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Universidad de Guanajuato

Doctorado en Filosofía
Cuarto Avance
Asesora: Dra. Patricia Castillo Becerra
Presentador: Armando Isaac Quezada Medina

“La naturaleza de los principios. Teología y la doctrina de la οὐσία”

La conexión entre los dos puentes posibles determinantes de las teorías analizadas hasta
este segundo capítulo constituye el problema radical formal donde se encuadra la distinción
fundamental de los principios de la naturaleza y la naturaleza de los principios. Haciendo
un eco kantiano para dicha distinción se podría decir que estos son la ratio essendi del
problema, la cual, por supuesto, no conlleva a los problemas críticos y sus matices, no
propone una duplicidad de sensibilidad e inteligibilidad del mundo, sino presupone una
estructura (sea o no única, pues aún es problemática) de cierta representación que contenga
la relación de lo uno y lo múltiple.

Tal posibilidad consiste precisamente en el análisis, y ello no implica que el argumento sea
retórico, más bien requiere de una precisión contenedora de sus momentos, cada uno de los
cuales exponga la variedad ilimitada en proposiciones limitantes en cuanto tal, es decir, no
que sean límites en sí mismas, sino que limiten exclusivamente esa multiplicidad. El
segundo estadio metodológico es sintético pues desarrolla la aplicabilidad de los momentos
en el conjunto como un organismo (sobre esta segunda parte se abundará en el siguiente
avance). Por lo tanto el despliegue de los momentos tenderá a ofrecer, por lo menos
veladamente, la concreción de la relación o la conexión.

(Primer momento)

Después de establecer el punto de partida donde se genera el vínculo entre el problema y


los principios se presentaron por lo menos dos vertientes con múltiples caudales conectados
a la dinámica del ser (lo permanente) y el movimiento (lo que siempre está en proceso de
llegar a ser pero nunca es). Una de las vertientes presentaba la realidad como algo que es en
sí necesario en todas sus facetas y que sólo en sus singularidades concedía al entendimiento
confusión y pretensión dual de los elementos generales para demarcar su estado, error
manifiesto expresado por los conceptos de ser y no ser. Por otro lado el aspecto principal de
una teoría del conocimiento desarrollada desde aquí se bifurcaba en la dimensión de la
verdad y la opinión, en tanto una ofrece el camino de lo permanente, mientras la segunda es
falsa y no ofrece ningún camino. Las erratas más frecuentes de interpretación dependen en
última instancia de la segunda proposición pensada como vía.

La segunda vertiente es la que toma el movimiento como fundamento de la realidad y


ofrece además una pretensión de unidad en la condición y estado de la multiplicidad a
través de la medida en sentido tanto físico como ontológico, ahora bien, aparentemente su
camino se tornaría por la vía que en la primera vertiente resultó falsa, sin embargo, ello no
es correcto, pues la interpretación aplica dentro de los márgenes de lo permanente en tanto
ello consuma el todo de lo real, en cambio al lidiar con el movimiento en cuanto condición
de los opuestos que conforman la realidad el proceso del entendimiento cambia igualmente
y subordina en algún sentido sus contenidos al principio que no deja de ser natural, y por lo
tanto no nos hace pasar a un momento diferente de la constitución de aquél.

Una vez que este desenvolvimiento fue consciente en el pensamiento filosófico las raíces
en ambas dimensiones (real y representable) 1 crecieron en diferentes y variadas formas, una
de esas formas se dio en la sofística, de hecho en ella se encuentra un gran interlocutor de
los momentos posteriores, otro en las variopintas intervenciones de Sócrates apuntando
litigios externos a las doctrinas platónicas, por ejemplo, la teoría atómica de la verdad por
medio de la percepción en el Teeteto, pero más importante que ellas (por lo menos para el
discurso aquí buscado) se desprende del Parménides como un embate ilimitado en sus
formas pero limitante de sus contenidos.

Esquema de explanación (tentativo)

Primer momento
Primera vertiente

Definiciones
El ser es
El no ser no es

Axiomas
‘Lo que es’ es idéntico a sí mismo y diferente de ‘lo que no es’
Lo mismo es ser y pensar

Demostración indirecta del segundo axioma (único que aparentemente contiene un


elemento extraño)

Puesto que ‘lo que es’ es idéntico a sí mismo debemos suponer que hay algo diferente a él o
no hay nada, si hay algo diferente a él entonces es ‘lo que no es’ y surge una contradicción,
por lo tanto no existe (es) algo ‘diferente’ ni otra cosa que no sea ‘lo que es’, dado que se
puede pensar lo que es, el pensar no puede ser algo diferente, sino que es ‘lo que es’ y es lo
mismo. Ahora el hecho no surge del pensar sino de la naturaleza de ‘lo que es’, por ello él
es idéntico a sí mismo y a su vez es lo mismo que el pensar. Lo mismo implica aquí algo
distinto que lo meramente idéntico sin atentar contra su unidad, por el contrario la reafirma
asentando que el pensar (en general) no sólo es sobre ‘lo que es’ sino que él mismo lo es.

