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Término acuñado por la psiquiatra francesa Marie-France Hirigoyen, quien, en 2012, publicó
un libro en francés, traducido al español, y titulado El abuso de debilidad y otras
manipulaciones.
El abuso de debilidad consiste en la manipulación psicológica de una persona sobre otra,
generalmente con la intención de conseguir un beneficio. Para ello la persona manipuladora
hace creer a la víctima que hace lo correcto y que la víctima actúa por propia voluntad. El
engaño puede ser económico y/o afectivo. La manipulación afectiva puede darse, por ejemplo,
en niños cuyos padres están en proceso de separación y en las relaciones de pareja.
Esta manipulación resulta en ocasiones difícil de probar ya que el hecho conlleva el
“consentimiento” de la víctima. El término debilidad no implica que las víctimas lo sean,
aunque tenga más incidencia, por ejemplo, en personas mayores y en niños. En todo caso,
este tipo de manipulación puede afectar a cualquier persona.
ACTIVISMO VICTIMAL:
Actividad promovida por los miembros de una o varias organizaciones de víctimas con
carácter reivindicativo. Entre sus fines se encuentran la lucha por sus derechos, así como la
atención, reparación, recuperación y/o reintegración de las victimas en la sociedad.
El activismo victimal ha conseguido grandes logros en los campos de la asistencia a las
víctimas, cuando nadie se ocupaba de ellas, y en el reconocimiento de sus derechos. No
obstante, en la actualidad diversos expertos advierten del riesgo de su posible manipulación
política y cuestionan su influencia como lobby en las decisiones relativas a la política criminal.
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BULLYING:
Se trata de un término inglés. Fue empleado por primera vez, en el sentido de violencia
escolar por el sociólogo noruego Dan Olweus en la década de los setenta.
El bullying como victimización, también conocido como acoso escolar, es una forma de
maltrato que se produce entre estudiantes de forma reiterada a lo largo de un tiempo. La
forma de maltrato puede ser tanto física como verbal y/o psicológica, incluyendo espacios
virtuales (ciberbulllying). Abarca desde insultos o rumores negativos hacia la víctima, hasta el
aislamiento, apodos, amenazas e incluso las agresiones físicas.
La víctima que lo padece no puede defenderse fácilmente, por ello padece una interferencia
arbitraria en su espacio vital que menoscaba su libertad personal.
En la actualidad, diferentes líneaa de investigación victimológica tienen en cuenta el rol de los
terceros observadores a la hora de la prevención victimal.
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CIBERVICTIMIZACIÓN:
Dícese de la amenaza, persecución y humillación que sufre una persona, física o jurídico, o un
Estado, en el ámbito del ciberespacio o internet. Las aplicaciones y plataformas, como el
correo electrónico, redes sociales o mensajes de texto, están cada vez más al alcance de
cualquier persona. Se aprecian varios tipos de cibervictimización: la cibervictimización contra
las personas, perpetrada en el marco de relaciones sociales delimitado por el ciberespacio; la
cibervictimización económica, que consiste en el ataque al patrimonio económico a través de
internet; etc.
A diferencia de la victimización que se produce con los delitos consumados cara a cara, la
cibervictimización no requiere de fuerza física, por lo que puede ofrecer una oportunidad para
cualquier individuo que desee realizar este tipo de delitos, favorecidos, además, por un
contexto de anonimato. Desde el punto de vista de las víctimas, ese anonimato favorece una
falta de empatía hacia ellas, a lo que se sume una escasa percepción del riesgo por parte de
éstas. Además el impacto de la victimización tiene caracteres de inmediatez, globalidad y
perennidad, lo que dificulta su reparación.
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CICLO DE LA VIOLENCIA:
Este es un concepto vinculado a la violencia en pareja, que explica las razones que
imposibilitan a las mujeres maltratadas a pensar y crear alternativas para salir de la situación
de maltrato. La psicóloga Leonore E. Walker investigó en 1979 sobre estas cuestiones y
concluyó que la violencia se producía en tres fases que se repiten de modo cíclico. Estas tres
fases son: la fase de acumulación de tensión, la fase de explosión o agresión y la fase de
calma o luna de miel.
En un primer momento (fase de acumulación o tensión), aumenta la tensión en la pareja; el
hombre se muestra cada vez más enfadado con la mujer sin motivo aparente y se incrementa
la violencia de tipo verbal. La mujer piensa en este momento que son episodios aislados que
puede controlar y que terminarán pasado un tiempo. Durante la segunda fase (fase de
explosión o agresión), la situación estalla en forma de agresiones físicas, psicológicas y/o
sexuales. De forma automática, el agresor da paso a la tercera fase (fase de calma,
reconciliación o luna de miel), en la que pide perdón a la mujer, le dice que está muy
arrepentido y que no volverá a pasar. Utiliza estrategias de manipulación afectiva para intentar
que la relación no se rompa (regalando cosas a la víctima, invitándola a cenar o a ir al cine,
haciéndole promesas, mostrándose cariñoso,..). De esta forma, la mujer muchas veces cree
que el agresor realmente quiere cambiar y le perdona. Pero, con el tiempo la fase de agresión
se repite más a menudo y desaparece la fase de reconciliación, haciéndose cada vez la
violencia más frecuente y sus consecuencias más graves.
