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Primer Gobierno de Alan García Pérez

INTRODUCCION
En los primeros días de junio, Alan García emprendió un viaje a Italia. Realizó una
primera escala en Colombia y una segunda en Madrid, en dónde se entrevistó con el
presidente del gobierno, Felipe González, a quien le transmitió su preocupación por
la financiación de la deuda iberoamericana, su apoyo al Grupo Contadora y a la
dictadura de Daniel Ortega en Nicaragua.
El 20 de julio, García anunció que su primer gabinete estaría integrado por Luis Alva
Castro como Presidente del Consejo de Ministros y en el Ministerio de Economía y
Finanzas; del mismo modo, anunció a los otros ministros y remarcó que Allan
Wagner (un independiente) ocuparía la cartera de Relaciones Exteriores y que
Carlos Blancas (un demócrata-cristiano) sería su Ministro de Trabajo.
Alan García dio un mensaje a la nación que duró casi dos horas, en el que anunció
medidas contra la corrupción pública, la reorganización de las fuerzas policiales en
un plazo de 60 días, la eliminación de exoneraciones tributarias a las compañías
petroleras que operaban en el país, la reducción de la compra de una escuadrilla de
aviones Mirage 2000, la reducción de su sueldo como presidente y la formación de
una comisión de paz para iniciar una amnistía. Pero el punto más controvertido fue
en lo que respecta al problema de la deuda externa: anunció su decisión de dialogar
directamente con los acreedores, sin usar como intermediario al Fondo Monetario
Internacional (FMI), y adelantó que, durante un año, el Perú destinaría al servicio de
su deuda solo el diez por ciento del valor total de las exportaciones, y no el sesenta
por ciento, como se venía exigiendo. El propósito de tan audaz decisión, según
explicaría después, era reconstruir las reservas internacionales, que se hallaban
mermadas.

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

PRIMER GOBIERNO DE ALAN GARCIA PEREZ


(1985 – 1990)

Alan García fue el primer político aprista en llegar al poder en el Perú, así como el
mandatario más joven (36 años) en ser elegido democráticamente en toda la
historia de su país, y en su momento, en todo el mundo. La expectativa era grande
con lo que haría este presidente, que contaba con un apoyo mayoritario en todos
los estratos sociales. Llegaba al poder en momentos en que la situación del Perú era
extremadamente crítica, comenzando por poseer uno de los índices más altos de
pobreza en América Latina. Todo lo cual se agravaba con el recrudecimiento del
terrorismo, una inflación incontrolable (casi 200% anual), un galopante aumento de
la deuda externa, un déficit crónico de divisas y una extendida corrupción pública,
que incluía a la administración de justicia y la policía nacional.
Como vicepresidentes le acompañaban: Luis Alberto Sánchez (primer), destacado
intelectual y prolífico escritor, perteneciente a la vieja guardia aprista (había nacido
en 1900), que también fue designado Presidente del Senado; y Luis Alva
Castro (segundo), economista y político trujillano, reelegido diputado por La
Libertad, y que asimismo fue designado Presidente del Consejo de Ministros y
Ministro de Economía y Finanzas.
En el Congreso, el nuevo mandatario contaba con una amplia mayoría, tanto en
Senadores como en Diputados.

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ASPECTO ECONÓMICO

 ANTECEDENTES
El gobierno de Belaúnde dejó al país en una profunda crisis económica. Las
inversiones habían caído de 21,2 % del Producto Bruto Interno (PBI), en 1982, a 12,2 %
en 1985. En 1982, la economía peruana no creció y, en 1983, el crecimiento fue
negativo: -12,2 %. Si, en 1980, el ingreso per cápita era de 1,232 dólares por peruano,
en 1985 llegaba tan sólo a 1,050 dólares. El desastre económico del gobierno de
Belaúnde se debió, principalmente, a una caída de precios de productos que Perú
exportaba (cobre, plata, plomo, café).

 ESTRATEGIAS

Los principales elementos de la estrategia económica propuesta por el gobierno de


García estaban llenos de promesas. Reconoció el abandono anterior del sector
agrícola y pidió reorientar los programas públicos hacia la promoción del
crecimiento agrícola y la reducción de la pobreza rural. En consecuencia, la actividad
económica iba a ser descentralizada para romper su alta concentración en Lima, y
dentro de las ciudades los recursos iban a ser redirigidos fuera del sector moderno
de capital e importación intensiva hacia el sector informal de mano de obra. Una
estrategia de concertación (entendimiento nacional) con los empresarios privados
en materia económica iba a ser utilizado de forma sistemática para evitar conflictos
perjudiciales. Los problemas de balanza externa iban a ser respondidos a través de
la reestructuración de la producción para reducir la dependencia de las
importaciones y mediante la reorientación hacia el aumento de las exportaciones en
el largo plazo.

Para detener la inflación, el gobierno optó por políticas heterodoxas de control


dentro de un programa de expansión. Los precios y los salarios en el sector
moderno iban a ser fijos, después de un inicial de un disparo de aumento en las
tasas salariales. El aumento de los salarios se destina a elevar el nivel de vida de los
trabajadores y estimular la producción mediante el aumento de ventas a los
consumidores. Para contrarrestar los efectos del aumento de los salarios en los
costos de producción, los costos financieros del sector empresarial fueron cortados
por la intervención con el fin de reducir y controlar los tipos de interés. Después de
hacer un ajuste del tipo de cambio para minimizar los efectos negativos sobre las
exportaciones, el gobierno detuvo el proceso de continuar la devaluación para
ayudar a contener la inflación. Las importaciones se espera que con razón a
aumenten a medida que la economía reviva para ayudar a financiarlas, García hizo
su polémica decisión de dejar de pagar la deuda externa más allá del 10 por ciento
del valor de las exportaciones. Poco ortodoxo como estaban, todas las piezas
parecían encajar. Al menos, así se fue al principio, en condiciones de capacidad
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inactiva generalizada, con un saldo inicial fuerte de pagos.

