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Si tenemos dudas podemos usar un sistema muy sencillo. Observar el vigor de la planta una
vez trasplantada. No todas las plantas enraízan igual. Las que veamos más vigorosas las
formamos a dos tallos. Las menos, a un tallo. Eso sí, lo tendremos que decidir cuando
aparezca el primer racimo de flores, momento adecuado para formar una planta a dos tallos.
Hay otra cuestión a tener en cuenta. La formación a dos tallos implica una mayor densidad de
vegetación y en consecuencia, menor aireación e iluminación de las partes interiores. Eso hará
que sean plantas más susceptibles de sufrir ataques de hongos.
El horticultor con cierta experiencia detecta estos brotes (llamados también ojos) muy
rápidamente, pero por si hay dudas, la técnica sería la siguiente. Empezaremos localizando el
brote de crecimiento de nuestra tomatera, en la parte superior de la misma. Será un conjunto
de pequeñas hojas y flores cerradas con mucha pilosidad. Este es el brote que no podemos
cortar (a no sea que queramos detener el crecimiento). Siguiendo la guía hacia abajo
encontraremos que en las axilas de las hojas aparecen brotes muy parecidos al principal, pero
de menor tamaño. Este y todos los que encontremos más abajo en cada axila de hoja se tienen
que eliminar.
El tallo amarillo es el principal. En rojo, dos brotes axilares que
hay que eliminar. El superior ya es demasiado grande, y necesitaremos usar tijeras. El inferior tiene la medida
adecuada para eliminarse con los dedos.
El tamaño adecuado para poder hacerlo simplemente con los dedos es antes de llegar a los
5mm de diámetro de tallo. Inclinándolo hacia los lados debería romperse. Si el diámetro es
superior, mejor usar unas tijeras, ya que de lo contrario provocaremos desgarros en el tallo y
dejaremos heridas abiertas.
Otra pista muy evidente es que siguiendo el tallo principal es donde encontraremos los racimos
de flor.
El deshojado
Una vez la planta entra en producción veremos que las hojas más cercanas al suelo empiezan
a tener mal aspecto. Están viejas y han dejado de hacer su función fisiológica. Es conveniente
eliminar estas hojas que ya no fotosintetizan y sólo pueden ser focos de enfermedades.
Lo mismo pasará progresivamente con el resto de hojas, de abajo a arriba. Una vez
cosechemos un racimo de tomates, si las hojas inferiores estuvieran en mal estado las
eliminaremos. Si no, las podemos dejar hasta que acaben de envejecer.
Cuando hablamos de la Tuta absoluta dijimos que una manera de controlar la plaga era
eliminar las hojas con minas y larvas dentro. Pero tengamos en cuenta que si la hoja esta a la
altura de tomates en proceso de engorde, podemos afectar la producción. Nuestra
recomendación en ese caso es eliminar exclusivamente el folíolo afectado, dejando el resto de
hoja. Esto lo decimos porque la hoja inmediatamente inferior al racimo de fruto es responsable
de hasta el 75% del engorde de ese racimo. Si la eliminamos totalmente ponemos en peligro el
correcto engorde de esos frutos.
Así que ahora ya sabemos que si la planta tiene mal aspecto por la base, con hojas secas y
marchitas, es totalmente normal y no es motivo de preocupación. Se eliminan y ya está.
Un consejo final. La eliminación de brotes axilares y de hojas viejas nunca la debemos hacer
con la planta mojada, ya sea porque acabe de llover o porque esté cubierta de rocío. Una
herida con agua sobre los tejidos es la vía de entrada perfecta para el inóculo de muchas
enfermedades.