Вы находитесь на странице: 1из 40

See discussions, stats, and author profiles for this publication at: https://www.researchgate.

net/publication/36381029

Neurociencia en Psiquiatria; hacia una medicina integral y personalizada en el


DSM-V: una propuesta

Article · May 2009


Source: OAI

CITATIONS READS
3 321

2 authors, including:

Erick Emmanuel Pérez Solís


Center for Research and Advanced Studies of the National Polytechnic Institute
2 PUBLICATIONS   3 CITATIONS   

SEE PROFILE

Some of the authors of this publication are also working on these related projects:

EEG como herramienta diagnostica y terapeutica View project

Neurociencia en psiquiatría View project

All content following this page was uploaded by Erick Emmanuel Pérez Solís on 01 June 2014.

The user has requested enhancement of the downloaded file.


Cuad.
Cuad. Neuropsicol.
Neuropsicol. 2009;
Vol. 3 Nº3 (1); 65 – 103
1; Mayo 2009. Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Neurociencia en Psiquiatria;
hacia una medicina integral y personalizada
en el DSM-V: una propuesta

Carlos Augusto Novo Olivas1 & Erick Emmanuel Pérez Solís2

Resumen
En el último siglo la concepción de salud, y con ello de la ciencia
médica, ha sufrido un cambio profundo, ontogénico, metanoico. Sin
embargo, esta revolución no ha alcanzado de la misma manera a lo que
hoy en día llamamos salud mental. En las siguientes páginas se tratará de
mostrar, tomando como modelo al Trastorno Depresivo Mayor (TDM), la
posibilidad y necesidad que tiene la psicopatología (comportamiento y
capacidades “mentales”: intelectivas, racionales, cognitivas, ejecutivas,
lingüísticas, emocionales, lógico-conceptuales, etc.), de regresar a sus
orígenes médicos, que le permitirán responder al “cómo” del
funcionamiento cerebral y a su relación con el resto del organismo y con
el medio ambiente, con el fin de obtener patrones que nos ayuden a
definir enfermedad desde una perspectiva etiofisiopatogénica. Ha llegado
el momento de cuestionar si hemos inventado una ciencia (psiquiatría)
que poco tiene que ver con la realidad, por lo que se propone la creación
de bases de datos donde se integren variables biológicas (genéticas,
cerebrales, endocrinológicas, inmunológicas, etc.), sociales, personales,
clínicas, etc., de forma multicéntrica e internacional, para finalmente
obtener relaciones que nos permitan una reclasificación de la patología
cerebral útil para proporcionar tratamientos integrales y personalizados.

Palabras Claves: DSM-V, neurociencia, psiquiatría, neurobiología, cerebro,


medicina personalizada.

1
Presidente de la Asociación de Neurociencia Integral Aplicada; Director Gral. de NeuroScopic y Director del
Departamento de Investigación y Desarrollo NovoBrain, Monterrey, N.L., Mex. canovo@neuroscopic.com
2
Asistente de investigación de Neuroscopic, Monterrey, N.L., Mexico

www.neuropsicologia.cl 65
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Neuroscience in Psychiatry
towards an integrative and personalized medicine
in the DSM-V: a proposal

Carlos Augusto Novo Olivas3 & Erick Emmanuel Pérez Solís4

Abstract

In the last Century the concept of health and, with it, medical science,
has suffered a profound, conceptual and ontological change. However,
this revolution has not reached, in the same way the field of mental
health. In the next pages it will be shown, taking Major Depressive
Disorder as a model, how it is possible and necessary, for the field of
psychopathology (behavior and “mental” functions: rational, executive,
cognitive, emotional, etc.) the return to its medical origins, which will
allow it to respond how the brain functions and its interactions with the
rest of the organism and the environment, with the goal of obtaining
patterns that will help us to define disease from an etiopathogenic point
of view, so it would be possible to provide therapeutic options to the
organ in question. The time has come to ask if we have invented a
science (psychiatry) that has little to do with reality, and to answer that,
the creation of multicentric data bases is proposed, in which biological
(not just brain based), social, personal, clinical, etc. variables are
integrated, to finally obtain correlations that allow us a reclassification of
brain pathology that would be useful to offer integral and personalized
treatments.

Key Words: DSM-V, neuroscience, psychiatry, neurobiology, brain, personalized


medicine.

3
Presidente de la Asociación de Neurociencia Integral Aplicada; Director Gral. de NeuroScopic y Director del
Departamento de Investigación y Desarrollo NovoBrain, Monterrey, N.L., Mexico. canovo@neuroscopic.com
4
Asistente de investigación de Neuroscopic, Monterrey, N.L., Mexico

www.neuropsicologia.cl 66
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Introducción psiquiatría no ha logrado


desprenderse de este cordón
umbilical insuficiente y atrófico, que
“El hombre tiene que saber que del sin embargo, puede llegar a ser una
cerebro, y del cerebro solamente, herramienta de cierta utilidad para el
emergen nuestros placeres, alegrías, clínico, como complemento, pero
risas y diversiones, así como nuestros
pesares, dolores, quejas y lágrimas. A
sobretodo es un área para la filosofía
través de él…nosotros…pensamos, de la mente o neurofilosofía (4,5).
vemos, escuchamos y distinguimos lo
horrible de lo bello, lo bueno de lo A pesar de las evidentes dificultades
malo, lo agradable de lo ontológicas, grandes pasos se han
desagradable”.
dado en los últimos 120 años (6). Ha
Hipócrates, 400 a.C. llegado el momento de cuestionar si
(Traducción del autor) se ha inventado una ciencia que poco
tiene que ver con la realidad o si se
ha construido un campo de
“La última meta es un sistema de
clasificación diagnóstica para los
conocimiento basado en información
desórdenes mentales que esté real, física, lógica, comprobable y
basado no solamente en síntomas repetible (aunque siempre
clínicos, sino también en la etiología circunstancial). Se hace eco a las
y patofisiología de los desordenes”. palabras de Hyman con las que
Steven E. Hyman, 2007 (Traducción
concluye su artículo en el 2007, y que
del autor) parece, de alguna manera, refutar
argumentos como el de Charney (7),
Desde escritos como el Talmud y el que asegura que la psiquiatría no ha
Antiguo Testamento ya se le atribuían encontrado marcadores neuro
a diferentes órganos como el corazón, biológicos útiles:
intestinos, riñones, etc. la génesis de
sentimientos, emociones, deseos, “… no es muy temprano para utilizar
la neurobiología como herramienta
impulsos, pasiones y pensamientos central para repensar el
entre otras actividades “mentales” (1). acercamiento actual a los desordenes
En el siglo XVII con los trabajos de mentales, y para comenzar con
Willis, y un par de siglos después con algunos cuidadosos experimentos
las observaciones de Darwin, Broca y que podrían liberar a la ciencia de
las indeseables consecuencias del
James, entre otros, la esencia teórica hecho de materializar los diag-
de la neurociencia moderna comenzó nósticos actuales que probablemente
a vislumbrarse; pero no fue hasta a no reflejan la naturaleza” (realidad).
comienzos del siglo XX, con Ramón y Traducción e itálicas del autor.
Cajal y Sherrington (2), que los
procesos mentales comenzaron a La metamorfosis y la reconstrucción
encontrar una explicación biológica de una psiquiatría basada en procesos
adecuada y real (3). Y mientras el etiopatológicos comenzó, con una
resto de la ciencia médica se aleja de perspectiva multidisciplinaria, a
una práctica fenomenológica, la mediados de los 50’s en el Instituto de

www.neuropsicologia.cl 67
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Walter Reed de la Armada neuroinformática (20), nanotecnología


Americana, en donde dos grupos de (21,22), neuroquímica molecular (23),
científicos, liderados por McKenzie modelos matemáticos neuronales
Rioch integraron investigación del (24,25), modelos teóricos de física
comportamiento humano con quántica (26), etc.; así como la
investigaciones cerebrales; una implementación integral de éstas y
década después el programa de otras herramientas (2,3,16,27), para
Investigación de Neurociencia en el de manera eficaz y real, lograr
MIT dio inicio y la fundación del clasificar, diagnosticar, definir,
primer departamento de prevenir, evitar, tratar y pronosticar
neurobiología en Harvard cierra la procesos neuropatológicos (7,10).
primera etapa de la nueva ciencia Así pues la neurociencia clínica
cerebral (8); desde entonces este promete revolucionar la psiquiatría
proceso ha sido lento y nebuloso. Sin moderna, encontrando procesos
embrago, todo indica que el tiempo etifisiopatológicos, desde una
ha llegado para integrar marcadores perspectiva multidisciplinaría e
biológicos en psiquiatría, y se integral (8,27-30), proponiendo
pretende que sean tomados en cuenta marcadores biológicos en diferentes
en el futuro Manual Diagnóstico sistemas con su adecuada correlación
Estadístico (DSM, por sus siglas en clínica, logrando así diagnósticos
inglés), entre otros cambios esenciales fenotípicos. Sin embargo, quedan
que sufrirá (7,9-11, www.dsm5.org). varias décadas de andanzas e
innumerables “molinos-gigantes” que
La necesidad de acercarnos a derrotar; en las que no se debe perder
definiciones, conceptos, clasi- de mira conceptos y reglas éticas,
ficaciones y categorías - no sólo pues son esenciales para obtener
dimensionales, sino fisiopatológicas, resultados de real y segura utilidad
correlacionando síntomas (datos para el ser humano, siempre
subjetivos) con signos (datos respetando su naturaleza individual e
objetivos), con una metodología irrepetible (31).
personalizada - parece ser un
imperativo categórico, que tendrá Objetivos
impacto en todas las esferas y niveles
de las ciencias relacionadas al El objetivo es plantear nuevos
funcionamiento cerebral. Este podría panoramas y oportunidades en
ser el principio del fin de la neurociencia clínica, con un enfoque
psiquiatría sintomatológica integral, donde las áreas biológicas
categórica, y el nacimiento de la como la genética, endocrinológica,
medicina personalizada en salud inmunológica, metabólica, molecular,
cerebral, utilizando herramientas neurofisiológica, etc. no estén en
como la fármacogenética (12), conflicto con factores y variables
neurogenética (13, 14), neuroimagen clínicos conductuales y cognitivos-
(15,16), neurofisiología (17,18), emocionales, socio - culturales y
neuroinmunoendocrinología (13,19), ambientales.

www.neuropsicologia.cl 68
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

La realidad es que todos los factores posible en los siguientes años. Se


tienen un impacto en la persona y en afirma con seguridad que éste es el
el sistema orgánico corporal, y el futuro de, lo que ya comienza a ser,
cerebro es el órgano esencial (32) la nueva ciencia cerebral y se auguran
donde se llevan a cabo los procesos innumerables aplicaciones en todos
que hacen posible el “ser” y los campos y niveles de la patología
“quehacer” humano. cerebral (7,10,11). Con el fin de
mostrar y clarificar el objetivo del
Ahora bien, el fin primordial de este presente trabajo, se tomará como
breve resumen es exponer un amplio modelo al TDM.
universo de información que, a pesar
de las innumerables dificultades,
muestra que se deben buscar Desarrollo
marcadores cerebrales y biológicos,
porque existen, y existen simplemente Se ha olvidado que las teorías
porque el órgano enfermo es el psicológicas, basadas en métodos
encéfalo, aunque no siempre filosóficos, han sido originalmente
directamente o de manera etio y creadas como modelos temporales en
ontogénica. Esta idea absoluta y espera de herramientas y métodos que
categórica, no es, ni debería ser pudieran darles claridad y bases
nunca, excluyente; sino simplemente biológicas. Sin embargo, con el paso
ordenadora y catalizadora para dicho del tiempo fueron adoptadas como
fin: encontrar anormalidades de teorías definitivas. Así, conceptos
función, estructura cerebral y filosóficos se modificaron aplicándose
sistémica en todos los niveles, que a conceptos “psicológicos” que se
permitan hablar de etiofisiopatogenia intentaron correlacionar con
en psiquiatría. La patología cerebral funciones biológicas; dando como
debe aproximarse de manera similar a resultado una ciencia corrupta, una
la patología gástrica, en donde, las amalgama disfuncional y
causas principales son exógenas (ej. extremadamente confusa. Con esto no
alcohol, medicamentos), sin embargo se pretende que las distintas
no se considera, ni se describe como disciplinas no se complementen, si no
una enfermedad dietética o todo lo contrario, pero jamás
nutricional, sino de la mucosa del perdiendo sus límites. Este es uno de
estomago. los peligros que corre la nueva
ciencia neuronal, pues su nombre nos
Así pues, además de plantear ideas describe claramente cual es el objeto
bases y datos científicos que de estudio; sin embargo, se siguen
comuniquen una visión integral de la presentando estructuras lingüísticas y
psiquiatría, especialmente un enfoque conceptuales contradictorias y
donde siempre se considere al muchas veces ridículas, como
cerebro con sus múltiples relaciones “psicobiología”, en donde se unen
como el órgano a tratar, se propone dos conceptos excluyentes: espíritu y
una metodología que haga esto cuerpo (excluyentes en sentido

www.neuropsicologia.cl 69
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

conceptual y lógico). No existe “La biología es realmente una tierra


manera alguna de medir biológica- de posibilidades ilimitadas. Podemos
esperar que nos de la información
mente y cuantitativamente lo que por más sorprendente y no podemos
definición no es físico y por lo tanto augurar qué respuestas nos dará en
no cuantificable con métodos físicos. unas cuantas docenas de años…
Pueden ser del estilo que destruye
Es difícil no compartir lo que el por completo las estructuras
artificiales de nuestras hipótesis”.
mismo William James dijo sobre su (Freud, 1920; Citado en Kandel (34).
obra The Principles of Psychology (Traducción del autor).
(Principios de Psicología):
Sin embargo, Freud pensó que ciertas
ideas (“analogías, correlaciones y
“Nadie puede estar más molesto que conexiones”), eran dignas de
yo al ver el libro. ¡Ningún objeto consideración, por lo que se rechaza
merece ser tratado en 1000 páginas!
Si tuviera diez años más, lo podría
el concepto que vislumbra una
reescribir en 500; pero por el ciencia biológica destructora,
momento es esto o nada – una demoledora (“blow away”, del texto
repugnante, distendida, hinchada, original); por el contrario, es un hecho
abultada, edematizada masa, que la biología ha dado y dará un
testificando dos cosas: 1era, que no
existe tal cosa como la ciencia
sustento a las hipótesis psicológicas
psicológica, y 2da, que W.J. es un exógenas, otorgando un valor
inepto” (33). (Traducción del autor). empírico, desvelando los conceptos
artificiales y subjetivos de la
psicología.
Muy posiblemente lo dijo
sarcásticamente, sin embargo, lo El cerebro es necesario para, y de su
realmente sarcástico es que no lo es. funcionamiento depende, el
No se busca destruir a la psicología comportamiento humano en todos sus
como campo (como Nietzsche hizo niveles y en todos los campos, desde
categóricamente en su Ocaso de los genéticos - moleculares, celulares,
Ídolos), sólo se desea una claridad, microsistemas, macrosistemas,
pureza y limitación en la ciencia, para organismo, hasta socio - ambientales,
que pueda darnos lo que es capaz de etc. Así pues, la neurociencia clínica
proporcionarnos, no más y nunca pretende descubrir patrones cere-
menos. Freud, treinta años después en brales en todos los niveles, y su
su Beyond the Pleasure Principle (Más relación con el resto de los sistemas,
allá del Principio del Placer), da la que nos permitan definir un mal
impresión de recordar esta moción de funcionamiento, para poder
James y parece complementarla “normalizarlo” (tratarlo) y ser capaces
argumentando: de vaticinar el futuro más probable.

