Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Decidimos las cosas como si estuvieran en claves, vislumbrándonos unos a ls otros con los rabillos,
vigilantes, dispuestos a saber si ese mirará también hacia el mismo lado. Decidimos qué hacer y c´mo
hacer, pellizcando con un pedazo de idea al brazo que se refleja, construyendo cosas a la imagen de
unas de esas cuantas claves, -notificaciones para una serie de colores-. –descripciones de unos cuantos
fragmentos-. Por lo que decidimos, lo que debatimos, lo que escuchamos con atención y aprendemos
son esos excerptos de código, líneas sobre algunas superficies. Una perspectiva para todos esos
reversos.
Lo que se dobla se haya como superficie, el basalto, el lugar que se recorre en busca de esa inscripción,
el lugar que se baña con el propio rito que lo genera. El lugar donde sucedió, donde sucede, desde
donde se sucederá. Y la inscripción para marcarlos a todos esos tiempos, sortilegio para hechizar y sacar
uno, sólo uno de todos esos silencios en forma de ruido.
Decidimos entonces, notificando, dandonos instructivos desde donde dispararse, desde donde hacerse
sentir: placer, emoción, risa, horror, aventura formada en miedo.
Yo decido irme a la isla del miedo, a la isla de en medio, ahí me voy rodeado de piraguas que quién
cómo llamarán, de salvajes olas, animales, cielo, mar, tortugas. Poco más. Me veo como el sobreviviente
de una larga ráfaga, como el último jalón hacia dentro de una espiral lanzada por la evolución.
¿Quién incrusta? ¿Quién perfora la superficie? ¿Quién se mece desde una alta rama? ¿¡Quién!?
El movimiento recorre todas mis entrañas por más que me paro erecto, por más que me esfuerzo en
cerrar los ojos y aún así no caer. Por más que nado de noche y de lado, por más que escribo una canción.
Con él me persigue el aire, la bolsa cada vez más transparente hasta convertirse también en aire eclecta,
vestigio de membrana llevada por una larga corriente. Ese aire, enrarecido por nosotros, puesto del
revés, refuerza el hechizo de invigoramiento que este cuerpo recibe cuando esos ojos lo ven, se ve
sombreado también cuando me ve desde el espejo, ése puro aire y tornillos.
Ay, motor, corazón, movimiento perenne en la boca de la larga espera, ay, calvicie, rudo temperamento,
falaz entrega en la nada. Ay, calor en la noche cuando todo lo demás está quieto. Todos los silencios
menos el tuyo.
Se volverá vagabunda, lombriz en la mandarina, suciedad en medio de lo limpio y verde, petroleo debajo
del mar.
Como a mí, os harán reducir a polvos quietos en el largo moverse de las montañas las olas nada
silenciosas de una boca demasiado agrícola, os harán gemir también como hierba, lamer las costras
como si fueran miel, pedir a gritos que el dolor nunca pare.
Oh, sí, hermanos y hermanas, os harán. Os harán quebrarse con el dolor ajeno, os harán quebrarse y
aún así decir: una sonrisa es un dolor amargo.
Cuando dijimos que haríamos la cena para todos, y nos dimos cuenta que no teníamos absolutamente
nada más que ofrecer, ¿deseábamos todavía que eso verdaderamente pasase? ¿no nos preguntábamos
cuándo la vida había perdonado a aquél que se terminaba sus reservas? ¿no nos hacíamos entonces de
reservas?
Y si aún así calláramos, y como se pudiera soportásemos la incomodidad, la desvergüenza del otro ¿no
nos habríamos de todas maneras preguntado para qué valorábamos la vida?
Cuando dijiste que haríamos la cena para todos y me incluiste en tu grupo sabiendo que no portaba
nada y que tú tendrías que poner todo, -y tampoco tenías-, ¿por qué levantaste la mano? ¿por qué con
esos canallas?
Hermosa, si aún así calláramos, y como se pudiera soportáramos la incomodidad de tener alimentar a
esos cerdos vestidos de paraguas, ¿cómo podríamos generar tantos recursos como para soportar ése
desperdicio envuelto? ¿Cómo habremos de vivir y enfrentar a a eso que más queremos donando cerdos
en bolsas pintadas de rosa y azul?
Tu amor me desvela