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LITERATURA POLICIAL (NOVELA POLICIACA)

La novela policíaca, policial, detectivesca o, con más amplitud y precisión,


la novela criminal, es una clase de textos o género literario dentro de la novela,
que es a su vez un subgénero de la narrativa. El protagonista suele ser un
investigador privado o detective (por ejemplo, Hercule Poirot de Agatha Christie), o
un policía (Maigret de Georges Simenon), periodista (Gálvez de Jorge Martínez
Reverte), abogado (Perry Mason de Erle Stanley Gardner), criminalista o
aficionado (Sherlock Holmes de Arthur Conan Doyle, la Miss Marplede Agatha
Christie, el padre Brown de G. K. Chesterton, el viejo del rincón de Emmuska
Orczy, el profesor de literatura Gervase Fen de Edmund Crispin, el recluso Isidro
Parodi de Honorio Bustos Domecq...) Que investigan un hecho o una serie de
acontecimientos que se han producido entrevistándose con los personajes
implicados o examinando las pruebas e indicios que han quedado del crimen.
Inversamente, también puede tratarse de un delincuente que trata de librarse de
las consecuencias de sus actos (el Ripley de Patricia Highsmith). Además, posee
una habilidad especial para retratar problemas morales, sociales y colectivos, en la
mayor parte de las ocasiones con un elevado nivel de conciencia crítica. Aunque al
principio solamente se mostraban los hechos y las investigaciones del detective,
después se fue poniendo mayor énfasis en la vida y motivaciones del delincuente
y en las raíces socioculturales de la delincuencia. El relato criminal puede además
mezclarse o hibridarse incluso con la novela fantástica, la ciencia ficción o
la novela histórica. Las novelas policíacas poseen todas ellas una línea común
que otorga cohesión a esta modalidad literaria, pero, al mismo tiempo, son tan
diferentes entre ellas como distintos son los numerosos autores que han cultivado,
y cultivan, este tipo de narrativa. Aunque el género policial comienza cerca de
los años 1840, se han encontrado textos de hace más de 2000 años que se
asimilan a este estilo. Un claro ejemplo es la obra de Sófocles Edipo rey,
una tragedia griega en la que el protagonista, Edipo, lleva a cabo una
investigación en la que se da cuenta de que él mismo es el culpable; y en el Libro
de Daniel del Antiguo testamento este profeta realiza investigaciones para
esclarecer los misterios relativos a la Historia de Bel y el Dragón y la Historia de
Susana; todo parece indicar que se trata de relatos de origen tradicional incluidos
en este libro y son ya, de hecho, cuentos policiales. Es un género tan moderno
como la misma narrativa de ciencia ficción y se desarrolló, como ella, para
responder a una demanda sociocultural concreta durante los siglos XIX y XX; en
sus inicios fue calificada como "literatura barata" o "subliteratura", porque el crimen
era de por sí un tema antiestético y que se pensaba no podía alcanzar trasfondo
moral o artístico. La gente leía en los periódicos casos de crímenes o crónicas de
sucesos cuya evolución seguía hasta su resolución; algunas veces incluso se
editaron colecciones de volúmenes que contenían transcripciones o resúmenes de
procesos judiciales famosos por su morbosidad, su carácter escandaloso o su
violencia. Esas son algunas de las raíces de la novela policiaca moderna. Entre
las obras que dieron origen a este tipo de escritos se encuentran varias
manifestaciones literarias que expresaban inquietud ante lo inexplicado, como
la novela gótica o de horror (siglo XVIII), en donde se presentaban crímenes
terroríficos (El Monje de Matthew Lewis, 1796; Frankenstein, 1818) de Mary
Shelley. Algunas veces, como en este último ejemplo, se intentaban explicar esos
terrores recurriendo a la ciencia y a la lógica. Pero faltaba el personaje que
apaciguara la resolución de ese nuevo tipo de angustias de sesgo
fundamentalmente moderno que ya ni la religión ni la superstición podían calmar.
Por otra parte, la naciente novela de aventuras del Romanticismo describía un
difícil o accidentado viaje protagonizado generalmente por un héroe que
encarnaba las virtudes de su tiempo y conseguía vencer todo tipo de dificultades.
