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Lunes - 1ª semana. T. Ordinario Ciclo C.

Año Impar (Heb 1 1-6; Mc 1, 14-20)

INVOCACION DEL ESPIRITU SANTO

✞ ✞ ✞ Padre, en Tus manos abandono mi vida y todo mi ser, para que me vacíes de todos
los pensamientos, palabras, obras, deseos e imágenes que me separan de Ti.
Calma mi sed y sacia mi hambre, lléname de Ti. Con humildad te entrego mi intención de
consentir tu Presencia y acción en mí, sáname, transfórmame, hazme de nuevo.
Ahora mismo anhelo y te pido a nombre de tu Hijo Jesús que me des al Espíritu Santo;
pues ya dispuesta mi alma, por tu gracia y misericordia; espera la luz que abra mi mente
y mi corazón para escucharte y ahí en mi meditación dejarme encontrar, sorprender,
seducir, tocar, y guiar por Ti.
Dime lo que quieres de mi para hacer Tu voluntad y no la mía. Dame el don de la
contemplación y la gracia para ver, aceptar y perseverar sin apegos, en este camino hacia
la Gloria.

✞ ✞ ✞ Señor Jesús, que tu Espíritu, nos ayude a leer las Sagradas Escrituras en el mismo
modo con el cual Tú la has leído a los discípulos en el camino de Emaús.
Con la luz de la Palabra, escrita en la Biblia, Tú les ayudaste a descubrir la presencia de
Dios en los acontecimientos dolorosos de tu condena y muerte. Así, la cruz, que parecía
ser el final de toda esperanza, apareció para ellos como fuente de vida y resurrección.
Crea en nosotros el silencio para escuchar tu voz en la Creación y en la Escritura, en los
acontecimientos y en las personas, sobre todo en los pobres y en los que sufren.

Tu palabra nos oriente a fin de que también nosotros, como los discípulos de Emaús,
podamos experimentar la fuerza de tu resurrección y testimoniar a los otros que Tú estás
vivo en medio de nosotros como fuente de fraternidad, de justicia y de paz. Te lo pedimos
a Ti, Jesús, Hijo de María, que nos has revelado al Padre y enviado tu Espíritu. Amén

✞✞✞
Jesús, enséñame a gustar la infinitud del Padre. Háblame, Señor Jesús, acerca del Padre.
Hazme niño para hablarme de él como los padres de la tierra conversan con sus pequeños;
hazme amigo tuyo para hablarme de él como hablabas con Lázaro en la intimidad de
Betania; hazme apóstol de tu palabra para decirme de él lo que conversabas con Juan;
recógeme junto a tu Madre como recogiste junto a ella a los doce en el Cenáculo..., lleno
de esperanza para que el Espíritu que prometiste me hable todavía de él y me enseñe a
hablar de él a mis hermanos con la sencillez de la paloma y el resplandor de la llama (G.
CANOVAI, Suscipe Domine).
“JESÚS NOS VE Y NOS LLAMA: ‘SIGANME’ ”
 «Lago de Galilea. Jesús decía: arrepiéntanse y crean en el Evangelio».
 «Dijo a Simón y a Andrés: Síganme y los haré pescadores de hombres».
 «También llamó a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo»
 «Inmediatamente dejaron las redes, y la barca y se fueron con Jesús».

1 RITOS INICIALES
✞ ✞ ✞ Antífona de entrada Sal Cf. 111, 4

En un trono excelso vi sentado a un hombre, a quien adora muchedumbre de ángeles,


que cantan a una sola voz: «Su imperio es eterno».

Nos reunimos en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espiritu Santo. Amén.
✞ ✞ ✞ Saludo al altar y pueblo congregado

Misa de feria. 14 de Enero 2019


El tiempo ordinario
43. Además de los tiempos que tienen un carácter propio, quedan 33 o 34 semanas en el
curso del año, en las cuales no se celebra algún aspecto peculiar del misterio de Cristo;
sino más bien se recuerda el mismo misterio de Cristo en su plenitud, principalmente los
domingos. Este periodo de tiempo recibe el nombre de tiempo ordinario.
44. El tiempo ordinario comienza el lunes que sigue al domingo posterior al 6 de enero y
se extiende hasta el martes antes de Cuaresma, inclusive; de nuevo comienza el lunes
después del domingo de Pentecostés y termina antes de las primeras Vísperas del domingo
I de Adviento.
Por esto, se emplean una serie de formularios que para los domingos y ferias de este
tiempo se encuentran tanto en el Misal como en la Liturgia de las Horas.
La gracia del Señor Jesucristo, el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo esté
siempre con nosotros.

