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LA PERSPECTIVA DE GÉNERO

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Autora: María Lacalle Noriega

ÍNDICE:

1. Introducción

2. Qué es el "género"

3. De la perspectiva de género a la ideología de género

4. De dónde surge la ideología de género

5. Postulados básicos

6. Reflexiones críticas

7. Conclusión

Notas

Bibliografía

1. Introducción

¿Hombres y mujeres son iguales? ¿Son diferentes? Para muchos de nosotros las
respuestas a estas preguntas son sencillas pues tenemos una clara conciencia
de nuestra igual dignidad así como de nuestra identidad masculina o femenina.
Sin embargo, se está extendiendo una corriente de pensamiento que pretende
negar las diferencias, que defiende la igualdad absoluta entre hombre y mujer
y considera que todo lo que implique diferencia significa desigualdad, y
desigualdad significa discriminación y opresión. Se trata de la ideología de
género.

2. ¿Qué es el "género"?

Lo primero que hay que señalar es que los términos sexo y género significan
cosas diferentes y no siempre se utilizan en el mismo sentido, por lo que no
resulta fácil definirlos. De hecho, han sufrido una evolución profunda desde que
se comenzó a utilizar esta distinción hasta la actualidad.

El término género procede del campo de la lingüística y designa una propiedad


de algunos términos gramaticales. Así, en español, como en otros idiomas, los
sustantivos, pronombres, adjetivos y algunas formas verbales pueden tener
tres géneros: masculino, femenino y neutro. En los años cincuenta comenzó a
utilizarse en el ámbito anglosajón para referirse a los dos sexos: masculino y
femenino, de tal manera que en aquel entonces los términos gender y sex se
consideraban sinónimos.

A partir de los años sesenta se empezó a utilizar en ámbitos psiquiátricos con


relación a pacientes transexuales para explicar cómo algunas personas
estaban supuestamente atrapadas en el cuerpo equivocado. Se distinguía
entre la dimensión biológica – el sexo – y la dimensión psíquica – el género –
del sujeto[1].Pronto el movimiento feminista se apropió de esta terminología
pues resultaba muy útil para superar el determinismo biológico[2] y demostrar
que muchas de las diferencias entre hombres y mujeres eran causadas por la
sociedad y, por tanto, susceptibles de cambio[3].

Desde entonces el término "género" se ha ido introduciendo gradualmente en


todos los ámbitos y ha sido aceptado acríticamente pasando a formar parte del
vocabulario políticamente correcto, a pesar de que plantea muchos
interrogantes y de que no se acaba de definir con claridad. Es un término
omnipresente en las agendas internacionales y es defendido por el movimiento
feminista con la aparente pretensión de favorecer a la mujer y de lograr
políticas legislativas y sociales que permitan superar la injusticia histórica y la
desigualdad jurídica a la que ha estado desde siempre sometida. Desde la
conferencia de Pekín los debates sobre el género son perennes en Naciones
Unidas. Pero lo cierto es que el término se suele utilizar de manera
deliberadamente ambigua.

En el ámbito internacional del Derecho de los Tratados, la única definición de


"género" que obliga a los Estados partes es la contenida en el Estatuto de
Roma del Tribunal Penal Internacional, que, en su artículo 7.3 establece: "A los
efectos del presente Estatuto se entenderá que el término "género" se refiere a
los dos sexos, masculino y femenino, en el contexto de la sociedad. El término
"género" no tendrá más acepción que la que antecede"[4]. Sin embargo, de
hecho, y a partir de la Conferencia de Pekín (1995) se ha ido imponiendo el
término "género" con el significado de constructo social, como las relaciones
entre mujeres y hombres basadas en roles definidos socialmente que se
asignan a uno u otro sexo.

Esta es la significación preponderante en la actualidad: se distingue entre lo


que es dado por la naturaleza biológica, a lo que se le denomina "sexo", de las
construcciones culturales hechas según los roles o estereotipos que cada
sociedad asigna a los sexos, a las que se denomina "género"[5]. Aunque, como
veremos, hay quien sostiene que el sexo es también construido[6].

El Consejo de Europa ha aprobado un convenio en el que se define el término


"género" como "los roles socialmente construidos" y se desliga de la
biología[7]. Por tanto, el término "género" ya no es sinónimo de "sexo", sino
que se refiere a la identidad construida de la persona, desligándola de la
dimensión natural. Encierra, como veremos, una nueva concepción de la
persona.

3. De la perspectiva de género a la ideología de género


Es un hecho cierto que las mujeres no han gozado de plenos derechos a lo
largo de la historia, y que su posición social, jurídica y política no ha sido igual
a la del hombre. Y son dignos de elogio todos los esfuerzos encaminados a
lograr una sociedad más justa para las mujeres. Esto es lo que, en principio,
parece que se buscaba a través de la llamada "perspectiva de género",que se
impuso de manera aplastante en la Conferencia de Pekín y en virtud de la cual
los distintos países se comprometían a integrar en sus ordenamientos políticas
de igualdad a nivel transversal. Es lo que se ha dado en llamar mainstreaming,
que consiste en que los gobiernos no concentren las políticas de igualdad
únicamente en un ministerio o área de la mujer sino que las incluyan en todos
los programas y medidas legislativas, y en introducir sistemas de análisis ex
ante y ex post de la repercusión de cada medida en el género.

