Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
5.- El veredicto: Llegado este punto era imposible declarar a un acusado inocente,
era preferible decir que no había pruebas suficientes. Según el grado de culpabilidad
se distinguen tres tipos de acusados:
1) LA HOGUERA
3) LA CIGÜEÑA
Se trataba de comprimir
o triturar bajo una
madera con peso
encima al reo.
9)LA GUILLOTINA
10) EL APLASTACABEZAS
15)EL APLASTAPULGARES
16)LA SILLA
Las muñecas de la
víctima eran atadas por
detrás de la espalda, se
añadía una cuerda a
esta ligadura izando al
acusado.
Inmediatamente los
húmeros se
desarticulaban y poco a
poco también las demás
vértebras.
Orden Franciscana
Orígenes
La reforma del siglo XII había tenido aspectos de movimiento laico y, hasta cierto
punto, heterodoxo, sobre todo en el norte de Italia y en el sur de Francia. El carácter
heterodoxo y antisocial se acentúa y llega al paroxismo durante los últimos años del
siglo XII, en la provenza, y termina por desencadenar la cruzada albigense ya en el
siglo siguiente. Pero también fuera de la Provenza reinaba la inquietud, y a cada
paso aparecían predicadores populares que criticaban las riquezas del clero y
exhortaban a los fieles a la penitencia y no a la revuelta. Los fieles, a su vez, se
reunían frecuentemente en asociaciones de penitentes, más o menos al margen de
la Iglesia y más o menos en contra de la Jerarquía.
Francisco de asis.jpg
En este ambiente de inquietud y de revuelta es donde
aparece un laico que pretende al mismo tiempo dar
un testimonio de pobreza y de penitencia, sin criticar
al clero, al contrario, sometiéndosele. Este es San
Francisco de Asís, hombre que fascinó y arrastró
detrás de sí las multitudes de Italia con su cautivadora
presencia y su palabra sencilla, de esta forma nace la
Orden Franciscana, aprobada por el Papa Inocencio
III, el grupo comenzó a aumentar y revistió carácter
clerical: los compañeros reciben la tonsura, San
Francisco es ordenado de diácono, y todos prometen obediencia al Sumo Pontífice.
Desde entonces pasan a constituir una orden y entran al servicio de la iglesia en el
año 1209.
En vista a la cantidad de personas, la forma de pensar y actuar esta Orden comienza
a dividirse en grupos o congregaciones.
Clarisas
Dirigiéndose, por tanto, directamente a los laicos, pronto comienza a aparecer a su
alrededor una clientela de hombres y mujeres que pretenden vivir más
perfectamente el evangelio sin salir del mundo; o también mujeres que desean a su
vez servir totalmente a la Señora Pobreza, como el Poverello. Éstas se juntan con
Santa Clara en la capilla de San Damián para practicar el desprendimiento absoluto
en la reclusión perpetua, nace así la Clarisas.
Terciarios
Los laicos reciben una regla que les enseña a practicar en el siglo la pobreza relativa
y la penitencia. Se reúnen en asociaciones que no son nuevas en la Iglesia, ni están
sometidas por completo a las directrices de los Frailes Menores. Sólo más tarde
serán afiliadas y pasarán a constituir verdaderamente la "Orden Tercera de San
Francisco". Es una iniciativa de la Santa Sede para evitar las consecuencias del
espíritu, a veces turbulento y heterodoxo, de los penitentes seculares. Así los
terciarios franciscanos, dominicos y de otras órdenes escaparán a los movimientos
más o menos heréticos que continúan extendiéndose por la iglesia hasta finales de
la Edad Media.
Los Capuchinos
Querían ser la forma moderna, sus secuaces creían que el espíritu franciscano
primitivo, vivido en su pureza genuina sin mitigación ni privilegio alguno, seguía
teniendo una gran actualidad y contenía un mensaje que la sociedad del siglo XVI
debía recoger.
Era el ideal que movía a un grupo de franciscanos que no se sentían satisfechos
con la solución dada al problema entre conventuales y observantes. Creían que la
vida que llevaban no respondía a la mente de San Francisco. Y ellos querían vivir
el franciscanismo en toda su integridad. Tres religiosos lograron dar cuerpo a estas
ansias y atraer a un grupo de los descontentos. Eran Mateo Serafín de Bascio, y
Luis y Rafael de Fossombrone.
Previa autorización pontificia conseguida en mayo de 1526, abandonaron los
conventos para implantar un régimen de vida en todo conforme con la regla y
testamento primitivo de San Francisco, sin admitir glosa ni privilegio alguno. A los
solos dos años, el 3 de julio de 1528, Clemente VII aprobaba solemnemente la
nueva familia religiosa.
