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La arquitectura de Venezuela es el arte edificado tanto en Venezuela, como

por arquitectos venezolanos en otras partes del mundo. La arquitectura


venezolana es una mezcla de la cultura autóctona indígena venezolana y de las
adoptadas en el país por la transculturización artística de las distintas culturas
arquitectónicas que se comenzaron a proyectar en Venezuela desde la llegada
de los españoles a territorio venezolano.

Arquitectura neoindia

En Venezuela, el hombre prehistórico empezó a construir arquitecturas


útiles, aproximadamente desde el año 1000 a. C hasta el siglo
XV d. C., en el período conocido como el "Neoindio".

La arquitectura neoindia consistía en construcciones incipientes, como


terrazas agrícolas y bóvedas alineadas por piedras, llamadas
mintoyes, que eran utilizadas como tumbas y silos para el
almacenamiento de productos agrícolas. 00

Arquitectura indohispana

La arquitectura indohispana es la que se comienza a desarrollar a


partir del año 1498 d. C., año en el que llegan los colonizadores a
costas venezolanas. En el siglo XV se proyectan dos tipos de
arquitecturas, la trabajada por los aborígenes venezolanos, y la
construida por los españoles en territorio venezolano.

Calle Colonial.

La arquitectura colonial venezolana es construida desde el siglo XVI


cuando Venezuela comienza a ser colonia dependiente del Imperio
español, hasta 1810, cuando comienza el proceso de independencia
de Venezuela.

La arquitectura de esta época se caracteriza por su discreta modestia.


La explicación está en las condiciones socioeconómicas del país.
Venezuela no ofrecía entonces a los colonizadores las inmensas
riquezas guardadas por la naturaleza para tiempos posteriores.

Una provincia aparentemente poco rica no podía permitirse el lujo de


construir edificios de alto costo a imitación de los grandes virreinatos
que existían para la época y la sociedad colonial no brindaba tampoco
un cuadro tan próspero como el de otros países de América Latina.

La simplificación de los problemas técnicos, la renuncia a la mayoría


de los elementos decorativos y abigarradas ostentaciones de
barroquismos fantasiosos, la imposibilidad de utilizar materiales
costosos y la consiguiente falta de artesanos, contribuyeron a
establecer una modesta pero bien definida fisonomía de la arquitectura
colonial de Venezuela.

Arquitectura civil

La vivienda popular de la colonia se caracterizaba por la simplicidad de


sus formas, sin muchos efectos escenográficos, mientras que la
sobriedad era la principal característica de las mansiones
aristocráticas, con una fuerte influencia morisca heredada de la
España Meridional.

Se puede reconocer la funcionalidad de cada arquitectura colonial, por


el empleo de los materiales, algunos como la madera, la caña amarga,
el adobe, la tapia y la arcilla, que sirvió para la creación de ornamentos
funcionales.

La idea constante que preside la arquitectura colonial venezolana de


protegerse del sol, la lluvia y la luz, se reencuentra en el estudio las
fachadas de las casas de la época. Algunas de las arquitecturas
coloniales más representativas que perduran en la actualidad son:

 Casa Natal del Libertador Simón Bolívar en Caracas


 Casa Guipuzcoana en La Guaira y Cagua
 Casa Amarilla en Caracas
 Casa de la Capitulación en Maracaibo
 Quinta Anauco en Caracas
 Casa de 100 Ventanas en Coro
 Casa del Congreso de Angostura en Ciudad Bolívar



Arquitectura religiosa

Los templos eran constituidos por una casi invariable, disposición


conformada por una planta rectangular, tres naves separadas por
arcos de cubierta de alfarje compuesto de la arquitectura religiosa en la
época de la colonia. La sociedad disponía de los medios suficientes
para erigir monumentos religiosos comparables con los de otros países
del continente. El siglo XVII fue de reconstrucción de los templos
católicos que habían sido destruidos por el terremoto de 1641. El siglo
XVIII, específicamente entre 1728 y 1785 la prosperidad que gozó
Venezuela por la apertura de la Compañía Guipuzcoana se reflejó
también en la construcción de nuevas arquitecturas, en especial de
tipo religiosas.