Parménides al definir el ser como esférico contempla esta posibilidad. Una esfera desde el
punto de vista físico o matemático puede ser cortada o dividida internamente, lo primero
implica una trasgresión hacia la figura misma y aquí no interesa, lo segundo en cambio
1
En realidad estas dimensiones nunca fueron conscientes en su plenitud en toda la filosofía griega (y el
esbozo que puede trazarse a partir de ahí es siempre anacrónico, pero no necesariamente incorrecto), sin
embargo, sus expresiones si que se diferenciaban de ahí el hecho de mencionarlas por separado. Lo que llegó
a las mientes de los filósofos fue la capacidad misma de los sistemas anteriores para unificar los problemas de
verdad-opinión, reposo-movimiento, ser-no ser, etc.
mantiene la figura, pero se duda ya de que conserve una unidad pura. Cuando se define la
esfera en sentido estático2 es lo mismo que ella más no idéntica. Otro caso sería definirla
genéticamente3, lo cual aquí tampoco viene al caso. La esfera no puede tampoco ser
dividida ni traspasar sus límites, la definición no es algo diferente sino lo mismo, por lo
tanto su expresión es dada ontológicamente, de igual manera que el pensar es lo mismo que
el ser.

Primer momento
Segunda vertiente

Principios
Internamente en las cosas móviles se da algo invariable y esto se enuncia como lo mismo
La presencia de lo invariable se da gracias a la existencia de cosas contrarias

Corolario I
Puesto que las cosas de la naturaleza se manifiestan como lucha de contrarios en cada uno
de ellos se da algo invariable que es lo mismo

Corolario II
Si una de tales cosas naturales dejara de ser (se consumiera completamente) se perdería la
presencia de lo invariable

Consecuencias
Siempre debe existir una contraposición natural que dé origen a la unidad de la realidad,
nada puede dominar de manera absoluta sobre el terreno de los fenómenos y en
consecuencia el principio de unidad tiende a ser bivalente.

Como se ha matizado antes las raíces que se desprenden de estas vertientes ofrecen distintas
concepciones en orden a la conexión del primer momento, que en última instancia nos lleva
al tránsito de los fenómenos a principios, siguiendo el camino trazado por el problema de lo
uno y lo múltiple así como por el orden teórico, se dejan de lado algunas presentaciones
para llegar al emplazamiento platónico en donde se encuentra precisamente dicho tránsito.

Dos concepciones principalmente dibujan el horizonte que enhebra la totalidad del primer
momento, una, como se expuso en el capítulo precedente, inicia por un proceso doble que
permite expresar en conjunto las distinciones de la realidad platónica, la ascensión a través
del conocimiento desde la conjetura hasta el intelecto y otra que desciende desde el origen
trascendente de dicha realidad hasta el objeto de conocimiento. En el sentido ontológico
este desarrollo es mucho más complicado y en ocasiones hasta supeditado al problema
cognoscitivo, lo cual ciertamente es manifestado negativamente, la presuposición de una
teoría de la realidad tendría que venir dada positivamente y esto sólo se logra (y para

2
Parménides, Fr. 8, vv. 43 y ss. Aristóteles, De Caelo, 297a24: “ἴσου γὰρ πάντῃ προστιθεμένου ἴσον
ἀνάγκη ἀπέχειν τοῦ μέσου τὸ ἔσχατον· τοῦτο δὲ τὸ σχῆμα σφαίρας ἐστίν.”
3
Euclides, Elementos, L. XI, Def. 14 “Σφαῖρά ἐστιν, ὅταν ἡμικυκλίου μενούσης τῆς διαμέτρου
περιενεχθὲν τὸ ἡμικύκλιον εἰς τὸ αὐτὸ πάλιν ἀποκατασταθῇ, ὅθεν ἤρξατο φέρεσθαι, τὸ
περιληφθὲν σχῆμα.”
algunos de manera caótica y llena de lagunas) hasta la exposición del Timeo. Como quiera
que sea, lo importante para la actual consideración es el proceso que se presentó como
originario y la participación existente en los niveles que habían permanecido separados en
el primer momento.

Antes de proseguir conviene realizar una aclaración. Anteriormente no se explicó con


detalle el orden de presentación de los argumentos (los capítulos y en ellos los autores y sus
obras ahí tratadas) dado que se quería presentar el primer tránsito sin andamiajes históricos
(todas las doctrinas e ideas internas que precedieron a tal panorama quedaron pues
excluidas), ahora se tiene que presentar la segunda concepción que completa los otros
detalles del horizonte a través de las críticas intermedias de los diálogos Parménides,
Teeteto, Sofista y Político. Por el carácter de la presentación aquí sólo se hablará de la
función del primero y el tercero e incidentalmente pero de manera implícita de los otros
dos.