Los nuevos religiosos, llamados primero popularmente y después oficialmente
capuchinos, comenzaron a imitar a los primitivos franciscanos. Iban por todas partes
predicando la penitencia y la renovación de costumbres. Se les reconocía por su
capucha, el desaliño de su cuerpo, la barba espesa que cubría su rostro.
Villacrecianos
Fray Pedro de Villacreces, teólogo y predicador castellano, inició su reforma en
1396, por concesión de Benedicto XIII. Tuvo un rápido desarrollo: Santa María de
la Salceda, Aguilera, La Cabrera, El Abrojo, Domus Dei y Scala coeli. Con su
discípulo fray Lope de Salazar estuvo en el Concilio de Constanza y, al contrario
que los observantes, prefirió seguir sometido a los ministros de la Orden. El papa
había prometido incorporarlos a la observancia después de la muerte de Villacreces,
pero se opuso con decisión San Pedro Regalado (1456), que logró mantener bajo
el general las casas de Domus Dei y Scala Coeli.
Fray Pedro de Santoyo, discípulo de Villacreces, se separó para empezar una nueva
reforma, que se unió a la Observancia en 1432, y fue declarada custodia
independiente en 1477.
Otro discípulo de Villacreces, fray Lope de Salazar, fundó varios conventos entre
las provincias de Burgos y Logroño, bajo el nombre de Custodia de Santa María de
los Menores. Estaban sometidos a los ministros conventuales. Luego pasaron al
régimen de los vicarios observantes y regresaron a los ministros en 1471. Pio II les
concedió algunos privilegios (1460) y en 1463 reformaron el convento claustral
palentino de Carrión de los Condes, con el consentimiento de los conventuales.
Coletanos
Santa Coleta de Corbie (1381-1447), aconsejada por su confesor, fray Enrique de
Baume, obtuvo del papa Benedicto XIII la reforma de un monasterio, con la regla de
Inocencio IV (1253) y constituciones propias. Luego siguieron otros, hasta 22.
También los capellanes de dichos monasterios decidieron reformarse, formando
una congregación. La principal diferencia con los observantes es que
permanecieron siempre sujetos al ministro, a pesar de la insistencia y de los intentos
del vicario observante por ocupar los conventos de Dôle, Moyrans y Péronne.
Los llamaban Ministerianos, Observantes bajo el ministro, Conventuales
reformados, Observantes estrictos e incluso Nicolaítas (herejes). Al fin prevaleció el
nombre de Coletanos. Despreciados por los conventuales y asediados por los
observantes, fueron aprobados, sin embargo, por el general Antonio de Massa
(1424-1430).
En 1436, el general Guillermo de Casale (1430-1432) les confirmó sus
constituciones y les concedió cuatro religiosos por monasterio. Nicolás V les hizo
muchas concesiones en 1448, liberándolos de la presión de los Observantes.
También fueron aprobados por Pío II (18-10-1458) y por el general Francisco Della
Rovere, que los confirmó siendo papa, añadiéndoles nuevos privilegios. En 1490 el
general Sansón invitó al vicario observante de la provincia de Borgoña a no
molestarlos, mientras les imponía a ellos la observancia de las constituciones
sixtinas. En 1496, el vicario general ultramontano Oliver Maillard conseguía agregar
seis conventos de coletanos a la vicaría observante de Aquitania. En otras
provincias tuvieron un buen defensor en fray Bonifacio de Ceva.
Martinianos
En 1430 se publicaron en el capítulo de Asís las constituciones Martinianas,
elaboradas sobre todo por San Juan de Capistrano, en un intento de reunificar la
Orden. Era una reforma moderada, aunque severa en cuanto a pobreza y renuncia
de privilegios. Pero fueron rechazadas por los conventuales y luego olvidadas por
los observantes. Sólo estuvieron en vigor en algunas provincias centroeuropeas,
por mérito del ministro y luego general (de la obediencia de Aviñón) Martín Doering.
Pablo II les confirmó las constituciones para la provincia de Argentina (Estrasburgo)
y Sajonia. Vivían bajo el ministro, con visitador propio.
