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Introducción
Ambas tendrán por objeto el estudio de, además de la lengua, todos los sistemas de
signos entre lo que Saussure nombra la escritura, el alfabeto de sordomudos, los ritos
simbólicos las formas de cortesía, las señales militares, etc. De todos ellos, eso sí, el
lenguaje es el más importante. En opinión de Eco, responderían al campo semiótico la
siguientes investigaciones: zoosemiótica, señales olfativas, comunicación táctilo –
olfativa, código del gusto, paralingüística, kinésica, lenguajes tamborileados y silbados,
semiótica médica, códigos musicales, leguajes formalizados – artificiales, lenguas
naturales y medios de comunicación de masas.
Muchos son los filósofos, científicos y lingüistas que han aportado teorías sobre los
orígenes del Lenguaje, si bien, aún no se ha podido llegar a una conclusión definitiva.
Pitágoras, Platón y los Estoicos afirmaban que el lenguaje es consecuencia de una
necesidad innata o de la naturaleza. Demócrito, Aristóteles y los Epicúreos sostenían
que el lenguaje nació de un acuerdo, de una convención. Quintiliano consideraba la
facultad de hablar como don divino, para diferenciar a los hombres de los animales.
Darwin cree que en su origen era una mímica bucal que intentaba reproducir los
movimientos de las manos; y la teoría onomatopéyica encuentra el origen del lenguaje
en la imitación de los sonidos de la naturaleza. Por su parte, la teoría evolucionista,
defendida por E. Lledó explica el nacimiento del lenguaje como producto de la reacción
defensiva del hombre ante el medio hostil de la naturaleza en el que aparece inmerso.
Peor dotado físicamente que los animales y con un instinto menos desarrollado, en un
momento decisivo, probablemente de pánico, profirió un grito y su evolución al cabo
del tiempo dio lugar al lenguaje. Ciertamente una de las causas del nacimiento del
lenguaje debió ser la necesidad de la supervivencia común, pero ante la incertidumbre
de su origen, concluimos con J.M. Valverde en que la producción del lenguaje es una
necesidad íntima de la naturaleza humana; no sólo un comercio social sino algo
imprescindible para el funcionamiento de las potencias espirituales.
Dentro de esta lingüística estructural, Saussure defiende que el estudio del lenguaje
comporta dos partes: la una, esencial, tiene por objeto la lengua, que es social e
independiente del individuo; la otra, secundaria, tiene por objeto la parte individual del
lenguaje, es decir, el habla.
E. Coseriu señala como posible fuente de Saussure al lingüista alemán Gabelentz y, a
través de unos interesantes comentarios, ha mostrado que la célebre dicotomía lengua-
habla, así como otros puntos clave de la doctrina saussiriana, se encuentran ya
explícitamente formulados por dicho estudioso. No obstante, fue el Curso de lingüística
General el punto de arranque de la lingüística moderna.
Según Saussure, para entender la lengua hay que situarla en el centro de los hechos del
lenguaje. Para Saussure lenguaje y lengua son dos conceptos diferentes: la lengua no es
más- que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es, a la vez, un producto
social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas
por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad en los individuos.
Para hallar en el conjunto del lenguaje la esfera que corresponde a la lengua, hay que
situarse ante el acto individual que permite reconstruir el circuito de la palabra (Curso
de lingüística general,1916).
Circuito de la palabra: Del mundo exterior nos llegan sensaciones que identificamos con
imágenes acústicas (1); tras esa asociación psíquica el cerebro da órdenes a los órganos
fonadores y se produce el habla (2). La palabra llega al receptor mediante ondas sonoras
(3), y la excitación del oído se transmite a su cerebro (4); el receptor asocia la imagen
acústica con el concepto correspondiente (5), y se repite el mecanismo.
A partir de Saussure la distinción entre lenguaje, lengua y habla se hace corriente entre
los lingüistas y su célebre dicotomía lengua-habla ha sido discutida por teóricos
posteriores como Meillet, Coseriu Teoría del Lenguaje y Lingüística General, Klaus
Heger, A.Martinet, Hjelmslev, etc.
