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autor es el responsable del contenido, desarrollo y idelidad literal de la misma.
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PALABRAS INICIALES
La vida moderna es una vorágine de innovación, descubrimiento
y transformación, esta turbulencia nos obliga a estar continua-
mente revisando y ajustando las ideas que tenemos sobre noso-
tros mismos y el mundo que nos rodea, en esta dinámica el mun-
do profesional y de los negocios es una constante lucha donde la
competencia y la competitividad son puestas a pruebas todos los
días.
IV
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VII
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INICIANDO EL VIAJE
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Rumbo a la cumbre
¿Y aquello qué es?, parece una casa, sí, es una casa. Está
en una ladera casi plana, es de madera y de su chimenea sale un
humo que me dice que hay gente. Será mejor que le saque la vuel-
ta. A veces a los lugareños no les gusta que los extraños anden
rondando por sus tierras y no quisiera tener un mal momento.
—Buenos días.
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Iniciando el viaje
—Espéreme aquí.
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Rumbo a la cumbre
Pero qué loco, digo, no soy una persona muy religiosa, de he-
cho, ¿cuándo fue la última vez que fui a un servicio?, caray, como
que son varios aspectos de mi vida los que debo retomar. Así es,
no soy muy religioso pero pues tampoco me soltaría arrancándo-
le una hoja a la Biblia, igual me pudo haber dado un periódico
pero, ¿la Biblia? Y a todo esto, ¿de qué será la hoja que me dio?
Evangelio según San Mateo, viejo loco, ni siquiera está comple-
to esto, trae un poco del inal del capítulo 4 y luego comienza el
capítulo 5, en in. Me lo echaré a la bolsa y luego lo dejaré por ahí.
Ya parece que para relajarme me voy a poner a leer unos pasajes
truncos de la Biblia.
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Iniciando el viaje
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que alguien que llora no hace daño, esa forma que uno encuen-
tre para desahogarse de las frustraciones laborales debe tener un
efecto calmante en uno sin trastocar la vida personal o laboral al
mismo tiempo.
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Rumbo a la cumbre
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Parece que el camino se hace más agreste, como que por aquí
no pasa mucha gente, ya van dos o tres veces que si no pongo
atención sencillamente me hubiera agarrado sin rumbo a caminar,
aunque pensándolo bien tengo rumbo: es la cumbre. No necesito
ir por donde otros ya han ido, bien puedo crear mi propio camino.
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Rumbo a la cumbre
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¡Ja ja ja, no hubiera dicho lo de aceptar que lloviera o no, esta llo-
vizna parece que me está probando! Pero si todo parecía llevar a las
nubes por otro rumbo, me imagino que el viento cambió. Relexiono
cómo es que en mi vida profesional muchas cosas que parecían a
punto de darse de repente no se daban, o al menos no se daban como
yo pensaba. Lo bueno es que encontré esta pequeña cueva, aunque
más bien es una hendidura en la roca donde guarecerme. Mmmhhh,
no veo a dónde va esta grieta, espero no vaya a salir de ahí alguna
culebra con esto del agua, ¿y si sale?, ¡¿y si me pica?! Me río de pen-
sar en que ahí no estaría muy manso sino que buscaría protegerme.
“manso, no menso” recuerdo de nuevo a mi abuelo y sonrío.
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Aquí está bien el lugar para comer. Me doy cuenta que esta
piedra y esta otra parecen estar coniguradas como una silla y una
mesa. Lo bueno es que no hay hormigas. Vamos sacando lo que
traje. Sándwich de atún, muy práctico. En la mañana abrí la lata
de atún, la de ensalada, le puse mayonesa al pan, hice los sánd-
wiches, envolví en papel estaño los dos sándwiches que me hice
y listo. Acá están los tacos de frijoles, con tortilla de maíz; las de
harina si bien me gustan más, como que ya hacen su efecto en mi
cuerpo. Aparte de que siento que me caen pesadas como que lue-
go luego se me van a los kilos. ¡Ah, recuerdo cuando joven!, cómo
comía, parecía que nunca me iba a llenar. Ahora si ese joven me
viera no creería lo medido y cuidadoso que soy en mi alimenta-
ción. Pero bueno, es parte de la vida.
¿Por qué será que cada que uno come siente ganas de
descansar? A veces por el ritmo del trabajo no puedo y me siento
pesado, por decirlo así, el resto del día. Ahorita puedo darme el
lujo de quedarme aquí, después de esta comida, descansando unos
minutos. Pienso en las bienaventuranzas y me doy cuenta que me
han servido también como alimento, un alimento para mi mente y
para mi alma. Saco la que sigue. “Bienaventurados los misericor-
diosos, porque ellos alcanzarán misericordia”. Bienaventurados
los misericordiosos. Bienaventurados los misericordiosos.
