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FRANKLIN MIESES BURGOS

Nació (1907) y murió (1976) en Santo Domingo, la capital de la República


Dominicana.
Fue, con el crítico y poeta chileno Alberto Baeza Flores y los poetas dominicanos
Mariano Lebrón Saviñón y Freddy Gatón Arce, uno de los fundadores de La Poesía
Sorprendida (1943-1947). Como anunció Alberto Baeza Flores en el primer número de
la revista, “No sabemos si la poesía nos sorprende con su deslumbrante destino, si
nosotros la sorprendemos a ella en su silenciosa y verdadera hermosura”. Ya en la
contracubierta, se anuncia “estamos por una poesía nacional nutrida en lo universal,
única forma de ser propia; con lo clásico de ayer, de hoy y de mañana; con la creación
sin límites, sin fronteras y permanente; y con el mundo misterioso del hombre,
universal, secreto, solitario e íntimo, creador siempre”. Así, por las páginas de la revista,
pasaron Jules Supervielle, Paul Eluard, Robert Desnos, Pierre Reverdy, André Gide,
Paul Claudel, James Joyce, George Santayana... para sólo mencionar los autores que
aparecieron en los primeros tres números.
Mieses Burgos fue, también, director ejecutivo del Instituto Dominicano de
Cultura Hispánica y dirigió su revista, Hispaniola. Codirigió también la colección “La
Isla Necesaria”, la cual editó varios volúmenes de autores dominicanos.
La poesía de Franklin Mieses Burgos está caracterizada por un profundo lirismo: a
veces existencial, otras veces política... y casi siempre surrealista. Su producción poética
podía dividirse en tres categorías: la hermética, donde se manifiesta la influencia
surrealista; la que sigue modelos clásicos (los sonetos); y la de temas populares. La
primera, creemos, contiene quizás sus mejores poemas.

Obras:
Sin rumbo ya y herido por el cielo (Santo Domingo: Ediciones «La Poesía Soprendida»,
1944)
Clima de eternidad (Santo Domingo: Ediciones «La Poesía Soprendida», 1944)
Presencia de los días (Brigadas Lírica del Uruguay, 1951)
Antología poética (Selección y prólogo de Freddy Gatón Arce, Colección Pensamiento
Dominicano, 1952)
El héroe (“La Isla Necesaria”, 1954)
Clima de eternidad (Santiago: Edición de la Universidad Católica Madre y Maestra,
1986)

Movimiento
Flanklin mieses Burgo Fue uno de los primeros en integrar el movimiento literario
denominado Poesía Sorprendida que según explicaba nuestro postumista Domingo
Moreno Jimenes, su origen se produjo gracias a su iniciativa (la de Moreno Jimenes) en
contubernio con el poeta chileno Alberto Baeza Flores y el dominicano Mariano Lebrón
Saviñón , luego estos dos últimos se reunieron con Franklin Mieses Burgos, Freddy
Gatón Arce y el poeta y pintor español Eugenio Fernández Granell y, bajo el lema de
“Poesía con el hombre universal”, dejaron formalmente constituido el grupo.
Los más relevantes integrantes de este movimiento que acabó liderando Mieses Burgos
fueron Rafael Américo Henríquez, Manuel Llanes, Manuel Valerio, Freddy Gatón Arce,
Manuel Rueda, Mariano Lebrón Saviñón, Antonio Fernández Spencer , José Glass
Mejía y la única mujer fue Aida Cartagena Portalatín, cuyo período de acción se
enmarcó entre los años 1943 al 1947.
CANCIÓN DE LOS OJOS QUE SE FUERON
allí donde la niebla tiene rosas moradas,
Se me fueron los ojos por mirar la presencia y el silencio devora la imagen de otra luna
posible de las cosas que pasan como el río, hecha de anochecidas canciones apagadas;
como el pájaro blanco de una luna sin alas, allí donde los nardos son palomas crecidas
como el cristal en donde se desnuda el con las alas quebradas,
silencio. y el jilguero no es sólo la dulzura de un
canto,
Desde niño se fueron... sino una ruta ancha por donde de puntillas
y ahora tengo en la sangre llega de noche el alba;
otros ojos que miran por encima del aire, quiero decir: allí donde todas las hojas
por encima de toda transparencia distante, elaboran por dentro de la savia fecunda
y esta es mi pena ahora: el término y de sus verdes entrañas,
distancia; la presencia de una primavera enterrada,
el que yo muera siempre, mientras los otros en donde están gritando de angustia por su
cantan vida
cuando yo me deshago de llanto entre las las rosas que no nacen;
yerbas allí están mis ojos: los ojos de mi sangre,
buscando la sonrisa que olvidan las estrellas los que miran tan sólo por encima del aire,
al huir presurosas ante la luz del día. por encima de toda transparencia distante;
los ojos que me dieron, que no fueron de
Yo me iría tirando también como los otros carne;
en un cauce perfecto mis redondas palabras; allí están en la sangre
pero no puedo, no; hay otras formas mudas mirando el lado opuesto, la forma diferente,
que me llaman más hondo que la voz de las el oculto sentido de la carne y la esencia;
aguas. porque todas las cosas tienen su doble
sombra,
Yo sé que nadie ignora la vida de mis ojos hasta la voz y el viento.

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