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Por otra parte, en el nivel inicial, la interacción con los padres y responsables de los
niños es frecuente y forma parte de la cotidianeidad de la tarea. Ellos suelen aportar el
conocimiento acerca de los niños y de sus historias personales, sus rutinas y modalidades de
crianza. Elementos que tienen un alto valor, por ejemplo, cuando se trata de efectuar un
diagnóstico. Asimismo, la evaluación de la maestra suele generar expectativas y ansiedad
en los padres, que son intensas, en muchos casos, porque están ligadas a su preocupación
por el desarrollo emocional, físico, intelectual y social de sus hijos.
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Es necesario señalar, no obstante, que en algunos casos excepcionales, la institución puede determinar, sobre la
base de juicios fundados y la intervención de los equipos técnicos jurisdiccionales, la permanencia del niño en una
sección.
Jonathan en la merienda come poco, apenas toma la leche, pero no acepta los
alfajores ni las galletitas que ponen en la mesa. La maestra insiste en que tome uno pero el
niño dice reiteradamente que no. Ingresa al grupo cuando éste ya está conformado debido a
una mudanza de barrio que él y su mamá transitan.
Jonathan es muy retraído, callado, juega solo la mayoría de las veces y si bien no
tiene dificultad en estar en el grupo, prefiere hacerlo en silencio.
A medida que transcurren los días, la maestra observa que el niño no come lo que
habitualmente se prepara en el jardín durante la merienda ni lo que comen otros niños. Sin
embargo, en la entrevista inicial con la docente, la mamá no había referido ninguna
problemática ni situación particular cuando se la interrogó sobre este aspecto.
Finalmente, la docente decide llamar a la mamá para conversar sobre las
“dificultades de alimentación” de Jonathan y sus limitaciones para integrarse de modo pleno
al grupo. Es allí cuando se entera qué es lo que el niño comía habitualmente en su
merienda. En efecto, la madre, boliviana, se ganaba la vida vendiendo verduras y frutas en
la calle, por lo cual, la alimentación de Jonathan era básicamente de ese tipo. Sus
desayunos y meriendas, hasta la llegada al jardín, habían sido manzana y otras frutas.
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Advertir el carácter problemático de las prácticas de evaluación constituye un punto
de partida ineludible para definir el marco en el cual se desarrollarán los distintos temas y
cuestiones.
Actividad Nro 1
DE ENVÍO AL TUTOR
Consigna:
b. Efectúe una lista de los principales problemas que pudo identificar a partir de
esa evocación.
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Analizaremos con detenimiento esta afirmación y sus alcances.
En primer lugar, evaluar implica emitir un juicio de valor sobre un objeto,
conducta, situación, proyecto o proceso. En este caso, nos referimos al proceso de
aprendizaje que realizan los niños en el jardín.
Al juzgar, el docente hace una apreciación acerca del aprendizaje del niño, que se
funda en información que recoge a través de distintas técnicas y procedimientos, como
veremos en el Módulo siguiente. La información es necesaria, pero la evaluación no se
reduce a este acto.
Evaluar supone “ir más allá” de la descripción, implica disponer de referentes que
permitan juzgar ese estado de cosas en función de algún marco de referencia.
Veamos un ejemplo:
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Se han formulado muchas objeciones a este punto de vista (Eisner, 1998 Meirieu,
2001) Sin renunciar a la importancia y al valor de la evaluación, las críticas apuntan a
subrayar, principalmente, que evaluar no es lo mismo que medir y que no es posible
emplear en educación una idea de medición en el sentido “físico” del término.
Antes de iniciar el desarrollo de este tema le proponemos que piense en torno a estos
interrogantes: ¿En qué se basa usted para formular un juicio evaluativo acerca de los
aprendizajes de sus alumnos? Es decir, ¿qué tiene en cuenta? ¿Alguna vez tuvo oportunidad
de intercambiar con sus colegas acerca de cómo se construyen los juicios de valor?
Como señala Eisner, se trata de una cuestión compleja, especialmente cuando se
trata de niños.
