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Miguel Manrique

Politólogo

UNIVERSIDAD CENTRAL DE VENEZUELA


FACULTAD DE CIENCIAS JURIDICAS Y POLITICAS
CENTRO DE ESTUDIOS DE POSTGRADO
ESPECIALIZACION EN PROCESOS Y SISTEMAS ELECTORALES

TRIBUNAL SUPREMO DE JUSTICIA


CONGRESO INTERNACIONAL DE DERECHO ELECTORAL Y
PARTICIPACION CIUDADANA
29,30 Y 31 DE OCTUBRE 2007

TITULO DE LA PONENCIA:

LA CALIDAD DEMOCRATICA DE LA PARTICIPACION POLITICA

MIGUEL MANRIQUE

CARACAS, OCTUBRE 2007

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Miguel Manrique
Politólogo

LA CALIDAD DEMOCRATICA DE LA PARTICIPACION POLITICA

En esta exposición intento examinar los alcances y las limitaciones de la relación entre
política, democracia y ciudadanía; en tiempos de incertidumbres globales, de
transformaciones políticas radicales locales y de preparativos para supuestas amenazas
asimétricas. Esta reflexión, se presenta en términos prioritarios por tres razones: una,
porque las ciencias sociales en general y las ciencias políticas en particular, transitan por
una crisis epistemológica de largo aliento, la cual arroja pesadas sospechas sobre la
capacidad comprensiva y explicativa de los ahora viejos conocimientos que, nos permitían
proponer cierto tipo de orden al aparente caos como se presenta la realidad política y, darle
algún tipo de razonamiento lógico; dos, porque nada ni nadie puede escapar a los efectos
inconmensurables liberados por las colosales dinámicas de la mundialización y, tres,
porque en América Latina y en particular en Venezuela, se experimentan intensos cambios
y transformaciones en la esfera política. Estos procesos, nos gusten o no nos gusten,
estemos de acuerdo con ellos o no, están afectando nuestras vidas y moldeando el futuro de
las próximas generaciones.

Al colocar el análisis de la participación ciudadana en este complejo contexto intelectual y


de aparente anarquía de novedosas realidades políticas saturadas de incertidumbre,
podríamos ser tentados por la desesperanza, la apatía, las posturas anómicas y dejar a otros
pensar sobre las alternativas posibles y decidir sobre nuestro destino, lo que sería mucho
más agobiante para nuestra ya maltrecha condición humana. Si, por el contrario, asumimos
la postura de los pluralistas(Kariel, 1968) de finales del siglo XIX y comienzos del XX,
quienes defendían el supuesto de que, el ser social logra alcanzar su condición de ser
humano, participando en los procesos de decisión que los afectan; la participación política
de los ciudadanos se nos presenta como la principal opción para elevar la calidad
democrática de las relaciones políticas y contribuir con la formulación de las políticas
públicas que impactan nuestra calidad de vida. El dilema de participar directamente o dejar
en manos de otros las decisiones, podría resolverse asumiendo que, sólo participando
activamente en los procesos sociales y políticos, contribuiremos con los desarrollos de
reingeniería social y política en curso; sin embargo, cada experiencia histórica es singular
y el problema de la participación política en democracia se plantea en términos plurales y

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específicos, estrechamente relacionados con la cultura política prevaleciente, con el grado


de desarrollo de las instituciones de la democracia, con la madurez y la experiencia de los
funcionarios electos en el manejo de los asuntos públicos.

Así mismo, reflexionar sobre la participación ciudadana y la calidad de la democracia nos


obliga a ponerle atención a la cadena semántica constituida por estas cuatro categorías
analíticas de la politología: política, democracia, participación y ciudadanía. Las
interacciones observadas entre estas categorías políticas hacen presumir que, todas ellas
giran alrededor de la idea, visión o definición de la política; quizás por esta razón los
filósofos más renombrados dedicaron tanta atención al problema de la política, a su
definición. Platon (Ebenstein, 1965), Aristóteles, (Ebenstein, 1965) Maquiavelo (Ebenstein,
1965) y tantos otros, hicieron sostenidos esfuerzos intelectuales por responder a la eterna
pregunta ¿Qué es la política?

Igual suerte ha tenido la idea de la democracia. Desde Pericles (Tucidides, 1978), quien en
su célebre oración fúnebre, afirmó:

“Nuestra constitución no copia leyes, de los estados vecinos. Más bien somos patrón de
referencia para los demás, en lugar de ser imitadores de otros. Su gestión favorece a la
pluralidad en lugar de preferir a unos pocos. De ahí que la llamamos democracia.”

Hasta los contemporáneos: Giovanni Sartori(Sartori, 1988), Robert Dahl(Dahl, La


Poliarquía, 1989), Norberto Bobbio(Bobbio, 1989), David Held(Held, 1996) , hicieron lo
propio para responder al interrogante ¿Qué es la democracia?, ¿Qué es la dictadura?, ¿Qué
es el autoritarismo?, ¿Qué es la cultura política? ¿En qué consiste la participación política?,
y así sucesivamente, indagación tras indagación, interrogantes tras interrogantes se
construyó lo que hoy conocemos como politología, estudios políticos o con mucha mayor
pretensión intelectual: la Ciencia Política. Que no es otra cosa que, el conjunto de saberes
provenientes de la psicología, la sociología, la antropología, la historia, la filosofía, las
matemáticas, las estadísticas, las relaciones internacionales e incluso militares y religiosas.
Todas ellas, centradas en los asuntos del poder político y su distribución entre los grupos
sociales diferenciados existentes en cada sociedad. Podemos concluir que, se trata de una
actividad intelectual orientada al análisis de la “cosa pública”, área sensible de la

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participación ciudadana donde los intereses y valores de los actores políticos entran en
competencia. Quienes participan en la lucha por el poder, tanto los que están en el
gobierno, como aquellos que se le oponen, son el objeto sobre el cual recae la actividad
científica de los politólogos. Esta es una de las razones por las cuales, en aquellos países
donde se instauran regímenes autoritarios y militaristas, los estudios políticos, sus
instituciones, sus profesores e investigadores han sido sometidos a procesos de exclusión y
persecución política.

