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Filosofía – 4to.

año – 2018

SEGUNDA EVALUACIÓN INTEGRADORA: ENSAYO FILOSÓFICO


Les propongo elegir dos o tres de las cuestiones planteadas en la guía de preguntas, o
reformularlas de manera propia, y elaborar a partir de ellas un ensayo filosófico, tomando
como base algunos de los textos leídos (u otros que consideren convenientes y que
acordemos previamente).
Extensión: alrededor de 1.200 palabras (entre 3 y 4 carillas estándar). Quienes lo escriban
en pareja añadan una carilla más dando razón filosófica de la escritura con
otrx.
Fecha límite de envío: sábado 1 de diciembre.
Enviarlo a: javfreixas@gmail.com
En el Asunto escribir: “Integradora de filosofía” y los nombres su autorx o
autorxs.

SUGERENCIAS PARA ESCRIBIR UN ENSAYO


Aquí les propongo algunas ideas que creo pueden venirles bien a la hora de pensar, escribir y
revisar el ensayo antes de la entrega.
1. ¿Qué es un ensayo?
Hay quien dijo que el ensayo es un género herético: juega en los bordes, tensiona y
contamina las diferencias entre la escritura filosófica y literaria. En cierto modo se trata, y no
es poco, del intento de poner por escrito, de manera precisa y fundamentada, un
pensamiento. En cuanto ponemos manos a la obra nos encontraremos con que la cosa tiene
cierta complejidad. Los pensamientos tienen vida propia: el mismo que a veces se presenta
de manera difusa, otras resulta plenamente claro; a veces se nos presenta como si fuera
absolutamente original, pero después lo reconocemos en su “vulnerabilidad”: entrelazado
con pensamientos de muchxs otrxs. Más aún, cuando intentamos exponer eso que
pensamos, no siempre encontramos las palabras adecuadas. A menudo descubrimos que las
palabras escritas dicen algo parcialmente distinto de lo que habíamos pensado. Y esa
diferencia puede resultarnos muy interesante. Además, siempre que traducimos al lenguaje
escrito (realidad fija, estable, sujeta a reglas gramaticales) un pensamiento (realidad
cambiante, moviente, en cierto modo comunitaria, a pesar de que lo reconozcamos en
nuestra mente), realizamos una transformación compleja.
Escribir un ensayo es entonces un verdadero ejercicio filosófico. No se trata de un mero
informe de opiniones personales ni tampoco es una recopilación de las ideas de otrxs
pensadorxs (por ejemplo, de lo que dicen lxs filósofxs reconocidxs). Podemos tener en
cuenta, sin embargo, algunos aspectos generales y habituales en los ensayos.
2. El título
Conviene que el título del ensayo sea sugerente. Puede tratarse de una afirmación o una
pregunta. Es conveniente evitar como títulos el planteo de temas demasiado generales (por
ejemplo: “La identidad”, “La escuela”, “Los argentinos”, etc.)
3. Centrarse en un problema puntual y significativo
El ensayo, de hecho, conviene que se focalice siempre en una cuestión puntual, un problema
que pueda ser mínimamente trabajado en la extensión propuesta. La idea es que esta
cuestión inquiete realmente a quienes lo escriben.
4. El esquema del ensayo
El ensayo como género permite libertad de escritura, incluso literaria. Ahora bien, al menos
idealmente, tendríamos que encontrar los tres momentos clásicos de todo texto
argumentativo (no hace falta que lleven título, desde ya):
Introducción: donde se presenta el problema a trabajar y se esboza la posición al respecto de
quien escribe. No debería ser muy extensa. Tendría que funcionar, además, como “gancho”
para quien lea: puede recurrirse a una frase, una pregunta o un ejemplo provocativos, que
inquieten el pensamiento y despierten ganas de seguir adelante con la lectura. Sugerencia
importante: conviene siempre reescribir el inicio introductorio del ensayo una vez que se ha
terminado de escribirlo. Recién ahí sabremos con alguna certeza por dónde anduvimos,
cómo fuimos respondiendo a las preguntas y a dónde llegamos.
Desarrollo: es el cuerpo argumentativo, la parte central del ensayo, donde se puede recurrir