Sin embargo, ya en las reuniones preparatorias de dicha Conferencia se pudo


apreciar la carga ideológica que desde algunas asociaciones y ONGs se
imponía en el término "género". Se podría decir que, en realidad, la perspectiva
de género consiste no tanto en luchar contra la discriminación por razón de
sexo, sino en verlo todo como una lucha de poder entre hombre y mujer, como
si la causa de todos los problemas sociales estuviera en la diferencia sexual[8].
Por eso se dijo que todas las medidas políticas y legislativas debían buscar el
"empoderamiento" (empowerment) de la mujer como paso necesario para
superar el estado de opresión de género, para que la mujer sea capaz de
enfrentarse al hombre y para que alcance su autonomía.

En el ámbito del Derecho Internacional se propone una reelaboración de la


Declaración Universal de Derechos Humanos introduciendo "nuevos derechos"
y reinterpretando los que ya existen. En este sentido hay que mencionar los
llamados "Principios de Yogyakarta", que fueron adoptados en una reunión de
especialistas en legislación internacional celebrada en la ciudad de Yogyakarta,
Indonesia, en noviembre de 2006. En este documento se proponen una serie
de principios sobre la aplicación de la legislación internacional de derechos
humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género.

Los principios de Yogyakarta no han sido oficialmente aceptados por la ONU,


pero el Informe de la Secretaría General sobre la Implementación de los
Resultados de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer de Naciones Unidas
aconseja que los Derechos Humanos sean interpretados a través de la
perspectiva de género. Y lo mismo hace la Asamblea General: "La perspectiva
de género es indispensable para elaborar la nueva cultura de los derechos
humanos" (Resolución 50/203).
Es cierto que desde la perspectiva de género se incluyen algunas propuestas
acertadas. Todo lo que redunde en una mejora de la situación social,
económica y jurídica de la mujer es digno de elogio y apoyo. Pero también se
incluyen planteamientos discutibles e iniciativas que atentan contra el
auténtico desarrollo de la mujer y de la sociedad en general. De hecho, parece
necesario distinguir entre la "perspectiva de género", en la que muchas
personas de buena fe confían para promocionar la igualdad jurídica entre
hombre y mujer, y la "ideología de género" que busca la igualdad total y la
"deconstrucción" de la sociedad. Para los partidarios de la ideología de género
todo lo que implique diferencia significa desigualdad, y desigualdad significa
discriminación y opresión. Además, consideran que toda diferencia entre el
hombre y la mujer es construcción social, arbitraria e injusta, y, por
consiguiente, tiene que ser cambiada. Por eso su objetivo es acabar con todas
las instituciones que, a su juicio, fomentan la diferencia, especialmente todo lo
relativo a la sexualidad, el matrimonio y la familia.

Detrás de la ideología de género subyace toda una concepción de la persona y


de la sociedad. Por eso se puede decir que no es una "teoría" ni una simple
medida de política legislativa, sino toda una ideología: una cosmovisión que
pretende "deconstruir" la sociedad para dar cabida a su concepción
antropológica.

4. De dónde surge la ideología de género

La ideología de género se defiende y promueve principalmente en el seno del


feminismo radical, que surge en la segunda mitad del siglo XX y cuyos
objetivos van mucho más allá de la reivindicación de la igualdad jurídica entre
hombres y mujeres, propia del primer feminismo.

A lo largo de toda la historia ha habido mujeres que han luchado por sus
derechos, pero se puede comenzar a hablar de "feminismo" a partir del siglo
XIX[9]. El feminismo del siglo XIX y principios del siglo XX concentró su lucha
en la erradicación de las desigualdades jurídicas, principalmente en el
reconocimiento para la mujer del derecho al voto pero también en la
reivindicación de reformas en la educación superior, en la legislación laboral y
sanitaria. Este es el llamado "primer feminismo" o "first wave feminism".

A partir de los años sesenta se impuso en el seno del feminismo una corriente
revolucionaria y radical, claramente influida por el informe Kinsey, elaborado
en los años cuarenta,por la revolución sexual de los años sesenta y por
corrientes de pensamiento neo-marxistas. Entre los autores que más influyeron
en el feminismo radical podemos citar a Derrida, Foucault, Sigmund Freud,
Wilhelm Reich, Karl Marx, Frederick Engels y Simone de Beauvoir.

En esos años se aceptan y se extienden los anticonceptivos, que permitieron


separar, por un medio técnico, la sexualidad del peso de la fecundidad,
quedando ésta al arbitrio autónomo de la pareja. A continuación se desvinculó
la sexualidad del matrimonio y de todo compromiso, y, poco a poco, se fue
desvinculando incluso del amor.

Todo esto fue provocando una pérdida del sentido y la intencionalidad del acto
sexual con lo que todos los tipos de sexualidad se pusieron al mismo nivel. El
proceso fue el siguiente: si la sexualidad está desvinculada del compromiso
matrimonial y de la procreación, si el único objetivo de las relaciones sexuales
es la obtención de placer, entonces cualquier relación sexual, con cualquiera y
de cualquier manera, es aceptable. El placer se convirtió en la norma y la regla
de moralidad.

