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El momento de la sabiduría.

La adolescencia, es aquel momento en el que te sientes poeta, profeta, sabio y por supuesto crees
tener la razón de las cosas. Es el momento en el que algunos creen que el amor es lo mejor y otros
que piensan que es una porquería, algo inservible, por suerte todo eso se irá a la basura.

Aunque no lo sepas o no lo esperes no quiere decir que esto no pasará, lo digo así porque muchos
me contradicen pero tengo la razón, todo lo que ahora eres, esa persona magnífica se convertirá
en aquella persona que se preocupara por otros asuntos, tú enamorado te convertirás en aquel
adulto que se case por sentar cabeza. La única forma de seguir siendo así es dedicarte a eso
mismo, llevar a cabo tu vida en el mismo ámbito en el que la llevabas de adolescente, ¡claro! Ante
todo me refiero a la gente racional (adolescentes racionales) no a los estúpidos adolescentes,
dejando esto claro podemos ir directo a el punto principal, este es el cual nos hace ver la realidad,
la mente se despeja y empieza lo mejor, una vida con apuros más importante que terminar la
escuela y asegurar tu futuro, así es, no con sólo obtener una carrera ya tienes tu vida resuelta, esa
es la gran sorpresa, aún falta mucho más, más batallas que librar y aun más difíciles, muchos
piensan que esto les arruina la vida, pero yo opino que es mejor vivir eso a vivir una vida por los
suelos o incluso la muerte. Lo mejor en estos casos es aceptarlo y seguir con tu vida.

Pero en conclusión, debo decir que esto es bueno, porque aquí se decide si eres lo que decías ser
o si sólo eras un fanfarrón, muchos lo logran, otros no. Pero tú sí puedes hacerlo, tú que lo estás
leyendo y comprendes lo que digo, tú que sí tienes aquella pasión que muchos sólo la tienen de
cascaron, tú, lo vas a lograr, seguirás siendo tu mismo. De muestra lo soy yo, no lo sé de cierto
pero espero que al escribir esto te des cuenta de que soy algo diferente a lo general… Algo,
espero, te motive a seguir siendo tú.
La repartición de deberes.

En un lugar majestuoso, lleno de paz y divinidad. Se encuentra Yavé sentado en su trono y como
siempre miguel a su lado, su ángel preferido aun no estando a un lado suyo es Lucifer, el más
hermoso de los ángeles, el más leal y el más sabio. Cada orden que yavé le daba el la cumplía sin
reproche, alabando sin falta a su señor en cada encuentro que se daba con él. Lucifer, no era del
todo bueno, reprochaba a las espaldas de su señor yavé siempre quejándose con su subordinado
de lo injusta que era la realidad al no poder ser él, el dios de todo lo existente y lo que no existe.

Una noche Lucifer decidió por fin robar el trono a su señor, espero el día en el que se ausentara, el
día de la creación. Lucifer ordeno a su subordinado que le diera un vino a miguel, no era cualquier
vino, aquel tenía una sustancia para sedarlo. Cumpliendo esto se acerco poco a poco al trono, con
una cara que mostraba un deseo malvado de ambición, su subordinado le repetía que lo que hacía
estaba mal, que no le faltara el respeto a su señor yavé, este no hacía caso, y siguió. En un escape
el subordinado de Lucifer llamo a su señor yavé, para que detuviera a Lucifer, yavé llego
enfurecido y antes de que Lucifer tomara asiento con un rayo lo distancio del trono. Con los
paraíso casi cayéndose, yavé le dijo a Lucifer: “Tu, mi más apreciado ángel, me has traicionado, me
has faltado al respeto y eso no tiene perdón” entonces Lucifer dijo: “yo también merezco algo de
poder, no es posible que tu, seas tan codicioso para no darme algo de poder” con una mirada que
intimidaría a cualquiera yavé dijo: “¿Quieres poder?, lo tendrás de ahora en adelante tu serás
aquel que gobierne la oscuridad de este nuevo mundo, darás justicia a las almas que me falten al
respeto y serás adjetivo de todo lo que es malo, ahora lárgate a tu nuevo reino”. Un torbellino de
fuego se abrió bajo los pies de Lucifer, el cual se lo llevo si dejar nada de él.

Yavé, aun molesto volteo la mirada al subordinado y le dijo: “Tu, que no sabes a quien servir ni a
quien ser fiel, repartirás las almas que les ha llegado la hora, ya sea si merecen venir conmigo o
con Lucifer, tu serás el desprecio de muchos y el escape de otros cuantos, tu misión será eterna y
no habrá descanso hasta el día del juicio final que he planeado.

Dándole unas vestimentas tétricas y un bastón para su cansancio que será algún día, bajo a la
tierra a esperar el momento de llevarse las almas, y sin ansia a esperar el día de su descanso.

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