MÓDULO 0811 - PSICOLOGÍA TEÓRICA III.

EL PROCESO TERAPÉUTICO EN LA APROXIMACIÓN COGNITIVO – CONDUCTUAL 1

INDICE
UNIDAD I. EVALUACIÓN CONDUCTUAL .....................................................2
Conceptos fundamentales de la evaluación conductual............2
ANTECEDENTES Y Una base teórica ....................................................................2
Evaluación conductual y evaluación tradicional ........................4
SURGIMIENTO DEL MODELO Métodos representativos de evaluación conductual..................5
Observación naturalista .........................................................5
COGNITIVO-CONDUCTUAL Autovigilancia. ......................................................................17
El informe del cliente en la evaluación conductual ..................19
Evaluación analógica ...........................................................20
Observaciones y calificaciones conductuales hechas por
otras personas de significación............................................22
Áreas adicionales de la evaluación conductual .......................23
Evaluación psicofisiológica ..................................................23
Lectura 1 Evaluación cognoscitiva-conductual ....................................25
Kendall, P. y Norton-Ford, J. (1988). Evaluación Evaluación conductual: retrospección y expectativas .............25
conductual (cap. 10). Psicología Clinica:
Perspectivas científicas y profesionales.
México: Limusa.

UNIDAD I. ANTECEDENTES Y SURGIMIENTO DEK MODELO COGNITIVO-CONDUCTUAL

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EVALUACIÓN CONDUCTUAL
Con el enfoque conductual de la evaluación se trata de
identificar los tratamientos específicos del cliente, o sus sistemas
ambientales, que pudiesen requerir el cambio. Por ejemplo, al
trabajar con un cliente que está experimentando ansiedad
debilitadora, el evaluador conductual podría preguntarse: ¿Qué
situaciones específicas provocan sensaciones de ansiedad?
¿Qué comportamiento tienen lugar cuando se experimenta
ansiedad? ¿Están relacionadas ciertas condiciones ambientales
con los cambios ocurridos en la severidad de la ansiedad?
¿Cómo se enfrenta- por ahora el cliente a la ansiedad? En este
capítulo se describe la perspectiva en que se apoya la evaluación
conductual y los métodos que suelen aplicarse en dicha
evaluación.
La evaluación conductual ha surgido como modelo que
ayuda a los clínicos a formular y evaluar planes específicos de
intervención para sus clientes. Es un método orientado
específicamente hacia la situación, o sea, que se examinan
cuidadosamente las variaciones específicas que ocurren en las
condiciones ambientales con el propósito de determinar su
influencia en el funcionamiento del cliente. Se le puede
considerar también como un punto de vista conductual en el cual
se subraya la influencia recíproca entre las acciones de las
personas y sus contextos ambientales, los evaluadores
conductuales tratan de identificar las relaciones entre los medios
interpersonal y físico de un cliente y los comportamientos que
reflejan los problemas que padece. La evaluación se lleva a cabo
con el fin de establecer una estrategia precisa y eficaz para
ayudar al cliente a modificar su ambiente en forma que le permita
comportarse de manera más eficiente. Por ejemplo, el clínico
puede observar al diente que experimenta ansiedad severa
mientras se encuentra en situaciones que provocan
particularmente la ansiedad, con el fin de determinar qué
aspectos de esas situaciones le resultan al cliente más difíciles
de manejar. Si se determina que las conversaciones con
personas que tienen ansiedad, el clínico puede trabajar junto con
el cliente buscando las maneras de tratar con esas personas y
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neutralizar de antemano su enojo. Es probable que el clínico
observe de nuevo al cliente en esa clase de situaciones
negativas con el propósito de evaluar el éxito de la terapia en
cuanto a ayudar al cliente a enfrentarse a su ansiedad.
La evaluación conductual se puede llevar a cabo de
muchas maneras; por ejemplo, entrevistando a los clientes e
interrogándolos acerca de los detalles específicos de su vida
cotidiana, o bien, observándolos directamente mientras
interactúan –con sus familiares y sus compañeros de trabajo, es
importante examinar los aspectos teóricos y clínicos que han
incrementado el desarrollo de la evaluación conductual.
En esta área se destaca principalmente el paradigma de
Skinner (1953) de "análisis funcional". Este análisis implica la
evaluación de los acontecimientos que preceden a determinado
comportamiento (o sea, los "antecedentes") y los que le siguen
(es decir, las "consecuencias"). Cuando se observa que un
patrón de ciertos antecedentes y ciertas consecuencias se
presenta con regularidad junto con un comportamiento
determinado, el evaluador puede inferir que la función de esos
antecedentes en particular consiste en disponer la ocasión para
el comportamiento en cuestión y que la función de esas
consecuencias determinadas es la de reforzar el comportamiento
de que se trata. O bien, desde el punto de vista del su-jeto, la
función del comportamiento observado consiste en producir esas
determinadas consecuencias en el contexto definido por esos
antecedentes en particular. Una evaluación conductual estará
incompleta a menos que los tres elementos del análisis funcional
(antecedentes, comportamiento, consecuencias) se evalúen con
precisión. Solo entonces puede el evaluador determinar con
precisión- la forma en que el comportamiento del sujeto varía de
acuerdo con los cambios ocurridos en el medio.
Conceptos fundamentales de la evaluación conductual
Una base teórica
Desde el punto de vista conductual, el funcionamiento
humano se considera como el producto ele la interacción
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continuada entre la persona y la situación (ver por ejemplo
Bandera, 1978; Mischel, 1977a). Las personas modelan su vida a
través de su comportamiento sus ideas y planes, y.-sus
erupciones. Por ejemplo, la decisión de eliminar un viejo hábito
como el de fumar cigarrillos es un paso importante hacia la
supresión exitosa de ese peligro para la salud. Sin embargo, el
medio en que se desenvuelven las personas contribuye también
a modelar su vida. Por ejemplo, cuando los amigos o la familia
crean una situación que propicia el fumar es más difícil dejar de
hacerlo que cuando generan un ambiente que desalienta ese
hábito. Así pues, se piensa que las personas están construyendo
constantemente su vida y su ambiente, pero también están
siendo conformadas continuamente por las experiencias de
aprendizaje que su medio les ofrece.
La evaluación conductual es la extensión práctica de esa
teoría del funcionamiento humano. Cuando un evaluador
conductual está recabando información acerca de un cliente, la
interrogante principal es: ¿Qué situaciones específicas
conforman el medio psicológico, interpersonal y físico de esté
cliente, y cómo trata de hacerle frente y modificarlo? Varias
investigaciones han demostrado que la combinación de
situaciones específicas y personas específicas, y sus respuestas,
es la clave del funcionamiento humano positivo. Aunque algunas,
situaciones ambientales producen tensión y trastorno sin importar
la forma en que las personas respondan a ellas (por ejemplo, los
campos dé concentración), la mayoría de las situaciones afectan
a las distintas personas en formas muy diferentes. Por ejemplo, a
los terapeutas con frecuencia se les dice que lleven a cabo
sesiones de terapia mientras el supervisor los observa, y esto
puede dar lugar ya sea a una interesante oportunidad educativa ó
a una prueba de fuego traumática, dependiendo de cómo
disponga la situación el aprendiz. Si se toma el tiempo necesario
para conocer a su supervisor y llegar a un acuerdo en el sentido
de que la observación tendrá como finalidad proporcionar
retroinformación constructiva, es mucho más probable que la
situación sea una experiencia positiva de aprendizaje y no una
prueba agotadora y angustiosa.
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Las personas conforman el medio en que viven, por
ejemplo, eligiendo el lugar donde van a radicarse, la carrera
profesional que van a seguir, o creando vías de comunicación y
ciudades. Del mismo modo, el medio conforma a las personas,
por ejemplo, ofreciendo recompensas o sanciones por ciertos
actos. Se puede decir por tanto que las personas y sus
situaciones ambienta-les interactúan recíprocamente (Bandura,
1978). Así como uno crea las situaciones que componen su vida,
así las situaciones determinan el tipo de persona en que uno se
convierte.
La investigación que sirve de base al estudio de esta
interacción persona x situación es impresionante (Bandura, 1978;
13cm y Allcn, 1974; Bowers, 1973; Endler y Magnusson, 1976;
Mischel, 1973a, 1977a). En la investigación del funcionamiento
de legos, clientes para la terapia, terapeutas, profesores y
muchos otros se ha demostrado que cl pronóstico más preciso de
la manera en que una persona sentirá, pensará o se comportará
requiere datos acerca de 1) las características individuales que
mejor describen a esa persona (por ejemplo, capacidades, estilo
interpersonal) y 2). la naturales de esas situaciones con que esa
persona se encontrará (por ejemplo, las reuniones sociales). Se
dice la combinación particular de esa persona específica y lo
más importante en cuanto a determinar qué comportamientos,
sentimientos y pensamientos se suscitarán probablemente, en
términos estadísticos, es importante poseer información acerca
de las notas y la situación y respecto a la interacción
(combinación) de esta persona y esa situación, a fin de que los
psicólogos puedan entender cabalmente por qué las personas
experimentan como lo hacen los goces y los problemas de la
vida.
Las personas interactúan con las situaciones en forma
muy parecida a ¡a interacción de dos sustancias químicas
volátiles: así como el ácido hidroclórico se puede crear a partir de
dos sustancias inocuas, así se pueden producir acontecimientos
inesperados cuando las personas y las situaciones se mezclan.
Por ejemplo, Bowers (1973) resume más de 10 estudios en que
se demuestra repetidamente que las características personales
contribuyen al 13%, como promedio, de la variancia del
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comportamiento de las personas, mientras que los factores
situacionales representan un promedio del 11% de la variancia.
Pero es la interacción de la persona con la situación la que
produce el mayor efecto: su contribución es del 21% como
promedio.
Como Mischel (1973a) y Wachtel (1973) lo hacen notar,
algunas situaciones son en extremo poderosas, mientras que
otras permiten o alientan la diversidad en las personas. Por
consiguiente, así como parece probable que las personas
respondan de modo constante en áreas que son importan-tes
para su propia imagen, también es probable que ciertas clases
de situaciones limiten más que otras la libertad de elección de las
personas. La implicación es que para, una evaluación 'completa
se deben obtener datos sobre la naturaleza y el poder relativo de
las predisposiciones individuales de los clientes y de las
situaciones en que viven.
Por otra parte, parece que algunas personas se meten en
dificultades hagan lo que hagan o sean como sean, y que ciertos
tipos de respuestas darán lugar tal vez a tensión y trastorno
cualquiera que sea la situación. Una persona que responde a
todas las situaciones en forma agresiva porque piensa que los
demás tratan de perjudicarlo, experimentará, por ejemplo, temor
y desconcierto en casi todas las situaciones. Sin embargo,
también en este caso será por lo general la combinación
especifica de la persona y sus respuestas particulares con la
situación para que se determine sus consecuencias.
