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Obligación de seguridad

Contratos de cajas de seguridad en el


nuevo
Código Civil y Comercial

Maria Florencia Martinez Azar


INDICE
I.-OBLIGACION DE SEGURIDAD.-

 1) Introducción……………………………………………………………….
 2)Posiciones doctrinarias en relación a la concepción de la
obligación de seguridad…………………………………………………..
 3) Coincidencias doctrinarias entre Sebastián Picasso y Ramón
D. Pizarro ……………………………………………………………………
 4)Posiciones doctrinarias divergentes con respecto a la
obligación de seguridad…………………………………………………..
 5)Opinion Personal…………………………………………………………

II.-EL CONTRATO DE CAJA DE SEGURIDAD EN EL NUEVO CÓDIGO CIVIL.-

 Noción del contrato…………………………………………………………


 Definición……………………………………………………………………..
 Obligaciones nucleares del prestador……………………………………
 Obligaciones nucleares del cliente……………………………………….
 Naturaleza Jurídica del contrato………………………………………….
 Caracteres del contrato…………………………………………………….
 Responsabilidad del banco……………………………………………….
 El daño material resarcible y su prueba………………………………….
 Cláusula exonerativa o limitativa de responsabilidad bancaria…….
 Prueba del contenido de la caja……………………………………………

III.- VALORACIÓN FINAL…………………………………………………………….

IV.-BIBLIOGRAFIA……………………………………………………………………
I.-OBLIGACION DE SEGURIDAD.-

1.-INTRODUCCION.-

La doctrina y la jurisprudencia, revelan una verdadera pasión por esa categoría, que hoy en
día ha exorbitado en nuestro país, saliendo del acotado marco del contrato —para el que
fue concebida originalmente— para proyectarse a situaciones precontractuales y post-
contractuales.

Probablemente es esa presencia cotidiana y cuasi natural de la obligación de seguridad en


nuestro derecho, lo que impide muchas veces evaluarla con sentido crítico, a fin de calibrar
su verdadera utilidad, sus efectos y sus limitaciones.

Hasta principios del siglo XX primaron en la doctrina las posturas denominadas "dualistas",
que sostenían que la diversa regulación de esos dos sectores respondía a diferencias
esenciales entre el contrato y el hecho ilícito. 1En particular, el alcance de la responsabilidad
hoy llamada "contractual" era entonces concebido de manera muy restrictiva, y limitado casi
exclusivamente a procurar al acreedor la ventaja patrimonial que esperaba obtener del
contrato incumplido. La reparación se confundía así con la ejecución forzada del contrato,
y todo lo que estuviera por fuera de ese acotado marco —y en particular, los daños
causados sobre la integridad física de uno de los contratantes— era de competencia de la
responsabilidad extracontractual.

Esta situación cambió a partir de 1911, cuando la Corte de Casación francesa afirmó la
existencia de lo que hoy se denominaría una "obligación de seguridad" en el contrato de
transporte. 2Desde ese momento, la jurisprudencia francesa —seguida luego por la
argentina— comenzó a "descubrir" la existencia de obligaciones tácitas de seguridad en
infinidad de contratos: los juegos de feria, la hotelería, los restaurantes y bares,

Con la obligación de seguridad se incorporaron al contrato deberes de protección de la


persona del contratante, y de ese modo se amplió el ámbito de intereses protegidos
contractualmente: ya no solo lo era el interés de prestación (patrimonial) del acreedor, sino
también el que este último tiene sobre su integridad física. En otras palabras, la
contractualización de la seguridad importó emplazar en la esfera del contrato un
equivalente del deber general de no dañar, aunque circunscrito a las partes contratantes.

1
Para un examen detallado de esta cuestión, vid. PICASSO, Sebastián, La singularidad de
la responsabilidad contractual, Abeledo-Perrot, Buenos Aires, 2011, p. 35 y ss.
2
Corte de Casación, Sala Civil, 21/11/1911, Sirey, 1912-1-73, con nota de Charles Lyon-Caen.
3
De ese modo, la responsabilidad extracontractual dejó de ser la sede exclusiva de tutela
de los derechos absolutos (derechos reales, derechos personalísimos) y se produjo una
suerte de "competencia" entre ambos tipos de responsabilidad, que ahora compartían los
mismos objetivos.

A partir de ese momento pueden identificarse, en el derecho argentino, tres grandes


etapas en el desarrollo de la obligación de seguridad. En la primera —que ocupó la
mayor parte del siglo XX— esa categoría aparece como una creación fundamentalmente
pretoriana, lo que dio lugar a no pocos inconvenientes derivados de la ausencia de una
regulación uniforme del tema en el derecho positivo. Con la sanción de la Ley de Defensa
del Consumidor (en adelante, LDC) en el año 1993, y la reforma del art. 42 de la
Constitución Nacional en el año siguiente, la obligación de seguridad entró en una nueva
etapa, caracterizada por su regulación legal expresa como una obligación de resultado
existente en todas las relaciones de consumo. Finalmente, el nuevo Código Civil y
Comercial, inauguro, lo que seria la tercera etapa que, en puridad, implica simplemente
extraer todas las consecuencias de la regulación de la obligación de seguridad en el
derecho del consumo, como aquella que surgió de la unificación de la responsabilidad
contractual y extracontractual en el derecho común.

2.-POSICIONES DOCTRINARIAS EN RELACIÓN A LA CONCEPCIÓN DE LA


OBLIGACIÓN DE SEGURIDAD.-

Dentro de las concepciones doctrinas que giran alrededor de la obligación de seguridad,


existen disparidad de criterios, en relación a la desaparición de la obligación de seguridad
de nuestro sistema jurídico, a partir de la sanción del Nuevo Código Civil y Comercial, tal
como se venía gestando desde sus orígenes.-

Básicamente, Sebastian Picasso sostiene que “…la utilidad de la figura pudo justificarse y
en alguna medida entenderse en un sistema, como el del Código Civil derogado, que

3
BELLISSENT (Contribution..., cit., p. 264) afirma al respecto que la obligación
contractual de seguridad "aparece como el arquetipo mismo de la 'obligación
extracontractual preexistente'" (la traducción es nuestra). En el mismo sentido, destaca Saux que la
obligación de seguridad no deja de ser una aplicación al ámbito convencional del principio general de no
dañar (SAUX, Edgardo I., "La obligación de seguridad en los vínculos contractuales", en VÁZQUEZ
FERREYRA, Roberto A. (dir.), Obligación de seguridad, suplemento especial, La Ley, 2005, p. 16).
distinguía entre responsabilidad por incumplimiento obligacional (contractual) y por hechos
ilícitos (extracontractual)…”. 4

Dentro de esta posición doctrinaria, se sostiene que, esta fue la vía, mediante la cual, se
logró mitigar la rigidez del sistema y posibilitar que la responsabilidad por el hecho de las
cosas o de terceros por quienes se debe responder, pudiere ser modulada, en el ámbito
contractual, bajo estándares de responsabilidad objetiva. Pero dentro de un régimen de
responsabilidad unificada, como el que trasunta el nuevo código, la figura habría perdido su
razón de ser, por cuanto:

a) Tenemos ahora un régimen normativo para la responsabilidad por el hecho de las cosas,
por actividades riesgosas y por el hecho de dependientes que es aplicable en uno y otro
ámbito (contractual y extracontractual) de manera indistinta.

b) El mismo se complementa con un marco normativo que en determinados sectores,


plasman la existencia de una obligación de seguridad expresa y no tácita, de resultado,
tal lo que sucede en el ámbito del derecho del consumidor (art.42 CN y art. 5, ley 24.240).

