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El Derecho a la Salud y el

Expediente Clínico

Al referirse a los Derechos Humanos (DH), diversos tratadistas establecen


que el más importante es el de la vida, ya que es el derecho que preside
y precede, sin el cual, los demás carecerían de sentido y aplicación. A partir
de su protección y establecimiento de garantías analizaremos en el
presente trabajo el derecho a la salud.

La salud es un concepto en constante evolución, acorde a los avances de


la ciencia, ha modificado su contenido y alcances para permitir una
ampliación en su acepción, producto de la incorporación de mayores
elementos en su definición. La Real Academia de la Lengua Española la
define como, “Estado en que el ser orgánico ejerce normalmente todas sus
funciones”. El instrumento constitutivo de la Organización Mundial de la
Salud (OMS), la precisa como el estado de completo bienestar físico,
mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades.
Señala, además, que el goce del grado máximo de salud que se pueda
lograr, es uno de los derechos fundamentales de todo ser humano sin
distinción de raza, religión, ideología política o condición económica o
social. Para las Naciones Unidas es, “el completo estado de bienestar físico,
psíquico y social de una persona”.1

Ambos ámbitos del concepto son complementarios en el sentido de que no


se limita a la ausencia de afecciones o enfermedades, sino que precisa de
condiciones sociales apropiadas para el adecuado desarrollo del ser
humano.2 De lo brevemente descrito podemos observar que la salud es un
término con alcances amplios, debido a la sinergia que esta genera
entre diversos factores de índole físico, mental y social. Conforme a la
OMS los Estados se encuentran obligados a generar condiciones en
las cuales todas las personas puedan vivir lo más saludablemente
posible. Esas condiciones comprenden, la disponibilidad garantizada
de servicios de salud, condiciones de trabajo saludables y seguras,
vivienda adecuada y alimentos nutritivos. El derecho a la salud no se
limita al derecho a estar sano. Su protección se circunscribe dentro de
esta rama del ordenamiento jurídico y, por tanto, impone al Estado la
obligación de realizar a favor del titular de este derecho una serie de
prestaciones, las cuales están destinadas a satisfacer una necesidad de
índole individual, pero colectivamente considerada. Éste asume el deber
de proteger convenientemente la salud mediante la organización y
puesta en funcionamiento de los medios que se consideran necesarios
para acceder a ella.

Al analizar el marco normativo que regula el derecho a la salud,


podemos advertir en primera instancia, que la Declaración Universal de
los Derechos Humanos dispone en su artículo 25: “Toda persona tiene
derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su
familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la
vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios;
tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad,
invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de
subsistencia por circunstancias independientes de su voluntad”.

Por su parte, el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y


Culturales, el cual ha sido debidamente firmado y ratificado por el Estado
mexicano, señala en su artículo 12:

1. “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de


toda persona al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental.

2. Entre las medidas que deberán adoptar los Estados Partes en el Pacto a
fin de asegurar la plena efectividad de este derecho, figurarán las
necesarias para:
a) La reducción de la mortinatalidad y de la mortalidad infantil, y el
sano desarrollo de los niños;

b) El mejoramiento en todos sus aspectos de la higiene del trabajo y


del medio ambiente;

c) La prevención y el tratamiento de las enfermedades epidémicas,


endémicas, profesionales y de otra índole, y la lucha contra ellas;

d) La creación de condiciones que aseguren a todos asistencia médica y


servicios médicos en caso de enfermedad.”

En el sistema jurídico mexicano, la salud es un DH reconocido


constitucionalmente en el artículo 4 de nuestra Carta Magna, y debe
ser ejercido con base en los principios de igualdad y no discriminación.
Fue elevado a rango constitucional en febrero de 1983, al establecerse:
“Toda persona tiene derecho a la protección de la salud. La ley definirá las
bases y modalidades para el acceso a los servicios de salud y establecerá la
concurrencia de la Federación y las entidades federativas en materia de
salubridad general, conforme a lo que dispone la fracción XVI del
artículo 73 de esta Constitución”.