Faltaba el escritor de genio que uniese estos tres elementos: la crónica de
sucesos, el misterio horrible e inexplicado y el héroe aventurero que consigue
resolverlo por procedimientos ajustados a una nueva mentalidad lógica y
materialista, propia de la clase media o burguesía. Al mismo tiempo se
organizaban los primeros cuerpos estatales de Policía. Y un antecedente histórico
importante para el desarrollo del relato criminal fue la creación de la
primera institución policial en Prusia (1822) y después en Londres (1829): la
famosa policía metropolitana o Scotland Yard. En esos años también se prohibió
la tortura para la confesión de los criminales, y comenzaron a buscarse indicios
para que un sospechoso confesara su culpabilidad por medios menos cruentos,
por ejemplo, enfrentándole a los hechos y pidiéndole explicaciones. Otro hito fue la
creación de la Agencia Nacional de Detectives Pinkerton en 1850, en Estados
Unidos, que empezó a desarrollar los procedimientos de una nueva ciencia,
la criminalística. Como uno de los pocos géneros literarios creados por la
modernidad la literatura policíaca se ha ido convirtiendo, con el correr de los años,
en un acontecimiento cultural de gran magnitud, como prueba su creciente
difusión y la estimable calidad literaria de algunos autores que la han cultivado. La
génesis de la novela policíaca tiene cabida gracias al estadounidense Edgar Allan
Poe con sus cuentos Los crímenes de la calle Morgue (1841), El misterio de Marie
Rogêt (1842-1843), La carta robada (1844) y El escarabajo de oro (1843). Los tres
primeros fueron protagonizadas por Auguste Dupin, el primer detective de ficción,
que sirvió de modelo a uno de los personajes arquetípicos del género, el
detective Sherlock Holmes de Sir Arthur Conan Doyle, quien considera dos
aspectos al resolver un crimen: se fundamenta en deducciones y se obliga a no
adivinar nada. Finalmente llega a conclusiones razonadas, como una máquina
lógica perfecta. Doyle, junto a Agatha Christie y otros autores, llevaron el género a
su madurez, formando la llamada escuela inglesa de novela policíaca,
caracterizada por un desarrollo casi matemático de la trama, centrada en la
resolución del enigma a través de pistas y piezas que deben encajarse, fórmula
intelectualizada y psicológica en sus mejores momentos, que es desenvuelta casi
siempre en espacios interiores y en estratos sociales de clase alta. Entre los
ingleses merece también citarse a Wilkie Collins quien, con La piedra lunar (The
Moonstone, 1868) es considerado como uno de los precursores del género (T. S.
Eliot). En Rusia, hay que citar desde luego a Alexándr Andréyevich
Shkliarevski (1837 - 1883), quien anticipa ya el subgénero de la novela negra. Se
puede decir que el origen de la novela criminal o de misterio no tiene una fecha
concreta. En sus comienzos, el género policíaco no fue bien recibido en
la sociedad, las personas que eran críticas del cine y también las que no, decían
que era literatura barata o cine barato, cerca de 1910 a 1950se consideraba así,
pero cambió al llegar las guerras, en especial la Segunda Guerra Mundial. El
género se transformó en algo parecido a la crítica, y la gente comenzó a través de
la literatura y el cine a darse cuenta de lo que pasaba. Varios escritores
o cineastas comenzaron a incluir escenas de la guerra en sus producciones. El
género policiaco posee dos vertientes principales. La primera, cronológicamente
hablando, fue la escuela inglesa, centrada en la resolución puramente intelectual
de un crimen, sin que el análisis de los aspectos sociales y morales del crimen
tengan en ella una preponderancia clara; suele ambientarse en los sectores altos
de la sociedad y su autor característico es Agatha Christie; las intrigas de este tipo
de escuela son muy elaboradas y complejas. La segunda es la escuela
estadounidense, centrada en la llamada novela negra que en parte es una
evolución de la escuela inglesa pero donde se considera el crimen en su
verdadero contexto social y moral, y describiendo el entorno donde más se suele
dar, las clases bajas y marginales de la sociedad. Sus maestros son escritores
como Dashiell Hammett y Raymond Chandler. La novela concede importante
papel a la agresividad y la acción, su tempo es rápido, mientras que la escuela
inglesa posee un tempo moroso y un estilo más meditativo y tranquilo. La escuela
