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Matricula: 2123051072
UEA: 2321088 Bioética
INDICE
❖ Antecedentes
❖ Orígenes
❖ Introducción
❖ Desarrollo
❖ Condiciones Sociales
❖ Tipos y formas de violencia
❖ Conclusión
❖ Bibliografía
INTRODUCCIÓN
Cualquier mujer por el solo hecho de serlo, puede ser víctima de la violencia si atendemos
la definición de violencia de género. En nuestro país aunque se han realizado grandes
avances con respecto a la adopción de estándares internacionales de protección a los
derechos de las mujeres en la legislación interna, sigue siendo un tema pendiente dado los
altos índices de violencia en contra de ellas. Según las últimas cifras recabadas por el
Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en la Encuesta Nacional sobre la
Dinámica de las Relaciones en el Hogar (ENDIREH), 62.7% de las mujeres de 15 años o
más han padecido por lo menos un incidente de violencia, que no significa que
necesariamente todos estos asaltos se hayan denunciado, por ejemplo, con respecto a las
mujeres casadas o unidas que vivieron un evento de violencia, solamente denunció el 9.5
% del total, lo que nos sigue reafirmando la existencia de la desconfianza en las
instituciones públicas, además de la influencia de los patrones culturales.
La violencia se entiende como la consecuencia de cierta cultura o ideología que justifique
su ejercicio sobre otros, ya sea por su condición social, raza, etnia o género. La violencia
también puede entenderse como el efecto de cierto cambio en las estructuras sociales que
conlleva al desajuste del ambiente de acción en el que normalmente desarrollan su vida los
individuos y grupos sociales, por ejemplo, los procesos de modernización, el desgaste de
la autoridad, así como la expansión, en años recientes, de la globalización (Besteman,
2001; Arteaga, 2004).
La violencia contra las mujeres tiene su origen en la desigualdad de género, es decir, en la
posición de subordinación, marginalidad y riesgo en el cual éstas se encuentran respecto
de los hombres.
La muerte violenta de las mujeres por razones de género, tipificada en nuestro sistema
penal como feminicidio, es la forma más extrema de violencia contra la mujer.
En un sentido más directo, como apuntan Caputi y Rusell (2006), existirá feminicidio en
tanto se presenten figuras de terrorismo que resulten en muerte, concretadas en una gran
cantidad de formas de abuso verbal y físico: violación, tortura, esclavitud sexual
(particularmente en la prostitución), incesto y abuso sexual infantil extrafamiliar, maltrato
físico y emocional, hostigamiento sexual (por teléfono, en las calles, en la oficina y en el
salón de clases), mutilación genital (clitoridectomía, escisión, infibulación), operaciones
ginecológicas innecesarias (histerectomías gratuitas), heterosexualidad forzada,
esterilización forzada, maternidad forzada (mediante la criminalización de los
anticonceptivos y el aborto), psicocirugía, negación de alimentos a algunas mujeres en
ciertas culturas, cirugía cosmética y otras mutilaciones en nombre de la belleza.
Recientemente los países con las tasas más altas de feminicidio son El Salvador, Jamaica,
Guatemala, Sudáfrica y Rusia. Más de la mitad de los 25 países con mayor tasa de
feminicidios están en América; además de los mencionados, en la lista se encuentran
Honduras, Colombia, Bolivia, Venezuela, Brasil o la República Dominicana.
La motivación para el crimen es una de las peculiaridades principales del feminicidio en
relación con otros tipos de homicidio. En las mujeres de entre 15 y 30 años se incrementa
sensiblemente el riesgo de ser víctima de este tipo de homicidio. De igual forma, como se
mostrará en algunos casos, la construcción de una cierta subjetividad femenina
(independencia, autonomía, capacidad de decisión) se establece como un detonante
particular para el feminicidio.
DESARROLLO
La posibilidad de establecer una separación del ejercicio de la sexualidad con respecto a
los fines meramente reproductivos y la maternidad hace viable que las mujeres construyan
una definición de sí mismas distinta a la establecida en otras épocas y, sobre todo, que
construyan una relación con las diversas esferas de la actividad social, particular y diferente
a la de los hombres. La capacidad de las mujeres para ser sujetos se ha consolidado en los
últimos 30 años gracias a la creciente capacidad de independizar su sexualidad de la
reproducción y la maternidad. Ello resulta fundamental, pues en las sociedades
multiculturales de hoy la relación que los individuos establecen con el cuerpo es tan central
como lo fueron en su momento las relaciones de trabajo en las sociedades industriales de
mediados del siglo XX y las derivadas de la ciudadanía en las sociedades políticas del siglo
XIX (Touraine, 2005).
