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Doctorado en Filosofía
Cuarto Avance
Asesora: Dra. Patricia Castillo Becerra
Presentador: Armando Isaac Quezada Medina
La conexión entre los dos puentes posibles determinantes de las teorías analizadas hasta
este segundo capítulo constituye el problema radical formal donde se encuadra la distinción
fundamental de los principios de la naturaleza y la naturaleza de los principios. Haciendo
un eco kantiano para dicha distinción se podría decir que estos son la ratio essendi del
problema, la cual, por supuesto, no conlleva a los problemas críticos y sus matices, no
propone una duplicidad de sensibilidad e inteligibilidad del mundo, sino presupone una
estructura (sea o no única, pues aún es problemática) de cierta representación que contenga
la relación de lo uno y lo múltiple.
Tal posibilidad consiste precisamente en el análisis, y ello no implica que el argumento sea
retórico, más bien requiere de una precisión contenedora de sus momentos, cada uno de los
cuales exponga la variedad ilimitada en proposiciones limitantes en cuanto tal, es decir, no
que sean límites en sí mismas, sino que limiten exclusivamente esa multiplicidad. El
segundo estadio metodológico es sintético pues desarrolla la aplicabilidad de los momentos
en el conjunto como un organismo (sobre esta segunda parte se abundará en el siguiente
avance). Por lo tanto el despliegue de los momentos tenderá a ofrecer, por lo menos
veladamente, la concreción de la relación o la conexión.
(Primer momento)
Una vez que este desenvolvimiento fue consciente en el pensamiento filosófico las raíces
en ambas dimensiones (real y representable) 1 crecieron en diferentes y variadas formas, una
de esas formas se dio en la sofística, de hecho en ella se encuentra un gran interlocutor de
los momentos posteriores, otro en las variopintas intervenciones de Sócrates apuntando
litigios externos a las doctrinas platónicas, por ejemplo, la teoría atómica de la verdad por
medio de la percepción en el Teeteto, pero más importante que ellas (por lo menos para el
discurso aquí buscado) se desprende del Parménides como un embate ilimitado en sus
formas pero limitante de sus contenidos.
Primer momento
Primera vertiente
Definiciones
El ser es
El no ser no es
Axiomas
‘Lo que es’ es idéntico a sí mismo y diferente de ‘lo que no es’
Lo mismo es ser y pensar
Puesto que ‘lo que es’ es idéntico a sí mismo debemos suponer que hay algo diferente a él o
no hay nada, si hay algo diferente a él entonces es ‘lo que no es’ y surge una contradicción,
por lo tanto no existe (es) algo ‘diferente’ ni otra cosa que no sea ‘lo que es’, dado que se
puede pensar lo que es, el pensar no puede ser algo diferente, sino que es ‘lo que es’ y es lo
mismo. Ahora el hecho no surge del pensar sino de la naturaleza de ‘lo que es’, por ello él
es idéntico a sí mismo y a su vez es lo mismo que el pensar. Lo mismo implica aquí algo
distinto que lo meramente idéntico sin atentar contra su unidad, por el contrario la reafirma
asentando que el pensar (en general) no sólo es sobre ‘lo que es’ sino que él mismo lo es.
Parménides al definir el ser como esférico contempla esta posibilidad. Una esfera desde el
punto de vista físico o matemático puede ser cortada o dividida internamente, lo primero
implica una trasgresión hacia la figura misma y aquí no interesa, lo segundo en cambio
1
En realidad estas dimensiones nunca fueron conscientes en su plenitud en toda la filosofía griega (y el
esbozo que puede trazarse a partir de ahí es siempre anacrónico, pero no necesariamente incorrecto), sin
embargo, sus expresiones si que se diferenciaban de ahí el hecho de mencionarlas por separado. Lo que llegó
a las mientes de los filósofos fue la capacidad misma de los sistemas anteriores para unificar los problemas de
verdad-opinión, reposo-movimiento, ser-no ser, etc.
mantiene la figura, pero se duda ya de que conserve una unidad pura. Cuando se define la
esfera en sentido estático2 es lo mismo que ella más no idéntica. Otro caso sería definirla
genéticamente3, lo cual aquí tampoco viene al caso. La esfera no puede tampoco ser
dividida ni traspasar sus límites, la definición no es algo diferente sino lo mismo, por lo
tanto su expresión es dada ontológicamente, de igual manera que el pensar es lo mismo que
el ser.