Evaluación conductual y evaluación tradicional
Los partidarios del método de evaluación conductual han
descrito varias diferencias en las estrategias clínicas de la
evaluación conductual comparada con la tradicional (Goldfried y
Kent, 1972; ver también Ciminero, Calhbun y Adams, 1977; Mash
y Terdal, 1976). En primer lugar, los evaluadores conductuales
afirman que la meta de la evaluación debe ser la información
relacionada directamente con la cuestión práctica de qué
objetivos se deben perseguir mediante cuales intervenciones
clínicas en el caso de cada cliente. Si bien otros enfoques de la
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evaluación clínica tratan de obtener información
terapéuticamente pertinente, la evaluación conductual se
concentra en los comportamientos y características ambientales
observables directamente. Si bien otros enfoques de evaluación
producen con frecuencia retratos impecables e interesantes de
las personas (por ejemplo, un perfil del MMPI o un protocolo del
psicodiagnóstico de Rorschach), la evaluación conductual
subraya la obtención de datos que ofrezcan las respuestas más
claras y directas a la cuestión práctica de qué combinaciones de
respuestas y situaciones están produciendo tensión en el cliente
y cómo se pueden modificar esas respuestas y situaciones
específicas a fin de estimular el bienestar del cliente. Por
ejemplo, los evaluadores conductuales tratan de saber cómo
interactúa en realidad una pareja con problemas maritales en sus
relaciones diarias, en vez de tratar de responder a un
cuestionario de personalidad.
Una segunda característica de la evaluación conductual
es su especificidad. En vez de depender de las descripciones
generales de la personalidad o de las etiquetas del diagnóstico
tales como "esquizofrénico" o "hiperactivo", los evaluadores
conductuales comentan los comportamientos, pensamientos y
sentimientos específicos, las respuestas psicológicas producidas
por los clientes y la composición especifica de las situaciones en
las cuales aparecen esas respuestas, Los datos específicos
obtenidos en una evaluación conductual pueden ayudar
establecer una descripción completa del cliente y de sus
respuestas ante las situaciones, y también a determinar con
exactitud los factores determinantes precisos de sus trastornos
psicológicos.
En tercer lugar, el objetivo central de la evaluación
conductual es la obtención de verdaderas interacciones del
cliente en las situaciones reales. En cambio, enfoques
tradicionales de la evaluación, opinión de los evaluadores
conductuales, hacen énfasis en los indicios de los rasgos de
personalidad subyacentes de las personas hacen asociaciones
libres con una mancha de tinta en el consultorio del psicólogo),
pero se piensa que, ofrece una imagen de la personalidad del
cliente más real que la que da una muestra de las situaciones
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verdaderas. La validez del uso de indicios en la evaluación clínica
la han puesto en duda investigadores y clínicos, y los
evaluadores conductuales recurren a las muestras a fin de
obtener la idea más directa de cómo manejan en realidad los
clientes los aspectos de la vida.
En cuarto lugar, los evaluadores conductuales y los
tradicionales difieren en sus estrategias para establecer medidas
de evaluación. Cuando se desarrolla un instrumento de
evaluación, sus creadores tienen que seleccionar preguntas para
el mismo, ya sea de respuestas múltiples, manchas de tinta o
situaciones interpersonales.
Los evaluadores tratan de superar esa dificultad
identificando de modo empírico las respuestas y situaciones que
resultan criticas para el bienestar del cliente e incluyendo luego
en sus instrumentos de evaluación muestras de todas las
respuestas y situaciones pertinentes.
En quinto lugar, en la evaluación conductual, comparada
con la tradicional, el procedimiento difiere en que los evaluadores
conductuales en que tratan de obtener información no sólo antes
y después, sino también durante la intervención clínica. El
método tradicional de evaluación ha consistido en obtener
información sobre los clientes sólo de manera informal durante Ia
terapia. En cambio, la evaluación conductual cuenta con
mediciones diseñadas por lo general para aplicarse varias veces
durante la terapia a fin de hacer una evaluación más exacta de
los progresos y las necesidades cambiantes del cliente a lo largo
de la intervención. Aquí, otra vez, el método conductual
representa un intento de obtener información específica, precisa
y de utilidad práctica acerca del funcionamiento del cliente en la
vida real con el propósito de facilitarla intervención clínica eficaz.
Tanto el método conductual como el tradicional de
evaluación encierran ventajas y desventajas especiales, y
muchos clínicos emplean instrumentos y técnicas de ambos
modelos para lograr un conocimiento equilibrado y completo de
cada cliente en particular. Las ideas básicas, tanto teóricas como
clínicas, de la evaluación conductual, representan una innovación
importante en materia de psicología clínica.
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Métodos representativos de evaluación conductual
Se han desarrollado cinco métodos principales de
evaluación conductual: observación naturalista, autovigilancia,
informe del cliente en relación. con situaciones específicas,
observación analógica y observaciones y calificaciones echas por
Observación naturalista
Una forma de evaluar el funcionamiento de un cliente o
participante en la investigación consiste en observar
directamente a esa persona en los ambientes y en las
interacciones con los cuales tiene contacto real. Esas
observaciones (en el medio natural) pueden también
proporcionar al psicólogo datos acerca de las situaciones y su
efecto en las personas. A esa observación se le denomina
"naturalista" porque implica vigilar el comportamiento de la
persona en el "ambiente natural", o sea, las condiciones que son
parte realmente ele la vida de la persona. La observación
naturalista, por consiguiente, tiene la ventaja de que proporciona
una muestra directa del comportamiento pertinente o de los
factores de situación de esa persona en particular.
Toda evaluación clínica trata de proporcionar
descripciones precisas de las personas tal como son en realidad,
y el criterio definitivo para estimar el funcionamiento de una
persona es lo que hace en sus interacciones y relaciones de la
vida real. Sin embargo, para que el lector no piense que la
observación naturalista es un método infalible de evaluación, se
debe señalar que los distintos observado-res pueden obtener
conclusiones diferentes de observaciones idénticas
Los psicólogos clínicos destacan la conveniencia de
múltiples mediciones de evaluación tomadas de numerosas
fuentes; no sólo a la observación naturalista.
Desarrollo de mediciones de observación naturalista. Las
observaciones del comportamiento efectuadas se registran
mediante sistemas de codificación. Un sistema de codificación es
una estrategia, determinada de antemano, para definir cada
comportamiento y observar y registrar la frecuencia de esas
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categorías conductuales. Por ejemplo, la evaluación del
comportamiento en un aula podría implicar la observación de la
manera de leer y el comportamiento fuera de las tareas y en la
conversación. Cada una de esas categorías conductuales se
definirá específicamente, de modo que los observadores puedan
decir con exactitud cuándo tienen lugar y cuándo no.
Como los comportamientos específicos que se van a
evaluar pueden variar de un cliente a otro o de un proyecto ele
investigación a otro, el psicólogo clínico que recurre a la
evaluación conductual debe estar preparado para establecer
nuevas categorías de comportamiento para fines diferentes. Si
bien ciertos medios clínicos son lo suficientemente típicos como
para que hayan surgido códigos de observación un tanto usuales,
el desarrollo, revisión y/o adaptación de sistemas ele codificación
es una función importante del evaluador conductual. Los
siguientes pasos ilustran este proceso.
Paso 1. El psicólogo clínico debe compilar primero un
conjunto preliminar de categorías para la observación (Patterson,
1977). ¿Qué se va a observar exactamente?. Los objetivos de
observación elegidos deben ser pertinentes. Sólo se deben incluir
comportamientos significativos en términos de las metas básicas
del clínico y del cliente o de las hipótesis básicas del
investigador, porque mientras mayor sea el número de categorías
más probabilidades habrá de que el observador se vea
sobrecargado y sea por tanto inexacto. En cambio, cada aspecto
y concepto de interés debe presentarse en forma total, ya que de
otro modo las observaciones darán una imagen incompleta. Por
ejemplo, si el objetivo primordial es "las interacciones
personales", las categorías conductuales pertinentes deben
incluir los siguientes, entre otros, aspectos: "inicia
conversaciones", "mantiene conversaciones" y "mantiene el
contacto visual". Entre las categorías que tal vez no son
pertinentes figurarían "estudiar", "consumir alcohol", "conducir" o
"correr", aunque éstas podrían ser necesarias en otros casos.
Hay que acudir a diversas fuentes al formular las
categorías iniciales de observación. Entre ellas están la
experiencia clínica anterior, la investigación, la teoría, el estudio
de casos, las entrevistas con personas experimentadas y, en
6
especial, las observaciones "piloto" informales de personas
representativas de la situación de que se trate. Barker (1968)
estableció un método directo, aunque innovador, para las
observaciones piloto: las observaciones de una "corriente de
comportamientos" se obtienen haciendo que los observadores
describan simplemente el curso de los acontecimientos mediante
frases y párrafos, ya sea por escrito o grabando en una cinta.
Paso 2. Cada categoría conductual o situacional debe ser
definida operacionalmente. Esto significa que se deben indicar
comportamientos o caracteres específicos y directamente
observables para definir cada categoría. La definición de una
categoría observacional es "operativa" cuando las operaciones
precisas que indican su aparición se describen explícitamente, de
modo que dos observadores cualesquiera puedan estar de
acuerdo en que se ha producido o no. Esta tarea no es fácil
cuando se observan interacciones humanas complejas, y se
deben efectuar ensayos de práctica extensos con un código a fin
de identificar los casos especiales, las excepciones y las
ambigüedades con que casi siempre se tropieza. En la tabla 10-1
se ilustran algunas de las dificultades y requisitos de las
definiciones operativas correctas.
Paso 3. Al mismo tiempo que se formulan las definiciones
operativas se deben seleccionar las personas que servirán como
observadores. Los profesionales muy experimentados de la salud
mental constituyen una fuente excelente de observadores
expertos; pero esto resulta muy costoso y se corre el riesgo de
que esos profesionales dejen que sus supuestos teóricos influyan
en sus observaciones. Con frecuencia se recurre más bien a los
investigadores o clínicos auxiliares. Otra fuente de observadores
la constituyen las personas con las cuales interactúa
regularmente la persona estudiada: los progenitores, el cónyuge,
los amigos, los profesores, los compañeros de trabajo, etc. Por lo
general esas personas no están tan ampliamente capacitadas
como los investigadores.
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También se puede recurrir al cliente para qué observe su
propio comportamiento y su ambiente; pero esto es Un caso
especial qué se examina por separado en la sección sobre
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autovigilancia. En general, los observadores deben seleccionarse
de manera que sé pueda equilibrar el costo con la calidad y
amplitud de los datos que proporcionan, y el tipo y número de
categorías de observación deben ser adaptados a las
posibilidades especiales de las personas.
