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Alumna: Domínguez Hernández Diana Laura

Matricula: 2123051072
UEA: 2321088 Bioética
INDICE

❖ Antecedentes
❖ Orígenes
❖ Introducción
❖ Desarrollo
❖ Condiciones Sociales
❖ Tipos y formas de violencia
❖ Conclusión
❖ Bibliografía

Números de violencia en mujeres en el año 2016.


ANTECEDENTES
La violencia contra las mujeres ha estado presente en todas las etapas de la historia de la
humanidad. El reconocimiento de esta violencia como la expresión más cruda de la
discriminación es muy reciente, y esto ha sido posible gracias a la acción de las
organizaciones de mujeres para traerlo a la mesa de discusión política en la esfera
internacional.
La Organización de las Naciones Unidas declaró 1975, año Internacional de la Mujer, dio
inicio al decenio de las Naciones Unidas para la mujer y convocó a la primera Conferencia
Mundial de la Mujer en el mes de junio, cuya sede fue la Ciudad de México. Los trabajos de
esta conferencia fueron organizados por la Comisión de la condición jurídica y social de la
mujer, el tema fue la igualdad para las mujeres y su participación en la construcción de la
paz y el desarrollo.
En este evento la voz de las organizaciones no gubernamentales de mujeres que no fueron
convocadas se hizo presente en un foro paralelo en donde demandaron entre otros, el
reconocimiento de la violencia que se ejerce contra las mujeres, principalmente en el hogar.
Aunque esto no fue abordado en las deliberaciones de la Conferencia gubernamental,
dentro de la Declaración se adicionó el siguiente párrafo: “Las mujeres de todo el mundo
deben unirse para eliminar las infracciones de los derechos humanos que se cometen
contra mujeres y muchachas, por ejemplo: violaciones, prostitución, agresión, crueldad
mental, matrimonios entre niños, matrimonios por la fuerza y el matrimonio como una
transacción comercial”.
El resultado más significativo de la Conferencia de México fue el inicio de la construcción
de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Contra la
Mujer (CEDAW) misma que fue aprobada en 1979 y abierta a la ratificación de todos los
países.
Para la Segunda Conferencia de la Mujer celebrada en julio de 1980 en Copenhague,
Dinamarca, los temas tratados fueron desde la educación, la salud y el empleo, hasta los
estereotipos y la discriminación hacia las mujeres en la sociedad. En el documento final
denominado Programa de Acción se incorporó por primera vez una disposición en el
numeral 65, para legislar en contra de la violencia quedando: “ Debería también
promulgarse legislación encaminada a evitar la violencia doméstica y sexual contra las
mujeres. Debería adoptarse todas las medidas apropiadas, incluso legislativas, para que
las víctimas recibieran trato justo en todo el procedimiento legal.”
En el año 1985 la Tercera Conferencia se realizó en el mes de Julio en Nairobi, Kenia, con
lo que culminó el Decenio de Naciones Unidas para la Mujer donde el tema de la
participación de las mujeres en el desarrollo económico y social, ocupó la agenda principal.
Sin embargo aparece en el Programa Final un apartado E que contiene:
La mujer maltratada “La violencia sexual va en aumento y los gobiernos deben afirmar la
dignidad de las mujeres, como cuestión de prioridad. Además, los gobiernos deben
intensificar sus esfuerzos por establecer o reforzar las formas de asistencia a las víctimas
de este tipo de violencia, proporcionándoles alojamiento, apoyo y servicios jurídicos y de
otra índole. Aparte de prestar asistencia inmediata a las víctimas de la violencia contra la
mujer en la familia y en la sociedad, los gobiernos deben tratar de crear conciencia pública
sobre la violencia contra las mujeres como un problema social, de adoptar políticas y
medidas legislativas para determinar las causas de esa violencia, impedirla y eliminarla,
especialmente mediante la supresión de las imágenes y representaciones degradantes de
las mujeres en la sociedad y, por último, de propiciar el desarrollo de métodos de educación
y reeducación destinados a los ofensores”.
Años después en diciembre de 1993 y como consecuencia de gran cabildeo de
organizaciones y grupos de mujeres que contaron en el apoyo de diversos países, se
adoptó por la Asamblea General de ONU la Declaración de Naciones Unidas sobre le
eliminación de la violencia contra la mujer, en donde se define: “violencia contra la mujer se
entiende todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o
pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer,
así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad,
tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”.
En el mismo año en la Conferencia de Derechos Humanos celebrada en Viena, Austria,