www.neuropsicologia.cl 70
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

La falta de consenso sobre qué síndromes, de manera dimensional y


marcadores endógenos y clínicos no categórica (11,35-37), y olvidar
(exógenos) son válidos para el suposiciones diagnósticas existentes,
diagnóstico y elección de tratamiento con el fin de encontrar procesos
en trastornos cerebrales (psiquiátricos) patofisiologicos que puedan explicar
, es uno de los problemas esenciales expresiones clínicas.
de dicho campo. Estas dificultades,
posiblemente, tienen su origen en la
increíble complejidad del com- Marcadores Genéticos
portamiento humano y la enorme
cantidad de variables que parecen Comenzando con las leyes de Mendel
afectar nuestras habilidades. Esto ha y posteriormente con el des-
puesto en evidencia nuestras cubrimiento de la “doble hélice” del
herramientas y métodos de estudio, DNA de Crick y Watson (y Wilkins),
que proporcionan respuestas tan que les valió el premio Nobel en
variadas e inconstantes como la 1962, se han tratado de encontrar
información clínica que ya poseemos correlaciones causales genéticas en
hoy en día. Parece lógica la desilusión trastornos neuropsiquiátricos. Sin
y frustración al no encontrar patrones embargo, la euforia inicial (común en
útiles en la práctica clínica y observar la historia del humano) de dichos
la enorme brecha entre el laboratorio descubrimientos está llegando a una
y la vida fuera de éste, sin embargo, madurez científica, y el “genetismo”
esto es causa de la falta de modelos desaparece lentamente, para darle
adecuados que integren variables cabida a una medicina integral y
múltiples que hacen posible la personalizada, donde las variables
construcción de puentes que unan los genéticas son, simplemente, parte del
mecanismos biológicos en todos los increíble rompecabezas humano, la
niveles y sistemas, a las entidades comprensión etiológica de los
clínicas, y que permitan definir el desordenes psiquiátricos necesitan
funcionamiento “normal” (10). una perspectiva integradora que
integre distintas perspectivas (30,38).
A continuación se describirán y En su artículo de 1967 sobre la
discutirán posibles marcadores en el genética de la esquizofrenia,
TDM, actualmente un síndrome Gottesman y Shields usaron el
categórico, lo que se considera una término endofenotipo por primera vez
forma inadecuada y falaz para lograr para definir una característica
encontrar correlaciones, pues se parte relacionada a una enfermedad (28),
de un argumento a priori que asegura comprobable a través de diversos
que dicho síndrome tiene una base métodos, pero que no es visible de
fisiológica auténtica, estable, manera externa, patrones entre los
homogénea y específica (y genes y la dermis. Posteriormente
simplemente no es así); por lo que la Gershon y Goldin en 1986
primera propuesta es hacer describieron 4 criterios útiles para la
correlaciones con síntomas, no identificación de endofenotipos (en

www.neuropsicologia.cl 71
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

donde es esencial su comportamiento También es importante aclarar que


hereditable o genético) y desde difícilmente existen genes únicos que
entonces intentos de encontrar pueda causar un trastorno psiquiátrico
marcadores genéticos relevantes han específico, de hecho, es ampliamente
sido pobres e inconsistente, poniendo aceptable la contribución de múltiples
en duda si realmente existe tal genes susceptibles a ciertos estímulos
concepto; afortunadamente algunos del medio (tanto interno como
candidatos genéticos (ej. CREB, extracorpóreo) los que hacen posible
BDNF) continúan teniendo atractivas el desarrollo de procesos patológicos
correlaciones a pesar de las conductuales, una excelente revisión
metodologías dispares y que se toma es la de Lesch (39). Y por último, las
como base de correlación a técnicas actuales de correlaciones con
síndromes categóricos heterogéneos, enlaces genéticos, sólo utilizando
manteniendo la puerta abierta en el ciertos genes o regiones, son menos
campo de la genética. poderosas y necesitan una gran
cantidad de sujetos para encontrar
Otro punto importante a mencionar es correlaciones significativas por lo que
considerar que posiblemente el tipo se propone estudiar correlaciones con
de correlaciones lineales que se el genoma completo (whole-genome
intentan descubrir entre el linkage), buscando polimorfismos
comportamiento y sus bases genéticas únicos en nucleótidos, aunque existen
no existen, por lo que métodos y aún dudas sobre el poder de estos
herramientas que permitan modelos (40). (Ver Tabla 1)
correlacionales no lineales (ej. teoría
del caos) son necesarios.
Polimorfismo Región Referencia
Polimorfismo de 5-HT1A C1019G 42,43
Variante alelica de la región de control s/s & s/l 44-53
transcripcional de 5-HTT
Brain Derived Neurotrophic Factor Val66Met 54-61
(Factor Neurotrófico derivado del cerebro)
Abnormal signal transduction pathway C825T 62-65
(subunidad β3 de proteinas G).
Gen MTHRF Metilenotetrahidrofolato C677T & A1298C 66-68
Reductasa
Gen AR Receptor Androgeno Rep. CAG 69-71
Número de tándem repetido en la región 72-75
promotora de MAO-A.
COMT Val158Met 76-78
Gen del transportador de Dopamina 79-80
Genes de mielinización Varios 38
Tabla 1: Resumen (no exhaustivo) de los hallazgos genéticos (epigenéticos) más constantes en el TDM depresión.

www.neuropsicologia.cl 72
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Es importante recordar que existen Actualmente, temas como la relación


variadas metodologías, no sólo mente-cuerpo, o la unión de medicina
técnicas, también estadísticas y occidental con conceptos orientales o
conceptuales que complican el tema, inclusive posibles explicaciones post-
se refiere a Hasler (41) para una modernas sobre la espiritualidad y
discusión del tema; sin embargo, la salud, se han hecho posibles gracias a
integración de genotipos, la existencia del sistema inmune.
endofenotipos y fenotipos, a través del Conceptos tan básicos como estrés
tiempo y evolución, prometen una son ahora entendidos como procesos
reclasificación, personalizada, de la biológicos que afectan el
patología neuropsiquiátrica que comportamiento humano y que nos
tendrá impacto real en la practica hacen posible ser conscientes de la
diaria del profesional de dicha área. sensación de enfermedad (ej. gripe
común), y como ésta afecta nuestra
Se puede encontrar una recopilación conducta y habilidades cognitivas,
más exhaustiva de posibles emocionales y sociales.
marcadores o correlaciones genéticas
en Hattori (81). Así pues, el sistema inmune ha
comenzado a fungir como un enlace
que hace posible el diálogo entre
Marcadores Inmunológicos disciplinas o visiones opuestas (o por
lo menos muy distintas), así como la
El sistema inmune es uno de los mecánica quántica aplicada a función
sistemas menos comprendidos en la neuronal es el puente entre el
ciencia médica, y su relación con problema de cerebro-conciencia;
otros sistemas y órganos es todavía inclusive podemos asegurar que hay
más incierta, aunque es bien un relación entre ambos problemas y
aceptado su importante impacto en conceptos, pero ahora nos interesa un
todos ellos. Sin embargo, cabe enfoque principalmente clínico.
mencionar que desde hace más de
dos décadas han existido hipótesis La relación que existe entre procesos
derivadas de la observación de estresantes y patología en general es
correlaciones de procesos una de esas leyes que la humanidad
inmunológicos y funcionamiento ha tenido sin poder comprobar de
cerebral (82,83), fuertemente manera objetiva, por lo que ha tratado
relacionas, sobre todo, con procesos de explicarla con múltiples
endocrinológicos, tanto que se ha suposiciones, la mayoría de ellas
formado un campo en donde se toma dándole un gran énfasis a la
como un sólo sistema, regulado por el espiritualidad del hombre, inclusive
cerebro, llamado (psico) como prueba de ella.
neuroinmunoendocrinología (84-86).

www.neuropsicologia.cl 73
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Actualmente las ciencias biológicas Marcadores Endocrinológicos


han encontrado en el sistema inmune
el candidato perfecto para explicar la Continuando con la visión integradora
relación entre estímulos negativos y de Frank Beach (110), y más
enfermedad. Y más recientemente su recientemente de muchos otros con
impacto en el tejido cerebral. perspectivas integracionistas, como el
modelo biopsicosocial de Engel de
Hoy en día uno de los modelos 1977, y otros modelos psico-
etiofisiopatológicos más aceptados del fisiológicos, genético-moleculares
TDM es aquel que considera al estrés (11,30,111). Cabe aclarar que la
como disparador o causa de las correlación más importante ha sido
manifestaciones clínicas propias del desde hace décadas con el sistema
TDM, así como su íntima relación con hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA),
trastornos de ansiedad, trastornos donde todos sus componentes han
cardiovasculares, gástricos, meta- sido encontrados culpables; sin
bólicos, degenerativos, etc. para una embargo, el más consistente y de
revisión se recomienda Marques-Deak mayor impacto, posiblemente, ha sido
(82). Y se propone al sistema el cortisol (112,113), el cual
inmunológico como la base constantemente se encuentra elevado
molecular de los efectos cerebrales, y/o resistente a la inhibición con
tanto de manera directa (ej. citocinas) esteroides sintéticos (dexametasona).
e indirecta (endocrinológicos) por sus
características sistémicas. (Ver tabla 2)

Fijación de la imiprimina a las plaquetas Decremento 88


Brain Derived Neurotrophic Factor Bajo nivel 89-93
(Factor Neurotrófico Derivado del cerebro
Fibroblast Growth Factor Transcript System Desregulación 94
(Factor de Crecimiento Fibroblastos)
células CD4+ y relación CD4+/CD8+ Incremento 95-97
Secreción de neopterin Incremento 98-101
Niveles de citocinas: IL-6, IL-2,IL-1 en
plasma Incremento 87,102-109

Tabla 2: Resumen de los hallazgos más constantes, en los cuales se enfatiza en el incremento de
citocinas, para una mas completa revisión del tema puede consultar Wichers (87).

www.neuropsicologia.cl 74
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Como se ha comentado anteriormente inverso”) sigue siendo un reto. No


la interrelación entre el sistema obstante, ya existen modelos físico-
inmune y endocrino parece esencial matemáticos aplicables muy
en el proceso fisiopatológico del prometedores o que inclusive ya han
TDM, donde la interacción demostrado su eficacia y utilidad
bidireccional con el sistema convirtiendo al electroencefalograma
serotoninérgico, especialmente en (EEG) en una herramienta de imagen
estructuras “límbicas” cerebrales, cerebral funcional (129-131) con
parece un punto de unión entre las múltiples aplicaciones (132-137).
anormalidades estructurales y
funcionales cerebrales y la expresión Además la capacidad que da el EEG
clínica de dicho trastorno, se para utilizarse en combinación con
recomienda el trabajo de Myint (114). otras herramientas de imagen
Con esta breve explicación se enlistan funcional (“neuroimagenmultimodal”)
algunas referencias de importancia. como resonancia magnética funcional
(Ver Tabla 3) (138,139), tomografía por emisión de
protones, PET (132,140),
magnetoencefalografía, MEG
(141,142), tomografía de emisión de
Nivel de CRF protón único, SPECT (129),
corticotrophin releasing Aumento 115-116 espectroscopia de rayos casi-
factor infrarojos, NIRS (143,144), resonancia
magnética de difusión tensora, DTI
Nivel de cortisol en Aumento 117-127
(145,146), entre otras, permiten
orina y/o plasma
pronosticar un cambio significativo
dentro de neuroimagen funcional en
Tabla 3
la próxima década.

La medición de potenciales eléctricos


Marcadores Neurofisiológicos extracraneal tanto en reposo como
(EEG, ERP). durante actividad, es una de las
ciencias más complejas, en donde
No fue hasta principios del siglo XX múltiples variables técnicas y
con Berger que el metodológicas son esenciales y
electroencefalograma contemporáneo capaces de modificar los resultados
nació y comenzó a tomar relevancia enormemente (ej. el montaje de los
en áreas de salud y comportamiento electrodos), sin tomar en cuenta las
humano (128), siendo, dificultades intrínsecas de la actividad
históricamente, la herramienta más electrofísica, especialmente en tejidos
utilizada para mediciones de vivos, y sus relaciones no lineales
funcionamiento cerebral. Sus tanto a nivel micro como
características temporales son macroscópico y éstas con
inigualables, mientras que el representaciones clínicas; por lo que
problema de localización (“problema algunos autores han concluido que la

www.neuropsicologia.cl 75
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

actividad captada por el EEG es La alta resolución temporal del EEG


simplemente un epifenómeno permite obtener información en el
cerebral, sin embargo no podemos orden de milisegundos, una
llegar a tales conclusiones característica única dentro de las
simplemente por ignorancia del herramientas de funcionamiento
fenómeno, además de que ha sido cerebral. Esta particularidad hace
ampliamente rebatido desde posible captar actividad eléctrica
diferentes perspectivas (147,148). cerebral evocada por estímulos
externos o secundarios a procesos
En los últimos 40 años, con los cognitivos, a lo que se le llama
avances en tecnología digital y en Potencial Evocado Relacionado a
unión de herramientas matemáticas Eventos (PEREs). Los PEREs son
adecuadas, ha sido posible obtener complejos de ondas que se suelen
mayor información de la actividad clasificar en tiempo y direccionalidad
generada cerebralmente. Estas (negativas y positivas), y pueden ser
transformaciones matemáticas (ej. sensoriales, motores o cognitivos,
Fourier) de la actividad electro- estos últimos son los que tienen
encefálica han hecho posible la utilidad en procesos neuropatológicos
cuantificación objetiva de dicha como el TDM (17).
actividad, naciendo así el EEG
cuantitativo, abriendo una puerta a un Aunque la relación entre actividad
campo que apenas madura, con la electroencefalográfica (EEG y PEREs) y
creación de las primeras bases de diferentes hallazgos estructurales,
datos tanto normativas como clínicas funcionales, neuropsicológicos,
de funcionamiento cerebral y sus genéticos, clínicos, farmacológicos,
relaciones con conducta, surgiendo etc., se han reportado, no es el fin de
así la primera herramienta paraclínica esta monografía describirlos, para esto
de funcionamiento cerebral con se refiere al lector a (10,56,57,150-
aplicación clínica hace más de treinta 153). (Ver Tabla 4)
años, a la cual se llamó Neurometrics
(149).

