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e

EDICIONS ALFONS EL MAGNANIM

SEPTIEMBRE 1994
debáis NÚMERO
ESPECIAL

HACIA EL FIN DE SIGLO


Un m undo en tra n sfo rm a ció n .

H e lm u t D ubiel: M e ta m o rfo s is de la sociedad civil •


R einhard K ünhl: Sociedad en tra n s fo rm a c ió n • P e rry
A n d erso n : La iz q u ie rd a e u ro p e a • Eric H o b s b a w m : La
b a rb a rie de este siglo • M ic h a e l M a n n : El n acio n alism o
y sus excesos: una te o ría política • Fred H a llid a y : El
fu n d a m e n ta lis m o en el m u n d o c o n te m p o rá n e o • Frigga
H a u g : Fem inism o • Claus O ffe : ¿Pleno em p leo ? P a ra la
crítica de un p ro b le m a m a l p la n te a d o • A n d ró G o rz:
M á s a llá del tra b a jo a s a la ria d o • P eter W o lle n :
Turism o, le n g u a je y a rte • Russel Jacobi: C ultura
N o rte a m e ric a n a • Peter G ru b b e : Los tres continentes:
Á fric a , L a tin o a m é ric a , Asia • A la n R yan: Los años de
M a r g a r e t Thatcher • Rían M a la n : C onfesiones de un
s u d a fric a n o blanco • B reyten B reitenbach:
Coid T u rk e y • H einrich A . W in c k le r: La
unificación in e s p e ra d a . A le m a n ia
1 9 8 9 / 1 9 9 0 • S. Lupo: La crisis ita lia n a •
Paul T h e ro u x , Edi M a b e n g i, John
U p d ík e , la n B u ru m a: V. S. N a ip a u l •
LIB R O S U P L E M E N T O : G .
M a n g a n e lli, La In d ia : un ,i&
e x p e rim e n to
íd ic io n s a l f o n s e l m a g n a n i m

IUM. 49 SEPTIEMBRE 1994


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Wi m
%

SUMARIO
PROBLEMAS Y PERSPECTIVAS DE LA DEMOCRACIA
DavidHeld LA DEMOCRACIA HOY: ¿HACIA UN
ORDEN COSMOPOLITA?.................. 4
Gian Enrico Rusconi RACIONALIDAD POLITICA, VIRTUD
CIVICA E IDENTIDAD NACIONAL. ..24
Montserrat Guibernau EL NACIONALISMO: ¿IDEOLOGIA DE
LA MODERNIDAD?.......................... 34
Helmut Dubiel PERO ¿QUÉ ES HOY TODAVIA DE
IZQUIERDA?......................................40
Ferenc Feher EL SOCIALISMO DE LA ESCASEZ . 44

CRISIS DEL ESTADO DEL BIENESTAR


Gosta Esping Andersen EL ESTADO DEL BIENESTAR EN LA
SOCIEDAD POSTINDUSTRIAL.......56
Rudolf Meidner ¿POR QUÉ HA FRACASADO EL
MODELO SUECO?............................62

ARGELIA
Anna Bozzo ESTRATEGIAS DEL ISLAM POLITICO:

PAVESE
EL CASO DE ARGELIA.................... 72 M
Régis Durand CESARE PAVESE..............................82

)¡ rector:
Aario G arcía Bonafé G erm ania Servéis G ráfics, S.L.

efe de redacción: Edita:


3ustau M uñoz Edicions Alfons el M agnanim
1V E 1
lonseio de redacción: Plaza Alfons el M a gn a n im , n.° 1 © 1994 Edicions Alfons el Magnánim-IVEI. El texto de David Held
Salvador A lm enar - Teresa C arnero 46003 -V ale n cia constituye su Introducción al volumen por él compilado Prospects for
M anuel Jiménez Redondo Tel. (96) 3 5 2 7 9 9 4 Democracy. North, South, East, West (Polity Press, Cambridge, 1993) ©
inric Sanchis - Rafael Tomás F a x (96) 351 4 9 7 5 Polity Press, 1933. El artículo de G.E. Rusconi ha sido publicado en
ordi Palafox - Josep Picó Fotocomposición, Fotomecánica e Impresión: Rivista Italiana di Scienza Política, 1 (abril), 1994. El texto de Helmut
G erm ania Servéis G ráfics, S.L. Dubiel apareció inicialmente en Die Zeit n.° 12 (18 de marzo) 1994. El
Eonsejo asesor: ensayo de F. Feher apareció en Thesis eleven n.° 37 (1994) © 1944
.luís A g u iló - Joaquim A za g ra Distribución: Massachusetts Institute of Technology. El trabajo de R. Meidner apareció
Emérit Bono - Alfons Cucó Siglo XXI: en Socialist Register 1993 («Real Problems. False Solutions», ed. por R.
Salvador Forner - Enric Giménez Plaza, n.° 5. Miliband y L. Panitch) © The Merlin Press 1993. El artículo de A. Bozzo
osep Iborra - V icent Llombart 2 8 0 4 3 -M a d rid . Tel. 7 5 9 4 8 0 9 procede de Parolechiave 3 (1993), «Fondamentalismi», © 1993 Donzelli
. M artín Q u e ra lt - A u relio M artínez Les Punxes: Francesc d 'A ra n d o , 7 7-8 1 . editore. La versión original del ensayo de Régis Durand fue publicada en
oan F. M ira • Víctor N ava rro 0 8 0 1 8 - Barcelona - Tel. 3 0 0 91 62 francés, en 1994, en el volumen Pavese de la colección «Lieux de
(avier Paniagua - Francisco Pérez La Tierra Libros: l’Écrit», editada por Marval, con 31 fotografías de Lin Delpierre ©
luán M . Ramírez - Ramir Reig Sagitari, 4, ñau B. Marval, 1994. El volumen de Kateb Yacine El poeta como boxeador que
Ilem entina Ródenas-Joan Romero 0 3 0 0 6 -A lacant. Tel. 511 01 92 acompaña como suplemento a este número de debats ha sido publicado
/¡cent Soler Sendra M arco: con el título Le Poéte comme un boxeur por Editions du Seuil, París,
Toronja, 10 1994 © Éditions du Seuil, abril 1994.
Suscripciones y adm inistración: 46210-P icanya. Tel. 156 0 8 41
ISSN 0212-0585 Depósito Legal V-978-1982.
Elisa Pascual Crespo
L a DEMOCRACIA HOY:
¿HACIA UN ORDEN
COSMOPOLITA?
D A V I D H E L D
A democracia parece haberse apuntado una vic­ de la democracia en relación con sistemas de gobierno

L toria histórica sobre formas alternativas de go­


bierno.1 Hoy en día virtualmente todo el mun­
do se declara demócrata. Regímenes políticos de todo
internacional. Examinaremos las dos primeras cuestio­
nes en la siguiente sección, y las dos últimas en la si­
guiente. Argumentaremos, en última instancia, que la
tipo a lo largo y ancho del globo afirman ser democra­ democracia puede resultar de, y sólo de, un núcleo, o
cias, si bien lo que estos regímenes dicen y hacen a federación, de sociedades y Estados democráticos. O,
menudo difiere sustancialmente de uno a otro. La de­ por decirlo de otra forma, las democracias nacionales
mocracia confiere un aura de legitimidad a la vida po­ requieren democracia internacional para mantenerse y
lítica moderna: leyes, normas y políticas parecen justi­ desarrollarse en la era contemporánea. Paradójicamen­
ficadas cuando son «democráticas». Pero éste no ha te, quizá, la democracia tiene que extenderse y profun­
sido siempre el caso. La gran mayoría de los pensado­ dizarse en el interior de los diferentes países y en sus
res políticos desde la antigua Grecia al presente se han relaciones para mantener su relevancia de cara al si­
mostrado altamente críticos hacia la teoría y la prácti­ glo XXI.
ca de la democracia. Un compromiso uniforme con
ella es un fenómeno muy reciente. Es más, la democra­ Si conseguimos fundamentar de manera adecuada
cia es una forma de gobierno especialmente difícil de la necesidad de repensar la democracia desde la pers­
crear y de sostener. La historia de Europa sólo durante pectiva de la interconexión entre Estados y sociedades,
el siglo XX lo evidencia: al fascismo, nazismo y estali- cabe señalar que se habrá avanzado en la formulación
nismo les faltó poco para eliminar por completo la de­ de una nueva agenda para la teoría y la práctica demo­
mocracia. crática.
Es importante que quede muy claro el significado
Con este contexto histórico resulta inquietante que de «nuevo» en este contexto. La agenda no será nueva
algunos comentaristas políticos hayan proclamado re­ en el sentido de no tener precedente; otros han intenta­
cientemente (curiosamente con una frase tomada de do antes entender el impacto del orden internacional
Hegel) el «fin de la historia» —el triunfo de Occidente sobre la forma y el funcionamiento de la política inter­
sobre todas las alternativas políticas y económicas. Las na en los Estados democráticos. También otros han in­
revoluciones que recorrieron Europa Central y del Este tentado antes establecer las implicaciones normativas
a finales de 1989 y comienzos de 1990 estimularon una de los cambios en el orden internacional para el funcio­
atmósfera de celebración. A la democracia liberal se la namiento y la naturaleza del gobierno democrático.
glorificó como agente del progreso, y al capitalismo Tampoco será nueva la agenda en el sentido de que las
como único sistema económico viable: el conflicto cuestiones tradicionales de la teoría democrática esta­
ideológico, se dijo, está siendo inexorablemente despla­ rán totalmente desplazadas. Al contrario, seguirán vi­
zado por la razón democrática universal y el pensa­ gentes los interrogantes sobre la forma adecuada de la
miento orientado al mercado.2 Pero tal opinión es bas­ ciudadanía, la naturaleza de los derechos y deberes in­
tante inadecuada desde varios puntos de vista. dividuales y el alcance de la participación y la represen­
En primer lugar, el componente «liberal» de la de­ tación, por ejemplo. Pero la agenda será nueva en la
mocracia no puede tratarse sencillamente como algo medida en que deja claro que una teoría de la democra­
homogéneo. Hay tradiciones liberales peculiares que cia (tanto si se centra en asuntos filosóficos como
incorporan concepciones bastante diferentes sobre el empírico-analíticos) requiere una teoría de los procesos
individuo, la autonomía, sobre los derechos y los debe­ y las estructuras entrelazadas del sistema global. Pues
res de los ciudadanos, y sobre la forma y naturaleza una teoría de la democracia debe dar cuenta, manten­
apropiadas de la comunidad. Además, el punto de vis­ dremos, tanto del significado cambiante de democracia
ta de «celebración» de la democracia liberal no explora dentro del orden internacional, como del impacto del
si hay tensiones, o incluso quizá contradicciones, entre orden internacional en el desarrollo de asociaciones de­
el componente «liberal» y el «democrático» de la de­ mocráticas. Las instituciones y las prácticas democráti­
mocracia liberal; por ejemplo, entre la preocupación cas han de estar articuladas con el complejo escenario
liberal por los derechos individuales o las «fronteras de la política nacional e internacional, y debe trazarse
de la libertad», que «a nadie se le debería permitir el mapa de la interpenetración mútua de lo nacional y
cruzar», y la inquietud democrática por la regulación lo internacional. El entendimiento político y el adecua­
de la acción individual y colectiva, es decir, por la res­ do desarrollo de la teoría política democrática depen­
ponsabilidad pública.3 Los autores que han abordado den del resultado de estas tareas.5 Sin embargo, antes
esta cuestión en profundidad han avanzado, cierta­ de abordarlas, el concepto mismo de democracia exige
mente, soluciones bastante diferentes. Es más, no hay cierta aclaración.
solamente una forma institucional de la democracia
liberal. Las democracias contemporáneas han cristali­
zado en muchos tipos diferentes, lo cual hace impreci­ MODELOS DE DEMOCRACIA
so, en el mejor de los casos, cualquier proclamación
de posiciones liberales.4 Una afirmación no crítica de
la democracia liberal deja básicamente sin analizar En la historia de la teoría democrática yace un
todo el significado de la democracia y sus posibles va­ conflicto de profundas raíces acerca de si la democracia
riantes. debería consistir en algún tipo de poder popular (una
forma de política en la que los ciudadanos practican el
En este ensayo se pretende abordar esta cuestión. autogobierno y la autorregulación) o en un instrumen­
Así, se examina primero el desarrollo de diferentes mo­ to para la toma de decisiones (un medio de conferir
delos de democracia; segundo, se consideran las condi­ autoridad a gobernantes periódicamente elegidos). Este
ciones de aplicación de estos modelos; tercero, se explo­ conflicto ha dado lugar a tres variantes básicas o mode­
ra el significado de democracia en el contexto del los de democracia que conviene tener en cuenta. Prime­
actual entrelazamiento progresivo actual de Estados y ro, la democracia directa o participativa, un sistema de
sociedades en entramados regionales e internacionales; toma de decisiones sobre asuntos públicos en el cual los
y finalmente, se valora la forma apropiada y el alcance ciudadanos participan directamente. Ésta era la forma
«original» de democracia existente en la antigua Ate­ pecíficos de la esfera pública. Y en ambos sistemas se
nas, entre otros lugares. Segundo, la democracia liberal confería a las demandas del Estado una prioridad úni­
o representativa, un sistema de gobierno que cuenta ca sobre las del ciudadano individual. Pero si Atenas
con «cargos» electos que «representan» los intereses u era una república democrática, los estudiosos contem­
opiniones de los ciudadanos en el contexto del «impe­ poráneos afirman en general que Roma era, en compa­
rio de la ley». En tercer lugar, hay una variante de la ración, esencialmente un sistema oligárquico.8 Sin
democracia basada en un modelo unipartidista (aunque embargo desde la Antigüedad, fue Roma la que iba
algunos puedan dudar que ésta sea una forma de demo­ a ejercer la influencia más duradera en la difusión de
cracia). Hasta hace poco la Unión Soviética, las socie­ las ideas republicanas.
dades de Europa del Este y muchos países del Tercer El republicanismo clásico revivió con fuerza en el
Mundo estaban dominadas por esta concepción. Las primer Renacimiento, especialmente en las ciudades-
consideraciones que siguen tratan brevemente cada estado italianas.
uno de estos modelos sucesivamente, desarrollando
conceptos y temas que serán utilizados en la discusión El concepto de «ciudadanía activa en una repúbli­
posterior. ca» y su significado pasó a ser una preocupación bási­
ca. Los pensadores políticos de este período eran críti­
cos con la formulación ateniense de esta idea. Sus
EL CIUDADANO ACTIVO Y EL GOBIERNO concepciones respondían en gran medida a las de Aris­
REPUBLICANO tóteles, uno de los críticos más notables de la democra­
cia griega, y acusaban el impacto secular de la Roma
republicana, por lo que reformularon los ejes básicos de
La democracia ateniense ha sido considerada des­ la tradición republicana. Si bien el concepto de la polis
de antiguo como una fuente fundamental de inspira­ continuó siendo central para la teoría política de las
ción para el pensamiento político occidental moderno. ciudades italianas, sobre todo en Florencia, ya no se
Esto no implica que sea completamente acertado atri­ consideraba como un medio para la autorrealización.9
buir muchos de los elementos de la herencia democráti­ Continuó dándose importancia a la virtud cívica pero
ca de Occidente exclusivamente a Atenas. Como han ésta se consideraba áltamente frágil y sujeta, sobre
demostrado investigaciones históricas y arqueológicas todo, a la corrupción si dependía exclusivamente de la
recientes, algunas de las innovaciones políticas clave, intervención política de uno de los protagonistas de ma­
tanto conceptuales como institucionales, de la llamada yor relieve: el pueblo, la aristocracia o la monarquía.
tradición política occidental pueden rastrearse en civili­ Se aspiraba a una constitución capaz de reflejar y equi­
zaciones orientales más antiguas. La ciudad-estado o librar los intereses de todas las facciones políticas im­
polis, por ejemplo, existió en Mesopotomia mucho an­ portantes. Así Maquiavelo sostuvo que todas las for­
tes de aparecer en Occidente.6 No obstante, los ideales mas constitucionales en sí mismas (monarquía,
políticos de Atenas —igualdad entre los ciudadanos, li­ aristocracia y democracia) eran inestables, y que sólo
bertad, respeto a la ley, justicia— han sido integrados un sistema de gobierno que combinara elementos de
totalmente en el pensamiento político occidental, y es cada una podría promocionar la clase de cultura políti­
por esta razón que Atenas constituye un punto de par­ ca en la que florece la virtud cívica.10 El mejor ejem­
tida útil. plo de tal gobierno era, afirmaba Maquiavelo, Roma:
La ciudad-estado ateniense, regida por ciudadanos- el gobierno mixto de Roma (con su sistema de cónsules,
gobernantes, no diferenciaba entre Estado y sociedad. Senado y tribunos de la plebe) estaba directamente liga­
En la antigua Atenas, los ciudadanos eran a la vez suje­ do a sus continuos logros.
tos de autoridad política y los creadores de leyes y regu­ El núcleo de la defensa de la idea republicana en
laciones públicas. El pueblo [demos) tenía funciones le­ el Renacimiento era que la libertad de una comunidad
gislativas y judiciales, pues el concepto ateniense de política se basaba en que ésta no tuviese que rendir
ciudadanía implicaba que tomaran parte en aquellas cuentas a ninguna otra autoridad sino a la propia co­
funciones, participando directamente en los asuntos del munidad. El autogobierno es la base de la libertad, jun­
«Estado».7 La democracia ateniense requería un com­ to con el derecho de los ciudadanos a participar —en
promiso general con el principio de la virtud cívica: de­ el seno de una estructura constitucional que crea dis­
dicación a la ciudad-estado republicana y subordina­ tintas funciones para las fuerzas sociales importantes—
ción de la vida privada a los asuntos públicos y al bien en la regulación de su propio interés común.11 Como
común. Lo «público» y lo «privado» estaban entrelaza­ ha afirmado un comentarista, «la comunidad en su to­
dos. Los ciudadanos sólo podían realizarse a sí mismos talidad debe poseer la autoridad soberana última», asig­
adecuadamente y vivir honorablemente en y a través nando a sus diferentes gobernantes o magistrados «un
de la polis. Ahora bien, la condición de ciudadano se rango no más alto que el de cargos elegidos».12 Tales
otorgaba de manera muy restrictiva; entre los excluidos «gobernantes» deben asegurar el cumplimiento efecti­
estaban las mujeres y una importante población de es­ vo de las leyes dictadas por la comunidad para la conse­
clavos. cución de su propio bien; pues no hay gobernantes en
un sentido tradicional, sino «agentes o ministri de jus­
La ciudad-estado ateniense —eclipsada finalmente
por el surgimiento de imperios, Estados más fuertes ticia».
y regímenes militares— compartía rasgos con la Roma En el republicanismo renacentista, así como en el
republicana. Ambas eran predominantemente socieda­ pensamiento democrático griego, un ciudadano era al­
des basadas en el encuentro directo y la cultura oral; guien que participaba en la comunidad «dando su opi­
ambas tenían elementos de participación popular en nión y ocupando un cargo público».13 Ser ciudadano
asuntos de gobierno, y ambas tenían poco control bu­ significaba participar en los asuntos públicos. Esta defi­
rocrático centralizado, si es que tenían alguno. Es más, nición es notable porque sugiere que los teóricos de
ambas pretendían fomentar un sentimiento profundo esas tradiciones lo hubieran tenido muy difícil para en­
de deber público, una tradición de virtud cívica o res­ contrar ciudadanos en las democracias modernas, ex­
ponsabilidad hacia «la república» —hacia asuntos es­ cepto quizá como representantes o titulares de algún
cargo. El limitado alcance de la participación activa de crático, ligado a otros mecanismos institucionales
los ciudadanos en la política contemporánea hubiera clave —especialmente el mercado libre—, resolvería
sido considerado altamente antidemocrático.14 No obs­ los problemas de asegurar tanto la autoridad como la
tante, la idea de que los seres humanos deberían ser ciu­ libertad.
dadanos activos de un orden político —ciudadanos de
sus Estados— y no simplemente súbditos obedientes de Dos formulaciones clásicas de la nueva posición
pueden encontrarse en la filosofía de James Madison
un gobernante tuvo pocos defensores desde las prime­
ras asociaciones humanas hasta principios del Renaci­ y en la obra de una de las figuras clave del liberalismo
miento.15 inglés del siglo xix: Jeremy Bentham. En la formula­
ción de Madison, las «democracias puras» (por las que
No resulta fácil explicar del todo el fracaso de entiende sociedades «que constan de un pequeño nú­
la idea de ciudadanía activa en Occidente, de esa ciu­ mero de ciudadanos, que se reúnen y administran el go­
dadanía que se afirma, en definitiva, a través de la bierno en persona») han sido siempre intolerantes, in­
acción política. Pero está muy claro que la antítesis justas e inestables.20 En cambio, el gobierno
del homo politicus es el homo credens de la fe cristia­ representativo suprime los excesos de la «democracia
na. El ciudadano cuyo juicio activo resulta fundamen­ pura» porque las elecciones regulares obligan a la clari­
tal se ve desplazado por el creyente sumiso.16 Aun­ ficación de los temas públicos, y es muy probable que
que sería un error considerable sugerir que el los representantes elegidos, pocos en número, sean
surgimiento del Cristianismo desterró con eficacia competentes y estén capacitados para «discernir el
consideraciones seculares de las vidas de gobernantes auténtico interés de su país».
y gobernados, no hay ninguna duda de que desvió la El núcleo central de la argumentación de Madi­
fuente de la autoridad y la sabiduría de los represen­
son no es el lugar indiscutible del ciudadano activo
tantes de este mundo a los del otro mundo. Durante en la vida de la comunidad política sino la ocupación
la Edad Media, la integración de la Europa cristiana legítima de los individuos en sus intereses; el gobierno
llegó a depender sobre todo de dos autoridades teocrá­ en un medio para promover esos intereses. Aunque el
ticas: la Iglesia Católica Romana y el Sacro Imperio
mismo Madison buscó formas claras de reconciliar in­
Romano. No había alternativa teórica a su formula­ tereses particulares con lo que él llamó las modernas
ción de la naturaleza del poder y del gobierno.17 No «repúblicas agrandadas», su posición anuncia un des­
fue hasta finales del siglo XVI —cuando se puso de plazamiento desde los ideales clásicos de la virtud cívi­
manifiesto que la religión se había convertido en una ca y la esfera pública hacia las preocupaciones libera­
fuerza altamente disgregadora y que los poderes del les.21 Concebía el Estado representativo como el
Estado tendrían que separarse del deber de los gober­ mecanismo principal para agregar los intereses de los
nantes de poseer alguna confesión particular— que la individuos y para proteger sus derechos. En tal Esta­
naturaleza y los límites de la autoridad política, la ley, do, creía Madison, se protegería la seguridad de las
los derechos y la obediencia se convirtieron en un personas y de la propiedad; la política podría compati-
tema central del pensamiento político europeo, desde bilizarse con las exigencias de Estados-nación exten­
Italia a Inglaterra.18 sos, con sus complejas pautas de funcionamiento en
el ámbito industrial, comercial y de relaciones interna­
cionales.22
LA DEMOCRACIA LIBERAL REPRESENTATIVA
En paralelo con este punto de vista, Bentham sos­
tuvo que la democracia representativa «tiene como ob­
Las teorías liberales modernas y las liberales demo­ jeto y efecto privativo... dar seguridad a sus miembros
cráticas han intentado siempre justificar el poder sobe­ frente a la opresión y la depredación a manos de aque­
rano del Estado a la vez que justifican las limitaciones llos funcionarios que emplea para su defensa».23 Al
a ese poder.19 La historia de este intento, desde Tilo­ gobierno democrático se le exige que proteja a los ciu­
mas Hobbes, es una historia de argumentaciones para dadanos del uso despótico del poder político, tanto si
equilibrar fuerza y derecho, poder y ley, derechos y de­ es por parte de un monarca, de la aristocracia o de
beres. Por una parte, los Estados deben tener el mono­ otros grupos. De este modo, el Estado representativo se
polio del poder coactivo para proporcionar una base se­ convierte en una especie de juez o árbitro, mientras los
gura sobre la cual puedan florecer los negocios, el individuos se dedican en la sociedad civil, según las re­
comercio, la religión y la vida familiar. Por otra parte, glas de la competencia económica y el libre cambio, a
al otorgar al Estado la facultad de regular e imponerse sus propios intereses. El voto y el mercado libres son
coactivamente, los teóricos de la política eran conscien­ ambos esenciales, pues uno de los supuestos clave es
tes de que admitían una fuerza que podía y frecuente­ que el bien colectivo puede realizarse adecuadamente
mente lo hacía privar a los ciudadanos de sus libertades en la mayoría de los dominios de la vida sólo si los indi­
políticas y sociales. viduos se relacionan en intercambios competitivos, per­
Los demócratas liberales proporcionaron la inno­ siguiendo su propio interés con una interferencia esta­
vación institucional clave para tratar de superar este tal mínima. Pero curiosamente este argumento tiene
dilema: la democracia representativa. La preocupación otra cara. Ligado a la defensa de un «Estado mínimo»,
liberal por la razón, la ley y la libertad de elección sólo cuyo alcance y poder debe estar estrictamente limitado,
podía mantenerse adecuadamente con el reconoci­ hay un fuerte compromiso con ciertos tipos de inter­
miento de la igualdad política de todos los individuos vención estatal: por ejemplo, regular el comportamien­
adultos. Tal igualdad proporcionaría no sólo un am­ to del desobediente y remodelar relaciones sociales e
biente social seguro en el cual la gente tendría la liber­ instituciones si, en caso de fracasar el laissez-faire, no
tad de llevar a cabo sus actividades e intereses priva­ se logra la máxima felicidad de la mayoría —el único
dos, sino también un Estado que, bajo el ojo vigilante criterio científicamente defendible, según Bentham, del
del electorado, haría lo que más conviniera al interés bien público.
general o público. De esta manera, razonaban los Desde la antigüedad clásica hasta el siglo XVII, la
demócratas liberales, el estado constitucional demo­ democracia estaba esencialmente asociada con la con­
currencia de ciudadanos en asambleas y lugares públi­ dos políticos.28 La consolidación de la democracia re­
cos de reunión. A principios del siglo XIX se la empezó presentativa, así entendida, ha sido un fenómeno del
a considerar como el derecho de los ciudadanos a parti­ siglo XX; quizá incluso debería decirse un fenómeno de
cipar en la determinación de la voluntad colectiva a tra­ finales del siglo XX, pues ha sido sólo en las décadas
vés de representantes electos.24 La teoría de la demo­ finales de este siglo cuando la democracia se ha estable­
cracia representativa cambió esencialmente los cido con firmeza en Occidente y ha sido ampliamente
términos de referencia del pensamiento democrático: adoptada en principio como un modo de gobierno ade­
las limitaciones prácticas que una ciudadanía numero­ cuado fuera de Occidente.
sa impone a la democracia, que habían sido el centro
de tanta atención crítica (antidemocrática), quedaron
virtualmente eliminadas. Ahora la democracia repre­ MARXISMO Y DEMOCRACIA UNIPARTIDISTA
sentativa podía ser celebrada como una forma de go­
bierno a la vez controlable y viable, así como potencial­
mente estable, sobre territorios extensos y durante La lucha del liberalismo contra la tiranía y la lucha
largos períodos de tiempo.25 Podría incluso ser anun­ de los demócratas liberales por la igualdad política
ciada, como dijo James Mili, como «el gran descubri­ constituyeron un impulso decisivo en la historia de la
miento de los tiempos modernos» en el que «se encon­ emancipación humana, como Karl Marx y Friedrich
trará la solución a todas las dificultades, tanto Engels reconocieron sin titubear. Pero para ellos, y más
especulativas como prácticas».26 En consecuencia, la en general para la tradición marxista, los grandes idea­
teoría y la práctica del gobierno popular se libró de su les universales de «libertad, igualdad y justicia» no se
tradicional asociación con Estados pequeños y con ciu­ realizan simplemente con la «libre» competencia por
dades, abriéndose para convertirse en el credo legitima­ los votos en el sistema político junto con la «libre»
dor del mundo emergente de los Estados-nación. Pero competencia por el beneficio en el mercado. Los defen­
la cuestión de quién exactamente iba a ser considerado sores del Estado democrático y de la economía de mer­
un participante legítimo, un «ciudadano» o «indivi­ cado presentan estas instituciones como las únicas en
duo», y cuál sería su función exacta en este nuevo or­ las que puede apoyarse la libertad y las desigualdades
den, continuó siendo confusa o inestable. Incluso en la minimizarse. Sin embargo, según la crítica marxista, la
obra del clarividente John Stuart Mili subsistieron am­ economía capitalista, en virtud de su dinámica interna,
bigüedades: la idea de que todos los ciudadanos debe­ produce inevitablemente una desigualdad sistemática y
rían tener igual peso político en el Estado quedó fuera restricciones importantes a la libertad real. La existen­
de su doctrina, en concordancia con la de la mayoría cia formal de ciertas libertades tiene poco valor si éstas
de sus contemporáneos.27 no pueden ejercerse en la práctica. En consecuencia, si
bien cada paso hacia la igualdad política formal es un
A grandes rasgos, iba a quedar en manos de las avance, su potencial liberador se ve severamente reduci­
grandes luchas, con frecuencia reprimidas con violen­ do por las desigualdades de clase.
cia, de la clase obrera y del activismo feminista en los En las sociedades clasistas el Estado no puede con­
siglos XIX y XX la consecución del sufragio universal vertirse en el vehículo para buscar el bien común o el
auténtico en algunos países. Su logro seguiría siendo interés público. Lejos de representar el papel de emanci­
frágil en lugares como Alemania, Italia y España, y en pador, caballero protector, árbitro o juez frente al desor­
la práctica se le negaba a diversos grupos: por ejemplo, den, los órganos del Estado liberal representativo están
a muchos afro americanos en los Estados Unidos antes insertos en las luchas de la sociedad civil. Los marxistas
del movimiento de los derechos civiles de los años cin­ conciben el Estado como una extensión de la sociedad
cuenta y sesenta. Sin embargo, a través de estas luchas civil que refuerza el orden social y defiende intereses
se asentó gradualmente la idea de que los derechos de particulares. Su argumentación es que la emancipación
ciudadanía deberían aplicarse igualmente a todos los política es sólo un paso hacia la emancipación humana:
adultos; muchos de los argumentos de los demócratas es decir, de democratización completa de la sociedad y
liberales podían volverse en contra de instituciones del Estado. Desde su perspectiva, la sociedad democrá-
existentes para revelar hasta qué punto los principios tiva liberal fracasa cuando se la juzga con sus propias
y las aspiraciones de participación política y desarrollo promesas.
humano igualitarios quedaban incumplidas. Sólo con
la ampliación de la ciudadanía a todos los hombres y Entre estas promesas se encuentran, primero, la
mujeres adultos alcanzó la democracia liberal su forma participación política, o intervención general mediada
distintivamente contemporánea: un conjunto de nor­ por representantes en las decisiones que afectan a toda
mas e instituciones que permiten la más amplia partici­ la comunidad; en segundo lugar, un gobierno controla­
pación de la mayoría de los ciudadanos en la selección ble; y en tercer lugar, libertad para protestar y refor­
de representantes que son los únicos que pueden tomar mar.29 Pero «la democracia liberal realmente existen­
decisiones políticas (es decir, decisiones que afectan a te», como dijo hace poco un marxista, no hace realidad
toda la comunidad). ninguna de estas promesas. Esta democracia se caracte­
riza por la existencia de una ciudadanía básicamente
Entre este conjunto de normas e instituciones fi­ pasiva (un número significativo de ciudadanos no vota
guran: un gobierno elegido; elecciones libres y justas en en las elecciones, por ejemplo); por la erosión y el des­
las que el voto de cada ciudadano tiene idéntico valor; plazamiento de las instituciones parlamentarias ante
sufragio con participación de todos los ciudadanos sin centros de poder no elegidos (el caso más claro es la ex­
distinciones de raza, religión, clase, sexo, etcétera; liber­ pansión de la autoridad burocrática y el papel de los
tad de conciencia, información y expresión en todos los representantes funcionales); y por imposiciones estruc­
asuntos públicos ampliamente definidos; el derecho de turales importantes sobre la acción estatal y, en particu­
todo adulto a oponerse a su gobierno y a presentarse lar, sobre la posibilidad de reforma paulatina del capita­
como candidato; y libertad para asociarse —el derecho lismo (la fuga de capitales, por ejemplo, es una
a formar asociaciones independientes incluyendo movi­ amenaza constante para gobiernos electos con avanza­
mientos sociales, grupos con intereses comunes y parti­ dos programas de reforma social).30
Marx mismo concibió la sustitución del Estado li­ producción— ignora o subestima sobremanera las con­
beral democrático por una «estructura de comuna»: tribuciones a la política de otras formas de estructura
las comunidades más pequeñas gobernarían sus pro­ social, colectividad, actuación, identidad, interés y co­
pios asuntos, elegirían delegados para unidades guber­ nocimiento. Segundo, como organización institucional
namentales más amplias (distritos, ciudades); éstas a para la mediación, la negociación y el compromiso en­
su vez elegirían candidatos para áreas de gobierno to­ tre facciones, grupos o movimientos contendientes, el
davía más extensas (la delegación nacional).31 A esta modelo marxista, especialmente en su forma marxista-
organización se la conoce como estructura «piramidal» leninista, no es adecuado. Un sistema de instituciones
de la «democracia delegativa»: todos los delegados son para promocionar el diálogo, el debate y la competen­
revocables, están vinculados por el mandato de sus vo­ cia entre opiniones divergentes —un sistema que acep­
tantes y organizados en una «pirámide» de comités di­ te la formación de movimientos, grupos de presión y/o
rectamente elegidos. El Estado post-capitalista, por partidos políticos con direcciones independientes para
consiguiente, no tendría semejanza alguna con un régi­ ayudar a presionar— parece necesario y deseable. Es
men parlamentario liberal. Todos los poderes del Esta­ más, los cambios en la Europa Central y del Este des­
do quedarían englobados en un conjunto único de ins­ pués de 1989, con su énfasis en la importancia de los
tituciones directamente responsables. Sólo cuando esto derechos políticos y civiles, un sistema partidista com­
ocurra se restaurará gradualmente «aquella confianza, petitivo, y la «retirada del Estado» —es decir, la libera­
aquella libertad, que desapareció de la Tierra con los ción de la sociedad civil de la dominación estatal—,
griegos, y se desvaneció en la neblina azul del cielo viene a confirmar en gran medida lo dicho. No es posi­
con el cristianismo», como lo expresó el joven ble sustraerse, por tanto, a la necesidad de reconocer
Marx.32 la importancia de algunos principios liberales funda­
En la formulación marxista-leninista, el sistema de mentales sobre la centralidad, en principio, de una es­
la democracia delegativa ha de ser complementado, en tructura «impersonal» de poder público, de una consti­
principio, por un sistema separado pero en cierto modo tución que ayude a garantizar y proteger derechos, de
similar al nivel del Partido Comunista. La transición al una diversidad de centros de poder dentro y fuera del
socialismo y al comunismo exige la dirección «profesio­ Estado, y de mecanismos que promuevan la competen­
nal» de un disciplinado grupo de revolucionarios.33 So­ cia y el debate entre plataformas políticas alternativas.
lamente tal dirección tiene la capacidad de organizar la Lo que esto significa, entre otras cosas, es la confirma­
defensa de la revolución contra las fuerzas contrarrevo­ ción de la idea liberal fundamental de que la «separa­
lucionarias, de planificar la expansión de las fuerzas ción» entre Estado y sociedad civil debe ser un elemen­
productivas, y de supervisar la reconstrucción de la so­ to esencial de cualquier orden político democrático.
ciedad. Ya que todas las diferencias fundamentales de Aquellas concepciones de la democracia que se basan
intereses son intereses de clase, ya que el interés (o el en la suposición de que el Estado podría algún día sus­
punto de vista) de la clase trabajadora es el interés pro­ tituir a la sociedad civil, o viceversa, deben tratarse con
gresivo en la sociedad, y que durante y después de la cautela.
revolución ha de articularse claramente y con decisión,
No obstante, la formulación de este tipo de obser­
un partido revolucionario es esencial. El partido es el vaciones no equivale a convalidar cualquier modelo
instrumento que puede crear el marco para el socialis­ democrático liberal concreto tal como funciona, aun­
mo y el comunismo. En la práctica el partido ha de go­ que muchos defensores de la democracia parecen opi­
bernar; y sólo durante la «era Gorbachov» en la Unión nar esto. Una cosa es aceptar los argumentos sobre las
Soviética (desde 1984 hasta agosto de 1991) se dio a la necesarias funciones de protección, mediación en con­
pirámide de consejos, o «Soviets», desde la autoridad flictos y redistributivas del Estado democrático y otra
central hasta los de nivel local y de barrio, algo más muy diferente aceptarlas tal como vienen prescritas en
que un papel simbólico o ritual en el periodo postrevo­ las formulaciones existentes de la democracia liberal.
lucionario. Los defensores de la democracia liberal han mostrado
tendencia a interesarse, sobre todo, por los principios
y los procedimientos del gobierno democrático, pero
LA DEMOCRACIA, EL ESTADO al centrarse en el «gobierno», han desviado la atención
Y LA SOCIEDAD CIVIL de un examen concienzudo de las relaciones entre los
derechos formales y los reales; entre el compromiso de
¿Cómo interpretar estos diferentes modelos de de­ tratar a los ciudadanos como libres e iguales y prácti­
mocracia en las circunstancias contemporáneas? El mo­ cas que no lo hacen con suficiencia; entre conceptos
delo clásico de participación no puede adaptarse fácil­ del Estado como una autoridad en principio indepen­
mente para extenderse a través del espacio y el tiempo. diente, y la intervención de éste en la reproducción de
Su nacimiento en el contexto de las ciudades-estado, y las desigualdades de la vida cotidiana; entre un con­
bajo condiciones de «exclusividad social», fue una par­ cepto de los partidos políticos como estructuras apro­
te integral de su desarrollo y su éxito. En sociedades in­ piadas para salvar la brecha entre el Estado y la socie­
dustriales complejas, marcadas por un alto grado de di­ dad, y la serie de centros de poder que tales partidos
ferenciación social, económica y política, es muy difícil y sus líderes no pueden alcanzar a controlar. Ignorar
concebir que una democracia de esta clase pueda sobre­ estas cuestiones es arriesgarse a instalar a la «democra­
vivir a gran escala. cia» en el contexto de un mar de desigualdad política,
económica y social. Y es arriesgarse a la creación, en
La significación de estas reflexiones se ve reforza­ el mejor de los casos, de una forma muy parcial de
da al examinar el destino de la concepción de la demo­ política democrática —una forma de política en la que
cracia defendida por Marx y Engels y sus seguidores. la participación de algunos guarda una relación directa
En primer lugar, la «estructura profunda» de las cate­ con la participación limitada, o la abstención, de otros.
gorías marxistas —con su énfasis en la centralidad de
la clase, la perspectiva universal del proletariado, y una Las implicaciones de estos puntos son, en mi opi­
concepción de la política arraigada de lleno en la nión, de una significación considerable. Para que la de­
mocracia prospere se ha de reinterpretar como un fenó­ político más transparente e inteligible, más abierto, y
meno doble en el que avance, por una parte, la reforma permeable, a los diferentes deseos y necesidades «del
del poder estatal y, por otra, la reestructuración de la pueblo».38
sociedad civil. Esto entraña reconocer la necesidad de
lo que he llamado en otro lugar un proceso de «doble Pero el problema, tanto para los defensores como
democratización»: la transformación interdependiente para los críticos de los sistemas democráticos moder­
del Estado y de la sociedad civil.34 Tal proceso debe nos, es que la interconexión regional y global va en
tomar como premisa los principios de que la división detrimento del enfoque nacional que se da tradicional­
entre Estado y sociedad civil ha de ser un aspecto cen­ mente a las cuestiones clave de la teoría y práctica de­
tral de la vida democrática, y que el poder de tomar mocráticas. El proceso mismo de gobierno puede esca­
decisiones debe estar libre de las desigualdades y los par al alcance del Estado-nación. Las comunidades
constreñimientos que un sistema no regulado de capi­ nacionales de ningún modo adoptan y determinan de­
tal privado puede imponer, como previo Marx. Pero, cisiones y programas exclusivamente para ellas mis­
como es obvio, reconocer la importancia de ambos mas, y los gobiernos de ningún modo determinan lo
puntos implica reconocer la necesidad de reconsiderar que es apropiado o correcto exclusivamente para sus
a fondo lo que han venido significando tradicional­ propios ciudadanos.39 Veamos algunos ejemplos re­
mente.35 cientes: la decisión de aumentar los tipos de interés
en un intento de reducir la inflación o la inestabilidad
En resumen, si la vida democrática no implica del tipo de cambio se toma a menudo como una deci­
más que un voto periódico, las actividades de los ciu­ sión «nacional», aunque puede perfectamente estimu­
dadanos se verán en gran medida confinadas a la esfe­ lar cambios económicos en otros países. Igualmente,
ra «privada» de la sociedad civil y el alcance de sus una decisión que permitía la «roturación» de las selvas
acciones dependerá básicamente de los recursos que tropicales puede repercutir en un daño ecológico mu­
puedan controlar. Existirán pocas oportunidades para cho más allá de las fronteras que limitan formalmente
que los ciudadanos actúen como tales, es decir, como la responsabilidad de un grupo determinado de políti­
participantes en la vida pública. Pero si se entiende cos. Estas decisiones, junto con las políticas sobre te­
la democracia como un proceso de doble cara, esta si­ mas tan diversos como inversión, obtención de arma­
tuación puede rectificarse creando oportunidades para mento y SIDA, se considera en general que caen
que la gente actúe y viva «en su calidad de ciuda­ dentro del dominio legítimo de la autoridad de un
danos».36 Estado-nación soberano. Pero en un mundo de interco­
nexiones a escala regional y global, hay importantes
El «ciudadano activo» podría volver de nuevo al cuestiones que plantearse sobre la coherencia, la viabi­
centro de la vida pública, participando en ambas esfe­ lidad y la responsabilidad de los órganos nacionales de
ras, la del Estado y la de la sociedad civil. Naturalmen­ toma de decisión mismos.
te, la naturaleza de esta participación diferiría en cada
una de las esferas de acuerdo con sus rasgos institucio­ Es más, decisiones tomadas por organizaciones
nales y organizativos, pero al menos se habrían creado cuasi-regionales o cuasi-supranacionales como la Co­
oportunidades para que todos los afectados por las es­ munidad Europea, la Organización de Tratado del
tructuras de toma de decisión de sus comunidades par­ Atlántico Norte o el Fondo Monetario Internacional,
ticipasen en el gobierno de éstas —o eso ha sugerido reducen la gama de decisiones accesibles a «mayorías»
hasta ahora la historia de la democracia. Sin embargo, nacionales dadas. La idea de una comunidad que se go­
la democracia tiene otra cara. bierna a sí misma y que determina su propio futuro
—una idea que está en el corazón del sistema democrá­
tico mismo— es, en consecuencia, profundamente pro­
DEMOCRACIA, MUNDIALIZACIÓN Y blemática hoy en día. Cualquier simple suposición en
GOBIERNO INTERNACIONAL la teoría democrática de que las relaciones políticas
son, o podrían ser, «simétricas» o «congruentes», pare­
ce injustificada.
A lo largo de los siglos XIX y x x la teoría demo­
crática ha tendido a asumir una relación «simétrica» y Si se puede mostrar por completo la insuficiencia
«congruenta» entre los que toman las decisiones políti­ de esta suposición, surgen cuestiones que llegan al co­
cas y los destinatarios de tales decisiones.37 De hecho, razón del pensamiento democrático. La idea de que el
simetría y congruencia se han dado a menudo por su­ consentimiento legitima al gobierno y, más en general,
puestas en dos puntos básicos: primero, entre los al sistema estatal, ha sido central para los demócratas
ciudadanos-votantes y los políticos a los que aquéllos liberales de los siglos XIX y XX.40 Estos últimos han
pueden, en principio, pedir cuentas; y segundo, entre subrayado el papel central de las urnas como mecanis­
el «producto» (decisiones, programas, etc.) de los que mo donde el ciudadano individual expresa sus preferen­
toman las decisiones y sus votantes —en última instan­ cias políticas y donde los ciudadanos en general otor­
cia, «el pueblo» de un territorio delimitado. gan periódicamente autoridad a un gobierno para que
promulgue leyes y regule la vida social y económica. El
Incluso los críticos de las democracias modernas principio del «gobierno de la mayoría» o el principio
han mostrado propensión a compartir esta suposición; de que deben prevalecer las decisiones que acumulen
ajustándose a la concepción convencional de la demo­ el mayor número de votos, está en la base de la preten­
cracia, han considerado el problema del control políti­ sión de validez o legitimidad de las decisiones políti­
co, de la rendición de cuentas, como un problema esen­ cas.41 Pero la idea misma del consentimiento a través
cialmente de alcance nacional. Las estructuras de elecciones y la noción particular de que las circuns­
representativas contemporáneas, afirman, responden cripciones relevantes para el acuerdo voluntario son las
insuficientemente a sus ciudadanos; y, al discutir diver­ comunidades de un territorio delimitado o un Estado,
sas formas de democracia participativa, o interpretacio­ pasan a ser problemáticas tan pronto como entra en
nes contemporáneas de la relevancia del republicanis­ consideración la cuestión de la interconexión nacional,
mo, destacan la importancia de hacer el proceso regional y mundial y se discute la naturaleza de la 11a-
Foto. Janine Niepce, elecciones francesas de 1959
mada «comunidad relevante». ¿De quién es necesario visión más penetrante del significado del Estado a nivel
el consentimiento, de quién está justificada la partici­ global.42 Hobbes estableció una comparación entre las
pación en decisiones sobre, por ejemplo, el SIDA o la relaciones internacionales y el Estado de naturaleza,
lluvia acida, o el uso de recursos no renovables? ¿Cuál describiendo el sistema internacional de Estados como
es la circunscripción relevante: la nacional, la regional una realidad en continua «posición de guerra».43 Una
o la internacional? ¿Ante quién deben justificar los po­ guerra de «todos contra todos» es una amenaza cons­
líticos sus decisiones? ¿Ante quién deberían ser respon­ tante, ya que cada Estado tiene libertad de actuar para
sables? Es más, ¿qué implicaciones tiene para la idea defender sus propios intereses sin restricciones deriva­
del gobierno legítimo la toma de decisiones en determi­ das de consideraciones morales o religiosas de orden su­
nados ámbitos, decisiones que eventualmente pueden perior.
ser de vida o muerte para gran número de personas, En el estudio de las relaciones internacionales, la
muchas de las cuales puede que no tengan voz ni voto formulación de Hobbes ha sido asociada con la teoría
en ese proceso de toma de decisiones? «realista» de la política internacional.44 El realismo
Las fronteras territoriales demarcan la base sobre postula, en el espíritu de la obra hobbesiana, que el
la que los individuos son incluidos o excluidos en la sistema de Estados soberanos es inevitablemente anár­
participación en decisiones que afectan a sus vidas (por quico; y que esta anarquía obliga a todos los Estados,
muy limitada que sea la participación), pero los resulta­ en ausencia —inevitable— de cualquier árbitro supre­
dos de estas decisiones a menudo tienen que «extender­ mo que imponga un comportamiento moral y códigos
se» más allá de las fronteras nacionales. Las implicacio­ internacionales acordados, a poner en práctica la polí­
nes de este hecho son considerables, no sólo para las tica del más fuerte en orden a lograr que prevalezcan
categorías de consentimiento y legitimidad, sino para sus intereses vitales. Esta visión de realpolitik de los
todas las ideas claves de la democracia: la naturaleza Estados ha tenido una influencia significativa tanto en
de una circunscripción, el significado de la representa­ el análisis como en la práctica de las relaciones inter­
ción, la forma adecuada y el alcance de la participación nacionales en tiempos recientes, pues ofrece una expli­
política, y la relevancia del Estado-nación democrático, cación prima facie convincente del caos y el desorden
enfrentado a modelos inestables de relaciones y a impo­ en los asuntos internacionales. En esta formulación,
siciones en el orden internacional, como garante de los el moderno sistema de los Estados-nación es un «fac­
derechos, los deberes y el bienestar de los ciudadanos. tor limitante» que siempre frustrará cualquier intento
Sin duda, estas consideraciones probablemente sorpren­ de encauzar las relaciones internacionales de una ma­
derían poco a aquellas naciones y países cuya indepen­ nera que vaya más allá de la política del Estado so­
dencia e identidad se ha visto profundamente afectada berano.
por la acción hegemónica de los imperios, antiguos y Una implicación de la exigencia de todos y cada
modernos, pero toma por sorpresa a muchos en Occi­ uno de los Estados modernos a la autoridad suprema
dente. es el reconocimiento de que tal exigencia otorga a los
Para poder profundizar más en la significación de otros Estados igual derecho a la autonomía y al respe­
estas cuestiones es necesario examinar por qué durante to dentro de sus propias fronteras. En el contexto de
la mayor parte de los siglos XIX y XX la democracia en la rápida erosión de la «sociedad cristiana» a partir
los Estados-nación no ha ido acompañada por relacio­ de finales del siglo XVI, el desarrollo de la soberanía
nes democráticas entre estados; por qué el sistema puede interpretarse como parte de un proceso de reco­
interestatal se ve sometido a una presión tal que con­ nocimiento mútuo por el cual los Estados se concedían
vierte la relación entre la democracia dentro de las unos a otros derechos de jurisdicción en sus respecti­
fronteras y la democracia más allá de éstas en una preo­ vos territorios y comunidades. En consecuencia, la so­
cupación urgente; por qué las circunstancias contempo­ beranía implicaba por parte del Estado moderno la
ráneas están creando la posibilidad de reconsiderar la afirmación de su independencia; es decir, de su pose­
democracia a niveles regionales y mundiales; y por qué sión de derechos exclusivos en el mundo de las relacio­
la democracia a tales niveles es una condición impor­ nes entre Estados, el principio de la igualdad soberana
tante para el desarrollo de la democracia en comunida­ de todos ellos se adoptó gradualmente como principio
des locales y nacionales. Intentaré demostrar que la de­ básico que gobierna la conducta formal de los Estados
mocracia dentro de un Estado-nación o una región entre sí, con independencia de que los regímenes con­
requiere democracia dentro de una red de fuerzas y re­ cretos fuesen representativos o no.
laciones internacionales entretejidas; y que tal requisito Se ha denominado modelo «westfaliano» (en re­
se ve frustrado por la «estructura profunda» del orden frenda a la Paz de Westfalia de 1648, que puso fin a
del Estado soberano y por la inserción del sistema de la fase alemana de la Guerra de los Treinta Años) a la
las Naciones Unidas en esta estructura en el período concepción del orden internacional que surgió para cla­
inmediatamente posterior a la Segunda Guerra Mun­ rificar y formalizar el sistema interestatal.45 Este mo­
dial. No obstante, trataré de mostrar también que pue­ delo cubre el período que va de 1648 a 1945 (aunque
de vislumbrarse la posibilidad de una alternativa a este hay quien afirma que sigue en vigor todavía hoy).46
estado de cosas.
Representa el surgimiento de una comunidad mun­
dial que consiste en Estados soberanos que solventan
LA SOBERANÍA Y EL ORDEN WESTFALIANO sus diferencias en privado y a menudo por la fuerza;
que mantienen relaciones diplomáticas pero por lo de­
más con una cooperación mínima; que intentan situar
La historia del sistema interestatal moderno y de sus propios intereses nacionales por encima de los de
las relaciones internacionales más en general, ha tenido los demás; y que aceptan la lógica del principio de la
poca relación con cualquier principio democrático de efectividad, es decir, el principio de que en el mundo
organización. En el campo de la política mundial, el internacional al final la fuerza hace la razón —que la
modo de pensar de Hobbes sobre el poder y las relacio­ apropiación se convierte en legitimación.47 El modelo
nes de poder ha sido a menudo considerado como la de Westfalia se sintetiza en el cuadro l.48
1. El mundo está integrado por Estados soberanos que no reconocen otra autoridad superior.
2. Los procesos de legislación, la resolución de disputas y la aplicación de las leyes están básicamente
en manos de Estados particulares sujetos a la lógica de «la lucha competitiva por el poder».
3. Las diferencias entre los Estados se resuelven a menudo por la fuerza: el principio del poder efectivo
manda. No existen virtualmente trabas legales para refrenar el recurso a la fuerza; los modelos legales inter­
nacionales proporcionan una protección mínima.
4. La responsabilidad por agravios fronterizos es «asunto privado» que concierne sólo a los afectados;
no se reconoce ningún interés colectivo en conformidad con el derecho internacional.
5. Todos los Estados se consideran iguales ante la ley: las normas legales no toman en consideración
las asimetrías de poder.
6. El derecho internacional está orientado al establecimiento de normas mínimas de coexistencia; la
creación de relaciones duraderas entre Estados y pueblos es un objetivo, pero sólo en tanto en cuanto permite
que se realicen los objetivos políticos nacionales.
7. La minimización de impedimentos a la libertad de acción de los Estados es la prioridad «colectiva».

Este marco de asuntos internacionales tuvo un El desarrollo de la economía capitalista mundial


carácter duradero y paradójico rico en implicaciones: inicialmente tomó la forma de una expansión de las re­
un sistema de Estados cada vez más desarrollados e laciones de mercado, impulsada por la necesidad pro­
interrelacionados garantizaba el derecho de cada uno gresiva de materias primas y otros factores de produc­
de ellos a la acción autónoma e independiente. Como ción. El capitalismo estimuló este impulso y fue, a su
un comentarista ha observado acertadamente, el resul­ vez, estimulado por él. Resulta útil establecer una dis­
tado fue que los Estados no estaban «sujetos a requisi­ tinción entre la expansión de las relaciones capitalistas
tos morales internacionales porque representan órde­ de mercado basadas en el deseo de comprar, vender y
nes políticos separados y distintos sin autoridad acumular recursos móviles (capital), y la formación del
común alguna entre ellos».49 En esta situación, el capitalismo industrial que implica relaciones de clase
mundo consiste en poderes políticos separados, cada altamente específicas —basadas inicialmente en los que
uno mirando por sus propios intereses, respaldados en poseen y controlan los medios de producción y los que
última instancia por su organización de poder coer­ tienen sólo su capacidad de trabajo para vender. Es sólo
citivo.50 con el desarrollo del capitalismo en Europa después de
La consolidación del sistema moderno de Estados 1500, y en particular con la formación de la organiza­
fue resultado de la expansión de Europa por todo el ción capitalista de la producción a partir de la segunda
globo. Si las monarquías ibéricas lideraron la primera mitad del siglo xvm , que las actividades de los capita­
oleada de «globalización europea», en el siglo XVII su listas y del sistema capitalista empezaron a conver­
posición fue erosionada por los holandeses, y posterior­ ger.54 A partir de este período, los objetivos de la gue­
mente por los ingleses. Rasgos clave del sistema moder­ rra se vincularon a objetivos económicos: las empresas
no de Estados «la centralización del poder político, la militares y las conquistas pasaron a estar más directa­
expansión del gobierno administrativo, la legitimación mente relacionadas con la búsqueda de ventajas econó­
del poder a través de pretensiones a la representación, micas que en períodos anteriores.55
el surgimiento de los grandes ejércitos— que existían
en Europa ya en el siglo XVI en estado embrionario, se La globalización de la vida económica —dicho a
convertirían en rasgos predominantes de todo el siste­ grandes rasgos: la expansión de complejas interconexio­
ma mundial.51 nes económicas entre Estados y sociedades— no ha
sido en modo alguno, por supuesto, un proceso unifor­
Como la difusión del poder europeo se produjo bá­ me que haya afectado a cada región y país de un modo
sicamente a través de empresas militares y comerciales similar. Desde el comienzo, este proceso ha comporta­
marítimas, Europa quedó conectada a un sistema mun­ do grandes costos para la autonomía y la independen­
dial de comercio y relaciones de producción. En el cen­ cia de muchos: por ejemplo, el declive progresivo de ci­
tro de éstas últimas estaban los nuevos mecanismos vilizaciones no europeas, como la musulmana, la india
económicos capitalistas en proceso de expansión que se y la china; los efectos destructores del predominio occi­
originaron en el siglo XVI, o en lo que se denomina a dental para una gran cantidad de pequeñas sociedades;
veces el «largo siglo xvi», que abarca desde aproxima­ y la degradación interrelacionada del mundo europeo
damente 1450 hasta 1640.52 El capitalismo fue desde y del no europeo provocada por el tráfico de esclavos.
el principio un fenómeno internacional:53 el capital De hecho, la globalización se ha caracterizado tanto
nunca permitió que sus aspiraciones quedaran delimita­ por la «jerarquía» como por la «desigualdad».56 La je­
das con exclusividad por las fronteras nacionales. En rarquía es característica de la estructura de la globaliza­
consecuencia, el surgimiento del capitalismo introdujo ción económica: el dominio que ejercen sobre ella las
un cambio fundamental en el orden mundial: hizo posi­ constelaciones de poder económico concentradas en el
bles, por primera vez, interconexiones genuinamente Norte y en Occidente. Con la decadencia de los impe­
internacionales entre Estados y sociedades; penetró en rios europeos en el siglo XX, y con el final de la Guerra
los rincones más remotos del mundo y provocó cambios Fria, puede afirmarse que la globalización económica
con amplia repercusión en la dinámica y la naturaleza ha pasado a ser más importante que nunca como deter­
del poder político. minante de la jerarquía, y se ha convertido en punta
de lanza de la geopolítica. Es probable que las cumbres den con fronteras de ningún Estado existente antes de
económicas de los principales países industriales susti­ la colonización, donde no ha habido ningún «hábito es­
tuyan a las cumbres de las superpotencias como plata­ tablecido» de ejercicio de la autoridad central y de
forma primaria dentro de la cual se perfilen los nuevos aceptación de su papel, y donde algunas de las garan­
contornos de la jerarquía y el poder. Aunque quizás tías humanas más elementales han estado a menudo
haya incertidumbre sobre la distribución exacta de la ausentes, la independencia se ha enfrentado a toda cla­
influencia en el centro de los países industriales avanza­ se de dificultades.59 En este contexto, la consecución
dos, la estructura jerárquica de los procesos económi­ de cualquier forma de democracia es importante. No
cos de globalización sitúa firmemente a las principales obstante, el logro se ve menoscabado por la vulnerabili­
potencias económicas de Occidente y del Norte en las dad ante la economía internacional, por una base frágil
posiciones centrales. de recursos que amenaza la autonomía de las organiza­
ciones políticas, y por grupos sociales a menudo pro­
La otra cara de la jerarquía es la desigualdad. Ésta fundamente divididos por la extrema pobreza, las priva­
tiene que ver con los efectos asimétricos de la globaliza­ ciones y las enfermedades así como por consideraciones
ción económica sobre las oportunidades vitales y el bie­ étnicas y culturales, entre otras. Adicionalmente, le
nestar de pueblos, clases, grupos étnicos, movimientos afecta negativamente la estructura misma del sistema
y sexos. Los contornos de estos procesos de «desigual­ político internacional, que priva a los Estados
dad» no son difíciles de discernir, aunque no los docu­ —entregados a la lucha competitiva en defensa de su
mentaremos aquí. En general están correlacionados propia seguridad e intereses— de instrumentos cohe­
con la geografía, la raza y el género y, en consecuencia, rentes para asegurar el control y la regulación de algu­
con los núcleos de pobreza y privación que se encuen­ nas de las fuerzas más poderosas que inciden en la con­
tran en los países del Sur, entre los no blancos y entre figuración de los asuntos domésticos e internacionales.
las mujeres. Sin embargo, la existencia de pobreza ma­ Es el poder político y económico lo que, en última ins­
nifiesta en el Norte (en Éuropa y en los Estados Uni­ tancia, determina el despliegue efectivo de normas y re­
dos), la persistencia del desempleo en los países indus­ cursos dentro y fuera de las fronteras en el mundo west-
triales más avanzados (incluso durante períodos de faliano.
notable crecimiento), y el destino de muchos pueblos
indígenas son un indicio de lo aproximado de concebir
la desigualdad sólo en estos términos. La desigualdad EL ORDEN INTERNACIONAL Y LA CARTA
es un fenómeno tanto del desarrollo nacional como del DE LAS NACIONES UNIDAS
internacional. Por consiguiente, debe considerarse que
las categorías de estratificación social y política deno­
tan divisiones sistemáticas dentro y fuera de las fron­ Las titánicas luchas de la primera y segunda gue­
teras.57 rras mundiales condujeron a una aceptación creciente
El poder efectivo que otorga la soberanía está, en de que la naturaleza y mecanismos de las relaciones in­
un grado significativo, conectado con los recursos eco­ ternacionales debían cambiar si se quería acabar con
nómicos a disposición de un Estado o de un pueblo. las formas más extremas de violencia contra la humani­
Obviamente, los recursos que un Estado pueda movili­ dad y si se quería otorgar el reconocimiento debido a
zar variarán de acuerdo con su posición en la estructu­ la creciente interconexión e interdependencia de las na­
ra global de las relaciones económicas, su lugar en la ciones. Paulatinamente los sujetos, el alcance y las
división internacional del trabajo, y el apoyo que pueda fuentes mismas de la concepción westfaliana de la regu­
obtener de los entramados económicos regionales.58 La lación internacional, especialmente la concepción del
conciencia creciente en muchos países occidentales de derecho internacional, fueron puestas en cuestión.60
que su soberanía está sometida a presión desde diversos Primero y principal, la opinión se volvió contra la
focos y fuerzas les plantea (a menudo por primera vez) doctrina de que el derecho internacional, como dijo
problemas que han sido obvios para muchos países du­ Oppenheim, es un «derecho entre Estados sola y exclu­
rante largo tiempo. La lucha por la soberanía y la inde­ sivamente».61 Individuos y grupos pasaron a ser reco­
pendencia en muchos países del Tercer Mundo estuvo nocidos como sujetos del derecho internacional. Está
directamente relacionada con la lucha por la liberación generalmente aceptado, por ejemplo, que las personas,
del dominio colonial. La soberanía de iure ha sido de en tanto en cuanto individuos, son sujetos del derecho
la mayor importancia para aquellos países a los que pre­ internacional en base a documentos tales como las Car­
viamente se les había negado; pero soberanía de iure tas de los Tribunales de Crímenes de Guerra de Nuren-
no es por supuesto lo mismo que soberanía de facto o berg y Tokio, la Declaración Universal de los Derechos
práctica. Las economías a menudo débiles y endeuda­ Humanos de 1948, los Convenios sobre Derechos Polí­
das de muchos países del Tercer Mundo los hacen vul­ ticos y Civiles de 1966, y la Convención Europea sobre
nerables y.los obligan a depender de fuerzas y relacio­ los Derechos Humanos de 1950.
nes económicas sobre las que tienen poco o ningún
control. Aunque la internacionalización de la produc­ La opinión también se ha vuelto contra la doctrina
ción y de las finanzas sitúa muchos de los instrumentos de que el derecho internacional estipula principalmente
del control económico fuera del alcance incluso de los asuntos (de Estado) políticos y estratégicos. De acuerdo
países más poderosos, la posición de los que se encuen­ con esta postura, el derecho internacional se dedica
tran en el extremo inferior de la jerarquía de la mundia- cada vez más a tratar y regular cuestiones económicas,
lización, y que experimentan los efectos más devastado­ sociales y medioambientales. Junto con un aumento
res de la desigualdad, es sustancialmente peor. importante en el número de «actores» de la política
mundial —por ejemplo la ONU, el Consejo Económico
La independencia política a menudo proporciona, y Social de la ONU, la UNCTAD, el Banco Mundial,
como mucho, un breve respiro de los procesos de margi- el Fondo Monetario Internacional, la Organización
nalización en la economía mundial. En países como los para la Agricultura y la Alimentación y la Organiza­
del África subsahariana, donde las fronteras de los Es­ ción Mundial de la Salud— ha habido muchas presio­
tados (con dos pequeñas excepciones) no se correspon­ nes para aumentar el alcance del derecho internacio-
1. La comunidad internacional está integrada por Estados soberanos, conectados a través de una densa
red de relaciones, tanto adhoc como institucionalizadas. A los individuos y a los grupos se les considera
actores legítimos en las relaciones internacionales (aunque con funciones limitadas).
2. A ciertos pueblos oprimidos por potencias coloniales, regímenes racistas u ocupantes extranjeros se
les asignan derechos de reconocimiento y un papel determinado en la articulación de su propio futuro e
intereses.
3. Hay una aceptación gradual de normas y de valores que cuestionan el principio del poder efectivo;
en consecuencia, las infracciones flagrantes a reglas internacionales dadas no se han de considerar legítimas
en teoría. Se imponen restricciones al recurso a la fuerza, incluyendo el uso injustificado de la fuerza eco­
nómica.
4. Se crean nuevas reglas, procedimientos e instituciones diseñados para promover la legislación y el
cumplimiento de la ley en asuntos internacionales.
5. Se adoptan principios legales que delimitan la forma y el alcance de la conducta de todos los miembros
de la comunidad internacional, y que proporcionan un conjunto de guías para la estructuración de reglas
internacionales.
6. Se manifiesta una preocupación fundamental por los derechos de los individuos, y se crea un corpus
de normas internacionales con las que se intenta obligar a los Estados a observar ciertas pautas en el trata­
miento de todos, incluyendo a sus propios ciudadanos.
7. El mantenimiento de la paz, el progreso de los derechos humanos y el establecimiento de una mayor
justicia social son las prioridades colectivas declaradas; los «asuntos públicos» incluyen a toda la comunidad
internacional. Respecto a ciertos valores —paz, la prohibición del genocidio— las reglas internacionales ac­
tualmente estipulan en principio la responsabilidad personal de las autoridades estatales y la imputación
de responsabilidad en actos criminales a los Estados.
8. Se reconocen las desigualdades sistemáticas entre pueblos y Estados y se establecen nuevas reglas
—incluyendo el concepto de «patrimonio común de la humanidad»67 para crear modos de regular la distri­
bución, la apropiación y la explotación de territorios, propiedades y recursos naturales.

