Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
B) UNA VEZ, CUMPLIDO ESE PASO, EL DE LA CONFORMACION EN ASOCIACION, CADA UNA DEBE
CUMPLIR SU FUNSION, INDIVIDUAL DE OBJETO PUBLICO, SOCIAL, Y DE REPRESENTACION
ELECTORAL.
(Zaffore, 2007: 31,32) hemos dicho, en base a esta cita: "Si soberanía del pueblo quiere decir que
no existe un poder superior al pueblo mismo, no parece que un pueblo cuyas representaciones
vengan precondicionadas por las representaciones mediadas por un poder ajeno a él mismo pueda
llamarse, sin más, soberano, ni que el derecho que lo cobija pueda llamarse (...) sin más,
democrático. “Lo que la Corte ha puesto de manifiesto es la vetustez de las ideas y regulaciones del
derecho de la información social, que en esencia son las mismas que articuló la doctrina liberal
antiabsolutista, la cual tenía un solo frente de lucha: el poder condicionante de la monarquía
absoluta. La corte ha puesto de manifiesto, en síntesis, que el "hombre de nuestro tiempo" -el
pueblo- tiene enfrente unos poderes con capacidad condicionante de la información, múltiples e
intrincados. (...). Probablemente podemos adelantar parte de la problemática diciendo que la cita
precedente de la Corte pareciera dar la razón a Daniel K. Stewart (1968/1973: 88) cuando hace
notar que el simbolismo de las instituciones que incluye (...) partidos políticos y medios de
comunicación ha sufrido caminos radicales, porque han sufrido cambios en su significado en
cuanto referencia a la realidad, al punto que en algunos casos "sus principios operacionales, sus
propósitos (....) son, en muchos casos, algo completamente opuesto a lo que eran hace sólo unas
pocas décadas".
Si, en cambio, emprendemos los estudios jurídicos desde una epistemología que los ubique en el
campo de la ciencia, coincidiremos con las determinaciones vigentes sobre los efectos de los
media y afirmaremos que el derecho de los editores no siempre está alineado con el de recibirla
por parte de las personas; ni que la garantía jurídica al editor a dar, buscar y recibir información
garantice esos derechos --simétricamente- a las personas y a la sociedad.
Ni que de, manera inherente la intervención gubernamental inherentemente protege los intereses
de personas y sociedades. Es que parece evidente que tales consisten en la capacidad de las
personas y las sociedades de tomar decisiones en base a información controlable en punto a su
disponibilidad, veracidad, pluralidad y confiabilidad.
Es decir que los derechos a dar, buscar y recibir información sean garantizados en términos de
realidad no sólo al poder editorial, privado o gubernamental, sino también a las personas y al
pueblo, pues en definitiva son los requirentes y motores de la producción informacional. Hasta
que ello no suceda creemos que no existen fundamentos racionales para afirmar que la situación
imperante pueda ser definida como objetivamente democrática e impulsora de la libre evolución 1
de conciencias personales e identidades sociales.
Es que la mediación informacional ha devenido desde la artesanal y heroica hoja de opinión que
catalizó las luchas del liberalismo anti absolutista en los Siglos XVII y XVIII, a las actuales
estructuras de producción masiva de símbolos, concentrada en industrias multi-mediáticas
Esa descripción, por otro lado, aleja por completo a la actividad editorial de la noción de derecho
humano básico como tutela de la libertad de expresión y de formación del pensamiento, pues la
sitúa en la “lógica” de la economía, una “racionalidad” con arreglo unos fines muy distintos,
utilizando la poco racional fórmula de Weber (1922/2002).
En tal circunstancia éstos últimos quedan con mucha frecuencia condicionados por los intereses
económicos del sistema, cuando no sometidos a ellos. La concentración informacional y la
correlativa disminución del pluralismo no es la única consecuencia. Simultáneamente la industria
mediática es la única que dispone de los instrumentos para su autodefensa través de las
ideologías, otorgándole un formidable poder socio-político de negociación pues todos los otros
poderes e intereses son sus tributarios a la hora de su reivindicación o exteriorización pública.