“Gozan de este derecho toda persona y colectividad que se encuentren en


territorio nacional. Correlativamente, el Estado está obligado a
promover leyes que aseguren una adecuada atención a los servicios de
salud. En sí, este párrafo protege la posibilidad de acceder a servicios
dignos de atención a la salud en caso y bajo cualquier circunstancia.
Aunque correctamente se haya indicado que a esta garantía se le puede
hacer extensiva la previsión de igualdad que contiene el artículo 1º de la
Constitución Política, se trata de un derecho predominantemente social,
pues entraña la actuación del Estado como benefactor de las condiciones
de vida de la población”.
En torno al derecho a la salud, el Pleno de la SCJN ha expresado: “El
referido derecho, contenido en el artículo 4°. de la Constitución Política de
los Estados Unidos Mexicanos y reconocido en diversos tratados
internacionales suscritos por México, no se limita a la salud física del
individuo, es decir, a no padecer, o bien, a prevenir y tratar una
enfermedad, sino que atento a la propia naturaleza humana, va más allá,
en tanto comprende aspectos externos e internos, como el buen
estado mental y emocional del individuo. De ahí que el derecho a la salud
se traduzca en la obtención de un determinado bienestar general integrado
por el estado físico, mental, emocional y social de la persona, del que
deriva un derecho fundamental más, consistente en el derecho a la
integridad físicopsicológica.” 3

Expediente Clínico: Mecanismo de Acceso al Derecho a la


Salud Intimamente ligado a este tema se encuentra el Expediente
Clínico, como un elemento habilitante del derecho de referencia, pues sin
esta pieza es imposible en muchos casos continuar con un tratamiento
médico. Al respecto, la Norma Oficial Mexicana nom-168-SSA1-1998,
lo definía como: “conjunto de documentos escritos, gráficos e
imagenológicos o de cualquier otra índole, en los cuales el personal de
salud, deberá hacer los registros, anotaciones y certificaciones
correspondientes a su intervención, con arreglo a las disposiciones
sanitarias”.

La NOM instituía en su numeral 5.2, que los expedientes clínicos


deben tener los siguientes datos generales: Tipo, nombre y domicilio del
establecimiento y, en su caso, nombre de la institución a la que pertenece;
en su caso, la razón y denominación social del propietario o
concesionario; nombre, sexo, edad y domicilio del usuario; y los demás que
señalen las disposiciones sanitarias. Asimismo, se estableció en su numeral
5.3 que dichos documentos son propiedad de la institución y del prestador
de servicios médicos, sin embargo, en razón de tratarse de instrumentos
expedidos en beneficio de los pacientes, deberían conservarse por un
periodo mínimo de 5 años, contados a partir de la fecha del último acto
médico. También, señalaba en el numeral 5.5 que los prestadores de
servicios otorgarían la información verbal; mientras que el resumen clínico
debería ser solicitado por escrito por el paciente, familiar, tutor,
representante jurídico o autoridad competente, especificándose con
claridad el motivo.

Sin embargo, la NOM vulnera 2 derechos fundamentales, el de la salud y el


acceso a la información, lo cual de manera independiente y aislada ha sido
analizado y motivo de pronunciamiento por parte del Poder Judicial de la
Federación (PJF) y por parte del otrora Instituto Federal de Acceso a la
Información y Protección de Datos (IFAI). El caso concreto que dio origen a
los pronunciamientos del PJF y del IFAI, se suscitó cuando un hospital de la
Secretaría de Marina se negó a proporcionar el expediente clínico de uno de
sus pacientes bajo el argumento de que la NOM-168-SSA1-1998 no
permitía la expedición del expediente clínico, sino sólo un resumen,
siempre y cuando se haya solicitado por escrito y especificándose con toda
claridad el motivo de la solicitud.

LOS PACIENTES TIENEN DERECHO A


QUE SE
LES EXPIDA UNA COPIA ÍNTEGRA DE
SUS EXPEDIENTES, NO DEBE
EXISTIR NINGÚN
CONDICIONAMIENTO PARA SU
EMISIÓN.
El solicitante quedo inconforme y promovió un juicio de amparo en contra
de la negativa, el cual fue negado por el Juez de Distrito que conoció de la
causa, llegando el mismo en revisión a los Tribunales Colegiados de Circuito
en Materia Administrativa, Revisión de amparo que fue resuelto en
definitiva por el Tercer Tribunal Colegiado de Circuito del Centro Auxiliar de
la Primera Región, quien revocó la sentencia y concedió el amparo de la
justicia federal al quejoso, ya que consideró que los pacientes tienen
derecho a que se les expida una copia íntegra de sus expedientes y que por
lo tanto no debe existir ningún condicionamiento para su emisión.

