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CAPITULO VI
INTERVENCION DE TERCEROS, EXTROMISION Y SUCESION
PROCESAL
1. CONCEPTO DE INTERVENCION DE TERCEROS
A juicio de Eduardo Vallejo, “la intervención de terceros tiene lugar cuando se incorporan
al proceso personas distintas de los litigantes originarios” (VALLEJO, 1970: 44).
Lorca Navarrete considera que la intervención de terceros “… tiene lugar cuando a las
partes originarias se unen otras hallándose en trámite la instancia procesal” (LORCA
NAVARRETE, 2000: 150).
Lino Palacio asevera que “... la intervención de terceros tiene lugar cuando, durante el
desarrollo del proceso, y sea en forma espontánea o provocada, se incorporan a él personas
distintas a las partes originarias con el objeto de hacer valer derechos o intereses propios,
aunque vinculados a la causa o al objeto de la pretensión” (PALACIO, 1983, Tomo III: 225-226).
- “... Todo lo actuado con intervención de una persona jurídica ajena al proceso, como lo es
el Banco [...], se encuentra viciado de nulidad; en consecuencia, resultan insubsistentes los
actos procesales desarrollados en tales condiciones, pues no cumplen con la finalidad para
el cual estaban destinados, estando al principio de finalidad incumplida previsto en la
segunda parte del primer párrafo del artículo ciento setentiuno del Código Procesal Civil;
[...] la infracción procesal se verifica en esta causa cuando el A quo autoriza la intervención
de un tercero ajeno al proceso, a quien no le asiste el derecho a la tutela jurisdiccional
efectiva, por no haber intervenido en la relación jurídica sustantiva ni haber sido
incorporado debidamente en autos, por lo que carecen de eficacia y validez los actos
procesales que otorgan inmotivadamente legitimidad activa al Banco...” (Casación Nro.
2096-03 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-09-2004, págs. 12725-12726).
(…)
Pero el tercero (…) ha de gozar de (…) interés jurídico. No ostenta, por tanto, dicho
interés quien nada tiene que ver con la relación jurídica material debatida.
(…)
El artículo 101 del Código Procesal Civil, en su primer párrafo, hace referencia a los
requisitos exigidos para las intervenciones (coadyuvante, litisconsorcial y excluyente o
principal) de los terceros en el proceso, desprendiéndose de dicho precepto legal lo siguiente:
A) Los terceros para intervenir en el proceso deben contar con interés para obrar.
Al respecto, el artículo VI del Título Preliminar del Código Civil preceptúa que para
ejercitar o contestar una acción es necesario tener legítimo interés económico o
moral y que el interés moral autoriza la acción sólo cuando se refiere directamente al
agente o a su familia, salvo disposición expresa de la ley. El interés para obrar supone,
pues, la alegación de la existencia de interés económico o moral en el sujeto procesal.
El interés económico, dicho sea de paso, es el que se relaciona con el aumento o
disminución del patrimonio de un sujeto; el interés moral es uno de naturaleza
extrapatrimonial, ligado más bien a los valores subjetivos de la persona.
Se deberá acompañar u ofrecer en la solicitud, sobre todo, los medios de prueba que
acrediten el interés del tercero para intervenir en la litis y el derecho que esgrime
para hacerlo.
3. TRAMITE COMUN DE LAS INTERVENCIONES DE TERCEROS
El artículo 101 del Código Procesal Civil, en su último párrafo, norma lo relativo al trámite
que siguen las intervenciones (coadyuvante, litisconsorcial y excluyente o principal) de los
terceros en el proceso, infiriéndose del citado numeral lo siguiente:
- El órgano jurisdiccional se encuentra autorizado para denegar de plano (esto es, sin
mayor trámite) la solicitud de intervención del tercero en el proceso, pudiendo ser
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impugnada la resolución judicial que resuelva en ese sentido (no ocurriendo lo propio
tratándose de la resolución que admite el pedido de intervención del tercero, la misma
que es irrecurrible).
(...)
La intervención voluntaria es aquella que permite a un tercero concurrir cuando lo
estime conveniente a un pleito, iniciado por otras personas, en el que tiene un
derecho comprometido.
“De acuerdo (a) que la intervención responda a la libre y espontánea determinación del
tercero, o a una citación judicial dispuesta de oficio o a petición de una de las partes
originarias, se la denomina, respectivamente, voluntaria u obligada. A su vez, la primera
admite diversas modalidades:
- principal o excluyente;
- sustituyente.
- la citación de evicción;
- la citación en garantía;
5.1 Definición
Beatriz Quintero y Eugenio Prieto dicen de la intervención de terceros voluntaria que “en
este género de intervención queda a voluntad del tercero intervenir o no y para hacerlo no
tiene que esperar llamado alguno de parte o del juez. El elemento específico que lo distingue
no reposa en el deseo de intervenir, con citación o sin ella, sino en el grado de afectación que
el proceso que discurre le depare en su esfera jurídica, bien porque ostente titularidad del
litigio que se debate en el proceso, excluyente o coincidente, total o parcial, bien porque otra
relación sustancial no debatida y de la cual es titular se vea afectada jurídicamente con el
resultado del proceso” (QUINTERO; y PRIETO, 1995, Tomo II: 116).
“… Tiene lugar a través de una decisión voluntaria del tercero de unirse a la instancia procesal
ya promovida y de la que, hasta ese momento, era un tercero ‘extraño’.
Lorca Navarrete destaca que las características de la intervención voluntaria son las que
describe a continuación:
Lino Palacio nos informa que “las leyes que reglamentan esta institución, como así
también la doctrina que la explica, distinguen entre dos tipos básicos de intervención
voluntaria: la principal, o excluyente, y la adhesiva. Esta última, a su vez, suele subclasificarse
en intervención adhesiva simple o dependiente e intervención adhesiva litisconsorcial o
autónoma” (PALACIO, 1983, Tomo III: 231).
Gimeno Sendra refiere que “en la intervención voluntaria, (…) el tercero decide
voluntariamente intervenir en un proceso ya iniciado. Dicha intervención (…) puede ser
‘litisconsorcial’, si el tercero es titular del derecho o interés que en él se discute o ‘adhesiva’,
cuando su derecho depende del bien o derecho litigioso del que es titular la parte principal”
(GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 166).
Lino Palacio asevera que la intervención adhesiva simple o coadyuvante “... se verifica
cuando un tercero, en razón de tener un interés jurídico coincidente con el derecho alegado
por cualquiera de las partes originarias, participa en el proceso con el objeto de coadyuvar al
éxito de la pretensión o de la oposición” (PALACIO, 1983, Tomo III: 237).
