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LA NOVELA DE BRURIA os susurros de Peseo (Du 19%), de José Ricardo Chaves, e-si mi conocimiento inacabado dela narrativa costarr- cense no me engafia—una novela sui géners en la produccién literaria nacional, que surge en los aitos finales de este siglo casi como un producto fuera de época, retrasado, démodé, pese a que su autor, paradéjicamente, es un eseritor muy joven, yla clabord entre sus veintistis y sus treinta afios, es decir, entre 1984 y 1988 -en México, donde también se publicé-, perfodo en él que hacia mucho rato que la narracién literaria extensa ensayaba otros caminos masa tono con la nueva estética. Lo primero que sorprende al lector que tiene la buena costumbre de hojearel texto antes de iniciar la lectura, es su divisién en capitulos numerados con cifras ardbigas e incita~ doramente titulados, algunos de ellos con nombres en que el fenémeno de la intertextualidad salta a la vista del receptor experto, Cuando el autor llama “Premio de una noche de verano”al Capitulo 5,nos llevaa asociar la sustantiva frase con Suefio de una noche de verano y nos remite a Shakespeare; 226 ‘Myriam Bustos Arraia « NOVELA cuando leemos, en el Capitulo 7, “La casa de Bernarda calva”, son Lorca y La casa de Bernarda Alba los rememorados; cuan. do se nos presenta el Capitulo 9 -en francés tal comesponde al modelo inspirador- como ‘A la recherche du pire perdu”, resuena en nuestro ofdo A larecherche du temp perdu, de Proust: cuando llegamos al Capitulo 17 y nos encontramoscon “Todos Jos fuegos la pasién”, evocamos los cuentos de Cortézar con- tenidos en Tedos os fuegos el fuego. Mas adelante, ya sumidos en la obra hasta el cuello (porque si se empieza no es posible {ejarla), volvemos a percibir el influjo que otros textos literarios han ejercido sobre el escritor, y nos hallamos -en el Capitulo 10- con la suspensién abrupta del relato para insertar (rn 139 ‘Mo un minitexto que su autor denomina “Intermezzo carro- liano”. All figuran Alicia y la Onuga, los conocidos personajes de Alicia en el pat de las maracillas, de Carrol, en conversacion inventada por José Ricardo Chaves para su novela. Mucho des- pués-y ahora de manera nada directa, nada obvia para el le tor distrafdo-, en otro subtexto en que el humor negro isrum- petal vez para advertirel lector que no debe tomar alo trégico Ja conflagracién que acabaré de una vee. con algunos de los personajes, nos encontramos con un parrafo ird puede leerse sin percibir su josedonosiana inspiracién: “Donosa salt al jardin de al lado dejando atrésa la que algu- na vez consideré su casa de campo” Carinwto17, 221). Como en. otras secciones de la novela, Chaves nose muestra, ene! pana fo anterior citado, mas reverente de lo permitido con sus ins~ Piradores, pues la tal Donosa, en la obra, es una prostituta, liga da por el novelista costarticense nada menos que 2 su innegable y mug reverenciado maestro José Donoso ya dos de sus mejores obras: El jardin de al lado y Casa de campo. La imeverencia -que, dicho sea de paso, esté presente en. -iltiples situaciones en el texto, al igual que lo barroco y lo ‘grotesco- es una caracteristica més en esta novela que la torna contradictoria. Si, contradictoria, porque su autor asume en ella la estética narrativa que prevaleci6 hasta el sigo diecinue- vey que muy pocos autores de la segunda mitad de este siglo NUESTROS ESCRITORES NUESTROS LIBROS 227 se han atrevido a repetir. Pero sobre este punto esencial volve~ réun poco més adelante. La novela se desarrolla en una época no explicta, pero sugerida por ciertos datos quenos remontan ala mediania del presente siglo o un poco més atris: as complicadas ropas de Ta abuela de Luciano, el protagonista, evan a pensar en los primeros afios de los noventa y cuatro que estan a punto de llevamos al dos mil, igual que las salas de bafio amplias cuyas tinas aporcelanadas se asientan sobre “patas de fierro en forme de garras de monstruos avefelinos” 16); las discotecas y otros lugares y