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Voy a poner una hoja para que se vaya en el agua que corre.
Ahí va. Si yo no hubiera estado aquí esa hoja no estaría ahora
lotando en el agua de este riachuelo ni caería por esta cascada
temporal. He cambiado el destino de la hoja, ¿o tal vez su destino
era ir por el agua y luego por la caída y lo único que hice fue
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Rumbo a la cumbre
colaborar con ese destino?, me gusta pensar que fui parte de todo
eso.
¿Ya no hay nada más tirado? Parece que no. Sigo mi camino
con la brisa del viento a mis espaldas.
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Rumbo a la cumbre
Paz, paz, paz. Relexiono cómo es que es tan común que las
imágenes mentales que nos vienen cuando mencionamos la pala-
bra paz se reieran a ese sosiego y tranquilidad deseada por todos,
pero de la misma forma una mente con discernimiento sabe que
la paz se construye con acciones decisivas donde la justicia im-
pera a través de la aplicación de las leyes autoimpuestas y social-
mente aceptadas. En el otro extremo veo la imagen o, más bien,
caricatura de una paz donde no hay problemas al menos visibles
porque no se imponen las reglas de convivencia, sociales, profe-
sionales o laborales, donde no se castiga la transgresión, donde lo
que importa es la icción de todos, estar bien y tranquilos aunque
por dentro el cáncer avance, en pocas palabras, donde se hace
lo conveniente en vez de lo que es correcto. Ser un paciicador
implica señalar y creer irmemente que la única acción que nos
engendra la posibilidad de un futuro mejor es aquella basada en
un respeto a las reglas y normas y una justicia objetiva, expedita
e imparcial.
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Cada vez veo la cumbre más cerca. Por un lado eso me alegra, por
el otro, no quisiera que este viaje terminara. Para donde volteo
veo quizá lo que ya he visto tantas veces, pero con ojos nuevos,
con una mirada fresca, como si la lluvia hubiera limpiado mis
ojos, como si la lectura de las bienaventuranzas hubiera limpiado
mi mente y como si la vida misma hubiera limpiado mi alma.
¡Ah!, pero para buscar la justicia, aun con lo que las perse-
cuciones implican, uno debe también ser justo. “Bienaventura-
dos los que tienen hambre y sed de justicia…”, recuerdo la cuarta
bienaventuranza y la relaciono con ésta. Uno debe estar en bús-
queda constante de lo correcto, lo que es justo, lo que es bueno,
lo que nos mejora y lo que nos hace más grandes, si eso impli-
ca acciones contrarias, lo que llamaríamos persecución, pues ni
modo, pero nuestra labor no es dejar un mundo peor que el que
recibimos sino mejor.
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Rumbo a la cumbre
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EN LA CUMBRE
Qué hermosa vista. Me quedo en silencio mucho tiempo. He lle-
gado a la cumbre. ¿Siento la montaña mía?, en realidad no me
importa. Soy uno con la montaña, uno con el sol que cae, uno
con la brisa que acaricia mi rostro, uno con las aves que surcan el
cielo, pero también uno con los problemas del mundo, uno con las
diicultades de la sociedad, uno con las diicultades de mi trabajo,
de mi negocio, de mi profesión. Soy parte y responsable de todo.
Puedo dar y aportar mucho.
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Rumbo a la cumbre
Jesús en un monte como éste hablando así hace 2,000 años a las
multitudes y un escalofrío me recorre el cuerpo, no por lo fresco
de la tarde sino porque siento que a mí me habla, que a mí me
ha hablado durante todo mi ascenso, que me ha acompañado
mientras subía haciéndome ver que su mensaje no tiene un único
referente espiritual sino que tiene su aplicación totalmente prác-
tica en mi vida profesional, en mi vida laboral, en mis negocios.
Los pobres en espíritu, los que lloran, los mansos, los que
tienen hambre y sed de justicia, los misericordiosos, los de lim-
pio corazón, los paciicadores, los que padecen persecución por
causa de la justicia… si bien tienen un referente espiritual, en
este viaje he visto como también tienen un relejo en mi vida
profesional: compromiso, calidad, servicio, desempeño, con-
ciliación… todo apunta hacia la excelencia en el desempeño
profesional, una excelencia que es la verdadera cumbre a la que
aspiro, a la que voy, la que me pertenece.
eso. Hay cambios que puedo hacer en mi vida. Sigo vivo, respiro,
pienso y siento y aún puedo mejorar y mejorarme.
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