Paso 4. Se debe elegir una unidad de análisis. Esto se
refiere al tiempo y al tipo y número de respuestas que se usarán
en el verdadero registro observacional.
Dollard y Auld (1959) distinguen entre tres tipos de
unidades de análisis: unidad de calificación, unidad de contexto y
unidad de resumen. La unidad de calificación es el segmento de
tiempo o de comportamiento que se va a calificar o clasificar. Por
ejemplo, una unidad de calificación podría ser cada palabra
dicha, cada expresión completa, cada tres minutos o cada 30
segundos. La unidad de contexto es el segmento de tiempo o de
comportamiento que un observador examina con el fin de
calificar cada unidad. Por ejemplo, una unidad de contexto podría
ser toda una sesión de terapia, una conversación completa entre
padre, madre e hijo, o 10 minutos durante el período ele estudio
en la clase. Por último, la unidad de resumen es la agrupación de
las unidades de calificación acerca de las cuales se obtendrán
conclusiones. Aquí, por ejemplo, la unidad podría ser un período
base de dos semanas, tres interacciones representativas, o la
primera y segunda mitades de un semestre. No hay una única
unidad de análisis que sea la mejor para todos los fines y, por
consiguiente, el psicólogo clínico define en forma diferente las
unidades de calificación, de contexto y de resumen para cada
finalidad específica.
La investigación de los efectos del empleo de segmentos
de tiempo de distinta duración para la unidad de calificación ha
indicado por lo general que los segmentos de distinta duración
dan lugar a calificaciones totales similares para los
comportamientos que se observan. Sin embargo, los segmentos
de tiempo pueden afectar involuntariamente a los resultados
cuando los comportamientos que se observan se producen
durante períodos extensos ó cuando el comportamiento varía
significativamente en momentos diferentes (por ejemplo, el padre
o la madre pueden mostrarse severos como respuesta a la mala
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conducta; pero por la noche se mostrarán afectuosos). Por
consiguiente, los resultados pueden ser muy diferentes porque
pueden aparecer distintos patrones de comportamiento cuando
se usan segmentos de distinta duración (ver por ejemplo, Kiesler,
Mathieu y Klein, 1964; Mintz y Luborsky, 1971). Así pues, hay
que pensar en seleccionar una unidad de calificación tal que los
fenómenos que se observan sean "preserva-dos" al ser
clasificados por los observadores.
La misma advertencia es válida por lo que respecta a la
unidad de contexto, como lo demuestra una discusión entre
Rappaport y Chinsky (1972) y Truax (1972) sobre la cuestión de
la calificación de la "empatía precisa" por parte de los terapeutas
del comportamiento. La empatía es uno de los principales
conceptos de la psicoterapia examinado por Rogers (1957): es el
acto de sentir con precisión y reflejar de nuevo hacia el cliente
sus propias emociones. La empatía es un conjunto muy complejo
de comportamiento y su calificación exige con frecuencia mucha
inferencia por parte de los observadores. No obstante, con un
adiestramiento intenso pueden los observadores calificar la
empatía con precisión; tan bien, de hecho, que las puntuaciones
basadas únicamente en la observación del comportamiento del
terapeuta resultan ser virtualmente tan eficientes como las que se
asignan cuando el contexto lo constituyen los comportamientos
del terapeuta y del cliente. Rappaport y Chinsky (1972) señalan
que todo eso está muy bien, excepto que la empatía se define
teóricamente como una evaluación precisa que le da sentido a
sus observaciones.
El contexto incluye también las observaciones anteriores.
Es decir, que una vez que se observa una unidad de calificación
pasa a formar parte del contexto de todas las unidades de
calificación subsecuentes de ese observador. Cuando Un
observador califica a una persona o grupo en varias ocasiones
consecutivas, aunque estén separadas por intervalos
sustanciales, es probable que recuerde las observaciones
anteriores y esto puede preenjuiciarlo (Rappaport y Chinsky,
1972). Aunque los datos referentes a este problema no son
concluyentes (Cicchetti y Ryan, 1976), es importante advertir a
los observadores que deben basar sus observaciones sólo en lo
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que ven actualmente y no en lo que han visto antes ni en sus
expectativas. En cambio, parece también que los observadores
se vuelven más precisos cuando observan a la misma persona o
personas, o situación en repetidas ocasiones, de modo que el
psicólogo clínico debe equilibrar el posible efecto de parcialidad,
causado por las observaciones repetidas, con el valor que la
práctica y la familiaridad pueden dar a la precisión (Frick y
Semrnel, 1978).
Una forma de hacer difícil que los observadores usen sus
observaciones anteriores como fuente de prejuicio es hacer que
cada uno observe a varias personas y/o situaciones sin que
alguna de ellas sea observada una segunda (o tercera...) vez
mientras todas las demás no hayan sido observadas una vez por
lo menos. Por ejemplo, al Observador A se le puede indicar que
observe cinco aulas cinco veces cada una; pero observará cada
salón sólo una vez antes de volver para una segunda o tercera
observación.
También la unidad de resumen se debe definir
cuidadosamente, a fin de que su duración sea suficiente para
permitir que todos los patrones de comportamiento y los
estímulos pertinentes surjan de modo estable (Baér y Wolf,
1968). Por ejemplo, Patterson (1974) ha encontrado que se
requiere una unidad de resumen de dos semanas para producir
una imagen representativa de las interacciones de los chicos
agresivos con sus familias. Si los períodos son más cortos, los
observadores podrán por casualidad ver a la familia en
momentos mejores o peores que lo "usual" y eso les llevará a
obtener falsas conclusiones. No hay ni tiempo de duración
definida ni un número de interacciones que siempre resulten
óptimos como unidad de resumen. Sin embargo, es esencial
elegir una duración dile se haya establecido empíricamente como
suficiente para mostrar patrones repetidos y constantes de
comportamiento. Por ejemplo, el psicólogo puede efectuar
observaciones tanto y durante dos semanas pura determinar que
los comportamientos que interesan varían de hora en hora pero
no de un día a otro. Esa evidencia empírica bastaría para
justificar una unidad de resumen que dure un día por lo menos,
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de modo que la evaluación proporcione la información más
precisa.
Paso 5. Una vez determinadas las unidades de análisis
correctas, hay que decidir la forma específica que adoptarán las
calificaciones del, observador. Se puede recurrir a varias formas.
Las puntuaciones de la intensidad de un comportamiento se
ilustran mediante una escala de 0 a 10, que podría indicar qué
tanto entusiasmo sugiere el comportamiento de una persona.
Como alternativa, se puede anotar la duración del
comportamiento. Por ejemplo, el número de minutos durante los
cuales tiene lugar la conversación. El recuento de frecuencia
implica tabular el número exacto de veces que el comportamiento
se produce. Por último, las puntuaciones de ocurrencia- no
ocurrencia implican la anotación directa de si un comportamiento
se produjo o no, sin importar su duración, frecuencia o
intensidad. Estas últimas constituyen datos ordinales, mientras
que la ocurrencia-no ocurrencia es un tipo de información
nominal. La información ordinal se refiere a una escala numérica,
por lo que mientras más alto sea el número, más intensa, larga o
frecuentemente se habrá manifestado ese comportamiento. En
cambio, "nominal" significa que cada puntuación por separado
dice únicamente si se observó o no el comportamiento, no en qué
proporción, qué tan a menudo ni durante cuánto tiempo. La
información ordinal es más compleja que los datos nominales y
requiere por consiguiente un adiestramiento más extenso de los
observadores y definiciones operativas más detalladas. Muchos
fenómenos conductuales importantes se describen mejor como
datos ordinales, así que el trabajo adicional se justifica muchas
veces. Otra vez, el psicólogo clínico debe determinar la forma
óptima de cada comportamiento, con base en la naturaleza del
fenómeno y en las preguntas que deben ser contestadas. Por
ejemplo, los datos ordinales en forma de cuenta de frecuencia no
funcionan bien cuando un comportamiento se produce muy
raramente (por ejemplo, los arrebatos explosivos). En este caso,
la información sobre duración o intensidad podría aportar datos
de significación.
Paso 6. Tras haber establecido el marco de trabajo
básico, el psicólogo clínico tiene que decidir enseguida del
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procedimiento específico de observación (Kcnt y i'oster, 1977).
Un método, el de observación participativa, implica situar a los
observadores en los escenarios mismos que van a observar: por
ejemplo, sentados en la parte posterior del aula. Entre otros
métodos figuran los espejos unidireccionales, las grabaciones en
cintas de video o de audio y las transcripciones por escrito. Como
el lector puede imaginar, cada medio tiene varias ventajas a la
vez que limitaciones. La observación participativa permite que el
observador aprecie en forma tal y directa el contexto del
comportamiento, pero puede dar lugar a datos que, en otras
observaciones no se darían. Sin embargo, las videocintas están
limitadas por la fidelidad del equipo de grabación y reproducción,
por la habilidad del operador de la cámara y por el alcance y
precisión de esta última. La cinta de audio es más económica
que la videocinta; pero no da información visual. Por último, las
transcripciones por escrito minimizan la probabilidad de que las
palabras de las personas observadas las escuche mal o las
olvide el observador; pero omiten todos los indicios visuales y
vocales. Asimismo, las transcripciones se deben hacer con gran
cuidado, ya qué de otro modo los errores de quienes transcriben
pueden dar lugar a datos inexactos.
Paso 7. Los observadores pueden, por ejemplo, escribir o
marcar las categorías conductuales en una hoja ya preparada
(tabla 10-2). Se puede recurrir a la microtecnología de
computadora, por ejemplo con los instrumentos portátiles de
registro de datos como el modelo de teclado de la figura 10-1
(Sykes, 1,977). Como alternativa, los observadores pueden
cronometrar la duración con relojes o con registradores que
anotan automáticamente el tiempo al oprimir el interruptor
correspondiente á un comportamiento. También pueden registrar
la frecuencia en contadores de pulsera o manuales como los que
usan los jugadores de golf y los compradores. Cualquiera que
sea la forma, uno de los objetivos es minimizar el tiempo y el
esfuerzo requeridos por los observadores al hacer sus registros,
a fin de que puedan concentrar la atención en la observación.
Además, cuando los observadores tienen que anotar
puntuaciones en una unidad de calificación definida como un
determinado período, es importante indicar al observador cuándo
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comienza y termina cada período. Si no es así, se producirán
puntuaciones inexactas cuando distintos observadores
comiencen y terminen en momentos diferentes. Para solucionar
esto, los investigadores han usado dispositivos tales como
audífonos que emiten una señal cuando se llega al final de un
intervalo.