Clarenos
La "Sociedad de pobres ermitaños de Angel Clareno", grupo de Espirituales que se
separó de la Orden en tiempos de Juan XXII, sobrevivía en varias diócesis de
Umbria, Marcas y Abruzzo, en el centro de Italia. El 4 de enero de 1444 fueron
confirmados en sus prerrogativas, junto con las "hermanas de la sociedad de fray
Angel Clareno". En tiempos de Sixto IV, buena parte de ellos pidieron dejar la
"beca", para volver a la comunión con la Orden. Después de varios intentos, fray
Pedro Hispano, su representante, profesó en manos del general Francisco Sansón.
Éste se limitaba a confirmar al vicario en los capítulos generales.
Amadeitas
Es una reforma italiana, aunque el fundador fue el portugués Amadeo Mendez da
Silva, de los condes de Vila Real, hermano de Beatriz, fundadora de la Orden de las
Concepcionistas. Recibió el hábito franciscano en Asís en 1451, residió en Roma e
inició su fundación en Catelleone di Cremona en 1464. Rechazado por los frailes de
las demás familias, contó con el apoyo del ministro general Francisco della Rovere
(1464-1469), del que parece que fue su confesor. Elegido papa con el nombre de
Sixto IV, Della Rovere no dejó de favorecerlo, concediéndole la iglesia romana de
San Pedro en Montorio.
De ese modo, los amadeitas se instalaron en Milán, Lodi, Génova, Foligno, Asis, en
Italia central y septentrional y en España, pero no llegaron a tener más de treinta
casas. El beato Amadeo murió en Milán en 1482. Su congregación permaneció
siempre bajo la obediencia de los ministros generales y provinciales, hasta su
supresión en 1568.
Capreolanos
Esta reforma la fundó Pedro de Capriolo para observantes que se pasaban a los
conventuales y para otros franciscanos que se declaraban neutrales. Pablo II les
retiró todas sus facultades en 1467, obligándolos a elegir entre conventuales u
observantes. Con Sixto IV obtuvieron una vicaría general, pero todo terminó con la
muerte de Capriolo en 1480.
Franciscanos en Cuba
La desamortización y exclaustración acabó con la presencia de la mayoría de las
ordenes religiosas en Cuba a mediados del siglo XIX, e inició un proceso creciente
de secularización en la sociedad cubana, en cuyas clases media y alta era ya visible
un claro indiferentismo religioso. Aunque tras la firma del concordato entre España
y la Santa Sede en 1851, las órdenes religiosas fueron autorizadas a regresar a la
isla, los franciscanos no lo hicieron hasta 1887, experimentando un crecimiento
constante de su presencia y actividad pastoral desde la independencia de la isla.
La Iglesia sufrió también aquí los embates del liberalismo anticlerical, en este caso
español, mediante la aplicación de las leyes desamortizadoras y de exclaustración,
primero con el gobierno liberal en 1820-22 y luego, de forma más incisiva, en el
bienio 1839-41. La desamortización y exclaustración acabó con la presencia de la
mayoría de las ordenes religiosas en la isla e inició un proceso creciente de
secularización en la sociedad cubana, al producirse una seria disminución del clero
e incrementarse la desatención pastoral que ya venía sufriendo la población,
especialmente la campesina (incluida, por supuesto, la esclava).
La desamortización también afectó el lazo que existía entre la burguesía criolla
tradicional y la iglesia, tanto por la presencia de miembros de esa burguesía en las
ordenes religiosas, en especial franciscanos.
En 1887 el Padre Elías Amézarri, en calidad de capellán, solicitó al gobierno, con el
acuerdo del comisario general de la orden en España, la autorización para fundar
un convento franciscano en Cuba. El ministerio conservador de Cánovas accedió
inmediatamente y con fecha 10 de octubre de 1887 se dictaba una real orden al
gobernador de la isla para que facilitara un lugar adecuado a los frailes que habrían
de llegar. Sólo diez días más tarde salía de Santander la primera expedición de
frailes para su nuevo destino antillano.
Estos primeros seis franciscanos llegaron a La Habana en el mes de noviembre de
ese mismo año, casi al mismo tiempo que el nuevo obispo Santander y Frutos y el
gobierno insular les asignó inmediatamente la iglesia de Santo Domingo en
Guanabacoa, una población aledaña de la capital, precisamente el último lugar
donde había quedado un resquicio franciscano tras la desamortización.
Poco a poco se reconstruyó el convento, que estaba listo en 1892. Desde aquí se
va a expandir la orden de nuevo por toda la isla.
Órdenes jesuitas
Antecedentes históricos
La Compañía de Jesús es una Orden Religiosa de la Iglesia Católica fundada por
San Ignacio de Loyola en 1540 (aprobada por el Papa Paulo III). San Ignacio fundó
este instituto en París, junto con otros compañeros, y legó a la Iglesia una
herramienta fundamental: los Ejercicios Espirituales. En 1922, el Papa Pío XI
nombró a San Ignacio de Loyola patrono oficial de los Ejercicios Espirituales.