Así, lo sexual quedó reducido, para muchos, a una simple función biológica que
proporciona placer. Un mecanismo anónimo y despersonalizado. Pura zoología.
Por eso, no es de extrañar que en todo este proceso tuviera una enorme
influencia la obra de un zoólogo norteamericano – Alfred C. Kinsey – quien en
1948 publicó un tratado titulado Sexual Behavior in The Human Male, y en
1953 otro titulado Sexual Behavior in The Human Female. Estos dos libros
sirvieron de base para la revolución sexual y para la educación sexual que se
imparte todavía hoy en las escuelas de Estados Unidos y de gran parte del
mundo. La tesis de Kinsey colocó todas las identidades y orientaciones
sexuales al mismo nivel moral, social y antropológico, y la sexualidad pasó a
considerarse como configuración personal realizada según la propia voluntad y
completamente desligada de cualquier límite. En consecuencia, comenzó a
exigirse una "neutralidad" por parte de la sociedad para acoger cualquier
identidad de género y orientación sexual. Y todas estas cuestiones se
plantearon desde la igualdad y la tolerancia, y con base en un discurso
"buenista" de extensión de derechos y no discriminación, con lo cual logró una
gran aceptación en círculos políticos[10].

En 1949 se publicó el libro de Simone de Beauvoir Le deuxième sexe, que tuvo


una influencia decisiva en la ideología de género. En él sostenía que las
hembras se hacen mujeres a través de un proceso mediante el cual adquieren
rasgos femeninos y aprenden un comportamiento femenino que incluye el
sometimiento a los hombres. Al otro lado del Atlántico, Betty Friedan publicaba
en 1963 The Feminine Mystique, obra en la que parte de la convicción de que
el "espíritu femenino" que las mujeres eran obligadas a adoptar suponía un
grave obstáculo para su propio desarrollo y felicidad personal.

Por otra parte, en el seno del feminismo, a partir de los años sesenta se
impone una corriente radical, neo-marxista, que interpreta la historia en clave
de lucha, no de clases, sino de sexos. Entienden la historia como una
larguísima sucesión de oprobios e injusticias cuyo sujeto activo siempre ha sido
el hombre y el sujeto pasivo la mujer. Afirman que la mujer ha sido explotada
por el hombre a lo largo de la historia mediante la imposición de roles y
estereotipos sociales injustos y arbitrarios que la han mantenido apartada de la
vida pública, privada de derechos y recluida en el ámbito familiar[11].Para
superar esta injusticia histórica pretenden instaurar una sociedad en la que
todos los individuos sean iguales, una sociedad sin diferencias entre los sexos
en la que cada uno, independientemente de las características biológicas con
las que nazca, escoja su propia identidad de género y su propia orientación
sexual.

También contribuyó mucho a la difusión de la teoría de género el Dr. Money,


quien sostenía que la identidad de género de una persona dependía de cómo
había sido educado cada uno y que podía ser diversa del sexo biológico[12]. En
la década de los setenta el tal Money presentó una prueba que parecía
irrefutable. Se trataba del caso de un gemelo monocigótico cuyo pene había
sido seccionado al hacerle la circuncisión. El Dr. Money aconsejó a los padres
que le extirparan los órganos sexuales y le educaran como si fuera una niña.
En su libro Man and Woman, Boy and Girl, Money explicó que todo había sido
un éxito y que el niño se había adaptado perfectamente al género femenino, lo
cual parecía resolver definitivamente la cuestión "naturaleza frente a
educación" en favor de la educación[13].
A pesar de que años más tarde se descubrió que el "experimento" de Money
había sido un completo fracaso que había conducido al suicidio a los dos
gemelos Reimar[14], en aquel entonces sus teorías fueron un potente acicate
para consolidar la distinción entre sexo y género, entendiendo el sexo como lo
biológicamente dado y el género como lo cultural y socialmente construido.

Sin embargo, el feminismo de género ha ido evolucionando y ha dado un paso


más, hasta el punto que cada vez son mayores las críticas a la distinción
misma entre sexo y género. Así por ejemplo, Judith Butler sostiene que la
distinción entre el sexo biológico y el género construido socialmente es
ininteligible. Para ella, ambos son construidos socialmente. Defiende que sexo
y género es lo mismo, es decir, que el sexo es una construcción social y que el
sexo es género. No niega, evidentemente, que los cuerpos sexuados existen,
sino que sostiene que nuestra comprensión de su existencia está condicionada
socialmente, y nuestra manera de entender el género influye en cómo
entendemos el sexo, de tal forma que la sexualidad no existe fuera de su
significación social y el sexo es socialmente construido como el género[15].

El concepto clave en el pensamiento de Butler es el de "performatividad": el


género no es una identidad estable de la cual se siguen los actos, sino que es
instituido a través de una serie de repeticiones de actos habituales. Es decir, el
género no es algo que uno es, es algo que uno hace; es más una secuencia de
actos que una forma de ser. El género de cada uno depende de lo que hace.
Por eso, si prescindiéramos de la heterosexualidad que fuerza a la gente a
adoptar ciertos comportamientos no habría géneros en absoluto. Cada cual se
comportaría como quisiera, de manera incondicionada, y construiría su propio
género.

Se puede decir que el third wave feminism abandona la distinción entre sexo y
género, no sólo porque no hay acuerdo entre las distintas propuestas sobre la
construcción del género[16], sino porque se considera que el género no es
uniforme y que no se puede describir un género femenino y un género
masculino sin tener en cuenta las diferencias por razones de raza, clase,
culturales, etc. Por tanto, asume el reto de transformar las definiciones
"esencialistas" del feminismo de la segunda ola, que con frecuencia partían de
la existencia de una identidad femenina universal que se identificaba con la
experiencia de las mujeres norteamericanas de clase media. Una interpretación
postestructural del género y la sexualidad es central para este feminismo de la
tercera ola, que con frecuencia incorpora elementos de la teoría queer[17].