Amplitud P300 Disminuida 154-155


Latencia de P3 Alargada 56,151,156-160
N1/P2 auditivo (LDAEP) Alargado 161-163
Amplitud N2 Menor 164,165
Otras anormalidades en PEREs 36,56
56,57,142,150,166,167-
Asimetria en alfa frontal 175

Tabla 4: Resumen de los hallazgos electroencefalográficos más comunes en TDM.

www.neuropsicologia.cl 76
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Marcadores de Neuroimagen Las anormalidades estructurales en el


Estructural TDM parecen ser determinadas por la
cronicidad y el número de crisis
Con el descubrimiento de los rayos-x, depresivas así como su severidad
que le valió el premio Nobel a (177) como en el hipocampo ycorteza
Wilhelm Conrad, a finales del siglo prefrontal, en donde es común
XIX, las herramientas de imagen encontrar atrofia, mientras que suele
comenzaron su historia. Hace más de encontrarse un aumento de volumen
35 años la neuroimagen dio su primer en región de complejo amigdalino
salto significativo con el primer (178), por lo que parece esencial
aparato de tomografía computarizada, obtener datos clínicos de la historia y
desarrollado por Hounsfield (por lo evolución del padecimiento. Cabe
que se le otorgó el premio Nobel en mencionar que estos cambios
1979) y unos años después, en 1975, estructurales también se observan en
Richard Ernst proponía las bases procesos de estrés severos, lo cual es
físico-matemáticas para la resonancia una razón más para pensar en una
magnética (RM o MRI), que hasta la causa o fisiopatología base para
actualidad se utiliza, y por lo que fue ambos síndromes clínicos, lo que
galardonado con el premio Nobel en comentaremos más adelante.
1991, un par de años antes del (Ver Tabla 5).
desarrollo de la RM funcional (176).

El ser humano tiene una increíble


capacidad de búsqueda y una casi
ilimitada creatividad, que ha hecho Pérdida de volumen en la
posible no sólo viajar fuera de nuestra corteza PF 179-186
atmosfera terrestre sino dentro de
nuestro universo corporal. Desde
siglos atrás, la fascinación con la Pérdida de volumen en el 177,178,
estructura cerebral ha generado hipocampo 187-192
múltiples teorías de funcionamiento,
basadas en descripciones anatómicas
fruto de autopsias, tanto en animales Tabla 5: Resumen de los hallazgos de imagen
como en humanos. Hoy en día estructural con mayor estabilidad, utilizando
contamos con herramientas no solamente resonancia magnética (RM).
invasivas que nos hacen posible ver a
través del cráneo en busca de
anormalidades estructurales cada vez
más pequeñas y con mayor
resolución.

www.neuropsicologia.cl 77
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Marcadores de Función información que permitía


Cerebral por Imagen correlacionar datos clínicos con
hallazgos anormales de función en
La década de los 90’s ha sido el parte regiones específicas del cerebro. Las
aguas en neurociencia con la áreas que más comúnmente se
introducción de herramientas de reportan con anormalidades
imagen cerebral tales como la RM funcionales corresponden a
funcional (RMf), Tomografía por estructuras “límbicas” como la
Emisión de Positrones (PET), amígdala, la corteza del cíngulo,
Tomografía Computarizada de Protón estructura hipocampal, corteza
Único (SPECT) y con la declaración parahipocampal y corteza prefrontal.
del gobierno estadounidense de la
década del cerebro. En los últimos 10 Desgraciadamente la especificidad es
años las herramientas de imagen aún considerada baja para trastornos
cerebral funcional se han neuropsiquiátricos, ya que muchas de
multiplicado, como herramientas que las anormalidades son compartidas
utilizan tecnología nuclear (RM de con un gran abanico de trastornos
Difusión Tensora), tecnología óptica clínicos (ej. esquizofrenia y trastornos
(NIRS), tecnología molecular de ansiedad) y la falta de estudios
(espectroscopía con RM), técnicas que con aplicaciones clínicas (ej.
utilizan estimulación extracraneal, respuesta al tratamiento) hacen
etc. lo cual promete una revolución imposible consensos de uso, lo cual
conceptual en las ciencias cerebrales, desmotiva a los especialistas a
especialmente en psiquiatría, buenas utilizarlos regularmente en la práctica
revisiones han sido elaboradas por clínica. Estos obstáculos, que son en
Drevets (193), Gordon (16), Honey mayor parte metodológicos, pueden y
(15) y Broderick (176). deben ser superados con relativa
facilidad desarrollando correlaciones
Las anomalías estructurales en el sintomatológicas, no sindromáticas,
TDM no han sido de la contundencia correlaciones con variables clínicas,
esperada, innumerables resultados cognitivas, endocrinológicas, meta-
contradictorios o simplemente no bólicas e inmunológicas; así como la
contundentes dieron paso a la nueva utilización de métodos estadísticos
era de imagen cerebral, que no sólo adecuados. Inclusive cabe mencionar
se interesaba en la estructura sino en que la compañía Brain Resource
la funcionalidad, midiendo una gran Company (BRC) ha logrado crear la
cantidad de variables como el flujo primera y única (de nuestro
sanguíneo cerebral (CBF, por sus conocimiento) base de datos integral
siglas en inglés), metabolismo de (genética, imagen estructural, EEG,
glucosa, niveles de oxigenación neuropsicología y clínica) que
sanguínea (BOLD, por sus siglas en consiste en más de quince mil sujetos,
inglés), receptores y enzimas de tanto sanos (normativos) como
neurotransmisores, entre otros. Lo enfermos (depresión, esquizofrenia,
cual generó una gran cantidad de déficit de atención, demencia, etc.)

www.neuropsicologia.cl 78
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

(194, 10). Se considera de gran En el campo de patología cerebral,


importancia el uso de técnicas con ciertas excepciones, los métodos
múltiples (“multimodal”), que puedan clínicos son, aún, la única forma de
aportar información simultánea del obtener información para realizar un
funcionamiento cerebral desde diagnóstico y elegir un tratamiento.
perspectivas distintas. (Ver Tabla 6)
Sin embargo, la heterogeneidad
diagnóstica que puede resultar
Marcadores Clínicos utilizando modelos sintomatológicos,
como el DSM, es enorme, por lo que
Los síntomas y signos en medicina pierde valor como sistema o
han sido, lentamente, desplazados por herramienta diagnóstica, tema de
la tecnología, lo que pasa constante crítica desde hace décadas,
“intradérmicamente” parece ser más para revisiones del tema se refiere a
interesante, y muchas veces más Parker (208), Gruenberg (209) y
revelador; sin embargo la Lyuten (210).
investigación científica nunca ha
dejado de poner atención y resaltar la A continuación (Tabla 7) se
importancia de la medicina clínica, mencionarán las características
especialmente de aquellos datos clínicas más importantes y estables en
estables y objetivos; pero por otra lo que hoy día se conceptualiza como
parte, nuestros sentidos siempre han trastorno (síndrome) depresivo.
sido insuficientes para conocernos y
detectar la enfermedad, por lo que
hemos inventado herramientas que
ayuden a nuestros sentidos.

Decremento de CBF en corteza PF y aumento de CBF 193,195-


en el 201
sistema límbico (múltiples herramientas: PET, SPECT y
MRf).
Medida de MAOA usando PET Aumento 202
Enlace del receptor 5-HT1A en el núcleo del rape y PFC Disminuido 203
usando PET
Estudio de sitios de 5-HTT usando PET en la corteza 204
Frontal y cingular
193,205-
Resonancia magnética funcional (BOLD) Variable 207

Tabla 6: Cuadro resumen de algunos estudios relevantes de imagen funcional.

www.neuropsicologia.cl 79
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Desesperanza 211-215
Rumiación (Negativa o Catastrófica) 216-219
Neuroticismo 220-224
Anhedonia 225-229
Insomnio, anormalidades del Sueño, (MOR) 230-236
Expresión de Emociones (EE) 237-242

Tabla 7: Cuadro descriptivo de las características clínicas más estables e importantes


de lo que actualmente se conceptualiza como trastorno (síndrome) depresivo.

Marcadores Neurocognitivos estable y basados en normas, las


cuales son sumamente útiles,
Las herramientas diagnósticas sobretodo por su sensibilidad
obtienen su valor por su constancia diagnóstica.
para detectar o descartar cierta
patología, su sensibilidad y Los hallazgos neuropsicológicos no
especificidad. Desgraciadamente aún sólo no están en conflicto con otras
no se ha encontrado una herramienta herramientas de imagen y función
única que sea capaza de arrojar un cerebral, sino que nos permiten unir
diagnóstico específico y estable en lo intradérmico con lo extra corpóreo;
neuropatología; sin embargo, la inclusive se han encontrado
combinación de herramientas clínicas anormalidades histopatológicas en las
y paraclínicas, tanto fisiológicas como mismas estructuras anatómicas donde
no-fisiológicas, ha demostrado su se observan datos disfuncionales con
impacto y utilidad (10). Dentro de las imagen (ej. amígdala, corteza
herramientas paraclínicas no- prefrontal, hipocampo, tálamo
fisiológicas se encuentran las baterías anterior, etc.), comprobando la
y pruebas neuropsicológicas, en relación que existe entre datos
donde se miden habilidades y anormales histológicos, de imagen
comportamientos humanos de manera cerebral y cognitivos-conductuales.

Memoria gral. Disminuida 243-244


Memoria verbal Disminuida 245
Atención sostenida Disminuida 246-247
Función cognitiva gral. Disminuida 248-250
Funciones ejecutivas Disminuidas 251-259
Percepción emocional (reconocimiento Deficiente o 260-265
Facial). Anormal
Tiempo de reacción / Velocidad Motora Disminuida 56,263,566

Tabla 8: Para una revisión extensa e integral de marcadores cognitivos se refiere a Rowe (267),
Williams (268), y Kemp (263).

www.neuropsicologia.cl 80
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Marcadores Socio-Culturales
(ambientales)

“Los procesos relacionales son Las circunstancias socio-culturales


integrales a la biología de base de los son tan determinantes como la carga
trastornos mentales” (9). No existe genética del individuo, inclusive se
hoy en día un tema en las ciencias puede asegurar una comunicación
cerebrales con más impacto que el de bidireccional entre estos dos
la relación del medio ambiente y el universos (el intracelular y el
funcionamiento cerebral y sus sociocultural), una idea muy antigua
respectivos efectos en los distintos que ahora podemos darle una
sistemas corporales a diferentes explicación biológica y que promete,
niveles y, finalmente, en el con esto, darle una mayor relevancia
comportamiento humano (203). a dichas circunstancias, con el fin de
manipularlas y prevenir y tratar
Dentro de las variables procesos fisiopatológicos
extrapersonales, y en estrecha (específicamente cerebrales). (Ver
correlación con el individuo con más Tabla 9)
impacto, son los procesos de estrés
(269,270), especialmente aquellos
durante los primeros años de vida e
inclusive desde la vida intrauterina
(271).

Maltrato en la infancia 272-277


Maladaptación 278,279
Eventos estresantes negativos (3 meses) 280,281
Familia/Estilos educativos 282-285
Estrategias de Resistencia 286-288
Nivel socio-económico 289-291
Raza 292-295
Género 296-301
Correlación con enfermedades crónicas 302-306

Tabla 9: Cuadro descriptivo de los principales marcadores Socio culturales.

www.neuropsicologia.cl 81
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Marcadores Histopatológicos la cual seguramente se irá acortando


con una visión “integracionista” y
personalizada del ser humano y sus
En el último siglo y después de casi
medio siglo desde que Cochrane procesos patológicos, se presentan
propuso una nueva forma de abordar hallazgos histopatológicos en
la enfermedad y su diagnóstico, sus depresión (309,196). (Ver Tabla 10)
ideas siguen siendo una realidad, se le
ha dado más importancia al
tratamiento que al diagnóstico de las
Corteza
enfermedades, e inclusive se ha
Sustancia blanca Frontal 310 - 311
perdido de vista las bases
metodológicas diagnósticas, o por lo
menos no se ha invertido la misma
energía en la construcción de teorías CPF (corteza
y conceptos para el diagnóstico (307). Células de la Glia prefrontal) 312 - 315
Es bien aceptado que la primera regla
en medicina, propuesta desde los Amígdala 316-318
griegos, es “no hacer daño”; sin
embargo, esto es sumamente difícil si Tabla 10: Cuadro descriptivo de algunos hallazgos
no se tiene un diagnóstico apropiado, histopatológicos en depresión
así pues la primera regla en medicina
es obtener un diagnóstico correcto. La heterogeneidad de los trastornos
neuropsiquiátricos, especialmente el
Esto no es de manera alguna una tarea TDM, invitan a pensar que las
sencilla en la mayoría de las herramientas que hasta el momento se
enfermedades, a pesar de los han utilizado para describir dicho
esfuerzos en las últimas décadas para trastorno no son las adecuadas; sin
formar una medicina “basada en embargo, actualmente es posible
evidencia” y de encontrar la “regla integrar una gran cantidad de
de oro” (método idóneo) para un variables estables que nos permitirán
diagnóstico, que parece ser siempre obtener patrones de funcionamiento y
parcial y dependiente de factores estructura tanto normal como
humanos, inclusive aquellos que se anormal, en todos los niveles
consideran objetivos, como es la (genético, molecular, celular,
histopatología (308). neuroquímico, conductual, etc.), con
el fin de proporcionar diagnósticos
integrales que nos lleven a
Así pues, ante esta gran brecha en la
tratamientos no sólo farmacológicos
ciencia médica (posiblemente la más
personalizados y eficaces.
grande y esencial),

www.neuropsicologia.cl 82
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Los modelos etiofisiopatológicos que Este modelo ha sido ampliamente


se pueden derivar de estos y otros comentado anteriormente desde
datos, pueden ser complejos y poco distintas perspectivas por Pittenger
claros, pero aun así, es posible (319), Mayberg (320) y Leonard (321),
describir un posible prototipo que pero nunca con una visión tan
integre el mayor número de variables integral como la que se expone; no es
(sin pretender profundizar mucho en el objetivo de este trabajo plantear un
esto, que no es el objetivo del modelo exhaustivo, sino proponer
presente trabajo) y finalmente una metodología que nos permita
proponer una posible solución que perfeccionar dicho modelo
nos permita obtener patrones útiles. fisiopatológico, y que permita nuevas
y mejores soluciones terapéuticas
El punto de partida son los genes, personalizadas.
estos determinan de manera relativa
la estructura y funcionamiento del El TDM, como todos los trastornos
organismo, el cual interactúa con el neuropsiquiátricos, tiene como
medio externo de una manera característica esencial su
bidireccional. Así pues, la presencia heterogeneidad y variabilidad clínica
de polimorfismos genéticos (ej. (y muchas veces paraclínica), no sólo
BDNF, CREB, etc.), que predispongan entre sujetos, sino en un mismo
a procesos degenerativos o que paciente a través del tiempo; lo que
causen una neuroprotección ha causado intensa crítica sobre los
deficiente o inhiban funciones de métodos diagnósticos actuales y la
regeneración, crecimiento y elección de tratamiento, que resultan
maduración (neurogénesis, mediocremente eficaces, seguramente
sinpatogénesis, etc.), en estructuras por el pobre diagnóstico. Teniendo en
cerebrales (hipocampo, amígdala, cuenta todo lo anterior proponemos la
corteza del cíngulo, etc.), son la creación de bases de datos que
primera variable a tomar en cuenta. permitan correlacionar múltiples
Sin embargo, la predisposición no es variables, a través del tiempo en
causal suficiente, y parece necesario, grandes poblaciones multicéntricas.
también, un proceso de estrés que
desencadene el proceso Esta metodología ha sido puesta en
fisiopatológico (inmuno- marcha de manera más reducida por
endocrinológico), que producirá Brain Resource Company (BRC),
daños funcionales (ej. RMf, EEG, etc.) desde hace ya más de 7 años, con
y estructurales (RM, histopatología, resultados (10) que nos permiten
etc.), que finalmente ocasionarán el asegurar que un modelo integral es
cuadro clínico y los hallazgos posible, es útil y debe ser ampliado y
cognitivo-conductuales (desde mejorado con las variables ya
trastornos del sueño y apetito hasta mencionadas, entre otras.
conductas perseverantes y
autodestructivas).