3.- Coincidencias doctrinarias entre Sebastián Picasso y Ramón D. Pizarro .-

Coinciden Pizarro con Picasso en que, la sanción del Código Civil y Comercial de la nación
ha producido la unificación, en lo sustancial, de ambos sistemas de responsabilidad civil. Y
es en ese contexto, gran parte de la utilidad de la obligación tácita de seguridad, en cuanto
a su carácter resarcitorio, que se ha desvanecido significativamente.

Asi también acuerdan, en que el nuevo Código permite, en la inmensa mayoría de los
casos, llegar a las mismas soluciones que se obtenían a través de la figura que nos ocupa,
con mejor basamento normativo, no siendo en consecuencia, necesario acudir a ella para
fundar la responsabilidad por el hecho de las cosas, o por actividades riesgosas, o por el
hecho ajeno (dependientes, auxiliares, colaboradores, sustitutos) en materia contractual u
obligacional. Tenemos ahora un marco normativo específico (arts. 732, 1753, 1757, 1758 y
concs.) que puede ser aplicado sin inconvenientes en toda tipología de responsabilidad.5

4
Picasso Sebastián, "Réquiem para la obligación de seguridad en el derecho común". Revista Nº 1 del Código
Civil y Comercial, Julio de 2015.-
5
Pizarro, Tratado de la responsabilidad objetiva, ed. La Ley, Buenos Aires, 2015 (en prensa), t. II cap. 23, n.
198 y ss,
En ese orden de ideas todas acuerdan en que, este fenómeno, se potencio con la
regulación de la obligación expresa (y no tácita) de seguridad en el ámbito del derecho del
consumidor (art. 42 CN y art. 5 de la ley 24.240).

Se puede sostener con firmeza, que existen supuestos en los cuáles expresamente la ley
ha determinado la existencia de una obligación de seguridad, que subsisten y se consolidan
en el Nuevo Código Civil y Comercial y su legislación complementaria, tal lo que sucede,
por ejemplo, con el contrato de transporte (art. 1289 inc. c) (3), con las previsiones de la ley
23.184(t.o. ley 24.192) que regula la responsabilidad de las entidades o asociaciones
participantes en un espectáculo público deportivo. Y fuera del ámbito del derecho civil y
comercial, el art. 75 de la ley 20.744 de contrato de trabajo. Dicha normativa consagra claros
supuestos de obligaciones de seguridad, de carácter expreso y no tácito, que forman parte
de la trama contractual.

4. Posiciones doctrinarias divergentes con respecto a la obligación de seguridad.-

Si bien la Doctrina, como se señalo precedentemente, es coincidente en algunas


interpretaciones que se generan sobre la Obligación de seguridad y su reciente
incorporación al Nuevo Código Civil y Comercial, ello también, como consecuencia de la
diversidad de opiniones, que giran alrededor de este tema, se generan discrepancias, lo
que lejos de querer significar un “conflicto doctrinario”, son de suma utilidad para entender
dichas posturas y que sean en definitiva enriquecedoras, tanto para el conocimiento
personal como profesional, como para el ejercicio mismo de la profesión.-

Siendo ello así, Ramón D. Pizarro, reconocido jurista de nuestra país, que participo en la
redacción del Nuevo Código Civil y Comercial, sienta su postura en relación a la “obligación
tácita de seguridad”, entendiendo que, ha perdido gran parte de la importancia que tuvo
hasta la sanción del nuevo código, particularmente en materia resarcitoria, pero aún
conserva utilidad en otros importantes aspectos, que no pueden ser soslayados.

El punto de partida debe ser emplazado en lo siguiente: la obligación de seguridad plantea,


en esencia, una cuestión relacionada con la antijuridicidad, uno de cuyos efectos se
vinculan con las consecuencias resarcitorias que pueden emerger de su violación, cuando
se conjuguen, claro está, con los restantes presupuestos de la responsabilidad civil.
Decimos, uno de sus efectos y no el único.

Para hablar de antijuridicidad —que supone violación al ordenamiento jurídico


integralmente considerado a través de la acción u omisión del agente— es preciso
determinar si la obligación de seguridad, tal como se la ha concebido, integra o no, hoy, en
ciertos casos, ese plexo jurídico.

Sólo a partir de la admisión de la existencia previa de una obligación (en este caso de
seguridad), puede hablarse de incumplimiento absoluto o relativo de la prestación (y, en su
ámbito, del contrato), de la consecuente antijuridicidad, que por sí propio denota y de los
efectos que dicha situación produce, que pueden ir mucho más allá del plano resarcitorio.

En opinión de Vallespinos, subsisten y no han variado en lo sustancial, las razones que se


invocaron en el régimen anterior para justificar la existencia, la conveniencia y la necesidad
de la obligación tácita de seguridad, en el ámbito de los contratos cuya ejecución
prestacional genere riesgos para la otra parte, con basamento, entre otros argumentos, en
el principio de la buena fe (arts.9, 729, 961 y cs. Cód. Civil Comercial y art. 1198 primer
párrafo, Cód. Civil derogado).6

Siendo ello asi, ya no es necesario, ahora, acudir a ella para fundar la responsabilidad del
deudor por el hecho de sus colaboradores, auxiliares o sustitutos en la ejecución
prestacional, ni por los daños que causan las cosas que utiliza en tales circunstancias. El
marco normativo específico releva al intérprete de tan esforzada construcción y resuelve el
problema de modo más explícito, sencillo, eficaz y seguro.

Sin embargo, la relevancia de la obligación (expresa o tácita) de seguridad, no pasa


solamente por el plano resarcitorio, que es uno de los efectos que puede generar su
incumplimiento, pero sin pasar por alto, que no es el único y a veces, ni siquiera, el más
importante.

La obligación expresa o tácita de seguridad puede ser exigida en su cumplimiento por parte
del acreedor y resultar objeto de ejecución forzosa directa, en especie o por un tercero (art.
730 incs. a y b, CCyC), o de vías indirectas de ejecución compulsiva, como por ejemplo, las
sanciones conminatorias. Esto sería inconcebible si ella no existiese, pues las vías de
ejecución y de compulsión obligacional presuponen la presencia de esta última.

Siguiendo con sus discrepancias doctrinarias, Pizarro sostiene que, le parece


absolutamente incompatible la doctrina francesa citada por Picasso, que tilda de "falsa
obligación contractual" a la obligación tácita de seguridad, o sea aquella no convenida por

6
Pizarro, Ramón D, ¿Réquiem para la obligación de seguridad en el Código Civil y
Comercial?, LA LEY 21/09/2015, Cita Online: AR/DOC/2538/2015.-
las partes, ni fijada por la ley como integrante del contrato, de manera supletoria o
imperativa. Sostener esto según Pizarro, es una idea regresiva, que parte de una
concepción muy estrecha y formalista del contrato, vedando su integración con el principio
de la buena fe que debe impregnarlo en toda su plenitud: desde los preliminares hasta el
completo agotamiento de sus efectos, pasando por su objeto y contenido.

Menos compatible es la afirmación en el sentido de que la obligación de seguridad no


interesa a la realización de la operación económica querida por las partes, por carecer de
contenido concreto y que por tal motivo, no podría ligarse su existencia a su cumplimiento,
sino a su violación. En otras palabras: que sólo asumiría importancia cuando es violada, sin
que pueda predicarse acerca de ella ningún contenido positivo. Tampoco es de recibo que
no pueda ser objeto de ejecución forzada, o susceptible de cumplimiento en tanto no se
pruebe su violación7.