Las medidas macroeconómicas hicieron maravillas para la producción. PIB subió un


9,5 por ciento en 1986 y un 7,7 por ciento más en 1987. La producción
manufacturera y la construcción aumentaron en más de una cuarta parte en estos
dos años. Una sorpresa aún mayor fue que la producción agrícola per cápita subió,
corriendo en contra de su tendencia a la baja. Y la tasa de inflación bajó de 163 por
ciento en 1985 a 78 por ciento en 1986, a pesar de que subió de nuevo hasta el 86
por ciento en 1987. En respuesta a las condiciones de mercado más fuertes y quizás
también a la creciente confianza que los problemas económicos del Perú eran, al fin
de ser atacado con éxito, la inversión fija privada aumentó en un 24 por ciento en
1986, y la fuga de capitales se redujo.

El gobierno evitó cualquier derroche de dinero de su propio gasto del Gobierno


central se redujo de hecho en términos reales cada año. Sin embargo, debido a que
el Gobierno también redujo los impuestos indirectos a fin de alentar un mayor
consumo privado y reducir los costos para la empresa privada, el déficit inicialmente
pequeño creció cada año. El déficit económico del sector público no financiero en su
conjunto (excluyendo pagos de intereses) subió de 2,4 por ciento del PIB en 1985 al
6,5 por ciento en 1987.

Además de aumentar el empleo y los niveles de vida, los dos primeros años de la
recuperación económica parecía ofrecer una pausa en el ciclo de aumento de la
violencia rural. El flujo de campesinos desplazados de la Sierra fue aliviado, y un
buen número de campesinos comenzaron a regresar al campo. Ese retroceso puede
ser explicado por los esfuerzos iniciales de García para reducir la dependencia de la
fuerza militar para combatir al terrorismo y por lo tanto a disminuir el grado de las
de dos vías de conducción de la violencia fuera de los pueblos. Pero la tendencia
también pudo haber sido una respuesta a la realidad de mejores condiciones
económicas y las posibilidades de ingresos en el sector agrícola.

Los dos primeros años del gobierno de García dieron una nueva esperanza para el
pueblo de Perú, con un aumento del empleo, la producción y los salarios lo que
sugiere un claro giro para mejor después de tantos años de dificultades cada vez
mayores. Fue por lo tanto, doblemente trágico ver todo el proceso de
desmoronarse tan rápidamente, una vez que las cosas empezaron a ir mal otra vez.
El primer signo de problemas apareció con la balanza de pagos. El auge económico,
naturalmente, levantó las importaciones con rapidez, en un 76 por ciento entre 1985
y 1987. Sin embargo, se permitió que el tipo de cambio real a caer un 10 por ciento
en 1986 y otro 9 por ciento en 1987. El auge retiró la oferta potencial de exportación
en el mercado interno, y la caída en la tasa de cambio real reducido los incentivos
para obtener divisas. Las exportaciones cayeron ligeramente en 1985 y se
mantuvieron por debajo de ese nivel hasta 1987. La cuenta corriente pasó de un
superávit de US $ 127 millones en 1985 a los déficit de cerca de US $ 1,1 mil millones
en 1986 y cerca de US $ 1,5 mil millones en 1987.

El gobierno de García reaccionó ante el creciente déficit exterior de la misma

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manera como lo habían hecho los gobiernos de Velasco y de Belaúnde -


posponiendo la acción correctiva si bien el problema continuó empeorando. Como
siempre, el gran temor era que la devaluación agravaría la inflación. Las presiones
inflacionarias fueron, de hecho, las que comenzaron a empeorar tras la fachada de
control. Hasta cierto punto, estaban creciendo en respuesta a la alta tasa de
crecimiento de la demanda y la producción, reduciendo los márgenes de capacidad
productiva anteriormente subutilizada. Pero las presiones más explosivas se iban
acumulando, apoyándose en los controles de precios que requerían una dramática
expansión del crédito para mantener el sistema en su lugar. Los precios de los
servicios del sector público - la gasolina por encima de todo, productos del petróleo
en general, electricidad, teléfono y servicios postales, se congelaron a los niveles
que pronto se convirtieron en casi ridículos en términos reales. Las restricciones
sobre los precios cobrados por las empresas estatales se los llevaron cada vez más
en los déficits que debían ser financiadas con préstamos. El endeudamiento llegó
desde donde se podía, pero principalmente del Banco Central. Al mismo tiempo, el
crédito del Banco Central aumentó de manera constante para mantener la
financiación de la expansión agrícola. Otra dirección de la creación de crédito del
Banco Central fue el financiamiento utilizado para manejar la nueva estructura del
gobierno de los tipos de cambio múltiples. Las tasas diferenciales fueron usadas
para mantener bajo el costo de divisas para la mayoría de las importaciones, de
nuevo con el objetivo dominante de contener la inflación, mientras más altos los
precios de las divisas fueron pagados a exportadores para proteger sus incentivos
para la exportación. Así, el Banco Central pagó más por las divisas que compró de lo
que recibió por las que vendió.

El término utilizado para estas fugas - para las extensiones de crédito del Banco
Central que no cuentan en el déficit presupuestario del gobierno - es el "déficit
cuasi-fiscal". Su total aumentó de un 2 por ciento del PIB en 1985 a alrededor del 4
por ciento en 1987. Mientras tanto, los ingresos tributarios del gobierno disminuyó
de manera constante en términos reales, en parte debido a las reducciones de
impuestos implementadas para mantener bajos los costos de las empresas y en
parte por el efecto de la inflación en la reducción del valor real de los pagos de
impuestos. Sumados, el déficit fiscal más el déficit cuasi-fiscal se incrementó de un 5
por ciento del PIB en 1985 a 11 por ciento en 1987.

El gobierno de García trató de una serie de paquetes de políticas mayores y


menores de nuevos principios de 1988 hasta 1990 pero fue en vano. Las nuevas
políticas no lograron apagar la infusión rápida de crédito del Banco Central que
estaba alimentando la inflación, incluso cuando tuvieron éxito en el impulso de la
producción de manera significativa en 1989. La producción manufacturera cayó un
18 por ciento en ese año, la producción agrícola un 3 por ciento, y el PBI total un 11
por ciento. Al mismo tiempo, la inflación aumentó de un máximo de 666 por ciento
en 1988 a un nuevo récord de 3,399 por ciento para 1989. El único cambio positivo
fue el déficit de la cuenta corriente externa: la caída de la producción nacional y el
ingreso era tan empinada que la cuenta corriente pasó de una profundo déficit a un
superávit sustancial. El costo interno fue quizás más claro en términos de salarios
reales: el salario mínimo en términos reales de mano de obra urbana se redujo un 61

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por ciento entre 1987 y 1989, y el salario real promedio en la industria


manufacturera cayó un 59 por ciento.