www.neuropsicologia.cl 83
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

Conclusión medirlas (marcadores intracelulares,


enzimáticos, etc.).
Estamos ante el mayor de los retos de
la historia humana, la descripción de Se propone la creación de bases de
nosotros mismos, y para ello parece datos integradoras y personalizadas,
que sólo poseemos de una multicéntricas, internacionales y
herramienta, de un sólo método, que multiculturales, para lograr
a su vez es el objeto mismo. El correlaciones significativas en todos
conocimiento del humano se puede los niveles biológicos y su impacto
hacer desde puntos distintos, que no (interrelaciones) en el ambiente, en el
deben verse como excluyentes, sino tiempo y espacio; donde la
complementarios. Y así como es neurogenética, la neurociencia
importante conocer sobre las huellas molecular y celular, la neurociencia
en el cerebro que dejan las del desarrollo, la neuro-
sensaciones experimentadas, ante las endocrinología, neuroinmunología, la
cuales somos meros espectadores neurociencia del comportamiento
(Immanuel Kant, “Antropología”), (emocional y cognitiva) y sus
también es esencial discurrir sobre relaciones interpersonales
aspectos no-fisiológicos y encontrar (neurociencia social), con la ayuda de
cierta unión entre ambas ciencias la neuroinformática y estadística; para
para ser más que espectadores. obtener modelos adecuados de
funcionamiento y patología cerebral,
Se han descrito sólo algunas variables que deberán estar contemplados en el
que se deben tener en cuenta para DSM-V a comienzos de la siguiente
estructurar un modelo realista integral década.
y personalizado del funcionamiento
cerebral y comportamiento humano;
sin embargo, existen otros posibles
marcadores en diferentes niveles y
sistemas que también pueden y deben Referencias
tomarse en cuenta que no hemos
mencionado, como ciclos 1. Panksepp, J. (2004). Textbook of
circadianos, estructura del sueño, Biological Psychiatry. WILEY-LISS.
medidas de neuropeptidos y 2. Martin, J. (2002). The integration of
hormonas sexuales, metabolitos de neurology, psychiatry, and neuroscience
in the 21st century. Am J Psychiatry,
neuromoduladores en líquido
159(5), 695-704.
cefalorraquídeo; así como hallazgos
3. Blackmore, C. (2005 December 10-
utilizando otras herramientas de 16). In Celebration of Cerebration. The
imagen funcional (NIRS, MEG, MRS, Lancet, 366(9502), 2035-57.
DTI, etc.) y otras medidas fisiológicas 4. Varela, F. (1999). Naturalizing
extracerebrales, y muchas otras phenomenology: issues in contemporary
intracerebrales que por el momento phenomenology and Cognitive Science
no conocemos o no es posible (pp.266-329). Standford University Press.

www.neuropsicologia.cl 84
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

5. Rudrauf, D., Lutz, A., Lachaux, J., & 17. Cacioppo, J., Tassinary, L., &
Le Van Quyen, M. (2003). From Bernston, G., (2005). Handbook of
autopoiesis to neurophenomenology: Psychophysiology. Cambridge University
Francisco Varela's exploration of the Press.
biophysics of being. Biol. Res 36(1), 27- 18. Lopez-Ibor, J., Gaebel, W., Maj, M.,
65. & Sartorius, N. (2002). Psychiatry as a
6. Posner, M., Kandel, E., Albright, T., & neuroscience. WILEY.
Jessell, T. (2000). Neural science: review 19. Webster, J., Tonelli, L., & Sternberg,
a century of progress and the mysteries E. (2002). Neuroendocrine regulation of
that remain. Neuron, 25:1–55. immunity. Annu Rev Immunol, 20:125-
7. Kupfer, J., First, M., & Regier, D. 63.
(2002). A Research Agenda for DSM – V. 20. Koslow, S. (2005). Discovery and
American Psychiatric Association. integrative neuroscience, Clin EEG
Version digital en: Neurosci, 36(2), 55-63.
http://www.appi.org/pdf/kupfer_2292.pdf 21. Silva, A. (2006). Neuroscience
8. Cowan, W., Kopnisky, K., & Hyman, nanotechnology: progress, opportunities
S. (2002). The Human Genome Project and challenges. Nature Rev Neurosci,
and Its Impact on Psychatry. Annu Rev 7(1), 65-74.
Neurosci, 25:1-50. 22. Jain, K. (2007). Applications of
9. Beach S, (2006) Relational Processes nanobiotechnology in clinical
and DSM – V, Neuroscience, Assessment, diagnostics, Clin Chemistry 53(11), 2002-
Prevention and Treatment. American 9.
Psychiatric Publishing. 23. Deutch, A., & Roth, R. (2004).
10. Gordon, E. (2007). Integrating Neurochemical Systems in the Central
objective gene-brain-behavior markers of Nervous System. en: Charney, D., &
psychiatric disorders. J Integr Neurosci, Nestler, E. (Eds.) Neurobiology of Mental
6(1), 1-34. Illness. Oxford University Press.
11. Hyman, S. (2007). Can neuroscience 24. Nunez, P., & Srinivasan, R. (2007).
be integrated into the DSM-V?. Nature Electric fields of the brain, The
Reviews Neurosci, 8(9), 725-732. Neurophysics of EEG. Oxford University
12. Shastry, B. (2006). Pharmacogenetics Press.
and the Concept of Individualized 25. Izhikevich, E., Gally, J., & Edelman,
Medicine. The Pharmacogenomics J, 6(1), G. (2004). Spike-timing dynamics of
16–21. neuronal groups. Cereb Cortex, 14(8),
13. Sadock, B., Sadock, V., (2007). 933-944.
Synopsis of Psychiatry. LWW. 26. Freeman, W. (2003). Neurodynamic
14. Flint, J., & Munafo, M. (2006). The models of brain in psychiatry.
endophenotype concept in psychiatric Neuropsychopharmacology, 28(1), 54-
genetics. Psychological Med, 37(2), 163- 63.
80. 27. Kandel, E. (1998). A new intellectual
15. Honey, G. (2002). Functional brain framework for psychiatry. Am J Psych,
mapping of psychopathology. J Neurol 155(4), 457-469.
Neurosurg Psychiatry, 72(4), 432–439. 28. Gottesman, I., & Gould, T. (2003).
16. Gordon, E. (2002). Neuroimaging in The endophenotype concept in
neuropsychiatry. Sin publicar. psychiatry: etymology and strategic
intentions, Am J Psychiatry, 160(4), 636–
645.

www.neuropsicologia.cl 85
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

29. Kendler, K. (2006). Reflections on the 40. Levinson, D. (2005). The Genetic of
relationship between psychiatric genetics Depression: A Review. Biol Psychiatry,
and psychiatric nosology, Am J 60(2), 84-92.
Psychiatry, 163(7), 1138–1146. 41. Hasler, G., Drevets, W., Manji, H.,
30. Kendler, K. (2008). Explanatory Charney D. (2004) Discovering
models for psychiatric illness. Am J endophenotypes for major depression.
Psychiatry, 165(6), 695-702. Neuropsychopharmacology, 29(10),
31. Farah, M., & Wolpe, P. (2004). 1765-81.
Monitoring and manipulating brain 42. Lemonde, S., Turecki, G., Bakish, D.,
function: new neuroscience technologies Du, L., Hrdina, P., & Bown, C. (2003).
and their ethical implications, Hastings Impaired repression at a 5-
Cent Rep, 34(3), 35-45. hydroxytryptamine 1A receptor gene
32. Rakic, P. (2004). En Gazzaniga, M., polymorphism associated with major
(Ed.) The Cognitive Neurosciences III depression and suicide. J Neurosci,
(pp.3-4). MIT Press. 23(25), 8788-8799.
33. Fancher, R. (1996). Pioneers of 43. Wu, S., & Comings, D. (1999) A
Psychology (pp. 247). New York: W.W. common C-1018G polymorphism in the
Norton & Company. human 5-HT1A receptor gene. Psychiatr
34. Kandel, E. (2006). In Search of Genet, 9(2), 105-106.
Memory, The Emergence of a New 44. Caspi, A., Sugden, K., Moffitt, T.,
Science of Mind (pp. 53). W. W. Norton. Taylor, A., Craig, I., Harrington, H., et al
35. Pearlson, G., & Folley B. (2008). (2003). Influence of life stress on
Endophenotypes, dimensions, risks: Is depression: moderation by a
psychosis analogous to common polymorphism in the 5-HTT gene.
inherited medical illnesses?. Clin EEG Science, 301(5631), 386-389.
Neurosci, 39(2), 73-77. 45. Greenberg, B., Li, Q., Lucas, F., Hu,
36. Mössner, R., Mikova, O., Koutsilieri, S., Sirota, L., Benjamin, J., et al (2000).
E., Saoud, M., Ehlis, A., Müller, N., et al Association between the serotonin
(2007). Consensus paper of the WFSBP transporter promoter polymorphism and
Task Force on Biological Markers: personality traits in a primarily female
Biological Markers in Depression. World J population sample. Am J Med Genet,
Biol Psychiatry, 8(3), 141-174. 96(2), 202-216.
37. Helzer, J. Kreamer, H., Krueger, R., 46. Neumeister, A., Konstantinidis, A.,
Wittchen, H., Sirovatka, P., & Regier, Stastny, J., Schwarz, M., Vitouch, O.,
D.A (2008). Dimensional Approaches in Willeit, M., et al (2002). Association
Diagnostic Classification: Refining the between serotonin transporter gene
Research Agenda for DSM-V. American promoter polymorphism (5HTTLPR) and
Psychiatric Association. behavioral responses to tryptophan
38. Le-Niculescu, H., Kurian, S., depletion in healthy women with and
Yehyawi, N., Dike, C., Patel, S., without family history of depression. Arch
Edenberg, H., et al (2008). Identifying Gen Psychiatry, 59(7), 613-620.
blood biomarkers for mood disorders 47. Kendler, K., Kuhn, J., & Vittum, J.
using convergent functional genomics. (2005). The interaction of stressful life
Mol Psychiatry, Epub ahead of print 1–19. events and a serotonin transporter
39. Lesch, K. (2004) Gene- polymorphism in the prediction of
environment interaction and the episodes of major depression. Arch Gen
genetics of depression. J. Psychiatry Psychiatry 62(5), 529-535.
Neurosci, 29(3), 174-84.
www.neuropsicologia.cl 86
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

48. Cervilla, J., Rivera, M., Molina, E., factor for depression.
Torres-González, F., Bellón, J., Moreno, Neuropsychopharmacology, 28(2), 397-
B., et al (2006) The 5-HTTLPR s/s 401.
genotype at the serotonin transporter 56. Gatt, J., Clark, C., Kemp, A., Liddell,
gene (SLC6A4) increases the risk for B., Dobson-Stone, C., Kuan, S., et al
depression in a large cohort of primary (2007). A genotype-endophenotype-
care attendees: The PREDICT-Gene study. phenotype path model of depressed
Am J Med Genet B (Neuropsychiatr mood: integrating cognitive and
Genet), 141B(8), 912-917. emotional markers. J Integr Neurosci,
49. Sen, S., Burmeister, M., & Ghosh, D. 6(1), 75-104.
(2004). Meta-analysis of the association 57. Gatt, J., Kuan, S., Dobson-Stone, C.,
between a serotonin transporter promoter Paul, R., Joffe, R., Kemp, A., et al (2008).
polymorphism (5-HTTLPR) and anxiety- Association between BDNF Val66Met
related personality traits. Am J Med Genet polymorphism and trait depression is
B Neuropsychiatr Genet, 127(1), 85-89. mediated via resting EEG alpha band
50. Hariri, A., Mattay, V., Tessitore, A., activity. Biol Psychol, 79(2), 275-284.
Kolachana, B., Fera, F., Goldman, D., et 58. Hwang, J., Tsai, S., Hong, C., Yang,
al (2002). Serotonin transporter genetic C., Lirng, J., & Yang, Y. (2006) The
variation and the response of the human Val66Met polymorphism of the brain-
amygdala. Science, 297(5580), 400-403. derived neurotrophic-factor gene is
51. Pezawas, L., Meyer-Lindenberg, A., associated with geriatric depression.
Drabant, E., Verchinski, B., Munoz, K., Neurobiol Aging, 27(12), 1834-1837.
Kolachana, B., et al (2005). 5-HTTLPR 59. Jiang, X., Xu, K., Hoberman, J., Tian,
polymorphism impacts human F., Marko, A., Waheed, J., et al (2005).
cingulated-amygdala interactions: a BDNF variation and mood disorders: a
genetic susceptibility mechanism for novel functional promoter polymorphism
depression. Nat Neurosci, 8(6), 828-834. and val66met are associated with anxiety
52. Gonda, X., Rihmer, Z., Juhasz, G., but have opposing effects.
Zsombok, T., & Bagdy, G. (2007). High Neuropsychopharmacology 30(7), 1353-
anxiety and migraine are associated with 1361.
the s allele of the 5HTTLPR gene 60. Neves-Pereira, M., Mundo, E.,
polymorphism. Psychiatry Res, 149(1-3), Muglia, P., King, N., Macciardi, F., &
261-266. Kennedy, J. (2002). The brain-derived
53. Munafo, M., Clark, T., & Flint, J. neurotrophic factor gene confers
(2005). Does measurement instrument susceptibility to bipolar disorder:
moderate the association between the evidence from a family-based association
serotonin transporter gene and anxiety study. Am J Hum Genet, 71(3), 651-655.
related personality traits? A meta-analysis. 61. Manji, H., Martinowich, K., & Lu, B.
Mol Psychiatry, 10(4), 415–419. (2007). New insights into BDNF function
54. Hashimoto, K., Shimizu, E., & Iyo, M. in depression and anxiety. Nature
(2004). Critical role of brain-derived Neurosci, 10(9), 1089-1093.
neurotrophic factor in mood disorders. 62. Zill, P., Baghai, T., Zwanzger, P.,
Brain Res Brain Res Rev, 45(2), 104-114. Schüle, C., Minov, C., Riedel, M., et al
55. Sen, S., Nesse, R., Stoltenberg, S., Li, (2000). Evidence for an association
S., Gleiberman, L., Chakravarti, A., et al between a G-protein beta3-gene variant
(2003) A BDNF coding variant is with depression and response to
associated with the NEO personality antidepressant treatment. Neuroreport,
inventory domain neuroticism, a risk 11(9), 1893-1897.