Paso 8. Los observadores tienen que ser adiestrados para
que sus calificaciones sean precisas. Deben conocer bien el
código de observación, para lo cual se recomienda un manual
con definiciones operativas detalladas y ejemplos múltiples de
cada categoría. Además, los ejemplos grabados en videocinta
son útiles para mostrar a los observadores casos claros y
específicos de los comportamientos que se van a observar y de
los indicios que les indicarán con exactitud cuándo se ha
producido cada categoría de comportamiento. Una vez que los
observado-res hayan visto algunos ejemplos, pueden comenzar a
practicar la observación. Esos ensayos se efectúan primero con
interacciones breves e inequívocas que ejemplifiquen una o dos
categorías a lo sumo y para las cuales se ha establecido un
criterio (Frick y Semmel, 1970.
Una vez que los observadores sean precisos en su
calificación de situaciones reales, pueden iniciar el proceso de la
verdadera observación. Cautélbsarriénte, Kent y Foster (1977)
recomiendan que a los observadores se les adiestre un poco de
10
más, antes de comenzar con la calificación real, prolongando
simplemente las observaciones de práctica durante varias
sesiones aunque ya hayan demostrado que son de fiar.
Recomiendan también que no se suspenda el adiestramiento una
vez que los observadores han dado comienzo a las
observaciones reales.
Paso 9. Mientras los observadores se preparan para
dedicarse a las observaciones reales, el psicólogo clínico debe
formular un programa de observación. Se puede sentir la
tentación de dejar qué los observadores elijan el momento y lugar
más convenientes; pero hay que considerar ciertos aspectos
metodológicos; Por ejemplo, los mismos observadores no deben
observar siempre en el mismo momento y en el mismo lugar.
Deben ser asignados para que obtengan datos en momentos
diversos y en escenarios distintos, a fin de que ningún
observador obtenga todos los datos correspondientes aun
cliente; situación y período determinados.
Los pasos necesarios para crear un sistema de
observación naturalista llevan tiempo; debido a ello, a veces es
difícil seguir esos procedimientos con los clientes individuales.
Pero se han desarrollado varios sistemas de observación
conductual y se aplican tanto en la investigación como en la
práctica clínicas. Esos sistemas más usuales requieren menos
inversión inicial que los de reciente creación y se pueden adaptar
a diversos usos.
Ejemplos de mediciones de observación. Se dispone de
mediciones de observación más o menos usuales para aplicarlas
en diversas circunstancias, incluyendo los hogares, las aulas, los
hospitales de internos mentales y las sesiones de psicoterapia
para pacientes-externos. A continuación se describen algunos
códigos como ejemplo de cada escenario. Aunque estos códigos
de observación han sido útiles para la investigación clínica, el
clínico en ejercicio tendrá tal vez que reducirlos e individualizarlos
para ajustarse a las necesidades y problemas de cada cliente y a
los recursos disponibles. '
La observación en el hogar. La familia es un sistema de
apoyo importante para los adultos y un agente de socialización
para los niños, y la mayoría de las personas pasan mucho tiempo
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en su hogar. Muchos problemas pueden localizarse, por lo

menos en parte, en el patrón de interacciones del cliente con su
familia. Por esa razón, tanto el investigador como el practicante
encontrarán muchas veces que las observaciones efectuadas en
el hogar son una fuente útil de datos. Esas observaciones se
pueden concentrar en las interacciones del esposo y la esposa,
del padre y el niño, o entre hermanos.
Patterson (1977) y sus colaboradores han desarrollado el
Sistema de Codificación del Comportamiento (SCC) en el
transcurso de varios años de existencia son de niños agresivos y
desobedientes (Patterson, 1974). El SCC (tabla 10-3) contiene 28
categorías diferentes que el observador anota como observada o
no cada seis segundos. Los observadores domésticos se sientan
en la periferia del comedor familiar antes y durante la hora de la
comida. Pueden conversar informalmente con la familia antes o
después de las observaciones, lo cual puede ayudar a que la
familia acepte la presencia del observador con más facilidad;
pero se les prohíbe específicamente interactuar con la familia
mientras hacen sus observaciones. El observador se fija en una
persona a la vez durante cinco minutos consecutivos y luego
cambia a otra persona, observando a cada miembro de la familia
durante dos períodos de cinco minutos en cada sesión de Mash, Terdal y Anderson (1973) han establecido un
observación. Se han obtenido evaluaciones de observación código para calificar las interacciones entre padre e hijo, al cual
antes, durante y a distintos intervalos después del programa de dan el nombre de "Matriz de Tipos de Respuestas". Las
tratamiento. Cada vez, las observaciones se realizan por espacio categorías para esta medición son similares a las de Patterson
de 10 6 15 días, una sesión por día. Así, la unidad de calificación (1977), pero el procedimiento de resumen se concentra en las
es de seis segundos y la unidad de contexto es de una o dos interacciones más explícitamente que en las acciones separadas
horas por día, en el transcurso de varios días, en las últimas del padre y el niño. Los observado-res registran una observación
horas de la tarde. Para los análisis de investigación, Patterson cada 10 segundos, pero en vez de observar a una so-la persona
(1974) resume las puntuaciones de cada miembro de la familia a la vez se registran los comportamientos del padre y el niño
correspondientes al período de 10 a 15 días. poniendo una sola marca en una de las casillas de la matriz (ver
la tabla 10-4). Así, por ejemplo, si la interacción predominante en
un período de 10 segundos fue "el niño le pega a su hermano
más joven, la madre abofetea al niño", la anotación
correspondiente será una marca en la casilla del renglón
"Negativo" para el niño y de la columna "Negativa" para la madre
(Casilla 26).

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levanta de su asiento". En cambio, el clínico cuyo salón de clases

contiene pacientes externos adultos querrá evaluar
comportamientos muy diferentes tales como "interacciones
sociales adecuadas", "responde a las solicitudes" e "inicia
intercambio social positivo". Siguiendo los procedimientos que se
han señalado para el desarrollo de mediciones ele observación,
cada clínico puede utilizar la observación naturalista con esa
flexibilidad.

Los niños experimentan muchas veces problemas

sociales y psicológicos que se manifiestan en comportamientos
temerosos, agresivos, perjudiciales, de desobediencia o de
indiferencia por las tareas en la escuela. Como la escuela es uno
de los ambientes primordiales de la mayoría ele los niños, no
sorprende que muchos de ellos, a quienes se envía con los
psicólogos clínicos para evaluación y tratamiento, estén teniendo
dificultades en la escuela. Se ha recurrido a la evaluación por
observación en el aula con estudiantes de varias edades, en
escuelas públicas y particulares, así como con clientes
retardados o pacientes externos adultos que participan en
programas de aula en hospitales diurnos.
O'Leary ha utilizado un sistema de observación en el
salón de clases desarrollado por él y sus colaboradores (Kent,
Miner y Ray, 1974). En la tabla 10-5 aparecen categorías de
muestra. Este sistema de codificación se diseñó para usarlo en el
aula de niños en edad de primaria en donde varios
experimentadores desean comparar sus datos usando una sola
medida usual de observación, a los investigadores y a los Observación de pacientes internos en el hospital. Se han
profesionales en ejercicio les interesa a veces obtener datos de establecido códigos de observación para evaluar el
observación diseñados específicamente para sus necesidades. comportamiento de clientes que residen en instituciones para
Por ejemplo, si un clínico está trabajando con un niño travieso, retardados o pacientes con trastornos psicológicos (Agras, 1976;
las observaciones podrían incluir "interrumpe", "grita" y "se Kazdin y Straw, 1976; Wallace, 1976). Al igual que en los

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sistemas de evaluación por observación usados en el hogar y en
el aula, los tipos de funciona-miento evaluados en los hospitales
son muy variados e incluyen la capacidad para cuidarse a sí
mismo, para el trabajo y para la relación interpersonal.
Paul y sus colaboradores han desarrollado la Lista de
Consulta de la Conducta en Muestras de Tiempo como un código
de observación naturalista para evaluar el comportamiento de los
pacientes internos en los hospitales psiquiátricos (Mariotto y
Paul, 1974). En vez de observar a los pacientes durante varios
minutos consecutivos, los observadores hacen una sola
observación de dos segundos con cada paciente; pero esto sc
efectúa una vez en cada hora de recorrido a fin ele producir un
perfil conductual de Iodo el día. En esta forma, se mucstrcan
todos los momentos del día así como una variedad de
actividades y situaciones.
La Lista de Consulta abarca un gran número ele
categorías, cada una de las cuales describe un comportamiento
específico perteneciente a una de cuatro áreas generales. El
comportamiento "Hostil-beligerante" incluye acciones tales como
maldecir, injuriarse a sí mismo o a los demás, o destruir bienes.
La categoría "Distorsión cognoscitiva" incluye ilusiones
expresadas con palabras, habla in-coherente o sonreír sin un
estímulo. El factor "Desorganización esquizofrénica" está
integrado por comportamientos tales como movimientos
repetitivos y estereotipados, sacudidas, ir y venir por la
habitación, o mirar sin ver. Por último, los "Comportamientos
apropiados" abarcan categorías tales como jugar, hablar con los
demás o leer. Los observadores anotan la ocurrencia de una o
todas las categorías cuando hacen sus observaciones de dos
segundos, proporcionando así información a nivel nominal. La
frecuencia con que se presenta cada categoría durante periodos
tales como un día o una semana, así como todos los períodos en
que tiene lugar una actividad, se pueden calcular para obtener
una puntuación ordinal de las categorías individuales o de las
áreas generales de comportamiento.
Los observadores pueden ser adiestrados para que
califiquen la Lista de Consulta con una confiabilidad excelente, y
se ha encontrado que esas puntuaciones son indicadores válidos
13
del nivel de funcionamiento sociopsicológico de los pacientes
internos (Mariotto y Paul, 1974). La Lista de Consulta proporciona
una descripción completa de los comportamientos, tanto
prosociales como problemáticos, pertinentes a los programas de
tratamiento de pacientes internos. Ha servido también como
fuente de datos en los estudios en que se examinan los métodos
de obtención de datos de observación con un mínimo de
predisposición (Redfield y Paul, 1976).
Pattelson, Rivlin y Proshansky (1970) han desarrollado un
sistema de evaluación por observación que, además ele
proporcionar datos sobre comportamientos específicos, ilustra la
forma en que las observaciones naturalistas pueden permitir la
evaluación de las situaciones lo mismo que de las personas.
Todos los datos se obtuvieron con er concurso de
observadores bien adiestrados que pasaron mucho tiempo en el
pabellón familiarizándose con el funcionamiento del mismo y, al
mismo tiempo, dándose a conocer a sus ocupantes. Su
presencia fue reconocida y aceptada por todos como estudiantes
de "arquitectura de pabellones". Se les indicó que se mostrasen
amistosos con el personal y con los pacientes del pabellón, pero
que evitasen toda participación directa en las actividades.... El
personal del pabellón no informó acerca de diferencias-nitre los
períodos durante los cuales estaban presentes.