 EL PROGRAMA HETERODOXO (1985-1987)


El 28 de julio de 1985, Alan García tuvo dos opciones: Continuar con el
programa ortodoxo del FMI o probar una receta distinta, heterodoxa. En vista de la
debacle de los últimos años, se esperaba un cambio de curso. Pero éste terminó
siendo tan radical como aquel propuesto por la izquierda. En efecto, los
lineamientos principales de García correspondían a los planteamientos económicos
de Izquierda Unida.

En su discurso a la nación, García atacó al FMI. De ahora en adelante, anunció García,


el pago de la deuda externa se limitaría al valor equivalente al 10 % de las
exportaciones peruanas.

Pero, además de introducir una nueva moneda (el inti reemplazó al devaluado sol),
la principal medida económica consistió en la congelación de precios básicos,
sueldos y la tasa de cambio relativa al dólar. Por ejemplo, el precio de la gasolina se
elevó, de golpe, en 25 % para luego congelarlo a ese nivel. La idea era anticipar la
inflación venidera y, a largo plazo, darle al consumidor más poder adquisitivo.

Evitando de esta manera el alza de precios, los consumidores tienen más dinero
para gastar en otras cosas y, por ende, contribuyen a la reactivación económica en
otros sectores. La estrategia sigue siendo aplicada hoy en día. Un ejemplo es
Argentina que, en su afán por bajar la inflación (que bordeó los 12 % en el 2005) y
reactivar la economía, ha pactado precios fijos con los suministradores de
productos básicos (la carne es el ejemplo más conocido).

Según escribe Crabtree, la posición heterodoxa de García se basaba en dos


convicciones relacionas entre sí: (1) Para poder pagar la deuda sería necesario
reactivar la economía. En esta línea, la reducción de importaciones sugerida por el
FMI sería contraproducente, pues la producción industrial peruana depende, en
gran medida, de máquinas y materias primas importadas. El pago de la deuda
externa también sería contraproducente, pues implica la exportación de capitales
necesarios para la reactivación económica:

Debido a que la renegociación de la deuda dependía de la aceptación de políticas


impuestas por el FMI, y debido a que estas políticas solían ser recesionarias, la única
alternativa era no negociar sino limitar el pago de estas deudas. Lo que se ahorraba
en el pago de la deuda se aprovecharía para financiar importaciones.

La segunda convicción (2): Mientras que el FMI pensaba que la inflación en el Perú
se debía a un exceso de demanda estimulado por un Estado que gastaba por encima
de sus posibilidades, Alan García y su equipo de economistas consideraban que

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había suficiente potencial dentro de la economía peruana para aumentar la oferta


de forma significativa. En otras palabras: El FMI pensaba que el Estado intentaba
cubrir el déficit fiscal emitiendo dinero más allá de la oferta y así generaba inflación.

 PRIMEROS RESULTADOS DE LA
POLÍTICA HETERODOXA
En un comienzo, las medidas adoptadas dieron resultados positivos. Ya en
setiembre de 1985, la inflación bajó a 3,5 % (comparado con 12,5 % en abril del mismo
año). Hacia el segundo trimestre de 1986, la economía dio señales de clara
recuperación. Los sectores que dependían de la demanda interna (manufactura,
construcción, agricultura) crecieron, no así los sectores dedicados a la exportación
(minería, pesca). En 1986, la economía creció 10 %. Fue el mayor crecimiento desde
los años 50 (pág. 63).

Pero también surgieron problemas que irían agravándose con el pasar del tiempo: A
pesar de la reactivación económica, el Estado casi no percibía mayores ingresos:

Aunque en 1985 el déficit del sector público sólo había sido del 2,7 % del PBI, el nivel
más bajo desde 1979, en 1986 una vez más llegó al 5,1 % . Esto no se debió a un
aumento del gasto. De hecho, a pesar de su fama de ser una administración
despilfarradora y populista, el gasto total (corrientes e inversiones) del sector
público cayó del 49 % del PBI, en 1985, al 29 %, en 1986. Sin embargo, los ingresos
corrientes totales también cayeron, del 46 % del PBI, en 1985, hasta 33 %, en 1986.

Otro problema consistía en que, después del gran crecimiento de 1986, la capacidad
productiva de la modesta industria nacional estaba llegando a sus límites. Hacían
falta inversiones para instalar nuevas capacidades y así continuar con la
reactivación. Para ello, era necesario recurrir a inversiones y préstamos extranjeros.

El tercer problema, según Crabtree, era que la balanza comercial volvió a ser
negativa hacia fines de 1986. Con la reactivación económica y el alza de sueldos, el
Perú volvió a incrementar sus importaciones mientras que las exportaciones
seguían siendo bajas. En diciembre de 1986, las reservas internacionales del Perú
llegaban a 870 millones dólares comparados con 1,400 millones en marzo del mismo
año. Esta falta de liquidez se debió, también, a que el Estado pagó a sus deudores
bastante más que ese 10 % que García había anunciado, con bombos y platillos, el 28
de julio de 1985.