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COSTE DE LA VICTIMIZACIÓN:
Son los efectos dañinos que produce la victimización y que pueden ser evaluados
económicamente, ya sea como aspectos tangibles (pérdidas dinerarias o materiales ante
daños en los bienes; pérdida de salud física y mental ante daños físicos o personales) o
intangibles (pérdida de confianza en determinados colectivos, instituciones, etc.). Este coste
incluiría tanto la victimización directa como indirecta y difusa y, en su caso, la victimización
secundaria.
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CRECIMIENTO POSTRAUMÁTICO:
El crecimiento postraumático es el cambio psicológico que experimenta una persona tras
afrontar una serie de circunstancias y sobrevivir emocionalmente a un hecho traumático.
Supone la posibilidad de aprender y crecer a partir de experiencias negativas, un cambio
positivo donde la persona no vuelve a la base del acontecimiento traumático que ha vivido,
sino que experimenta una mejora interior y personal.
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El delito sin víctimas es un término acuñado por Edwin Schur en el sector sociológico
americano en la década de 1960. También llamados delitos contra la moral pública, son
conductas que implican un intercambio de bienes o servicios voluntario por ambas partes,
pero tipificado en el Código Penal, por lo tanto, ilícito.
Un delito consiste en la infracción de una ley, pero esto no siempre conlleva que exista una o
varias personas perjudicadas, bien porque tal delito solo afecta al autor del mismo, o bien
porque va dirigido contra un grupo abstracto de personas. Ejemplo de estos delitos pueden ser
el tráfico de drogas, la prostitución, el exhibicionismo, la embriaguez pública, los juegos de
azar, etc.
Algunos autores consideran paradójico que se castiguen conductas que aparentemente no
dañan a nadie, por lo que muchas veces optan por rebautizar estos delitos como delitos de
riesgo. Otros autores, sin embargo, opinan que no existen delitos sin víctimas, sino delitos en
los que no existen acciones forzadas, sino voluntarias, ya que siempre van a ser víctimas de
estos delitos las propias personas que, voluntariamente, participan en él.
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DERECHO DE REFLEXIÓN:
Nos encontramos con un concepto al que se hace referencia en el articulo 8 de la Ley 4/2015,
de 27 de abril, del Estatuto de la víctima del delito. Este artículo lleva el nombre de período de
reflexión en garantía de los derechos de la víctima. Este precepto nos dice que los abogados
y procuradores no podrán dirigirse a las víctimas directas o indirectas de catástrofes,
calamidades públicas u otros sucesos que hubieran producido un número elevado de víctimas,
que cumplan los requisitos que se determinen reglamentariamente y que puedan constituir
delito, para ofrecerles sus servicios profesionales hasta transcurridos 45 días desde el hecho.
En el caso del incumplimiento de esta orden se dará lugar a una responsabilidad disciplinaria
por infracción muy grave. En el caso de que la víctima sea quien solicite estos servicios esta
prohibición quedara sin efecto.
En otro campo distinto, encontramos también este término con diverso contenido, en el ámbito
europeo. Así el Convenio de Lucha contra la Trata de Seres Humanos del Consejo de Europa
y la Directiva Europea 81/2004 también prevén este derecho, como lo hacen los planes
estatales contra la trata. El periodo de recuperación y reflexión tiene que ser suficiente para
que victima pueda restablecerse y escapar de la influencia de los traficantes, para que puedan
tomar libremente una decisión, ya que una vez concluido el periodo la unidad policial que
hubiera realizado la identificación contactará con la víctima para conocer su decisión
de colaborar o no en la investigación y persecución.
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DESIGUALDAD:
Debe considerarse que las tasas de victimización no se reparten de forma homogénea en la
sociedad, sino de modo muy desigual entre sus diversos grupos y subgrupos. La desigualdad
de las personas o comunidades ante el riesgo de ser víctima de ciertos delitos, así como la
vulnerabilidad ante el impacto producido y las posibilidades de recuperación, se ve favorecida,
en primer lugar, por algunos factores individuales de las potenciales víctimas. Además, deben
considerarse, en ocasiones de forma acumulada y muchas veces relacionada, otros factores
interpersonales, contextuales y sociales, algunos de los cuales se detallan a continuación.
a) Factores individuales: lugar de nacimiento, residencia, condición migratoria, edad, sexo,
orientación sexual, diversidad funcional, enfermedad, victimización previa, desequilibrios
emocionales, nivel socioeconómico, profesión, estilos de vida, etc.
b) Factores interpersonales: relación con la persona agresora, desequilibrio de poder, etc.
c) Factores contextuales: opacidad o invisibilidad de la victimización por el lugar donde se
produce, incluyendo el ciberespacio, en su caso, o espacios crimípetos (espacios físicos que
por sus características, ofrecen un ambiente mas propicio para que se desarrolle el acto
delictivo), etc.
d) Factores sociales y estructurales: pertenencia a colectivos minoritarios, en su caso,
estigmatizados, discriminados y/o excluidos, etc.