Típicamente, la ubicación y regulación de las
observaciones implicó la cobertura completa de todos los
espacios físicos del pabellón, con base en un muestreo
instantáneo. En la práctica, esto significa que todas las áreas del
pabellón fueron observadas cada quince minutos, con
observadores suficientes para que el tiempo total de observación,
si no instantáneo, no excediese de tres o cuatro minutos... .
Las observaciones se anotaron en hojas de datos
diseñadas para un uso rápido y fácil por parte de los
observadores y para el perforado directo en la máquina. , . Hay
que hacer notar que el observador (registra), además ele datos
tales como el lugar y la hora de la observación, el número de
participantes dedicados a cada una de las diversas categorías de
comportamiento. ... (páginas 534-535)
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Pattelson y sus colaboradores (1970) han usado sus calificación que pueden ser desde diez segundos hasta toda la
datos de observación para elaborar "mapas conductuales" del sesión.
ambiente en el pabellón. Esos mapas presentaron el perfil de los
patrones de comportamiento en diferentes áreas del lugar y
sugirieron que, sin importar las personas específicas que
ocupaban las áreas del pabellón, cada área hacía surgir un
patrón de comportamiento relativamente constante. Sin embargo,
en general las evaluaciones de observación en los hospitales se
llevan a cabo la mayoría de las veces a fin de evaluar la eficacia
de diversos programas.
Observación del proceso de psicoterapia. La investigación
y la teoría relaciona-das con el proceso de psicoterapia tienen
importancia para los investigadores clínicos y para los clínicos en
ejercicio (Gurman, 1977; Kiesler, 1973; Marsden, 1971; Parloff,
Waskow y Wolfe, 1978; Orlinsky y Howard, 1978; Pope, 1977).
Por "proceso" se entienden las respuestas cognoscitivas y
emocionales que representan la experiencia subjetiva de la
psicoterapia por parte del terapeuta y del cliente, así como las
interacciones conductuales del cliente y del terapeuta en el
transcurso real de las sesiones de terapia. Gracias a la
evaluación por observación naturalista es posible examinar lo
que el terapeuta está diciendo y haciendo en momentos
diferentes de la terapia y como respuesta a los distintos
comportamientos del cliente, identificándose así empíricamente
los patrones de interacción entre terapeuta y cliente que facilitan
u obstaculizan los resultados positivos. Esos patrones le pueden
hacer al terapeuta su-gerencias acerca de lo que debe hacer y
decir específicamente en la terapia.
En las investigaciones del proceso ele psicoterapia
individual se han utilizado varias categorías básicas ele
observación (Mitcltell, Bozartli y Krauft, 1977; Pope, 1977) que
pertenecen a dos tipos básicos: 1) puntuaciones ordinales de
ciertas características del terapeuta (por ejemplo, empatía) y 2)
puntuaciones nominales ele la ocurrencia de respuestas
específicas en la terapia (tabla 10-6). La mayoría de las veces,
observadores no profesionales altamente capacitados escuchan
muestras, de 3 a 10 minutos de duración, de sesiones de terapia
grabadas en cinta magnetofónica y clasifican unidades de
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Para la terapia de grupo, Bales (1950) ha desarrollado un
sistema de evaluación por observación llamado Análisis del
Proceso de Interacción (tabla 10-7). En los estudios de
investigación con este sistema de evaluación se han identificado:
El sistema puede servir para evaluar la secuencia de las
interacciones en intervalos que van de 10 segundos a una hora o
más, o para resaltar las acciones de personas seleccionadas en
un grupo y las reacciones de otros miembros del grupo. Las
categorías se diseñaron con la amplitud suficiente para captar
temas significativos de interacción, y a la vez están definidas con
la precisión suficiente para que los calificadores adiestrados
hagan observaciones confiables.
Resumen. Las mediciones de observación naturalista se
crearon para evaluar la conducta en el hogar, el aula, los
hospitales para pacientes internos y las entrevistas de
psicoterapia. Si bien las mediciones de observación se han
estudiado más ampliamente en esos lugares, los métodos para
15
desarrollar sistemas de observación naturalista se pueden aplicar
para hacer evaluaciones en cualquier medio y para muy diversos
fines. Sin embargo, al planear observaciones naturalistas hay
que considerar varios problemas.
Problemas de la observación naturalista. Aun cuando las
categorías de observación estén definidas clara y
específicamente y los observadores estén adiestrados para
alcanzar altos grados de precisión, varios problemas se le
plantean al psicólogo clínico que desee utilizar la observación
naturalista como estrategia de evaluación.
Los clínicos que dedican la mayor parte de su tiempo a
prestar servicios tales como terapia y asesoría encuentran que
los códigos y procedimientos de observación detallados, como
los que se han descrito aquí, resultan demasiado costosos y
requieren tiempo. Aunque con la observación naturalista los
investigadores deben seguir procedimientos cuidadosamente
normalizados, a fin de obtener datos de alta calidad, los clínicos
en ejercicio pueden reducir los códigos de observación existentes
o crear sus propias categorías conductuales para aplicar el
método de observación naturalista en la evaluación clínica. El
clínico puede visitar personalmente el hogar del cliente, la
escuela, el lugar de trabajo, el hospital y otros sitios, o bien, sus
auxiliares adiestrados pueden actuar como observadores bajo su
supervisión (Kent y O'Leary, 1977). A las personas que
comparten el medio natural del cliente, como son los parientes y
el cónyuge, se les puede también adiestrar como observadores
(ver por ejemplo, l-íall y otros, 1972). Cualquiera que sea el
método práctico, ciertas precauciones son indispensables.
Contabilidad. Los datos de la observación deben ser
precisos para que se puedan obtener conclusiones significativas,
clínicas y de investigación. Un indicador clave de la precisión es
la medida en que dos observadores independientes están de
acuerdo en sus observaciones de una misma situación. Si ambos
informan haber visto y escuchado los mismos comportamientos,
el psicólogo clínico puede estar relativa-mente seguro de que los
dos observadores están en lo cierto. A esta verificación de la
precisión se le denomina confiabilidad entre observadores, y la
mayoría de los estudios indican que los observadores bien
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adiestrados están de acuerdo en el 80% o más de sus
calificaciones, aunque tengan que hacer sus observaciones sin
prestarse ayuda mutuamente. Si bien el 80% de precisión se
menciona a menudo, el porcentaje especifico es mucho menos
importante que demostrar de forma clara y bien razonada que el
acuerdo entre observadores es suficiente para sugerir que los
datos son clínica y científicamente válidos. No hay una fórmula
única para esta decisión, por lo que el evaluador clínico tiene que
juzgar la confiabilidad examinando el efecto probable que el
porcentaje de conformidad obtenido para cada categoría produ-
cirá en las inferencias que se van a derivar de los datos. Por
ejemplo, si una categoría especialmente importante se registra
con un nivel de conformidad cerca-no a lo casual (por ejemplo,
del 50 al 60%), un nivel general de conformidad del 80% ocultará
el perjuicio crítico que esa inexactitud puede causar. Sin
embargo, hay varias razones por las cuales los observadores
pueden producir datos no con-fiables, a veces aunque parezcan
estar de acuerdo.
Reactividad es el fenómeno que se produce cuando las
personas que están siendo observadas alteran sus acciones,
respecto a sus patrones normales, ya sea porque se sienten
turbados por la presencia de observadores o porque tratan de
proyectar una falsa imagen fingiendo (Johnson y Bolstad, 1973;
Kent y Foster, 1977; Patterson, 1977). Aunque las personas
reaccionan muchas veces ante la observación, los investigadores
clínicos han encontrado que las "características ele demanda"
(Rosenthal, 1978) introducidas por la presencia de observadores
sólo dan lugar a pequeñas variaciones respecto a las
interacciones típicas si los observadores establecen armonía con
los sujetos desde el principio y luego se confunden con el medio
mientras obtienen datos, y si no hay contingencias obvias que
motiven a los sujetos para falsear sus acciones.
La predisposición del observador tiene lugar cuando los
observadores conocen la situación de las personas a las cuales
observan (por ejemplo, cuando en un estudio de los efectos de la
intervención saben si los sujetos pertenecen al grupo de
tratamiento o al grupo control) o poseen cualquier otra
información que pudiese inducirlos a alterar sus observaciones
16
porque suponen cómo "deberían" actuar las personas (Johnson y
Bolstad. 1973; Kent v Foster, 1977).
Los observadores tienden también a ser más precisos
cuando saben que son (o podrían ser) verificados en cualquier
momento por otro observador (Kent y Foster, 1977).
La desviación del observador es una distorsión sutil de los
datos, que se puede producir cuando los observadores trabajan
juntos en grupos fijos durante un período. Es probable que cada
grupo establezca en forma progresiva sus propias reglas
idiosincrásicas para interpretar las categorías de observación y
para efectuar observaciones difíciles, "desviándose" por tanto de
las definiciones originales de las categorías y de los otros grupos
(Johnson y l3olstad, 1973; Kent y Foster, 1977). Los
observadores que integran un grupo pueden mostrar un alto
grado de conformidad entre sí, y estar no obstante produciendo
datos inexactos. La mejor solución de la desviación consiste en
cambiar con regularidad la agrupación de los observadores,
volver a adiestrarlos con frecuencia y verificar su precisión contra
un criterio establecido de antemano y aceptado por varios
observadores experimentados.
Validez. La validez de los datos de observación se puede
evaluar lo mismo que su confiabilidad. En primer lugar es
importante demostrar que las categorías de comportamiento son
en realidad representativas de comportamientos significativos de
la vida real. A esto se le denomina validez de contenido y se
puede manejar realizando observaciones preliminares o vigilando
a las personas en el medio natural para determinar qué
comportamientos se producen con más frecuencia o con el
mayor impacto. De modo análogo, se tiene que demostrar qué el
procedimiento de observación tiene validez externa. El requisito
en este caso es que se observe una muestra completa y
representativa de personas, situaciones y períodos. Por ejemplo,
si el clínico desea información sobre las interacciones de una
familia en su hogar, sería importante observar a esa familia en
diversos momentos típicos durante el día, cuándo estén
presentes tantas personas como sea posible (Patterson, 1977).
La validez concurrente y la validez predictiva de los
instrumentos de observación deben ser demostradas al igual que
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las de otras mediciones de evaluación psicológica. Esto se puede
hacer comparando los datos obtenidos de la observación
naturalista con las calificaciones asignadas al sujeto por otros
allegados, con las puntuaciones obtenidas en las pruebas
psicométricas o descriptivas, con registros institucionales como
las calificaciones escolares, o con cualquier otra medición que
trate de medir el mismo fenómeno que el código de observación.
