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TEORÍA CRÍTICA

La teoría crítica es una escuela de pensamiento que pone énfasis en la evaluación y la crítica de la
sociedad y de la cultura a partir del estudio de las ciencias sociales y las humanidades. Como
término, la teoría crítica tiene dos significados con diferentes orígenes e historias: el primero tiene
sus orígenes en la sociología y el segundo en la crítica literaria. A través de este último, la teoría
crítica se usa como un término genérico que puede describir una teoría fundada desde la crítica. La
teoría crítica insiste en la ideología como el principal obstáculo para la liberación humana. Esta fue
establecida como una escuela de pensamiento principalmente por los teóricos de la escuela de
Frankfurt Herbert Marcuse, Theodor Adorno, Max Horkheimer, Walter Benjamin y Erich From.
Asimismo, la teoría crítica moderna también tiene influencias de György Lukács y Antonio Gramsci,
así como de la segunda generación de la Escuela de Frankfurt, principalmente de Jürgen Habermas.
En los trabajos de Habermas, la teoría crítica fue más allá de sus raíces teóricas del idealismo alemán
y se aproximó al pragmatismo americano. El interés por la “base y superestructura” social es uno de
los conceptos filosóficos marxistas persistentes en gran parte de la teoría crítica contemporánea. La
teoría crítica es un amplio campo de estudios que surge en la primera mitad del XX, y que
rápidamente se expande hacia el análisis de distintas características de las sociedades
contemporáneas, tanto a nivel filosófico como histórico y político.

Debido al contexto en el que emerge, y las propuestas desarrolladas, la teoría crítica impacta de
manera importante la producción de conocimiento científico y su potencial en las dinámicas sociales
de dominación y emancipación.

Teoría crítica y el valor político de la producción de conocimiento

El término Teoría crítica agrupa un conjunto de estudios provenientes de varias generaciones de


filósofos y teóricos sociales de Europa occidental. Esto se relaciona con los últimos adscritos a la
Escuela de Frankfurt, movimiento intelectual de tradición marxista, freudiana y hegeliana fundado
en Alemania a finales de la década de los 20.

Dos de los máximos exponentes de la primera generación de esta escuela son Max Horkheimer y
Theodor Adorno. De hecho, la obra de 1937 de Horkheimer, llamada “Teoría tradicional y teoría
crítica” es reconocida como una de las obras fundacionales de estos estudios. En la segunda mitad
del siglo XX, filósofos como Herbert Marcuse y Jürgen Habermas continuaron los trabajos de la
teoría crítica en una segunda generación de la Escuela de Frankfurt, extendiendo sus intereses hacia
el análisis de distintos problemas de la sociedad contemporáneas. Esto último emerge en un
contexto donde distintos movimientos sociales ya venían luchando por lo mismo. De hecho, aunque
en el contexto académico se atribuye el desarrollo de esta teoría a la Escuela de Frankfurt, en
términos prácticos cualquier movimiento social o teórico que se inscriba en los objetivos antes
descritos podría considerarse una perspectiva crítica, o bien, una teoría crítica. Tal es el caso, por
ejemplo, de las teorías y movimientos feministas o los de coloniales.

En términos generales, la teoría crítica se distingue por ser una aproximación filosófica que se
articula con campos de estudio como la ética, la filosofía política, la filosofía de la historia y las
ciencias sociales. De hecho, se caracteriza precisamente por sustentarse en una relación de
reciprocidad entre la filosofía y las ciencias sociales.

Rupturas con la teoría tradicional

El desarrollo de la teoría crítica implica varias rupturas con la teoría tradicional. En principio porque
la producción de conocimiento en la teoría crítica tiene un componente sociopolítico importante:
más allá de describir o explicar fenómenos, la intención es valorar dichos fenómenos, y a partir de
esto, comprender las condiciones de dominación y promover la transformación social. Es decir, la
producción de conocimiento científico tiene un sentido político y moral, y no puramente
instrumental.

Así mismo, toma distancia del proyecto cientificista y de objetividad que había dominado la
producción de conocimiento en ciencias sociales (que a su vez, venía de las ciencias naturales). De
hecho, en su perspectiva más clásica, la teoría crítica tiene como objeto a los propios seres humanos
entendidos como productores de su forma de vida histórica. El objeto (de estudio) es a la vez sujeto
de conocimiento, y por lo tanto agente en la realidad en la que vive.

TEORÍA DE LAS IDEAS

La teoría de las ideas o de las formes es el núcleo del pensamiento platónico; todo gira y todo se
articula alrededor de ella. Es la solución conciliadora de las anteriores y conflictivas oposiciones
entre cambio y permanencia (Heráclito-Parménides), entre relativismo y absolutismo (Sofistas-
Sócrates), entre materialismo y espiritualismo (Escuela de Mileto-pitagóricos). La teoría de las ideas
afirma la existencia de unas entidades inmateriales, absolutas, inmutables, perfectas, universales e
independientes del mundo físico. Estas realidades son las idees del mundo inteligible. Los objetos
individuales de la experiencia sólo son entidades relativas, cambiantes y contingentes: sólo son
copias o imitaciones de la verdadera y única realidad. Consecuentemente, la teoría postula la
existencia de dos mundos: por un lado, el mundo excelso y perenne de las ideas, por otro lado, el
incompleto y huidizo mundo de las cosas. Si miro el mundo con mis ojos físicos, veo temporalidad,
es decir, veo cosas que se escapan y fluyen constantemente, cosas que no perduran; y de algo que
constantemente cambia, ¿puedo tener conocimiento?.