La visión de la política estará en correspondencia con el grado de compromiso de los


ciudadanos politizados con los fines de la disputa por el poder, de los medios a través de los
cuales se desarrolla esa lucha y de la calidad de la participación de los ciudadanos,
convertidos en actores políticos. Los requisitos para tener la oportunidad de formular y
manifestar las preferencias políticas, está relacionada con las garantías formalmente
establecidas en las Constituciones y la existencia de mecanismos idóneos para el ejercicio
de los derechos civiles y políticos, modernamente denominados derechos humanos. En tal
sentido, la mayor o menor participación ciudadana en la formación, formulación,
elaboración, adopción, ejecución y control de las políticas públicas, está formalmente
vinculada con el tipo y calidad democrática del sistema político establecido en la
Constitución y desarrollado por los ciudadanos.

En consecuencia, nosotros también debemos interrogarnos, una vez más. ¿Qué es la


política? La política es el encuentro tenso de fuerzas sociales divergentes, las cuales se
disputan la influencia, el control y la asignación de los recursos del poder(Dowse, 1975)
con el fin de distribuirlos entre los grupos sociales diferenciados, según el lugar que
realmente ocupan en el proceso productivo material e intelectual de la sociedad. Desde esta
perspectiva, la política no es otra cosa que, lucha entre individuos, grupos, organizaciones,
Estados y alianzas entre Estados por el control de los recursos del poder. Por lo tanto, la
política, sus instituciones, su estructura valorativa formal e informal, es el resultado de la
actividad creatividad del ser humano actuando bajo la presión de sus necesidades.

Si las reglas que regulan la actividad política establecidas en la Constitución son, las
formuladas por el modelo o teoría de la democracia, los ciudadanos podrán contar con la
certidumbre de cuando, como y donde serán movilizados a la confrontación política. Si las

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reglas escogidas son las propias de la democracia representativa con acento elitista, la
participación ciudadana en la política se limitará al proceso de selección del liderazgo
público, es decir, votar por aquellos candidatos de su preferencia para ocupar, por un
tiempo determinado, los cargos de elección pública. Así la actividad política queda en
manos de los funcionarios electos y, el resto de los ciudadanos se retiran de la escena
pública y dejan el proceso político a los profesionales seleccionados para tal rol.

Este modelo elitista, democrático y representativo, parte del supuesto que los ciudadanos
deben ejercer un control con su voto sobre los funcionarios electos al concluir el periodo de
su gestión; si considera que, ha actuado de acuerdo a las expectativas de los electores
podrá ser favorecido con la reelección, si no, los electores buscarán otra alternativa. Como
puede observarse, este modelo es escasamente participativo. Quienes defienden este
sistema de distribución del poder suelen afirmar que, la política es un asunto lo
suficientemente complejo e incierto que hay que dejarlo en manos de quienes están mejor
preparados profesionalmente y cuentan con los recursos y el tiempo necesario para
dedicarse exclusivamente a la actividad política. Así mismo, afirman que, la intervención y
la movilización de los ciudadanos a la acción política, puede generar las condiciones para el
surgimiento de un liderazgo irresponsable quienes, apoyados en el desconocimiento, la falta
de información y la ignorancia en los asuntos públicos de la mayoría de los ciudadanos,
podrían ser objeto de la manipulación y la demagogia.

Si por el contrario, las reglas formales garantizan una amplia participación de los
ciudadanos en los procesos de formación, elaboración, toma y ejecución de las decisiones
que afectan a toda la comunidad, nos encontramos con un modelo democrático
representativo, pluralista y participativo. Representativo, por cuanto, aún cuando la
humanidad ha desarrollado la tecnología electoral necesaria para promover un mayor grado
de participación directa de los ciudadanos, ni el asambleismo permanente, ni la
institucionalización de los Consejos Comunales, ni la organización de un supuesto poder
popular, tendrán la virtud política y democrática que tiene el concepto, un ciudadano un
voto, para nombrar a los funcionarios públicos en los cargos de elección universal directa y
secreta. Si aceptamos el supuesto que, la democracia es, sobre cualquier otra consideración,
el poder de los ciudadanos con derecho al sufragio universal, directo y secreto, cuya

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expresión democrática reside en el acto de votar; la naturaleza y el carácter representativo


de la democracia es irrenunciable e irrevocable. Pluralista, por garantizar la libre
asociación y representación en las instituciones deliberativas creadas por la democracia, a
partir de la cantidad de votos acumulados en el acto electoral, de todos aquellos ciudadanos
que manifiesten interés en proponer, defender y controlar la ejecución de sus preferencias
políticas, sin más limitaciones que las establecidas en la estructura normativa.
Participativo, por garantizar que todas las opciones y alternativas de decisión son
ampliamente difundidas, debatidas y asumidas por un extenso consenso o por el voto
mayoritario de los miembros adultos de la comunidad.

Los pluralistas, han sintetizados los requisitos para que se dé la democracia en comunidades
muy numerosos. Afirman que, se requieren las garantías institucionales de: libertad de
organizar las preferencias, libertad de expresarlas, libertad de voto, libertad para buscar
apoyo, diversidad de fuentes de información, elegibilidad de los cargos públicos, elecciones
libres e imparciales e instituciones que garanticen que las políticas del gobierno dependan
de los votos y demás formas de expresar las preferencias. Los pluralistas sostienen que tales
garantías permiten a los ciudadanos participar para formular y manifestar sus preferencias.