Por ejemplo, Mariotto y Paul (1974) compararon los datos de la
Lista de Consulta de la Conducta en Muestras de Tiempo con las
puntuaciones de una entrevista psicológica estructurada y con las
puntuaciones globales asignadas por las enfermeras en un
pabellón psiquiátrico para pacientes internos. Los
comportamientos de la lista de consulta cuya finalidad era medir
dimensiones tales como "desorganización esquizofrénica" o
"comportamiento adecuado" se correlacionaron
significativamente con factores paralelos ele los datos ele la
entrevista y de las calificaciones de las enfermeras, deformación
significativa. Además, Mariotto y Paul demostraron que las
categorías de la lista de consulta no estaban relacionadas con
otras categorías que en teoría. debían ser distintas: por ejemplo,
los pacientes en quienes se observó un comportamiento agresivo
tenían, teóricamente, alguna probabilidad, lo mismo que ninguna,
de mostrar síntomas de "desorganización esquizofrénica" (con
base en las observaciones de la conducta, en los datos de la
entrevista o en las puntuaciones de las enfermeras), puesto que
cl comportamiento agresivo y la conducta desorganizada son dos
tipos muy diferentes de acciones. De hecho, Mariotto y Paul
encontraron que era así, demostrando por consiguiente la validez
discriminante de su Lista de Consulta.
Se ha demostrado, tentativamente al menos, que la
mayoría de los códigos de observación naturalista más usados
por los investigadores clínicos poseen confiabilidad y validez
concurrente adecuadas (Mariotto y Paul, ,1974; Mitchell y otros,
1977; Patterson, 1977; Pope, 1977). Sin embargo, la
confiabilidad debe verificarse cada vez que un instrumento de
observación se utiliza de nuevo, porque no sólo es el código, sino
también los procedimientos que dirigen su uso, los que
garantizan su precisión. Además, las demostraciones
17
sistemáticas de la validez de contenido, externa, predictiva y
discriminante han sido raras. Por último, cuando se usa un
código de observación para evaluar los cambios ocurridos en las
personas en el transcurso del tiempo, por ejemplo antes y
después de la terapia, los datos provenientes de la observación
deben ser suficientemente sensibles al cambio ocurrido en las
personas, para que reflejen con exactitud todos los cambios
reales. Esto se encuentra por lo general con los códigos de.
observación, ya que proporcionan información muy específica
sobre los comportamientos que tal vez cambiarán si una
intervención ha producido un efecto real (ver también Cone
Foster, 1982).
Autovigilancia.
Cuando las personas sirven como observadores de sus
propias acciones e interacciones, a esto se le conoce como
autovigilancia (Ciminero, Nelson y Lipinski, 1977; Thoresen y
Mahoney, 1974). Si bien los prejuicios y los puntos ciegos de una
persona pueden interferir con la observación precisa, la
autovigilancia es más económica que la vigilancia de un
observador externo y más inmediata y con-centrada que cl
autoinforme retrospectivo. Los estudios en que se ha comparado
la autovigilancia con los datos de observadores discretos han
indicado que la autovigilancia es de moderada a sumamente
precisa en el caso de los comportamientos cn que no hay
interacción, por ejemplo los ademanes nerviosos; pero que las
interacciones personales más complejas tales como criar a los
hijos, enseñar o hablar en público se autovigilan con una
confiabilidad dudosa (Lipinski y Nelson, 1974). Sin embargo,
tanto los niños como los adultos pueden autovigilar muchos
comportamientos con bastante precisión si están
cuidadosamente adiestrados, se les somete a verificaciones de
confiabilidad en cualquier momento, se les proporcionan
recordatorios y retroinformación sistemáticos e, inmediatamente
se sienten altamente motivados (ver por ejemplo, Kaufman y
O'Leary, 1975).
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La autovigilancia exige que la persona distingo si ciertos autoinjuriosas, comportamientos positivos con los hijos y muchas
comportamientos, pensamientos o sentimientos se han otras acciones e interacciones clínicamente importantes.
producido, que registre luego los datos y por ultimo los presente
de modo que permita usarlos en la evaluación y en la
intervención (Thoreséñ y'Maho.ney, 1974). Se han creado o
adaptado varios artificios para lograr una autovigilancia fácil,
poco costosa y discreta. Por ejemplo, los contadores de pulsera
se parecen mucho a los relojes ele pulsera, sólo que muestran
los números en forma digital y permiten que la persona oprima
simplemente un botón cada vez que se manifieste el
comportamiento de que se trate. En forma similar se pueden
utilizar cronómetros u otros dispositivos portátiles de medición del
tiempo cuando el objetivo es registrar la duración de los
acontecimientos conductuales. Otro dispositivo para anotar la
frecuencia con rapidez y facilidad es una tarjeta de autovigilancia,
que consiste típicamente en un trozo de cartón delgado pero
resistente, tamaño de cartera o de bolsillo, en la cual puede la
persona anotar rápidamente los acontecimientos llevando la Como el acto de vigilar las propias acciones puede inducir
cuenta con pluma o lápiz. Las tarjetas pueden ser menos a la persona a iniciar un cambio en esas acciones, se le puede
accesibles y más estorbosas que los contadores de pulsera, pero utilizar como auxiliar del cambio terapéutico lo mismo que en la
permiten que la persona registre comportamientos múltiples. Los evaluación (Ciminero y otros, 1977). Los estudios ele casos
diarios de la conducta son algo menos eficientes pero más clínicos (ver la Nota 10-3) y algunas investigaciones controladas
informativos, como se puede ver en la tabla 10-8. Permiten que la recientes (ver por ejemplo, Lipinski y otros, 1975) indican que la
persona anote sucesos enteros, en vez de sólo la frecuencia o la autovigilancia produce mejorías en ciertos comportamientos
duración de la respuesta. problemáticos. En cambio, rara vez es suficiente por sí misma
La autovigilancia puede servir como procedimiento de para lograr la mejoría clínica y por lo general tiene que
evaluación clínica o de investigación en varios casos. La mayoría complementarse con intervenciones terapéuticas. La persona
de las veces se aplica con el fin de evaluar la condición y la tiene que sentirse motivada para que la autovigilancia pueda dar
mejoría de los clientes o sujetos de estudio en relación con lugar al cambio e incluso en esas condiciones los cambios se
respuestas definidas específicamente. Los contadores de pulsera desvanecen por lo general poco después de que se suspende la
y las tarjetas se usán con frecuencia en la evaluación y los autovigilancia. Para tratar de reducir la corta duración dilos
programas de tratamiento, por ejemplo, de los fumadores, para efectos de la autovigilancia, ésta debe ser disminuida
que registren el número de cigarrillos en diferentes horas del día gradualmente o sustituida con alguna otra intervención que
y el número y la intensidad de los deseos de fumar (ver por ayude a mantener el comportamiento mejorado.
ejemplo, Danaher y Lichtenstein, 1977). De modo análogo, se les
puede emplear para vigilar ejercicios, estudios, variaciones de
peso, consumo de alcohol, actitudes afirmativas, tics, acciones

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El informe del cliente en la evaluación conductual subdimensiones correspondientes a Relaciones abarcan

características ambientales como cohesión, apoyo, expresividad
La evaluación mediante el informe del cliente difiere de la y patrones de solución de conflictos. Las subdimensiones del
autovigilancia, aunque ambos recurren al cliente como fuente de Desarrollo Personal incluyen aspectos como son la tolerancia del
los datos: el informe es más retrospectivo y recapitulatorio y medio y el apoyo que le presta al logró, la autonomía, los
depende de lo que la persona recuerda de los patrones intereses intelectuales, los trabajos religiosos y el descubrimiento
generales de comportamiento, mientras que la autovigilancia de si mismo. La dimensión Mantenimiento y Cambio de Sistemas
pone de relieve el registro inmediato de respuestas específicas. se manifiesta en factores tales como los patrones de
Los estudios de investigación han demostrado que la información organización, la claridad y amplitud.
que las personas proporciona sobre sí mismas puede ser, exacta
y válida y los evaluadores de la conducta añaden que así es en
particular cuando las preguntas usadas para hacer surgir los
datos del informe se concentran en Ios comportamientos
específicos que ocurren en situaciones especificas (Ajzen y Fish-
bein, 1977; Mischcl, 1968; Morganstern, 1976; Tasto, 1977;
Walsh, 1967; Wiggins, 1973). El informe del cliente tiene lugar en
la evaluación conductual a través del planteamiento de preguntas
como esta: "Cuando pronuncia un discurso, ¿se siente cada vez
más mareado y con tendencia a tartamudear?"En vez de
preguntas globales como "¿Pasan por su mente pensamientos
sin importancia y le molestan?" Se ha creado una colección de
guías para las entrevistas clínicas (por ejemplo,Cautela y Upper,
1976; Holland, 1970; Meyer, 1977; Wahler y Cormier, 1970) y
cuestionarios (ver la tabla 10-9) a fin de ayudar a los evaluadores
conductuales á explorar buscando interacciones específicas que
pudieran ser problemáticas o facilitadoras en ciertas situaciones.
Las mediciones con el informe del cliente se han
desarrollado para evaluar aspectos de las Situaciones, lo mismo
que para evaluar el cómportamieqg. Por ejemplo, Moos y s3ls Los estudios en que se examinan las propiedades
colaboradores (Moos, 1974, 1975, 1976; Moos e bisel, 1974) han psicométricas de esas escalas son alentadores. Por ejemplo, la
elaborado cuestionarios que permiten a las personas describir el Escala del Ambiente Familiar, una de las utilizadas con más
clima social en muy diversos medios. Entre esas escalas figuran frecuencia, indica una gran consistencia interna y confiabilidad en
la Escala del Ambicnie Familiar, La Escala del Ambiente en el segunda prueba, así como validez concurrente y discriminante
Trabajo, la Escala del Ambiente en los Programas para la (Brómet y Moos, 1977; Moos, 1974). Se ha encontrado también
Comunidad, la Escala de la Atmósfera en el Pabellón y la Escala que esa escala es sensible a los cambios ocurridos en las
del Ambiente en el Aula (ver un ejemplo en la Tabla 10-10). En familias que han recibido capacitación en materia de co-
cada situación se evalúan tres dimensiones básicas: Relaciones, municación marital (Ford, Bashford y DeWitl, 1960) y terapia
Desarrollo Personal y Mantenimiento y Cambio de Sistemas. Las familiar (Futir, lord y Moos, 1980). Por consiguiente, las escalas
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del clima social representan un avance en la evaluación de
medios y proporcionan al clínico o al investigador un método para
examinar el impacto de los medios sociales en sus participantes.
Evaluación analógica
Una "analogía" es un facsímile de la realidad; una versión
reducida que contiene ciertas características básicas de la cosa
real en forma simplificada y controlada. El juego llamado
"Monopolio" es análogo al mundo de las finanzas, las grandes
empresas, la industria y los bienes raíces. El teatro ofrece
muchas analogías de todos los tipos de experiencias humanas.