Las ciudades de Coro y Caracas tuvieron el mayor auge en


construcciones religiosas. Algunas de las edificaciones religiosas más
representativas son:

 Catedral de Caracas
 Panteón nacional en Caracas;
 Catedral de Coro
 Convento de San Francisco en Caracas
 Iglesia de San Francisco en Caracas
 Iglesia de San Francisco en Coro
 Iglesia San Gabriel en Coro

Venezuela Siglo XX

Para comprender la concepción, que tiene tanto los venezolanos como


otros de cualquier otra nacionalidad, es necesario indagar el proceso
histórico por el cual ha transitado y poder analizar el comportamiento
que desde finales del siglo XV hasta nuestros días, el venezolano;
como base fundamental de este proceso, ha experimentado debido a
características que se encuentran fuera de su entorno. Debido a que el
proceso histórico de Venezuela es complejo y por demás se haría muy
extenso el trabajo, se ha optado, por comenzar el mismo, haciendo un
señalamiento de las causas que dieron origen a la implantación de
concepciones económicas y político – administrativas, manteniendo en
constante dominio tanto a la tierra como a los hombres que forman
parte de ésta, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX.

Al culminar con esta pequeña reseña histórica pasaremos, al punto


que más nos interesa, pues ha dado un fuerte giro en la sociedad
venezolana. Es un núcleo que se da a través de la transición
económica basada en la explotación petrolera, en la que se abre un
nuevo período en la historia venezolana, ya que en ésta se opera un
conjunto de transformaciones, que a la vez tendrán una significación
histórica muy importante en la medida, que afecta a la totalidad de los
aspectos que conforman un todo en nuestra sociedad.

Al percatarse de la existencia de recursos mineros comenzaron no sólo


a explotar las zonas donde se hallaban éstos, sino también a los
grupos indígenas que en ella se encontraran. Una actividad forzosa
que provocó la muerte a la mayoría, la esclavitud y la servidumbre al
resto, así como también provocó con el transcurso de los años la
reducción de los pueblos de indios.

6. Conclusión

La economía, es y seguirá siendo, el elemento que transformará la


vida de todo hombre. En el caso de Venezuela, las concepciones
económicas han estado siempre sujetas a la tierra. Primero con la agro
exportación cuya base era la tierra y segundo la exportación petrolera,
proveniente del subsuelo. Todo lo surgido, a raíz de la economía
petrolera venezolana a partir del siglo XX, como se plasmo en el
trabajo, para bien o para mal, ésta es la realidad, que las cosas han
podido ser mejor, nadie lo pone en duda. Venezuela al iniciarse el siglo
XXI, si algo es prioritario, sin duda es evitar todos los errores
cometidos, desde el siglo XX, que al parecer es el siglo más nefasto en
la historia de Venezuela.

Venezuela: Siglo XX hasta el presente

Entre 1908 y 1935 el dictador Juan Vicente Gómez estuvo en el poder.


Durante esta época el país empezó a desarrollar su industria petrolera y Gómez
permitió mucha inversión extranjera de Estados Unidos y Europa. Sin
embargo, Gómez se mantuvo en el poder a través de la represión y la
violencia.

En 1945, el escritor Rómulo Betancourt ganó las elecciones presidenciales


pero en 1952 el país volvió a tener otro dictador, Marcos Pérez Jiménez, hasta
1958. Después de la dictadura de Pérez Jiménez, Rómulo Betancourt volvió a
ocupar la presidencia hasta 1964 y es considerado una figura importante en el
desarrollo de la democracia en Venezuela. Se estableció una nueva
constitución en 1961 y Betancourt implementó reformas democráticas,
rehusando a reconocer cualquier gobierno dictatorial en el mundo.

En los años 60 Venezuela experimentó un período de desarrollo económico


debido a su industria petrolera y el país recibió muchos inmigrantes europeos
en búsqueda de nuevas oportunidades durante esta década. En 1976 Carlos
Andrés Pérez nacionalizó la industria petrolera para que el gobierno tuviera
más ingresos, pero el precio del petróleo empezó a bajar y Venezuela
experimentó una crisis económica.

Hugo Chávez

En 1992, Hugo Chávez, un teniente coronel, intentó llevar a cabo un golpe de


estado pero no tuvo éxito. Sin embargo, en 1998 Chávez ganó las elecciones
presidenciales, prometiendo servir a los intereses de las clases más
empobrecidas. Chávez hizo una nueva constitución y explicó que sus reformas
eran parte de una revolución basada en los ideales del héroe de la
independencia, Simón Bolívar. A pesar de su popularidad, había ciertos
sectores del país que estaban en su contra. Sus opositores intentaron iniciar un
golpe de estado en 2002, pero sin éxito. En el año 2009, Chávez inició y ganó
un referéndum constitucional que le otorgó el poder de postularse para la
presidencia sin límite en el número de veces que podía ser reelegido. Chávez
murió siendo aún presidente de Venezuela en marzo de 2013.