El argumento básicamente utilizado por el órgano judicial,

dispone que el numeral 5.5 de la


NOM-168-SSA1-1998 no respeta el DH a la salud, consagrado en el artículo
4º de la Constitución mexicana, al no permitir el acceso al expediente
clínico en su integridad, para que con ello el interesado pueda tener
conocimiento pleno de su estado de salud. Dicho Tribunal Colegiado
menciona en su sentencia: “La negativa tampoco encuentra
concordancia con los lineamientos contenidos en pactos internacionales
suscritos por nuestro país, ni con criterios de la Corte Interamericana de
Derechos Humanos ya que no es necesario que se imponga como condición
el que se tenga que justificar el motivo por el que se pide el expediente.
Porque ello es innecesario, en la medida en que al tratarse de un derecho
reconocido para el hombre, el que tenga acceso a la información exacta
de su estado de salud en relación con que se le deben proporcionar las
facilidades necesarias para ello, es incuestionable que debe bastar la
sola solicitud para que le sea expedido.

Sostener lo contrario también conduciría a avalar una práctica que va


en contra de la efectividad del derecho a la salud, lo que desde luego es
adverso a lo establecido en el Pacto Internacional de los Derechos
Económicos, Sociales y Culturales, en su artículo 12 y la Declaración
Universal de los Derechos Humanos, en su numeral 25. Es así como la
Norma Oficial Mexicana en cuestión deja de observar el derecho humano a
la salud y, por tal motivo, se declara su inaplicabilidad para el caso
concreto que aquí se analiza”.

Este tribunal publicó en el Semanario Judicial de la Federación de agosto de


2012, la siguiente tesis jurisprudencial.

“Norma oficial mexicana nom– 168-ssa1-1998, del


expediente clínico. atento al principio pro homine en ejercicio del control de
convencionalidad, debe declararse la inaplicabilidad de su punto 5.5. al
caso concreto, al omitir los lineamientos respecto al préstamo de aquél e
imponer condiciones para justificar la entrega, únicamente, del resumen
clínico.

Amparo en revisión 86/2012.- 23 de febrero de 2012.Unanimidad de


votos.- Ponente: Gaspar Paulín Carmona”.
Por otra parte, sabemos que desde la entrada en vigor de la Ley Federal de
Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental (LFTAIPG)
en junio de 2003, los particulares cuentan con un medio eficiente para
acceder a sus expedientes clínicos que obren en poder de los sujetos
obligados a la Ley, como los hospitales públicos del sector salud, así como
de los institutos de seguridad social, y no sólo a un resumen del mismo. Del
análisis del ordenamiento legal citado, se desprende que éste faculta a
cualquier persona para acceder y/o corregir sus datos personales, que
obren en los documentos que posea cualquier ente del Estado, sin
limitación o restricción alguna para el dueño de la información, en otras
palabras, no se puede limitar el pleno conocimiento, acceso o
disposición de la información, que si bien tiene muchos poseedores sólo
tiene un legítimo propietario, en este caso, la persona a quien
correspondan los datos personales.

Lo anterior resulta incuestionable a partir de junio del año 2009, cuando se


publicó la reforma a la Carta Magna que adicionó su artículo 16 con un
segundo párrafo que establece:

“Toda persona tiene derecho a la protección de sus datos personales,


al acceso, rectificación y cancelación de los mismos, así como a manifestar
su oposición, en los términos que fije la ley, la cual establecerá los
supuestos de excepción a los principios que rijan el tratamiento de datos,
por razones de seguridad nacional, disposiciones de orden público,
seguridad y salud públicas o para proteger los derechos de terceros”.

Bajo ese tenor de ideas, resulta por demás inconcuso que el detentador de
mis datos personales me impida el acceso a los mismos, siendo que
dicha información es única y exclusivamente de mi propiedad. El respeto a
esta prerrogativa en el ámbito privado se instituye en la Ley Federal de
Protección de Datos Personales en Posesión de los Particulares (LFPDPPP),
publicada en el DOF el 5 de julio del 2010, que tiene por objeto la
protección de los datos personales en posesión de los particulares, con la
finalidad de regular su tratamiento legítimo, controlado e informado, a
efecto de garantizar la privacidad y el derecho a la autodeterminación
informativa de las personas. Esta norma permite a las personas acceder,
rectificar, corregir y oponerse al tratamiento de sus datos personales en
posesión de cualquier institución del ámbito privado, lo que incluye el
acceso a su expediente clínico en posesión de cualquier hospital particular.

