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TESTIMONIOS DE JESÚS

MARA BAR SARAPIUM

CARTA AÑO 73

¿Qué más podemos decir, cuando los sabios están forzosamente arrastrados por tiranos, su sabiduría
es capturada por los insultos, y sus mentes están oprimidas y sin defensa? ¿Qué ventaja obtuvieron los
atenienses cuando mataron a Sócrates? Carestía y destrucción les cayeron encima como un juicio por
su crimen. ¿Qué ventaja obtuvieron los hombres de Samo cuando quemaron vivo a Pitágoras? En un
instante su tierra fue cubierta por la arena. ¿Qué ventaja obtuvieron los judíos cuando condenaron a
muerte a su rey sabio? Después de aquel hecho su reino fue abolido. Dios, de manera justa, vengó
aquellos tres hombres sabios: los atenienses murieron de hambre; los habitantes de Samo fueron
arrollados por el mar; los judíos, destruidos y expulsados de su país, viven en la dispersión total. Pero
Sócrates no murió definitivamente: continuó viviendo en la enseñanza de Platón. Pitágoras no murió:
continuó viviendo en la estatua de Juno. Ni tampoco el rey sabio murió verdaderamente: continuó
viviendo en la «nueva ley» que había dado.5

Testimonium Flaviano

«En aquel tiempo apareció Jesús, un hombre sabio, (si es lícito llamarlo
hombre); porque fue autor de hechos asombrosos, maestro de gente que
recibe con gusto la verdad. Y atrajo a muchos judíos y a muchos de origen
griego. (Él era el Mesías) Y cuando Pilato, a causa de una acusación hecha
por los principales de entre nosotros lo condenó a la cruz, los que antes le
habían amado, no dejaron de hacerlo. (Porque él se les apareció al tercer
día de nuevo vivo: los profestas habían anunciado éste y mil otros hechos
maravillosos acerca de él) Y hasta este mismo día la tribu de los cristianos,
llamados así a causa de él, no ha desaparecido».

[...] Ananías era un saduceo sin alma. Convocó astutamente al Sanedrín en el momento propicio. El procurador Festo
había fallecido. El sucesor, Albino, todavía no había tomado posesión. Llamó a juicio al hermano de Jesús, quien era
llamado Cristo, cuyo nombre era Jacobo, y con él hizo comparecer a varios otros. Los acusó de ser infractores a la ley
y los condenó a ser apedreados. [...].

TÁCITO
(ANALES)

«para acallar el rumor, Nerón creó chivos expiatorios y sometió a las


torturas más refinadas a aquellos a los que el vulgo llamaba “crestianos”,
[un grupo] odiado por sus abominables crímenes. Su nombre proviene de
Cristo, quien bajo el reinado de Tiberio, fue ejecutado por el procurador
Poncio Pilato. Sofocada momentáneamente, la nociva superstición se
extendió de nuevo, no sólo en Judea, la tierra que originó este mal, sino
también en la ciudad de Roma, donde convergen y se cultivan
fervientemente prácticas horrendas y vergonzosas de todas clases y de
todas partes del mundo».

PLINIO EL JOVEN
111

«Decidí dejar marcharse a los que negasen haber sido cristianos, cuando
repitieron conmigo una fórmula invocando a los dioses e hicieron la
ofrenda de vino e incienso a tu imagen, que a este efecto y por orden mía
había sido traída al tribunal junto con las imágenes de los dioses, y
cuando renegaron de Cristo (Christo male dicere). Otras gentes cuyos
nombres me fueron comunicados por delatores dijeron primero que eran
cristianos y luego lo negaron. Dijeron que habían dejado de ser cristianos
dos o tres años antes, y algunos más de veinte. Todos ellos adoraron tu
imagen y las imágenes de los dioses lo mismo que los otros y renegaron
de Cristo. Mantenían que la sustancia de su culpa consistía sólo en lo
siguiente: haberse reunido regularmente antes de la aurora en un día
determinado y haber cantado antifonalmente un himno a Cristo como a
un dios. Hacían voto también no de crímenes, sino de guardarse del
robo, la violencia y el adulterio, de no romper ninguna promesa, y de no
retener un depósito cuando se lo reclamen».

SUETONIO (120)

El historiador romano (70-140 d.C.) hace una referencia en su libro


«Sobre la vida de los Césares» donde narra las vidas de los doce primeros
emperadores romanos. En el libro V se refiere a un tal «Chrestus» al
mencionar la expulsión de los judíos de Roma ordenada por el
emperador Claudio: «Expulsó de Roma a los judíos que andaban siempre
organizando tumultos por instigación de un tal Chrestus».