✞ ✞ ✞ Oración preparatoria (para ponerme en presencia de Dios)

Señor, hoy vengo ante Ti para encontrarme contigo. Quiero estar atento para escuchar lo
que me quieres decir. Eres mi Creador y mi Padre. Tú sabes cuánto te necesito y cuánto
quiero seguirte. Ayúdame porque yo solo nada puedo.
• Puesto en tu presencia, Señor, quiero date gracias porque me permites compartir este
momento de comunión contigo. Quiero escuchar tu Palabra, acogerla en mi interior y
seguir tus enseñanzas. Dame la luz y la gracia que necesito para poder hacerlo.

✞ ✞ ✞ Introducción por el Celebrante.

Discípulos hoy. (Heb 1,1-6; Mc 1,14-20)


Año I. Hoy comenzamos a leer la carta a los Hebreos. Dios nos habla en la naturaleza, en
la gente que nos rodea, en los acontecimientos de la vida. Sin embargo con frecuencia
estamos sordos a sus palabras y a su silencio. Poco escucharon a sus mensajeros, los
profetas. Finalmente Dios habló por medio de su Hijo Jesús. La Carta a los Hebreos
acentúa este punto: en el Evangelio de este día oímos a Jesús hablando y proclamando
su Buena Noticia de salvación. – Pero Jesús y su Evangelio, ¿son Buena Noticia para
nosotros hoy? ¿Aceptamos el Evangelio como palabras y acción de Dios, dirigidas
personalmente a nosotros hoy?
En el evangelio de hoy Jesús empieza a predicar la venida del reino de Dios en medio del
pueblo. Convoca a la penitencia y a la conversión y elige sus primeros discípulos. Jesús
nos dirige a nosotros hoy estas mismas palabras: “¡Arrepiéntanse, conviértanse, sean
pescadores de hombres para el reino”.

✞ ✞ ✞ Acto penitencial

El Señor Jesús, que nos invita a la mesa de la Palabra y de la Eucaristía, nos llama ahora
a la conversión. Reconozcamos nuestra indignidad, debilidad, y nuestros pecados e
invoquemos con esperanza la misericordia de Dios.
Jesucristo, el justo, intercede y nos reconcilia con el Padre. Abramos, pues, nuestro
espíritu al arrepentimiento. … Un poco de silencio…
• Cuando tomo conciencia de mi fragilidad muchas veces experimento la tentación de
ceder a la desesperanza. ¡Cuántas veces soy negligente en mi combate espiritual! Sin
embargo, Tú siempre estás esperándome con los brazos abiertos para perdonarme y
devolverme a la vida. Sé que eres todo amor y misericordia y eso me llena de confianza
y de esperanza.
¡Señor, ten piedad! ¡Cristo, ten piedad! ¡Señor, ten piedad!

✞ ✞ ✞ Oración Colecta:

Señor Dios nuestro: Tú nos invitas a nosotros, discípulos hoy de tu Hijo, a convertirnos
totalmente al evangelio y a ayudar a extender tu reino. Danos corazones abiertos al
evangelio y generosidad para compartirlo con los hombres de nuestros días. Te lo pedimos
por medio de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro, que vive contigo y con el Espíritu
Santo, un solo Dios, por los siglos de los siglos.
Te pedimos, Señor, que atiendas con tu bondad los deseos del pueblo que te suplica, para
que vea lo que tiene que hacer y reciba la fuerza necesaria para cumplirlo. Por nuestro
Señor Jesucristo.

2 LITURGIA DE LA PALABRA
✞ ✞ ✞ Primera lectura: Hebreos 1, 1-6

Dios nos ha hablado por el Hijo


1 Muchas veces y de muchas maneras habló Dios antiguamente a nuestros antepasados
por medio de los profetas;
2 ahora, en este momento final nos ha hablado por medio del Hijo, a quien constituyó
heredero de todas las cosas y por quien hizo también el universo.
3 El Hijo que, siendo resplandor de su gloria e imagen perfecta de su ser, sostiene todas
las cosas con su Palabra poderosa y que, una vez realizada la purificación de los pecados,
se sentó a la derecha de Dios en las alturas
4 y ha venido a ser tanto mayor que los ángeles cuanto más excelente es el título que ha
heredado.
5 En efecto, ¿a qué ángel dijo Dios alguna vez: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy.
Y también: Yo seré padre para él y él será hijo para mí?
6 Y, de nuevo, cuando introduce a su Hijo primogénito en el mundo, dice: Que lo adoren
todos los ángeles de Dios.
PALABRA DE DIOS. R/TE ALABAMOS, SEÑOR
www.evangelizacion.org.mx