En definitiva, tal y como señala la Victimología crítica se produce, en diferentes momentos
antes y después de la victimización, un desigual acceso o una falta de igualdad de
oportunidades a la seguridad y al bienestar, concebidos ambos conceptos dentro de una
noción interdependiente e inclusiva de los derechos humanos.
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DIRECTIVA 2012/29/UE:
La Directiva 2012/29/UE del Parlamento Europeo y del Consejo de 25 de octubre de 2012,
donde se establecen normas mínimas sobre los derechos, el apoyo y la protección de las
víctimas de delito, sustituye la Decisión marco 2001/220/JAI del Consejo. Esta directiva ha
sido introducida en nuestro ordenamiento por la Ley 4/2015 sobre el Estatuto de la Víctima.
La Directiva va dirigida a las víctimas de cualquier tipo de delitos. Los objetivos de la Directiva
son que se reconozca a las víctimas su condición como tal, y que se las trate de forma
respetuosa y sensible, individualizada, profesional y no discriminatoria; además, de llevar a
cabo una evaluación individual.
EMPODERAMIENTO:
Proceso de toma de conciencia encaminado a la disminución de la vulnerabilidad de los
individuos y/o colectivos a través del incremento de sus propias capacidades, confianza, visión
y protagonismo que sirvan para originar cambios positivos en sus vidas.
El origen del término, anglosajón, data del Siglo XVII. Restringido al ámbito legal, hacía
referencia a la autorización que se le otorgaba a otra persona para actuar como representante.
Recientemente, este término fue rescatado por el educador Paulo Freire, quien durante las
décadas de los sesenta y setenta lo aplicó a un nuevo enfoque basado en la educación
popular.
Aunque inicialmente destinado a grupos vulnerables y marginados, y ligado fuertemente al
movimiento feminista, actualmente ha sido también utilizado por agencias del desarrollo,
Naciones Unidas o el Banco Mundial. Hoy en Victimología, el enfoque empoderador se
contrapone al paternalista.
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ENCUESTAS DE VICTIMIZACIÓN:
Encuesta dirigida a una muestra representativa de la población (a escala local, estatal o
internacional) para averiguar datos sobre el número de víctimas, los procesos de victimización
y las reacciones a los mismos, en relación con las distintas instituciones de control penal que
pueden relacionarse con las víctimas (policía, jueces, etc.). Además suelen incluirse preguntas
sobre la percepción de inseguridad y las actitudes punitivas. En ocasiones, pueden
combinarse con encuestas de autoinforme o de criminalidad revelada. Las encuestas de
victimización tienen distintas modalidades pudiéndose realizar cara a cara, vía telefónica o por
Internet. Surgen por la imposibilidad de describir los fenómenos criminales y victimales
exclusivamente con los datos aportados por las denuncias de hechos delictivos en el sistema
penal, dada la elevada cifra negra y otras limitaciones inherentes a dichos datos. Aunque
algunos autores apuntan algunos precedentes históricos, tal y como las conocemos hoy, estas
encuestas comenzaron a desarrollarse en EE. UU. a principios de los años setenta para
extenderse, después, de forma global.
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ESTIGMA:
El estigma, en el ámbito de la victimología, se refiere a la asignación social de determinadas
características a personas, en su caso víctimas, que suponen discriminación o exclusión. El
estigma puede ser interiorizado por las propias víctimas como autopercepción que,
poniéndose a sí mismas la etiqueta de víctima y todo lo que ello conlleva. El hecho de que una
persona sufra un estigma social ocasiona una ralentización de su recuperación psicológica.
Las consecuencias que tiene este estigma social quedan recogidas dentro de la victimización
secundaria a medio y largo plazo.
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GARANTÍAS DE NO REPETICIÓN:
Las garantías de no repetición se reconocen como forma de reparación a las víctimas de
violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones
graves del derecho internacional humanitario, de forma apropiada y proporcional a la gravedad
de la violación y a las circunstancias de cada caso. Así aparece recogido en la Resolución
aprobada por la Asamblea General el 16 de diciembre de 2005
sobre Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y de violaciones graves del
derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones. Según dicha
Resolución, esas garantías, junto con la restitución, indemnización, rehabilitación y
satisfacción, deberían buscar una reparación plena y efectiva. Las garantías de no repetición
han de incluir alguna o la totalidad de toda una serie de medidas destinadas a la prevención
de nuevas violaciones graves de los derechos humanos y a garantizar que no se vuelvan a
dar esas circunstancias que promovieron tales violaciones.
En todo caso, las investigaciones victimológicas muestran el interés de la mayor parte de las
víctimas de delitos graves en que no vuelva a repetirse el hecho, contra ellas o contra otras
personas, y, por tanto, ese interés o derecho, sería predicable del conjunto de víctimas, al
menos en el plano ético.
