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Revisión bibliográfica
La textura del suelo es una de las características físicas más importantes, pues a través de
ella, se puede predecir el comportamiento físico del suelo, haciendo inferencias acerca del
movimiento del agua en el perfil, la facilidad de manejo y la cantidad de nutrientes. La
textura indica la proporción de partículas fundamentales en el suelo: arcilla, limo y arena,
que se agrupan en suelos de textura fina, media y gruesa. Con la proporción relativa de
estas fracciones minerales se puede obtener un gran número de combinaciones que dan
origen a las clases texturales. Su fraccionamiento sigue una función logarítmica con límites
entre 0.002 y 2.0 mm. La fracción arcillosa es menor a 0.002 mm, el limo entre 0.002 y 0.05
mm, y la arena entre 0.05 y 2.0 mm. Para estudios de tipo mineralógico la fracción arena se
puede cuantificar en sus diferentes tamaños: a) arena muy fina, con diámetro de 0.05 a 0.1
mm; b) arena fina, con diámetro de 0.1 a 0.25 mm; c) arena media, con diámetro de 0.25 a
0.5 mm; d) arena gruesa, con diámetro de 0.5 a 1.0 mm; y e) arena muy gruesa, con
diámetro de 1.0 a 2.0 mm. Esta clasificación es la que utiliza la FAO y el USDA, mientras que,
la Sociedad Mundial de Suelos limita el limo a un diámetro que va de 0.002 a 0.02 mm. La
determinación de la textura del suelo o análisis granulométrico consiste en la separación y
cuantificación de las partículas de arena, limo y arcilla de una muestra de suelo, y en la
consulta del triángulo de texturas para obtener la clase textural del mismo. La cuantificación
de las partículas minerales puede hacerse por el método de los tamices, y por el de
sedimentación de las partículas. Este último se fundamenta en la Ley de Stokes para
partículas sólidas que caen dentro de un fluido viscoso.
Una vez se pasa el suelo por la estufa y se pulverice, se hace pasar por una serie organizada
de tamices, de agujeros con tamaños decrecientes y conocidos, desde arriba hacia abajo. El
primer tamiz, es el de mayor tamaño y es donde inicia el tamizado. Se tapa con el fin de
evitar pérdidas de finos; el último tamiz está abajo y descansa sobre un recipiente de forma
igual a uno de los tamices, y recibe el material más fino no retenido por ningún tamiz. Con
sacudidas horizontales y golpes verticales, mecánicos o manuales, se hace pasar el suelo
por la serie de tamices, de arriba abajo, para luego pesar por separado el suelo retenido en
cada malla.
Curva granulométrica.
Para los suelos gruesos – granulares, el diámetro equivalente está referido al agujero
cuadrado de la malla. Para los finos, al diámetro de una esfera. La curva se dibuja en papel
semilogarítmico. Con la escala aritmética (ordenadas) los porcentajes en peso de partículas
con f < que cada uno de los lados de las abscisas. En escala logarítmica (abscisas) los
tamaños de los granos en milímetros. Esta escala, en razón de que los f varían de cm a mm.
Esta clasificación es necesaria en geotecnia, pero no suficiente. Se complementa siempre la
granulometría con el ensayo de Límites de Atterberg, que caracterizan la plasticidad y
consistencia de los finos en función del contenido de humedad.