Meditatio
Uno de los principales problemas de la primera comunidad fue el definir quién y qué era
Jesús: ¿Un simple ser humano, revestido de poder divino? ¿un dios con "apariencia de
hombre"? ¿un ángel? Cuestión que solo quedará totalmente definida hasta el Concilio de
éfeso (431 d.C.) en donde se afirma categóricamente que Jesús es verdadero Dios y
verdadero hombre.
El inicio de esta carta, nos introduce en este misterio de Cristo y se nos presenta como el
"gran revelador del Padre". Al iniciar este nuevo período dentro de nuestra liturgia, la
Palabra de Dios nos invita a que también nosotros clarifiquemos quién es Jesús, ¿será
para mí, como lo expresa este pasaje, verdadero Dios, consubstancial al Padre? Si es así,
se imponen algunas resoluciones que deben ser parte de nuestra vida: obedecerlo en su
Palabra, amarlo en su Iglesia, adorarlo en espíritu y verdad y servirlo en sus hermanos,
sobre todo en los más pobres.
Oratio
Señor Jesús, te reconozco como verdadero Dios, de la misma naturaleza que el Padre,
creo que eres mi Señor y Salvador, y puedo declararlo con firmeza y sin dudar delante de
los hombres; es por eso, Señor, que me comprometo a obedecer tu Palabra, a amarte en
conjunto con la Iglesia, tu esposa, y servirte a ti, Dios todopoderoso, en mis hermanos,
con un amor especial por los pobres y necesitados.
Actio
Hoy estaré pendiente de escuchar a Jesús en cada momento y situación del día, sabiendo
que él me habla en cada cosa que ocurre en mi vida.
www.santaclaradeestella.es

• Los cristianos procedentes del judaísmo, a quienes va dirigida la carta a los Hebreos,
están acechados por dos pruebas que podrían inducirles a la apostasía: la nostalgia de los
ritos del templo de Jerusalén, de los que han sido excluidos, y el presagio de nuevas e
inminentes persecuciones. El autor, a fin de confirmarlos en la fe, les presenta la belleza
y la profundidad del misterio de Cristo, haciendo una continua referencia al culto judío;
por otra parte, alterna la exposición doctrinal con exhortaciones a la perseverancia y a la
fidelidad.
El exordio (w. 1-4), donde presenta el esbozo de los temas que va a desarrollar en la
carta, tiene casi el tono de una doxología. Está centrado en la novedad cristiana
fundamental: el Dios de los Padres es único, pero no un solitario; en la perfecta comunión
de las personas es, eternamente, Padre de un Hijo cuyo misterio se ha hecho presente
entre nosotros «ahora». El autor traza, de una manera sintética, sus rasgos: el Hijo es
creador junto con el Padre, le revela plenamente y participa de su soberanía (w. lss). En
él mora todo el resplandor de Dios, que se hace así perceptible al hombre (v. 3a): el
templo era un símbolo de esta realidad que se cumple en Jesús. Éste, que es el verdadero
templo, es asimismo el verdadero sacerdote que ha llevado a cabo «la purificación de los
pecados» con la ofrenda sacrificial de sí mismo: éste es el culto definitivo que nos abre el
acceso a Dios, a cuya diestra está sentado ahora el Hijo (v. 3b). Aunque ha asumido
nuestra naturaleza (v. 6a), Cristo es muy superior a los ángeles: tiene, en efecto, una
relación de origen absolutamente única con Dios (v. 5), que le ha constituido primogénito
de toda criatura (v. 6; cf. Col 1,15-18) y le ha dado su mismo «nombre»: Señor, Kyrios
(v. 4; Flp 2,9-11).
www.Dioscadadía.Bastin,Pinkers,Teheux

Ultima palabra. Hebreos 1,1-6. La comprensión «moderna» de la epístola a los Hebreos


puede resumirse en tres negaciones. Esta carta no es una carta, sino una homilía; no va
dirigida a los judíos, sino a cristianos muy antiguos. Por último, su autor no es Pablo,
aunque coincida en más de un punto con la doctrina del apóstol.
La epístola habla básicamente de Cristo y culmina afirmando el inigualable valor de su
sacerdocio y de su sacrificio. Arranca con un exordio solemne en el que se recuerdan las
innumerables intervenciones de Dios en la historia humana, y se afirma que Cristo
inauguró con su obra redentora los últimos tiempos, siendo tanto más superior a los
ángeles «cuanto más sublime es el nombre que ha heredado». El punto que el autor de
Hebreos se propone desarrollar en primer lugar es la glorificación de Cristo; con tal fin,
empieza estableciendo la dignidad de Jesucristo y la posición que ocupa con respecto a
los ángeles. Oponiéndose a determinados círculos que atribuían a los ángeles un papel
salvífico, cita algunos pasajes de la Escritura que atestiguan que el nombre de Hijo le fue
dado a Cristo por Dios, no a las potestades angélicas.
El Salmo 96 es una imitación de los cánticos de victoria, utilizados al entronizar el arca
de la alianza al finalizar una campaña militar; estos cánticos volvieron a ser utilizados en
el templo de Jerusalén, en el marco de la fiesta de los Tabernáculos. Este salmo, de
composición reciente, emplea materiales antiguos, especialmente un poema teofánico.
www.fraynelson.com