De modo similar, los psicólogos han creado una variedad de
analogías que sirven como sustitutos de las situaciones
significativas de la vida real en las evaluaciones efectuadas con
los clientes o los que participan en la investigación. Cuando la
observación naturalista resulta demasiado costosa o exige
mucho tiempo, el psicólogo clínico querrá tal. vez obtener una
muestra directa del comportamiento como respuesta a una
situación análoga.
La evaluación analógica se puede llevar a cabo de las
maneras siguientes: pruebas con papel y lápiz, pruebas con
audiocinta o videocinta, pruebas de actuación, pruebas de
representación de un papel, y simulaciones (Nay, 1977). Estos
métodos difieren en cuanto a los medios por los cuales se le
presentan al cliente o participante las situaciones análogas y en
cuanto al tipo de respuesta que se le solicita. Sin embargo, en
cada caso al sujeto se le observa directamente en una situación
simulada.
En las pruebas con papel y lápiz se le expone a la
persona una situación por escrito y se le pide una respuesta
también por escrito. En algunos casos, la persona puede elegir
entre varias respuestas posibles que constituyen un formato de
elección múltiple, como en este ejemplo:
Su hijo no ha aseado su habitación durante dos semanas,
aunque usted le han dicho repetidas veces que lo haga. ¿Qué
haría usted? No decir nada y asear su habitación. Regañarlo y
pegarle e insistir de' nuevo en que limpie su cuarto. Hablar con él
20
para saber por qué no lo ha aseado hasta ahora. Decirle que
deberá hacerlo ahora o perderá un privilegio. Lla respuesta no
sugerida de la persona o de conocer el orden sucesivo de los
actos que realizaría al responder a un problema complejo. Por
ejemplo:
Describa con exactitud lo que haría en el caso siguiente:
Usted le ha pedido a una dama a quien desea conocer bien que
cene con usted esta noche. Inesperadamente, los padres de
usted llegan a la ciudad procedentes de un lugar distante,
diciendo que sólo podrán quedarse esta noche.
Las pruebas con audiocinta o videocinta le presentan a la
persona estímulos auditivos o visuales para que la situación
parezca más real (Fiedler y Beach, 1978). Por ejemplo, una
situación análoga para poner a prueba la habilidad desplegada al
salir con otra persona (ver por ejemplo, Arkowitz, Lichtenstein,
McGovern y Hines, 1975) podría requerir que el sujeto escuche
las instrucciones siguientes, grabadas en cinta, y luego responda:
Usted se encuentra en una reunión en compañía de un
caballero con el cual ha salido por primera vez. De pronto, él se
vuelve hacia usted y dice: "Esta ' reunión es realmente muy
aburrida, ¿ verdad?"
Asimismo, se podría enfrentar a la persona con
situaciones en que tenga que rehusar la invitación a tomar una
copa (en el caso de los alcohólicos), a fumar un cigarrillo (en el
caso de los fumadores) o a una comida deliciosa (en el caso de
los clientes que desean bajar de peso). Las pruebas grabadas le
presentan a la persona los estímulos. auditivos o visuales
adicionales que faltarían en las pruebas por escrito, y por lo
general exigen una respuesta conductual más bien que escrita.
Las pruebas 'de actuación ponen a la persona en contacto
directo con el estimulo pertinente, en un medio controlado clínico
o de laboratorio. Por ejemplo, en la Prueba Conductual de
Evitación (Bernstein 'y Paul, 1971; Lang y Lazovik, 1963) se
requiere que la persona se dirija hacia un estímulo que le infunde
temor, como una culebra o una araña, y se detenga cuando
comience a sentir temor, o bien, de ser posible, que toque e
incluso tenga en la mano el estímulo temido. El examinador mide
la distancia entre la persona y el estimulo y anota si la persona lo
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toca o lo sostiene. Como estas pruebas dependen de la buena
disposición de la persona a colocarse en las proximidades de un
objeto o situación, que típicamente le da miedo, en un medio
evidentemente seguro y controlado, el participante actuará tal vez
con menos temor que en una situación menos segura. Borkovec,
Weerts y Bernstein (1977) describen los problemas a que pueden
dar lugar esas "características de demanda" de las pruebas de
actuación, y sugieren que la probabilidad de que los participantes
muestren una falsa confianza se puede reducir 1) identificando
comportamientos que no sean fáciles de "fingir", por ejemplo la
falta de fluidez en el discurso, y-medirlos en lugar de, o además
de otras acciones más fáciles de alterar-, y 2) evaluando el
malestar subjetivo y la facultad de hacer frente a las situaciones
lo mismo qué él comportamiento al encararlas.
Una situación de representación para evaluar la firmeza
podría transcurrir en esta forma:
Llaman u la puerta, usted abre y un hombre entra y dice:
COLABORADOR: -Disculpe, pero entiendo que usted
necesita enciclopedias.
El participante tiene que decir y hacer aquello que sea
más representativo de su manera habitual de manejar esas
situaciones. Si le dice al colaborador que se retire, éste podría
replicar:
COLABORADOR -Me temo que no es posible. Estoy aquí
para hacerle una oferta muy especial, así que debo seguir
adelante.
De nuevo, el participante debe responder. El colaborador
puede tener preparadas una serie de respuestas para el caso de
que el sujeto continúe replicando con firmeza: pero la situación
se dará por terminada si el participante cede.
Las pruebas de representación de un rol tienen la ventaja
de que crean una situación más completa y exigente que otras
mediciones analógicas, aunque sigue existiendo la posibilidad de
contaminación debido a las características de demanda porque el
participante sabe que todo es "fingido".'Por ahora, la validez
científica de las pruebas de representación de roles es dudosa
21
(Bellack, Hersen y Lamparski, 1979), aunque se aplican
ampliamente como terapia adecuada auxiliar por psicólogos
clínicos de diiversas orientaciones teóricas.
Por último, las pruebas de simulación exigen que la
persona interactúe realmente con otros allegados, tales como
hijos, parientes o amigos, sólo que en un contexto algo más
limitado que las interacciones cotidianas. A veces las
interacciones mismas son parecidas a juegos y artificiales (ver
por ejemplo, Olson y Strauss, 1972), pero la mayoría de las
veces se les pide a los participantes que entablen
conversaciones reales, por tiempo limitado (ver por ejemplo,
Patterson, Weiss y Hops, 1976; Robin, O'Lcary, Kent, Foster y
Prinz, 1977). Por ejemplo, la evaluación conductual por
simulación podría pedirle a una familia qUe decida, como grupo,
la forma de gastar un regalo de $100 que acaban de recibir. Los
observadores pueden registrar las interacciones de la familia a fin
de producir datos que resultarán similares a los que se obtienen
mediante la observación naturalista. Sin embargo, la familia se
concentra en esa sola tarea durante un período breve, en vez dé
ser observada sin instrucciones durante un período más largo y
en su ambiente natural. Las pruebas de simulación se aproximan
a las demandas y tensiones de la vida real más que cualquier
otra modalidad analógica
En suma, la observación analógica es un método útil de
evaluación conductual para obtener muestras limitadas de los
conocimientos y capacidades de los clientes o participantes de la
investigación, y puede ser especialmente útil cuando no es
posible llevar a cabo la observación naturalista o la
autovigilancia. En cambio, las pruebas con papel y lápiz, las
pruebas con grabaciones y las de actuación pueden no ser
pronosticadores igualmente eficaces de lo que las personas
harán en realidad en condiciones verdaderas (Borkovec y otros,
1977; Nay, 1977), más probablemente porque hay una diferencia
sustancial entre poseer los conocimientos e incluso la capacidad
necesarios, y emprender realmente una acción generadora de
ansiedad en situaciones naturales riesgosas y desconcertantes.
Hay pruebas tentativas de que las pruebas de representación de
roles y de simulación pueden pronosticar en forma válida las
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acciones reales (ver por ejemplo, McFall y Marston, 1970;
Patterson y otros, 1976); pero, de nuevo, será mejor que el
clínico o investigador utilice los datos de la observación analógica
como una de las diversas modalidades de evaluación, a fin de
lograr una evaluación completa y precisa.
Observaciones y calificaciones conductuales hechas por otras personas de
significación
A los compañeros, los progenitores, los profesores y los
miembros del personal del pabellón psiquiátrico se les pide con
frecuencia que observen directamente, o califiquen
retrospectivamente, el comportamiento de los clientes o
participantes de la investigación. Estos métodos constituyen una
fuente valiosa de datos, por-que la manera en que a una persona
la ven otros allegados influye mucho en el comportamiento y las
percepciones de esa persona. Los datos que aportan otros
allegados pueden también decirle mucho al clínico respecto al
ambiente social del cliente, así como sugerir posibles áreas
problema que el cliente podría pensar en modificar. La posibilidad
de que haya parcialidad, sobre todo si las otras personas están
enfadadas con el sujeto o lo han clasificado ya como "demente"
(ver por ejemplo, Farina y Ring, 1965), debe ser tenida muy en
cuenta y los datos deben ser equilibrados con otros provenientes
de diversas fuentes. De todas mane-ras, las observaciones y
calificaciones conductuales de los allegados se ofrecen al
evaluador una perspectiva adicional importante.
Como método de evaluación, se les ha pedido a los
compañeros de todas las edades que califiquen, clasifiquen y
designen a otras personas (Kane y Lawler, 1978; Wiggins y
Winder, 1961). Esto implica hacer que cada uno de los miembros
de un grupo, por ejemplo el del aula, designe cierto número de
sus compañeros como sobresaliente o atrasado en una
determinada característica o dimensión del comportamiento. Por
ejemplo, al lector le podrían pedir que nombrase a tres personas
de su grupo que sean las más amistosas y a tres que sean las
menos amigables, excluyéndose a usted mismo. Esos informes
se pueden obtener también haciendo que los compañeros
22
asignen puntuaciones o clasificaciones numéricas a determi-
nadas personas.
A los progenitores y a los profesores se les pide con
frecuencia que proporcionen descripciones de sus niños. Las
solicitudes adoptan por lo general la forma de listas y
puntuaciones conductuales estructurales (ver por ejemplo,
Achenbach, 1978; Conners, 1969; Gesten, 1976; Miller, 1972;
Ross, Laccy y Parton, 1965; Walker, 1970), aunque los
inventarios de personalidad se han adaptado también para ese
fin (por ejemplo Wirt, Lachar, Klinedienst y Seat, 1977). Las listas
le indican al padre o profesor una serie de comportamientos
específicos tales como llorar, pelear o "deja las tareas sin
terminar'', y se le pide que diga si el niño manifiesta o no, y en
qué grado, cada uno de esos comportamientos (aplicando por
ejemplo una escala de puntuación que va desde 1 = nunca hasta
5 = casi siempre).