Finalmente, la poca confianza de la ciudadanía en el modelo económico de García


condujo a que, hacia fines de 1986, muchos cambiaron sus intis por dólares
temiendo – y, al mismo tiempo, originando – una devaluación del inti. Ya hemos
visto que el paquete de medidas adoptadas por García incluía el congelamiento del
tipo de cambio inti-dólar. Pero tal congelamiento tendía a ser artificial en tanto la
demanda real de intis iba perdiendo cada vez más terreno frente al dólar. Este

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cambio se vio reflejada en la tasa de cambio libre, aquella de los cambistas de la


calle, paralela al cambio oficial:

A fines de agosto de 1985, después de la devaluación inicial de 12 %, la tasa de


cambio libre se había estabilizado en casi 17 intis por dólar. Solamente llegó a
superar los 18 intis 14 meses después, en octubre de 1986, cerrando el año en 20
intis por dólar. Hasta octubre de 1986, la brecha entre el dólar oficial y el paralelo
varió entre 24,5 y 27 %. Sin embargo, ante el temor de un crisis en la balanza de
pagos, junto con la pérdida de reservas a finales de 1986, el diferencial empezó a
crecer. A fines de 1986, llegó a 43 %. En la primera mitad de 1987, el dólar paralelo se
disparó de 20 a 40 intis y el diferencial con la tasa oficial superó el 100 %. Por lo
tanto, se hizo evidente que el Banco Central ya no podía controlar el mercado del
dólar, y con las reservas haciéndose más y más escasas, adquirir dólares fue de
primordial importancia para el sector privado. Rápidamente el aumento del valor
del dólar estaba escapando de todo control.

 CRECIMIENTO ECONÓMICO 1985-1986


Para estabilizar y hacer crecer la economía, el punto de partida sería aumentar el
consumo de la población. Esto se lograría mejorando los salarios reales de los
trabajadores; con el aumento del consumo, las empresas y los productores agrarios
aumentarían sus ventas, y ello, a su vez, incidiría en un aumento en las utilidades, lo
que haría posible un aumento de la inversión, de la producción, de los puestos de
trabajo y de la recaudación fiscal. El plan parecía lógico, pero tenía un punto crítico:
confiar en que los empresarios no cayeran en prácticas especulativas y reinvirtieran
sus ganancias en el país (lo cual no ocurriría).
Las medidas de corto plazo fueron las siguientes:

 Se aumentaron los salarios reales en un 18%;

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 se congelaron los precios de los alimentos y los alquileres al valor que tenían al
27 de julio de 1985;
 se redujeron las tasas de interés bancario de 280 a 110%;
 la moneda fue devaluada en 12%;
 se rebajaron los precios de los materiales de construcción y los medicamentos;
 se controló el tipo de cambio fijándose en 13.908 soles por dólar, instaurándose
el llamado Mercado Único de Cambios, MUC (pero surgió a la vez un mercado
paralelo y libre que llegó a cotizar el dólar en 20.000 soles);
 los certificados de divisas quedaron congelados por 90 días (pero se siguieron
cotizando en moneda extranjera);
 las tarifas de electricidad y teléfono subieron en 20%, pero se anunció que
permanecerían congeladas hasta fin de año.
Al mismo tiempo, se emprendió un programa de empleo masivo y de apoyo
crediticio a la agricultura.
En un comienzo, las medidas adoptadas dieron resultados positivos. Ya en
setiembre de 1985, la inflación bajó a 3,5 % (comparado con 12,5 % en abril del mismo
año). Hacia el segundo trimestre de 1986, la economía dio señales de clara
recuperación. Los sectores que dependían de la demanda interna (manufactura,
construcción, agricultura) crecieron, no así los sectores dedicados a la exportación
(minería, pesca). En 1986, la economía creció 10 %. Fue el mayor crecimiento desde
los años 50; con ello García disfrutó entonces de una popularidad récord en América
Latina (76% a fines de 1986). Cuando la capacidad de gasto del estado fue agotada
entonces comenzaron múltiples problemas.
El primer problema fue que a pesar de la reactivación económica, el Estado casi no
percibía mayores ingresos. Otro problema consistía en que, después del gran
crecimiento de 1986, la capacidad productiva de la modesta industria nacional
estaba llegando a sus límites. Hacían falta inversiones para instalar nuevas
capacidades y así continuar con la reactivación. Para ello, era necesario recurrir a
inversiones y préstamos extranjeros.
La poca confianza de la ciudadanía en las políticas económicas del Gobierno condujo
a que, hacia fines de 1986, muchos cambiaron sus intis por dólares temiendo –y, al
mismo tiempo, originando– una devaluación del inti. El paquete de medidas
adoptadas por García incluía el congelamiento del tipo de cambio inti-dólar. Pero tal
congelamiento tendía a ser artificial en tanto la demanda real de intis iba perdiendo
cada vez más terreno frente al dólar. Este cambio se vio reflejado en la tasa de
cambio libre, aquella de los cambistas de la calle, paralela al cambio oficial.

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 PELIGRO DE CRISIS
En 1987, el peligro de una crisis en la balanza de pagos y en las reservas
internacionales era evidente. Sin embargo, el Estado Peruano siguió confiando en
un crecimiento económico rápido hasta 1988. Al mismo tiempo, se vio obligado a
devaluar el inti, y a subir los sueldos y los precios.
En líneas generales, la política económica estatal empezó a caer en contradicciones.
Por un lado, el Gobierno buscaba el contacto directo con los empresarios
importantes (llamados los doce apóstoles, por ser solo una docena de grupos
empresariales) con el fin de persuadirlos a invertir en el desarrollo de la capacidad
productiva. Por otro lado y en su necesidad de aumentar los ingresos del Estado,
supuestamente obligó, a comienzos de 1987, a las empresas a prestarle dinero al
Estado.
En concreto, las empresas fueron forzadas a comprarle al Estado Peruano bonos
obligatorios por un valor que llegaba hasta el 30% de las utilidades brutas que las
empresas habían obtenido en 1986. Con esta medida, el Gobierno provocó airadas
reacciones en el sector empresarial. Al poco tiempo, algunas empresas fueron
exoneradas del pago obligatorio y finalmente el programa fue cancelado.
Este tipo de marchas y contramarchas, de reacciones sobre hechos ya consumados,
de pasividad frente a los peligros venideros contribuyeron a la percepción de que la
política económica del Gobierno estaba siendo improvisada y, sobre todo,
perdiendo el control. La situación se agudizó con la renuncia, en junio de 1987, del
Ministro de Economía Luis Alva Castro. A esas alturas la inflación ya resultaba
agobiante.