A lo largo de su vida, la Compañía de Jesús ha sufrido muchos avatares, entre otros,
fue suprimida por el Papa Clemente XIV en 1773 y más tarde restituida por el Papa
Pío VII en 1814. En el año 2006 celebraron el Jubileo de la Compañía de Jesús, en
donde se aunaron tres conmemoraciones: los 500 años del nacimiento de San
Francisco Javier y del Beato Pedro Fabro; y los 450 años de la muerte de San
Ignacio de Loyola, los primeros tres fundadores la Compañía.
La formación en la Compañía de Jesús es una etapa muy larga (de 10 ó 12 años)
que empieza con el noviciado (dos años) y continúa con un proceso de formación
intelectual sólida en todos los casos e incluye los estudios filosóficos y teológicos
necesarios para la ordenación en el caso de los
jesuitas sacerdotes. Muchos jesuitas aparte de
licenciados en Teología, han cursado otra
Licenciatura (en los más diversos campos de estudio).
Sello de la Orden Religiosa
Sello de la Compañia de Jesús.
Una de las primeras versiones del sello de la
Compañía de Jesús (Iglesia del Gesù, Roma). El
trigrama "IHS", comprendido por las tres primeras
letras griegas de "IHSOYS" (Jesús), posteriormente
interpretado como "Iesus Hominum Salvator", Jesús,
Salvador de la Humanidad, "Habemus Iesum Socium", Tenemos a Jesús como
compañero o como "Societas Iesu humilis", Compañía del humilde Jesús.
Distribución
Los jesuitas se extienden hoy por 127 países de los cinco continentes. Se dividen
territorialmente en provincias (91) que se agrupan a su vez por Asistencias o
unidades territoriales (10).
La Asistencia más numerosa es la de Asia Meridional con 4.018 jesuitas que
representan el 20,9% del total.
Estados Unidos de América (2.952 jesuitas ó 15,4%).
Europa Meridional (Donde se ubica España) (2.448 ó 12,7%).
Europa Occidental (1.958 ó 10,2%).
Asia Oriental-Oceanía (1.672 ó 8,7%).
América Latina Meridional (1.513 ó 7,9%).
África (1.430 ó 7,4%).
América Latina Septentrional (1.374 ó 7,2%).
Europa Oriental (1.119 ó 5,8%).
Europa Central (732 ó 3,8%).
De las 91 provincias de la Compañía, las más numerosas son las de Italia (667
jesuitas) y la de Castilla (España, con 638). Por países, son Estados Unidos y la
India los que cuentan con mayor número de jesuitas.
Aunque la Compañía entera está empeñada en las misiones que le confía el Papa,
algunos jesuitas son llamados a un servicio más directo de la Santa Sede. Por
ejemplo, en la Radio Vaticana o en el Observatorio Astrónomico Vaticano, dos
instituciones que desde sus comienzos han sido encomendadas por el papado a la
Compañía de Jesús. Además, existen jesuitas obispos, cardenales.
Expulsión
Los gobiernos ilustrados de la Europa del siglo XVIII se propusieron acabar con la
Compañía de Jesús por su defensa incondicional del Papado, su actividad
intelectual, su poder financiero y su influjo político. Ciertamente se habían ganado
poderosos enemigos: los partidarios del absolutismo, los jansenistas y los filósofos
franceses (Voltaire, Montesquieu, Diderot). No faltaron tampoco las intrigas de
ciertos grupos en la misma Roma. El contexto político europeo se caracterizó en
estos años por el advenimiento del llamado Despotismo Ilustrado y por un declive
notorio del prestigio político del Papado y la voluntad política de los Borbones y de
la Corona Portuguesa de robustecerse en detrimento de la Iglesia.
El Padre General desde 1758 era el florentino Lorenzo Ricci. El primer país en
expulsar a la Compañía de Jesús fue Portugal. El ministro Carvalho, marqués de
Pombal, fue su principal adversario; encerró en el calabozo a 180 jesuitas en Lisboa
y expulsó al resto en 1759. Con esta dura medida pretendía robustecer la autoridad
real y dar una clara señal al Papa de que no toleraría intromisiones pontificias en
los asuntos del Estado. Más de mil jesuitas de Portugal y sus colonias fueron
deportados con destino a los Estados Pontificios. Clemente XIII protestó por la
medida.