1. El Tiempo "Ordinario"
1.1 Empezamos hoy el tiempo llamado "ordinario", o mejor: el tiempo "durante el año".
En el dúo adviento-navidad celebramos la encarnación del Señor; en el dúo cuaresma-
pascua celebramos la muerte y resurrección del Señor. La Encarnación y la Pascua son los
dos misterios mayores de nuestra fe, pero no agotan el misterio de Cristo. El tiempo
"durante el año" tiene ese propósito: contemplar de la mano del Evangelio el conjunto
admirable del misterio del ministerio de Cristo, que es lo que va desde su Encarnación
hasta su Pascua.
1.2 Nuestra guía en esa contemplación y maravilloso aprendizaje es, desde luego, el Santo
Evangelio. Por eso el tiempo ordinario es el tiempo del evangelio, el tiempo para oír, de
un modo continuo y muy completo, el evangelio. Ahora bien, como hay una serie de textos
evangélicos que se proclaman en adviento-navidad y otra en cuaresma-pascua, los textos
del tiempo ordinario empiezan con el bautismo del Señor, que fue la fiesta de ayer, y se
prolongan hasta los discursos de fondo escatológico que Jesús predicó en Jerusalén, ya
próximo a su Pasión.
1.3 El tiempo ordinario tiene 33 o 34 semanas, dependiendo del comienzo del adviento
del año litúrgico siguiente. Durante esas semanas se leen los textos principales del
Evangelio según san Marcos, luego las partes de Mateo que no tienen paralelo en Marcos
y luego las partes de Lucas que no tienen paralelo exacto ni en Marcos ni en Mateo. De
este modo, los evangelios llamados "sinópticos" nos enseñan a lo largo de este ciclo del
tiempo ordinario a mirar el misterio del ministerio de Nuestro Señor Jesucristo.
1.4 Eso en cuanto a las lecturas del evangelio. Con respecto a la primera lectura, la Iglesia
ha tomado una opción en dos ciclos: uno para los años impares, como este, y otro para
los años pares. Los libros, o mejor dicho, las partes de los libros que se leen en cada ciclo,
par o impar, son obviamente distintos. El ciclo de los años impares comienza, como
vemos, con la Carta a los Hebreos; el ciclo de los años pares empezará con la historia de
Samuel, en el Primer Libro que lleva su nombre.
2. La unicidad del Hijo
2.1 Por amor a nuestra fe y por anhelo de apreciarla mejor, hemos de destacar algunos
puntos del texto de Hebreos que la Iglesia nos ofrece hoy. Empezamos con una pregunta:
¿qué peculiaridades tiene Cristo, según estos versículos?
2.2 Son varias estas peculiaridades. Cristo llega en el momento "final", y como final de un
proceso (Heb 1,2). Cristo es el "heredero de todo"; es aquel "por quien fue hecho el
universo" (Heb 1,2). Aún más: "El es reflejo de su gloria, imagen perfecta de su ser. El
sostiene el universo con su palabra poderosa." (Heb 1,3). Cristo es el que ha realizado "la
purificación por los pecados" (Heb 1,3); es el que está "a la diestra del Padre", y que
recibe un trato (tiene un "título") superior al de todo ángel, pues es "engendrado de Dios",
que le llama "hijo" y se llama "Padre".
2.3 La enseñanza, pues, es clara: Cristo es único. Lo que podemos esperar de Cristo es
único. Lo que hizo Cristo es único. Lo que hemos de agradecerle y el amor que le debemos,
todo, todo es único.
http://www.caminando-con-jesus.org

La carta a los Hebreos tiene las características de una homilía dirigida a los cristianos que
vivían situaciones difíciles, de desaliento y confusión. Así el predicador presenta la figura
del Hijo de Dios ocupando el centro de la etapa final de la historia, donde Dios pronuncia
su palabra definitiva, pero no ya por medio de cualquier hombre, sino por medio de su
propio hijo.

✞ ✞ ✞ Salmo

Sal 96,1.2b.6.7c.9
R/. Adorad a Dios todos sus ángeles.
V/. El Señor reina, la tierra goza, se alegran las islas innumerables. Justicia y derecho
sostienen su trono.
R/. Adorad a Dios todos sus ángeles.
V/. Los cielos pregonan su justicia, y todos los pueblos contemplan su gloria. Adoradlo
todos sus ángeles.
R/. Adorad a Dios todos sus ángeles.
V/. Porque tú eres, Señor, Altísimo sobre toda la tierra, encumbrado sobre todos los
dioses.
R/. Adorad a Dios todos sus ángeles.