La mayoría de los historiadores coinciden en que Chrestus es Cristo


porque era frecuente que los paganos confundieran Christus y Chrestus y
no existe ningún testimonio sobre ningún Chrestus agitador
desconocido.

En los Hechos de los Apóstoles se recoge este acontecimiento: «[Áquila y


Priscila] acababan de llegar [a Corinto] desde Italia por haber decretado
Claudio que todos los judíos saliesen de Roma».

Luciano (165 d.C.)


El escritor griego Luciano de Samosata satiriza a los cristianos en su obra
«La muerte de Peregrino»: «Consideraron a Peregrino un dios, un
legislador y le escogieron como patrón…, sólo inferior al hombre de
Palestina que fue crucificado por haber introducido esta nueva religión
en la vida de los hombres (...) Su primer legislador les convenció de que
eran inmortales y que serían todos hermanos si negaban los dioses
griegos y daban culto a aquel sofista crucificado, viviendo según sus
leyes».

Celso (175 d.C.) ENEMIGO DE LOS CRISTIANOS


En «Doctrina verdadera» ataca a los cristianos. Aunque no se conserva
su libro, sí muchas de sus citas por la refutación que escribió Orígenes
unos 70 años después.

TALMUD DE BABILONIA (SIGLOS III-V)

´En la víspera de la pascua se colgó a Jesús´. Cuarenta días antes había


pregonado el heraldo: ´Será apedreado, porque ha practicado la
hechicería y ha seducido a Israel, haciéndole apostatar. El que tenga que
decir algo en su defensa, venga y dígalo´. Pero como no se alegó nada en
su defensa, se le colgó en la víspera de la fiesta de la pascua».

CONTEXTO

1. DT. 13.

Capítulo 13

Capítulo 13

Castigo de los falsos profetas

1 Practiquen cuidadosamente todo lo que yo les ordeno, sin añadir ni quitar nada.

2 Si surge en medio de ustedes un profeta o un intérprete de sueños, que te propone un


signo o un prodigio,
3 y te dice: «Vamos detrás de otros dioses –que tú no conoces– para rendirles culto»,
aunque se cumplan el signo o el prodigio,

4 no hagas caso de las palabras de ese profeta o de los sueños de ese visionario. Porque el
Señor, su Dios, los pone a prueba para ver si ustedes lo aman realmente con todo su
corazón y con toda su alma.

5 Sigan al Señor, su Dios. Témanlo y observen sus mandamientos, escuchen su voz,


sírvanlo y sean fieles a él.

6 Y ese profeta o ese intérprete de sueños deberá ser castigado con la muerte, por haber
incitado a la rebelión contra el Señor, tu Dios –el que te hizo salir de Egipto y te rescató de
la esclavitud– para desviarte del camino por donde el te ordenó que fueras. Así harás
desaparecer el mal de entre ustedes.

Castigo de los que instigan a la idolatría

7 Si tu hermano –el hijo de tu padre o de tu madre– tu hijo o tu hija, la esposa que duerme
en tus brazos, o tu amigo más íntimo, trata de seducirte en secreto, diciendo: «Vamos a
servir a otros dioses», que ni tú ni tus padres conocieron

8 –los dioses de los pueblos próximos o lejanos que están a tu alrededor, de un extremo al
otro de la tierra–

9 no cedas a sus instigaciones ni le hagas caso. Sé implacable con él, no lo perdones ni lo


encubras.

10 Tendrás que hacerlo morir irremediablemente. que tu mano sea la primera en levantarse
contra él para quitarle la vida. y que después todo el pueblo haga lo mismo.

11 Deberás apedrearlo hasta que muera, porque intento apartarte del Señor, tu Dios, que te
hizo salir de Egipto, de un lugar de esclavitud.

12 Todo Israel, cuando se entere, sentirá temor, y no volverá a cometerse esta infamia entre
ustedes.

Capítulo 5

11 No pronunciarás en vano el nombre del Señor, tu Dios, porque él no dejará sin


castigo al que lo pronuncie en vano.

12 Observa el día sábado para santificarlo, como el Señor, tu Dios, te lo ha


ordenado.
13 Durante seis días trabajarás y realizarás todas tus tareas.

14 Pero el séptimo día es día de descanso en honor del Señor, tu Dios. En él no


harán ningún trabajo ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu esclavo, ni tu esclava, ni tu
buey, ni tu asno, ni ningún otros de tus animales, ni tampoco el extranjero que
reside en tus ciudades. Así podrán descansar tu esclavo y tu esclava, como lo
haces tú.

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