Andrés de la Oliva y Miguel Ángel Fernández anotan que “... se habla de intervención
adhesiva cuando un tercero, hasta entonces ajeno al litigio, solicita y obtiene del Juez la
entrada en un proceso pendiente entre otras personas. La intervención adhesiva supone, por
definición, que el tercero interviniente apoya la posición jurídica de una de las partes (sea del
actor o la del demandado)” (DE LA OLIVA; y FERNANDEZ, 1990, Volumen I: 478).
Gimeno Sendra destaca que “en la intervención adhesiva (o coadyuvante) no existe (…)
cotitularidad, sino una relación jurídica subordinada a la relación jurídico material debatida en
el proceso y de la que es titular el tercero, quien está interesado en al (sic -léase en la-)
defensa de aquélla, pues de su reconocimiento depende su relación subordinada. Los efectos
de la sentencia no se extenderán, pues, directamente sobre el tercero, sino de forma refleja…”
(GIMENO SENDRA, 2007, Tomo I: 168).
contraparte debe aceptar como contradictor agregado...” (CALAMANDREI, 1962, Volumen II:
320-321).
(...)
Stiglitz estima como efectos procesales de la intervención adhesiva (coadyuvante) los que
se indican a continuación:
g) No pudiendo ser vencido en un proceso que no le afecta no puede ser cargado con las
costas generales del proceso, sino únicamente con las que se haya causado a su
instancia” (STIGLITZ, 1970: 157).
Devis Echandía sostiene que son efectos procesales de la intervención coadyuvante los
que se señalan seguidamente:
1°) El interviniente ingresa al proceso una vez que su solicitud es aceptada por el juez, y
conserva esa calidad mientras no le sea revocada en virtud del recurso (...).
4°) No puede modificar ni ampliar la litis contestatio o el objeto del litigio, ya que no introduce
una pretensión propia para que sobre ella exista una decisión.
6°) No puede interponer recursos que el coadyuvado no desee o en disconformidad con éste,
porque entonces haya una actuación procesal contraria a la de la parte principal.
7°) Puede ejecutar todos los actos procesales propios de las partes, con las limitaciones
señaladas en los dos puntos anteriores (...), siempre que en esas actividades no incurra en
contradicción con la actitud asumida por la parte coadyuvada; pero puede suplir el silencio o el
abandono de ésta.
8°) Sus actos se estiman en favor de la parte coadyuvada, aun cuando los ejecute en su propio
nombre y sin tener el carácter de representante de ésta (...).
9°) No puede ser testigo ni perito, como resultado de su condición de parte accesoria.
10°) Puede desistir libremente de su intervención y debe ser condenado en costas, si lo hace,
ya que su participación en el proceso es puramente voluntaria.
11°) La sentencia lo vincula, en el sentido de que no pueda discutir en un nuevo proceso sus
conclusiones, ni siquiera cuando con base en ella la parte coadyuvada le instaura
posteriormente un proceso.
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
12°) Goza de autonomía en cuanto a capacidad o representación, y debe reunir los requisitos
generales para que ambas aparezcan en debida forma.
13°) Debe sufrir la condena en costas y soportar las expensas, cuando haya recurrido o
solicitado diligencias, copias, etc. En el caso de que el recurso haya sido conjunto con el
coadyuvado, deben dividirse las costas por iguales partes...” (DEVIS ECHANDIA, 1985, Tomo II:
405-408).
- “... El artículo 97 del Código Procesal Civil regula [...] la intervención coadyuvante que
debe ser solicitada oportunamente por la persona interesada, cuya actuación está
limitada a la defensa de la parte que coadyuva...” (Casación Nro. 943-2007 / La Libertad,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-07-2007, págs. 19951-19952).
- “... El recurrente fundamenta la [...] afectación al debido proceso en el sentido que las
instancias de mérito no han cumplido con integrar al proceso [sobre ineficacia de acto
jurídico de anticipo de herencia respecto a un inmueble] al tercero, en este caso, su hija
[...], quien tenía capacidad procesal para haber sido válidamente emplazada desde el
admisorio de la demanda, pues a la fecha en que se admite la presente acción su citada
hija ya había cumplido los dieciocho años de edad. [...] Que, el artículo noventisiete del
Código Procesal Civil regula la intervención coadyuvante estableciendo que quien tenga
con una de las partes una relación jurídica sustancial, a la que no deban extenderse los
efectos de la sentencia que resuelva las pretensiones controvertidas en el proceso,
pero que pueda ser afectada desfavorablemente si dicha parte es vencida, puede
intervenir en el proceso como coadyuvante de ella; esta intervención puede admitirse
incluso durante el trámite en segunda instancia. [...] Que, de las copias del testimonio
de anticipo de herencia [...], aparece inserta la partida de nacimiento de la hija de los
demandados, [...] a la fecha de expedición del auto admisorio [...] ya contaba con la
mayoría de edad, razón por la cual debió ser emplazada con la demanda, ya sea a
petición de parte o de oficio, de conformidad con lo establecido en el precitado artículo
noventisiete del Código Adjetivo [C.P.C.]. [...] Que, al no haber procedido así las
instancias de mérito, se ha incurrido en causal de nulidad que vicia el proceso,
configurándose la [...] contravención al debido proceso...” (Casación Nro. 853-2000 /
Callao, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-01-2001, pág. 6841).
- “... El segundo párrafo del artículo 11 del Texto Unico Ordenado de la Ley Orgánica del
Poder Judicial dispone que la interposición de un medio de impugnación constituye un
acto voluntario del justiciable, de lo que se desprende que para que el tercero
coadyuvante pueda impugnar válidamente una resolución, que a su criterio le causa
agravio, ésta previamente debe ser recurrida por la parte a quien coadyuva y, no
habiéndose verificado dicha condición, la recurrente no se encuentra legitimada para
recurrir vía casación de la sentencia de vista...” (Casación Nro. 1729- 2003 / Arequipa,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 30-06-2004, pág. 12259).
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
(...) La característica esencial de este tipo de intervención (...), está dada por la
circunstancia de que el tercero habría gozado de legitimación procesal propia para
demandar o ser demandado originariamente en el proceso al cual ingresa, sea a título
individual o conjuntamente con la parte a cuya posición adhiere...” (PALACIO, 1983,
Tomo III: 243).