✞ ✞ ✞ Aleluya:
WWW.MARCEL
Ultima palabra. Marcos 1,14-20. Se ha vuelto una página; el encarcelamiento de Juan
Bautista deja libre el campo al Mesías. Juan había bautizado con agua; Jesús bautizará en
el Espíritu Santo. Por el momento, se dirige a Galilea, donde proclamará la buena noticia
de Dios. Jesús invita a los hombres a concienciarse; su palabra les coloca frente al
proyecto liberador de Dios. En efecto, el Reino no llegará a manifestarse por completo
sino cuando todos los hombres hayan descubierto en Jesús la fuente de la felicidad a la
que aspiran. Esta es la razón por la cual Jesús inaugura su predicación en Galilea, la
provincia judía más abierta al mundo pagano.
Su palabra es eficaz, de entrada. Jesús detiene su marcha junto al «mar» de Galilea e
invita a cuatro hombres a seguirle. La circunstancia en que tiene lugar este llamamiento
hace que éste sea significativo: en efecto, en la Biblia, el mar está considerado como la
guarida de las fuerzas hostiles a Dios y a los hombres. Así pues, el llamamiento de Jesús
libera a los cuatro primeros discípulos de las fuerzas que intentaban sofocar en ellos la
obra divina. Los pescadores del lago lo dejan todo, pues ésta es la condición requerida
para seguir a Jesús.
► Para el hombre, ¡hablar es vivir! Por la palabra da sentido a las cosas y al mundo. Por
medio de la palabra se hace hombre, al recibir de los otros el significado de los vocablos,
de los seres y de la realidad. Habla el hombre, y su palabra da forma al mundo. Nace el
hombre en un mundo en el que se habla, y se despierta a un mundo que ya tiene un
sentido y que es un universo en el que los seres y las cosas ocupan un determinado lugar
que les ha sido asignado. Y, a todo lo largo de su vida, el hombre se arriesgará a hablar
de lo que vive, de lo que siente y de lo que es, sin llegar nunca a agotar la palabra capaz
de expresar la totalidad de su existencia. El hombre intenta decirse a sí mismo: para él,
¡hablar es vivir!
También para Dios ¡hablar es vivir! Desde el principio, Dios existe hablando. Palabra del
Padre que, desde siempre, engendra una palabra que responde a su ternura, Verbo nacido
en el seno mismo de Dios, Hijo único porque es la Palabra que responde perfectamente a
la ternura ofrecida. Dios es diálogo en su mismo ser: Padre e Hijo, palabra en concordancia
tal que suscita una misma respiración, el Espíritu. Para Dios, existir es hablar.
Yo diría —permítaseme la expresión— que es de la misma naturaleza de Dios el decirse,
el hablar y el revelar su nombre. Pero la noticia extraordinaria de nuestra fe cristiana es
ésta: cuando Dios habla a los hombres, su Palabra no es regulada por su ser divino, sino
por el espíritu del hombre con el que entra en comunicación. Cuando Dios, movido por
amor, toma la iniciativa de proponer la participación de su vida al hombre, entra en el
juego de las leyes del amor, que quiere que sea «el otro» el que condicione mi amor; para
realizar Dios esta comunión con el hombre, se hace hombre.
«Después de haber hablado en distintas ocasiones y de muchas maneras, Dios nos ha
hablado por el Hijo, expresión perfecta de su ser». «Se han cumplido los tiempos»: se
proclama la Buena Noticia, porque el Verbo eterno se ha hecho hombre, palabra de carne
y sangre. En las palabras de este hombre de Nazaret, en lo que dirá de sí mismo y en las
palabras suyas que se convierten en actitudes y en milagros, hemos de reconocer la
expresión perfecta de Dios, su última palabra. Dios no tiene otra cosa que decir que Jesús.
Afirmar esto —que es la última palabra de la fe cristiana— es descubrir que Dios no tiene,
para decirse, más que una vida de hombre, nuestras vidas de hombres. Nuestras palabras
de hombres y nuestros gestos de hombres son capaces de expresar a Dios. Cuando Dios
se ha dicho en Jesucristo, ya no le queda nada por decir, pues a partir de ese momento
Dios encontró a un hombre que responde perfectamente a su proposición de alianza. En
Jesús hemos llegado a ser capaces de Dios. Porque, si Dios declara de manera única y
exclusiva a Jesús: «Hijo mío eres tú, hoy te he engendrado», esas palabras también se
nos han aplicado a nosotros el día de nuestro bautismo. Ellas expresan el sentido de
nuestra vida, su vocación y toda su dimensión. «¡Convertios y creed la Buena Noticia!»:
nunca acabaremos de despertar del todo a esta Palabra, que es nuestro nacimiento; e
incluso en la eternidad, nuestra última palabra será una palabra pronunciada torpemente,
debido al asombro que nos producirá la audacia de pronunciarla: «Padre».

