, su escisión, sus temores persecutorios, el terror a perder su individualidad, sus

dependencias externas y el miedo enloquecer. Al iniciar el proceso los pacientes se


aferran de manera paulatina al terapeuta, como un personaje imaginario, omnipotente,

omnisciente y dotado de ubicuidad, quién podrá satisfacer su hambre insaciable.

Alrededor de los nueve meses, cuando el grupo permanece unido y el trabajo

interpretativo es adecuado, se inicia una etapa analítica más integrada y con mejor

contacto con la realidad, pero muy demandante y claramente esquizoparanoide, por lo

que el grupo tiende a dividirse y a abortar a los pacientes psicóticos con tintes

maníacos. Los pacientes se sienten defraudados por lo largo y penoso del tratamiento;

quieren magia y omnipotencia; sólo la alianza y la transferencia los hacen continuar.

La persistencia del grupo comunidad de trabajo es un indicador valioso de progreso,

pues aunque se muestran resistencias, la presencia de todos manifiesta su deseo de

mejorar.

En las fases avanzadas del proceso la labor terapéutica se vuelve más gratificante para

el analista. Al superar la posición esquizoparanoide los pacientes alcanzan la

posibilidad de reconocer la totalidad del mundo y de las personas.

Como indicador de una capacidad de reparatoria real, aparecen el paciente grupal la

capacidad de preocuparse por el terapeuta como una figura real humana. Al mejorar su

contacto con la realidad los pacientes asisten con decisión al trabajo analítico pues

comprenden que el proceso terapéutico está a su servicio y que todo lo que pueden

lograr será para ellos.


La meta final del proceso analítico es que el grupo y sus miembros, mediante la

resolución de la neurosis y psicosis transferenciales, abandonen al máximo posible sus

relaciones objetales con las imagos que pueblan su mundo interno mágico-regresivo

para que el yo realice una nueva síntesis que permita mejor armonía intra e

intersistémica.

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