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“Lo que es problemático y conflictivo, y por lo tanto interesante, es el hecho de
que, aunque las personas pudieran estar de acuerdo en que la educación es un
proceso que produce crecimiento, existen muchas opiniones sobre lo que es el
crecimiento. (…)…la tarea de determinar los valores educativos de la práctica
escolar y la experiencia del estudiante es mucho más complicada que juzgar el
estado de salud física de una persona.
En primer lugar, porque lo que constituye la salud es mucho menos discutible
que lo que constituye educación. En segundo lugar, porque los métodos a través
de los cuales se puede determinar el estado de salud de una persona son, en
general, mucho más precisos y fidedignos que las herramientas válidas para
evaluar la ´salud´ educativa de las escuelas. La tarea de los críticos educativos
es más sutil, más compleja y siempre se relaciona con el contexto. Esta
complejidad significa que la crítica que utilizamos para valorar lo que ocurre
puede diferir de un estudiante a otro.
En el caso de los niños, el problema de la evaluación es todavía más complejo.
Podemos intentar conocer a quien tenemos delante, pero estamos menos
seguros sobre lo que será el ´estado final´ de un niño concreto. Podemos, y
debemos, guiarnos por una imagen de lo virtuoso para este niño y, como ya he
indicado, esa imagen es siempre tan conflictiva como falible.” (Eisner, 1998:121)
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¿qué tipo de información necesito en cada caso?, ¿cómo recoger información acerca
de aquello que quiero evaluar?, ¿son los instrumentos que elegí los más adecuados para
recoger información acerca de estos aspectos?, ¿es válida la información recogida?, ¿es
confiable?, etc.
En este caso, se compara el desempeño de un alumno con una pauta externa a él, un
estándar establecido por el evaluador. Se la denomina “evaluación por referencia a
criterios o criterial”. A menudo, esta pauta se deriva de los objetivos de aprendizaje, tal
como fueron inicialmente establecidos o reformulados sobre la marcha.
Como sabemos, los objetivos, en sus diversas variantes, expresan los logros de
aprendizaje que se espera que alcancen los alumnos al finalizar un determinado curso,
trayecto, unidad, etc. Por ello se constituyen a menudo en referentes del acto de evaluación,
a partir de los cuales se definen los criterios que permiten emitir un juicio acerca del
aprendizaje del alumno. Efectivamente, en este punto reside la idea tan extendida de que la
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evaluación consiste en determinar hasta qué punto se han alcanzado los objetivos
propuestos.
Así, por ejemplo, en el área de Música, para los niños de tres años, el Diseño
Curricular propone como objetivos que los niños canten con su grupo el repertorio de
canciones aprendidas y avancen en su capacidad expresiva en función del carácter de las
canciones. A partir de este objetivo y de la reflexión acerca de las oportunidades de
aprendizaje ofrecidas, será necesario, definir criterios de evaluación. Por ejemplo, si el niño
realiza juegos vocales con su voz, si manifiesta interés por aprender nuevas canciones, si
pide cantar las canciones, si le gusta el canto grupal o se inhibe, si realiza gesticulaciones o
movimientos relacionados con la letra de la canción, etc.
Como vemos, más allá de las diferencias en sus alcances y en el tipo de aprendizajes
involucrados, se trata de formulaciones que aluden a logros que se espera que los alumnos
alcancen al finalizar un determinado período y marcan, en ese sentido, una orientación
general para la definición de criterios de evaluación.
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Los ejemplos de objetivos han sido tomados del Diseño Curricular para el Nivel Inicial. Salas de 4 y
5 años.
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estadístico. Se la denomina “evaluación con referencia a la norma”. La determinación
del cociente intelectual (CI) es un claro ejemplo de este tipo de evaluación. Del mismo
modo, si se evalúa la resistencia física de un estudiante y se aprecia su rendimiento en
relación con los valores alcanzados por otros sujetos de su misma edad y sexo en esa
misma prueba, se está juzgando con referencia a la norma.