***ORACION MARCEL
Oh Dios, dueño del tiempo y de la historia, tú cumples tus promesas enviándonos a tu
Hijo Jesús. Haz nueva hoy para nosotros la Palabra que él anuncia. Reaviva nuestra
voluntad de seguirle: que su enseñanza sea la norma de nuestra vida, y lo que él nos dice
de ti revelación de tu misterio. Es bueno bendecirte, Dios y Padre nuestro, pues, tras
haber hablado por los profetas de todos los tiempos, pronunciaste la palabra única,
revelación definitiva de lo que quieres decirnos.
Bendito seas por tu Hijo, que ha mantenido en este nuestro tiempo la palabra que a
nosotros nos era imposible vivir de veras, la respuesta perfecta a tu alianza. Hijo único,
Verbo de ternura pronunciado desde toda la eternidad, él es el mayor de una multitud de
creyentes: por su Espíritu, que da cuerpo a la palabra de gracia, nos atrevemos nosotros
a pronunciar tu nombre y a prestar nuestra voz a la alabanza del universo. Dios de la
palabra y de los profetas, no tenemos más que decirte que las palabras reveladas por ti
mismo.
Bendito seas por el Verbo, ese Hijo que lo sustenta todo con su poderosa Palabra: sólo él
puede decir de ti lo que ha visto con sus propios ojos. Iluminados por su palabra, te
rogamos: concédenos comprender lo que él nos revela y cumplir lo que nos pide.
Dios de la palabra y de los profetas, tú nos revelas tu rostro dándonos a tu Hijo amado.
El nos descubre tu amor entregándose a nosotros, vida consagrada a la Buena Noticia,
pan partido para un mundo acorde con tus designios. ¿Cómo íbamos a poder esperar estar
a la altura de lo que nos pides si no se nos diera Cristo, Verbo de nuestras torpes palabras,
consagración de nuestras fraternidades esbozadas? Que nuestra existencia, pues,
armonice con la suya y te glorifique ya desde ahora.

WWW.EVANGELIZACION
Una de las actitudes que han hecho que el cristianismo no haya llegado todavía a todos
los corazones, como es el deseo de Dios, es la indecisión en el seguimiento del Señor.
Todos estamos muy ocupados con nuestras cosas y nuestros pensamientos.
Y la verdad, lo que hacemos es importante, sin embargo, cuando el Señor nos llama no
hay lugar para las demoras, ni para las excusas. Y este llamado no es sólo al seguimiento
apostólico, como sería el caso de los sacerdotes, religiosos o religiosas, sino que es un
llamado general para vivir con "prontitud" el mensaje del Evangelio: ¡Ven y sígueme! Será
el mismo llamado para todos, apóstoles y seglares.
A la voz del Maestro hay que dejarlo todo y ponerse en camino con él. Pedro, Andrés,
Santiago y Juan dejaron "de inmediato" lo que estaban haciendo; y nosotros, ¿cuándo?

WWW.MIVIDAENXTO
Lectura espiritual breve
Profundiza en el llamado que Jesús te hace a la conversión y a ser su discípulo ayudado
por esta reflexión:
«Estas palabras de Jesús, que hemos escuchado, se repiten a lo largo de la historia y en
todos los rincones de la tierra. Como el Maestro, hago la misma invitación a todos,
especialmente a los jóvenes, a seguir a Cristo. Queridos jóvenes, Jesús llamó un día a
Simón Pedro y a Andrés. Eran pescadores y abandonaron sus redes para seguirle.
Ciertamente Cristo llama a algunos de Ustedes a seguirlo y entregarse totalmente a la
causa del Evangelio. ¡No tengan miedo de recibir esta invitación del Señor! ¡No permitan
que las redes les impidan seguir el camino de Jesús! Sean generosos, no dejen de
responder al Maestro que llama. Síganle para ser, como los Apóstoles, pescadores de
hombres» (Benedicto XVI).
Acción de gracias y peticiones personales
Gracias Jesús por renovarme en mi resolución de convertirme cada vez más a Ti y creer
en tu Evangelio. Ayúdame a ser como Simón y Andrés, como Santiago y Juan, y seguirte
sin temor. Quiero seguir tus pasos, ser tu discípulo. Me fortalece la certeza de que me
amas y siempre me acompañas.
Si quieres, puedes pedirle al Señor por tus intenciones.
Reza un Padre Nuestro, un Ave María y un Gloria…
Consagración a María
Termina esta oración rezándole a María:
Salve, Reina de los Cielos y Señora de los ángeles; salve raíz, salve puerta, que dio paso
a nuestra luz. Alégrate, Virgen gloriosa, entre todas la más bella; salve, agraciada
doncella, ruega a Cristo por nosotros.
D: Que con el auxilio de tan dulce intercesora,
T: seamos siempre fieles en el terreno caminar. Amén