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GROOMING:
Es un término que proviene del inglés “groom” que significa “acicalar, preparar a…”. Este
término se ha empezado a usar hace relativamente poco, con la incorporación de internet,
refiriéndose fundamentalmente al “child grooming”. Se trata de diferentes conductas
emprendidas por un individuo adulto sobre un menor, con la finalidad de lograr un
acercamiento con éste, ganándose su confianza mediante la creación de conexiones
emocionales con el mismo, para así inhibirle y poder abusar de él sexualmente en un futuro. El
grooming está tipificado como delito en varios ordenamientos jurídicos como por ejemplo en el
español (art. 183 bis) o en el de Reino Unido.
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IMPACTO VICTIMAL:
Es el daño psicológico, físico, material y/o económico que puede sufrir la víctima ante un
hecho traumático o un delito. En este proceso intervienen factores individuales, contextuales y
sociales. El impacto victimal puede prolongarse en el tiempo y afectar a diferentes parcelas de
la vida de una víctima. Asimismo, a modo de círculos concéntricos, el impacto victimal debe
estudiarse tanto en víctimas directas como indirectas.
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INTERDISCIPLINARIEDAD:
Supone un enfoque científico, metodológico y epistemológico, que intenta integrar los
conceptos, metodología y conocimientos de diversas ciencias de forma que puedan ampliarse
la perspectiva y el objeto de estudio. Se parte del reconocimiento de que, en la vida real, no
funciona de forma adecuada la separación académica entre disciplinas. En este sentido, tanto
la Criminología como la Victimología se definen como ciencias interdisciplinares. Ambas tienen
el reto de aportar un conocimiento coherente integrado, evitando un conglomerado superficial
de ideas. La interdisciplinariedad implica, en la práctica, la colaboración entre distintos
profesionales y agentes sociales de muy diversa procedencia.
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INTERSECCIONALIDAD:
Perspectiva teórica y metodológica desarrollada en el ámbito anglosajón en la década de los
años ochenta consistente en relacionar diferentes categorías de desigualdad para explicar
cómo se construyen y se reproducen discriminaciones en la vida real. Originariamente fue
empleada para tratar cuestiones laborales de las mujeres negras estadounidenses pero con el
paso del tiempo se ha llevado a diferentes contextos para estudiar la desigualdad y exclusión
en cuanto al género, la orientación sexual, la etnia, la condición migratoria, la disponibilidad de
recursos económicos, la edad… En Victimología nos ayuda a entender la desigualdad en la
distribución del riesgo y la vulnerabilidad victimal.
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JUSTICIA PROCEDIMENTAL:
En el ámbito victimológico, la justicia procedimental hace referencia a las características que
debe reunir un proceso para que sea percibido como justo por la persona a la que va dirigido.
Estas características hacen referencia más a la dinámica de dicho proceso que a su resultado
y se refieren fundamentalmente a la percepción de escucha, control, competencia,
imparcialidad, transparencia y respeto, entre otras. En definitiva, implica que la persona no es
un instrumentalizada, sino que se tienen en cuenta sus intereses a la hora de proceder y
tomar decisiones.
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JUSTICIA RESTAURATIVA:
Es una respuesta integrada frente al delito que enfatiza la reparación del daño causado por el
delito, por consiguiente, habilitan a la víctima, al infractor y a los miembros afectados de la
comunidad para que participen en dar una respuesta constructiva al crimen. Los programas de
justicia restaurativa se basan en la creencia de que las partes de un conflicto deben estar
activamente involucradas para resolver y mitigar sus consecuencias negativas. Por ello,
consiste en un medio de gestión de conflictos que coloca al diálogo como la base del proceso,
favorece el restablecimiento de la paz social fracturada por el delito, reduce la respuesta
estatal violenta y permite la participación protagónica de la sociedad civil.
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PERDÓN:
El perdón puede ser un proceso liberador para la víctima y el victimario. El hecho de que una
víctima perdone es muy personal y corresponde hacerlo a cada víctima con total respeto de su
voluntad. Este perdón, en primer lugar, correspondería a la víctima y, en un segundo lugar, a
sus familiares aunque sea muy difícil. El no perdonar es otra opción y no significa vivir en el
odio, simplemente hay víctimas que no están preparadas o no quieren hacerlo. Es un acto de
generosidad pero tiene que venir después de que la justicia actúe.
La víctima que perdona no olvida lo que hizo el ofensor, sino que deja de verle de esa forma,
es decir, deja de verle como ofensor. Perdonar no es renunciar al juicio moral sobre la maldad
de aquella acción, porque sólo las acciones malvadas necesitan ser perdonadas (Arteta.
2010. Un perdón demasiado gracioso). En definitiva, las víctimas se proponen mirar al ofensor
con otros ojos, desde el respeto que todos merecemos como seres morales. Podríamos
diferenciar entre el perdón del daño pasado y el perdón de un mal presente, esto marcaría la
dimensión temporal del daño. Parece más justo que las víctimas perdonen un mal pasado que
las víctimas perdonen un hecho presente, ya que se les hará más difícil. Por último, las
víctimas perdonarán al ofensor que les ha hecho sufrir a ellas pero no tienen por qué perdonar
las ofensas que otros cometen contra las demás personas.