a diversos caminos (técnicas argumentativas) que sirvan para sostener la tesis.
Conclusión: es el momento de cierre. Puede reafirmarse la idea inicial, sostenida ahora con
el desarrollo argumentativo. Puede mostrarse cómo esa idea, esa pregunta, permanecen
todavía en estado de problema para nosotrxs. Puede señalarse, además, qué preguntas han
surgido (para seguir pensando) a partir de la escritura.
Es importante que haya coherencia entre estos tres momentos (que lo que se anuncia en la
introducción sea lo que se desarrolle en el cuerpo del ensayo, que la conclusión no trate de
temas que no han sido planteado antes, etc.).
5. Sobre la escritura del ensayo
Conviene que el lenguaje sea lo más claro y preciso que podamos, más allá de que puedan
utilizarse diversos recursos literarios. Por ejemplo, si hago uso de una metáfora, es
importante que dé elementos suficientes para que pueda entenderse a qué alude quien
escribe con la misma. Cuando la escritura es muy oscura, cuando se descuenta que quien lee
comparte nuestros presupuestos o nuestros saberes, es muy probable que el ensayo dé
lugar a lecturas confusas, o incluso a que quien lee termine completamente perdido (pero
no por la complejidad del pensamiento sino por imprecisiones en la escritura). A veces,
conviene hacer de cuenta que el lector no leyó los textos a los que hacemos referencia en el
ensayo, e intentar entonces de que no queden afirmaciones sin justificar.
6. Coherencia textual
La coherencia se logra a través de una buena argumentación. Conviene no contradecirse en
el mismo texto, ni dar por justificado algo que no lo fue. Por otra parte, conviene no divagar
(o hacerlo lo mínimo posible). Siempre es mejor concentrarse en uno o dos puntos y
trabajarlos con intensidad que intentar abarcar demasiado.
7. Cohesión textual
La cohesión se refiere a que haya una correcta articulación entre las oraciones y párrafos del
ensayo. Puede tenerse en cuenta para ello el uso de los conectores que resulten adecuados..
Estos pueden ser los siguientes:
Aditivos: establecen una relación de coordinación, se usan para acumular ideas. Ejemplos:
además, a continuación, en otro orden de cosas, al mismo tiempo, de la misma manera, etc.
Disyuntivos: plantean una opción entre dos o más ideas. Ejemplos: o, u, o bien... o bien, etc..
Adversativos: expresan oposición o contraste. Ejemplos: pero, no obstante, sin embargo,
pese a lo expuesto, en cambio, etc..
Causales: indican una relación de causalidad. Ejemplos: por esta causa, porque, pues, debido
a, en consecuencia, etc..
También pueden utilizarse, entre otros, conectores temporales.
8. Técnicas argumentativas
Puede apelarse a ciertas técnicas para lograr una argumentación más efectiva. Algunas de
estas técnicas son las siguientes:
Hacer concesiones: A veces, más efectivo que rechazar de plano un argumento contrario, es
reconocer en él alguna razón y luego discutirla.
Desmentir o refutar: A veces, puede elegirse como estrategia comenzar refutando la validez
de los argumentos contrarios.
Dar ejemplos: Se emplean para ilustrar lo que se pretende demostrar y defender; sirven para
ilustrar (no sirven para reemplazar la explicación) y son valiosos, también, como modo de la
persuasión.
Realizar citas: Como decíamos al principio, no pensamos solxs. A menudo conviene en el
ensayo hacer referencias o citas de textos que hemos leído y nos han ayudado a pensar. En
el caso de la filosofía, conviene mostrar que se conoce algo de lo que han pensado filósofxs
reconocidxs por alguna academia o alguna comunidad de pensamiento. Es posible recurrir a
citas extraídas de otros ámbitos culturales, o citas periodísticas, sobre todo para iniciar o
desarrollar el ensayo.
Otras técnicas: En vez de citar textualmente, pueden realizarse paráfrasis de los textos leídos
y se puede, también, recurrir a técnicas literarias diversas (siempre y cuando no transformen
la argumentación en un texto puramente narrativo).

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