En 1763, Luis XV de Francia los acusó de malversación de fondos debido a la
quiebra del P. Antoine Lavalette en Martinica. El Parlamento de París, que ya desde
la fundación de la Orden había impugnado la presencia legal de la Orden en Francia,
condenó las Constituciones y el Rey decretó la disolución de la orden en sus
dominios, y el embargo de sus bienes.
Más tarde, los jesuitas fueron expulsados de los territorios de la Corona española a
través de la Pragmática Sanción de 1767 dictada por Carlos III el 2 de abril de 1767
y cuyo dictamen fue obra de Pedro Rodríguez de Campomanes (futuro conde de
Campomanes), regalista y por entonces Fiscal del Consejo de Castilla.2 Al mismo
tiempo, se decretaba la incautación del patrimonio que la Compañía tenía en estos
reinos (haciendas, edificios, bibliotecas), aunque no se encontró el supuesto
«tesoro» en efectivo que se esperaba. Los hijos de San Ignacio tuvieron que dejar
el trabajo que realizaban en sus obras educativas (lo que supuso un duro golpe para
la formación de la juventud en la América Hispana) y sus misiones entre indígenas,
como las famosas Reducciones guaraníes y las menos célebres, pero no menos
esforzadas misiones en el noroeste de México (Baja California y Sierra Tarahumara)
y a lo largo del Amazonas (Misiones del Marañón).
La supresión de los jesuitas fue llevada a cabo en 1773, cuando el nuevo Papa
Clemente XIV enfrentó fuertes presiones de los reyes de Francia, España, Portugal
y de las Dos Sicilias quienes, por razones políticas, le exigían la desaparición de la
Compañía. El Papa cedió y mediante el breve Dominus ac Redemptor suprimió la
Compañía de Jesús. Los sacerdotes jesuitas podían convertirse al clero secular; los
escolares y hermanos coadjutores quedaron libres de sus votos. El P. General,
Lorenzo Ricci, y su Consejo de Asistentes fueron apresados y encerrados en el
Castillo Sant'Angelo (Roma) sin juicio alguno. Sin embargo, en Rusia -
concretamente en Bielorrusia- y Prusia el edicto de supresión no fue promulgado
por los monarcas. Jesuitas de toda Europa aceptaron la oferta de refugio hecha por
la zarinaCatalina la Grande, quien esperaba continuar así, con el apoyo intelectual
de la Compañía, la obra de modernización iniciada por Pedro el Grande.
En 1789 —el mismo año en que la Constitución de Estados Unidos entró en vigor y
en el que se inició la Revolución francesa— fue fundada por el Obispo John Carroll
-ex jesuita- la universidad católica más antigua de Estados Unidos, la Universidad
de Georgetown, en Washington D.C.; en el siglo XIX, esta universidad sería
integrada a la Compañía restaurada.
Restauración
Cuarenta años después, en medio de los efectos causados por la Revolución
francesa, las guerras napoleónicas y las guerras de independencia en la América
Hispánica, Pío VII decidió restaurar a la Compañía. De hecho, los jesuitas habían
sobrevivido en Rusia —unos cuantos centenares— protegidos por Catalina II. La
restauración universal era vista como una respuesta al desafío que representaban
quienes eran vistos en ese entonces como los enemigos de la Iglesia: la masonería
y los liberales, principalmente.
De 1814 hasta el Concilio Vaticano II3 de 1960, la Compañía es asociada con
corrientes conservadoras y elitistas. La Orden es identificada con un incondicional
apoyo hacia la autoridad del Papa. Poco tiempo después de la restauración, el Zar
expulsa a los jesuitas de Rusia. Los Generales (Fortis, Roothaan y Beckx) vuelven
a instalarse en Roma después de un paréntesis de 40 años. Durante el siglo XIX la
SJ sufre las consecuencias de las revoluciones políticas de corte liberal y tiene que
afrontar numerosos ataques. Acaba siendo nuevamente expulsada de Portugal,
Italia, Francia, España, Nicaragua, Colombia, Ecuador, Alemania, etc.
Jesuitas en Cuba
La llegada de los jesuitas a La Habana fue en el siglo XVI, hacía 26 años que el
papa Paulo III había confirmado la orden, y 10 que había muerto su fundador,
cuando desembarcaron en La Habana, los tres jesuitas, eran los primeros que
pisaban suelo americano.
La Habana contaba entonces con unos 300 habitantes, las dos terceras partes
indios y negros esclavos, y no era mucho más que un caserío, casi todo de tabla y
guano, alrededor de la Plaza de Armas.