En definitiva los procesos de perdón son sumamente complejos y, desde la Victimología, se
estudian quiénes son sus actores (emisores y receptores, las vías en que se produce, sus
significado privado y/o público, así como su impacto a diferentes escalas, no sólo personal,
sino también de reconstrucción social). También se diferencia entre pedir perdón, pedir
disculpas, arrepentirse y hacerse responsable.
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PERJUDICADO:
Persona que ha sufrido un perjuicio como consecuencia directa de la infracción penal. La
repercusión de un delito puede operar en distintos sujetos y en distintos grados. El
reconocimiento de la condición de perjudicado supone la posibilidad de constituirse en parte
activa del proceso penal mediante el ejercicio de la acción civil para poder obtener la
pretensión indemnizatoria. En la legislación penal y procesal penal española se utilizan de
forma equivalente los términos agraviado, perjudicado y ofendido para referirse al sujeto
pasivo del delito o titular del bien jurídico lesionado. Sin embargo, la doctrina y la
jurisprudencia los distinguen de forma que el perjudicado sería todo aquel sujeto que sufre un
daño patrimonial o moral evaluable económicamente. Por ejemplo, cuando el titular del bien
jurídico ha fallecido, determinados familiares son considerados como perjudicados e, incluso,
puede pensarse en supuestos de subrogaciones.
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POPULISMO PUNITIVO:
El populismo punitivo se refiere a la utilización de la realidad y las percepciones de la
criminalidad y la victimización para la obtención de rentabilidad política. Dicha utilización se
basa en manipular emociones de miedo, impotencia y rabia ante la victimización para ofrecer
soluciones, no contrastadas empíricamente ni ajustadas a la ética de los derechos humanos,
con el fin de obtener más votos o apoyo político y social. Dichas soluciones aparentemente
simples a problemas tan complejos como la criminalidad, la victimización y el control social se
basarían exclusivamente en el aumento de las penas y las restricciones de derechos de las
personas condenadas o acusadas, e incluso de posibles personas calificadas como
portadoras de un riesgo potencial, olvidando las necesidades de las víctimas que requieren
respuestas más meditadas, contrastadas científicamente, e inversiones en recursos a corto,
medio y largo plazo. Este término comenzó a utilizarse en la doctrina jurídico-penal y
criminológica, de forma global, a finales del siglo XX.
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RECUPERACIÓN VICTIMAL:
De forma genérica, decimos que la recuperación es aquel proceso mediante el cual la persona
afectada consigue volver a una situación de normalidad en su vida. Aunque persista el
impacto victimal y haya cambiado su vida, ello no le impide continuar con sus actividades
cotidianas en la esfera personal, familiar, laboral, social, etc. El proceso de recuperación
puede ser largo y su estudio no debe centrarse solamente en la capacidad de la persona de
afrontar el suceso, sino que debe valorarse el apoyo social.
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RESILIENCIA:
Capacidad que tenemos los seres humanos para sobreponernos y superar periodos de dolor
emocional y situaciones adversas. Cuando un grupo o una sola persona logran una resiliencia
adecuada puede salir más fortalecido, lo cual se relaciona con el denominado crecimiento
postraumático. La resiliencia se estudia desde la Psicología positiva, centrada en las
capacidades, valores y atributos positivos de los individuos. En el mismo sentido, se habla ya
de la Criminología positiva y la Victimología positiva.
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RIESGO VICTIMAL:
Este término hace referencia a la probabilidad que tiene una persona de convertirse en víctima
considerando sus características personales, contextuales y sociales, en un tiempo y lugar
determinados. A la hora de analizar dicho riesgo, algunos autores como Robert Elias,
mencionan los factores de vulnerabilidad (aptitud para resistirse al delito), accesibilidad (grado
de exposición), susceptibilidad (probabilidad de ser victimado), precipitación (aptitud de la
víctima de incrementar por imprudencia su riesgo) y capacidad recuperativa (aptitud
adaptativa a las consecuencias del delito), si bien este último aspecto pertenece propiamente
al concepto de vulnerabilidad victimal.
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SENTIMIENTO DE CULPABILIDAD:
Las víctimas pueden experimentar sentimientos de culpabilidad en diferentes tipos de delitos.
Ello se relaciona de alguna forma con la teoría del mundo justo de Lerner y los deseos de las
víctimas de buscar un porqué a lo sucedido y al pensamiento de cómo haberlo evitado. Dicho
sentimiento resulta nefasto a la hora de la denuncia ya que la víctima se puede sentir
prejuzgada o cuestionada ante algunas afirmaciones o preguntas de algunos operadores
jurídicos. Ello es así, porque también en la sociedad existen prejuicios y estereotipos,
particularmente presentes en los delitos contra la libertad sexual, que tienden a culpabilizar a
la propia víctima. Sin perjuicio, de la consideración penal del consentimiento o la posible
puesta en peligro de la propia víctima en determinados delitos, desde la Victimología, debe
trabajarse para evitar que la víctima y las personas que la rodeen la culpabilicen ya que ello
impide su colaboración con la justicia y su propia recuperación.