Así mismo, defienden el supuesto que, el conjunto de garantías señaladas permiten recibir
igual trato por parte del gobierno al ponderar las preferencias. Sin embargo, las
investigaciones empíricas adelantadas bajo tales supuestos en los países donde los líderes
del gobierno son producto de votaciones, ha dada como resultado que, el modelo
democrático pluralista presenta una diversidad de limitaciones y formas de realizarse que,
ha llevado al politólogo norteamericano de la Universidad de Yale, profesor Robert Dahl, a
proponer la categoría Poliarquía para dar cuenta de sus investigaciones empíricas sobre las
democracias existentes y dejar la calificación de democracia como un ideal a ser alcanzado.

Por su lado, el politólogo inglés David Held de la Universidad de Open Comunity al


analizar el desarrollo de la democracia encuentra una gran variedad de modelos
democráticos a lo largo de la historia relacionada por influencias teóricas y pautas de
comportamientos. En el caso de la democracia representativa esta sirve de modelo en sus
dos variantes, protectora y desarrollista (Held, 1996). Estos modelos, han competido
durante los últimos dos siglos por imponerse como el paradigma más aceptado, dando

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origen a la llamada democracia elitista competitiva, a la democracia pluralista y en los


tiempos en que vivimos a la democracia legal propia de la derecha europea y la
democracia participativa con inclinación de izquierda, también europea, con la
incorporación de propuestas de democracia directa vía referéndum, plebiscitos y asambleas.

Bastaría con subrayar las limitaciones de los modelos de la democracia elitista(Bachrach,


1967) y la democracia pluralista(Dahl, La Democracia y sus Criticos, 1991) para concluir
que, de lo que se trata es de continuar indagando, interrogando y creando nuevas variantes
del modelo democrático que garanticen, cada vez más, la inclusión consiente y la
participación de los ciudadanos en una variedad y pluralidad tal que, logre incluir todas las
preferencias en los procesos de adopción de decisiones a todos los niveles de la estructura
del sistema político y de todas las formas de asociación de interés disimiles y en
competencia que surgen en toda sociedad estructurada por grupos socialmente
diferenciados . En este sentido, la democracia como modelo teórico se presenta como
inagotable. Su desarrollo a lo largo de la historia de la humanidad se encuentra asociado a
las condiciones culturales, económicas, políticas y sociales en las cuales se ha intentado
establecer, de allí su variedad. A la democracia participativa radical o de izquierda se les
plantea para la solución de los problemas y limitaciones crear más y mejores instituciones
democráticas.

¿Por qué la democracia participativa surge como el sistema con mayores potencialidades
para la competencia política civilizada? Las razones por las cuales la democracia
participativa se encuentra en mejores condiciones para responder a las exigencias
democráticas mundializadoras son: una, aprovecha las experiencias y la capacidad de todos;
dos, promueve la legitimidad; tres, desarrolla nuevas formas de participación; cuatro,
mejora la calidad de vida; y cinco, mejora la calidad de la propia democracia. Este modelo
de democracia y otras formas no deben considerarse como excluyentes. Por el contrario,
cada una de ellas contribuye, desde su perspectiva a que la democracia representativa
incorpore a su modelo otras formas e instituciones las cuales abran canales de elevada
calidad participativa. En el mundo de la realidad, la democracia representativa y
participativa puede utilizar propuestas y métodos propios de diversas variantes
democráticas.

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El problema del concepto de democracia participativa es de, cómo hacerlo compatible con
el gobierno de la mayoría. Todos los ciudadanos que podrían ser afectados por una
decisión deberían tener la oportunidad de participar en el proceso de elaboración, adopción
y ejecución de la decisión. Esto implica que, se tomen decisiones mayoritarias dentro de un
clima de consenso en cuestiones relativas a principios y derechos humanos. Este es un
proceso de innovación que debe apuntar a promover dispositivos prácticos de participación,
medios transparentes de información e investigación, instrucción de las técnicas de
participación y una política compartida que defina sus metas destinadas a generar una
intensa dinámica de participación en las decisiones del barrio, del municipio, de la
provincia y de todo el país, con el resultado de concertación, tolerancia y colaboración que
mejora la calidad de vida y la calidad de la democracia. Debe evitarse la “fatiga de
combate” de los ciudadanos, extenuados por las constantes movilizaciones, consultas y
debates. Por lo tanto, tiene que haber un procedimiento representativo. Las iniciativas de
democracia participativa no deben orientarse a organizar una utópica democracia directa
sino a promover al grado más alto y amplio posible de participación ciudadana en un
interactuante entorno institucional.

En América Latina los gobierno burocráticos-autoritarios (O'Donell, 1975), cedieron ante la


presión de las organizaciones políticas democráticas y las instituciones de la naciente
sociedad civil, abriendo así una nueva oleada democrática en aquellos países donde las
alianzas de las elites tecnocráticas de civiles y militares habían violentado el Estado de
Derecho e instaurados regímenes autocráticos y autoritarios. En este contexto se vive un
periodo de transición de las dictaduras a la democracia representativa. Sin embargo, sería
un error extender a todos los países de A.L. esta situación de transición política hacia la
democracia. Colombia, México y Venezuela, se encuentran, por el contrario, en una
situación de agotamiento del modelo de democracia representativa de partido único, caso
México; de conflicto armado en Colombia y de un excepcional pacto político, de
democracia representativa en Venezuela. Costa Rica, por el contrario destaca por una
prolongada democracia de partidos en donde un presidente democrático eliminó el ejército
en 1950.

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En la región compiten, la clásica democracia representativa con elementos de democracia


participativa y refrendaría, y las propuestas de democracia participativa y protagónica,
junto a referéndum y asambleas de ciudadanos, como es el caso de la experiencia
venezolana. Las exigencias de abrir espacios y modos inéditos de participación política se
dan en A.L en dos sentidos distintos y en cierta medida con una calidad democrática
apreciable. Unos, solicitan la recuperación de una democracia representativa apoyada en
sistemas de partidos y otros, proponen la construcción de nuevas instituciones políticas a
partir de la noción de democracia participativa y protagónica. Lo cual coloca el análisis en
una óptica critica de las limitaciones intrínsecas al modelo democrático representativo,
frente a propuestas renovadoras en lo político.