Partir de uno u otro supuesto constitutivo a pesar de enunciarlo en forma de unidad tal
como inicia el argumento central del Parménides resulta en una ambigüedad no sólo lógica
sino semántico-ontológica, es decir, Platón es consciente cabalmente de las dimensiones
que emplazarán y se anudarán en cada una de las hipótesis, ellas pueden representarse
como el conjunto de los fenómenos y el estrato de las Ideas. Este estrato (οὐσία) mostró
ser el fulcro diferenciador pero a la vez el origen de la realidad y el dotador de sentido, pues
sin él no hay una verdadera participación de la verdad4.

De la ilimitada cantidad de interpretaciones surgidas en la lectura de un diálogo tan


heterogéneo se pueden distinguir tres principales que son la lógica, la ontológica y la
trascendental, ciertamente la segunda contiene aunque de manera parcial y delimitada las
otras dos. Ella nos provee de un andamiaje para prevenir las ambigüedades (por otro lado
éstas no pueden visualizarse en un sistema o conjunto del mundo que contemple un único
momento o incluso una única vía entre lo sensible e inteligible 5), además nos brinda un
esquema que necesariamente debe incluir un tránsito hacia el siguiente momento. Digo
necesariamente por que de no ser así no habría cambio y éste se da precisamente en la
manifestación de la reflexión que acompaña la frase “naturaleza de los principios”, además
no el uso disciplinario sino natural de la intelección lleva al puente entre la condición
semántica y ontológica del problema ‘uno y múltiple’.
4
Este asunto en realidad es muy complicado. Desde un punto de vista trascendental se puede decir que el
origen de todo es a fin de cuentas el proceso mismo que va desde el Bien a las Formas y de éstas a los
fenómenos, a través de la dimensión matemática y la actividad demiúrgica, siendo conservadores tendría que
decirse que sólo el Bien es origen propiamente. Según las doctrinas no escritas lo Uno y la díada indefinida
constituirían las dos capas principales en que toda la realidad se presenta, en algún sentido nuestro problema
de lo uno y lo múltiple sería aquí no un problema sino un principio, ahora bien cabría hablar desde la postura
manejada en el Teeteto de una simple opinión verdadera con razón (λόγος) lo cual es muy cercano
(cognoscitivamente) a la segunda vertiente, pues lo invariable y común a todas las cosas es el logos, lo más
cercano a una verdad serían pues las hipótesis matemáticas como construcciones y no como naturaleza. Sin
embargo, según la exposición del Timeo esta versión queda rechazada.
5
Sobra decir que tal disparidad no es en Platón igual que en autores de la modernidad, especialmente Kant,
pero la legitimidad de su uso en ambos radica en la función que acaece dentro del problema, en ese sentido la
afirmación que aquí se hace vale para ambas posturas, teniendo en cuenta que Platón en realidad no concede
un puente infranqueable entre sus dos dimensiones.
Además de ello la indiferencia entre estados y momentos constitutivos de los siguientes
esquemas superan esa dualidad y evitan caer (por lo menos en un ejercicio riguroso de la
actividad filosófica) en unilateralidades. Estos esquemas forman la parte central del tránsito
que a su vez se presenta en dos estadios, el primer tránsito ha sido suficientemente aclarado
al tomar como concepto orgánico al estrato (οὐσία) platónico, el segundo tuvo un
prolegómeno en la dilucidación de las Categorías y es del que se presenta a continuación el
segundo momento que por condiciones reflexivas tiene que ser tratado así, sin separarse
realmente (teórica y naturalmente) del primer momento.

(Segundo momento)

Primera parte
La tendencia hacia el principio

Atendiendo a la rigurosidad entrañada en las argumentaciones dirigidas del tránsito de los


fenómenos a los principios y de los principios naturales a la naturaleza de los principios, era
menester que se diera una disciplina acerca del evento que marcó la primera sección de tal
proceso, la cual no podía ser otra que una περὶ τῆς οὐσίας ἡ θεωρία6. Esta investigación
acerca de la ‘sustancia’ o del ‘estar’ reúne la diversidad de las raíces, pero aún no las
vertientes ni los momentos de los que se ha hablado más arriba 7 y los dirige a un puerto
único, de ahí que su llegar a ser pueda ser nombrado con toda propiedad tránsito en el
proceso descrito.

6
Met. Λ, 1. 1069a18.
7
En realidad la aplicación de estos u otros términos es indiferente, aquí se usan simplemente para aclarar con
uniformidad teórica lo que en el cuerpo propio del trabajo es libre, como el discurso orgánico formador de
dichos momentos.

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