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 INTENTO DE ESTATIZACIÓN DE LA BANCA (1987)


El punto de ruptura del gobierno de García fue su intento de estatizar los bancos, las
financieras y las compañías de seguros. La medida fue anunciada en el mensaje a la
nación del 28 de julio de 1987.
García explicó las razones de su medida: los empresarios, -y en especial los grupos
de poder económico-, pese a beneficiarse con las bondades de la política
heterodoxa, no habían tomado conciencia en invertir en el país, dedicándose a
especular y sacar sus capitales al exterior. Por lo que García creyó necesario, en aras
del bien público, tomar el control del principal mecanismo de captación y
distribución de capitales: el sistema financiero. Ya en 1982 había publicado un libro
(El futuro diferente) en el que criticaba a los bancos privados por excluir del sistema
de créditos a los sectores informales, campesinos así como las pequeñas y medianas
empresas (PYMES). Según García, era necesario “democratizar” el crédito y, dado
que el sector privado no estaba dispuesto a asumir esa tarea, el Estado debía tomar
las riendas.
Con miras a la aprobación de esta medida, en el Congreso de la República del
Perú los apristas ganaron el apoyo de los representantes de la Izquierda Unida, con
lo que lograron una sólida mayoría, frente a los representantes del PPC y AP. García
empezó a recorrer el país, explicando con su oratoria convincente las supuestas
bondades de su proyecto. De otro lado, sectores altos y medios de la población se
mostraron reacios al mismo, y se agruparon en torno al Movimiento
Libertad encabezado por el escritor Mario Vargas Llosa, lo que marcó la aparición de
la prédica liberal y antiestatista en el discurso político nacional (hasta entonces
dominado por los extremismos de izquierda y derecha). En las cámaras del

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parlamento se discutió tempestuosamente la aprobación del proyecto, siendo


finalmente sancionado (se expropiaría hasta el 70% del capital social de los bancos y
financieras del sector privado). Sin embargo, esta ley, en la práctica, no se aplicó.
Solo dos comisiones interventoras se activaron, la del Banco de Crédito y la del
Banco Wiese, pero en la práctica no hubo mayor cambio. En definitiva, el intento de
estatización de la banca constituyó en otro de los fracasos del gobierno alanista.

 1988-1989: CRISIS
Al finalizar el año 1987, la crisis ya era evidente: La inflación empezó a ascender
bruscamente (114,5 % en diciembre del 1987), la producción –y, por consiguiente, la
reactivación económica– se había estancado y la balanza de pagos tuvo, en 1987, un
saldo negativo de 521 millones de dólares, el hueco más grande desde 1981.
Consecuentemente, las reservas internacionales siguieron decayendo. A falta de
dólares, el Banco Central se vio atado de manos en el control de la tasa de cambio
(una demanda creciente de dólares se puede contrarrestar poniendo en circulación
los dólares ahorrados, pero estos ya no había).
En octubre de 1987, el gobierno procedió a devaluar el inti en 24 %. Los llamados
paquetazos siguieron dándose, de forma periódica, a lo largo de un año, llevando a
una gran recesión económica. Pero García seguía sin aceptar la necesidad de una
línea clara.
Finalmente, García, obligado por las circunstancias, decidió dar un cambio de
rumbo, recurriendo, a fines de 1987, al Fondo Monetario Internacional (FMI) y
al Banco Mundial (BM) en busca de préstamos. El experimento heterodoxo había
llegado a su fin y ahora el gobierno retomaba las políticas ortodoxas. Los
organismos financieros internacionales exigieron el pago previo de las moras, que
ascendían a 1.500 millones de dólares. Ya para entonces las reservas internacionales
eran negativas. Fue recién hacia mediados de 1988 que García se convenció de la
necesidad de una “guerra frontal” contra la crisis económica. El nuevo Ministro de
Economía y Finanzas, Abel Salinas, tuvo la ingrata tarea de anunciar, ahora sí,
el shock o ajuste económico, el 6 de septiembre de 1988. Con ello se proponía
detener la inflación y la recesión, acabar con la pérdida de divisas y dar un contexto
de estabilidad y confianza a los agentes económicos. Fueron tan fuertes estas
medidas económicas, que, sin exagerar, dejaron estupefactos a todos los peruanos.
Se dice que incluso Alan García, sabedor de lo que se venía, llegó a tantear la
posibilidad de renunciar la noche anterior, pero que luego recapacitó para no dar
gusto a la derecha que, según él, quería su cabeza.
El plan, denominado Plan Cero, contribuyó a generar una inflación aún mucho
mayor, sobre todo en relación con los productos importados. Así, por ejemplo, el
precio de los productos farmacéuticos subió 600 % y el de la gasolina 400 %.
Además, se eliminó el sistema del control de precios con excepción de 42 productos
básicos.
A partir de setiembre de 1988, la inflación se convirtió en lo que los economistas
denominan hiperinflación. Ese mes, los precios subieron 114 %. Fue el mes con mayor
inflación en el gobierno de García y, probablemente, en la historia del Perú. En
época contemporánea, además del Perú, pocos países han caído en hiperinflación:

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Alemania, Austria y Hungría en 1920 (países europeos que salían de un desastre


