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TEMA 5: FUENTES HISTÓRICO – TEOLÓGICAS DE LA

DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA

Introducción
Todos los documentos que escriben los Papas, los obispos o teólogos de la
Iglesia se consideran una fuente importante en la doctrina social cristiana. Podemos
encontrar diversos documentos como cartas encíclicas, exhortaciones apostólicas,
constituciones apostólicas, cartas apostólicas, bulas, breves, documentos conciliares,
conferencias episcopales, etc.
Los documentos a los que más haremos referencia en el desarrollo del curso son las
Encíclicas, algunas exhortaciones apostólicas, documentos conciliares y conferencias
episcopales. Todos ellos contienen la reflexión de la Iglesia en materia de doctrina social y
nos ayudarán a discernir sobre los principios de reflexión, directrices de acción y criterios
de juicio que deben guiar nuestra práctica cristiana en el mundo en el que nos
desenvolvemos. Cada documento es el fruto de la reflexión de la Iglesia, y brota del
encuentro entre la realidad social a la que nos enfrentamos y el mensaje evangélico que
promovemos.
En la antigua iglesia cristiana, una encíclica era una carta circular enviada a todas las
Iglesias de una zona. En nuestros tiempos una encíclica, en el sentido más estricto, es una
carta solemne, que versa generalmente sobre un aspecto de la doctrina católica, y que el
Papa dirige a todos los obispos y fieles católicos de todo el mundo.
La palabra proviene del latín “encyclia” y del griego “egkyklios” que significa “envolver en
círculo”. La primera encíclica de la historia de la Iglesia fue escrita por el papa Benedicto
XIV en 1766. Uno de los papas más prolíficos en encíclicas fue León XIII (1878 - 1903)
que escribió 86 encíclicas. La última encíclica escrita es “Laudato Si” del Papa Francisco,
publicada en 2015. Las encíclicas en general se proponen: a) enseñar algún tema doctrinal o
moral (doctrinales - sociales) b) avivar la devoción (exhortatorias) c) condenar errores e
informar a los fieles sobre peligros para la fe, procedentes de corrientes culturales,
amenazas del gobierno, etc. (disciplinares - doctrinales)
En nuestro estudio tendremos en cuenta las encíclicas sociales, que contienen la enseñanza
en materia de moral social. El documento Conciliar de mayor trascendencia en nuestro
tiempo es el Concilio Vaticano II. Documento que es el resultado del Concilio que se llevó
a cabo entre los años 1962-1965 y que tiene Constituciones, decretos y exhortaciones, entre
ellas la más importante en materia de doctrina social es la Constitución Pastoral Gaudium et
Spes. Además también fruto de la reflexión de las diversas conferencias episcopales
latinoamericanas, hay documentos que son importantes tales como: Medellín (1968), Puebla
(1979), Santo Domingo (1992) y Aparecida (2009)

encíclicas sociales

Las encíclicas sociales son documentos del magisterio ordinario de la Iglesia, que desde
finales del siglo XIX han enriquecido la tradición de la Iglesia; siendo articuladas en
diferentes maneras y aplicadas a varios problemas, el corazón de las enseñanzas de los
papas ha sido la defensa de la persona humana creada a imagen de Dios.
Cada encíclica social versará sobre las diversas problemáticas sociales, políticas,
económicas, culturales, ecológicas del tiempo en el que son publicadas. Y de ellas también
brotarán principios de reflexión, criterios de juicio y directrices de acción que nos puedan
llevar a un mundo más solidario, fraterno y justo.
La primera encíclica social publicada fue la Rerum Novarum, publicada en 1891 por el papa
León XIII, esta encíclica social es la que da el acta de nacimiento de la Doctrina Social de la
Iglesia de manera oficial.
A continuación presentamos una línea del tiempo con las diferentes encíclicas sociales a
tener en cuenta para su estudio. Como dijimos anteriormente, cada encíclica social responde
al tiempo en el que fueron escritas, por eso se presentan algunos de los eventos más
importantes en los diversos contextos históricos