ARTE DEL SIGLO XX

El recorrido permite observar con claridad los contrapuntos entre los


diferentes núcleos de acción de países como la Argentina, Uruguay,
Brasil, Venezuela, México, Cuba, Colombia y Chile, poniendo en
circulación nuevas lecturas y re-escrituras del arte latinoamericano.

Como parte de la colección, se destaca la exhibición de un mural


americanista de Antonio Berni, Mercado colla o Mercado del altiplano
(ca. 1940), único fresco buono de temática indigenista que se conserva
del gran maestro argentino.

A partir del 16 de agosto, la sala de la colección permanente


permanecerá cerrada debido al montaje de Verboamérica, nuevo
recorrido por el acervo del museo con la curaduría de Andrea
Giunta y Agustín Pérez Rubio.

Núcleos y artistas

Modernidades y vanguardias 1910-1930

Los viajeros Norah Borges, Emilio Pettoruti, Xul Solar, Tarsila do


Amaral, Diego Rivera, Rafael Barradas, Emiliano Di Calvacanti,
quienes intercambiaron con las vanguardias europeas como el
expresionismo, el cubismo y el futurismo, y se convirtieron, a su
regreso, en los protagonistas de las vanguardias locales como el
vibracionismo de Barradas, la antropofagia de Tarsila y el neocriollismo
de Xul.

Constructivismo, arte y política, surrealismos y fotografía


moderna 1930-1945

El universalismo constructivo de Joaquín Torres-García; las versiones


del surrealismo en América latina en las pinturas de Wifredo Lam,
Frida Kahlo, Roberto Matta y Antonio Berni, o los cuadro-objeto de
Remedios Varo. La consolidación del binomio arte y política en las
telas monumentales de Antonio Berni y Cándido Portinari, y la
fotografía instalada en las artes visuales como documento de los
cambios de la vida moderna, en las instantáneas de Horacio Coppola,
Grete Stern, Annemarie Heinrich y Anatole Saderman.

Concretos | Neoconcretos | Ópticos | Cinéticos


Artistas rioplatenses como Juan Melé, Rhod Rothfuss, Enio Iommi,
Gyula Kosice y Carmelo Arden Quin, planteando la crisis de la pintura
y la escultura como representación de la realidad, y generando un arte
ni figurativo ni abstracto: concreto. En Brasil la respuesta neoconcreta
en las obras de Lygia Clark y Hélio Oiticica, entre otros, acercando la
brecha entre el arte y la vida. Y las variantes del arte óptico y cinético
en las obras participativas de Julio Le Parc y Abraham Palatnik.

Informalismos | Arte destructivo | Otras figuraciones | Pop |


Objetos | Minimalismo | Arte conceptual | Conceptualismos |
Hiperrealismo | Nueva imagen

Una combinación de tendencias y movimientos a partir de los años 60


con el arte pop, el minimalismo, los conceptualismos que plantean la
desmaterialización del arte y en paralelo, los variados modos de
retorno a la pintura y a la figuración. Antonio Berni, Jorge de la Vega,
Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Rómulo Macció, Fernando Botero,
León Ferrari, Mira Schendel, Alejandro Puente, Guillermo Kuitca,
Oscar Bony y Víctor Grippo son los protagonistas de esta escena de
las últimas décadas del siglo XX hacia la primera del siglo XXI.

El Círculo de Bellas Artes y la Escuela de Caracas

Tradición y Modernidad

Es frecuente entre nuestros críticos e historiadores remontar el inicio de


nuestro arte moderno a los albores del siglo XX.
Este criterio sugiere que nuestro arte moderno surgió del rechazo de las
estéticas naturalistas representadas por los últimos maestros del realismo
decimonónico que ocupaban funciones docentes en la Academia de Bellas
Artes de Caracas. La Academia fue, en efecto, el foco donde tuvieron lugar los
acontecimientos que cambiarían el curso de nuestro arte. Pero no debe
perderse de vista que entre el realismo de los maestros y el inicio de la
modernidad se desarrolla una serie de tanteos que, teniendo como tema el
paisajismo, dan origen a un estilo de transición que recoge por una parte la
tradición técnica del realismo y, por otra, se nutre de ciertos elementos de la
modernidad, como son el trabajo al aire libre y la observación directa de la
naturaleza. Martín Tovar y Tovar y Jesús María de las Casas pueden ser
considerados a este respecto como precursores del Círculo de Bellas Artes.
Habría que mencionar también a un pequeño grupo de pintores poco conocidos
que entró en actividad al finalizar el siglo, y del que forman parte Pedro Zerpa,
Abdón Pinto, Francisco Sánchez, Francisco Valdez, J.J. Izquierdo, Andrés
Pérez Mujica, sin que olvidemos entre éstos al primer Tito Salas. En las obras
de todos ellos entran en juego, aunque de manera tímida, los conceptos en
torno a la luz y la naturaleza desarrollados por la generación de artistas a la
que vamos a referirnos en seguida.