Desde esta perspectiva, la decisión que toma cada mujer sobre sus prioridades (por
ejemplo, el cuidado de los hijos, la pareja y el trabajo) se ejerce cada vez menos apelando
a un deber ser femenino basado en un principio moral superior, y más bien se sustenta en
la búsqueda del significado de cada decisión en el plano de las actuales reconfiguraciones
sociales; más aún, a partir de la idea que tiene de la producción de sí misma como sujeto.
De esta forma, la mujer vive un proceso de reflexividad inscrito en una amplia mutación
cultural que afecta al conjunto social. Por ejemplo, en estudios realizados con mujeres y
hombres jóvenes trabajadores, ellas están conscientes de las ganancias y pérdidas cuando
tienen que negociar entre el mundo laboral y el mundo del "hogar", y están dispuestas a
enfrentarlas. Los hombres, por el contrario, ven dicha elección como un juego de suma
cero.
Desde esta perspectiva, la violencia y el feminicidio son el resultado de una masculinidad
trastocada por la constante consolidación del trabajo de las mujeres sobre sí mismas, el
cual les permite convertirse en sujetos. Esto se observa claramente en el caso
paradigmático de lo que hoy se llama feminicidio: Ciudad Juárez. Lo que sucede en esta
ciudad no es un fenómeno aislado del contexto nacional o un caso excepcional; resulta más
bien un escenario social reproducido en todo el país, pero que en esa ciudad adquiere
niveles extremos. Efectivamente, a partir de 1993 comenzó a registrarse una serie de
asesinatos de mujeres en Ciudad Juárez, en la frontera norte, en los que los cadáveres se
localizan en una zona muy específica: a las orillas de la ciudad; en un espacio desértico y
en los arenales y baldíos de las colonias más pobres. las hipótesis de los asesinatos se
centran en la definición de un fenómeno complejo provocado por los cambios en la
economía local: la amplia presencia de la maquila tiende a desplazar la mano de obra
masculina, por lo que ésta no se beneficia de la economía asalariada, con las
consecuencias que ello trae consigo (Arteaga, 2006). Por tanto, estos homicidios deben
entenderse como una serie de hechos cometidos por varias personas de manera inconexa,
pudiendo interpretarse como la manifestación de una recomposición de las relaciones de
género (provocadas por la transformación social de esa población fronteriza con Estados
Unidos), en lo que algunos han llamado un atroz fenómeno sociológico (Raphael, 1999).
Como apunta Zermeño (2006), la mayoría de las mujeres asesinadas en Ciudad Juárez son
jóvenes de entre 13 y 20 años, morenas y pobres; algunas de ellas fueron violadas,
estranguladas, mutiladas e incineradas. La búsqueda de una causa única ha propiciado la
construcción de cortinas de humo: por lo general se ha atribuido los hechos a un grupo de
delincuentes que funciona de manera coordinada o con sus propios medios. Pensar así las
muertes de Ciudad Juárez podría sugerir que el problema está fuera de la sociedad, cuando
debería empezar por analizarse como parte de ella: "está entre nosotros" (Zermeño, 2006).
El asesinato de mujeres (en Ciudad Juárez y en la mayor parte del país) responde al cambio
sustancial en las formas de construcción como sujetos de las mujeres, situado en un
escenario de crisis social generalizada que propicia en casi todas partes un "machismo
ultrajado". Esto lleva a concluir, como el propio Zermeño (2006) argumenta, que el asunto
del incremento de los homicidios dolosos a mujeres o feminicidios es una enfermedad social
y no sólo criminalística: la muerte de las mujeres representaría la negación de su
subjetividad con el sentido de afirmar una subjetividad deteriorada.
CONDICIONES SOCIALES
En el caso del Estado de México, los datos contenidos en las averiguaciones previas
permiten afirmar que poco más de la mitad de las víctimas (51%) se concentra en el rango
de edad que va de los 16 a los 40 años, conformándose como el sector en mayor riesgo.