WWW.SANTACLARA
LECTIO DIVINA correspondiente al Lunes 1ª semana del Tiempo ordinario

Evangelio: Marcos 1,14-20


14 Después de que Juan fue arrestado, marchó Jesús a Galilea, proclamando la Buena
Noticia de Dios.
15 Decía: -Se ha cumplido el plazo y está llegando el Reino de Dios. Convertíos y creed
en el Evangelio.
16 Pasando Jesús junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que estaban
echando las redes en el lago, pues eran pescadores.
17 Jesús les dijo: -Venid detrás de mí y os haré pescadores de hombres.
18 Ellos dejaron inmediatamente las redes y le siguieron.
19 Un poco más adelante vio a Santiago, el de Zebedeo, y a su hermano Juan. Estaban
en la barca reparando las redes.
20 Jesús los llamó también, y ellos, dejando a su padre, Zebedeo, en la barca con los
jornaleros, se fueron tras él.

• La liturgia del tiempo ordinario nos pone en camino con Jesús, «detrás» de él (v. 17), a
fin de ir descubriendo, de una manera progresiva, su misterio y nuestra auténtica
identidad. El fragmento de hoy recoge en síntesis el comienzo de su ministerio público.
Jesús se inserta en el surco preparado desde los profetas hasta Juan el Bautista, precursor
de Cristo incluso en el desenlace de su misión (v. 14, literalmente: «entregado»).
Sin embargo, su novedad es absoluta, porque Jesús no anuncia ya lo que Dios quiere
llevar a cabo, sino que realiza el cumplimiento de las promesas divinas y de las
expectativas humanas: el Reino de Dios y la salvación se vuelven una realidad presente
con él. Su misma persona es el Reino, es el Evangelio (1,1); él inaugura el tiempo
favorable (kairós) en el que Dios somete a las fuerzas que disminuyen la vida del hombre
(v. 15a).
Se trata de un mensaje espléndido y, al mismo tiempo, comprometedor, puesto que la
obra de Dios solicita nuestra respuesta, una respuesta que se compone de conversión
(cambiar de mentalidad y de orientación nuestros propios pasos) y de adhesión de fe a la
alegre noticia. La vocación de los primeros discípulos nos ofrece un ejemplo práctico. A
diferencia de la costumbre judía, en la que eran los discípulos quienes escogían a su
«rabí», ahora la iniciativa corresponde, significativamente, a Jesús: es él quien llama a
algunos para que le sigan, para que sean discípulos suyos. Jesús pasa por la vida cotidiana
de los hombres, ve con una intensa mirada de amor y de conocimiento, invita y promete
una condición nueva.
Esta llamada se repite: es una invitación que se extiende, una alegría que se multiplica,
un acontecimiento que también nos llega a nosotros, hoy. El que cree en el mensaje de
Jesús cambia de estilo de vida, deja el pasado, las seguridades, los afectos: «Se ha
cumplido el plazo», es preciso aprovechar la ocasión de gracia. «Está llegando el Reino de
Dios»: a nosotros nos corresponde elegir si entramos en él. «Ellos dejaron
inmediatamente las redes y le siguieron» (vv. 18.20b).

MEDITATIO
Un encuentro, una invitación. Una mirada que ha penetrado hasta el alma, y, desde
entonces, la mirada del corazón quisiera posarse para siempre sobre ti. ¿Quién eres,
Jesús? Tú nos llamas para que te sigamos, y nosotros apenas te conocemos... Los profetas
de los tiempos antiguos nos han anunciado las cosas de Dios, pero hoy es por medio de
ti como nos habla el Padre. Y la Palabra poderosa, creadora, eres tú. El Dios al que nadie
había visto lo revelas tú en ti mismo: eres su imagen perfecta, el resplandor de su gloria,
su Hijo amado. Tú nos llamas para que te sigamos, pero nosotros nos sentimos muy
inadecuados, lejanos... Con todo, por eso has venido a nosotros: para purificarnos de los
pecados, ofreciéndote a ti mismo, y preparar así a cada hombre -hermano tuyo- un lugar
junto al Padre. Nosotros, como los primeros cristianos, advertimos tu mirada sobre
nuestro presente y comprendemos: si nos dejamos aferrar por la fascinación de tu
persona, nos sentiremos libres de cualquier otra cosa. «Se ha cumplido el plazo»:
queremos seguirte. «Está llegando el Reino de Dios»: para que reine en nosotros
únicamente tu amor, ayúdanos a abandonar todo lo que se opone a él. Hoy, detrás de ti,
comienza un camino que puede llevarnos lejos, un camino que atraviesa las calles del
hombre y conduce a la diestra de Dios.

