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La Ciencia de la lógica de Hegel. Una introducción.

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¿Querés entender “algo” acerca de la Ciencia de la Lógica de Hegel? ¿No? Bueno, yo tampoco. Pero tengo que
hacerlo porque rindo una materia donde este texto es parte de la bibliografía. La obra es tan oscura y
enrevesada, que tuve que leer a otros autores para poder entenderla (o algo así). En primer lugar recurrí a la
entrada sobre Hegel que tiene la Stanford Encyclopedia of Philosophy.

Esta enciclopedia es una herramienta que utilizo siempre. Las distintas entradas las escriben especialistas en
cada filósofo o corriente de pensamiento, por lo que es una fuente de buena calidad para tener un acercamiento
preliminar a determinada área del saber. Antes de empezar a leer los textos obligatorios que tengo que leer para
rendir, entro a esta enciclopedia. Esta experiencia me da un panorama general para después poder leer lo que
tengo que leer con un poco más de contexto y datos elementales sobre el filósofo y sus intereses. En este caso
particular busqué la entrada sobre Hegel y leí los fragmentos referidos a la Ciencia. Lo que encontré me sirvió
bastante.

Después de leer los fragmentos referidos a la Ciencia decidí traducirlos. Para traducir bien es necesario entender
el texto y supuse que hacer el “pasaje” del inglés al castellano me ayudaría a entender mejor las nociones
básicas de esta obra. No me equivoqué. Al hacer la traducción me involucré más con el tema y entendí
cuestiones que con sólo leer el texto no había entendido. Traducir es un buen ejercicio para comprender y fijar
en la memoria ideas complejas y difíciles de recordar.

Como no soy la única que sufre intentando comprender a Hegel, a continuación ofrezco mi traducción de
algunas partes de los fragmentos referidos a la Ciencia. No traduje el texto completo, sino sólo lo que me servía
a mí. Hice algunos cambios estilísticos para favorecer el entendimiento y también cambié algunas cuestiones
tipográficas. Paul Redding, el autor de esta entrada, usó muchas comillas que a mi entender eran innecesarias
porque no encerraban una cita ni tampoco tenían el propósito de resaltar un sintagma importante. Así que las
saqué. También saqué la bastardilla en algunas palabras que no me parecían tan relevantes como para estar
destacadas. Utilicé la negrita en algunas expresiones que necesito recordar. Y dividí los párrafos para que el
texto sea visualmente más atractivo.

Ojalá que esta traducción les sirva para entender un poco más la Ciencia de la Lógica. Y sino, ¡la próxima será!

Es poco probable que la Ciencia de la lógica, de Hegel, constituida por tres libros que se publicaron en 1812,
1813 y 1816 respectivamente, sea recibida por los lectores contemporáneos con el mismo entusiasmo que por lo
general acompaña a la lectura de la Fenomenología del espíritu. En primer lugar, es una obra que pocos
especialistas contemporáneos en lógica reconocerían como un trabajo sobre esta disciplina. Sin embargo, en
lugar de ser entendido como un tratado sobre lógica formal (o “general”) es, en realidad, una versión de lo que
Kant llamó lógica trascendental, y en este sentido, una obra sucesora de la deducción trascendental de las
categorías que Kant presentó en la Crítica de la razón pura. En este libro, Kant intentó “deducir” una lista de
conceptos no empíricos, llamados categorías, que según él estaban presupuestos en todos los juicios empíricos
hechos por los seres humanos.
La Ciencia de la lógica tiene la misma estructura tríadica presente en las figuras de la conciencia descriptas
en la Fenomenología. La obra se divide en tres libros y cada uno de ellos se dedica a un “tema” distinto: el
primero se ocupa del ser, el segundo de la esencia y el tercero del concepto. Cada libro tiene tres secciones,
cada sección tiene tres capítulos y así sucesivamente. En general, cada una de estas subdivisiones se ocupa de
una categoría particular de la determinación del pensamiento.