5.-Opinion Personal.-

En mi modesta opinión con respecto al tema, acuerdo con Pizarro, en cuanto es


inconcebible, que en un contrato que genera riesgos a la persona o bienes del
cocontratante, la obligación de seguridad no interese a la operación económica querida por
las partes y que carezca de contenido concreto.

Su proyección negocial —sea ella tácita o con mayor razón cuando surge expresamente de
la voluntad de las partes o de la ley— es evidente y representa mucho más que el mero
deber general de no dañar a otro. Se plasma en contenidos prestacionales que tienen que
ser relacionados con el objeto y causa fin del contrato, con el reparto de riesgos que todo
contrato lleva ínsito, y con el interés de las partes a lo largo de toda la relación negocial. La
frustración del interés negocial de alguna de las partes puede estar ligada, en muchos
casos, a una prestación de seguridad comprometida expresa o tácitamente por la otra,
conclusión que se potencia en los contratos que proyectan sus efectos en el tiempo.

Por lo tanto, no hay razones, por las cuáles la obligación de seguridad (expresa o tácita)
no pueda ser objeto de una pretensión de cumplimiento por parte del acreedor, por ejemplo,
en aquellos supuestos en los cuáles se trate de contratos de duración y opere el
incumplimiento relativo de la misma por parte del deudor. Tal lo que sucedería en el marco
de un contrato entre una Obra Social y un Hospital para la atención de sus afiliados durante

7
Picasso cita la opinión de Faure Abbad, Marianne, Le fait générateur de la responsabilité contractuelle,
L.G.D.J., Poitiers, 2003, ps. 414 y ss.
diez años 8, si se alega que el centro asistencial omite cumplir con los deberes de seguridad
adecuados para proteger la seguridad de estos últimos, con insalvable posible repercusión
sobre los propios intereses patrimoniales de aquella. Demandar el cumplimiento del
contrato y exigir la adopción de las medidas de seguridad que correspondan, en estricto
cumplimiento de la obligación de seguridad (expresa o tácita) asumida, no parece en lo más
mínimo algo reñido con el sistema jurídico. Se trataría, en tal caso, de una pretensión de
cumplimiento forzoso, lo cual pone en evidencia que la obligación de seguridad existe y
tiene entidad más allá del plano resarcitorio. Más todavía: en el régimen del Código Civil y
Comercial habilitaría la vía de tutela preventiva que prevé el art. 1032 o la suspensión del
propio cumplimiento que prevé el art. 1031. Nada de eso sería posible si la obligación de
seguridad —expresa o tácita— no existiera, como tal, esto es como integrante del vínculo
negocial y no fuera del mismo.

En ese orden de ideas, la resolución del contrato por incumplimiento de la obligación tácita
de seguridad no sería concebible sin el reconocimiento previo de que, tal obligación existe
y resulta incumplida. No habiendo en consecuencia, razones que puedan impedir este
efecto, particularmente en contratos que proyectan sus efectos en el tiempo.-

Aún dentro del ámbito resarcitorio la figura mantiene cierta utilidad, pese a que buena parte
de las implicancias prácticas que tuvo en otro tiempo se han desvanecido con la sanción
de los arts. 732, 1753, 1757 y 1758 del Cód. Civil y Comercial.

En efecto, en materia contractual se prevé expresamente que cuando existe dolo del
deudor, la responsabilidad se fija tomando en cuenta las consecuencias inmediatas y
mediatas previsibles que las pares previeron o pudieron haber previsto al momento de
celebrarse el contrato y también al tiempo del incumplimiento. Lo cual conduce a un
esquema de responsabilidad agravada.

Por lo tanto, si la obligación de seguridad no existiese, o resultase innecesaria, dicho


estándar resultaría de imposible concreción; no siendo ello asi, ya que quien incumple
dolosamente con una obligación de seguridad, que expresa o tácitamente pueda pesar
sobre él, debe estar alcanzado por el criterio de previsibilidad contractual dolosa que prevé
el art. 1728. Nada de ello sería posible, sin el previo reconocimiento de dicha obligación
contractual de seguridad y de su incumplimiento doloso por el obligado.

8
Contrato de larga duración, art. 1011 Cód. Civ. Com.
La obligación tácita de seguridad mantiene importancia — por lo general, como prestación
generalmente de medios — en la responsabilidad de los profesionales liberales, cuya
actividad no está comprendida en la previsión normativa prevista para las actividades
riesgosas del art. 1575 (art. 1768 CCyC), y cuya responsabilidad por el hecho de las cosas
se circunscribe únicamente al daño causado por el vicio de la misma. La conclusión se
potencia si se tiene en cuenta que la ley 24.240 de defensa del consumidor no les resulta
aplicable salvo en aspectos atinentes a la publicidad de los servicios que realicen.

En ambos supuestos resulta útil, pues en aquellos casos en los cuáles la ejecución
prestacional presente riesgos, permite modular si el deudor ha cumplido con los estándares
de seguridad que diligentemente las circunstancias del caso le imponían (arts. 1725 y
concs. CCyC).

Para resumir lo antes expresado, resulta sumamente practico lo sostenido por Pizarro (
posición que comparto), en cuanto a que:

a) La obligación tácita de seguridad mantiene vigencia en el Código Civil y Comercial.

b) Sólo rige en aquellos contratos que por su carácter riesgoso imponen al deudor la
obligación de velar por la persona y bienes del acreedor.

c) La aplicación práctica de la figura se ha visto menguada en aspectos relevantes, luego


de la sanción del nuevo código. No es necesario acudir a ella para fundar la responsabilidad
del deudor por el hecho de las personas que introduce para la ejecución prestacional, ni por
el hecho de las cosas que utiliza en el cumplimiento, ni por actividades riesgosas. En todos
estos supuestos se aplica la normativa específica: arts.732, 1753,1757, 1758 y concs.
Cód.Civ.Com.

d) Sin embargo, conserva utilidad en otros aspectos relevantes, que no han sido
modificados por el nuevo código, tales como acción de cumplimiento, resolución y
suspensión por incumplimiento, estándar de previsibilidad agravada en caso de
incumplimiento doloso y responsable.9

II.-EL CONTRATO DE CAJA DE SEGURIDAD EN EL NUEVO CÓDIGO CIVIL.-

1) Noción del contrato.-

9
Pizarro, Ramón D, ¿Réquiem para la obligación de seguridad en el Código Civil y Comercial?, LA LEY
21/09/2015, Cita Online: AR/DOC/2538/2015.-
El contrato de caja de seguridad ha experimentado en los últimos años un gran auge, sea
por el dictado de todas las normas de emergencia, que instauraron las mal afamadas
restricciones bancarias, sea por la devaluación de la moneda nacional, sea por la sensación
de inseguridad tanto fáctica como jurídica que tienen los ciudadanos de nuestro país.

La puesta a disposición de cajas o cofres de seguridad es un tradicional servicio bancario.

Desde el punto de vista de la organización bancaria, se trata de una actividad adicional o


complementaria, pues no es inherente a ninguna de carácter financiero calificable como
activa o pasiva.

A todo evento, el servicio de caja de seguridad cumple una función mediata con relación a
los servicios bancarios financieros, pues su oferta busca atraer clientes para que concreten
las operaciones que sí son propias de la intermediación en el crédito.