nal. Ante este proceso, hay quienes consideran que con das. La imagen de regulación internacional proyectada
este cambio de alcance, el derecho internacional pasa por la Carta (y documentos asociados) era una imagen
a ocuparse menos de la libertad de acción o la indepen­ de «estados aún celosamente «soberanos», pero vincu­
dencia de los Estados, y más del bienestar general de lados en una «miríada de relaciones»; presionados para
todos aquellos en el sistema mundial que pueden hacer resolver los conflictos por medios pacíficos y de acuer­
valer sus voces.62 do con criterios legales; sujetos en principio a estrechas
restricciones en el recurso a la fuerza; y obligados a ob­
Finalmente, la influyente doctrina legal según la servar «ciertas normas» respecto al tratamiento de to­
cual la única fuente verdadera del derecho internacio­ das las personas de su territorio, incluyendo a sus pro­
nal es la conformidad de los Estados —ya sea conformi­ pios ciudadanos.65 Naturalmente, en qué sentido las
dad expresa o implícita— se ha visto desafiada en su disposiciones de la Carta han restringido a los Estados
esencia. Hoy en día, pugnan por ser reconocidas diver­ y hasta qué punto se han puesto realmente en práctica,
sas fuentes del derecho internacional. Éstas incluyen son cuestiones importantes. Pero antes de centrarnos
fuentes tradicionales tales como convenciones interna­ en ellas, deberíamos esbozar los elementos esenciales
cionales o tratados (generales o particulares) que son re­ del modelo de la Carta (véase cuadro 2).66
conocidos por Estados; la costumbre o práctica interna­
cional que proporciona evidencia de una regla aceptada
o grupo de reglas; y los principios legales subyacentes El desplazamiento estructural de la regulación interna­
reconocidos por las «naciones civilizadas». También in­ cional desde el modelo westfaliano al de la Carta de la
cluyen la «voluntad de la comunidad internacional», ONU plantea cuestiones esenciales sobre la naturaleza
que puede asumir el «estatus de ley» o ser la «base de y la forma del derecho internacional, cuestiones que
una obligación legal internacional» en determinadas apuntan a la posibilidad de una divergencia significati­
circunstancias.63 La última representa una ruptura en va entre el derecho de los Estados-nación —o del siste­
principio con el requisito de la conformidad del Estado ma de Estados— y el de la más amplia comunidad in­
individual para el establecimiento de normas y respon­ ternacional. En el corazón de este cambio yace un
sabilidades internacionales.64 conflicto entre posiciones defendidas en nombre de los
Estados individuales y posiciones defendidas en nom­
Aunque el modelo westfaliano de derecho interna­ bre de un principio organizador alternativo de los asun­
cional tuvo sus críticos en la época moderna, especial­ tos internacionales: es decir, una comunidad democráti­
mente durante malogrado período de la Sociedad de ca de Estados, con igual derecho de voto en la
Naciones, sólo después de la Segunda Guerra Mundial Asamblea General de los Estados-nación, que regule
tuvo lugar la aparición y amplia aceptación de un nue­ abierta y colectivamente la vida internacional a la vez
vo modelo de derecho y control internacional, que cul­ que observe la Carta de la ONU y una batería de con­
minó en la aprobación de la Carta de las Naciones Uni­ venciones de derechos humanos. Sin embargo este con-
flicto no está resuelto, y sería bastante engañoso con­ cas internacionales. Es más, ha proporcionado una vi­
cluir que la era del modelo de la Carta de la ONU sim­ sión, valiosa a pesar de todas sus limitaciones, de un
plemente desplazó la lógica westfaliana de regulación nuevo orden mundial basado en un encuentro de go­
internacional. La razón esencial para esto es que el biernos y, en determinadas circunstancias, de una pre­
marco de la Carta representa, en muchos sentidos, una sencia supranacional en asuntos internacionales para
extensión del sistema interestatal. defender los derechos humanos.69 Además, algunas de
las deficiencias achacadas a la ONU podrían atribuirse
Las organizaciones y los procedimientos de la con más justificación al propio sistema de Estados, con
ONU fueron diseñados en parte para superar las debili­ su profunda implicación estructural en la economía ca­
dades de la Sociedad de Naciones. Su «arquitectura», pitalista mundial.
por tanto, estaba organizada para acoger la estructura
internacional de poder tal como se entendía en 1945. En consecuencia, sería un importante paso adelan­
La división del mundo en poderosos Estados-nación, te en la regulación de los asuntos mundiales desde una
con intereses geopolíticos específicos, fue incorporada perspectiva que trascienda a las fronteras nacionales, el
en la concepción de la Carta. Como resultado, la ONU simple hecho de que el sistema de Naciones Unidas
quedó virtualmente inmovilizada como actor autóno­ cumpliese lo que consigna su Carta. Entre otras cosas
mo en muchas cuestiones apremiantes.68 Una de las esto supondría la aplicación de medidas para la puesta
manifestaciones más evidentes de este hecho fue el po­ en vigor de elementos clave de las Convenciones sobre
der especial de veto otorgado a los cinco Miembros Per­ derechos humanos, dar eficacia a la prohibición del de­
manentes del Consejo de Seguridad. Este estatus políti­ recho discrecional al uso de la fuerza, activar el sistema
co privilegiado añadía autoridad y legitimidad a la colectivo de seguridad previsto en la propia Carta y,
posición de cada una de las principales potencias, pues más en general, asegurar el cumplimiento de los artícu­
si bien tenían prohibido en principio el uso de la fuerza los principales de la Carta.70
en términos contrarios a la Carta, estaban protegidos
por su veto contra la censura y las sanciones en caso Es más, si el modelo de la Carta se extendiera
de acción unilateral. Es más, la Carta dio nuevas cre­ —por ejemplo, añadiendo el requisito de jurisdicción
denciales (a través del artículo 51) a iniciativas estraté­ obligatoria en el caso de disputas que fuesen competen­
gicas unilaterales de los Estados en caso de ser necesa­ cia de la ONU, o proporcionando medios de reparación
rias para la «autodefensa», ya que no había una a través de un nuevo tribunal internacional de derechos
delimitación clara del significado de esta frase. Además, humanos en el caso de violaciones de éstos, o convir­
aunque la Carta fijó nuevas obligaciones de los Estados tiendo un voto de (cuasi) consenso en la Asamblea Ge­
para saldar las disputas por medios pacíficos y estipuló neral en fuente legítima de derecho internacional, o
procedimientos para dictaminar en supuestos actos de modificando el derecho de veto en el Consejo de Segu­
autodefensa, estos procedimientos se han utilizado en ridad y reconsiderando la representación en éste para
permitir una presencia regional adecuada— podría es­
raras ocasiones y no se ha insistido en el sometimiento
tablecerse una base para que el modelo de la Carta ge­
a ellos. Es más, la posibilidad de movilizar las medidas
nerara recursos políticos propios, y actuara como un
colectivas de coerción previstas en la Carta misma con­
centro autónomo de toma de decisiones.
tra la acción ilegítima de un Estado nunca se ha mate­
rializado, e incluso las misiones de paz de la ONU han Si bien cada paso en esta dirección sería importan­
estado restringidas en general a áreas en las que no con­ te, especialmente para incrementar las perspectivas de
taba previamente con el consentimiento del Estado te­ paz mundial, todavía representaría, como mucho, un
rritorial en cuestión. movimiento hacia una forma muy parcial o «débil» de
La subordinación de la ONU a las prioridades de democracia en asuntos internacionales. Ciertamente,
los Estados más poderosos tiene mucho que ver tam­ cada Estado gozaría de igualdad formal en el sistema
bién con su dependencia de la financiación aportada de la ONU, y los intereses regionales estarían mejor re­
por sus miembros. Subraya esta posición de vulnerabili­ presentados. Pero seguiría siendo posible que una pléto­
ra de diferentes tipos de regímenes políticos participa­
dad ante la política de los Estados la inexistencia de
sen en pie de igualdad en el marco de la Carta; la
mecanismos que confieran algún tipo de estatus direc­
tamente ligado a Naciones Unidas a fuerzas sociales o dinámica y la lógica del sistema interestatal seguiría re­
presentando un principio de organización inmensamen­
culturales de ámbito regional o transnacional (agencias,
te poderoso en los asuntos internacionales, sobre todo
grupos o movimientos) que, a menudo, están en pose­
con su maquinaria militar básicamente intacta; las
sión de visiones y perspectivas significaivas acerca de
los problemas internacionales. En suma, a pesar de sus enormes disparidades de poder y las asimetrías de re­
buenas intenciones, el modelo ONU ha fracasado efec­ cursos en la jerárquica y desigual economía mundial
quedarían virtualmente inalteradas; la estructura cam­
tivamente a la hora de generar un nuevo principio de
biante del orden mundial reflejada en la discusión sobre
organización en el orden internacional, un principio en
el sujeto apropiado, el alcance y las fuentes del derecho
neta ruptura con la lógica del modelo westfaliano y ca­
paz de generar nuevos mecanismos democráticos de internacional se mantendría marginal al modelo; y los
actores transnacionales, las asociaciones civiles, las or­
coordinación y cambio político.
ganizaciones no gubernamentales y los movimientos
Con todo, sería un error dejar aquí la argumenta­ sociales posiblemente continuarían teniendo un papel
ción. El sistema propuesto por la Carta de la ONU ha mínimo en este sistema de regulación internacional. Se­
sido claramente innovador e influyente en muchos sen­ guiría siendo, en consecuencia, un modelo de política
tidos. Ha proporcionado un foro internacional en el internacional centrado en el Estado o en la soberanía,
que todos los Estados son en ciertos aspectos iguales, y estaría a una distancia considerable de lo que podría
un foro especialmente valioso para países del Tercer llamarse una ordenación democrático en sentido «fuer­
Mundo y para aquellos que buscan una base para solu­ te» de los asuntos internacionales. Es más, también se
ciones «consensuadas» a problemas internacionales. encontraría muy lejos del reconocimiento adecuado de
Ha proporcionado un marco para la descolonización y las transformaciones que se producen como consecuen­
para el intento de reforma de las instituciones económi­ cia de la globalización, unas transformaciones que es­
tán ejerciendo cada vez más presión sobre las concep­ unificación. Las tendencias de fragmentación o disgre-
ciones del gobierno internacional del modelo westfalia- gadoras son posibles por varias razones. El crecimiento
no y del de la Carta. de entramados densos de interconexión entre Estados
y sociedades puede aumentar la gama de acontecimien­
tos que afectan a la gente en un sitio en particular.
LA DEMOCRACIA COSMOPOLITA Y EL NUEVO Creando nuevas pautas de transformación y cambio, la
ORDEN INTERNACIONAL globalización puede debilitar las antiguas estructuras
políticas y económicas sin dar lugar al establecimiento
de nuevos sistemas de reglamentación. Es más, es pro­
Hay que destacar una sorprendente paradoja de la bable que el impacto de los procesos globales y regiona­
época contemporánea: desde África hasta Europa del les varíe conforme a diferentes condiciones nacionales
Este, desde Asia a América Latina, cada vez más nacio­ e internacionales —por ejemplo, la ubicación de una
nes y grupos defienden la idea del «gobierno del pue­ nación en la economía internacional, su lugar en blo­
blo»; pero la defienden precisamente en ese momento ques de poder concretos, su posición respecto al sistema
en que la eficacia misma de la democracia como forma legal internacional. Además, la globalización puede en­
nacional de organización política comienza a cuestio­ gendrar tanto una conciencia de diferenciación política
narse. A medida que áreas esenciales de la actividad como una conciencia de identidad común; la mejora de
humana empiezan a organizarse progresivamente a ni­ las comunicaciones internacionales puede subrayar
vel mundial, el destino de la democracia, y en particu­ conflictos de interés e ideología, y no simplemente eli­
lar del Estado-nación independiente y democrático, minar obstáculos para la mutua comprensión.
está cargado de dificultades.
En términos positivos, la globalización implica al
Podría objetarse que no hay nada especialmente menos dos fenómenos distintos. En primer lugar, sugie­
nuevo en las interconexiones mundiales, y que la signi­ re que la actividad política, económica y social está em­
ficación de éstas para la política ha estado, en principio, pezando a tener un alcance mundial. Y segundo, sugie­
suficientemente clara para la gente desde hace mucho re que ha habido una intensificación de niveles de
tiempo. Tal objeción podría reforzarse poniendo de ma­ interacción e interconexión en el interior de los Estados
nifiesto, como he hecho yo, que con la expansión inicial y las sociedades y entre éstos.73 La novedad es la difu­
de la economía mundial y el nacimiento del Estado mo­ sión de la globalización a través de nuevas dimensiones
derno a partir de finales del siglo x v i comenzó ya a de actividad —tecnológica, organizativa, administrati­
emerger una densa red de interconexiones mundiales. va y legal, entre otras— cada una con su propia lógica
También podría sugerirse que la política nacional y la y dinámica de cambio; y la intensificación constante de
internacional han estado entrelazadas durante toda la pautas de interconexión mediadas por fenómenos tales
época moderna: la política nacional se ha de interpretar como la industria moderna de las comunicaciones y las
siempre con el trasfondo de la política internacional, y nuevas tecnologías de la información. La política se
la primera es a menudo la fuente de la segunda.71 Sin despliega hoy en día, con su habitual incerteza e inde­
embargo, una cosa es afirmar que hay elementos de terminación, con el trasfondo de un mundo moldeado
continuidad en la formación y estructura de los Esta­ e impregnado por los flujos de mercancías y de capital,
dos, las economías y las sociedades modernas, y otra la facilidad de comunicación, el intercambio de cultu­
muy diferente afirmar que no hay nada nuevo en aspec­ ras y el movimiento de personas.74
tos de su forma y dinámica; pues hay una diferencia
fundamental entre, por una parte, el desarrollo de rutas En este contexto, el significado y el lugar de la po­
comerciales particulares, u operaciones navales y milita­ lítica democrática, y de los modelos contendientes de
res concretas que tienen un impacto sobre determinadas democracia, han de ser reconsiderados en relación con
ciudades, áreas rurales y territorios, y, por otra parte, un una serie de procesos y estructuras locales, regionales
orden internacional que implica la creación de un siste­ y mundiales superpuestas.75 Es esencial reconocer al
ma económico mundial que escapa al control de cual­ menos tres elementos de globalización: primero, el
quier Estado individual (incluso de los dominantes); la modo en que los procesos de interconexión económica,
expansión de entramados de relaciones y comunicacio­ política, legal y militar están cambiando la naturaleza,
nes transnacionales sobre las que los Estados particula­ el alcance y la capacidad del Estado soberano desde
res tienen una influencia limitada; el crecimiento ingen­ arriba, de la misma manera que su capacidad «regula­
te de organizaciones y entes internacionales que pueden dora» se ve desafiada y reducida en algunas esferas; se­
limitar el margen de actuación de los Estados más pode­ gundo, el modo en que grupos locales, movimientos y
rosos; y el desarrollo de un orden militar mundial y la nacionalismos están cuestionando el Estado-nación
creación de los medios de la guerra «total» como rasgo desde abajo como sistema de poder representativo y
permanente del mundo contemporáneo, que puede re­ controlable; y tercero, el modo como la interconexión
ducir el espectro de las políticas al alcance de los gobier­ mundial crea cadenas de decisiones y resultados políti­
nos y de sus ciudadanos. Mientras que las rutas comer­ cos entrelazados entre los Estados y sus ciudadanos, al­
ciales y las expediciones militares pueden vincular terando la naturaleza y la dinámica de los sistemas polí­
poblaciones distantes en amplias relaciones de causa y ticos nacionales mismos. La democracia tiene que
efecto, los acontecimientos contemporáneos en el orden adaptarse a estos tres fenómenos y a sus implicaciones
internacional vinculan a las gentes a través de redes para los centros de poder nacionales e internacionales.
múltiples de transacción y coordinación, replanteando Si no se adapta, es probable que pase a ser aún menos
la noción misma de distancia.72 efectiva para determinar la forma y los límites de la ac­
Conviene enfatizar que los procesos de mundiali- tividad política. La forma y la estructura internacional
zación no conducen necesariamente a una integración de la política y de la sociedad civil, en consecuencia,
global creciente; es decir, a un orden mundial marcado han de ser incorporadas a los fundamentos del pensa­
por el desarrollo progresivo de una sociedad y una polí­ miento y la práctica democráticos.
tica homogéneas o unificadas, ya que la globalización Se plantean, así, tres exigencias muy claras: prime­
puede generar fuerzas tanto de fragmentación como de ro, que las fronteras territoriales de los sistemas de con­
trol se reestructuren de tal manera que aquellas cuestio­ En último análisis, el objetivo sería la formación
nes que escapan al control de un Estado-nación de una asamblea legitimada de todos los Estados y so­
—aspectos de la gestión monetaria, cuestiones me­ ciedades democráticos —una ONU re-formada, o un
dioambientales, elementos de seguridad, nuevas formas complemento a ella. La ONU, como hemos destacado
de comunicación— puedan ser sometidas a un mejor anteriormente, combina dos principios de representa­
control democrático; segundo, que el papel y el lugar ción contradictorios: la igualdad de todos los países (un
de organismos regulatorios y funcionales, tanto nacio­ país, un voto en la Asamblea General) y la deferencia
nales como internacionales, sean reexaminados para al poder geopolítico (poder especial de veto en el Conse­
que puedan proporcionar un enfoque más coherente y jo de Seguridad para aquellos países con estatus de su-
útil en los asuntos públicos; y tercero, que la articula­ perpotencia actualmente o en el pasado). Una asamblea
ción de las instituciones políticas con los grupos clave, legitimada de todos los Estados y sociedades democráti­
organismos, asociaciones y organizaciones de la socie­ cos tendería a situar inequívocamente los principios de
dad civil internacional sea reconsiderada para permitir representación democrática por encima de la política de
que ésta última pase a formar parte del proceso demo­ la superpotencia. Es más, a diferencia de la Asamblea
crático —adoptando, dentro de su mismo modus ope- General de la ONU, no sería, al menos al principio,
randi, una estructura de normas y principios compati­ una asamblea de todas las naciones, sino una asamblea
bles con los de la democracia. de naciones democráticas que con el tiempo atraerían
a otras, quizá por la pura necesidad de ser miembros
¿Cómo podría desarrollarse este nuevo enfoque de si sus sistemas de gobierno pretenden gozar de legitimi­
la democracia? ¿Cuáles son sus características esencia­ dad a los ojos de sus propios ciudadanos. Como tal, a
les? Responder a estas cuestiones requiere retomar ar­
la nueva asamblea en sus primeras fases sería mejor
gumentaciones previas sobre la necesidad de concebir
considerarla como un complemento a la ONU, a la que
la democracia como un proceso de doble dimensión, a sustituiría con el tiempo o aceptaría modificada como
la vez que reconsiderar el ámbito adecuado de aplica­ «segunda cámara» —un lugar de encuentro necesario
ción de este proceso,76 ya que si los argumentos arriba para todos los Estados sin consideración a la naturaleza
expuestos son correctos, la democracia ha de convertir­ de sus regímenes.
se en un fenómeno transnacional si pretende realizarse
tanto en un dominio geográfico restringido como en la Naturalmente, la idea de una nueva asamblea in­
más amplia comunidad internacional. La posibilidad de ternacional democrática está abierta a una batería de
la democracia hoy en día, en resumen, ha de vincularse objeciones normalmente presentadas ante proyectos de
a un marco en expansión de instituciones y organismos tal naturaleza. ¿Tendría poder para llevar a la práctica
democráticos. A tal marco me refiero con el nombre de sus decisiones? ¿Cómo haría cumplir el derecho demo­
«modelo cosmopolita de democracia».77 Una aproxi­ crático internacional? ¿Tendría una policía y un ejército
mación al mismo puede lograrse centrándonos inicial­ centralizados?79 Etcétera. Estos puntos son importan­
mente en algunos de sus requisitos institucionales. tes, pero para muchos de ellos hay respuestas posibles.
En primer lugar, el «modelo cosmopolita de demo­ Por ejemplo, es necesario subrayar que cualquier susti­
cracia» presupone la creación de parlamentos regiona­ tución legislativa de alcance mundial debería ser conce­
les (por ejemplo, en América Latina y África) así como bida ante todo como una institución dedicada a «fijar
la potenciación del papel de tales instituciones donde criterios básicos». Aunque debería hacerse una distin­
ya existen (el Parlamento Europeo) para que sus deci­ ción entre instrumentos legales que tendrían el carácter
siones sean reconocidas, en principio, como legítimas de ley independientemente de cualquier otra negocia­
fuentes independientes de derecho a escala regional e ción o acción por parte de una región, un Estado o un
internacional. Paralelamente, el modelo anticipa la po­ gobierno local, e instrumentos que requerirían debates
sibilidad de referendos generales, por encima de na­ adicionales con aquéllos, la ejecución de los pormeno­
ciones y Estados-nación, con electorados definidas en res de un amplio espectro de propuestas sería compe­
función de la naturaleza y alcance de los temas trans­ tencia de niveles no globales de gobierno.80 Además,
nacionales en discusión. Además, sería significativa la para la cuestión del cumplimiento de la ley a nivel re­
apertura de las organizaciones de gobierno internacio­ gional y mundial habría, en principio, soluciones, una
nales al escrutinio público y la democratización de los parte de las fuerzas policiales y militares de un Estado-
organismos «funcionales» internacionales (quizá sobre nación (quizá una proporción creciente con el tiempo)
la base de la creación de órganos electivos de supervi­ podría ser «transferida» a las nuevas autoridades inter­
sión que sean en parte estadísticamente representativos nacionales y puesta a su disposición sobre una base ru­
de sus circunscripciones). tinaria. Con esta finalidad podrían establecerse vías
para ajustarse a la realidad que retrata el dicho de que
Estrechamente ligados a estos cambios, el modelo «acuerdos, sin espadas, son sólo palabras».81
cosmopolita de democracia asume la protección efecti­
va de todo un conjunto de derechos, incluidos los dere­ Igualmente, sólo en tanto en cuanto las nuevas for­
chos civiles, políticos, económicos y sociales, a fin de mas de «regulación» estén trabadas en un marco demo­
dar forma y marcar límites a los procedimientos demo­ crático internacional habrá buenas razones para pensar
cráticos de toma de decisiones.78 que podría crearse un nuevo equilibrio entre poder
coercitivo y control democrático. Si tal equilibrio suena
Esto requiere que tales derechos sean reconocidos a fantasía, debería destacarse que también es una fanta­
explícitamente en los textos constitucionales promulga­ sía imaginar que se puede defender la democracia hoy
dos por parlamentos y asambleas (a nivel nacional e in­ en día sin enfrentarse a todas las cuestiones aquí plan­
ternacional), así como que el ámbito jurisdiccional de teadas. Si el nuevo orden internacional ha de ser demo­
los tribunales internacionales de justicia se amplíe de crático, estas cuestiones se han de considerar, aunque
tal modo que individuos y grupos dispongan de medios los muchos detalles que plantean están, por supuesto,
efectivos para presionar a las autoridades a fin de que abiertos a ulteriores especificaciones.
reconozcan efectivamente y protejan el ejercicio de los
derechos fundamentales, tanto en el interior de las aso­ Las implicaciones de todo esto para la sociedad ci­
ciaciones políticas como más allá de éstas. vil internacional son, en parte, obvias. Un entramado
1. El orden mundial consiste en entramados de poder múltiples y superpuestos entre los que se cuentan
los políticos, los sociales y los económicos.
2. A todos los grupos y asociaciones se les atribuyen derechos de autodeterminación especificados por
un compromiso con la autonomía individual y un conjunto de derechos bien definidos. Estos derechos tienen
validez dentro y fuera de cada entramado de poder. Juntos, constituyen la base de un orden legal de impor­
tancia creciente: un «derecho democrático internacional».
3. La legislación y el cumplimiento de la ley pueden desarrollarse dentro de este marco en una variedad
de ámbitos y niveles, junto con una expansión de la influencia de tribunales regionales e internacionales
para controlar y verificar la autoridad política y social.
4. Se adoptan principios legales que delimitan la forma y el alcance de la acción individual y colectiva
dentro de las organizaciones y asociaciones del estado y la sociedad civil. Se especifican ciertos criterios
para el tratamiento de todo el mundo, que ningún régimen político ni asociación civil pueden infringir legíti­
mamente.
» 5- Como consecuencia, el principio de relaciones no coactivas gobierna la conciliación de disputas, aun­
que el uso de la fuerza sigue siendo una opción colectiva en última instancia frente a ataques tiránicos enca­
minados a anular el derecho democrático internacional.
6. La defensa de la autodeterminación, la creación de una estructura común de acción y la conservación
del bien democrático son las prioridades colectivas de conjunto.
7. Se siguen determinados principios de justicia social: el modus operandi de la producción, la distribu­
ción y la explotación de los recursos debe ser compatible con el proceso democrático y el marco común
de acción.

democrático de Estados y sociedades civiles es incom­ bio posible con puntos de orientación claros (véase el
patible con la existencia de poderosos conglomerados apéndice).
de relaciones y organizaciones sociales que pueden, en
virtud de sus propias bases de funcionamiento, distor­ ¿Tendría un marco cosmopolita de democracia,
sionar sistemáticamente las condiciones y los procesos asumiendo que sus pormenores pudieran ser adecuada­
democráticos. En juego están, entre otras cosas, el re­ mente desarrollados, los recursos organizativos
corte del poder de las grandes compañías para delimitar —procesales, legales, institucionales y militares— para
e influenciar la agenda política (a través de medidas tan alterar la dinámica de producción y distribución de re­
diversas como la financiación pública de las campañas cursos, y de creación y cumplimiento de normas, en la
electorales, las «acciones de control» y el nombramien­ era contemporánea? Sería profundamente engañoso su­
to de consejeros ciudadanos), y la restricción de las acti­ gerir que inicialmente tendría estas facultades. Sin em­
vidades de poderosos grupos transnacionales que persi­ bargo, su compromiso con la expansión y profundiza-
guen sus intereses sin ningún tipo de control (a través, ción de mecanismos de responsabilidad democrática a
por ejemplo, de la regulación de procedimientos de ne­ través de las grandes áreas regionales y las estructuras
gociación para reducir el uso de «tácticas coactivas» en internacionales ayudaría a regular los recursos y las
y entre asociaciones públicas y privadas, y la promulga­ fuerzas que ya están más allá del alcance de los movi­
ción de normas que limiten la financiación a políticos mientos y los mecanismos nacionales democráticos. Es
por parte de intereses particulares, tanto si se trata de más, su compromiso con la protección y refuerzo de los
industrias como de sindicatos). derechos humanos, y con el ulterior desarrollo de un
sistema regional e internacional, de tribunales de justi­
Si los individuos y los pueblos han de ser libres e cia, constituiría un apoyo al proceso a través del cual
iguales para determinar las condiciones de su existencia individuos y grupos exigirían de los gobiernos el respe­
debe haber una serie de esferas sociales —por ejemplo, to a los derechos humanos fundamentales.
empresas privadas y cooperativas, medios de comunica­
ción independientes, y centros culturales autónomos— Además, el establecimiento de autoridades regio­
que permitan a sus miembros el control de los recursos nales como importantes voces independientes en la po­
a su disposición sin la interferencia directa de organis­ lítica mundial podría contribuir aún más a la erosión
mos políticos o de terceros.82 Lo que hay en cuestión de la vieja división del mundo entre EEUU y la antigua
es una sociedad civil que no está ni simplemente pla­ URSS. Por otra parte, de surgir un nuevo contexto insti­
neada ni meramente orientada al mercado sino, más tucional global centrado en las grandes cuestiones de
bien, abierta a organizaciones, asociaciones y organis­ orden transnacional, se avanzaría considerablemente
mos que se dedican a sus propios proyectos, sujetos a en la supresión de los enfoques sectarios de estas cues­
las restricciones de los procesos democráticos y a una tiones, contrarrestando las «jerarquías» y las principa­
estructura común de acción.83 les asimetrías en las opciones vitales. Finalmente, nue­
vos conjuntos de normas y procedimientos regionales
Las características más importantes de este modelo e internacionales podrían ayudar a impedir que los
se exponen en el cuadro 3. El modelo cosmopolita de asuntos públicos se conviertan en un cenegal de quere­
democracia presenta un programa de posibles transfor­ llas entre naciones totalmente incapaces de solucionar
maciones con implicaciones políticas a corto y a largo cuestiones colectivas apremiantes.
plazo. No presenta una alternativa única (o todo o
nada), sino que más bien marca una dirección de cam­ Naturalmente, habría nuevos peligros posibles
—ningún proyecto político está libre de tales riesgos. Cuarto, las diferentes versiones de la democracia
Pero lo que estaría en ciernes sería la creación de una participativa no pueden simplemente oponerse a la de­
cultura y un espíritu nuevos, internacionales y demo­ mocracia representativa liberal. Los programas de de­
cráticos —en contraste con las demandas partidistas mocracia participativa o directa están llenos de compli­
del Estado-nación. Tales procesos pueden tardar años, caciones e interrogantes. De la misma manera, la
si no décadas, en consolidarse. Pero el período de 1989 democracia liberal representativa no está constituida
a 1991 ha demostrado que el cambio político puede te­ por un sólo conjunto de instituciones o formas posi­
ner lugar a una velocidad extraordinaria, sin duda par­ bles. La naturaleza de la democracia liberal es en sí mis­
cialmente como resultado del proceso de mundiali- ma una cuestión intensamente controvertida. De tal
zación. manera que si bien parece haber buenas razones para
aceptar la distinción liberal entre Estado y sociedad ci­
vil, no las hay tan buenas para asumir acríticamente
CONCLUSIÓN ninguna de las dos en su forma liberal. La yuxtaposi­
ción de la participación con la democracia liberal repre­
sentativa deja la mayoría de los análisis políticos a un
Para evitar posibles malentendidos respecto a las lado.
argumentaciones precedentes, podría ser útil, a modo
de conclusión, dejar claro el terreno en el que se sitúan Quinto, los problemas del gobierno mundial desde
y la base que rechazan. Esto puede hacerse juzgando arriba no pueden resolverse solamente con la expansión
desde un punto de vista crítico varias polaridades con­ de la democracia de base, pues se han de plantear los
ceptuales que se encuentran con frecuencia en el dis­ interrogantes: ¿qué comunidades de base, y qué demo­
curso político: globalización versus diversidad cultural; cracia? Hay muchos movimientos sociales —por ejem­
constitucionalismo versus política; ambición política plo, movimientos nacionalistas de derechas, o el movi­
versus factibilidad; democracia participativa o directa miento a favor de la eugenesia— que ponen claramente
versus democracia liberal representativa; y gobierno de manifiesto que la idea misma de los movimientos de
mundial desde arriba versus extensión de asociaciones base puede ser muy discutible. Los movimientos de
comunitarias y de base desde abajo. Si bien estas oposi­ base no son, en tanto que tales, nobles o sabios. Como
ciones incorporan muchos de los elementos que laten la mayoría de las formas sociales, económicas o políti­
en el debate acerca de la posibilidad de la democracia cas, pueden aparecer con muchas configuraciones, con
más allá de las fronteras de los Estados existentes, hay diferentes modelos de organización interna. La apela­
buenas razones para someter a análisis su grado de co­ ción al carácter de base como tal, a la bondad inherente
herencia. de las asociaciones y movimientos de base, deja de lado
el necesario trabajo de análisis teórico.
Para empezar, globalización y diversidad cultural
no son simplemente contrarios, pues la interconexión Hoy en día, cualquier intento de fijar una posición
mundial ya está formando una densa red de relaciones inspirada en lo que podría llamarse «utopía con los pies
que vincula a las culturas entre sí. La cuestión es cómo en la tierra», debe empezar dejando muy claro dónde
y de qué manera se vinculan e interrelacionan las cul­ estamos —el modelo existente de relaciones y procesos
turas, no cómo puede persistir ante la mundialización políticos— y, a la vez, perfilando un análisis de lo que
una determinada diversidad cultural. podría ser: las formas y principios políticos desea­
bles.84 Si la utopía ha de tener su asiento en la reali­
Segundo, la yuxtaposición del constitucionalismo dad, deberá vincularse con aquellos modelos y movi­
—o la elaboración de modelos teóricos de principios de mientos que tienen existencia real. Ahora bien, para
organización política— con la política como una activi­ que este contexto de arraigo en la realidad no se afirme
dad práctica establece otra polaridad falsa. La política sin más en función de las configuraciones y modelos
normalmente funciona dentro de un marco —aunque generados por los grupos y movimientos del pasado, de­
variable— de normas dadas. Raramente funciona sin berá evaluarse de acuerdo con determinados estánda­
modelo alguno y muy a menudo trata sobre la naturale­ res, criterios y principios. En mi opinión, de acuerdo
za de las normas que darán forma y delimitarán la acti­ con los que se derivan de una teoría de la democracia.
vidad política, ya que la política en esencia trata de las
formas en que se distribuyen, se producen y se legiti­ Finalmente, si la historia y la práctica de la demo­
man las normas y los recursos. La cuestión es si la polí­ cracia se ha centrado hasta ahora en la idea de lo local
tica será modelada por una constitución o modelo for­ (la ciudad-estado, la comunidad, la nación), es muy
mal y explícito que podría, en principio, ser abierto y probable que en el futuro se centre en el ámbito global
discutible, o si estará sujeta a una constitución no escri­ o internacional. Sería tremendamente ingenuo preten­
ta, cosa que, ciertamente, no permitiría fácilmente invo­ der que hay soluciones disponibles para los problemas
carla como defensa frente a sistemas de poder no suje­ planteados por la interconexión global, con sus efectos
tan complejos y con frecuencia muy desiguales; pero,
tos a responsabilidad y control.
sin duda, existe todo un conjunto de cuestiones impor­
Tercero, la cuestión de la factibilidad no puede tantes que habría que abordar. Ciertamente, cabe entre­
simplemente contraponerse a la de la ambición política, ver algunas buenas razones para ser optimistas en
pues lo que hoy es ambicioso podría ser factible maña­ cuanto a hallar un camino que permita avanzar. Y tam­
na. ¿Quién anticipó los extraordinarios cambios de los bién hay buenas razones para pensar que en esta co­
años 1989-90 en la Europa del Este? ¿Quién previo la yuntura la democracia va a enfrentarse a otra prueba
caída del comunismo en la Unión Soviética? La crecien­ decisiva. □
te interconexión entre Estados y sociedades está gene­
rando consecuencias, intencionadas e inintencionadas, Traducción de Pilar Aguilar
para la estabilidad de regímenes, gobiernos y Estados.
Si bien la cuestión de la factibilidad política es de la ma­
yor importancia, sería ingenuo yuxtaponerla simple­
mente a programas de ambición política.
Objetivos del modelo cosmopolita de Democracia;
Cuestiones ilustrativas

A corto plazo A largo plazo


Sistema político/gobierno

1. Reforma del Consejo de Seguridad de la ONU 1. Parlamento mundial (con facultad limitada para
(para darle al Tercer Mundo una voz significativa) recaudar impuestos) conectado con regiones, na­
ciones y localidades
2. Creación de una segunda cámara de la ONU (¿ba­ 2. Nueva Carta de Derechos y Deberes aplicada a
sada en el modelo de la CE?) diferentes ámbitos de poder
3. Aumento de la regionalización política (en la CE 3. Separación de intereses políticos y económicos; fi­
y en otros sitios) nanciación pública de los procesos electorales
4. Jurisdicción obligatoria del Tribunal Internacio­ 4. Sistema legal mundial interconectado
nal. Nuevo Tribunal Internacional de lo Penal y
nuevo Tribunal de Derechos Humanos para la de­
fensa de los derechos

5. Creación de un ejército reducido pero efectivo, 5. «Asignación» permanente de una parte creciente
responsable e internacional de la capacidad coercitiva de los Estados-nación
a instituciones. Objetivo: desmilitarización y su­
peración del sistema de guerra

Sociedad Civil

1. Más soluciones no estatales y no de mercado en 1. Creación de una diversidad de asociaciones y gru­


la organización de la sociedad civil pos autorreguladores en la sociedad civil
2. Introducción de límites a la propiedad privada de 2. Experimentación sistemática con formas organi­
instituciones clave «que modelan la opinión pú­ zativas democráticas diferentes en la sociedad
blica»; medios de comunicación, información, et­ civil
cétera

3. Provisión de recursos a aquellas personas que 3. Economia multisectorial y pluralización de las


ocupan las posiciones sociales más vulnerables pautas de propiedad y posesión
para defender y articular sus intereses

---------------------------- NOTAS ----------------------------


(1) Quisiera expresar mi agradecimiento a Richard ce de la teoría política que la aquí esbozada puede encontrar­
Falk, Anthony Giddens, Jack Hayward, Quentin Skinner, se en la «Introduction» a Held, Political Theory Today,
David Scott-Macnab, Saúl Mendlovitz y John Thompson por pp. 1-21.
sus muchos comentarios constructivos sobre este capítulo, (6) Véase M. Bernal, Black Athena, Vol. I (Londres,
que busca unificar y desarrollar algunos temas ya tratados en Free Association Books, 1987), y P. Springborg, Western Re
escritos míos recientes, especialmente en Models o f Demo- publicanism and the Oriental Prince (Cambridge, Polity
cracy (Cambridge, Polity Press, 1987), cap. 9; «Democracy, Press, 1992).
the nation-state and the global system», en D. Held (ed.), Po
litical Theory Today (Cambridge, Polity Press, 1991); y «De­ (7) Cuando se refieren a la polis griega, algunos estu­
mocracy and globalization», Alternatives, 16:2 (1991). diosos prefieren utilizar el término «ciudad-república» sobre
la base de que el concepto de Estado fue una formulación
(2) Véase F. Fukuyama, «The end of History», The N a­ de principios de la época moderna. Para algunos de los argu­
tional Interest, 16 (1989) y «A reply to my critics», The N a­ mentos que apuntalan esta preferencia véase Held, Models o f
tional Interest, 18 (1989/90). Para un comentario más en deta­ Democracy, cap. 2.
lle sobre estos textos, véase D. Held, «Liberalism, Marxism
and Democracy» Theory and Society (en preparación). (8) M. Finley, Politics in the Ancient World (Cam­
(3) I. Berlin, Four Essays on Liberty (Oxford, Oxford bridge, Cambridge University Press, 1983), pp. 84 y ss.
University Press, 1969), pp. 164 y ss. (9) Véase J.G.A. Pocock, The Machiavellian Moment:
(4) Véase, por ejemplo, A. Lizphart, Democracies (New Florentine Political Thought and the Atlantic Republican
Heven, CT, Yale University Press, 1984) y R. Dahl, Demo­ Tradition (Princeton, Nueva Jersey, Princeton University
cracy and Its Critics (New Haven, Connecticut, Yale Univer­ Press, 1975), pp. 64-80.
sity Press, 1989). (10) Véase N. Maquiavelo, The Discourses (Harmond-
(5) Una síntesis más completa de la naturaleza y alcan­ sworth, Penguin, 1983), pp. 104-11.
(11) El punto de vista republicano enfatiza, en resu­ (37) Held, «Democracy, the nation-state and the global
men, que la libertad de los ciudadanos consiste sobre todo en system», p. 198. Parte del material de los párrafos que siguen
que éstos puedan llevar a cabo sin estorbo los objetivos elegi­ es una adaptación de las pp. 201 a la 205 de este artículo.
dos por ellos mismos. El ideal político más alto es la libertad (38) Cf., por ejemplo, C.B. Macpherson, The Life and
cívica de una república independiente y autogobernada. Times o f Liberal Democracy (Oxford, Oxford University
(12) Q. Skinner, «The State», en T. Ball, J. Farr y R. Press, 1977); C. Pateman, The Problem o f Political Obliga-
Hanson (eds.), Political Innovation and Conceptual Change don (Cambridge, Polity Press, 2.a edición, 1985); y B. Barber,
(Cambridge, Cambridge University Press, 1989), p. 105. Strong Democracy (Berkeley, California, University of Cali­
(13) Aristóteles, The Politics (Harmondsworth, Pen- fornia Press, 1984).
guin, 1981), p. 169. (39) C. Offe, Disorganized Capitalism (Cambridge, Po­
(14) Véase M. Finley, Democracy Ancient and Modern lity Press, 1985), pp. 286 y ss.
(Londres, Chatto and Windus, 1973). (40) R. Hanson, «Democracy», en T. Ball, J. Farr y R.
(15) La preocupación por aspectos del «autogobierno» Hanson (eds.), Political Innovation and Conceptual Change
en la Italia renacentista tuvo una influencia significativa du­ (Cambridge, Cambridge University Press, 1989), pp. 68-9.
rante los siglos xvii y xviii en Inglaterra, Francia y Améri­ (41) Cf. Dahl, Democracy and Its Crides, caps. 10 y 11.
ca. Diferentes pensadores se enfrentaron al problema de (42) Véase por ejemplo, R. Aron, Peace and War: a
cómo rentan las bases de vida cívica y cómo sostener la vida theory o f international reladons (Nueva York, Doubleday,
pública. Si bien el significado del ideal de la ciudadanía activa 1966).
se fue alterando progresivamente —y despojándose de mu­ (43) T. Hobbes, Leviathan (Harmondsworth, Penguin,
chas de sus implicaciones más provocadoras—, quedaron re­ 1968), pp. 187-8.
manentes de este ideal que continuaron causando impacto.
Es posible rastrear rasgos «radicales» y «conservadores» de (44) Cf. H. J. Morgenthau, Politics Among Nations
republicanismo durante los primeros tiempos del período mo­ (Nueva York, Knopf, 1948); M. Wight, Power Politics (Har­
derno. Cf. Pocock, The Machiavellian Moment, y G. S. mondsworth, Penguin, 1986); y S. Smith, «Reasons of State»,
Wood, The Creation o f the American Republic: 1776-1787 en D. Held y C. Pollitt (eds.), New Forms o f Democracy (Lon­
(Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1969). dres, Sage, 1987).
(16) Pocock, The Machiavellian Moment, p. 550. (45) Véase R. Falk, «The interplay of Westphalia and
Charter conceptions of the international legal order», en R.
(17) H. Bull, The Anarchical Society (Londres, Macmi- Falk y C. Black (eds.), The Future o f the International Legal
llan, 1977), p. 27. Order, Vol. I (Princeton, Nueva Jersey, Princeton University
(18) Q. Skinner, The Foundations o f Political Thought, Press, 1969); R. Falk A Study o f Future Worlds (Nueva York,
Vol. 1, (Cambridge, Cambridge University Press, 1978), The Free Press, 1975), cap. 2; y A. Cassese, International
p. 352. Law in a Divided World (Oxford, Clarendon Press, 1986), es­
(19) Véase D. Held, «The development of the modern pecialmente pp. 393 y ss. Si bien el surgimiento de este mode­
State», en S. Hall y B. Gieben (eds.), Formadons o f Moder- lo puede vincularse directamente con la Paz de Westfalia, de­
nity (Cambridge, Polity Press, 1992). berían tenerse en cuenta también algunas restricciones
(20) J. Madison, The Federalist Papers, edición de R. importantes. Primero, el concepto básico de soberanía territo­
Fairfield (Nueva York, Doubleday, 1966). n.° 10, p. 20. rial estaba esbozado mucho antes de este acuerdo (aunque no
(21) Madison, The Federalist Papers, n.° 10, p. 21-2. gozaba de reconocimiento general). Segundo, hubo pocas re­
(22) Véase R.W. Krouse, «Classical images of demo­ ferencias, si las hubo, en los textos clásicos de las primeras
cracy in America: Madison and Tocqueville», en D. Duncan teorías políticas de la época moderna a un Estado intrínseca­
(ed.), Democratic Theory and Practice (Cambridge, Cambrid­ mente territorial; como dijo T. Baldwin: «La teoría política
ge University Press, 1983), pp. 58-78. aún tenía que ponerse a nivel de la práctica». Sobre ambos
(23) J. Bentham, Constitutional Code, Book 1, en The puntos véase T. Baldwin, «The territorial State», en H. Gross
Works o f Jeremy Bentham, Vol. IX (Edimburgo, W. Tait, y T.R. Harrison (eds.), Cambridge Essays in Jurisprudence
1843), p. 47. (Oxford, Claredon Press, 1993).
(24) N. Bobbio, Democracy and Dictatorship, (46) Con «modelo» me refiero a una construcción teo­
pp. 28-30. rética diseñada para revelar y explicar los principales elemen­
(25) Véase Dahl, Democracy and Its crides, pp. 28-30. tos de una forma política u orden y su estructura subyacente
de relaciones. Los modelos en este contexto son «entrama­
(26) Citado en G.H. Sabine, A History o f Political dos» de conceptos y generalizaciones sobre aspectos de las es­
Theory (Londres, George G. Harrap, 3.a edición, 1963), feras políticas, económicas y sociales.
p. 695.
(47) A. Cassese, «Violence, war and the rule of law in
(27) Véase Held, Models o f democracy, cap. 3. the international Community», en D. Held (ed.), Political
(28) Véase N. Bobbio, Which Socialism? (Cambridge, Theory Today (Cambridge, Polity Press, 1991), p. 256.
Polity Press, 1987), p. 66, y Dahl, Democracy and Its Crides, (48) Estos puntos están adaptados de Falk, «The inter­
pp. 221 y 223. play of Westphalia and Charter conceptions of the internatio­
(29) Bobbio, Which Socialism?, pp. 42-44. nal legal order», y Cassese, International Law in a Divided
(30) A. Callinicos, The Revenge o f History: Marxism World, pp. 396-9.
and the East European Revolutions (Cambridge, Polity Press, (49) C. Beitz, Political Theory and International Rela-
1991), pp. 108-9. tions (Princeton, Nueva Jersey, Princeton University Press,
(31) K. Marx, The Civil War in France (Pekín, Foreign 1979), p. 25.
Languages Press, 1970), pp. 67-70. (50) Que agentes no estatales recurran a la coacción o
(32) Marx, Carta 2, del Deutsche-Franzósische Jahrbü- a la fuerza armada puede considerarse también un resultado
cher (París, 1844). casi inevitable en tal mundo, ya que las comunidades que se
(33) Véase por ejemplo, V.I. Lenin, What Is To Be oponen a límites territoriales establecidos tienen, como escri­
Done? (Moscú, Progress, Publishers, 1947). bió Baldwin sucintamente, «pocas alternativas sino recurrir
(34) Held, Models o f Democracy, cap. 9. a las armas para poder establecer un «control efectivo» sobre
(35) Para textos que pretenden hacer esto, véase Held, el área que consideran su territorio, y de este modo presentar
Models o f Democracy, caps. 8 y 9; Held, «Democracy, the su caso para el reconocimiento internacional (por ejemplo,
nation-state and the global system», pp. 227-35; and J. Kea- Eritrea, Timor Oriental, Kurdistán...)». Véase Baldwin, «The
ne, Democracy and Civil Society (Londres, Verso, 1988). Véa­ territorial State».
se también el capítulo de Keane en Prospects fo r Democracy (51) Véase G. Modelski, Principies o f World Politics
(Cambridge, Polity Press, 1993). (Nueva York, Free Press, 1972).
(36) H. Arendt, On Revoludon (Nueva York, Viking (52) Véase F. Braudel, Capitalism and Material Life
Press, 1963), p. 256. (Londres, Weidenfeld and Nicolson, 1973).
(53) I. Wallerstein, The Capitalist Economy (Cambrid­ ternational sources of domestic politics», International Orga-
ge, Cambridge University Press, 1979), p. 19. nization, 32 (1978).
(54) C. Tilly, Coerción, Capital and European States, A D (72) O, como ha señalado adecuadamente Anthony Gid-
990-1990 (Oxford, Blackwell, 1990), pp. 17 y 189. dens, la mundialización puede definirse como «la intensifica­
(55) Véase M. Mann, The Sources o f Social Power, Vol. ción de relaciones sociales a escala mundial que unen ámbi­
1 (Cambridge, Cambridge University Press, 1986), pp. 510-16. tos locales distantes de tal manera que los sucesos locales son
(56) El siguiente análisis está en deuda con R. Falk, determinados por acontecimientos que tienen lugar a muchas
«Economic dimensions of global civilization: A preliminary millas de distancia, y viceversa», en Consequences o f Moder-
perspective» (ponencia preparada para la reunión en El Cairo nity (Cambridge, Polity Press, 1990), p. 64.
del Proyecto de Civilización Mundial, octubre de 1990), (73) Véase A. McGrew, «Conceptualizing global poli­
pp. 2-12. tics», en A. McGrew, R Lewis et al. Global Politics (Cambrid­
(57) Véase R.W. Cox, Production, Power, and World Or- ge, Polity Press, 1992), pp. 1-28.
der: social forces in the making o f history (Nueva York, Co- (74) C.W. Kegley yE.R. Wittkopf, World Politics (Basing-
lumbia University Press, 1987), cap. 9. stoke, Macmillan, 1989), p. 511.
(58) No pretendo que éste sea un comentario «econo- (75) He discutido estos procesos y estructuras en «De­
micista». Obviamente hay otros factores importantes implica­ mocracy, the nation-state and the global system», pp. 207-27
dos en la determinación del poder efectivo de un Estado. Véa­ y con mayor detalle en Foundations o f Democracy: the prin­
se D. Held, Political Theory and the Modern State (Cambridge, cipie o f autonomy and the global order (Cambridge, Polity
Polity Press, 1989), Cap. 8. Press, en preparación).
(59) Véase el capítulo de G. Hawthorn en Prospects fo r (76) Véase más arriba, pp. 23-5.
Democracy (Cambridge, Polity Press, 1993). Cf. R.H. Jack- (77) En publicaciones anteriores me he referido a esto
son y C.G. Rosberg, «Why Africa’s weak States persist: the como «el modelo federal» pero dada la controversia actual
empirical and the juridical in statehood», World Politics, 17 sobre el «federalismo» en Europa, el término ha perdido utili­
(1982), 1-24. dad para transmitir mis intenciones. Quisiera darle las gracias
(60) Para una visión general véase Bull, The Anarchi- a Daniele Archibugi por insistir en este punto. Un tema cen­
cal Society, cap. 6. tral en mi próximo libro, Foundations o f Democracy, es lo
(61) Véase L. Oppenheim, International Law, Vol. 1 (Lon­ que ahora prefiero llamar «el modelo cosmopolita de demo­
dres, Longman, 1905), cap. 1. cracia» o, mejor aún, de «autonomía democrática». Natural­
mente, cualquiera que intente utilizar el término «cosmopoli­
(62) Cf., por ejemplo, B Róling, International Law in
ta» ha de aclarar su significado, especialmente en relación
an Expanded World (Amsterdam, Djambatan, 1960); W. Fried-
al pensamiento de Kant. Esto es lo que yo pretendo en Foun­
mann, The Changing Structure o f International Law (Lon­ dations.
dres, Stevens and Son, 1964); y Cassese, International Law
in a Divided World, especialmente caps. 7-9. (78) Está fuera de las pretensiones de este capítulo pre­
sentar mi concepción particular de derechos, que vinculo a
(63) Cf. Bull, The Anarchical Society, pp. 147-48; la noción de una «estructura común de acción»: las condicio­
C. Jenks, Law, Freedom and Welfare (Londres, Stevens and nes necesarias para que la gente en principio participe en la
Son, 1963), cap. 5; y R. Falk, The Status o f Law in Interna­ política con libertad e igualdad. Véase Held, «Democracy, the
tional Society (Princeton, Nueva Jersey, Princeton University nation-state and the global system», pp. 227-35, y, especial­
Press, 1970), cap. 5. mente, Held, Foundations o f Democracy.
(64) Es interesante destacar que la tradición iusnatura- (79) Entre otras dificultades con las que se encontraría
lista, que conformó especialmente el derecho internacional mo­ estarían las normas que determinarían la base representativa
derno, reconocía una cierta tensión entre el requisito de con­ de la asamblea. ¿Un país, un voto? ¿Representantes asignados
senso gubernamental, y la existencia de derechos y deberes según el tamaño de la población? ¿Estarían representadas las
internacionales. organizaciones funcionales internacionales más importantes?
(65) Cassese, «Violence, war and the rule of law», p. 256. Cf. I. McLean, «Forms of representation and systems of vo-
(66) He extraído estos puntos de Cassese, International ting», en D. Held (ed.), Political Theory Today (Cambridge,
Law in a Divided World, pp. 398-400. Polity Press, 1991), pp. 190-6, y J. Burnheim, Is Democracy
(67) Propuesto por primera vez a finales de los años 60, Possible? (Cambridge, Polity Press, 1985), pp. 82-124.
el concepto de «patrimonio común de la humanidad» ha que­ (80) El derecho de la Comunidad Europea incorpora una
dado reflejado en dos tratados notables: la Convención sobre gama de distinciones relevantes entre instrumentos legales y
la Luna y reflejado en dos tratados notables: la Convención formas de ejecución que son muy útiles como materia de re­
sobre la Luna y Otros Cuerpos Celestiales (1979) y la Conven­ flexión en este contexto. No obstante, en este capítulo dejo
ción sobre la Derecho del Mar (1982). El concepto ha sido abiertos estos puntos complejos.
propuesto como estratagema para evitar un derecho público (81) Hobbes, Leviathan, p. 223.
o privado de apropiación de determinado recursos y para per­ (82) Los modelos para la organización de tales esferas
mitir el desarrollo de éstos, donde convenga, para beneficio están, debemos reconocerlo, lejos de estar establecidos. Véase
de todos, con la atención debida a la protección ambiental. D. Held y C. Pollitt (eds.), New Forms o f Democracy (Lon­
(68) Véase Falk, A Study o f Future Worlds, pp. 69-72; dres, Sage, 1986).
R. Falk, A Global Approach to National Policy (Cambridge, (83) La propuesta Carta Social incorpora principios y
Massachussetts, Harvard University Press, 1975), pp. 169-96; normas que son compatibles con la idea de generar elementos
Cassese, International Law in a Divided World, pp. 142-3, 200-1, de una estructura común de acción. Si entrara en vigor altera­
213-14 y 246-50. ría, en principio, la estructura y el funcionamiento de los pro­
(69) Cf. R. Falk, «Reflections on democracy and the cesos de mercado en muchos sentidos. Si bien la Carta está
Gulf War», Alternatives, 162 (1991), p. 272. considerablemente lejos de lo que yo considero una estructu­
(70) Con estas propuestas no pretendo sugerir que la ra común de acción, y sus pormenores requieren una conside­
propia Carta de la ONU sea un documento totalmente cohe­ ración extensa que no ofreceré aquí, es una ilustración útil
rente. Incluye algunas estipulaciones y procedimientos con­ de las posibilidades de la legislación para alterar el trasfondo
tradictorios; algunas de sus cláusulas son, a lo más, vagas; de las condiciones y las actividades de las organizaciones eco­
y algunas de sus recomendaciones pueden generar conflicto nómicas de la sociedad civil.
de prioridades. Está, en resumen, abierta a ambigüedades de (84) Cf. R. Falk, «Positive prescriptions for the near fu-
interpretación que tendrían que ser revisadas a fondo si fuera ture» (Princeton, Nueva Jersey, Universidad de Princeton, Cen­
a asumir un papel más firme. tro de Estudios Internacionales, World Order Studies Program
(71) P. Gourevitch, «The second image reversed: the in- Occasional Paper, n.° 20, 1991), pp. 8-10.
R acionalidad po l ít ic a
v ir t u d CÍVICA
E IDENTIDAD NACIONAL
G I A N E N R I C O R U S C O N I
A democracia ideal es aquella que combina la va basada en declaraciones aventuradas y dirigidas a la