De ahí que la decisión judicial respecto del derecho subjetivo de las partes originarias
es, simultáneamente, resolución atinente al ‘derecho subjetivo’ del tercero
litisconsorcial, pues éste es cotitular de la misma ‘relación sustancial’ invocada por
aquellas.
Gómez de Liaño González y Pérez-Cruz Martín consideran que la intervención principal “...
es la entrada de un tercero en un proceso pendiente con una pretensión opuesta total o
parcialmente a la que ya son objeto del proceso, presentando una naturaleza peculiar próxima
a la acumulación sucesiva de acciones, porque el proceso resulta objetivamente modificado
por la nueva pretensión incompatible con las iniciales…” (GOMEZ DE LIAÑO GONZALEZ; y
PEREZ-CRUZ MARTIN, 2000, Tomo I: 304).
DOMINGUEZ, 1969: 213). Dicho autor agrega que “... mediante la intervención principal no se
modifican únicamente los sujetos del proceso, sino también y muy principalmente el propio
objeto del mismo. A la primitiva pretensión deducida entre las partes originarias se unen dos
nuevas pretensiones, en las que actúan como parte actora el interviniente y como
demandados el primitivo demandante y el primitivo demandado. Si se produce una
modificación subjetiva es simplemente por el hecho de la intervención, pero lo esencial de la
institución (...) es el planteamiento de nuevas controversias en un único proceso. Sólo así se
pueden explicar los dos fines de la institución: conseguir una economía procesal tramitando en
un solo proceso tres pretensiones distintas, y evitar las sentencias contradictorias que en otro
caso se producirían. De ahí que entre las dos concepciones sobre la naturaleza jurídica de la
institución (...): construir la intervención principal como una simple ampliación del objeto del
primer proceso o construirla como una acumulación subjetiva de pretensiones, nos inclinamos
decididamente por la primera concepción única que logra explicar satisfactoriamente todos los
matices de la intervención principal” (SERRA DOMINGUEZ, 1969: 215-216).
“El interviniente principal hace actuar una razón propia o nueva, una relación jurídica
sustancial nueva conexa por objeto o petitum con la que se discute en el proceso y de
la cual es titular. Deduce una litis propia y no disputada en el proceso. A esta
intervención se le denomina igualmente excluyente o ad excludendum. Los
intervinientes ad excludendum tienen en el proceso un interés que se opone a cada
una de las partes iniciales; desde cuando llegan al proceso se caracterizan como
partes principales sucesivas, con la totalidad de los poderes procesales y sustanciales,
atinentes a la propia relación sustancial que acumulan.
(…) Las partes iniciales frente a esta pretensión que se acumula, ocupan la posición
de demandados o resistentes y a ellas incumben, en lo que a la relación sustancial
nueva respecta, los poderes sustanciales y procesales del demandado en el proceso,
pero actúan con perfecta autonomía, como lo hacen los litisconsortes voluntarios; y la
actividad de una sola parte no perjudica a la otra ni la beneficia, porque frente a cada
una el interviniente ad excludendum defiende una postura distinta: frente al
demandante debate el derecho sustancial reclamado por éste, y frente al demandado
controvierte cualquier excepción sustancial que éste hubiere propuesto. El doble
aspecto ha hecho expresar a algunos autores que son tres las pretensiones que se
acumulan cuando quiera que se presente una intervención de este tipo: la inicial del
demandante contra el demandado, la pretensión del interviniente ad excludendum
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
“Quien pretenda, en todo o en parte, ser declarado titular del derecho discutido,
puede intervenir formulando su exigencia contra demandante y demandado.
Esta intervención sólo será admisible antes de la expedición de sentencia en primera
instancia.
El excluyente actuará como una parte más en el proceso. Si ofreciera prueba, ésta se
sujetará al trámite propio del proceso en que comparece, otorgándose similares
facultades probatorias a las partes.
Para Schönke, son efectos de la intervención principal (o excluyente) los que indica a
continuación:
3. La tramitación del proceso principal puede, a instancia de parte (...) o de oficio (...), ser
suspendida hasta la decisión firme sobre la intervención principal.
Al respecto, Atilio González afirma que “... el tercero excluyente resulta plenamente
afectado, de un modo directo, por la cosa juzgada emergente de la sentencia definitiva...”
(GONZALEZ, 1998: 394). Dicho autor agrega que:
“... La sentencia definitiva que se dicte será única y contendrá tres (3)
pronunciamientos:
Para Enrique Falcón, la tercería de dominio es aquella “... en la que el tercerista reclama la
propiedad de la cosa embargada...” (FALCON, 1978: 86).
En opinión de Alsina, “... teniendo por objeto la protección del dominio, la tercería
importa (...) el ejercicio de la acción reivindicatoria cuando en un proceso se afectan los
derechos del propietario...” (ALSINA, 1962, Tomo V: 551).
El primer párrafo del artículo 100 del Código Procesal Civil establece que puede intervenir
en un proceso quien pretende se le reconozca su derecho en oposición a los litigantes, como
consecuencia de alguna medida cautelar ejecutada sobre un bien de su propiedad o sobre el
cual tuviera un mejor derecho que el titular de la medida cautelar. Dicho numeral trata, pues,
del proceso de tercería de propiedad, según se deriva de su contenido y del trámite en vía
abreviada y como proceso de tercería que se le asigna en su último párrafo.
“... La suspensión de los trámites del proceso principal reviste el carácter de una
medida cautelar, ya que si aquéllos continuaran una vez dispuesta la venta de los
bienes embargados, carecería de toda virtualidad la sentencia que eventualmente
reconociere el derecho del tercerista. Por ello, asimismo, la suspensión debe
considerarse limitada a la subasta de los bienes que fueron objeto de la tercería, no
extendiéndose a otros que son ajenos a ésta.
(...)
“La suspensión de los procedimientos, que, con ciertos recaudos, autorizan las leyes
procesales (...), cuando se deduce una tercería de dominio en juicio ejecutivo, no es
total. En primer lugar, ella sólo puede producirse llegado el juicio ejecutivo a cierta
etapa en su sustanciación, sentencia de remate ejecutoriada (...) y cesa en sus efectos
si la tercería es rechazada.
En segundo lugar, la suspensión sólo procede respecto a los bienes que son motivo
de la tercería, ya que la suspensión, como toda medida precautoria, tiene por objeto
evitar un daño o sea en este caso, la subasta de bienes que pueden no pertenecer al
deudor (...). La prosecución del juicio ejecutivo en este supuesto, podría, a su vez
influir sobre la tercería. En efecto, si la venta de los bienes embargados, ajenos a la
tercería, diese un producido suficiente para cubrir el capital reclamado y las costas de
la ejecución, el embargo sobre los bienes que motivan la tercería no tendría ya razón
de ser y si el demandado-ejecutado se allanó a la tercería, el juez sólo debería
pronunciarse sobre dicho allanamiento y sobre las costas.