El servicio tiene por objeto posibilitar un sitio seguro para guardar objetos de valor (joyas,
alhajas, documentos, divisas, etc.) que en otro lugar podrían correr peligro, como
igualmente ofrecer reserva o sigilo sobre la propiedad de aquello que el cliente quiere
mantener al margen de la circulación y el tráfico.10 En otras palabras, a la seguridad
acompaña el secreto de la custodia. 11

2) Definición.-

El Contrato de Caja de Seguridad puede ser definido como un contrato típico (a partir de la
entrada en vigencia del Nuevo Código Civil, en adelante NCC), en virtud del cual una de las
partes, prestador (normalmente una institución financiera: por ello es que el NCC Civil lo
regula dentro de los llamados "Contratos Bancarios", aunque no existe una limitación en
este sentido -salvo en el caso de sociedades, si el servicio es extraño al objeto social- , por
lo que podría ser prestado el servicio por una empresa que no sea una entidad autorizada,
cuyo titular sea una persona física o jurídica), se obliga un tiempo determinado
(normalmente un año renovable) a conceder el uso de una caja de seguridad (generalmente
ubicada próxima al Tesoro en las entidades financieras), bajo ciertas condiciones, y a
custodiar y proteger la misma e indirectamente su contenido, y la otra parte, cliente, a pagar

10
VÁZQUEZ IRUZUBIETA, Carlos, Operaciones Bancarias, Editorial Revista de Derecho Privado — Editoriales de
Derecho Reunidas, Madrid, 1985, p. 563, nº 145.

11
GAVALDA, Christian y STOUFFLET, Jean, Droit Bancaire, 7a. ed., LITEC, Paris, 2008, p. 585, nº 1077 .
por uso y servicio de custodia y protección, un precio cierto en dinero en forma periódica
(en la práctica en forma anual).

3) Obligaciones nucleares del prestador

El art. 1413 del NCC prescribe: "El prestador de una caja de seguridad responde frente al
usuario por la idoneidad de la custodia de los locales, la integridad de las cajas y el contendo
de ellas, conforme lo pactado y las expectativas creadas al usuario. No responde por caso
fortuito externo a la actividad, ni por vicio propio de las cosas guardadas". Es decir, son
obligaciones del prestador:

a. Conceder el uso de la caja. El NCC trae un pauta hermenéutica en el caso de pluralidad


de usuarios, al establecer en el art. 1416 que "si los usuarios son dos (2) o más personas,
cualquiera de ellas, indistintamente, tiene derecho a accede a la caja.

b. Custodiar y proteger la integridad de la caja e indirectamente su contenido,

c. Notificar al cliente cualquier circunstancia que pudiera afectar la integridad de los efectos
depositados,

d. Guardar reserva sobre la utilización efectiva de la caja,

e. En caso de rescisión del contrato por parte del banco debe notificar al cliente que debe
proceder a restituir la llave que obra en su poder y retirar los efectos depositados

4) Obligaciones nucleares del cliente.-

1. Pagar el canon correspondiente,

2. Usar la caja conforme a un uso regular,

3. Depositar bienes que no sean peligrosos, nocivos o de comercialización prohibida,

4. Conservar la llave de la misma y dar aviso en el caso de pérdida, robo o hurto ya que ello
puede comprometer la seguridad del sistema,

5. Restituir la llave a la finalización del contrato, retirando los efectos depositados,

6. En caso de robo de la caja de seguridad, tiene un deber de colaboración con la entidad,


en cuanto a la individualización de los bienes sustraídos y la estimación de su valor.

5) Naturaleza Jurídica del contrato.-

Se ha discutido en la doctrina si el contrato de caja de seguridad es un contrato de locación


de cosa, de obra o servicio, de depósito o si constituye un contrato sui generis con
elementos mixtos, fundamentalmente del contrato de locación tanto de cosas como de
servicios y del contrato de depósito (Al respecto puede verse la obra de Quicios Molina,
María Susana, "El contrato bancario de Cajas de Seguridad, Editorial Aranzadi Navarra
1999, pgs. 59 y ss.). La mayoría de la doctrina y jurisprudencia nacionales, considera que
estábamos en presencia de un contrato atípico que tiene elementos del contrato de locación
de cosas en cuanto a la concesión del uso de la caja, como así también la obligación
principal de custodia de la caja e indirectamente sobre los objetos depositados (Basta ver
fallo CNCom., sala E, abril 30-998, "Paternostro, Mario L. y otro c. Banco Mercantil", LA
LEY, 1999-B, 571; DJ 1999-2-482, "Scmukler de Dozoretz, Eva c. Banco Mercantil
Argentino", CNCom., sala C, marzo 21-996, LA LEY, 1998-F, 853, (40.997-S); RCyS, 1999-
323, con nota de la doctora Claudia R. Brizzio; "Adeler de Josephsom c. Banco de Galicia",
CNCom., sala D, 23/10/92, "Sucarrat, Gustavo Adolfo c. Banco de Galicia", CNCom., sala
B, 26/03/96, LA LEY, 1994-E, 437, etc ). Es decir que se trataba de un contrato atípico que
contiene prestaciones mixtas de contratos típicos. En el NCC se regula, como una especie
de los contratos bancarios, el contrato sub análisis, siguiendo la opinión mayoritaria de que
se trata de un contrato con caracteres propios, distintivos de otras figuras contractuales.

6) Caracteres del contrato.-

Existe coincidencia en cuanto los siguientes caracteres propios del contrato que se
examina:

a) Es un contrato autónomo, en el sentido de que si bien responde a una actividad adicional


o complementaria de la banca, no es accesorio de ningún otro contrato bancario, ni tampoco
conexo. Por ello mismo, sus efectos jurídicos y económicos son propios12.

b) Es un contrato consensual, pues se perfecciona por el mero consentimiento de las partes,


prestador y usuario (art. 971).

c) Es normalmente oneroso, pues la ventaja de obtiene el usuario en cuanto a la custodia


y reserva buscada que le ofrece el prestador, tiene contraprestación en el precio que debe
pagarle a este último (art. 967).

d) Es bilateral (art. 966), conmutativo (art. 968) y nominado (art. 970).

e) Es de ejecución continuada. En efecto, el opus del contrato tiene carácter permanente,


resolviéndose en la garantía de integridad exterior de la caja, durante toda la vigencia del

12
FERNÁNDEZ MERINO, Javier, ob. cit., p. 1070.
contrato y en cada uno de sus momentos. Se pacta normalmente por un lapso determinado
y, en general, con cláusula de renovación automática. 13

f) Es formal.

g) Es de adhesión, pues es el banco quien establece anticipadamente las condiciones y


cláusulas del contrato, no teniendo el cliente posibilidad de alterarlas (art. 984). 14

h) Es personal porque el acceso a la caja de seguridad está reservado solamente al usuario


o cliente contratante, o a quien expresamente autorice frente al banco dando este último su
conformidad.

i) Es intransferible, pues no puede el cliente ceder el contrato ni transferir su contenido


propio por medio de una subcontratación.

j) Es un contrato de consumo porque, siendo un servicio destinado al consumo final, está


contemplado en los arts. 1º y 2º de la ley 24.240.

7) Responsabilidad del banco.-

El art. 1413, primera oración, del Código Civil y Comercial de 2014 definió en los siguientes
términos los alcances de la responsabilidad del banco frente al cliente con ocasión del
contrato de servicio de cada de seguridad: "...El prestador de una caja de seguridad
responde frente al usuario por la idoneidad de la custodia de los locales, la integridad de
las cajas y el contenido de ellas, conforme con lo pactado y las expectativas creadas en el
usuario...".