Por otro lado, al hablar de lenguaje, no cabe duda de que todos estamos pensando en el
lenguaje humano. Para entender las características del lenguaje humano se ha recurrido,
con frecuencia, a los estudios comparados con los sistemas de comunicación animal. El
estudio clásico de Hockett, Curso de Lingüística moderna, adelantó los rasgos comunes
a todas las lenguas; sobre ello, Simone en Fundamentos de Lingüística, fijará como
propiedades fundamentales del lenguaje, entendido en sentido amplio: el carácter
congénito, su inmutabilidad, universalidad, no puede ser aprendido ni olvidado, la
indiferencia ante cualquier tipo de expresión y tiene límite. Hockett, no obstante,
establece quince características propias del lenguaje humano: vía vocal- auditiva, la
transmisión irradiada y la recepción dirigida, las señales son evanescentes y a
menos de ser captadas en el momento justo se desvanecen de forma irrecuperable,
intercambiabilidad (los organismos participantes están capacitados para transmitir
mensajes y para recibirlos), retroalimentación total (cualquier hablante – salvo
excepciones patológicas – oye lo que dice en el momento de decirlo y está
retroalimentación auditiva se completa con la cinestésica (kinésica) de los movimientos
articulatorios), la especialización (está especializado en el grado en que sus
consecuencias energéticas directas sean biológicamente irrelevantes), semanticidad
(los elementos del sistema tienen denotaciones), arbitrariedad (la relación entre el
signo y la realidad denotada se produce por un acuerdo), el carácter discreto, el
desplazamiento (aquello que se dice en la comunicación puede estar alejado en el
tiempo y espacio del momento y lugar en el que se produce la comunicación), dualidad
(según Hockett todas las lenguas humanas tienen una dualidad de pautamiento, una
estructura cenemática, que es sistema fonológico, y una estructura pleremática que es el
sistema gramatical, que posibilita una enorme economía asociada con una gran
eficiencia de rendimiento), productividad, transmisión cultural, prevarización y
reflexividad. Alonso Cortés, en Lingüística general, se atreve a añadir dos: la
creatividad (el uso del lenguaje no está condicionado por estímulos interiores o
exteriores, es impredecible), y la articulación (la articulación, según Humboldt, el
principio general del lenguaje consistente en la capacidad de organización de los
elementos de la lengua en todos los niveles).
K. Bühler como el autor que comienza a solucionar el problema de para qué sirve el
lenguaje. En su famoso triángulo se detecta la función apelativa – el emisor trata de
llamar la atención del receptor-, la función expresiva, cuando el hablante manifiesta su
estado psíquico; y la función representativa cuando se usa el lenguaje para transmitir
contenido.
Jakobson, lingüista ruso nacionalizado americano (Moscú. 1886), fundador junto con
Trubetskoy del Circulo lingüístico de Praga, opina que el fin último y primordial del
lenguaje es la comunicación humana, de modo que aumentará el esquema tomando
como referencia los elementos que funcionan en el sistema de comunicación. En este
proceso están implicados, pues, un objeto del que se habla o REFERENTE; un
CÓDIGO, sobre el que se basa la creación del MENSAJE; un EMISOR que transmite
una. Información a través de un MEDIO a un receptor, lo que implica un CONTACTO
entre ambos, y un CONTEXTO determinado. Así, hablaríamos de:
Por último, podemos hablar de Halliday, que establece que las funciones básicas o
pertinentes “para el entendimiento general de la estructura lingüística más que para una
investigación psicológica o sociológica determinada, son tres: la experiencial, la
interpersonal y la textual.
La mayoría de los estudiosos del lenguaje coinciden en considerar como función central
del mismo la función de comunicación, entendiendo por comunicación la utilización de
un código para la transmisión de mensajes.
Elementos de la comunicación
EL SIGNO LINGÜÍSTICO
La semiología fue definida por Saussure en Ginebra, en 1916, como la ciencia que
estudia la vida de los signos en el seno de la vida social, haciéndola depender da la
psicología general y siendo su rama más importante La Lingüística. De este modo, el
estudio del lenguaje se independiza de la filosofía y de la historia, para pasar a
integrarse en la ciencia que estudia los sistemas de comunicación. Por su parte, Peirce
concibe una teoría general de los signos bajo el nombre de Semiótica (1931), aunque
dándole un enfoque más logicista que sociológico. Dado que los dos aspectos de estudio
e investigación están en estrecha correlación, semiología y semiótica pueden
considerarse una misma disciplina, un campo común de estudio que tiene un objetivo
concreto: los sistemas de comunicación. (Ambas proceden del término griego σεμειον
que significa signo).