Creado en 1912 bajo la inspiración del humorista y periodista Leoncio


Martínez (Leo), el Círculo de Bellas Artes tuvo como objetivo inicial
promover de manera independiente la actividad de un grupo de estudiantes
que, por estar en desacuerdo con los métodos de la enseñanza impartida en la
Academia de Bellas Artes, habían fomentado en 1909, en contra de su director
Antonio Herrera Toro, una huelga que terminó cuando el grupo de conjurados
se vio obligado a abandonar los talleres del viejo instituto. De aquello que
nació por rechazo a un sistema de aprendizaje iba a surgir uno de los
movimientos más vigorosos de nuestro arte. De una simple intención gremial
nació una escuela pictórica basada en la observación de la naturaleza y en la
exaltación de la tipología criolla. Una escuela de la visualidad que comienza a
plantearse el hecho pictórico en función de la transcripción de los datos de la
naturaleza tal como son percibidos por el artista en el momento de pintar y
teniendo como propósito hacer del cuadro una realidad en sí misma.

Los móviles de la protesta de 1909 y la ulterior fundación del Círculo se


encuentran en el rechazo no sólo a la precaria enseñanza impartida en la
Academia, sino también a las condiciones de extrema apatía, negligencia y
pobreza espiritual en que transcurría la vida caraqueña durante los primeros
años de la dictadura gomecista. El Círculo encontró, por eso mismo, una
motivación de carácter político en su repulsa al régimen causante de esas
condiciones, y de allí su éxito al constituirse en una respuesta que halló
inmediato apoyo en la intelectualidad progresista del país. A su programa
inicial no tardarían en sumar su concurso escritores como Rómulo Gallegos y
Julio Rosales, críticos literarios como Julio Planchart y Jesús Semprum, poetas
como Enrique Planchart, Salustio González Rincones y Fernando Paz Castillo.
De tal modo que su efecto renovador se extendió al conjunto de la actividad
cultural, incluida la música, contribuyendo también al surgimiento de la crítica
de arte en nuestro país como actividad comprometida con la búsqueda de
progreso e identidad, tal como esta crítica ha llegado a nuestros días desde los
tiempos de Enrique Planchart y Fernando Paz Castillo.

Los cambios suscitados por el Círculo en aquel ambiente no se explican


tampoco sin los nuevos conceptos que subyacen a la inquietud favorable a una
profunda renovación estética. Estos conceptos proceden, ciertamente, de la
repercusión que a principios de siglo comenzó a tener el impresionismo entre
nuestros pintores. Apreciadas en reproducciones de revistas y libros, las obras
de impresionistas y post-impresionistas impregnaron poderosamente, la
sensibilidad nueva, influyendo no sólo en las actitudes, sino también en las
técnicas y temáticas que comenzaron a emplearse.

Así se explica que la renovación se iniciase con la adopción de ciertos


principios impresionistas que funcionaban admirablemente aplicados a la
naturaleza tropical. Y de allí que los artistas, dejando de lado la historia, los
asuntos literarios y el consabido retrato, en estas circunstancias, se interesasen
en la observación directa de la naturaleza, empleando para ello, al pintar, no
los tonos fundidos en la paleta, como solía hacerse en la Academia, sino los
colores puros usados libremente. Aparece así un arte que exalta la percepción
de la realidad tal como ésta es vista bajo una iluminación natural, al aire libre o
en ambientes inundados de luz. Lo vernáculo se hace sinónimo de lo verdadero
y se constituye en objeto de interés para el pintor atento a los fenómenos
lumínicos que se dan en la atmósfera. A la observación del entorno geográfico
se añade también, como otro rasgo de la sinceridad que se busca, el deseo de
exaltar al hombre venezolano, a la figura humana asociada al medio
arquitectónico y urbano para reflejar, sin poses retóricas y con franqueza, la
realidad del país. La transformación que se opera respecto al pasado inmediato
compete no sólo a la pintura, sino a la vida misma.
Por último, el Círculo de Bellas Artes fue también paradigma de una
concepción democrática del arte, abierta al pensamiento crítico y a los signos
del progreso, reñida con un hábitat provinciano, de mentalidad rural y
enquistado en estructuras de poder incapaces de entender los nuevos tiempos.
El impulso del Círculo se transmitió a todo el ámbito artístico y finalmente
preparó las condiciones para la formación de una tradición de lo moderno que
llega a nuestros días.

