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La batalla de Varna

Antes de nada , me gustaría agradecer a Enrique, el creador


de esta maravillosa página web, la oportunidad que me ha
brindado para escribir en su página.
No queriéndome enrollar demasiado, pasemos al tema de
hoy, que será la no tan conocida batalla de Varna, llevada a cabo Batalla de Varna
el 10 de noviembre de 1444.
Y seguramente os preguntaréis, no sin razón: ¿cómo demonios ha podido influir en la
historia esta batalla, entre tantas otras? Bien, pues la batalla en sí no fue gran cosa, fue el punto y
final a la llamada cruzada de Varna contra los otomanos. No hubo tácticas excepcionales, y el
resultado no fue otro que el esperado: victoria otomana debido a su abrumante superioridad
númerica. Sin embargo, lo que hace esta batalla importante fue la muerte de un personaje clave:
Vladislao III de Polonia y I de Hungría.
De no ser por la muerte de este personaje, la historia de países como Hungría, Polonia y
Lituania serían completamente diferentes.
Pero comencemos desde el principio, como se suele decir. Y es que para entender el por qué
de esta cruzada, de esta batalla y de la importancia de este personaje clave hay que remontarse
varios años atrás.

- El teatro europeo: los personajes -


Antes de nada, hemos de entender cómo era Europa en la época. Y es que este era el mapa
político de los estados europeos del siglo XV, y más adelante un mapa de Europa en el año 1444
según el videojuego “Europa Universalis IV”.
El caso es que, como se puede observar,
vemos una gran mancha llamada “el Imperio
Otomano” (u “Ottomans”), que hasta el año 1453 no
conquistarían Constantinopla, pero eso es otra
historia. El caso es que en este escenario previo a la
batalla de Varna tenemos 3 personajes principales:
Murad II, sultán y general (más adelante se aclarará
esto) de un Imperio Otomano en expansión que ha
puesto sus miras hacia los Balcanes; Alberto de
Habsburgo, rey de Hungría y Bohemia y duque de
Austria, yerno del emperador del Sacro Imperio
Romano Germánico Segismundo de Luxemburgo;
y, obviamente, nuestro amigo Vladislao III
Jagellón de Polonia. Como personaje secundario
(de momento) tenemos a Casimiro IV Jagellón,
Gran Duque de Lituania desde 1440, estos dos
últimos de la misma dinastía: la dinastía Jagellón.
Tras esta densa cantidad de información, Europa en 1444
vemos que es lo mismo de siempre: reyes y reinos
(en este caso también un Gran Ducado: Lituania. Lo de “Gran” no hace falta que explique por qué);
y, para terminar de orientar en la introducción, Alberto era rey de Hungría (“Hungary” en el mapa,
para los que el inglés les cuesta un poco) y de Bohemia (la mancha amarilla a la izquierda de
Polonia). Como ves una herencia nada despreciable para Alberto, y más teniendo en cuenta que no
era el hijo de Segismundo, anterior poseedor de todos estos títulos.
Lo que hizo fue casarse con la única hija de Sigismundo de Luxemburgo, Isabel de
Luxemburgo, y al hacerlo heredó ambos tronos, el de Bohemia y el de Hungría, además del ducado
de Austria. Se ve que a Alberto le salió bien la jugada de casarse con la hija de Sigismundo. Sin
embargo, lo hizo a cambio de algo: renunciar al trono del Imperio Romano Germánico, que lo
heredaría Federico III. Aunque visto lo visto, no debió costarle demasiado aceptar el trato (yo
también lo haría).
Además, cualquier lector
atento habrá notado una diferencia
entre los dos mapas: Bosnia, Serbia y
Moldavia están integrados en el
Imperio Otomano. Y es que los
otomanos tenían la vista puesta en los
Balcanes desde hace mucho, pero su
introducción en ellos fue, como todo
en la Historia, un proceso gradual.
- La introducción de
los otomanos en los
Balcanes - Batalla de Kosovo
Se podría decir que todo comenzó 1389, cuando el sultán Murad I aniquiló al ejército y a la
nobleza de Serbia en la batalla de Kosovo, convirtiendo a este país en un reino vasallo del Imperio
otomano (en otras palabras, conquistó el país entero).
Sin embargo, por un precio, y es que el propio sultán murió en batalla.
Claro, te puedes imaginar como le sentó a Segismundo que de repente los
otomanos compartieran frontera con el reino de Hungría: mal sería demasiado
suave. De hecho, le sentó tan mal que organizó una cruzada contra ellos, la
llamada Cruzada de Segismundo de Hungría (recordemos que los tiempos
de las cruzadas han quedado atrás y pocos eran los que se unían a las llamadas
de cruzada). Finalmente en 1396, Segismundo reunió un ejército y se propuso
conquistar la ciudad en manos otomanas de Nicópolis. Su posición sería la
siguiente en la época, justo a la orilla sur del Danubio:

Segismundo de
Luxemburgo

(nota para Enrique: como no sé hacer eso tan chulo de poner la dirección de Google Maps, para
no insertar una foto, te dejo aquí el enlace de Google Maps donde se encontraba Nicópolis para
que puedas ponerlo. Si no con una foto bastaría. He aquí el enlace:
https://www.google.com/maps/place/43%C2%B042'21.0%22N+24%C2%B053'45.0%22E/@44.09
81482,25.6531263,616770m/data=!3m1!1e3!4m5!3m4!1s0x0:0x0!8m2!3d43.705833!4d24.895833
)

Sin embargo, la cruzada fue un total fracaso, y Segismundo se tuvo que retirar con el rabo
entre las piernas, con su ejército aniquilado y el poder otomano en la frontera con Hungría,
consolidado.
A partir de entonces no hubo ningún otro intento de invasión por parte de Segismundo, sin
embargo fue éste el que fundó la Orden del Dragón en 1408. En efecto, la orden famosa por haber
tenido entre sus filas a Vlad III el Empalador, apodado Drácula, y que tanto juego ha dado su mito
en el mundo del cine. De hecho era príncipe de Valaquia y gracias a sus “ortodoxas” formas de
combatir al enemigo logró resistir con su minúsculo principado frente al poderoso Imperio
otomano. Curiosa anécdota, ¿verdad?
Finalmente, en 1437 es cuando las cosas se van poniendo tensas. Muere ese mismo año
Segismundo y le deja el trono de Hungría y el de Bohemia a su yerno Alberto. Sin embargo, duró
muy muy poco tiempo en sus tronos. Con 40 años tomó el poder y en el año 1439, con 42, murió
enfermo tras una derrota por parte de los otomanos, que llevaban varios años guerreando en las
fronteras. Y no solo eso, sino que murió sin descendencia de ningún varón nato, ya que en sus 42
años de vida había logrado dejar embarazada a su mujer, Isabel de Luxemburgo, solo unos meses
antes de morir. Eso deja al reino de Hungría sin rey (ni siquiera nacido), con los otomanos
amenazando sus fronteras y con la nobleza dividida queriendo sentirse más cerca del trono (se
podría decir que, al igual que la escasa fertilidad de Segismundo le costó a su dinastía 2 reinos y un
ducado (los reinos de Hungría y Bohemia y el ducado de Austria, sin contar con el título de
emperador), la escasa fertilidad de Alberto le costó el reino de Hungría, cosa que explicaré más
adelante).

El oportunista: Vladislao III de Polonia


Aquí es donde entra en escena el oportunista rey de Polonia: Vladislao
III de Polonia. Accedió al trono polaco en 1434 con 10 años y sin
contratiempos: muerte natural de su padre y a gobernar.
Sin embargo, en 1439 le llegan noticias de su reino vecino: acosado
por los otomanos, su rey a muerto y el heredero no ha nacido aún. Por ello
decide, con el apoyo de un sector de la nobleza húngara (que entre esta
nobleza se encontraba Juan de Huyadi, destacado militar y figura clave en