Primer momento
Segunda vertiente
Principios
Internamente en las cosas móviles se da algo invariable y esto se enuncia como lo mismo
La presencia de lo invariable se da gracias a la existencia de cosas contrarias
Corolario I
Puesto que las cosas de la naturaleza se manifiestan como lucha de contrarios en cada uno
de ellos se da algo invariable que es lo mismo
Corolario II
Si una de tales cosas naturales dejara de ser (se consumiera completamente) se perdería la
presencia de lo invariable
Consecuencias
Siempre debe existir una contraposición natural que dé origen a la unidad de la realidad,
nada puede dominar de manera absoluta sobre el terreno de los fenómenos y en
consecuencia el principio de unidad tiende a ser bivalente.
Como se ha matizado antes las raíces que se desprenden de estas vertientes ofrecen distintas
concepciones en orden a la conexión del primer momento, que en última instancia nos lleva
al tránsito de los fenómenos a principios, siguiendo el camino trazado por el problema de lo
uno y lo múltiple así como por el orden teórico, se dejan de lado algunas presentaciones
para llegar al emplazamiento platónico en donde se encuentra precisamente dicho tránsito.
Dos concepciones principalmente dibujan el horizonte que enhebra la totalidad del primer
momento, una, como se expuso en el capítulo precedente, inicia por un proceso doble que
permite expresar en conjunto las distinciones de la realidad platónica, la ascensión a través
del conocimiento desde la conjetura hasta el intelecto y otra que desciende desde el origen
trascendente de dicha realidad hasta el objeto de conocimiento. En el sentido ontológico
este desarrollo es mucho más complicado y en ocasiones hasta supeditado al problema
cognoscitivo, lo cual ciertamente es manifestado negativamente, la presuposición de una
teoría de la realidad tendría que venir dada positivamente y esto sólo se logra (y para
2
Parménides, Fr. 8, vv. 43 y ss. Aristóteles, De Caelo, 297a24: “ἴσου γὰρ πάντῃ προστιθεμένου ἴσον
ἀνάγκη ἀπέχειν τοῦ μέσου τὸ ἔσχατον· τοῦτο δὲ τὸ σχῆμα σφαίρας ἐστίν.”
3
Euclides, Elementos, L. XI, Def. 14 “Σφαῖρά ἐστιν, ὅταν ἡμικυκλίου μενούσης τῆς διαμέτρου
περιενεχθὲν τὸ ἡμικύκλιον εἰς τὸ αὐτὸ πάλιν ἀποκατασταθῇ, ὅθεν ἤρξατο φέρεσθαι, τὸ
περιληφθὲν σχῆμα.”
algunos de manera caótica y llena de lagunas) hasta la exposición del Timeo. Como quiera
que sea, lo importante para la actual consideración es el proceso que se presentó como
originario y la participación existente en los niveles que habían permanecido separados en
el primer momento.
Partir de uno u otro supuesto constitutivo a pesar de enunciarlo en forma de unidad tal
como inicia el argumento central del Parménides resulta en una ambigüedad no sólo lógica
sino semántico-ontológica, es decir, Platón es consciente cabalmente de las dimensiones
que emplazarán y se anudarán en cada una de las hipótesis, ellas pueden representarse
como el conjunto de los fenómenos y el estrato de las Ideas. Este estrato (οὐσία) mostró
ser el fulcro diferenciador pero a la vez el origen de la realidad y el dotador de sentido, pues
sin él no hay una verdadera participación de la verdad4.
(Segundo momento)
Primera parte
La tendencia hacia el principio
6
Met. Λ, 1. 1069a18.
7
En realidad la aplicación de estos u otros términos es indiferente, aquí se usan simplemente para aclarar con
uniformidad teórica lo que en el cuerpo propio del trabajo es libre, como el discurso orgánico formador de
dichos momentos.