actividades, en cambio, permiten ubicar los acontecimientos como muy proximosa la época actual, Ellee tor percibe una combinacién intencionada de elementos modemos con otros ya fenecidos o a punto de sucumbir. En cuanto al lugar en donde ocurren los hechos, no hay denomi- nacién alguna que oriente sobre el pafs ola ciudad, pero tam- bién los componentes que se describen ~las costumbres alu- didas 0 detalladas- dan a entender que podria ser una Costa, Rica y una San José, solo que muy estlizadas y entiquecidas en detalles para la mejor consecucién de os propésitos narra- tivos y de la brillante ambientaciOn, que es uno de sus logros, més notorios. Hay por alli, incluso, una descripcién esplénci- day muy familiar para todos nosotros de un aguacero de aquellos que son caractersticos de nuestra capital ¢.70, ade~ mas de que se presenta el escenario como una "ciudad asen- tadaen un valle” (v.70). La dicotomia entre elementos pretéritos que conviven con los actales se da, también, en otros aspectos. En primer ugar, entre los personajes: unos pertenecen a clases acomo- dadas (Luciano, Andrade, Renato y sus correspondientes familias, Bruria, Fabio, tal vez ); otros provienen de estratos socales bajos (Momo y su madre, Uriel el “cervatillo”, Bemarda y sus “muchachas”)). La antinomia clase alta / clase baja, con sus culturas cistintas e incompatibles, se enlaza, no obstante, con personajes, de cierta manera, “anfibios’, como Rémulo, el tio oveja negra de Luciano, que convive, en el prostibulo de que es duefio, con a regenta y las asiladas; igual calficativo podtia aplicarse a Momo, hijo bastardo de Rémulo ccuya sangre porta elementos de clase alta por parte del padre y de clase baja por el lado matemo. ‘También la oposicién esté a la vista en materia de ambientes y lugares, Los dos més importantes son el colegio religioso en donde estudian los tres muchachos protagonis- tas [menos por creencias compartidas que porque estar ahi significaba “un status social, un reconocimiento de clase” 109), con su disciplina particular y su actividad propia de casa de estudios, y la Maison Dorée , el lupanar elegante donde se actia con propésitos asaz distintos y existe, tam- bién, una disciplina espectfica Sihilamos, todavia, mas delgado, hallaremos oposici6n. centre los jardines moderns de las mansiones en que viven los personajes adinerados y el “jardin de las estatuas”, pertene- ciente al prostibulo y ast llamado por su particular y afieja decoracién con faunos, ninfas, sitiros, musas y otros extrava- _gantes seres mitolégicos de otras latitudes y épocas (que son, dicho sea de paso, as que alimentan esta novela en sus plan- teamientos mds importantes). En materia de nombres de los personajes, es posible, también, establecer un paralelismo antitético entre los comu- nes y corrientes (como Luciano, Andrés, Renato, Ximena, Emesto, Rémulo, Bernarda, Uriel) y otros de exética proceden- cia, extrafisimos y, la mayor parte, bellos (como Suspitia, Bruria y las numerosas meretrices: Folia, Nicastra, Lucrecia, Donosa, Valdina, Cliota, Draconia, Mascalda, Algazara, Sambumbia, Floriola, Maota, Sambarda, Polimia, Dantea). Una dicotomia mas (muy importante) cabe destacar: la de la luz y la sombra, la del dia y la noche, que marcan dife- rencias no solo entre las horas en que se desarrollan los hechos narrados, sino que establecen formas distintas de ver Ta vida y los objetos por parte de los personajes. Luciano, por ejemplo, de clara preferencia por el ocaso, por el creptisculo, al igual que Andrade, que busca la oscuridad noctuma y revive 28 ‘Myriain Busts Arratia ® NOvELA NUESTROS ESCRITORES Y NUESTROS LIBROS 229 cual vampiro frenético tras cada huida de la claridad cotidiana; Bruria, en cambio, ama la luz, los amaneceres, y se levanta temprano para acometer llena de brios as actividades de lec- turayescrtura que, ademas del sexo, llenan su vida. Uno de los scenarios importantes en la novela el llamado Parque de la Peste (nétese la antitesis seméntica)- también es ambito de oposiciones. Durante