Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Quizás pensamos que escuchamos a Dios, sólo porque un predicador o maestro está
hablando o porque estudiamos la palabra de Dios para nuestro ministerio o porque leemos la Biblia
cada día. Pero, ¿cuándo fue la última vez que hice una decisión sobre mis prioridades personales
o ministeriales porque reflexionaba cuidadosamente en la Palabra? ¿Cuándo reconocí y me
arrepentí de un área de rebeldía o la falta de una virtud porque en realidad ponía atención a la
palabra de Dios? Puedo señalar un cambio específico en mi corazón que Dios hizo este mes—un
móvil purificado, una actitud cambiada, resistencia a la autoridad transformada en sumisión, una
relación sanada—porque puse atención y consideraba lo que Dios quería decirme?
Aunque Dios tiene, también, otras maneras de impulsar nuestro crecimiento espiritual.
Estoy convencido que Dios nos ha dicho cómo escucharle—por medio de meditar en su Palabra.
La Biblia es el medio principal que el Espíritu Santo emplea para llevarnos al Padre y
transformarnos en la imagen de su Hijo—“útil para enseñar, para reprender, para corregir y para
instruir en justicia, a fin de que el siervo de Dios esté enteramente capacitado para toda buena
obra” (2 Timoteo 3:16-17).
Aún es posible que un maestro, pastor o misionero que maneja la Biblia constantemente no
camine con Dios y no sea cambiado poderosamente a la imagen de Cristo. Bruce Wilkinson,
conocido autor y maestro de la Biblia, confesó en su libro Secretos de la vid, “Yo había llegado a
ser un experto en servir a Dios pero en alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”.
Un conocido maestro de la Biblia confesó: “Había llegado a ser un experto en servir a Dios pero en
alguna manera me quedé un novato en ser Su amigo”.
Temo que no hayamos tomado en serio y no hayamos practicado las palabras de Josué
1:8; Salmo 1:2-3; 119:48; Mateo 7:24-27; Santiago 1:25 y otros pasajes semejantes. Estoy
convencido que la acción más potente que un cristiano puede tomar para caminar con Dios y para
cooperar con él para obrar cambios en su vida es meditar con frecuencia en su Palabra y
responderle en las maneras apropiadas.
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 2
1) Reconocer la verdad.
2) Reflexionar sobre la verdad.
3) Responder a la verdad.
Distintos pasajes difieren con respecto a sus temas y énfasis. Sin embargo, la reflexión y aplicación de las
Escrituras deben llevar fruto en algunos de los siguientes aspectos, dependiendo del contenido de los
versículos. Se recomienda que anotemos lo que la palabra de Dios nos está diciendo y nuestras decisiones y
peticiones al respecto. Anotar las ideas nos obliga a ser más concretos y específicos y lo que hemos “oído” de
Dios servirá para guiar nuestra respuesta a Dios por medio de la oración.
1) Debo aprender o repasar las verdades que me llevan a dar gracias a Dios, a amarle más, a adorarle y
a querer agradarle.
Aprenderé más sobre Dios, cómo es él, cómo piensa, cómo obra y cómo se relaciona con mi vida.
“En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos” (Sal. 119:15). Me maravillaré vez tras vez de la
profundidad de su gracia—Él ha entregado tanto de sí mismo para rescatar a una persona desobediente e
indigna. Aprenderé, reflexionaré y me maravillaré de cada bendición espiritual y los grandes privilegios que
me otorgó cuando confié en Cristo como mi Salvador. Él quiere que comprenda más su amor, su presencia,
sus promesas y su compromiso conmigo. Sabré más de lo que Dios ha hecho para hacer posible la
transformación de mi corazón y mi conducta. Mis pensamientos se llenarán de la verdad y de lo que es real,
aunque invisible, en el universo y en la vida. Así, yo no creeré las mentiras que Satanás y mi naturaleza
pecaminosa susurran en mi oído.
2) Debo permitir que Dios ministre a las necesidades más profundas de mi vida.
Es probable que necesite fe y esperanza respecto a las pruebas, sufrimientos, relaciones difíciles o
asuntos problemáticos en mi servicio a Dios y a otros. Quizás me haga falta recibir su confort, su consuelo, su
ánimo y su paz. Probablemente necesito la paciencia para esperar en Dios y la perseverancia para llegar al
final de alguna aflicción o problema. Siempre necesitaré de sus fuerzas para proveer la estabilidad emocional
y espiritual y la constancia en una época estresada de mi vida. El pasaje bíblico que estoy meditando y
aplicando a mi vida probablemente contiene verdades que me darán entendimiento de mi mismo y confianza
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 3
que los caminos divinos son siempre buenos y sabios. La sabiduría y dirección de Dios deben guiar mis
decisiones diarias. Los versículos pueden sugerir los pasos que debo tomar para sanar un relación
interpersonal. El pasaje puede relatar la vida de personajes que experimentaron desafíos similares a los míos.
