La Carta a Filemón (=Flm), la más breve de todas las de Pablo, es una
joya de la literatura cristiana primitiva. Aunque en ella el apóstol no pretende tratar profundos temas doctrinales, nos muestra de manera práctica y concreta lo que significaba para él haber aceptado la fe en Cristo y ser parte de su cuerpo. El motivo de la carta, tal como puede deducirse de ella misma, es la situación personal de Onésimo, un esclavo de Filemón, que, al parecer, había cometido un hurto (cf. v. 18) y había huido de la casa de su dueño. Onésimo, de alguna manera, se encuentra con Pablo, que está preso, y le presta sus servicios. De esa relación con el apóstol, resulta la conversión del esclavo a la fe cristiana. Después, aunque la ayuda de Onésimo podría serle muy útil a Pablo, este prefiere devolvérselo a Filemón y cumplir así lo establecido por la ley romana. Por el hecho de ser portador de la presente carta, Onésimo podría esperar ser bien recibido por su antiguo amo, que también se había hecho cristiano escuchando la predicación del apóstol. En su carta, Pablo no trata en forma teórica el problema de la esclavitud, pero deja ver claramente lo que para él significaba ser cristiano. Él está seguro de poder pedirle a Filemón que reciba de nuevo a Onésimo, no ya como al esclavo que antes era, sino como a un hermano querido (v. 16). Por otra parte, Pablo se hace responsable de los perjuicios causados por Onésimo. La carta no habla de suprimir la esclavitud. Sin embargo, expresa los principios que poco a poco deberían crear esa conciencia en la humanidad: Cristo hace hermanos a los hombres por encima de toda división y diferencia de clases, y el amor en Cristo puede superar la más alta de las barreras que separan a unas personas de otras. No hay certeza acerca del lugar en que Pablo estaba preso cuando escribió esta breve misiva (se ha pensado en Roma, Cesarea y Éfeso), ni tampoco acerca de la fecha de su redacción. Esquema de la carta: Saludo (1-3) El amor y la fe de Filemón (4-7) Intervención a favor de Onésimo (8-22) Despedida (23-25)
Saludo
1Pablo, preso por causa de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo, a
Filemón, nuestro querido colaborador,
2 y también a la hermana Apia, y a Arquipo, compañero nuestro en la
lucha, así como a la iglesia que se reúne en tu casa. 3 Que Dios nuestro Padre y el Señor Jesucristo derramen su gracia y su paz sobre vosotros. El amor y la fe de Filemón
4 Siempre doy gracias al acordarme de ti en mis oraciones,
5 porque he tenido noticias del amor y de la fe que profesas al Señor Jesús y a todos los que pertenecen al pueblo santo; 6 y pido a Dios que tu participación en la misma fe te lleve a comprender todo el bien que nosotros podemos hacer por amor a Cristo. 7 Estoy muy contento y animado por tu amor, ya que, gracias a ti, hermano, el corazón de los que pertenecen al pueblo santo ha sido consolado. Intervención a favor de Onésimo
8 Por eso, aunque como apóstol de Cristo tengo derecho a ordenarte lo
que debes hacer, 9 prefiero rogártelo en nombre del amor. Yo, Pablo, ya anciano y ahora preso por causa de Cristo Jesús, 10 te pido un favor para Onésimo, que aquí en la cárcel ha venido a ser mi hijo en la fe. 11 En otro tiempo, Onésimo fue para ti un esclavo inútil, pero ahora nos es útil tanto a ti como a mí. 12 Te lo envío de nuevo: trátalo como a mí mismo. 13 Yo habría querido que se quedase aquí conmigo, para que me sirviera en tu lugar mientras estoy preso por causa del evangelio. 14 Pero no quiero hacer nada que tú antes no hayas aprobado, para que el favor que me haces no sea por obligación sino por tu propia voluntad. 15 Tal vez Onésimo se apartó de ti por algún tiempo para que ahora le tengas para siempre, 16 no ya como un esclavo sino como algo mejor: como un hermano querido. Yo le quiero mucho, pero tú debes quererle todavía más, no solo como persona sino también como hermano en el Señor. 17 Así pues, si me tienes por hermano en la fe, recíbele como si se tratara de mí mismo. 18 Si te ha hecho algún daño o te debe algo, cárgalo en mi cuenta. 19 Yo, Pablo, escribo esto de mi propio puño y letra: Yo lo pagaré. ¡Aunque bien podría recordarte que tú me debes tu propia persona! 20 Sí, hermano, hazme este favor como creyente en el Señor. Consuela mi corazón como hermano en Cristo. 21 Te escribo porque estoy seguro de tu obediencia y sé que harás más de lo que te pido. 22 Aparte de esto, prepárame alojamiento, pues espero que, en respuesta a vuestras oraciones, Dios os concederá que vaya a veros.
Despedida
23Saludos de Epafras, mi compañero de cárcel por la causa de Cristo
Jesús,
24 y también saludos de Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, que me ayudan
en el trabajo.
25 Que el Señor Jesucristo derrame su gracia sobre vosotros.