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Crase 1 Prrvcoe A: Cures Poca ori 1 | CLAse Capitulo I: EI psicoandlisis en crisis. Cien afios de psicoandlisis. Hace cien afios, cuando concluia la centuria anterior, un médico vienés, Sigmund Freud, creaba el psicoanalisis co- mo respuesta a los interrogantes que le planteaban sus pa- cientes histéricas, a las que supo escuchar. En los origenes de! psicoandlisis estén instaladas la escu- cha y la palabra, nace como dilogo y continta siéndolo cien afios después, en una época en que nadie escucha y priva el monélogo. Tal vez esa dificultad para registrar la vi ior y cen- trar en ella la humana existencia, déndole profundidad y es- pesor, ese descentramiento de la vida humana, es una de las razones de la “crisis” del psicoandlisis como practica, por- que en un mundo donde nadie escucha el psicoanédlisis es subversive, obliga a escuchar y a escucharse, obliga a dar se razones acerca de lo que se hace y obliga a comprobar con dolor la fuente inconéciente de tantas conductas y acti- tudes, lo que lastima nuestra omnipotencia. Ya no es el.sexo lo que escandaliza, el sexo es moneda corriente, Jo que escandaliza es la intimidad, el compromiso, la coherenela, y la necesidad de ahondar en uno mismo; lo ‘que eseandaliza és el didlogo, la posibilidad de acoger den- tro de uno el discurso del otto, abriéndose a él Por eso pienso que, asi como el psicoandlisis a fines del ‘siglo pasado rescat6 el valor de la sexualidad y su impoitan- cia en lacausacién de las neurosis, a fines del milenio tal vez pueda rescatar al hombre de su enajeniacién y, volviendo a abrir los espacios mentales indispensables, arrancarlo de este universo de la huida haciendo renacer el dilogo. El relato de la historia de una paciente (Anna 0), que le hiciera Breuer a su joven colega Freud, desperté eh éste-el. 7 vivisimo interés por los procesos animicos, que Io llevé, gra- ccias a su genio, a la creacién del psicoanalisis. Laobservacién de ese caso destaca que la paciente, que padecia de diversos sintomas sométicos, periédicamente ‘entraba en trance autohipnético y, reviviendo acontecimien- tos olvidados con todas las emociones concomitantes, des- pertaba y al hacerlo los sintornas habian desaparecido. Inicié asi una busqueda que no concluyé hasta su muer te y que lo llevé a utilizar al comienzo la hipnosis y a buscar en Paris con el maestro Charcot, que habia producido sinto- mas conversivos bajo hipnosis, y en Nancy con Bernheim, ‘que habia logrado ta desaparicin de los sintomas utlizando la sugestin bajo hipnosis, las respuestas que terminé hallan- do en sus pacientes y en si mismo. Escuchando (icuénto necesitariamos hoy de esa virtud de escuchal), tiene una primera intuicién fundamental: los sinto- ‘mas histéricos tienen un sentido, significan algo, hay en ellos un discurso aprisionado, privado de expresién verbal. Lejos de ser meras manifestaciones aberrantes, son par- te importante de la vida psiquica de los pacientes, ligada a acontecimientos vividos, que el sujeto no podia recordar y cuya revivencia determinaba su desaparicién. Los sintomas tenianentonces un significado, que al mé- ddico le tocaba develar, aunque sélo creandio las condiciones propicias (estado particular de conciencia al comienzo, en- ‘cuadre adecuado después), dado que la respuesta estaba dentro del paciente, aunque era inconsciente y, por ende, “éste:no'era capaz dé hallaria solo. Por eso el psicoandlisis, que iba a nacer de esas prime- ras observaciones que denotaban el genio de Freud, fue desde el comienzo didlogo, encuentro interpersonal, y su efecto terapéutico estuvo ligado desde el comienzo a un develamiento de algo que estaba dentro del paciente y que el analista debia ayudar a poner de manifiesto. Los comienzos fueron dejados atrés por Freud, al que sus primeros compaheros de ruta no pudieron seguir porque, ‘como el mismo Breuer decia, “volaba demasiado. alto". Répidamente dejé atrés la hipnosis y la sustituyd por la 18 asociacién libre, que sélo cobraba sentido si el terapeuta dejaba de lado sus prejuicios y ponia a disposicién del did- logo su atencién flotante. Describe luego la transferencia, fendmeno que llevaba al sujeto a revivir en relacién con su analista los acontecimien- ‘os pretéritos, ubicando por desplazamiento en él la repre- sentacién de las figuras significativas de su vida infantil También desde el punto de vista etiopatogénico dejé atrés las situaciones traumaticas inespecificas, al otorgarle a Ja sexualidad un papel protagénico, y descubrié el funciona- miento propio del psiquismo inconsciente. Su