finalmente se reconoció la calidad de ser humano de todas las mujeres y se identificó a la
violencia contra ellas como una violación a sus derechos humanos, lo que contribuyó para
que finalmente la 4ª Conferencia Mundial de la Mujer realizada en Beijing, China en 1995
se adoptara en la Declaración y Plataforma de Acción el reconocimiento de que los
derechos de la mujer son derechos humanos y que la violencia contra las mujeres
constituye una violación a sus derechos humanos y la obligación del Estado de tomar
medidas de prevención y atención para las mujeres víctimas de la misma.
ORIGENES
En 1976 se inauguró en Bruselas, Bélgica el Primer Tribunal de Crímenes contra la Mujer
convocado por organizaciones de mujeres al que Simone de Beauvoir, destacada feminista,
comparó con la Primera Conferencia de la Mujer como un gran acontecimiento histórico, a
diferencia de la Conferencia en México en donde se enviaron representantes por partidos
y gobiernos con la finalidad de integrar a las mujeres en sociedades machistas.
En este Primer Tribunal, además de reflexionar sobre las sociedades machistas y escuchar
miles de testimonios sobre violencia en contra de las mujeres, Diane Russel denominó el
asesinato de mujeres por primera vez como un femicide (femicidio) y, a pesar de que no lo
definió explícitamente, el significado fue claro por los ejemplos mencionados a continuación:
“El femicidio representa el extremo de un continuum de terror anti-femenino que incluye una
amplia variedad de abusos verbales y físicos tales como violación, tortura, esclavitud
sexual, abuso sexual infantil incestuoso o extra-familiar, golpizas físicas y emocionales,
acoso sexual, mutilación genital, operaciones ginecológicas innecesarias, heterosexualidad
forzada, esterilización forzada, maternidad forzada. Siempre que estas formas de terrorismo
resultan en muerte, ellas se transforman en femicidio”.
Por otro lado, Mary Anne Warren en 1985 denominó el problema de las muertes
sistemáticas de las mujeres, como un genericidio al comprobar que estadísticamente las
mujeres en edad reproductiva tienen mayores probabilidades de ser asesinadas por
hombres que morir por cuestiones de salud, accidentes de tráfico, laborales y guerras, todas
las anteriores juntas.
En América Latina el término fue acogido por la destacada feminista Marcela Lagarde quien
distinguió feminicidio de femicidio, indicando que el primero es el asesinato de mujeres, en
donde tiene responsabilidad el Estado por la cantidad de casos impunes y el segundo
únicamente era el asesinato de mujeres.
La violencia y la discriminación contra las mujeres constituyen una violación a los derechos
humanos, ese es el enfoque con que tiene que investigarse y sancionarse cualquier acto
que produce o puede producir daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a las mujeres,
incluyendo la amenaza de dichos actos, la coerción o privación arbitraria de la libertad, en
la vida pública y privada.
Al respecto, en el año 2007, la Organización de los Estados Americanos (OEA), publicó a
través de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) el estudio denominado
“Acceso a la Justicia para las Mujeres Víctimas de Violencia en las Américas” en el cual
reconoce que la violencia contra las mujeres y su raíz, la discriminación, es un problema
grave de derechos humanos con repercusiones negativas para las mujeres y la comunidad
que las rodea y constituye un impedimento al reconocimiento y goce de todos sus derechos
humanos incluyendo el que se le respete su vida y su integridad física, psíquica y moral.
El femicidio/feminicidio ha sido tipificado en varios países (Costa Rica, Chile, El Salvador,
Guatemala, Nicaragua, Perú y varios Estados de México) incluyendo en algunos casos a
través de reformas del Código Criminal. La legislación existente se caracteriza por carecer
de una definición común con algunos códigos penales refiriéndose a los asesinatos como
una consecuencia de la violencia de pareja en relación íntima, y otros incluyendo los
asesinatos, en el contexto de las esferas públicas y privadas. Por lo general la aplicación
de las leyes también sigue siendo deficiente.
La figura penal de femicidio/feminicidio atiende particularmente al delito de homicidio
cometido por cualquier persona, en contra de una mujer, pero la ejecución del homicidio
contiene elementos discriminatorios u odio por la condición de la víctima.
Ante el creciente aumento de homicidios cometidos contra mujeres y las circunstancias en
que se han dado estos, ha motivado a las instancias internacionales para atender esta
problemática que termina con la vida de las mujeres por el simple hecho de serlo.