Ya hemos afirmado que, la política es creación humana, no nos viene dada por la
naturaleza, ni es obra de los espíritus; es el producto de la interacción tensa, conflictiva, y
competitiva entre valores, intereses y aspiraciones humanas; las cuales adquieren la forman
de lucha entre los grupos sociales diferenciados que existen en cada sociedad. Esta lucha,
puede plantearse en términos distributivos o existenciales. Si en la percepción de la
política, de quienes se encuentran actuando como portadores de los intereses en pugna,
priva la visión distributiva; los valores típicos de la democracia en sus diversas variaciones
tenderán a permear las redes de comunicación del sistema político y las relaciones sociales
se caracterizarán por la tolerancia, el respeto mutuo, la aceptación de las minorías, el
consenso, la valorización de los derechos humanos y la búsqueda de la paz; si, por el
contrario, la política se plantea en términos de amigo-enemigo los escenarios públicos y la
sociedad se verá impulsada hacia la intolerancia, la exclusión, el autoritarismo y en última
instancia el uso no democrático de la fuerza, para doblegar la voluntad del contrario y hacer
que obedezca.

En Venezuela, se han ensayado una variedad de instituciones para darle cuerpo y


existencia social a una renovada democracia “con el fin supremo de refundar la República
para establecer una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y
pluricultural en un Estado de justicia, federal y descentralizada”. Tal y como reza en el
preámbulo de la Constitución de 1999. (1999, 2000). “Son medios de participación y
protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la elección de cargos

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públicos, el referendo, la consulta popular, la revocatoria del mandato, las iniciativas


legislativa, constitucional y constituyente, el cabildo abierto y la asamblea de ciudadanos y
ciudadanas cuyas decisiones serán de carácter vinculante, entre otros; y en lo social y
económico, las instancias de atención ciudadana, la autogestión, la cogestión, las
cooperativas en todas sus formas incluyendo las de carácter financiero, las cajas de
ahorro, la empresa comunitaria y demás formas asociativas guiadas por los valores de la
mutua cooperación y la solidaridad.” (1999, 2000).

Aún cuando el Constituyente del 99 no incluyó en el preámbulo de la nueva Constitución el


carácter representativo de la democracia, cuando desarrolla los medios de participación
democrática y protagónica afirma el carácter electoral de los cargos públicos: “Son medios
de participación y protagonismo del pueblo en ejercicio de su soberanía, en lo político: la
elección de cargos públicos,…”. Así mismo, una de las reformas más audaces incorporadas
por el constituyente del 99 es la creación del Poder Electoral con rango constitucional. Es
precisamente en el Capítulo V donde se dan las máximas garantía de participación política
a los ciudadanos venezolanos creando el instrumento institucional independiente de los
otros poderes del Estado a fin de lograr la mayor transparencia en el ejercicio de la
participación electoral. El carácter representativo de la democracia venezolana resulta
incuestionable. De tal forma que, el nuevo modelo político es democrático, representativo,
participativo y protagónico, aún cuando los más radicales defensores del proceso político se
resistan a admitirlo y tiendan a escamotearlo.

De acuerdo a estos cambios constitucionales, cualquier decisión esencial puede y debe ser
consultada vía referéndum a todos los ciudadanos adultos inscritos en el registro electoral,
sea una Ley o sea la posibilidad de que los electores decidan a mitad de período solicitar la
convocatoria de un referéndum revocatorio, es sin duda una forma de democratización.
Incluso el Presidente de República está sujeto a este novedoso control ya vivimos esta
experiencia de participación refrendaria para revocar el mandado al ciudadano Presidente.

Así mismo, de acuerdo con la Constitución del 99, los ciudadanos organizados tienen la
facultad de promover leyes y recoger firmas para llevar proyectos de Ley ante la Asamblea
Nacional y ésta, está en la obligación de incorporarlos a la agenda de la Asamblea y
discutirlos si se consignan las firmas establecidas en la Ley. La contraloría, los diversos

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concejos de planificación, el parlamentarismo de calle, las juntas comunales


complementan los medios de participación política protagónica de los venezolanos. Cada
uno de ellos tiene sus ventajas y limitaciones que afectan la calidad democracia
representativa, participativa y protagónica establecida en la Constitución de 1999.

El Referéndum Revocatorio es un instrumento de participación política de los ciudadanos


que debe dársele todo el valor posible, se trata de un modo de participación política único,
si se practica civilizadamente, contribuiría a aumentar la calidad democrática del modelo
político en conformación y reforzaría la cultura democrática de la responsabilidad política y
del control ciudadano sobre el liderazgo electo. Sin embargo, la convocatoria a referendos y
a constituyentes constantes podría generar tensiones y conflictos políticos innecesarios
para el nuevo modelo democrático que se desea construir. ¿Si el mandato es por 7 años por
que no reducirlo a cuatro y se obvia el referéndum revocatorio?.

El año pasado, el 7 de abril del 2006, la Asamblea Nacional aprobó la Ley de los Consejos
Comunales en el marco constitucional de la democracia participativa y protagónica,
creando de esta forma nuevas instancias de participación ciudadana. La primera instancia
de participación ciudadana para el ejercicio del poder, la participación y el protagonismo
de base es la Asamblea de ciudadanos y ciudadanas, con amplias atribuciones cuyas
decisiones afectan la vida de todos los miembros de la comunidad. Una de sus atribuciones
es constituir el Consejo Comunal el cual será la instancia ejecutiva de la Asamblea de
Ciudadanos y ciudadanas.

