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Introducción.
La iglesia nace siendo llena del Espíritu Santo, el profeta Joel anunció que en él tiempo
postrero el Espíritu sería derramado sobre toda carne. Y Dios desataría visión y sueños sobre
ancianos y jóvenes y que todo el que invocaré el nombre del Señor sería salvo. Así que en Hechos
se cumple esto. El Espíritu Santo lleno con poder a la iglesia y levantó ancianos y jóvenes para
predicar el evangelio y miles de personas fueron transformadas por el poder de Dios.
Vemos que con la predicación de Pedro tres mil las personas se convierten y pasan a
formar parte de la iglesia. A partir de ahí, todas las personas que fueron siendo añadidas a la
iglesia por Dios fueron transformadas por este mensaje de salvación. Si vemos el relato de Pedro,
inmediatamente notamos que se distingue a Jesús por sobre todo. Nosotros pecamos y
rechazamos a Dios, y ahí termina nuestra parte; el resto corresponde al Señor, que se hizo
hombre y murió por todos nosotros, siendo resucitado al tercer día. ¡Él era el Mesías del que
hablaban los profetas!
Una de las enseñanzas que se resalta con mayor claridad es el llamado de Pedro al
arrepentimiento y a la obediencia. Lo que vemos es que, como resultado de la predicación del
apóstol, muchas personas habían tenido convicción de pecado; habían entendido que habían
sido ellos mismos los que habían crucificado a Cristo, y la gran pregunta que les surgía es “¿qué
vamos a hacer ahora?” A eso, sin dudarlo, Pedro responde diciéndoles que se arrepientan y que
sean bautizados. A raíz de esta predicación, tres mil nuevos creyentes se sumaron a la iglesia.
Por eso, es importante que hablemos de la condición pecaminosa de la humanidad, llamándolos
al arrepentimiento de manera que si pone su confianza en Jesús como su salvador, puedan
alcanzar la vida eterna
3. El poder de la unidad.
Por medio de la llenura del Espíritu Santo, los creyentes perseveraban en comunión,
apoyándose unos a otros tanto espiritual como materialmente, de manera que ninguno tuviera
necesidades. La gente del pueblo se admiraba al ver las señales y la hermandad que había en
este grupo. Ellos daban testimonio por medio del amor que había entre sus miembros, de que
eran verdaderamente discípulos de Cristo. Así, al haber un ámbito de amor y obediencia al
Señor, el Evangelio era predicado y nuevas personas iban siendo transformadas por la gracia de
Dios.
Conclusión.