En este caso, se aprecia el rendimiento del alumno en relación con sus propias
posibilidades, es decir, con lo que podría esperarse de él en condiciones más o menos
conocidas, según la información disponible. Esta situación también se produce cuando se
intenta evaluar al sujeto en relación con las capacidades y competencias evaluadas al inicio
de una determinada etapa o de un proceso de enseñanza y aprendizaje. Es decir, al
comparar la realización pasada y presente del estudiante es posible apreciar el progreso
realizado teniendo en cuenta el punto de partida. Como señala Eisner (1998), esta
evaluación de “referencia personal” permite al docente valorar las cualidades del trabajo del
alumno y tener una idea de la dirección en que éste se mueve.
Para continuar con el ejemplo del canto expresivo, el maestro, en este caso, debería
comparar el actual desempeño del niño con el modo en que cantaba al inicio del año o de un
determinado período. El tipo de juicio que se construye de este modo se basa en la
apreciación acerca del recorrido realizado por el alumno. Para ello, es imprescindible contar
con registros de las tareas previas, efectuados en distintos momentos del proceso.
Esta puede ser una alternativa cuando en la sala hay niños que han transitado desde
muy pequeños por instituciones educativas y otros para los cuales es su primera vez. Por
ejemplo, en la sección de 4 años, puede haber alumnos que no han tenido experiencias
previas con los grafismos, con el dibujo en papel, con el uso de crayones o tizas. Las
producciones de estos niños serán en un principio de una complejidad diferente en
comparación con las de otros niños para los que estos materiales y actividades ya son
familiares.
La necesidad de tener en cuenta estos aspectos, ha sido subrayada en el Diseño
Curricular:
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Como puede verse las tres perspectivas planteadas expresan distintos puntos de
vista que conducen a juicios muy diferentes y frente a los cuales los docentes a menudo
experimentan tensiones. Muchas de las discusiones y debates que se generan en la escuela
están ligadas con las posiciones asumidas acerca de esta cuestión.
Es importante subrayar, de todos modos, que los referentes deben estar claros en
cualquier caso: deben fijarse los criterios, o establecer cuál es la norma de un determinado
grupo en relación con el/los aspecto/s a evaluar, o bien disponer de información precisa
acerca de las posibilidades de un alumno y de su situación inicial.
El recorrido planteado busca enfatizar que en toda evaluación entran en juego tanto
informaciones como elementos de juicio. Si analizamos distintas definiciones de evaluación,
podemos apreciar en todas ellas, más allá de los énfasis diferentes que proponen, la
referencia a cierta “base empírica” constituida por un conjunto de informaciones y al “juicio
de valor”. Veamos algunos ejemplos:
“La evaluación tiene por objeto descubrir hasta qué punto las experiencias de
aprendizaje, tales como se las proyectó, producen realmente los resultados
apetecidos. La evaluación debe juzgar la conducta de los alumnos, ya que la
modificación de las pautas de conducta es precisamente uno de los fines que la
educación persigue. (Tyler, 1975)
“Es el acto de comparar una medida con un estándar y emitir un juicio basado en
la comparación. Hacemos una evaluación cuando decimos algo como esto: esto
es muy largo, esto está muy caliente, el alumno no está motivado, es honesto,
es demasiado lento. Hemos tomado nota de la magnitud de una característica, lo
comparamos con un estándar y luego emitimos un juicio basado en la
comparación.” (Mager, 1975)
Actividad Nro 2
Consigna:
b. Vuelva a leer las definiciones y analice otras similitudes y diferencias entre ellas; registre
sus matices y los aspectos que se enfatizan en cada caso.
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Acerca de las decisiones a tomar
Como dijimos, evaluar supone tomar decisiones, que pueden ser de distinto tipo. La
evaluación puede responder a diferentes propósitos. Una de las funciones habituales que
cumple la evaluación en el sistema educativo es servir de base a las decisiones de
certificación y promoción. Como hemos señalado, en el nivel inicial esto no constituye una
práctica habitual.
