Agenda Pública — Gatopardo recomienda
El vicio de comer
en La Calle
Un restaurante que fusiona la sazón de las huecas con la comodidad
de la casa de la abuela. La identidad nacional es el sello del lugar.
Los agachaditos embelesan.
No importa si las cocinas
industriales están a la
intemperie, si los gritos de
la casera se mezclan con los
del oficial del bus o si no
hay lugar para sentarse a
disfrutar. Todo es válido si
el premio es un plato típico,
con sabor extra. Guillermo
Robalino, experto en
administración y marketing,
aprovechó la debilidad
de los ecuatorianos por
estos lugares para crear
el concepto de su nuevo
restaurante: La Calle.
Desde el recibidor se
observan elementos cómicos
que reafirman una identidad
compartida, como la pared
negra en la que cuelgan
letreros de las rutas que
recorren las cooperativas de
transporte urbano. Éste es
un mural que los visitantes
disfrutan fotografiar. En el
área del comedor sobresalen
las sillas de madera en
colores naranja, verde,
turquesa o amarillo.
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Sin embargo, los
ambientes que más
contrastan en el local son “la
sala de la abuela” (un cuarto
tapizado, con muebles,
mesita central y lámparas)
y el patio trasero, en el que
reposa un estante repleto de
botellas de cerveza Pilsener.
Los visitantes pueden
escoger la atmósfera que
más les guste, de acuerdo
a la ocasión: reunión
entre amigos, familiar
o de negocios.
Las sonrisas se
multiplican al explorar la
carta. La cocina popular
está primera en la lista.
Fritada con tortillas, seco
de chivo, maito o sango
de camarón son algunas
de las especialidades
del chef Francisco Sosa,
quien después de vivir
largas temporadas en la
Sierra y en la Costa tiene
un conocimiento amplio
de los sabores de cada
región. Con todas estas
opciones, el consumidor
puede pedir una porción
extra de arroz, ¡la casa
invita! Otra alternativa es
agregarles gafas (huevos
fritos) por sólo un dólar.
Para quienes quieren algo
con más estilo, la carta
ofrece las preparaciones
finolis: lomo fino glaseado,
costilla grillada, corvina
a la plancha o pechuga
bañada en salsa de crema
de ishpingo. Y para rematar
el banquete se promete una
exquisita línea de postres,
entre los que constan el
chis-key de higos, dulce de
quinua o torta de maqueño.
Los jueves, viernes y
sábados, La Calle no sólo es
un restaurante: se convierte
en el espacio que puede
reemplazar a la vereda o a
la fiesta de barrio. La oferta
de bebidas está compuesta
por tragos ecuatorianos.
Covacha, Levantamuertos,
Mijín, Bajacalzón, Feriado
Bancario, Canelazo,
Granizados o Vaca Loca son
algunas de las propuestas,
que se sirven en frascos de
mermelada o, si es un festejo
grupal, en baldes de cuatro
litros. En La Calle no se
escucha música en inglés, la
banda sonora también está a
cargo de grupos nacionales.
Todo es parte de la magia de
este agachadito con clase.
— por natalia rivas párraga
La Calle
Carlos Tobar E6-
55 y Eloy Alfaro
T. (02) 254 5154