Vladislao III de Polonia y I


de Hungría
la nobleza húngara) en 1440 llega a la ciudad de Buda (la unión de ciudades húngaras Buda y Pest
dio lugar a la actual ciudad de Budapest. Saber nunca está de más) y propone amablemente fuerza a
la asamblea y al arzobispo a coronarle rey de Hungría.
Tras esto la reina viuda, Isabel, con su hijo recién nacido huyeron a sus posesiones de
Bohemia (donde, al no estar la presión de los otomanos que obligue a tener rey pronto, no hay
problemas para proponer al hijo de Alberto rey) acogidos por Federico III (recordemos que Alberto
renunció al trono del Imperio dejando vía libre a Federico. Hoy por tí y mañana por mí).
Así que en Hungría, con la nobleza dividida y dos reyes coronados pasa lo inevitable: guerra
civil. Desde luego me imagino al ambicioso sultán Murad II, que ya era sultán desde 1421,
frotándose las manos.
Finalmente, en 1441, tras un año de guerra civil, los partidarios de Ladislao V apodado “el
Póstumo” (que así era como se llamaba el hijo de Alberto) fueron derrotados, gracias en parte al
general Juan de Huyandi, y Vladislao fue aclamado como rey de una Hungría devastada por esa
guerra civil, pasándose a llamar Vladislao I de Hungría con sólamente 17 años.
Debido a la inestimable ayuda de Juan de Huyandi, Vladislao le nombró Capitán General de
Belgrado, ciudad fronteriza con el Imperio Otomano. En la práctica: comandante supremo de los
húngaros frente a los turcos. Tras unos años de intentos fallidos de los otomanos de tomar Belgrado,
en 1443 Juan de Huyandi y Vladislao deciden iniciar una series de campañas contra los otomanos,
ocupados en Anatolia con el emirato de Karaman.
Tras una serie de victorias, se empezó a creer posible resistir frente al imparable avance
otomano. Fueron tales los progresos de esta campaña ofensiva apodada
como la “larga campaña” que obligaron a Murad II a firmar una tregua
con los húngaros de 10 años el 14 de junio de 1444 en Adrianópolis.
Puedes imaginarte como estaría el joven Vladislao: tras años de derrotas
frente a los otomanos, por fin él había conseguido vencerles y obligarles
a firmar una tregua. Debió de pensar que sería debido a la debilidad
otomana por sus campañas en el este. Así que animado por el éxtasis de
lo que sabía a victoria y empujado por el ímpetu de la juventud, cometió
un error fatal: el 22 de septiembre de 1444, los húngaros violan la paz y
avanzan hacia los turcos, apoyados por el papa Eugenio IV y la
república de Venecia.

Situación del Emirato de Karaman

Lo que no debió saber Vladislao es que Murad II había firmado la paz con el emirato de
Karaman en agosto de ese mismo año con la condición de que su hijo, Mehmed II, subiera al trono,
a lo que Murad II accedió. Por lo tanto, todo el potencial turco se podía redirigir hacia la amenaza
en los Balcanes. Y, aunque el sultán fuera Mehmed II, el propio Murad II sería quién comandaría los
ejércitos otomanos, así que podría servirse al fin su tan ansiada venganza.
- La batalla de Varna -
En cuanto al ejército cruzado, al principio, confiado, avanzó rápidamente sorteando las
fortalezas otomanas cruzando el Danubio, buscando de una rápida victoria del ejército otomano en
Europa. En vista de este intento de derrotar a los turcos, tanto lo que quedaba del Imperio Bizantino
como Albania prometieron ayudar con hombres y recursos; ayuda que, por otra parte, nunca llegó.
Además, tanto los venecianos como los genoveses y el propio Papa habían aportado una
poderosa flota (aunque la mayoría de los barcos eran venecianos) que tenía una única misión, clave
para el desarrollo de aquella cruzada: bloquear los Dardanelos, que era el punto más estrecho para
cruzar de Anatolia a la península balcánica, exceptuando Constantinopla ya que estaba bajo poder
bizantino. Si se lograba bloquear ese estrecho, las tropas otomanas en Anatolia no podrían cruzar y
los cruzados podrían vencer a las estacionadas en Europa. Sin embargo, no solamente no se logró el
bloqueo, sino que algunas naves y oficiales venecianos ayudaron a los otomanos a cruzar. Hay
veces que el oro pesa más que cualquier religión o causa.

(Nota para Enrique: Aquí el estrecho de los Dardanelos en Google Maps:


https://www.google.com/maps/place/40%C2%B012'00.0%22N+26%C2%B024'00.0%22E/@40.50
1817,27.5629641,144726m/data=!3m1!1e3!4m5!3m4!1s0x0:0x0!8m2!3d40.2!4d26.4 )

Así que, tras esta traición, el 9 de noviembre Murad II se acercaba a Varna con un ejército de
alrededor 60.000 hombres, que triplicaban a los húngaros, que apenas sumaban 20.000 hombres.
Este avance fue tremendamente rápido, y pilló desprevenidos a los cruzados, que no se esperaban
una reacción tan rápida y contundente por parte de los otomanos. Los cruzados se encontraban
entonces un poco al norte de Varna, quedando atrapados entre el mar Negro, el lago de Varna, las
empinadas laderas boscosas de la meseta de Frangen y el enemigo, que se aproximaba por el oeste,
que era el único camino practicable. En vista de esto, en el consejo militar muchos propusieron una
estrategia defensiva a la espera de la flota para ser “evacuados”.