5. Postulados básicos de la ideología de género

Ciertamente, el desarrollo conceptual de la ideología de género no ha sido tan


llamativo como su influencia política, y resulta difícil encontrar documentos en
los que expliquen con rigor sus postulados básicos. El psicólogo Steven
Pinker[18] considera que los tres pilares del feminismo de género son los
siguientes: las diferencias entre hombres y mujeres no tienen nada que ver con
la biología, sino que son construidas socialmente; los seres humanos poseen un
único motivo o poder social, y la vida social sólo puede ser comprendida desde
la manera en que es ejercitada; y las relaciones humanas han sido fruto de la
dominación del género masculino sobre el femenino.

Podemos decir que la premisa básica de la ideología de género es la convicción


de que la mujer ha estado oprimida y explotada por el hombre a lo largo de
toda la historia. Ya en 1730, en su obra Some Reflections on Marriage, Mary
Astell se preguntaba por qué si todos los hombres nacen libres, todas las
mujeres nacen esclavas. Y esta convicción es la que ha conducido a defender
la desaparición de la diferencia sexual y de género como solución.

Se parte de una comprensión del género como la división sexual impuesta por
la sociedad, como el resultado opresivo de la tiranía social que establece cómo
se deben comportar hombres y mujeres. Las mujeres son oprimidas como
mujeres obligándolas a ser mujeres. Pero, como el género es una invención
social, es susceptible de cambio mediante las políticas legislativas y sociales
adecuadas, que podrían terminar con la subordinación de la mujer. La meta del
feminismo debería ser la creación de una sociedad sin género en la que la
anatomía sexual de cada uno fuera irrelevante en cuanto a la determinación de
su propia identidad[19].

La eliminación de la diferencia sexual exige inmediatamente la propuesta de


una nueva antropología, y dicha propuesta consiste en separar en la persona
su dimensión corporal de su dimensión psicológica y espiritual, y considerar
que la persona es completamente autónoma y la libertad una fuerza ilimitada:
cada uno es dueño absoluto de su vida y puede, por tanto, "construirse" y
orientar su existencia como desee, sin tener en cuenta para nada el hecho
objetivo de su naturaleza masculina o femenina. Es una negación rotunda de la
naturaleza humana[20].

En consecuencia, la ideología de género rechaza que existan diferencias


naturales entre hombre y mujer y defiende la diversidad. Cada uno puede
elegir su propia identidad y orientación sexual: todo es diverso y relativo, el
hombre y la mujer se crean a sí mismos sin ninguna referencia a su naturaleza
sexuada. De manera que no existen dos sexos, sino múltiples géneros y
orientaciones sexuales. La humanidad, dicen, no está dividida en hombres y
mujeres, sino en heterosexuales, homosexuales, lesbianas, bisexuales y
transexuales[21]. Incluso se han llegado a identificar más de veinte géneros
diferentes[22].

Para lograr esa sociedad igualitaria y sin distinciones de sexo hay que
"deconstruir" la sociedad, principalmente el matrimonio y la familia, que son
aquellas instituciones en las que se vive la diferencia sexual de manera más
clara y natural[23]. Y para que la mujer pueda "liberarse" por completo debe
ser capaz de controlar totalmente su fecundidad, de ahí la importancia de los
llamados "derechos sexuales y reproductivos" cuyo centro es el acceso libre y
gratuito al aborto.

Una de las principales autoras en el desarrollo inicial del feminismo radical –


Shulamith Firestone – proponía una serie de cambios sociales necesarios para
acabar con la sociedad patriarcal, entre los que se incluía la abolición de la
familia nuclear, como podemos ver en el siguiente texto:

"Al igual que para asegurar la eliminación de las clases sociales se requiere la
rebelión del proletariado y el control de los medios de producción, para
eliminar las clases de sexo se requiere la rebelión de las mujeres y el control de
la reproducción: no sólo la restitución del control completo de su propio cuerpo
a las mujeres, sino también su control de la fertilidad y de las instituciones
sociales de educación de los niños. Y así como la meta final de la revolución
socialista no era sólo la eliminación de los privilegios de clase sino la propia
eliminación de las clases en sí mismas, así la meta de la revolución feminista
tiene que ser, a diferencia de lo que perseguía el primer feminismo, no sólo la
eliminación de los privilegios masculinos sino la eliminación de la
diferenciación sexual en sí misma: las diferencias genitales entre los seres
humanos no tendrían importancia cultural"[24].

Por tanto, podemos concluir que los postulados básicos de la ideología de


género son la concepción de la historia como una lucha permanente entre el
hombre y la mujer en la que la mujer ha estado siempre sometida, debido,
principalmente, a la maternidad; una propuesta de una nueva antropología que
elimine las diferencias de género y libere a la mujer del peso de la maternidad
y la "deconstrucción" de la sociedad para dar cabida a esta nueva concepción
de la persona y permitir que cada uno se construya a sí mismo a su libre
albedrío y sin ningún condicionamiento.