El contrato bancario de servicio de caja de seguridad tiene la función de poner a disposición


del cliente una compleja estructura material, técnica y organizativa, idónea para garantizar
condiciones de seguridad superiores a aquellas que puede tener el cliente en su propio
domicilio, tanto con referencia a intromisiones o atentados intencionales, como con relación
a acontecimientos meramente culposos y aun naturales. 15

13
Se ha señalado la posibilidad de que el contrato se pacte por tiempo indeterminado (conf. GUASCO, Jorge
J., El llamado contrato de locación de cajas de seguridad, Rev. Jurídica del Banco Nación, nº 41, abril-junio,
1978, p. 18), en cuyo caso cualquiera de las partes podría dejarlo sin efecto dando preaviso (conf.
VILLEGAS, Carlos G., Contratos Mercantiles y Bancarios, Su Gráfica, Buenos Aires, 2005, t. II, p. 424).
14
FERNÁNDEZ MERINO, Javier, ob. cit., ps. 1070/1071
15
, J. y MEDINA, G., Responsabilidad del banco nacida del contrato de caja de seguridad, RDPC, n° 18, año
1998, p. 33, espec. texto y nota n° 35; CNCom. Sala C, 04/02/2005, "Iulianetti, Oscar c. Banco Río de la Plata
S.A. s/ ordinario"; Sala D, 27/08/2008, "Muñoz, Rolando c. Banco de la Provincia de Buenos Aires s/
ordinario"; CNCom. Sala C, 02/12/2008, "Danplay Corporation S.A. c. Banco Supervielle S.A. s/
sumarísimo"; Sala E, 09/12/2008, "Zubel, Argentina c. Banco de la Ciudad de Buenos Aires s/ sumarísimo".
Por cierto, dentro de ese complejo organizativo y técnico de personas y medios, la función
y la prestación preeminente del contrato es la de custodia de los bienes ingresados a la
caja o cofre, derivándose de ello una responsabilidad por comportamiento exigible y/o
prestación debida de particular intensidad, justificada en la condición de empresa
"especializada" que tiene el banco. 16

En tal orden de ideas, si bien hay quienes sostienen que en el contrato de que se trata lo
que asume el banco es una obligación de medios , la doctrina y la jurisprudencia mayoritaria
ha entendido que, por el contrario, la entidad bancaria asume una obligación de resultado,
porque el banco no se compromete a prestar una determinada diligencia, sino a facilitar al
cliente un resultado que consiste en la conservación del statu quo de la caja, lo cual se
desdobla en una obligación relativa a la integridad interna o garantía de clausura, y una
obligación relativa a la integridad externa o garantía de conservación. Desde tal perspectiva,
la no obtención del resultado esperado por parte del usuario cliente, crea una presunción
"iuris tantum" de culpa del banco, y su responsabilidad debe entenderse objetiva (art. 1723
del Código Civil y Comercial de la Nación). 17

En otras palabras, la obligación de custodia que tiene el banco en el contrato de caja de


seguridad supone, por una parte, una "custodia estática", que se identifica con la obligación
de garantizar la idoneidad, originaria y permanente, de la caja cedida para el uso al que se
destina, así como de los locales donde está ubicada, en cuanto a los riesgos de fractura,
inundación, incendio, etc.; y, por otra parte, una "custodia dinámica" que significa que,
dentro de la obligación general de vigilancia, está la de custodiar el lugar donde están
ubicadas las cajas de seguridad, la de custodiar la integridad externa de la caja de forma
que mantenga su clausura íntegra, y la de impedir el acceso a toda persona no autorizada
por el titular. Así pues, la entidad bancaria está obligada a procurar al cliente una seguridad
más elevada que la que resulta del simple ejercicio de una guarda de forma pasiva.

En las condiciones indicadas, lógicamente el banco responde cuando la caja se abre sin la
voluntad del usuario y los objetos que contienen desaparecen o sufren daño, faltando en

16
GIORGIANNI, F. y TARDIVO, C.M., Manuale di Diritto Bancario e degli operatori finanziari, Giuffrè
Editore, Milano, 2012, ps. 544/545, nº 74
17
) En rigor, en los casos de responsabilidad contractual objetiva referentes a incumplimientos de
obligaciones de resultado, puede prescindirse del factor subjetivo de imputación (dolo o culpa), no porque tal
factor no exista, sino porque en tal tipo de obligaciones carece de interés y queda fuera de la cuestión en razón
de que la prestación tenía por meta un objetivo concreto, determinado; conf. TRIGO REPRESAS, F. y
LÓPEZ MESA, M., Tratado de la responsabilidad civil, La Ley, Buenos Aires, 2005, t. II, ps. 146/147.
tal caso a la garantía de clausura. Es que la fractura de las medidas de seguridad —defecto
de custodia— pone en evidencia una prestación inadecuada de la banca; la custodia, en
efecto, supone seguridad que disipa el riesgo y no basta no hacer lo posible para obtener
el resguardo, sino que se impone obtenerlo.

Haciéndose eco de todo lo anterior, el art. 1413, primera oración, del Código Civil y
Comercial, prescribe que el banco prestador responde por la idoneidad de la custodia de
los locales y la integridad de las cajas, y ello no solo conforme lo pactado sino incluso de
acuerdo a "...las expectativas creadas en el usuario...", expresión esta última que, valga
señalarlo, encierra una notable significación en dos sentidos:

a) al calificar al cliente bancario como un "usuario" se colocan las cosas en el terreno de los
contratos de consumo (art. 1093 del Código Civil y Comercial con todas las implicancias
que ello conlleva ;

b) al referir a las expectativa creadas en el cliente, se ubican las cosas en el marco la


confianza especial generada por el banco (art. 1725, segunda parte, del Código Civil y
Comercial , lo cual en las relaciones de derecho mercantil equivale a la buena fe y con
relación al particular contrato de que se trata equivale a trasladar el juzgamiento de la
responsabilidad de quien es deudor de la prestación de custodia al terreno de las
obligaciones profesionales, donde la expectativa de un adecuado cumplimiento es
naturalmente recibida.

Ahora bien, por estar implicada una obligación de resultado, la entidad bancaria solamente
puede exonerar su responsabilidad acreditando un "...caso fortuito externo a su actividad..."
o el "...vicio propio de las cosas guardadas..." (art. 1413, segunda oración, del Código Civil
y Comercial).

La exoneración de responsabilidad por vicio propio de las cosas guardadas, se trata de una
18
eximente que jurisprudencialmente ha sido aceptada para el contrato de depósito y que
lógicamente debe también jugar con relación al deber de custodia que genera el contrato
bancario de caja de seguridad.

Merece alguna reflexión mayor la restante causal de exoneración.

18
BELLUSCIO, A. y ZANNONI, E., "Código Civil y leyes complementarias, comentado, anotado y
concordado", Astrea, 2004, t. 9, p. 895, texto y nota n° 17; CNCiv. Sala C, 30/09/1987, LL 1988-A, p. 302;
CNCiv. Sala D, 27/05/1980, ED 89-486
El "caso fortuito" o la "fuerza mayor" ( sinónimos en el art. 1730 del Código Civil y
Comercial), puede ser causal para eximir la responsabilidad del banco, probado que el
resultado dañoso se ha producido por una causa no imputable a él o por una causa que no
habría podido superar con el empleo de aquel grado de diligencia requerido para el tipo
concreto de obligación.19 En este sentido, con relación al contrato que nos ocupa, se
interpreta que excluye la responsabilidad de la entidad bancaria el hecho de guerra, la
destrucción del inmueble no provocada por una falta imputable y los terremotos, pero no el
incendio que pudo evitarse si el banco no hubiera empleado materiales defectuosos, o si
hubiera tenido un adecuado servicio de prevención.