INTRODUCCIÓN
Cualquier mujer por el solo hecho de serlo, puede ser víctima de la violencia si atendemos
la definición de violencia de género. En nuestro país aunque se han realizado grandes
avances con respecto a la adopción de estándares internacionales de protección a los
derechos de las mujeres en la legislación interna, sigue siendo un tema pendiente dado los
altos índices de violencia en contra de ellas. Según las últimas cifras recabadas por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de las Relaciones en el Hogar (ENDIREH), 62.7% de las mujeres de 15 años o
más han padecido por lo menos un incidente de violencia, que no significa que
necesariamente todos estos asaltos se hayan denunciado, por ejemplo, con respecto a las
mujeres casadas o unidas que vivieron un evento de violencia, solamente denunció el 9.5
% del total, lo que nos sigue reafirmando la existencia de la desconfianza en las
instituciones públicas, además de la influencia de los patrones culturales.
La violencia se entiende como la consecuencia de cierta cultura o ideología que justifique
su ejercicio sobre otros, ya sea por su condición social, raza, etnia o género. La violencia
también puede entenderse como el efecto de cierto cambio en las estructuras sociales que
conlleva al desajuste del ambiente de acción en el que normalmente desarrollan su vida los
individuos y grupos sociales, por ejemplo, los procesos de modernización, el desgaste de
la autoridad, así como la expansión, en años recientes, de la globalización (Besteman,
2001; Arteaga, 2004).
La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es decir, en la
posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas se encuentran respecto
de los hombres.
La muerte violenta de las mujeres por razones de género, tipificada en nuestro sistema
penal como feminicidio, es la forma más extrema de violencia contra la mujer.

Algunos autores han preferido hablar de feminicidios, definiéndolos como "crímenes


perpetrados contra las mujeres por el simple hecho de serlo" (Russell, 2001: 3), en lugar de
clasificarlos como homicidios dolosos.
Según Diana Russell, a quien se atribuye la popularización de la palabra “feminicidio”
(“femicide” en inglés”), algunas de las motivaciones principales para estos asesinatos son
la ira, el odio, los celos y la búsqueda de placer.
Otras variables que Russell considera relevantes son la misoginia, el sentido de
superioridad de género y la concepción de las mujeres como posesión. Estas variables se
transmiten culturalmente y favorecen la violencia de los hombres hacia las mujeres.
El feminicidio es la manifestación más extrema del abuso y la violencia de hombres hacia
mujeres. Se produce como consecuencia de cualquier tipo de violencia de género, como
pueden ser las agresiones físicas, la violación, la maternidad forzada o la mutilación genital.
El feminicidio no se entiende como un hecho aislado y cerrado en sí mismo; los feminicidios,
y la violencia que los acompaña, no son sólo la expresión de una crisis (social, económica
o de valores) sino una respuesta al proceso de construcción de las mujeres como sujetos.