bélico); y Bolivia y Nicaragua, en Latinoamérica. El shock parecía llegar muy tarde.
En todo caso, no pudo controlar la inflación.
Un largo paro en la industria minera contribuyó a que las exportaciones cayeran aún
más agravando así el déficit comercial. Las reservas internacionales, por su parte, se
aproximaban a cero.
El 22 de noviembre de 1988, García lanzó otro “paquete” con medidas muy
similares. Al mismo tiempo, Abel Salinas presentó su renuncia por discrepancias con
García.
Las esperanzas del APRA estaban ahora cifradas en el Banco Mundial y el Fondo
Monetario Internacional. Se enviaron diversas misiones a Washington D.C. para
renegociar la deuda y obtener un “préstamo puente” de 800 millones de dólares.
Pero el Perú no llegó a recibir préstamos, debido a que seguía siendo “inelegible” al
no haber contenido la inflación ni haber podido recuperar las reservas
internacionales; recién en julio de 1989 el FMI se comprometió a conseguir un
préstamo. Para 1990, la deuda externa ascendía a 16.720 millones de dólares.
El aumento del desempleo y la caída drástica de ingresos fue el costo social del
desastre económico provocando el surgimiento de un sector informal de una
dimensión nunca antes vista. Además, el Estado en bancarrota ya no pudo cubrir sus
obligaciones en materia de asistencia social, educación, salud y administración de
justicia.
Durante los años 1989 y 1990 no se produjeron cambios importantes. La economía
se recuperó levemente y las reservas internacionales también. Las importaciones se
contrajeron y las exportaciones subieron, sobre todo por el aumento de precio de
los minerales en el mercado internacional.
Bajo el mando del nuevo Ministro de Economía, César Vásquez Bazán, la inflación
tuvo una leve baja. La tasa anual de inflación fue de 3398.6% en 1989. Los últimos
meses de dicho año fueron usados en gastar las escasas reservas internacionales
para reactivar en algo la economía en vista de las próximas elecciones generales.
Así, en marzo de 1990, las reservas internacionales apenas llegaban a 190 millones
de dólares.
Para finalizar, diremos que los resultados del funesto experimento económico de
Alan García están todavía en la memoria colectiva de todos los peruanos: Inflación a
niveles astronómicos, escasez de alimentos y otros productos básicos y el derrumbe
de la aprobación del presidente a solo un dígito, todo un récord nacional.

 CORRUPCIÓN PÚBLICA
Uno de los puntos del inicial programa del alanismo expuesto en su mensaje inicial,
enfatizaba en la “moralización” de las fuerzas armadas y policiales, muy
desprestigiadas por sus relaciones con el narcotráfico y otros tipos de corrupción.
Siguiendo esa línea, se despidió y pasó al retiro a los funcionarios y autoridades
involucradas en ilícitos y se reorganizó la Guardia Civil, la Guardia Republicana y la
Policía de Investigaciones. A comienzos de 1986 fueron rebautizadas y puestas bajo
el mando de una Policía Nacional del Perú unificada (PNP).

Macroeconomía Página 13
Primer Gobierno de Alan García Pérez

En los primeros años de gobierno, no hubo ninguna denuncia resonante de


corrupción que involucrase a las autoridades y funcionarios. Ello es entendible ya
que los grupos económicos que controlaban los principales medios de
comunicación (diarios, revistas, radios y televisoras), se hallaban en buenas
relaciones con el poder político, pues se beneficiaban del acceso privilegiado a los
dólares MUC (dólar subsidiado por el gobierno y usado en la importación de bienes
y en pagos por servicios en el extranjero). Otros procedían de igual manera,
tratando sin duda de congraciarse con el mandatario para recibir esos beneficios.
Solo el diputado Fernando Olivera propuso una investigación parlamentaria para
investigar los ingresos y propiedades de García, pero fue rechazado por la mayoría
aprista de la Cámara de Diputados.
Los primeros indicios de corrupción aparecieron cuando se hizo evidente la
presencia cada vez mayor de militantes y simpatizantes apristas ocupando puestos
claves en la administración pública, donde en vez de los méritos profesionales,
pesaba más la filiación partidaria. También muchos amigos y empresarios cercanos
al mandatario se beneficiaron del mal manejo de los dólares MUC. Pero solo fue tras
el intento frustrado de la estatización de la banca, que empezaron a salir a la luz los
escándalos de corrupción, cuando los medios de comunicación y la elite se
convencieron de que debían oponerse a la política de García. Funcionarios públicos
se vieron involucrados en numerosos de esos casos; por ejemplo, a mediados de
1988 el ministro de Agricultura Remigio Morales Bermúdez debió renunciar a raíz
del escándalo de la carne malograda, importada de Argentina.
Pero solo sería tras el final del gobierno en julio de 1990 en que se revelarían las más
importantes denuncias de corrupción, que involucraban a la persona del mismo
presidente. Se formó al respecto una Comisión Investigadora, integrada
por Fernando Olivera Vega, Pedro Cateriano y Lourdes Flores, que como primera
medida lograron levantar la inmunidad parlamentaria a García (ya que según lo
establecido en la Constitución de 1979, los ex presidentes ejercían una senaduría
vitalicia). Los principales cargos levantados en 1991 contra García incluían el
enriquecimiento ilícito como funcionario, debido a ingresos no declarados de
dudoso origen y presumibles ganancias ilegales provenientes de su participación
directa en los casos de los aviones Mirage y el BCCI. Adicionalmente, se incluyeron
cargos de pedido y recepción de sobornos del consorcio italiano encargado de la
construcción del Metro de Lima (el “tren eléctrico”).
El caso de los aviones Mirage consistió en lo siguiente: como ya anotamos
anteriormente, García había decidido, desde el comienzo de su gobierno, reducir la
compra de una flotilla de aviones Mirage 2000, a solo 14 aviones de los 26 que
originalmente había contratado el gobierno anterior en 1982. Aseguró que, como la
compra se hallaba en trámite, era factible esa operación y que el Estado se ahorraría
dinero que sería destinado para fines más prioritarios. Como negociador fue
enviado a Francia Héctor Delgado Parker, empresario muy amigo del
mandatario. Dicho sea de paso, la decisión de reducir la compra la tomó García sin
consultar con las Fuerzas Armadas, como debió haber sido el procedimiento
correcto. Pero lo más grave fue que las investigaciones de la Comisión dieron
indicios razonables de que dicha operación tuvo otros fines, presumiblemente para
beneficiar económicamente al mandatario. Comenzando que, era inexacto que la