En Semiología entendemos por signo toda realidad física perceptible que informa de
algo que no es él, que sustituye a algo, que remite a otra cosa.
Los signos
Pero, sin lugar a dudas, la teoría que ocupa un puesto preeminente, por su influencia
posterior, pertenece al lingüista suizo F. De Saussure. Su descripción del signo,
recogido en el Curso de lingüística general, es de contenido psicológico porque localiza
el signo en la mente del emisor. Para él, el signo lingüístico es una entidad psíquica de
dos caras, el concepto (significado) y la imagen acústica (significante). Por supuesto, la
relación es nocional o abstracta, si bien hay excepciones a esta asociación arbitraria,
como es el caso de las onomatopeyas y las exclamaciones. Para él, no obstante, sí hay
un referente, que viene a ser la realidad a la que el signo hace referencia. Además de la
arbitrariedad, caracteriza al signo saussureano la linealidad, el significante, por ser de
naturaleza auditiva, se desarrolla sólo en el tiempo tiene los caracteres que toma del
tiempo: a) representa una extensión y b) esa extensión es mesurable en una sola
dimensión, es una línea. Además, el signo es inmutable en cual al individuo pero
mutable históricamente.
En suma, podríamos decir que el signo lingüístico tiene una estructura biplánica,
presenta una linealidad en el tiempo, en tanto que se ordena en el tiempo y no se pueden
pronunciar dos sonidos simultáneamente; es doblemente articulado, es arbitrario, es
denotativo —significación objetiva de todos los hablantes— y connotativo —
significación subjetiva de un signo—, es inmutable, en el sentido de que ningún
individuo puede alterar la relación significado-significante, pero a la vez mutable, pues
la lengua, como una entidad viva, puede variar la asociación significado-significante; es
discreto, en tanto que se define por oposición.
Pero, a partir especialmente de Saussure y de Pierce, se puede decir que son tantos los
dominios que intentar ser explicados desde una perspectiva semiótica que, actualmente
se la considera como una teoría que propone explicar el pensamiento, la vida social e,
incluso, las matemáticas y la lógica como sistemas de signos.
Tipos de signos
Además de Peirce, también hay otros autores, como Adam Schaff que dice que los
signos pueden ser naturales (índices) y Artificiales. Estos últimos, a su vez, pueden
ser lingüísticos (fundamentales, auxiliares) y no lingüísticos (señales, símbolos,
iconos)
También se pueden clasificar entre naturales-artificiales, comunicativos-expresivos,
motivados- no motivados, visuales, fónicos, tácticos, olfativos y gustativos.
El lenguaje constituye una actividad humana compleja que asegura dos funciones
básicas: la de comunicación y la de representación. Las representaciones constituyen
el principal contenido de la comunicación; la comunicación contribuye a la construcción
de la representación de la realidad física y social. Mediante estas funciones, no
excluyentes entre sí, regulamos la conducta propia y la ajena. Por lo tanto, debemos
analizar y estudiar el lenguaje desde una doble perspectiva: como medio de
comunicación, pues permite recibir y transmitir mensajes e interactuar con otras
personas, y como instrumento para representarnos el mundo, en cuyo caso el lenguaje
está estrechamente vinculado al pensamiento.
Sterger completa en cierto modo a Hymes diciendo que para él la competencia se define
como competencia social, en cuanto que no es más que un conjunto de normas de
conducta lingüística del que se derivan los diferentes usos diastrático y diafásico.
Con su modelo de SPEAKING (acrónimo en inglés) define cuáles son los parámetros
necesarios para que un hablante movilice su competencia en una situación
comunicativa. La situación, los participantes, las finalidades, los datos, las tonalidades,
el código y canales, las normas y los géneros. Se sitúa la actividad del lenguaje en el
seno mismo de la comunicación, de la interacción comunicativa y de los parámetros
contextuales.