En tercer lugar ‘la deducción de cualquier tercería será bastante fundamento para
que se amplíe y mejore el embargo, si el actor lo solicitare’ (...).
El artículo 536 del Código Procesal Civil regula lo concerniente a los efectos de la tercería
de propiedad de esta manera:
El artículo 539 del Código Procesal Civil versa sobre la suspensión de la medida cautelar
sin plantear tercería, señalando que:
“El perjudicado por una medida cautelar dictada en proceso en que no es parte,
puede pedir su suspensión sin interponer tercería, anexando título de propiedad
registrado. Del pedido se corre traslado a las partes. Si se suspende la medida, la
resolución es irrecurrible. En caso contrario, el interesado puede interponer tercería,
de acuerdo al Artículo 533° [del C.P.C.]”.
Podetti afirma que la tercería de mejor derecho “se trata (...) de una tercería en interés
propio, originario, directo y excluyente...” (PODETTI, 1949: 203). Dicho tratadista argentino
añade que “la tercería de mejor derecho protege, en primer lugar, el amplio sector de los
privilegios, subsidiariamente y en casos especiales, los derechos reales de garantía y a falta de
unos y de otros, la preferencia legal del embargo” (PODETTI, 1949: 205).
El segundo párrafo del artículo 100 del Código Procesal Civil trata lo concerniente a la
intervención en un proceso de quien pretende se le reconozca derecho preferente respecto de
lo obtenido en la ejecución forzada. Su texto se refiere entonces al proceso de tercería de
derecho preferente, disponiendo precisamente dicho numeral en su último párrafo el trámite
en vía abreviada y como proceso de tercería para tal intervención. Como se aprecia, la
pretensión del tercerista preferente es autónoma en relación al proceso que la motiva, por lo
que no se ventila en trámite incidental sino en vía de acción.
A decir de Podetti:
- “El primer efecto que produce la deducción de una tercería de mejor derecho ‘prima
facie’ procedente, es la suspensión del pago en el juicio principal” (PODETTI, 1949: 231).
- “Otro efecto que produce la deducción de una tercería de mejor derecho, a la cual se
le ha dado curso, es la posibilidad, para el ejecutante, de pedir ampliación de
embargo...” (PODETTI, 1949: 235).
Lino Palacio, al estudiar los efectos de la tercería de mejor derecho (tercería de derecho
preferente), enseña lo siguiente:
“... Esta clase de tercería no obsta a la realización de la subasta judicial del bien
embargado ni a la entrega de éste al acreedor, pues en ella no se trata de obtener el
levantamiento del embargo sino de decidir la preferencia en el pago requerida por el
tercerista (...).
(...) La suspensión se opera desde que el comprador ha depositado el precio obtenido
en la subasta del bien y termina cuando se encuentra firme la sentencia dictada en la
tercería. Pero la suspensión no se verifica, y procede en consecuencia efectuar el
pago al embargante, si éste otorga la fianza (para responder a las resultas de la
tercería)...” (PALACIO, 1983, Tomo III: 318).
6.1 Concepto
Gimeno Sendra refiere que “en la intervención provocada, el tercero interviene como
consecuencia de una denuncia de la existencia del proceso efectuada por alguna de las partes.
Puede ser, pues, provocada a instancia del demandante (…) o del demandado…” (GIMENO
SENDRA, 2007, Tomo I: 166).
“... Se habla de intervención provocada cuando una persona, hasta entonces ajena al
litigio, entra a formar parte de él como consecuencia de la ‘llamada’ que le dirige
alguna de las partes procesales. La llamada al tercero (que es, en definitiva, la simple
comunicación de la existencia del proceso) se denomina litis denuntiatio.
Aldo Bacre anota sobre el tema que “el concepto de intervención obligada de terceros es
equívoco. En realidad, el tercero intervendrá en el proceso si lo desea, y su falta de respuesta a
la citación no permite declararlo rebelde, ya que ella se efectúa al solo fin de anoticiarlo de la
existencia del juicio, por los efectos que pudiera tener la sentencia en un futuro proceso
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
contra él. Se trata más bien, de una carga procesal para el citante (alguna de las partes), toda
vez que considere que con alguna persona en principio ajena al pleito existe comunidad de
controversia. (...) no existe obligación de comparecer, por lo que una más correcta expresión
sería (...) intervención coactiva” (BACRE, 1996, Tomo II: 184).
6.2 Clases
“... Corresponde diferenciar tres tipos básicos de intervención coactiva, todos los
cuales son susceptibles de ser encuadrados (...) bajo la designación genérica de
‘denuncia de la litis’ (litisdenuntiatio).
Tales tipos son: 1°) La citación del sujeto pasivo de una eventual pretensión regresiva
o del colegitimado. Dentro de la primera hipótesis cabe a su vez distinguir los casos
comunes de pretensiones regresivas, de la llamada ‘citación de evicción o
saneamiento’ (...); 2°) La citación del legitimado para intervenir (nominatio auctoris);
3°) La citación del tercero pretendiente” (PALACIO, 1983, Tomo III: 247-248).
A criterio de Rocco:
“La intervención coactiva puede ocurrir de dos modos, a saber: previa instancia o
requerimiento de una parte, dirigida al juez, con la cual llama al proceso a un sujeto
que ha permanecido extraño a la litis; o bien, por espontánea iniciativa del juez,
quien, reconociendo la causa común a otro sujeto que no está originariamente en
litis, ordena su comparecencia en juicio.
El mencionado jurista italiano precisa que son casos de intervención coactiva a instancia
de parte:
En el primer caso, el que era extraño al juicio hubiera podido o debido asumir la
posición de un litisconsorte necesario (...); en el segundo caso, el tercero extraño
hubiera podido asumir la posición de litisconsorte simple, ya que habría podido ser
actor o demandado en un juicio separado” (ROCCO, 1976, Volumen II: 132).
“... La ley ha querido dar al juez el poder de solicitar la llamada en causa del tercero
en los mismos casos en que podía ser provocada por una de las partes por su
espontánea voluntad (...). La orden de intervención es, por consiguiente, en sustancia
una invitación a las partes a llamar al tercero con la implícita advertencia de que el
juez no está dispuesto a decidir la causa mientras el tercero no haya sido llamado (...).