Encontraré promesas y enseñanzas que Dios usará para orientar mi corazón y mi conducta. “Si tu ley no
hubiese sido mi delicia, ya en mi aflicción hubiera perecido” (Sal. 119:92).
3) Debo ser sensible a todo lo que Dios quiere mostrarme sobre lo que debo ser y hacer.
Dios está formando en mi mente y corazón un “perfil” de lo que su pueblo debe ser en lo más
profundo del corazón—los afectos, valores, móviles, actitudes, planes y pensamientos. Se aclarará cada vez
más lo que significa tener humildad, amor, gozo, contentamiento, paz, paciencia, gentileza, control del hablar,
el espíritu de perdón, misericordia, honradez, veracidad, un espíritu de servicio, pureza, coraje, sumisión a
otros y mucho más. No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su
mente (Ro. 12:2 NVI). Necesito tomar en serio todo lo que Dios me dice al respecto por medio de las
exhortaciones y los ejemplos, tanto negativos como positivos. Dios nos cambia “desde adentro para afuera”
por medio de la obra del Espíritu. La transformación por dentro produce cambios en nuestro hablar, relaciones
y conducta.
Meditar en su Palabra permite a Dios la oportunidad de confrontarme con mis móviles egocéntricos,
mis actitudes incorrectas, la rebeldía contra lo que sé es su voluntad, el orgullo y la soberbia que influyen
tanto en mis prioridades, decisiones y relaciones. Él ilumina el hablar que lastima, influye negativamente y
desanima a otros y la conducta que no trae gloria para Dios. Él me lleva a la confesión y el arrepentimiento
que inician el proceso de transformación. Me impulsa a comenzar a orar por los cambios y obediencia que el
pasaje señala que son necesarios. Me guía para tomar decisiones y hacer planes respecto a la obediencia.El
sacrificio que te agrada es un espíritu quebrantado; tú oh Dios, no desprecias al corazón quebrantado y
arrepentido (Sal. 51:17 NVI).
4) Debo escuchar lo que Dios me enseña sobre la humildad y la sumisión a él (o la falta de ellas).
Esto incluye muchas áreas de mi vida, como a) la obediencia a lo que la palabra de Dios manda, b) la
conformidad y el contentamiento en medio de las pruebas, circunstancias y personas que Dios trae a mi vida,
c) la disposición y deseo de ser cambiado en mi corazón y conducta, y de formar los “hábitos espirituales”
que esto requiere, d) la obediencia a su dirección personal y guía para mi vida y servicio. Una descripción del
pecado es que …cada uno seguía su propio camino (Is. 53:6). Si examino el corazón a la luz de la Palabra y
con apertura, él iluminará las áreas de rebeldía y otros aspectos de mi vida que necesito someter a sus
propósitos. Me guiará y me fortalecerá para que esté contento y aproveche las circunstancias y las personas
que él ha ubicado en mi alrededor. La Palabra me dará la perspectiva divina respecto a mis pruebas,
tentaciones y desafíos. …les ruego que cada uno de ustedes, en adoración espiritual, ofrezca su cuerpo como
sacrificio vivo, santo y agradable a Dios….Así podrán comprobar cuál es la voluntad de Dios, buena,
agradable y perfecta (Ro 12:1-2).
5) Debo escuchar con cuidado lo que Dios quiere decirme con respecto a servirle y servir a otros.
¿Qué está haciendo Dios en mi alrededor? y ¿cuál es la participación que él me asigna cumplir? Él me
puede guiar hacia una nueva manera de servir a un miembro de mi familia, de mi iglesia o un amigo no
cristiano. El pasaje bíblico puede señalar una responsabilidad de todo cristiano—una responsabilidad que yo
no sabia, que había olvidado o que he descuidado. Dios me puede convencer de un pecado relacionado con mi
servicio--un móvil egoísta o un descuido. Posiblemente soy impulsado por el activismo, el éxito o la
ambición—el “servicio” sin amor. Posiblemente, cumplo mis actividades sin depender humildemente de él,
no esperando frutos que sólo se explican como obra divina. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo
como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos (Mc. 12:31). Tomemos a Jesús como nuestro
ejemplo: Porque el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate
por muchos (Mc. 10:45).