En Madrid el rey le había pedido al general de la Compañía, Francisco de Borja, el
futuro Santo, misioneros para catequizar a los indios de la Florida, eran los tres que
llegaron a La Habana a mediados de agosto de 1566. Iba de superior el padre Pedro
Martínez, de Valencia, y lo acompañaban otro padre y un hermano que habían
llevado “vida disipada y rota” antes de su ordenación.
El capitán del barco belga en que viajaban no supo llegar a San Agustín de la
Florida, y por eso se dirigió a La Habana, para que le indicaran el rumbo.
El tiempo que allí pasaron les sirvió a los jesuitas para instruir en doctrina cristiana
a los habaneros, al tiempo que disfrutaban de la “continua asistencia y cuidado de
lo más florido de la ciudad”.
En diciembre emprendieron viaje hacia su original destino, y el padre Martínez
desembarcó con un grupo de marineros en cuanto avistaron las costas de la Florida
y apresado por los indígenas, fue muerto en una playa convirtiéndose así en el
primer mártir de la orden en este continente. Por este problema y forzada por un
temporal, la nave en que quedaron sus compañeros volvió a La Habana y, con otros
padres que llegaron de España, empezaron a enseñar en una iglesia de madera,
donde luego estuvo el hospital de San Juan de Dios.
Actualidad
Entre 1965 y 2008 sus Superiores Generales fueron Pedro Arrupe (español, 1965-
1983) y Peter Hans Kolvenbach (holandés, 1983-2008, año en que presentó su
renuncia por motivos de edad). El 7 de enero de 2008 comenzó su Congregación
General 35, para elegir nuevo Prepósito (superior mundial) y legislar sobre aspectos
de la misión y carisma de la Orden. El 19 de enero fue electo (en el segundo
escrutinio) como trigésimo General el Padre Adolfo Nicolás, español, perteneciente
a la Asistencia de Asia Oriental y Oceanía que, como Arrupe, había sido Provincial
de Japón.
Agustinos
El origen de esta orden hay que buscarlo en el año 388 cuando su creador, San
Agustín, funda su primer monasterio. Los monasterios agustinianos se
establecieron por el norte africano hasta la invasión de los vándalos en que hubieron
de dispersarse. Esta dispersión dio origen a nuevas modalidades dentro de la
observancia de la Regla. En el siglo XIII se hizo la Gran Unión de los ermitaños de
San Agustín (año 1256). Su máximo apogeo es en el s. XV y principios del XVII.
Se han distinguido los agustinos Diego de Zúñiga, filósofo; beato Orozco, orador
sagrado; Malón de Chaide y Bernardo de Zárate, literatos; García Lugui, escritor de
antes del Renacimiento y Fr. Martín de Coscojales, historiador.
Hay dos casas de agustinos en Pamplona, una con 84 religiosos, de los cuales ocho
son sacerdotes con un Noviciado y otra con tres religiosos, dos de ellos sacerdotes
con Residencia. Hay otro convento en Artieda (Navarra). Los Agustinos
Asuncionistas tienen casa de estudios en Elorrio; los ermitaños, una en Bilbao, con
Colegio dedicado a la enseñanza; en Gernika, una Residencia con actividades
misioneras; en Las Arenas, otra con la misma finalidad; y en Portugalete, otra con
Colegio dedicado a la enseñanza. Los Recoletos tienen conventos en Artieda, 14
religiosos y Colegio Apostólico; en Buñuel, con dos religiosos y finca agrícola; en
Lodosa, 13 y estudios de Teologado; en Marcilla, con 104 y estudios de Teologado
y en Monteagudo, con 16 y Noviciado. Todos ellos en Navarra. En Gipuzkoa está el
Colegio Misional de San Sebastián y el de Martutene, con Aspirantado y Estudios.
Las monjas Agustinas tienen en Navarra dos casas, una en Alcaz con 24 religiosas
y otra en Lodosa, con tres; las Ermitañas, tres conventos en Bilbao, Begoña y
Durango y un Colegio en Aretxabaleta (Gipuzkoa), otro en Mendaro (Gipuzkoa) y
dos conventos de vida contemplativa en Mutriku y Errenteria, ambos guipuzcoanos;
las Ermitañas de S. P se hallan establecidas en Pamplona con una casa que alberga
a 25 religiosas de vida contemplativa; las Misioneras de María tienen una Clínica en
Tolosa (Gipuzkoa); las Misioneras de Ultramar, un Colegio en Astigarraga
(Gipuzkoa); las Recoletas un convento en Artziniega (Álava), con 20 religiosas de
vida contemplativa; otro en Pamplona y otro en Lekeitio (Bizkaia); y, finalmente, las
Recoletas Misioneras un convento en Monteagudo con Noviciado.
