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EL “TRATADO DE LA ENSENANZA” DE VIVES __ La obra-de Vives, de mayor contenido pedagégico, es el Tratada- de da Ensefanza. En el libro Il, capitulo I, comienza el estudio de ja materia, con estas palabras: ‘“Tratemos ahora de cudles son las materias que han de ensefiarse, cémo han de ensefiar-e, con qué exten-” sién, por quiénes y en qué sitio”. Tales cuestiones — de evidente actualidad, — plantean desde luego, el contenido de la Didactica en sus miltiples aspectos, los que, para nuestro propésito, pueden reducirse a tres: 1°, Organizac:én de la Ensefianza (Plan de studios y Programas) ; 2°. Metodo'ogia de la Ensefianza (Métodos generales y especiales); 3°, La formacién del maestro y el lugar de su actividad docente, que es la escuela. Mais adelante agtega Vives: ‘‘De todo ello, lo mas importante es que ix Ensefianza se dé con pureza de doctrina, a fin de que no padezcan las buenas costumbres, siendo por lo contrario, ignominioso y despre- ciable quien instruido y educado en las artes humanas, se halle ca- “vente de toda virtud’’. He ahi, una formulacién concreta y categérica de lo que deben ser los medios y fines de la actividad docente. Quiere Vives que la escuela se levante en lugar salubre, apartado de la eoncurrencia, en particular de obreros que producen mucho ruido trabajando, como los metaliir- gicos, canteros y todos cuantos manejan martillo, rueda, torno y telar; mas tampoco ha de ser muy solitario, Lo mas conveniente sera e tab'e cer la eseuela fuera de la ciudad, sobre todo si es maritima o habi- tada por: comereiantes. Igualmente se evitarfin las comarcas fronteci- zas, expuestas a contingencias de la guerra y a la natural intranquili- dad que ésta produce. ‘No es de extrafiar — contintia Vives — tal esmero para elegir sitio de nacimiento y desarrollo de la sabiduria cuando empleamos tanta solicitud en procurar alojamiento a las abe- jas para que produzean la miel, cosa bien inferior a la ciencia”. Las preocupaciones de Vives acerea del sitio en que debe levan- tarse la escuela, definen su amplia y total vision del problema peda- gégieo. Y no se para allf su vasta mirada, por supuesto. Se extiende luego en muy atinadas consideraciones sobre aulas, patios, régimen interno, recreos, juegos y sus clases, y demas pormenores de la vida escolar. En punto a juegos y reereos se explaya de esta manera: “Siendo nuestras fuerzas fisicas y espirituales, no s6lo limitadas, sino muy débiles de suyo, es menester que tengan algtin reparo y des- * eanso si han de continuar mis tiempo empleadas en el trabajo; pyes de no ser asi, pronto se agotarian, quedando sin poderse utilizar en absoluto. Por eso hay que procurar a los nifios frecuentes ejercicios eorporales, como un suplemento y acumulo de vigor necesarios en esa edad jasi no se debe abrumarlos demasiado, ni imponerles tareas con angustiosa premurag antes bien tolerarles cierta laxitud de intensidad, para evitar que empiecen aborreciendo los estudios antes de amarlos. ‘‘Elijanse juegos en los que haya correecién a la vez que alegria; tales son la pelota, el globo, las carreras. Han de celebrarse a vista de alguna persona mayor y de respeto para los jévenes y con inten- cién de que se vigorice el cuerpo, no de que se legue a la ferocidad. En caso de no haber tiempo suficiente para jugar, o de earecerse de permiso, 0 de ganas pueden servir de mucha distraceién conferencias de carécter ligero y agradable, tales como fdbulas e historietas o na- rraciones fesiivas andlogas, dotadas de gracia e ingenio, y asimismo frases delicadas 0 chistosas; permitirse a veces jugar buen rato a des- cifrar acertijos, entretenimientos todos susceptibles de ejercitar el in- genio, la diserecién y la memoria, como igualmente a justicias y ladro- nes, Para ello, se dispondré de