Al lado de los Consejos Comunales, la Ley crea la figura de la Comisión Presidencial del
Poder Popular, cuya Comisión Nacional será designada por el Poder Ejecutivo y ella
designará las Comisiones Regionales y Locales por cada municipio, todas ellas designadas
previa aprobación del Presidente de la República. Así mismo, la Ley establece la Comisión
Especial de la Asamblea Nacional, para que conjuntamente con las comisiones
presidenciales respectivas, realicen una evaluación del proceso de constitución y
funcionamiento de los consejos comunales. Así mismo, se destaca que el legislador en un
esfuerzo por transferir el mayor grado de poder a los participantes en la Asamblea de
Ciudadanos y Ciudadanos estableció La Unidad de Contraloría Social electos en la
Asamblea a fin de realizar la contraloría social y fiscalización, control y supervisión del

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manejo de los recursos asignados, recibidos o generados por el consejo comunal, así como
sobre los programas y proyectos de inversión pública presupuestados y ejecutados por el
gobierno nacional, regional o municipal.

En este aspecto la periodista ítalo-venezolana, Marisa Bafile, miembro del Partido


Demócrata de Centro Izquierda Socialista (DS), Diputada por la Circunscripción América
Meridional, ante el Parlamento Italiano al presentar un informe sobre Venezuela afirmó lo
siguiente:

"Me temo que el más grave peligro de todas estas nuevas instituciones es que pueden ser
un purgante mientras no logren estabilidad y mientras los ciudadanos y los dirigentes
políticos no aprendan a hacer un uso prudente de ellas. En el caso de los referendos,
pueden introducir inestabilidad en la gestión, y el parlamentarismo de calle, y la
democracia directa significan que se dejan esquirlas del poder constituyente dentro del
poder constituido, lo cual es un gran riesgo. Si un gobierno determinado o un sistema
político determinado tienen el poder de convocar constantemente a una Constituyente
mediante mayorías no absolutas sino relativas, ello indica que pueden cambiar las reglas
de juego fundamentales -la Constitución- a placer y cuando les convenga. Esto quiere
decir que no hay reglas democráticas estables, que las reglas de juego están en suspenso, y
lo que eso claramente implica es que se gobierna mediante un estado de excepción
permanente.”… “Una cosa es profundizar la participación para complementar el déficit
implícito en la democracia representativa mediante nuevas instituciones y reformas para la
participación y el control popular, y otra cosa es –en nombre de la democracia directa y
participativa derrumbar instituciones que son garantes de la libertad, la democracia
procedimental mínima y la estabilidad del sistema político venezolano, incluyendo las
instituciones y los poderes públicos”.

En cuanto a la Contraloría social habría que señalar los problemas que se planean en
relación a las competencias de la Contraloría General de la República. A todas luces se trata
de una duplicidad de funciones de órganos de distinto origen y calidad profesional para tan
delicadas funciones públicas. El asunto de fondo que podría explicar tal yuxtaposición de
funciones públicas es la idea de que la Contraloría General de la República es una
institución burocrática anacrónica por formar parte de la estructura de un poder público

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elitista, sin ningún tipo de relación con las instituciones de la democracia participativa y
protagónica, por lo tanto, se busca su sustitución, trasladando la función contralora a la
Asamblea de ciudadanos y ciudadanas. Por otra parte, también la Asamblea Nacional está
siendo cuestionada y sustituida en una de sus funciones ejercer la función contralora a
través de la atribución de nombrar al Contralor. Tal responsabilidad queda disminuida por
la función de contraloría social atribuida a la Asamblea Comunal.

Quizás el asunto más grave para las relaciones democráticas que, permiten el
funcionamiento del sistema político venezolano es, el componente débilmente democrático
implícito en la Ley de Consejos Comunales y la Ley de participación política y Poder
Popular que, no comentamos por encontrarse estancada en la Asamblea Nacional.
Ciertamente, quien se detiene y analiza la estructura orgánica propuesta en la Ley de los
Consejos Comunales observa una clara tendencia a burocratizar los medios y mecanismos
de participación por parte del Ejecutivo y la Asamblea Nacional, quienes designan unidades
tripartitas –Ejecutivo Legislativo y Asambleas de ciudadanos- para observar e incidir sobre
el proceso participativo y protagónico. Suerte de democracia elitista, protectora y
paternalista creada por el exceso de preocupación frente a la utópica participación directa
de los ciudadanos.

Un último comentario en relación a los efectos retroactivos en el funcionamiento del


sistema político del la Ley de los Consejos Comunales. De acuerdo a las reglas formales
establecidas en la Constitución de 1999, entre los componentes institucionales del sistema
político venezolano existe una estructura de formación, adopción y ejecución de las
políticas públicas: 335 Concejos Municipales, 21 Gobernaciones estadales y un estructura
administrativa burocratizada compuesta por múltiples Ministerio del Poder Popular y entes
descentralizadas; y por si fuese poco una estructura paralela a los Ministerios constituida
por las Misiones, que en fin de cuentas es otro mecanismo de participación en la ejecución
de las políticas públicas entre ciudadanos y soldados.

Todas estas estructuras son el producto de las decisiones históricas del sistema democrático
representativo y las propuestas en la Ley de los Consejos Comunales y otras de
participación política y protagónica corresponden a una variante del modelo democrático.
Probablemente nos encontramos ante una experiencia de reingeniería política donde

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elementos constitutivos de variantes no excluyentes del modelo democrático las cuales se


podrían ensamblar en un modelo mixto de democracia directa a nivel de pequeñas
comunidades, de democracia participativa en las llamadas organizaciones de la sociedad
civil y las organizaciones con fines políticos, principalmente los partidos políticos, viejos y
nuevos; y de democracia representativa en el movimiento sindical y en las selección de los
funcionarios públicos de elección universal, directa y secreta: Presidente de la República,
Gobernadores, Alcaldes, diputados Regionales y Nacionales y Concejales.

Lo que no pareciera posible ni deseable es el Asambleismo y la práctica de una irrealizable


democracia directa permanente, para todas las organizaciones de la sociedad civil. Un
prerrequisito que, surge en el contexto de la experiencia política venezolana, para que el
proyecto de transformación democrática socialista avance, es reducir al máximo el peso del
presidencialismo en la vida cotidiana, el exceso del personalismo político en detrimento de
institucionalización de lo político; alejarse progresivamente del paternalismo y
autoritarismo político, estimulando una cultura política democrática participativa, de
respeto al contrario, tolerante de la disidencia y de elevada responsabilidad en la
administración de los recursos del Estado que, en fin de cuentas son recursos de todos los
ciudadanos y no sólo de quienes circunstancialmente detentan las posiciones de decisión
máxima de la sociedad.