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SUCESO TRAUMÁTICO:
Es un suceso (o una serie de sucesos) negativo, inesperado e intenso, que supone una lesión
o una amenaza de lesión a la integridad física y/o psíquica de una persona, y/o a sus bienes,
provocando un daño psíquico, físico y/o material. Desde una acepción amplia de la
Victimología, quien haya sufrido un suceso traumático puede considerarse víctima.
Los síntomas tanto físicos como psicológicos producidos por un suceso traumático se pueden
observar de inmediato o con el tiempo, siendo el trastorno de estrés post-traumático el más
intenso y habitual. El suceso traumático puede producir daño psíquico, además de a quien le
ocurre (victima directa), a una persona relacionada con ella (víctima indirecta).
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SUPERVIVIENTE:
Cabe distinguir el uso que se hace de este término por las asociaciones de víctimas y por la
literatura científica. En algunas asociaciones de víctimas se utiliza este término en lugar del de
“víctima” por considerarlo exento de las connotaciones pasivas y estáticas, de este último,
respecto del fenómeno de la victimización. En la literatura científica, hay expertos que
circunscriben el término superviviente a las víctimas indirectas de personas fallecidas o a las
personas que hayan logrado una cierta recuperación. En este sentido, serían supervivientes
los hijos de personas asesinadas por miembros de un grupo terrorista; o la mujer que
habiendo sufrido malos tratos por parte de su pareja decide poner fin a esa situación y
recuperar su vida.
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TABÚES Y VICTIMIZACIÓN:
Existen tabúes sociales, como el sexo, que favorecen la invisibilidad de las víctimas ante la
sociedad, así como los grandes costes de aquellas cuando denuncian y sus propios
sentimientos de culpabilidad. El tabú aparece en la victima en el momento en el que tras haber
sufrido cualquier tipo de violencia o daño, se siente culpable de lo ocurrido, a pesar de su
condición de víctima.
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TASAS DE VICTIMIZACIÓN:
Proporción de víctimas en la muestra poblacional de estudio, generalmente dentro de una
encuesta de victimización. La relación de la prevalencia (número de víctimas) y de la
incidencia (número de victimizaciones) nos da el valor de la concentración victimal
(acumulación del número de victimizaciones por víctima).
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TIPOLOGÍA VICTIMOLÓGICA:
Una tipología es un sistema clasificatorio para simplificar y explicar la realidad, de manera que
identificamos elementos comunes a un grupo que, a su vez, los diferencian de otros.
Siguiendo a la Criminología positivista, la Victimología positivista (Mendelsohn, von Hentig) se
centró en el establecimiento de tipologías de victimas, generalmente por el grado de
contribución de la víctima al delito, por su vulnerabilidad y/o por tipos psicológicos. La
Victimología moderna destaca la complejidad, pluralidad y dinamismo de las experiencias de
victimización y prefiere centrarse en diferentes colectivos más vulnerables y/o en tipos de
delitos, así como en las diversos factores que intervienen en la recuperación.
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TRABAJO DE DUELO:
El duelo consiste en una reacción emocional, afectando al comportamiento, tras la pérdida de
algo o de alguien significativo, en su caso como consecuencia de un hecho delictivo o una
victimización. Este trabajo de duelo supone un reto personal dividido en distintas etapas:
negación, enfado, negociación, dolor emocional y aceptación. La falta de aceptación podría
general estados depresivos. Por ello, en ocasiones, la asistencia profesional a las víctimas es
necesaria para conseguir la aceptación y el progreso de sus vidas.
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VÍCTIMA:
Siguiendo la Declaración de Principios de Justicia para las Víctimas del Delito y de Abuso del
Poder, aprobada por las Naciones Unidas en 1985, se entienden por víctimas las personas
que, individual o colectivamente, hayan sufrido daños, físicos o mentales, sufrimiento
emocional, pérdida financiera o alguna violación de los derechos fundamentales, como
consecuencia de acciones u omisiones delictivas, incluido el abuso de poder. La condición de
víctima resulta independiente de que se denuncie al victimario. Se incluyen además, en su
caso, a los familiares o personas a cargo o que tengan relación inmediata con la víctima
directa y a las personas que hayan sufrido daños al intervenir para asistir a la víctima en
peligro o para prevenir la victimización. La Directiva europea 2012/29 y la legislación española,
a través del Estatuto de la Víctima, no incluye este último supuesto.
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VÍCTIMA CONSENSUAL:
Es aquella víctima que, en cierto modo, permite que se cometa el delito. Sería la víctima que
lo consiente de forma activa o tácita. Esto puede acarrear que se responsabilice en cierto
grado a la víctima de su propia victimización. Su consentimiento podría afectar, por ejemplo, a
la tipificación de un delito de forma que la pena sea menor para el infractor, por ejemplo, en la
eutanasia voluntaria asistida, según se prevea en cada ordenamiento jurídico.