6. Reflexión crítica

La verdad es que la mujer ha vivido, prácticamente siempre y en casi todas las


culturas y civilizaciones, sometida al hombre y en una posición jurídica inferior.
Pero si queremos ser honestos es preciso reconocer que la desigualdad jurídica,
la explotación y el sometimiento, son realidades que también han sufrido los
hombres a lo largo de la historia. La segunda parte de la frase de Mary Astell
ha sido, en líneas generales, verdadera, pero la primera parte no. No todos los
hombres nacían libres. Ni mucho menos. Interpretar la historia de la humanidad
como una mera sucesión de oprobios e injusticias cuyo sujeto activo ha sido
siempre el hombre y el sujeto pasivo la mujer es una simpleza. Y conviene
superar esa obsesión y ese victimismo, que es la piedra angular sobre la que
las feministas de género construyen su ideología, pues produce mucho rencor y
mucha agresividad malsana.

Además, es un error interpretar las épocas pasadas con las categorías de la


época actual. En la actualidad la maternidad no es tenida en mucha estima, y
por eso el papel de madre y esposa que la mujer ha desempeñado a lo largo de
la historia se considera ahora despreciable y carente de todo interés. Pero lo
cierto es que la mujer ha ejercido un papel muy importante en todos los
tiempos, aunque casi siempre de una manera oculta y silenciosa, en el ámbito
del hogar. Como decía G.K. Chesterton, "la principal diferencia entre el hombre
medio y la mujer media es sencillamente que la mujer gobierna y el hombre
no"[25]. La mujer siempre ha gobernado en el ámbito privado, y su influencia
ha sido grande también en otros ámbitos pues ha sido ella la principal
educadora y transmisora de valores. No en vano se ha llegado a decir que "la
mano que mece la cuna es la mano que gobierna el mundo".

Como hemos señalado desde el principio, el verdadero problema que plantea la


ideología de género es antropológico, afecta a la propia concepción de la
persona. Su obsesión por la igualdad total, por negar la diferencia, provoca una
terrible crisis de identidad. Hay que recuperar la conciencia de que hombres y
mujeres somos diferentes: iguales en dignidad pero diferentes por nuestra
condición masculina o femenina, y el criterio que debe regir nuestras
relaciones es el de la complementariedad. Esto es fundamental para saber
quiénes somos. Porque la pregunta antigua y siempre nueva del hombre sobre
sí mismo no se puede separar de la correcta relación entre el hombre y la
mujer[26].

Desde una antropología unitaria no se pueden aceptar los postulados de la


ideología de género. El ser humano es cuerpo y alma sustancialmente unidos, y
en la corporalidad se encuentra ineludiblemente la sexualidad. Luego el ser
humano es impensable fuera de su condición sexuada. Existe en dos
posibilidades: hombre o mujer[27], y no tiene otra posibilidad de existir.

Y la diferenciación sexual no se reduce al ámbito corpóreo sino que matiza y


modula hasta los rincones más íntimos de la persona del hombre y de la mujer.
Es una característica primaria que acompaña a la persona durante toda su
existencia y que trasciende lo puramente biológico y cualquier determinismo
instintivo afectando al núcleo mismo de la persona[28]. Por eso no decimos
que una persona "tiene" un sexo masculino o femenino, sino que decimos que
"es" hombre o mujer.

En cuanto a los llamados "estados intersexuales", que para algunos serían la


prueba de que no hay solamente dos sexos, hay que decir que se trata de
anomalías con características clínicas variadas, de alteraciones en el desarrollo
normal del sexo biológico que no tienen nada que ver con la
transexualidad[29].
La concordancia entre el sexo biológico y el mundo psíquico y afectivo de la
persona es una tarea con la que se enfrenta forzosamente todo ser humano. Ya
desde la infancia cada uno ha de confrontarse con su propio cuerpo, que le
viene dado, y debe ir desarrollando su identidad psíquica de acuerdo con su
identidad sexual. Cada persona tiene como tarea reconocerse a sí misma y
desarrollar los sentimientos y las tendencias afectivas congruentes con su
propia biología y una identidad psíquica y afectiva acorde con su identidad
sexual. Lo que nadie puede hacer de manera inocua es negar su propia
configuración natural, pues la autonegación de la propia naturaleza no conduce
nunca hacia la felicidad ni produce liberación alguna[30]. Sencillamente, es
imposible "liberarse" de uno mismo. La ruptura con la propia naturaleza es un
camino que conduce a la autodestrucción.

Pero afirmar que hombre y mujer son diferentes no equivale a discriminación,


ni mucho menos. La sexualidad humana habla a la vez de igualdad y de
diferencia. Y esta igualdad y diferencia simultánea hace que hombre y mujer
sean complementarios. La condición sexuada del ser humano no se debe
concebir como una segmentación o separación que divide a la humanidad en
dos mitades. Al contrario, la condición sexuada lejos de separar a hombres y
mujeres lo que hace es referir, relacionar, orientar los unos a los otros. La
condición sexuada introduce algo parecido a un campo magnético, de manera
que los hombres se sienten interpelados por y atraídos hacia las mujeres y
viceversa[31].

El hombre y la mujer están ordenados el uno al otro como a su plenitud[32]. El


carácter sexuado de la persona es un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse con los otros y de enriquecerse mutuamente[33]. No es
únicamente genitalidad, es comunicación, ayuda y asistencia mutua, es
complementariedad, es enriquecimiento mutuo a partir de la diferencia, es, en
definitiva, realización de la persona en cuanto persona.