Austín postuló que en cada emisión hay potencialmente tres actos: acto ilocucionario o
ilocutivo, se realiza al decir algo y tiene sentido de fuerza persuasiva; acto locucionario
o locutivo, es lo que se dice y acto perlocucionario o perlocutivo, es el resultado, la
acción que produce el acto, por lo que depende del éxito de éste.
Searle propone una taxonomía de los actos ilocutivos. Éstos pueden ser representativos,
que son los que comprometen al hablante con la verdad de lo expresado (afirmar,
concluir, deducir...); directivos, pretenden que el hablante realice una acción (ordenar,
mandar...); conmisivos, comprometen al hablante con algún futuro curso de la acción
(prometer, comprometer...); expresivos, transmiten el estado psicológico del hablante
(disculparse, alegrarse...) y declarativos, en los que existen una correspondencia entre el
contenido del enunciado y el estado de las cosas en la realidad, verbos como declarar o
expresiones como “por la presente”.
Por otro lado tenemos a Lyons, para quien la competencia comunicativa presenta un
carácter muy general, no se restringe al uso de la lengua, sino que se inserta dentro de
cualquier sistema semiótico. Incluye los tipos de conocimiento o de competencia que
intervienen en la adecuación situacional de los enunciados y que serían el oficio y el
estado, la adecuación en el espacio y el tiempo, el grado de formalidad, el medio, el
contenido y el dominio.
Hablar, escuchar, escribir y leer son las cuatro habilidades que el usuario de una lengua
debe dominar para poder comunicarse con eficacia en todas las situaciones posibles.
Hasta hace poco tiempo, a las habilidades receptivas se las denominaba pasivas y a las
productivas, activas; sin embargo, esta denominación es incorrecta ya que escuchar y
leer, también son destrezas activas que requieren complejas y laboriosas operaciones,
aunque no sean observables externamente.
Las habilidades lingüísticas no funcionan aisladas sino integradas, relacionadas entre sí.
El usuario de una lengua intercala, con frecuencia, los papeles Emisor-Receptor en la
comunicación. Ej. Una conversación.
Los planteamientos didácticos más modernos se basan en el concepto de Competencia
Comunicativa. Los métodos o planteamientos didácticos centrados en la comunicación
se denominan enfoques (didácticos) comunicativos. Surgieron en la didáctica de
Lenguas Extranjeras y el más usado es el social-funcional. Estos métodos fijan su
objetivo en la comunicación y en el correcto uso de la lengua.
CONCLUSIÓN:
Por último, queremos insistir en la importancia del lenguaje para el hombre: hasta tal
punto de que sin el buen desarrollo del mismo no se produce un desarrollo pleno de
individuo. No podemos obviar que el hombres es un ser social por naturaleza, y la
interacción social se logra por medio del lenguaje.
Por otra parte queremos subrayar la dificultad del estudio del lenguaje, abordado por
una cantidad innumerable de disciplinas, lo que no hace sino insistir en la importancia
del mismo. En este sentido, la cantidad de teorías, muchas de ellas incluso
contradictoras, y el amplísimo abanico de terminología del que disponemos permite
afirmar que se trata de un estudio vivo muy alejado de conclusiones definitivas. Hemos
de destacar que, a partir de los 60, fruto de la teoría de la comunicación, se deja de
atenerse solo al código y se abren nuevas expectativas para la lingüística al relacionarse
con otros factores del acto de la comunicación con el surgimiento de la Pragmática. Este
hecho hace que se valoren las cuatro habilidades lingüísticas y se llegue a un nuevo
método didáctico, el enfoque comunicativo, en el estudio de las lenguas
Por tanto, nosotros, como profesores, no solo hemos de lograr que nuestros alumnos
aprecien la complejidad y la riqueza de la lengua y muestren y admiración interés por su
estudio, sino implantar en nuestra práctica esas teorías de la comunicación y apostar al
fin por un enfoque comunicativo —entendido en el sentido lingüístico— que destierre
el logocentrismo y apueste por el paidocentrismo como eje vertebrador del proceso
comunicativo.
BIBLIOGRAFÍA:
Alonso Cortés, Á. (1992). Lingüística general (2a ed. corr. y aum.). Madrid: Cátedra
Hockett, C. (1976). Curso de lingüística moderna (3a ed.). Buenos Aires: Eudeba.