No obstante, en la medida que enseñar es una actividad intencional, la evaluación
juega un papel importante. Permite al docente distintas decisiones pedagógicas en relación
con su tarea, como por ejemplo:
Hacer el balance de los objetivos planteados para una determinada sala en las distintas
áreas curriculares.
Hacer el balance de los objetivos planteados en relación con un proyecto o unidad
didáctica y definir cómo continuar la tarea, a partir del análisis de los logros alcanzados:
qué proyecto o unidad didáctica proponer, qué contenidos seleccionar, qué secuencia.
Clasificar, cuando es necesario conformar subgrupos homogéneos o heterogéneos dentro
de un determinado grupo o población.
Ajustar la planificación en relación a los saberes previos de los niños sobre una temática
o área determinada o sus disposiciones en relación con una actividad en particular.
Tomar decisiones de ajuste o mejora, cuando el balance ha resultado insatisfactorio o se
observan dificultades en relación con un determinado tipo de aprendizaje. Por ejemplo:
proponer actividades complementarias o diversificar la propuesta de actividades, etc.
Modificar la propuesta de actividades, las formas de intervención docente, el ritmo de
trabajo y los tiempos previstos, o los recursos utilizados durante el desarrollo de un
proyecto o unidad, teniendo en cuenta la información recogida hasta ese momento.
Actividad Nro. 3
Consigna:
Imagine que está llevando a cabo la planificación de una unidad didáctica sobre “la estación
de trenes o de subte” u organizando un proyecto sobre la confección de un “álbum de
animales” en la sala. Elija una de estas situaciones y tenga en cuenta qué contenidos de las
distintas áreas podrían ser objeto de enseñanza en esa unidad o proyecto. En ese contexto:
a) Analice en qué momentos del trayecto sería necesario llevar a cabo una actividad de
evaluación, teniendo en cuenta las características específicas del proceso de enseñanza y de
aprendizaje.
b) Intente precisar:
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- ¿En qué momentos evaluaría?
- ¿Qué tipo de información necesitaría en cada caso y de qué modo podría recogerla?
-¿Qué decisiones importantes le permitiría tomar en cada caso la evaluación para el
desarrollo de la unidad?
L. Stenhouse, por ejemplo, en el análisis que realiza del contenido escolar, denomina
“tradiciones públicas” a esa selección cultural que la escuela intenta transmitir: “La escuela
tiene por misión poner a disposición del niño o del adolescente una selección del capital
intelectual, emocional y técnico con el que cuenta la sociedad.” (Stenhouse, 1998:31)
Esas tradiciones públicas que forman el contenido escolar están constituidas por un
conjunto de elementos de diferente naturaleza: conjuntos de conocimientos, artes,
habilidades, lenguajes, convenciones y valores. Todos estos saberes se enseñan en las
escuelas a través de las diferentes áreas que componen el curriculum.
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Del mismo modo, V. Kraevskij e I. Lerner (1985), señalaron que en la escuela deben
enseñarse distintos tipos de contenidos, y no sólo conocimientos. Para estos autores, los
conocimientos permiten “dominar teóricamente” un objeto y constituyen el primer elemento
del contenido escolar. Además, es necesario enseñar habilidades, que posibilitan el “dominio
activo” de un objeto a través de los métodos propios de las distintas actividades
intelectuales y prácticas que una sociedad ya conoce. Medir la temperatura, efectuar un
grabado, usar la brújula para orientarse son ejemplos de habilidades.
En tercer lugar, los autores afirman que la propia creatividad debe constituir un
contenido a enseñar, es decir, la posibilidad de buscar soluciones a nuevos problemas y
transformar la realidad. En términos de contenidos, ello implica promover de modo
sistemático una serie de capacidades: para transferir conocimientos y habilidades de una
situación a otra, para ver un nuevo problema en una situación conocida, para imaginar una
nueva función para un objeto familiar, para ver soluciones alternativas de un problema, para
desechar todas las soluciones trilladas y concebir un enfoque completamente nuevo, etc. En
cuarto y último lugar, señalan la importancia de enseñar contenidos ligados al desarrollo de
una actitud afectivamente madura, que permitan orientar el comportamiento del sujeto
frente a la realidad en el plano moral, estético y afectivo.