creatividad se despliega y, a partir de esa primera in- tuicién, la teorfa creada para dar razén de los sintomas se hace extensiva a los suefios y a la totalidad de la vida psiqui- ‘ca personal El suefio también es parte importantisima de la vida de! sujeto; es el punto en que se va a expresar, no sélo su con- flictiva, sino su capacidad creativa para simbolizarla y para hallarse a si mismo. Es ese espacio onirico, lugar de la satisfaccién aluci- natoria de los deseos, expresin de los temores y lugar de un primer intento de simbolizacién. No es original al decir que los suefias ténian un sentido, desde ya, pero es el primero que logra estructurar una teo- tia coherente, que permitié una utlizacién practica de sus hallazgos en beneficio del tratamiento dé los pacientes Neurdticos y piedra angular en la bsqueda de su verdad. Es dificil imaginar hoy, en la era del apuro y de la sig cia, de las medicinas prepagas que exigen que el paciente se cure o desaparezca en cinco sesiones, el valor del psi coandlisis como método que acttia “per via di levare”, como el escultor que deja nacer las formas del bloque quitando lo sobrante, y el valor que para la vida humana tiene el encon- {rarse a uno mismo y, més alld de! consumo, privilegiar el ser sobre el poser y el hacer. Winnicott, un psicoanalista inglés contempordneo, nos decia, “primero ser, para luego hacer", y yo agregarfa “para que el ser se encare en ese hacer.” 19 Esa es la razén por la cual pienso que el psicoandlisis esté hoy mas vigente que nunca, aunque la indicacién tera- péutica sea sustituida, en muchos casos, por una pastilla, que manipula la conducta y suele, si es mal empleada, com- pletar la enajenaciGn en que el hombre contempordneo vive. Hace cien afios, cuando agonizaba la centuria, acuciado or su inquietud intelectual y por el jeroglfico que sus pa- Cientes histéricas le presentaban en su demanda de ayuda, ‘Sigmund Freud, ayudado por su genio creador, como Edipo frente a la esfinge, se lanzé valerosamente a desentrafar el drama humano... Cien afos de psicoandlisis atestiguan su Hoy el fisicoanalisis como cuerpo teérico impregna y es supuesto por las teorias que sostienen todas las terapias vi- gentes, esté presente en la cultura, al extremo que, como nos dice el filésofo Paul Ricoeur, hoy no se puede no contar con él 0 desconocer sus aportes, aunque los agoreros de tumo anuncien su muerte, 4Qué nos queda a los psicoanalistas de hoy, frente al monumental aporte freudiano? Por supuesto, no podemos pretender decir las primeras palabras que ya estan dichas y, si deseamos seguir siendo psiconalistas, debemos, como nos decia Bela Grunbeiger, resignamnos a vivir a la sombra de Freud, pero, eso si, con el compromiso de rectear el psi- coanlisis todos los dias y continuar explotando las sendas Virgenes atin no exploradas, las que Freud preanunci6, pero ‘no pudo recorrer. A fines del siglo pasado, los esfuerzos freudianos le.die~ ron carta de ciudadania a la histeria, y rescataron a los histé- Ticos de los tratamientos inicuos, a los que la contratrans- ferencia de los médicos de entonces los sometia, y que in- cluian, en algunos casos, la amputacién del clitoris, etc. Hoy, aunque mas sutiles, los métodos que no toman en consideracién a la persona a la cual se aplican, son tan 0 més mutilantes que los antiguos; al fin y al cabo, como nos decia un psicoanalista inglés, la violacién del ser, el asalto a la intimidad es “peor que ser devorado por los canibales”, Los manipuladores de los “estados de Animo”, los nuevos 20 alquimistas de! fin del milenio, han intentado con los pacien- tes neuréticos, y sobre todo con los pacientes histéricos (ha- ‘ciendo desaparecer casi el diagnstico de hsteria inclusive), Usar todo su arsenal de medicamentos de vieja y nueva ge. neracién, para obtener como respuesta un éxito asombroso al comienzo (cuando la sugestién es confundida con magia), éxito que hacen piiblico casi con seguridad, y un fracaso Posterior estrepitoso, que es cuidadosamente ocultado y ‘que los sume en la initacién, en lugar de ponerlos en la rea- lidad. Esto me hace pensar, ahora, si los histéricos no serén los que rescaten la préctica psicoanalitica, que al finy al cabo fue elaborada a la medida de su cemanda, y si los psi- conalistas hoy no enfrentamos un nuevo desafio, que nos va a llevar a articular nuestros aportes con los de las otras dis- ciplinas que tratan del sufrimiento humano, para ir, desde la pregunta técita en el discurso trunco de la histeria, hacia el rescate de la intimidad perdida, at

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