Las razones de oportunidad, que pueden inducir al juez a ordenar la intervención son
las acostumbradas: interés del tercero a tutelar sus razones, indirectamente
envueltas en el proceso, economía de los juicios, unidad y uniformidad de decisiones
sobre relaciones conexas. En virtud de la orden de intervención el tercero se
convierte en litisconsorte necesario.
Micheli, acerca de la intervención de terceros por orden del Juez, predica lo siguiente:
“... ‘El juez, cuando considere oportuno que el proceso se desarrolle frente a un
tercero al cual es común la causa, ordena su intervención’. Presupuesto de tal
intervención jussu judicis es siempre la comunidad de causa, entendida como
identidad de elementos objetivos, individualizantes de la acción (...), pero la misma no
crea sin embargo en el juez el deber de llamar en causa al tercero, sino el poder de
hacerlo, si lo considera oportuno. Ahora bien, aun cuando no sea fácil establecer en
abstracto las hipótesis en que tal oportunidad puede ser contemplada por el juez, es
de observar que mediante la intervención en examen, el juez crea un verdadero y
propio litisconsorcio necesario en hipótesis en las cuales el mismo no está previsto
por la ley; de ello se sigue que si ninguna de las partes provee a llamar en causa al
tercero, indicado por el juez, mediante citación, el proceso no puede proseguir y la
causa es cancelada del registro (...). Con tal llamamiento en causa jussu judicis que (...)
no puede servir para una finalidad meramente instructoria (ya que para tal finalidad
es suficiente llamar al tercero como testigo), el juez puede hacer necesaria la
participación en el proceso de sujetos que tienen una legitimación igual a la de las
partes originarias, respecto del objeto de la controversia y que las partes mismas no
han creído deber llamar en juicio; de este modo, el juez tiende a evitar un conflicto
práctico de fallos (...), ya que el tercero podría ser parte en otro juicio con una de las
partes en el proceso actual, y obtener un pronunciamiento diverso respecto del
alcanzado en este último (...).
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
También el interviniente coaccionado jussu judicis debe ser considerado como parte
en el proceso por efecto del solo llamamiento, aun cuando después las partes
originarias no formulen respecto de él ninguna instancia, ya que su posición
sustancial le hace que quede sujeto sin más a la eficacia de la cosa juzgada de la
sentencia que se emitirá en aquel proceso. Es este, pues, un caso en que un sujeto
queda envuelto (por decir así) en un proceso civil, no obstante su voluntad en sentido
contrario. Se trata, por consiguiente, de hipótesis totalmente excepcionales respecto
de los principios generales (...); excepción me parece, sólo en parte justificada por la
exigencia de evitar conflictos prácticos entre fallos y en la estrecha conexión entre el
objeto de la controversia, llevada ante el juez, y la posición jurídica del tercero
llamado en causa por orden de dicho juez” (MICHELI, 1970, Volumen I: 236-237).
6.2.3 Litisdenunciación
Para Goldschmidt, “... la litisdenunciación ‘litis denuntiatio’ es el aviso dado por una parte
a un tercero de la pendencia de un proceso, dejando al arbitrio del mismo el acudir en auxilio
del denunciante en calidad de interviniente adhesivo (...), el entrar en la causa como
interviniente principal (...), o el aceptar el proceso en calidad de demandado...”
(GOLDSCHMIDT, 1936: 450).
En opinión de Liebman, “... la llamada en causa del tercero es (...) ante todo un medio
para llevar al conocimiento del tercero la existencia del proceso (litisdenuntiatio) y permitirle
intervenir, medio que en estos casos se hace posible por la coincidencia del interés del tercero
con el interés de la parte que lo llama. Pero, naturalmente, nadie puede ser constreñido a
proponer demandas contra su voluntad. Por eso la llamada en causa, en sí y por sí, coloca al
tercero en la situación de asistir al proceso permaneciendo al margen del mismo; todo lo que
se puede admitir es que la llamada implique la proposición de una demanda de declaración de
certeza respecto del tercero, la cual extienda también a él los efectos de la sentencia que haya
de pronunciarse sobre la causa originaria entre las partes principales, de modo que valga
también para él la declaración de certeza de los puntos de hecho y de derecho que son
comunes también a su relación o que constituye una prejudicial de éste. En tal modo, el
tercero se convierte, a estos efectos limitados, en parte. Lo que no excluye que una de las
partes (el que llama a su adversario) pueda proponer también otra demanda contra el
intervenido y que éste la pueda proponer contra una o ambas partes. Por ejemplo, en el caso
de la garantía, la parte, además de llamar en causa al garante, puede proponer en el mismo
proceso en vía eventual (esto es, para el caso de resultar vencido en la demanda principal) la
demanda de regreso contra él (llamada en garantía)” (LIEBMAN, 1980: 85-86).
El objeto de la citación es que afecten también a ellos los resultados del pleito.
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
El artículo 103 del Código Procesal Civil norma el trámite y efectos de la denuncia civil,
desprendiéndose de dicho precepto legal lo siguiente:
- La sentencia que se expida en el proceso en que tuvo lugar la denuncia civil, además de la
cuestión litigiosa existente entre la parte demandante y demandada, resolverá lo
concerniente a la relación sustancial que hubiere entre el demandado denunciante y el
denunciado civil.
- “... La intervención del denunciado civil es un típico caso de intervención obligada, dicha
intervención es considerada como una especie de llamamiento a terceros a pleito. Es el
mecanismo procesal mediante el cual una parte integra a un tercero al proceso, respecto
de quien tiene determinados intereses -presentes o futuros- respecto de la misma relación
sustantiva o de otra conectada jurídicamente a esta última con la que se discute en el
proceso...” (Casación Nro. 1932-2003 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 02-08-2004, pág. 12520).
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
- “... El numeral ciento dos del Código Procesal Civil [...] faculta al demandado a denunciar en
el proceso a la persona que además de él o en su lugar, tiene alguna obligación o
responsabilidad en el derecho discutido, indicando su nombre y domicilio a fin que se le
notifique del inicio del proceso; [...] en tal virtud, a través de éste pedido [sic -léase este
pedido-] se permite incorporar al proceso a un tercero que no habiendo sido demandado,
asuma las obligaciones o responsabilidades que surjan del derecho discutido, de tal manera
que sean emplazados con la demanda y entablen una relación procesal con el demandante,
no así con el denunciante que puede conservar su condición de codemandado o ser excluido
del proceso...” (Casación Nro. 5254-2006 / Lima Norte, publicada en el Diario Oficial El
Peruano el 02-09-2008, pág. 22686).