la noche es utilizado para la basqueda del placer clandestino, del sexo prohibido, y se transforma en tun sitio tenebroso, lleno de trampas y riesgos. Durante el dia, en cambio, hasta él llegan ancianos en busca de sol y compa- Fifa para tener su propio camaval de memoria. Y puesto que he mencionado a los ancianas, es ya hora de decir que los jévenes y los viejos constituyen otra de las oposiciones importantes que presenta la novela. El autor es como en toda la obra~ crudisimo e implacable en la des- cripcin del derrumbe senil, primero cuando presenta a la abuela de Luciano, que recurre al muchacho para que la ayude a bafiarse y despierta, por cierto, la repulsién de este; después, cuando describe la figura patética de Bemarda, el proxeneta travesti pelon y obeso al que pinta ~en uno de sus memorables lienzos de la decrepitud~ como “un obsceno buda” de ciento cincuenta kilos (88); més adelante, cuando describe a los visitantes diurnos del Parque de la Peste. Leamos un fragmento: Sin embargo, ests encantos [noctumos] se desoanectan con la ile ‘gada del dia, cuando los trémulos azares dela nocke daban paso a tuna lntaineasién de ancianos que, como paloma bamboleaies, asistian a un festn de memorias. Bastone,bufandas, goras, lores ‘aungiientos y toda clase de sinapismos, desflaban en las matianas por ess parajes impregriados de ori, semen, flores, mierda, azcha~ res, fata podride agin animal muert, Muchos de esos hombres eran pensionados estaales; otros, simples pero dignos desemplen- dos, también olvidados cantantes populares, asf como ex boreado- res gordos. Diariamentetomabar el ol que les tonic los ien- bros reumdticos, las manos endurecidas, las piles marchitas, los ojos cansados. Después de conversaciones plenas de recuerdos ¥ calor, retornaban a sus casas, Muchos de ellos desarrollaban certo _gusto por el silencio, por mutismtos pldcidos otristes (145) Pero antes anoté que volveria sobre mi afirmacién de que José Ricardo Chaves asume, en esta obra, la esiética narra- tiva novecentista, Fundamenté mi aserto ~aunque sin decirlo todavia- principalmente en que el narrador, en su obra, es un ente ansioso de que se lo tenga en cuenta como el mago del texto, de estar presente donde menos lo requiere el lector, y més que omnisciente: todopoderosisimo, en realidad, y preo- ccupado de que el consumidor dela obra posea una visién com- pleta de hechos y personajes tal como su creador los pensé. El narrador de esta novela manipula a lector de principio fin. Lo lleva, lo trae, lo zarandea y le aclara todo. Incluso aprovecha cuanta oportunidad tiene (0 se busca 6 mismo) para dejar en claro su erudicién, para buscar las causas del comportamiento y las emociones de los personajes, para expresar sus propias ideas sobre los sentimientos y cuanto asunto tenga relacién con Ja humana naturaleza. El lector, calladito y compuesto, debe aceptar, pasivo, sin més aporte que su recorter deleitoso linea por linea la obra e imaginar; solo imaginar, que para eso cuenta con el material precioso elaborado por Chaves (sin duda, no solo escritor, sino pintor,y de los mejores). Esta es la estética que caracteri2d a Cervantes, a los escri- tores realistas, alos naturalistas,y que enla hora actual se mira con cierto desdén, si se ejercita en textos del presente. Pero jeuidado! No debemos pensar que Chaves es un escritor que se aferré al pasado 0 que no fue capaz de calzar- se las herramientas narrativas de hoy. Buena prueba de que ‘no es asf tenemos en sus relatos breves anteriores a su Perseo, ara comprender la intencionalidad de sus procedimientos, es preciso prestar atencién, en la novela, a Bruria la amante cuarentona y regordeta de Andrade, que desde su entradaen elrelato est pensando en escribir una novela. que, sileimos con cuidado la obra de Chaves, sabemos que la terminé ~en su primer esbozo- tres afios después de los acontecimientos 230 “Myriam Bustos Arratia « NOVELA NUESTROS ESCRITORESY NUESIROS LIBROS 231

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