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VÍCTIMA NATA:
Sería aquella persona con proclividad o predisposición natural para ser víctima, incluyendo
aspectos inconscientes. En este sentido reuniría una gran cantidad de factores victimógenos.
El término, que supone una traslación del utilizado por la Criminología positivista (el
delincuente nato de Lombroso), fue utilizado por von Hentig. En la Victimología positivista se
apreciaban tres características esenciales de la víctima nata: un débil instinto de conservación,
credulidad e imprudencia. En la actualidad se trata de un concepto poco utilizado y discutible,
prefiriéndose el estudio de las condiciones de vulnerabilidad más que las de “predisposición”
de carácter individual, determinista y estático.
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VÍCTIMA PRECIPITANTE:
De acuerdo con el criterio de la participación o contribución victimal, las víctimas precipitantes
son aquellas que sufren un delito por provocar una reacción en el infractor. El delito sería una
reacción ante el comportamiento de las víctimas por lo que, en las tipologías de la Victimología
positivista y en algunas consideraciones victimodogmáticas actuales, éstas comparten una
porción considerable de la responsabilidad de la victimización. Desde algunos sectores del
activismo victimal y de la Victimología se critica el uso de esta categoría en algunos delitos,
por ejemplo, en los que las mujeres son víctimas de violencia de género.
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VICTIMARIO:
Se dice de aquel sujeto que, en un momento y en un contexto determinado, comete un daño o
lesión calificado como delito o crimen. Ello provoca la conversión del sujeto receptor de dicho
daño en víctima. Este término se discute en la doctrina victimológica y dentro del activismo
victimal ya que, para algunos autores, puede suponer una estigmatización de la persona que
ha cometido el delito (prefiriendo el uso de términos más neutros como persona
denunciada/procesada/condenada; ofensora; infractora; perpetradora; autora…); por contra,
para algunas víctimas, supone un eufemismo y prefieren el uso de términos más claros, a su
parecer, con el daño producido (“asesino”, “violador”…).
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VICTIMIZACIÓN DIFUSA:
Es aquella que repercute sobre bienes jurídicos que pertenecen a toda la sociedad, por
ejemplo, en delitos contra la salud pública, contra el orden público, contra la Hacienda Pública,
de corrupción, etc. En 1965 Schur se refirió a los delitos sin víctima. Este término fue
cuestionado después por otros victimólogos, como Antonio Beristain, por entender que toda la
sociedad es víctima. Por otra parte, atendiendo las normas procesales, ello permite que
determinados individuos o grupos puedan tener interés en ejercer la acusación particular o
popular.
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VICTIMIZACIÓN EN MASA:
Proceso por el cual se producen múltiples víctimas de forma prácticamente simultánea o
sucesiva, achacable a un suceso traumático, sea un delito (como en crímenes internacionales
o atentados terroristas), un accidente a gran escala o catástrofes naturales.
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VICTIMIZACIÓN INDIRECTA:
La victimización indirecta es aquella que recae sobre las personas que tienen una relación
estrecha con la víctima directa, es decir, tiene que haber un vínculo, que puede ser tanto
familiar como de afinidad o laboral, con la persona damnificada. En general, las leyes suelen
establecer como víctimas indirectas, a efectos de reparación civil cuando fallece la víctima
directa, a las parejas, hijos y padres de la víctima directa. También las personas que atienden
a las víctimas (personal sanitario y de emergencias, policías, miembros de los servicios de
atención a las víctimas, etcétera) pueden sufrir victimización indirecta.
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VICTIMIZACIÓN OCULTA:
Por victimización oculta se entiende lo que en Criminología se denomina como “campo
oscuro’’, “cifra negra o gris’’, “criminalidad latente’’ o “delitos invisibles’’. Se define como los
procesos de victimización que no se denuncian, no están esclarecidos o no quedan
registrados en las estadísticas. Por tanto, en el estudio de la realidad estadística criminal y
victimal debe partirse de este hecho para constatar que la suma de las partes nunca nos dará
el total. Esta cifra negra varía según los factores y contextos que influyen en la victimización y
la reacción a la misma. Las estimaciones generales de la cifra negra o victimización oculta en
España rondan el 50%, dependiendo de cada tipo de delito. Por ejemplo, en el Ministerio de
Interior se considera que el delito fue esclarecido si existe una detención o imputación pero
hay que tener en cuenta que, en muchos casos, no se llegará nunca a detener o imputar a
alguien por falta de pruebas.
Existen diversas factores que explican la ausencia de denuncia de actos delictivos como son
la falta de concienciación o de información, el miedo al agresor, la vergüenza, el temor a la
estigmatización, el sentimiento de culpabilidad o de que se pueda ser cuestionado, la falta de
pruebas, la percepción de escasa gravedad, la desconfianza en las autoridades, la escasez
de recursos, la percepción de que será una pérdida de tiempo y energía, etc.