www.neuropsicologia.cl 87
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

63. Serretti, A., Lorenzi, C., Cusin, C., 71. Geng, Y., Su, Q., Su, L., Chen, Q.,
Zanardi, R., Lattuada, E., Rossini, D., et Ren, G., Shen, S., et al (2007).
al (2003). SSRIs antidepressant activity is Comparison of the polymorphisms of
influenced by G beta 3 variants. Eur androgen receptor gene and estrogen
Neuropsychopharmacol 13(2), 117-122. alpha and beta gene between adolescent
64. Bondy, B., Baghai, T., Zill, P. females with first-onset major depressive
Bottlender, R., Jaeger, M., Minov C, et al disorder and controls. Int J Neurosci,
(2002). Combined action of the ACE D- 117(4), 539-47.
and the G-protein beta3 T-allele in major 72. Kersting, A., Kroker, K., Horstmann,
depression: a possible link to J., Baune, B., Hohoff, C., Mortensen, L.,
cardiovascular disease?. Mol Psychiatry, et al (2007). Association of MAO-A
7(10), 1120-1126. variant with complicated grief in major
65. Exton, M., Artz, M., Siffert, W., & depression. Neuropsychobiology, 56(4),
Schedlowski, M. (2003). G protein beta3 191-196.
subunit 825T allele is associated with 73. Schulze, T., Muller, D., Krauss, H.,
depression in young, healthy subjects. Scherk, H., Ohlraun, S., Syagailo, Y., et
Neuroreport, 14(3), 531-533. al (2000). Association between a
66. Gilbody, S., Lewis, S., & Lightfoot, T. functional polymorphism in the
(2006). Methylenetetrahydrofolate monoamine oxidase A gene promoter
reductase (MTHFR) genetic and major depressive disorder. Am J Med
polymorphisms and psychiatric disorders: Genet, 96(6), 801-803.
a HuGE review. Am J Epidemiol, 165(1), 74. Yu, Y., Tsai, S., Hong, C., Chen, T.,
1-13. Chen, M., & Yang, C. (2005). Association
67. Bjelland, I., Tell, G., Vollset, S., study of a monoamine oxidase a gene
Refsum, E., & Ueland, P. (2003). Folate, promoter polymorphism with major
vitamin B12, homocysteine, and the depressive disorder and antidepressant
MTHFR 677C T polymorphism in anxiety response. Neuropsychopharmacology,
and depression. Arch Gen Psychiatry, 30(9), 1719-1723.
60(6), 618-626. 75. Ho, L., Furlong, R., Rubinsztein, J.,
68. Coppen, A., & Bolander-Gouaille, C. Walsh, C., Paykel, E., Rubinsztein, D.
(2005). Treatment of depression: time to (2000). Genetic associations with clinical
consider folic acid and vitamin B12. J characteristics in bipolar affective
Psychopharmacol, 19(1), 59-65. disorder and recurrent unipolar
69. Seidman, S., Araujo, A., Roose S., & depressive disorder. Am J Med Genet,
McKinlay, J. (2001). Testosterone level, 96(1), 36-42.
androgen receptor polymorphism, and 76. Massat, I., Souery, D., Del-Favero, J.,
depressive symptoms in middle aged Nothen, M., Blackwood, D., Muir, W., et
men. Biol Psychiatry, 50(5), 371-6. al (2005). Association between COMT
70. Colangelo, L., Sharp, L., Kopp, P., (Val158Met) functional polymorphism
Scholtens, D., Chiu, B., Liu, K., et al and early onset in patients with major
(2007). Total testosterone, androgen depressive disorder in a European
receptor polymorphism, and depressive multicenter genetic association study.
symptoms in young black and white men: Mol Psychiatry, 10(6), 598-605.
The CARDIA Male Hormone Study. 77. Jabbi, M., Kema, I., van der Pompe,
Psychoneuroendocrinology, 32(8-10), G., te Meerman, G., Ormel, J., & den
951-8. Boer, J. (2007). Catechol-o-
methyltransferase polymorphism and
susceptibility to major depressive disorder

www.neuropsicologia.cl 88
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

modulates psychological stress response. 87. Wichers M., Schiepers O., Maes M.
Psychiatric Genet, 17(3), 183-193. (2005) Cytokines and Major depression.
78. Funke, B., Malhotra, A., Finn, C., Prog Neuropsychopharmacol Biol
Plocik, A., Lake, S., Lencz, T., et al Psychiatry, 29(2), 201-17.
(2005). COMT genetic variation confers 88. Ellis, P., & Salmond, C. (1994). Is
risk for psychotic and affective disorders: platelet imipramine binding reduced in
a case control study. Behav Brain Funct, depression? A meta-analysis. Biol
18:1-19. Psychiatry, 36(5), 292-299.
79. Haeffel, G., Getchell, M., Koposov, 89. Lang, U., Hellweg, R., & Gallinat, J.
R., Yrigollen, C., Deyoung, C., (2004). BDNF serum concentrations in
Klinteberg, B., (2008). Association healthy volunteers are associated with
between polymorphisms in the dopamine depression related personality traits.
transporter gene and depression: Neuropsychopharmacology, 29(4), 795-
evidence for a gene-environment 798.
interaction in a sample of juvenile 90. Shimizu, E., Hashimoto, K.,
detainees. Psychol Sci, 19(1), 62-69. Okamura, N., Koike, K., Komatsu, N.,
80. Garriock, H., Delgado, P., & Kling, Kumakiri, C., et al (2003). Alterations of
M. (2005). Number of risk genotypes is a serum levels of brain-derived
risk factor for major depressive disorder: a neurotrophic factor (BDNF) in depressed
case control study. Behav Brain Funct, patients with or without antidepressants.
5:2-24. Biol Psychiatry, 54(1), 70-75.
81. Hattori, E., Liu, C., Zhu, H., & 91. Karege, F., Perret, G., Bondolfi, G.,
Gershon, E. (2005). Genetic test of Schwald, M., Bertschy, G., & Aubry, J.
biologic systems in affective disorders. (2002). Decreased serum brain-derived
Mol Psychiatry, 10:719-740. neurotrophic factor levels in major
82. Marques-Deak, A., Cizza, G., & depressed patients. Psychiatry Res,
Sternberg, E. (2005). Brain-immune 109(2), 143-148.
interactions and disease susceptibility. 92. Karege, F., Bondolfi, G., Gervasoni,
Mol psychiatry, 10(3), 239-250. N., Schwald, M., Aubry, J., & Bertschy,
83. Charmandari, E., Tsigos, C., & G. (2005). Low brain-derived
Chrousos, G. (2005). Endocrinology of neurotrophic factor (BDNF) levels in
the stress response. Annu Rev Physiol, serum of depressed patients probably
67:259-284. results from lowered platelet BDNF
84. Blalock, J. (1997). Neuroimmuno release unrelated to platelet reactivity.
endocrinology. Karger-Basel. Biol Psychiatry, 57(9), 1068-1072.
85. Santiago, J. (2001). Un salto 93. Aydemir, O., Deveci, A., & Taneli, F.
paradigmático: de la red psiconeuro (2005). The effect of chronic
inmunoendócrina al modelo biocognitivo antidepressant treatment on serum brain-
de la salud. Segundo congreso virtual de derived neurotrophic factor levels in
psiquiatría, Interpsiquis 2001. Mesa depressed patients: a preliminary study.
redonda: Psicosomática. Prog Neuropsychopharmacol Biol
86. Demas, G. (2004) The energetics of Psychiatry, 29(2), 261-265.
immunity: a neuroendocrine link 94. Evans, S., Choudary, P., Neal, C., Li,
between energy balance and immune J., Vawter, P., Tomita, H., et al (2004).
function. Horm Behav, 45(3), 173-180. Dysregulation of the fibroblast growth
factor system in major depression. PNAS,
101(43), 15506–15511.

www.neuropsicologia.cl 89
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

95. Maes, M., Stevens, W., DeClerck, L., interleukin-2 and transferrin receptor in
Bridts, C., Peeters, D., Schotte, C., et al schizophrenia and major depression. Eur
(1992). Immune disorders in depression: Arch Psychiatry Clin Neurosci, 244(6),
higher T helper/T suppressor-cytotoxic 325-329.
cell ratio. Acta Psychiatr Scand, 86(6), 103. Maes, M., Bosmans, E., De Jongh,
423-431. R., Kenis, G., Vandoolaeghe, E., & Neels,
96. Müller, N., Hofschuster, E., H. (1997). Increased serum IL-6 and IL-1
Ackenheil, M., Mempel, W., & Eckstein, receptor antagonist concentrations in
R. (1993). Investigations of the cellular major depression and treatment resistant
immunity during depression and the free depression. Cytokine, 9(11), 853-858.
interval: evidence for an immune 104. Sluzewska, A., Rybakowski, J.,
activation in affective psychosis. Prog Bosmans, E., Sobieska, M., Berghmans,
Neuropsychopharmacol Biol Psychiatry, R., Maes, M., et al (1996). Indicators of
17(5), 713-730. immune activation in major depression.
97. Zorrilla, E., Luborsky, L., McKay, J., Psychiatry Res, 64(3), 161-167.
Rosenthal, R., Houldin, A., Tax, A., et al 105. Berk, M., Wadee, A., Kuschke, R.,
(2001). The relationship of depression & O’Neill-Kerr A. (1997) Acute phase
and stressors to immunological assays: a proteins in major depression. J
meta-analytic study. Brain, Behav Immun, Psychosom Res. 43(5), 529-534.
15(3), 199-226. 106. Song, C., Lin, A., Bonaccorso, S.,
98. Duch, D., Woolf, J., Nichol, C., Heide, C., Verkerk, R., Kenis, G., et al
Davidson, J., & Garbutt, J., (1984). (1998). The inflammatory response
Urinary excretion of biopterin and system and the availability of plasma
neopterin in psychiatric disorders. tryptophan in patients with primary sleep
Psychiatry Res, 11(2), 83-89. disorders and major depression. J Affect
99. Dunbar, P., Hill, J., Neale, T., & Disord, 49(3), 211-219.
Mellsow, P. (1992). Neopterin 107. Frommberger, U., Bauer, J.,
measurement provides evidence of Haselbauer, P., Fräulin, A., Riemann, D.,
altered cell-mediated immunity in & Berger, M. (1997). Interleukin-6-(IL-6)
patients with depression, but not with plasma levels in depression and
schizophrenia. Psychol Med, 22(4), 1051- schizophrenia: comparison between the
1057. acute state and after remission. Eur Arch
100. Maes, M., Scharpe, S., Meltzer, H., Psychiatry Clin Neurosci, 247(4), 228-
Okayli, G., Bosmans, E., D'Hondt, P., et 233.
al (1994). Increased neopterin and 108. Craddock, D., & Thomas, A. (2006).
interferon-gamma secretion and lower Cytokines and late-life depression. Essent
availability of L- tryptophan in major Psychopharmacol, 7(1), 42-52.
depression: further evidence for an 109. Thomas, A., Davis, S., Morris, C.,
immune response. Psychiatry Res, 54(2), Jackson, E., Harrison, R., & O'Brien, J.
143-160. (2005). Increase in Interleukin-1 in late–
101. Bonaccorso, S., Lin, H., Verkerk, life depression. Am J Psychiatry, 162(1),
R., Van Hunsel, F., Libbrecht, I., Scharpé, 175-177.
S., et al (1998). Immune markers in 110. Beach, F. (1948). Hormones and
fibromyalgia: comparison with major behavior, a survey of interrelationships
depressed patients and normal between endocrine secretions and
volunteers. J Affect Disord, 48(1), 75-82. patterns of overt response. New York:
102. Maes, M., Meltzer, H., Buckley, P., Cooper Square Publishers.
& Bosmans, E. (1995). Plasma soluble

www.neuropsicologia.cl 90
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

111. Gordon, E. (2001) Integrative increased ACTH pulse frequency. J Clin


psychophysiology. Inter J Endocrinol Metab, 65(5), 962-8.
Psychophysiology, 42(2), 95-108. 121. Sachar, J., Hellman, L., Fukushima,
112. Chrousos, G., & Gold, P. (1998). A K., Gallagher, T. (1970). Cortisol
healthy body in a healthy mind--and vice production in depressive illness: a clinical
versa--the damaging power of and biochemical clarification. Arch Gen
"uncontrollable" stress. J Clin Endocrinol Psychiatry, 23(4), 289-298.
Metab, 83(6), 1842-5. 122. Sachar, J., Hellman, L., Roffwarg,
113. Barden, S. (2004). Implication of P., Halpern, F., Fukushima, D., &
the hypothalamic–pituitary–adrenal axis Gallagher, T. (1973). Disrupted 24 hour
in the physiopathology of depression. J patterns of cortisol secretion in psychotic
Psychiatry Neurosci, 29(3), 185-93. depressives. Arch Gen Psychiatry, 28(1),
114. Mynt, A. (2003). Neurochemistry 19–24.
immune systems interaction in 123. Deuschle, M., Schweiger, U.,
depression. PhD Thesis. Maastricht Weber, B., Gotthardt, U., Körner, A.,
University 2007. Schmider, J., et al (1997). Diurnal activity
115. Nemeroff, C., Widerlöv, E., and pulsatility of the hypothalamus-
Bissette, G., Walléus, H., Karlsson, I., pituitary adrenal system in male
Eklund, K., et al (1984). Elevated depressed patients and healthy controls. J
concentrations of CSF corticotropin- Clin Endocrinol Metab, 82(1), 234-238.
releasing factor-like immunoreactivity in 124. Alesci, S., Martinez, P., Kelkar, S.,
depressed patients. Science, 226(4680), Ilias, I., Ronsaville, D., Listwak, J., et al
1342–1344. (2005). Major depression is associated
116. Arborelius, L., Owens, J., Plotsky, with significant diurnal elevations in
P., & Nemeroff, C. (1999). The role of plasma interleukin-6 levels, a shift of its
corticotropin-releasing factor in circadian rhythm, and loss of
depression and anxiety disorders. J physiological complexity in its secretion:
Endocrinol, 160(1), 1-12. clinical implications. J Clin Endocrinol
117. Board, F., Wadeson, R., & Persky, Metabol, 90(5), 2522-2530.
H. (1957). Depressive affect and 125. Ehlert, U., Gaab, J., & Heinrichs,
endocrine function: blood levels of M. (2001). Psychoneuroendocrinological
adrenal cortex and thyroid hormones in contributions to the etiology of
patients suffering from depressive depression, posttraumatic stress disorder,
reactions. AMA Arch Neurol Psychiatry, and stress-related bodily disorders: the
78(6), 612–620. role of the hypothalamus–pituitary–
118. Carroll, J., Curtis, G., Davies, B. adrenal axis. Biol Psychol, 57(1-3), 141-
Mendels, J., & Sugerman, A. (1976). 152.
Urinary free cortisol excretion in 126. Parker, K., Schatzberg, A., & Lyons,
depression. Psychol Med, 6(1), 43–50. D. (2003). Neuroendocrine aspects of
119. Carroll, J. (1982). The hypercortisolism in major depression.
dexamethasone suppression test for Horm Behav, 43(1), 60-6.
melancholia. Br J Psychiatry 140:292- 127. Bos, E., Bouhuys, A., Geerts, E., Van
304. Os, TW., Van der Spoel, I., Brouwer, W.,
120. Mortola, J., Liu, J., & Gillin, C., et al (2005). Cognitive, physiological, and
Rasmussen, D., & Yen, S. (1987). personality correlates of recurrence of
Pulsatile rhythms of adrenocorticotropin depression. J Affect Disord, 87(2-3), 221-
(ACTH) and cortisol in women with 229.
endogenous depression: evidence for