ORATIO
Jesús, Hijo eterno del Padre, que has recorrido los senderos del tiempo, tú irradias la
gloria de Dios en el gris fluir de los días. Concédenos, oh Señor, una mirada capaz de
entrever tu continua presencia entre nosotros.
Tú eres la Palabra, la Buena Noticia que el Padre nos envía: concédenos escuchar con fe
el Evangelio que puede cambiar nuestra vida. Primogénito elevado por encima de los
ángeles, tú has venido a los hombres para buscar a tus hermanos: haz que acojamos la
invitación a seguirte a la casa de tu Padre. Ayúdanos a aprovechar la ocasión de gracia
que hoy -siempre hoy- nos ofreces, lavando nuestros pecados con tu sacrificio. «Se ha
cumplido el plazo»: queremos ir detrás de ti, Señor.

CONTEMPLATIO
He aquí la magnífica prerrogativa del sacerdocio de Cristo y de sus ministros: ofrecer a la
Trinidad, en nombre de la humanidad y del universo, un cántico de alabanza agradable a
Dios; asegurar, esencialmente, el retorno integral de la criatura al Señor de todas las
cosas.
El Padre engendra al Hijo y, desde toda la eternidad, le comunica el don supremo: la vida
y las perfecciones de la divinidad, haciéndole partícipe de todo lo que es él mismo. El
Verbo, imagen perfecta y sustancial, es «resplandor de la gloria del Padre». Como nacido
de la fuente de toda luz, él mismo es luz, y refluye como un cántico sin fin hacia aquél de
quien emana: «Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío» (Jn 17,10).
El sacerdocio es un don del Padre a la humanidad de Cristo, puesto que, en cuanto el
Verbo se hizo carne, el Padre celestial contempló a su Hijo con una complacencia infinita;
le reconoció como único mediador entre el cielo y la tierra, como pontífice para siempre.
Jesús, como hombre-Dios, tendrá la prerrogativa de concentrar en sí mismo a toda la
humanidad para purificarla, santificarla y reconducirla al abrazo de la divinidad,
rindiéndole así, por medio del Señor, una gloria perfecta en el tiempo y en la eternidad.
El Hijo recibió desde el primer instante de la encarnación esta misión de mediador y de
pontífice. El consummatum est pronunciado por Cristo al morir era, al mismo tiempo, el
último suspiro de amor de la víctima que ha expiado todo y el solemne testimonio del
pontífice que consuma la acción suprema de su sacerdocio (C. Marmion, Cristo idéale del
sacerdote, Milán 1959, pp. 3-8, passim).
ACTIO
Repite con frecuencia y vive hoy la Palabra: «Me has llamado, Señor, aquí estoy» (cf. 1
Sm 3,4ss).

PARA LA LECTURA ESPIRITUAL


En la raíz de nuestra vocación cristiana se encuentra el hecho de que Cristo nos dio su
vida en la cruz. La vida que él nos ha dado es una vida que ha pasado a través de la
muerte y la ha vencido; es la vida resucitada; es la vida eterna. Esta vida es la misma
que mana de Cristo para salvarnos, del mismo modo que brota de una manera incesante
para continuar creándonos. Esta vida es imparable. Inundados por ella, debemos
salvarnos por medio de ella, en ella, con ella. Ahora bien, cuando el Reino de los Cielos
quiere traspasar el mundo, cuando el amor de Dios quiere buscar a alguien que está
perdido, cuando este alguien es una multitud, importa mucho más quién se es que lo que
se es; importa mucho más cómo se hace que lo que se hace.
Se puede ser vendedor de pescado, farmacéutico o empleado de banca; se puede ser
hermanito de Foucauld o hermanita de la Asunción; se puede ser scout o miembro de la
Acción Católica... A cada uno le corresponde su puesto. Sin embargo, hay un puesto que
no se puede dejar de ocupar, un puesto que está destinado a cada uno de nosotros, sin
excepción: amar al Señor antes que nada como a un Dios que rige el mundo; amar al
Señor por encima de todo como a un Dios que ama a los hombres; amar a cada ser
humano hasta el fondo; amar a todos los hombres, amarlos porque el Señor los ama y
como él los ama.
El cristiano está destinado a sufrir sabiendo por qué sufre. El sufrimiento no es injusto
para él: es su fatiga. El sufrimiento de Cristo y la redención de Cristo son inseparables
para el cristiano. Este sabe que la redención de Cristo no ha eliminado el pecado, y por
consiguiente el mal, del mundo, sabe que la redención de Cristo no ha vuelto a los hombres
inocentes, sino que los ha convertido en perdonados en potencia (M. Delbrél, Indivisibile
amore, Cásale Monf. 1994, pp. 22-24, passim).

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