En principio constituido como una asociación o gremio al que adscribía gran


número de pintores y escultores, la historia ha recogido del Círculo de Bellas
Artes tan sólo los nombres de sus representantes de mayor éxito, entre los que
citaremos a Federico Brandt, Manuel Cabré, Antonio Edmundo Monsanto,
César Prieto, Rafael Monasterios, Armando Reverón, Marcelo Vidal y
Próspero Martínez.

Esta asociación reunió a pintores que procedían de diversas regiones del país.
Es cierto que Cabré creció en Caracas y que en esta ciudad habían nacido
Reverón, Monsanto, Próspero Martínez y Marcelo Vidal. Pero Rafael
Monasterios venía de Barquisimeto, César Prieto de Santa María de Ipire y,
por lo que respecta a Reverón, éste se levantó en Valencia, donde vivió hasta
su adolescencia. Del mismo modo, Próspero Martínez pasó la mayor parte de
su vida en pequeñas poblaciones del Estado Miranda. Monasterios y Prieto,
notables paisajistas, fueron pintores transhumantes, que no se limitaron a
glosar el Valle de Caracas, y cuyas obras, a lo largo de los anos, van marcando
un extenso itinerario por todo el país. Lo mismo hará Rafael Ramón González,
nativo de Araure, Estado Portuguesa, quien se une al grupo del Círculo
después de 1920. Estos vienen a ser los representantes de la provincia
venezolana, a la que recorren constantemente, no sólo en busca de temas para
sus obras, sino para experimentar la emoción del conocimiento y el viaje.

El Círculo de Bellas Artes iba a hallar resonancia en una segunda generación


de paisajistas que daría continuidad y proyección a su obra inicial, ampliando
el horizonte temático y procurando nuevos enfoques para la interpretación del
motivo vernáculo que se impuso definitivamente en la pintura paisajística. En
esta segunda generación pueden ser ubicados Marcos Castillo, Rafael Ramón
González, Pedro Angel González, Alberto Egea López, Francisco Fernández,
Antonio Alcántara, Elisa Elvira Zuloaga: de la generación siguiente a la de
éstos últimos hay que mencionar a Humberto González, Tomás Golding, Pablo
Benavides, Cruz Alvarez Sales, Luis Ordaz, entre otros. Una propuesta que se
identifica porque privilegia la luz y el paisaje en una pintura resuelta de
manera francamente visual, sin literatura, relaciona estilísticamente a todos los
nombrados no sólo entre sí, sino con sus maestros inmediatos, los fundadores
del Círculo de Bellas Artes.

Enrique Planchart creó el término Escuela de Caracas para referirse a todo el


paisajismo derivado de la estética del Círculo de Bellas Artes, incluido quizá
también el paisaje de los integrantes de éste. En realidad, con este término el
crítico aludía a lo que fue en adelante el tema más común en la pintura
venezolana: el valle de Caracas con la gran montaña del Avila al fondo. Desde
1898 Tovar y Tovar ensayó captar la escala luminosa del sitio en paisajes de
dilatadas perspectivas donde sobresalía como telón de fondo la imponente
silueta del Avila. Ferdinand Bellermann intentó hacer lo mismo, sin abrigar un
propósito estético, sino con intención documentalista, a mediados del siglo
XIX. Pero es sólo a partir de 1910 cuando el grupo de pintores mencionados
arriba se orienta sistemáticamente a un tema que alcanzaría en la obra de
Cabré y de Pedro Angel González su máxima expresion.

Por extensión, el término Escuela de Caracas se aplica también a algunos


paisajistas que por haber estudiado en la Academia de Bellas Artes, por
afinidad o por influencia directa de los maestros, giran en torno a la preceptiva
inaugurada por el Círculo de Bellas Artes: serían éstos: Trino Orozco y José
Requena, en Barquisimeto, Braulio Salazar, en Valencia, Elbano Méndez
Osuna, en los Andes. La mención que suele hacerse de Francisco Narváez
como representante de la Escuela de Caracas se funda más en razones
temáticas que estilísticas. Del mismo modo habría que referirse a Héctor Poleo
para la época en que éste cursó, hasta 1937, en la Academia de Bellas Artes.