www.neuropsicologia.cl 91
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

128. Niedermeyer, E., & Lopes da Silva, pharmacodynamics of psychotropic


F. (2004). Electroencephalography: basic drugs. Clin EEG Neurosci, 37(2), 66-80.
principles, clinical applications, and 136. Veiga, H., Deslandes, A., Cagy, M.,
related fields. Lippincott Williams & Fiszman, A., Piedade, R., & Ribeiro, P.
Wilkins. (2003). Neurocortical electrical activity
129. Pascual-Marqui, R., Esslen, M., tomography in chronic schizophrenics.
Kochi, K., & Lehmann, D. (2002). Arq Neuropsiquiatr, 61(3B), 712-717.
Functional imaging with low resolution 137. Babiloni, C., Cassetta, E., Binetti,
brain electromagnetic tomography G., Tombini, M., Del Percio, C., Ferreri,
(LORETA): review, new comparisons, and F., et al (2007). Resting EEG sources
new validation. Japanese J Clin correlate with attentional span in mild
Neurophysiol, 30:81-94. cognitive impairment and Alzheimer’s
130. Penny, W. (2006). En: Friston, K., disease. Eur J Neurosci, 25(12), 3742–
Ashburner, J., Kiebel, S., Nichols, T., & 3757
Penny, W. (Eds.) Statistical Parametric 138. Pizzagalli, D., Lehmann, D.,
Mapping: The analysis of functional Hendrick, A., Regard, M., Pascual-
brain images. London: Elsevier. Marqui, R., & Davidson, R. (2002).
131. Mulert, C., Jager, L., Schmitt, R., Affective judgments of faces modulate
Bussfeld, P., Pogarell, O., Möller, H., et early activity (approximately 160 ms)
al (2003). Integration of fMRI and within the fusiform gyri. Neuroimage,
simultaneous EEG: towards a 16(3 pt 1), 663-77.
comprehensive understanding of 139. Babiloni, F., Cincotti, F., Babiloni,
localization and time-course of brain C., Carducci, F., Mattia, D., Astolfi, L., et
activity in target detection. NeuroImage, al (2005). Estimation of the cortical
22(1), 83–94. functional connectivity with the
132. Pizzagalli, D., Oakes, T., & multimodal integration of high-resolution
Davidson, R. (2003). Coupling of theta EEG and fMRI data by directed transfer
activity and glucose metabolism in the function. NeuroImage, 24(1), 118–131.
human rostral anterior cingulate cortex: 140. Horacek, J., Brunovsky, M., Novak,
An EEG/PET study of normal and T., Skrdlantova, L., Klirova, M.,
depressed subjects. Psychophysiology, Bubenikova-Valesova, V. (2007). Effect of
40(6), 939–949. low-frequency rTMS on electromagnetic
133. Fallgatter, A., Bartsch, A., & tomography (LORETA) and regional brain
Herrmann, M. (2002). metabolism (PET) in schizophrenia
Electrophysiological measurements of patients with auditory hallucinations.
anterior cingulate function. J Neural Neuropsychobiology, 55(3-4), 132–142.
Transm, 109(5-6), 977–988. 141. Baumgartner, C. (2004).
134. Koles, Z., Flor-Henry, P., & Lind, J. Controversies in clinical
(2001). Low-resolution electrical neurophysiology. MEG is superior to EEG
tomography of the brain during in the localization of interictal
psychometrically matched verbal and epileptiform activity. Clin Neurophysiol,
spatial cognitive tasks. Human Brain 115(5), 1010-20.
Mapping, 12(3), 144–156. 142. Davidson, R. (1998). Anterior
135. Saletu, B., Anderer, P., & saletu- electrophysiological asymmetries,
Zyhlarz, G. (2006). EEG topography and emotion, and depression: Conceptual and
tomography (LORETA) in the methodological conundrums.
classification and evaluation of the Psychophysiology, 35(5), 607–614.

www.neuropsicologia.cl 92
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

143. Watanabe, E., Nagahori, Y., & to antidepressants, Neuropsycho


Mayanagi, Y. (2002). Focus diagnosis of pharmacology, 27(1), 120-31.
epilepsy using near-infrared 153. Hunter, A., Leuchter, A., Morgan,
spectroscopy. Epilepsia, 43(9), 50–55. M., Cook, I, (2006) Changes in brain
144. Roche-Labarbe, N., Wallois, F., function (quantitative EEG cordance)
Ponchel, E., Kongolo, G., & Grebe, R. during placebo lead-in and treatment
(2007). Coupled oxygenation oscillation outcome in clinical trials for major
measured by NIRS and intermittent depression. Am J Psychiatry, 163(8),
cerebral activation on EEG in premature 1426-32.
infants. NeuroImage, 36(3), 718–727. 154. Blackwood, D., Whalley, L.,
145. Chandra, P., Salamon, N., Huang, J. Christie, J., Blackburn, I., St Clair, D., &
Wu, J., Koh, S., Vinters, H., et al (2006). McInnes, A. (1987). Changes in auditory
FDG-PET/MRI coregistration and P3 event-related potential in
diffusion-tensor imaging distinguish schizophrenia and depression. Br J
epileptogenic tubers and cortex in Psychiatry, 150(1), 154-160.
patients with tuberous sclerosis complex: 155. Urretavizcaya, M., Moreno, I.,
a preliminary report. Epilepsia, 47(9), Benlloch, L., Cardoner, N., Serrallonga,
1543–1549. J., Menchón, J., et al (2003) Auditory
146. Le Bihan, D., Mangin, J., Poupon, event-related potentials in 50
C., Clark, C., Pappata, S., Molko, N., et melancholic patients: increased N100,
al (2001). Diffusion tensor imaging: N200 and P300 latencies and diminished
concepts and applications. J Magn Reson P300 amplitude. J Affect Disord, 74(3),
Imaging 13(4), 534–546. 293-297.
147. Nunez, P. (2000) Toward a 156. Bruder, G., Towey, J., Stewart, J.,
quantitive description of large-scale Friedman, D., Tenke, C., & Quitkin, F.
neocortical dynamic function and EEG. (1991). Event-related potentials in
Behav Brain Sci, 23(3), 371-98. depression: Influence of task, stimulus
148. Hughes, J., & John, E. (1999). hemifield and clinical features on P3
Conventional and quantitative latency. Biol Psychiatry, 30(3), 233–246.
electroencephalography in psychiatry. J 157. Himani, A., Tandon, O., & Bhatia,
Neuropsychiatry Clin Neurosci 11(2), M. (1999). A study of P300-event related
190-208. evoked potential in the patients of major
149. John, E., Karmel, B., Corning W., depression. Indian J Physiol Pharmacol,
Easton, P., Brown, D., et al (1977) 43(3), 367-372.
Neurometrics. Science, 196(4297), 1393- 158. Karaaslan, F., Gonul, A., Oguz, A.,
410. Erdinc, E., & Esel, E. (2003). P300
150. Davidson, R. (2003). Affective changes in major depressive disorders
neuroscience and psychophysiology: with and without psychotic features. J
toward a synthesis. Psychophysiology, Affect Disord, 73(3), 283-7.
40(5), 655-665. 159. Schlegel, S., Nieber, D., Herrmann,
151. Polich, J. (2004). Clinical C., & Bakauski, E, (1991). Latencies of the
application of the P300 event-related P300 component of the auditory event-
brain potential. Phys Med Rehabil Clin N related potential in depression are related
Am, 15(1), 133-161. to the Bech-Rafaelsen Melancholia Scale
152. Cook, I., Leuchter, A., Morgan, M., but not to the Hamilton Rating Scale for
Witte, E., Stubbeman, W., Abrams, M., et Depression. Acta Psych Scand, 83(6),
al (2002) Early changes in prefrontal 438-440.
activity characterize clinical responders

www.neuropsicologia.cl 93
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

160. Vandoolaeghe, E., van Hunsel, F., 168. Bruder, G., Fong, R., Tenke, C.
Nuyten, D., & Maes, M. (1998). Auditory Leite, P., Towey, J., Stewart, J., et al
event related potentials in major (1997). Regional brain asymmetries in
depression: Pro-longed P300 latency and major depression with or without an
increased P200 amplitude. J Affect anxiety disorder: A quantitative
Disord, 48(2-3), 105-113. electroencephalographic study. Biol
161. Linka, T., Muller, B., Bender, S., & Psychiatry, 41(9), 939-948.
Sartory, G. (2004). The intensity 169. Bruder, G., & Tenke, C. (2005).
dependence of the auditory evoked N1 Electroencephalographic measures of
component as a predictor of response to regional hemispheric activity in offspring
Citalopram treatment in patients with at risk for depressive disorders. Biol
major depression. Neurosci Lett, 367(3), Psychiatry, 57(4), 328-335.
375-378. 170. Kentgen, L., Tenke, C., Pine, D.,
162. Mulert, C., Juckel, G., Brunnmeier, Fong, R., Klein, R., & Bruder, G. (2000).
M., Karch, S., Leicht, G., Mergl, R., et al Electroencephalographic asymmetries in
(2007). Prediction of treatment response adolescents with major depression:
in major depression: integration of influence of comorbidity with anxiety
concepts. J Affect Disord, 98(3), 215-15. disorders. J Abnorm Psychol, 109(4), 797-
163. Lee, T., Yu, Y., Chen, T., & Tsai, S. 802.
(2005). Loudness dependence of the 171. Coan, J., & Allen, J. (2004). EEG
auditry evoked potential and response to asymmetry as a moderator and mediator
antidepressants in chinese patients with of emotion. Biol Psychol, 67(1-2), 7-49.
major depression. J Psychiatry Neurosci, 172. Sutton, S., & Davidson, R. (2000).
30(3), 202-5. Prefrontal brain electrical asymmetry
164. Ruchsow, M., Herrnberger, B., & predicts the evaluation of affective
Wiesend, C., Grön, G., Spitzer, M., & stimuli. Neuropsychologia, 38(13), 1723–
Kiefer, M. (2004). The effect of erroneous 1733.
responses on response monitoring in 173. Kalin, N., Larson, C., Shelton, S.,
patients with major depressive disorder: a Davidson, R. (1998). Asymmetric frontal
study with event-related potentials. brain activity, cortisol, and behavior
Psychophysiology, 41(6), 833-840. associated with fearful temperament in
165. Ruchsow, M., Herrnberger, B., Rhesus monkeys. Behav Neurosci, 112(2),
Beschoner, P., Grön, G., Spitzer, M., & 286 - 292.
Kiefer, M. (2006). Error preprocessing in 174. Cacioppo, J. (2004). Feelings and
major depressive disorder: evidence from emotions: roles for electrophysiological
event-related potentials. J Psychiatr Res markers. Biol Psychol, 67(1-2), 235-243.
40(1), 37-46. 175. Lubar, J., Congedo, M., & Askew, J.
166. Henriques, J., & Davidson, R. (2003). Low-resolution electromagnetic
(1990). Regional brain electrical tomography (LORETA) of cerebral activity
asymmetries discriminate between in chronic depressive disorder. Inter J
previously depressed subjects and healthy Psychophysiol, 49(3), 175-185.
controls. J Abnorm Psychol, 99(1), 22-31. 176. Broderick, D. (2005).
167. Henriques, J., & Davidson, R. Neuroimaging in Neuropsychiatry.
(1991). Left frontal hypoactivation in Psychiatr Clin N Am, 28(3) 549–566.
depression. J Abnorm Psychol 100(4), 177. Videbech, P., & Ravnkilde, B.
535-545. (2004). Hippocampal volume and
depression: a meta-analysis of MRI

