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Un reciente estudio apunta a que se trataría más de una condición genética que una
habilidad aprendida. Un artículo publicado esta semana en la revista«Journal of
Neuroscience» afirmaque estas personas -que solo representan 1 de cada 10.000 en el
mundo- poseen una variación en sus cerebros: tienen la corteza auditiva -región
responsable del procesamiento de la información acústica- significativamente más grande
que el resto.
Para llegar a esta conclusión, el equipo liderado por Keith Schneider, de la Universidad de
Delaware (Estados Unidos), estudió un grupo de 20 personas entre las que se encontraban
voluntarios con un entrenamiento musical mínimo, músicos sin la habilidad del «oído
perfecto» y músicos que sí poseían este rasgo.
Las pruebas demostraron que el cerebro de los músicos con «oído perfecto» (AP en el dibujo)
tenía una corteza auditiva mayor que el resto de músicos y de voluntarios con mínimas nociones
musicales - McKetton
«Llevamos a cabo pruebas de comportamiento para medir la habilidad del "oído absoluto".
Luego mapeamos la corteza auditiva primaria, midiendo la respuesta en las tres áreas
corticales auditivas. Las personas con "oído absoluto" tenían áreas corticales más grandes,
con un aumento que respondía principalmente a frecuencias inferiores a 1000 Hz, y
también con sintonización de frecuencias más amplias. Esto nos sugiere que estas
personas utilizan una red más amplia de neuronas para representar el tono musical»,
explica Schneider a ABC.
Muchos confunden el «oído absoluto» con el «oído relativo», lo que comunmente se llama
«tener buen oído musical» y que sí se puede entrenar: estas personas son capaces de tocar
una canción solo con haberla escuchado una vez, lo que resulta una habilidad
impresionante; sin embargo, necesitan de un primer tono de referencia del instrumento
con el que van a tocar la melodía para saber comenzar. Las personas que poseen el «oído
perfecto» no necesitan de esa primera nota y pueden tocar la canción directamente
después de escucharla.
A diferencia del «oído absoluto», el «oído relativo» es muy común entre los músicos. Más
aún: es necesario, ya que les otorga la capacidad de identificar los intervalos entre las
notas dadas. Esta habilidad se entrena conforme se tocan o se cantan cada vez más
melodías, reconociendo así los intervalos más comunes. Sin embargo, estas personas nunca
han llegado a desarrollar habilidades comparables del «oído absoluto» nato.
Así lo afirmaron en 2013 los investigadores Fabrizio Veloso y María Ángela Guimaraes,
quienes señalan que el «oído absoluto» tiene que ver con el desarrollo del lenguaje y
cómo algunas personas aprenden a «leer» notas y memorizarlas para identificarlas dentro
de una escala. Sería un mecanismo similar a la forma en la que reconocemos diferentes
tonalidades dentro de los colores (por ejemplo, como cuando identificamos el celeste y el
índigo englobados dentro del azul). Además, esta habilidad no es exclusiva del ser humano:
también la poseen otros animales, como los pájaros y los lobos.
Aunque pueda parecer un «súper poder», tener el «oído absoluto» para muchos músicos es
una especie de maldición. Al tener tan desarrollado el sentido del tono, la mínima
desafinación puede distraerles, lo que hace muy difícil que toquen en orquestas o grupos.
El experto puntualiza que los resultados de este estudio aún están lejos de la comprensión
total de esta habilidad. «No determinamos, por ejemplo, si las personas con "oído absoluto"
tenían una corteza auditiva más grande desde el principio o si se agrandó debido a su
entrenamiento musical».
La intención ahora es examinar en profundidad las áreas auditivas subcorticales para ver
dónde, de manera exacta, tienen lugar los cambios en el cerebro. De forma paralela, el
equipo de Schneider también se ha propuesto estudiar el fenómeno antagonista del «oído
absoluto»: la amusia o la incapacidad para reconocer tonos o ritmos musicales. «Todavía
estamos en una era de descubrimiento fundamental en neurociencia», afirma el
investigador.