En un sentido más directo, como apuntan Caputi y Rusell (2006), existirá feminicidio en
tanto se presenten figuras de terrorismo que resulten en muerte, concretadas en una gran
cantidad de formas de abuso verbal y físico: violación, tortura, esclavitud sexual
(particularmente en la prostitución), incesto y abuso sexual infantil extrafamiliar, maltrato
físico y emocional, hostigamiento sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina y en el
salón de clases), mutilación genital (clitoridectomía, escisión, infibulación), operaciones
ginecológicas innecesarias (histerectomías gratuitas), heterosexualidad forzada,
esterilización forzada, maternidad forzada (mediante la criminalización de los
anticonceptivos y el aborto), psicocirugía, negación de alimentos a algunas mujeres en
ciertas culturas, cirugía cosmética y otras mutilaciones en nombre de la belleza.
Recientemente los países con las tasas más altas de feminicidio son El Salvador, Jamaica,
Guatemala, Sudáfrica y Rusia. Más de la mitad de los 25 países con mayor tasa de
feminicidios están en América; además de los mencionados, en la lista se encuentran
Honduras, Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil o la República Dominicana.
La motivación para el crimen es una de las peculiaridades principales del feminicidio en
relación con otros tipos de homicidio. En las mujeres de entre 15 y 30 años se incrementa
sensiblemente el riesgo de ser víctima de este tipo de homicidio. De igual forma, como se
mostrará en algunos casos, la construcción de una cierta subjetividad femenina
(independencia, autonomía, capacidad de decisión) se establece como un detonante
particular para el feminicidio.

DESARROLLO
La posibilidad de establecer una separación del ejercicio de la sexualidad con respecto a
los fines meramente reproductivos y la maternidad hace viable que las mujeres construyan
una definición de sí mismas distinta a la establecida en otras épocas y, sobre todo, que
construyan una relación con las diversas esferas de la actividad social, particular y diferente
a la de los hombres. La capacidad de las mujeres para ser sujetos se ha consolidado en los
últimos 30 años gracias a la creciente capacidad de independizar su sexualidad de la
reproducción y la maternidad. Ello resulta fundamental, pues en las sociedades
multiculturales de hoy la relación que los individuos establecen con el cuerpo es tan central
como lo fueron en su momento las relaciones de trabajo en las sociedades industriales de
mediados del siglo XX y las derivadas de la ciudadanía en las sociedades políticas del siglo
XIX (Touraine, 2005).

Desde esta perspectiva, la decisión que toma cada mujer sobre sus prioridades (por
ejemplo, el cuidado de los hijos, la pareja y el trabajo) se ejerce cada vez menos apelando
a un deber ser femenino basado en un principio moral superior, y más bien se sustenta en
la búsqueda del significado de cada decisión en el plano de las actuales reconfiguraciones
sociales; más aún, a partir de la idea que tiene de la producción de sí misma como sujeto.
De esta forma, la mujer vive un proceso de reflexividad inscrito en una amplia mutación
cultural que afecta al conjunto social. Por ejemplo, en estudios realizados con mujeres y
hombres jóvenes trabajadores, ellas están conscientes de las ganancias y pérdidas cuando
tienen que negociar entre el mundo laboral y el mundo del "hogar", y están dispuestas a
enfrentarlas. Los hombres, por el contrario, ven dicha elección como un juego de suma
cero.
Desde esta perspectiva, la violencia y el feminicidio son el resultado de una masculinidad
trastocada por la constante consolidación del trabajo de las mujeres sobre sí mismas, el
cual les permite convertirse en sujetos. Esto se observa claramente en el caso
paradigmático de lo que hoy se llama feminicidio: Ciudad Juárez. Lo que sucede en esta
ciudad no es un fenómeno aislado del contexto nacional o un caso excepcional; resulta más
bien un escenario social reproducido en todo el país, pero que en esa ciudad adquiere
niveles extremos. Efectivamente, a partir de 1993 comenzó a registrarse una serie de
asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, en la frontera norte, en los que los cadáveres se
localizan en una zona muy específica: a las orillas de la ciudad; en un espacio desértico y
en los arenales y baldíos de las colonias más pobres. las hipótesis de los asesinatos se
centran en la definición de un fenómeno complejo provocado por los cambios en la
economía local: la amplia presencia de la maquila tiende a desplazar la mano de obra
masculina, por lo que ésta no se beneficia de la economía asalariada, con las
consecuencias que ello trae consigo (Arteaga, 2006). Por tanto, estos homicidios deben
entenderse como una serie de hechos cometidos por varias personas de manera inconexa,
pudiendo interpretarse como la manifestación de una recomposición de las relaciones de
género (provocadas por la transformación social de esa población fronteriza con Estados
Unidos), en lo que algunos han llamado un atroz fenómeno sociológico (Raphael, 1999).