Phrasal Verbs, verbos frasales separables e inseparables
Phrasal verbs separable and inseparable list
Lista de verbos frasales separables e inseparables
Los phrasal verbs o verbos de dos palabras, Son aquellas palabras que están
compuestas de "un verbo + una preposición o adverbio" teniendo un significado
diferente al de cada palabra por separado, y pueden tener uno o más significados.
1) Separable Phrasal Verbs (los separables). Son aquellos phrasal verbs en los
cuales se puede poner una persona del predicado, en medio de la acción y la
preposición.
Ex:
-take back (regresar, devolver)
Max took the defective radio back to the store where he bought it.
Max devolvió la radio defectuosa a la tienda donde lo compro
-Call up = telefonear.
Call them up = telefonéales.
Ex:
-come along = progresar
Things are coming along well.
Las cosas están progresando bien.
Por lo general los polímeros están formados por hidrocarburos asociados con
diferentes elementos, es decir, por lo general son moléculas en las que la estructura
básica está formada por cadenas de átomos de carbono a los que se unen otros
elementos.
Macromolécula
Por una parte, están las proteínas, que son cadenas lineales de aminoácidos.
También existen los ácidos nucleicos (ADN y ARN formados por bases nucleótidos).
Los denominados carbohidratos, están formados por subunidades de azúcares y
están presentes en algunos alimentos como la leche y sus derivados, así como en
las verduras y en las frutas. Los lípidos están formados por ácidos grasos y son
esenciales para algunas funciones energéticas del cuerpo humano (los triglicéridos
son un ejemplo de lípidos).
Por otra parte, se encuentran los monosacáridos, que son moléculas simples
constituidas por átomos de carbono, hidrógeno y oxígeno, los cuales se caracterizan
por ser incoloros y disolverse en el agua (entre los monosacáridos más relevantes
están la glucosa, la fructosa y la galactosa y su principal función es la de
proporcionar nutrientes a las células humanas). Con respecto a la glucosa, se
encuentra en alimentos como la miel, las frutas o el azúcar.
Los disacáridos son moléculas que se forman por la unión de dos monosacáridos.
Los más destacados son la sacarosa, la lactosa y la maltosa.
Los polisacáridos son moléculas formadas por tres o más monosacáridos y los tres
más conocidos son el almidón, el glucógeno (que sería un combustible fundamental
del cuerpo humano y que se en el hígado y en los músculos) y la celulosa (que se
puede encontrar en el algodón o en la madera).
Monómero
Un monómero es una molécula que forma la unidad básica para los polímeros.
Pueden ser considerados los bloques de construcción de los cuales se hacen las
proteínas. Los monómeros pueden unirse a otros monómeros para formar una
molécula de cadena repetitiva a través de un proceso denominado polimerización.
Los monómeros pueden ser de origen natural o sintético.
Monómero
Ejemplos de monómero
POLINUCLEÓTIDOS
Los polinucleótidos son cadenas lineales de nucleótidos en
los que los grupos fosfato están esterificados a los hidroxilos
5' y 3' de dos nucleótidos consecutivos (Figura de la derecha).
Como consecuencia, cada polinucleótido contiene
únicamente un OH libre en el grupo fosfato en posición 5'
(extremo 5' fosfato) y un OH libre en posición 3' (extremo 3').
Por convención, la secuencia de los polinucleótidos se
representa en el sentido 5' ® 3'. Los dos polinucleótidos
presentes en los seres vivos son el ácido ribonucleico (RNA)
y el ácido desoxirribonucleico (DNA).
En la síntesis de DNA o RNA, el nucleótido
que se va a añadir a la cadena de
polinucleótido (siempre en forma trifosfato)
se une por su OH en posición 5' al grupo
OH en posición 3' del último nucleótido de
la cadena de polinucleótido mediante un
enlace fosfodiéster, liberando un grupo
pirofosfato (Figura de la izquierda).
Nucleótido
Un nucleótido es un compuesto orgánico que está formado por una base
nitrogenada, un azúcar y ácido fosfórico. Es posible dividir los nucleótidos en
ribonucleótidos (cuando el azúcar es la ribosa) y desoxirribonucleótidos (si el
azúcar es la desoxirribosa).
