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Cada 8 de marzo, en el día internacional de la mujer, se está repitiendo lo mismo en

todo el mundo.
Mujeres radicalizadas, pro aborto, pro ideología de género, anti familia, se han
apoderado del movimiento feminista.

Es importante mencionar que las bases del feminismo están en el concepto de lucha de
clases y rebelión contra el poder, que es trasladado al entorno familiar, a fin de que la
mujer adopte el modelo masculino del éxito social (económico, intelectual, profesional,
etc.). Lo cual hoy por hoy se considera una batalla ganada ya que han alcanzado
una importante presencia en casi todos los ámbitos socioculturales actuales.

No obstante el feminismo moderno parece cultivar un tipo de igualdad que se vincula


con la androginia impuesta por el Estado, y que propugna que en última instancia, la
mujer debe “rendir cuentas” al Estado moderno en lugar de a sí mismos, y a su familia.

Pareciera que la única elección del feminismo liberal es permitir a las mujeres matar al
niño en el vientre de la madre.Liberándose radicalmente del rol de procreadora,
educadora y guía de la próxima generación.
En última instancia es la destrucción de la familia.
La lógica del feminismo pro-aborto también amenaza con eliminar las realidades
biológicas de la masculinidad y la feminidad como si fueran nada más que errores en
una utopía de una sociedad sin sexo.
Siguiendo con la misma tendencia, La sociedad occidental actual ha desarrollado una
inclinación para negar lo obvio.
hay que empezar a hablar de nuestra comprensión del sexo, el cual tiene sus raíces en
algo objetivo y cuantificable: el cuerpo.
Ahora, la corrección política ha llevado a EE.UU. a aprobar potencialmente la inclusión
de las mujeres en la primera línea de combate en el Ejército.
Por márgenes significativos, las mujeres son físicamente más débiles, más lentas y
tienen reflejos más pobres que los hombres. En el campo de batalla, estas deficiencias
hacen una diferencia, literalmente, entre la vida y la muerte.
El cuerpo de marina encargó un estudio que encontró que el 25% superior de sus
reclutas mujeres más fuertes estaban casi a la par con los reclutas masculinos más
débiles, o sea el 25% inferior.
incluso las mujeres que parecían con un ajuste espectacular todavía tenían fracturas
pélvicas en marchas largas con un equipamiento militar estándar.
Ciertamente, las mujeres son valientes, patrióticas, y sacrificadas, pero el cuerpo
de la mujer no fue construido para el combate.

Sus energías se dirigen hacia otra cosa, de hecho, el sistema reproductor femenino es
mucho más “caro” en términos de energía invertida, ya sea que una mujer tenga o no
un hijo.
¿Podrían estas diferencias fisiológicas acerca de la vida que deben llevar lo hombres y
las mujeres?

Las feministas modernas se niegan a pensar en estas diferencias y lo rechazan con ira,
como “determinismo biológico”.

¿Debemos ver como un accidente incómodo la fisiológica de los hombres con bíceps
(más grandes), y las mujeres con el poder para dar a luz una nueva vida?

Sin duda es más razonable incorporar estas características en una comprensión


completa y plenamente humana de la masculinidad y la feminidad, de una manera que
de sentido y objeto social a ambos.

El empoderamiento de la mujer, su “liberación” y tratar de ocupar los mismos espacios


del hombre, a través del movimiento feminista y luego la ideología de género, fueron
los elementos principales de esta situación de hoy en occidente: Decaimiento de la
familia, el transexualismo y la homosexualidad, la baja en la natalidad porque las
parejas no quieren concebir, abortos, anticoncepción.

Este no es más que un ejemplo reciente del absurdo feminista llevado al extremo.

Todo esto ya fue profetizado hace 8 décadas, pero en un tono más sobrenatural.
El vidente argentino Benjamín Solari Parravicini profetizó en sus psicografías de las
décadas de 1930-40 la ideología feminista y de género lo cual implica que se trata de
un plan trazado desde décadas atrás.
Parravicini alcanzó a ver con una claridad admirable la tortuosa senda por lo que
habían de transcurrir los pasos de la liberación de la mujer. Y en cierto modo se
estremeció.

Ya en 1936 diría: “La mujer pasará su cabello al hombre y el hombre pasará sus ropas
a la mujer.
Ambos mandarán en igualdad de mando, pero el tiempo les hundirá”.

No se trataba sólo de extrañas profecías, como aquella del año 1937 en que anticipaba
un transexualismo que entonces no se podía entender pero que hoy vemos
desconcertantemente nítido:“El hombre mujer, será en dos faces (sic). Una por
nacimiento bisexo, otra por ancestralismo. El mal será el vicio en el hombre, este
llevará el sexo en búsqueda y terminará en hombre mujer falso.
Médicos operarán y harán bien, más el hombre mujer no será interpretado hasta
el 70.”

No, no se trataba de intuiciones proféticas de excesos marginales.

No, para Parravicini había una previa trastocación del ser del hombre en el mundo, de
su misión constitutiva e íntima.
En la que la mujer sería arrebatada del corazón del hogar para ser entregada al falso
corazón de un mundo tecnificado.

Por eso Parravicini dejaría en 1949 una sorprendente profecía que parece hablar de
nuestros días:

“La mujer perderá la atracción del sexo, usurpará al hombre de su quehacer, atrapará
la política, llevará su mando al alto estrado, será dominante factor en el mundo, pero el
mundo en el día de los días la aplastará. Será en el final de la grande prueba.”

Porque ese éxito de la mujer se ha convertido en su misma destrucción, en su misma


insatisfacción, en su misma desilusión.

Y con la “pérdida” de la mujer se ha avanzado en la destrucción de la civilización,


porque ha sido posible derribar sus cimientos más esenciales al grito de “realización”.

Reflexión personal: la importancia de la mujer en nuestra era, ha sido desvirtuada por


nuestro propio actuar como sociedad en su conjunto. Aquellos logros alcanzados a
través de la verdadera lucha feminista, hoy se ven opacados por una revolución sin
sentido, causada por nosotros mismos. La libertad ahora es libertinaje, la desigualdad
social parece una enfermedad sin cura. Como dijo Parravicini, estamos a prueba y el
resultado final es obvio pero no lo vemos, así mismo tengo la esperanza de que, algún
día, alcanzaremos la madurez que tanto nos hace falta como sociedad.

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