Las triadas de Hegel parecen repetir la forma kantiana de articular las categorías en la tabla de las categorías,
donde el tercer término de la triada, o tercer momento del ternario, en cierto sentido integra a los dos
primeros. En el Libro III, Hegel se ocupa del silogismo y sigue el esquematismo, compuesto por tres términos,
de Aristóteles en relación a la estructura silogística. Algunos consideran que las triadas lógicas de Hegel son
expresiones de un formalismo artificial e inútil, pero no fue el único que pensó de forma tripartita. A fines del
siglo XIX, Charles Sanders Peirce también consideró que las categorías del pensamiento tenían una estructura
tripartita.

Al leer el primer capítulo del Libro I, capítulo llamado “El ser”, rápidamente se descubre que la Lógica repite
los movimientos de los primeros capítulos de la Fenomenología. La diferencia es que en la Lógica Hegel se
ocupa de los movimientos a nivel del pensamiento más que de la experiencia de la conciencia. Por lo tanto, el
ser es la determinación del pensamiento con la que Hegel inicia el texto porque al principio parece ser la
determinación más inmediata y fundamental que caracteriza a cualquier contenido de conciencia posible.
Aparentemente, el ser no tiene estructura interna.

El ser parece ser inmediato y simple, pero en realidad sólo tiene significado en oposición a otro concepto: la
nada. El intento de pensar el ser como inmediato y como no mediado por su concepto opuesto, la nada,
priva al ser de toda determinación y significado y entonces efectivamente se convierte en la nada. Es decir,
al reflexionar, se comprende que ha traspasado a su negación: lo que constituye la verdad no es ni el ser ni la
nada, sino lo que ha traspasado, es decir, el ser traspasado en la nada y la nada traspasada en el ser. Esto no
significa que el ser y la nada sean lo mismo. Son diferentes, pero al mismo tiempo son inseparados e
inseparables e inmediatamente cada uno desaparece en su opuesto. La verdad consiste en el movimiento del
inmediato desaparecer de uno en otro. Este movimiento es el devenir. En el devenir, la nada y el ser son
diferentes, pero por una diferencia que al mismo tiempo se resolvió inmediatamente.

La Lógica se desarrolla a través de la búsqueda de la determinación básica y universal. El pensamiento


plantea un concepto sobre el que se debe reflexionar, después descubre que la reflexión colapsa debido a una
contradicción y entonces busca un tercer concepto que le permita “superar” la contradicción. El nuevo concepto
es más complejo porque en su estructura interna tiene como momentos los dos conceptos anteriores. Pero este
nuevo concepto también generará una contradicción y de nuevo surgirá la necesidad de un concepto que
reconcilie los conceptos opuestos incorporándolos como momentos.

A veces se sostiene que este método, el de la negación determinada, deriva de la afirmación de Spinoza de que
“toda determinación es negación”. Pero también puede ser visto como una consecuencia del uso que Hegel hizo
de la lógica aristotélica. En la lógica aristotélica, la negación es entendida como una relación que existe
primariamente entre términos del mismo tipo: un concepto de color como “rojo”, por ejemplo, será
significativo en cuanto se opone a una variedad de colores contrarios como “azul”, “verde”, entre otros. En
cambio, en la lógica que considera la proposición como la unidad semántica fundamental, se considera que la
negación se aplica a proposiciones enteras antes que a sub-unidades.

Hegel explota el rol de la negación en varios niveles. Por ejemplo, la relación entre los demostrativos “esto” y
“aquello” señala la relación de la negación determinada, así como también lo hace la relación entre predicados
cualitativos, como por ejemplo “rojo” y “verde” como instancias de un concepto más universal: el de color. Por
lo general, los problemas de determinación en un nivel son resueltos al invocar el siguiente nivel más complejo.
Incluso si pudiéramos indicar de forma contrastiva a qué nos referimos al decir “esto” al invocar el opuesto
“aquello”, dependeríamos de la habilidad presupuesta de referir al tipo de cosa que tenemos en mente, como
cuando nos referimos a “este color” o “esta forma”, entre otros.