Finalmente, permítanme llamar la atención sobre la participación política de un segmento


de la sociedad que voluntariamente ha escogido limitar su participación política por haber
escogido la carrera de las armas y, se ha constituido, según Max Weber, en la institución
“monopolizadora de la violencia legítima de la sociedad”. Se trata, por supuesto de la
Fuerza Armada Nacional. No hay ninguna duda que, durante los dos siglos de independencia,
las FAN de cada uno de los países de América Latina han participado en los acontecimientos
políticos decisivos acaecidos en nuestras sociedades. Y no sólo por aquello de ser, en los tiempos
de Meternich un instrumento de la política exterior o, el instrumento “de la continuación de la
política por otros medios” como afirmara Clausewitz; sino por su participación en la política
interior a pesar de las limitaciones formales establecidas en las constituciones liberales.

En el caso venezolano, la participación política de la FAN, hay que analizarla desde dos
perspectivas complementarias, la normativa y la empírica. La primera, la encontraremos en

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los textos constitucionales de 1961, 1999 y en la propuesta de reforma del 2007, aún en
discusión. La segunda, será objeto de análisis de la participación de la institución militar en
los acontecimientos políticos críticos del sistema político venezolano moderno. Al
observar con detenimiento los textos de la constitución del 61 y de 1999, notamos como
ambos constituyentes se diferencian en cuanto a la participación política de la FAN; la del
61 se coloca claramente dentro de una perspectiva de firme control del poder civil sobre la
institución militar “apolítica, obediente y no deliberante….asegurar la defensa nacional, la
estabilidad de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes…”
(http://www.analitica.com/bitblio/congreso_venezuela/constitucion1961.asp#tituloIV ,
1961).

Por el contrario el constituyente de 1999, estableció en el artículo 328 que:

“La Fuerza Armada Nacional constituye una institución esencialmente profesional, sin
militancia política,…”Lo cual pareciera sugerir que puede actuar en política pero les está
negado el derecho civil de pertenecer a alguna organización con fines políticos “...
organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía de la nación y
asegurar la integridad del espacio geográfico, mediante la defensa militar, la cooperación
en el mantenimiento del orden interno…”. Desaparece la misión de asegurar la estabilidad
de las instituciones democráticas y el respeto a la Constitución y a las leyes, lo que anuncia
la débil inclinación del constituyente de 1999, a favor de las instituciones de la democracia.
Por el contrario inserta una nueva misión: la participación activa en el desarrollo
nacional, de acuerdo con esta Constitución y la ley.” (1999, 2000). Esta frase abre los
espacios para la participación política de las FAN. El Constituye del 99, también
incorporo el voto militar, de esta forma los militares adquieren la ciudadanía y el derecho
a deliberar sobre candidatos y programa de gobierno. De aquí en adelante facilita a sus
oficiales la participación en los procesos de formulación, adopción y ejecución de
decisiones que afectan a la sociedad en su conjunto, al prestarlos como funcionarios
públicos a diversos niveles de la administración pública. La operación Bolívar 2000, junto
a las numerosas misiones decretadas por el Ejecutivo, en las cuales participa directamente
el personal de tropas y oficiales de la FAN confirman este proceso de politización, el cual
tendera a profundizarse y ampliarse con el tiempo, hasta llegar a la propuesta de reforma
constitucional donde el Presidente solicita sea aprobado un cambio radical en la visión y

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Miguel Manrique
Politólogo

misión de la FAN, apoyado en el respaldo político dado por los votantes en diciembre del
2006.
La propuesta de reforma de la Constitución en materia militar es la más radical en la
historia de la FAN, y se ha redactado de la forma siguiente:

Artículo 328:

“La Fuerza Armada Bolivariana constituye un cuerpo esencialmente patriótico popular y


antiimperialista, organizada por el Estado para garantizar la independencia y soberanía
de la nación, preservarla de cualquier ataque externo o interno y asegurar la integridad
del espacio geográfico, mediante el estudio, planificación y ejecución de la doctrina militar
bolivariana, la aplicación de los principios de la defensa militar integral y la guerra
popular de resistencia, la participación permanente en tareas de mantenimiento de la
seguridad ciudadana, y conservación del orden interno, así como la participación activa
en planes para el desarrollo económico, social, científico y tecnológico de la nación, de
acuerdo con esta Constitución y la ley. En el cumplimiento de su función, estará siempre al
servicio del pueblo venezolano en defensa de sus sagrados intereses y en ningún caso al de
oligarquía alguna o poder imperial extranjero” (Chavez, Hugo, 2007).

Esta propuesta de reforma contiene a mi juicio dos ideas erróneas en cuanto a la


participación política de la FAN. Una, la percepción de largo aliento de la principal
amenaza a los intereses de todos los venezolanos se sitúa en una visión equivocada del
enemigo. “El poder imperial extranjero” es tan vasto e inconmensurable que resulta una
tarea titánica pretender elaborar una política militar con probabilidades de éxito frente a una
definición de tal naturaleza y magnitud. El problema es que resulta difícil distinguir entre
imperialismo y los gobiernos. ¿Qué es el imperialismo?, ¿Qué países lo constituyen?,
¿Cuáles fuerzas sociales lo integran?, ¿Cuántos imperialismos existen a comienzo del siglo
XXI?, ¿Es el imperialismo una fuerza económica, social, política, cultural o ideológica?. Es
un problema epistemológico lo suficientemente complejo como para evitar proponer y
mucho aprobar definir a nuestras FAN como antiimperialistas. Si los EE.UU se conciben
como un país con un gobierno imperialista, el asunto se plantea de forma muy complicada,
puesto que ese país y ese gobierno tenemos unas relaciones de intercambio económico y

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Miguel Manrique
Politólogo

comercial de carácter estratégico. Todos los días hacia la costa este de los EE.UU,
1.500.000 barriles de petróleo y todos los días salen de los puertos y aeropuertos
norteamericanos alimentos, medicinas, repuestos, artículos de primera necesidad y de lujo
en el orden del 60 por ciento de las necesidades de nuestro mercado interno, ¿A quién se le
puede ocurrir identificarlo como enemigo? Este es un problema político de primer orden.
Venezuela debe trazar una estrategia de paz y cooperación mundial, alejada de la visión
amigo-enemigo. Lo cual nos distanciaría de los preparativos para enfrentar supuestos
enemigos internos.