www.neuropsicologia.cl 94
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

studies. Am J Psychiatry, 161(11), 1957- depression. Proc Natl Acad Sci USA,
1966. 93(9), 3908-3913.
178. Bremner, J. (2005). Changes in 188. Sheline, Y., Sanghavi, M., Mintun,
Brain Volume in Major Depression. Mind M., & Gado, M. (1999). Depression
Body, 2(2), 38-46. duration but not age predicts
179. Sheline, Y. (2000). 3D MRI studies hippocampal volume loss in women with
of neuroanatomic changes in unipolar recurrent major depression. J Neurosci,
major depression: the role of stress and 19(12), 5034-5043.
medical comorbidity. Biol Psychiatry, 189. Shah, P., Ebmeier, K., Glabus, M.,
48(8), 791-800. & Goodwin, G. (1998). Cortical grey
180. Sheline, Y. (2003) Neuroimaging matter reductions associated with
Studies of Mood Disorder Effects on the treatment resistant chronic unipolar
Brain. Biol Psychiatry, 54(3), 338-352. depression. Controlled magnetic
181. Drevets, W., Price, J., Simpson, J., resonance imaging study. Br J Psychiatry,
Todd, R., Reich, T., Vannier, M., et al 172:527-532.
(1997). Subgenual prefrontal cortex 190. MacQueen, G., Campbell, S.,
abnormalities in mood disorders. Nature, McEwen, B., Macdonald, K., Amano, S.,
386(6627), 824-827. Joffe, R., et al (2003) Course of illness,
182. Coffey, C., Wilkinson, W., Weiner, hippocampal function, and hippocampal
R., Parashos, I., Djang, W., & Webb, M., volume in major depression. PNAS,
et al (1993). Quantitative cerebral 100(3), 1387-1392.
anatomy in depression: A controlled 191. Pezawas, L., Verchinski, B., Mattay,
magnetic resonance imaging study. Arch V., Callicott, J., Kolachana, B., Straub, R.,
Gen Psychiatry, 50(1), 7-16. et al (2004). The brain-derived
183. Rajkowska, G., Miguel-Hidalgo, J., neurotrophic factor val66met
Wei, J., Dilley, G., Pittman, S., Meltzer, polymorphism and variation in human
H., et al (1999). Morphometric evidence cortical morphology. J Neurosci, 24(45),
for neuronal and glial prefrontal cell 10099-10102.
pathology in major depression. Biol 192. Campbell, S., Marriott, M.,
Psychiatry, 45(9), 1085-1098. Nahmias, C., & MacQueen, G. (2004).
184. Rajkowska, G. (2000). Postmortem Lower hippocampal volume in patients
studies in mood disorders indicate altered suffering from depression: a meta-
numbers of neurons and glial cells. Biol analysis. Am J Psychiatry, 161(4), 598-
Psychiatry, 48(8), 766-777. 607.
185. Ballmaier, M., Toga, A., Blanton, 193. Drevets, W. (1998). Functional
R., Sowell, E., Lavretsky, H., Peterson, J., neuroimaging studies of depression: the
et al (2004). Anterior cingulate, gyrus anatomy of melancholia. Annu Rev Med,
rectus, and orbitofrontal abnormalities in 49:341-61.
elderly depressed patients: an MRI-based 194. Gordon, E. (2005). Integrative
parcellation of the prefrontal cortex. Am J neuroscience: the role of a standardized
Psychiatry, 161(1), 99–108. database, Clin EEG Neurosci, 36 (2), 64-
186. Soares, J., & Mann, J. (1997). The 75.
anatomy of mood disorders—review of 195. Drevets, W., Frank, E., Price, J.,
structural neuroimaging studies. Biol Kupfer, D., Greer, P., & Mathis, C.
Psychiatry, 41(9), 86-106. (2000). Serotonin type-1A receptor
187. Sheline, Y., Wang, P., Gado, M., imaging in depression. Nucl Med Biol,
Csernansky, J., & Vannier, M. (1996). 27(5), 499-507.
Hippocampal atrophy in recurrent major

www.neuropsicologia.cl 95
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

196. Drevets, W. (2001). Neuroimaging Neuropsychopharmacology, 29(12),


and neuropathological studies of 2258-2265.
depression: Implications for the cognitive- 204. Reivich, M., Amsterdam, J.,
emotional features of mood disorders. Brunswick, D., & Shiue, C. (2004). PET
Curr Opin in Neurobiol, 11(2), 240-249. brain imaging with [11C] McN5652
197. Davidson, R., Abercrombie, H., shows increased serotonin transporter
Nitschke, J., & Putnam, K. (1999). availability in major depression. J Affect
Regional brain function, emotion and Disord 82(2), 321-327.
disorders of emotion. Curr Opin 205. Sheline, Y., Gado, M., Kraemer, H.
Neurobiol, 9(2), 228-234. (2003). Untreated depression and
198. Davidson, R. (2002). Anxiety and hippocampal volume loss. Am J
affective style: role of prefrontal cortex Psychiatry, 160(8), 1516-1518.
and amygdala. Biol Psychiatry, 51(1), 68- 206. Liotti, M., & Mayberg, H. (2001)
80. Role of functional neuroimaging in the
199. Abercrombie, H., Schaefer, S., neuropsychology of depression. J Clin Exp
Larson, C., Oakes, T., Lindgren, K., Neuropsychol, 23(1), 121-136.
Holden, J., et al (1998). Metabolic rate in 207. Phan, K., Wager, T., Taylor, S., &
the right amygdala predicts negative Liberzon, I. (2002). Functional
affect in depressed patients. Neuroreport, neuroanatomy of emotion: a meta-
9(14), 3301-3307. analysis of emotion activation studies in
200. Rauch, S., Savage, C., Alpert, N., PET and fMRI. NeuroImage, 16(2), 331–
Fischman, A., & Jenike, M. (1997). The 348.
functional neuroanatomy of anxiety: A 208. Parker, G. (2006) Through a glass
study of three disorders using positron darkly: the disutility of the DSM nosology
emission tomography and symptom of depressive disorders. Can J. Psychiatry.
provocation. Biol Psychiatry, 42(6), 446- 51(14), 879-86.
452. 209. Gruenberg, A., Goldstein, R., &
201. Brody, A., Saxena, S., Stoessel, P., Pincus, H. (2005) Classification of
Gillies, L., Fairbanks, L., Alborzian, S., et Depression: Research and Diagnostic
al (2001). Regional brain metabolic Criteria: DSM-IV AND ICD-10. In Licinio,
changes in patients with major depression L., & Wong, M. (Eds) Biology of
treated with either paroxetine or Depression. From novel Insights to
interpersonal therapy: preliminary Therapeutic Strategies. (Chap 1) WILEY.
findings. Arch Gen Psychiatry, 58(7), 210. Luyten, P., & Blatt, S. (2007)
631-640. Looking back towards the future: is it time
202. Meyer, J., Ginovart, N., to change the DSM approach to
Boovariwala, A., Sagrati, S., Hussey, D., psychiatric disorders? The case of
Garcia, A., et al (2006). Elevated depression. Psychiatry. 70(2), 85-99.
monoamine oxidase A levels in the brain: 211. Alloy, L., & Clements, C. (1998).
an explanation for the monoamine Hopelessness theory of depression: Tests
imbalance of major depression. Arch Gen of the symptom component. Cognit Ther
Psychiatry, 63(11), 1209-1216. Res, 22(4), 303-335.
203. Meltzer, C., Price, J., Mathis, C., 212. Abramson, L., Alloy, L., & Hogan,
Butters, M., Ziolko, S., Moses-Kolko, E., M. (2000). The hopelessness theory of
et al (2004). Serotonin 1A receptor suicidality. En: T. Joiner & M.D. Rudd
binding and treatment response in late- (Eds.) Suicide Science: Expanding the
life depression. Boundaries (pp. 127-143). Boston: MA:
Kluwer Academic.

www.neuropsicologia.cl 96
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

213. Hankin, B., Abramson, L., & Siler, perspective. J Affect Disord 24(3), 153-
M. (2001). A prospective test of the 163.
hopelessness theory of depression in 223. Duggan, C., Lee, A., & Murray, R.
adolescence. Cognit Ther Res, 25(5), 607- (1990). Does personality predict long-
632. term outcome in depression?. Br J
214. Beck, T., Steer, R., Kovacs, M., & Psychiatry, 157:19-24.
Garrison, B. (1985). Hopelessness and 224. Surtees, P., & Wainwright, N.
eventual suicide: A 10 year prospective (1996). Fragile states of mind:
study of patients hospitalized with neuroticism, vulnerability and the long-
suicidal ideation. Am J Psychiatry, 142(5), term outcome of depression. Br J
559-563. Psychiatry, 169(3), 338-347.
215. Beck, T., Brown, G., Berchick, J., 225. Snaith, P. (1993). Anhedonia: a
Stewart, B., & Steer, R. (1990). neglected symptom of psychopathology.
Relationship between hopelessness and Psychol Med, 23(4), 957-966.
ultimate suicide: A replication with 226. Keedwell, P., & Andrew, C. (2005)
psychiatric patients. Am J Psychiatry, The neural correlates of anhedonia in
147(11), 190-195. major depressive disorder. Biol
216. Nolen-Hoeksema, S., Morrow, J., & Psychiatry, 58(11), 843–853.
Fredrickson, L. (1993). Response styles 227. Loas, G. (1996) Vulnerability to
and the duration of episodes of depressed depression: a model centered on
mood. J Abnorm Psychol, 102(1), 20-28. anhedonia. J Affect Disord, 41(1), 39-53.
217. Nolen-Hoeksema, S. (2000). The 228. Lemke, M., Puhl, P., Koethe, N., &
role of rumination in depressive disorders Winkler, T. (1999). Psychomotor
and mixed anxiety/depressive symptoms. retardation and anhedonia in depression.
J Abnorm Psychol, 109(3), 504-511. Acta Psychiatr Scand, 99(4), 252-6.
218. Just, N., & Alloy, L. (1997). The 229. Stein, D. (2008). Depression,
response styles theory of depression: Tests anhedonia, and psychomotor symptoms:
and an extension of the theory. J Abnorm the role of dopaminergic neurocircuitry.
Psychol, 106(2), 221-229. CNS Spectr, 13(7), 561-5.
219. Spasojevi , J., & Alloy, L. (2001). 230. Riemann, D., & Voderholzer, U.
Rumination as a common mechanism (2003). Primary insomnia: a risk factor to
relating depressive risk factors to develop depression?. J Affect Disord 76(1-
depression. Emotion, 1(1), 25-37. 3), 255-9.
220. Klein, D., Durbin, C., & Shankman, 231. Vollrath, M., Wicki, W., & Angst, J.
S. (2002). Depression and personality. En: (1989). The Zurich study. VIII. Insomnia:
Gotlib, I., Hammen, C. (Eds.) Handbook association with depression, anxiety,
of depression (pp. 115-140). Guilford somatic syndromes, and course of
Press. insomnia. Eur Arch Psychiatry Neurol Sci,
221. Ormel, J., Oldehinkel, A., 239(2), 113-24.
Vollebergh, W. (2004). Vulnerability 232. Fava, M. (2004). Daytime sleepiness
before, during, and after a major and insomnia as correlates of depression.
depressive episode: a 3-wave population- J Clin Psychiatry, 65(16), 27-32.
based study. Archives General Psychiatry 233. Chang, P., Ford, D., Mead, L.,
61(10), 990-996. Cooper-Patrick, L., Klag, M. (1997).
222. Maier, W., Lichtermann, D., Insomnia in young men and subsequent
Minges, J., & Heun, R., (1992). depression. Am J Epidemiol, 146(2), 105-
Personality traits in subjects at risk for 114.
unipolar major depression: a family study

www.neuropsicologia.cl 97
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

234. Ford, D., & Kamerow, D. (1989). 242. Florin, I., Nostadt, A., Reck, C.,
Epidemiologic study of sleep disturbances Franzen, U., & Jenkins, M. (1992).
and psychiatric disorders: an opportunity Expressed emotion in depressed patients
for prevention?. JAMA, 262(11), 1479-84. and their partners. Fam Process, 31(2),
235. Breslau, N., Roth, T., Rosenthal, L., 163-71.
& Andreski, P. (1996). Sleep disturbance 243. Burt, D., Zembar, M., & Niederehe,
and psychiatric disorders: a longitudinal G. (1995). Depression and memory
epidemiological study of young adults. impairment: a meta-analysis of the
Biol Psychiatry, 39(6), 411-18. association, its pattern, and specificity.
236. Hohagen, F., Rink, K., Kappler, C., Psychol Bull, 117(2), 285-305.
Schramm, E., Riemann, D., & Weyerer, 244. Austin, M., Mitchell, P., & Wilhelm,
S. (1993). Prevalence and treatment of K., Parker, G., Hickie, I., Brodaty, H. et
insomnia in general practice: a al (1999). Cognitive function in
longitudinal study. Eur Arch Psychiatry depression: a distinct pattern of frontal
Clin Neurosci, 242(6), 329-36. impairment in melancholia?. Psychol
237. Butzlaff, R., & Hooley, J. (1998). Med, 29(1), 73-85.
Expressed emotion and psychiatric 245. Bremner, J., Vythilingam, M.,
relapse a meta-analysis. Arch Gen Vermetten, E., Vaccarino, V., & Charney,
Psychiatry, 55(6), 547-552. D. (2004). Deficits in hippocampal and
238. Mcfarlane, A., Clark, C., Bryant, R., anterior cingulate function during verbal
Williams, L., Niaura, R., Paul, R., et al declarative memory encoding in mid-life
(2005). The impact of early life stress on depression. Am J Psychiatry, 161(4), 637-
psychophysiological, personality and 45.
behavioral measures in 740 non-clinical 246. Tancer, M., Brown, T., Evans, D.,
subjects. J Int Neurosci, 4(1), 27–40. Ekstrom, D., Haggerty, JJ., & Pedersen,
239. Hooley, J., Orley, J., & Teasdale, J. C., et al (1990). Impaired effortful
(1986). Levels of expressed emotion and cognition in depression. Psychiatry Res,
relapse in depressed patients. Br J 31(2), 161-168.
Psychiatry, 148:642-647. 247. Liu, S., Chiu, C., Chang, C., Hwang,
240. Asarnow, J., Tompson, M., T., Hwu, G., & Chen, W. (2002). Deficits
Hamilton, E. Goldstein, M., & Guthrie, in sustained attention in schizophrenia
D. (1994). Family-expressed emotion, and affective disorders: stable versus
childhood-onset depression, and state-dependent markers. Am J Psychiatry,
childhood-onset schizophrenia spectrum 159(6), 975-982.
disorders: is expressed emotion a 248. Borkowska, A., & Rybakowski, J.
nonspecific correlate of child (2001). Neuropsychological frontal lobe
psychopathology or a specific risk factor tests indicate that bipolar depressed
for depression?. J Abnorm Child Psychol, patients are more impaired than unipolar.
22(2), 129-46. Bipolar Disord, 3(2), 88-94.
241. Schwartz, M., & Wiggins, O. 249. Hill, S., Keshavan, M. Thase, M., &
(1987) Diagnosis and ideal types: a Sweeney, J. (2004). Neuropsychological
contribution to psychiatric dysfunction in antipsychotic-naive first-
classification. Compr Psychiatric, episode unipolar psychotic depression.
Am J Psychiatr,. 161(6), 996-1003.
28(4), 277-91.