Macroeconomía Página 14
Primer Gobierno de Alan García Pérez

compra se hallaba en trámite en 1985, sino que esta se había transado en 1982,
estando programada la entrega de los aviones en dos lotes: 16 aviones en 1986 y 10
aviones en 1988. Con la reducción de la compra, el calendario de entrega se
modificó, y según los datos proporcionados por las Fuerzas Armadas, 4 aviones
llegaron a fines de 1987 y 10 aviones en 1988. Sin embargo, la Comisión descubrió
que, para mediados de 1986, los aviones Mirage ya estaban fabricados, y según la
documentación revisada, fueron entregados al Perú ese mismo año, pese a lo cual
nunca llegaron al país en ese entonces. Ello llevó a la presunción de que esos
aviones fueron vendidos clandestinamente a otros países, lo que resultaría en un
gran negocio, ya que el valor de los Mirage se había triplicado desde 1982, debido a
los conflictos que estallaron en el Medio Oriente en esa época. La Comisión halló
también indicios que García había intervenido directamente en la operación, y
recopiló testimonios de que en el transcurso de la misma el mandatario se había
reunido reiteradamente con Abderramán El Assir, un acaudalado libanés cuyo oficio
era ser intermediario entre gobiernos compradores y fabricantes de armas, con
altas comisiones de por medio. Presumiblemente ambos negociaron la venta de los
aviones hacia un país de Oriente, para lo cual se habría usado la intermediación del
BCCI de Londres, un banco especializado en falsificar documentación referente a
ventas de armas. Hay que destacar que una de las cláusulas del contrato de compra
contemplaba la posibilidad de que el Perú pudiera traspasar parte de la flota a un
tercer país, previa autorización del gobierno francés, cosa que inexplicablemente no
se siguió, y aparentemente se optó por la venta clandestina que obviamente
beneficiaba por lo bajo a los participantes en dicha operación. La defensa de García
consistió en afirmar que no hubo intermediarios en la renegociación de la compra, la
misma que se hizo de gobierno a gobierno, y resaltó lo beneficioso que fue para el
país dicha operación. En cuanto a Abderramán El Assir, García admitió conocerlo,
pero negó que fuera un traficante de armas. No obstante, los analistas concuerdan
en que la decisión de renegociar la compra de los Mirage fue en realidad perjudicial
al país, calculándose las pérdidas en más de 250 millones de dólares.
El escándalo del BCCI, un banco internacional sindicado de prácticas de
defraudación, estalló al producirse su quiebra en 1991, salpicando a muchos
gobiernos del mundo, entre ellos el de Perú. Una de las prácticas de dicho Banco era
captar depósitos pagando sobornos y coimas a funcionarios de gobierno y
funcionarios de bancos. El fiscal del distrito de la ciudad de Nueva York Robert
Morgenthau, en el curso de sus investigaciones en torno a este caso internacional,
reveló que parte de las reservas del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP)
fueron depositadas en el BCCI, previo soborno de tres millones de dólares a dos
funcionarios del BCRP, Leonel Figueroa (presidente) y Héctor Neyra (gerente
general). Después se supo que el encargado de sobornar a estos dos fue el peruano
Brian Jensen, ex funcionario del BCCI y ex gerente general del BCRP en la época del
segundo belaundismo. Aunque el BCRP era en teoría autónomo, sin embargo, era
difícil de creer que el presidente García, por su estilo de gobierno, no habría estado
al tanto de sus manejos; los indicios apuntaban a que estuvo involucrado
directamente en la colocación de las reservas en el BCCI y que conoció de los
sobornos. Todas estas revelaciones causaron gran impacto en el Perú. La defensa
de García consistió en afirmar que nunca intervino en las decisiones gerenciales del

Macroeconomía Página 15
Primer Gobierno de Alan García Pérez

BCRP y que el gran culpable de los sobornos era Brian Jensen, que era
acciopopulista.
Si bien ambas cámaras, la de diputados y senadores, ante los indicios documentales
y testimoniales, votaron mayoritariamente por la acusación constitucional contra el
ex presidente, errores procesales motivaron que el “caso García” no prosperara en
el poder judicial (allí se adujo falta de evidencias e imprecisión de los cargos
criminales). Se afirmó también que los jueces responsables del caso habían sido
nombrados en el gobierno de García o tenían vínculos estrechos con el APRA.
A todo ello se sumó el autogolpe de Fujimori de 1992, que dio a Alan García la
excusa perfecta para fugarse del país y asilarse en Colombia, arguyendo ser un
“perseguido político” (luego pasaría a Francia). No volvería al Perú hasta el 2001,
tras la caída de Fujimori. Aunque a lo largo de esos años se intentó mantener en su
contra las denuncias de corrupción, estas finalmente prescribieron, figura a la que
oportunamente se acogió García. Fue así que pudo postular nuevamente a la
presidencia en el 2001, al no tener ningún proceso pendiente.

Macroeconomía Página 16
Primer Gobierno de Alan García Pérez

CONCLUSIONES
Era indispensable contar con una estrategia económica de mediano y largo plazo,
así como un plan de estabilización de corto plazo, pero el Gobierno de AGP inició y
finalizó su mandato desprovisto de una estrategia que le otorgue coherencia a sus
políticas. El resultado de esta carencia fue la inconsistencia entre muchas de las
medidas adoptadas.

Partido Aprista no tuvo la voluntad (sino hasta 1988) de establecer alianzas políticas
con otros sectores (la izquierda y el empresariado, sobre todo). La alta votación
alcanzada en 1985 se convirtió en su debilidad, (AGP y su partido podían por
sísolos).

La pretendida nacionalización de la banca. Ni la izquierda, ni mucho menos el


empresariado, estuvieron dispuestos a respaldar la medida. La ambivalencia
ideológica del aprismo en su historia - al moverse de la izquierda hacia la derecha en
el pasado - generó muchas dudas entre sus posibles aliados, quienes no estuvieron
dispuestos a extenderle la mano.

La principal tarea del Gobierno era la pacificación del país, acertó (al inicio)
Haciendo hincapié en la necesidad de combatir a Sendero no sólo por medios
militares, sino políticamente, a través de una estrategia de desarrollo para los
departamentos más pobres del Perú, que beneficie a los productores campesinos.
Pero mostró su incapacidad para implementar medidas y programas que dinamicen
la economía campesina, dadas las condiciones por la presencia de Sendero.

Gobierno no supo aprovechar la tranquilidad de sus dos primeros años (era un


presidente muy popular) para impulsar las reformas fiscales y tributarias que el país
necesitaba. Sin un rediseño del sistema tributario, no era capaz de elevar el nivel de
intervención estatal para promover el desarrollo económico y la equidad social.