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 4
6) Debo poner mucha atención y reflexionar sobre mi necesidad desesperante de depender total y
humildemente de Dios.
Nuestra naturaleza pecaminosa nos guía a sentirnos capaces, especialmente después de haber tenido
experiencia en un ministerio. Probablemente dependemos mucho de Dios al inicio, pero, después, sentimos
que somos capaces de cumplir nuestras actividades. Sentimos capaces por nuestra preparación, experiencia,
dones, talentos, “éxitos” y confianza personal. Jesús dice que “separados de mi nada podéis hacer”—nada
que lleva fruto eterno para Dios y para su gloria (Jn. 15:5). Necesito estar convencido de mi incapacidad para
cambiarme hacia la imagen de Cristo, para obedecerle y para confrontar los desafíos de la vida y el servicio.
Lo que tiene valor es la obra que Dios está haciendo alrededor de nosotros, en nosotros y a través de nosotros.
Cuando no persigo una vida de meditación en la Palabra y de oración, estoy diciendo a mi mismo y a Dios
que puedo agradarle sin su sabiduría, guía y poder. Pero sin fe es imposible agradar a Dios…es galardonador
de los que le buscan (He. 11:6). Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los
cielos” (Mt. 5:3). “Dios se opone a los orgullosos, pero da gracia a los humildes (1 P. 5:5).
7) Debo responder a Dios con respecto a los temas que él me ha enseñado hoy.
Todo lo que “escucho” de Dios clama para que responda a él con mis decisiones y con mi oración.
Debo ser guiado por los temas que he descubierto en el pasaje bíblico y los que he anotado. Estos temas
deben llevarme a expresiones de amor, de adoración, de confianza en él y en sus caminos y obras. Me llevan a
agradecerle su ministerio a mis necesidades emocionales, físicas, materiales y espirituales. Me llevan a la
confesión y el arrepentimiento sinceros. Me impulsan a expresar mi sumisión a él y a otros, la aceptación de
su voluntad, la obediencia a sus mandamientos, mis nuevas decisiones y propósitos. Me guían a formular
peticiones por los cambios que deseo que él haga en mi corazón y manifestar mi dependencia total de él.
Dios, Dios mio eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en
tierra seca y árida donde no hay aguas….Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te
alabarán….Y con labios de júbilo te alabará mi boca…porque has sido mi socorro, y así en la sombra de tus
alas me regocijaré. Está mi alma apegada a ti; tu diestra me ha sostenido (Sal. 63:1-8). He aquí, tú amas la
verdad en lo íntimo, y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría. Purifícame con hisopo, y seré
limpio; lávame, y seré más blanco que la nieve….crea en mí, oh Dios, un corazón limpio, y renueva un
espíritu recto dentro de mí….Vuélveme el gozo de tu salvación, y espíritu noble me sustente (Sal. 51:6-12).
George Müeller fue conocido por su dependencia total y exclusiva de Dios para las
necesidades de los orfanatorios que estableció en Inglaterra. En su autobiografía, él relata cómo
aprendió a usar las Escrituras cada mañana:
“Entendí que la actividad más importante que tenía que hacer era el entregarme a la lectura
de la Palabra de Dios y a meditar en ella, para que así mi corazón fuera confortado, animado,
advertido, amonestado e instruido; y que así, mientras meditara, mi corazón entrara en comunión
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 5
Alexander Whyte, hace muchos años, exhortó con estas palabras fuertes:
La mente tiene la capacidad más alta, y la meditación es el uso más alto de la mente; es la
raíz verdadera y la savia y la gordura de la fe y la oración y la obediencia espiritual. ¿Por qué están
tan marchitadas nuestras mentes y tan estériles en las cosas de Dios? ¿Por qué tenemos tan poca
fe? ¿Por qué tenemos tan poco asido de la realidad y nobleza de los asuntos divinos? La razón es
clara—pocas veces meditamos. Leemos nuestro Nuevo Testamento, a veces, y escuchamos su
lectura, pero no tomamos el tiempo para meditar. Oramos a veces, o pretendemos a orar. Pero,
¿jamás nos intentamos preparar nuestros corazones para entrar al trono de Dios a través de la
meditación vigorosa sobre quiénes y qué somos; sobre quién y qué es El a quien pretendemos
orar; y sobre lo que hemos de decir, y hacer, y pedir, y recibir?
Ésta tenía una hermana que se llamaba María, la cual, sentándose a los pies del Señor, OÍA SU
PALABRA. Pero Marta se preocupaba con muchos quehaceres….
Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria; y
MARÍA HA ESCOGIDO LA BUENA PARTE, la cual no le será quitada.