L funcionalidad institucional y la eficiencia


económico-administrativa con el consenso y la
lealtad de los ciudadanos. Cuando un sistema democrá­
provocación o al desmentido contraproducente que pro­
vocan acusaciones cruzadas e instrumentales en un
juego verbal de consecuencias imprevisibles. La cues­
tico reúne estas condiciones óptimas puede calificarse tión de la reestructuración regional-federal va a resultar
como un modelo de racionalidad política. Naturalmen­ decisiva en Italia, en parte por estar polémicamente
te, las democracias que existen en la realidad están lejos cargada de expectativas sin precedentes.
de este modelo. Muchas, dotadas de aparatos institucio­
Ante esta situación gran parte de las fuerzas políti­
nales ineficientes, ofrecen pésimas prestaciones admi­
cas tradicionales reacciona de modo firme, pero sustan­
nistrativas, con consecuencias económicas y sociales y
cialmente ritual, en defensa de la unidad nacional. En
repercusiones negativas en términos de consenso. Es el
compensación, la llamada a los valores de la nación es
caso de la democracia italiana, viciada de antiguo de
enfáticamente retomada y exhibida por el movimiento
ineficiencia y disfuncionalidad que, agravadas por los
de derecha en sensible crecimiento.
sistemáticos mecanismos de corrupción, han dado lu­
gar a fenómenos de desafección cívico-política sin pre­ No examinaré aquí los rasgos y los resortes socio-
cedentes. culturales del éxito de la derecha en Italia, sea éste efí­
mero o duradero. Me limito a señalar algunas eviden­
Pero incluso en un sistema político-institucional
cias. En primer lugar, la recuperación de la causa
tan sólido como el de Alemania han salido a la luz ines­
peradas ineficiencias ligadas a los problemas de la reu­ «nacional» no ofrece argumentos originales o innova­
nificación, con consecuencias negativas sobre el «espí­ dores capaces de contrarrestar el liguismo; por el con­
trario, se presta a la fácil acusación de ser una tapadera
ritu público» (resurgimiento de la xenofobia y del
del viejo estatalismo centralista y asistencialista. Esta
racismo) y con efectos económico-financieros en los
evidencia viene reforzada por la clara delimitación geo­
ámbitos europeo e internacional.
gráfica (centro y sur) del éxito de la derecha. El resulta­
Estamos, por tanto, ante dos ejemplos de déficit de do es que bajo el signo de la cuestión nacional se acen­
racionalidad política aunque de diversa naturaleza: en túa la virtual fragmentación del país.
Italia es de carácter institucional y estructural, y en
Alemania fundamentalmente de gestión. No obstante, No tengo intención de desarrollar aquí un análisis
en ambos casos la índole de las disfunciones pone de directo y sustantivo de este problema. Sin embargo,
manifiesto carencias de aceptación/autoridad de los go­ creo útil reflexionar sistemáticamente sobre los concep­
biernos, que conllevan problemas de identificación y de tos que pueden constituir la apoyatura teórica de un
integración social y cívica a un nivel tan profundo análisis empírico de los fenómenos mencionados: racio­
nalidad política, civismo e identidad nacional.
como para poner en discusión el sentido y el valor de
la pertenencia nacional. Este hecho ha tomado por sor­ Comenzamos por la cuestión de si y de cómo la
presa a politólogos, sociólogos e historiadores, que ha­ activación de la virtud cívica puede contribuir a la so­
bían considerado agotada e irrelevante, en la actuali­ lución de los problemas —señalados anteriormente—
dad, cualquier función integradora e identitaria de la de eficiencia política de una democracia. Y, por consi­
nación histórica. guiente, si el ejercicio del civismo puede considerarse
Evidentemente, las fenomenologías de los casos como expresión de racionalidad política. Para afrontar
alemán e italiano son distintas. En Alemania, la llama­ este punto es necesario partir del supuesto de que exis­
da a la solidaridad nacional y cívica, la cuestión de la ten (o pueden existir) «virtudes cívicas», es decir com­
conciencia nacional y del patriotismo, son temas explí­ portamientos de lealtad política ejercidos por los ciuda­
citos y centrales en el debate público. Se invoca el senti­ danos en circunstancias normales y en particulares
do de pertenencia histórica nacional entre los ciudada­ condiciones de dificultad que requieran «costos» espe­
nos del oeste y del este para justificar o hacer ciales en nombre de la pertenencia a una misma comu­
aceptables las limitaciones de la política gubernamen­ nidad política. Dado que «civismo» y «solidaridad cívi­
tal. Esta operación no deja de levantar vivas polémicas, ca» son términos inflacionados en la retórica
mientras en el fondo la resurgente xenofobia, aunque ético-política, conviene precisar que no hay que enten­
circunscrita, no duda en exhibir símbolos y vocablos derlos como los comportamientos «altruistas» motiva­
dos por sentimientos religiosos o morales genéricamen­
«nacionales».
te humanitarios. No se trata de negar la existencia o
En Italia el panorama es de signo opuesto y dife­ de infravalorar la enorme relevancia colectiva de estas
renciado. Aquí el postulado de la integración solidaria motivaciones de altruismo. Pero nuestro propósito es
de la nación histórica es contestado por un movimiento identificar la especificidad cívico-política del vínculo
político —el de las Ligas— que ve la superación de la solidario entre los ciudadanos.
actual crisis política, económica y moral en el abando­
no o en la radical revisión del modelo estatal unitario Ahora bien, precisamente desde este punto de vis­
de la nación. La reivindicación liguista de un «federalis­ ta, es importante precisar que en el corazón y en la ca­
mo macrorregional» no se presenta simplemente como beza de la gente un comportamiento cívico así definido
una propuesta de funcionalidad/racionalidad política, no procede directa o necesariamente del principio uni­
sino como una operación que, con mayores o menores versalista de la ciudadanía democrática, sino que presu­
reticencias, apunta a la desvalorización de la identidad pone la referencia a alguna comunidad histórica de per­
tenencia.
histórica nacional. Aunque en este punto la confusión
es grande, no se puede negar que entre los sectores cul­ A partir del siglo XIX, con intensidad creciente,
turales del liguismo se cuenta el deseo o la invención este referente comunitario político ha sido la «nación»,
de identidades colectivas y de formas de integración por lo general definida y organizada en la forma de Es­
neoterritoriales regionales como alternativa a la nacio­ tado. Ella ha desempeñado (o ha pretendido desempe­
nal. La hipótesis secesionista se configura por consi­ ñar) la función principal del deber cívico y de la identi­
guiente como una amenaza creíble, a pesar, o tal vez ficación colectiva. Tan sólo desde la segunda mitad del
precisamente con motivo, de una dinámica comunicati­ siglo XX lo ha hecho de forma cada vez menos convin­
cente, hasta el punto que entre los estudiosos se ha di­ sin embargo, se debe al conjunto específico de relacio­
fundido ampliamente la opinión de que en casi todas nes o interacciones que la filosofía y la ciencia política
las democracias llamadas avanzadas el sentido de iden­ tradicionales califican como la fenomenología del po­
tidad nacional está en declive (un hecho considerado der (papeles de mando/obediencia, de representación,
por casi todos como uno de los pocos fenómenos ine­ de legitimación, etc.). Son políticas, por tanto, las inte­
quívocamente positivos de nuestro tiempo). racciones y las interdependencias colectivas en las cua­
De aquí la segunda cuestión. Si los sentimientos les la racionalidad estratégica se revela en las formas
de identidad nacional, con los que ha crecido histórica­ del poder (incluso en su versión democrática).2
mente el civismo tradicional, se han agotado gradual e Agentes de la política, así entendida, pueden ser
irreversiblemente, ¿se han de pensar y promover hoy las sujetos diversos. En la concepción democrática se parte
virtudes cívicas prescindiendo de cualquier sentido de del individuo-ciudadano que, dotado de derechos civi­
pertenencia territorial? les, sociales y políticos, los usa activamente en el papel
Esta tesis queda desmentida por el surgimiento de de elector y de partícipe en la vida política. Pero tam­
reivindicaciones de ciudadanías subnacionales, regio­ bién son agentes políticos los sujetos colectivos que ac­
nales y locales que exigen lealtad de modo perentorio túan unitariamente (partidos, grupos de intereses) y los
y que reproducen a escala reducida los rasgos agresivos aparatos institucionales (como los gobiernos o los par­
y etnocéntricos del nacionalismo histórico. Como vere­ lamentos). Finalmente, no hay que olvidar que el com­
mos más adelante, a la nación democrática se contrapo­ portamiento político remite siempre a las coordenadas
nen etnodemocracias regionales. del tiempo (la historia y su memoria) y del espacio (el
territorio y sus límites).
En este punto nos deberíamos preguntar si nos en­
contramos frente a fenómenos simplemente regresivos o Todos los agentes políticos mencionados hasta
bien frente a auténticas exigencias identitarias que nos ahora practican estrategias en el doble significado de
invitan a reformular los criterios a través de los cuales planes de acción dirigidos hacia el objetivo propio, pero
se han producido históricamente la identificación con la al mismo tiempo calculados a partir de los movimien­
nación, la idea de ciudadanía y las virtudes cívicas liga­ tos, expectativas y presuntos recursos de los otros
das a ellas. Este punto de vista pone de nuevo en discu­ agentes.3
sión —al menos en el caso italiano— los fundamentos El paradigma del comportamiento estratégico así
de legitimación y autoridad del Estado, como mínimo entendido complica el modo convencional de entender
en la forma de gobierno existente hasta ahora. la relación entre «medio» y «fin». Ya habíamos dicho
Para tratar este problema deberíamos dar un paso que en las interacciones estratégicas el «medio» es más
atrás y empezar por algunas consideraciones, aparente­ propiamente un plano o una secuencia de movimientos
mente muy abstractas, sobre el comportamiento políti­ programados (con mayor o menor rigidez). Ahora aña­
co y la racionalidad de sus componentes utilitario- dimos que el «fin» o el objetivo refleja más claramente
instrumentales e identitarios, para luego volver sobre «el orden de preferencias» del agente, que responde a
las razones del civismo y del sentido de pertenencia na­ determinados criterios de racionalidad interna (transiti-
cional. vidad y conexión de las preferencias). Tal orden de pre­
ferencias no sólo permite determinar de modo más arti­
El lector verificará que esta construcción analítica culado y preciso el «fin» del agente, sino que remite a
desarrolla argumentos y valoraciones que se alejan de aquella que con una expresión engañosamente simple
las que están presentes en el debate entre «liberales» y llamamos la «identidad» de los agentes y por tanto a
«comunitaristas», a pesar de alguna afinidad con cier­ su proceso de formación y de transformación. De esta
tos extremos de esa discusión.1 forma, la identidad y sus procesos entran a conformar
el comportamiento estratégico en su acepción más
compleja y completa. La expresión «estrategia iden ti ta-
LA RACIONALIDAD ESTRATÉGICA ria» o «comunicativa» no es (o no debería ser) una me­
táfora o una figura retórica sino un modo riguroso de
conectar dos dimensiones del comportamiento.
Clásicamente se define como «racional» el com­
portamiento de un sujeto o de un agente que es útil
para alcanzar un determinado objetivo. Este tipo de ra­ ESTRATEGIA IDENTITARIA
cionalidad es reconocido y atribuido (por el observador) Y COMUNICACIÓN
a agentes que son capaces de tener intencionalidad y
de hacer planes de acción «estratégicos». Este primer
significado del comportamiento estratégico es homólo­ Introducido vía estratégica el concepto de identi­
go al del comportamiento instrumental respecto de una dad, no tengo intención de adentrarme en el laberinto
finalidad. Pero en una segunda acepción, el comporta­ de sus definiciones psicológicas, culturales y sociológi­
miento estratégico se refiere a la interacción o a la in­ cas. Me limito a asumir la identidad como una «reserva
terdependencia de las elecciones de dos o más agentes del sentido» de la que dispone el agente cuando entra
que actúan simultáneamente y se reconocen recíproca­ en interacción con otros. Esta reserva del sentido, que
mente la capacidad de tener planes de acción. Por lo es precondición del comportamiento dotado de sentido,
tanto, es estratégica la racionalidad de los agentes que precisamente, del agente, tiene una autonomía y pecu­
tienen como objetivo una relación recíproca óptima (o liaridad propias.
al menos satisfactoria) de la que depende conjuntamen­
te su bienestar. La calidad de vida o el estado de bienes­ Sin embargo, sería un error si de estas característi­
tar alcanzado por un agente depende del tipo de rela­ cas dedujésemos en la forma de comportamiento del
ción establecido con el otro. agente una incompatibilidad o no-interferencia entre
recursos del sentido de la identidad y lógica del com­
Este concepto colectivo de racionalidad estratégica portamiento instrumental. El desarrollo del sentido de
se aplica al comportamiento político. Su singularidad, la identidad en realidad se materializa siempre en el
comportamiento como «el orden de las preferencias» EL CASO ALEMÁN: LOS PROBLEMAS DE LA
que orienta al agente en la interacción estratégica con INTEGRACIÓN UNITARIA
los otros.
Por lo tanto, no es verdad que las identidades son
inatacables e inaccesibles a lógicas instrumentales. En Antes de seguir adelante con nuestro razonamien­
realidad, de la propia «reserva de sentido» los agentes to, vamos a aplicar cuanto estamos diciendo a la situa­
sacan recursos que, desplegándose estratégicamente (en ción alemana. Más exactamente, examinaremos la diná­
el sentido indicado más arriba), retroactúan sobre los mica interactiva en que se encuentran los ciudadanos
mismos procesos identitarios, dando lugar a cambios y alemanes del este y del oeste después de la reunifica­
ajustes de la identidad misma. ción. Se trata, bien entendido, de un esquema muy sim­
ple que parte del presupuesto de que el objetivo de los
Se puede y se debe hablar, pues, de «estrategia alemanes orientales sea el de salir del desastre, hereda­
identitaria» en sentido propio, cuando el plan de acción do del socialismo, con estrategias que utilizan de mane­
prevé o produce una resistematización o un cambio de ra óptima las oportunidades ofrecidas por la política
los órdenes de preferencia con los cuales un agente en­ gubernamental para superar el desequilibrio existente
tra en relación con otros. En otras palabras, el agente entre las dos partes de Alemania. Esta estrategia, apa­
cambia las propias preferencias o modifica, dentro de rentemente sólo instrumental, tiene también fuertes
ciertos límites, la propia identidad para poder vencer o componentes identitarios, en el sentido de que la recon­
para no perder, de acuerdo con la puesta en juego. versión a la democracia y al capitalismo de los alema­
En esta operación comparece el lenguaje. Se dibu­ nes orientales no puede ocurrir sin una profunda trans­
ja así la relación entre estrategia identitaria y estrategia formación de sus anteriores «órdenes de preferencia»,
comunicativa a considerar en todas sus formas, sobre sin una alteración de aspectos importantes de su identi­
todo de representación (amenaza, promesa, compromi­ dad colectiva formada en la antigua RDA.
so, etc.).4 La dinámica instaurada a partir de 1989/91 presen­
En la definición de la estrategia comunicativa o de ta dos aspectos cruzados. Los alemanes orientales sien­
la comunicación tout court se debe evitar una doble ten que están pagando costos subjetivos identitarios al­
unilateralidad. Efectivamente, por un lado, ésta no se tísimos en términos de complejo de inferioridad, de
puede reducir a un mero conjunto de informaciones, frustraciones de expectativas, de depresión. A la inver­
gracias al cual los agentes simplemente inician una in­ sa, en la percepción de muchos alemanes occidentales
teracción y la conducen con márgenes más o menos los conciudadanos orientaes gozan de una posición de
amplios de incertidumbre y de cálculo racional de pro­ ventaja «a bajo precio» (de free-rider) de oportunidades
babilidad. Un estudio atento de la interacción lingüísti­ materiales «pagadas» por los alemanes occidentales.
ca conduce fácilmente a esclarecer las incongruencias Esta situación podría formalizarse como un juego en
y los límites de una concepción meramente instrumen­ el que el «bien común» de la reunificación alemana se
tal de la racionalidad.5 Pero, por otra parte, la comuni­ está logrando o, más bien, pagando con costos materia­
cación tampoco puede ser colocada en un plano episte­ les e inmateriales distribuidos de manera asimétrica.
mológicamente privilegiado —el único encargado de Ciertamente, los habitantes de la antigua RDA sacan
llegar a un entendimiento con la parte opuesta (la Vers- ventajas materiales pero al mismo tiempo resultan mor­
tándigung de Jürgen Habermas) presuntamente sustraí­ tificados en su autoestima, en sus esperanzas, cuando
da a la lógica estratégico-instrumental y a su parcia­ no son directamente apartados por su anterior identi­
lidad. dad histórica degradada hasta la vergüenza. Los alema­
nes occidentales se sienten gravados por costos materia­
Más adelante veremos cómo la estrategia del en­ les, sin que la reunificación comporte (al menos a los
tendimiento, conjuntamente con la de la argumenta­ ojos de muchos) un enriquecimiento de su identidad co­
ción imparcial-universalista, puede contribuir a expli­ lectiva. Desde el momento en que cada una de las estra­
car el nexo entre racionalidad política y virtud cívica tegias utilizadas por los agentes puede considerarse a
en los términos de nuestro problema. Por el momento su manera racional, nos encontramos ante una colisión
contentémonos con afirmar que es incorrecto o ingé- de racionalidad o bien ante un déficit de racionalidad
nuo asignar a la lógica comunicativa contenidos y valo­ colectiva.
res de un entendimiento en política que se traduce in­
mediatamente en solidaridad cívica, mientras —por su Es correcto que esta insuficiencia se impute en pri­
parte— a la lógica estratégico-instrumental se le impu­ mer lugar a la política —más exactamente a la carencia
tan sólo los objetivos y efectos de la autoafirmación de prestaciones y de eficiencia, no sólo económica sino
egoísta, parcial y antisolidaria. también cultural, por parte del gobierno que no ha sa­
bido realizar un «juego cooperativo» percibido como
Si consideramos, además, el comportamiento polí­ ventajoso por todos los participantes. Una insuficiencia
tico en las coordenadas del territorio y de la historia, de gobierno y de autoridad política en sentido fuerte.
entre los que toma cuerpo la nación, entramos en otra
dimensión. Es cierto que actualmente las coordenadas Precisamente frente a esta dificultad en Alemania
espacio-temporales de referencia parecen cambiar en se ha iniciado el debate sobre la necesidad de un nuevo
dimensiones y en profundidad respecto a las trazadas «pacto solidario» entre los ciudadanos del oeste y del
por la nación histórica: se rediseñan a partir de orga­ este, para el cual se ha usado (rehabilitado) también el
nismos supranacionales o de una territorialidad subna­ concepto de «patriotismo».6 Y, naturalmente, el go­
cional. Pero esto, lejos de convertir en irrelevantes los bierno tiene el mayor interés en usar este recurso para
componentes instrumentales e identitarios del compor­ sostener y legitimar su propia línea política.
tamiento político descritos más arriba, hace aún más «Patriotismo» es una denominación compromete­
necesario entender cómo estos componentes se expre­ dora, históricamente prejuzgada y por consiguiente
san en las nuevas formas neo-, sub- o anti nacionales controvertida para definir la virtud colectiva de la soli­
y cómo retroactúan sobre los contenidos de las virtu­ daridad cívica, invocada para evitar egoísmos y particu­
des cívicas. larismos. Se podría hablar más sobriamente de supera­
ción de los contrastes de la racionalidad individual en palabras, los modelos cooperativos desarrollados según
la perspectiva de una racionalidad colectiva. la lógica de la rational choice siguen con perspicacia la
dinámica de la racionalidad condicional, que se basa en
Pero, de nuevo, hay que preguntarse: la virtud cívi­ el cálculo de la probabilidad de que se instaure la coor­
ca (patriótica), ¿es un sucedáneo más o menos eficaz o dinación entre los agentes y de sus requisitos previos
un componente de pleno derecho de la racionalidad co­ (incluida la confianza). Pero ignoran las dinámicas sub­
lectiva democrática? ¿En qué sentido, por tanto, quien jetivas, que están en su base: son abandonadas o con­
rechaza la solidaridad cívica puede considerarse no so­ fiadas a otros enfoques (a la «psicología de las pa­
lamente un mal ciudadano sino también un mal agen- siones»).
te/comunicador racional?
En cambio, creo que este conjunto de problemas,
En la literatura científica y filosófica hay varias lejos de ser relegables a un terreno de investigación se­
formas de afrontar estas preguntas. Existe una aproxi­ parado, entra de lleno en el estudio de las estrategias
mación utilitarista que cataloga la solidaridad y en ge­ identitarias y comunicativas de la política.
neral cualquier virtud cívica y colectiva precisamente
como una utilidad sui generis. Es decir, que se incluye Entre los recursos identitarios aptos para crear las
en el orden de preferencias y de cálculo de individuos condiciones de confianza recíproca, que están en la
perfectamente racionales. Esta problemática puede ser base del comportamiento cooperativo-solidario en una
contrastada con los instrumentos de la teoría de los jue­ comunidad nacional, se incluyen aquellos que corres­
gos cruzados de cooperación y de conflicto, en los cua­ ponden a una memoria histórica común. He aquí una
les los beneficios colectivos aparecen como pay-off y contraprueba en contra de este hecho: los procesos de
utilidad conjunta. pérdida de solidaridad colectiva o de desidentificación
nacional comienzan con la negación de la memoria his­
A este enfoque no le interesa establecer por qué tórica común, nacional precisamente.
ni cuándo hay individuos dotados de órdenes de prefe­
rencias que ponen en primer lugar la utilidad o los bie­ Si a la luz de estas consideraciones volvemos a la
nes comunes, es decir no disfrutables separadamente cuestión del civismo/patriotismo, que sugería el caso
por el individuo, sino gozables conjuntamente. El utili­ alemán, ahora podríamos reformularla en términos
tarista se limita a levantar acta de la frecuencia de estas más articulados. ¿Qué peso tienen (o deben tener) en
situaciones. la llamada al civismo los motivos y los incentivos utili­
tarios? ¿Qué peso tienen (o deben tener) las motivacio­
Quien razona de esta forma no es un cínico insen­ nes «de confianza» que hacen referencia a las matrices
sible a la relevancia social y política de las virtudes co­ identitarias socio-culturales comunes (de los alemanes
lectivas. Simplemente, para él estas virtudes son «racio­ del oeste y del este), como presupuesto de un comporta­
nales» tan sólo si se ajustan a una lógica utilitaria. miento recíprocamente cooperativo? ¿Qué papel y qué
Fuera de esta lógica se halla el reino de la irracionali­ posición asumen en cambio las razones puramente uni­
dad, y ello es independiente de lo nobles y deseables versalistas que se deducen del principio de la ciudada­
que sean sus efectos. nía democrática?
Este enfoque ofrece explicaciones a menudo con­ A estas preguntas se puede dar una respuesta prag­
vincentes. En efecto, con frecuencia la solidaridad cívi­ mática, de sentido común, afirmando que la eficacia y
ca responde a un cálculo sofisticado de utilidad que ve la racionalidad de la fuerza cívica dependen de la
en la débil oferta de la propia virtud la causa de un mal unión, variable según las circunstancias, de las tres di­
común, que antes o después puede implicar al mismo mensiones: utilitaria, histórico-identitaria y universa­
calculador miope. Se trata, pues, de una estrategia ra­ lista.
cional en el sentido de que renuncia a una ventaja indi­
vidual inmediata (como seria el hecho de abstenerse de Si, en cambio, queremos desplazar el razonamien­
pagar por la solidaridad) porque no está seguro de las to a un nivel teórico más comprometido, hemos de re­
consecuencias negativas indirectas (o con el tiempo) conocer que esta unión pragmática de los argumentos
que se derivarían; se asume así un costo individual implica la substancia de la estrategia comunicativa de
(bajo la forma de la propia «virtud») con tal de evitar que hablábamos antes. Con ésta, el hecho de «comuni­
un costo colectivo (cierto o muy probable) peor para car» a favor del civismo (y más en general para realizar
todos.7 la racionalidad política) no puede atenerse a los crite­
rios del «discurso» habermasiano, presuntamente cons­
Una variante de este esquema presenta la solidari­ truido según reglas inmanentes al entendimiento lin­
dad como una póliza de seguros basada, no solamente güístico (sobre esto volveré críticamente en el próximo
en el aplazamiento de la satisfacción inmediata, sino en párrafo). La estrategia comunicativa, tal como surge de
la expectativa de que otros agentes se comporten tam­ la reflexión hecha hasta aquí, es la capacidad de saber
bién de la misma forma. Se instaura así una racionali­ disponer en el discurso público del cuadro completo de
dad que es propia del comportamiento cooperativo y los motivos de acción de los ciudadanos. No se trata
que pone en movimiento un recurso peculiar: la de renunciar al principio de la primacía racional del
confianza8 recíproca entre los agentes y una comuni­ mejor argumento, de la argumentación imparcial y uni­
cación especial entre ellos. versal, sino de reconocer que en la concreción y la con­
tingencia del comportamiento político, éste enlaza
El límite de esta aproximación utilitaria a la coope­
constantemente con otros motivos. En particular son
ración está en el hecho de que se basa en el factor espe­
frecuentes los «usos estratégicos de la argumentación»
cial «confianza», presupuesto de la cooperación, sin
que combinan razonamientos imparciales y motivacio­
preocuparse de cómo ni cuándo se pueda producir. No
nes parciales, sin excluir algunos momentos manipula­
le interesa cómo el factor «confianza» afecta a aquella
«reserva de sentido», que constituye la identidad mis­ dores.9
ma de los agentes, y se desinteresa por consiguiente in­ Es incorrecto reducir todo esto a una patología de
cluso de las estrategias comunicativas a las que el fac­ la comunicación o a una mera accidentalidad que no
tor «confianza» va estrechamente ligado. En otras debe confundirse con la naturaleza típico-ideal del
Foto. Valerio Debo, actores y técnicos saludan a Mussolini durante el rodaje de una película «Estipión el Africano»

comportamiento comunicativo. En efecto, sólo a través tica. Por consiguiente, consenso, solidaridad y civismo
de estos procesos se crea concretamente consenso y resultan beneficios producidos por el diálogo o mejor
lealtad política y, por consiguiente, se ejerce la fuerza por el «discurso» entre los ciudadanos, instaurado se­
cívica. gún criterios lingüístico-comunicativos ideales. En con­
clusión, «el entendimiento» sería un dato intrínseco a
la comunicación pública, que está acechada por las po­
UNA DIGRESIÓN CRÍTICA SOBRE LA tencias anticomunicativas del dinero y del poder.
DISKURSTHEORIE DE HABERMAS Creo que este planteamiento es demasiado simplis­
ta y desvaloriza los propios logros de la reflexión haber-
Uno de los interlocutores más autorizados en esta masiana: la centralidad de la dimensión comunicativa
problemática y en el debate sobre el patriotismo y la en la política; la intimidad entre Óffentlichkeit y len­
nación alemana es Jürgen Habermas10. El filósofo so­ guaje cotidiano; el nexo entre Óffentlichkeit y Zivilge-
ciólogo de Frankfurt enmarca sus argumentos polémi­ sellschaft.
cos contra aquello que considera un peligroso revival Es obvio que la comunicación política sigue (ha de
nacionalista en Alemania, en una teoría general de la seguir) las reglas lingüísticas; pero «el entendimiento»
acción comunicativa o de la Diskurstheorie. Es oportu­ como fin inmanente del acto de comunicar no puede
no, por lo tanto, hacer alguna advertencia crítica sobre ser —en mi opinión— el único criterio para medir la
la transposición de sus tesis filosóficas en una teoría de racionalidad de la política. La intrascendibilidad del
la política. Hablo de las tesis que hacen de la «raciona­ lenguaje, los criterios de su comprensión/comunicación
lidad comunicativa» el criterio, ya sea normativo o (la transparencia lingüística y la posibilidad de falsar
analítico-explicativo, del comportamiento político. los argumentos) son cosas suficientemente distintas de
Donde «comunicación» es sinónimo de intercambio de los contenidos sustantivos sobre los cuales nos pone­
argumentos falsables, con la finalidad de un entendi­ mos de acuerdo (o no) políticamente. Dicho con una
miento o Verstandigung inscrito anteriormente en el paradoja: en política (¡pero no solamente!) nos podemos
procedimiento lingüístico-comunicativo. aniquilar recíprocamente justo porque nos comprende­
Los criterios de racionalidad de la comprensión mos perfectamente.
lingüístico-discursiva se conviertan, para Habermas, en Tocamos aquí uno de los límites más serios del
criterios normativos exclusivos de la racionalidad polí­ planteamiento habermasiano —un planteamiento «fi­
losófico» que ignora completamente la relevancia de eventualidad de que sea negado o manipulado por la
las diferentes formas concretas del acto de comunicar parte contraria. La racionalidad política se presenta así
público-político. En el concepto genérico del «telos del como la combinación de astucia «estratégica» y dispo­
entenderse» habermasiano encuentran lugar indistin­ nibilidad «comunicativa».
tamente el simple consenso institucional de la demo­
cracia, las más variadas formas del compromiso y del Aclarado este punto, otra forma de afrontar positi­
pacto social y los contenidos, incluso los más radica­ vamente esta problemática puede ser el uso de los dos
les, del solidarismo social. Pero —tengo una paradigmas de la argumentación y de la negociación
objeción— consenso institucional, pacto social, solida­ (en el sentido que les da Jon Elster). El primero concier­
ridad, aun perteneciendo al mismo horizonte comuni­ ne a la argumentación racional imparcial y el segundo
cativo, son fenómenos muy diferentes desde el punto a la negociación de beneficios virtualmente comunes,
de vista lógico y factual y, por consiguiente, de su per­ de los cuales los individuos (o las partes) contrayentes
formance comunicativa. Una cosa, por ejemplo, es la sacan mayor o menor beneficio, según su habilidad en
adhesión a las reglas democráticas y constitucionales, la contratación o en la persuasión. Argumentar y nego­
el consenso competitivo a favor de una u otra parte ciar pertenecen al universo de la comunicación, pero
política, otra es la puesta en marcha de una solidari­ utilizan recursos y estrategias comunicativas muy
dad cívica para hacer frente a dificultades o emergen­ diferentes12. Dialogar/argumentar y cooperar/negociar
cias particulares. no son términos homólogos o situables a lo largo de un
continuum lógico que pretende servir también de medi­
Creo que Habermas considera irrelevantes estas da ética. Si decidimos dialogar/cooperar, no lo hacemos
constataciones obvias porque inconscientemente es por la fuerza de la intrínseca obligatoriedad del enten­
prisionero del criticismo frankfurtiano que le lleva a dimiento presumiblemente presente en el lenguaje y
ver la autenticidad del «discurso público» exclusiva­ como tal transmitida a la práctica cooperativa, sino
mente en la forma de disenso democrático. Y no pare­ porque en la comunicación con nuestros interlocutores
ce darse cuenta de que el mismo disenso no es unívo­ se crea una situación de «confianza» en el sentido ex­
co ni lineal en sus criterios ni en su finalidad. En presado anteriormente. Es una condición contingente,
efecto, no se puede poner en el mismo plano una ma­ precaria, siempre reversible, pero es la que califica en
nifestación ecologista y una huelga contra el paro, una concreto la comunicación y por consiguiente el com­
marcha contra el racismo y una protesta por la equi­ portamiento político.
dad fiscal. Insistir en la homología «comunicativa» de Por tanto: si una teoría política que contrapone
estas manifestaciones (elevadas incluso a formas de comportamiento estratégico-utilitario y comportamien­
kommunikative Machí) en contraposición a las oscu­
to comunicativo, principio del vencer/perder y principio
ras e incomunicantes «potencias del sistema», me pa­ del entendimiento, paradigma de la negociación y para­
rece una forma muy frágil de razonar11 frente a los digma de la argumentación, lógica de la utilidad y lógi­
problemas suscitados. ca de la identidad, es estéril, entonces una teoría ade­
cuada ha de entender el comportamiento político como
un conjunto de interacciones que combinen sistemáti­
RACIONALIDAD COMUNICATIVA Y
camente actos de entendimiento y actos de defección,
COMPORTAMIENTO POLÍTICO sostenidos por argumentos imparciales y por intereses
negociados.
El procedimiento con que se alcanza y se practica Estas consideraciones valen en general para cual­
de hecho la democracia no sólo refleja raramente la ra­ quier agente político (ciudadanos individuales, grupos
cionalidad «discursiva» según la entiende Habermas, o partidos, representantes de una institución). Pero tie­
sino que frecuentemente es su sustituto. De hecho es nen una importancia absolutamente particular si se re­
sólo en la confrontación/choque político donde se veri­ fieren al «gobierno» entendido como agente político
fica qué acuerdo se instaura con el adversario o el com­ que representa y pone de manifiesto operativamente el
petidor. Lo que determina la cualidad de la comunica­ conjunto de las instituciones políticas. El gobierno, en
ción política son los contenidos del acuerdo, no la efecto, es el agente institucionalmente destinado a ha­
búsqueda del acuerdo en cuanto tal. cer «comunicar» y «cooperar» a los ciudadanos en el
sentido apuntado más arriba, con todas las complica­
En la comunicación política no se puede excluir
ciones que hemos visto.
que el otro no quiera aceptar nuestras razones, aunque
se aproveche de nuestra disposición al diálogo. En este Demos otro paso adelante. Este ensayo tiene su
punto es «racional» no dejarse engañar. En el límite: origen en las disfunciones y las ineficiencias que po­
si la relación comunicativa con el adversario pone en nen de manifiesto carencias de orientación y de auto-,
peligro nuestra integridad, se puede y se debe negar «el ridad del gobierno (italiano), con efectos de disgrega­
acuerdo» con el oponente (como ocurre en los casos ex­ ción identitaria hasta el extremo de que no pocos
tremos de los contactos con el terrorismo o con otras ciudadanos parecen poner en duda el propio valor de
formas de extremismo y de fundam entalism o la pertenencia a la comunidad nacional. La «secesión»
ideológico-político). En estos casos la política racional virtual o amenazada de la nación representaría un
consiste en valorar y asumir la responsabilidad (tam­ caso particularmente drástico de ruptura «comunicati­
bién moral) de la ruptura o de la impracticabilidad del va» entre los ciudadanos miembros de una comunidad
diálogo. política.
En definitiva, si queremos conseguir un criterio de El problema inicial de si y de cómo las virtudes cí­
racionalidad en la comunicación política, que tenga re­ vicas pueden subrogar el déficit de la política guberna­
levancia normativa, debemos abandonar el simple para­ tiva, se representa aquí en términos extremadamente
digma del entendimiento lingüístico y buscarlo en la graves como un interrogante sobre la capacidad de toda
asunción del riesgo de tener abierto un diálogo en una clase política para poner en marcha recursos comu­
ausencia de sus condiciones óptimas, incluso en la nicativos capaces de afrontar este desafío.
SI SE ROMPE EL VÍNCULO NACIONAL de normas que conducirían a una profunda alteración
del actual paquete de derechos sociales de los habitan­
tes de las regiones meridionales.17 Por el momento es
En este lugar no analizo los aspectos más impor­ difícil distinguir en el programa y en la estrategia del
tantes de la plausibilidad o de la veracidad de las aseve­ liguismo la funcionalidad de un proyecto regional-
raciones de los líderes liguistas de no aspirar a la sece­ federal respecto de la simple liberación de los lazos his­
sión, sino solamente al federalismo regional en un tóricos que motivan la solidaridad nacional. Un hecho
marco de unidad formal de la nación. El debate publi- es cierto: la amenaza de revocación de la pertenencia
cístico sobre este tema no ofrece sólidos elementos de nacional no es solamente una rescisión de los lazos cul­
valoración13. Aquí se trata sólo de hacer algunas con­ turales e identitarios, sino que implica una revisión de
jeturas según las reflexiones analíticas seguidas hasta los criterios y de los contenidos concretos de una ciuda­
ahora. danía que hasta hoy ha conservado, bien o mal, caracte­
res universalistas en su forma nacional. En su estado
Insistimos en que si en Italia pudieran verificarse
iniciativas disgregadoras de la unidad nacional, la cau­ actual, en el proyecto liguista hay latente un potencial
etnocéntrico que entra en colisión con aquella concep­
sa primera no hay que buscarla en el revival de identi­ ción universalista de la ciudadanía que, a través de ca­
dades etnoculturales regionales más o menos inventa­
minos diferentes18, ha encontrado su vehículo en el
das, sino en las consecuencias del fracaso del sistema
estado-nación democrático.
político italiano. A sus insuficiencias e incumplimien­
tos se debe también el hecho de que las iniciativas de Por otra parte, es innegable que las clases y los gru­
reforma institucional regional-federal, ahora presurosa­ pos sociales que hoy descubren de nuevo el valor de la
mente impulsadas para contrarrestar el liguismo y sal­ nación unitaria con el mantenimiento de su forma ac­
vaguardar el principio unitario, no están sustentadas en tual, alineándose incluso junto al nuevo movimiento de
un serio replanteamiento cultural de la idea de nación derecha, adoptan una estrategia de defensa particularis­
democrática. Más bien es una llamada a los buenos ta. Es irrelevante (en este punto) decidir si se trata de
sentimientos y a la buena tradición, escasamente creí­ clases efectivamente débiles o simplemente clientelares
ble en boca de una clase política en gran parte desacre­ que temen ser penalizadas con cualquier cambio del
ditada. En consecuencia, si el cambio político- statu quo. Lo que cuenta es que reaccionan no según
institucional tuviese que configurarse de hecho como los principios de una ciudadanía universalista —en el
una concesión pactada con el liguismo, sería difícil evi­ sentido apuntado arriba— sino según criterios particu­
tar que detrás de cualquier apariencia de unidad formal laristas. En otras palabras, tanto el liguismo del norte
de la nación se abriese la via de los separatismos. como la reacción neo-nacionalista centro-meridional,
La perspectiva federalista de la Liga goza de tanta abandonados a si mismos, minan lo cimientos de la na­
atracción y tensión polémica contra la nación histórica ción democrática.
porque en su base se ha producido la fusión entre com­
portamientos utilitario-instrumentales y comporta­
mientos identitarios que, en contextos históricos diver­ LA «NACIÓN DE LOS CIUDADANOS»
sos, ha sido típica de la construcción de las naciones
históricas y de su fuerza de atracción. Actualmente, la
intensa identificación territorial14, el lenguaje Recapitulemos. Las instituciones políticas demo­
reconocible15, la reivindicación del control directo de cráticas son vitales cuando en su funcionamiento lle­
los propios recursos16, sirven para deconstruir la na­ van a efecto las dos lógicas, instrumental e identitaria,
ción histórica a favor de entidades regionales, que fun­ de manera satisfactoria para sus beneficiarios/ciudada-
cional y estructuralmente se asemejan a microna- nos. No sorprende, por tanto, que la disfuncionalidad
ciones. o la ineficiencia de las insitituciones incidan también
sobre su pretensión de reconocimiento identitario por
Más exactamente, en Italia se perfila una variante parte de los mismos ciudadanos. El caso italiano es
de un fenómeno ya registrado en otras áreas del mun­ ejemplar para demostrar cómo la ineficiencia institu­
do: la etnodemocracia. En nuestro caso llamamos etno- cional y la desidentificación están estrechamente uni­
democracia a la práctica de los derechos políticos y civi­ das, desincentivando la solidaridad cívica hasta el pun­
les ejercida dentro de límites autodefinidos y to de poner virtualmente en discusión el principio
autodefinibles (y eventualmente controlables coerciti­ nacional mismo.
vamente), circunscritos dentro y contra una configura­
ción geográfica y política precedente —precisamente Recíprocamente, la virtud cívica tiene un doble ca­
nacional. La etnodemocracia así entendida hace que se rácter: es la expectatva (utilitaria) de una ventaja co­
sienta plenamente ciudadano sólo aquel que se encuen­ mún o de un bien público obtenido mediante la coope­
tra en un territorio declarado como «propio» en anta­ ración, aun en el caso de que fuese diferido en el
gonismo con el territorio-nación, desinteresándose de tiempo; pero también es la disponibilidad a aceptar an­
las consecuencias generales. Principio universalista (de­ ticipadamente (en base a la confianza) una inversión de
mocracia) y principio particularista (etnolocalismo) en­ costos suplementarios, en nombre de una identificación
cuentran así una síntesis paradójica. solidaria, que tiene sus referentes en la nación histórica
(que puede coexistir con diversas formas de Estado).
No creo que ni el liguista más extremado, que sue­
ña con su «República del norte», piense en restriccio­ Si en este marco de análisis situamos el tema de
nes de los derechos civiles y políticos para quien haya la ciudadanía, concebida como la titularidad que da ac­
de venir de las otras dos «repúblicas». Pero un efecto ceso a determinados bienes públicos en forma de dere­
perverso de algunas posturas extremistas sería un valor chos (civiles, políticos, sociales), pero que únicamente
diferente de los contenidos sociales de la ciudadanía en se pueden obtener gracias a costos repartidos equitati­
la macroregión septentrional respecto de la meridional. vamente, entonces la ciudadanía no aparece simple­
Esta última, en su nueva «autonomía», debería renego­ mente como un catálogo de derechos subjetivos, no
ciar desde posiciones de debilidad obvias, una infinidad como un vínculo de reciprocidad entre los miembros de
una misma comunidad política. Ella implica no sólo la tencia comunicativa» de los gobernantes y de sus argu­
equidad de las demandas y de las prestaciones, sino mentos que llaman a la solidaridad nacional.
también compromisos de solidaridad, sobre todo en En definitiva, es toda una cultura política la que
condiciones de objetiva disparidad de medios de vida, tiene puesta a prueba su credibilidad. □
entre los miembros de una comunidad política. En
otras palabras, en determinadas circunstancias el víncu­ Traducción de Rosa Muñoz y Vicent S. Olmos
lo de la ciudadanía induce (debería inducir) a algunos
ciudadanos a contribuir o a «cooperar más que los ---------------------------- NOTAS ----------------------------
otros».19 Como habíamos advertido desde el comien­ (1) Cf. La antología a cargo de Alessandro Ferrara
zo, este tipo de solidaridad no es «el altruismo» desinte­ (1992), en particular el ensayo de Alasdair Maclntyre y de
resado, motivado por convicciones morales y/o religio­ Charles Taylor. Me referiré a este último ensayo en la n. 20.
sas subjetivas, sino un comportamiento intrínseco a la (2) En este nivel de abstracción son compatibles todas
condición de la ciudadanía como tal. las definiciones clásicas del poder, comenzando por la webe-
riana de «posibilidad de obtener obediencia por parte de algu­
Pero, ¿en nombre de qué un gobierno democrático nas personas mediante una orden que tenga un determinado
puede pedir esta inversión de confianza? ¿Qué argu­ contenido», aunque Weber se sitúa siempre en el punto de
mentos puede usar, sobretodo si con ello pretende com­ vista del que detenta efectivamente o virtualmente el poder.
pensar deficiencias de gestión o incluso del sistema? Creo que el planteamiento del problema de la racionalidad
Los motivos que pueden convencer a los ciudadanos a política, formulado en el texto, es compatible también con la
correr el riesgo de ser solidarios, a otorgar confianza en definición sartoriana de la politica como «esfera de las deci­
el sentido apuntado más arriba, no pueden basarse más siones ‘colectivizadas’ soberanas, coercitivamente sanciona-
que en el reconocimiento de que los momentos impor­ bles y sin salida». Cf. Sartori (1990, 216).
tantes de su propia historia, cultura e identidad indivi­ (3) Dada la pluralidad y la heterogeneidad de los suje­
tos en juego (ciudadanos individuales, partidos, instituciones,
dual forman parte de la propia identidad colectiva de grupos de intereses u otros), las situaciones de interacción
la nación de pertenencia. Este reconocimiento identita- que se crean son inevitablemente complejas y conflictivas.
rio se traduce en la aceptación de vínculos solidarios, Para entenderlas y racionalizarlas hay a disposición del agen­
no con carácter privado sino público, porque se refieren te y del observador la construcción conceptual de los «juegos
a la condición de ciudadanos constituidos en nación.20 estratégicos», un instrumento injustamente tratado por nues­
tras ciencias sociales y políticas, y que éstas continúan miran­
Una nación de ciudadanos así concebida tiene una do con aire de suficiencia. En este contexto, tienen una parti­
relación directa con la «sociedad civil», entendida cular relevancia los problemas de la incongruencia y del
como el ámbito en que resultan críticamente confirma­ contraste entre las elecciones dictadas por la racionalidad in­
dos aquellos lazos de historia y cultura comunes que dividual y los resultados colectivos, es decir, considerados des­
favorecen el comportamiento cooperativo. Naturalmen­ de el punto de vista de la racionalidad conjunta de todos los
te, la «sociedad civil» continúa siendo también el lugar agentes en juego. Estos problemas son sistemáticamente
de la confrontación/colisión de los intereses materiales afrontados en la teoría y en los modelos de la «paradoja del
legítimos y del cálculo de las ventajas y los beneficios voto». Cf. los clásicos textos de K.J. Arrow, en particular
Equilibrio, incertezza e scelta sociale (1987). Para el lector no
privados. Pero esto confirma simplemente la doble ra­ especializado es recomendable el ensayo de W.H. Riker y
cionalidad de todo lo que concierne al ámbito «cívi- S.J. Brams en Rusconi (1989, 107-194).
co/civil». (4) Sobre este tema, el punto de partida obligado conti­
En el curso de nuestras reflexiones no pasará inad­ núa siendo J.L. Austin (1962).
vertida al lector una cierta oscilación en la forma de (5) Cf. Midgaard (1980).
definir, o mejor en la de justificar, el ejercicio de la vir­ (6) Véase, en particular, la serie de artículos aparecidos
en Die Zeit a partir de enero de 1993, iniciada con la inter­
tud cívica. Esta, en efecto, aparece por un lado como vención de Robert Leicht Ohne Patriotismus geht es nicht.
la culminación y la sanción de la racionalidad general (7) Cf. sobre este tema el agudo ensayo de M. Taylor
de un sistema político que funciona. Por otro lado, en y H. Ward (1989).
cambio, es un recurso de tipo histórico-identitario, exi­ (8) Cf. Riker (1980) y Gambetta (1989).
gido estratégicamente (por el gobierno democrático) (9) Cf. los trabajos de Jon Elster, en particular The ce-
para sostener un sistema político o simplemente una ment o f society: a study o f social order (1989) y el reciente,
política que se encuentra en dificultades. En efecto, el ahora también en italiano, Argomentare e negoziare, (1993a).
apartado dedicado a «Las razones del civismo», presen­ Desgraciadamente en la traducción de este último las impor­
ta estas últimas como un entramado diverso de incenti­ tantes referencias a párrafos y páginas del citado The cement
vos utilitarios, de argumentos universalistas y de moti­ o f society son erróneas y sistemáticamente atribuidas a otro
vaciones histórico-identitarias; el presente apartado, en libro de Elster traducido al italiano (Come si studia la societá,
cambio, insiste en las motivaciones histórico- 1993b), donde, evidentemente el lector no los encontrará.
identitarias como si la virtud cívica se fundamentara (10) Cf. entre otros, Habermas (1991) y Die zweite Le-
benslüge der Bundesrepublik: Wir sind wieder «normal» ge-
—en última instancia— únicamente en ellas. worden, en «Die Zeit», 51, 1992. El debate sobre «patriotis­
En realidad, más que de una oscilación, se trata de mo constitucional» se trata en Rusconi (1993, cap. V).
una variación por extensión, más o menos amplia e in­ (11) Jürgen Habermas continúa moviéndose, sin embar­
clusiva, de las razones del civismo a las que la comuni­ go, por este camino, incluso en su último trabajo (1992). En
cación política puede recurrir de vez en cuando. La éste, el autor ve en el Estado de derecho «una respuesta cohe­
rente a la pregunda de cómo pueden ser institucionalizadas
adopción de una u otra motivación depende de los go­ las formas exigentes de comunicación de una opinión y de
bernantes y, además, de las circunstancias y de la natu­ una voluntad política democrática» (p. 361). Al concepto dis­
raleza de los desafíos a los que está expuesto un sistema cursivo de democracia corresponde la imagen de una socie­
democrático. dad descentrada que, a través de la esfera pública política, ar­
ticula diferentes escenarios para identificar y tratar de
En esta operación cobra su pleno significado el manera diferenciada problemas sociales generales. El sistema
concepto de estrategia comunicativa de la clase dirigen­ politico no es ni el vértice ni el centro de la sociedad, sino
te de un país democrático. A través de ella se sitúa en un sistema de acción junto a los otros. Esta visión «sin cen­
primer plano la estatura moral y cultural, la «compe­ tro» de lo social coexiste con la idea de una Lebenswelt como
dato último, insuperable, junto con la constitución lingüística una concepción instrumental y oportunista del bien común.
de las formas vitales socio-culturales (sprachliche Verfassung En su crítica, Taylor usa muchos argumentos plausibles, pero
soziokulturellen Lebensformeri). Partiendo de esta insupera- no convence en lo referente a la contraposición filosófica de
bilidad del momento comunicativo, Habermas reprocha a mu­ los dos modelos republicano y liberal (haciendo, entre otras
chas teorías actuales de la política (teoría pluralista, teoría cosas, una cuestión «ontológica» de la comunidad y de la iden­
sistémica, teoría económica de la democracia) el tener un con­ tidad). En cualquier caso, su modo de proceder va en direc­
cepto «empirista» del poder, ciego respecto a la dimensión co­ ción opuesta a la que nosotros hemos emprendido. La «na­
municativa. En realidad Habermas, preocupado exclusivamente ción de los ciudadanos» de la que hablamos no es ni el
por la virtualidad solidaria en todo fenómeno socio-político, comunitarismo republicano de Taylor ni el abstracto procedi-
no hace ningún esfuerzo por ver los componentes mentalismo de los derechos y de los intereses que él imputa
instrumentales-estratégicos que están presentes en toda acción al modelo liberal. A esto hay que añadir que muchas observa­
política, incluso en la radical-democrática que él valora como ciones de Taylor están intimamente ligadas a la experiencia
expresión de la racionalidad comunicativa. y a la cultura política específicamente americanas, cuya gene­
(12) Jon Elster habla de criterios de validez opuestos ralización y trasposición a otros contextos político-culturales
a criterios de credibilidad. Los primeros dependen de la soli­ requerirían un gran esfuerzo de mediación interpretativa. Per­
dez lógica del mejor argumento y los segundos de la fuerza mítaseme un chiste. Para Taylor uno de los ejemplos concre­
de persuasión que utiliza técnicas comunicativas más comple­ tos a favor del patriotismo republicano es la «capacidad de
jas e incontrolables lógicamente. Respecto a esto, véanse los indignación» surgida en los Estados Unidos de América con­
trabajos citados en la n. 9. tra Nixon en el caso Wtergate. o sea, solamente «la identifica­
(13) He esbozado un análisis del liguismo, con la ayuda ción patriótica», ningún otro posicionamiento liberal-
de recientes publicaciones —por ejemplo Diamanti (1993)— instrumental-atomista, habría podido suscitar tanta emoción
en la comunicación L ’identitá nazionale e la sfida leghista, pública. Si trasladásemos esta afirmación al caso italiano, ¿po­
presentada al Congreso de la Junta central para los estudios dríamos decir que la indignación popular contra Tangentopo-
históricos «Nazione e nazionalitá in Italia dalla prima guerra li surge de una «identificación patriótica»?
mondiale ai nostri giorni», Trieste, 15-18 septiembre 1993, de
próxima publicación en las actas del citado congreso.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
(14) Es importante no infravalorar este aspecto
—considerado injustamente un poco folclórico. La Liga ha
conseguido activar áreas culturalmente mortificadas por el ideo- A rrow, K.J. (1987), Equilibrio, incerteza e scelta socia-
logismo tradicional ofreciendo (quizás inventando) una fuerte le, Bolonia, II Mulino.
identidad, radicada en la propia tierra, en la propia historia, A ustin, J.L. (1962), How to Do with Words, Cambrid­
en la propia cultura —llegando en ocasiones a hablar de etnia ge, Harvard University Press; trad. it. Quando dire é fare, Tu­
y nación a escala regional. rki, Marietti, 1965.
(15) La Liga, después de iniciales titubeos acerca de un D iamanti, I. (1993), La Lega. Geografía, storia e socio­
hipotético restablecimiento de los dialectos locales, ha acuña­ logía di un nuovo soggetto político, Roma, Donzelli.
do un peculiar lenguaje propio, reconocible inmediatamente E lster, J. (1989), The Cement o f Society: A Study o f
por los liguistas. Es un lenguaje «llano» —como gusta decir Social Order, Cambridge, Cambridge University Press; trad.
Umberto Bossi. La sustancia de este lenguaje no está tanto It. en curs, Bolonia, II Mulino.
en el uso de fragmentos dialectales, deliberadamente subsu­ — (1993a), Argomentare e negoziare, Milán, Anabasi.
midos en el habla nacional, como en la exhibida gravedad — (1993b), Come si studia la societá, Bolonia, II Mulino.
y en la agresividad de sus salidas, en abierta contraposición F errara , A. (a cargo de) (1992), Comunitarismo e libe­
a la jerga del «político profesional» romano, percibido por la ralismo, Roma, Editori Riuniti.
gente como vagamente tramposo. G ambetta, D. (a cargo de) (1989), Le strategie della fi-
(16) Desde este punto de vista, reivindicaciones signifi­ ducia, Turín, Einaudi.
cativas, pero de alcance limitado relativas a la presión fiscal H abermas, J. (1991), «Cittadinanza e identitá naziona­
o al derecho de la propia región a la imposición y al control le», en Micromega, n. 5, pp. 123-146.
fiscal, adquieren un valor simbólico difícilmente menospre­ — (1992), Faktizitat und Geltung. Beitrage zur Diskurs-
ciable. theorie des Rechts und des demokratischen Rechtsstaats,
(17) No hay duda de que todo esto responde a las inten­ Frankfurt del Main, Suhrkamp.
ciones de aquellos liguistas que de un solo golpe quieren cas­ Lewin , L. y V edung , E. (a cargo de) (1980), Politics as
tigar la política meridionalista ineficaz realizada hasta ahora Rational Action, Dordrecht, Reidel.
por el estado central, desmontar el elefantiásico e improducti­ M acI ntyre , A. (1992), II patriottismo é una virtii?, en
vo estado asistencial, asentado sobre todo en el sur y, por aña­ Ferrara (1992), pp. 55-76.
didura, liberarse de la mafia que a su entender es el estigma
del Mezzogiorno como tal. M idgaard, K. (1980), On the Significance o f Language
and Richer Concept o f Rationality, en Lewin y Vedung (1980),
(18) Cf. la amplia investigación histórico-politológica de pp. 83-87.
Giovanna Zincone (1992).
R iker , W. (1980), Political Trust as Rational Choice, en
(19) Para el desarrollo analítico de esta afirmación re­ Lewin y Vedung (1980), pp. 1-24.
mito nuevamente al ensayo de Michael Taylor citado en la R usconi, G.E. (a cargo de) (1989), Giochi e paradossi
n. 7, y para una aproximación más sistemática a su volumen in política, Turín, Einaudi.
(1987).
— (1993), Se cessiamo di essere una nazione, Bolonia,
(20) Estas afirmaciones parecen converger con ciertas II Mulino.
tesis comunitaristas de Charles Taylor, por ejemplo la que ha­
bla de las «repúblicas» que funcionan «en el sentido que par­ Sartori, G. (1990), Elementi di teoría política, Bolonia,
te de que aquello que vincula a las personas es la historia II Mulino.
común» (1992). De esta condición surge el patriotismo enten­ T aylor, C. (1992), II dibattito tra sordi di liberali e co-
dido como «identificación con los otros en una empresa co­ munitaristi, en Ferrara (1992), pp. 137-168.
mún particular» o, incluso, como «una identificación común T aylor, M. (1987), The Possibility o f Cooperation, Cam­
con una comunidad histórica fundada sobre unos valores de­ bridge, Cambridge University Press.
terminados». Colocándose a medio camino entre la pertenen­ T aylor, M. y W ard , H. (1989), La fornitura di beni
cia familiar/amistosa y el altruismo universalista, este patrio­ pubblici: un’applicazione della teoría dei giochi, en Rusconi
tismo «republicano» permitiría el funcionamiento concreto de (1989), pp. 73-103.
la comunidad política, que evitaría en cambio las explicacio­ Z incone , G. (1992), Da sudditi a cittadini, Bolonia, II
nes del liberalismo «atomista» y procedimental que mantiene Mulino.
E l NACIONALISMO:
¿IDEOLOGÍA DE LA
MODERNIDAD?
M O N T S E R R A T G U I B E R N A U
L nacionalismo despierta pasiones y sorprende a «ideal humano» al asumir como su misión fundamen­
E quienes por retrógado, superado o tribal lo tal aumentar el grado de moralidad de sus miembros en
abandonaron en el baúl de los objetos en desu­ lugar de expandir sus fronteras,2 puede claramente ser
so. La modernidad contempla el fin de la utopía socia­ conectado con el objetivo marxista de eliminar las desi­
lista pero se resiste a proclamar el triunfo del capitalis­ gualdades económicas y sociales derivadas del capitalis­
mo. Recursos naturales y humanos se encuentran mo creando las condiciones necesarias para la emanci­
amenazados por las consecuencias más o menos impre­ pación de todos los individuos. Sin embargo, ninguno
vistas de nuestras acciones. El vacío ideológico se perci­ de estos dos autores ofrece un análisis detallado del
be con angustia, hay que seguir actuando y enfrentar Estado-nación como fenómeno genérico, ni explora de
problemas comunes. manera sistemática las conexiones entre la naturaleza
El nacionalismo, dios multicéfalo, emerge con del Estado moderno y las ideas de territorialidad y mo­
fuerza en naciones que buscan la creación de un Esta­ nopolio de la violencia, características cruciales en
do, Estados deseosos de legitimar su poder político a cualquier análisis del nacionalismo.
través de la configuración de una comunidad de cultura Una posición radicalmente distinta es la sostenida
entre sus ciudadanos y entre organizaciones que, aun­ por Weber, quien sitúa el Estado en el contexto de la
que de forma incipiente, despiertan a la necesidad de lucha constante entre naciones. Aunque la teoría de
formular algún tipo de discurso nacionalista que provo­ Weber ofrece una definición más sofisticada del Estado
que sentimientos de solidaridad entre sus miembros. El —«comunidad humana que reivindica el monopolio
nacionalismo es utilizado como bandera de los pueblos del uso legítimo de la fuerza dentro de un territorio de­
oprimidos, justificación de violencia y odio al extranje­ terminado»3— no encontramos en su obra un trata­
ro, o palabra mágica que obliga a los más altos sacrifi­ miento satisfactorio del Estado-nación ni de su relación
cios. El objetivo de este ensayo es reflexionar acerca de con el desarrollo del capitalismo y el industrialismo.
los elementos que permiten plantear la posibilidad de Esto es debido, en parte, a que la definición de Weber
referirnos al nacionalismo como ideología de la moder­ hace difícil distinguir algunas de las características bá­
nidad. El hilo argumental girará en torno a tres puntos sicas del Estado-nación, al tiempo que como la mayor
básicos: parte de los pensadores simpatizantes con la derecha
(1) el papel otorgado al nacionalismo en la obra de
política, tiende a considerar la violencia y la guerra
pensadores de la modernidad como Karl Marx, Émile como elementos intrínsecos a la condición humana.
Durkheim y Max Weber. Aunque Weber nunca teorizó acerca del nacionalismo,
(2) los orígenes del nacionalismo como ideología mostró
li­ una incuestionable actitud nacionalista a través
gada a la emergencia del Estado-nación, institución po­ de su oposición a la inmigración polaca en la Alemania
lítica de la modernidad por excelencia. del Este y su respaldo a los nacionalistas alemanes du­
rante la Primera Guerra Mundial. Weber reaccionó
(3) el análisis de los elementos que caracterizan contra
al el Tratado de Versalles al tiempo que animó y
nacionalismo de hoy —es decir del nacionalismo como predijo el movimiento irredentista alemán después de
ideología que renace en lo que algunos denominan la guerra. Para Weber, la nación posee prioridad absolu­
«modernidad avanzada» y otros definen como «post­ ta, la nacionalidad está por encima de cualquier otro
modernidad»— haciéndole distinto del nacionalismo valor incluyendo la misma democracia. Por el contra­
de otras épocas. rio, Durkheim y Marx entienden el nacionalismo como
algo que debe ser trascendido, superado. Durkheim
muestra una actitud que puede ser descrita como «pan-
EL NACIONALISMO EN LA TEORÍA SOCIAL nacionalista». Con esto me refiero a su objetivo de si­
CLÁSICA tuar los «fines humanos» por encima de los «naciona­
les». En la obra del sociólogo francés, la «patrie» juega
un papel insustituible en el proceso de moralización de
El nacionalismo se perfila como el gran ausente los individuos, ya que se trata de la «forma superior de
dentro de la obra teórica de autores como Marx, Durk­ organización humana». Pero se refiere al «patriotismo»
heim y Weber. La teoría del Estado de Marx deriva de como sentimiento pronto a desaparecer y ser sustituido
su interpretación de la historia como lucha de clases. por lo que él mismo denomina «patriotismo mundial».
En este contexto, Marx se refiere al Estado como una La actitud de Marx puede ser descrita como «intema­
forma de organización necesaria para la defensa inte­ cionalista». Su objetivo fundamental es la «emancipa­
rior y exterior de los intereses de la burguesía. El poder ción universal» en el contexto de algún tipo de solidari­
político es entendido como elemento vital en la domi­ dad mundial. Sin embargo, Marx reconoció que ésto no
nación de una clase sobre otra. Esta posición inicial de sería posible mientras unas naciones se encontraran so­
Marx se verá substancialmente modificada por su idea
metidas a otras.
del estado como institución superior e independiente
de cualquier clase social. El Estado será presentado Tres razones principales merecen ser citadas al in­
como fuerza dominante en la sociedad y no como ins­ tentar explicar la ausencia de una teoría del nacionalis­
trumento de la clase en el poder. La conquista del Esta­ mo en Marx, Durkheim y Weber. La primera tiene que
do por parte de la clase proletaria debe ser entendida ver con la emergencia de la sociología como ciencia li­
desde este punto de vista. gada a la industrialización y las transformaciones so­
Durkheim define el Estado como el órgano de dis­ ciales y económicas motivadas por los cambios radica­
ciplina moral, justicia y pensamiento sociales. El Esta­ les en las condiciones y organización del trabajo. La
do limita y al mismo tiempo otorga dignidad y derechos Revolución Industrial transformó el estilo de vida de
a los individuos. El fin del Estado es moral, consiste en millones de personas. Los pensadores sociales clásicos
la expansión de la justicia dentro de la sociedad. Durk­ intentaron descubrir las características de las socieda­
heim y Marx coinciden en anunciar el advenimiento de des modernas y se centraron en los cambios sociales
un futuro pacífico para la humanidad. La idea durkhei- fruto de los procesos de industrialización. Las innova­
miana de que el Estado se transforma en órgano del ciones en el sistema económico provocaron la re­
estructuración de los lazos sociales afectando no sólo las ideas que dieron lugar a la Revolución Americana
la relación entre individuos en el terreno social, sino de 1776 y la Revolución Francesa de 1789 y obedecen
que propiciaron nuevos ligámenes entre individuos e a un proceso multidimensional de cambio en las rela­
instituciones políticas como por ejemplo, el Estado. Sin ciones de poder en la sociedad. Los elementos básicos
embargo, el nacionalismo' no fue percibido como un fe­ de este proceso incluyen la consolidación de unidades
nómeno susceptible de ser conectado a la constitución territoriales dirigidas por Estados absolutistas que por
del Estado moderno, o como elemento relacionado con primera vez fueron capaces de obtener el monopolio del
la expansión del industrialismo.4 uso de la violencia dentro de su territorio; la transfor­
mación de las fronteras entre Estados diferentes en te­
La segunda razón deriva de los intentos de Marx, rritorios claramente delimitados; la consolidación de la
Durkheim y Weber por construir una «teoría general»
burguesía como nueva clase especialmente receptiva a
capaz de explicar el desarrollo de la sociedad desde su las ideas de la Ilustración, y el papel de los monarcas
génesis hasta nuestros días. En este contexto es crucial como gobernantes. Con anterioridad al siglo XVIII el
encontrar un argumento central que permita la decodi­ derecho a gobernar era legitimado apelando a la volun­
ficación de las distintas etapas de la humanidad. Marx tad de Dios, la posesión de sangre real o superioridad
tomó la lucha de clases como atributo central de los sis­ física. Nunca la legitimidad del poder provenía del con­
temas sociales. La centralidad conferida a la lucha de sentimiento de los gobernados, sino de alguna instancia
clases le permitió construir una teoría general de la his­ superior. La expansión de las nuevas ideas de los «phi-
toria y explicar los aspectos sociales, políticos e ideoló­ losophes» insistiendo en el culto a la libertad, la igual­
gicos de la sociedad a través de la economía. El nacio­ dad y en particular la idea de la soberanía popular, pro­
nalismo no había existido en otros períodos, y por tanto
vocaron un cambio drástico en la forma de entender las
no era un elemento constante en los diferentes estadios relaciones de poder.
de la historia humana. El nacionalismo tampoco fue
considerado por Marx como característica básica de las El concepto de ciudadanía emergió como elemento
sociedades modernas. El énfasis de Marx en situar la íntimamente ligado a la idea de soberanía popular. Ya
esfera política dentro de la «superestructura» le condu­ en el siglo xv n , Locke atacó la monarquía absoluta ar­
jo a infravalorar el papel del Estado-nación y del nacio­ gumentando que la función del Estado no es otra que
nalismo en los procesos de cambio histórico. proteger la vida y libertades de sus ciudadanos otorgan­
Durkheim percibió la división del trabajo como ca­ do prioridad absoluta a sus necesidades y deseos. Sin
racterística principal a la hora de definir una sociedad. embargo, el debate pronto se desplazó hacia la cuestión
En su opinión, los cambios ocurridos en la división del de quién podía, de hecho, ser considerado «ciudadano»
trabajo crearon distintos tipos de relaciones entre las (por supuesto sólo una ínfima minoría se plantearía la
personas: solidaridad mecánica y orgánica. La esfera ciudadanía de las mujeres).
política quedaba una vez más, relegada a un segundo
plano. Durkheim contribuyó de forma significativa al Como indica Seton-Watson, en el siglo xvm la no­
desarrollo de la teoría del Estado, pero no relacionó en ción de soberanía fue diseñada para «todo» el pueblo,
ningún momento el Estado con dos elementos crucia­ en una primera instancia incluso llegó a asumirse que
les: la territorialidad y el uso de la violencia. En su des­ los ciudadanos más educados y cultos deberían guiar
cripción de las sociedades modernas infravaloró la im­ al pueblo e introducirlo progresivamente a la vida polí­
portancia del nacionalismo porque a su juicio, los tica.5 Cuando los revolucionarios afirmaron que el
«fines nacionales» eran secundarios al compararlos con principio de soberanía reside esencialmente en la na­
los «fines humanos». ción, podían ser interpretados como si en efecto estu­
vieran confirmando que la nación era algo más que el
Weber centró su teoría en el análisis de la raciona­ rey y la aristocracia. La autodeterminación nacional se
lización como característica principal de las sociedades transformó en una de las interpretaciones más frecuen­
modernas y vaticinó el aumento desmesurado de la bu­ tes de la soberanía popular cuestionando así la legitimi­
rocracia como elemento inevitable en la organización dad de los gobiernos existentes. La mayoría de ellos,
racional del trabajo. No sería exacto decir que Weber como Kedourie señala, no derivaban de la libre expre­
no predijo la importancia del nacionalismo, él mismo sión de la voluntad popular sino que se trataba de usur­
fue un nacionalista. Sin embargo nunca escribió acerca padores a quienes por tanto los gobernados no debían
del nacionalismo como componente de las sociedades fidelidad.6 Estas ideas introdujeron un nuevo estilo a
modernas. Weber percibió la unificación alemana como la hora de hacer política. La expresión de la voluntad
punto de partida para una política de «poder mundial del pueblo invalidaba tratados y pactos al tiempo que
alemán» y enfatizó que esta política no debía estar limi­ disolvía fidelidades. Sin embargo la obtención de los de­
tada a principios económicos. Por el contrario, debía rechos de ciudadanía debe ser vista como el producto
perseguir el avance de la nacionalidad como principio de un lento y complicado proceso que intentaba vencer
más elevado. Weber ligó su nacionalismo al poder y la resistencia de los sectores más privilegiados de la so­
prestigio de Alemania. Reconocer y estimular el nacio­ ciedad. Este proceso dio un paso atrás con el Bonapar-
nalismo en otros países hubiera sido ir en contra de sus tismo y la Restauración de 1815, pero mantuvo su pre­
objetivos. La grandeur de Alemania se transformó en sencia ya que el ideal francés de la ciudadanía y el
el punto clave de su política, cualquier otro valor juga­ gobierno constitucional proporcionaron un modelo útil
ba un papel secundario y podía ser sacrificado, si esto para los liberales europeos de principios del siglo xix.
era necesario, para beneficiar el principio nacional. Las duras y degradantes condiciones a las que se vio
sometido el proletariado con el advenimiento de la Re­
volución Industrial motivaron el incremento de la con­
NACIONALISMO, ESTADO-NACIÓN Y CULTURA ciencia política y estimularon la formación de distintos
tipos de organizaciones, algunas de ellas luchando por
conseguir reformas sociales y económicas, por ejemplo
El Estado-nación y el nacionalismo nacen en los sindicatos. Otro elemento a destacar en la Revolu­
Europa a finales del siglo XVIII bajo la influencia de ción Francesa es el énfasis en la necesidad de crear un
sistema educativo nacional que permitiera la formación PRESENTE Y FUTURO DEL NACIONALISMO
de ciudadanos virtuosos y patriotas.
Este orden de cosas hizo posible la emergencia
del nacionalismo como instrumento de valor incalcu­ El nacionalismo contemporáneo sólo puede ser
lable a la hora de sustituir la lealtad al monarca por comprendido si tenemos en cuenta dos dimensiones
la fidelidad a la nación. La monarquía por derecho básicas e íntimamente vinculadas a las condiciones
divino proporcionaba un instrumento elegante y útil de la modernidad: su carácter político como ideología
a la hora de evocar lazos emocionales. Pero el agrega­ base del Estado-nación y su papel en la construcción
do de ciudadanos con derecho a ejercer la soberanía de identidades individuales y colectivas. Gellner defi­
podía a duras penas cumplir esta tarea. La nación, per­ ne el nacionalismo como principio político defensor
sonificada a través de símbolos y rituales capaces de de la congruencia entre la unidad política y la nacio­
reproducir un sentimiento de «pueblo», sería desde nal.8 Pero, tal como él mismo señala, sólo en ocasi-
ahora el centro de un nuevo tipo de relación. La divi­ nes excepcionales encontramos coincidencia entre Es­
sión de Europa en Estados-nación favoreció la defini­ tado y nación, de modo que existen numerosos casos
ción de la ciudadanía y la concesión de derechos lega­ en los que se viola el citado principio. La más intolera­
les, políticos y sociales de acuerdo con la ble de las situaciones, para el nacionalista, tiene lugar
nacionalidad. cuando los gobernantes de la unidad política pertene­
cen a una nación distinta a la de la mayoría de los
Mientras el nacionalismo de la Revolución France­ gobernados.
sa se centró en aspectos políticos confirmando la sobe­
ranía popular como única forma válida a la hora de le­ Una cuestión difícil de responder para los estudio­
gitimar el poder de los gobernantes, las ideas del sos del nacionalismo es: ¿por qué tantas personas están
Romanticismo alemán añadieron un nuevo carácter y dispuestas a dar su vida por su nación?, ¿de dónde pro­
fuerza al nacionalismo al enfatizar el papel de la len­ cede el poder del nacionalismo?, ¿por qué los indivi­
gua, los lazos de sangre y el territorio como elementos duos se preocupan por la preservación de su territorio,
constitutivos del Volk. cultura, lengua, instituciones políticas y forma de
vida? Una respuesta posible sería afirmar el interés de
La convicción fundamental del nacionalismo ro­ las élites por perpetuar la nación a la que pertenecen.
mántico es que la cultura, las costumbres y las institu­ Incluso podríamos decir que es siempre más atractivo
ciones sociales están esencialmente determinadas por ser ministro, artista, o intelectual preeminente de una
la nación: son expresiones de una fuerza unitaria gene­ nación pequeña que tener que competir dentro de enti­
ralmente descrita como el espíritu de un pueblo. En dades más extensas. Pero este argumento se torna va­
el lenguage de Hegel, la Volksgeist o carácter de la na­ cío si intentamos explicar el nacionalismo de sectores
ción. La nación es percibida como una entidad única, populares. Una vez más se hace patente la inexplicable
y su lengua como elemento a través del cual se com­ capacidad del nacionalismo para unir a personas de
prende la vida y el mundo. El interés por la lengua procedencia social diversa.
va acompañado por un interés específico en la historia
de la comunidad. El nacionalismo romántico inicia un La fuerza del nacionalismo resulta de su habilidad
proceso innovador por medio del cual autores como para crear un sentimiento de identidad entre personas
Herder sustituyen el estudio de la cultura sofisticada que comparten una misma cultura. En un mundo azo­
de los intelectuales y las élites por el análisis de la cul­ tado por la duda, la fragmentación y la ausencia de
tura de personas «pre-intelectuales», del pueblo ideologías capaces de dar sentido a la vida, el naciona­
(Volk).1 lismo muestra una potencia inusitada. El nacionalismo
emerge como sustituto de factores integrativos en una
El nacionalismo romántico, según Nipperdey, po­ sociedad en proceso de desintegración. Cuando la so­
dría ser interpretado como una reacción a la hegemo­ ciedad fracasa, nos dice Hroch, la nación aparece como
nía intelectual europea basada en la preeminencia de última garantía.9
la cultura francesa de la Ilustración, así como en las
tendencias imperialistas de los Jacobinos y de Napo­ El nacionalismo nace de la proyección emocional
león puestas de manifiesto en la ocupación y explota­ de individuos que sienten pertenecer a un grupo deter­
ción de diversas naciones. En un primer momento el minado. No es necesario llevarse bien con los otros
nacionalismo sirvió como discurso legitimador del miembros, ni conocerlos, ni pertenecer a su misma cla­
Estado-nación. El Romanticismo, a través del énfasis se social. El individuo se siente emocionalmente vincu­
en la especificidad de las naciones y la valoración po­ lado a la tierra, la lengua, los símbolos y las creencias
sitiva de la diversidad, favoreció la toma de conciencia que configuran su universo cultural y éstos le impulsan
en naciones sin Estado y provocó el rechazo a algunos a desear decidir acerca del futuro de su comunidad.
estados considerados como no-nacionales. El énfasis La tradición juega un papel significativo dentro de
en la identidad cultural lingüística poseía una función todo discurso nacionalista, ya que representa todo
y significado distintos para estos pueblos que para los aquello que trasciende la vida de los individuos. Pero
miembros de Estados nacionales. El nacionalismo de el papel de la tradición en un mundo cambiante que
Herder y Fichte ejerció un profundo impacto en áreas se debate entre la globalización y el localismo requiere
como Cataluña, donde entre 1833 y 1866 surgió la una actualización constante. Hay que re pensar las tra­
Renaixenga, movimiento intelectual orientado hacia diciones, adecuarlas al presente y, cuando no existen o
la revitalización de la cultura y la lengua catalana. son de dudable utilidad, inventarlas. Rituales colectivos
El nacionalismo romántico no sólo contribuyó a la incrementan el sentimiento de unidad entre los miem­
creación de nuevos Estados-nación como Alemania e bros de un grupo, despiertan la pasión y acentúan la
Italia, también adquirió cierta preeminencia entre los conexión entre el nacionalismo y ese reino desconocido
pueblos de la Europa Occidental que vivían en Esta­ y misterioso de la emoción y la irracionalidad.
dos nacionales, como en el caso de Francia.
Ciertos pensadores interpretan la persistencia del
nacionalismo como un escándalo moral ya que «la cul­
tura ética oficial de casi todo el globo es universalis­ cones del globo ha transformado radicalmente el men­
ta».10 Esta afirmación ignora la racionalidad y morali­ saje del nacionalismo creando un universo en el cual
dad de la reivindicación de minorías nacionales que exi­ el aislamiento y hasta cierto punto la ignorancia del
gen el derecho a existir, ser respetadas y desarrollar su «otro» ya no son posibles.
propia cultura e identidad. Cualquier análisis del nacio­ La globalización capacita y limita la cultura. Le
nalismo debe tener en cuenta la fuerza de un tipo de otorga enormes posibilidades de reproducción y difu­
nacionalismo que promueve la resistencia cultural y sión, pero al mismo tiempo acentúa las diferencias de
cuestiona a las sociedades modernas al reivindicar la recursos entre culturas diferentes. Hoy algunos símbo­
«política de la identidad», esto es, el derecho a la dife­ los, leyes y valores adquieren una dimensión universal
rencia cultural basada en la etnicidad. Este tipo de na­ mientras otros caen en el olvido y son ignorados. La
cionalismo está en línea con movimientos sociales pro­ globalización conlleva la posibilidad de exportación y
gresistas como el feminismo o el ecologismo y al igual combinación de elementos culturales que, en gran ma­
que éstos se propone conquistar el derecho a la palabra yoría, pertenecen a grupos humanos con poder
para aquéllos condenados al silencio. El nacionalismo económico-político para difundirlos. Pero, ¿debe el con­
de minorías provoca problemas éticos al cuestionar la tacto entre culturas desiguales en cuanto a recursos de­
legitimidad de ciertos Estados como representantes de sembocar necesariamente en un mestizaje que borre la
las personas a las que gobiernan. En términos políticos, especificidad y conduzca a la homogeneización? Éste
este tipo de nacionalismo exige un cierto grado de auto­ es sin duda un futuro posible pero no deseable. La inte­
nomía para controlar el espacio en que habita la comu­ rrelación cultural debe servir para incrementar la con
nidad, al tiempo que lucha por el establecimiento de ciencia de que existen universos diferentes al propio y
vías alternativas que permitan la participación de las estimular el diálogo. No se trata de aislar culturas ence­
minorías en todas aquellas decisiones que les afecten. rrándolas en urnas de cristal, pero tampoco de cons­
En la actualidad el nacionalismo presenta una serie de truir un gran recipiente en cuyo interior la diversidad
características que lo distinguen de los nacionalismos se diluya para adaptarse al color y la forma domi­
de fines del siglo x ix y principios del XX y que se acen­ nantes.
tuarán en el futuro, éstas son:
Pero la energía del nacionalismo es susceptible de
a) El recurso a la democracia y la soberanía popu­ articulaciones diametralmente opuestas. La Alemania
lar como agentes legitimadores del discurso naciona­ nazi, la Italia fascista o la España de Franco son ejem­
lista. plos de un nacionalismo que rechaza la diversidad y, en
b) El papel del nacionalismo como movimiento de distinta medida en cada uno de los casos citados, pugna
masas. El nacionalismo desempeñó una labor decisiva por conseguir la preeminencia económica, cultural y
en el reclutamiento de ejércitos en las dos guerras mun­ política de la nación ignorando el derecho a la existen­
diales. Actualmente, el nacionalismo atrae a personas cia de los «otros».
pertenecientes a amplios y variados sectores de la po­ La limpieza étnica, término acuñado a raíz del
blación y se muestra como un agente dinámico ligado conflicto en la antigua Yugoslavia, es una aberración
a la violencia en ciertas circunstancias pero también ca­ del nacionalismo. La limpieza étnica esconde la crisis
paz de promover movilizaciones masivas y pacíficas. El profunda de una sociedad en proceso de desintegración
proceso que ha conducido a algunas ex-repúblicas so­ que al enfrentarse al vacío ideológico y a la ausencia
viéticas a la independencia, como en el caso de Letonia, de un armazón capaz de sustituir al comunismo acude
Lituania y Estonia, es un ejemplo de movilización na­ a la xenofobia y el racismo como fuerzas integradoras
cionalista pacífica. primarias. En el caso de la Europa Central, estos ele­
c) La erosión de una sociedad dividida en clases so­ mentos se ven robustecidos por una tradición histórica,
ciales contribuye al advenimiento de una forma de na­ cultural y religiosa que ahora, en tiempo de crisis, es
cionalismo que se expande con facilidad entre grupos explotada como energía aglutinadora y excluyente de la
sociales diversos. La ausencia de ideologías capaces de diferencia. No existe legitimación moral para la limpie­
despertar la fascinación que un día ejerció el socialismo za étnica, pero sabemos que se ha venido practicando
refuerza el poder de un discurso nacionalista dirigido a lo largo de la historia. La ex-Yugoslavia —al igual que
a todos los miembros de la comunidad ignorando su Ruanda en África— ofrece el espectáculo penoso del
origen social, y sugiriéndoles medidas de las que benefi­ odio entre comunidades que durante años han compar­
ciarse. tido la tierra, el trabajo y la vida diaria. Provoca la in­
dignación de quienes no comprenden la incapacidad de
d) La revolución tecnológica que hemos presencia­ la comunidad internacional y sus diferentes organismos
do en los últimos años ha incrementado las formas en
para detener el conflicto. La lucha en el corazón de
que símbolos y mensajes diversos pueden ser difundidos Europa aterra a quienes, optimistas, comenzaban a
a través de los mecanismos e instituciones de comunica­
imaginar una sociedad moderna libre del más primitivo
ción de masas. El nacionalismo depende en gran medida de los males, la guerra. Una sociedad sin memoria his­
de los medios de comunicación de masas como instru­ tórica, en la que el holocausto parece reducido a un
mento para divulgar símbolos culturales, promocionar
tema para exposiciones, películas, alguna conmemora­
la imagen de líderes capaces de encarnar las aspiracio­ ción, y en la que incluso hay quienes se dedican a pre­
nes populares y diseminar nuevas ideas y valores. gonar su falsedad. La limpieza étnica es posible, existe;
e) Los nacionalismos contemporáneos utilizan la nadie parece poder o querer detenerla.
tradición poniéndola al servicio de la modernidad. La Una profunda reflexión sobre los valores que la so­
nación, como nos dice Touraine, es un «actor no- ciedad infunde a los individuos debería ser la primera
moderno que crea modernidad» y que debe aceptar una tarea para evitar el triunfo de la sinrazón. El respeto
debilitamiento progresivo de su papel en favor del inter­ a la diversidad es un valor fundamental en que debe
nacionalismo.11 cimentarse la solidaridad humana. La convivencia de
f) Finalmente, el diálogo entre culturas abierto por culturas diferentes en un mismo espacio implica inte­
los procesos de globalización afectando a todos los rin­ racción y cambio; pero esto no ha de entenderse como
una pérdida de lo autóctono, su desarrollo debe poten­ 1992). El vocablo «postmodernidad» ha sido popularizado
ciarse evitando imponer la propia cultura y sin permitir principalmente por Jcan-Frangois Lyotard y su obra The
que otra diferente nos sea impuesta. Todas las culturas Post-Modern Condition (University of minnesota Press: Min-
deben tener acceso a recursos suficientes que les permi­ neapolis, 1985).
tan no sólo subsistir sino mantener la vitalidad. En este (2) D urkheim , E. «Pacifisme et Patriotisme» traducido
contexto el mestizaje se transforma en integración y por N. Layne en Sociológica! Inquiry n.° 43 (2) 1973 p. 202.
creación; la limpieza étnica queda automáticamente ex­ (3) W eber, M. El político y el científico (Alianza Edi­
torial: Madrid, 1986 [1967]), p. 83.
cluida. La tolerancia y el respeto al «otro» sustituyen
el odio y el miedo al «diferente». (4) La teoría que Ernest Gellner expone en Naciones
y nacionalismo (Basil Blackwell Ltd: Oxford, 1983) se centra
El nacionalismo surgió con la modernidad y la en el papel del nacionalismo a la hora de establecer una len­
creación de su institución política fundamental, el esta­ gua y cultura comunes entre los habitantes de una nación
do nación. Ignorado por Marx y Durkheim, y ausente determinada para hacer posible la comunicación, elemento
de la formulación teórica de un nacionalista como We- indispensable en la organización del trabajo en las sociedades
industriales.
ber, la ideología tildada de retrógrada y tribal por algu­
nos se niega a desaparecer. Los rostros del nacionalismo (5) Seton-Watson, H. Nations and States: A n enquiry
into the Origins o f Nations and the Politics o f Nationalism
acompañan a la modernidad aunque ésta reniegue de (West View: Boulder, Co., 1977).
ellos y pugne por forzar el advenimiento del universa­ (6) K edourie, E. Nationalism (Hutchinson University
lismo. □ Library: Londres, 1961 [1960]) p. 15.
(7) N ipperdey, T. «In Search of Identity» en Eade, J.C.
Romantic Nationalism in Europe (Humanities Research Cen­
Texto de la intervención de la autora en el semina­ tre, Australian National University, 1983) p. 6 y también Smith,
rio «Autocrítica de la Modernidad» celebrado en la A. National Identity (Penguin Books: Londres, 1991) capítu­
UIMP, Valencia, 4-6 julio 1994. lo cuatro.
(8) G ellner , E. Nations and Nationalism (Blackwell:
Oxford, 1983) p. 1.
(9) Citado por H obsbawm, E.J. Nations and Nationa­
---------------------------- NOTAS ---------------------------- lism since 1780 (Cambridge University Press: Cambridge, 1992
(1) El término «modernidad avanzada» corresponde a[1990]) p. 173.
la expresión «late modernity» utilizada por Anthony Gid- (10) D unn , J. Western Political Theory in the face o f
dens en The Consequences o f Modernity (Polity Press: Cam­ the future (Cambridge University Press: Cambridge, 1979)
bridge, 1990), Modernity and SelfIdentity: Self and Society p. 61-62.
in the Late Modern Age (Polity Press: Cambridge, 1991) y (11) T ouraine , A. Critique de la Modernité (Fayard:
The Transformation o f Intimacy (Polity Press: Cambridge, Paris, 1992) p. 162.