Por consiguiente, el criterio que debe guiar las relaciones entre hombres y
mujeres debe ser el de la complementariedad, y no el de la competitividad; el
del enriquecimiento mutuo a partir de las diferencias, y no el de la uniformidad
empobrecedora que anula la diversidad. Sabemos que a lo largo de la historia
no siempre se ha entendido así. En el pasado se ha puesto más énfasis en la
diferencia que en la igualdad. Y casi siempre se ha interpretado la diferencia
como superioridad del hombre, olvidando que las diferencias son
complementarias y enriquecedoras. La lucha por la igualdad entre el hombre y
la mujer ha hecho grandes avances en los últimos tiempos, y constituye un
progreso inmenso en la evolución de la humanidad. El riesgo, ahora, está en
olvidar la diferencia y la complementariedad.

Debemos ser conscientes de que el hombre y la mujer deben colaborar en la


construcción del mundo. No olvidemos que el mandato del Génesis va dirigido
a los dos conjuntamente. Dios no le dijo a Eva "crece y multiplícate" y a Adán
"domina la tierra y sométela". El mandato va dirigido a los dos, de manera que
el hombre y la mujer están llamados a la común misión de formar la familia y
dominar el mundo. Ambos se complementan y se deben ayudar mutuamente
en esta doble misión, siendo plenamente conscientes de lo que cada uno
puede aportar desde su feminidad o desde su masculinidad[34].

Para que la mujer pueda compatibilizar maternidad y trabajo, además de


ayudas públicas y de la colaboración de los centros de trabajo, es
absolutamente imprescindible que el hombre descubra en qué consiste su
paternidad y se adapte a los cambios. Los padres de familia deben adoptar un
papel mucho más valioso y atractivo que el que tantas veces han jugado antes,
como meros proveedores. Los hijos necesitan el amor de su padre y de su
madre, y además, el cariño que su padre y su madre se tienen entre sí. Porque
ser padre no es lo mismo que ser madre. Sólo puede ser padre el hombre y
sólo puede ser madre la mujer[35]. Son dos modos diferentes de conocer, de
procesar información, de reaccionar. Son dos modos diferentes de amar.

La maternidad está ligada a la estructura personal de ser mujer, y la


paternidad está unida a la estructura personal de ser hombre. Por eso la
negación y el desprecio de la maternidad y la paternidad está produciendo un
desquiciamiento de la identidad femenina y masculina. Y está provocando
también graves daños en las familias[36].

Por otra parte, las estructuras sociales y laborales necesitan el "genio"


femenino para hacerlas más habitables y humanas. El "genio" de la mujer, del
que tanto y tan bellamente hablaba Juan Pablo II, consiste en una delicada
sensibilidad frente a las necesidades de los demás, en una singular capacidad
para darse cuenta de sus posibles conflictos interiores y para comprenderlos,
en tener siempre presente que las personas son más importantes que las
cosas. En definitiva, el genio femenino consiste en una especial capacidad de
amar[37]. Las mujeres, siempre que seamos lo que somos, podemos hacer más
habitable y amable la sociedad, podemos humanizarla y enriquecerla
enormemente[38].

7. Conclusión

El término "género" no es siempre una manera culta y delicada de referirse al


sexo, sino el concepto central de una ideología que niega la existencia de una
naturaleza masculina o femenina y defiende que el ser humano nace
sexualmente neutro y es absolutamente libre para elegir su identidad de
género y su orientación sexual.

En la actualidad, afortunadamente, las mujeres han alcanzado una igualdad


formal con el hombre en casi todas las sociedades occidentales, aunque la
igualdad material no es total y todavía hay mucho trabajo que realizar y mucho
terreno que conquistar. En este sentido, el término "género" puede ser útil para
distinguir entre los aspectos biológicos de la sexualidad y los factores
culturales, entre lo que es propio de la mujer o del hombre por naturaleza y lo
que es una mera construcción cultural. Pero no se puede olvidar el estatuto
ontológico del hombre y la mujer, y el hecho de que hay diferencias objetivas
entre ambos. Sólo podremos construir un mundo mejor siendo realmente lo
que somos, desde la complementariedad y la colaboración mutua en todos los
ámbitos de la vida.

NOTAS

[1] STOLLER, Robert J.: Sex and Gender: the Development of Masculinity and
Femininity. New York: ScienceHouse, 1968.
[2]En base a esta concepción, que considera que nuestro comportamiento está
prefijado genéticamente, se habían defendido cuestiones como la
inconveniencia o innecesariedad de reconocer a la mujer el derecho al voto,
pues se decía que la mujer no estaba por naturaleza interesada en esas cosas.
O la necesidad de prohibirles el acceso a determinadas profesiones debido a su
inestabilidad hormonal.

[3]Ver, porejemplo, GAYLE, Rubin: "Thinking Sex: Notes for a Radical Theory of
the Politics of Sexuality", enVANCE, Carole, S.: Pleasure and Danger: Exploring
Female Sexuality. London: Pandora, 1992, pp. 267-293; MOI, Toril: What is a
Woman.Nueva York: Oxford University Press, 2001.