- “... La denuncia civil consagrada en el Artículo ciento dos del Código Procesal Civil permite
incorporar al proceso a un tercero que no habiendo sido demandado expresamente, asuma
las obligaciones o responsabilidades que surjan del derecho discutido, de tal manera que
sean emplazados con la demanda y entablen relación procesal con el demandante, no así
con el denunciante que puede conservar su condición de codemandado o ser excluido del
proceso” (Casación Nro. 678-96 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 21-04-
1998, págs. 733-734).
- “... La denuncia civil está regulada en el artículo ciento dos del Código Procesal Civil, el
mismo que establece que solamente procederá denunciar civilmente a otra persona si es
que ésta, además de él o en su lugar, tiene alguna obligación o responsabilidad en el
derecho discutido; es decir, la norma acotada exige que para que una persona sea
denunciada civilmente debe tener la calidad de parte pasiva, resultando obligada a lo que
se decida en la sentencia, pues la denunciada civilmente es considerada como un
litisconsorte necesario dado que integra la parte pasiva de la relación jurídico material...”
(Casación Nro. 692-01 / Ica, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 05-11-2001, págs.
7908-7909).
- “... Las partes tienen facultad para formular denuncia civil cuando corresponda, conforme
al Artículo ciento dos del Código Procesal Civil, por lo que su omisión no puede sustentar
un pedido de nulidad...” (Casación Nro. 100-2000 / Tacna, publicada el 09-04-2000, pág.
5056).
las partes en conflicto...” (Casación Nro. 1805-00 / Ayacucho, publicada en el Diario Oficial
El Peruano el 30-07-2003, págs. 10753-10754).
- “... Conforme al Artículo ciento tres del Código Procesal Civil, es efecto de la denuncia civil
una vez admitida aquella (sic), la suspensión del proceso. (...) Que, la suspensión a que alude
la ley busca la integración de la relación procesal con el denunciado civil, por lo que hasta
que no se integre dicho litis consorte, el proceso se encuentra suspendido” (Casación Nro.
2805-99 / Callao, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 19-08-2000, pág. 6005).
- “... Con la denuncia civil se estaría desnaturalizando los fines de la acción ejecutiva...”
(Casación Nro. 2543-99 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 18-01-2000, pág.
4576).
El pedido de aseguramiento de pretensión futura que hace una de las partes a efecto de
que se emplace a un tercero para que en el mismo proceso el juzgador se pronuncie además
sobre la pretensión (indemnizatoria o de repetición de lo que eventualmente se pague en
ejecución de sentencia) que aquélla tuviera contra dicho tercero, es un caso de intervención
obligada o provocada de terceros, conocido en la doctrina también como citación o
llamamiento en garantía.
“... Comprende la circunstancia en la cual una de las partes, normalmente el reo, pide
la citación (y emplazamiento) de un tercero para que concurra a defenderlo y
eventualmente sea condenado. Inclusive, muchas veces ese tercero entra en el
proceso y puede sustituir a la parte.
Montero Aroca, Gómez Colomer, Montón Redondo y Barona Vilar estiman que mediante
la llamada en garantía “una parte (normalmente el demandado) provoca la intervención en el
proceso de un hasta entonces tercero, que debe garantizar al llamante de los resultados del
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
mismo. La llamada puede ser formal o simple” (MONTERO AROCA; GOMEZ COLOMER;
MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003, Tomo II: 92). Tales autores añaden que:
(…) La llamada es una simple denuncia del litigio por la que se invita al tercero a
intervenir, de modo que si no lo hace no podrá después alegar que la sentencia es res
inter alios iudicata, y sin interviene hay que considerarlo interviniente adhesivo…”
(MONTERO AROCA; GOMEZ COLOMER; MONTON REDONDO; y BARONA VILAR, 2003,
Tomo II: 92).
Para Micheli, “... con el llamamiento en garantía la parte propone, frente al garante así
llamado en causa, una demanda (anticipada y condicionada a que sea acogida la pretensión de
la una parte respecto de la otra, esto es, de la garantizada), mediante la cual se hace valer una
acción de repetición frente al garante (...). El llamamiento en garantía debe, por consiguiente,
contemplarse como distinto de la simple denuncia de la litis, mediante la cual el garantizado
advierte al garante de la pendencia de la controversia, derivada de la pretensión del tercero de
tener derechos sobre la cosa vendida (...); sin embargo, si el garante no interviene, la cosa
juzgada formará estado también contra él, pero el garantizado deberá promover una distinta
acción de repetición en proceso especial. Por el contrario, si el garantizado no provee tampoco
a la litis denunciatio, corre el peligro de perder la garantía” (MICHELI, 1970, Volumen I: 235).
“La parte que considere tener derecho para exigir de un tercero una indemnización
por el daño o perjuicio que pudiera causarle el resultado de un proceso, o derecho a
repetir contra dicho tercero lo que debiera pagar en ejecución de sentencia, puede
solicitar el emplazamiento del tercero con el objeto de que en el mismo proceso se
resuelva además la pretensión que tuviera contra él.
Se puede apreciar del último párrafo del artículo 104 del Código Procesal Civil (citado
precedentemente) que el emplazamiento del tercero que se hace en un proceso con motivo
del pedido de aseguramiento de pretensión futura de una de las partes queda sometido al
trámite y efectos previstos en el artículo 103 del Código Procesal Civil (que versa sobre el
trámite y efectos de la denuncia civil), infiriéndose así lo siguiente:
- Producido el emplazamiento del tercero, éste será considerado como litisconsorte de quien
formuló el pedido de aseguramiento de pretensión futura y tendrá las mismas facultades
del último de los nombrados.
Según Calamandrei:
“Bajo la figura del llamamiento en causa (...) se comprende también (...) la llamada nominatio
auctoris, que tiene lugar cuando el arrendatario se encuentra molestado en vía judicial por
terceros que pretenden tener derechos sobre la cosa arrendada; en tal caso, el arrendatario
puede llamar en causa al arrendador (o también limitarse a indicar su nombre, nominatio
auctoris, a fin de que el actor lo llame en causa), y el arrendador, llamado en causa, ‘está
obligado a asumir la litis’, mientras que ‘el arrendatario debe ser puesto fuera de ella, con la
simple indicación del arrendador, si no tiene interés en permanecer’ (...). Aquí el llamamiento
en causa no sirve para proponer una nueva demanda contra el arrendador, sino solamente
para provocar en la causa originaria una mutación de partes: poner al arrendador, en el lugar
del arrendatario, demandado originario no legitimado.