Se supone que la infraestructura categórica del pensamiento es capaz de desenvolverse sólo con el uso de
aquellos recursos disponibles para el pensamiento mismo: estos son la capacidad del pensamiento de hacer que
sus contenidos sean determinados y el rechazo a tolerar contradicciones. La lógica de Hegel es más
trascendental que formal. Más que ocuparse de las formas puras del pensamiento abstraídas de todo
contenido, la lógica trascendental se ocupa del pensamiento que posee un cierto tipo de contenido, llamado
contenido trascendental según Kant. Pero si la lógica de Hegel es trascendental, es muy diferente a la
lógica de Kant. Para Kant, la lógica trascendental era la lógica que gobernaba el pensamiento de pensadores
finitos como nosotros, quienes poseemos una cognición restringida por la necesidad de aplicar conceptos
discursivos generales a los contenidos singulares recibidos en intuiciones sensibles. Kant dejó abierta la
posibilidad de que podría existir un pensador que no tendría restricciones: Dios. El pensamiento de Dios se
dirigiría directamente al mundo en una especie de intuición intelectual.

Existen diversas opiniones acerca de cómo se relaciona el enfoque de Hegel sobre la lógica con el enfoque
kantiano sobre la lógica. Los tradicionalistas sostienen que Hegel considera el pensamiento finito de los
intelectos humanos discursivos e individuales como una especie de vehículo “distribuido” para el
pensamiento de Dios, el cual clásicamente se concibe como infinito e intuitivo. En contraste, los no-
tradicionalistas sostienen que los pos-kantianos eliminaron el último resto de la idea mítica de un pensamiento
divino trascendental que estaba presente en el enfoque de Kant. Según ellos, la oposición kantiana entre el
pensamiento humano finito y el pensamiento divino infinito es dudosa y la eliminación del obstáculo mítico
permite darle un rol más importante al contenido trascendental.

Más allá de cómo decidamos interpretar esto, es importante entender que para Hegel la lógica no es
simplemente una ciencia que se ocupa de la forma de nuestros pensamientos, sino que también es una ciencia
del contenido, y en este sentido, es un tipo de ontología. Por lo tanto, no se ocupa sólo de los conceptos de
“ser”, “nada”, “devenir”, etc., sino que se ocupa del ser, la nada, el devenir, etc. en sí mismos. Esto se vincula a
la manera en la que Hegel entiende el pensamiento: su postura es radicalmente no-representacionalista y en
cierto sentido adhiere al realismo directo. Para él, el mundo no es representado en el pensamiento, sino que es
presentado, exhibido o manifestado por la mente en el pensamiento.

Gracias a su crítica del principio de identidad y a la presentación de su propia versión del principio de no
contradicción (para Hegel todo es contradictorio), la postura controversial de Hegel respecto a la contradicción
lógica pasa a primer plano. La actitud de Hegel sobre el principio de no contradicción puede ser poco
convencional, pero él no afirma que la conjunción de una proposición y de su negación sea verdadera. Sin
embargo, parece que niega que el principio de no contradicción pueda considerarse como una ley normativa del
pensar. Generalmente se entiende que el principio de no contradicción presupone la identidad abstracta y la
naturaleza duradera de los contenidos que se piensan, y esto parece ser incompatible con el proceso de la
determinación negada a través del cual el pensamiento alcanza sus contenidos determinados.

Fuente: Redding, Paul, “Georg Wilhelm Friedrich Hegel”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (Fall 2015
Edition), Edward N. Zalta (ed.), URL = <http://plato.stanford.edu/archives/fall2015/entries/hegel/&gt;.

Fuente: https://haciendocosasconpalabrasblog.wordpress.com/tag/negacion-determinada/

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