[4] Disponible en
http://www.un.org/spanish/law/icc/statute/spanish/rome_statute(s).pdf

[5]Ver, por ejemplo, INSTRAW, Glossary of Gender-related Terms and Concepts,


www.un-instraw.org/en/index.php?
option=content&task=view&id=37&Itemid=76, donde se da la siguiente
definición: "Gender refers to the array of socially constructed roles and
relationships, personality traits,attitudes, behaviours, values, relative power
and influence that society ascribes to the two sexeson a differential basis.
Whereas biological sex is determined by genetic and anatomicalcharacteristics,
gender is an acquired identity that is learned, changes over time, and
varieswidely within and across cultures. Gender is relational and refers not
simply to women or men but to the relationship between them".Ver también
ONE WORLD ACTION GLOSSARY: http://owa.netxtra.net/indepth/project.jsp?
project=206) "Sex marks the distinction between women and men as a result
of their biological, physical and genetic differences…Gender roles are set by
convention and other social, economic, political and cultural forces".
[6]La delegación de la Santa Sede ante la ONU ha aclarado en muchas
ocasiones sus reservas con respecto al significado del término género. Así, por
ejemplo, el 14 de marzo de 2011, ante las conclusiones de la 55 sesión de la
Comisión sobre el estatus de la Mujer del Consejo Económico y Social de la
ONU. En dicha intervención la Santa Sede recordó que durante la Cuarta
Conferencia Mundial sobre la Mujer de 1995, un entendimiento radical de
género había estado circulando en los debates informales, pero que fue
rechazado, a pesar de lo cual el uso radical del término género se sigue
manejando, y se afirma que la identidad sexual de alguna manera se puede
adaptar indefinidamente con fines nuevos y diferentes.

[7] COUNCIL OF EUROPE: Convention on preventing and combating violence


against women and domestic violence, CETS 210, art. 3: "Gender shall mean
the socially constructed roles, behaviours, activities and attributes that a given
society considers appropriate for women and men". Instambul, 11thmay 2011.

[8] O'LEARY, Dale: The Gender Agenda. Lafayette (Louisiana): Vital Issues
Press, 1997, p. 85.

[9] Parece que la primera en utilizar el término fue HubertineAucler en la


revista La Citoyenne, en 1882. Aunque ya antes había comenzado la lucha de
algunas mujeres por la igualdad jurídica y política. En este sentido podemos
recordar a Olympia de Gouges, quien en 1771 redactó la Declaración de los
derechos de la mujer y la ciudadana.

[10] PÉREZ SOBA, Juan: "El pansexualismo de la cultura actual", en Almudi,


2004. Disponible en
http://www.almudi.org/Inicio/tabid/36/ctl/Detail/mid/386/aid/338/Default.aspx
[11] O'LEARY, Dale: The Gender Agenda. Redefining Equality. Lafayette
(Louisiana): Vital Issues Press, 1997, pp. 97 y ss.

[12]MONEY, John: Sex Errors ofthe Body. Baltimore: John Hopkins Press, 1968.

[13]MONEY, John: "Ablatio Penis: Normal Male Infant Sex-Reassigned As a Girl".


Archives of Sexual Behavior, 1975, vol. 4, nº 1, pp. 65-71.Disponible en
http://www.springerlink.com/content/nw0757l8110337n2/

[14]Cfr. COLAPINTO, John: As Nature Made Him. Nueva York: Harper Collins,
2000.

[15]"If the immutable character of sex is contested, perhaps this construct


called 'sex' is asculturally constructed as gender; indeed, perhaps it was always
already gender, with theconsequence that the distinction between sex and
gender turns out to be no distinction at all". BUTLER, Judith:Gender Trouble:
Feminism and the Subversion of Identity. New York &London: Routledge, 1990.
Chapter 1: "Subjects of Sex/Gender/Desire", p346.
[16] Así, para unos la construcción del género es producto de la educación y el
aprendizaje social (Simone de Beauvoir); para otros es consecuencia de la
personalidad que se desarrolla en las primeras etapas de la infancia como
respuesta al estilo paterno y materno vividos (Nancy Chodorow); para otros es
consecuencia de las relaciones sexuales de dominación y sumisión (Catherine
McKinnon)… No hay acuerdo entre las autoras feministas respecto a qué
prácticas sociales construyen el género, qué es exactamente la construcción
social y qué significa pertenecer a un determinado género.

[17] La "teoría queer" supone una crítica paralela a la que antes se había
producido en el seno del movimiento feminista a propósito del sujeto
"mujeres". El feminismo de la tercera ola criticó el intento de "encajar" a la
mujer en una descripción universal sin tener en cuenta las diferencias de clase,
raza, cultura, etc. De la misma manera, la teoría queer rechaza el que se
tienda a homogeneizar las identidades "lesbianas y gays", y defiende la
subversión de las identidades sexuales. Cfr. DORLIN, Elsa: Sexo, género y
sexualidades. Introducción a la teoría feminista. Buenos Aires: Nueva Visión,
2009, pp. 91 y ss.

[18]PINKER, Steven: Blank Slate. The Modern Denial of Human


Nature.NuevaYork: Viking 2002.

[19] RUBIN, Gayle: "The Traffic in Women: Notes on the Political Economy' of
Sex", publicado en Rayna Reiter (comp.), Toward an Anthropology of Women,
Monthly Review Press, Nueva York, 1975. "El tráfico de mujeres. Notas sobre la
"Economía Política" del sexo", en Revista Nueva Antropología, noviembre,
año/vol.VIII, núm.030 Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito
Federal, México. pp.95 – 145.
[20] PINKER, Steven: op. cit.

[21] COOK, Rebecca J. en Ideología di genere: pericolo e portata, en Lexicon,


EDB, Bolonia, 2003, p. 467.