Se trata pues de un amplio rango de edad que incluye a las mujeres en una de sus etapas
más social y sexualmente activas. El resto de las víctimas (la otra mitad) se distribuye de la
siguiente manera: 15% son mujeres de cero a 15 años, y 34% tiene 40 años y más. Por lo
que se refiere a su estado civil, la mayoría de las mujeres asesinadas son catalogadas, por
declaraciones de familiares, amigos y testigos, dentro de algún tipo de relación de pareja,
ya sea formal o informal (casada, divorciada, separada o en unión libre). En esta situación
se encuentra 55% de las víctimas. Mientras que las mujeres reportadas simplemente como
solteras abarcan 28% de las actas ministeriales revisadas. Del resto de las víctimas no se
señala ningún tipo de dato al respecto. Cabe destacar que 58% de las mujeres que han
sido objeto de violencia asesina tiene hijos, mientras que 27% no tiene descendencia.9 De
aquellas mujeres que se sabe tienen hijos, 93% tuvo de uno a cuatro hijos. De este universo,
57% tuvo de uno a dos hijos, mientras que 33% se reportó que tenía de tres a cuatro hijos.
El resto (10%) más de cuatro hijos.
En gran parte de las averiguaciones previas analizadas se encontró que casi la totalidad de
las mujeres asesinadas se encontraba inserta en la economía informal, desempeñándose
como meseras, empleadas domésticas, cocineras en pequeños establecimientos o
empleadas en tiendas de autoservicio. Otras más eran amas de casa, labor que
intercalaban con actividades en el pequeño comercio establecido o en el comercio informal;
en otros casos, aunque eran las menos, se desempeñaban como obreras; el resto laboraba
como edecán a tiempo parcial, trabajadora del sexo comercial, así como empleada en bares
y cantinas.
En un espacio donde la densidad social se encuentra fracturada y la individualidad está
despojada de soportes sociales e institucionales, sus habitantes viven en los límites de
prácticamente cualquier cosa. lo que se quiere subrayar es que las condiciones de vida de
las víctimas de feminicidios están insertas en una dinámica social donde la violencia se
propaga porque, de alguna manera, se encuentra asimilada de distintas maneras en la vida
cotidiana; se puede hablar entonces de un trabajo simbólico reproducido por instituciones
como la familia, la Iglesia, la escuela, el Estado y el trabajo, a partir del cual se perpetúan
interacciones entre los recursos simbólicos que eternizan y naturalizan formas de violencia
y discriminación de lo femenino.
TIPOS Y FORMAS DE VIOLENCIA
El primer tipo de violencia, que se podría llamar de posesión (con 31% de los casos), tiene
como fin manipular e infligir dolor al cuerpo femenino, antes de provocar la muerte. aquí, el
objetivo no es necesariamente la violación sexual; aunque sí la desarticulación de las
posibilidades de resistencia de la víctima y la inscripción de significaciones de poder sobre
su cuerpo. El segundo tipo (que concentra 16% de las averiguaciones revisadas) refiere a
la violencia de carácter pasional, la cual se ejerce para anular la subjetividad sentimental
que el victimario reconoce en la víctima. En muchos de los casos destruye la independencia
y la capacidad de decisión de las mujeres sobre el destino de un vínculo amoroso. El tercer
tipo de violencia es la intrafamiliar (del que forma parte 16% del total de averiguaciones
analizadas). En este caso, la víctima es asesinada después de un largo proceso de abusos
por parte de su pareja sentimental. Un cuarto tipo de violencia (con 7% de los casos) deriva
de la explotación sexual, de las condiciones de opresión y comercio de las trabajadoras
sexuales. Finalmente, un quinto tipo es la violencia homicida derivada de actividades como
el robo o el secuestro (aglutinando 30% de las averiguaciones).
Tomando en cuenta la investigación de Julia Monárrez en Ciudad Juárez y otros estudios
sobre el fenómeno de violencia en contra de las mujeres, específicamente su forma más
extrema como la violencia feminicida, se han catalogado las siguientes modalidades,
(Monárrez, Julia-2010).
1. Íntimo. Es la muerte de una mujer cometida por un hombre con quien la víctima tenía o
había tenido una relación o vínculo íntimo: marido, exmarido, compañero, novio, exnovio o
amante, persona con quien se procreó un niño o una niña. Se incluye el supuesto del amigo
que asesina a una mujer —amiga o conocida— que rechazó entablar una relación íntima
(sentimental o sexual) con esta.