Anthony Giddens BEYOND LEFT AND RIGHT


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Johan Heilbron THE RISE OF SOCIAL THEORY
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£ Editorial Offices: Production, Sales and Publicity:
65 Bridge Stret, Blackwell Publishers,
z Cambridge, CB2 1 UR, U.K. 108 Cowley Road,
Oxford, OX4 1JF, U.K.
¿PE R O QUÉ ES HOY
TODAVÍA
DE IZQUIERDAS?
H E L M U T D U B I E L
L hundimiento del sistema de partidos italiano greso, en relación con la cual se ha bifurcado desde
E proporciona, hoy por hoy, la indicación más
persuasiva y plástica de que nos encontramos
en medio de un desplazamiento global de la geografía
finales del siglo xv m el campo político, lo ocupa la
conciencia de la incertidumbre. Ésta puede asumir, en
contextos políticos, una pluralidad de formas. Se pre­
política, un desplazamiento que no afecta sólo, ni de senta en primer término como dramática decepción
lejos, a la izquierda. Hace tiempo que no sirven ya las ante todas las imágenes metafísicas que los partidos
viejas brújulas. Y quizá sea esto la causa más profunda ideológicos se hacían acerca del sentido de la evolución
de fenómenos como la reorientación nacionalista del histórica. El sentimiento de incertidumbre viene gene­
conservadurismo europeo, las tensiones entre corrien­ rado por una civilización dotada de altos niveles técni­
tes libertarias y liberales en lo económico en el seno del cos que expone a los hombres a amenazas inusitadas.
liberalismo, los frentes cambiantes entre modernistas y La incertidumbre se deriva de la sostenida erosión de
tradicionalistas en la socialdemocracia o las muy varia­ aquellos niveles de solidaridad y de sentido que durante
das refundaciones de partidos protesta. siglos conferían tanto a las existencias privadas como
La escala de orientación política que distingue en­ a los asuntos públicos una estabilidad casi natural. Y
tre «izquierda», «centro» y «derecha» procede, como es estos asuntos públicos, por su parte, incrementan su
bien sabido, de las posiciones ocupadas en la Asamblea cuota de incertidumbre cuando, como vemos actual­
Nacional de París. La mecánica, de factura filosófica, mente, las gentes se refugian masivamente en nuevas
de estas distinciones se basaba en la idea del progreso pseudocertezas como el fundamentalismo, el naciona­
en la sociedad burguesa. Simplificando mucho: los con­ lismo o el racismo.
servadores defendían los restos del mundo preburgués Me propongo poner de manifiesto a proposito de
en la cultura, la política y la economía de la sociedad cuatro problemáticas en qué sentido se polariza de nue­
burguesa establecida. Los socialistas se inspiraban en la vo el ámbito político en relación con la incertidumbre.
idea de que sólo en un orden económico postburgués Por fidelidad al viejo esquematismo voy a atenerme a
sería posible la realización de las promesas humanistas la distinción izquierda-derecha sin pretender, empero,
de la revolución burguesa. Únicamente los liberales se que sea posible establecer relaciones simples y lineales
atenían al terreno acotado del orden jurídico y econó­ entre las posiciones de izquierda y derecha de finales
mico burgués. Pero todas las tradiciones y orientacio­ del siglo xviil y de principios del siglo XXI. El nuevo
nes políticas tenían como referente —para afirmarla o mundo preburgués, por cuya conservación laboraba el
para negarla— una interpretación del progreso que se viejo conservadurismo, se ha disuelto históricamente
sustanciaba en el control cada vez más perfecto del sin remedio. La confianza optimista en el desarrollo in­
mundo natural y social. dustrial se ha desplazado hacia la derecha del espectro
Max Horkheimer y Theodor W. Adorno registra­ político. Y en la izquierda se ha impuesto desde hace
ron ya antes de que el siglo XX llegase a su mitad que ya tiempo, en lugar de la confianza en el progreso, la
este progreso había sido víctima de una «dialéctica», de lucha por la preservación del patrimonio civil y na­
una singular perversión de sus intenciones originales. tural.
El grandioso proyecto de la Ilustración de fundamentar
las relaciones humanas exclusivamente en la razón
mudó en una forma de dominación históricamente sin LA TÉCNICA: CURSO LIBRE VERSUS
precedentes y difícil de comprender. Era tan incom­ AUTOLIMITACIÓN
prensible porque las propias relaciones modernas ha­
bían aparecido bajo los estandartes de la racionalidad Desde que existe la humanidad los imponderables
técnica y la liberación social. De esta manera, de la pre­ de la naturaleza como terremotos, tempestades o plagas
misa tan racional de abolir los privilegios estamentales de langostas, por ejemplo, han sido causa de miedos co­
acabó derivándose una racionalidad valorizadora que lectivos extremos. La técnica de la Época Moderna sus­
impregnaba toda la sociedad. La expansión industrial citó tan grandes esperanzas precisamente porque pro­
de la economía hace ya tiempo que ha empezado a so­ metía proscribir tales horrores. Sin embargo, en el lapso
cavar las bases naturales de la vida humana. Hace ya de una sola generación se ha operado en este aspecto
tiempo que la ciencia y la técnica se han convertido en un giro de una celeridad impresionante. Al menos en
aprendices de brujo que se sustraen con obstinación a el hemisferio norte del planeta la fuente de incertidum­
todo control ético y político. bre existencial no es ya la naturaleza técnicamente no
Dicho en pocas palabras: la Ilustración no condujo dominada, sino los riesgos incalculables asociados a la
a una reflexión pública acerca de los objetivos que ha­ propia técnica a gran escala. Y precisamente por eso
bía de fijarse una humanidad liberada. Más bien el trato público con el miedo a la técnica se ha converti­
—como señalaron penetrantemente Horkheimer y do en una nueva línea de demarcación en el ámbito de
Adorno— abrió las puertas a una «segunda naturale­ la política. Los dos campos que se enfrentan aquí por
za» en la que el hombre moderno se mueve temeroso principio pueden ser caracterizados por medio de la po­
y con paso inseguro, desorientado. Las utopías burgue­ sición que ocupan en la disyuntiva «curso libre versus
sas y socialistas surgidas de la propia Ilustración se pro­ autolimitación».
ponían disolver la política en administración y activi­ Los partidarios del curso libre se muestran conser­
dad espontánea y libre a través de la producción de vadores en lo relativo al progreso técnico. Están a favor
saber científico y de su difusión pedagógica. Sin embar­ del curso libre del desarrollo técnico, desvinculando de
go, en la actualidad, a finales del siglo XX, la incerti­ cualquier criterio de finalidad cultural y ética. Contra
dumbre —o, más exactamente, el trato público con la esto pugna el partido de la autolimitación. Lucha por
incertidumbre— se ha convertido en el auténtico conte­ una limitación del progreso técnico porque su racionali­
nido de la política. dad específica es estrecha frente a determinados puntos
En el tránsito al siglo XXI ha de ajustarse de nue­ de vista exteriores a la técnica. Justamente porque los
vo la brújula que nos oriente en el ámbito de la políti­ sistemas técnicos no disponen de «reglas de frenado»
ca. Mi afirmación es que hoy el lugar de la idea del pro­ internas, deberían verse permanentemente obligados,
por la intervención de sensores democráticos y por la lítica nacional. Los factores subjetivos son los procesos
protesta cívica, a incorporar a su racionalidad los crite­ de multiculturalismo en nuestras ciudades, el turismo
rios y las opciones éticas y ecológicas. de masas o la presencia del mundo en nuestras salas de
estar a través de la televisión y las telecomunicaciones,
que diariamente nos aleccionan acerca del hecho de
LA CULTURA: PLANIFICACIÓN DEL que no vivimos en un ámbito estatal-nacional cerrado,
CONSENSO VERSUS CULTURA sino «en una sola Tierra».
DEL CONFLICTO
En las últimas décadas la erosión objetiva y subje­
tiva del Estado nacional no nos había llamado tanto la
Todos los científicos sociales que se ocupan de la atención porque estaba en gran medida solapada con
cultura política están de acuerdo en que aquellas tradi­ la confrontación entre los bloques. Para casi todas las
ciones heredadas que constituían la base de la solidari­ sociedades de Europa oriental y occidental la diferencia
dad, que evitaban los conflictos y que unificaban en entre capitalismo y socialismo era más importante que
términos de poder la voluntad política, se han extingui­ la que pudiese existir, pongamos por caso, entre alema­
do como por consunción. Lo que anteriormente propor­ nes y polacos. Al desaparecer el mundo bipolar después
cionaba de manera natural cohesión a los ciudadanos, de 1989 las sociedades europeas —y especialmente la
hoy se disuelve a pasos agigantados y de manera impa­ alemana— se vieron de golpe ante la alternativa de re­
rable. Y, evidentemente, la causa de esta consunción se currir al arsenal tradicional de provisión de identidad
sitúa en las instituciones de la sociedad de mercado y o de imbricarse resueltamente en las formas postnacio­
de la democracia liberal misma, que se priva, en detri­ nales de autoidentificación política. Genera incerti­
mento de su estabilidad, de un capital moral que ella dumbre el hecho de que tanto una cosa como la otra
misma no puede producir a partir de sus instituciones. son imposibles: las tradiciones nacionales hace tiempo
En esto se parecería a la gran industria, que en el curso que han perdido sustancia histórica y las tradiciones su-
de su expansión quema recursos fósiles que no puede pranacionales, que también podrían proporcionar iden­
sustituir. Una nueva línea de demarcación en el ámbito tidad, aún no están disponibles.
político surge así a propósito de la cuestión de cómo Y de esta manera ha vuelto de nuevo al centro de
hacer frente públicamente a esta dramática erosión de la política la cuestión de —como dicen los sociólogos—
la solidaridad. Los modelos enfrentados de reacción la forma legítima del «cierre social» del ámbito político.
pueden ser caracterizados por sus posiciones en la dis­ En sentido radical son de izquierdas todas aquellas po­
yuntiva «planificación del consenso versus cultura del siciones que rechazan cualquier forma de cierre social.
conflicto». Correspondientemente, son de derechas las posiciones
Los que apuestan por la planificación del consenso que de nuevo quieren basar las fronteras entre socieda­
estiman imprescindible la existencia de un fondo básico des en la ficción de las diferencias étnicas. Entre estos
dos polos hay posiciones intermedias que proponen li­
de obligaciones comunitarias de carácter prepolítico.
gar prácticas de cierre a criterios «racionales»: la acep­
Defienden la protección de los restos de tradición que
puedan aún subsistir, la sustitución de los valores perdi­ tación de los principios constitucionales de un país, la
capacidad de acogida de un sistema social, la coyuntu­
dos por medio de la cultura política y su reestructura­
ción en términos autoritarios («dirección moral- ra del mercado de trabajo y así sucesivamente.
espiritual»). La «derecha» se ve así tentada a asumir
una dirección autoritaria sobre las condiciones que dan LA ECONOMÍA: MERCADO VERSUS
DEMOCRACIA
sentido a la existencia. Los partidarios, más bien de iz­
quierda, de la «cultura del conflicto», en cambio, consi­
deran que los ciudadanos de sociedades altamente plu­ Desde sus inicios el capitalismo ha ido acompaña­
ralistas, ampliamente secularizadas y con una fuerte do de incertidumbre. En contraste con el orden econó­
incidencia de la inmigración no pueden ser ya obliga­ mico estacionario al que sustituyó, en la misma estruc­
dos a un consenso uniformizador. Desde su punto de tura básica del capitalismo se inscribe el ciclo de
vista los únicos vínculos fiables de la cohesión son los acumulación y crisis. Durante un tiempo hubo motivos
que se crean en el curso de los conflictos que surgen para albergar la esperanza de que la notoria susceptibi­
y que se solucionan por los procedimientos democrá­ lidad a las crisis del sistema podría moderarse decisiva­
ticos. mente. La poderosa expansión de los sistemas de seguri­
dad social y la política económica anticíciclica y
orientada a la «demanda», es decir, a los intereses de
LA POLÍTICA: APERTU RA VERSUS CIERRE los consumidores, hicieron que durante las tres prime­
ras décadas posteriores a la guerra pareciese posible
mantener dentro de límites previsibles la incertidumbre
La política tiene una dimensión espacial. Desde real que anida en el aprovechamiento de las oportuni­
hace algo más de dos siglos esa dimensión es el moder­ dades vitales. Per ya en los años setenta quedó debilita­
no Estado nacional, en cuyo ámbito se autoidentifican da en puntos decisivos la base de funcionamiento eco­
políticamente los ciudadanos. Pero desde hace unas nómico del «capitalismo organizado». En la actualidad
cuantas décadas este marco viene siendo relativizado el paro de masas ha pasado a constituirse en problema
como consecuencia de un conjunto de factores tanto estructural y cada vez resulta menos viable la finan-
objetivos como subjetivos. Los de carácter objetivo in­ cianción de los sistemas de seguridad social basados en
cluyen la articulación económica transnacional de la el principio de cotización y la relación laboral normal.
sociedad mundial, la internacionalización de las urgen­
cias sociales con la proliferación de refugiados de la mi­ La crisis actual es una consecuencia de la reduc­
seria y las limitaciones a la libertad de movimientos ge­ ción del tiempo de trabajo necesario a escala social glo­
neradas por las agencias supraestatales, que bal. Un dato paradójico: el paro masivo, el alejamiento
determinan en un grado cada vez mayor también la po­ de las mujeres, los jóvenes y los viejos del mercado de
trabajo, son las formas de manifestación de una nueva Cuando se habla de «incertidumbre» parece suge­
riqueza social. Esta situación había sido caracterizada rirse que se trata sólo de una fase de transición. Desde
ya por el entretanto casi olvidado Herbert Marcuse me­ los comienzos mismos de la historia escrita tenemos
diante el concepto de «dominio de la abundancia». El constancia de épocas de inseguridad existencial colecti­
espectro económico-político estará protagonizado en va, épocas en las que se hundían viejos modelos inter­
las próximas décadas por conceptos contrapuestos acer­ pretativos mientras las nuevas certezas no se habían
ca de la manera de enfrentarse a este «dominio de la consolidado aún. Lo peculiar de nuestra época postota-
abundancia». De derechas son tendencialmente todos litaria es que ya no se puede contar con nuevas certe­
aquellos programas que se centran exclusivamente en zas. Los totalitarismos del siglo XX, esperémoslo así,
el mercado. Su política social se orienta en función de fueron el último gran intento de fundar una política so­
las exigencias del mercado de trabajo. Se privatizan los bre la base de supuestas certezas. En la era postotalita­
riesgos de empleo y enfermedad, a la vez que se pro­ ria la propia incertidumbre acerca del curso de la histo­
mueve la potenciación de las fuerzas de policía y se ria se ha convertido en centro orientador de la política.
tiende a formas autoritarias de gestión de la pobreza. La democracia es la forma institucional de abordar esta
Por ahora sólo existen algunos elementos prelimi­ incertidumbre reconocida públicamente. Mientras que
nares y dispersos de un enfoque de izquierdas de los las sociedades anteriores se justificaban en el horizonte
problemas del «dominio de la abundancia». En princi­ de preguntas para las que siempre había disponibles las
pio su perfil básico se orientaría a un reparto democrá­ respuestas correspondientes, las sociedades democráti­
tico de la incertidumbre. Por de pronto se trataría de cas se basan en un cuestionamiento institucionalizado
una reducción temporal del trabajo remunerado indivi­ de sí mismas. Su peculiaridad histórica consiste, así, en
dual y de una flexibilización de sus modalidades de eje­ una forma de organización que las aboca a dar respues­
cución. El reparto democrático del tiempo de trabajo tas crecientemente antagónicas a un círculo de pregun­
reducido debería combinarse con la seguridad de una tas imposible de cerrar. □
renta básica no ligada a ninguna condición previa, en­
tendida como derecho ciudadano. Traducción de Gustau Muñoz
E l so c ia lism o
DE LA ESCASEZ
F E R E N C F E H E R
O resulta difícil establecer si un tratado de eco­ que niega la relevancia de la categoría «sustancia»

N nomía política constituye una pieza de


auténtico relieve filosófico o si, lejos de ello,
no pasa de ser un texto académico. La prueba del
y pretende sustentar sus enunciados en la «incerti­
dumbre» del nivel de los fenómenos.

tornasol es simple. La cuestión clave es determinar Quizás el ejemplo más acabado de un fenómeno
si la doctrina en cuestión contiene un «fenómeno nu­ nuclear bien seleccionado se encuentra en la crítica fi­
clear» a partir del cual se deriva orgánicamente el losófica de la economía política elaborada por Marx.
conjunto de la teoría o si, en cambio, se queda en El análisis filosófico de la mercancía y de la producción
un «tratamiento sistemático de todos los aspectos re­ de mercancías, del que se deriva siguiendo pautas casi
lacionados» carente de centro organizador. En el caso arquitectónicas todo el sistema, cumple varias funcio­
de Adam Smith el fenómeno nuclear era la famosa nes a la vez. Suministra una sustancia a su crítica. La
«mano invisible», una metáfora de naturaleza más es­ sustancia de la mercancía, como saben los lectores de
tructural que dinámica. La mano en cuestión no era Marx, es valor, el cual en su bifurcación en valor de
un símil referido al cuerpo humano; más bien desig­ uso y valor de cambio ofrece una base explicativa com­
naba la «mano» de una máquina. Su significado se pleta de toda una civilización, del «capitalismo». Ade­
relacionaba primariamente con la precisión del fun­ más, la mercancía no sólo suministra el principio expli­
cionamiento de la máquina, garante del movimiento cativo estructural de la civilización en la teoría de
automático de la «mano», lo que constituía un fiel Marx, sino que también aporta una visión del funcio­
reflejo del espíritu del siglo de Newton y del maqui- namiento de su dinámica en el mundo moderno. El tér­
nismo, que iba ganando cada vez más terreno. El mino dinámico clave de la interpretación marxiana del
segundo aspecto importante, es decir, que la mano mundo es el «crecimiento de las fuerzas productivas»,
fuese «invisible», implicaba que los principios operati­ una constante histórico-ontológica, que fue durante un
vos del autómata sólo podían ser detectados y formu­ tiempo acelerado, pero posteriormente obstaculizado,
por la generalización de la producción de mercancías,
lados a partir de síntomas derivados, especialmente
de la continua restauración del equilibrio del sistema, por el Mercado. Finalmente, las funciones de una
«filosofía de la praxis» radical así como las de una
constantemente perturbado. En cambio, en Ricardo Kulturkritik igualmente radical se derivan elegante­
el fenómeno nuclear era de naturaleza dinámica: el
mente del fenómeno nuclear. El análisis de la mercan­
crecimiento en tanto que fin-en-sí-mismo de todo el cía sentó las bases de una teoría «científica» de la ex­
sistema. La «economía» como estructura era analiza­ plotación (en la que se apoyan los fundamentos
da por Ricardo exclusivamente desde este ángulo, igualmente «científicos» de la política de lucha de cla­
como promotora o como obstáculo del crecimiento. ses) y de una concepción filosófica del fetichismo de la
Es decir, desde una perspectiva dinámica. A diferencia mercancía, el síndrome cultural central de la moder­
de Adam Smith, Ricardo evitó deliberadamente com­ nidad.
pletar el esquema de «la energía cinética de la econo­
mía» con una teoría filantrópica de los sentimientos La principal debilidad de la crítica de la economía
morales. Con fidelidad al espíritu de la era del «pro­ política del socialismo real ha sido durante décadas pre­
greso», en Ricardo el crecimiento se consideraba casi cisamente su carencia de un enfoque filosófico central,
como un valor religioso; de aquí que no le pareciesen en el sentido de que no identificaba, o identificaba
necesarios principios adicionales para moderar la dura equivocadamente, el «fenómeno nuclear» del análisis.
franqueza de la teoría. Marx se refería precisamente En el debate animado por Lange en los años 30 todavía
a esto cuando hablaba del cinismo de Ricardo. Y era había cierta dosis de espíritu filosófico, debido sobre
esto lo que Stalin «criticaba» tan hipócritamente todo a Elayek, quien vinculada resueltamente la cues­
como inhumano y a lo que contraponía la fórmula tión del mercado versus mercado simulado a la formu­
«humanista» (y totalmente falta de sentido) de la má­ lación alternativa de Mili de las posibilidades del socia­
xima satisfacción de todas las necesidades en el pre­ lismo y el capitalismo, que databa casi de un siglo
tendido debate sobre su escrito Los problemas econó­ antes. El Mili joven aún veía ciertos méritos en las pro­
micos del socialismo en la URSS. En aquella ocasión, puestas socialistas y llegaba a la conclusión de que en
Yaroshenko representaba el espíritu de Ricardo cuan­ la competición entre «capitalismo» y «socialismo» (que
do defendía la aceptación de la teoría de la «produc­ él veía como las tendencias dinámicas de la moderni­
ción por la producción», que en su opinión —y con dad), triunfaría el que ofreciese más libertad. En la dé­
acierto— reflejaba adecuadamente la práctica del so­ cada de los treinta para Hayek no había ninguna duda
cialismo real. En diversas doctrinas económicas de fi­ de que la historia ya había dado respuesta a la cuestión
nales del siglo xvm y principios del XIX, el fenóme­ suscitada por Mili: el mercado proporcionaba libertad,
no nuclear era el trabajo «productivo» (versus el el mercado simulado esclavitud. En este sentido, el de­
«improductivo»), de suerte que la concepción mecani- bate Lange era de naturaleza filosófica, no meramente
cista o cinética de la economía era sustituida por una técnica. Sin embargo, posteriormente, en la obsesiva
sociología moralizante en la que lo realmente impor­ discusión acerca de los aspectos minuciosamente técni­
tante no era el resultado neto cuantificable, sino más cos de la «racionalidad de la planificación» versus ra­
bien los aspectos «socialmente aceptables» de una cionalidad del mercado, el foco del análisis se fue per­
producción creciente. En Keynes el complejo modelo diendo gradualmente, quedando sin identificar o, lo
de fluctuación de precios y salarios más estímulo e que es peor, mal identificado, el «fenómeno nuclear».
intervención del estado cumplía la función de fenóme­ Porque, por varias razones, es desencaminado y factual­
no nuclear, mientras que en el monetarismo de Fried- mente erróneo situar la fuente de la podredumbre en
man era la circulación monetaria fenomenológicamen- la «supresión del mercado» (aunque éste sea el término
te entendida. C uando Friedm an, de m anera clave del diagnóstico en la mayoría de análisis críticos).
desafiante, preguntaba cómo podía definirse el valor Esto es así primero porque la «supresión del mercado,
«genuino» del dólar al margen de los índices de un como veremos, es un término correcto sólo en un senti­
mercado monetario global en constante fluctuación, do dinámico-cinético, pero no en un sentido descrip-
formulaba una pregunta propia de un fenomenólogo tivo-estructural; en segundo lugar porque es un térmi­
no negativo que no puede servir como base explicativa «penuria» es una categoría de «flujo» (de bienes en la
de lo que se arrogaba el rango de «civilización alterna­ corriente de las mercancías producidas). Como tal, la
tiva»; en tercer lugar porque este término no da cuenta «escasez» siempre ha tenido la tendencia inherente a
de la experiencia económica más difundida y regular­ ser transformada de una categoría económica en una
mente sentida del habitante del «socialismo real» (aun­ categoría metafísica. En tiempos premodernos y en la
que teóricamente la explicación estructural o dinámica teoría económica cristiana de los Padres de la Iglesia,
de las vicisitudes del homo sovieticus pueda expresarse la escasez era el símbolo de la finitud humana, mereci­
en términos de ausencia de mercado o de mercado ina­ da por el carácter pecaminoso de la naturaleza huma­
decuado). na. El hecho mismo de que en la mitología cristiana
el trabajo sea un castigo y un acto de continuo arrepen­
En el curso de una conferencia que pronunció en timiento compulsivo confiere su perfil específico a la
1987, Ivan Svitak, el filósofo checo de la Primavera escasez en esta concepción. En contraste, en las condi­
de Praga, en el exilio, manifestó con un deje inconfun­ ciones modernas la fuente de la escasez se situaba en
dible de envidia que Hungría era una superpotencia la infinitud de la Naturaleza y los limitados medios hu­
en el campo de la teoría. Si este cumplido tiene alguna manos para dominar y explotar los recursos naturales.
justificación, en todo caso se debe a los esfuerzos de Aquí prevalecía, empero, normalmente una actitud
los teóricos de oposición húngaros que nunca reduje­ opuesta y fundamentalmente optimista. (Aunque siem­
ron la discusión en torno a las «disfunciones de la pre ha habido excepciones: la manera en que Kant fun­
economía socialista» a un mero análisis tecnológico damenta el conocimiento humano puede interpretarse,
del «funcionamiento fluido del sistema de mercado». en lo relativo al problema que se discute, como una ad­
En los trabajos de los teóricos húngaros se identificó vertencia de que siempre y en todo caso existe un limes
finalmente el «fenómeno nuclear» de una economía frente a los esfuerzos humanos). El optimismo de la
política del «socialismo real». Podemos ahora enten­ modernidad en relación a la escasez lo representa por
der por qué Stalin rechazaba con tanto histerismo el antonomasia la esperanza (o vanidad) fáustica en la ca­
sesgo ricardiano un punto infantil de un economista pacidad de trascender todos los límites y abolir todo gé­
desconocido, por qué le contraponía su tesis —aún nero de escasez (económica, epistemológica, emocio­
más infantil— de la máxima satisfacción de todas las nal, etc.).
necesidades —y todo ello en medio de la miseria más
abyecta de la población soviética. El fenómeno nu­ Lo que se pasa por alto o se oculta «fetichística-
clear de una economía crítica del «socialismo real» mente» en ambas aproximaciones a la escasez es el re­
es la escasez como control (sobre las necesidades hu­ conocimiento de que ésta no es ni de origen divino ni
manas), donde la escasez tiene un triple significado. una constelación «natural» independiente del esfuerzo
En primer lugar, constituye el objetivo principal de humano, un aspecto meramente externo de la condi­
los esfuerzos socialistas que revisten la forma de una ción humana; por el contrario, está estrechamente rela­
orgullosa ambición de eliminar la escasez como tal del cionada con la miseria o la potencia de las capacidades
ámbito de la experiencia humana, lo que era el telos humanas. En las condiciones premodernas, la inexis­
de la economía socialista como tal. En segundo lugar, tencia o, en todo caso, la precariedad del conocimiento
sin embargo, esto demostró ser un telos inalcanzable científico exponía al género humano, indefenso, a las
y la escasez no sólo siguió definiendo el horizonte iras de la Naturaleza, reduciéndolo a un nivel económi­
meta-físico del socialismo, sino que fue vivida como co de mera subsistencia. En esta situación, la «escasez»
un perpetuo y abrumador ciclo de estrecheces, en una parecía la eterna compañera del peregrinar humano, si
palabra, como sufrimiento por la población. En tercer bien en el mundo premoderno había amplios contin­
lugar, como fiasco y causa de la irritación y la rebe­ gentes con estilos de vida protegidos de la escasez; de
lión popular, fue mensaje de condena y memento morí hecho, más protegidos de ella que en el moderno. Pues
para el aparato dominante, por lo que debía sumergir­ una de las singularidades de la dialéctica hegeliana del
se en un estrato profundo del inconsciente colectivo amo y el esclavo era que el amo, la persona que domi­
a fin de que pudiese sostenerse su arrogante creencia naba y nunca trabajaba, no vivía en la escasez. La ob­
en su propia misión histórica. servación de Marx acerca de que el estómago es el lími­
te último a la satisfacción quería decir, por una parte,
que «la palabra del estómago» era limitada y vulgar por
LA ESCASEZ, LAS NECESIDADES Y EL su facilidad para ser satisfecha y, por otra, que podía
MERCADO efectivamente satisfacerse. En el último sentido, el
mundo de aquellos cuyos estómagos están satisfechos
Escasez es una categoría demasiado amplia para hasta un límite más allá del cual no es posible la vida
servir como fenómeno nuclear interpretativo de la teo­ humana, no pertenece al dominio de la escasez. Pero
ría de cualquier tipo particular de economía, pues to­ por la misma razón tampoco pertenece al futuro.
das las organizaciones económicas tienen como finali­
dad hacerle frente. Si la «Naturaleza» ofreciese más de El «progreso» y el «trabajo» han trasladado la es­
lo que necesitamos en cualquier momento dado y lo hi­ casez a la vida de los modernos en dos sentidos diferen­
ciese regularmente y de forma ya lista para su uso, no tes. El «progreso» prescribe que hemos de estar eterna­
habría producción ni economía. Por tanto, en lo que mente insatisfechos con nuestra actual condición y
sigue se va a utilizar el término «escasez» en un sentido que, por tanto, nuestras necesidades (nuestras funcio­
más especificado. Además, hay que distinguir clara­ nes imaginarias) se adelantan permanentemente a lo
mente las categorías de «escasez» y de «penuria». La que la ciencia y la tecnología puedan ofrecer en térmi­
principal distinción entre ambas es que «escasez» es un nos reales. Es en el sentido de este estado de progreso
fenómeno (y una categoría) de limes (el límite a los es­ eternamente insatisfecho e imposible de satisfacer que
fuerzos humanos para alcanzar la abundancia o la ple­ las necesidades actúan como aguijón y estímulo del de­
na satisfacción, la línea de frontera más allá de la cual sarrollo científico y tecnológico. El «trabajo», por otra
se sitúa el cuerno de la abundancia, al que siempre se parte, crea una versatilidad de necesidades para las que
aspirará aunque nunca será alcanzado); mientras que el estómago ya no puede ser el límite absoluto y en las
que es un imperativo el cálculo y la «contabilidad» per­ castigo metafísico por esa combinación que ofrecen
sonales (que tienen como objeto los propios recursos, nuestros insaciables deseos y limitadas capacidades,
activos, energías y tiempo). No obstante, la contabili­ como un principio elegido, «libre», de la motivación
dad y el cálculo son en sí mismos signos de escasez. En económica. Esto sucede primariamente al presentar la
principio, la escasez podría ser expulsada de la vida de escasez autogenerada como una motivación antropoló­
los modernos en forma de un bloqueo permanente de gica necesaria del homo oeconomicus, algo que debe
la imaginación «progresiva» (el ritmo al que avanza la ser internalizado y aceptado para que el individuo sea
satisfacción de necesidades) derivado bien del estableci­ «normal». La modernidad capitalista desdeña el cuerno
miento permanente de una dictadura sobre la articula­ de la abundancia, la vieja utopía de la Edad de Oro en
ción de las necesidades o, algo de un radicalismo muy la que la naturaleza «rinde» y nosotros consumimos
superior, de un tipo de lavado de cerebro más formida­ pasivamente. La ética protestante es la dimensión moral
ble que el practicado por el totalitarismo: por ejemplo, fundacional del capitalismo, en el sentido de que nin­
a través de la transformación del código genético. guna comida es gratis y debemos hacer arduos esfuer­
zos para conseguir cualquier cosa. Difícilmente puede
Por otra parte, la penuria, como categoría de «flu­ caber duda de que la hazaña histórica de convertir en
jo», es demasiado concreta y pragmática como para sedentaria a una humanidad nómada y errante, de pro­
darle una entidad metafísica. Es el resultado típico del piciar la transición del campo a la ciudad, de transfor­
Mercado Universal. Cuando la producción de mercan­ mar un mundo abrumadoramente agrario en un uni­
cías y el valor de cambio se generalizan y dominan el verso urbano de predominio industrial, sólo pudo
mundo, el «mercado» deviene ubicuo y simbólico en el llevarse a cabo haciendo de la escasez un estímulo, un
sentido de que está en todas partes pero ya no está vin­ resorte económico. Esto implicaba que se promoviese
culado a ningún espacio físico concreto. La «ubicui­ por todos los medios un incesante aumento de las capa­
dad» tiene un precio: desde el momento en que el com­ cidades creativas humanas en tanto que principio y
prador ya no es percibido de manera física-directa, hay práctica positivos que el socialismo heredaría del capi­
siempre cálculos erróneos a la hora de identificar las talismo y asimilaría acríticamente en su propio univer­
necesidades solventes. Es este cálculo erróneo el que so, igualmente fáustico, de imaginación política y so­
causa sobreproducción de un lado y penuria de otro. cial. Implicaba asimismo el desarrollo de casi todas las
No obstante, el mercado tiene la elasticidad suficiente principales enfermedades culturales de la humanidad.
para, apoyándose en un grado mínimo de intervención El culto a la victoria sobre la escasez por medio de la
externa, ajustarse a la situación causada por sus pro­ hipertrófica generación de capacidades tecnológico-
pias percepciones erróneas de las necesidades, de tal productivas y la histérica aceleración de su ritmo ha
manera que puede eliminar las penurias. El mercado originado las neurosis del trabajo, las patologías de la
universal es, por tanto, no una negación sino antes bien sed de ciclos de consumo material sin límite y de un
una postulación de la escasez (a través de categorías in­ poder ilimitado.
herentes a un sistema de mercado dinámico como creci­
miento, progreso tecnológico, necesidades que avanzan Pero hay una patología cultural específica, particu­
por delante del estado actual del desarrollo técnico); larmente peligrosa, que no es fruto de la victoria sobre
pero el mercado es, o debería ser en condiciones «nor­ la escasez. Al contrario: fue precisamente en oposición
males», una negación de las penurias. a ella por lo que se inventó el culto anti-escasez. Se tra­
En tanto que fenómeno económico par excellence ta del ennui. El impulso fáustico anti-escasez de la pro­
la escasez aparece como la confluencia de dos tenden­ ducción capitalista se puso en marcha con el objeto de
cias. La primera es la transformación de economías es­ luchar contra la inercia de la saciedad fácil y perma­
táticas y de reproducción no ampliada en economas en nente, que es una aguda amenaza contra la civili­
constante crecimiento (el cual, como señaló Michel zación.
Henry, fue posibilitado por la conjugación del motivo
del beneficio con la «máquina de ciencia-tecnología» Quienes peroran incesantemente contra la intensi­
del tipo de Galileo); la segunda es el reconocimiento de ficación capitalista de la productividad del trabajo
las libertades universales y su inserción en el ámbito como explotación así como contra la religión del consu­
económico. El hecho de que en principio deben tomar­ mo y quienes, no sin razón, ponen de manifiesto las de­
se en consideración como derechos potenciales las ne­ formaciones morales y psicológicas que se siguen de
cesidades de todos y, por tanto, como guías de la «pro­ esta tendencia, suelen olvidar el peligro opuesto, de al­
ducción social», en su mayor parte cuando se trata de cance y profundidad parejas, a saber: el tedio social ge­
necesidades solventes, pero en ocasiones también cuan­ neralizado con su síndrome concomitante, y alarmante­
do no lo son (asistencia sanitaria), intensifica el (reco­ mente destructivo, que es la gran extensión de la
nocido) aspecto ligado a las necesidades, la demanda y adicción de masas. El olvido de este peligro opuesto es
las expectativas de la economía moderna hasta tal pun­ tanto más sorprendente en la medida en que vivimos
to que la «máquina de ciencia-tecnología» no orientada en una época en la que esta cuestión ha pasado a pri­
al beneficio puede mantenerse al nivel de su ritmo mer plano de la actualidad en los países con las econo­
autoacelerado. mías capitalistas más desarrolladas. El anticonsumismo
radical de los movimientos de los años sesenta cuestio­
Quizás el rasgo superior más importante de la or­ naba la motivación ordinaria del trabajo en una econo­
ganización capitalista de la economía en comparación mía capitalista-consumista con gran elocuencia y pene­
tanto con tipos anteriores de economía como con su ri­ tración crítica, pero era incapaz de ofrecer cualquier
val moderno, el socialismo de estado, haya sido la elás­ alternativa. El culto al éxtasis artificialmente inducido
tica y múltiple propensión a transformar la escasez y el cuestionamiento relacionado de las motivaciones
autogenerada (en sí misma un minus, una laguna) en para trabajar, así como el ennui, que emerge en masse
un principio positivo, en una sobresaliente fuerza pro­ en este vacío, están estrechamente interrelacionados.
pulsora dinámica del sistema. En cierto sentido, el sis­ Actualmente el culto al éxtasis artificial ha rebasado
tema económico capitalista ha hecho el milagro de pre­ ampliamente los círculos de intelectuales críticos y se
sentar a la escasez, la eterna maldición ontológica, el ha convertido en algunos países, especialmente en Esta­
dos Unidos, en una enfermedad popular, si bien conti­ en valores de uso concretos. El giro socialista, por tan­
núa siendo percibido como una materia sujeta a trata­ to, implica la liberación-excavación de una naturaleza
miento técnico-legal, y no como un síndrome cultural humana «natural» (cuya expresión material sería el
que emerge de las ruinas de la ética protestante del tra­ agregado de valores de uso) de la sofocante costra de
bajo. El culto actual es una reacción, y una falsa tera­ la naturaleza humana histórica y reificada de valores
pia, al tipo de tedio que produce el cuerno de la abun­ de cambio o mercado universal. Una vez suceda esto,
dancia antes de la saciedad y un estado de parálisis se alcanzará la abundancia auténtica en el sentido,
autoinducida de aquellos que no creen ni en la posibili­ muy simple, de que por primera vez en la historia la
dad de saciarse ni en que valga la pena el esfuerzo de producción se organizaría en vista a la gama «genui-
hacerlo. Representa el final de la ética protestante del na», aunque limitada, de valores de uso (y no en fun­
trabajo y plantea un dramático desafío al funciona­ ción de los valores de cambio y el beneficio); y además
miento apropiado de la economía capitalista (pero tam­ porque, también por primera vez en la historia huma­
bién de la civilización tal como la conocemos). na, esos valores de uso se podrían producir en cantidad
suficiente para dar plena satisfacción a las necesidades
El socialismo cuestiona la estructura económica humanas «naturales». Como resultado, en el escenario
capitalista precisamente en lo referente a la escasez, for­ de Marx la cuestión social no quedaría sencillamente
mulando una argumentación en tres niveles. Primero, «resuelta» (lo que sería el pedestre «fin de la historia»);
el socialismo afirma que la aceptación de la escasez quedaría «abolida», suprimido su espacio en la Histo­
como un dato ontológico que no puede ser eliminado ria. Al mismo tiempo, este giro de tanta envergadura
de la vida humana es un mero vestigio religioso de la sacaría a la luz de entre los escombros del mercado uni­
«ideología» del capitalismo; esta es la razón por la que versal el principio real de la racionalidad económica, el
el «hecho» de la escasez es un fundamento tan básico del Trabajo General. Su sola sustancia es el tiempo ne­
de la ética protestante del trabajo. Ahora bien, el pano­ cesario para su reproducción en términos de la cual
rama será totalmente diferente en un orden social co­ puede ser planificada la reproducción social y por tanto
nectado con la ciencia liberada del motivo del benefi­ el futuro.
cio. En segundo lugar, los socialistas siempre han
afirmado, acertadamente, que en la valoración positiva Frente a esto, los autores del libro, críticos de
de la escasez por la ideología dominante del capitalis­ Marx, blanden los siguientes contra-argumentos. La
mo hay una inconfundible hipocresía: quienes exaltan posición de Marx, en primer lugar, implica una inadmi­
las virtudes de la escasez no saben lo que es la falta per­ sible naturalización de los valores de uso. En realidad,
manente o la penuria de las mercancías básicas necesa­ los valores de uso «están en la historia», lo mismo que
rias para una vida confortable. Finalmente, los socialis­ los medios para producirlos y obtener satisfacción de
tas siempre han asegurado que ha llegado el momento ellos. La producción de los complejos valores de uso de
en la modernidad, en esta era de revoluciones políticas, la modernidad es un proceso extremadamente costoso,
sociales y tecnológicas, de que se haga efectiva la vo­ drásticamente distinto de la simplificadora presenta­
luntad potencial y política de resolver o abolir «la cues­ ción que hace el Marx «naturalista». En segundo lugar,
tión social», que no es otra cosa sino la escasez experi­ Marx comete también el error inverso del tipo de los
mentada como agravio por la inmensa mayoría. que él criticaba acerbamente en los «economistas bur­
gueses»: al discutir las fuentes de la riqueza, ignoraba
lEs posible una economía política crítica? describe la Naturaleza; en su presentación la riqueza fluye tan
el desafío teórico más complejo a la escasez: el de sólo del manantial del trabajo. Si Marx hubiese tenido
Marx. Según los autores de este libro, el enfoque de en cuenta seriamente la Naturaleza, esto es, el carácter
Marx se basaba en un dilema inherente desde el princi­ no inagotable de los recursos naturales, si hubiese teni­
pio. Con la distinción teórica entre valor de uso y valor do en cuenta la dificultad de sustituir un recurso natu­
de cambio Marx, según se afirma, introdujo en su siste­ ral por otro y este tipo de cuestiones, habría sido cons­
ma la tensión entre lo natural y lo sociohistórico: el va­ ciente de los obstáculos a la abundancia y de la
lor de uso remite a la «naturaleza» (los humanos, «por complejidad de la tarea de producir la gama supuesta­
naturaleza», tienen una gama limitada de necesidades mente limitada de valores de uso que son necesarios
que pueden ser satisfechas por medio de una gama (con sólo una cantidad mínima de variantes históricas)
igualmente limitada de «satisfactores naturales» o valo­ para dar satisfacción a las necesidades humanas «ge­
res de uso), mientras que el valor de cambio remite a rminas». Sin embargo —prosiguen los críticos— aun si
la Historia. Hasta el advenimiento del capitalismo el al­ aceptamos las premisas de Marx y consideramos el tra­
cance y volumen de la producción humana era dema­ bajo como la única fuente de la riqueza, no por ello
siado limitado para producir una cantidad suficiente de sería posible la abundancia sin límites y el final de la
satisfactores; la «naturaleza humana» quedaba confi­ escasez. El limite último es la escasez de tiempo de tra­
nada en la prisión de una Historia que tenía limitada bajo, dado que en cada momento sólo existe una canti­
potencialidad. Pero con las múltiples revoluciones de la dad limitada de personas que pueden realizar tareas
producción capitalista aparece la posibilidad abstracta productivas durante un tiempo asimismo concreto y
de la abundancia, de la satisfacción de todas las necesi­ dado, es decir, limitado; y esta suma de portadores de
dades humanas con valores de uso. El hecho de que se tiempo de trabajo se enfrenta a una Naturaleza ilimita­
haya quedado precisamente en eso, en una posibilidad da e inagotable. Pero éste es, de hecho, un argumento
abstracta, se debía a la circunstancia de que el mercado inadecuado, porque acepta implícitamente la posición
universal y ubicuo, que fue el propulsor esencial de la metafísica-precrítica de Marx y deriva de ella una con­
revolución de la producción pero que también «reifica- clusión que es invariablemente falsa. El Tiempo de Tra­
ba» los resultados de esta producción, producía valores bajo —o los concretos y limitados agentes de la produc­
de uso sólo para necesidades solventes, es decir, sólo ción que disponen de un tiempo de trabajo limitado y
aquellos objetos que podían servir como valores de su suma— jamás se enfrenta a la Naturaleza Ilimitada
cambio al mismo tiempo. Una naturaleza humana «rei- en tanto que tal, que es la Cosa-En-Si, esto es, inaccesi­
ficada» (e historicista) de valores de cambio recubre y ble para ellos. A lo que se enfrentan es a la naturaleza
anula la naturaleza humana «real» (natural) encarnada concreta y limitada, tal como la configuran las ciencias
Foto V. Schustow, Nikita Krustchef maig de 1964