La Lista de Problemas de Comportamiento, de Achenbach
(1978; Achenbach y Edelbrock, 1979), ejemplifica el método de
lista de verificación pará obtener datos por medio de los
progenitores. Contiene 118 comportamientos específicos
agrupados en nueve subescalas (por ejemplo, Inmaduro,
Agresivo, Delincuente, Abstracción Social). Con base en la
presentación de la lista de 1800 progenitores en 25 localidades
de la Costa Oriental (EUA), se han establecido normas para
niños de 12 a 16 años de edad, para niñas de 12 a 16, para niños
de 6 a 11 y para niñas de 6 a 11 . Todas las subescalas se
identificaron mediante el análisis factorial y se encontró que cada
una era temporalmente confiable y daba un grado elevado de
conformidad entre progenitores que calificaban al mismo niño
(confiabilidad entre calificadores). La evidencia de validez
concurrente de todas las subescalas se demostró comparando
las puntuaciones de niños a quienes se había enviado para
tratamiento psicológico con los de otros niños comparables "sin
problema".
El Inventario de Recursos para la Salud, de Gesten (1979)
ilustra el empleo de las puntuaciones asignadas por el profesor
para evaluar la aptitud más bien que el tras-torno. Ese inventario
describe 54 comportamientos indicadores del funcionamiento
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personal eficiente y se califica mediante subescalas, derivadas

mediante el análisis factorial, que corresponden al "buen
estudiante", a la afirmación adaptativa, a la sociabilidad con los
compañeros, a la observancia de las reglas y a la tolerancia ante
la frustración. Si bien no tiene normas tan extensas como las de
la lista de Achenbach, se ha demostrado que el inventario cs
temporalmente confiable, posee confiabilidad entre calificadores
y es capaz de distinguir a los niños enviados para tratamiento
psicológico de los compañeros "normales". La lista de Achenbach
abarca también tres subescalas para evaluar la aptitud personal,
reflejando una tendencia, en la evaluación clínica, hacia la
obtención de datos relacionados con los puntos fuertes de los
clientes lo mismo que con sus trastornos.
Al personal de pabellón de los hospitales psiquiátricos se
le pide también con frecuencia que califique el funcionamiento de
sus pacientes (ver por ejemplo, Achenort, O'Connor y Stafford,
1960). Por ejemplo, la Escala Observacional de Evaluación de
Pacientes Internos para Enfermeras (NOSIE-30) es un
cuestionario de 32 puntos que Honigfeld y sus colaboradores
(1966) desarrollaron para que el personal de pabellón calificase
la conducta de los pacientes en períodos de tres días. La NOSIE-
30 (tabla 10-11) se califica con referencia a subescalas que
incluyen Ventajas Totales, Aptitud Social, Pulcritud Personal, Áreas adicionales de la evaluación conductual
Irritabilidad, Psicosis Manifiesta y Retardo. Aunque la NOSIE-30,
al igual que la mayoría de las otras formas de calificación La evaluación de respuestas fisiológicas específicas y de
utilizadas por el personal de pabellón, no se relaciona tanto con respuestas cognoscitivas específicas representa dos áreas
situaciones especificas como la mayoría de los métodos de adicionales dentro de la evaluación conductual. Si bien están
evaluación conductual, esas escalas de puntuación proporcionan todavía en las áreas formativas, tanto la evaluación
informes valiosos respecto a los puntos de vista del personal psicofisiológica como la evaluación Cognoscitiva-conductual
terapéutico que está en contacto más directo con los pacientes pueden ser ventajosas en una evaluación en general.
psiquiátricos. El personal de pabellón puede proporcionar datos
adicionales llenando escalas ele puntuación que señalan Evaluación psicofisiológica
trastornos o síntomas conductuales primarios en los pacientes.
Según Kallman y Feuerstein (1977), la medición
psicofisiológica se puede definir como "la cuantificación de
acontecimientos biológicos en cuanto se relacionan con variables
psicológicas" (página 329). En esencia, por tanto, la evaluación
se enfoca en el registro de las reacciones corporales ante ciertos
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estímulos ambientales. Las reacciones que típicamente forman
parte de esa evaluación son la tensión muscular, el ritmo
cardiaco, la presión sanguínea y la resistencia de la piel. Para la
evaluación psicofisiológica se requieren instrumentos de
medición muy precisos, porque esas respuestas son con
frecuencia sutiles y muy pequeñas (ver la tabla 10-12).
La evaluación psicofisiológica se clasifica como
evaluación conductual tanto por la especificidad de la situación o
el estímulo con respecto a lo que se mide de la respuesta
fisiológica como por el objetivo de la evaluación es muchas veces
la cuantificación de respuestas discretas.
El fisiógrafo (Lykken, 1979) es el dispositivo que se
emplea por lo regular en la evaluación psicofisiológica. El
fisiógrafo es un instrumento de registro fisiológico que tiene
componentes sensores que detectan ciertas señales,
amplificadores que ajustan la potencia de la señal, y un sistema
de salida que convierte la señal eléctrica en una imagen impresa
observable. Por ejemplo, una banda sobre el brazo de la persona
es el dispositivo sensor para medir la presión sanguínea. Las
lecturas son amplificadas y convertidas en un número que el
evaluados puede observar.
24
La evaluación psicofisiológica se ha utilizado tanto en el
tratamiento como en la investigación clínicos (ver Katkin y
Hastrup, 1982). En el tratamiento, se puede utilizar el fisiógrafo
para detectar los cambios que se producen en ciertos aspectos
mas fisiológicos en el curso de la terapia, para determinar ciertos
estímulos son para que funcione por sí mismo como parte
importante del tratamiento. La biorretroalimentación sería un
ejemplo de este último caso.
Hace poco han aparecido en el mercado varios
dispositivos portátiles y relativamente poco costosos como
alternativas del fisiógrafo. Esos instrumentos pueden medir
respuestas tales como el ritmo cardiaco, la conductancia de la
piel y la tensión muscular, aunque por lo general cada
instrumento sólo puede medir uno o dos índices distintos. La
facilidad de transportación y el costo razonable de ese equipo
permiten que los clientes individuales utilicen esos instrumentos
como parte ele su tratamiento en lugares distintos del consultorio
profesional (por ejemplo, en el hogar).
La evaluación psicofisiológica se emplea con más
frecuencia como parte de un proyecto de investigación. En el
estudio de la ansiedad, por ejemplo, las respuestas
psicofisiológicas de los sujetos han ayudado a desarrollar y
validar las mediciones de la ansiedad a base de papel y lápiz (ver
por ejemplo, Alexander y Husek, 1962), se han utilizado como
medidas dependientes pero con validez propia (ver por ejemplo,
Hodges y Speiiberger, 1966), o en conjunto con otros tipos de
medición ele la ansiedad (ver por ejemplo, Hulmes y Houston,
1974). Sin embargo, los trabajos publicados acerca del uso de
artificios psicofisiológicos para evaluar la ansiedad no son muy
definidos. Un problema es que cada índice fisiológico (ritmo
cardiaco, resistencia cutánea) tiene una relación idiosincrásica
con la ansiedad, por lo que su utilización simultánea puede dar
lugar a resultados discrepantes. Otro problema es que la
respuesta de ansiedad fisiológica de algunas personas sólo
aparece en un índice (por ejemplo, la resistencia cutánea). Es
decir, que hay diferencias individuales en la manifestación
fisiológica de la ansiedad.
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Evaluación cognoscitiva-conductual
Los objetivos de la evaluación cognoscitiva-conductual
consisten en respuestas específicas; pero esas respuestas son
las actividades cognoscitivas de los clientes o sujetos y no
constituyen sucesos observables. En este sentido, los sucesos
cognoscitivos no encajan en la evaluación conductual. Sin
embargo, en varios otros aspectos, la evaluación de respuestas
cognoscitivas especificas dentro de situaciones específicas, sea
como auxiliar del tratamiento o como variable dependiente de la
investigación, es una adición importante a la evaluación
conductual (ver Kendall y Hollon, 1981a; Kendall y Korgeski,
1979).
Hay muchos métodos posibles para evaluar las
respuestas cognoscitivas y conductuales (ver Kendall y Hollon,
1981b; Merluzzi, Glass y Genest, 1981). Dos de esos métodos
son el muestreo de pensamientos y el inventario de
autoafirmaciones. El muestreo de pensamientos es un
procedimiento de evaluación que exige que la persona, en
momentos diferentes, informe acerca de sus pensamientos., Este
método lo ha adoptado Klinger (1978), quien utiliza un emisor
electrónico de señales portátil que los sujetos llevan consigo y
que funciona a intervalos variados. Cuando avisa, la persona se
detiene y anota sus "pensamientos del momento" es un cues-
tionario. Este procedimiento proporciona al clínico una muestra
de los pensamientos que tuvo la persona durante el período en
que llevó consigo el emisor de señales. Haciendo que el cliente o
sujeto lleve el emisor en el transcurso de su vida cotidiana, se
puede obtener una evaluación naturalista de los sucesos
cognoscitivos. Además, si el cliente o sujeto especifica la
situación en medio de la cual tuvo lugar cada uno de los sucesos
cognoscitivos registrados, el evaluador obtendrá especificidad de
situación. Por tanto parece que este método se puede considerar
como una nueva dirección importante de la evaluación
conductual.
El inventario de autoafirmaciones es otra forma de obtener
datos cognoscitivos-conductuales (ver tabla 10-13). Este tipo de
inventario incluye una serie ele pensamientos o "cosas que las
25
personas se dicen a sí mismas", 'requiere que la persona indique
con qué frecuencia tuvo los pensamientos que figuran en la lista.
Sí bien la estructura y la extensión del inventarío de
autoafirmación varían, lo que al clínico le interesa por lo general
es evaluar lo que el cliente se dice a si mismo. Por ejemplo,
Schwartz y Gottman (1976) estudiaron la función específica que
desempeñan las autoafirmaciones en la capacidad ele las
personas para ejecutar acciones afirmativas.
Evaluación conductual: retrospección y expectativas
Aunque todo clínico evalúa las relaciones que existen
entre las acciones de los clientes (conductuales, fisiológicas y/o
cognoscitivas) y las situaciones que encuentran en la vida, la
evaluación conductual sistemática es un fenómeno reciente. No
obstante, la variedad de métodos e instrumentos innovadores,
creados o adaptados por los evaluadores orientados a la
conducta, es amplia. Los evaluado-res conductuales han pasado
de la medición mecánica de respuestas simples a la aplicación
de un paradigma riguroso y basado en la ciencia a la evaluación
de relaciones funcionales complejas y sutiles existentes entre las
personas, los comportamientos y los medios internó y externo
(Ver Nelson y Hayes, 1979a; 1979b). El proceso científico de la
evaluación conductual se ha ido consolidando en forma
progresiva con las multifacéticas ideaciones clínicas evaluadas
por los métodos "tradicionales", dando lugar a una integración
positiva de los "pensamientos automáticos" asociados con la
depresión (Hollon y Kendall, 1980) y con la ansiedad (Glass,
Merluzzi, Biever y Larsen, en prensa).
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