César Prieto, Marcos Castillo, Pedro Angel González, Rafael Ramón


González, Tomás Golding, Elisa Elvira Zuloaga, L.A. López Méndez y
Braulio Salazar son los pintores que ilustran con las obras que de ellos posee el
Museo de Arte Moderno de Mérida la proximidad a la estética del Círculo de
Bellas Artes. De hecho, este conjunto de autores, el de mayor edad ingresado a
nuestro Museo, representa aquí sólo de manera fragmentaria al Círculo de
Bellas Artes y la Escuela de Caracas.

Muy característico en la obra de César Prieto (ilus. n° 2) es el motivo de


rústicas o solitarias calles de pueblos en donde una o varias figuras, aparte de
que constituyan o no una anécdota, sirven de punto de referencia para dar la
escala humana del paisaje. La composición se presenta como un trazado en
diagonal que sigue el sentido de las líneas de fuga de la perspectiva. Las casas
se alinean geométricamente a ambos lados del polvoriento lecho de la calle. La
frecuencia de este tema en la obra de Prieto se explica por su temperamento
constructivo, tal como se manifiesta en la solidez y aplomo como están
resueltas las casas, cuyo aspecto de alguna manera está dramatizado por los
efectos de una iluminación espectral que podría hacer pensar en una vista
nocturna.

Marcos Castillo es conocido por el énfasis que pone en la naturaleza muerta y


el bodegón —en general, trata los temas de flores, frutos y objetos de mesa
(ilus. n° 3). Pero, a diferencia de la mayoría de los pintores de la Escuela de
Caracas, en la cual es incluido, no se interesa tanto en la representación de las
cosas como en las impresiones que de ellas el color nos transmite cuando él lo
emplea libremente. Lejos de atenerse a la observación del natural, trabaja
olvidándose de la perspectiva lógica y de los datos reales, de los cuales parte a
instancias de una sensibilidad refinada y atenta al detalle, a la impronta del
color, a los matices y efectos de transparencia, brillo y opacidad de los objetos.
Castillo ha perseguido la atmósfera y la relación de valores dentro de una
composición armónica y ajustada, y en esto se ha mostrado como uno de
nuestros más sabios pintores y como un maestro de relevante influencia en las
generaciones que estudiaron con él en a Academia y en la nueva Escuela.

Armando Lira (ilus. n° 5) procedía de Santiago de Chile cuando llegó a


Caracas, en 1936, para incorporarse al personal docente le la Escuela de Artes
Plásticas de Caracas. La luz de nuestra atmósfera y el colorido del trópico le
predispusieron desde su llegada a adoptar la preceptiva de los paisajistas del
Círculo de Bellas Artes para, al lado de éstos, pintar el paisaje del natural.
Conservó, no obstante, cierta independencia en cuanto al toque vibrante de los
colores y al empleo de una línea movida y nerviosa, su factura es más plana y
decorativa que la del resto de sus compañeros. El tema del Panteón Nacional
fue muy explotado por los pintores que enseñaban en la Escuela de Artes
Plásticas, muy cerca de la cual —sobre el puente del Cuño— se dominaba
ampliamente el panorama del monumento histórico, tal como —con el Avila al
fondo— lo interpretó aquí Lira.

El abandonado Cementerio de los Hijos de Dios fue uno de los sitios de


Caracas mas frecuentados por los paisajistas del Círculo de Bellas Artes,
quienes vieron en él, desde los tiempos de Ferdinandov, un tema pintoresco
digno de sus cuadros. La imagen perdura en la obra de Rafael Ramón
González (ilus. n° 6), quien hizo de la fachada del camposanto, hasta poco
antes de su demolición en 1952, numerosas versiones, con distinta suerte.
González se detiene morosamente en el tema para expresar no tanto los efectos
de la luz ambiente como la huella del tiempo que acusan las texturas de los
rústicos frisos y muros patinados por la intemperie. Descriptiva en sus
anécdotas del escenario humano de los barrios de Caracas y los pueblos del
interior, en la obra de Rafael Ramón González podemos decir que perdura la
sensibilidad del verdadero artista popular.

Pedro Angel González fue un agudo observador del paisaje, que


invariablemente pintó del natural. Su método consistía en trabajar en el campo
tanto tiempo como fuera necesario. La amplitud panorámica de esta vista de
los muelles de La Guaira (ilus. n° 4) es ejemplo de su meticulosidad para
observar el conjunto y los detalles, que le caracterizan. González se colocó en
un punto elevado —probablemente en los altos de la Casa de la Compañía
Guipuzcoana— para trazar una vista en perspectiva aérea, de gran
profundidad, del escabroso motivo. La exigencia constante de fidelidad a la
naturaleza y a la luz es lo que hace de Pedro Angel González uno de nuestros
paisajistas más rigurosos.