(...) Puede ella (la figura de la nominatio auctoris) servir igualmente en todos los casos en que
el demandado no legitimado se dirige al verdadero legitimado para que ocupe su puesto en la
causa intentada contra él, o poner a actor en condiciones de proseguir la causa, si quiere,
contra el verdadero legitimado” (CALAMANDREI, 1962, Volumen II: 347).
“... Se da cuando una persona que posee una cosa ajena (esto es, en calidad de poseedor
inmediato), por virtud de una relación jurídica, como depositario, arrendatario o figura análoga
es demandado, como tal poseedor, por otra persona que afirma tener un derecho sobre dicha
cosa.
“1) Cuando el demandante se equivoca respecto a la persona que debe citar como
demandada para la restitución de una cosa y dirige su demanda contra quien tiene en
apariencia la posesión del bien objeto de sus pretensiones, pero en realidad sólo es
un simple tenedor que detenta o disfruta ese bien a nombre del verdadero poseedor,
que es quien ha debido ser demandado.
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
2) Cuando se demanda a alguien como tenedor de la cosa sin serlo...” (STIGLITZ, 1970:
160).
“Para que pueda tener lugar este caso es menester que alguien, en calidad de
poseedor de una cosa mueble o inmueble, sea demandado, bien con una ‘actio in
rem’ (...), bien con una ‘actio in rem scripta’ (...), y que alegue que posee la cosa como
poseedor inmediato (...). Un demandado de esta suerte, que antes de entrarse en el
fondo de la causa denuncia ésta al poseedor mediato y pone en conocimiento del
actor las gestiones hechas para que este poseedor comparezca por sí, se le cite o
nombre abogado (...) con el fin de que se pronuncie en la causa, puede negarse a
actuar como parte mientras el llamado no comparezca o no haya transcurrido el plazo
especial que se concede para ello (...), con lo que se produce un efecto que atribuye a
la ‘nominatio auctoris’ la significación procesal que hoy han perdido casi totalmente
las excepciones dilatorias.
Beatriz Quintero y Eugenio Prieto dicen del llamamiento ex oficio (por orden del Juez) en
caso de fraude o colusión que:
Los mencionados autores señalan, además, que: “Este instituto sui generis implica la
permisión al tercero de toda la actividad propia de una parte principal independiente, tal como
si interviniera ad excludendum, cual si acumulara pretensión. Goza de todos los poderes y
facultades procesales, pero carece de la facultad de disponer del objeto litigioso” (QUINTERO;
y PRIETO, 1995, Tomo II: 115).
La no intervención del tercero citado le impide alegar que el demandado pagó mal y
pretender cobra (sic) nuevamente el crédito; pero no le prohíbe ejercer su pretensión
contra el actor que cobró en el juicio anterior” (ARAZI, 1998: 329).
7. EXTROMISION
De conformidad con lo dispuesto en el artículo 107 del Código Procesal Civil, en cualquier
etapa del proceso, y de manera excepcional, puede el órgano jurisdiccional disponer (en
resolución debidamente motivada) la extromisión de un tercero legitimado que esté
interviniendo en el proceso, vale decir, su apartamiento de la litis en los siguientes casos:
8. SUCESION PROCESAL
“... En términos generales, cabe hablar de sucesión procesal siempre que, a raíz de la
extinción, pérdida de legitimación o modificación substancial producida en la
composición de una de las partes, ésta es reemplazada en el proceso por una persona
distinta.
“La sucesión procesal atiende a la regulación de todas las cuestiones que afectan a
los posibles cambios de sujetos en la titularidad de parte legítima en el seno de la
instancia procesal.
En todo caso, se parte de la ratio según la cual la titularidad legítima del derecho es
en sí transmisible en un contexto que gráficamente podría ser funerario, no sólo
porque se justifique en la sucesión mortis causa, cuanto más bien, porque ‘intervivos’
a través de la sucesión se produce físicamente la muerte para la instancia procesal de
quien la transmite.
Pero, al margen de iter deductivos funerarios, en todo caso la sucesión implica un
traspaso total de la titularidad legítima del derecho originándose, una ‘a modo’ de
escisión, entre la cualidad de parte procesal y la de titular legítimo del derecho”
(LORCA NAVARRETE, 2000: 176-177).
La causa que da origen a la sucesión se justifica en que una persona deviene titular
legítimo sobre la cosa litigiosa, lo cual puede ocurrir por cualquiera de los modos de
transmisión del derecho, tanto por un acto entre vivos como por causa de muerte.
1. Fallecida una persona que sea parte en el proceso, es reemplazada por su sucesor, salvo
disposición legal en contrario;
Será nula la actividad procesal que se realice después que una de las partes perdió la
capacidad o titularidad del derecho discutido, siempre que dicho acto le pueda haber
generado indefensión. Si transcurridos treinta días no comparece el sucesor al
proceso, el Juez debe designar a un curador procesal, de oficio o a pedido de parte”.
del derecho objeto del litigio, o cuando una de las partes enajena el derecho objeto del
litigio, por esta razón, el proceso no se extingue necesariamente por el fallecimiento del
demandante, en cuyo lugar se subrogan por vía de sucesión mortis causa sus herederos,
siendo que de acreditarse el fallecimiento de uno de los justiciables el órgano jurisdiccional
debe emplazar a los sucesores notificándoles la existencia del juicio a efectos que se
apersonen al proceso, garantizando de esta manera el debido proceso consagrado en el
inciso tercero del artículo ciento treinta y nueve de la Constitución Política del Estado...”
(Casación Nro. 1254-2007 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 03-12-
2008, págs. 23614-23615).
- “... El artículo ciento ocho del Código Procesal Civil establece en su inciso uno, que se
presenta la sucesión procesal cuando fallecida una persona que sea parte en el proceso, es
reemplazada por su sucesor, salvo disposición legal en contrario; [...] esta disposición
obedece a que una persona que ha perdido la titularidad del derecho en discusión no puede
generar actos válidos dentro del proceso, contemplando el nombramiento de un curador
procesal para la defensa de los derechos de los sucesores o adquirientes del mencionado
derecho...” (Casación Nro. 52-2007 / Lima, publicada en el Diario Oficial El Peruano el 02-
09-2008, págs. 22751-22752).