En otro orden de ideas y como parte del anecdotario, es


importante mencionar que en un principio los sujetos obligados fueron
renuentes a la entrega del expediente en su conjunto, lo que llevó al otrora
IFAI a sentar un número de precedentes en el sentido de que la nom-168-
ssa1-1998 no podía estar por encima de las disposiciones consagradas
en la LFTAIPG y el titular de los datos personales tenía derecho a
conocer de los mismos. Con base en lo anterior, el numeral 5.5 de la nom-
168-SSA1-1998 y su correlativo en la nom-004-SSA3-2012 vigente, nom
que sustituyó a la primera en mención, vulneran los derechos
fundamentales de acceso a la salud, de acceso a la información y a la
protección de los datos personales, en tanto que impiden a una persona
disponer de su información y conocer plenamente su estado de salud,
contraviniendo lo dispuesto por los artículos 4, 6 y 16 de nuestra Carta
Magna, así como la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y
por supuesto, la LFTAIPG.

EL ACCESO AL EXPEDIENTE CLÍNICO


EN SU INTEGRIDAD ES UNA PARTE
ESENCIAL DEL DERECHO A LA
SALUD QUE
POSEEMOS TODOS
LOS CIUDADANOS.
A mayor abundamiento, la nom-004-SSA3-2012 publicada en el DOF el
15 de octubre de 2012, adolece de los mismos vicios de
inconstitucionalidad que su antecesora, lo que ha sido advertido por el PJF,
tal y como se aprecia en la sentencia dictada por el Juez Segundo de
Distrito del Centro Auxiliar de la Cuarta Región, residente en Xalapa, Ver.,
quien consideró:

“…toda persona, tiene derecho a la expedición de una copia íntegra de


su expediente clínico, pues en éste se contiene la información necesaria
para que se tenga pleno conocimiento de su estado de salud. Por ello, no
debe de existir condicionante alguna para su emisión, pues bastará con la
expresión de su deseo de hacer efectivo el ejercicio de ese derecho para
que surja la obligación de otorgárselo.” “De igual forma, la información que
en su caso llegue a otorgarse al paciente, no deberá limitarse a la
expedición de un resumen clínico del expediente, sino ampliarse a la
posibilidad de que sea allegada cualquier constancia que obre dentro de su
expediente, incluso de que este sea proporcionado de manera íntegra”.
Dicha sentencia fue objeto de estudio por parte de la Segunda Sala de la
SCJN, en el amparo en revisión 632/2014. modificándola en los
siguientes términos:

“(…) si bien se ha determinado que la autoridad responsable debe


entregar de manera íntegra el expediente clínico a la quejosa, conforme a
lo previsto en la NOM-004-SSA3-2012 ‘Del expediente clínico’, lo cierto es
que tal obligación se encuentra debidamente cumplimentada cuando dicho
expediente se forma con la totalidad de la información que se encuentre en
poder de la autoridad o institución en materia de salud a la que se eleva
la solicitud correspondiente, de ahí que, contrario a lo sostenido por el Juez
de Distrito, el alcance del referido derecho con el que cuenta el paciente
no implica que la ahora recurrente se encuentre obligada a requerir a
todas las instituciones del sector salud del Estado de Veracruz, sean
públicas o privadas, la información relativa a la atención médica que se
haya proporcionado a la quejosa para integrar su expediente clínico.

Atento a lo anterior, debe modificarse la sentencia recurrida para que


los efectos de la concesión protectora se circunscriban a que el Director
del Centro de Rehabilitación en Salud Mental, deje insubsistente el oficio
… y, en su lugar, emita otro en el que, siguiendo los lineamientos de la
sentencia recurrida, proporcione a la parte quejosa copia de su expediente
clínico íntegro, sin mayores requisitos que los establecidos en la propia
Norma Oficial Mexicana NOM-004-SSA3-2012 Del expediente clínico,
facilitando en todo momento el acceso a la información de su salud”.
Las consideraciones de la Segunda Sala no hacen más que reforzar nuestra
conclusión en torno al tema, el acceso al expediente clínico en su integridad
es una parte esencial del derecho a la salud que poseemos todos los
ciudadanos mexicanos en términos del artículo 4º de nuestra Carta Magna,
cuyo acceso se encuentra en su artículo 16, pues es indubitable que el
expediente clínico se conforma por los datos personales de los pacientes y
que para acceder a él se tienen 2 vías dependiendo la naturaleza de la
institución que realiza el tratamiento. Cuando es una institución de
salud pública se realiza a través de los mecanismos instituidos en la
aún vigente LFTAIPG, en cambio, si el documento lo posee una institución
de salud privada, accederemos a este mediante los mecanismos
contenidos en la LFPDPPP.

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