Lucas 10:38-42. Énfasis agregado.
1) Planifique el tiempo, casi cada día, para estar con Dios y conversar con él.
2) Escoja un tiempo y lugar para estar a solos con Dios, sin distracciones, como
Jesús dijo y se acostumbraba hacer. Mateo 6:6; Marcos1:35
En la Biblia aprendemos que Dios se encontró a solas con muchas personas para
enseñarles, fortalecerles y guiarles en su voluntad: por ejemplo, Enoc, Abraham,
Jacob, Mosés, Elías, David, María, Jesús y Pablo. Reflexionemos en los siguientes
pasajes en la vida de Jesús: Mateo 14:13, 23; 26:36-46; Marcos 1:35; 6:31; Lucas
5:16; 6:12.
Charles Swindoll comenta que, cuando estamos a solas con Dios, él nos da sus
mejores pensamientos y nuestras mentes tienen que estar tranquilas y quietas para
recibirlos. Dice que el ruido, las voces y los horarios llenos de actividades hacen que
nuestros sentidos no sean sensibles. Cierran los oídos al quieto susurro de Dios al
reflexionar sobre su Palabra y no estamos concientes de su toque.
3) Cultive una actitud de sed espiritual, deseo de disfrutar a Dios, un corazón abierto,
expectativa y paciencia.
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 7
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el
alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me
presentaré delante de Dios? Salmo 42:1-2
Dios, Dios mío eres tú; de madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne
te anhela, en tierra seca y árida donde no hay aguas, para ver tu poder y tu gloria,
así como te he mirado en el santuario. Salmo 63:1-2
El amor a Dios motiva nuestro caminar con Dios y nos guía a dirigir nuestros afectos
hacia lo bueno. Si no sentimos nuestra necesidad espiritual, debemos pedir que
Dios haga crecer el sentir de dependencia de él. Quizás, debemos preguntarnos qué
otros “amores” están distrayéndonos del amor a Dios, por qué sentimos auto-
suficientes y cuáles otras prioridades tienen más importancia para nosotros.
4) a orar por y tomar alguna decisión respecto a un cambio que Dios necesita hacer
en mí? (Algún aspecto de mi carácter, actitud, motivación, hablar, conducta o
relación con otro.)
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 8
Es importante darse cuenta que los temas en cada pasaje son diferentes y,
entonces, generalmente uno no encuentra respuesta a todas las preguntas en el
pasaje. Pero, es probable que haya respuesta, por lo menos, a 2 o 3 de las
preguntas.
3) ¿Hay un ejemplo que debo seguir? o ¿Un ejemplo negativo que debo evitar?
8) ¿El pasaje indica algo sobre lo cual debo tomar una decisión?
El Dr. Bruce Wilkinson, también en el libro “Los secretos de la vid”, dirige una
recomendación especial a los varones: Especialmente los hombres necesitan
escribir lo que reciben de Dios para crear un sentido de realidad en su relación con
Dios quien es invisible.
6) Aparte suficiente tiempo para disfrutarlo con Dios, para entender su mensaje para
su vida y para decidir qué hará respecto a lo que Dios le ha mostrado (y, quizás,
cuándo y cómo lo hará).
Dios quiere expresar su amor, animar, guiar, fortalecer, confrontar y acercarnos a él.
Este tiempo no es solo para el estudio de un libro, sino para disfrutar nuestra
relación con Dios como persona. Es una oportunidad para conocer más a Dios,
crecer en nuestro amor para él y unirnos con él en el cumplimiento de sus
propósitos en nosotros y en el mundo alrededor.
Cultivar una relación de amor con otra persona exige tiempo pero vale la pena. Dios
ha sido más que generoso con nosotros. Ha sido exageradamente bondadoso y
deberíamos ser generosos con nuestro tiempo para él. Dietrich Bonhoeffer confesó,
“A menudo estamos tan cargados y aplastados con otros pensamientos, imágenes,
y preocupaciones que puede llevar un largo tiempo antes que la Palabra de Dios
elimine todo lo demás para penetrar en nosotros”. Por eso, comencemos pidiendo a
Dios que su Espíritu nos ilumine y nos impacte.
Pero quien se fija atentamente en la ley perfecta que da libertad, y persevera en ella,
no olvidando lo que ha oído sino haciéndolo, recibirá bendición al practicarlo.