Pero, ¿qué pasa si miro con los ojos de la mente? Ver con los ojos de la mente quiere decir ver los
modelos, las formas, los perfiles eternos de las cosas; ver en la materia temporal y concreta que se
escapa su modelo estable y eterno, su idea. De este modo, la idea es el espectáculo intelectual o
mental de una cosa. La palabra idea deriva de la palabra indoeuropea véidos, visión; de ella deriva
el latín videre, ver y el griego eidos, idea. Idea, junto con 'visión con los ojos de la mente', tiene otros
significados emparentados como: concepto universal, esencia, ideal, arquetipo. A la teoría de las
ideas de Platón se le ha aplicado el nombre de idealismo: explica el mundo sensible o de las cosas
mediante el mundo ideal.

La formulación tradicional

Tradicionalmente se ha interpretado la teoría de las Ideas de la siguiente manera: Platón distingue


dos modos de realidad, una, a la que llama inteligible, y otra a la que llama sensible. La realidad
inteligible, a la que denomina "Idea", tiene las características de ser inmaterial, eterna, (ingenerada
e indestructible, pues), siendo, por lo tanto, ajena al cambio, y constituye el modelo o arquetipo de
la otra realidad, la sensible, constituida por lo que ordinariamente llamamos "cosas", y que tiene las
características de ser material, corruptible, (sometida al cambio, esto es, a la generación y a la
destrucción), y que resulta no ser más que una copia de la realidad inteligible. La primera forma de
realidad, constituida por las Ideas, representaría el verdadero ser, mientras que de la segunda forma
de realidad, las realidades materiales o "cosas", hallándose en un constante devenir, nunca podrá
decirse de ellas que verdaderamente son. Además, sólo la Idea es susceptible de un verdadero
conocimiento o "episteme", mientras que la realidad sensible, las cosas, sólo son susceptibles de
opinión o "doxa". De la forma en que Platón se refiere a las Ideas en varias de sus obras como en el
"Fedón" (el alma contempla, antes de su unión con el cuerpo, las Ideas) o en el "Timeo" (el Demiurgo
modela la materia ateniéndose al modelo de las Ideas), así como de la afirmación aristotélica en la
"Metafísica" según la cual Platón "separó" las Ideas de las cosas, suele formar parte de esta
presentación tradicional de la teoría de las Ideas la afirmación de la separación ("khorismós") entre
lo sensible y lo inteligible como una característica propia de ella.

Lo inteligible

En cuanto a las Ideas, en la medida en que son el término de la definición universal representan las
"esencias" de los objetos de conocimiento, es decir, aquello que está comprendido en el concepto;
pero con la particularidad de que no se puede confundir con el concepto, por lo que las Ideas
platónicas no son contenidos mentales, sino objetos a los que se refieren los contenidos mentales
designados por el concepto, y que expresamos a través del lenguaje. Esos objetos o "esencias"
subsisten independientemente de que sean o no pensados, son algo distinto del pensamiento, y en
cuanto tales gozan de unas características similares a las del ser parmenídeo. Las Ideas son únicas,
eternas e inmutables y, al igual que el ser de Parménides, no pueden ser objeto de conocimiento
sensible, sino solamente cognoscibles por la razón. No siendo objeto de la sensibilidad, no pueden
ser materiales. Y sin embargo Platón insiste en que son entidades que tienen una existencia real e
independiente tanto del sujeto que las piensa como del objeto del que son esencia, dotándolas así
de un carácter trascendente. Además, las Ideas son el modelo o el arquetipo de las cosas, por lo que
la realidad sensible es el resultado de la copia o imitación de las Ideas. Para los filósofos pluralistas
la relación existente entre el ser y el mundo tal como nosotros lo percibimos era el producto de la
mezcla y de la separación de los elementos originarios (los cuatro elementos de Empédocles, las
semillas de Anaxágoras o los átomos de Demócrito); también Platón deberá explicar cuál es la
relación entre ese ser inmutable y la realidad sometida al cambio, es decir entre las Ideas y las cosas.
Esa relación es explicada como imitación o como participación: las cosas imitan a las Ideas, o
participan de las Ideas.

Lo sensible

Por su parte la realidad sensible se caracteriza por estar sometida al cambio, a la movilidad, a la
generación y a la corrupción. El llamado problema del cambio conduce a Platón a buscar una
solución que guarda paralelismos importantes con la propuesta por los filósofos pluralistas:
siguiendo a Parménides hay que reconocer la necesaria inmutabilidad del ser, pero el mundo
sensible no se puede ver reducido a una mera ilusión. Aunque su grado de realidad no pueda
compararse al de las Ideas ha de tener alguna consistencia, y no puede ser asimilado simplemente
a la nada. Es dudoso que podamos atribuir a Platón la intención de degradar la realidad sensible
hasta el punto de considerarla una mera ilusión. La teoría de las Ideas pretende solucionar, entre
otros, el problema de la unidad en la diversidad, y explicar de qué forma un elemento común a todos
los objetos de la misma clase, su esencia, puede ser real; parece claro que la afirmación de la
realidad de las Ideas no puede pasar por la negación de toda realidad a las cosas.

La jerarquización de las Ideas

Las Ideas, por lo demás, está jerarquizadas. El primer rango le corresponde a la Idea de Bien, tal
como nos lo presenta Platón en la "República", aunque en otros diálogos ocuparán su lugar lo Uno,
(en el "Parménides"), la Belleza, (en el "Banquete"), o el Ser, (en el "Sofista"), que representan el
máximo grado de realidad, siendo la causa de todo lo que existe. A continuación vendrían las Ideas
de los objetos éticos y estéticos, seguida de las Ideas de los objetos matemáticos y finalmente de
las Ideas de las cosas. Platón intenta también establecer una cierta comunicación entre las Ideas y,
según Aristóteles, terminó por identificar las Ideas con los números, identificación de la que sí
tenemos constancia que realizaron los continuadores de la actividad platónica en la Academia.

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