naturales concretas y dadas, y se enfrentan a ella a tra­ «naturaleza para nosotros»— es la excepción más que
vés de la mediación de la tecnología en el nivel concre­ la regla). La conclusión última es que la propuesta mar-
to en que se sitúe. En esta confrontación ninguno de xiana de una economía basada en la contabilidad del
los actores es ilimitado. Normalmente, van a la par tiempo de trabajo puro, con exclusión de las mediacio­
—entre otras cosas también en el sentido de que los nes del mercado, es una completa imposibilidad.
agentes del trabajo tienen una cantidad suficiente de
tiempo de trabajo disponible «en la mano» para resol­ Los laberintos de la posición de Marx, al igual que
ver el problema particular que plantea la «Naturaleza», los de su brillante y elaborada crítica, sólo nos interesa­
es decir, la ciencia y la tecnología. (Un escenario en el ban para demostrar que ni la «causa» (el lugar estructu­
que un problema científico ya resuelto teóricamente no ral) ni la función de la escasez en las dos economías
pueda ser trasladado a la tecnología —un fragmento de modernas en concurrencia pueden ser adecuadamente
«naturaleza para sí» que no puede ser transformado en comprendidas en términos de la metafísica marxiana.
Debemos mirar en direcciones diferentes. La primera na de la ciencia-tecnología». Ni siquiera la población
consideración es por fuerza negativa: en oposición a actual de la tierra, tan enormemente acrecentada, está
una premisa ampliamente compartida, en la economía condenada a vivir en el límite de la supervivencia bioló­
moderna la «causa» de la escasez no es «natural». La gica, y si bien es cierto que hay grupos numerosos que
prueba mayor de este aserto es el fiasco malthusiano. siguen estando condenados a ello, no es difícil encon­
En la actualidad superamos varias veces el nivel de la trar una explicación social de esta situación. Además,
predicción malthusiana acerca del crecimiento de la po­ como se ha señalado, la escasez se ha transformado en
blación y, sin embargo, producimos una cantidad más la producción moderna en un telos (en el objetivo de
que suficiente de alimentos para atender a la supervi­ producir mañana todos los objetos que se encuentran
vencia de la humanidad. Si hay hambre en el mundo, hoy en la imaginación social artificialmente generada
está originada por el hombre mismo, no está causada y que aún no hemos producido). La escasez actúa tam­
por la «escasez natural». El argumento de la escasez, bién como motivación colectiva y personal: por prime­
tan típico del siglo XIX, está desapareciendo también ra vez en la historia la victoria sobre la escasez parece
de la propia argumentación ecologista: hoy por hoy, la una propuesta factible; el trabajo, por tanto, aparece
cuestión no es tanto «el agotamiento de los recursos na­ como un modo de vida remunerador. Este tipo de moti­
turales» como, más bien, que violentamos, contamina­ vación puede conjugarse o no con la parafernalia habi­
mos y destruimos la naturaleza. La «causa» de la esca­ tual de la ética protestante del trabajo, pero parece ha­
sez es, por consiguiente, artificial. El lugar estructural ber funcionado eficazmente durante bastante tiempo y
de la escasez en el mundo moderno lo ha creado la teo­ sólo en la actualidad muestra síntomas de crisis inter­
ría y la práctica del «progreso» y la necesidad de dina­ na. Empero, la escasez, como se ha subrayado, nunca
mismo. Heidegger estaba orgulloso de que su filosofía se vence definitivamente; antes bien, se perfila de nue­
estuviese exenta de la principal enfermedad de la filoso­ vo artificialmente. «Artificial», en este contexto, no in­
fía moderna, la «imaginación tecnológica»; y sin em­ dica algo «ajeno a la naturaleza del mundo moderno»;
bargo su lema, «todo comienza con el futuro», es la más bien describe el mundo moderno, que es, en con­
máxima de la producción moderna. En función de la traste con el premoderno, un orden «no natural». Pues
producción, tanto como en otros sentidos, la moderni­ la modernidad se alimenta del ciclo siempre expansivo
dad está estructuralmente proyectada hacia el futuro, de «producir escasez-producir para vencer la escasez-
del que se presume que es mejor, más rico, más grande, reproducir la escasez». Es este ciclo el que aporta moti­
más confortable, más pleno de los milagros de la cien­ vación para la producción, hace al espíritu humano in­
cia y la tecnología que el presente. Esto no es mera mune al tedio autodestructivo y mantiene atareada a
«ideología» que pueda ser abandonada a voluntad. La la creciente población del planeta; es este ciclo y no
fe en el progreso, la orientación al futuro y la búsqueda cualquier cantidad ficticia de bienes que exceda a la
del dinamismo («el carácter revolucionario») son condi­ cantidad planificada de necesidades, ni tampoco algún
ciones esenciales para que la modernidad prosiga su estático cuerno de la abundancia, lo que garantiza la
existencia altamente no natural. La percepción de supervivencia y la relativa buena salud del mundo mo­
Fausto era correcta: al pronunciar la fórmula «Perma­ derno. El criterio principal de la factibilidad interna de
nece todavía un momento, eres tan hermoso», cuando los dos sistemas rivales era, por consiguiente, no tanto
lo que desea es detener el curso ascendente, se socava el resultado cuantitativo de la producción masiva lleva­
la propia vida como proyecto, como arquetipo de lo mo­ da a cabo en cada uno de ellos, como —más bien— la
derno. Pero sólo si detenemos el momento, si hiberna­ cuestión de cómo podían enfrentarse sus economías
mos las necesidades del presente y las interpretamos respectivas a la escasez.
como «eternas» y «naturales», sólo entonces podremos
poner fin a la escasez porque sólo entonces podremos Para entender el éxito del capitalismo frente a la
producir para las necesidades del presente. Pero en un escasez debemos valernos de las importantes categorías
sentido más profundo, incluso esto es imposible, por­ de penuria «vertical» versus «horizontal» introducidas
que la necesidad de perpetua trascendencia del presente en el discurso por el magnum opus de Janos Kornai.
está inscrita en la «institución del imaginario social» de La penuria de bienes aparece como vertical cuando la
los modernos. Y debido a esta sola, pero crucial, necesi­ población, cuya imaginación ha sido dirigida a cierto
dad, únicamente podemos producir en la medida en tipo de consumo pero no puede encontrar los objetos
que nosotros mismos postulemos la escasez. Porque sin apropiados, considera que aquélla es estructural, que
hipostasiar el futuro como más progresivo en el sentido ha sido causada por el propio sistema y atribuye la cul­
de más grande, más rico, etc., que el presente y sin en­ pa de lo que sucede a los responsables del mismo. Preci­
tender el presente como cargado de escasez precisamen­ samente porque la imaginación moderna dominante
te en el sentido de que no es el futuro, no hay produc­ implica que tanto la escasez como los antídotos a ella
ción m oderna, ni innovación tecnológica, ni son obra humana, y no un destino natural, si persisten
motivación para trabajar. las penurias verticales y si llegan a convertirse en rasgo
característico de un entramado social, entonces prevale­
La escasez aparecía en todos los tipos premodernos ce un sentimiento dominante de irracionalidad. Por el
de producción como el límite ontológico, en forma de contrario, si la penuria es horizontal, resulta posible ha­
hambres masivas y recurrentes, plagas y catástrofes na­ llar regularmente remedio en el mismo nivel en el que
turales frente a las que no existía protección de ningu­ aparece ésta (puede que no se encuentre una mercancía
na clase. Durante la mayor parte de la historia de la que determinada en una tienda, pero sí en otra). La satisfac­
tenemos constancia el sino de la mayoría de los huma­ ción horizontal puede ser hipotética, no real, pero la
nos ha sido permanecer en el límite mismo de la mera gente debe tener confianza en que la eliminación de la
supervivencia biológica. Todo esto parecía debido a la penuria (satisfacción de necesidades) es horizontalmen­
Naturaleza, a un poder ajeno y superior a nosotros, te posible en cualquier momento en que lo desee.
frente al que nada podía hacerse. Sin embargo, la mo­
dernidad alteró drásticamente el estatus de la escasez El capitalismo ha conseguido presentar la inmensa
al combinar una organización económica universal, mayoría de las penurias que se dan en él como horizon­
orientada al beneficio y al crecimiento, con la «máqui­ tales, esto es, como susceptibles real o hipotéticamente
de eliminación trasladando a otro punto la búsqueda de una meta-autoridad) sería tachado de la lista de bienes
los bienes, aun en aquellos casos en que la penuria (por socialmente necesarios. El segundo implicaba una eva­
ejemplo, la oferta insuficiente de atención de salud en luación cuantitativa: todo aquello que continuase sien­
muchos países) era realmente «vertical». Esto ha sido do reconocido como socialmente necesario había de ser
así por dos razones. En primer lugar, la «producción producido exactamente en la cantidad precisada para la
sólo para necesidades solventes» puede que sea un prin­ satisfacción de las necesidades o, en otras palabras, en
cipio socialmente injusto, tras el cual se oculta todo un la cantidad necesaria para eliminar completamente la
cementerio de anhelos, deseos y apetencias insolventes, escasez. De esta dogmática afirmación acerca de la po­
y por tanto malogrados. Pero al menos hace posible el sibilidad de eliminar totalmente la escasez se derivaban
cálculo y la contabilidad («racionalidad instrumental») tres tendencias negativas. En primer término, en justo
hasta el punto que las penurias ocasionales se quedan castigo a su arrogante e infundado absolutismo, el so­
en un nivel horizontal y raramente aparecen como ver­ cialismo de estado tenía que renunciar a las ventajas
ticales y estructurales. La sensatez y la inclinación an­ del manejo positivo de la escasez que el capitalismo
tiutópica del capitalismo, en otros aspectos problemáti­ puede movilizar en su propio beneficio. Por supuesto,
ca, resulta rentable en este sentido: mientras que las una incesante y huera retórica acerca de las dificultades
necesidades insolventes son calificadas de quiméricas y de superar el atraso histórico heredado, el legado de in-
su expresión se considera «vanas utopías», las necesida­ fradesarrollo industrial, emanaba constante y copiosa­
des solventes son reconocidas, la producción se orienta mente de las bocas de los actores políticos. Esto estaba
a ellas, son elevadas al nivel de «única realidad», y las fuera de lugar, pues la escasez en el sentido del presente
penurias que aparecen en el proceso de su satisfacción análisis no tiene nada que ver con la infraindustrializa-
quedan en un nivel efectivamente horizontal. En se­ ción y el atraso económico; es una constante
gundo lugar, el antiutopismo escéptico del capitalismo estructural-ontológica de la producción moderna, diná­
hace posible un cierto grado de franqueza que el socia­ mica y orientada al crecimiento, también en los países
lismo absolutista autocensuraba y suprimía neurótica­ industrialmente desarrollados. Pero mientras los llama­
mente: en lo que se refiere al crecimiento, puede admi­ dos handicaps del subdesarrollo eran constantemente
tirse abiertamente que crea un cierto tipo de enfatizados por los aparatos comunistas (y utilizados
estimulante escasez. Es esta aceptación lo que hace que como excusa para la incompetencia y el terror sistémi-
la producción estructural, superación y reproducción cos), se descartaban a la vez, y siempre, los aspectos re­
de la escasez aparezca en una sociedad de mercado levantes de la escasez para el socialismo como tal. En
orientada al bienestar como penuria horizontal, no ver­ segundo lugar, los socialistas vinculaban el final de la
tical. Por consiguiente, es vivida como tensión y estí­ escasez a la producción de una cierta cantidad, arbitra­
mulo, por mucho que pueda, y en ocasiones deba, re­ riamente fijada, de bienes, en vez de admitir que la úni­
sultar penosa. ca solución lógicamente concebible habría sido la limi­
tación del sistema dinámico de necesidades del hombre
El socialismo de estado abordaba la cuestión cen­ y la mujer modernos (así como la internalización por
tral de la escasez con la firme intención de resolverla su parte de esta limitación). Esto era mucho más que
de una vez y para siempre. Todas las promesas esencia­ un error lógico. Su fruto fue el tipo más extraño y, en
les del socialismo se vinculaban con la premisa de la términos de consecuencias prácticas, más devastador,
abolición total de la escasez. En un nivel pedestre, pero de fetichismo de la mercancía en una sociedad cuyos
altamente popular, la escasez se presentaba como la padres fundadores en el campo teórico habían descu­
«cuestión social» y el socialismo se comprometía a bierto el síndrome del «fetichismo de la mercancía» y
aportar la solución final a la cuestión social. Al mismo lo habían condenado en los términos ms severos po­
tiempo, esta proeza parecía ser un punto de honor para sibles.
los socialistas, especialmente porque el capitalismo,
este modo de producción revolucionario, aparentemen­ Tomemos la extraña cuestión de la llamada restric­
te era incapaz de realizar sus propios sueños fáusticos ción presupuestaria débil en la economía del socialismo
relacionados con el advenimiento de la sociedad de la de estado. El término lo acuñó Kornai y resulta esclare-
completa abundancia. Pero además la tarea parecía fá­ cedor. Se refiere al sistema de protección estatal que ga­
cil de realizar, no sólo a los ojos de Marx, sino a los rantizaba la supervivencia de las empresas con inde­
del socialista medio. La industrialización capitalista ha­ pendencia de sus resultados económicos. No hace falta
bía creado, de acuerdo con la convención más general, decir que este sistema echa a perder cualquier tipo de
el equipamiento suficiente para dominar la naturaleza. racionalidad económica. Kornai señala asimismo, acer­
Los hombres y mujeres modernos no estaban condena­ tadamente, que este régimen no sólo es profundamente
dos a la escasez por causa de la hostilidad y la usura irracional, sino que genera también una especie de desi­
de la naturaleza. El único obstáculo era un mal sistema lusión histórica en todos aquellos que, siguiendo los
social llamado capitalismo. Pero esto podía enmendarse pasos de Max Weber, no esperaban milagros del socia­
con un gesto político: con la revolución proletaria. lismo de estado, no esperaban desde luego el cumpli­
miento de sueños mesiánicos del tipo del «fin de la alie­
Los socialistas, incluidas sus mentes más esclareci­ nación», pero sí tenían una expectativa específica
das, se han preocupado muy poco por el dilema inhe­ asociada a él, el cumplimiento del programa schumpe-
rente a su proyecto, a saber, por el problema de que si teriano de la «destrucción revolucionaria» de todos los
la escasez puede realmente ser completamente abolida, elementos de atraso en la producción moderna. Schum-
entonces el crecimiento, y la dinámica de la moderni­ peter entendía que el capitalismo, con su característica
dad en general, serían también abolidos. Creían que te­ falta de sentimentalismo hacia los idílicos encantos del
nían una respuesta teórica a esta cuestión: la planifica­ pasado y cualquier otra cosa que no rinda beneficios
ción, la cual, en su presunta superioridad sobre el o sea ineficiente, destruiría cualquier sector concreto o
cálculo del mercado, implicaba dos actos en principio tipo de producción que no se ajustase a los requeri­
simultáneos. El primero, de selección racional o de con­ mientos y expectativas modernas. Por implicación, el
trol: todo lo que hubiese sido producido «superflua- socialismo de estado, que no siente ningún respeto por
mente» en el pasado (en términos de la racionalidad de la única cosa a la que rinde culto el por lo demás irreve­
rente capitalismo, es decir, la propiedad privada, se su­ pas de cualquier catástrofe a la nomenclatura era un
ponía que destruiría de modo literalmente revoluciona­ justo castigo por sus grandilocuentes pretensiones y
rio aquellas unidades de producción que se satisficieran promesas. Finalmente, la combinación de la ubicua pe­
los criterios modernos bajo el capitalismo. Cuando nuria «vertical» con las promesas de traer el reino de
Max Weber hablaba del posible papel racionalizador de la abundancia ilimitada, la creación simultánea de un
un socialismo de estado burocrático seguramente esta­ sistema de derroche y de abastecimiento insuficiente,
ba pensando en esta actividad radical de limpieza. Le­ desembocó en una atmósfera de absoluta irracionali­
jos de ello, durante setenta años ha imperado un régi­ dad. La sociedad que había prometido guiar a la huma­
men económico que si por un lado no albergaba el más nidad a una era de suprema racionalidad aparecía en
mínimo reparo filantrópico a la hora de reimplantar el la conciencia de sus súbditos como un manicomio espe­
trabajo esclavo a escala de millones y millones de hom­ cialmente trastornado. Por tanto, el socialismo de esta­
bres y mujeres deportados, por otro otorgaba sentimen­ do sufrió su más importante derrota en esta área cen­
talmente su protección a factorías y empresas que fun­ tral de la economía moderna. En lugar de eliminar
cionaban con una tecnología primitiva y en base a completamente la escasez, la aumentó con su histérica
lunáticos criterios de coste-eficiencia. La única función e inhumana búsqueda del crecimiento rápido, su irra­
revolucionaria, la destrucción en sentido schumpeteria- cional sistema de cálculo económico y su tiránica so­
no, que este tipo de régimen podía haber cumplido (en breprotección de unidades de producción ineficientes.
cuyo caso habría podido al menos dejar un legado tec­ La escasez, que estaba desapareciendo rápidamente se­
nológico positivo), nunca se verificó. No parece que gún la propaganda oficial, se convirtió en la experien­
haya otra explicación para este extraño fenómeno que cia humana fundamental en el socialismo de estado,
lo que hemos denominado más arriba el fetichismo de bajo la destructiva forma de penurias ubicuas y perma­
la mercancía del socialismo de estado. Dado que para nentes, como fuente de sufrimiento y nunca como fuer­
la nomenclatura la producción de cantidades crecientes za motivadora de la actividad productiva.
de bienes materiales era la garantía teórica de la realiza­
ción del imposible objetivo de la eliminación de la esca­ La combinación de promesas grandilocuentes y la
sez (así como legitimación de su poder en general), escasez vivida como sufrimiento era una mezcla que in­
nunca se decidió a demoler o a desmantelar ninguna vitaba a la rebelión. El control, por tanto, debía insertar­
unidad que produjese bienes, aunque la calidad de és­ se en el régimen no simplemente en la forma de una
tos fuese la peor posible o se produjesen a un coste coerción extraeconómica. La estructura misma de la
exorbitante. Al mismo tiempo, sus miembros nunca tu­ economía tenía que servir como una red de mecanismos
vieron la más mínima vacilación para actuar «de mane­ de control: esto es lo que puede llamarse «dictadura so­
ra revolucionaria» hacia los seres humanos, esclavizán­ bre las necesidades». Lo que ha de discutirse aquí es la
dolos a millones. El programa absolutista de abolición forma, no la sustancia de este mecanismo de control
de la escasez y la producción ineficiente de montañas económico. El sistema más consistente de economía
de costosa basura estaban ligados de la manera más es­ como control fue el «comunismo de guerra» de la Rusia
trecha uno a otra en el sistema de la economía de soviética en los años 1918-1921, que se reprodujo con al­
mando. gunas modificaciones en Camboya. Éstas eran las for­
mas teórica y prácticamente puras del comunismo y los
Como resultado, en tercer lugar, la escasez era la comunistas «ortodoxos», o más sensibles a la teoría,
experiencia fundamental de cualquier habitante de los como Bujarin o Lukács vivieron su abandono como una
países de socialismo de estado que no perteneciese a la derrota devastadora. Tenían razón en un sentido: sólo el
nomenclatura. Se vivía como escasez física y, como tal, «comunismo de guerra» estaba libre de compromisos
como sufrimiento, porque implicaba la carencia de to­ con elementos estructurales de la economía moderna
dos aquellos bienes que hacen la vida agradable en el («burguesa»); lo que siguió al abandono de la pureza del
sentido cotidiano más elemental. No es necesario alu­ comunismo de guerra fue un tipo híbrido de economía.
dir a las locas guerras de Stalin, los asedios de ciudades, Alegaba ser socialista y un contrapunto al capitalismo;
los bloqueos, las hambres causadas por decisiones hu­ sin embargo, estaba profundamente contaminado por
manas, las deportaciones en masa o los campos de con­ las categorías y especificidades estructurales del capita­
centración. Con mucha mayor moderación, en la escala lismo. En contraste, el «comunismo de guerra» había
y los procedimientos, la penuria era la experiencia fun­ abolido el intercambio de mercancías, la remuneración,
damental de la vida en este régimen incluso en los pe- el dinero, las transacciones financieras, la propiedad de
ríodps más pacíficos. Por otra parte, era vivida invaria­ todas clases, el cálculo, la inversión, la cuantificación de
blemente como penuria «vertical», esto es, como las necesidades, el capital y la acumulación de capital,
escasez que tenía causas estructurales inherentes al pro­ el presupuesto del estado —prácticamente todos y cada
pio régimen. El estudio del folklore de bromas y chistes uno de los posibles apartados de cualquier libro de texto
bajo el socialismo de estado permitiría constatar que, moderno de economía política. Era un sistema de sub­
en este régimen, los hombres y mujeres estaban total­ sistencia, de relaciones económicas directas, de persona
mente convencidos de que si había poco o demasiado a persona, basado en una considerable igualdad en tér­
sol, si no se podía cultivar naranjos en el Polo Norte, minos de los bienes destinados al consumo personal; y
si la tierra temblaba y crujía bajo nuestros pies, de algu­ precisamente por esta via implicaba una constante vigi­
na extraña manera todo era responsabilidad de las auto­ lancia y una violencia continuamente administrada, no
ridades del partido y el estado. Y esto no era un signo sublimada. No obstante, debido a una mezcla de razo­
de un exceso de estupidez o de histeria política en el nes en parte históricas y en parte teóricas, este sistema
homo sovieticus. De hecho, dado que el régimen alar­ de excesiva pureza y de violencia estaba condenado a te­
deaba continuamente de sus poderes de transformación ner corta vida; o se hundió o fue abandonado en favor
(incluyendo lunáticos planes de transformación de la de una transición a una economía socialista de mando
naturaleza en general, de hacer cultivables por decreto «madura».
terrenos tradicionalmente estériles, de invertir y modifi­
car principios milenarios de la agricultura), la alusión El enfoque habitual de los analistas teóricos del
a sus engaños y el cargar indiscriminadamente las cul­ purismo del comunismo de guerra sugiere que el siste­
ma de planificación representaba el contrapunto insti­ Consideramos el crucial ejemplo del mercado. Uno
tucional a la economía moderna (capitalista) prescin­ de los debates más superfluos de la historia de las doc­
diendo de todos los rasgos estructurales de esta última. trinas económicas es la discusión, que aún sigue, acerca
Esto no es cierto en absoluto. El compromiso leninista de si podía o no podía introducirse en el «socialismo
que desilusionó a tantos creyentes ortodoxos, es decir, real» el «mercado simulado» de tipo Lange. Pues, de
el paso a la política encarnada en la NEP, implicaba hecho, el «mercado simulado» sí que fu e introducido.
una táctica doble. De una parte se reintrodujeron las Simplemente no se entendería el funcionamiento de la
instituciones básicas de la economía moderna economía «madura» de mando, sus movimientos y flu­
—mercado en lugar de distribución directa en especie, jos capilares más importantes se perderían sistemática­
dinero, salario, precios, impuestos, inversión, porcenta­ mente de vista, si asumiésemos que el socialismo de es­
jes y similares—, utilizándolas tanto en el cálculo eco­ tado era un sistema basado en relaciones de persona a
nómico como en la discusión teórica. Esto se conjuga­ persona y en la distribución directa. Si damos por sen­
ba con debates completamente hipócritas y estériles tado que el «socialismo real» era un sistema en el que
acerca de qué diferencia había entre las categorías eco­ no existían estructuras y canales de mercado formales,
nómicas «socialistas» y sus equivalentes capitalistas; no entenderemos ni el mecanismo de desagregación de
por ejemplo, entre el salario socialista y el «trabajo asa­ los planes agregados, formulados previamente por los
lariado» capitalista que se suponía que el socialismo te­ organismos políticos, ni el «mercado negro socialista»
nía que abolir. Tras la política de la NEP estaba la acep­ que funcionaba entre fábricas y empresas y que tanta
tación tácita de que el sistema económico moderno no importancia tenía para el sistema de planificación y el
tiene alternativa institucional. Dentro de este sistema cumplimiento del plan (y del que se derivó el estrato
se pueden introducir, abandonar o reintroducir varias de los «managers socialistas»), ni las vías a través de
políticas y estrategias económicas; es posible modificar las cuales se controlaba el ahorro de la población o se
y aun reformar drásticamente ciertas constantes estruc­ determinaban y regulaban en este sistema las propor­
turales; la cuota de intervención del estado puede fluc­ ciones de salario e ingreso entre la ciudad y el campo.
tuar entre un mínimo y un máximo; pero el sistema Los determinantes cruciales eran políticos.
persiste. Aceptar esto significaba una condena de la po­
lítica comunista; significaba la derrota en un momento Al mismo tiempo, la crítica de que el mercado no
de aparente victoria; sin embargo, sólo los comunistas cumplía sus beneficiosas funciones en esta sociedad (lo
más perspicaces se dieron cuenta de este hecho. que a su vez creaba la impresión de un vacío, de ausen­
cia del mercado en general) es completamente correcta.
De otra parte, las instituciones de la economía mo­ En lo que se refiere al papel regulador de los precios
derna, aceptadas por el aparato comunista a regaña­ y a sus funciones en la determinación de las relaciones
dientes, fueron inmediatamente transformadas en un de coste-eficiencia, del mercado en el socialismo de es­
sentido muy radical. Agnes Heller y yo hemos analiza­ tado puede decirse que era «fragmentado», o que se
do el fenómeno que hemos llamado la aceptación glo­ componía de «mercados sin precios», porque como se­
bal de la estructura de la modernidad y la expulsión si­ ñala Kornai en su magistral análisis, los precios fueron
multánea de su dinámica de la misma estructura en este régimen siempre «políticos», esto es, divorcia­
(entramado institucional) en muchas regiones en las dos de los costes de producción y de los estándares rea­
que la modernidad se queda en simple fachada y su per- les —nacionales y globales— de la competencia. A otro
vivencia está aún en cuestión. Esta dualidad implica la nivel estos mercados pueden ser caracterizados
siguiente contradicción. En los últimos setenta años —utilizando de nuevo la terminología de Kornai—
más o menos la modernidad ha prevalecido globalmen­ como la forma más consistente de «mercado de vende­
te en el sentido de que ha conseguido imponer su visión dores», que bajo ninguna circunstancia podía transfor­
en todo el mundo. Todas las formas de gobierno de anti­ marse en «mercado de compradores» (puesto que la
guo régimen o basadas en lazos tribales o de parentes­ coerción extraeconómica de la sociedad de tipo soviéti­
co, así como los conceptos correspondientes de justicia, co bloqueaba el camino a este tipo de transformación).
han perdido validez teórica; el de Hitler fue el último En un mercado de vendedores es el cliente el que tiene
régimen político que desafió abierta y explícitamente que obtener información acerca de la disponibilidad de
las celebradas afirmaciones contenidas en los documen­ los bienes que necesita (información que no se suminis­
tos de la emancipación acerca de que todos los hombres tra, o sólo esporádicamente, y en todo caso con renuen­
y mujeres nacen libres y dotados de los mismos dere­ cia y de manera condescendiente por parte del vende­
chos. Esto significa que actualmente la modernidad no dor, el estado que es el propietario y vendedor de todas,
tiene competidor espiritual y sus instituciones y proce­ las cosas). Sin excepción, el comprador es quien debe
dimientos (por ejemplo: la legitimación a través de la ajustarse al vendedor y no al revés; es el comprador
ley) no tienen alternativa. Al mismo tiempo, hemos ca­ quien trata de «ganarse» al vendedor y no al revés. En
racterizado la dinámica de la modernidad como una un mercado de vendedores, las consecuencias de la in­
verdadera dialéctica que vive en la negación. La moder­ certidumbre del mercado las sufre exclusivamente el
nidad ha de ser más que una necrópolis de instituciones comprador, no el vendedor; el poder relativo lo detenta
fenecidas; permanece viva sólo en la medida en que invariablemente el vendedor. Naturalmente, esto es un
cada pieza del acuerdo que subyace a ella, cada acuer­ diagrama estático de un modelo constantemente cam­
do, cada pieza del establecimiento institucional, etcéte­ biante y dinámico, pues el mercado socialista de vende­
ra, pueda ser negada, criticada y renegociada dentro de dores dominado por un estado-vendedor omnipotente y
su entramado. Y la situación actual de la modernidad tiránico se ha asemejado siempre, hasta el último día
es que mientras prácticamente todos los establecimien­ del régimen, a un campo de batalla. Pero éste era el mo­
tos sociopolíticos manifiestan respeto formal a la es­ delo dominante. Y esto significaba que después de un
tructura de la modernidad, la dialéctica de la negación periodo muy breve de purismo teórico y práctico, el co­
está proscrita de muchos de ellos. Quizás no haya un munismo tuvo que aceptar la estructura institucional
ejemplo más típico de esta dualidad que la asimilación de la economía moderna, contra la que no podía alzar­
y transformación comunista del marco institucional se con una solución alternativa. Sin embargo, de inme­
moderno de la economía. diato suprimió su dinámica «normal» y transformó el
mercado en un mecanismo de control económico. Es de los partícipes. Y sin embargo ha dejado un senti­
esta transformación, y no la ausencia de mercado como miento de vacío incluso en éstos, pues eran sólo los pro­
tal, lo que hacía el funcionamiento del régimen —en pietarios «más reales», no los propietarios reales y ade­
términos económicos y en cualesquiera otros— tan pro­ más tenían que ocultar o disimular incluso este estatus
fundamente irracional. Todo el debate sobre la raciona­ de «propietarios más reales» de la propiedad «estatal»
lidad del mercado y la falta de ésta en el socialismo de (o «social»). Su ejemplo, sus ambivalentes sentimientos
estado es en un nivel más profundo un debate sobre la respecto a sus propias funciones y posición en relación
dinámica libre de la modernidad. Pues no es la mera a la propiedad, constituye una de las mejores pruebas
existencia de una estructura («relaciones de mercado» de la validez de la idea hegeliana de la importancia so­
como tales), sino el uso racional de una función (la «di­ cial del reconocimiento: en ausencia de reconocimiento
námica del mercado», su funcionamiento libre, aunque público, meramente gozando de la remuneración y de
no, ni mucho menos, incontrolado), lo que hace a una ventajas materiales, ningún actor social puede alcanzar
institución racional en la modernidad. satisfacción. Tercero, para un porcentaje considerable
de habitantes de este mundo la abolición de la propie­
dad significaba un tipo adicional, pero importante, de
LA ECONOMÍA COMO INSTITUCIÓN PÚBLICA escasez, vivida como sufrimiento: implicaba la exclu­
sión de las funciones de toma de decisiones, quedando
relegado permanentemente a la oscuridad en lo relativo
El dato que muestra quizás de manera más elo­ al estado real de las cuestiones en juego y privado de
cuente la bancarrota del socialismo real es que la expro­ la participación en actividades creativas a las que sólo
piación de la propiedad privada fue sentida en la socie­ podían entregarse los «propietarios». Tan sólo después
dad creada por éste no como «emancipación», sino del cambio se puso de manifiesto que este porcentaje
como «mancipación» (como apropiación ilegítima de no constituía casi en ninguna parte una mayoría y que
los bienes de otros, no como liberación de canales so­ el socialismo de estado había tenido éxito al menos en
ciales) y, además, como escasez del tipo más tremenda­ un aspecto: había asimilado una parte considerable de
mente opresivo e irracional. Tres factores causales inter­ los individuos a su propio estilo, cuyo secreto era la
vienen aquí. Primero, el único propietario en esta confiscación de la iniciativa personal en favor de una
sociedad no basada en la propiedad era ese agente bas­ autoridad superior, que libera a la personalidad «depen­
tante misterioso llamado a veces «el estado» (en los do­ diente de la autoridad» de la carga de tomar decisiones
cumentos pseudolegales del régimen, como en la llama­ individuales. No obstante, incluso los más dispuestos a
da constitución) e identificado en otras ocasiones, de renunciar a la vertiente ligada al riesgo y a la iniciativa
carácter más filosófico, como la «sociedad» misma. Lo de la propiedad sentían la irritación de un permanente
último, no hace falta decirlo, volvía la cuestión de la coitus interruptus en lo relativo al placer de la propie­
extensión de la propiedad profundamente irracional, dad, pues se veían despojados del gusto de la toma de
pues la exclusión de otros de ella (característica esencial decisiones.
de la propiedad) se hacía con esta identificación lógica­
mente imposible. No obstante, la tarea más difícil era De esta manera, el sistema del socialismo de esta­
definir quién era (o quiénes eran) el estado: ¿todo el do venía en gran medida a confirmar la acusación de
aparato del partido, incluido el estrato de gerentes y ad­ la «falacia anárquica» dirigida por Bentham a la Revo­
ministradores, nombrado por la cúpula del partido, o lución Francesa. En materia de propiedad, decía Bent­
sólo la propia cúpula del partido? Siempre que un análi­ ham, lo que parece pertenecer a todos en realidad no
sis más o menos racional trataba de enfocar la cuestión pertenece a nadie. Pues al menos en un aspecto así su­
desde el punto de vista de las funciones de la propie­ cedía efectivamente: la pauta del uso de la propiedad,
dad, se ponía de manifiesto que el estado, entendido privada o «social», en la «dictadura sobre las necesida­
como la cúpula del partido, era una entidad enorme­ des» tenía un carácter «digestivo» o «histéricamente
mente fluida, un propietario más nominal que real. Los orgásmico». Todo debía ser consumido instantánea­
propietarios «más reales» eran los miembros del llama­ mente, toda relación de propiedad debía proporcionar
do estrato gerencial socialista, en los que se delegaba placer instantáneo o no valía nada; no había planifica­
el ejercicio real de la mayoría de funciones, normal­ ción de longue-duree en esta sociedad planificadora, ni
mente ligadas al uso de la propiedad. Pero incluso éstos cuidado por el futuro o por los intereses a largo plazo.
era sólo «más reales», no los propietarios reales, pues Quienes extraen las conclusiones más radicales, y a ve­
mientras duró el régimen nunca tuvieron títulos forma­ ces cómicas, de este completo fiasco de la sociedad sin
les de propiedad. La existencia de este propietario gene­ propiedad son los neoconservadores de Europa orien­
ral nominal fundamentalmente misterioso hacía las tal. Estos hablan actualmente de la propiedad con una
cuestiones relacionadas con la propiedad más opacas y veneración que mejor cuadraría con el Santo Grial, y
confusas y no más transparentes; y acentuaba el anhelo se refieren a la violación de la propiedad como si se tra­
de propiedad, en lugar de contribuir a su extinción. Se­ tase del acto más antinatural, sólo concebible por espí­
gundo, la «participación en la propiedad» (esta extraña ritus monstruosos, como si la historia de la modernidad
fórmula indica la «práctica de los derechos y funciones en Europa no hubiese sido, a partir de la Reforma, una
de la propiedad») por parte de aquellos que eran admiti­ sucesión de revoluciones de mayor o menor alcance di­
dos en la corporación de los «propietarios más reales rigidas contra el estatus existente de la propiedad.
que nominales» era un tipo de actividad bastante singu­
lar. Significaba participar en la producción social de es­ Una consideración equilibrada de esta cuestión de­
casez, encubierta como satisfacción gradual de todas bería moverse entre los extremos de Marx y Bentham.
las necesidades sociales, y participar en el control (o Debería dejar de exaltar la utopía marxiana de una so­
«dictadura») sobre las necesidades individuales. Esto ciedad que pretendidamente puede ser libre prescin­
significaba que entre los miembros de la corporación la diendo de una red de relaciones individuales con lo que
escasez había sido abolida en sentido personal, al pre­ puede llamarse la propiedad. El entendimiento realista
cio de entregarse a un doble lenguaje ideológico; pero de la libertad no puede agotarse en una abstracción ho­
quizá esto no era un sacrificio excesivo para la mayoría mogénea. La libertad, más bien, debe considerarse
como un agregado de libertades (en plural) una de las de propiedad de la «propiedad estatal», que por otro
cuales es el ejercicio de nuestras facultades como due­ lado se decía que no era sino su propia «propiedad so­
ños de cosas, en cuyo proceso probamos nuestras capa­ cial». El resultado era, de un lado, la «escasez de pro­
cidades y nos distinguimos de los demás. Resulta bas­ piedad» en el socialismo de estado, que quizás no deri­
tante misterioso cómo concebía Marx la «libre vaba en sufrimiento generalizado (en contraste con
asociación» (su «sociedad más allá de la sociedad» del otros tipos de penurias verticales), pero que ciertamente
futuro) sin este ejercicio exclusivo de los poderes indivi­ era un atentado a las libertades, un fastidio y una men­
duales de todos y cada uno de los individuos. En el otro tira extrañamente disimulada pero ostensible. De otro
polo, el rechazo por Bentham de «todos» como al me­ lado estimulaba y alimentaba la reacción del neocon-
nos uno de los posibles sujetos de la propiedad hace servadurismo postrevolucionario, para la que sólo el
completamente incomprensible la res publica, la «cosa sentido más puntillista e individual de la propiedad
común o pública», que no es sólo un marco en el que puede ser considerado válido y «libre», y sobre cuya
vivir o que compartir con otros, sino también una base resulta imposible formular el concepto de econo­
«cosa» de la que somos copropietarios. Porque Bent­ mía como institución pública.
ham tiene toda la razón cuando se refiere al carácter
anárquico de la propiedad de «todos», si por «todos» Como no es éste lugar apropiado para discutir en
se entiende la «sociedad» y propiedad quiere decir un profundidad este concepto, vamos a limitarnos a las si­
acto real y efectivo de posesión en el sentido de ejercer guientes —y breves— puntualizaciones. Una hecho
todas las funciones de la posesión (o la propiedad), es semántico pone de manifiesto que consideramos la eco­
decir, el uso propio de los beneficios y frutos de una nomía como una institución pública (independien­
propiedad, la disposición sobre el modus operandi, el fa­ temente de nuestra visión filosófica acerca de la nacio­
moso ius etendi et abutendi, el derecho a enajenar di­ nalización o la expropiación): cuando algo va mal en
cha propiedad. No existe posibilidad de que la «socie­ la economía (esto es, en el agregado de la propiedad pri­
dad» (en el sentido de la agregación de todos los vada de los otros), dirigimos nuestra atención al gobier­
individuos) quiera o pueda ejercer todas esas funciones; no en ejercicio y solicitamos que haga algo. La tensión
por tanto, la «sociedad» o «todos» no es nunca propie­ intrínseca a este hecho semántico puede reducirse o
taria de toda la propiedad en sentido propio. Pero el as­ bien por la doctrinaria afirmación liberal-conservadora
pecto vinculado a la propiedad de la res publica (que de que los gobiernos (como lo público en general) nada
ha sido a veces un tipo muy concreto de «propiedad so­ tienen que hacer cuando se trata de la propiedad de
cial», como por ejemplo el ager publicas en la Repúbli­ otros o bien por la demanda de una completa nacionali­
ca Romana) es algo más que una quimera. No se basa zación. La tesis de la «economía como institución pú­
en la idea de un uso real, continuo y simultáneo de la blica» se sitúa entre estos dos extremos. No cuestiona
«propiedad social» (sea lo que sea ésta) por la «socie­ al propietario individual sus derechos de propiedad y
dad», sino en la idea de su uso potencial e individual no porque atribuya un aura de santidad a la propiedad
(todo individuo puede hacer uso de «la propiedad so­ como tal, sino porque respeta las libertades (y una de
cial» en cierto aspecto, en cierta manera, bajo ciertas las más importantes es tener propiedad). Al mismo
condiciones, pero no siempre lo hace). Además, la ex­ tiempo, los partidarios de esta posición contemplan a
presión «hacer uso» tiene a menudo una connotación los propietarios de firmas, fábricas y empresas también
de uso simbólico (es en este sentido en el que yo «uso» como agentes de una especie de fideicomiso en relación
mi ciudad y me preocupo de su buen aspecto). con el cual la «sociedad» (es decir, «todos») tiene deci­
didamente algo que decir, porque lo que suceda con
En esto, como en tantas cosas, el socialismo de es­ aquéllas afecta a la vida de «todos». La economía como
tado causó estragos. Su ideología oficial insistía en la institución pública así entendida no será la panacea
validez simultánea de tesis completamente contradicto­ universal. No podrá garantizar la eliminación de las
rias sobre la propiedad. La propiedad «estatal» y la pro­ disfunciones económicas y, ciertamente, no podrá abo­
piedad «social» debían ser conceptuadas como idénti­ lir la escasez. Pero será garantía de la libre oscilación
cas o equivalentes, a pesar del obvio absurdo de esta del péndulo de la modernidad. Y esto es lo mejor que
tesis (además, pensar de otra manera era punible por se puede decir sobre ella.
«ley»). La contradicción inherente al concepto se sol­ * * *
ventaba con la idea de «representación» (se suponía
que el estado representaba a la «sociedad»). Pero el tér­
mino «representación» significa que el representante La redacción de este ensayo fue inspirada por la
ejerce funciones (en este caso, funciones propias del aparición simultánea de dos libros extraordinarios: The
propietario) que por definición no pueden ser ejercidas Socialist System-The Political Economy o f Commu-
por el representado. En el caso de la propiedad (a dife­ nism de Janos Kornai (Princeton, Princeton University
rencia de la opinión o la voluntad políticas en relación Press, 1992) y Hogyan Lehetseges Kritikai Gazdasag-
con las cuales al menos algunas teorías asumen un iso- tan? (¿Es posible una Crítica de la Economía Política?)
morfismo entre la opinión y la voluntad «representa­ de Gyorgy Bence, Janos Kis y Gyorgy Markus (TTwins
das» y las «originarias») esto significaría que el agrega­ Publisher, Budapest, 1992). Aun cuando no podían
do de representantes («el estado») practicaría las contener ninguna referencia uno al otro puesto que fue­
funciones propias de la propiedad, mientras que la re­ ron concebidos a una distancia de más de veinte años,
presentada no; en este sentido los primeros serían pro­ forman una unidad. En sentido histórico, cada uno en
pietarios y la última no. Esta es la razón por la que se su estilo característico, representan la cima de la econo­
prefería dejar el concepto sin analizar. Al mismo tiem­ mía política crítica, o de la filosofía crítica de la teoría
po en el régimen de dictadura sobre las necesidades se económica y de la práctica del comunismo. □
crearon poderosos mecanismos orientados a evitar que
la mayoría de habitantes interviniese en las funciones Traducción de Gustau Muñoz
E l esta d o d e l
BIENESTAR EN LA
SOCIEDAD
POSTINDUSTRIAL
G O S T A E S P I N G - A N D E R S E N
NA de las paradojas del debate actual a nivel el rasgo distintivo esencial del Estado del Bienestar o
U mundial sobre el Estado del Bienestar es que
muchos de aquellos países que todavía no lo
tienen realmente quieren el tipo de Estado del Bienes­
de los tipos de Estado de Bienestar que se desarrollaron
en la época de postguerra. Creo que cabe resumir su
esencia con una expresión, la creación del ciclo vital
tar que los gobiernos de los países que están acostum­ fordista. Los famosos investigadores políticos clásicos
brados a este modelo se están planteando cambiar. Seaborn y Baintry hablaron sobre los ciclos a la pobre­
Concretamente, en España, en los países de América za. Y lo que dijeron es que la familia de la clase obrera
Latina y en Europa del Este, hay un debate en el que tradicional se enfrentaba con alto riesgo a la pobreza
se pone de manifiesto el deseo de tener un estado del en dos o tres periodos concretos del ciclo vital. Bueno,
bienestar al estilo sueco. Sin embargo, en Suecia, en si imaginamos que esto es una vulgarización de los ci­
Alemania o en Escandinavia en general hay una co­ clos vitales, está la cuestión de la edad y se puede ilus­
rriente de opinión que afirma que quizás se debería des­ trar los riesgos de los ciclos vitales haciendo referencia
mantelar ese aparato que hemos construido y que qui­ sólo a los riesgos relativos a los ingresos, a la pobreza.
zás la sociedad al estilo americano, más basada en el Podemos trazar una línea que muestra los ingresos me­
mercado, sea mejor para la economía postindustrial. El dios de una familia en una sociedad. En lo que respecta
debate que se está produciendo en todas partes sobre a los problemas clásicos de pobreza de la clase obrera,
la crisis del Estado del Bienestar confunde cuáles son a los ciclos de pobreza, el riesgo era extremadamente
las verdaderas causas del problema. Habitualmente, la alto en la infancia; las familias con muchos hijos tenían
crisis contemporánea se explica en función de tres tipos un elevado riesgo de pobreza. Normalmente, en el pe­
de causas. La primera, que se utiliza más a menudo, riodo adulto, si no se producían amplios ciclos econó­
es la presión demográfica. La población está envejecien­ micos de recesión, el trabajador típico obtendría unos
do, las tasas de fertilidad son bajas y están disminuyen­ ingresos adecuados para mantener a su familia, si no
do y por tanto en el año 2020-2030, dependiendo de había desempleo, enfermedad, incapacidad laboral, etc.
los países, tendremos tantos jubilados como personas Y después, en la vejez, cuando el trabajador se hacía
en activo. La carga social de esta paridad es que si la viejo, había otra vez un alto riesgo de pobreza. Y una
productividad no aumenta de forma espectacular, esto vez más habría muchas familias de la clase obrera hun­
va a provocar una presión fiscal que muy pocos países didas en una profunda pobreza. La esencia de los Esta­
van a ser capaces de soportar. El segundo tipo de causa, dos del Bienestar de postguerra era estandarizar, armo­
que voy a rebatir rápidamente, es sobre todo de natura­ nizar, conseguir que el ciclo vital de la clase obrera
leza cíclica, recesión económica, reducción del creci­ típica fuera lineal. Conseguir una franja mínima de
miento económico etc., que produce un nivel desem­ desviación de los ingresos medios durante todo el ciclo
pleo más alto, mayores costes y al mismo tiempo vital, en cualquier momento, desde el nacimiento hasta
menores ingresos. Pero hay una tercera causa, a mi en­ la muerte. Por eso se habla a menudo del Estado del
tender más importante, que es la que permite compren­ Bienestar desde la cuna hasta la tumba. Afirmar que
der los problemas estructurales más graves y más dura­ la familia típica de clase obrera tendría garantizado un
deros del Estado del Bienestar hoy en día. Voy a ciclo vital lineal sin incidentes no resulta muy emocio­
concentrarme en ella. nante, pero sin embargo es totalmente cierto. Las inves­
tigaciones que se han realizado sobre la pobreza de­
Me refiero a la posición de los Estados del Bienes­ muestran que la mayoría de los Estados del Bienestar
tar tal como los conocemos hoy en día en el proceso consiguieron establecer con éxito esta franja mínima de
de transformación de nuestras economías en lo que po­ desviación respecto a los ingresos medios para la fami­
dríamos llamar la economía postindustrial. Cuando se lia típica de clase obrera. La pobreza ha sido en gran
habla de la economía postindustrial se hace referencia parte erradicada en la mayoría de los países en todas
a muchas cosas diferentes. Se habla de un tipo de cono­ las edades, la pobreza infantil está ya prácticamente
cimiento que concede mucha importancia a la informá­ abolida hoy en día, excepto en países como los Estados
tica, a la sofisticación tecnológica, etc., pero realmente Unidos o Gran Bretaña hasta cierto punto; y la pobreza
en esencia la cuestión presenta dos aspectos. En primer en el periodo adulto, de madurez del ciclo vital, al me­
lugar, que nuestras perspectivas de empleo, nuestra ac­ nos ha ido siendo más o menos eliminada del todo en
tuación respecto al empleo, nuestra capacidad para ge­ los largos periodos de pleno empleo que hemos conoci­
nerar empleo dependen de los servicios. En segundo lu­ do después de la segunda guerra mundial.
gar, que sin duda no sólo hay que emplear la mano de
obra, sino también aceptar que la mano de obra va a Pero hay dos cuestiones importantes relativas a las
pedir una mayor flexibilidad en su inserción en el mer­ características generales comunes a todos los Estados
cado laboral y en su comportamiento durante su ciclo del Bienestar que se desarrollaron después de la guerra.
vital. En otras palabras, lo que debe constituir el objeto Una cuestión era que el papel del Estado del Bienestar
de nuestra atención cuando nos planteamos los proble­ respecto al ciclo vital se centraba sobre todo en la infan­
mas del futuro del Estado del Bienestar es esta doble cia y en la vejez, dando por sentado que, gracias a las
cuestión: la flexibilidad y la economía de servicios. Y políticas keynesianas y a la prosperidad del crecimiento
voy a llegar a una conclusión: no existe ningún modelo industrial sostenido y constante, el mercado era más o
de Estado del Bienestar, ni el americano basado en el menos capaz de garantizar una fase adulta del ciclo vi­
mercado, ni el escandinavo de gran alcance, ni cual­ tal estable y sin pobreza. Esto iba acompañado a menu­
quier otro Estado del Bienestar existente, capaz de ser do de un empleo garantizado, derechos laborales, segu­
compatible con la naturaleza de la economía postindus­ ro contra el despido, etc. Sin embargo es muy
trial que se está desarollando. Es decir, esta economía importante dejar clara una cosa ahora mismo, y es que
es estructuralmente incompatible con los Estados del el Estado del Bienestar de postguerra, tanto el alemán
Bienestar de todo tipo que conocemos actualmente. como el sueco, el danés, el inglés, el americano o el es­
pañol, daba por sentado que el mercado se ocuparía de
Para explicar esta conclusión voy a remontarme al esta fase del ciclo vital. Así que la ironía de los Estados
pasado. Creo que la mejor manera de comprender dón­ del Bienestar de postguerra era que eran activos en las
de está el problema es hacer un diagnóstico de cuál era fases pasivas del ciclo vital y pasivos en las fases activas
del ciclo vital. La idea que voy a defender es que el Es­ bablemente más altas que las pensiones típicas danesas
tado del Bienestar postindustrial debe hacer justo lo porque se trata de una pensión familiar y no de una
contrario, o al menos que el principal problema de los pensión individual]. Lo que aparece lógicamente en
Estados del Bienestar en el futuro es conseguir ser acti­ este tipo de ciclo vital fordista es un grado extremo de
vos en la fase activa del ciclo vital. dependencia de la seguridad a largo plazo durante toda
la vida. Uno no puede arriesgarse a ninguna interrup­
Los diferentes países (ese es el tema de mi libro Los ción, ningún periodo de desempleo, ningún tipo de ries­
tres mundos del Estado del Bienestar') construyeron go durante su ciclo vital pues es responsable absoluta­
el ciclo vital fordista de formas diversas. Si nos fijamos mente del bienestar de la familia. Uno necesita treinta
en el modelo americano podemos hablar de un tipo de y cinco o cuarenta años de empleo permanente si es un
construcción segmentada debido a unos niveles muy hombre de quien depende la seguridad de su familia.
bajos de garantías públicas para el mantenimiento de Esto también significa para el empresario un coste fijo
los ingresos; la única manera de que un trabajador típi­ de la mano de obra muy elevado que entra dentro del
co pudiera llegar a un ciclo vital fordista seguro, lineal coste salarial medio. E implica también una reproduc­
y uniforme era con el complemento de subsidios priva­ ción de funciones de servicio social dentro de la familia
dos en lo que se refiere a la atención sanitaria, el seguro en lugar de trasladarlas a la economía, es decir un for­
de enfermedad, o en concreto las pensiones, que se pac­ talecimiento del cautiverio de la mujer en el ámbito de
taban con la empresa. Esto significaba, y esto es un pe­ la familia. Se puede observar una espiral autorrepro-
queño juicio sobre América, sobre el mercado liberal ductiva que se nutre a sí misma en este tipo de Estado
segmentado americano, que los trabajadores tradicio­ del Bienestar, que crea niveles extremos de rigidez en
nalmente sindicados de la importante y corporativa la economía en términos de la capacidad de un trabaja­
economía industrial manufacturera disfrutaban de una dor individual de ser flexible para cambiar de profesión,
situación en la que tenían asegurado el ciclo vital for­ de trabajo, etc., de la capacidad para arriesgarse y en­
dista. Esto es lo que los americanos llaman el trabaja­ frentarse a la modernización, al cambio tecnológico,
dor de clase media. El resto de la mano de obra, los que etc.
trabajaban en un sector más competitivo, menos orga­
nizado y menos cubierto por las relaciones industriales, El tercer tipo de ciclo vital fordista es el famoso
no disfrutaban de un ciclo vital fordista de este tipo y modelo escandinavo, más elaborado en el Estado del
soportaban y todavía soportan un riesgo permanente Bienestar sueco evidentemente. Pero lo que caracteriza
de pobreza a lo largo de su ciclo vital. Esto ha sido des­ a este modelo es sobre todo su concepto de universali­
tacado una y otra vez en estadísticas comparativas so­ zación. En dos sentidos: por un lado, consiguiendo la
bre la pobreza, la desigualdad de ingresos y los salarios igualdad entre las clases, es decir que la idea en princi­
de toda una vida. La diferenciación de la clase obrera pio era armonizar, estandarizar el ciclo vital no sólo
americana continuó igual durante todo el periodo de dentro de los diferentes sectores laborales sino armoni­
postguerra. Así que el modelo americano consiste en zarlo a través de todas las clases sociales. En esencia
que sólo un segmento de la población se acoge a un es­ el ideal se convirtió en garantizar a la clase obrera las
tatus de ciclo vital fordista. oportunidades de la clase media, lo que podríamos lla­
mar movilidad de clase por medio del Estado del Bie­
El segundo tipo de construcción del ciclo vital for­ nestar. La segunda armonización y universalización era
dista es el de las sociedades europeas basadas en la se­ respecto al sexo, la igualación de las oportunidades de
guridad social —Alemania, Francia, Italia, España, vida y los ciclos vitales de hombres y mujeres. Teniendo
Bélgica y Holanda. La construcción del Estado del Bie­ presentes los datos de la demografía y de los ciclos vita­
nestar a través de la seguridad social exige una larga les se puede observar que las curvas del ciclo vital de
e ininterrumpida trayectoria laboral que permita contri­ hombres y mujeres han pasado a ser extremadamente
buir al desarrollo de una oferta equitativa de prestacio­ similares en Escandinavia como resultado de ello. Lo
nes sociales. Esto significa que este tipo de Estado del que el Estado del Bienestar creó fue la norma de una
Bienestar está basado exclusivamente en el trabajador familia con dos trabajadores, con dos profesiones. Esto
masculino, en el empleo duradero y permanente del evidentemente supuso también un añadidura al Estado
hombre, del que depende la cobertura de las necesida­ del Bienestar tradicional. Significa simplemente que el
des de bienestar de las familias. Esto evidentemente iba Estado del Bienestar ya no se puede concentrar en los
acompañado en muchos países como Italia, como Es­ dos extremos del ciclo vital sino que tiene que empezar
paña estoy seguro, por un modelo tradicional familiar a ocuparse cada vez más de las necesidades del trabaja­
de inspiración católica que alimentaba y fortalecía di­ dor medio en el periodo intermedio, porque aquí apare­
rectamente la capacidad de las familias para cuidar de cen problemas que a menudo impiden a la mujer no
sí mismas, para cuidar de sus miembros. De este modo, sólo la posibilidad de trabajar sino sobre todo el desa­
estos países desarrollaron un tipo de ciclo vital fordista rrollo a largo plazo de una carrera profesional. Se nece­
de trabajador masculino con una mujer y una familia sita un sistema de servicios que le permita una integra­
que dependían de esa capacidad de los hombres de lle­ ción permanente en la población activa. Este fue el
var a casa no sólo un salario individual, sino el salario principio de la revolución del Estado del Bienestar es­
familiar, no sólo prestaciones sociales individuales, candinavo a partir de finales de los años sesenta. Y así
transferencias sociales, sino transferencias sociales fa­ empezó el desarrollo de este amplio sistema de servicios
miliares, dando por sentado que era capaz de cubrir las sociales que se encarga del cuidado de los ancianos, de
necesidades de reproducción de toda la familia. Cuando servicios de ayuda doméstica, del cuidado de los niños,
se tiene un tipo de sistema salarial familiar, uno obvia­ etc. como una parte extremadamente elaborada del Es­
mente piensa que el salario social ha de ser muy alto. tado del Bienestar. Esto no sólo permitió trabajar a las
Esto significa también que las contribuciones sociales mujeres, sino que también se convirtió en un mercado
han de ser muy altas. [Resulta curioso que cuando se de trabajo para las mujeres. Fue también la fuente del
dice que el sistema de bienestar español parece subdesa­ crecimiento del empleo en los países escandinavos des­
rrollado, si uno se fija en las pensiones como un salario de finales de los años sesenta. Alrededor del 80%, o in­
sustitutivo, las pensiones italianas o españolas son pro­ cluso más, del crecimiento neto total del empleo en Es-
candinavia desde finales de los años sesenta era creci­ caso de que de la gente estuviera dispuesta a pagar im­
miento de empleo en el Estado del Bienestar. Práctica­ puestos para sortear por medio de subvenciones este
mente todo el empleo creado en el ámbito del Estado problema.
del Bienestar fue para las mujeres. Se convirtió en un
mercado de trabajo de las mujeres y en un elemento La tercera alternativa posible es el crecimiento sin
clave para su movilidad laboral, para la carrera profe­ empleo, lo que se ha dado en llamar la «euroescle-
sional de las mujeres. Y aunque esto suene como una rosis».
solución extremadamente progresista e igualitaria a los Cuando miramos el mundo hoy en día vemos los
dilemas de la desigualdad en el pleno empleo y como tres modelos, vemos el modelo americano que sería la
una forma progresista de entrar en una sociedad postin­ primera solución, permitir que los salarios sigan la pro­
dustrial dominada por los servicios, sin embargo tuvo ductividad o al menos lo que el mercado pueda sopor­
una enorme y paradójica consecuencia negativa: creó tar. Se produce una enorme polarización de los ingre­
simplemente un gueto en el mercado de trabajo, que se sos, una expansión laboral basada en los salarios bajos,
dividió entre un mercado de trabajo femenino del Esta­ que es exactamente lo que ocurrió en Estados Unidos
do del Bienestar y una economía privada dominada por en los años ochenta, es exactamente el tema del debate
los hombres. americano sobre la polarización, del cada vez más bajo
salario medio en la economía, financiando una amplia
Ahora bien, el punto clave que hay que entender cantidad de la creación de empleo por medio de salarios
es que la capacidad actual de las naciones para adaptar­ muy bajos.
se a la economía postindustrial está sobredeterminada
o predeterminada por la forma en que organizaron el El segundo marco hipotético sería Escandinavia.
Estado del Bienestar en el pasado, en particular por la Una expansión del Estado del Bienestar basada en los
organización del ciclo vital fordista. Esto se puede con­ servicios, financiada por los impuestos, subvencionada
vertir en cierto sentido en, por así decirlo, una fuerza por los impuestos, pero al mismo tiempo un declive del
sobredeterminante para el futuro. Por otra parte tene­ tipo de servicios de consumo privado porque su valor
mos la cuestión clave de cómo conseguir crecimiento no depende de su naturaleza. Lo mismo es cierto tam­
del empleo en las economías postindustriales. La idea bién en el tercer grupo de países, es decir, que los servi­
básica procede del famoso modelo clásico de William cios privados son demasiado caros pero al mismo tiem­
Baumol sobre el crecimiento desigual. Los economistas po los servicios públicos no aumentan para compensar.
lo conocen bien. En esencia, establece una simplifica­ Y éste es exactamente el problema que tenemos en la
ción de la economía en dos sectores, el sector industrial Europa continental, en concreto en los países del sur
y el sector de servicios. Sabemos que en la industria la de Europa; es el crecimiento sin empleo.
productividad tenderá a aumentar y a crecer más o me­ Volveré de nuevo a este problema, pero antes hay
nos rápidamente, pero hay un límite posible de creci­ que detenerse en ese otro aspecto de los que constitu­
miento potencial. Así que se puede dibujar una curva yen la esencia de la economía postindustrial, la necesi­
del desarrollo de la productividad en el sector industrial dad de flexibilidad; es algo tan bien conocido que no
que va hacia arriba. Sabemos que las negociaciones sa­ es necesario extenderse mucho. Lo que la necesidad de
lariales suelen basarse en la productividad, lo que signi­ flexibilidad significa es una desviación del ciclo vital
fica que los salarios de la industria seguirán de cerca fordista. Pero si hablamos de las exigencias de las nue­
a la productividad de la industria. Así es como se han vas tecnologías, de la necesidad de nuevas técnicas, de
desarrollado todas las economías en la época de post­ la recualificación de la fuerza de trabajo o si hablamos
guerra. Sabemos también que la productividad en el de una trayectoria profesional más elástica, de la posibi­
sector servicios crece extremadamente despacio, si es lidad de cambiar de profesión a lo largo de la vida de
que lo hace. Es decir que la diferencia de productividad forma imprevista, si hablamos de gente capaz de adap­
entre la industria y los servicios tiende a aumentar con tarse a nuevos planes para cambiar la producción, lo
el tiempo. El problema que tendremos en una economía que necesitamos es gente capaz de dejar de lado el tipo
de servicios es que si los salarios en el sector servicios de ciclo vital fordista lineal garantizado. Podemos pen­
siguen a los salarios en la industria, esta creciente dife­ sar en ello en este sentido. En cierto modo podemos de­
rencia entre la productividad y los salarios en el sector cir que en el ciclo vital fordista una vez uno es obrero
servicios plantea dificultades específicas por el lado de siempre será obrero. Ofrece la garantía de que uno va
los costes, el llamado problema de Baumol. Los servi­ a ser siempre un obrero, pero no ofrece muchas garan­
cios serían valorados sin tener en cuenta su naturaleza. tías de que pueda llegar a ser cualquier otra cosa. Lo
Bien, el propio Baumol ha descrito tres marcos hipotéti­ que creo que es la esencia al menos del aspecto más po­
cos posibles en este contexto. En primer lugar dice que sitivo de la flexibilización de nuestras economías es que
se pueden fomentar los servicios permitiendo lo que po­ el que una vez fue obrero no necesariamente será siem­
dríamos llamar flexibilidad salarial, es decir que los sa­ pre obrero. Porque probablemente se le pedirá que se
larios siguen la productividad en términos del sector convierta en muchas cosas diferentes, y al menos un
concreto de la economía en el que estén, de modo que atractivo marco hipotético de las sociedades postindus­
esta creciente diferencia salarial haría soportable el cos­ triales es que uno tiene la confianza de que si una vez
te de los servicios y habría crecimiento del empleo. fue obrero en el futuro puede llegar a ser algo mejor.
En otras palabras, lo que está pasando en términos de
Otro marco hipotético sería que se pueden subven­ flexibilidad, ya sea desde una perspectiva pesimista u
cionar los servicios. Adaptando los salarios elevados y optimista, es que los problemas de riesgo y los proble­
los servicios y construyendo una estructura salarial mas de oportunidades de vida en términos de bienestar
más igualitaria. Evidentemente debe ser el gobierno el optimizador están concentrados cada vez más en la fase
que los subvencione. Se puede crear así empleo del Es­ activa del ciclo vital; no en la vejez y tampoco en la
tado del Bienestar, se puede pagar bastante bien porque infancia, sino en el periodo adulto.
en este caso el empleo no tendría en el mercado el pro­
blema del coste diferencial entre servicios y productivi­ Mucha gente ha afirmado que el modelo america­
dad, el diferencial de productividad sería menor, en el no sería probablemente no el modelo perfecto pero sí
la mejor forma positiva de evitar la patología de la del Bienestar destruirá tanto la flexibilidad como la
«euroesclerosis». Dicen que es un modelo que no ga­ creación de empleo, y en lugar de ello creará un abismo
rantiza una gran igualdad, pero que resuelve los proble­ entre una pequeña y escasa proporción de fuerza de tra­
mas del empleo y tiene una gran flexibilidad. La cues­ bajo empleada en buenos trabajos, bien pagados y con
tión es si este modelo de expansión del empleo basado mucha seguridad, y un creciente excedente de población
en salarios bajos no está necesariamente relacionado marginal incapaz de entrar en el mercado de trabajo.
con trabajos malos. De hecho, si uno observa los datos,
el perfil del crecimiento del empleo en Estados Unidos Ahora bien, cuanto más se crea un mercado labo­
en los últimos diez o quince años, en general se ve que ral de privilegiados y marginados, más aumentan los
es positivo, hay un desarrollo profesional cada vez más marginados, personas con jubilación anticipada, pen­
cualificado, con más nivel. El perfil es muy positivo. sionistas, amas de casa, jóvenes que no consiguen tra­
Sin embargo, simultáneamente, los salarios están ba­ bajo, y más depende la familia del hombre que trabaja
jando, los salarios reales están bajando para gran parte a tiempo completo que ha de llegar a casa con el salario
de los trabajadores americanos, y lo más importante de familiar cada día sin interrupción. Cuanto más se utili­
todo, la promesa fordista de Estado del Bienestar ame­ za la jubilación anticipada para descongestionar el mer­
ricano más pacto de bienestar está fracasando. Y esto cado laboral, cuanto más se aparta a los viejos del mer­
es en cierto modo parte del motivo por el cual el mode­ cado de trabajo, y se aparca a los jóvenes en algún
lo americano no es en absoluto la solución. No se pue­ lugar para evitar el desempleo, más se reduce el periodo
de esperar que una transferencia de las obligaciones de activo del ciclo vital, lo que significa que un trabajador
bienestar del estado al mercado sea compatible con las actual no puede acumular los más de treinta y cinco
necesidades de flexibilidad de las sociedades avanzadas años necesarios para acceder a una pensión. Cuanto
dominadas por los servicios, precisamente porque el más se reduce el periodo activo, más desesperado está
tipo de empresa pequeña o mediana, con bajas cualifi- este hombre por tener un ciclo vital ininterrumpido y
caciones, no es capaz de desarrollar la amplia infraes­ seguro en la edad adulta. Cuanto más fuerte sea la ne­
tructura de pensiones, programas de atención sanitaria, cesidad de este ciclo vital fordista lineal y estandariza­
etc. Es exactamente el principal objetivo que la doble do, más rígida será la economía. No se puede pedir a
estrategia americana pretende eliminar, porque las pe­ esta gente que se mueva de un lado para otro, que se
queñas empresas están creando un nivel de rigidez y es­ recicle aquí o en cualquier lugar, pasando un año sin
tán dificultando la competitividad, y es exactamente trabajar, o trasladar a los trabajadores de un día para
por esto por lo que en Estados Unidos la principal fuer­ otro sin saber si estarán en la misma ciudad o en la mis­
za que está detrás de la sanidad pública, la sanidad na­ ma región o incluso en el mismo país. Evidentemente
cional, los programas de protección del gobierno Clin­ este modelo se autodestruirá; en una economía mun­
ton, es la gran empresa más dinámica y progresista que dial y global se requerirá flexibilidad laboral y este mo­
quiere librarse de la rigidez fordista. Por tanto aquellos delo se autodestruirá a largo plazo.
que hablan en Europa de la solución americana al pro­ Ahora bien, es evidente que el modelo americano
blema de la «euroesclerosis» están tomando el rábano no ha ofrecido alternativas atractivas porque no se preo­
por las hojas, por así decirlo. Sin embargo, si la derecha cupa de la igualdad. Si uno sólo se preocupa del número
está equivocada en lo relativo a la capacidad de flexibi­ de puestos de trabajo, no es un mal modelo. Pero si a
lidad del modelo americano, la izquierda no puede es­ uno le preocupa la igualdad, y la igualdad debe conti­
tar muy satisfecha evidentemente por tener que aceptar nuar siendo la esencia de las promesas del Estado del
un marco hipotético de pleno empleo que va acompa­ Bienestar, entonces hay que mirar hacia otro lado.
ñado de enormes desigualdades.
El problema es que Escandinavia no ofrece tampo­
Vamos a fijarnos ahora en los mercados de trabajo co la solución, aunque mucha gente cree que sí. Escan­
continentales europeos, y al fijarse en ellos lo que uno dinavia, con su expansión de los servicios sociales y la
observa es que los que sí tienen trabajo, los privilegia­ igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, pa­
dos, tienen muy buenos trabajos, muy bien remunera­ recía ofrecer la salida de un intercambio sin contrapar­
dos, a expensas de los marginados. Este es exactamente tidas, creando puestos de trabajo que le permitían man­
el dilema aquí, que si no se aumenta el empleo del sector tener incluso el pleno empleo y al mismo tiempo ser
servicios, en servicios privados para el consumidor o en capaz de potenciar la flexibilidad; especialmente en los
servicios sociales, que son las únicas dos áreas en las que casos en que hay dos trabajadores profesionales a tiem­
se puede generar un importante crecimiento de los servi­ po completo en una pareja, en una familia, el riesgo
cios, entonces tenemos una estructura laboral muy bo­ para uno de los dos se reduce considerablemente. El an­
nita y de alto nivel, que es capaz de un tipo de producti­ tiguo trabajador masculino ya no se ve totalmente limi­
vidad, resultados, etc. relativamente bueno. Si por otro tado por la necesidad de esos cuarenta años de trabajo
lado se aumentan los servicios en uno de estos dos secto­ ininterrumpido y puede arriesgarse un poco. Y vemos
res, se conseguirá una gran cantidad de trabajos malos, que eso es exactamente lo que han empezado a hacer
trabajos de limpieza, trabajo doméstico, trabajos de vi­ los hombres escandinavos. Han empezado a coger per­
gilancia, etc. en el sector privado o un tipo similar de tra­ misos de maternidad, permisos de paternidad. Van a in­
bajos poco apreciados en el sector público. Este es en terrumpir su carrera profesional varias veces, y estarán
cierto modo el dilema al que nos estamos enfrentando. más experimentados, tendrán más capacidad de adapta­
Ahora bien, ¿qué clase de igualdad queremos alcanzar? ción, serán más capaces de reciclarse. Y por eso no se
Si seguimos la estrategia igualadora de los privilegiados trata sólo de que en Escandinavia el ciclo vital de las
y no nos preocupamos de los marginados, suponiendo mujeres empiece a parecerse al de los hombres, sino
que de ellos se ocuparán el salario familiar y las transfe­ que el de los hombres empieza a parecerse al de las mu­
rencias sociales familiares del hombre en activo, enton­ jeres en las tradicionales interrupciones del trabajo du­
ces probablemente estaremos endeudados, como Espa­ rante su vida. Voy a dar unos cuantos ejemplos. Suecia
ña, como Italia, como la mayoría de Europa introdujo en los años setenta la posibilidad de que tan­
continental, endeudados en una situación en la que uno to el padre como la madre tuvieran derecho al permiso
tiene la peor de todas las situaciones posibles. El Estado familiar de maternidad para ocuparse de los hijos. Al
principio muy pocos hombres lo utilizaron, creo que un bajen tendrán mucha igualdad y seguridad. No es un
4% en los dos años posteriores a su introducción. Y dilema muy bueno para tener que elegir, así que hay
cuando lo cogían los hombres, era para unas dos sema­ que buscar otra salida.
nas, un poco como para demostrar que estaban libera­ Sólo hay una salida si reflexionamos sobre lo que
dos. Hoy en día prácticamente alrededor del 50% de significa estar mal pagado y tener un mal trabajo. Si
los hombres asalariados en Suecia cogen esta opción de esto significa que uno está encerrado para toda su vida
permiso de paternidad y lo hacen en un período no tan en un mal trabajo, con un sueldo bajo, que si trabajas
largo como las mujeres, pero la diferencia ha disminui­ una vez en McDonald’s ya siempre serás trabajador de
do considerablemente. Así que hay una capacidad mu­ McDonald’s, si trabajas una vez en un lavadero de co­
cho mayor de cambio y adaptación flexibles durante el ches siempre trabajarás en un lavadero de coches, si tra­
periodo profesional activo, a la que contribuyen clara­ bajas una vez de auxiliar de enfermería cambiando las
mente una política activa de mercado de trabajo y los sábanas en un hospital siempre serás un auxiliar de en­
programas de reciclaje etc., y una expansión del empleo fermería que cambia las sábanas en un hospital, enton­
basada en el Estado del Bienestar. Sin embargo esto es ces se trata evidentemente de una situación no muy
una ilusión porque la tesis del coste, la tesis del coste buena. Sin embargo si el que trabajó una vez en McDo­
de Baumol sólo entra por la puerta trasera. Se puede nald’s no tiene que ser siempre necesariamente trabaja­
subvencionar los servicios, pero la crisis fiscal puede dor de McDonald’s, no hay nada especialmente malo
llegar muy pronto, y esto es exactamente lo que ha pa­ en pasar algunos años de tu ciclo vital en malos traba­
sado en Suecia, y si uno mira las cifras de gasto público jos, en trabajos mal pagados, si sabes que tus oportuni­
en Suecia a mediados de los años ochenta, verá que dades de salir de ahí en un breve plazo de tiempo son
más del 65% de PNB se obtiene del Estado del Bienes­ muy altas, si sólo con hacer un pequeño esfuerzo uno
tar. Ahora bien, una cuestión diferente es cómo se ob­ lo puede conseguir. Es decir, que si se puede contar con
tiene el dinero del Estado del Bienestar. Las transferen­ una cierta garantía de movilidad dentro del sistema, no
cias no tienen nada que ver con el consumo público, hay nada particularmente malo en tener malos traba­
y lo que estaba aumentando y disparando el gasto pú­ jos; creo que la mayoría de nosotros tuvimos malos tra­
blico en Suecia era el consumo público, porque había bajos cuando éramos estudiantes. Por tanto el proble­
que pagar el 30% de la fuerza de trabajo que estaba ma es saber si el sistema de estratificación social
empleada en el sector público. Y si su productividad postindustrial conducirá a una diferenciación de clase
hubiera ido aumentando a pasos agigantados como en respecto a los malos trabajos; si esto no ocurre no hay
la Volvo, entonces el problema sería muy diferente, nada particularmente negativo en ello.
pero no era así. Se puede decir a los trabajadores del
Estado del Bienestar, identificados con la socialdemo- Hemos estado haciendo muchos análisis reciente­
cracia: por favor aceptad la moderación salarial. Pero mente sobre este tema, y lo que han demostrado es que
ellos dicen: en Suecia estamos sindicados y tenemos tanto para los malos trabajos del Estado del Bienestar,
una política salarial de solidaridad, una noción iguali­ como en Escandinavia, como sobre todo en los servicios
taria de los salarios y si nosotros tenemos que sufrir al consumidor del sector privado de tipo McDonald’s,
una moderación salarial tiene que ser igual para todo como en Estados Unidos, la probabilidad de escapar de
el mundo, si no no sería justo. Lo que se produjo evi­ este tipo de empleos es muy alta. La mayoría de la gente
dentemente en los años ochenta fue casi una guerra en­ que entra en estos trabajos se queda en ellos durante un
tre los sindicatos del sector privado y los del sector pú­ tiempo relativamente corto. Si y realmente sólo si se les
blico, que representaban sobre todo a los trabajadores puede garantizar una formación profesional o un reci­
no manuales. Y si hubo huelgas, y Suecia tuvo una fre­ claje y una reeducación, y creo que esto es precisamente
cuencia de huelgas muy elevada en los años ochenta, lo primero que hay que hacer, la conexión entre el Esta­
no fueron huelgas contra los empresarios, sino manifes­ do del Bienestar y sus garantías, no sólo en términos de
taciones de un conflicto entre los sindicatos a causa de formación antes de entrar en el mercado laboral, sino
las diferencias salariales entre el sector privado y el sec­ probablemente sobre todo después de entrar en el mer­
tor público. Por tanto parece evidente que el problema cado laboral. Es decir, que si se le puede garantizar a
Baumol viene a ser cuestión de corazón, en el sentido todo el mundo un aumento de su formación, de su cuali-
de que hemos construido una enorme jerarquía laboral ficación durante sus años activos, no hay nada malo en
en el Estado del Bienestar que es muy difícil desmante­ el hecho de que tengas que sufrir algunos años de malos
lar. La política más dura del gobierno sueco es que aho­ trabajos, mal pagados, etc. Y pienso, por tanto, que lo
ra tiene que despedir a 80.000 de estos trabajadores del importante para España si quiere llegar al nivel de los
Estado del Bienestar y esto no va a ser fácil. Estados del Bienestar más avanzados no es empezar a
parecerse a Suecia, porque Suecia tuvo que ser diferente
En otras palabras, Suecia y Escandinavia en gene­ a como es hoy en día, aunque Suecia es probablemente
ral van a tener que aceptar también una americaniza­ el país que más se acerca a este ideal de armonización
ción en el sentido de una mayor cantidad de malos tra­ postindustrial que acabo de trazar. Ésta sería mi conclu­
bajos en el sector servicios y desigualdad salarial. Así sión provisional. □
que esto significa que los ideales tradicionales que
acompañan al Estado del Bienestar —igualdad, solida­
ridad, garantías universales de bienestar para todos— Texto de la Conferencia pronunciada por G. Esping-
no son compatibles con la sociedad postindustrial, no Andersen en la Presidencia de la Generalitat Valencia­
lo parece al menos. Hasta ahora todo lo que he dicho na, organizada por la IVEI. Valencia, 8 febrero 1994.
nos llevaría a una conclusión extremadamente pesimis­
ta. O bien tenemos pleno empleo, pero entonces tene­
mos que aceptar la desigualdad y quizás la polarización ---------------------------- NOTAS ----------------------------
salarial y gran cantidad de trabajos malos, o bien ten­ (1) G. Esping-Andersen, Los tres mundos del Estado
dremos un desempleo masivo pero entonces los que tra­ del Bienestar, Edicions Alfons el Magnánim-IVEI, 1993.
¿P O R QUÉ HA
FRACASADO EL
MODELO SUECO
R U D O L F M E I D N E R
E Marx al mercado» no sólo es el título la economía sueca a las condiciones del período de gue­
de un conocido libro1 o un simple jue­ rra. Suecia, formalmente neutral pero rodeada de ejérci­
go de palabras: la frase también puede tos alemanes amenazantes, tuvo que imponer regula­
servir como historia telegráfica del movimiento obrero ciones, racionamientos, controles de precios y de
sueco. inversión: en resumidas cuentas, una economía de gue­
Los pioneros del movimiento de finales del si­ rra planificada. Las experiencias de este período —que
glo XIX estaban profundamente influenciados por los acabó con el alto nivel de desempleo de preguerra— in­
marxistas alemanes y tenían como objetivo concreto fluyeron en el pensamiento de los autores del Programa
convertir los medios de producción en propiedad colec­ de Postguerra de 1944 que habría de constituir la plata­
tiva. Sus seguidores modernos han abandonado forma pragmática del inmediato gobierno socialdemó­
—como la mayoría de socialistas en las democracias crata.5 La economía de guerra había demostrado la
occidentales— la cuestión de la propiedad como punto posibilidad de conseguir el máximo uso de todos los re­
esencial del socialismo. En la actualidad la economía cursos productivos (aunque hasta cierto punto para
de mercado es generalmente aceptada como el ámbito propósitos improductivos). ¿Por qué, preguntaban figu­
para el intercambio de bienes y servicios de producción ras destacadas del partido, no debería emplearse la in­
privada —aunque con ciertas restricciones y modifica­ tervención estatal como instrumento para conseguir el
ciones en aras de una justa distribución de la riqueza. pleno empleo también en tiempos de paz, especialmen­
te cuando la mayoría de economistas preveían altos ni­
veles de desempleo en el período de transición después
UNA BREVE HISTORIA DE LA de la guerra?
SOCIALDEMOCRACIA SUECA2 El Programa de Postguerra constituyó el nivel má­
ximo de intervencionismo estatal en la historia modern
de la socialdemocracia sueca. Defendía la nacionaliza­
Por supuesto, una frase como ésta no puede hacer ción de las industrias básicas y de las instituciones fi­
justicia a la «larga marcha» del movimiento obrero sue­ nancieras, recomendaba la planificación central de la
co a lo largo de la historia y sus numerosas paradas en inversión y asignaba al gobierno un papel de dirección
el camino. Lo cierto es que los primeros socialdemócra- en la reestructuración de la industria del país. Como
tas suecos eran marxistas y sus sucesores, cien años punto principal, el programa atribuía al Estado la res­
más tarde, tienen una notable debilidad por el mercado. ponsabilidad de alcanzar y mantener el pleno empleo.
Sin embargo los elementos marxistas de la ideología so- Los socialdemócratas más destacados, entre ellos Gun-
cialdemócrata fueron eliminados en una fase temprana nar Myrdal, hablaron del «tiempo de cosecha» del so­
y el primer gobierno socialdemócrata en los años 20 ya cialismo sueco. En lugar de eso, resultó ser la última
renunciaría a la «nacionalización». Dejó de aparecer vez que los líderes del partido emplearon el término
en la agenda política cuando el gobierno designó una «socialismo».
comisión para investigar el tema de la nacionalización
—un método infalible para enterrar ideas de una vez Tampoco serían el socialismo, el intervencionismo
para siempre. estatal o la planificación las características de la políti­
ca real de los socialdemócratas en la postguerra. Suecia
En lugar de ello, los socialdemócratas suecos co­ entró en el período de postguerrra con plena capacidad
menzaron a construir un sistema de bienestar social en de producción y pudo beneficiarse de la inmensa de­
el marco del capitalismo, dejando a los propietarios del manda de bienes en la arruinada Europa. Como expor­
capital la responsabilidad de producir los bienes pero tadora de bienes de inversión y de materias primas esca­
asignando al Estado la responsabilidad de una justa dis­ sos, Suecia se benefició del proceso de recuperación
tribución de la producción resultante. La nacionaliza­ europea. Las industrias de ingeniería y la producción
ción fue reemplazada por el «socialismo funcional», forestal suecas conocieron un gran auge, y no hubo pro­
que significa que la socialización de algunas de las fun­ blemas de desempleo. Ocurrió lo contrario e inespera­
ciones de la propiedad es preferible a emprender una do: una escasez de mano de obra y, con ella, la amena­
socialización general. La hegemonía de clase dio paso za de inflación.
a la sociedad sin clases, denominada «el hogar del pue­
blo», expresión famosa acuñada por el popular primer La marcha de la economía sueca durante esos
ministro sueco RA. Hanson en 1928, según la cual to­ años, con altas tasas de crecimiento, un comercio exte­
dos los suecos deberían sentirse y ser tratados como rior equilibrado y pleno empleo, privó a las propuestas
miembros de una familia: más radicales del Programa de Postguerra de gran parte
de su actualidad. ¿Por qué habría que nacionalizar las
En el buen hogar prevalecen la igualdad, la consi­ industrias si los propietarios privados podían gestionar­
deración, la cooperación y el espíritu de colaboración. las de forma eficiente y con una alta rentabilidad? ¿Por
Aplicado al hogar común del pueblo y el cuidadano, qué habría de intervenir el gobierno en la economía si
esto significaría la ruptura de todas las barreras econó­ las fuerzas del mercado podían resolver los problemas
micas y sociales que ahora dividen a los ciudadanos en estructurales y garantizar con éxito el pleno empleo?
privilegiados y desafortunados, en gobernantes y go­
bernados, en ricos y pobres, en acaudalados y desam­ ¿Por qué había de construir el gobierno una maquina­
parados, en saqueadores y saqueados.3 ria de planificación para una economía que funcionaba
bien sin planificación? Y por último: ¿valía la pena em­
Este discurso simbolizaba, como explica un obser­ prender una lucha ideológica con la oposición burguesa
vador canadiense, «el gran avance del reformismo sue­ que militaba fervientemente contra cualquier tipo de
co», en el sentido de que la idea del hogar del pueblo planificación?
implicaba la convicción de que el socialismo podía al­ La mayor parte de las ideas socialistas del Progra­
canzarse por medio de reformas de bienestar social.4 ma se diluyeron a medida que el mercado alcanzaba los
La escena cambió durante un corto período de logros que los socialistas se habían propuesto: creci­
tiempo en los años 40, no ya como resultado de un miento económico, que podía emplearse para impor­
cambio ideológico sino debido a la necesidad de ajustar tantes reformas sociales, ingresos crecientes, alto nivel
de empleo. Muchos socialistas llegaron a la conclusión ba el pleno empleo eran lo bastante fuertes como para
de que la ideología socialdemócrata había llegado a su comprometer la política de estabilización mediante
fin.6 Un movimiento obrero en fase de moderación en­ agresivas reivindicaciones salariales. No obstante, re­
cabezó la transformación de Suecia en una sociedad del chazamos la idea de que los sindicatos deberían ser dis­
bienestar que causó admiración y envidia en todo el ciplinados por medio del desempleo. Optábamos prefe­
mundo. rentemente por una autodisciplina colectiva impuesta
por la política salarial de los propios sindicatos. Esto
se concibió en el marco de una ideología basada en la
EL DILEMA PLENO EMPLEO/INFLACIÓN noción de solidaridad, en pro de una estructura salarial
que reflejase el tipo de trabajo y la especialización más
que la rentabilidad de la empresa.
Había, no obstante, sombras en el cuadro amable
de los «años dorados» de la Suecia de postguerra. Re­ Era evidente que la militancia y rivalidad sindical
sultó obvio inmediatamente después de la guerra que podía ser mitigada a través del consenso entre los sindi­
la escasez de mano de obra —en aquel momento una catos acerca de fines y métodos comunes de política sa­
experiencia nueva para los políticos y el movimiento larial. A mediados de los años 50 la Confederación de
obrero— provocaba aumentos salariales por encima de Empresarios (SAF) invitó a la LO a participar en nego­
la productividad y, en consecuencia, la aparición de la ciaciones salariales generales, negociaciones que habían
inflación de costes. El gobierno reaccionó introducien­ de caracterizar las relaciones industriales suecas a lo lar­
do diversos tipos de medidas de política de rentas, entre go las dos décadas siguientes. Muchos observadores de
ellas una congelación salarial entre 1949 y 1950 que re­ dentro y fuera de Suecia han considerado el sistema de
sultó ser un fracaso total. Estas experiencias indicaron negociación centralizado como el elemento esencial del
que el pleno empleo y la estabilidad de precios eran ob­ modelo sueco. En mi opinión, el modelo estaba origi­
jetivos en conflicto, y que el gobierno debía tomar una nalmente concebido para resolver el dilema pleno em-
opción política en vez de cargar la responsabilidad de pleo/inflación, con la política activa de mercado de
la estabilidad de precios a los sindicatos. trabajo y la política salarial de solidaridad como ingre­
dientes complementarios. El hecho de que las negocia­
Era bastante natural que cierto número de econo­ ciones salariales suecas se llevaran a cabo de forma cen­
mistas empleados por el LO, la influyente confedera­ tralizada sin duda facilitó los esfuerzos realizados por el
ción de trabajadores industriales, intentase encontrar gobierno para la estabilización. Sin embargo, esta cen­
una solución a este dilema que se había convertido en tralización debería verse sobre todo como una conse­
una seria amenaza para el movimiento sindical. El ple­ cuencia del acuerdo de Saltsjóbaden de 1938 entre tra­
no empleo es una condición imperativa de la fuerza sin­ bajo y capital. Por medio de este acuerdo ambas partes
dical. Sin embargo las restricciones salariales en perío­ establecieron reglas para su relación mutua, pero tam­
dos de alta rentabilidad en que las empresas pueden bién demostraron su autonomía frente al gobierno.9
pagar salarios más altos causan desconfianza entre la
base hacia la dirección del sindicato. El ajuste entre ple­ El dilema de la estabilización es importante ya que
no empleo y estabilidad de precios fue el punto de par­ el pleno empleo, el objetivo de mayor prioridad para los
tida para la elaboración de una propuesta sindical enca­ trabajadores, debe ser reconciliado con la necesidad de
minada a un modelo de estabilización que, en su forma estabilidad de precios. En palabras de Gunnar Myrdal,
definitiva, se convirtió en la parte central del «Modelo la inflación es una amenaza mortal para el socialismo;
Sueco» en general.7 La propuesta puede considerarse y Gósta Rehn, uno de los arquitectos del modelo de la
como una forma de keynesianismo modificado. La de­ LO, acuñó el eslogan de que los socialistas deben «odiar
manda global, condicionada a través de medidas fisca­ la inflación». El desarrollo de la economía sueca en los
les y monetarias, había de ser alta, pero no tan alta años 70 y 80 ha verificado estos avisos: el fracaso de
como para determinar el uso pleno de todos los recur la política de estabilización ha sido una razón decisiva
sos productivos y todas las capacidades profesionales de la disminución del apoyo popular a los socialdemó-
en cada sector y cada región. La definición dada por cratas, del debilitamiento de los sindicatos y de la per­
Beveridge del pleno empleo —la situación en la que sistente decadencia del modelo sueco en general.
hay permanentemente más puestos de trabajo disponi­
bles que personas para ocuparlos— era para nosotros,
economistas de la LO, a la vez una buena definición de ¿ES LA IGUALDAD CONTRAPRODUCENTE?
la inflación.
A fin de evitar la inflación, la demanda global El pleno empleo es sólo un pilar del modelo sueco;
debe caer por debajo del nivel en que prácticamente el segundo es la igualdad. Si los socialistas suecos son
toda la mano de obra pueda ser absorbida. Las «islas fanáticos respecto al pleno empleo, también defienden
de desempleo» deberían ser eliminadas, pero no incre­ apasionadamente la igualdad. Las dos alas del movi­
mentando la demanda general sino mediante medidas miento obrero sueco pretendían alcanzar la igualdad
de política de mercado de trabajo seleccionados y con por medio de métodos distintos pero complementarios.
objetivos precisos como reciclaje, movilidad, jubilacio­ Se atribuía al partido en el gobierno la responsabilidad
nes, subsidios para trabajadores discapacitados y traba­ de desarrollar un sistema de bienestar social universal,
jo público para la mano de obra de mayor edad y de basado en generosas transferencias de renta y un am­
escasa movilidad. Desde un primer momento, la políti­ plio sector público que ofreciera casi gratis, por ejem­
ca activa de mercado de trabajo fue un componente plo, servicios sociales financiados por medio de impues­
central de la propuesta de pleno empleo no inflacionis- tos. El principal objetivo de los sindicatos era una
ta que fue presentada e intensamente debatida en el política salarial igualitaria, con el fin de alcanzar una
congreso de la LO de 1951.8 estructura salarial solidaria.
Éramos conscientes del riesgo derivado del hecho Como ya se ha mencionado, la política de pleno
de que unos sindicatos poderosos a los que se garantiza­ empleo tuvo sus límites en el riesgo inherente de infla-
ción. Por esta razón el pleno empleo debía alcanzarse tenido como resultado la formación de grandes organi­
por medios no inflacionarios. Había restricciones aná­ zaciones en áreas metropolitanas, en algunos casos con
logas para el sistema del bienestar universal y para la miles de empleados en una sola unidad. Se trataba de
política salarial de solidaridad. El sistema de bienestar aprovechar, de manera análoga al sector privado, las
social no debe entrar en conflicto con la eficiencia. La economías de escala en la construcción de hospitales,
política salarial solidaria, que elimina el uso de diferen­ centros educativos y residencias de la tercera edad. Pero
ciales salariales como incentivos para la movilidad la­ con frecuencia la consecuencia de esto era la burocrati-
boral, implica el riesgo de rigidez del mercado del traba­ zación y la ineficiencia.
jo. Estos conflictos potenciales no dejaron de estar
previstos por los que proponían el estado del bienestar, En los últimos años los gobiernos locales y nacio­
ni por los defensores de la política salarial de solidari­ nales han realizado grandes esfuerzos para mejorar la
dad. En realidad, ya en una fase temprana se incorpora­ eficiencia en el sector público, por ejemplo mediante la
ron al modelo mecanismos para solucionar posibles introducción de mecanismos que simulan un funciona­
conflictos. miento de tipo mercado en la provisión pública de ser­
vicios educativos y de salud.11 Los partidos no socialis­
No existe, de hecho, una evidencia clara de que el tas buscan una solución en la privatización de servicios
estado del bienestar sea necesariamente contraprodu­ públicos —una propuesta que los socialdemócratas re­
cente en términos de eficencia económica. Estudios chazaron enérgicamente.
comparativos de países con distintos niveles de gasto
público para fines no militares no confirman la hipóte­
sis de que estados del bienestar altamente desarrollados LA POLÍTICA SALARIAL DE SOLIDARIDAD12
muestran índices de crecimiento más bajos que otros
países. Suecia, que tuvo un nivel record de gasto públi­
co y, correspondientemente, impuestos altos no se que­ Mientras que el bienestar social era responsabili­
dó atrás de la mayor parte de estados del bienestar de dad de las autoridades públicas, una segunda forma de
Europa occidental durante todo el período alcanzar la igualdad venía dada por la propia política
1960-1990.10 La alta tasa de absentismo en Suecia es a salarial de solidaridad. La política social solidaria (ori­
menudo interpretada como un abuso del generoso siste­ ginalmente denominada socialista), que constituye el
ma de seguridad social, pero si se mira más de cerca fundamento ideológico del movimiento sindical sueco,
se puede explicar en parte por el hecho de que los gru­ significa dos cosas. En primer lugar, a igual trabajo
pos propensos al absentismo (mujeres, personas disca­ igual salario, independientemente de la rentabilidad de
pacitadas), que normalmente no están plenamente inte­ la empresa, el tamaño o la localización del lugar de tra­
grados en la fuerza de trabajo en otros países, bajo. Lo que importa es el tipo y naturaleza del trabajo,
componen una parte sustancial de la fuerza de trabajo y la cualificación necesaria para realizarlo. El segundo
sueca. Tampoco puede demostrarse que las generosas objetivo de esta política es equilibrar las diferencias sa­
normas para la jubilación anticipada en Suecia hayan lariales, pero no su total eliminación. Para distintos ti­
resultado ser un abuso del sistema: la proporción de ju­ pos de trabajo se debería pagar salarios diferentes. Es
bilaciones anticipadas en Suecia es, en realidad, más obvio que ambos componentes de la política salarial de
baja que en la mayoría del resto de países europeos con solidaridad presuponen descripciones precisas de em­
este tipo de provisiones. pleos y normas para la evaluación de éstos.
El argumento de que el bienestar social universal Los detractores de la política salarial de solidaridad
puede influir negativamente en la productividad y el han argumentado que una estructura salarial igualita­
crecimiento también puede cuestionarse desde otro ria impide la movilidad laboral. Cierto número de estu­
punto de vista. El elevado gasto público puede parecer dios han mostrado que las diferencias salariales cum­
una pesada carga para los contribuyentes, pero lo que plen un papel sustancial como incentivos en el mercado
a menudo no se observa es el hecho de que una parte del trabajo. Sin embargo, en una economía de pleno
considerable del gasto público son inversiones en capi­ empleo, el uso de estos diferenciales como instrumen­
tal humano y, por tanto, altamente productivas. El cui­ tos reguladores del mercado laboral sería irracional y
dado materno es un derecho de todos y previene la en­ económicamente costoso. El riesgo de caer en espirales
fermedad: una baja por maternidad de un año (más salariales inflacionarias sería muy alto. Existe un efecto
larga que en cualquier otro país en Europa Occidental) estructural de la política salarial solidaria sobre la mo­
proporciona a la madre un período de privacidad y ali­ vilidad laboral que podría ser más importante que los
vio (y puede —aunque es raro— ser utilizada también supuestos efectos de grandes diferenciales salariales.
por el padre); la rehabilitación de personas que han su­ Una estructura salarial equilibrada, igualitaria, elimina
frido accidentes laborales facilita la reintegración en el a las empresas no rentables, incapaces de pagar salarios
mercado del trabajo. Estas medidas activas son sustan­ al nivel del mercado. La mano de obra sobrante debe
ciales y elementos económicamente útiles de la política ser absorbida por empresas más rentables o estar asisti­
de bienestar social sueca. da por medidas de política activa de mercado de trabajo
como la formación profesional, el reciclaje, la rehabili­
Existe, no obstante, un área del sector público en tación, etc. Resulta fácil reconocer la estrecha interco­
relación con la cual la crítica tiene justificación. La nexión que existe entre la política salarial y la política
atención sanitaria, el cuidado de niños y ancianos, la de mercado del trabajo en el modelo o, dicho de otro
educación a todos los niveles y el bienestar social esta­ modo, entre las políticas de los sindicatos y del go­
ban en Suecia a cargo de las autoridades públicas. En bierno.
los años 60 y 70 los servicios públicos, particularmente
la atención sanitaria, conocieron una enorme expan­ Un problema más serio es el derivado del hecho
sión. Entre 1960 y 1980, el número de empleados públi­ de que la restricción salarial practicada por grupos bien
cos casi se triplicó y supone actualmente la tercera retribuidos en empresas rentables deja en manos de los
parte de la fuerza del trabajo sueca —un record inter­ propietarios del capital la capacidad no ejercida de
nacional. La explosiva expansión del sector público ha pago de mayores salarios. La propuesta de los sindicatos
de transferir parte de esta especie de incrementos sala­ ESQUEMA DEL MODELO SUECO
riales «perdidos» a fondos colectivos de asalariados
O b jetiv o s P le n o em p leo Ig u aldad
era un intento de resolver el dilema ilustrado en el
gráfico adjunto, en el que las empresas se agrupan R estriccio n es E sta b ilid a d d e p recio s E fic ie n c ia

