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NIETZSCHE
Nietzsche dice que la filología y la filosofía deben estudiar el lenguaje, que es el instinto
más profundo del hombre. El hombre es producto de algo instintivo en el ser humano. De
hecho, como filólogo-filósofo, trata de buscar los orígenes instintivos del lenguaje, rastrear
sus orígenes en los instintos. Es decir, no sólo su fundamento artificial sino también el
natural. No sólo lo cultural, sino además lo biológico. O, si se prefiere, su origen naturalista
y su emergencia en un contexto sociocultural. Pero lo hace con ánimo de superar la
superstición por el lenguaje, la idea de que sólo hay que heredarlo y transmitirlo, sin
transmutarlo. Encuentra ese origen natural e instintivo mediado por la fantasía, la cual
permite manejarlo de acuerdo con una voluntad de poder.
En cuanto al origen del lenguaje, aun cuando reconoce que no hay nada claro y decisivo,
Nietzsche dice que sólo puede aceptarse una tesis artificialista, según la cual el lenguaje no
nace de la naturaleza de las cosas, sino del instinto de los hombres, y se plasma por
convención. 88 No es producto de la conciencia, ni individual ni colectiva, ya que el
pensamiento consciente sólo es posible por el lenguaje, lo supone.
En la primera de esas dos obras dice: Las palabras son signos sonoros de conceptos; pero
los conceptos son imágenes significativas más o menos determinadas de sensaciones que se
repiten con frecuencia y aparecen juntas en grupos de sensaciones. Pero no basta para
entenderse que se usen las mismas palabras; es necesario, además, usar las mismas palabras
para la misma especie de vivencias internas, y es necesario, por último, tener una
experiencia común recíproca.
El lenguaje proviene del instinto y del inconsciente, y se da como fuerza figurativa, pues
todas las palabras son originariamente tropos (sobre todo metáfora y metonimia). 94 El
origen del lenguaje no es la mera utilidad, como se ha dicho, sino el impulso radical
artístico del hombre que lo mueve a hacer metáforas, pero poco a poco se olvida ese origen
y se va perdiendo. Entre el sujeto y el objeto hay sólo una relación estética, por eso el
lenguaje no puede representar con adecuación la realidad. De ahí se pasa a su utilidad para
la comunicación, que requiere de la convención, la cual es como un tratado de paz que
acaba con las violencias. Y el olvido de ese origen metaforizador del lenguaje hace que se
llegue a hipostasiar los significados y la voluntad de verdad. Esta genealogía del lenguaje
nos revela que es esencialmente metafórico y que no nos va a dar el conocimiento de la
cosa en sí. Las fases del lenguaje son las siguientes: de la cosa en sí se pasa a los estímulos
nerviosos, que se estructuran con la figura o metáfora intuitiva; de ella se va al sonido o
palabra, y de ésta, finalmente, al concepto.