cobertizos y amplios patios donde se resguarden en tiempo de Iluvias”’. Todo un excelente plan de recreo del cuerpo_y del espiritu. En este tépico lega Vives hasta reeomendar el régimen alimenticio de los alumnos, porque considera que éste ‘‘tiene gran influjo sobre la finura de la inteligencia y el vigor de la memoria; habra de ser mo- derado, distribuido en saz6n debida y adecuado a la constitucién individual. Asi los de temperamento seco usarén manjares acuosos; ‘los flemétieos,.célidos y nada hiimedos; los melaneélicos, cosas opues- tas a su naturaleza, que debiliten los espiritus sombrios y los vuelvan alegres. Dar vino a los tristes, segtin recomendaba el sabio rey hebreo. Al bilioco hay que tratar con refrigerantes; al de cardeter excesiva- mente espititual, con materias grasas, convenientes no slo para la salud, sino también para refrenar algo la fuerza del pensamiento, evitando su precipitacién sitbita, defecto de que ado'ecen en sumo grado los entendimientos demasiado sutiles”’. En cuanto a la instruccién del alumno, establece Vives en lineas generales lo siguiente: ‘‘Habra de inculedrsele el gusto por el estudio, ee gone “s6lidos; -duraderos, ¥ hasta perpetuos que producey a los cuales ningtin otro es comparable; recordar de qué gran alivio sirve para la vejez el conocimiento de las eosas, y de‘qué auxilio en la vida, ya como adorno cuando se es feliz, ya como consuelo en las -aflieciones; de todo lo cual cualquier maestro puede presentar abun- dantisimos ejemplos; advirtiendo que no los tomen en concepto de his- torietas que basta con oirlas, sino como saludable alimento espiritual, que es preciso digerir y asimildrsele para que se convierta en subs- tancia del alma’?’. : No sélo quiere Viyes que el maestro ineulque al atatae el gusto por él estudio, smo que advierte asimismo la necesidad de poner a éste en contacto directo con la vida practica cuando dice: “El estu- diante no debe avergonzarse de entrar en tiendas y factorias ypre- guntar a los comerciantes y conocer los detalles de su tarea. Antes, los hombres cultos desdefiaban indagar aquellas cosas que tan Util es en la vida conocer y recordar, Esta ignoraneia erecié al suceder- se los siglos, hasta el presente, asi es que sabemos mucho més de la époea de ‘‘Cicerén’’ 0 de ‘‘Plinio”’ que de aquella de nuestros abue- - los”. : 2 He ahi, que Vives nos presenta un plan completo y arménico, en materia de Edueacién. La linea divisoria entre la Pedagogia me- dieval y la Moderna, est4 firmemente trazada. Medio siglo después, Montaigne vuelve a trazar esta linea en sus Ensayos. ‘Se ha diseu- tido — dice Vives — dénde es preferible dar la ensefianza, si en easa o fuera de ella. Siendo una escuela tal como la hemos deserito aqui, seria muy provechoso instruirse en ella desde temprano, a se- guida de la lactancia para asimilarse buenas costumbres pronto, y desechar como cosa nueva las detestables’’. Al tratar de los fines que deben proponerse al IHevar el nifio a la escuela, como “de la manera de diagnosticar la indole y disposicio- “nes de cada uno, expresa Vives lo siguiente: ‘“‘Cuando un padre Heve a un nifio a la escuela, hdgasele ver que no ha de aeudirse a las letras como un medio de procurarse un sustento de la ociosidad, fin indigno de trabajo tan elevado. Antes bien, se le debe manifestar que el objeto de los estudios es hacer al joven mas instruido y mejor. Durante wno o dos meses permaneceréd en la escuela para examinar sus dotes mentales; y los maestros se reunirén aparte cuatro veces cada aio para hablar_y preguntarse -mutuamente sobre la eapacidad de sus alumnos y para designar cudl sea la ocupacién que segin las individuales disposiciones conviene a cada wno de ellos. “Lo. esencial es que el nifio se acostumbre a complacerse con las

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