de acuerdo con su rentabilidad (y capacidad de pago In stru m en to s C om bin ación de m edidas g enera­ B ienestar social un iversal
de salarios). Las empresas incapaces de pagar el sala­ les restrictivas y p o lítica de m erca­ Sector pú blico am plio
rio «normal» (establecido en negociaciones centrales) d o de tra b a jo selectiva P olítica salarial de solidaridad
deben racionalizar su producción; si han agotado ya i
su potencial de racionalización, se verán excluidas del - F ondo s d e asalariad os
mercado. En ambos casos, la consecuencia será la
aparición de excedentes laborales. Consiguientemente,
es responsabilidad de la política de mercado de traba­ Resulta obvio que el sistema mantiene aquellos
jo hallar nuevos puestos de trabajo para estos exce­ elementos de la ideología socialista que apuntan más
dentes. allá de los límites de una economía de mercado capita­
lista. La experiencia nos ha enseñado que las fuerzas
del mercado libre no garantizan ni el pleno empleo ni
la igualdad. Otorgar la máxima prioridad a estos objeti­
vos significa desafiar los principios del sistema capita­
lista, que está basado en la rentabilidad del capital de
propiedad privada.
La formación de un sector público amplio como
garante del bienestar social universal implica que una
parte sustancial de la economía se aparta de las reglas
del mercado y que las necesidades sociales se indepen­
dizan del poder adquisitivo de la gente. La política sala­
rial de solidaridad separa los salarios de la rentabilidad
y sirve de colchón para el mercado. La propuesta sindi­
cal de fondos de asalariados ha sido correctamente con­
siderada como un intento sindical de compartir los fru­
tos de la acumulación de capital con los propietarios de
éste.
El modelo sueco, formulado en la versión que he­
mos presentado aquí, es reformista en el sentido de que
la propiedad privada y los mercados libres son amplia­
mente aceptados, pero es socialista en la medida en que
los valores fundamentales del movimiento obrero están
incorporados en él. El modelo está basado en una firme
La parte derecha del gráfico ilustra el hecho de que ideología socialista pero impulsa al mismo tiempo mé­
las empresas rentables tienen capacidad para abonar sa­ todos prácticos para alcanzar los objetivos. El modelo
larios más altos que los reivindicados por los sindicatos. combina visiones y el pragmatismo de la tradición sue­
La solución propuesta por la LO, los fondos de asalaria­ ca. Se acerca a lo que Ernst Wigforss, un destacado lí­
dos, tenía como finalidad recoger los beneficios excesi­ der del movimiento obrero sueco, denominó «utopías
vos y transferirlos de los propietarios del capital a pro­ provisionales».
piedad colectiva de los empleados.13 Los capitalistas,
comprensiblemente, no estuvieron de acuerdo con esta
idea. Sin embargo, es una pieza coherente del modelo LOS LOGROS
sueco.

Ahora bien, ¿cuáles son los logros del modelo sue­


EL MODELO SUECO DEFINIDO co o, digámoslo de forma menos ambiciosa, de los go­
biernos socialdemócratas después de la guerra? El ple­
no empleo se mantuvo prácticamente durante todo el
Permítaseme resumir lo que se ha dicho acerca de período. Al mismo tiempo, el índice de participación de
los distintos objetivos, restricciones y métodos de la po­ la fuerza de trabajo subió hasta el máximo nivel euro­
lítica social y económica socialdemócrata, y mostrar peo, principalmente debido a la casi total integración
cómo constituyen partes de un modelo coherente y de las mujeres en el mercado de trabajo. Al implicar a
consistente. Los valores de mayor prioridad son el pleno toda la población en las edades activas, la aplicación
empleo y la igualdad. Ambos entran en conflicto con de fuerza de trabajo es más alta en Suecia que en cual­
otros objetivos, en especial la estabilidad de precios y quier otro país europeo —a pesar de las vacaciones más
la eficiencia. El conflicto entre pleno empleo y estabili­ largas y otro tipo de excedencias.
dad de precios se puede solucionar mediante una políti­
ca que combine una gestión restrictiva de la demanda El sistema de bienestar social universal evolucionó
global y una política de mercado del trabajo selectiva. hacia una red organizativa que abarca a todas las nece­
La igualdad perseguida por un sistema de bienestar so­ sidades sociales —desde la cuna hasta la tumba. En los
cial universal, por un amplio sector público y por una años ochenta el gasto público alcanzó un máximo his­
política salarial de solidaridad debe ser compatible con tórico del 55 por ciento del PIB, financiado por los im­
los objetivos de eficiencia y crecimiento económico. La puestos más altos de Europa occidental. El sector públi­
tabla siguiente ilustra los principales componentes del co se expandió enormemente hasta el extremo de dar
modelo. empleo a la tercera parte de la fuerza de trabajo.
Foto Leonard Freed

La política salarial de solidaridad contribuyó a la re­ puso a la defensiva ante el neoliberalismo y el colapso
ducción de diferenciales de salario.14La brecha entre sa­ de las economías de planificación central en Europa del
larios de hombres y mujeres se estrechó considerablemen­ Este. El sistema sueco, construido sobre la cooperación
te, como resultado de cláusulas especiales en los convenios entre fuertes organizaciones sindicales y empresariales
negociados de forma centralizada que favorecían a traba­ y el gobierno, con una economía que había conseguido
jadores con salarios bajos. A principios de los años 80, reconciliar principios de mercado con valores socialis­
Suecia mostraba la estructura salarial más igualitaria de tas como el pleno empleo, la igualdad y la solidaridad,
los países occidentales. Esto se consiguió mediante una fue aclamado como el prototipo de una sociedad de
política de mercado de trabajo que liberaba a los sindica­ «tercera vía». El declive y desintegración del modelo
tos de responsabilidades por problemas de empleo causa­ sueco es, por tanto, materia de preocupación no sólo
dos por las reivindicaciones salariales de los trabajadores para el movimiento obrero sueco, sino también para la
mal remunerados en empresas y sectores en declive. Los izquierda en su conjunto. ¿Qué explicación podría
gobiernos socialdemócratas también pactaron con los sin­ dársele?
dicatos en otro sentido: los beneficios excesivos —que con­
vierten la restricción salarial en algo problemático para Podríamos establecer el principio de que las derro­
los sindicatos de empresas rentables— fueron como mí­ tas electorales del Partido Socialdemócrata en 1976 y
nimo neutralizados por la obligación de derivarlos a di­ de nuevo en 1991 son la causa del declive del modelo
ferentes fondos (entre ellos, los fondos de aslariados ad­ sueco. En los años 70 el movimiento obrero era todavía
ministrados por los sindicatos, si bien en una cuantía más tan influyente que la coalición de gobierno no socialis­
bien simbólica, como veremos). ta del período 1976-1982 fue incapaz de alterar de for­
ma sustancial la política de bienestar social tradicional.
No es extraño que el modelo sueco se contemplara El pleno empleo fue aceptado como un objetivo funda­
como un modelo para la izquierda en Europa que se mental y el sistema de bienestar social permaneció in­
tacto. Cuando el gobierno socialdemócrata fue reem­ mayor eficiencia que a menudo constituye una forma
plazado por una nueva coalición burguesa en 1991, el eufemística de pronunciarse en favor de peores ser­
modelo ya estaba en proceso de erosión y decadencia. vicios.
El desplazamiento político puede verse como una con­
firmación formal de un proceso continuo más que El sistema de transferencias públicas es objeto de
como su causa. Los puntos débiles del modelo tal como ataques. Recientemente el gobierno burgués y los so-
fue llevado a la práctica, se remontan a principios de cialdemócratas, que ahora encabezan el partido de la
los 70. oposición, han llegado a un acuerdo que pretende des­
plazar la responsabilidad del pago de las bajas por en­
fermedad y del sistema de seguros de accidentes de tra­
PUNTOS DÉBILES DE LA POLÍTICA ECONÓMICA bajo del sector público a los sindicatos y organizaciones
de empresarios, lo que constituye un desplazamiento
del bienestar social universal a un sistema que fue in­
La escencia del modelo sueco, como se perfiló en troducido por Bismarck hace un siglo. Si el creciente de­
el informe del Congreso de la LO de 1951, era la idea sempleo puede ser visto como un ajuste a las condicio­
de que el pleno empleo y la estabilidad económica po­ nes de Éuropa occidental, el desmantelamiento del
dían hacerse compatibles. Argumentamos que una polí­ sistema de bienestar universal lleva a Suecia más cerca
tica de pleno empleo antiinflacionista debía apoyarse de la Alemania bismarckiana.
en dos pilares básicos: una política económica general
restrictiva que no garantiza el pleno empleo, y medidas
políticas de mercado del trabajo selectivas que absor­ LA POLÍTICA SALARIAL DE SOLIDARIDAD
ban la mano de obra sobrante. EN UN CALLEJÓN SIN SALIDA
Los gobiernos suecos a menudo han descuidado la
primera parte de la recomendación y tolerado períodos Otro componente importante del modelo ha sufri­
de exceso de demanda en los mercados de trabajo y de do también un proceso de desintegración: la política sa­
productos. Los efectos desestabilizadores de esta políti­ larial de solidaridad. La política que durante décadas
ca propensa a la inflación eran obvios ya en los ha constituido un instrumento efectivo para la reduc­
años 70, pero resultaron fatales en los 80: los beneficios ción de diferenciales salariales, había perdido gran par­
se dispararon, la especulación elevó el valor de las pro­ te de su impulso inicial. Desde principios de los años
piedades a unos niveles insostenibles, el crecimiento se 80, la estructura permaneció casi estable. Los grupos de
estancó y la competitividad sueca se debilitó. baja remuneración, entre ellos las mujeres, dejaron de
No sería adecuado culpar a los sindicatos de reac­ mejorar su posición relativa en la escala salarial. Exis­
cionar agresivamente en un mercado de trabajo tenso, ten diversas razones para esta ruptura de una tendencia
de la misma manera que no se puede culpar a las fuer­ a largo plazo.
zas de mercado de actuar según los principios del mer­ La primera de ellas tiene que ver con los propios
cado en una situación de beneficios excesivos y alta li­ fracasos de la política de la LO. Cuando la LO formuló
quidez. La consecución del máximo de beneficios es el los objetivos y métodos de la política salarial de solida­
primer objetivo del mercado libre y los capitalistas tan ridad en los años 50 se sentaron dos principios: (a) las
sólo hicieron lo que los libros de texto prescriben. Ase­ diferencias salariales deberían ser estrechadas pero no
gurar la estabilidad económica y combatir la inflación eliminadas; y (b) las diferencias salariales subsistentes
es responsabilidad del gobierno nacional. Pero el go­ deberían reflejar diferencias en el tipo de trabajo, no
bierno no tuvo ni la valentía ni la fuerza para jugar este la rentabilidad de la empresa. El desarrollo del segundo
papel. Las advertencias de Gunnar Myrdal resultaron principio implicaba normas basadas en algún tipo de
ciertas: la inflación socavó sin piedad la base del mode­ evaluación del trabajo. La LO tuvo éxito en sus campa­
lo sueco. ñas para elevar los salarios de los grupos de baja remu­
La primera víctima de la incapacidad del gobierno neración. Fracasó, sin embargo, en conseguir un con­
para controlar la inflación fue el pleno empleo. No obs­ senso en el seno del movimiento sindical sobre un
tante, el desempleo se mantuvo a un bajo nivel en los sistema practicable y sólido que pudiera utilizarse como
explosivos años 80, lo que constituyó un destacable éxi­ línea maestra para la fijación de salarios. Diversos in­
to para Suecia si se compara con el desempleo masivo tentos de encontrar tales normas no dieron resultado y
experimentado en la mayor parte de países europeos. los sindicatos se centraron en la equiparación de la es­
Sin embargo a principios de 1991 la amenaza de una tructura salarial.
inflación continua indujo al gobierno socialdemócrata
El principio de equiparación salarial encajaba bien
a abandonar el pleno empleo como fin prioritario en
con la homogeneidad de la fuerza del trabajo en el área
favor de la estabilidad de precios. Esto hizo más fácil
de producción masiva de tipo fordista que era dominan­
para el gobierno no socialista elegido poco después tole­ te en las primeras décadas después de la guerra. Sin em­
rar un nivel de desempleo que, un año después de ini­
bargo, a medida que la tecnología y la organización del
ciada su gestión, se incrementó hasta alcanzar los nive­
trabajo cambió, las técnicas específicas de una empresa
les de Europa occidental.
y los incentivos para «aprender con la práctica» deja­
El conflicto entre igualdad y eficiencia no es tan ron de poderse mantener satisfactoriamente mediante
acusado como el dilema pleno empleo/inflación. Ni si­ la política salarial de solidaridad tradicional. La LO no
quiera los detractores del sistema de bienestar social estaba suficientemente preparada para estos procesos
universal pretenden que el amplio sector público sea nuevos, que implicaban la necesidad de ajustar la es­
responsable de la baja tasa de aumento de la producti­ tructura salarial a la organización del trabajo postfor-
vidad en la economía sueca. El sector público es ataca­ dista. Una reciente propuesta de ampliar el concepto de
do en el terreno ideológico por grupos conservadores «política salarial solidaria» hacia una política de «soli­
que están a favor de la privatización. Péro incluso en daridad del trabajo», equiparando de este modo salario
el Partido Socialdemócrata se oye una apelación a una y trabajo, se puede ver como un intento de modernizar
la política salarial de solidaridad —o más bien ajustarla ridad con sus compañeros de baja remuneración, éstos
a las intenciones del informe de la LO de 1951. fijaron su atención en los miembros de los sindicatos
de trabajadores no manuales que no estaban sujetos a
La retirada de la confederación de empresarios la misma restricción. Aunque las organizaciones sindi­
(SAF) de las negociaciones salariales centralizadas a cales de obreros industriales y de trabajadores no ma­
principios de los 80 supuso un segundo obstáculo para
nuales mantienen buenas relaciones, con pocos conflic­
la continuidad de la política salarial de solidaridad.15 tos acerca de su demarcación, a menudo se crean
Resulta fácil observar que esto supuso un duro golpe situaciones de competencia en el terreno de la fijación
para la política salarial de la LO, que presuponía la de salarios.
coordinación de reivindicaciones salariales planteadas
por los sindicatos afiliados. La descentralización de las Una cuarta y última razón de la desaparición de
negociaciones a nivel sectorial hace que resulte mucho la política salarial de solidaridad fue que no se pudo
más difícil par la LO mantener su principio de solidari­ mantener el apoyo a una política de mercado de trabajo
dad con los grupos de baja remuneración. La pregunta activa y a las disposiciones de limitación de beneficios.
es la siguiente: ¿por qué se retiró la SAF de la mesa Ciertamente, en la actualidad tal apoyo brilla por su
central de negociaciones? ausencia. El gobierno no socialista ha eludido toda res­
ponsabilidad acerca de la mano de obra excedente
La razón principal que dan los empresarios es que como resultado de demandas salariales demasiado ele­
los convenios centrales han tendido a ser demasiado vadas en empresas poco eficaces. La propuesta de la LO
complejos y rígidos para la flexibilidad que requiere la que pretendía restringir los beneficios excesivos encon­
organización moderna del trabajo. Los directivos y ge­ tró una vehemente oposición por parte de todos los par­
rentes prefieren la negociación descentralizada, incluso tidos no socialistas y, por supuesto, de la SAF. En 1983
al nivel de simple empresa, lo que permite mayores dife­ el gobierno socialista aceptó a regañadientes el princi­
renciales salariales. (También debería observarse que pio de los fondos colectivos de asalariados, pero rebajó
las compañías multinacionales suecas tienen ahora más las intenciones originales hasta el punto de convertir
empleados fuera de Suecia que dentro del país y están los fondos en un gesto en gran parte simbólico.
acostumbradas a métodos de fijación de salarios que di­
fieren de los de Suecia). El conflicto entre las visiones Los planes de fondos de inversión de asalariados
de los sindicatos y de los directivos de las empresas so­ se habían discutido en Europa occidental durante los
bre el papel de la política salarial se plantea más clara­ primeros años de postguerra. El DGB alemán planteó
mente que nunca: los sindicatos suecos continúan pre­ la idea de fondos de asalariados a escala nacional a me­
tendiendo una estructura salarial igualitaria, mientras diados de los años 50, con el objetivo de corregir la des­
que, para los empresarios, los diferenciales salariales igual distribución de riqueza que siguió a la rápida re­
son instrumentos de control de los que puede servirse cuperación de la economía alemana después de la
la dirección. Aunque estas razones son admitidas fran­ guerra. En los Países Bajos los sindicatos propusieron
camente por la patronal sueca, su ruptura con una lar­ en los años 60 un plan de fondos similar; tenía su ori­
ga tradición de negociaciones centrales quizás tenga gen en la política de rentas de inspiración gubernamen­
también unas causas ideológicas más profundas. Las tal de los primeros años de postguerra. Cuando los sin­
negociaciones salariales centrales en Suecia pueden dicatos daneses publicaron en 1971 un informe
verse como una consecuencia del acuerdo de paz de sugiriendo un fondo de inversiones de asalariados, su
Saltsjóbaden de 1938, que se convirtió en la base para centro de atención principal era la democracia econó­
la cooperación entre las máximas organizaciones SAF mica e industrial.
y LO. El acuerdo daba por sentado que la intervención Todas estas iniciativas y debates tuvieron poca in­
del Estado en cuestiones de mercado del trabajo debe­ fluencia en el movimiento sindical sueco. Su atención
ría evitarse. La ola de reformas legales laborales inicia­ al ahorro colectivo se dirigía a la introducción de un
da por los sindicatos en los años 70, y especialmente sistema general de pensiones que fue satisfactoriamente
la propuesta sindical de transferir beneficios a fondos conseguido en 1960 después de una larga y ardua cam­
colectivos de asalariados, se interpretaron por la SAF paña. Cuando la idea de fondos de asalariados surgió
como la abrogación del acuerdo de Saltsjóbaden. Las en Suecia en los años 70, el propósito primordial era
relaciones pacíficas, casi amistosas, entre la LO y la distinto al de otros países. Como ya se ha mencionado,
SAF en las primeras décadas después de la guerra, que la política salarial de solidaridad, que durante décadas
impresionaron a los observadores extranjeros de la esce­ había constituido la propia base del sindicalismo sueco,
na sueca, fueron reemplazadas por la militancia en am­ implica la necesidad de restricciones en las reivindica­
bos bandos. El clima se hizo demasiado áspero para las ciones de los grupos de mejor remuneración, aun cuan­
negociaciones centrales. do pertenezcan a empresas rentables. Ocurre que un
No obstante, un tercer factor que dificultaba la so­ «potencial no utilizado para el aumento de salarios» en
lidaridad salarial era el cambio de composición del mo­ las empresas rentables deriva en beneficios extraordina­
vimiento sindical. Mientras la LO dominaba totalmente rios para los propietarios del capital. El hecho de que
el movimiento sindical, la política salarial de solidari­ la restricción salarial resulte en mayores beneficios
dad era la ideología dominante. Con la fuerza creciente constituye un dilema inherente de la política salarial de
de los sindicatos de trabajadores manuales, otros facto­ solidaridad, pero éste resultó más acusado y obvio
res —políticamente neutrales, con un mayor grado de cuando las exportaciones suecas conocieron una gran
autonomía de su confederación central (TCO) y con expansión a principios de los años setenta.
distintos objetivos y estrategias de política salarial— El congreso de la LO de 1971 encargó a la comi­
aparecieron en la arena de las negociaciones. El movi­ sión ejecutiva de la confederación que iniciase un mi­
miento sindical, antes homogéneo, se fragmentó y los nucioso examen del problema y que redactara un infor­
intereses en conflicto debilitaron la lucha de la LO por me para el congreso de 1976. Un pequeño grupo de
una estructura salarial igualitaria. Cuando la LO sugi­ trabajo compuesto por expertos fue constituido en
rió a sus grupos de mejor remuneración que aceptasen 1973 y presentó dos años más trade una propuesta que
modestos incrementos salariales y que ejercieran solida­ pretendía alcanzar tres objetivos: (1) desarrollar la polí­
tica salarial de solidaridad de tal manera que las de­ de una política salarial nacional— seria la tendencia sa­
mandas salariales modestas no enriquecieran a los pro­ larial local que plantearía una seria amenaza al princi­
pietarios de empresas altamente rentables; (2) conta- pio de solidaridad a lo largo de los años ochenta.
rrestar la continua concentración de capital privado; (3)
fortalecer la influencia de los empleados en el lugar de
trabajo a través de la co-propiedad. LA INTERNACIONALIZACIÓN DE LA
La solución ofrecida por el informe del grupo de ECONOMÍA SUECA
trabajo consistió en un plan para la participación colec­
tiva en los beneficios, esto es, para el establecimiento Hasta el momento nos hemos centrado en los pro­
de cierto número de fondos de asalariados financiados blemas internos que han contribuido al declive del mo­
mediante pagos vinculados a los beneficios en forma de delo sueco: la incapacidad del gobierno para combinar
acciones y administrados por consejos en los que la pleno empleo y estabilidad económica, el desmantela-
participación sindical era preponderante. La propuesta miento del sistema de bienestar social universal y las
fue discutida intensamente en el movimiento sindical, dificultades crecientes que acosan a la política salarial
principalmente en gran número de grupos de estudio de solidaridad. Otra forma de describir la misma suce­
de base que reaccionaron de forma sorprendentemente sión de acontecimientos es diciendo que el movimiento
positiva. Muchos sindicalistas activos elogiaron los fon­ laborista ha perdido su posición hegemónica y ha fraca­
dos de asalariados como un paso importante en el ca­ sado en movilizar a la clase obrera en defensa del mode­
mino hacia la democracia económica. El motivo origi­ lo que estuvo basado en los valores tradicionales del
nal —el de prestar apoyo a la política salarial de movimiento. El sistema sueco, de equilibrio entre la
solidaridad— quedó ensombrecido por los aspectos an­ prosperidad privada y el control social, se ha derrumba­
ticapitalistas más generales de la propuesta, que tuvo do porque el poder real se ha desplazado del trabajo a
un efecto revitalizador en el movimiento sindical. los propietarios del capital.
La dirección de la LO, que en un principio había De una importancia igualmente decisiva para el
adoptado una postura bastante neutral frente al infor­ destino del modelo sueco es la internacionalización de
me del grupo de trabajo, estuvo influida por la recep­ la economía sueca. Grandes compañías suecas, apoya­
ción positiva, e incluso en cierto sentido entusiasta, por das por los gobiernos y por la política salarial de solida­
parte de la élite sindical y decidió presentar el informe ridad, se han convertido en multinacionales, ampliando
con unos cambios mínimos al congreso de 1976. Fue su oferta de empleo más en sus filiales extranjeras que
aprobado por aclamación y seguido del canto al uníso­ en las empresas madres suecas. Algunas se han trans­
no de La Internacional. Se había generado una cues­ formado en transnacionales —compañías de propiedad
tión capaz de movilizar y activar el movimiento sin­ sueca pero localizadas fuera del país. Paradójicamente,
dical. algunas de ellas se han expandido gracias a las políticas
Esto tan sólo supuso el inicio de un largo e intenso socialdemócratas. De este modo Tetrapac, la industria
debate sobre la propuesta de la LO. La violenta oposi­ de envases de ámbito mundial, tuvo su origen en el sis­
ción de todos los partidos no socialistas y organizacio­ tema de regulación agraria sueco que permitió a la in­
nes empresariales forzó al movimiento obrero a hacer dustria lechera ejercer como monopolio, garantizando
repetidas retiradas. Cuando el gobierno socialdemócra- así el uso del envase para leche de la compañía en todos
ta introdujo por fin en 1984 los fondos de asalariados, los hogares de Suecia. IKEA tuvo su base doméstica
era la primera vez que un país occidental aplicaba la en el amueblamiento del millón de viviendas que fue­
idea de fondos de propiedad de empleados. No obstan­ ron construidas como parte del programa de viviendas
te, el plan se había cambiado hasta el punto de no tener sociales de los años 50 y 60. El consumo doméstico ma­
nada que ver con la propuesta original de la LO. Se es­ sivo ha constituido la condición previa de muchas em­
tablecieron cinco pequeños fondos regionales, financia­ presas suecas que salieron fuera del país a medida que
dos principalmente mediante un impuesto sobre benefi­ el mercado interior quedó demasiado pequeño. Son pro­
cios extraordinarios. El capital del fondo se empleaba ducto del modelo nacional de bienestar social sueco
para la adquisición de acciones en el mercado bursátil. pero actúan como ingratos intemacionalistas. El capi­
El plan iba a ser anulado sólo siete años después de su tal sueco, una vez liberado de todas las restricciones le­
puesta en funcionamiento y el activo total de los fon­ gales, se desplaza fuera de Suecia para acercarse a los
dos al final de ese período (en 1991) representaba me­ mercados extranjeros o simplemente para encontrar
nos del cinco por ciento del valor total del mercado bur­ mano de obra más barata. Y la pérdida de empleos re­
sátil sueco. Ninguno de los objetivos iniciales había sultante en las industrias de manufacturas no ha sido
sido alcanzado y el plan en su conjunto debe verse hoy compensada por un incremento de empleos en el sector
más bien como un gesto simbólico. El poderoso movi­ de servicios privado ni en el sector público.
miento sindical sueco demostró su incapacidad para en­ La salida continua de capital sueco, especialmente
trar en el recinto de la propiedad privada, el auténtico después de la liberalización de los controles de cambio
núcleo del sistema capitalista. de moneda extranjera a finales de los ochenta, constitu­
En las tumultuosas campañas organizadas para re­ ye sólo una parte de la internacionalización de la eco­
chazar la «agresión socialista», el propósito original de nomía sueca. Independientemente de su condición o no
los fondos de asalariados fue totalmente ignorado: re­ de miembro de la CE, una economía con el tamaño de
solver el dilema de que la restricción salarial en las em­ la población de Suecia (9 millones) y una elevada pro­
presas rentables deja a éstas mayores beneficios de lo porción del PIB derivada de la exportación (30 por
que les correspondería en un mercado normal. Este ciento) está tan integrada en la economía europea occi­
problema continúa sin resolver. La pregunta Cui bono dental que la perspectiva de las prioridades nacionales
[¿en beneficio de quién?], planteada por un trabajador queda totalmente limitada. Los acontecimientos recien­
de la Volvo bajo restricción salarial a su delegado sindi­ tes han demostrado la dependencia de Suecia de los
cal, sigue sin tener respuesta. Una buena respuesta dés­ mercados financieros internacionales: la moneda sueca
ete su punto de vista —pero mala desde la perspectiva fue uno de los objetivos de la especulación internacio­
nal (y nacional) y el banco central tan sólo pudo defen­ sonales. El concepto de una sociedad construida sobre
der la corona a base de incrementar las tasas de interés valores morales es, en mi opinión, demasiado promete­
hasta unos niveles absurdos —un método infalible para dor para permitir que se convierta en una víctima de
deprimir la economía y causar un desempleo con pers­ las inhumanas fuerzas del mercado. □
pectivas de crecer en el futuro. La batalla fue inútil: en
noviembre de 1992 la corona sueca fue devaluada. Traducción de Antoni Torregrossa