Rerum Novarum, el Papa León XIII


Publicada en 1891. Aborda la cuestión haciéndose eco de la inhumana situación de los
trabajadores durante la Revolución Industrial. Enuncia derechos y obligaciones de patronos
y obreros que todavía no han sido reconocidos en leyes civiles ni como derechos humanos.
Defiende el derecho de los trabajadores a asociarse para la defensa de sus intereses. Y que
el estado debe intervenir en la economía para asegurar los derechos públicos y privados;
asegurando el destino universal de los bienes. Defiende el derecho de la propiedad privada,
pero insiste en que esta tiene una función social. Subraya el derecho de los trabajadores y de
todo ser humano a acceder a la propiedad.
· Quadragessimo Anno, del Papa Pío XI
Publicada en 1931, con motivo de los 40 años de la publicación de la Rerum Novarum.
Trata el tema de la reconstrucción del orden social. Propugna por una distribución
equitativa de los bienes según las demandas del bien común y la justicia social: protege el
derecho de propiedad, la propiedad privada, afirmando su función social y el derecho de
todas las personas a acceder a él.
Frente al Socialismo y Capitalismo propugna por la aparición de sistemas intermedios.
Afirma que al libre mercado le sucede la dictadura económica inhumana y contraria al
evangelio. Se aparta de la lucha de clases y exige el salario justo, y la necesidad de
cristianizar en la vida socio-económica el valor de la caridad y la solidaridad.
· Mater et magistra – Juan XXIII
Publicada en 1961, con motivo del 70 aniversario de la Rerum Novarum. Trata del
Cristianismo y progreso social. Las principales características del contexto social son las
diferencias económicas entre los llamados primer y tercer mundo. Insiste en que la
mundialización de la cuestión social ha superado los límites obrero – patrón. Analiza los
retos de la realidad social como los derechos de los pueblos subdesarrollados y de los
trabajadores. Afirma que para afrontar del orden social es necesario que la persona sea el
fundamento y el fin de toda actividad política. Insiste en que la doctrina social cristiana o de
la Iglesia es el arte integral de la vida cristiana y de la misión evangelizadora; finalmente,
llama a los cristianos a trabajar por un mundo más fraterno, solidario y pacífico, como
expresión del reinado de Dios en la historia.
Pacem in Terris – Juan XXIII
Publicada en 1963. El tema principal es la paz en la Tierra. También es considerada como el
testamento espiritual y social del Papa Juan XXIII por que fue publicada tres meses antes de
su muerte. Es la primera encíclica que no solo se dirige a los cristianos sino a “todos los
hombres de buena voluntad”.
El contexto social de la encíclica es la guerra fría, el muro de Berlín, la crisis de los misiles
en Cuba. La encíclica ofrece una propuesta de paz para la sociedad internacional, basada en
la justa relación entre personas y el Estado y entre personas y los otros seres humanos, en el
ámbito de los derechos humanos como la base de la paz.
Aboga por una justa relación entre Estados basada en el diálogo y la solidaridad. Reconoce
que todas las naciones tienen igual dignidad y derecho a un desarrollo propio y aboga por la
revisión de la distribución de recursos y por el monitoreo de las corporaciones
multinacionales. Reclama compromisos serios para lograr el desarme de las naciones.
Reconoce a la ONU como una autoridad pública de nivel mundial para promover el bien
común universal y propender por una sociedad basada en la justicia, la solidaridad y el
desarrollo integral de las personas y de los pueblos, como fundamento para la paz válida y
duradera. A los creyentes de las diversas confesiones les hace una invitación al compromiso
por integrar la fe, la razón y la acción. Se le considera la declaración universal de los
derechos y deberes humanos hecha por la Iglesia.
· Gaudium et spes del Concilio Vaticano II
Publicada en 1965, “La Iglesia en el mundo actual”. Enfatiza la dignidad del ser humano,
imagen de Dios, que se realiza y vive en sociedad. Insiste en que la sociedad es justa cuando