[22]AUSTRALIAN HUMAN RIGHTS COMMISSION:Sexual orientation and sex


and/or gender identity, Discussion Paper. Octubre 2010."The phrase sex and/or
gender identity is used in this paper as a broad term to refer to diverse sex
and/or gender identities and expressions. It includes being transgender, trans,
transsexual and intersex. It also includes being androgynous, agender, a cross
dresser, a drag king, a drag queen, genderfluid, genderqueer, intergender,
neutrois, pansexual, pan-gendered, a third gender, and a third sex. It also
includes culturally specific terms, such as sistergirl and brotherboy, which are
used by some Aboriginal and Torres Strait Islander peoples". Disponible en
(consulta realizada en septiembre 2011)
http://www.humanrights.gov.au/pdf/human_rights/lgbti/lgbticonsult/SOGIdiscuss
ion_paper.pdf

[23] Para el caso español ver LACALLE, María: "La deconstrucción de la


sociedad a través de la legislación", en LACALLE, María y MARTÍNEZ, Patricia
(coords.): La ideología de género. Reflexionescríticas.Madrid: Ciudadela, 2009,
pp.

[24]FIRESTONE, Shulamith: The Dialectic of Sex. The Case For Feminist


Revolution. New York: Farrar, Straus & Giroux, 1970.

[25] CHESTERTON, Gilbert Keith:El amor o la fuerza del sino. Madrid: Rialp,
2000, p. 112.
[26]BENEDICTO XVI, Discurso sobre el matrimonio y la familia con ocasión de la
ceremonia de apertura de la asamblea eclesial de la diócesis de Roma, 6 de
junio de 2005.

[27]JUAN PABLO II: Mulieris dignitatem, 1988, nº 1.

[28]JUAN PABLO II: Familiaris consortio, 1981, nº 11.

[29] ELÓSEGUI, María: "Sexo, género, orientación sexual, identidad sexual y sus
patologías", en Diez temas de género. Madrid: Ediciones Internacionales
Universitarias, Madrid 2011, pp. 79 y ss.

[30]Por eso ha señalado la Congregación para la Doctrina de la Fe que, aunque


la raíz inmediata de la ideología de género se sitúa, como hemos dicho, en el
ámbito del feminismo radical, su motivación más profunda hay que buscarla en
la pretensión de la persona de liberarse de sus condicionamientos biológicos
CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE: Carta a los Obispos sobre La
colaboración del hombre y la mujer en la Iglesia y en el mundo, Roma 2004, nº
3.

[31] Cfr. MARÍAS, Julián: Antropología metafísica. Madrid: Alianza Editorial,


1998, pp. 123 y ss.

[32]SCOLA, Angelo: Identidad y diferencia. La relación hombre-mujer. Madrid:


Encuentro, 1989, pp. 38 y ss.
[33] SAGRADA CONGREGACIÓN PARA LA EDUCACIÓN CATÓLICA, cit. n. 4.

[34]CASTILLA DE CORTÁZAR, Blanca: La complementariedad varón-mujer.


Nuevas hipótesis. Madrid: Rialp, 1993, pp. 75 y ss.

[35]SCOLA: op. cit., p. 82.

[36]En este sentido es interesante el testimonio de una feminista como Evelyn


Sullerot, para quien resulta urgente recuperar la figura del padre. SULLEROT
Evelyne:Quelpères? Quelsfils?(1992). Tradc.El nuevo Padre, Edcs.B, Barcelona
1993. Y, al otro lado del Atlántico, se constata la misma preocupación por la
ausencia del padre. David Blakenhorn explica cómo el padre es la figura que
ayuda a descubrir su identidad a los hijos varones y afirma la feminidad de las
hijas y cuya ausencia provoca graves dificultades y conflictos constatados por
psicólogos y sociólogos. BLANKENHORN, David, Fatherless America.
Confronting Our Most Urggent Social Problem, Institute for American Values,
New York, Harper Collins Publishers, 1995.

[37] Cfr. BURGGRAFF, Jutta: "Juan Pablo II y la vocación de la mujer", en


ScriptaTheologica 31 (1991/1), pp. 139-155.

[38] Cfr. JUAN PABLO II: Exhortación Apostólica Familiarisconsortio, Roma, 1981.
BIBLIOGRAFIA

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· BALLESTEROS, Jesús:"Postmodernidad y neofeminismo: el equilibrio entre


'anima' y 'animus'", en Postmodernidad. Decadencia o resistencia. Madrid:
Tecnos, 1988, pp. 129-136.

· BLANKENHORN, David:Fatherless America. Confronting Our Most Urgent Social


Problem. Institute for American Values, New York: HarperCollins Publishers,
1995.

· CASTILLA DE CORTÁZAR, Blanca, La complementariedad varón mujer. Nuevas


hipótesis, Madrid: Rialp, 2005.

· CORDES, J.:El Eclipse del padre.Madrid: Palabra, 2004.

· ELÓSEGUI, María: Diez temas de género. Hombre y mujer ante los derechos
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2011 (2ª ed.).

· GALLEGO, A., y PÉREZ ADÁN, José (eds.): Pensar la Familia. Madrid: Palabra,
2002.

· LACALLE, María y MARTÍNEZ, Patricia (coords.): La ideología de género.


Reflexiones críticas. Madrid: Ciudadela, 2009.
· LLANES, Mª Isabel: Del sexo al género. La nueva revolución social. Pamplona:
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· PINKER,Steven: Blank Slate. The Modern Denial of Human Nature. New York:
Viking, 2002

· SCALA, Jorge: La ideología de género o el género como herramienta de poder.


Madrid: Sekoitia, 2010.

· SULLEROT, Evelyn:Quelpères? Quelsfils? Fayard, París, 1992.

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