Santiago 1:25 NVI
Basado en Juan 15, Bruce Wilkinson, en una sección llamada “Más por menos”
(capítulo 8, páginas 113-115) nos recuerda que podemos llevar más fruto para Dios
aunque trabajemos menos por él con el fin de dedicar el tiempo adecuado para la
comunión con él. Él explica cuatro razones:
Lo que uno ha descubierto es una buena guía para su oración. Al meditar en las
Escrituras y al orar, haga decisiones y planes que le llevan a conformarse a la
voluntad de Dios. Abra su corazón respecto a sus debilidades, sus problemas, sus
pecados, sus propósitos y su amor a Dios y a otros. Lo que encuentra en las
Escrituras le guiará a la confesión, adoración y agradecimiento a Dios, sumisión a su
voluntad y nuevos propósitos. Expresará su dependencia de la sabiduría y
capacidad de él y hará peticiones por los cambios que sabe que Dios desea hacer
en su corazón y conducta. Pueden ser cambios en los motivos, actitudes, virtudes,
emociones, relaciones, hábitos, temas y maneras de hablar y conducta.
Esta sugerencia se hace en el espíritu del salmista que contó que el hombre que
“medita día y noche” en la palabra de Dios tiene su deleite en la ley de Dios, florece
y lleva fruto para Dios. Escoja un versículo o dos del pasaje en la cual ha
meditado—un versículo que encaja el mensaje principal de Dios para su necesidad.
Memorícelo o anótelo en una tarjeta para llevarlo consigo. Repáselo en los
momentos cuando sienta necesidad, ratos de espera o de descanso, o antes de
acostarse en la noche. Seguirá dándole fortaleza, animo y sabiduría. ¿Le hace
recordar un principio o enseñanza que había olvidado? ¿Descubre otra perspectiva
del versículo? ¿Tiene oportunidad de compartirlo con otro?
Dichoso el hombre…que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Es
como el árbol plantado a la orilla de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas
jamás se marchitan, ¡Todo cuanto hace prospera! Salmo 1:1-3 NVI
Nosotros tomamos por sentado que nuestras habilidades y recursos y la buena calidad de
nuestros programas así no más llevarán fruto para Dios; hemos olvidado que separados de
Cristo—confianza en Cristo, obediencia a Cristo, mirar a Cristo y depender de Cristo—no
podemos lograr nada (véase Juan 15:5). Este es el activismo: actividad que ha perdido su
propósito porque no está arraigado en una constante desconfianza en nosotros mismos y la
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 11
En Lucas 4:42, cuando la gente buscaba a Jesús porque tenían muchas necesidades. Aún
esas personas le detenían para que no se fuera de ellos pero él no fue con ellos. La Biblia
dice que Jesús salió y se fue a un lugar desierto. Él tenía el poder para llenar todas esas
necesidades de la gente. El cristiano necesita darse cuenta que el regalo más importante
que puede obsequiar a otras personas, sean su esposa, sus hijos, su iglesia o su
comunidad, es la santidad, la madurez y la tranquilidad que viene por estar a solas con Dios
y estar siendo transformado por el Espíritu de Dios y por su Palabra.
“O”, dice uno, “quisiera pensar en Dios con todo mi corazón, pero el trabajo de la
meditación es un trabajo que lleva tiempo, y no tengo tiempo; mis manos están tan llenas
de negocios, y tan llenas de ocupaciones, no tengo tiempo para este trabajo. La meditación
no es un pensamiento ligero; es un trabajo de tiempo, y no tengo tiempo”. Entonces, vea lo
que dice el Salmo 119, “Inclina mi corazón a tus testimonios”. ¿Cómo? “Aparta mis ojos,
que no vean la vanidad”. La manera de que el corazón se incline a los testimonios de Dios,
es quitar los ojos de estas vanidades externas. ¿Quisiera meditar en Dios y las verdades de
Dios? Entonces tengan cuidado que sus corazones, y sus manos, no estén demasiado
llenos del mundo y sus ocupaciones....Amigos, hay un arte, y una habilidad divina de
meditación, que ninguno puede enseñar sino sólo Dios. ¿Quisiera tenerla? Vaya entonces a
Dios, y ruegue a Dios estas habilidades. William Bridge, 1845
La meditación bíblica, Stanford Orth, 2005, página 12
Si yo fuera el diablo, uno de mis primeros propósitos sería detener a las personas de
cavar en la Biblia. Sabiendo que es la Palabra de Dios, enseñando a los hombres a conocer
y amar y servir al Dios de la Palabra, yo haría todo lo posible para rodearla con abismos,
siembras de espinas y trampas para los hombres, para hacer huir a la gente....A todo costo
quisiera evitar que emplearan sus mentes en una manera disciplinada para conseguir su
mensaje. James I. Packer, 1979