www.neuropsicologia.cl 98
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

250. Sweeney, J., Kmiec, J., & Kupfer, D. 259. Landro, N., Stiles, T., & Sletvold, H.
(2000). Neuropsychologic impairments in (2001). Neuropsychological function in
bipolar and unipolar mood disorders on nonpsychotic unipolar major depression.
the CANTAB neurocognitive battery. Biol Neuropsychiatry Neuropsychol Behav
Psychiatry, 48(7), 674-684. Neurol, 14(4), 233-240.
251. Beats, B., Sahakian, B., & Levy, R. 260. Mikhailova, E., Vladimirova, T.,
(1996). Cognitive performance in tests Iznak, A., Tsusulkovskaya, E., & Sushko,
sensitive to frontal lobe dysfunction in the N. (1996). Abnormal recognition of facial
elderly depressed. Psychol Med, 26(3), expression of emotions in depressed
591-603. patients with major depression disorder
252. Fossati, P., Ergis, A., & Allilaire, J. and schizotypal personality disorder. Biol
(2002). Executive functioning in unipolar Psychiatry, 40(8), 697-705.
depression: a review. Encephale, 28(2), 261. Surguladze, S., Young, A., Senior,
97-107. C., Brébion G, Travis, M., & Phillips, M.
253. Paradiso, S., Lamberty, G., Garvey, (2004). Recognition accuracy and
M., & Robinson, R. (1997). Cognitive response bias to happy and sad facial
impairment in the euthymic phase of expressions in patients with major
chronic unipolar depression. J Nerv Ment depression. Neuropsychology, 18(2),
Dis 185(12), 748-754. 212-218.
254. Tham, A., Engelbrektson, K., 262. Gur, R., Erwin, R., Gur, E., Zwil, A.,
Mathe, A., Johnson, L., Olsson, E., & Heimberg, C., Kraemer, H. (1992). Facial
Aberg-Wistedt, A. (1997). Impaired emotion discrimination: II. behavioral
neuropsychological performance in findings in depression. Psychiatry Res,
euthymic patients with recurring mood 42(3), 241-251.
disorders. J Clin Psychiatry, 58(1), 26-29. 263. Kemp, A., Stephan, B., Hopkinson,
255. Elliott, R. (1996). P., Sumich, A., Paul, R., & Clark, C.
Neuropsychological impairments in (2005). Toward an integrated profile of
unipolar depression: the influence of depression: evidence from the brain
perceived failure on subsequent resource international database. J Integr
performance. Psychol Med, 26(5), 975- Neurosci, 4(1), 95–106.
989. 264. Bouhuys, A., Geerts, E., & Gordijn,
256. Elliott, R., Sahakian, B., Michael, M. (1999). Gender-specific mechanisms
A., Paykel, S., & Dolan, R. (1998). associated with outcome of depression:
Abnormal neural response to feedback on perception of emotions, coping and
planning and guessing tasks in patients interpersonal functioning. Psychiatry Res,
with unipolar depression. Psychol Med, 85(3), 247-261.
28(3), 559-571. 265. Bouhuys, A., Geerts, E., & Gordijn,
257. Murphy, F., Rubinsztein, J., M. (1999b). Depressed patients'
Michael, A., Rogers, R., Robbins, T., perception of facial emotions in
Paykel, E., et al (2001). Decision making depressed and remitted state is associated
cognition in mania and depression. with relapse: a longitudinal study. J Nerv
Psychol Med 31(4), 679-693. Ment Dis, 187(10), 595-602.
258. Harvey, P., Le Bastard, G., Pochon, 266. Brain Resource Company, BRC
J., Levy, R., Allilaire, J., Dubois, B., et al (2008), Comunicación personal en
(2004). Executive functions and updating febrero.
of the contents of working memory in
unipolar depression. J Psychiatr Res,
38(6), 567-576.

www.neuropsicologia.cl 99
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

267. Rowe, D., Cooper, N., Liddell, B., child maltreatment and depression. Dev
Clark, C., Gordon, E., & Williams, L. Psychopathol, 13(3), 451-71.
(2007). Brain structures correlates of 276. Johnson, J., Cohen, P., Brown, J.,
general and social cognition. J Integr Smailes, E., & Bernstein, D. (1999).
Neurosci, 6(1), 35–74. Childhood maltreatment increases risk for
268. Williams, L., Simms, E., Clark, C., personality disorders during early
Paul, R., Rowe, D., & Gordon, E. (2005). adulthood. Arch Gen Psychiatry, 56(7),
The test-retest reliability of a standardized 600-606.
neurocognitive and neurophysiological 277. Teicher, M., Andersen, S., Polcari,
test battery: “neuromarker”. Intern J A., Anderson, C., Navalta, C., & Kim, D.
Neurosci, 115(12), 1605–1630. (2003). The neurobiological
269. Lee, A., Ogle, W., & Sapolsky, M. consequences of early stress and
(2002). Stress and depression: possible childhood Maltreatment. Neurosci and
links to neuron death in the Biobehav Rev, 27(1-2), 33-44.
hippocampus. Bipolar Disord, 4(2), 117- 278. Garber, J., & Flynn, C. (2001).
128. Predictors of depressive cognitions in
270. de Kloet, E., Joëls, M., & Holsboer, young adolescents. Cognit Ther Res,
F. (2005). Stress and the brain: from 25(4), 353-376.
adaptation to disease. Nat Rev Neurosci 279. Dweck, C., Davidson, W., &
6:463-75. Nelson, S. (1978). Sex differences in
271. Maroney, D. (2003). Recognizing learned helplessness: II. The
the potential effect of stress and trauma contingencies of evaluative feedback in
on premature infants in the NICU: how the classroom and III. An experimental
are outcomes affected?. J Perinatol, 23(8), analysis. Dev Psychol, 14(3), 268-276.
679-83. 280. Brown, G., & Harris, T. (1978).
272. Gibb, B., Alloy, L., Abramson, L., Social Origins of Depression: A Study of
Rose, D., Whitehouse, W., & Hogan, M. Psychiatric Disorder in Women. New
(2001). Childhood maltreatment and York: Free Press.
college students’ current suicidality: A 281. Monroe, S., & Simons, A. (1991).
test of the hopelessness theory. Suicide Diathesis-stress theories in the context of
Life Threat Behav, 31(4), 405-15. life stress research: Implications for the
273. Gibb, B., Alloy, L., Abramson, L., depressive disorders. Psychol Bull 110(3),
Rose. D., Whitehouse, W., Donovan P., 406-425.
et al (2001b). History of Childhood 282. Gotlib, I., & Hammen, L. (1992).
Maltreatment, Negative Cognitive Styles Psychological aspects of depression:
and Episodes of Depression in Adulthood. Toward a cognitive-interpersonal
Cognit Ther Res, 25(4), 425-446. integration. New York: Wiley.
274. Brown, J., Cohen, P., Johnson, J., 283. O'Hara, M., Schlechte, J., Lewis,
Smailes, E. (1999). Childhood abuse and D., & Varner, M. (1991) Controlled
neglect: specificity of effects on prospective study of postpartum mood
adolescent and young adult depression disorders: Psychological, environmental,
and suicidality. J Am Acad Child Adolesc and hormonal variables. J Abnorm
Psychiatry, 38(12), 1490-6. Psychol 100(1), 63-73.
275. Kaufman, J., & Charney, D. (2001). 284. Hammen, C., & Brennan, P. (2001).
Effects of early stress on brain structure Depressed adolescents of depressed and
and function: implications for nondepressed mothers: Tests of an
understanding the relationship between interpersonal impairment hypothesis. J
Consult and Clin Psychol 69(2), 284-294.

www.neuropsicologia.cl 100
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

285. Cumming, M. (1995) Security, 294. Aneshensel, C., Clark, V., &
emotionality, and parental depression: A Frerichs, R. (1983). Race, ethnicity, and
commentary. Developmental Psychol, depression: a confirmatory analysis. J Pers
31(3), 425-427. Soc Psychol, 44(2), 385-98.
286. Asarnow, J., Carlson, G., & 295. Riolo, S., Nguyen, T., Greden, J., &
Guthrie, D. (1987). Coping strategies, self King, C. (2005) Prevalence of depression
perception, hopelessness, and perceived by race/ethnicity: findings from the
family environment in depressed and National Health and Nutrition
suicidal children. J Consult Clin Psychol, Examination Survey III. Am J Public
55(3), 361-366. Health 95(6), 998-1000.
287. Joiner, T., Alfano, M., & Metalsky, 296. Nolen - Hoeksema, S. (1991).
G. (1992). When depression breeds Responses to depression and their effects
contempt: Reassurance seeking, self- on the duration of depressive episodes. J
esteem, and rejection of depressed Abnorm Psychol, 100(4), 569-582.
college students by their roommates. J 297. Nolen-Hoeksema, S., & Girgus, J.
Abnorm Psychol, 101(1), 165-172. (1994). The emergence of gender
288. Lewinsohn, P., Gotlib, I., & Seeley, differences in depression during
J. (1997). Depression-related adolescence. Psychological Bulletin,
psychosocial variables: Are they specific 115(3), 424-443.
to depression in adolescents?. J Abnorm 298. Nolen - Hoeksema, S. (2001).
Psychol, 106(3), 365-375. Gender Differences in Depression. Curr
289. Stansfeld, S., Head, J., & Marmot, Directions in Psychological Science,
M. (1998). Explaining social class 10(5), 173-176.
differences in depression and well-being. 299. Hankin, B., Abramson, L., Moffitt,
Soc Psychiatry Psychiatr Epidemiol, 33(1), T., Silva, P., McGee, R., & Angell, K.,
1-9. (1998). Development of depression from
290. Griffin, J., Fuhrer, R., Stansfeld, S., preadolescence to young adulthood:
& Marmot, M. (2002). The importance of emerging gender differences in a 10-year
low control at work and home on longitudinal study. J Abnorm Psychol,
depression and anxiety: do these effects 107(1), 128-140.
vary by gender and social class?. Soc Sci 300. Allgood-Merten, B., Lewinsohn, P.,
Med, 54(5), 783-98. & Hops, H. (1990). Sex differences and
291. Ritsher, J., Warner, V., Johnson, J., adolescent depression. J Abnorm Psychol,
& Dohrenwend, B. (2001). Inter- 99(1), 55-63.
generational longitudinal study of social 301. Kessler, R., McGonagle, K., Swartz,
class and depression: a test of social M., Blazer, D., & Nelson, C. (1993) Sex
causation and social selection models. Br and depression in the national
J Psychiatry Suppl, 40;84-90. comorbidity survey. I: Lifetime
292. Okazaki, S. (1997). Sources of prevalence, chronicity and recurrence. J
ethnic differences between Asian Affect Disord, 29(2-3), 85-96.
American and white American college 302. Anderson, R., & Freedland, K.
students on measures of depression and (2002). The prevalence of comorbid
social anxiety. J Abnorm Psychol 106(1), depression in adults with diabetes.
52-60. Diabetes Care, 24(6), 1069-1078.
293. Munford, M. (1994). Relationship of 303. Cummings, J., & Masterman, D.
gender, self-esteem, social class, and (1999). Depression in patients with
racial identity to depression in blacks. J Parkinson's disease. Int J Geriatr
Black Psychol, 20(2), 157-174. Psychiatry, 14(9), 711-8.

www.neuropsicologia.cl 101
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

304. Starkstein, S., Preziosi, T., Bolduc, 313. Cotter, D., Mackay, D., Chana, G.,
P., & Robinson, R. (1990). Depression in Beasley, C., Landau, S., & Everall, I.
Parkinson's disease. J Nerv Ment Dis, (2002). Reduced neuronal size and glial
178(1), 27-31. cell density in area 9 of the dorsolateral
305. Hermann, B., Seidenberg, M., & prefrontal cortex in subjects with major
Bell, B. (2000). Psychiatric comorbidity in depressive disorders. Cereb Cortex, 12(4),
chronic epilepsy: identification, 386-394.
consequences, and treatment of major 314. Ongur, D., Drevets, W., & Price, J.
depression. Epilepsia, 41(2), 31-41 (1998). Glial reduction in the subgenual
306. Black, S. (1999). Increased health prefrontal cortex in mood disorders.
burden associated with comorbid Neurobiol, 95(22), 13290–13295.
depression in older diabetic mexican 315. Banasr, M., Chowdhury, G.,
americans. Results from the hispanic Terwilliger, R., Newton, S., Duman, R.,
established population for the Behar, K., et al (2008). Glial pathology in
epidemiologic study of the elderly survey. an animal model of depression: reversal
Diabetes Care, 22(1), 56-64. of stress-induced cellular, metabolic and
307. Knottnerus J, (2002) Evidence base behavioral deficits by the glutamate-
of clinical diagnosis: Evaluation of modulating drug riluzole. Mol Psychiatry,
diagnostic procedures. BMJ, 324(7335), Resumen, revisado en:
477-480. http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/18
308. Devillé, W., Buntinx, F., Bouter, L., 825147.
Montori, V., de Vet, H., van der Windt, 316. Hamidi, M., Drevets, W., & Price,
D., et al (2002). Conducting systematic J. (2004). Glial reduction in amygdala in
reviews of diagnostic studies: didactic major depressive disorder is due to
guidelines. BMC Med Res Methodol, 2(9), oligodendrocytes. Biol Psychiatry, 55(6),
9-23. 563-9.
309. Harrison, P. (2002). The 317. Páv, M., Ková , H., Fišerova, A.,
neuropathology of primary mood Havrdová, E., & Lisá, V. (2008).
disorder. Brain, 125(7), 1428-1449. Neurobiological Aspects of Depressive
310. Thomas, A., O’Brien, J., Davis, S., Disorder and Antidepressant Treatment:
Ballard, C., Barber, R., Kalaria, R., et al Role of Glia. Physiol Res, 57(2), 151-164.
(2002). Ischemic basis for deep white 318. Bowley, M., Drevets, W., Öngür,
matter hyperintensities in major D., Price, J. (2002). Low glial numbers in
depression. Arch Gen Psychiatry, 59(9), the amygdala in major depressive
785-792. disorder. Biol Psych, 52(5), 404-412.
311. Lloyd, A., Grace, J., Jaros, E., Perry, 319. Pittenger, C., Duman, R. (2008)
R., Fairbairn, A., Swann, A., et al (2001). Stress, depression and neuroplasticity: a
Depression in late life, cognitive decline convergence of mechanisms.
and white matter pathology in two Neuropsychopharmacology, 33(1), 88-
clinico-pathologically investigated cases. 109.
Int J Geriatr Psychiatry 16(3), 281-287. 320. Mayberg, H. (2003) Modulating
312. Rajkowska, G., & Miguel-Hidalgo, dysfunctional limbic-cortical circuits in
J. (2007). Gliogenesis and glial pathology depression: towards development of
in depression. CNS Neurol Disord Drug brain-based algorithms for diagnosis and
Targets 6(3), 219-233. optimized treatment. Br Med Bull, 65,
193-207.

www.neuropsicologia.cl 102
Cuad. Neuropsicol. 2009; 3 (1); 65 – 103 Neurociencia en Psiquiatría; Novo y Perez

321. Leonard, B. (2005) The HPA and


immune axes in stress: the involment of
the serotonergic system. Eur Psychiatry,
Resumen, revisado en
http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/16
459240.

AGRADECIMIENTOS

Los autores Agradecen Especialmente


a la Lic. Verónica García por su
desinteresada revisión ortográfica, lo
que hace posible que sea inteligible
este trabajo

Recibido: 09 Febrero 2009. Revisado: 23 Marzo 2009. Aceptado: 07 Abril 2009

www.neuropsicologia.cl 103

View publication stats

Вам также может понравиться