Como apunta Zermeño (2006), la mayoría de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez son
jóvenes de entre 13 y 20 años, morenas y pobres; algunas de ellas fueron violadas,
estranguladas, mutiladas e incineradas. La búsqueda de una causa única ha propiciado la
construcción de cortinas de humo: por lo general se ha atribuido los hechos a un grupo de
delincuentes que funciona de manera coordinada o con sus propios medios. Pensar así las
muertes de Ciudad Juárez podría sugerir que el problema está fuera de la sociedad, cuando
debería empezar por analizarse como parte de ella: "está entre nosotros" (Zermeño, 2006).
El asesinato de mujeres (en Ciudad Juárez y en la mayor parte del país) responde al cambio
sustancial en las formas de construcción como sujetos de las mujeres, situado en un
escenario de crisis social generalizada que propicia en casi todas partes un "machismo
ultrajado". Esto lleva a concluir, como el propio Zermeño (2006) argumenta, que el asunto
del incremento de los homicidios dolosos a mujeres o feminicidios es una enfermedad social
y no sólo criminalística: la muerte de las mujeres representaría la negación de su
subjetividad con el sentido de afirmar una subjetividad deteriorada.

CONDICIONES SOCIALES

En el caso del Estado de México, los datos contenidos en las averiguaciones previas
permiten afirmar que poco más de la mitad de las víctimas (51%) se concentra en el rango
de edad que va de los 16 a los 40 años, conformándose como el sector en mayor riesgo.
Se trata pues de un amplio rango de edad que incluye a las mujeres en una de sus etapas
más social y sexualmente activas. El resto de las víctimas (la otra mitad) se distribuye de la
siguiente manera: 15% son mujeres de cero a 15 años, y 34% tiene 40 años y más. Por lo
que se refiere a su estado civil, la mayoría de las mujeres asesinadas son catalogadas, por
declaraciones de familiares, amigos y testigos, dentro de algún tipo de relación de pareja,
ya sea formal o informal (casada, divorciada, separada o en unión libre). En esta situación
se encuentra 55% de las víctimas. Mientras que las mujeres reportadas simplemente como
solteras abarcan 28% de las actas ministeriales revisadas. Del resto de las víctimas no se
señala ningún tipo de dato al respecto. Cabe destacar que 58% de las mujeres que han
sido objeto de violencia asesina tiene hijos, mientras que 27% no tiene descendencia.9 De
aquellas mujeres que se sabe tienen hijos, 93% tuvo de uno a cuatro hijos. De este universo,
57% tuvo de uno a dos hijos, mientras que 33% se reportó que tenía de tres a cuatro hijos.
El resto (10%) más de cuatro hijos.
En gran parte de las averiguaciones previas analizadas se encontró que casi la totalidad de
las mujeres asesinadas se encontraba inserta en la economía informal, desempeñándose
como meseras, empleadas domésticas, cocineras en pequeños establecimientos o
empleadas en tiendas de autoservicio. Otras más eran amas de casa, labor que
intercalaban con actividades en el pequeño comercio establecido o en el comercio informal;
en otros casos, aunque eran las menos, se desempeñaban como obreras; el resto laboraba
como edecán a tiempo parcial, trabajadora del sexo comercial, así como empleada en bares
y cantinas.
En un espacio donde la densidad social se encuentra fracturada y la individualidad está
despojada de soportes sociales e institucionales, sus habitantes viven en los límites de
prácticamente cualquier cosa. lo que se quiere subrayar es que las condiciones de vida de
las víctimas de feminicidios están insertas en una dinámica social donde la violencia se
propaga porque, de alguna manera, se encuentra asimilada de distintas maneras en la vida
cotidiana; se puede hablar entonces de un trabajo simbólico reproducido por instituciones
como la familia, la Iglesia, la escuela, el Estado y el trabajo, a partir del cual se perpetúan
interacciones entre los recursos simbólicos que eternizan y naturalizan formas de violencia
y discriminación de lo femenino.
TIPOS Y FORMAS DE VIOLENCIA
El primer tipo de violencia, que se podría llamar de posesión (con 31% de los casos), tiene
como fin manipular e infligir dolor al cuerpo femenino, antes de provocar la muerte. aquí, el
objetivo no es necesariamente la violación sexual; aunque sí la desarticulación de las
posibilidades de resistencia de la víctima y la inscripción de significaciones de poder sobre
su cuerpo. El segundo tipo (que concentra 16% de las averiguaciones revisadas) refiere a
la violencia de carácter pasional, la cual se ejerce para anular la subjetividad sentimental
que el victimario reconoce en la víctima. En muchos de los casos destruye la independencia
y la capacidad de decisión de las mujeres sobre el destino de un vínculo amoroso. El tercer
tipo de violencia es la intrafamiliar (del que forma parte 16% del total de averiguaciones
analizadas). En este caso, la víctima es asesinada después de un largo proceso de abusos
por parte de su pareja sentimental. Un cuarto tipo de violencia (con 7% de los casos) deriva
de la explotación sexual, de las condiciones de opresión y comercio de las trabajadoras
sexuales. Finalmente, un quinto tipo es la violencia homicida derivada de actividades como
el robo o el secuestro (aglutinando 30% de las averiguaciones).
Tomando en cuenta la investigación de Julia Monárrez en Ciudad Juárez y otros estudios
sobre el fenómeno de violencia en contra de las mujeres, específicamente su forma más
extrema como la violencia feminicida, se han catalogado las siguientes modalidades,
(Monárrez, Julia-2010).