(Nota para Enrique: lugar donde se produjo la batalla:


https://www.google.com/maps/place/43%C2%B013'00.0%22N+27%C2%B053'00.0%22E/@43.19
16526,27.9055658,9155m/data=!3m1!1e3!4m5!3m4!1s0x0:0x0!8m2!3d43.216667!4d27.883333 )

No obstante, nuestro amigo Vladislao y el general


Juan de Hunyadi decidieron adoptar una táctica ofensiva. En
otras palabras, decidieron atacar a un enemigo que les
triplicaba en número. Sun Tzu, el autor de “El Arte de la
Guerra” lo estaría desaprobando bajo su tumba. Al igual que
la mayoría de los comandantes allí reunidos, sin embargo,
como Vladislao era el rey, se le obedeció.
Así, el 10 de noviembre de 1444, se produjo la batalla
de Varna. Aun así, en algo llevaban razón Vladislao y
Huyandi: los otomanos no se esperaban un ataque de un
ejército inferior, y la sorpresa jugó a favor de los cruzados.
De hecho, el propio rey Vladislao dirigió una carga con 500
caballeros polacos contra el centro otomano buscando
capturar a Murad II. En cambio, la jugada le salió mal y
acabó asesinado y decapitado por la guardia del general. Tras Carga de Vladislao
esto, y sumando la superioridad numérica abrumadora de los
otomanos, la moral del ejército cruzado cayó y Varna se convirtió en una carnicería. El propio
Huyandi intentó rescatar el cuerpo del rey, pero ya era demasiado tarde. A sus 20 años y sin
descendencia, tanto Polonia como Hungría se quedaban sin rey tras esta batalla.
Por otra parte, los otomanos también sufrieron bajas, tantas que no pudieron perseguir al
ejército cruzado ni aprovechar su victoria atacando a Hungría.

- Consecuencias de la batalla de Varna -


Como consecuencia directa, tras la muerte de Vladislao tanto Polonia como Hungría se
quedaban sin rey. Hungría tenía un recambio, que no era otro que Ladislao V “el Póstumo” (a veces
la Historia es irónica: un día huyes con tu madre siendo un recién nacido, y al siguiente retomas tu
trono tras la muerte del “usupador” que había protegido tu país). Aun así, todavía era demasiado
joven (tenía solamente 4 años), así que nombraron como regente al propio Juan de Hundayi. En
cuanto al trono de Polonia, ya volveremos sobre él más adelante.
Además, esta batalla aseguró la supremacía otomana en la zona, llevando a los otomanos a
anexionar Croacia y Moldavia más adelante, convirtiéndose en el amo y señor de los Balcanes
prácticamente; además de preparar el escenario para la caída de Constantinopla en 1453. Y con la
influencia ganada, Murad II consiguió derrocar a su propio hijo Mehmed II y hacerse, de nuevo,
con el sultanato otomano.
En cuanto al trono polaco... ¿recuerdas el personaje “secundario” al principio del post? ¿Y
recuerdas también que dije que eran de la misma dinastía: la dinastía Jagellón? Dicho en otras
palabras, eran de la misma familia. Así que, ahora a Casimiro se le repetía la misma ocasión que
años atrás a Vladislao, pero en este caso no hay otro competidor y es de la misma dinastía...
supongo que ya sabrás lo que pasó... ¡Bingo! Se quedó el trono de Polonia (no era una pregunta
muy difícil tampoco). Además, el bueno de Casimiro intentó también quedarse con Hungría, aunque
sin éxito. Así que tras esta batalla tenemos que Polonia y Lituania se unen bajo un mismo rey y
establecen una unión personal (mismo rey gobierna dos tronos) que más tarde, en 1569, llevaría a
formar la República de las Dos Naciones tras el tratado de Lublín, en el que se unían formalmente
ambos reinos; todo esto bajo el reinado del último Jagellón, Segismundo II Augusto.
Para finalizar, me gustaría recalcar el por qué de la importancia de esta batalla. Si Vladislao
no hubiese muerto, con 20 años tendría todo un reinado por delante para acercar las 2 coronas
(Polonia y Hungría) y tal vez hubiese terminado con Lituania también por ser de la misma dinastía.
Esto significa que tal vez hubiese terminado existiendo un país que englobara a ambos países, y que
hubiese podido plantar mejor cara al otomano, ya que Hungría se consideraba el último bastión de
la cristiandad, y si prácticamente sola resistió... ¿que hubiese podido hacer con Polonia a su lado?
Además, sin Polonia, Lituania no habría resistido los ataques del gigante ruso (Moscovia en un
proncipio) y tal vez hubiese tenido una expansión exagerada hacia el Oeste. O, tal vez, sin Polonia y
Lituania unidas, Prusia se hubiese podido formar antes y hubiesemos podido ver una unificación de
Alemania mucho antes. Sin embargo, hay demasiados “tal vez” en este último párrafo. ¿Qué
hubiese pasado en realidad? Nunca lo sabremos, y en parte eso es lo bonito de la Historia: el
plantearse qué hubiese podido pasar si...

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