inglesa se diferencia por tener aspectos más tranquilos y el personaje principal (el
detective) se encuentra en un rango social más alto. Trata los casos con paciencia
y los resuelve con un gran análisis lógico y empírico de las pruebas (el
llamado whodunit) que lo llevará a saber quién es el culpable sin tener que recurrir
a la violencia o al uso de armas. Fue fundada por Arthur Conan Doyle, Agatha
Christie, Dorothy L. Sayers, Arthur Morrison, Ronald Knox, P. D. James y Edmund
Crispin, y sus principios fueron establecidos por el llamado Detection Club. Al
margen de este grupo hay que mencionar a Elizabeth Mackintosh, más conocida
por su pseudónimo de Josephine Tey, quien creó un híbrido de novela histórica y
policiaca y es considerada por algunos autora de la mejor novela policiaca inglesa
de todos los tiempos. La escuela norteamericana, de novela negra o hard-boiled,
por el contrario, se engendra y desarrolla en unas circunstancias sociales
específicas a raíz de la Gran Depresión, que marca en la literatura policial la
entrada de un cierto Naturalismo: Un apartamiento de la intención evasiva y el
surgir de una honda preocupación social y retorno al realismo en ambientes,
fondos, personajes, temas y estilo. Aparición de nuevos escenarios tocados por la
crisis y la corrupción… Un público proletario, trabajador, de clase baja y escaso
poder adquisitivo, que pedía un lenguaje y unos fondos poco floreados, claros,
entendibles y directos, impresos no en libro de tapa dura, sino en revistas, en
forma de relatos cortos y papel económico o de mala calidad, el "papel de pulpa"
o pulp. La experimentación formal y la búsqueda estilística quedaban a menudo en
segundo plano. Recurre más a la violencia y al uso de armas, se exponen temas
como la indiferencia por el color de piel (racismo) o por el lugar de nacimiento
(nacionalismo), más que todo en las víctimas pero también en los detectives. Los
crímenes no se dan ya en ambientes elitistas, sino que se desarrollan donde son
más frecuentes: en ámbitos donde impera la pobreza o donde aparecen
personajes marginados y desheredados. El detective casi siempre recurre a la
violencia y a las armas para obtener la información que lo llevarán a saber quién
es culpable. Sus fundadores fueron Dashiell Hammett y Raymond Chandler. En
España surge con fuerza la novela policiaca en el último cuarto del siglo XX y
convertida en un género político con el que hacer una disección social y una crítica
cultural, como espacio para la resistencia política y el análisis subversivo de una
realidad, los últimos años de la dictadura franquista. Para Manuel Vázquez
Montalbán, la novela da al delito una dimensión social urbana y se ubica en un
cuestionamiento del capitalismo permitiendo toda una serie de relaciones
humanas. Para él, la novela permite superar el realismo socialista o realismo
crítico. La novela policiaca y la novela política que comparten una etimología
común se complementan. En España y en los países hispanos empieza a ser una
realidad y un género equiparable a las escuelas francesas, inglesa y
norteamericana cuando surgen las garantías jurídicas y los cambios políticos y
sociales de las democracias modernas. El género en los últimos años, cambió en
bastantes formas, de las cuales se pueden observar claramente dos: (1) la mezcla
de la novela y la escuela inglesa, que dieron como resultado detectives con armas
y entrenados para su uso (novela negra), al mismo tiempo (2) también se sigue
viendo el análisis que se hace para resolver el caso junto a la observación
(escuela inglesa). Una de las razones de esa mezcla es que ahora la mayoría de
novelas policiacas que se ven por la televisión, son producidas en Estados
Unidos de América. sin embargo, aún se conservan los rasgos de análisis y
observación de la escuela inglesa, tal vez porque la hacen más interesante. El
género policíaco se introdujo en el cine entre los años 1910 y 1930, más que todo
cuando el cine sonoro llegó por primera vez. De esa forma, varias novelas de
escritores mencionados anteriormente, fueron llevadas al cine. En el cine, el
género ganó más popularidad que en los libros, aunque generalmente solo
personas de clase alta podían asistir al espectáculo porque era bastante caro. La
fama de estas películas siguió por varios años hasta que decayó cerca de los años
1950.

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