La segunda idea equivoca se encuentra en la misión de la FAN, “la participación


permanente en tareas de mantenimiento de la seguridad ciudadana, y conservación del
orden interno, así como la participación activa en planes para el desarrollo económico,
social, científico y tecnológico de la nación, de acuerdo con esta Constitución y la ley”. La
seguridad ciudadana es un asunto que por su naturaleza corresponde a las autoridades
civiles y a sus fuerzas de orden público y seguridad interior. La Fuerza Militar que se
prepare para cumplir su función de protección territorial, lacustre y aérea y en caso de
necesidad coopere para mantener el orden interno. La participación activa debe
concentrarse en las tareas fronterizas y de lucha contra las fuerzas paramilitares que pululan
en las fronteras colombianas y brasileñas. El desarrollo económico, social, científico y
tecnológico es un área de responsabilidad civil y se les debe dejar en manos de las
instituciones civiles técnica y científicamente preparadas para cumplir tales funciones. La
participación política de los miembros de la FAN debe concentrarse en el voto militar y en
su identificación con la democracia participativa para lograr reforzar soluciones pacificas a
los conflictos en los cuales potencialmente podamos vernos involucrados.

Desde una perspectiva histórica, el análisis de los cambios y las transformaciones del
sistema político venezolano a comienzos del siglo XXI, ponen de relieve cinco
acontecimientos coyunturales que, se destacan en la construcción del modelo político
democrático venezolano y permiten observar la estrecha interacción entre los actores
políticos y militares movilizados para enfrentar los momentos críticos en la distribución de
los recursos escasos entre los diversos sectores sociales diferenciados de la sociedad

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Miguel Manrique
Politólogo

venezolana. De cada una de estas confrontaciones, ha surgido un cierto modelo de


participación política de los ciudadanos civiles y los ciudadanos militares que, han
orientado el funcionamiento del sistema militar y han contribuido a la institucionalización
de la defensa como política pública, dando sentido al tipo de relaciones de subordinación,
obediencia y politización de la institución militar venezolana y su relación con los
ciudadanos.

El primer encuentro se produce el 18 de octubre de 1945, a través de un golpe de estado


llevado a cabo por una combinación de civiles y militares, con proyectos vagamente
coincidentes de modernización política y social. De esta forma, las relaciones
democráticas se incorporan al funcionamiento del sistema político venezolano por la vía
de un golpe de estado, cuyos líderes convocan una Constituyente en 1946 y a elecciones
generales en 1947. Durante este período, se van a establecer contradictorias redes
modernizante entre los partidos políticos, sus líderes y la elite militar profesional. Se
podría afirmar que se trata de la etapa de origen de la relación de subordinación
democrática formal del poder militar al poder civil, tal y como quedó establecido en la
Constitución de 1947 (http://www.analitica.com/bitblioteca/anc/constitucion1947.asp#
CAPITULO%20III), surgida de la Constituyente de 1946. Sin embargo, este tipo de
subordinación democrática fue mediatizada por la presencia de dos oficiales activos en
condición de Ministros de la “Junta Revolucionaria de Gobierno”
(http://www.venezolano.web.ve/archives/288-18-de-octubre-de-1945-Golpe-o-Revolucion-en-
Venezuela.html) y el ejercicio del derecho a veto utilizado por los militares contra la
presencia en el gabinete, de civiles calificados de radicales.

Así mismo, por primera vez en la historia política venezolana centenares de pobladores,
convertidos en electores universales, experimentan y expresan su voluntad política a
través del voto. El método democrático (Dahl, La Poliarquía 1971), expresión típica de la
cultura democrática moderna, estimula la participación ciudadana en la política
contribuyendo a elevar la calidad democrática de la participación. De esta forma, una
alianza de civiles y militares propone movilizar políticamente a ciudadanos analfabetos,
carentes de formación política democrática y con una arraigada cultura política caudillista,
personalista y autoritaria. Es, precisamente, este encuentro entre dos formas de
expresarse la cultura política, históricamente diferenciadas lo que, es necesario incorporar
en el análisis para intentar acercarse a la comprensión y explicación del impacto de esta

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Miguel Manrique
Politólogo

mezcla cultural sobre la participación política de los ciudadanos, el funcionamiento de las


instituciones del sistema político venezolano y su presencia en la gestión, estallido y
solución a la crisis de gobernabilidad del sistema democrático.

El segundo esfuerzo, donde civiles y militares participan activamente en la disputa por el


poder, se produce el 24 de noviembre de 1948
(http:www.analitica.com/bitblio/fan/oficialidad.asp). El coronel Marcos Pérez Jiménez
dirige un golpe militar, con respaldo civil (http://www.analitica.com/ bitblio/urd/1948.asp),
contra el novelista Rómulo Gallegos, primer Presidente surgido de elecciones universales,
directas y secretas, abriendo una etapa de transición hacia una dictadura militar que se
instaura en diciembre de 1952, cuando el gobierno militar desconoce los resultados
electorales, ganados por una coalición de partidos, los cuales quedan excluidos de la
actividad política legal y sus dirigentes perseguidos, presos y exilados. Esta es una época
de predominio de relaciones de subordinación del poder civil al poder militar.
(http://www.analitica.com/bitblio/mpjtelegrama_a_jovito.asp). En esta oportunidad, los
electores experimentan, la pérdida del espacio público donde expresar su voluntad
política participando en los procesos de decisión.