Los autores recomiendan, además, incluir todos estos componentes en cada
currículum, en cada área, en cada clase. Es decir, el conocimiento, la habilidad, la
creatividad y la actitud afectivamente madura son dimensiones formativas del contenido que
deben estar presentes en la definición de cualquier propuesta de enseñanza.
Como vemos, se trata de otra clasificación que presenta puntos de afinidad con la
anterior y que pone de manifiesto la especificidad de los distintos aprendizajes que
intentamos promover. Más recientemente, C. Coll ha distinguido los siguientes tipos de
contenidos: hechos discretos, conceptos, principios, procedimientos, valores, normas y
actitudes. Esta tipología ha tenido amplia difusión en nuestro medio educativo porque es la
que asumió la última reforma educativa nacional para la elaboración de los Contenidos
Básicos Comunes.
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Un valor es un principio normativo que preside y regula el comportamiento de las
personas en cualquier momento y situación. Ejemplos: el respeto a la vida, el
respeto a la naturaleza, la solidaridad, etc.
Los valores se concretan en normas, que son reglas de conducta que deben
respetar las personas en determinadas situaciones: compartir, ayudar, ordenar,
respetar, etc.
Veamos algunos ejemplos teniendo como referencia los temas de evaluación que
venimos desarrollando:
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Para ilustrar la variedad de tipos de contenidos y de aprendizajes implicados en las
diferentes áreas curriculares, es posible analizar algunos ejemplos extraídos del Diseño
Curricular.
En relación con la pregunta acerca de qué evaluar, en el área de Educación Física,
por ejemplo, se señalan las siguientes capacidades:
Puede reconocer y utilizar las posibilidades de movimiento de las
distintas partes de su cuerpo. Identificarlas y moverlas, en su propio cuerpo y en el
de los otros.
Adecua su accionar tanto en los espacios familiares del jardín como en
otros medios no habituales. Por ejemplo: desplazamientos en el patio, en los pasillos,
las escaleras, la sala, según las diferentes disposiciones de los materiales y muebles
y el tamaño de los espacios.
Manifiesta habilidad para adaptar sus esquemas motores y posturales a
los parámetros espacio-temporales y a los objetos.
• Las decisiones relativas a la evaluación, están ligadas a qué es lo que se quiere evaluar
en cada caso.
• Así como no se enseñan del mismo modo todas las cuestiones, la evaluación debe
atender a la especificidad del objeto evaluado.
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Como vimos, la evaluación puede perseguir diferentes propósitos. Además, se lleva a
cabo en distintos momentos. Teniendo en cuenta estos aspectos, se han distinguido tres
tipos principales de evaluación: diagnóstica, sumativa y formativa.
Una extensión lógica de este punto de vista es que los docentes no pueden ignorar
esos conocimientos previos, incluyendo las comprensiones incompletas y las falsas creencias
que los alumnos tienen sobre determinadas cuestiones. Muchos autores han afirmado que
estas ideas constituyen a veces verdaderos obstáculos para el proceso de aprendizaje. Por
eso, es necesario apoyarse en ellos y al mismo tiempo ir “contra ellos”, como han señalado
Giordan y De Vecchi:
“Parece pues necesario que se tambalee el edificio constituido por los saberes
cotidianos, pero también es necesario –aunque pueda parecer contradictorio-
apoyarse en ellos. Efectivamente (...) es necesario tener en cuenta los
instrumentos cotidianos como sustrato, pues los constructos son los únicos
instrumentos de los que dispone la persona; y es a través de ellos como
decodifica la realidad. Pero al mismo tiempo, es necesario cuestionar los
conocimientos aportados por la experiencia, pues conducen inevitablemente a la
evidencia y se constituyen en un “filtro” de la realidad.” (Giordan, A. y de Vecchi,
G., 1988)
Por ejemplo, en relación con la indagación del ambiente natural, los niños suelen
tener ideas propias acerca de “lo vivo” y lo “no vivo”. Particularmente, es habitual que no
consideren a las plantas como parte de los seres vivos. Es importante, como señalan los
autores, conocer estas concepciones, porque son el punto de partida de cualquier
aprendizaje y el marco en función del cual ellos podrán otorgar significado a las actividades
propuestas y a los distintos ejemplos analizados. Asimismo, es necesario conocerlas para
diseñar actividades especialmente orientadas para “hacer tambalear ese edificio”: ampliar
sus perspectivas, hacer observaciones que les permitan prestar atención a los cambios que
se producen en las plantas, confrontar puntos de vista con sus compañeros, proponer
ejemplos y contraejemplos, etc.