Por el contrario, Elisa Elvira Zuloaga, de la misma época de Pedro Angel


González, pionera del grabado y agrupada al igual que éste en la Escuela de
Caracas, se reveló como artista temperamental, poco apegada a esquemas
académicos y a la representación del paisaje observado del natural. En toda su
obra predomina un rasgo inventivo que con el tiempo, después de 1960,
conducirá sus búsquedas hacia el abstraccionismo, en cuyo camino puede
ubicarse la obra que se encuentra en el Museo de Arte Moderno de Mérida
(ilus. n° 8).

Entre los pintores que conforman una tercera generación de paisajistas y que
también son estudiados dentro de la Escuela de Caracas, se halla Tomás
Golding, de obra abundante y temáticamente tan variada que pueden estudiarse
en ella hasta más de tres períodos bien caracterizados. El estilo de Golding
(ilus. n° 7) es vigoroso e impulsivo, y podríamos decir que él es el más
expresionista de los pintores de la Escuela de Caracas, incluyendo a Luis
Ordaz. Golding alcanza particular significación por la vibrante pastosidad de
su color y por el ritmo y movimiento vertiginosos de las masas. Tales rasgos
de subjetividad no siempre están apartados de la naturaleza, pues Golding, en
sus mejores momentos, pintó necesitando tener a la vista el motivo. Y éste es
de tal variedad por su conformación y su aspecto como variada es la extensa
geografía del Distrito Federal y los Estados Miranda y Aragua, que cubrió con
su pintura.

El paisajismo, si bien revela ser un estilo nacional cuyo centro de irradiación


estuvo siempre en Caracas, presenta también, al extenderse por el interior del
país, variables que responden a las condiciones geográficas en que han
trabajado sus cultores establecidos en provincia, ya en Maracaibo, donde se
desarrolló una tradición propia, ya en Barquisimeto y en Valencia. De
Valencia e precisamente Braulio Salazar, tal vez el más influyente paisajista de
la región central del país (aunque estilísticamente hablando ofrezca escasos
vínculos con la Escuela de Caracas), a quien suele también estudiársele en el
capítulo correspondiente al realismo social. Salazar, tal como lo prueba la obra
suya que se encuentra en el Museo de Arte de Mérida (ilus. n° 9), ha centrado
si Interés en captar la luz y la atmósfera de los valles y serranías que rodean a
Valencia, en un estilo en el que las calidades terrosas de la factura, fusionadas
por la técnica gestual, conducen a un efecto expresionista.

 I Bienal Nacional de Artes Plásticas de Mérida


 La Colección
o Prólogo
o El MAMJA – Breve Historia
o El Círculo de Bellas Artes y la Escuela de Caracas
o El Realismo Social
o El Taller Libre de Arte
o Los Disidentes y el Arte Abstracto
o La Nueva Figuración
o La Abstracción Libre
o El Cinetismo y el Espacio Contructivo
o El Informalismo y la Pintura Gestual
o Artistas Nativos y Residentes en Mérida
o La Escultura Moderna y sus Pioneros
o El Arte de los Objetos
o El Nuevo Paisaje
o Artistas de Lenguaje Surrealista
o Abstracción y Figuración. Nuevos Desarollos
o Arte Ingenuo, Arte Popular
o Los Retos de la Pintura y los Nuevos Lenguajes
o Evolución Contemporánea de la Escultura
o Obras
 II Bienal de Artes Plásticas de Mérida
 III Bienal Nacional de Artes Plásticas de Mérida

REALISMO SORealismo social


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Madre Migrante imagen de Dorothea Lange.

Realismo social es una expresión utilizada a una corriente con el propósito de


expandir y hacer énfasis a problemas sociales, los escritores realistas usaban
las problemáticas de la sociedad para realizar sus novelas, designando muy
diferentes conceptos en la historia del arte y de la literatura, mediante la
asociación de los términos "realismo" y "social", especialmente la denominada
"cuestión social" (la situación de los más desfavorecidos);1

Literatura
El realismo literario busca sus temas en la vida cotidiana. Especialmente se
identifica con lo social su derivación más extrema, el naturalismo. Los temas
más frecuentes del realismo social en la literatura son: la vida en el campo
(Los bravos), el trabajo (La zanja), la juventud burguesa (Fin de fiesta) y la
guerra (Duelo en el paraíso).