La tercera coyuntura crítica de lucha por el poder, entre civiles y militares, combinados
con una amplia movilización y participación política de los ciudadanos; se produce a partir
del 1 de enero de 1958, cuando un movimiento cívico-militar, organizado por los partidos
con el respaldo de oficiales, desplazan del poder al régimen militar y se inicia una período
de reconstrucción de la democracia. En esta oportunidad, se observa una clara
diferenciación entre militares desplazados del poder y militares que participan1 con los
civiles por objetivos políticos, la diferencia con relación a los encuentros anteriores reside
en la intensidad de la movilización de la población en respaldo a la acción cívico militar. A
partir de este momento, el sistema político venezolano construye las bases para el
predominio de un sistema democrático que parte de un inédito acuerdo político, conocido

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Miguel Manrique
Politólogo

Como “Pacto de Punto Fijo” (http:www.elnacional.com/canales/parlamento/


puntofijoxx.asp) garantía de una equitativa distribución del poder entre los firmantes del
pacto, un estricto control y subordinación del poder militar al poder civil y una política
populista de atención a los problemas más urgentes de la población.

Treinta años habrían de transcurrir para que se produjese el cuarto encuentro crítico,
entre el sector civil y el sector militar, pero esta vez, la disputa por el control del sistema
de adopción de decisión del sistema político venezolano no sería por la vía de un golpe de
estado, sino utilizando las herramientas y mecanismos establecidos por el sistema
democrático. El 6 de Diciembre de 1998, gana las elecciones el coronel Hugo Chávez,
quién el 4 de febrero de 1992(http://analitica.com/bitblioteca/hchavez/4f.asp), había
encabezado un golpe de estado fracasado, contra el Presidente socialdemócrata Carlos
Andrés Pérez.

De esta forma, el sistema democrático representativo venezolano es sometido a una


crítica prueba existencial: transferir el poder a un grupo de militares golpista que,
utilizando las reglas de la democracia habían ganado las elecciones, proponiendo a los
electores desplazar a los partidos políticos tradicionales y a sus líderes corruptos, sustituir
la democracia representativa por una “democracia participativa y protagónica”,
firmemente apoyada en la permanente movilización política de sus partidarios más pobres
y en la utilización de las fuerzas armadas, tanto en la estructura administrativa del estado,
como en su apoyo para atender las apremiantes demandas de los grupos sociales más
pobres de la población.

Un quinto encuentro político coyuntural, entre civiles y militares, se produce durante la


crisis de gobernabilidad en abril del 2002. Las elites de los partidos políticos desplazados
del poder por el triunfo del Presidente Chávez en las elecciones de diciembre de 1998, en
alianza con los grupos económicos, sectores de la iglesia católica y el movimiento sindical

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Miguel Manrique
Politólogo

organizado, dirigido por líderes socialdemócrata, estimulan un esfuerzo de movilización


política, apoyado principalmente por los sectores medios y altos de la población, el cual
culminó 11 de abril del 2002, con un intento fallido de golpe de estado, que mantuvo
fuera del poder al Presidente Chávez por 48 horas, siendo reincorporado por el esfuerzo
de militares constitucionalistas combinados con el respaldo activo de pobladores de los
barrios pobres de las ciudades. Esta acción logró poner en evidencia, tanto la complejidad
alcanzada por las relaciones civiles y militares, la intensa participación política del
estamento militar, como la profundidad social adquirida en la disputa por el control e
influencia de los recursos del poder y las posiciones de decisión y ejecución de las políticas
públicas del sistema político venezolano.

A partir de estos acontecimientos, se abre un intenso período de inestabilidad e


ingobernabilidad por la agudización de la lucha entre los actores políticos desplazados
democráticamente del poder y aquellos que electoralmente lo asumían a nombre de un
proyecto político radical apoyado en los sectores más pobres de la población. Civiles y
militares se colocan al lado de proyecto del Presidente, con el respaldo del 60% de los
electores. Civiles y militares se unen para enfrentar la gestión radical del nuevo gobierno,
apoyados por el 40% de los votantes. Los valores de la democracia representativa son
cuestionados y se intentan sustituir con una indefinida “democracia participativa y
protagónica” (Constitución 1999).

Estos cinco acontecimientos políticos, vinculados a la posesión de los recursos petroleros


por la estructura de decisión del sistema de gobierno, son cruciales para la comprensión y
la explicación, tanto del tipo de relaciones vigentes entre las instituciones civiles y las
militares en el sistema político venezolano, como de los obstáculos para la superación de
los problemas que afectan el funcionamiento de la democracia venezolana.

En conclusión, la calidad democrática de la participación ciudadana se encuentra


comprometida con el resultado de la lucha que se desarrolla entre una idea de la política
centrada en una relación de enemistad extrema, donde la confrontación adquiere carácter
existencial, y, otra perspectiva de la política cuyos propósitos giran en torno al consenso, a

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Miguel Manrique
Politólogo

la tolerancia y la búsqueda de soluciones negociadas o electivas, para la concertación de


políticas públicas incluyentes de todos aquellos afectados por las decisiones que se adopten.

Asumir el principio de que la participación de todos los ciudadanos en los asuntos que los
afectan es un valor intangible y forma parte consustancial de los derechos humanos. En tal
sentido, la participación supone medios idóneos para lograrla: organizaciones libres de la
sociedad civil, fortalecimiento de los partidos políticos democráticos y otras formas de
manifestar las preferencias políticas. La participación política de los ciudadanos amerita de
múltiples medios de comunicación para comunicar las preferencias y conocer las opiniones
de los otros. Todos estos principios, valores, medios y sistemas políticos, de practicarse y
desarrollarse críticamente, permitirán elevar cada vez la calidad de la democracia y la
calidad de la participación ciudadana y en consecuencia mejor la calidad de vida de todos.

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