Ahora bien, el caso fortuito o la fuerza mayor que libera de responsabilidad al banco debe
ser "...externo a su actividad..." (cit. art. 1413, segunda oración).

Esta última condición, apunta más a la imprevisibilidad del evento que a su inevitabilidad.
Es decir, el banco excluiría su responsabilidad si el caso fortuito o la fuerza mayor fuese
inevitable, pero no cuando es meramente imprevisible. Y ello es así, porque la cuestión se
conecta a la "actividad" de la empresa bancaria que es especial y generadora de una
responsabilidad tal que la causa no imputable que tiene eficacia liberatoria solo se
determina frente a la imposibilidad de la prestación. En otras palabras, el caso fortuito como
causal liberadora de la responsabilidad bancaria, debe excluirse cuando, considerada la
actividad en su concreto desenvolvimiento, el evento dañoso entra en el riesgo conexo a la
misma actividad de la empresa, incluso si él es perpetrado con una modalidad o técnica de
excepcional agresión.

Desde tal perspectiva, la entidad bancaria responde por los materiales empleados para la
construcción de las cajas de seguridad y por su aptitud para resistir incendios e
inundaciones, o incluso la humedad de la bóveda en que ellas se ubiquen.20

19
CNCom. Sala A, 15/11/2000, "Fridman, Jacobo c. Banco Mercantil Argentino S.A. s/ ordinario"; íd. Sala
B, 26/03/1993, "Sucarrat, Gustavo c. Banco de Galicia y Buenos Aires S.A. s/ ordinario"; íd. Sala B,
15/05/2001, "Unger, Leonardo y otro c. Banco Mercantil Argentino S.A. s/ ordinario"; íd. Sala C, 25/08/1997,
"Rodo, Jorge c. Banco Galicia y Buenos Aires S.A. s/ ordinario"; íd. Sala C, 23/03/1998, "Simao de Busico c.
Banco Mercantil Argentino"; íd. Sala C, 06/08/2002, "Grinberg de Ekboir, Julia y otros c. Banco Mercantil
Argentino S.A. s/ ordinario".
20
) ESCARRA, J., ESCARRA, E. y RAULT, J., ob. cit, t. VI, p. 833, nº 1052 y p. 835, nº 1054.La obligación
del banco no solo consiste en evitar ataques de terceros, sino también los provenientes de causas naturales;
con tal propósito, es exigible al banco extremar las condiciones de seguridad para proteger el contenido de tal
caja, de incendios, inundaciones o cualquier otro hecho de la naturaleza que previsiblemente pueda
perjudicarlo (conf. CNCom. Sala D, 27/08/2008, "Muñoz, Rolando c. Banco de la Provincia de Buenos Aires
s/ ordinario").
Del mismo modo, en razón de ser riesgos conexos a la misma actividad de la empresa, el
hurto o el robo no pueden invocarse como un casus ya que son hechos previsibles, siendo
que la finalidad del contrato de custodia de que se trata es, precisamente, proteger los
valores que se depositan en la caja contra tales eventos. Por otro lado, incluso en principio
todo robo es evitable conforme al estándar de la técnica que existe en materia de seguridad,
y por ello puede responsabilizar al banco aun cuando hubiera adoptado las medidas de
seguridad exigidas por la ley y la autoridad de control.

La responsabilidad existe, entonces, no solo en el caso de que la caja de seguridad fuera


violentada, aunque el robo se perpetre con una modalidad o técnica excepcional de
agresión como se ha dicho, sino también cuando fuese abierta sin violencia (hurto), lo que
puede ocurrir, por ejemplo, si se deja acceder a un extraño para su apertura. Es que el
acceso de un extraño a la caja de seguridad, representa una maniobra fácilmente evitable
con una mínima diligencia, vgr., mediante el llenado de los requisitos de identificación plena
y el registro de ingreso de cada persona a la bóveda. En otras palabras, que la caja de
seguridad no hubiera sido violentada no significa que no exista responsabilidad del banco.
Aun no habiendo sido violentada en el sentido de que no fue rota para abrirla, la sola
constatación de que un sujeto desconocido pudo acceder a su contenido para ilícitamente
sustraerlo o deteriorarlo, compromete la responsabilidad de la entidad bancaria.

Frente a un incumplimiento imputable del banco a su obligación de custodia en los términos


expuestos, debe responder ante el cliente tanto por el daño emergente como por el lucro
cesante, correspondiendo incluir dentro del primero el importe de las pérdidas o deterioros
experimentados por las cosas existentes en el interior de la caja en el momento de
producirse el incumplimiento.

8) El daño material resarcible y su prueba.-

Cuando los efectos ingresados a la caja de seguridad desaparecen o resultan dañados y


ello puede imputarse a la responsabilidad del banco, se presenta el problema de la prueba
del perjuicio sufrido por el cliente.

Esa prueba tiene dos vertientes. Si se trata de elementos que han desaparecido, debe
acreditarse cuál era el contenido de la caja de seguridad y su valor. En cambio, si se trata
de bienes que sólo se han deteriorado dentro de la caja de seguridad, debe acreditarse el
quantum del deterioro.

Bien se ve, son cosas distintas.


No obstante, el art. 1415 del Código Civil y Comercial prescribe que "...La prueba del
contenido de la caja de seguridad puede hacerse por cualquier medio...", sin decir a
continuación, como es obvio, que también la amplitud probatoria es admitida para acreditar
el valor de los efectos faltantes.

9) Cláusula exonerativa o limitativa de responsabilidad bancaria

El art. 1414 del Código Civil y Comercial de la Nación establece lo siguiente: "...La cláusula
que exime de responsabilidad al prestador se tiene por no escrita. Es válida la cláusula de
limitación de la responsabilidad del prestador hasta un monto máximo sólo si el usuario es
debidamente informado y el límite no importa una desnaturalización de las obligaciones del
prestador...".

Dicho con otras palabras, la norma diferencia la cláusula eximente de responsabilidad y la


limitativa de la responsabilidad contractual bancaria.

En cuanto a la primera, que tiene un alcance total, su invalidez se funda en su inmoralidad,


ya que quita seriedad al vínculo obligacional (art. 1004). También se justifica pues la
eximición total de la responsabilidad implica una renuncia anticipada del cliente usuario de
la caja de seguridad al derecho de accionar que tiene contra el banco prestador para
obtener el resarcimiento que corresponda cuando deba responder por hurto, robo,
destrucción de contenido, etc. (arts. 988, inc. "b", 1117 y 1384 del Código Civil y Comercial
de la Nación; art. 37, inc. "b", de la ley 24.140). (66)

La cláusula de exoneración total de responsabilidad no puede tenerse por escrita aunque


la hipótesis fáctica no se refiera a la desaparición o destrucción de todo lo contenido en la
caja de seguridad, sino a la de determinados efectos, toda vez que no hay razón para
distinguir.

La segunda cláusula, en cambio, que tienen un alcance parcial, no merece en principio


objeción, ya que puede reputarse lícita siempre que se observen los recaudos exigidos por
el art. 1414, o sea, que el cliente bancario (usuario) hubiera sido debidamente informado
del límite cuantitativo, y este último no represente, en sí mismo, una desnaturalización de
las obligaciones del banco prestador.