- “... La sucesión procesal puede ser inter vivos o mortis causa; la primera acontecería cuando
una vez iniciado el proceso se produce un cambio en la titularidad de las partes debido a la
transmisión del objeto de la litis. La segunda supone la transmisión del objeto del litigio por
el fallecimiento de una de las partes...” (Casación Nro. 1254-2007 / La Libertad, publicada
en el Diario Oficial El Peruano el 03-12-2008, págs. 23614-23615).
- “... La sucesión procesal es una institución consagrada en el artículo 108 del Código Procesal
Civil, norma según la cual por la sucesión procesal un sujeto ocupa el lugar de otro en un
proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del derecho discutido, siendo uno de
los casos en los que ésta ópera, cuando fallece quien es parte en un proceso, además de los
otros supuestos previstos en la ley adjetiva. [...] Que, la sucesión procesal es la regla general
en el caso de muerte de una de las partes dentro de un proceso; ella opera ipso jure, aunque
el reconocimiento de los herederos en el proceso depende de la prueba que éstos aporten
[...]. [...] Que, siendo esto así, la sucesión procesal permite la vinculación de los herederos,
como directos interesados en la protección de la universalidad patrimonial de la cual
forman parte, para que intervengan en el proceso, con lo cual también se protegen
plenamente sus derechos constitucionales, en especial los derechos a la propiedad, a la
defensa y al debido proceso...” (Casación Nro. 3165-2005 / Lima, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 02-10-2006, págs. 17155-17156).
- “... La sucesión procesal es una institución consagrada en el artículo ciento ocho del Código
Procesal Civil, norma según la cual por la sucesión procesal un sujeto ocupa el lugar de otro
en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del derecho discutido, siendo
uno de los casos en los que ésta ópera, cuando fallece quien es parte en un proceso, además
de los otros supuestos previstos en la ley adjetiva; [...] la sucesión procesal es la regla
general en el caso de la muerte de una de las partes dentro de un proceso, ella opera ipso
jure, aunque el reconocimiento de los herederos en el proceso depende de la prueba que
éstos aporten; sin embargo, existen procesos civiles en los que están en juego derechos
personalísimos y en los que a la muerte de una de las partes no puede operar la sucesión
procesal, como por ejemplo en los procesos de divorcio, de separación de cuerpos o de
nulidad de matrimonio, en los que la muerte de una de las partes implica la culminación de
su actuación procesal. Ello no ocurre en procesos como el presente [sobre ejecución de
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
garantías], en el que la muerte de una de las partes no impide la finalidad patrimonial que
lo impulsa en tanto lo que la acción persigue es el patrimonio de la persona y no a la persona
misma; [...] en tal sentido, la sucesión procesal permite la vinculación de los herederos,
como directos interesados en la protección de la universalidad patrimonial de la cual tienen
parte, para que intervengan en el proceso, con lo cual también se protegen plenamente sus
derechos constitucionales, en especial los derechos a la propiedad, a la defensa y al debido
proceso...” (Casación Nro. 3142-2003 / La Libertad, publicada en el Diario Oficial El Peruano
el 01-08-2005, pág. 14407).
- “... El Artículo ciento ocho (del C.P.C.) (...) se refiere al caso de sucesión procesal, en el cual
una persona ingresa en sustitución de otra a ocupar su posición en la relación procesal, y el
caso de autos es uno distinto, pues se ha demandado directamente a la sucesión y ésta no
ha ingresado después en el lugar del fallecido...” (Casación Nro. 2844-99 / Chincha,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 07-07-2000, pág. 5566).
- “... El artículo 108° del Código Procesal Civil señala que: ‘Por la sucesión procesal un sujeto
ocupa el lugar de otro en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo del
derecho discutido’; y se presenta -según refiere su inciso 1- cuando: ‘fallecida una persona
que sea parte en el proceso, es reemplazada por su sucesor, salvo disposición legal en
contrario’; de donde se advierte que el acontecimiento en virtud del cual se configura la
sucesión procesal lo constituye el fallecimiento de la persona que es parte en el proceso y
no de la fecha en que se comunica tal situación...” (Casación Nro. 682-2005 / Apurímac,
publicada en el Diario Oficial El Peruano el 31-01-2007, pág. 18657).
- “... Conforme establece el artículo 108 del Código Procesal Civil, por la sucesión procesal un
sujeto ocupa el lugar de otro en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo
del derecho discutido, precisando que se presenta cuando: inciso 1): Fallecida una persona
que sea parte en el proceso, es reemplazada por su sucesor, salvo disposición legal en
contrario; de lo que se colige que dicho reemplazo obedece a los cambios en la titularidad
activa o pasiva del derecho que es materia de debate judicial; [...] en tal virtud, fallecida una
de las partes de la relación procesal durante el trámite del proceso, correspondía suspender
INTERVENCIÓN DE TERCEROS, EXTROMISIÓN Y SUCESIÓN PROCESAL – BRYAN GUERE
- “... Conforme lo establece el artículo 108 del Código Procesal Civil, por la sucesión procesal
un sujeto ocupa el lugar de otro en un proceso, al reemplazarlo como titular activo o pasivo
del derecho discutido, señalando los casos en que ésta se presenta. Así su inciso tercero
expresa que se presenta tal situación cuando el adquiriente por acto entre vivos de un
derecho, sucede en el proceso al enajenante; desprendiéndose de dicho numeral por
extensión que aquella se configura cuando, en el curso de un proceso [...] una persona
distinta reemplaza a una de las partes ocupando su posición procesal de demandante o
demandado, según sea el caso...” (Casación Nro. 1288-2003 / La Libertad, publicada en el
Diario Oficial El Peruano el 30-09-2005, págs. 14747-14748).
- “... Fluye que el Banco [...] ya no continúa en su condición de acreedor, en tal virtud ha
devenido carente de interés y legitimidad para obrar, razón por la que [...] se debió resolver
el pedido de sucesión procesal, por haber operado un cambio en la titularidad activa de la
relación procesal, máxime si [...] el conocimiento de dicho pedido [...] no ha sido absuelto
por la entidad demandante que ha dejado de tener la calidad de acreedora, por ende, sin
capacidad para continuar con el desarrollo del proceso. [...] Que, en consecuencia, al no
haberse procedido en la forma que establece la ley procesal, se ha contravenido lo
dispuesto en el artículo 108 del Código Procesal Civil, [...] correspondiendo por tanto
declarar la nulidad del fallo...” (Casación Nro. 1288-2003 / La Libertad, publicada en el Diario
Oficial El Peruano el 30-09-2005, págs. 14747-14748).