Desde este punto de vista, la evaluación diagnóstica es una herramienta valiosa que
permite estudiar las concepciones que los alumnos tienen acerca de un fenómeno o
concepto con la finalidad de identificar los posibles obstáculos que habrá que enfrentar en el
proceso de aprendizaje. Para Astolfi (1997), es una herramienta que permite determinar en
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En una didáctica de inspiración conductista, la evaluación diagnóstica también ocupó su lugar, en tanto permitía
conocer el repertorio de conductas de los estudiantes a partir de las cuales era posible definir los objetivos
específicos y programar secuencias de aprendizaje.
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cada caso cuáles serán los “objetivos-obstáculos”, es decir, las barreras que es preciso
franquear y el progreso intelectual que se considera necesario, y a la vez se cree posible, de
realizar, sobre la base del conocimiento del perfil inicial de los alumnos. En síntesis, la
evaluación diagnóstica está ligada al análisis de las condiciones de posibilidad del
aprendizaje.
Actividad Nro. 4
Consigna:
a. Seleccione del diseño curricular un contenido correspondiente al área de Matemática o
Indagación del ambiente.
b. Piense y redacte un ejemplo de actividad que usted propondría para indagar acerca de las
ideas y concepciones previas que los niños de su sala tienen en relación con ese contenido.
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Uno de los riesgos de este tipo de evaluación, como advierte De Ketele (1984), es el
“fraccionamiento” de los aprendizajes, que se produce cuando ese balance se construye a
partir de una sumatoria de partes yuxtapuestas. Por el contrario, en una pedagogía de la
integración, este tipo de evaluaciones debiera propender a que el alumno resuelva
situaciones de integración que permitan poner en juego los aprendizajes más significativos.
ALUMNO: MANUEL
SALA. 4 años – Primer Informe
Siempre A A veces Sólo con
menudo estímulo
o ayuda
Se integra a la clase X
Responde a las consignas de trabajo X
Es capaz de aceptar las reglas de cada juego X
Colabora con sus compañeros X
Reconoce los grandes segmentos corporales. X
Demuestra soltura en sus movimientos X
Ubica espacialmente objetos en relación a su X
cuerpo
Adapta los movimientos a un ritmo dado X
Cuida su cuerpo y el de sus compañeros X
Comparte elementos con sus compañeros X
Corre con seguridad X
Se desplaza utlizando todo el espacio X
Se muestra creativo ante las propuestas de X
movimiento
Intenta probarse físicamente X
Observaciones y/o comentarios: Manuel participa de las clases con entusiasmo, se muestra
feliz y predispuesto a jugar, aunque en ocasiones se distrae y molesta a sus compañeros.
¿Qué tipos de contenidos están, para usted, implicados en los aprendizajes que le
interesa promover al docente, en este caso?
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Finalmente, la evaluación formativa, tiene por finalidad el perfeccionamiento del
proceso de enseñanza y aprendizaje durante su desarrollo. Su propósito es ayudar al
docente a determinar en qué punto del proceso se encuentran los alumnos y qué es posible
hacer al respecto.