En general, la validez de las cláusulas contractuales limitativas de responsabilidad tiene


fundamento en el principio de la autonomía de la voluntad, es decir, en la libertad contractual
en cuanto poder de configurar el contenido del contrato y ello, desde luego, tiene cabida en
la actividad bancaria no solo cuando se trata del contrato de caja de seguridad, sino también
21
con relación a otros contratos bancarios como lo enseña Manuel García Amigo. Pero
particularmente, en el contrato de servicio de caja de seguridad, la justificación de que se
permita al banco predisponer una cláusula limitativa de su responsabilidad hasta un
quantum determinado, se encuentra en la necesidad de no exponer al banco a un deber
resarcitorio desmesurado en función del alto valor que podrían tener los efectos guardados
en la caja de seguridad en caso de desaparición o destrucción. Ha de tenerse presente, en
tal sentido, que una característica funcional del contrato consiste en que el banco no recibe
materialmente los objetos del cliente, sino que es el propio cliente quien los introduce y los
retira por sí mismo o por persona autorizada, sin control alguno por parte del banco acerca
de qué es introducido y qué es retirado. En esas condiciones, el banco desconoce qué es
lo que se guarda y cuál es su valor. Y puesto que no se trata de depósito con valor
declarado, lícito resulta que el banco pueda predisponer cláusulas que limiten
cuantitativamente su responsabilidad para precaverse contra indemnizaciones excesivas.

Ahora bien, como lo dispone el art. 1414, el quantum de la limitación de la responsabilidad


debe ser informado al cliente o usuario. Es esencial que así sea. Ello por cuanto solamente
quien habrá de utilizar la caja de seguridad sabe qué alojará en ella y cuál es, siquiera
estimativamente, el valor de lo guardado; y en función de ese conocimiento, podrá juzgar
si el quantum del límite resulta adecuado o no a su interés. De tal suerte, si el cliente ha
sido correctamente informado acerca del límite cuantitativo de la responsabilidad bancaria
y lo acepta, corresponde presumir que resultó adecuado a su interés, no pudiendo
posteriormente impugnarlo aduciendo ser reducido con relación al valor de los efectos
guardados, pues frente a un límite de responsabilidad que no cubría su interés, la actitud
esperable del cliente es abstenerse de introducir en la caja efectos de valor superior, y si lo
hace el riesgo es suyo.

La prueba de que el cliente ha sido informado del límite cuantitativo de que se trate y lo ha
aceptado, corresponde al banco predisponente. Si no se acredita la debida información al
cliente y su aceptación, o si la información suministrada no fue clara y precisa, resultó
oscura o ambivalente, de dificultosa interpretación por parte de un usuario normalmente
atento, o sujeta su comprensión a documentos que no se entregaron al cliente, no podrá al
banco invocar la limitación de su responsabilidad, debiéndose tener por no escrita la
cláusula respectiva (arts. 985, 1100, 1117, 1379 y 1384 del Código Civil y Comercial de la

21
GARCÍA AMIGO, Manuel, "Cláusulas limitativas de la responsabilidad contractual", Tecnos, Madrid,
1965, ps. 131/132, nº 18, y espec. p. 214 y ss., n° 30.
Nación). Ello ocurriría, por ejemplo, cuando en sustitución de la cláusula autorizada por el
art. 1414 se predispone otra por la cual se obliga al cliente a no introducir en la caja de
seguridad efectos que superen un valor determinado, ya que lo querido por la ley no es una
cláusula que delimite el objeto del contrato, sino una que expresamente limite la
responsabilidad del banco desde el punto de vista cuantitativo así entendiéndolo el usuario
al contratar.

Otro requisito atinente a la validez de la limitación de la responsabilidad por razón del


quantum está dado, según el art. 1414, por el hecho de que el límite cuantitativo fijado no
represente una desnaturalización de las obligaciones del prestador (art. 988, inc. "a", 1117
y 1384 del Código Civil y Comercial de la Nación; art. 37, inc. "a", de la ley 24.240). Este
requisito viene impuesto porque, si bien es válido establecer una limitación cuantitativa de
la responsabilidad del banco, no es lícito que lo sea al punto de excluir totalmente su
garantía patrimonial frene al cliente, o limitarla a una cantidad irrisoria en relación a los
posibles daños derivados de la desaparición o destrucción de los efectos guardados en la
caja de seguridad. Pero asegurado suficientemente el id quod interest probable del cliente,
nada se opone a que la responsabilidad bancaria se haga efectiva hasta un determinado
límite en tanto, se insiste, ese límite hubiera sido debidamente informado y aceptado.

La limitación admitida es "hasta un monto máximo", por lo cual quedan erradicas las
cláusulas limitativas de responsabilidad que se vinculen, por ejemplo, a un porcentaje de
los daños sufridos.

Nada impide, ciertamente, que el banco y el cliente, mediante cláusula particular (art. 986),
pacten límites de responsabilidad cuantitativos específicos.

Ahora bien, la determinación de si una cláusula limitativa de responsabilidad por razón del
quantum puede operar, en un caso concreto, efectivamente a favor del banco, no es
cuestión que pueda decidirse sin tener en cuenta que la suya es una actividad profesional,
basada en la confianza y que, frente al incumplimiento, su culpa debe presumirse por estar
en juego, como se dijo más arriba, una obligación de resultado.

Bajo tal perspectiva, la limitación cuantitativa de la responsabilidad no ha de funcionar,


aunque esté prevista en una cláusula válida, si el incumplimiento imputable al banco está
teñido de culpa grave o dolo suyo.
Lo primero ocurriría, por ejemplo, por el hecho de habilitar el acceso a la caja a una persona
que no es el cliente ni persona autorizada por él. En tal caso, el banco no puede limitar su
responsabilidad, pues hay una clara culpa grave suya.

Esta posibilidad de limitar la responsabilidad es inconsistente con lo dispuesto en los arts.


988, 1117 y cc. NCC., aún cuando hayan sido informadas al consumidor, pues tratándose
de contratos sujetos a condiciones generales de contratación, y por ende de contenido
predispuesto por el prestador, la posibilidad de modificar la cláusula es inexistente.

Es por ello que, tratándose en general de un contrato de consumo, la cláusula de limitación


de responsabilidad debe ser declarada como no escrita, aún cuando esté informada, pues
en cualquier supuesto desnaturaliza las obligaciones emergentes del contrato y restringen
indebidamente los derechos del consumidor o cliente, conculcándose así no solo normas
de defensa del consumidor, sino el Derecho a la reparación integral, el cual tiene raigambre
constitucional en el art. 17 de la CN, conforme lo ha sostenido pacífica jurisprudencia. Por
otro lado hay dos circunstancias fácticas que deben ser consideradas al momento de tratar
este tema: 1) Tal como se señaló anteriormente, el negocio de las cajas de seguridad
genera importantes beneficios a las entidades financieras, representando este servicio el
11,1% de la ganancias de los bancos, por lo que desde este punto de vista no existen
motivos para otorgar a los prestadores un privilegio que implica la limitación de
responsabilidad, 2) En caso de robo o hurto del contenido de la caja es dificultoso para el
cliente acreditar tanto el contenido existente en la caja, cuanto la cuantificación del mismo,
razón por la cual si además se aceptase la limitación de responsabilidad, el cliente se vería
aún más perjudicado, no colmando para nada sus expectativas (art. 1413 del NCC),
respecto de mantener incólumes los objetos introducidos en la caja de seguridad.

10) Prueba del contenido de la caja.-

El art. 1415 establece que la prueba del contenido de la caja de seguridad puede hacerse
por cualquier medio.

