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Funciones del sistema nervioso así como datos generales que nos permiten conocer mejor su
estructura y funcionamiento. Sin duda nos maravilla el diseño con el que estamos creados.
Los nervios que constituyen el sistema nervioso periférico componen una vasta red de
comunicaciones. Esta red sirve únicamente para transmitir señales entre el sistema nervioso
central y los músculos y glándulas. Corresponde al sistema nervioso central, compuesto por el
encéfalo y la médula espinal, analizar la información recibida y elaborar las respuestas acordes con
la misma.
Parecido a un ordenador
El sistema nervioso es como una computadora. Controla todo el organismo a través de los
estímulos que continuamente conducen sus cables, los nervios. Puede recibir miles de datos en un
segundo procedentes de las distintas partes del cuerpo y luego integrarlos para dar una respuesta,
la cual llevarán a cabo los nervios del sistema nervioso periférico.
La brecha: sinapsis
Los nervios están constituidos por las prolongaciones más largas de las neuronas, los axones. Éstos
se agrupan y forman unas haces que se conocen con el nombre de fibras nerviosas. Muchos de los
nervios del organismo tienen sus fibras nerviosas recubiertas de una vaina de mielina, sustancia
que activa la transmisión de los impulsos nerviosos.
La velocidad de conducción de los distintos impulsos nerviosos varía según el tipo de fibras
nerviosas implicadas. Las fibras mielínicas del sistema nervioso central conducen impulsos a una
velocidad aproximada de 100 m/s, lo cual supone unos 360 km/h. De modo que desde la cabeza a
la punta del pie el estímulo nervioso tarda en llegar una centésima de segundo.
¿Cuántas neuronas?
El sistema nervioso está formado por más de diez mil millones de neuronas, con sus axones
agrupados en haces, fibras y nervios, convenientemente aislados por capas de mielina o tejido
conjuntivo.
Central y centralita
El cerebro es la gran central que gobierna esta intrincada red de comunicaciones que constituye el
sistema nervioso. Sin embargo, los nervios de una buena parte del organismo no llegan hasta el
cerebro, sino que se detienen en la “centralita” de la médula espinal. La médula realiza un análisis
previo de las sensaciones antes de enviarlas al cerebro, y, en algunos casos, como en el de los
actos reflejos, puede actuar independientemente del cerebro.
La médula espinal actúa como una carretera de dos direcciones entre el cerebro y el sistema
nervioso periférico. Mediante una serie de tractos ascendentes informa la cerebro de las distintas
sensaciones recibidas. Por los tractos descendentes viajan las órdenes del cerebro para los nervios
raquídeos que constituyen el sistema nervioso periférico.
Los nervios raquídeos se originan de dos en dos a ambos lados de la médula. Contiene fibras
motoras, destinadas a los músculos, y fibras sensitivas procedentes de las terminaciones nerviosas
de la periferia. Las fibras motoras parten de las raíces motoras situadas en la región anterior de la
médula espinal, mientras que las fibras portadoras de información se agrupan en raíces que
penetran en la médula por su parte posterior.
Los nervios craneales gobiernan una buena parte de las funciones que conectan al ser humano con
el mundo exterior: la visión, el gusto, la audición y el olfato. Estos cuatro sentidos, que nos
permiten valorar lo que ocurre a nuestro alrededor, se hallan bajo el control de los nervios
craneales.
A través de las fibras sensitivas de los nervios fluye constantemente la información hacia el
sistema nervioso central. Imágenes y sonidos; sabores y olores; impresiones táctiles, térmicas y
dolorosas, y un conjunto de sensaciones procedentes de los órganos internos de las cuales el
individuo es totalmente ignorante. El cerebro recoge y procesa esta información, y de su resultado
dependerá la manera en que el ser humano se sienta.
Muchas de las actividades del cuerpo humano se producen sin que el individuo sea consciente de
ellas. La mayoría de las sensaciones que el sistema nervioso registra en el interior del organismo y
una buena parte del las impresiones externas no llegan nunca a la conciencia. Sin embargo, este
flujo continuo de impulsos procedentes de la piel, los músculos y los órganos internos es
fundamental para que el cuerpo funcione con normalidad.
La capacidad de sentir dolor es vital para el ser humano. Las sensaciones dolorosas se producen
siempre que hay un órgano o tejido lesionado. Son como el centinela que avisa de la presencia de
un peligro, obligando con ello al organismo a reaccionar para suprimirlo.
Un gobierno en la sombra
Muchas de las funciones del organismo, como las secreciones glandulares, la actividad
cardiorrespiratoria, los procesos digestivos o el control de la temperatura corporal, son
gobernadas por el sistema nervioso autónomo. Este sistema lo integran diversos centros nerviosos
situados en el cerebro y la médula espinal que conectan, mediante los nervios, con todos los
órganos del cuerpo. La actuación del sistema nervioso autónomo no es percibida
conscientemente.
Simpático y parasimpático
El simpático y el parasimpático, las dos ramas que constituyen el sistema nervioso autónomo,
conforman un gobierno en constante conflicto. Para cada acción del simpático hay una reacción
del signo opuesto por parte del parasimpático. De esta dialéctica permanente surge el estado de
equilibrio del organismo.
Responde a la llamada
El simpático actúa ante las situaciones de alarma. Dilata la pupila y los bronquios, aumenta la
frecuencia cardiaca y la tensión arterial, disminuye las secreciones y la motilidad del tubo
digestivo. Todo ello con la finalidad de preparar al organismo para hacer frente al reto que se le
presenta.
Frenazo del parasimpático
En especial las vitaminas del complejo B son fundamentales en el metabolismo del sistema
nervioso. Participan en la síntesis de proteínas y en los procesos de nutrición, facilitando el aporte
de sustancias energéticas que los nervios requieren. Su deficiencia se manifiesta en forma de
hormigueos y pérdida de la fuerza y la coordinación.
El hormigueo es la impresión que se tiene cuando el nervio que va al pie resulta comprimido por
permanecer demasiado tiempo con las piernas cruzadas. La compresión de un nervio provoca que
sus fibras sensitivas emitan señales que son percibidas por el cerebro como un cosquilleo u
“hormigueo”.
Los nervios poseen cierta capacidad de regeneración. Cuando el nervio conserva sus cubiertas
estructurales, como ocurre en los casos de aplastamiento, es capaz de autorreconstruir la parte
dañada. La regeneración nerviosa avanza cada día 1-2 mm, lo que supone entre 9 y 18 cm al cabo
de tres meses.
La mayoría de las señales que controlan las sensaciones y movimientos del cuerpo están bajo el
control de los nervios raquídeos que emergen de la médula espinal. Si ésta se lesiona, la
comunicación con el cerebro queda interrumpida. Como resultado de ello, toda la zona del cuerpo
gobernada por los nervios raquídeos que se encuentran debajo de la lesión quedará paralizada.