Por eso, esta evaluación permite al maestro tomar una serie de decisiones didácticas:
proseguir con la propuesta de actividades tal como fue planificada, incluir actividades
complementarias o ayudas adicionales, diversificar la tarea, etc. Al mismo tiempo, tiene un
sentido de clarificación, es decir, contribuye a explicitar mejor su práctica y sus expectativas
pedagógicas.
- Pueden pretender asegurar que las características de los alumnos respondan a las
exigencias preestablecidas del sistema de formación. En este caso, es un medio de control
del progreso del alumno en los puntos de entrada, paso y salida del sistema. Podrá asumir
funciones distintas según el momento del proceso en que la evaluación tenga lugar: función
de pronóstico, cuando se controla en el momento de acceso, o función sumativa: cuando el
control se produce al final de un período de estudios. (decisiones de certificación)
De modo semejante, Perrenoud señala que esta evaluación está al servicio de los
aprendizajes y de una diferenciación pedagógica, porque busca identificar las dificultades del
alumno en vistas a regular los aprendizajes a nivel individual y no a nivel del grupo clase.
Dice el autor:
“Ningún médico se preocupa por clasificar a sus pacientes del menos dolorido al
más grave. Ni tampoco piensa en administrar un tratamiento colectivo. Se
esfuerza por determinar, para cada uno de ellos, un diagnóstico individualizado
estableciendo una acción terapéutica a medida. Mutatis mutandis, la evaluación
formativa debía tener la misma función en una pedagogía diferenciada.”
(Perrenoud, 2001: 15)
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Esta clasificación de las funciones se relaciona, en parte, con los períodos en los que
habitualmente se organiza el año escolar en el nivel inicial. Efectivamente, suelen
distinguirse tres momentos: de “iniciación” o más conocido como “adaptación”; de
“desarrollo”, que es cuando el docente percibe que los niños se han adaptado a la institución
e integrado al grupo, y en el que se concretan los objetivos anuales a través de diferentes
situaciones de aprendizaje; de“cierre y pasaje”, que implica el balance de todo el año y el
pasaje a la sala siguiente.
Debemos señalar, no obstante, que si bien ciertos tipos de evaluación están ligados a
momentos específicos que marca el calendario escolar, no debe establecerse una
correspondencia directa.
Del mismo modo, como dijimos, la evaluación sumativa está ligada al momento de
cierre o pasaje y a los momentos de entrega de informes. No obstante, el docente debe
efectuar evaluaciones de balance cuando considere necesario, al finalizar un determinado
período, unidad didáctica o proyecto. El siguiente ejemplo ilustra esta idea:
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parecía que habían aprendido en ese tiempo. Dijeron, entre otras cosas, que habían
aprendido a pintar en un espacio muy grande y a ponerse de acuerdo entre varios. También
comentaron qué habían aprendido acerca de este oficio, a partir de la entrevista con el
artista. Y, con la ayuda de la docente, realizaron una síntesis de todas estas informaciones.
Los padres, por su parte, expresaron al ser consultados el día de la “inauguración”, que
valoraban muy especialmente el sentido de producir colectivamente algo como “regalo” para
todo el jardín. El equipo directivo señaló la importancia de la conexión con el barrio y su
comunidad, cuestión que, sin dudas, enriqueció el proyecto.
Actividad Nro. 5
Consigna:
Luego de leer el artículo de Alicia Camilloni sobre la evaluación formativa:
(Texto N° 2 de la bibliografía de profundización).
a. Realice un cuadro comparativo de las diferencias entre las diferentes
perspectivas acerca de la evaluación formativa.
b. Analice qué implicaciones considera Ud. que tienen estos tipos de
evaluación en sus prácticas evaluativas.
c. Luego, retome el ejemplo con el que trabajó en la Actividad Nro. 3 y
elabore la actividad que usted plantearía a sus alumnos como instancia 21
para la evaluación formativa.