En materia de prueba por el robo de cajas de seguridad, la doctrina ha dicho que teniendo
en cuenta la modalidad con que se desenvuelve este contrato, la prueba directa de la
existencia de los objetos en la misma es prácticamente imposible o muy dificultosa.22

22
RIVERA, Julio C.; MEDINA, Graciela, "Responsabilidad del banco nacida del contrato de caja de
seguridad", Rev. de Derecho Privado y Comunitario, n° 18, p. 55. En el tema que nos ocupa, prueba del
contenido de la caja de seguridad, se ha decido conforme a las presunciones, las que constituyen un medio de
convicción consistente en recoger o interpretar una serie de hechos, hitos, circunstancias o indicios que
Por su parte, queda a cargo del cliente damnificado probar la existencia de los valores
depositados que hayan sido guardados en el cofre.

Por ello se ha dicho que cabe aceptar cualquier medio de prueba y la particular eficacia que
adquiere en estos casos la prueba por presunciones (art. 163 inc. 5° del C.P.C.C.)

Teniendo en cuenta tales antecedentes, el nuevo texto incorpora la solución adoptada por
la jurisprudencia y doctrina.

Sin perjuicio del reclamo del valor del contenido de la caja de seguridad, el damnificado se
encuentra legitimado para reclamar otros daños, como ser el moral 23.-

III.- VALORACIÓN FINAL.-

Podemos concluir luego del análisis antes realizado que, la incorporación del contrato de
caja de seguridad en el NCC, fue muy positivo, en razon de que lo coloca, como un nuevo
contrato típico, con características particulares. Su inclusión como especie de "contrato
bancario" responde a la práctica actual en nuestro país. Sin embargo, ello no es
imprescindible que así sea, pues el prestador del servicio puede o no en teoría ser una
institución financiera. En lo demás, la regulación recoge en general las enseñanzas de la
doctrina y jurisprudencia existente en la materia, la que fundamentalmente se desarrolló en
temas de responsabilidad de los bancos en caso de robo o hurto del contenido de cajas de
seguridad. Una sorpresa y novedad constituye la posibilidad, bajo ciertas condiciones de
limitar la responsabilidad del prestador del servicio de caja de seguridad. Tal privilegio es
inconsistente con disposiciones del NCC respecto de considerar no escritas las cláusulas

aisladamente carecen de un sentido final, pero unidos por simientes lógicas permiten llegar a determinadas
conclusiones por la fuerza de la convicción (CNCom., sala F, "S. T. M. I. y otro c. Banco Itau Buen Ayre S.A.
s/ordinario", 14/2/2013, DJ 21/08/2013, anotado por Aníbal Filippini, Vectores para razonar en materia de cajas
de seguridad, DJ 21/08/2013; CNCom., sala C, "Simao de Bosico, Elena M. c. Banco Mercantil Argentino S.A.
s/ordinario", 23/3/98, LL, 1999-D, 721; ídem, sala B, 1996/08/14, "Maquieira, Néstor y otro c. Banco Quilmes",
LL, 1997-E, 1007; Bustamante Alsina, Jorge, Responsabilidad de los bancos en la prestación del servicio de
caja de seguridad, LL, 1997-B, 79; Zingman de Domínguez, Nydia, Contrato de caja de seguridad bancaria, LL
2006-A, 1076; Moeremans, Daniel E., Contrato de caja seguridad, LL 2011-A).
23
Sobre el tema, la jurisprudencia tiene decidido que "Es procedente el reclamo de indemnización del daño
moral sufrido como consecuencia del robo de una caja de seguridad contratada en un banco, pues se trata de
un hecho por sí mismo capaz de generar una alteración emocional" (CNCom., sala B, "Quisquisola, Roberto
H. y otro c. Banco Mercantil Argentino S.A.", 4/10/1996, cit., LL 1997-B-80; ídem, íd., "Alurralde, Carolina
Inés y otros c. HSBC Bank Argentina S.A.", 13/9/2010, JA 2011-I, 50, AR/JUR/92138/2010; íd., sala C,
"García, Nora Edith S.A. c. Banco de Galicia y Buenos Aires" 14/07/2008, RCyS 2009-I, 53,
AR/JUR/9294/2008; Juan Manuel Prevot, Daño moral por la apertura indebida de cajas de seguridad, LL
2009-D, 303; Daniel Moeremans, Contrato de caja de seguridad: Prueba del Contenido, LL 2005-E, 232;
CNCom., sala D, "Barmaymon, Raúl Norberto y otros c. Banco Itaú Buen Ayre S.A.", 16/3/2009 , LL
30/6/2009, 6 con nota de Juan Manuel Prevot).
que desnaturalizan las obligaciones del predisponente y las que limitan o restringen los
derechos del adherente. El derecho restringido en este caso es el tener, en caso de daños,
una reparación integral del mismo. Es por este motivo y por las cuestiones fácticas
mencionadas más arriba, podemos considerar que esta cláusula debe ser tenida por no
escrita.

El nuevo Código unificado introduce novedosos cambios que a nuestro criterio significan un
avance significativo en materia de contratos bancarios.

Así, a diferencia de los proyectos anteriores, establece principios generales de protección


al consumidor financiero y de transparencia en las condiciones contractuales, acorde con
los antecedentes previstos en la ley 24.240 y disposiciones relativas al contrato de consumo
(arts. 1092 y ss. CCyC).

Incorpora al texto lo aceptado por la jurisprudencia y la doctrina respecto a que la prueba


del contenido de la caja de seguridad puede hacerse por cualquier medio.

Así también innova estableciendo que finalizado el servicio de caja de seguridad, previa
intimación, el prestador podrá proceder a su apertura forzada de la caja, pudiendo cobrar
el precio impago de los fondos hallados en la caja, mediante venta judicial.

En definitiva, el esfuerzo realizado por los Juristas para incluir el servicio de caja de
seguridad en el nuevo Código Civil Y comercial, es muy valioso en cuanto brinda contenido
a un fenómenos que se evidenciaba hace años, que no encontraba asidero legal, rigiéndose
exclusivamente por lo que las partes pactaban y por aplicación analógica de figuras
análogas.-

Lo importante es que se ha trascendido el mero acuerdo de partes y se le ha dado la


importancia que merece, conforme la protección que debe dársele hoy en día al
consumidor, a la finalidad contractual y a las intenciones de las partes que forman parte del
negocio.-

Lo bueno de la incorporación de este contrato, es la delimitación de la obligación que asume


la entidad financiera y la incorporación de la regla que, dispone la nulidad de las clausulas
de exoneración de responsabilidad, para mayor protección del usuario del servicio, que se
considera la parte más débil de esta relación contractual.-

Lo criticable es haber aceptado como validas las clausulas limitativas de responsabilidad,


ya que en vez de otorgar a las partes certeza sobre la indemnización prevista, se deja al
arbitrio de los Magistrados la determinación de su eficacia siempre que no desnaturalicen
la obligación del prestador. Esto en definitiva, atenta contra la responsabilidad de los bancos
y la protección de los clientes, lo cual podría llevar a concluir que pese a la poca vigencia
que lleva en el nuevo plexo normativo, podrá ser fácilmente tachada de inconstitucional.-

IV.-BIBLIOGRAFIA.-

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Pizarro, Ramón Daniel, ¿Réquiem para la obligación de seguridad en el Código Civil y


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Schvartz, Liliana. Daños en un parque de diversiones. Cámara Nacional de Apelaciones
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S.A. y Otro s/ daños y perjuicios, LA LEY 18/12/2015, 18/12/2015, 4- Cita Online
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Rinessi, Antonio J.- La falta de regulación del deber de seguridad en el Código Civil y
Comercial, Publicado en: LA LEY 10/12/2014 , 1 • LA LEY 2014-F , 1249- Cita Online:
AR/DOC/3936/2014.-

Nombre y Apellido: Maria Florencia Martinez Azar

D.N.I N°: 34.443.692

Año: 2016

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