Artes plásticas
El realismo social en las artes plásticas que puede identificarse con el realismo
en el arte cuando se aplica a temas "sociales". Específicamente, la pintura del
realismo, un movimiento pictórico francés de mediados del siglo XIX, tuvo
como uno de sus temas principales los asuntos "sociales". Posteriormente,
también lo tuvo la pintura del naturalismo, especialmente el movimiento
denominado bande noire.

Realismo socialista
Artículo principal: Realismo socialista

Realismo social

1929–1955

Si lo pensamos bien, todo el realismo es social. El nacimiento mismo


del movimiento realista francés en el siglo XIX es debido a factores
más sociales que estéticos.

Sin embargo, el realismo social es puro siglo XX. Lo vemos mucho en


literatura, como una forma de denuncia para las barbaridades de este
siglo atroz. También en el cine.

Paralelamente, nace en los Estados Unidos un Nuevo realismo


igualmente social, pero mucho más poético y evocador, menos
reivindicativo en apariencia. El realismo social carga mucho más las
tintas en los temas políticos y sociales, y además no tenían fronteras.
Como la izquierda, es un movimiento internacional. Y por ello su arte
debe ser universal. En todos los países hay problemas, y el realismo
social quiso expandir la conciencia de clase y el conocimiento de los
problemas sociales de la gente.
No se trata de mostrar la realidad. Se trata de denuciarla. Los artistas
de este movimiento estaban mayoritariamente vinculados a la
izquierda, sino eran directamente militantes.

Realismo Socialista

Por otro lado, tenemos el Realismo Socialista, una variante del


realismo social, pero depurado de toda crítica. Aquí la denuncia no va
precisamente dirigida a los gobernantes.

El Realismo Socialista acabó por ser un arte propagandístico, el arte


oficial de la Unión Soviética y otros regímenes socialistas. Es un arte
estalinista, que busca la exaltación política y por ello se convierte

Movimientos artísticos del Siglo XX


Enviado por Ariel Winiar

Partes: 1, 2

Introducción
El siguiente trabajo se propone dar cuenta de distintos movimientos artísticos
del siglo XX. En una primera parte se desarrollarán brevemente las corrientes
en cuestión: abstracción, pintura metafísica, dadaísmo, surrealismo.

En una segunda etapa, se analizarán algunos de los autores más representativos


de cada una. Ellos son De Chirico, Picabia, Dalí y Ernst.
Finalmente, para concluir se esbozarán los aspectos diferenciales y relativos de
los movimientos y autores en cuestión.

Abstracción
Manifestación pictórica fundada en 1910 que prescinde de los datos
sensoriales y de las nociones usuales de las formas de la naturaleza.

Este arte no imita ni representa directamente la realidad exterior, tanto si el


artista no se inspira en la realidad o si el tema no puede descifrarse. Se basa en
la idea de que el color y la forma tienen su propio valor artístico.

Pintura metafísica
Corriente italiana que entre los años 1911-1915 fue fundada en Italia por
Giorgio De Chirico con un fondo filosófico que se fue expandiendo por toda
Europa occidental. La pintura metafísica pretende mirar detrás de las cosas en
cuadros con lugares vacíos, figuras sin rostro y un ambiente que remite al
estado de trance y sueño. Por tal motivo, también se la conoce como pintura
onírica.

Dadaísmo
Movimiento artístico surgido durante la Primera Guerra Mundial en Suiza, que
se caracterizó por expresiones provocativas en las que los artistas pretendían
destruir todas las convenciones con respecto al arte, creando una especie de
anti-arte o rebelión contra el orden establecido. Fue una respuesta de algunos
artistas a un mundo burgués, racionalista, tradicional, tecnocrático.

La denominación "dada" (caballito) corresponde al primer término que


apareció en un diccionario de alemán-francés abierto al azar y fue adoptado
por un movimiento literario y artístico que pretendía cambiar la sociedad, la
cultura y el arte a través del desconcierto, el inconformismo, el nihilismo, la
ironía, la negación de la racionalidad y de todos los valores establecidos hasta
entonces.

Este movimiento se extendió a Berlín, Colonia, París y Nueva York, donde se


constituyó el núcleo más progresista en torno a Duchamp. La actividad de este
artista se caracterizó por la atribución de un nuevo valor a objetos
descontextualizados (los llamados ready-mades).

El deseo de negar toda huella artística, de eliminar la emoción e incluso la


subjetividad, de borrar la presencia del autor, propia del mundo de la técnica,
es uno de los elementos esenciales que subyace irónicamente en muchas de las
actividades dadaístas: los retratos-máquina, de Picabia, fotomontajes, collages,
poesía abstracta, obras colectivas, etcétera.

Partes: 1, 2

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