AGP jamás entendió que el tipo de políticas heterodoxas que buscaba implementare
xigían la presencia de una burocracia eficiente. Sin embargo, durante su Gobierno,
él no hizo nada por profesionalizar y mejorar las condiciones de trabajo de la
administración pública. Sin ello, sus políticas estaban condenadas al fracaso.

1. Alan García no logró plasmar totalmente los ideales apristas durante su


gobierno en el perú.
2. Alan García era muy joven, un gran orador y tenía una personalidad muy
fuerte, gracias a esto, el congreso siempre estaba a su favor, apoyándolo en
todo, desarrollando un gobierno personalista.
3. Alan García ideó un gobierno populista y no midio las consecuencias de las
promesas, ocacionando una inflación que superó todos los parámetros.

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

SUGERENCIAS

La sugerencia seria que no hubiese hecho todo lo que hizo , es decir no cometer los
errores que hizo, por ejemplo: García se dejó llevar por los consejos de las
economías proteccionistas, donde se da una idea de proteger la producción
nacional, nada más malo y perverso para la misma nación, eso significa malcriar al
empresariado nacional.
Protegerlo significa darle un mercado es decir consumidores que están obligados a
comprar sus productos, eso hace que los productores se sobren, dejen de producir,
tengan grandes ganancias y luego lo manden a cuentas en el extranjero.
El actual II gobierno de García Pérez, no protege a ningún industrial, lo que si realiza
es el ayudar a mejorar la competitividad y calidad del producto nacional a fin de
exportarlo.
A diferencia de su primer gobierno el actual fomenta el ingreso de capitales y
empresas extranjeras, atrás quedó el modelo autodestructor proteccionista, que
absurdamente grupos de izquierda en el Perú todavía lo protegen y creen que es el
modelo que se debería aplicar en el Perú.
Si de algo vale la experiencia histórica, entre 1985 y 1990 el Perú vivió en carne
propia lo que ocurre en un país que protege su industria nacional.
Y si comparamos a nuestro país también vale reconocer el crecimiento económico
de Chile en esa época basado en el fomento de sus exportaciones y el apoyo total a
la inversión extranjera.

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

7.85 7.99 13.86 3.97 9.53 4.95


9.25 7.85 10.54 4.74 8.76 5.1
9.42 8.68 11.48 5.78 8.64 7.3
9.42 9.78 11.5 5.99 8.56 7.92
9.44 10.48 10.95 5.54 8.9 6.81
9.58 11.27 9.15 5.08 8.9 5.58
8.54 10.18 8.45 4.61 8.86 4.78
8.42 8.72 8.23 4.62 8.01 4.02
8.38 7.52 11.25 5.8 7.48 3.52
8.39 7.79 17.88 9.28 9.09 5.25
7.88 7.08 19.85 9.63 9.28 4.32
7.73 5.96 21.4 8.93 9.2 3.4
6.8 5.47 24.8 8.08 9.79 3.29
7.52 5.31 26.1 7.35 10.26 3.13
6 5.3 24.64 6.29 9.97 3.05

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

PERÚ
12

9.58
10 9.25 9.42 9.42 9.44
8.54 8.42 8.38 8.39
7.85 7.88 7.73
7.52
8
6.8
6
6

0
1998 2000 2002 2004 2006 2008 2010 2012 2014 2016

PERÚ - ALEMANIA
12

10

0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Perú 7.85 9.25 9.42 9.42 9.44 9.58 8.54 8.42 8.38 8.39 7.88 7.73 6.8 7.52 6
Alemania 7.99 7.85 8.68 9.78 10.48 11.27 10.18 8.72 7.52 7.79 7.08 5.96 5.47 5.31 5.3

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PERÚ - ESPAÑA
30

25

20

15

10

0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Perú 7.85 9.25 9.42 9.42 9.44 9.58 8.54 8.42 8.38 8.39 7.88 7.73 6.8 7.52 6
España 13.86 10.54 11.48 11.5 10.95 9.15 8.45 8.23 11.25 17.88 19.85 21.4 24.8 26.1 24.64

PERÚ - EE.UU
12

10

0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Perú 7.85 9.25 9.42 9.42 9.44 9.58 8.54 8.42 8.38 8.39 7.88 7.73 6.8 7.52 6
Estados Unidos 3.97 4.74 5.78 5.99 5.54 5.08 4.61 4.62 5.8 9.28 9.63 8.93 8.08 7.35 6.29

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

PERÚ - FRANCIA
12

10

0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Perú 7.85 9.25 9.42 9.42 9.44 9.58 8.54 8.42 8.38 8.39 7.88 7.73 6.8 7.52 6
Francia 9.53 8.76 8.64 8.56 8.9 8.9 8.86 8.01 7.48 9.09 9.28 9.2 9.79 10.26 9.97

PERÚ - HONG KONG


12

10

0
2000 2001 2002 2003 2004 2005 2006 2007 2008 2009 2010 2011 2012 2013 2014
Perú 7.85 9.25 9.42 9.42 9.44 9.58 8.54 8.42 8.38 8.39 7.88 7.73 6.8 7.52 6
Hong Kong 4.95 5.1 7.3 7.92 6.81 5.58 4.78 4.02 3.52 5.25 4.32 3.4 3.29 3.13 3.05

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

LINKOGRAFIA

o https://es.wikipedia.org/wiki/Primer_gobierno_de_Alan_Garc%C3%ADa_P%C3
%A9rez

o http://www.deperu.com/abc/economia/3046/el-1er-gobierno-de-alan-garcia-
en-la-economia-peruana

o http://www.perupolitico.com/?p=252

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Primer Gobierno de Alan García Pérez

INDICE

Introducción 1
Primer gobierno de Alan García Pérez 4
Aspecto Económico
 Antecedentes 6
 Herencia de Belaunde 10
 El Programa Heterodoxo 11
 Primeros Resultados de la Política Heterodoxa 12
 Problemas de la Deuda Externa 13
 Crecimiento Económico 1985-1986 15
 Peligro de Crisis 17
 Intento de Estatización de la Banca 18
 1988-1989: Crisis 18
 Corrupción Publica 20
Conclusiones 24
Sugerencias 25
Ejercicio 26
Linkografía 30
Índice 31

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