--------------------------- NOTAS ---------------------------


DOS ESCENARIOS (1) Brus, W y Laski, K., From Marx to the Market,
Clarendon Press Oxford 1989.
(2) Con ocasión del centenario del Partido Socialdemó-
Existen dos escenarios principales para el futuro crata en 1989 se publicó una historia de las actividades esen­
del modelo sueco, que, necesariamente, deben presen­ ciales del partido que está disponible en inglés: M isgeld,
tarse de un modo bastante simplificado. El primero con­ K., M olin , K. y A mark , K., Creating Social Democracy-A
siste en una extrapolación de la erosión que se ha venido Century o f the Social Democratic Party in Sweeden. Penn
dando durante más de una década. Los aspectos especí­ State Press, University Park 1993. Entre los libros más recien­
ficos del modelo desaparecerán, uno a uno. La hegemo­ tes en los que se analiza el desarrollo del movimiento social-
demócrata sueco moderno están los siguientes: H amilton,
nía del movimiento obrero reformista durante más de M.B., Democratic Socialism in Britain and Sweeden, MacMi-
60 años puede entonces ser interpretado como un corto llan Press, Basingstoke 1989; T ilton, T., The political
período de la historia sueca en que el país fue transfor­ Theory o f Swedish Social Democracy, Clarendon Press Ox­
mado de una remota economía agraria en un moderno ford 1991; P ontusson, J., The Limits o f Social Democracy,
estado del bienestar altamente industrializado. Cornell University Press, Ithaca 1992.
(3) Citado de la traducción inglesa en Tilton, op. cit.
La historia, las tradiciones, la fuerza ideológica y
(4) O lsen, G.M., The Struggle fo r Economic Demo­
la capacidad de sus líderes para movilizar a la clase tra­ cracy in Sweden, Averbury, 1992.
bajadora y encontrar aliados en otras clases proporcio­ (5) Arbetrrórelsns Efterkrigsprogram (El programa de
nó a los socialdemócratas el papel protagonista en este postguerra del movimiento obrero sueco), Estocolmo 1946.
proceso. Es posible que en estas pocas décadas Suecia (6) T ingsten , H., Den Svenska socialdemokratins
se acercase al ideal de una sociedad sin clases más que itéutveckling (El desarrollo de la ideología de la socialdemo­
ningún otro país. cracia sueca), Estocolmo 1941.
No obstante, ha habido factores internos y exter­ (7) Algunas de las primeras contribuciones a este deba­
te se recogen en Turvey, R. (ed.), Wages Policy under FullEm-
nos que han debilitado la base del modelo. Los intentos ployment, William Hodge 1952.
de llevar a cabo el concepto de una sociedad sin clases (8) Trade Unions and Full Employment, informe pre­
en el seno de una estructura de una economía de mer­ sentado al congreso de la LO de 1951, Estocolmo 1953. Para
cado internacionalizada llegarían a su fin, no ya porque un estudio de la política de mercado de trabajo sueca véase
el modelo fuese un fracaso, sino porque cambiarían las Standing, G., Unemployment and Labour Market Flexibi-
condiciones. La socialdemocracia ha satisfecho su pro­ lity: Sweden, Ginebra 1988.
pósito en una fase singular de la historia sueca, pero (9) Saltsjóbaden 50 A r (El acuerdo de Saltsjóbaden 50
debe abandonar su función de fuerza dirigente a medi­ años después), Centro Sueco para la Vida Obrera, Estocolmo, 1989.
da que Suecia se convierte en una pequeña parte de un (10) K orpi, W., Halkar Sverige efter? (¿Queda Suecia
gran bloque de estados capitalistas. No hay espacio en rezagada?), Carlssons, Estocolmo, 1992.
este escenario para un perfil específicamente sueco. (11) Saltman, R. y Von Otter , C., Planned Market
and Public Competition, Buckingham: Open University Press,
Existe otro escenario posible, más brillante pero 1992.
menos susceptible de materializarse. La oposición cre­ (12) Un reciente análisis del sistema de negociación sue­
ciente al concepto de una organización europea supra- co y del papel de la política salarial de solidaridad puede en­
nacional centralizada puede obligar a sus artífices a contrarse en M artin, A., Wage Bargaining ans Swedish Po-
modificar sus planes originales. Los estados nacionales litics, Trade Union Institute for Economic Research, Estocolmo
pueden estar en ese caso en mejor posición de adherirse 1992. (Véase también Swenson, P, Fair Shares: Unions, Pay
a sus propios compromisos y prioridades. and Politics in Sweden and West Germany, Cornell Univer­
sity Press, Ithaca 1989).
Si Europa occidental se ve continuamente golpea­ (13) M eidner, R., Employee Investment Funds, Alian
da por el desempleo masivo, un modelo alternativo que and Unwin, Londres 1978. M eidner , R., Wage Earner
persiga el pleno empleo y la igualdad puede atraer la Funds, en S’zell, Gl, (ed.), Concise Encyclopedia o f Partici-
atención de otros países. La condición previa es que el pation and Management, Walter de Gruyter, Berlín, 1992.
movimiento obrero sueco sea bastante fuerte como (14) H ibbs, D.A. y Locking , H., Wage Compression
para restaurar el modelo original, eliminar el desem­ under Solidarity Bargaining in Sweden, Trade Union Institu-
te for Economic Research, Estocolmo, 1990.
pleo, detener el desmantelamiento del sistema de bie­
(15) Pontusson, J. y Swenson, E, Markets, Produc-
nestar social, encontrar normas de aceptación general tion, Institutions and Politics: Why Swedish Employers have
para la política salarial de solidaridad y apoyar su polí­ Abandoned the Swedish Model, ponencia presentada a la Oc­
tica salarial mediante algún tipo de formación de capi­ tava Conferencia Internaciona de Europeístas. The Council
tal colectivo. No pretendo ocultar mis preferencias per­ for European Studies, Chicago, marzo, 1992.
STRATEGIAS DEL
ISLAM POLÍTICO
EL CASO DE ARGELIA
A N N A B O Z Z O
EL MARCO POLÍTICO ACTUAL to, mientras que el gobierno se veía obligado a adoptar
un programa económico de austeridad muy impopular,
Budiaf, con su acción decidida contra la corrupción del
N las primeras elecciones municipales y regiona­
E les de junio de 1990 y en la primera vueltra
de las generales de diciembre de 1991 —las pi-
meras elecciones verdaderamente libres en la Argelia
sistema político, contra todos los sectarismos, contri­
buía a revigorizar las nuevas expresiones de socialidad,
en las que tenían un lugar de primer orden las jóvenes
generaciones, las mujeres, las asociaciones y los parti­
independiente— la repetida e inconstestable consolida­ dos democráticos. Fue eliminando el 29 de junio de
ción del FIS (Front islamique de salut), partido de los 1992, precisamente mientras se disponía a modificar la
integristas islámicos, tuvo el significado de un rechazo Constitución, para dejar fuera de la ley en Argelia a
inequívoco e inapelable al FLN (Front de libération na- todo partido que estuviese fundamentado en criterios
tionale).1 Y ello es tanto más significativo en cuanto totalizantes y exclusivos de pertenencia lingüística, reli­
que la formación que condujo al país a la independen­ giosa o regionalista y, por tanto, en primer lugar al pro­
cia, partido único desde 1962 hasta 1989, representa, pio FIS.
en simbiosis con el ejército (ALN: Armée de libération
nationale), el sistema de poder del que depende todavía Desde entonces la iniciativa política corresponde
el funcionamiento de las instituciones argelinas. al ALN, a través del HCE. El toque de queda en la ca­
pital y alrededores (desde el 6 de diciciembre de 1992)
Este rechazo se manifestó, incluso antes que en el está todavía en vigor. A lo largo de 1993, mientras se
voto al FSI y a los otros partidos de oposición, en un celebran los juicios contra los terroristas detenidos, con
abstencionismo de tales proporciones que duplicó el centenares de penas capitales (278 desde el comienzo
desacuerdo expresado en las urnas.2 Esta circunstan­ del año), las crónicas registran con frecuencia creciente
cia no fue entonces plenamente valorada en las apresu­ atentados contra personalidades de la cultura democrá­
radas opiniones de balance de la prensa occidental. No tica, y casi cada día choques armados con víctimas en­
se puso de relieve que por primera vez el elector argeli­ tre militantes islámicos y fuerzas del orden.
no se había sentido finalmente libre para no ir a votar
(el régimen se había acostumbrado a porcentajes altísi­ Paradójicamente la demostración de fuerza del ré­
mos de votantes entre el 80 y el 90 por ciento y a resul­ gimen ha dado nuevo aliento al islam político, que evi­
tados plebiscitarios en las escasas ocasiones en las que dentemente puede aprovecharse de connivencias en al­
el recurso a las urnas había servido para sancionar una gunas zonas y, con toda probabilidad, de infiltraciones
modificación constitucional o para avalar candidaturas en el seno de las propias fuerzas armadas. El país está
ya elegidas y aprobadas en las alturas). como paralizado y peligrosamente ve restringirse, por
Sea como fuere, ambos aspectos del último resulta­ motivos de orden público, los espacios de libertad dura­
do electoral configuran un castigo muy duro y generali­ mente conquistados por la «sociedad civil». El clima no
zado a todo el grupo dirigente; lo que verosímilmente es propicio para la movilización de los ciudadanos, ni
indujo al ejército a intervenir, en base a la valoración lo es para la vida misma del asociacionismo, fenómeno
de que el partido en el poder, enormemente desacredita­ que desde 1989 ha llegado a ser imponente y representa
do, no estaba ya en disposición de asegurar un gobierno la otra cara de la crisis del partido único argelino. Pero
estable en el país. la falta de éxitos definitivos por parte de las fuerzas ar­
madas llamadas a acabar con los grupos terroristas liga­
Tras las dimisiones impuestas al presidente Chadli dos al FIS hace entrever posibles espacios de negocia­
(11 de enero de 1992), Mohamed Budiaf, uno de los di­ ción. Espacios que, en el caso que puedan abrirse,
rigentes históricos todavía vivos de la revolución, fue verosímilmente serán a su vez favorecidos u hostigados
llamado del exilio para presidir un nuevo órgano cole­ por elementos del grupo dirigente y del ejército enfren­
giado (HCE: Haut comité d’état). Con la proclamación tados entre sí. Una facción del FLN, antimarxista y de
del estado de excepción (9 de febrero de 1992) comienza sensibilidad islámica, que quizás estaría ahora incluso
la lucha sin cuartel contra los «islamistas» del FIS. Su dispuesta a encontrar alguna forma de recomposición
partido es disuelto por decreto del HCE el 4 de marzo con el FIS, podría ser la que moviera los hilos de un
de 1992. Desde entonces Argelia entraría en una lógica posible «diálogo», por otra parte duramente combatido
de guerra civil, más o menos latente, en marcha desde por quien intentó en la sombra lanzar una advertencia
hace casi dos años, con momentos de crisis aguda y al­ con el asesinato político de Merbah, ex jefe de los servi­
gunas pausas de calma relativa. cios de seguridad y ex primer ministro, partidario por
Los militantes del FIS responden con la lucha ar­ lo que parece de la negociación.
mada y, al mismo tiempo, juegan la carta de víctimas A finales de 1993 vencía el plazo de dos años que
de un sistema autoritario, mal visto en la población. el ejército se había asignado para pacificar el país. Así
Pero hay una tercer sector, recluido entre márgenes pues, las fuerzas en acción se ocupan en acumular ven­
cada vez más estrechos, blanco hoy de una preocupante tajas sobre el terreno en vista de un probable «ajuste
escalada de violencia terrorista: intelectuales, escritores de cuentas». Una escalada de violencia, a la que los
y periodistas que crean opinión y son el símbolo de una ciudadanos asisten impotentes, impregna a todos los
Argelia democrática y pluralista; opositores decididos protagonistas de una partida de la que por el momento
del FIS, no están dispuestos a abdicar en el ejercicio es difícil prever el resultado.
de las libertades fundamentales y de hecho oponen en
esta fase una potencial resistencia al viraje autoritario
del régimen. EL PROGRAMA DEL FRONT ISLAMIQUE
Pero, como es sabido, Budiaf no se contentó con DE SALUT
hacer de comparsa; comenzó a ser el punto de referen­
cia de aquella gran mayoría silenciosa que se había abs­
tenido en las elecciones. Los que le apoyaban decían Existen por tanto hoy, por así decir, dos Argelias
que, aun cuando el proceso electoral había sido suspen­ que combaten por ofrecer un futuro al país, en base a
dido, el proceso democrático debía proseguir. Y en efec­ posiciones aparentemente irreconciliables: la decidida­
mente laica y sensible a los valores de la democracia no conocido la guerra de liberación, ni haber participado
por ello es a-religiosa, ni está necesariamente inscrita en en el gigantesco esfuerzo colectivo de la fase inicial, no
los esquemas de funcionamiento de la democracia occi­ son indulgentes con el grupo dirigente, responsable de
dental; mientras que la otra, que se pretende dentro del una crisis económica sin precedentes. Destinados en
islam ortodoxo sunita, en su forma más irttegrista, se de­ gran parte a engrosar las filas de los parados, sin nada
clara religiosa y hace del islam su única bandera política. que perder ya, han encontrado en el mensaje del FIS
El FIS, y tras él una constelación de partidos reli­ el lugar donde apoyar sus rencores. Los más convenci­
giosos menores, más moderados pero de escaso peso po­ dos y adoctrinados de estos jóvenes, que componen, si
lítico —como an-Nahdah (el renacimiento) y otros—, no el estado mayor, sí los cuadros del partido, están pre­
pretende encarnar la Argelia de los verdaderos creyentes parados, son dinámicos y poseen en muchos casos una
musulmanes, incluso se asigna el compromiso, en nom­ cultura superior (Hachemi, uno de los primeros líderes
bre de un mandato que el pueblo argelino le habría otor­ detenidos después de los más famosos Abbasi Madan
gado en las recientes elecciones, de islamizar la sociedad y Ali bel Hagg, es ingeniero). Todos se encuentran per­
y el Estado, recurriendo a todos los medios, incluida la fectamente cómodos cuando utilizan los media y las
yih&d (guerra santa). Y ello únicamente para hacerse más refinadas técnicas de comunicación de masas; es
cargo de su salvación. Pero respecto al tema de la yih&d difícil por tanto mantener que el FIS es un partido islá­
existen dentro de la nebulosa islámica posturas diversifi­ mico oscurantista y enemigo de la «modernidad», por­
cadas, que son la expresión de otras tantas corrientes que de la modernidad, al menos de la «tecnológica»,
que se enfrentan entre ellas dentro o en los márgenes del no vacila en servirse de forma instrumental.
FIS: entre éstas podemos resaltar al menos una, que se No se puede decir lo mismo de su base, que perte­
inscribe en la tradición islámica argelina y en la órbita nece a los estratos sociales más bajos y marginados.
del ideólogo Malek Bennabi,3y pretende recoger el con­ Además de otros jóvenes parados sin perspectivas de fu­
senso a través de medios pacíficos como la huelga políti­ turo, los mismos que originaron la revuelta de octubre
ca y el enfrentamiento electoral, para después procla­ de 1988 y saquearon el centro comercial de Riadh el-
mar, con una mayoría fuerte, la república islámica; por Feth, símbolo de la riqueza y de la corrupción de toda
el contrario otra pretende doblegar a los reacios recu­ una clase dirigente, también hoy son simpatizantes del
rriendo a la Yih&d en su acepción militar —lo que com­ FIS todos los que pagaron el precio de la insensata ges­
porta la justificación de las acciones terroristas— y for­ tión de los recursos del país por parte de una burguesía
zando las deserciones dentro del ejército. Entre los dos nacional enriquecida a la sombra de las sociedades esta­
extremos hay toda una gama de posturas intermedias. tales. Son los que se sienten traicionados en su fe en
El objetivo es, de todos modos, la toma del poder los principios del socialismo argelino y que, indignados
y la transformación de Argelia en una república islámi­ por la corrupción de la clase dirigente, aspiran a una
ca. Ésta es la esencia del mensaje, que convierte en su- mayor justicia, hoy en nombre de los derechos huma­
perfluo desde el punto de vista de sus redactores progra­ nos. Y son también los que se han sentido humillados
máticos toda referencia concreta al programa político por la prepotencia occidental durante la crisis del Golfo
adoptado cada vez según las circunstancias, que no ca­ y no perdonan al régimen sus presuntas estrategias filo-
sualmente es, desde las primeras formulaciones (campa­ occidentales, que según ellos llevaron al país a la ruina;
ña electoral de 1990), vago, demagógico y finalmente son los que hoy, en el clima de austeridad económica
un poco ingenuo.4 Pero lo que seduce en este mensaje querida por el Banco Mundial y por el FMI, ven des­
es su propuesta de cambio radical de la sociedad y de plomarse su poder adquisitivo y no se benefician ya de
las instituciones, de moralización de la vida pública en los subsidios del Estado asistencial. Así pues, un parti­
nombre de los principios religiosos universales, de con­ do de doble alma capaz de recibir y englobar la ambiva­
dena de prácticas económicas (liberalismo) y políticas lencia profunda de gran parte del pueblo argelino. En
(democracia) consideradas fallidas para Argelia. Más la actual coyuntura política, es sintomático que el re­
aún, el FIS, hasta cuando era libre de hacer propagan­ clutamiento se produzca en negativo, no «para» cons­
da en la escena argelina, no dudaba en denunciar estas truir algo, sino «contra» el gobierno, el FLN, los demó­
prácticas como fruto de una imitación subalterna de cratas laicos.
Occidente, «del que proviene todo mal». Llevando el Quizá precisamente la poca visibilidad del progra­
discurso a las máximas consecuencias, mantenía que la ma pueda encontrarse en el origen de la fuerza del FIS
«democracia» representaba la traición de los auténticos y de la infravaloración, tanto por parte del gobierno ar­
valores del islam y de la verdadera identidad nacional gelino como por parte de las fuerzas democráticas, de
argelina, que también se inscribe en el islam. su capacidad para conquistar apoyos. Inversamente,
Más que un programa de gobierno con muchas la­ este programa tan vago es también la debilidad del par­
gunas, una plataforma de reivindicaciones políticas, tido islámico, que hoy puede imponerse sólo recurrien­
bastante genéricas, con numerosas referencias a los do a la violencia.
principios de la moral islámica. Eso no impide sin em­
bargo la claridad de unos pocos y reiterados eslóganes No es quizá por tanto casual que el movimiento
eficaces, sabiamente puestos en circulación: inmediatas islámico parezca por un lado haber perdido buena parte
eleccioes presidenciales e instauración de una república de su popularidad, con la que dominaba plazas enteras
islámica, con aplicación integral de la shari’a, la ley del (piénsese en los días del verano de 1991, tras la guerra
Corán y de la tradición. del Golfo;4 y por otro lado que se haya convertido en
más fuerte y amenazador, gracias también al misterio
que lo rodea. En el actual clima de inseguridad y de
EL EJÉRCITO DEL FRONT ISLAMIQUE miedo, que induce a muchos a alejarse, y a muchos
DE SALUT otros a apoyarlo, sin que se puedan avanzar valoracio­
nes sobre la consistencia numérica de las formacio­
nes,5 el disuelto partido islámico gana más bien en
¿Pero quiénes son los militantes del FIS? Ante connivencias y complicidades a nivel local: dividido en
todo muchos jóvenes titulados, los cuales, al no haber su interior, privado de muchos de sus líderes, en la cár­
cel o en el extranjero, goza de apoyos y simpatías que y generalmente en connivencia con las autoridades co­
le permiten actuar clandestinamente y proseguir desde loniales. Sin embargo, si bien era innegable la impronta
hace dos años la lucha armada, y ello no tanto en vir­ salafi en el movimiento de Ben Badis, cuyo cuerpo doc­
tud de su propuesta política, que podía tener alguna trinal confluyó integral pero laicamente con la ideolo­
fuerza y concreción en una campaña electoral, sino so­ gía «nacional» argelina que el FLN se apropió, es indu­
bre todo en virtud de la aversión que la gente corriente dable que el movimiento islámico desarrollado en los
siente por las fuerzas del orden, por todo aquello que años ochenta presenta una componente salafi de marca
es encarnación de un régimen en el que ya no cree: más decisivamente fundamentalista y se distancia ra­
como se ve, una motivación muy poco religiosa. dicalmente —mejor dicho se mueve en dirección con­
traria— del camino seguido por los ulamS. de los años
treinta y cuarenta, partícipes de un proceso de seculari­
DEL ISLAM-IDENTIDAD AL ISLAM- zación que impregna todo el movimiento nacional arge­
IDEOLOGÍA lino anticolonial y cuyos resultados forman hoy parte
de la identidad nacional argelina. Una identidad nacio­
nal que la guerra de liberación desarrolló, no lo olvide­
La religión islámica en cuanto tal representa cier­ mos, en sentido profundamente laico y que tras la inde­
tamente en Argelia un conjunto de valores que definen pendencia se insertó, después de algunas vacilaciones,
una identidad histórica a la que halagó durante mucho en un modelo socialista sui generis.
tiempo el movimiento nacional argelino para liberarse
del colonialismo. Pero hay que tener presente que, en Hoy es este mismo islam-ideología el que aparece
el vacío ideológico creado por la impracticabilidad de igualmente manipulable, una vez confiscado por los
fórmulas políticas «occidentales» conectadas con la cuadros dirigentes del partido islámico, que, por así de­
Francia colonial y desaparecidas con la marcha de los cirlo, lo han «sustraído» a una gestión del FLN ahora
pieds noires, el islam de los valores, el islam como signo ya desacreditada y coincidente en el imaginario colecti­
exterior de pertenencia a una comunidad, que compor­ vo con un poder «corrupto».
ta, junto a la fe y más allá, una serie de reglas éticas
y políticas del vivir colectivo, funciona como una ideo­
logía, sabiamente manipulada antes por el régimen y EL ISLAM DEL ESTADO
ahora por el FIS. En su época, en efecto, el FLN hizo
de ella no sólo la religión del Estado, sino una condi­ Pero ¿cómo se ha venido definiendo la relación en­
ción intrínseca de la existencia de este último. tre FLN e islam? La pregunta, planteada ya a comien­
Pero si se van a buscar en la historia reciente de zos de los ochenta por la reflexión, fundamentalmente
Argelia los precedentes y los ascendientes del partido filosófica, de Henri Sansón, se situó después en el
islámico actual, se verá que la pretendida continuidad centro de análisis de contenido de los textos de la revo­
con el movimiento islámico, que en los años treinta lu­ lución (Gadant 1988), pero empieza sólo ahora a ser
chaba por el renacimiento del islam de los orígenes en objeto de investigaciones en el plano histórico-antropo-
la estela del movimiento egipcio de la salafiyya, es más lógico (Deheuvels 1992). La que Sansón llama eficaz­
aparente que real, y acaso recreada a posteriori. Las mente «laicidad argelino-islámica» ha ido definiéndose
fuentes inspiradoras del actual movimiento parecen de en las décadas posteriores a la independencia. En los
hecho más bien exógenas y centradas en importantes años sesenta el régimen mantuvo bajo vigilancia a la
aportaciones de personal reclutado en los países árabes asociación al- Quiyy&m (los valores), que, según los cá­
de Oriente para la enseñanza de la lengua árabe, sobre nones clásicos de un militantismo islámico que contes­
todo en los años setenta; en los años ochenta por el ta «las desviaciones» de la autoridad establecida, iba
contrario incidieron acontecimientos como la revolu­ asumiendo un cariz demasiado subversivo. La asocia­
ción iraní, la resistencia afgana, la de los palestinos y ción fue disuelta por Bumedian en 1970.
los chiítas libaneses y finalmente la experiencia política Desde entonces el patrimonio islámico quedó sóli­
sudanesa. damente en manos, al menos hasta principios de los
A propósito de los actuales llamamientos a la iden­ años ochenta, del Ministére des affaires religieuses et
tidad nacional argelina cimentada en el arabismo y el de l’enseignement originel, que se hizo promotor de di­
islam, hay que observar que la asociación que se re­ versas iniciativas, como la fundación de un nuevo Insi-
monta al shaykh Ben Badis la ideó y construyó en los tuto de enseñanza superior islámica o la organización
años treinta, cuando la lucha contra el colonialismo le anual de los Séminaires sur la pensée islamique, a los
confería un carácter autóctono de autenticidad. Sin em­ que, por otra parte, era invitado un reducido número
bargo, esta asociación se movía según las reglas de la de observadores occidentales, en general estudiosos del
confrontación pluralista, midiéndose con los proyectos islam, universitarios, hombres de cultura. Pero la activi­
de los otros partidos en escena y en particular con el dad en la que más se concentró la labor pedagógica
Parti Populaire Algérien, el partido nacionalista popu­ controlada por el Ministerio está sin duda representada
lista que es el antecesor directo del FLN. Además, era por la revista al-Aq&la (la autenticidad); nacida como
partícipe de un impulso modernizador que abarcaba a órgano oficial del Estado, para ayudar a difundir su
toda la clase media, fruto de profundas transformacio­ mensaje, en los diez años de su publicación (1971-1981)
nes socioeconómicas conectadas sobre todo con el am­ reflejó fielmente la compleja relación de los islamistas
biente urbano, donde era más importante la presencia argelinos, grupo informal surgido históricamente de la
francesa. El shaykh Ben Badis predicaba un retorno al disuelta asociación de Ben Badis, con una autoridad es­
islam contrapueso a la identidad cultural que ofrecía tatal en la que prevalecen alternativamente las diferen­
Francia, pero partícipe de la lucha por el derecho a la tes tendencias de un grupo de poder del que lo menos
diferencia en la cité frangaise\ un islam purificado de que puede decirse es que no ha sido nunca monolítico,
las «innovaciones reprobables» representadas por las ni siquiera en el modo de abordar «la personalidad
supersticiones y por el culto a los santos que eran prac­ arábigo-islámica» del país, en tensión dentro del propio
ticadas por cofradías religiosas ahora ya desacreditadas proyecto político. «El discurso de la revista hasta 1978
es globalmente idéntico al del Estado argelino», cuyas DOS FUNDAMENTALISMOS EN COMPETENCIA
tesis amplifica. El acuerdo es total con la línea nacio­
nalista formulada por el presidente Bumedian, que
veía en la construcción de un Estado estable y econó­ Por otra parte hay que observar que todas las cam­
micamente próspero en Argelia una tarea prioritaria; pañas en favor de la arabización, de la islamización del
el arabismo y el islam eran invocados como elementos derecho, de la enseñanza «original», es decir islámica,
constitutivos de la unidad nacional, mucho más que orquestadas por el régimen durante los años setenta,
para afirmar afinidades en nombre de las cuales «defi­ encontraban el apoyo de estos fundamentalistas sui ge-
nir un proyecto supra-estatal», y en todo caso tenían neris que eran los «hombres de religión» activos en tor­
«una función primordial de cemento nacional, de inte- no al Ministerio y a la revista al-AQ&la. Éstos, que lu­
grador que trascendiese los niveles tribal y étnico exis­ chaban por moralizar la sociedad, retornar a la sharía
tentes en Argelia» (Deheuvels, pp. 231-2). En todo y arabizar la cultura y la enseñanza, no perdían oca­
caso la sensibilidad islámica, que el régimen patrocinó sión de presionar para reformar el Estado desde dentro
y que se expresa en la revista en cuestión, ha privile­ y hacerlo más conforme con sus nociones de Estado is­
giado la afirmación de una personalidad nacional pro­ lámico ideal. En ningún caso, sin embargo, le faltó al
piamente argelina, que se expresaba en el marco de régimen argelino, es decir al «Estado demiurgo», al me­
fronteras estatales heredadas del colonialismo, no de­ nos hasta finales de los años setenta, la legitimación
jando, sin embargo, de reafirmar una «solidaridad islá­ «islámica» a su política. Se trataba por tanto de un fun-
mica» que trascendiese estas mismas fronteras. Esta damentalismo que actuaba no contra el Estado sino en
postura oficial nacionalista-religiosa impregna todos el Estado. Al mismo tiempo nacía, esta vez dentro de
los discursos de los años setenta, y no se exhibe sólo la sociedad argelina, un fundamentalismo islámico con­
en las columnas de la revista: una coincidencia de he­ testatario que, aun no poniendo en entredicho, al me­
cho se instaura entre nación, islam y Estado, pero en nos en sus inicios, los pilares del Estado argelino
la línea de una connotación del islam que es más —islam, partido único, socialismo—, competía con el
ideológico-cultural que religiosa. Y ello porque la reli­ primero en el hecho de agitar los grandes temas tradi­
gión, que en el islam ortodoxo sunita no dispone de cionalmente capaces de movilizar a las masas: aplica­
un «clero» oficial, pertenece ya irreversiblemente al ción de la shari’a, arabización, código de la familia ba­
fuero interno del individuo, también y sobre todo por sado en el estatu to personal islámico. Este
efecto de las profundas transformaciones socioeconó­ fundamentalismo estaba representado por dos figuras
micas que han labrado en profundidad la sociedad ar­ carismáticas: el shaykh al-Soltani, cuyos funerales en
gelina. No es casual que los reformistas argelinos se­ abril de 1984 constituyeron la ocasión para la primera
guidores de Ben Badis lucharan a partir de los años gran manifestación del islamismo argelino contestata­
treinta por la separación de la religión, y por tanto rio, y Mustafá Buyali, /mam surgido a la palestra en
del culto, del Estado, si bien de un Estado entendido 1978 con sus predicaciones en la mezquita de al-Achur
como «gobierno» colonial {faslud-dln wa’l-huküma). en Argel, líder de un Mouvement islamiste algérien
Hay que recordar que el proceso de descolonización que, en el clima turbio del primer período de la presi­
se produjo de muy distinta manera, si se piensa en dencia de Chadli, había nacido, por lo que parece en
la gestión política del FLN en época de guerra, cuan­ 1982, de la fusión de varios grupúsculos activos en di­
do el islam servía exclusivamente como bandera de versas regiones del país. Desde entonces Buyali se dedi­
una identidad a oponer al invasor y como símbolo del có a la lucha guerrillera con un grupo de sus seguido­
nacionalismo argelino (en ese sentido se debe entender res, desafiando regularmente a las fuerzas del orden,
también el retorno de las mujeres al velo durante la gracias a la popularidad que había sabido ganarse entre
guerra de liberación). la gente sencilla, en virtud de su crítica al poder «co­
rrupto», pero gracias también a evidentes complicida­
Al mismo tiempo esta secularización podría haber des de las que podía gozar (Burgat 1988). La compare­
abierto el camino a una ideología de inspiración islá­ cencia ante el Alto Tribunal de Justicia de algunos
mica que se introduce victoriosamente en el total va­ centenares de militantes islámicos de este movimiento
cío ideológico (alfaghar al-idiülügi) que caracteriza a entre 1985 y 1987 representa la consumación de una
la Argelia de los años sesenta.6 Las cuentas se repi­ fractura ya insalvable entre el islam y el Estado, acer­
ten, si se piensa que precisamente al día siguiente de cando especialmente a los nuevos «islamistas» a los
la independencia los ‘«toma’ viendo reducirse peligro­ ‘ulama’ históricos de primera hora, que entre los años
samente su espacio en el proyecto de Estado laico de­ treinta y cincuenta habían luchado contra la autoridad
mandado a grandes voces en 1962 por la Federación colonial. La muerte de Buyali en una emboscada de la
francesa del FLN,7 se oponen a él y, adoptando una policía («a la guerrilla») en 1987, su conmemoración
postura «en las antípodas» de la tradicionalmente como un moudjahid, sancionó esta fractura, aunque
mantenida de separación entre el islam y el Estado, habrá que esperar a los disturbios callejeros de octubre
que había sido la premisa del Estado argelino indepen­ de 1988 y al surgimiento de los partidos islámicos de
diente (Cristelow 1987), piden que el islam se convier­ oposición, principalmente el FIS, para que aparezca
ta en la «religión del Estado». A este respecto se pue­ como definitiva.
de hablar de laicismo islámico en el sentido indicado
por Sansón: él afirma que los gobernantes argelinos,
les laics de l ’Islam, «hacen entrar al islam, como parte ISLAM Y LAICISMO: DOS PROYECTOS
integrante y componente fundamental, en el seno de ANTAGÓNICOS
la ideología del partido, en la gestión del Estado, en
la personalidad del Pueblo y en la política de la Na­
ción», y sin embargo, paradójicamente, el islam (como En realidad, al mismo tiempo que el fundamenta­
religión) no constituye su esencia (Sansón 1983, p. lismo contestatario, también la otra Argelia laica había
129). comenzado a manifestarse en las calles. El choque se
produce, ya a finales de los años setneta, esencialmente
en las universidades, donde los miltantes islámicos des-
Foto E. de Greef Argel, 1960

cubren espacios de expresión hasta entonces inespera­ mayor auge con ocasión de los disturbios de octubre de
dos, ya que se ven de hecho alentados a cerrar el paso 1988 y en los años siguientes.
a los «progresistas laicos». Son éstos los verdaderos ene­
migos del ala más tradicionalista del FLN, a los que Mientras tanto los militantes islámicos saben en­
cada vez más claramente se contraponen, dentro del contrar en la base una nueva legitimación de sus activi­
grupo dirigente, los llamados «tecnócratas». Los pro­ dades en la crisis del Estado social, insuficiente ya para
gresistas laicos son mirados con recelo porque amena­ hacer frente a las necesidades de un crecimiento demo­
zan desestabilizar el régimen con sus reivindicaciones gráfico galopante. Una solidaridad de barrio para con
los más necesitados parte de las mezquitas, muchas de
en favor de la «democracia». Más concretamente, al
oponerse a las prácticas autoritarias del FLN sobre nueva construcción, en gran parte abusivas (pero los
cuestiones cruciales como el derecho de familia, ame­ poderes públicos cierran un ojo, contando con que este
nazan contagiar a una opinión pública ahora ya com­ nuevo revival religioso absorba tensiones sociales cre­
pletamente madura, abierta de hecho a la modernidad cientes y preocupantes para la estabilidad del régimen).
occidental a través de una finísima red de conexiones ¿Es la islamización desde abajo de que habla Gilíes Ke-
y relaciones personales mantenida viva por la presencia pel? Puede ser. Pero no explica ni agota por sí sola la
compleja génesis del FLN argelino, que más verosímil­
de más de un millón de argelinos emigrados a Francia.
mente se combina con una islamización desde arriba ya
En esta fase, en ausencia de cualquier forma legíti­ acometida de forma original por el régimen y por la re­
ma de debate político, el régimen intenta dominar el na­ vista al-Ag&la en los años setenta.
ciente extremismo islámico, dejando que tome vuelo en Con la quiebra evidente del proyecto político del
sectores delicados como los medios de comunicación, FLN, se abre el espacio para el partido islámico de opo­
la enseñanza y en algunos casos la administración lo­ sición. Autorizado en agosto de 1989, gracias a la aper­
cal, y asestando así un duro golpe a la Argelia laica que tura pluralista de que hemos hablado antes, este parti­
ve, como única vía de salida al impase en el que se de­ do pudo adscribirse con mucho más éxito al islam, en
bate el país, una decidida opción por un Estado de dere­ cuanto que ya no tiene en el FLN a un serio competi­
cho que garantice la libre expresión de las diferencias. dor: en efecto, éste desde 1988 debe enfrentarse a una
Es el período en el que nace en Argelia la primera Li­ protesta social con trasfondo religioso, que con ocasión
gue des drets de l’homme,8 a la que casi de inmediato de los disturbios de octubre mostró no saber ya mani­
se unirá una competidora Ligue pour la Défense des pular ni controlar del todo. Esta protesta, enseguida
droits de l’homme. Ambas formaciones conocerán un confiscada en beneficio propio por los dirigentes del
FIS, parte de las calles y se plantea ahora como alterna­ quistado por las circunstancias de la génesis del Estado
tiva política radical al régimen, considerado cada vez moderno en Argelia (Bozzo 1981).
más —y no sólo por los islámicos— como un grupo de
La connotación moralista, como se ha visto, es
poder que ocupa indebidamente e ilegítimamente sin
mandato del pueblo el Estado. Este último, mientras en igualmente fuerte y emana de la propia pretensión de
el pasado no perdía ocasión de reafirmar su propia legi­ querer reconducir al camino recto, en nombre de la ver­
timidad, y no por casualidad, denunciando ambas opo­ dad, a los desviados. Los predicadores del FIS, cuando
siciones, la bereber y la islámica, como fuerzas destruc­ todavía podían utilizar las mezquitas como tribunas po­
líticas electorales, conocieron un cierto éxito como fus-
toras, separatistas y extremistas, susceptibles de atentar
tigadores de costumbres corrompidas, que se identifica­
contra la unidad nacional, hoy, en un sistema que se
ban con formas de vestir, modas y, finalmente,
quiere pluralista, no tiene otro camino para volver a ga­
tecnologías occidentales. También las antenas parabóli­
nar esta legitimidad en mengua sino el de centrar todo
en su capacidad de «pacificar» el país.9 cas, definidas por los militantes islámicos como «para­
diabólicas», han sido, huelga decirlo, objeto de los ana­
temas del FIS, el cual se ha revelado impotente de to­
dos modos para detener la carrera de los argelinos para
EL ISLAM CONTESTATARIO: UN PROYECTO
tenerlas.10 Y de hecho las antenas, símbolo no sólo de
DESTRUCTIVO
la tecnología occidental, sino del disfrute de productos
culturales importantes, no han sido puestas fuera de
El programa del FIS es, como se ha visto, análogo juego por el FIS, sino en todo caso se vieron muy relati-
al de otros partidos islámicos activos en otros países vizadas por el efecto de la guerra del Golfo, cuando los
y tampoco es especialmente original: derrocar el régi­ argelinos, ofendidos por la información partidista e in­
men actual e instaurar una república islámica, por de­ completa que llegaba hasta ellos a través de los canales
finición totalitaria y totalizadora. En consecuencia, si occidentales, comenzaron a distanciarse de ellas muy
la verdad está de parte del islam, y sólo de su parte, desencantados, no desdeñando sintonizar cada vez más
no hay lugar para el actual sistema pluralista basado a menudo con el único canal nacional.
en diferentes partidos, y tampoco para la libre expre­
sión de diversidades culturales consideradas no en sin­
tonía con la autenticidad islámica (por ejemplo la FENÓMENO ISLÁMICO Y SOCIEDAD CIVIL
francofonía de los bereberes, considerada como un ras­
go de subalternidad ante Occidente). Por tanto este El resto es crónica reciente. Lo que importa aquí
tipo de mensaje «político» se sitúa en la línea de la subrayar es cómo la crisis del Estado argelino a princi­
tradición islámica clásica, en la que los imam y los pios de los años ochenta abrió espacios cada vez más
íulama\ en virtud del saber de origen divino que de­ extensos a la expresión de una sociedad civil cada vez
tentan y del que son custodios, poseen una gran capa­ más consciente de su autonomía respecto a institucio­
cidad de contestación al poder constituido considerado nes por las que, más allá del discurso oficial populista,
«desviado». no se ha sentido nunca realmente representada; una so­
En este sentido, aunque no es difícil trazar una fi­ ciedad civil sobre todo profundamente frustrada por la
liación ideológica del FIS con los movimientos islámi­ ausencia de perspectivas socioeconómicas, especial­
cos que lo han precedido en Argelia, es más exacto ha­ mente para quien se había procurado una enseñanza
blar de precedentes. En realidad, el papel de los ‘w t e á ’ superior, tanto en árabe como en francés.
argelinos que fueron protagonistas del renacer islámico No se puede comprender plenamente el fenómeno
en el período de la lucha anticolonial, partidarios de la islámico en Argelia sin situarlo en el abigarrado pano­
separación entre el islam y el Estado, era funcional a rama de esta sociedad civil en efervescencia. En efecto,
una crítica radical del sistema colonial, pero en los he­ nunca como en los dos últimos años una parte de ella,
chos llevaba adelante una línea moderada y reformista quizá no muy fuerte, pero capaz de crear opinión, se
que asumía ciertos valores universales vehiculados por ha mostrado determinada a cerrar el paso al extremis­
la Francia republicana; al igual que el proyecto de los mo islámico. Hundiendo sus raíces en la postura «pro­
ideólogos que se expresan a través de la revista al-Ac&la, gresista» y laica del socialismo de primera hora, y ha­
corifeos del Estado nacional del FLN, laico pero con biendo crecido, como hemos visto, durante la última
una matriz ideológica islámica, muestra querer velar década en el debate internacional sobre las formas de
desde dentro por la adhesión de este Estado a los prin­ participación política y sobre el pluralismo cultural,"
cipios y los valores irrenunciables del islam. En ambos posee la conciencia de formar parte con todos los dere­
casos el papel de estos ‘u/ama’ está mucho más cerca chos de una sociedad civil en pleno desarrollo, que se
del de «intelectuales orgánicos» que del de su defini­ nutre de valores como el pluralismo, el respeto a los de­
ción clásica de «detentadores, y por ello custodios de rechos humanos y la «democracia». Esta conciencia, y
la verdad» en su acepción inmutable (‘ilm es de hecho el uso desenvuelto del término «sociedad civil» aplica­
la ciencia de origen divino). do a sí misma, ha comportado antes que nada que esta
El FIS se ha presentado desde el principio como Argelia «laica» reivindique para sí una especie de ex­
un contra-poder, distanciándose de un sistema desde su clusiva frente a un fenómeno, como es precisamente el
punto de vista irreformable, y coagulando en torno a desarrollo de la sociedad civil en este país, mucho más
sí una buena parte del descontento social (yendo a ocu­ amplio y complejo, que hunde sus raíces en las transfor­
par estratégicamente también el terreno sindical y el de maciones de la sociedad colonial y cuenta entre sus
los derechos humanos). productos también al islam contestatario. En la reali­
dad, esta acepción de sociedad civil limitada a los pro­
Su proyecto es totalmente destructivo, también por gresistas se justifica por el hecho de que se ha afianza­
lo que respecta a la negación de un laicismo que pare­ do rápidamente en la vertiente laica de la sociedad
cía no sólo legitimado por la historia del movimiento argelina una nueva conciencia de «ciudadanos», en
nacional argelino, sino ahora ya irreversiblemente con­ aumento desde hace una década, en la estela de las re­
formas económicas e institucionales de la llamada pe- nían interés por la lengua árabe y la practicaban en la
restroika argelina, expresándose desde 1988/89 a través medida mínima considerada indispensable para tener
de las formas de un asociacionismo difuso y abigarrado, un puesto de responsabilidad en la administración pú­
en el que por ejemplo también el femenismo tiene un blica, en el mundo editorial o en la universidad.
sitio políticamente, si no numéricamente, relevante.
La consecuencia, sin embargo, ha sido también
No se pude decir lo mismo de la vertiente islámica. una imparable fuga de cerebros, explicable por la frus­
Ésta, ya impregnada de ideología islámico-populista, ha tración de exigencias culturales y sociales que no en­
experimentado, en el mismo clima político que ha per­ contraban salida en la situación local, ni podían ser sa­
mitido el asociacionismo laico, nuevas formas de tisfechas por el Estado, que también se arrogaba el
autoorganización, pero de un modo más aislado e ins- monopolio de la cultura, además del de la infor­
conciente, y en todo caso sin la conciencia de benefi­ mación.13
ciarse también ella de las contradicciones del Estado
autoritario y de ser de hecho hija de aquel pluralismo El proselitismo de base de los islámicos se ve favo­
que su programa no sólo no prevé, sino que pretende recido por tanto por la partida cada vez más frecuente
erradicar. de quienes, insatisfechos y sin salidaas, eligen abando­
nar el país. Mientras continúa la emigración tradicional
Para complicar más el panorama se debe añadir a la búsqueda de un puesto de trabajo, la fuga de los
que la tradición política laica, contra la que luchan tan­ cuadros asume proporciones alarmantes: la demanda
to los extremistas islámicos del FIS como los seguidores de visados de salida, cada vez más numerosa, es gene­
de los otros partidos religiosos moderados,12 si en su ralmente obstaculizada por las autoridades, pero favo­
estadio inicial se podía identificar con el FLN o con recida en el caso de potenciales opositores, en general
una parte de él, a medida que el partido-Estado ha ido universitarios e intelecturales politizados, críticos res­
asumiendo un ropaje más pragmático y de maneras de pecto al régimen. La meta clásica es naturalmente
ejecutivo de empresa, se ha colocado en un tipo de opo­ Francia (se calcula que son alrededor de 700.000 los ar­
sición interna al régimen («los tecnócratas»), que lo cri­ gelinos que residen establemente en Francia, sin contar
tica, lo hostiga desde la izquierda y se distancia cada a los otros norteafricanos).
vez más de él. Hoy se encuentra además transferida a
aquellos grupos punteros, aunque numéricamente limi­
tados, que expresan, como hemos visto, una decidida LA PARADOJA ARGELINA: ISLAM
voluntad de evolución en sentido democrático. Su capa­ CONTRA ISLAM
cidad de representar una potencial alternativa política
y por tanto una amenaza, al menos para una parte del
grupo en el poder, debía de parecer real, pues el régi­ Por muy paradójico que pueda parecer, la Argelia
men ha buscado, desde hace más de una década, conte­ laica y progresista, que se identifica en gran parte con
ner y neutralizar su influencia, abriendo espacio a las el elemento bereber, después de años de oposición más
corrientes islámicas. o menos declarada, se ha encontrado de hecho repre­
sentada por el grupo llamado al poder por los militares.
Y esto no por elección, sino por el hecho de que en el
LA FUGA DE CEREBROS momento de la instalación del Comité, en virtud de su
sabia composición, de la altura moral y credibilidad
personal de los hombres elegidos, las expresiones más
Este extenderse de la sociedad civil revela por tan­ dinámicas de la sociedad civil y las minorías lingüísti­
to un país profundamente dividido en sentido vertical: cas y culturales (los bereberes) que se sentían más direc­
los enfrentamientos entre los progresistas laicos y los tamente expuestas a la amenaza de un nuevo y más pe­
islámicos en las universidades, a principios de los años ligroso totalitarismo, se han encontrado tomando su
ochenta, pertenecen ya a la historia, pero en una déca­ defensa, con el objetivo, ampliamente compartido, de
da se han reproducido y ampliado a todos los niveles cerrar el paso a toda costa al FIS. En efecto, eran mu­
en un choque frontal, cada vez más difícil de manejar. chos los argelinos, bereberes a la cabeza, que no veían
otro modo de neutralizar la amenaza integrista, y que
Este choque es también el resultado de un plantea­ frente a las incógnitas y a las previsibles incompatibili­
miento pedagógico de la enseñanza basado en el cono­ dades reales que crearía la conquista del poder por par­
cimiento acrítico y en la arabización progresiva de la te de los islámicos, aun sobre bases legales, prefirieron
sociedad, llevada a cabo primero por las escuelas prima­ la acción de los militares, entendida como garantía de
rias y secundarias, después por las facultades de Dere­ una futura reanudación del proceso democrático. El re­
cho y de Ciencias sociales, y finalmente, pero sólo de ciente golpe blanco ha gozado por tanto de un consen­
manera inadecuada y bajando el nivel, por las faculta­ so ciertamente más amplio de lo que los medios de co­
des científicas; los que sólo hablaban árabe estaban municación occidentales han dado a entender,
condenados por tando a pequeños oficios o al paro, empeñados en subrayar el carácter autoritario del pro­
mientras que el mercado del trabajo sólo ofrecía salidas cedimiento seguido, claramente anticonstitucional.
laborales interesantes a los bilingües, en disposición de
adueñarse de las nuevas tecnologías y de tener relacio­ Por otra parte, la troika instalada por los militares,
nes e intercambios con el mundo exterior. Los líderes aunque presidida por el imparcial y competente Budiaf,
del movimiento islámico argelino procedieron con de­ no fue saludada inicialmente por todos con entusiasmo.
terminación y método a influir en los programas de en­ Se oponían a ella, cosa que no ha de sorprender, todos
señanza, así como en toda la edición en árabe, no obs­ los partidos que pretendían situarse en la estela de la
taculizados en esto, sino más bien fortalecidos, por las legitimidad constitucional de 1989, a excepción del par­
connivencias de algunos exponentes del régimen, que tido bereber RCD (Rassemblement pour la culture et la
veían en ello un medio para controlar las pretensiones démocratie). FIS, FLN y FFS (Front des forces socialis-
de los intelectuales francófonos y bilingües y de los tes), en aquella que fue llamada por la prensa una efí­
nuevos tecnócratas. Estos últimos, por lo demás, no te­ mera «alianza de los tres frentes», veían en la interven­
ción de los militares una acción arbitraria y por ello (5) No le es dado al Estado actual cuantificar exacta­
«antidemocrática»: se corría el riesgo real de relegar al mente militantes y simpatizantes del FIS, si no es a través
FIS al papel de víctima de un arbitrio, lo que le permiti­ de las marchas, las manifestaciones o el número de electores.
ría confiscar a su favor, como de hecho está sucediendo, A finales de 1991, con el 43’7 por ciento de los votos emiti­
dos, representaba como hemos visto, respecto a los que te­
el espacio político privilegiado de la lucha por los dere­ nían derecho al voto (más de 13 millones), poco más del 20
chos humanos. Pero la movilización democrática, que por ciento.
entonces había emprendido su camino, estaba destina­ (6) La expresión fue usada por el intelectual argelino
da a enfrentarse de nuevo a la proclamación del estado Abd el-Magid Mizyan en una conferencia en 1970, que hizo
de excepción, mientras el Estado se aprestaba a enta­ época y provocó un amplio debate en Argelia (Cfr. Caspar
blar una lucha sin cuartel con el partido islámico esca­ 1971).
pado a su control. (7) Así se llamaba la máxima instancia del Frente que
Es así como el FLN, que durante treinta años se coordinaba durante la guerra de liberación la emigración ar­
gelina a Francia.
identificó en Argelia con el Estado, ha acabado por ju ­
(8) Fundada en 1985 por iniciativa de un grupo de abo­
gar al aprendiz de brujo: habiendo creído poder usar gados bereberes.
el islam como una ideología «auténticamente argelina» (9) Con qué medios, si la fuerza o el diálogo politico,
a su servicio, hoy busca en vano controlar la criatura sigue siendo todavia un hecho controvertido.
que, con una sabia dosificación de autorizaciones y de (10) A partir de 1989 las antenas parabólicas comenza­
prohibiciones, ha lanzado a la escena política y que vi­ ron a invadir el paisaje urbano argelino. Desde los más ricos
siblemente se le ha ido de las manos. En cierta medida hasta los más pobres (incluso mediante colectas en una mis­
por tanto el crecimiento de las correintes islámicas, ino­ ma finca o una manzana de casas), todos ambicionan poseer
fensivas minorías, ha sido facilitado por complicidades el mágico instrumento que permite ver las televisiones ex­
dentro del grupo dirigente, si no intencionales de hecho tranjeras.
reales en cuanto que, al secundar algunas reivindicacio­ (11) De este debate un componente importante es sin
nes de la oposición islámica, el Partido-Estado no ha duda el movimiento «bereber», que ha ido consolidándose
vacilado por un lado en competir con ella, confiscando desde principios de los años ochenta.
el discurso religioso, y por otro en servirse de ella para (12) El shaykh Nahnah, del partido de la Nahdah islá­
neutralizar a la oposición laica y de izquierdas, en mica, ha acuñado como alternativa a democracia el término
ausencia de reglas democráticas que pudiesen permitir shurukratiyya, para indicar que la nueva forma de Estado
se basaría sobre el consenso de la comunidad de los creyentes.
la cohabitación de ambas. (13) Hasta 1988 se disponía de una televisión del Esta­
Así pues, ¿islam contra islam? No de forma dife­ do y de un solo periódico oficial en las dos versiones parale­
rente que en el pasado, pero a condición de no perder las: francesa (el-Moudjahid) y árabe (ach-Chaab).
de vista que el enfrentamiento es sólo político. Argelia
se encuentra en una encrucijada entre una difícil tran­
sición democrática, no inmune a atajos autoritarios, y REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
el riesgo de verse imponer un sistema teocrático de go­
AA.VV., 1980, Frontiere nell’Islam: etnie, divisioni con-
bierno que, en el caso de que prevaleciese por la fuerza, fessionali e confini imperiali, Rosenberg e Sellier, Turín.
abriría nuevas heridas. Mientras que la simbiosis is- AA.VV., 1991, Islam et politique au Proche-orient
lam/Estado de los años setenta parece definitivamente aujourd’h ui, Gallimard, París.
concluida con la experiencia del partido único, el ac­ AA.VV., 1992, «L’islamisme en effeverscense», en Peu-
tual grupo dirigente en su lucha contra el FIS hace re­ ples méditerranéens, 21, octubre-diciembre.
ferencia en realidad a la Argelia progresista y laica, AA.VV., 1992, «L’islam politique: un échec? La mobili-
cuando proclama que el islam es patrimonio de todo el sation islamique en Palestine, Turquie et Algérie. Hypothéses
pueblo argelino y no puede ser monopolizado ni instru- sur l’avenir politique de l’islam», en Esprit, agosto-septiembre,
mentalizado por ningún partido político. En esto puede pp. 106-63.
al menos reclamar la continuidad ideal con el Frente A ddi, L. 1990, L’impasse du populisme. LAlgérie: co-
de liberación de primera hora, formado por sinceros llectivité politique et Etat en construction, Enal Alger.
musulmanes políticamente laicos. □ A ddi, L. 1992, «Islam politique et démocratisation en
Algérie», en Esprit, agosto-septiembre, pp. 143-51.
Traducción de Marc Granell A ddi, L. 1992, «Religión and modernity in Algeria»,
en Journal o f Democracy, 3-4, octubre, pp. 75-84.
--------------------------- NOTAS --------------------------- A l-Ahnaf , M.; Botiveau, B.; F regosi, F. 1991, EAl-
gérie par ses islamistes, Karthala, París.
(1) En las elecciones de 1990 el FIS obtiene el 54’25 A yubi, N.N. 1991, Political Islam: Religión and politics
por ciento de los votos emitidos en perjuicio del FLN (28’13 in the Arab World, Routledge, Londres-Nueva York.
por ciento) y de partidos minoritarios. En 1991 es de nuevo
Babadji, R. 1991, «Le phénoméne associatif en Algé­
el primer partido con el 43’7 por ciento de los votos emitidos
rie: génése et perspectives», en C amau, M. (compilador),
(igual al 22’4 por ciento de los que tenían derecho al voto).
Changements politiques au maghreb, Cnrs, París, pp. 229-42.
(2) Ya importante en 1990 (34’85 por ciento), el absten­
Badie, B. 1986, Les deux Etats, pouvoir et société en
cionismo es aún más amplio en 1991 (41 por ciento). Este
Occident et en terre d ’Islam, Fayard, París.
dato, sumado a los votos nulos (11’8 por ciento de los votan­
tes, igual al 7 por ciento de los inscritos), expresa un desa­ Ben Achour , Y. 1992, Religión et Droit dans le M on­
cuerdo de signo diferente respecto al FLN, superior a la ava­ de Arabe, Cérés Productions, Túnez.
lancha de vostos contrarios, que alcanza el 48 por ciento, Bozzo, A. 1992, Algeria, coll. «Storia dell’oggi: paesi,
alrededor de la mitad de los que tenían derecho al voto. protagonisti, questioni», n. 34, supl. a L’Unitá, abril.
(3) Malek Bennabi, fallecido en 1973, animador ya en Bozzo, A. 1992, Islam e laicitá in Algeria. La societá
los años sesenta de la asociación al-qiyy&m (los valores), fue algerina dal colonialismo all’indipendenza, Istituto per l’Orien-
partidario de un humanismo islámico de tipo moderno y pacifista. te, Roma.
(4) Junto a la intención de custodiar la dignidad de la Bozzo, A. 1992, «LAlgeria a trent’a nni dall’indipenden-
mujer, encontramos por ejemplo que, frente al problema del za», en Africa e Mediterráneo, 1, pp. 7-16.
paro, la solución es enviar a casa a las mujeres trabajadoras, Bozzo, A. 1992, «Mohammed Boudiaf: dall’esilio poli-
que deben cuidar a la familia. tico ai vertid dello Stato», ivi, pp. 17-20.
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PAVESE
LOS LUGARES DE
LA ESCRITURA
R E G I S D U R A N D
Quién puede decir que ha tocado jamás Los lugares de la infancia vuelven
aquello a cuyo lado pasa (DL, 41) a la memoria de cada cual...