Los nucleótidos pueden actuar como monómeros en los ácidos nucleicos (el ADN
o el ARN), formando cadenas lineales, o actuar como moléculas libres (como es
el caso del ATP).
La base nitrogenada del nucleótido puede ser purínica (adenina o guanina),
pirimidínica (timina, citosina o uracilo) o isoaloxacínica (flavina). El ADN se forma
con la adenina, la guanina, la timina y la citosina, mientras en el ARN intervienen la
adenina, la guanina, la citosina y el uracilo.
Los nucleótidos de base purínica o púrica se denominan adenosin (para la base
adenina) o guanosin (base guanina). En cambio, los nucleótidos de base
pirimidínica se conocen como timidin (base timina), citidin (base citosina) o uridin
(base uracilo).
Ácido fosfórico (H3PO4). También conocido como Acido ortofosfórico, es un ácido
anorgánico, relativamente débil que se emplea en la industria de la alimentación
como conservante, emulgente, acidulante (en bebidas de cola) o como corrector de
acidez. Se obtiene mediante la acción del ácido sulfúrico sobre el fosfato de tricálcio.
Características
A temperatura ambiente, el ácido fosfórico es una sustancia cristalina con una
densidad relativa de 1,83. Tiene un punto de fusión de 42,35 °C. Además de formar
parte de numerosos compuestos orgánicos (ácidos nucleicos, fosfolípidos,
azúcares, etc.) también se encuentra en forma libre, aunque en pequeña proporción.
La concentración de iones fosfato en el plasma sanguíneo es de unos 2 mEq/litro.
Su sistema internacional de numeración es E-338.
Daños
En altas concentraciones éste ácido irrita la piel y las membranas mucosas. El ácido
fosfórico es dañino también para el calcio de los huesos, porque no permite la
adecuada absorción en el organismo, provocando su debilitamiento y por tanto
incrementándose la posibilidad de tener fracturas, se dice también que el ácido
fosfórico es uno de los mayores contribuyentes al aumento de la osteoporosis.
Además, la combinación de este ácido con azúcar refinada y fructuosa dificulta la
absorción de hierro, lo que puede generar anemia y mayor facilidad para contraer
infecciones, principalmente en niños, ancianos y mujeres embarazadas.
Aplicaciones
Grado técnico
Este ácido fosfórico tiene un aspecto líquido transparente y se provee
comercialmente en concentraciones del 75%, 80% y 85%. Sus principales
aplicaciones son:
Tratamiento de metales: Fosfatado de metales y abrillantado de aluminio.
Detergencia: Limpiadores de tipo ácido.
Tratamiento de aguas: Aporte de fósforo en aguas residuales industriales
(plantas biológicas).
Química: Obtención de fosfatos metálicos.
Purificado
El ácido fosfórico purificado tiene un aspecto líquido transparente, ligeramente
amarillento y se maneja comúnmente en concentraciones de 54% P 2O5 (75%
H3PO4). Sus principales aplicaciones son:
Abonos: Complejos líquidos y en suspensión. Fertirrigación y abonos
foliares.
Química: Regulador del pH. Fabricación de fosfatos.
Bases nitrogenadas
Las bases nitrogenadas son compuestos orgánicos cíclicos, con dos o más átomos
de nitrógeno, que constituyen una parte fundamental de los nucleótidos, nucleósidos
y ácidos nucleicos. Desde el punto de vista de la Biología existen cinco bases
nitrogenadas principales, que se clasifican en dos grupos, bases púricas (derivadas
de la estructura de la purina) y bases pirimidínicas (derivadas de la estructura de la
pirimidina).
La adenina (A) y la guanina (G) son púricas, mientras que la timina (T), la citosina
(C) y el uracilo (U) son pirimidínicas. Las cuatro primeras bases se encuentran en
el ADN, mientras que en el ARN en lugar de timina existe el uracilo.
Para mayor comodidad, cada base se representa con la letra indicada. Las bases
nitrogenadas son complementarias entre sí, es decir, forman parejas de igual
manera que lo harían una llave y su cerradura. La adenina y la timina son
complementarias (A-T), al igual que la guanina y la citosina (G-C). Como en el ARN
no existe timina, la complementariedad se establece entre adenina y uracilo (A-U).
La complementariedad de las bases es la clave de la estructura del ADN y tiene
importantes implicaciones, ya que permite procesos como la replicación del ADN y
la traducción del ARN en proteínas.
Los nucleótidos
Los nucleótidos son un tipo de biomoléculas formadas por la unión de una base
nitrogenada, una pentosa y una molécula de ácido fosfórico.