1. Íntimo. Es la muerte de una mujer cometida por un hombre con quien la víctima tenía o
había tenido una relación o vínculo íntimo: marido, exmarido, compañero, novio, exnovio o
amante, persona con quien se procreó un niño o una niña. Se incluye el supuesto del amigo
que asesina a una mujer —amiga o conocida— que rechazó entablar una relación íntima
(sentimental o sexual) con esta.
2. No íntimo. Es la muerte de una mujer cometida por un hombre desconocido con quien
la víctima no tenía ningún tipo de relación. Por ejemplo, una agresión sexual que culmina
en el asesinato de una mujer a manos de un extraño. También se considera el caso del
vecino que mata a su vecina sin que existiera entre ambos algún tipo de relación o vínculo.
3. Infantil. Es la muerte de una niña menor de 14 años de edad cometida por un hombre
en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que le otorga su
situación adulta sobre la minoría de edad de la niña.
4. Familiar. Es la muerte de una mujer en el contexto de una relación de parentesco entre
la víctima y el victimario. El parentesco puede ser por consanguinidad, afinidad o adopción.
5. Por conexión. Hace referencia al caso de la muerte de una mujer “en la línea de fuego”
por parte de un hombre en el mismo lugar en el que mata o intenta matar a otra mujer.
Puede tratarse de una amiga, una pariente de la víctima, madre, hija, o de una mujer extraña
que se encontraba en el mismo escenario donde el victimario atacó a la víctima.
6. Sexual sistémico desorganizado. La muerte de las mujeres está acompañada por el
secuestro, la tortura y/o la violación. Se presume que los sujetos activos matan a la víctima
en un período determinado.
7. Sexual sistémico organizado. Se presume que en estos casos los sujetos activos
pueden actuar como una red organizada de feminicidas sexuales, con un método
consciente y planificado en un largo e indeterminado período.
8. Por prostitución o por ocupaciones estigmatizadas. Es la muerte de una mujer que
ejerce la prostitución y/u otra ocupación (como strippers, camareras, masajistas o bailarinas
en locales nocturnos) cometida por uno o varios hombres. Incluye los casos en los que el
victimario (o los victimarios) asesina a la mujer motivado por el odio y la misoginia que
despierta en este la condición de prostituta de la víctima. Esta modalidad evidencia la carga
de estigmatización social y justificación del accionar delictivo por parte de los sujetos: “se
lo merecía”; “ella se lo buscó por lo que hacía”; “era una mala mujer”; “su vida no valía
nada”.
9. Por trata. Es la muerte de mujeres producida en una situación de trata de personas. Por
“trata” se entiende la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de
personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, ya
sean rapto, fraude, engaño, abuso de poder o la concesión o recepción de pagos o
beneficios para obtener el consentimiento de la o las personas con fines de explotación.
Esta explotación incluye, como mínimo, la prostitución ajena u otras formas de explotación
sexual, los trabajos forzados o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a