veces me parece que para hablar de los lugares «Los lugares de la infancia vuelven a la memoria
A de Pavese hoy en día, sin excesiva nostalgia
y sin deseo de reconstitución histórica, ha­
bría que imaginar un espacio general similar al de Hui-
de cada cual consagrados de la misma manera; en ellos
sucedieron cosas que los han hecho únicos y los desta­
can sobre el resto del mundo con este sello mítico (no
llet y Straub en algunas de sus películas. Un espacio poético todavía).
casi abstracto, habitado sólo por una palabra. Y sin
embargo construido y orientado, y, también, repleto de »Esta unicidad del lugar es parte, por lo demás, de
sensaciones. En el que las relaciones de altura, color, la general unicidad del gesto y del hecho, absolutos y
densidad que se descubren progresivamente bajo la por lo tanto simbólicos, que constituye el mito [...]. En
hipnosis de los planos fijos, poseen una gran sutileza. la realidad, ningún gesto ni ningún lugar valen más que
Un espacio cuya abstracción y aparente aridez son fal­ otro. En el mito (símbolo), hay en cambio toda una je­
sas, puesto que siempre dan paso a la visión de paisa­ rarquía. He aquí por qué en la actualidad muchos hu­
jes y de situaciones de gran riqueza y al mismo tiempo yen del naturalismo y crean mitos, recurriendo a la in­
sometidas a fortísimas tensiones internas. Estoy pen­ fancia» (OV, 247).
sando por ejemplo en la alternancia tan pavesiana en­ Una de las más fértiles contradicciones pavesianas,
tre la ciudad (París) y el campo (Egipto) en Trop tót, repetida incansablemente en el Diario, gira en torno a
trop tard. O también en la montaña de Sainte-Victoire esta asociación del mito a la infancia, dividida entre la
en Cézanne (1989), o en las laderas del Etna en intención de no «crear mitos» pero de perforar a pesar
Schwarze Sünde (1988), donde la aridez de las laderas de todo en los ricos pozos de los recuerdos de infancia.
calcinadas o desérticas se entremezcla incesantemente Para el escritor, la infancia no es el tiempo del contacto
con la fertilidad del árbol y de la palabra (y ésta es original y absoluto con las cosas, por el contrario es el
sólo una de las numerosas oposiciones comunes que descubrimiento de los signos de las cosas. En la infan­
podríamos señalar). cia todo es evidentemente nuevo, y sin embargo todo
ha empezado ya: «Si se retrocede a cualquier momento
Esta comparación puede parecer incongruente, si de conmoción extática ante algo del mundo, se encuen­
tenemos en cuenta la fuerza de las sensaciones reales tra que nos conmovemos porque ya nos hemos conmo­
que invaden los relatos de Pavese, el sentimiento inten­ vido; y nos hemos conmovido ya porque un día algo
so de las situaciones concretas, la precisión topográfica se nos apareció transfigurado, separado del resto, por
y, finalmente, la familiaridad de sus lugares predilectos, una palabra, una fábula, una idea que se refería a ello»
todo lo cual parece oponerse a la abstracción rigorista (OV, 233). La colina misma, ese lugar pavesiano por ex­
de Straub. Turín y las colinas que la rodean, la región celencia, «es el Taigeto, descubierto a los quince años
de' las Langhe, el campo, las pequeñas ciudades, los en Catulo, es el Erimanto, el Cilene, el Pelión descu­
nombres de los lugares que el visitante encuentra hoy biertos en Virgilio, etc., entonces, mientras veía las coli­
en día prácticamente inalterados, el Salto, Gaminella, nas de Reaglie y recordaba las inflamadas de Santo
etc. Stefano-Moncucco, Camo, San Maurizio, Luassolo»
Sin embargo, esta comparación tiene su lógica, (OV, 310). El mismo «lugar originario» es por tanto
aunque sólo sea porque Eluillet y Straub se inspiraron múltiple, inestable, formado por una superposición de
en una de sus películas (De la nuée á la résistance, reminiscencias literarias, de observaciones, y de recuer­
1978) en dos textos de Pavese: Diálogos con Leucó y dos vividos. Y la literatura sería la explotación y el des­
La luna y las fogatas. Y porque entre estos dos textos doblamiento de esta condensación, la experiencia de
aparece precisamente la relación entre lo «abstracto» y una ley huidiza en virtud de la cual la cosa y el signo,
lo «concreto particular», el austero territorio mitológi­ lo vivido y lo escrito, se mezclan y se separan. Ley de
co de las montañas (Diálogos...) y la geografía viva de la pérdida y del desasimiento, algunos de cuyos trazos
las colinas que rodean Santo Stefano Belbo (La luna...). hay que intentar comprender.
De la fábula o del mito a la historia, y viceversa. Tanto
en los cineastas como en el escritor, aparece una misma
dialéctica entre el tiempo y el espacio de los dioses y LA CONTEMPLACIÓN INQUIETA DE
de los mitos, y el tiempo y el espacio históricos. Una LAS COSAS
dialéctica compleja, inquietante, de la que sólo afloran
algunos fragmentos a través de un estilo poético: algu­
nas imágenes sublimes, el paso de una voz, el relato de Todo lo que se plantease como revelación epifánica
una aventura individual que busca su razón de ser en o como descubrimiento, se convertiría en polvo instan­
táneamente. Así es como la poesía de sus inicios le deja
los lugares de origen.
a Pavese un regusto a ceniza, porque estas «pretendidas
Pero el objetivo no es hacer una comparación sin revelaciones», una vez transformadas en poesía, han
más, sino simplemente que ésta nos permita conocer el cumplido su función, en cierto modo se han consumido
motivo de las cuestiones que nos guiarán en este inten­ en el simple ejercicio de un trabajo poético. Ahora bien,
to de delimitar el imaginario del lugar en la obra de Pa­ sobre el mundo planea una ley totalmente diferente,
vese. Entre estas cuestiones siempre se repiten en parti­ que anula estas apariencias de revelación. Es aquella
cular: el lugar de la infancia y el de la Ley; la existencia cuya existencia La Nube recuerda a Ixión, al principio
de «lugares mágicos», con las imágenes y los signos de los Diálogos. Esta ley no es, como cree Ixión, la ley
que engrendran; los desplazamientos y las dudas ince­ eterna de los elementos. Es la de lo prohibido y la pérdi­
santes del sujeto que los contempla y los describe. En da. En Pavese su origen es una carencia, una pérdida
particular, porque hay muchas otras, y estas mismas inicial en el sentido de que carece de objeto anterior.
que han sido evocadas aquí no cesan de desdoblarse, de La aplastante imagen del Destino, eso es: una insatis­
proliferar, y de confirmar otras grandes cuestiones, la facción que roe como un cáncer, un horror sin nombre
identidad sexual o política, por ejemplo. cuya herida no deja de repetirse: «Lo que ha sido será».
El escritor intentará evidentemente actuar con as­ un pasado para huir de la muerte, tratar «el destino
tucia, en su ficción, con esta ley del retorno angustioso y el porvenir como si fueran un pasado»? «Dar un
de lo mismo, inventando precisamente versiones dife­ nombre de recuerdo al destino», ésta es en el fondo
rentes de su origen: misterioso, heroico o simplemente la verdadera razón de ser de esta magia de los lugares
indeterminado. Quizá se puedan reconocer aquí las dos de la infancia: que lo que pase esté ya inscrito en ellos,
grandes tendencias que Marthe Robert ha distinguido y así uno se quitaría de encima un enorme peso de
en el imaginario novelesco, la fantasiosa del «niño de angustia y culpabilidad. Es sin duda en este mismo
la inclusa» (que se inventa un destino fantástico), y la sentido en el que hay que entender el deseo de Pavese
del «bastardo edipiano» (en la que se reescribe una his­ de escribir «para estar como muerto, para hablar desde
toria auténtica o plausible, a través de la simulación del fuera del tiempo, para convertirte para todos en un
propio ritmo de la vida real). recuerdo» (OV, 347 [1949]).
Sin duda Pavese es demasiado lúcido y demasiado Los lugares míticos y los lugares de la infancia tie­
entusiasta de una dialéctica inquieta para adherirse to­ nen por tanto esta temible ambigüedad: fuera del tiem­
talmente a una u otra tendencia. Pero una y otra están po, anteriores al tiempo, nos liberan de su tiranía. Pero
siempre presentes, como dos ficciones insatisfactorias en tanto que condensados del tiempo, receptáculos
de sí mismo. Y provocan por rechazo una oscilación en­ donde el destino está condensado, hacen que pese sobre
tre dos tipos de lugares, dos maneras de vivir en el nosotros «el temor, el horror perenne de realizar lo sabi­
mundo. Porque es a través del problema del lugar, muy do» (DL, 75). Diálogos con Leucó, que Pavese dijo a
especialmente, como se representa una y otra vez en su menudo que era su mejor libro, está lejos de ser una
obra este problema del origen. fantasía mitológica, un paréntesis en una obra «realis­
ta». Está relacionado con una reflexión que recorre
«Extraño momento aquel en que (trece o doce toda la obra y trata ante todo esta cuestión del lugar
años) te ibas del pueblo, entreveías el mundo, partías (y del tiempo asociado a él). El mundo es lo que viene
en alas de la fantasía (aventuras, ciudades, nombres, antes incluso que los dioses, antes incluso que el tiem­
ritmos enfáticos, cosas desconocidas) y no sabías que po que éstos van a poner en marcha —de ahí la energía
empezaba un largo viaje que, a través de ciudades, que encierra. «El mundo es más viejo que ellos. Ya lle­
aventuras, nombres, arrebatos, mundos ignotos, te ha­ naba el espacio y sangraba, gozaba, era el único dios
bría llevado a descubrir como rico de todo aquel por­ —cuando el tiempo aún no había nacido. Las propias
venir precisamente aquel momento de alejamiento cosas, reinaban entonces. Acaecían cosas —ahora, me­
—el momento en que eras más pueblo que mundo—, diante los dioses, todo se ha vuelto palabras, ilusión,
a mirar hacia atrás. Es porque el mundo, el porvenir, amenaza. Mas los dioses pueden causar fastidio, acer­
lo tienes ahora dentro como pasado, como experien­ car o separar las cosas. No tocarlas, no mudarlas. Han
cia, como técnica, y el perenne y rico misterio resulta venido demasiado tarde» (DL, 23).
que es aquel tú infantil que no has tenido tiempo de
poseer» (OV, 343-344). Escrita en 1949, esta observa­ Demasiado tarde, siempre demasiado tarde. Y es
ción va bastante más allá de un simple análisis psico­ precisamente este retraso inicial el que aparece en los
lógico de un momento de la infancia. Habla de cómo textos de Pavese. Retraso de los dioses respecto al mun­
se mezclan y se invierten distancia y proximidad, pasa­ do, y del hombre respecto a los dioses. Retraso del
do y porvenir. Y sin duda no es una casualidad que tiempo respecto a las cosas, y del hecho respecto al
en un texto contemporáneo de este fragmento de su conocimiento, de la palabra respecto a la acción. Todo
Diario, el narrador de La luna y las fogatas, Mauro, lo que el hombre toca se convierte en tiempo o en
sea un niño abandonado, que partió al exilio a Améri­ palabra, «espera o esperanza», o también en vagabun­
ca, y que regresa más tarde a los lugares de su infan­ deo. Porque «hablar es como andar por los caminos
cia: para «no estar solo y saber que en las gentes, día y noche a nuestro aire, sin meta» (DL, 76), como
en los árboles, en la tierra, hay algo tuyo que, incluso hacen tantos personajes de Pavese. El tiempo se tradu­
cuando no estás allí, te espera pacientemente» (LF, ce sin cesar en otras cosas, y más concretametne en
84). deambulación, en recorrido de una topografía que es
tanto mental como geográfica. Ya se trate de Pierotto
No es únicamente el tema algo trivial de la nostal­ y Oreste, en El diablo en las colinas, que recorren no­
gia lo que hay que ver aquí (aunque efectivamente está che tras noche las calles de Turín y las colinas de los
presente), sino algo más literal, y también más apre­ alrededores; o de Clelia, en Entre mujeres solas, que
miante. Una parte de su ser está allí, en los lugares vaga entre la muchedumbre del Carnaval; o también
de su infancia, y la cuestión es saber qué conducta del narrador de «La casa de las colinas» que yerra in­
adoptar ante esta evidencia. ¿Hay que inmovilizarse cansablemente por el campo «donde uno se reencuen­
ante ella, neuróticamente, e intentar poner obstáculos tra con la vida salvaje»: todos ellos manifiestan que
a cualquier cambio? ¿Convertirla en un punto de refe­ la relación física con el lugar, atenta, paciente, es una
rencia, una fuente de energía, una «enorme reserva experiencia fundamental.
del espíritu»? Mauro regresa a su país y tiene una ex­
periencia similar a la del protagonista de Un rincón
agradable de Henry James, que regresa a la casa de VER LO QUE YA SE HA VISTO
su infancia después de un largo exilio para acabar allí
con su propio fantasma, su doble, la persona que ha­
bría sido si no se hubiera expatriado... En este fantas­ ¿Qué buscan estas gentes en sus deambulaciones?
ma de una vida paralela, pasado y porvenir se entre­ Es difícil que se trate de una cosa concreta, más bien
mezclan hasta llegar a la alucinación. Pero la esperan que pase algo, un encuentro con su destino,
experiencia es también, imaginariamente, una manera quizá. Esperan en cierto modo que el tiempo se encuen­
de llegar a dominar el tiempo cambiando su curso y tre a sí mismo y se destruya ante ellos, en ellos. Pero
mezclando sus divisiones. «La gran cuestión: hablar con ayuda del cansancio o del entusiasmo, es posible
fuera del tiempo» (DL, 185). En Diálogos con Leucó, que esta destrucción adopte la forma de un verdadero
esta cuestión se repite sin cesar: ¿cómo, por qué, darse drama. Así la noche que el narrador de La luna y las
fogatas pasa en el desierto de Yuma —noche de terror dos, tierra y sol, y el hálito ardiente del asfalto. Era un
y de «paso», en la que el vagabundeo por el desierto olor a coche, a huida, a carreteras costeras y a jardines
es la prueba que permite replantearse la relación con junto al mar. De un talud, por encima del camino, col­
el país natal donde el narrador decide entonces regre­ gaban pálidas calabaceras en las que reconocí pencas
sar. Pero si hay una revelación, es la del hecho de que de nopal» (BE, 155). Aquí, todos los acontecimientos
uno ya sabía todo lo que había que saber. Pocas cosas, por venir parecen estar condensados en esta descrip­
en realidad: por ejemplo que uno no sabe qué es «su ción de un olor de la colina. Pero en otros momentos
país», sino que hay que tener uno. Porque un país, es ésta parece tener una vida autónoma, totalmente indi­
un lugar que es depositario de algo nuestro —«que in­ ferente de las aventuras humanas. Y quienes la contem­
cluso cuando uno no está allí le espera pacientemente». plan están entonces como sumidos en una narcosis con­
Por eso es por lo que hay que tener uno, al igual que sentida, un estupor sensual con el que creen compartir
hay que tener un hijo, piensa el narrador de La luna algo de la vida secreta de la colina. El «paganismo» de
y las fogatas —para que algo o alguien sepa quiénes so­ un relato como El diablo en las colinas no debe por tan­
mos, de dónde venimos. El bastardo pretende encontrar to ser reducido al confuso despertar sexual de algunos
en la idea de un hijo, así como en los lugares de su in­ jóvenes en el calor y el aburrimiento de un verano un
fancia, algo de sí mismo que no conoce. Pero no se trata poco vacío. Es una experiencia compleja, que hay que
tanto de una revelación, de la esperanza de restablecer relacionar con los momentos de Diálogos con Leucó en
una genealogía truncada. La experiencia está en la es­ los que se manifiesta el principio central de todas las
pera y en la observación, pero atravesadas por tensio­ experiencias contradictorias de Pavese: que una cosa,
nes extremas, como demuestra la escena del tren en el un lugar, remiten siempre a otra cosa, de tal forma que
desierto. Al borde de la vía, el narrador escucha atenta­ nunca el deseo ni el pensamiento encuentran en ellos
mente como si pudiera descubrir en el zumbido de los verdadero reposo o satisfacción. Así, esta tierra de
cables del telégrafo la señal de que se acerca el tren. abundancia y de exuberancia es para Gabrielle y Poli
Pero éste surge de repente con un terrible estruendo, un testigo de su vida estéril. Así, esta rica experiencia
y este tren sólo habrá sido, en definitiva, una intrusión rural en el corazón de las colinas no cesa, por ejemplo,
en la paz del desierto. de evocar el mar. «Había ese vago olor de agosto, de
salmuera terrestre, más fuerte que en cualquier otra
A esta experiencia negativa se superpone la del na­ parte» («El diablo», BE, 172): imagen poderosa, repeti­
rrador cuando era niño, a quien el tren que atravesaba da a menudo bajo diferentes formas (en el Diario, por
el campo provocaba el sentimiento de ser otro: «Algu­ ejemplo: «el olor espumoso de maceración que es la sal­
nos días en que estaba en los campos, en las viñas que muera del campo», (OV, 274). Y en la cual hay que de­
hay al otro lado del camino, layando al sol, y a través tenerse porque contiene toda una relación entre la
de los melocotoneros oía el tren que llegaba y llenaba ausencia y la distancia (como también en la idea de que
el valle, yendo rápidamente hacia Canelli o volviendo; el campo aplastado por el sol y zumbante de vida «hue­
en esos momentos me quedaba inmóvil apoyado en mi le a coito y a muerte», que hace sonreír al narrador por
laya, y miraba el humo, los vagones, y miraba Gamine- su grandilocuencia).
11a, el pequeño castillo del Nido, y miraba hacia Canelli
y Calamandrana, y hacia Calosso, y tenía la impresión Ausencia de tierra en el corazón mismo del cam­
de haber bebido vino, de ser otro...» (LF, 159). A veces po, que se puede interpretar como una renuncia volun­
es un olor o el nombre de un lugar lo que provoca este taria allí donde se ofrece la mayor plenitud, y que no
sentimiento de estar a punto de convertirse en otro, de deja de recordar, paradójicamente, la idea de «landless-
escapar de sí mismo y del lugar real abriendo «la puerta ness» de Hermán Melville (escritor que Pavese conoce
del mundo». muy bien, entre otras cosas por haberlo traducido y
El principio es también el fin, porque todo parece comentado). «Landlessness», la ausencia de tierra, «el
detenerse aquí, ante esta «amplia ventana» que los ser-sin-tierra» más bien, es esta pulsión oscura que nos
nombres de Canelli parecen abrir. Porque Canelli es hace alejarnos y renunciar a lo familiar, a lo seguro,
también un lugar fuera del tiempo cronológico habi­ a la norma. Es esa melancolía altiva que nos hace en­
tual, «el último país en que se sucedían las estaciones frentarnos al mar como al suicidio, disfrutando con
y no los años», un lugar encerrado en sus ritmos primi­ una orgullosa amargura de la renuncia que uno mismo
tivos más allá del cual sólo existe el vacío. Todas las se impone. Hay algo de esto en Pavese, evidentemente,
contradicciones parecen condensarse en estos lugares en la búsqueda de una distancia, de una ascesis («Hay
de la infancia, en los que se siente aún el recuerdo de que apartarse de todo, para acercarse a todo», OV,
los dioses, pero que resultan sin embargo insoportables, 333).
porque «nada es más inhabitable que un lugar donde Las colinas familiares se vuelven entonces extrañas
se ha sido feliz» (LP, 76). —como el océano melvilliano, un lugar deseado pero
inestable, polimorfo, engañoso, en el que uno nunca se
encuentra o se reencuentra realmente. Porque en el mo­
LA COLINA-MUNDO mento en que uno cree saber dónde está, la mirada está
ya en otra parte, las corrientes de la imaginación lo des­
vían: «Volvimos a pasar ante el jardín de dalias y obser­
La colina arquetípica, la del Greppo por ejemplo, vé que entre una casa y otra se abría el vacío del valle
es al igual que las de Diálogos con Leucó una colina- y que, como islas de aire, surgían colinas a nuestra altu­
mundo, hecha de contrarios mezclados, de quemazón ra» («El diablo...», BE, 134).
y de frío, de presencia y de abandono, de proximidad
y de distancia. Los narradores intentan constantemente Al igual que la superficie del océano da acceso a
encontrar en ella un orden y un sentido, establecer rela­ profundidades insondables, o bien remite a otras super­
ciones de distancia crítica que se deshacen inmediata­ ficies idénticas e igual de enigmáticas, la cima de la co­
mente ante la afluencia de sensanciones y de pensa­ lina da acceso al vacío. Porque una cima conserva siem­
mientos opuestos: «El olor del aire me impresionó pre algo del lugar sagrado que fue sin duda, morada de
enseguida: una mezcla de fermentos vegetales quema­ un dios como los de los Diálogos. El rincón que mantie­
ne salvaje el Cavaliere como un altar en memoria de rista gracias al cual alguien (que es en este caso el
su hijo (en La luna y las fogatas), o «la hondonada que niño que el narrador recuerda haber sido) intenta des­
estaba en lo alto de la viña de Gaminella» que recuerda cubrir una revelación. De ahí el interés del viaje, que
al narrador, o también la charca en «El diablo...», son permite volver a ver un lugar familiar como si fuera
muchos los lugares en que parecen murmurar todavía nuevo, en una especie de palimpsesto temporal. En
presencias apenas desvanecidas. Pero este «paganismo» Roma, en cambio, todo está demasiado limpio, dema­
no tiene tampoco un carácter de plenitud. Ya hemos di­ siado seco. De regreso al Piamonte, entra en escena
cho que el «origen» que evoca es imaginario y frágil. un decorado del recuerdo y del sentido totalmente dife­
Peor aún, es en sí mismo pérdida y alejamiento. Lo im­ rente, con sus planos superpuestos, sus zonas borrosas,
portante no es creer en la realidad de las manifestacio­ sus ambigüedades: «He visto muchas cosas al venir
nes divinas, «en los monstruos, en los cuerpos animali­ al Piamonte desde Roma. Las plantas de los campos
zados, en las piedras vivas, en las sonrisas divinas, en y sus colocaciones (alisos, encinas, fresnos, sauces, vi­
las palabras que aniquilaban» (DL, 193). De esto, de des, en grandes filas, en bastidor teatral, en las llanu­
esta parafernalia, queda «un vacío, una espera», el sen­ ras) son las de Virgilio y de otras lecturas clásicas de
timiento de haber perdido la única cosa que fue impor­ mi adolescencia. He visto que en el Piamonte, más
tante en estos lugares: lo que encontraron allí los hom­ que el árbol, hay lo verde, el mar vegetal. Extraño,
bres. El «lugar único», para Pavese, es aquel que nos porque los árboles de los clásicos eran con seguridad
arrastra hasta los límites de nuestro horizonte familiar, los de Roma y yo en cambio los he visto piamonteses
allí donde se puede entrever algo que viene del «otro y sólo los vuelvo a encontrar aquí. Será porque leía
lado»: «Placer de caminar por las cumbres. Allí están en el Piamonte.
los arbolillos, las escabrosidades, las distancias peren­
nes de su horizonte. Caminando por ellas se llega a los »He sorprendido en su calidad abstracta las largas
confines de este horizonte, se recorta en él y ve el otro y altas vías ciudadanas. He sentido, esta mañana, el pe­
lado» (OV, 356). renne vapor de neblina, que todo lo difumina. Nada de
la sequedad, del color limpio de Roma» (OV, 301).
Hay en la obra de Pavese una reflexión continua
(como demuestra el Diario) sobre la idea de lo «salva­ Creo que esta nota es de una gran importancia
je», ese «sentimiento alucinante de lo salvaje» que im­ para la comprensión de la topografía pavesiana. En ella
plica una concepción mágica del mundo, pero una con­ se evoca todo: el retorno, la distancia, el árbol, la copre­
cepción «vital» y no exclusivamente intelectual. Y sencia de lo nítido y lo borroso, de la ciudad y el cam­
efectivamente encontramos también un componente po, de lo abstracto y la sensanción viva. Y primero la
«vitalista» en él, una creencia en los flujos, en las ener­ ciudad, Turín, quizás el lugar por excelencia, aquel en
gías que surgen y que migran, que quizás encontró tam­ que todo toma forma y donde los otros lugares encuen­
bién en D.H. Lawrence (como da a entender en el Dia­ tran su sentido (a este respecto, es curioso señalar hasta
rio), pero que tiene otros orígenes, o en todo caso una qué punto la idea del lugar en Pavese parece emparen­
función muy diferente. Porque allí donde el simbolismo ta r e con esta misma noción tal como aparece en Pla­
vitalista de Lawrence tenía aspectos claramente proféti- tón, en un pasaje bastante oscuro del Timeo en el que
cos, hay en Pavese una distancia crítica que impide que el lugar es definido como una especie de receptáculo
los símbolos «echen raíces». —«una especie invisible y sin forma que lo recibe todo
y participa de lo inteligible de una forma muy oscura
y muy difícil de comprender». Noción que debe ser re­
«REDESCUBRIR SU PROPIO LUGAR» lacionada con otras dos instancias, la generación y el
ser, para aparecer como una especie de matriz, de con­
dición de posiblidad para que las cosas sucedan. Hay
«Todo es repetición, rehacer el camino, retornar. bastante de esto en Pavese, en un extremo de la inagota­
En realidad, también la primera es una “segunda ble dialéctica donde se utiliza esta noción, de lo más
vez”»: una nota de noviembre de 1943, que remite al abstracto a lo más material).
26 de septiembre de 1942, que a su vez remite al 28 «El lugar de tu persona», escribe Pavese más claro
de enero, etc. Todo es un retornar, por tanto todo se imposible, «es con certeza la avenida turinesa, señorial
aleja y vuelve y se aleja de nuevo. De ahí la importan­ y modesta, primaveral y veraniega, calma, discreta y
cia fundamental de la distancia en Pavese. Distancia vasta, donde se ha hecho tu poesía. La materia venía
primera, antes temporal (recordemos que incluso las de muchas partes, pero aquí encontraba forma. Esta
imágenes de la infancia son para él re-conocimientos, avenida, y el cafetucho en la avenidad, fue tu habita­
reviviscencias de los signos); pero también espacial. In­ ción, la ventana sobre las cosas. Cuando te vuelve el
cesantemente, algo se aleja o viene a interponerse en­ instinto de escribir poesía buscas lugares de éstos. Para
tre la mirada y lo que se mira. Incesantemente, algo narrar, no. ¿Es sólo porque narrar es menos contempla­
que había estado «casi olvidado» aparece. Hay por tivo? Las Memorie di due stagioni, las has escrito en
ejemplo, en los narradores pavesianos, un placer muy el café y, en el fondo, también los Paesi y la Tenda.
particular en las inversiones de los puntos de vista: Conque...» (OV, 261). Habrá que volver sobre la oposi­
desde una posada de la colina, entrever abajo, minús­ ción poema-relato que Pavese subraya y relativiza al
culas, las luces de la costa; o, desde la playa, mirar mismo tiempo. Pero lo que llama la atención, es ese
la montaña donde irá a cenar esa noche. O también, sentimiento de haber encontrado el lugar por excelen­
ver «a través» de algo, en un dispositivo que reconstru­ cia. Ciertamente, denominarlo así podría significar re­
ye espacialmente la escenografía del recuerdo, con sus ducirlo a su aspecto más anecdótico. Pero detrás de esta
pantallas y sus ajustes: «La colina de Gaminella estaba «avenida», hay todo un dispositivo mental. Lugar
desnuda, blanca de nieve y yo la veía a través de las abierto: no un centro, un hueco, un hogar, sino más
ramas secas de Belbo» (LF, 146). O también: «Los cris­ bien un pasillo aéreo, casi abstracto y sin embargo de
tales de la sala brillaban y, mirando a lo lejos, al otro lo más familiar. En otra parte, se habla de un «pasillo
lado de Belbo, se veía Gaminella, los cañaverales, el de verdor adonde huyen los pájaros», imagen en la que
campo de mi casa» (id, 163-164). Un dispositivo voyeu- el árbol, tan importante en el imaginario pavesiano, tie­
ne valor sobre todo por la masa de color y la línea que den ir de la ingenuidad un poco alucinada de quien pa­
dibuja, que parecen dar acceso a un lugar diferente (el sea por Génova «buscando un poco de hierba» (LF,
mar, la carretera). Asimismo, el valor del tilo está sobre 121), a experiencias muy complejas de la memoria. El
todo en el poder que tiene su perfume de transportar mismo narrador evoca así su inminente regreso a Géno­
al narrador a los tiempos de su infancia. Los cipreses, va al final de La luna y lasfogatas: «Reconocía la tierra
las acacias, los robles desempeñan papeles diferentes en blanca y seca, la hierba aplastada y resbaladiza de los
el paisaje, realzando aquí la silueta de una cumbre, dan­ senderos y ese olor rasposo a colina y a viña, que huele
do allí una ligera sombra. En El diablo en las colinas, ya a vendimias bajo el sol. En el cielo, había largas fa­
son las hierbas y los arbustos, la madreselva, la menta, jas de viento, babas blancas que se parecían a la co­
los nopales los que, mezclados con el calor, crean una rriente que se ve de noche, en la oscuridad, detrás de
sustancia casi palpable a la que es posible quedarse pe­ las estrellas. Yo pensaba que, mañana, estaría en viale
gado voluntariamente, al alejarse de la sombra del bos­ Corsica y me daba cuenta entonces de que el mar tam­
que encantado. Al igual que la viña, que parece brotar bién está veteado por las arrugas de las corrientes y
del suelo como el propio calor, y ser como una materia­ que, cuando siendo niño, miraba las nubes y el camino
lización de éste: «Hay un sol que cae sobre estos viñe­ de las estrellas, sin sospecharlo, ya había empezado mis
dos, una reverberación de campo estéril y de tobas, que viajes» (LF, 225-226). Excelente condensación en la
había olvidado. Aquí, el calor no baja tanto del cielo, que el «bovarismo» topográfico del héroe pavesiano
viene de abajo —de la tierra, del suelo entre las viñas, aparece en todos sus registros. El viaje ya había empe­
es un calor que parece haber devorado todo el verde zado por tanto, y el presente no sería más que una su­
para transformarse en sarmiento» (LF, 99). cesión de pliegues temporales y topográficos que el pen­
samiento franquea en todos los sentidos, con absoluta
Los árboles, como las peñas, pudieron haber sido libertad. Hablar, como andar, sería desplegar una parte
dioses en otro tiempo, y comparten un orden aéreo (del de estos pliegues. El día / la noche, la tierra / el cielo,
«increíble efecto de las cosas en el aire») que nos habla la tierra / el mar, la ciudad / el campo; y siempre la coli­
una vez más del «origen». La viña, las plantas, pertene­ na, el camino (o, a falta de éste, la mirada) hacia la coli­
cen a una estructura de las profundidades dominada por na, que permite el paso entre estas vertientes opuestas
ciclos de secreciones y de muerte seguida de renacimien­ de los pliegues.
to. Lugares aéreos, claros y abiertos; lugares cerrados y
oscuros: esta oposición parece atravesar la conciencia Y la ciudad misma, Turín, rodeada como está de
del narrador de Le bel été [El diablo en la colina], dividi­ numerosas colinas, ofrece siempre esta posibilidad a la
do entre la topografía de su infancia («calles estrechas imaginación: «Paseando por el Lungo Po, ante del
que en todas partes desembocaban en los campos»), y su Monte dei Cappuccini. Oscurecer nebuloso, las villas
gusto por «los lugares limitados» («Las bahías, los cami- desaparecen, quedan los dorsos oscuros, hirsutos de las
nitos, los bancales, los olivares»), «A veces», piensa colinas, salvajes, difuminados. ¿De qué sirve esta belle­
acostado boca abajo en una peña, «observaba una pie­ za, qué significa, por lo menos?» (OV, 357). La ciudad,
dra del tamaño de un puño que, contra el cielo, parecía en la época de Pavese, casi no tiene afueras, y se pasa
una enorme montaña. Ésas son las cosas que me gus­ al campo sin transición. Los personajes de El diablo en
tan» (BE, 126). En «esas cosas», en esa capacidad para las colinas vagan de noche por las calles y las colinas,
los cambios de escala, es posible reconocer la capacidad insomnes, infantiles, insatisfechos, aislándose del mun­
más general del personaje pavesiano para percibir varias do de los durmientes muertos para esperar «algo enor­
cosas al mismo tiempo, para permitir la superposición me, el derrumbamiento de la ciudad, la apocalispsis».
de imágenes alejadas en el espacio y en el tiempo. Para el narrador de La casa de las colinas, se trata por
el contrario de huir por la noche de una catástrofe que
es tan real (los bombardeos sobre Turín) como imagina­
«ESTE PASO PERENNE...» ria. Porque huyendo de las bombas, en realidad lo que
pretende es recuperar el mundo de la infancia: «Anta­
ño, se decía ya las colinas como se hubiera dicho la ciu­
Sin duda esta capacidad aparece sobre todo de for­ dad o el bosque. Yo iba allí por la noche, dejando la
ma destacada en el paso incesante de la ciudad al cam­ ciudad que oscurecía, y para mí, no era un lugar como
po y del campo a la ciudad. Este paso tiene un origen cualquier otro, sino un aspecto de las cosas, una forma
biográfico, evidentemente, pero lo más interesante es la de vivir. Por ejemplo, no veía ninguna diferencia entre
manera en que Pavese no ha cesado de teorizar este ori­ estas colinas y las antiguas, donde jugaba de niño, don­
gen, convirtiéndolo en un elemento temático y narrati­ de vivo ahora: siempre un terreno accidentado y tortuo­
vo esencial de su ficción. En un primer tiempo, este so, cultivado y salvaje, siempre caminos, granjas, ba­
tránsito es percibido de forma lineal. Los poemas de rrancos» (Coq, 201). Esta «forma de vivir», el narrador
Trabajar cansa son para él «la amplificación y la victo­ descubrirá al final que es «una larga ilusión». Que ha
ria de S. Stefano Belbo sobre Turín. Entre las muchas vivido su juventud «en un simple y largo aislamiento,
explicaciones del “poema”, ésta es una. El pueblo se en fértiles vacaciones, como un chiquillo que, jugando
convierte en la ciudad, la naturaleza se convierte en la al escondite, se mete en un matorral y se encuentra a
vida humana, el muchacho se convierte en hombre» gusto, contempla el cielo entre las hojas, y acaba por
(OV, 31). Turín ya es al mismo tiempo «el lugar donde olvidarse de salir de allí» (id., 326).
se vuelve» y «el lugar donde se volverá»: el ciclo de las
oscilaciones ha empezado. Y entre las numerosas for­
mas en que se tematizan las oscilaciones, la idea del lí­ «VIVIR EN UN LUGAR ES BELLO
mite desempeña evidentemente un papel esencial. Lí­ CUANDO EL ALMA ESTÁ EN OTRA PARTE»
mite entre la ciudad y el campo, presencia del campo
en la ciudad. Y más allá, presencia de otro lugar en el
lugar y en el momento presentes. ¿Qué terror secreto conduce así al personaje pave­
Los textos de Pavese están llenos de percepciones siano a este confinamiento o a este incesante regreso
de este tipo, de las que ya he dado varios ejemplos. Pue­ a un lugar de la infancia cuya magia ingenua se ha des­
vanecido, y del que no queda más que una ilusión des­ curo en trance de realizarse, esperado y temido al mis­
encantada? Aquí también, respuesta dividida, que osci­ mo tiempo: certeza del inevitable retorno, que hace
la entre varios estados. Miedo a una oscura maldición, que en cierta manera no pase el tiempo. Al narrador
a un fracaso anunciado: miedo a que sea lo que debe de La luna y las fogatas le gusta Canelli porque «era
ser. Permanecer lo más cerca posible de la infancia y el último país en que se sucedían las estaciones y no
de sus lugares, sería en cierto modo mantener la mirada los años». De forma que nada cambie realmente. El
en el germen del «horror adulto»; e indagar en «este ciclo de las estaciones es consustancial al ser, a lo que
vivero de descubrimientos retrospectivos», una manera en su interior desea más profundamente el retorno de
de exorcizarlos. Horror de volver a empezar, de la repe­ lo mismo. Sin embargo este ciclo inmutable es tam­
tición, mientras que «la única alegría en el mundo es bién, paradójicamente, percibido como algo efímero y
empezar». Pero necesidad de permanecer lo más cerca estéril, y sólo de forma intermitente es capaz de dar
posible de las raíces de este mal —«lo que ha sido al narrador la sensación de cuál habría sido su destino
será». si se hubiera quedado en el país —esta impotencia es­
tando, claro está, a la medida de la pérdida de energía
De ahí las diferentes actitudes que ponen de mani­
temporal, de la fijeza, que caracterizan a este ciclo.
fiesto toda la gama de lo posible, en una espiral inago­
table. Unas veces, será la aceptación serena, casi mara­ En este caso, el deseo de permanencia consigue satis­
facerse mejor con la idea de la tierra, que hace posible
villada, del orden de las cosas, como un secreto que
la esperanza «de que vuestra carne valga algo más y
nadie má comparte: «Hoy veías la gran colina con los
dure más que una vulgar sucesión de estaciones» (LF,
pozos, el penacho de árboles, el color oscuro y el celes­ 81).
te, las casas, y decías: “Es como es. Como debe ser.
Te basta con esto. Es un terreno perenne. ¿Se puede Esta duración parece por tanto sentirse en el as­
buscar otro? Pasas por encima de estas cosas y las cir­ pecto más mortífero de la relación con el propio país:
cundas y las vives, como el aire, como una orla de el lugar donde uno va al encuentro de la propia vejez
nubes. Nadie sabe que todo está aquí” (OV, 311). y de la propia muerte —de sus «restos». Existen sin em­
Pero más frecuentemente, esta sabiduría es motivo bargo otros lugares o elementos en los que esta expe­
de angustia, con la cual habrá que obrar con astucia riencia temporal puede también producirse, con más li­
y transigir. Y vemos aquí cómo la exigencia del escri­ gereza y fluidez, sin la pesadez de la tierra natal.
tor viene en cierto modo a socorrer al hombre, y vice­ Ciertamente está la cárcel, que no es la «cárcel feliz»
versa. Al día siguiente (10 de marzo de 1947), Pavese de Stendhal (a quien Pavese admiraba mucho), sino una
escribe: «Felicidad del arte: darse cuenta de que una tentación oscura, un lugar que parece atraer irresisti­
manera de vivir propia puede ser la ley de una manera blemente a desechos humanos errantes como Talino
de expresarse». Porque la literatura es una manera de («De tu tierra») o Masino (Ciau Masino). Sin embargo
convertir el fondo de un problema en contenido (en para Stefano («La cárcel»), en la soledad del exilio cala-
todos los sentidos del término, es decir también en brés, la salvación pasa por una elección voluntaria del
«sentimiento contenido»), que respondería entonces a aislamiento. Convertirse a sí mismo en una cárcel, por­
un puro trabajo de la forma. De este modo, la angustia que «ya nada debía depender del exterior; había que
que le es inherente sería transformada en problema conseguir que ni las cosas ni las gentes tuvieran el más
técnico, y la literatura no se limitaría a expresar una mínimo poder» (Coq, 150). «Prevenir todo sufrimiento
realidad, sino que construiría otra nueva. Habrá que aceptándolo y devorándolo en el aislamiento», «consi­
volver con más detalle sobre esta cuestión esencial de derarse como siempre en la cárcel» (id.): ésta también
la construcción de la realidad a través de las imágenes. podría ser una regla de vida, una manera de defenderse.
Pero la literatura es, como el sueño o como la distan­ Pero cargada de riesgos, porque «tabiques invisibles» se
cia, una manera de convencerse de que algo vuelve elevan entonces alrededor de uno mismo, «paredes invi­
a empezar, que va «a volver a empezar el extraordina­ sibles [entran] ya en la sustancia de su cuerpo» (Coq,
rio descubrimiento, la apertura a las cosas». Es preci­ 129).
samente por eso por lo que la distancia es tan precia­
da: por la posibilidad que ofrece de comprender las Confino: el aislamiento, el confinamiento que Pa­
cosas con un distanciamiento tranquilizador, cierta­ vese experimentó en Brancaleone durante un año, des­
mente, pero también de dejar libre la imaginación para pués de haber conocido brevemente la cárcel en Turín,
detenerse en cualquier plano. «Lo que conmueve en es una experiencia espacial y temporal extraña. Distan­
el espectáculo de la distancia —por ejemplo una llanu­ ciamiento de los lugares familiares, desierto afectivo y
ra ondulada vista desde una colina más alta— es la temporal, espera que contamina el lugar mismo al di­
conciencia de que esas zonas de color neutro, esas nu- solverlo como disuelve el tiempo. «Cuántas veces, sobre
becillas, esas extensiones humosas y jaspeadas —ese todo en los primeros tiempos, Stefano se había llenado
color azul en lontananza— son otras tantas cosas, ob­ los ojos y el corazón de una escena, de un gesto, de un
jetos, campos delimitados y nítidamente formados. Es paisaje, diciéndose: “Eso es, será mi recuerdo más vivo
rica la lontananza que está hecha de cosas reales y del pasado; pensaré en él hasta el úlimo día como en
perfectas» (OV, 303). el símbolo de esta existencia; en ese momento, disfruta­
ré de él”. Eso es lo que se hacía en la cárcel, eligiendo
Y el placer que sienten tantas personas al ver des­ un día entre otros, un instante entre otros, y diciéndose
de lejos los lugares donde van a ir o de donde vienen a sí mismo: “Tengo que dejarme llevar, sentir a fondo
participa de esto —a la vez astucia voyeurista elemen­ ese momento, dejarlo deslizarse inmóvil en mi silencio,
tal y escenografía culta de la imaginación. Un placer porque será la cárcel de toda mi vida y lo volveré a en­
como éste requiere una gran dominio del escenario, contrar cuando sea liberado, dentro de mí. Sin embargo
una certeza geográfica y atmosférica. A esta necesidad estos momentos se desvanecían, nada más elegirlos”
responden la familiaridad y la exigüidad del paisaje («La cárcel», Coq, 195). Y Stefano llega a envidiar al
pavesiano, «entre río y colina», decorado único pero condenado a cadena perpetua, al que atribuye una sa­
siempre renovado por una intensa conciencia de las biduría diferente (la pertenencia a «otra raza»), y para
estaciones. Porque la estación es como ese destino os­ quien la cárcel sería «la condición misma de su existen­
cia» como lo era la estación para el narrador de La luna no disuelto en conocimiento racional (que lo destrui­
y las fogatas. Sin embargo, a esta vida le falta la posibi­ ría)» (id., 364-365). Es esta «cadencia de vida» la que
lidad (es su definición misma) de hacer variar la mirada Pavese descubre a destiempo en E l camarada, en La
y la distancia. Todo se confunde en una desolación va­ casa de las colinas, o en Entre mujeres solas. Y es el
cía, incluso el mar, «el mar pálido parecía inflarse en intento de inventar tales ritmos lo que permite com­
el vacío». prender mejor los Diálogos con Leucó, y también se­
guir su rastro prácticamente hasta el principio de la
obra de Pavese.
«UNA CONSTANTE DE TENSIÓN HUMANA» Este rastro es el de lo «salvaje», con la compleja
relación con el paisaje y con el lugar que éste instaura.
Nada de «cárcel feliz», por tanto, porque la incer­ Y el primer ritmo es el de una división (una oscilación)
tidumbre reina en ella como en el mayor estado de li­ entre voluntad e intuición:
bertad. «La cárcel», dirá Pablo en El camarada, «no es «La intuición crea mito-religión
estar encerrado, es la incertidumbre». Ahora bien, la la voluntad crea historia-poesía o teoría.
incertidumbre es el patrimonio común de los seres vi­ Errores:
vos, que pasan el tiempo luchando contra ella o negan­ con la intuición, querer crear historia
do su existencia, aferrándose a lo que toman por frag­ con la voluntad, querer crear mito.
mentos de eternidad, de verdades. Pavese, que conoce La voluntad se ejercita con los mitos y los transforma
en historia. Destinos que se vuelven libertad» (id.,
esta tendencia tanto en él como en los demás, concibe 366).
el trabajo del escritor como un abandono de la inmovi­
lidad y de la repetición. Esto se conseguiría en particu­ Entre estos dos extremos, Pavese zigzaguea sin ce­
lar a través de un trabajo de historización, que es una sar, resguardándose detrás de unos narradores que no
de las grandes preocupaciones de Pavese. Mito / natura­ toman partido alguno (son, dirá él, «contempladores
leza / cultura / historia: cuestiones debatidas incesante­ que observan cómo suceden cosas más grandes que
mente en el Diario, y que llevan a Pavese a buscar nue­ ellos»), Pero una vacilación como ésta no es indecisión,
vas formas. va acompañada de una trama cargada de reflexiones,
Esta reflexión es esencial y tiene mucho que ver de lecturas, de hipótesis, de recapitulaciones, como de­
con la cuestión del lugar, ya que trata sobre la relación muestra el Diario. (Este Diario no es evidentemente un
entre el paisaje, la naturaleza, lo no humano y la histo­ simple contrapunto intelectual, al margen de la obra.
ria en movimiento de los individuos. En una nota de Es parte integrante de ésta, es uno de sus momentos
una extraordinaria lucidez, Pavese, unos meses antes de con el mismo derecho que la poesía o la ficción, y qui­
su muerte, formuló lo esencial de esta reflexión: «La pa­ zás aquél en que las tensiones aparecen en su forma
sión inmoderada por la magia natural, por lo salvaje, más viva.)
por la verdad demónica de plantas, aguas, rocas y pue­ Por tanto lo salvaje participa de una concepción
blos, es un signo de timidez, de fuga ante los deberes mágica del mundo. Pregunta: ¿para qué sirve esta be­
y las obligaciones del mundo humano. Quedando sen­ lleza? Y más concretamente: «¿Qué importa ese senti­
tada la exigencia mítica de sentir la realidad de las co­ miento disolvente de lo salvaje, esta belleza sobria y
sas, es preciso el valor de mirar con los mismos ojos a ruda, esta conmoción, si influye sobre nosotros sólo
los hombres, a sus pasiones. Pero es difícil, es incómodo como belleza, como impresión? ¿No es todo esto un
—los hombres no tienen la fijeza de la naturaleza, su refinamiento civilizado?» (OV, 357). En otras palabras,
amplia interpretabilidad, su silencio. Los hombres te sa­ ¿cómo «historizar» esta noción, hacer que la belleza
len al encuentro imponiéndose, agitándose, expresándo­ del lugar no sea ya solo no humana? Problema aparen­
se. Tú has tratado de varias maneras de fijarlos temente sin solución, porque lo salvaje es precisamen­
—aislándolos en sus momentos más naturales, sumer­ te «lo que las cosas eran, en cuanto no humanas»
giéndolos en la naturaleza, reduciéndolos a destino. Y, (id. 317). Lo salvaje, o lo que no tiene realidad, o lo
con todo, tus hombres hablan, hablan —el espíritu se que sólo tiene realidad ficticia, ficcional. En el fondo
debate en ellos, aflora. Ésta es tu tensión. Pero tú sufres esto significa «misterio, posibilidad abierta». El lugar
este espíritu, no querrías encontrarlo jamás. Aspiras a salvaje no tiene realidad, es como un agujero en el
la inmovilidad natural, al silencio, a la muerte. A hacer continuum de la realidad humana que da paso a la
de ellos unos mitos polivalentes, eternos, intocables, historia. Porque la histoira inmediata, factual, no ofre­
que derramen sin embargo un encanto sobre la realidad ce ninguna posibilidad interesante («No te gustan las
histórica y le den un sentido, un valor» (OV, 364, 9 de historias de partisanos o de terroristas, son demasiado
enero de 1950). explícitas»), Historizar, implica el desvío hacia la etno­
De esta tensión, que Pavese le envidia a Stendhal logía, el mito. Pasar de la ciudad-campo de los inicios
o incluso a Hemingway, encuentra retrospectivamente al titanismo olímpico de los Diálogos. Porque sin his­
huellas en El camarada (1946), novela que se sumerge toria, sólo habría contemplación y consumo: ante la
en el corazón de la realidad histórica y política, y que colina, deseo de «poseerla, de hacerla una cosa propia,
le parece un buen ejemplo de la superación del «mito» de beberme su secreto, de encarnarla en mí» (OV,
(de su inmovilismo). Pero hay que dejar claro que éste 331). Pero una vez poseída y asimilada, ¿qué queda
sobrevive bajo diversas formas: bajo la forma «históri­ de la colina?
ca» del destino, de la fatalidad, y bajo la forma arcaica Pavese medita las enseñanzas de la cultura china,
de la superstición. Pero el destino mismo sólo es históri­ caracterizada según él por una correspondencia entre
co en la elaboración racional y voluntarista que se hace el poder y la identificación con el territorio, que ha de­
de él. En lo más profundo, es mítico: «Es lo que sucede sembocado en el arte de los paisajes que conocemos.
y todavía no se sabe que ha sucedido. Lo que parece ¿Cómo conservar algo de esta «magia de la naturale­
libertad y, en cambio, se revela después paradigmático, za», sin renunciar por ello al tema humano, y sin caer
férreo, prefijado». «Es fatal», añade Pavese, «una vida en una identificación romántica con la naturaleza? Y
que tenga una cadencia mítica, un ritmo prefijable pero sin embargo esta identificación tiene raíces muy pro­
fundas, que van bastante más allá de las actitudes o interese para nada la cultura americana significa que
las predilecciones particulares. ¿Qué hacer, por ejem­ he agotdo este punto de vista piamontés? Creo que
plo, con la firme convicción de que un paisaje determi­ sí; por lo menos, el punto de vista que he tenido hasta
nado engendra una forma de arte característica? ahora» (OV, 18).
¿Cómo reconciliar la idea de que el arte griego o italia­ Pavese comparte de hecho la oscilación típicamen­
no nace de paisajes muy particulares, con la pérdida te americana entre la atención más minuciosa hacia lo
de todo arraigo que es lo característico de las socieda­ local, en concreto, y la huida fuera del territorio de ori­
des modernas? «Pensado sobre todo en la relación en­ gen, fuera incluso de cualquier territorio. El problema,
tre país y cultura, en las raíces campesinas (botánicas entonces, no es volver o no al dialecto, sino apropiarse
y minerales) del arte. En Florencia (Rovezzano) y en de una parte de este ritmo fundamental.
Val Pesa, Elsa, etc. —Siena—, sentido cómo de aquella
tierra ha nacido un arte. Campo que se vuelve gracia
florentina y sienesa. Pero cuando una civilización no «EXPERIENCIAS ANGULARES QUE PRESTAN
es ya rural, ¿cuáles serán las relaciones radicales de RITMO»
su cultura? ¿Estamos ya fuera del influjo botánico, mi­
neral, estacional del país sobre el arte? Parecería» (id.,
368). Pavese habría conocido realmente la transición Porque lo esencial no es la descripción, la historia,
(uno de los momentos de transición) de una concep­ el personaje, sino el ritmo puro. El gran escritor es
ción a otra —transición histórica, pero también (y so­ «quien posee bloques de realidad, experiencias angula­
bre todo) interior. Porque su creencia en la estrecha res que prestan ritmo y cadencia a su discurso. Heming­
relación entre arte y país se manifestó durante mucho way tiene la muerte violenta, Levi el destierro, Conrad
tiempo en su interés por lo dialectal. El piedmontese la perplejidad de los Mares del Sur, Joyce el estereosco­
revival del que habla con humor aquí o allá es, al me­ pio de las palabras-sensaciones, Proust la inaprehensibi-
nos en los años treinta, algo serio para él. No tanto lidad de los instantes, Kafka la cifra del absurdo, Mann
porque sea totalmente partidario de esta idea, sino por­ la repetición mítica de los hechos, etc.» (OV, 313).
que percibe su fuerza en su interior, casi en contra
Estos «bloques de realidad», presentados de esta
de su voluntad. En 1935 escribe: «hay en mi trabajo manera, se asemejan más a una «cifra», a un tema cen­
poético un punto muerto, gratuito, un sobreentendido
tral, que a un ritmo verdadero. La formulación que Pa­
material, sin el cual no consigo hacer nada» (OV, 17) vese daba de ellos en 1938 parece más cercana a la idea
—algo que vive oscuramente en la «conciencia pre­ que tenemos del ritmo individual de un escritor: «Por­
poética», y que tiene que ver con sus vínculos origina­ que el genio no es descubrir un tema exterior y tratarlo
les, con su medio. Pavese es consciente de la ambigüe­ bien, sino llegar finalmente a poseer la propia experien­
dad de este «biologismo dialectal». Como todos los cia, el propio cuerpo, los propios recuerdos, el propio
biologismos, tiene para él la fuerza de lo instintivo, ritmo —y expresar, expresar este ritmo, sin la limita­
de algo indiscutible. Al mismo tiempo, da lugar a todo ción de los argumentos, de la materia, en la perenne fe­
tipo de actitudes regresivas y de subproductos intelec­ cundidad de un pensamiento que por definición no tie­
tuales. Ya que, con su fuerza de inercia, se opone a ne fondo» (OV, 139).
la creación: «El dialecto es infrahistoria. Hay, por el
contario, que correr el riesgo y escribir en italiano, Existiría por tanto un «pensamiento» del poema
es decir, entrar en la historia, elaborar y escoger un o del relato, que sería ritmo —que construiría y «repen­
gusto, un estilo, una retórica, un peligro. En el dialecto saría» su materia aparente (paisaje, cuerpo, tiempo,
no se escoge —se es inmediato, se habla por instinto. acontecimiento). Hemos visto cómo se manifestaba en
En italiano se crea» (OV, 345). el tratamiento de la distancia, y cómo impedía, de cier­
ta manera, la práctica de la descripción en sí misma.
Al mismo tiempo el dialecto es para Pavese ante Es en realidad todo lo que procede del naturalismo o
todo una práctica literaria, y por tanto una manera del verismo lo que está aquejado de imposibilidad, dirá
de entrar justamente en la historia. Ve en esta práctica Pavese. En lugar de ello, una trama repleta de ecos, de
una analogía con la de los escritores norteamericanos, referencias —«una sutilísima miríada de acontecimien­
un trabajo de transformación que consiste en una tos interiores». Una trama, es decir un punto de vista
apropiación del suelo y de los caracteres nacionales, ético sobre las cosas.
de una «materialidad de la palabra» y de la sensación
que se opone totalmente a «la prosa romántico- Así se explicaría quizás el papel particular del
dialectal» italiana. Es el caso de Hemingway, evidente­ cuerpo y de la sensación en la obra de Pavese, la
mente, pero también de todos los grandes escritores presencia-ausencia del cuerpo en medio de una profu­
sión de percepciones-sensaciones. El cuerpo no debe,
cuyo mensaje, descubierto por Pavese en 1938, es «el
sentido de una misteriosa realidad debajo de las pala­ no más que el paisaje, ser objeto de una simple des­
bras». Esta proximidad con los escritores americanos cripción. Porque en la descripción, en toda representa­
va y viene en la obra de Pavese, siguiendo los recodos ción, los objetos se vuelven fácilmente intercambia­
de su reflexión sobre su propio método. Pero lo impor­ bles: en efecto, ante un paisaje o un cuerpo de mujer
tante es que percibiera en un momento crucial un pa­ es «la misma actitud» la que puede prevalecer. Es el
ralelismo entre sus preocupaciones y la ambivalencia error de Guido, el pintor de El hermoso verano, que
del territorio en la literatura americana. «No es litera­ «hablaba de la colina que quería hacer, y que tenía
tura dialectal la mía —tanto he luchado con el instinto en la cabeza tratarla como una mujer tumbada con
y con la razón contra el dialectalismo—; no quiere ser las tetas al sol, y darle el fluido y el sabor que las
bocetista; trata de nutrirse de todo el mejor jugo nacio­ mujeres saben. Rodrigues dijo: —-Ya hecho. Cambia.
nal y tradicional; procura tener los ojos abiertos sobre Ya hecho» (HV, 306).
todo el mundo y ha sido particularmente sensible a No se puede esperar gran cosa, efectivamente, de
las tentativas y a los resultados norteamericanos, don­ este tipo de simbolismo elemental, y hay que aspirar
de me pareció descubrir una vez un análogo trabajo más bien a hacer algo así como una presentación, como
de formación. ¿O quizás el hecho de que ya no me veremos más adelante. En definitiva, en los textos de
Pavese el cuerpo, descrito o presentado, aparece a me­ DE LA «CONTEMPLACIÓN ENTRESOÑADA»
nudo simultáneamente elidido. No está totalmente A LA «CONTEMPLACIÓN INQUIETA»
ausente: las voces, los gestos, los ojos, son observados DE LAS COSAS
con precisión, pero siempre de la manera más sobria,
sin fascinación sensual, sin efectos descriptivos. Los
personajes miran su propio cuerpo, o el de los demás, Resulta difícil intentar reconstruir esta lógica. Por­
como en El hermoso verano, con una mezcla de miedo que a pesar de numerosos comentarios del propio Pave­
y de vergüenza. E incluso los paganos higienistas de El se sobre este aspecto, la red de contradicciones, descu­
diablo en las colinas se limitan a hacer algunas grandes brimientos y regresos es extremadamente apretada (por
abstracciones: «Las veces en que me daba una buena no hablar de todo lo que escapa al comentario crítico
sudada remando, durante el resto del día me sentía re­ ordinario, y exigiría un análisis mucho más detallado
frescado, vigorizado por el choque del río. Era como si del estilo de Pavese). Lo que parece evidente es que, des­
el sol y el peso vivo de la corriente me hubieran llenado pués del exilio calabrés, en noviembre de 1935, Pavese,
de una virtud que les era propia, una fuerza ciega, ale­ meditando sobre los poemas que están a punto de ser
gre y solapada, como la de un tronco o un animal de publicados, tiene el sentimiento de descubrir (de «in­
los bosques» (BE, 119). ventar») una «nueva vena». Consistiría en pasar de lo
que era «espiritualización de escena enteramente des­
De la misma manera, los baños de sol cerca de criptiva», a la creación de un misterio natural en torno
la charca, los paseos por el monte bajo, sirven tam­ a una angustia humana. El cambio es radical, y la gran
bién ante todo como pretexto a una comunión con pregunta que le preocupa en aquellos años tiene bas­
los lugares mismos, a una absorción, «como un insec­ tante que ver con la lógica de la imagen: ¿qué parte
to o un pájaro cuyas patas se hubieran quedado pega­ debe desprenderse del «desarrollo objetivo» de la tra­
das a estos perfumes y a este sol» (id, 170). El cuerpo ma? Y qué parte de la «calculada ley fantástica de la
tiene «también un pensamiento», «un despertar, un imagen»? ¿Son las imágenes poéticas en cierto modo
descanso, una languidez, una duración cotidiana». Y «pre-poéticas» (contenidas en estado larval en las cosas
son estos «pensamientos», estos ritmos, los que Pavese o en quien las contempla)? ¿O se desprenden de un pro­
pretende captar con la mayor economía, siendo cons­ ceso abstracto (de la composición, de un sentido, de un
ciente de que la mayor parte de ellos escapan a nues­ afecto)?
tra percepción —como también se le escapan la mayor
parte de los pensamientos del espíritu. Lo que la litera­ Pavese sueña a veces con una literatura sin imáge­
tura capta son los instantes de paso, de afloramiento, nes —«una descripción hecha con términos propios,
de desaparición, y los ecos y recuerdos que se entrete­ sin descubrimientos de relaciones imaginarias y sin in­
jen entre ellos. No una materia, por tanto, sino una trusiones lógicas». Una literatura en la que el senti­
trama —la trama de las huellas que dejan los pensa­ miento sería reducido a puros pedazos miméticos (en
mientos en las cosas (Pavese plantea la hipótesis en los que «describir correctamente sería sentimiento»).
un fragmento del Diario de que «ningún pensamiento, Observemos toda la fuerza represora expresada aquí, en
por muy fugitivo, por muy inconfesado que sea, pasa este sueño de una «descripción positiva». Las imágenes
por el mundo sin dejar huella»). Aunque por ello no no serían entonces «juego expresivo», sino simple des­
convierte las sensaciones en materia de una reconsti­ cripción exacta. Porque en su forma «literaria», son
tución, en «material de investigación», como le repro­ sospechosas de reducir a cenizas «el aspecto encantado
cha de hecho a Proust («el triturador de los esquemas del mundo», todo ese material prepoético entre el cual
de la experiencia en una miríada de instantes senso­ debe incluirse el propio poeta, «imagen personificada»
riales»). de su lugar de origen.
Los «instantes sensoriales» de Pavese no sirven Pavese sintió muy pronto el peligro de esta rela­
como metonimia de una experiencia total, son partícu­ ción entre él y su país natal, a pesar de ser un elemento
las de ésta, a veces simples átomos, a veces piedras an­ fundador de su poesía («Cual es mi país, tal yo»). Esta
gulares. Se trataría, siguiendo a Pierce, de la cualidad primera imagen, irrefutable, va a haber sin embargo
indiciaria de estos elementos, ruidos, olores, etc., que que elaborarla, negarla, mantenerla a distancia para
son la sustancia misma de la experiencia. No tanto el evitar que su ser no sea pura y simplemente calcinado
vulgar simbolismo del narrador de De tu tierra, recor­ al poner en relación directa estos dos términos. A la tra­
dado a menudo, sino más bien la sensación de «estar ma infinitamente rica de las sensaciones ligadas al país
en un olor», en el cual se incluyen «innumerables ven­ natal (geográficas y temporales), Pavese va a ponerle
dimias, siegas del heno y deshojaduras del maíz, innu­ una cadena. Será la del relato, que permite objetivar y
merables sabores e innumerables deseos que ya no sa­ «dramatizar» la corriente de relaciones entre país y
bía que estaban dentro de mí» (LF, 99). O también esta poeta, y evitar que se consuma alguno de los dos. Es
destacable observación en «La cárcel»: «Con el agua, la idea de las «imágenes-relato», adelantada también en
bajaba un sabor de tierra, áspero en los dientes, que esta nota fundamental del 11 de octubre de 1935. Des­
Stefano apreciaba más que el agua, parecía como el sa­ pués de esos cuatro años de poesía, el escritor siente
bor del mismo vaso. Tenía algo de cabruno, de salvaje, la necesidad de una renovación, de «un nuevo punto
y al mismo tiempo algo muy dulce, que recordaba el de partida». No es una cuestión de argumento, de ma­
olor de los geranios» (Coq, 115-116). teria (que está ahí desde el principio, como ya hemos
visto). Se trataría más bien de «transformar corporal­
En La luna y las fogatas, el olor de la carne que mente la materia y los medios para encontrarse frente
se quema en el incendio de la granja de Mora, anuncia a problemas nuevos» (OV, 18). Esta transformación,
la incineración del cuerpo de Santa, y significa el final sólo será capaz de realizarla la prosa, porque sólo ella
de una época, de un sueño, de un deseo. Para compren­ permite fundir el trabajo de la imagen y el de la refle­
der cómo estas redes cargadas de significados se cons­ xión, experimentar nuevas formas escapando del
truyen a partir de percepciones del espacio o del cuer­ savoirfaire poético. La novela corta, por su concentra­
po, es necesario fijarse en la lógica compleja de la ción, permite una presentación que no sea de orden
imagen en la obra de Pavese. dramático. Efectivamente lo que la caracteriza es la in­
vención de un tono, «que presenta el fluir de los hechos mejanza que hace surgir un pensamiento nuevo. Dese­
como algo que sucede pensadamente, a una razonable mejanza para con la realidad empírica, desemenjanza
distancia, ¡y está lleno de sobreentendidos sugeridos entre tiempo empírico y «tiempo absoluto». Si la poesía
precisamente por la distancia!» (OV, 116). Se trata por le parece entonces «falsa» a Pavese, es porque sustituye
tanto de «repensar acontecimientos más o menos ilumi­ el tiempo empírico por el tiempo absoluto. Al mismo
nados, no dejarlos suceder bajo una misma inexistente tiempo, como ya hemos visto, crear una obra es «trans­
luz difusa», de «tratar el tiempo como materia, no formar en absolutos su tiempo y su espacio». La con­
como límite» (id.). tradicción está a la medida de la insatisfacción y de la
inquietud de Pavese: inquietud, por ejemplo, de que la
Pavese se aleja por tanto de algunos de sus maes­ novela corta se contente con el instante, con el frag­
tros norteamericanos (Sherwood Anderson, Heming- mento, sin la exigencia de construcción del poema. El
way) y de su técnica de tipo dramático. Y los relatos escritor busca por tanto una forma que incluya una
de estos años (de 1936 a 1940, en líneas generales desde gran diversidad de estados y de momentos («empíri­
N o ch e de fie sta y otros relatos hasta los grandes textos cos»), pero que permita también «la pertenencia de to­
de 1940, E l herm osos verano y La p laya ) muestran cla­ dos sus momentos a un mismo período absoluto o,
ramente esta intención de ir más allá del tiempo y del como si dijéramos, metafísico» (OV, 171). Ésta es una
espacio empíricos. Pasar del plano empírico al plano exigencia extrema, porque se opone a nuestra experien­
poético es «transformar en absolutos su tiempo y su es­ cia empírica del mundo. Sólo nos resulta familiar en cir­
pacio». Aunque en muchas ocasiones en el título de las cunstancias excepcionales —aquellas que nos exigen
novelas cortas de este periodo aparecen indicaciones de «actos morales».
lugar, o actividades ligadas a lugares concretos: «Cam­
po de trigo», «La villa de la colina», «En el café de la La exigencia ética volverá a aparecer por tanto con
estación», «El verano», «El mar», «La viña», etc. Pero toda naturalidad en el núcleo de esta investigación,
de lo que tratan, no es de estos lugares o de estas activi­ bajo formas que todavía están por inventar: «Es fácil
dades en sí mismos, ni siquiera quizá de unos persona­ crear una obra de arte “instantánea” (el “fragmento”),
jes que no tienen tiempo de adquirir una entidad. Tra­ como también es relativamente fácil vivir un instante
tan más bien de situaciones, de estados que varían ante de moralidad, pero crear una obra que supere al instan­
nuestros ojos. Poca cosa, en apariencia, pero que llega te es difícil, como también es difícil vivir por más de
hasta lo más hondo de nuestro ser. Pavese se aproxima un instante el reino de los cielos» (id.). Desde el punto
aquí a los admirables relatos de juventud de D.H. Law- de vista literario, el instrumento de esta exploración
rence, aunque los de este último estén mucho más cons­ «más allá del fragmento», será otra forma de imagen.
truidos en torno a estados de conciencia de un persona­ No ya la imagen-relato, sino una imagen «metafísica»,
je. Aquí, dirá Pavese, los verdaderos personajes son que tiende a la integración de todos los elementos en
«símbolos fantásticos a los que les sucede algo»: «Po­ «un mismo período absoluto».
dría ser que las situaciones estilísticas fuesen tus
imágenes-relato, es decir, una presentación de imágenes
que no son la descripción material de la realidad, sino «LA FORMACIÓN DE LAS IMÁGENES
“símbolos fantásticos a los que les sucede algo”» (OV, TRANSCENDENTALES»
164). Esta observación un poco ambigua refleja con
bastante exactitud la riqueza de la práctica de Pavese
en esta época —práctica que afortunadamente resulta Este «período absoluto» es evidentemente una fic­
imposible equiparar con las formulaciones teóricas que ción teórica, comparte esa necesidad de unidad abs­
aparecen en el Diario. Relatos como «Los mendigos» tracta que reaparece periódicamente en la obra de Pa­
(1940) o «Trabajar es un placer» (1946) tienen el aspecto vese, como contrapunto a la observación detallada de
de pequeños fragmentos —es decir de formas abiertas, lo concreto, del fragmento. Pero como tal, constituye
en las cuales las situaciones sufren una transformación claramente una especie de lugar ideal de su obra. Lu­
casi atmosférica y quedan sin resolver. En «Los mendi­ gar geométrico, si se quiere, en el que todo se confir­
gos», el miedo que tiene el adolescente a que unos men­ ma, se reconoce. Lugar de transformación de lo parti­
digos vengan a llamar a su puerta se transforma imper­ cular en absoluto, cuyo instrumento privilegiado es el
ceptiblemente en el miedo a afrontar el deseo sexual símbolo. Éste, a través del cual escapamos al carácter
que siente despertarse en él. En «Trabajar es un pla­ particular de los lugares y las circunstancias, tiene una
cer», el sentimiento de fiesta que tiene el niño en la naturaleza esencialmente temporal, porque al igual
época de la cosecha contrasta con la ironía de la reali­ que el mito, es portador de una jerarquización. Orde­
dad del trabajo en esta misma época del año. En cada na y carga de significados, y es esta jerarquización,
ocasión (y numerosos ejemplos más darían prueba de hasta en la fijeza misma que implica, la que lo pone
ello), es un estado de la percepción (que es también en a disposición de la diversidad de los significados. Libe­
efecto una «situación estilística», con un color y un rado del peso de la realidad, el símbolo tiene una va­
tono muy particulares) lo que se ve alterado. Novelas lencia infinita, es apertura, llamada: «Vivimos en el
cortas y relatos tienen efectivamente este poder de «re­ mundo de las cosas, de los hechos, de los gestos, que
pensar» unos acontecimientos, de producir un acto de es el mundo del tiempo. Nuestro esfuerzo incesante
pensamiento que transforma nuestra conciencia del e inconsciente es un tender hacia fuera del tiempo,
mundo. Por lo menos los «verdaderos relatos» (Pavese al instante extático que realiza nuestra libertad. Suce­
da como ejemplo «Primer amor» y «Campo de trigo»), de que las cosas, los hechos, los gestos —el paso del
por oposición a aquellos («Los amigos») que se limitan tiempo— nos prometen momentos de éstos, los revis­
a exponer «con cierta implacabilidad acontecimientos ten, los encarnan. Y se convierten en símbolos de
sensoriales y psicológicos, todos ellos en el mismo pla­ nuestra libertad. Cada uno de nosotros tiene una ri­
no de conciencia» (OV, 116). queza de cosas, hechos y gestos que son los símbolos
de su felicidad, los cuales no valen por sí mismos, por
El «verdadero relato» escapa por tanto a la lógica su naturalidad, pero nos invitan, nos llaman, son sím­
dramática y descriptiva. Debe incluir un poder de dese­ bolos» (OV, 234).
Entre estos signos privilegiados, únicos, están los íntimo de nosotros mismos. Sin embargo esta relación
lugares de la infancia, sobre los que vamos a volver tiene, la mayoría de las veces, un carácter fortuito
a hablar ahora, bajo un punto de vista ligeramente —cuando no ha sido pura y simplemente tomada pres­
diferente. Tienen para Pavese el valor de mito funda­ tada a los demás.
dor, es en ellos donde nacieron los «moldes imaginati­ «Admirar, es decir, gozar como forma, significa
vos», pero Pavese nos invita a entender esto de forma precisamente ver como signo. He aquí por qué el princi­
absoluta, más allá de una trivial consideración genéti­ pio de una admiración está siempre dirigido a un signo,
ca. Las cosas que sucedieron en estos lugares y que que no puede evidentemente ser todavía de nuestra
los convierten en «imágenes transcendentales» tienen creación» (OV, 249). «He aquí por qué», añade Pavese,
poco que ver con el recuerdo o la actividad poética. «nuestros paisajes son limitados. Es difícil añadirlos a
«Los sedimentos sucesivos del recuerdo» enriquecerán los que unos signos fortuitos nos revelaron en la infan­
sin duda estas imágenes, y la imaginación poética las cia, cuando se formaron nuestros moldes imaginativos»
elaborará, las cargará de significados adicionales. Pero (id.).
lo esencial está en otra parte, en esa realidad primera
y mítica. Es sin duda por eso por lo que los Diálogos Los lugares son por tanto escasos, por su naturale­
tenían tanta importancia para Pavese. En efecto, veía za de signo y su modo de aparición. Lejos de ser prueba
en ellos la fusión entre una creencia personal profun­ de una infitnita variedad natural, representan en Pave­
da y la historia fundadora de nuestra cultura, el patri­ se una cierta forma de la ausencia, de lo que está siem­
monio común. ¿En qué sentido se produce este acerca­ pre marcado por la ausencia, como vaciado por ella.
miento? Imposible responder sin duda, porque, como ¿Cómo conciliar esto con el hecho de que tengan al
ya hemos visto, el origen no tiene lugar. La experien­ mismo tiempo una apariencia tan rica, y de que estén
cia privada está ya contaminada por el mito, el mito tan presentes en su literatura? En primer lugar hay que
es siempre tragedia individual. Lo que Pavese hace de­ señalar que en realidad no tienen que ver con la des­
cir a Edipo sobre «el temor, el horror perenne de reali­ cripción, sino más bien con la presentación. Y que esta
zar lo sabido» (DL, 75) podría proceder del Diario. misma presentación se ve restringida por las exigencias
Pero también las palabras de Calipso a Odiseo: «Quien del relato en primera persona (o del relato con una fuer­
no se para ahora, de inmediato, nunca se parará. Lo te focalización en torno a un personaje concreto). Pave­
que haces, lo harás siempre. Debes romper una vez se resumió claramente este problema: «Que al narrar
el destino, debes salirte de tu ruta y dejarte hundir no se deban describir los bonitos paisajes resulta del 4
en el tiempo» (DL, 118). de octubre, donde se dice que los paisajes disfrutados
son vistos como signos. El personaje habitual (que no
Poner fin al «vagabundeo inquieto», dejar el cami­ es un constructor de signos) no podrá, en consecuencia,
no, elegir el tiempo (en su dimensión de eternidad), es disfrutar de ellos hasta que, al menos, los cuente filtran­
una de las respuestas posibles de quien camina (Odiseo, do el ambiente a través del personaje, que es la única
Edipo). Los diálogos siguen entre las diferentes respues­ manera no cursi de contar. Siemrpre, sin embargo, que
tas una dialéctica sin final, porque más que los relatos no se trate de signos de su infancia, de su mito, de esa
(aunque a menudo no sean resolutivos), son la forma vida interior, en fin, que también él puede y debe sentir
abierta por excelencia. Y confieren al mismo tiempo al (17 de septiembre del 42).
lugar un valor nuevo: no sólo el mítico, del lugar único,
sino también el del reecuentro. ¿Qué es en realidad un »Pero también aquí es preciso presentar sin descri­
reencuentro si no la conjunción, en el tiempo, de un bir...» (OV, 254, 12 de octubre de 1943).
individuo y de otro o de una cosa, en un lugar determi­ La luna y las fogatas es el ejemplo mismo de un
nado? El lugar concebido de esta forma es por tanto país visto como signo por un narrador, y alrededor del
acontecimiento, pero un acontecimiento transcenden­ cual se ha construido el mito de la infancia. Que este
tal: lo que, habiendo tenido lugar, no dejará sin embar­ país sea también el de Pavese crea una reverberación,
go de suceder. Entre repetición de lo mismo e invención una zona de opacidad, pero ningún tipo de confusión
continua. sin embargo. Porque allí donde la descripción hubiera
estado inevitablemente contaminada por una intención
expresiva, la presentación realizada en el relato mantie­
«VER COMO SIGNO» ne la distancia necesaria. ¿Qué es por tanto una presen­
tación? Creo que es (en este contexto concreto) una
preocupación ética y una técnica literaria al mismo
¿Cómo conciliar versiones tan diferentes unas de tiempo. Presentar es hablar de la preocupación de dejar
otras de la imagen del lugar? ¿Cómo recordar lo que, que las cosas ocurran, de «dejar hablar al mundo», sin
en cada una de ellas, apareció en un momento dado someterlo a un uso particular (expresivo, artístico). Es
como una necesidad irrefutable, aunque se haya some­ hacer presente, quedando discretamente detrás de lo
tido a transformaciones continuas? Entre la imagen que ocurre. Al igual que la trama (narrativa), la presen­
personificada del lugar de la infancia, la imagen-relato tación tiene un valor moral: es una forma de disciplina,
y la imagen transcendental, se puede apreciar cierta­ casi de ascesis. Al mismo tiempo, en los relatos, esta
mente un progreso, una búsqueda: hacia una mayor presentación se impone como límites los de la concien­
distancia, una mayor «abstracción», incluso una mayor cia del personaje-«filtro». Presentar sin describir, es de­
exactitud en la determinación del núcleo central de las cir sin hacer nada explícito, sin capturar el ser de la
experiencias originarias. Pero se podría decir también cosa en la red de un comentario, es por tanto cuestión
que esta investigación —todo lo que nos hace «ver de técnica, porque en literatura no es posible ningún
como signo», y no ya sólo como decorado o como su­ estado de presencia en estado salvaje. Lo que es, es así
perficie de proyección—, que esta investigación, pues, en el presente de la percepción y del pensamiento, y la
no es un resultado sino un estado original que vuelve presentación intenta expresar algo de esta inmediatez.
a plantear la distinción inicial entre dato concreto y Los relatos están llenos de momentos como éstos, que
construcción mental. Porque estos paisajes que hemos son los que les dan una intensidad tan particular. He
admirado en nuestra infancia tienen que ver con lo más aquí por ejemplo el momento en que el narrador de «La
casa de las colinas» se despierta en el lugar donde se la luz. Elay una tensión superior a lo normal, loca,
había refugiado: «De la puerta, no llegaba bastante luz debida a la cadencia esdrújula de las frases. Un arrojo
para que se pudiera ver el campo. En esta oscuridad, continuamente bloqueado. Un jadeo» (OV, 335). Y El
la voz del perro era la voz de toda la tierra» (Coq, 321). camarada es en efecto un relato que carece de cual­
El mundo visible, desaparecido, interrumpido momen­ quier descripción ordenada, y donde los espacios (Tu-
táneamente, se hace presente en la voz del perro, y la rín, Roma, el mar, la ciudad, la cárcel) aparecen en
formulación, en su concisión, adquiere una fuerte car­ instantáneas, captados con una gran intensidad, pero
ga emocional y simbólica. siempre dentro de una secuencia de acontecimientos
Un poco más lejos, volvemos a encontrar un espec­ interiores y exteriores. Un último ejemplo, que nos
táculo familiar, el de las colinas, pero sometido a una aproxima bastante a lo que quizá sea un «estilo» de
mirada particular, única en tanto que aísla y convierte Pavese: «Lubrani bajó en un café para buscar a Carlet-
en presente: «Al día siguiente, estudié de nuevo la mu­ to. Estaba lleno de sol, de gente, de humo. Le pregunté
ralla de colinas que me esperaba. Eran blancas y rese­ a Linda que tomaba un café: —¿Dónde está el puerto?
cas por el viento y la estación, nítidas bajo el cielo. De Ella me dijo: —Junto al agua. Luego salimos a almor­
nuevo, me pregunté si el terror había llegado hasta los zar y me di cuenta de que al fondo de una calle estaba
bosques, hasta allí arriba. Subí por el sendero, a com­ vacío; parecía el cielo visto detrás de la colina. Era
prar pan en el campo. Desde sus puertas, las gentes me aquello —un color ligero. “¿Tan bajo?”, pensé» (El ca­
miraban, desconfiadas y curiosas. A algunos les dirigía marada, 152).
un gesto de saludo. Desde la placita de arriba, se veían Con una gran concisión, lo que aparece aquí es
otras colinas, como bancos de nubes rosas. Me detuve toda la suma de imágenes en que mar y colinas son aso­
cerca de la iglesia, bajo el sol. En la luz y el silencio, ciados; y con ella el vacío y la ausencia, la decepción
tuve un fulgor de esperanza. Todo lo que sucedía me esencial que parece caracterizar todo encuentro y todo
pareció imposible. Un día, la vida se reanudaría, segura descubrimiento, antes que la rememoración haga que
e inmóvil como lo era en ese mismo instante. Lo había se aprecie su valor. La presentación de la imagen actúa
olvidado desde hacía demasiado tiempo. La sangre y el así: plenitud y ausencia, semejanza y desemejanza jun­
saqueo no podían durar eternamente. Permanecí allí tas. Y sin duda no es fortuito que aparezca este tipo
durante un buen rato, con la espalda apoyada en la igle­ de quiasmo a lo largo de toda su obra. El primer poema
sia» (Coq, 323). del primer libro de poemas publicado por Pavese, «Los
Si comparásemos este pasaje con algunos otros, de mares del sur», tiene el mismo argumento que su últi­
La luna y las fogatas o El diablo en las colinas por mo relato, La luna y las fogatas. En ambos casos, se
ejemplo, veríamos que la contemplación de la colina habla de un exiliado y de su regreso a los paisajes de
tiene cada vez un papel diferente. Se trata de un lugar su infancia. La tierra del exilio y el relato del exiliado
epifánico, en cierta manera, pero de una epifanía cuyo representan una distancia interior necesaria para que
sentido no es nunca definido de antemano y depende aparezcan con más intensidad las relaciones imagina­
completamente de la conciencia del momento presente. rias complejas que nos unen al lugar natal. □
Que esta conciencia sea la de la reminiscencia (como Traducción de Eva Calatrava
en La luna y las fogatas), o la del deseo confuso (como
en El diablo en las colinas o incluso la de una espera
(de la espera de un retorno a la inmovilidad, a la que ABREVIATURAS UTILIZADAS EN EL TEXTO
aspira el narrador de «La casa de las colinas») lo que
importa, es que no se interponga ningún valor, ningún OV: El oficio de vivir, Seix Barral, 1992, traduc­
simbolismo ajeno a la situación presente. ción de Ángel Crespo.
La presentación es por tanto lo que ocurre real­ LF: La lune et les feux, Gallimard, 1965, traduc­
mente en un momento dado, independientemetne (o ción de Michel Arnaud.
casi) de lo que se repesente en ese momento. Es eviden­ DL: Diálogos con Leucó, Bruguera, 1980, traduc­
te que para Pavese (como para otros) es un palabra y ción de Esther Benítez.
una situación mágicas —un estado fantástico más que
una noción concreta, un deseo más que una técnica. BE: Le bel été, Gallimard, 1955, traducción de Mi­
Algo que en todo caso haría posible y fluida la dialécti­ chel Arnaud.
ca entre el detalle del fenómeno y el principio abstrac­ HV: El hermoso verano, Bruguera, 1980, traduc­
to, entre la conciencia de un sujeto y la particularidad ción de Esther Benítez.
obstinada del objeto. Un ritmo, podríamos decir tam­
bién, pero que habría que imaginar diferente en cada LP: La playa, Bruguera, 1980, traducción de Est­
ocasión, una forma de relación entre las cosas más que her Benítez.
una entidad regular y mensurable. Coq: Avant que le coq chante, Gallimard, 1953,
A propósito de El camarada, Pavese hace una ob­ traducción de Niño Frank.
servación que ilustra un poco esto: «Releído, al azar, El camarada, Bruguera, 1980, traducción de Est­
un trozo del Compagno. Efecto de tocar un hilo de her Benítez.
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