2. No íntimo. Es la muerte de una mujer cometida por un hombre desconocido con quien
la víctima no tenía ningún tipo de relación. Por ejemplo, una agresión sexual que culmina
en el asesinato de una mujer a manos de un extraño. También se considera el caso del
vecino que mata a su vecina sin que existiera entre ambos algún tipo de relación o vínculo.
3. Infantil. Es la muerte de una niña menor de 14 años de edad cometida por un hombre
en el contexto de una relación de responsabilidad, confianza o poder que le otorga su
situación adulta sobre la minoría de edad de la niña.
4. Familiar. Es la muerte de una mujer en el contexto de una relación de parentesco entre
la víctima y el victimario. El parentesco puede ser por consanguinidad, afinidad o adopción.
5. Por conexión. Hace referencia al caso de la muerte de una mujer “en la línea de fuego”
por parte de un hombre en el mismo lugar en el que mata o intenta matar a otra mujer.
Puede tratarse de una amiga, una pariente de la víctima, madre, hija, o de una mujer extraña
que se encontraba en el mismo escenario donde el victimario atacó a la víctima.
6. Sexual sistémico desorganizado. La muerte de las mujeres está acompañada por el
secuestro, la tortura y/o la violación. Se presume que los sujetos activos matan a la víctima
en un período determinado.
7. Sexual sistémico organizado. Se presume que en estos casos los sujetos activos
pueden actuar como una red organizada de feminicidas sexuales, con un método
consciente y planificado en un largo e indeterminado período.
8. Por prostitución o por ocupaciones estigmatizadas. Es la muerte de una mujer que
ejerce la prostitución y/u otra ocupación (como strippers, camareras, masajistas o bailarinas
en locales nocturnos) cometida por uno o varios hombres. Incluye los casos en los que el
victimario (o los victimarios) asesina a la mujer motivado por el odio y la misoginia que
despierta en este la condición de prostituta de la víctima. Esta modalidad evidencia la carga
de estigmatización social y justificación del accionar delictivo por parte de los sujetos: “se
lo merecía”; “ella se lo buscó por lo que hacía”; “era una mala mujer”; “su vida no valía
nada”.
9. Por trata. Es la muerte de mujeres producida en una situación de trata de personas. Por
“trata” se entiende la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de
personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, ya
sean rapto, fraude, engaño, abuso de poder o la concesión o recepción de pagos o
beneficios para obtener el consentimiento de la o las personas con fines de explotación.
Esta explotación incluye, como mínimo, la prostitución ajena u otras formas de explotación
sexual, los trabajos forzados o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a
la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos.
10. Por tráfico. Es la muerte de mujeres producida en una situación de tráfico de migrantes.
Por tráfico se entiende la facilitación de la entrada ilegal de una persona en un Estado del
cual dicha persona no sea nacional o residente permanente, con el fin de obtener directa o
indirectamente, un beneficio financiero u otro beneficio de orden material.
11. Transfóbico. Es la muerte de una mujer transgénero o transexual y en la que el
victimario (o los victimarios) la mata por su condición o identidad de género transexual, por
odio o rechazo de la misma.
12. Lesbofóbicos. Es la muerte de una mujer lesbiana en la que el victimario (o los
victimarios) la mata por su orientación sexual, por el odio o rechazo de la misma.
13. Racista. Es la muerte de una mujer por odio o rechazo hacia su origen étnico, racial o
sus rasgos fenotípicos.
14. Por mutilación genital femenina. Es la muerte de una niña o mujer a consecuencia
de una práctica de mutilación genital.
CONCLUSIÓN
En México actualmente hay mas de 7 mujeres muertas cada dia. Más de 23,800 asesinadas
en una sola decada, para llevar a cabo una investigación dicha como feminicidio, los
familiares tienen que ser persistentes y forzar a la ley para que haga su trabajo y castiguen
con la pena máxima a los causantes de la muerte de sus esposas, hermanas, hijas, tias,
amigas o simplemente una mujer; la del sexo debil como muchos hombres las catalogan.
Cada vez mas se incrementa la violencia y la saña con que maltratan a las mujeres,
produciendoles un mayor dolor hasta llevarlas a la muerte.
Hay que tomar conciencia como ciudadadanos y empezar desde los valores inculcados en
el hogar,ya que tenemos los mismos derechos y obligaciones; de esta manera,
contribuiremos a mejorar la calidad de vida de nuestra población.
El aceptar la igualdad de genero es el primer paso para comenzar el cambio.
Como dice la frase celebre de Benito Juárez: EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA
PAZ”
BIBLIOGRAFIA