4. Evaluación, enseñanza y aprendizaje
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excepción sino más bien convertirse en la regla, integrarse en un dispositivo de pedagogía
diferenciada y asumir un carácter metódico, instrumentado y constante. (Perrenoud, 1999)
Esto supone, de alguna manera “aprovechar” al máximo las situaciones de
interacción con los niños para recoger información relativa a la marcha del proceso de
aprendizaje de los niños. Efectivamente, como señala De Ketele, a veces la evaluación se
efectúa sobre la base de informaciones recogidas en situación natural, es decir, por medios
no diferenciados del proceso de enseñanza. En otros casos, se trata de una evaluación en
situación artificial, es decir, a través de situaciones especialmente diseñadas.
Los momentos de juego libre en el patio puede ser un ejemplo de evaluación en
situación natural. Permiten, por ejemplo, observar los progresos y dificultades en relación
con el desarrollo motriz (es posible ver los desplazamientos, el uso del espacio, la soltura y
seguridad en los movimientos, etc.) y las interacciones y comportamientos sociales de los
niños (los procesos de negociación en el juego, cómo definen quién es quien en el juego, el
resto a las reglas del juego, cómo comparten los elementos de juego, cómo definen el
tiempo de uso de cada uno, etc.)
Una observación atenta de todos estos aspectos puede ofrecer información relevante
acerca del grupo o de algún niño en particular que posibilite, por ejemplo, analizar la
posibilidad de intensificar una determinada línea de trabajo o incorporar nuevas actividades.
En cambio, el docente puede proponer también distintas actividades, similares a las
situaciones de aprendizaje, en las que intentará reunir información y registrar de modo
sistemático los progresos y dificultades relativas a algunos aprendizajes en particular.
Por ejemplo, en relación con los conocimientos matemáticos, podrá proponer, en las
salas de 4 y 5 años un juego de cartas que le permitirá observar aspectos relacionados con
el conteo y con la lectura de números: cómo realiza el conteo el que reparte las cartas, si
sincroniza la acción de repartir cada carta con el recitado de la serie numérica, si reconoce
la escritura del número, etc.
Puede también, teniendo en cuenta lo planteado por Allal, proponer una actividad al
grupo que culmine con alguna producción por parte de los niños y elaborar un sencillo
instrumento para efectuar su descripción y análisis. Por supuesto, puede tratarse de
producciones diversas dependiendo del área: un trabajo de escritura, una construcción, la
aplicación de una técnica en particular en Plástica, una tarea de clasificación de fotos,
imágenes o figuras, etc.
Como puede apreciarse, la evaluación en situación natural tiene la ventaja de
permitir un diagnóstico rápido, pero su mayor limitación es la falta de sistematicidad. Es
decir, no garantiza obtener información de todos los niños ni tampoco que se trate de datos
de la misma calidad en cada caso, porque la recolección de información se da en el seno de
la interacción social que tiene lugar en la sala.
Por ello, es necesario obtener información en forma sistemática, diferenciada de las
actividades por las cuales el docente permanentemente obtiene datos, de manera informal,
sobre la marcha del aprendizaje de los alumnos. Es importante identificar, dentro de las
actividades de la sala, aquellos momentos en los que se presentan desafíos a los alumnos,
aquellos en los que se puede obtener una buena información sobre los progresos y sobre las
dificultades con las que frecuentemente se enfrentan en relación con algunos aprendizajes
específicos.
Consigna:
a. Le proponemos que evoque y luego elija una situación de evaluación vivida como docente
o como alumno que le permita ejemplificar: la construcción de los juicios de valor, la toma
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de decisiones, la función de la evaluación puesta en juego y las relaciones entre enseñanza,
evaluación y aprendizaje.
b. Escriba la situación del modo más completo posible.
c. Explicite lo que, a su juicio, esta situación permite ilustrar, considerando los aspectos
señalados en a).
Nota: Esta actividad tiene el sentido didáctico de facilitar la reflexión a partir de la propia
experiencia. Por eso, el ejemplo es ilustrativo de una serie de problemas y conceptos y los
datos particulares que incluye no revisten importancia fuera de ese propósito. Para
garantizar la confidencialidad de la información que aparece en su relato, modifique los
nombres de las personas e instituciones en los casos en que lo considere conveniente.
Bibliografía
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