Desde la Victimología pueden apuntarse políticas y formas de intervención para atender a las
personas afectadas por la victimización oculta, partiendo de la base de que ésta favorece la
victimización reiterada.
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VICTIMIZACIÓN PRIMARIA:
Hace referencia al proceso por el cual una persona se convierte en víctima. Dentro de este
proceso se estudia el riesgo, el impacto y la vulnerabilidad victimales. El riesgo hace
referencia a los factores victimógenos. Dentro del impacto, nos referimos a los daños que una
víctima sufre tras la producción de un delito, es decir, las consecuencias que el delito ha
causado en la persona receptora. Estas consecuencias pueden ser de carácter psicológico,
como por ejemplo los sentimientos de arrebato o soledad; también pueden ser físicas, por
ejemplo lesiones; o materiales, es decir, menoscabo económico en los bienes, por ejemplo,
por el valor del objeto robado. La vulnerabilidad victimal explica por qué víctimas
aparentemente similares sufren un impacto diverso y tienen mayor o menor dificultad para
recuperarse.
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VICTIMIZACIÓN SECUNDARIA:
Daño, generalmente no intencionado, añadido posteriormente al de la victimización primaria.
El daño se debe principalmente a una actitud negligente o a una falta de humanidad que hace
que la víctima se sienta cuestionada, confundida o agobiada por los trámites, o reviva de
forma innecesaria el suceso traumático sufrido. Se produce por las personas cercanas y
familiares, pero también por los medios de comunicación e instituciones públicas o privadas
que se relacionan con la víctima a lo largo de todo el proceso de victimización y
desvictimización, particularmente las agencias de control jurídico-penal.Sería el caso, por
ejemplo, un familiar o un profesional que no termina de creer a la víctima o simplemente le
dice que no era para tanto o que tiene que pasar página.
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VICTIMIZACIÓN TERCIARIA:
Es la clase de victimización que sufren las personas victimarias o sus familiares cuando, a su
vez, pueden convertirse en víctimas institucionales y/o de estructuras injustas. También puede
definirse como el daño adicional a la imposición de una pena.
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VICTIMOGÉNESIS:
Secuencia de factores, personales, interpersonales, sociales y estructurales, que explican por
qué surge y cómo se desarrolla un proceso de victimización. En la primera Victimología o
Victimología positivista o del acto se hablaba de "causas" de la victimización, pero hoy en día
se prefiere una perspectiva más dinámica e interfactorial.
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VICTIMOLOGÍA:
Ciencia empírica e interdisciplinar, surgida a mediados del siglo XX. Su objeto de estudio
actual son los procesos de victimización y desvictimización.
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VICTIMODOGMÁTICA:
Siguiendo a Myriam Herrera, la Victimodogmática constituye una evolución de la Victimología
positivista o del acto con base en la existencia de reprochabilidad en la conducta, dolosa o
imprudente, de la propia víctima, convirtiéndose en corresponsable. Ello puede implicar, desde
un punto de vista de la Dogmática penal, una disminución de la responsabilidad del autor o,
incluso, la posibilidad de excluir el injusto, además de una repercusión en la indemnización
que le pueda corresponder. Se valora así, según los casos, el posible consentimiento,
provocación o autopuesta en peligro de la propia víctima.
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VIOLENCIA VIAL:
La creación del término de violencia vial nace a partir de la idea de que las víctimas de los
accidentes de tráfico no son consideradas ni tratadas de la misma manera que otro tipo de
víctimas. Está discriminación es la causante de que profesores, como Manuel Reyes Mate, y
asociaciones, como STOP accidentes, sean defensores de esta terminología, y quieran dar a
las víctimas de accidentes viales un trato igualitario y que se reconozca el daño provocado a
estas personas por conductas que van más allá de los accidentes. La sociedad normaliza
comportamientos que se repiten cada día, en una sociedad donde el progreso y la velocidad
son factores vitales más allá de la asumir responsabilidades.
Si considera que no hay delito, la víctima tiene que acudir a la vía civil, donde los costes se
encarecen y las sanciones son menores. Por otra parte, la Ley 35/95 no cubre la
compensación económica por delitos imprudentes.
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VULNERABILIDAD:
Es una palabra que proviene del latín, compuesta por:
“vulnus”, que significa herida; “abilis”, que equivale a se puede; y “dad”, sufijo que expresa
cualidad. Por ello podríamos decir que vulnerabilidad es la cualidad de alguien para ser herido.
Este concepto se puede aplicar tanto a una persona como a un grupo social, en relación a su
capacidad para prevenir, y particularmente, para hacer frente y recuperarse de los efectos de
un hecho dañino. La vulnerabilidad victimal se encuentra desigualmente repartida ya sea por
consideraciones biológicas (edad, género, diversidad funcional, enfermedad, etc.), personales,
o por condiciones sociales, económicas, culturales y contextuales.
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https://www.sociedadvascavictimologia.org/diccionario-1