la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
10. Por tráfico. Es la muerte de mujeres producida en una situación de tráfico de migrantes.
Por tráfico se entiende la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado del
cual dicha persona no sea nacional o residente permanente, con el fin de obtener directa o
indirectamente, un beneficio financiero u otro beneficio de orden material.
11. Transfóbico. Es la muerte de una mujer transgénero o transexual y en la que el
victimario (o los victimarios) la mata por su condición o identidad de género transexual, por
odio o rechazo de la misma.
12. Lesbofóbicos. Es la muerte de una mujer lesbiana en la que el victimario (o los
victimarios) la mata por su orientación sexual, por el odio o rechazo de la misma.
13. Racista. Es la muerte de una mujer por odio o rechazo hacia su origen étnico, racial o
sus rasgos fenotípicos.
14. Por mutilación genital femenina. Es la muerte de una niña o mujer a consecuencia
de una práctica de mutilación genital.
CONCLUSIÓN
En México actualmente hay mas de 7 mujeres muertas cada dia. Más de 23,800 asesinadas
en una sola decada, para llevar a cabo una investigación dicha como feminicidio, los
familiares tienen que ser persistentes y forzar a la ley para que haga su trabajo y castiguen
con la pena máxima a los causantes de la muerte de sus esposas, hermanas, hijas, tias,
amigas o simplemente una mujer; la del sexo debil como muchos hombres las catalogan.
Cada vez mas se incrementa la violencia y la saña con que maltratan a las mujeres,
produciendoles un mayor dolor hasta llevarlas a la muerte.
Hay que tomar conciencia como ciudadadanos y empezar desde los valores inculcados en
el hogar,ya que tenemos los mismos derechos y obligaciones; de esta manera,
contribuiremos a mejorar la calidad de vida de nuestra población.
El aceptar la igualdad de genero es el primer paso para comenzar el cambio.
Como dice la frase celebre de Benito Juárez: EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA
PAZ”

BIBLIOGRAFIA

❖ Alex Figueroba. (2018). Feminicidio (asesinatos a mujeres): definición, tipos y


causas Esta clase de homicidio es una d. 19 de Abril del 2018, de Psicología y mente
Sitio web: https://psicologiaymente.net/forense/feminicidio
❖ Monárrez, Julia. “Las diversas representaciones del Feminicidio y los asesinatos en
Ciudad Juárez, 1993-2005”, en Monárrez, Julia, et.al., Violencia contra las mujeres
e inseguridad ciudadana en Ciudad Juárez, Vol. II, Violencia infligida contra la pareja
y Feminicidio, México. El Colegio de la Frontera Norte y Miguel Ángel Porrúa
Editores, 2010.
❖ Nelson Arteaga Botello y Jimena Valdés Figueroa. (marzo 2010). Contextos
socioculturales de los feminicidios en el Estado de México: nuevas subjetividades
femeninas. Revista Mexicana de Sociología, 72 No. 1, pp.
❖ Patricia Olamendi. (2016). Feminicidio en México. 19 de abril del 2018, de
INMUJERES Sitio web:
http://cedoc.inmujeres.gob.mx/documentos_download/Feminicidio-en-Mexico-
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