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ALIMENTOS Y LA NUTRICIÓN
Miguel Calvo
Área de Tecnología de los Alimentos
Departamento de Producción Animal y Ciencia de los Alimentos
Facultad de Veterinaria
Universidad de Zaragoza
1. Introducción
En las sociedades desarrolladas, el suministro de alimentos en
cantidad suficiente está en principio garantizado, por lo que las
demandas de los consumidores se dirigen fundamentalmente hacia la
calidad de esos alimentos. Entre los parámetros por los que se mide
esa calidad, la "saludabilidad" es fundamental, y actualmente ya no
sólo se pide a los alimentos que sean "saludables" en el sentido de
que aporten los nutrientes necesarios y de que sean seguros química
y microbiológicamente, sino que también se les exige que promuevan
la salud de forma activa, actuando como agentes preventivos de
enfermedades. Sin embargo, la mayor capacidad adquisitiva no
está acompañada en absoluto por unos mayores conocimientos sobre
los alimentos o sobre la nutrición. Lo único que se tiene es la idea
general de que algunas de las enfermedades más mortíferas del
mundo moderno, como el cáncer y las enfermedades coronarias,
pueden prevenirse en cierta medida con modificaciones dietéticas, la
necesidad de ciertas sustancias, como proteínas y vitaminas, y poco
más. A esto se une una cierta desconfianza en que las autoridades
sean capaces de prevenir eficazmente los riesgos derivados de los
alimentos, atizada periódicamente por la aparición de noticias
negativas en los medios de comunicación, y una cierta añoranza de
los "viejos buenos tiempos", que en general no fueron precisamente
buenos, y tenemos ya clientes potenciales para alimentos
"especiales", cuya diferencia fundamental con los "normales" es que
son mucho más caros, o para suplementos de todo tipo. Esos que
hacen cierto el dicho de que los norteamericanos disponen de la orina
más cara del planeta.
2. Alimentos "milagrosos"
Tradicionalmente, una serie de alimentos han sido vistos como
especialmente beneficiosos para la salud. En el caso del ajo, por
ejemplo, sus "ventajas para la circulación" cuentan incluso con cierto
fundamento científico, ya que el ajoeno, formado por la combinación
de reacciones enzimáticas y químicas al trocearlo, es un eficiente
antiagregante plaquetario en experimentos in vitro. Otra cosa distinta
es que los extractos, aceites y suplementos basados en él, de venta
habitual en herboristerías, tengan algún efecto real sobre la salud.
Incluso estaría por ver algún efecto real del propio ajo. Otros alimentos
míticos, como la miel, representan un caso distinto. A pesar de todo
su antiguo prestigio, no es más que agua, azúcar y pequeñas
cantidades de proteínas, vitaminas y minerales sin mayor relevancia
nutricional ni efecto "saludable" alguno. Debería venderse
exclusivamente basándose en sus valores organolépticos, que la
diferencian notablemente de otros productos azucarados, pero en
muchos casos se adorna también con unos efectos “saludables” que
en absoluto tiene.
4. Sustancias "milagrosas"
4.4 Lecitina
La lecitina se he comercializado como estimulante cerebral o
como adelgazante, indistintamente, basándose en la presencia de
componentes (fosfolípidos) relacionados con ella en las membranas
de las células cerebrales (y en las de todas las células, por otra parte)
y, para su segunda "función", en su actividad como emulsionante.
Evidentemente pensar que las grasas del tejido adiposo desaparecen
por "emulsión" no tiene sentido. De tener algún efecto, la lecitina
ingerida favorecería la emulsión de las grasas en el tubo digestivo,
mejorando su captación. Además, la lecitina es un lípido, y como tal
aporta calorías, y muchas. Es decir, la lecitina no adelgaza, sino que
engorda.
6. Alimentos "naturales"
Si existe un concepto utilizado de forma arbitraria para
describir un alimento es el de "natural". El único alimento "natural", en
el sentido de que está creado específicamente para su consumidor, es
la leche materna en la primera etapa de la vida. Todos los demás
alimentos son “no naturales”, en el sentido de que sus propiedades
intrínsecas no dependen de las necesidades del consumidor.
Cuando se utiliza "natural" como antónimo de "procesado", se
encuentran los mismos contrasentidos. En cualquier tienda de
alimentos "naturales" se puede comprar, por ejemplo, proteína
texturizada de soja, producto alimenticio que posiblemente haya
sufrido uno de los procesados más agresivos y complejos de entre
todos los existentes, y que es calificada como "natural". Por otra parte,
la leche pasterizada será tenida inmediatamente como "no natural", a
pesar de que su procesado, un simple calentamiento, en poco difiere
del procesado doméstico tradicional de la leche.
Conclusiones
La falta de conocimientos del consumidor lo sitúa en una
situación de indefensión absoluta frente a la avalancha publicitaria
promovida por empresas dispuestas a situar continuamente "nuevos"
y "mejores" productos en las estanterías de los supermercados. Por
otra parte, los poderes públicos no se van a mostrar probablemente
muy exigentes en cuanto a la veracidad de las afirmaciones
publicitarias, excepto quizás con aquellas que infrinjan claramente la
legislación traspasando la barrera entre alimento y medicamento. Si
desde la universidad y desde otros centros científicos no se da a los
consumidores, mediante la divulgación en temas de alimentos y
nutrición, la información que necesitan, y que a veces buscan, la
recibirán sesgada o falsa, desde los sectores económicos interesados.