favorece la realización de todos los individuos, aporta principios reguladores de la vida
social y económica e insiste en que el bien común y la solidaridad son generadores del
desarrollo de los pueblos. Afirma la necesidad de paz y la obligación de evitar la guerra.
Ataca la carrera armamentista y la amenaza de la guerra nuclear. Establece la
responsabilidad de los cristianos por trabajar en la generación de estructuras que hagan el
mundo más justo y pacífico; desde el reconocimiento de la dignidad humana como base
para las decisiones políticas y económicas y la edificación de la comunidad internacional.
· Populorum Progressio de Pablo VI
Publicada en 1967. “Sobre el desarrollo de los pueblos”. Sostiene que el desarrollo no es
solo económico, sino también social y cultural. Propone la solidaridad internacional para
lograr el desarrollo de los países subdesarrollados, que es la tarea más urgente en el ámbito
social. Afirma los derechos de las naciones pobres a un desarrollo humano pleno y
desaprueba las estructuras económicas que promueven la injusticia. Y enseña que los
recursos deben ser compartidos a través de la ayuda, la asistencia técnica, las relaciones
comerciales justas, y aboga por un Fondo Mundial que se dirija hacia los pobres los fondos
que ahora se gastan en armas.
Octogesima Adveniens- Pablo VI
Carta apostólica publicada en 1971. “Una llamada a la acción”. Aborda, entre otros, tres
temas básicos: El cristiano ante los nuevos problemas: la creciente urbanización, la
necesidad del diálogo como fundamento de la paz, la relación jóvenes – adultos, la
marginación de la mujer la inhumana situación que padecen los emigrantes, el desempleo,
los medios de comunicación, y el deterioro creciente del medio ambiente, entre otros.
Aboga por un análisis objetivo de la situación de la sociedad, identificando las causas,
consecuencias, y gestando acciones a favor de la justicia, la paz, desde una acción política
que promueva el bien común nacional e internacional.
· Laborem Exercens –Juan Pablo II
Publicada en 1981. “Sobre el trabajo humano”. Trata del trabajo del hombre a la luz del
Génesis, desde una visión filosófica y teológica del trabajo. Visto como colaboración con el
creador, lo que le da una especial dignidad por estar basada en la dignidad humana y divina
de la persona. Expone así una espiritualidad del trabajo como medio de expresión y
compromiso desde la fe en la construcción de un orden social justo y fraterno para todos y
todas. Demanda que la justicia en el lugar de trabajo sea responsabilidad tanto de la
sociedad como de los empleadores y de los trabajadores. Afirma el derecho de todos los
trabajadores a formar asociaciones y a defender sus intereses vitales; y la prioridad del
trabajo sobre el capital. Pide el fomento de salarios justos, de la propiedad colectiva y de la
participación de la fuerza laboral en la administración y en los beneficios de las empresas
públicas y privadas.
· Sollicitudo rei Socialis – Juan Pablo II
Publicada en 1987. “Interés social de la Iglesia”. Analiza la desigualdad creciente e injusta
entre Norte y Sur. Enfatiza en la esperanza y en la necesidad de fomentar el desarrollo de
las personas y de los pueblos más pobres. Define que el auténtico desarrollo del hombre se
realiza en todas sus dimensiones, principalmente la espiritual. Al tiempo que reafirma que el
desarrollo auténtico debe abarcar la vertiente política, económica, religiosa y ecológica.
Pide generar voluntad política para crear mecanismos justos para el bien común de la
humanidad; reformar el comercio mundial y los sistemas financieros; diseñar un plan de
desarrollo con respeto por la naturaleza; dedicar los recursos usados para armas al alivio de
la miseria humana; y una conversión a la solidaridad a la luz de la interdependencia y
autodeterminación de los pueblos.
A los creyentes de todas las religiones y denominaciones, les insiste en la necesidad de
conversión y solidaridad. En el análisis de la realidad para reconocer y denunciar las
estructuras de pecado que obstaculizan el desarrollo pleno de las personas y de los pueblos;
para promover desde la fe una nueva humanidad.
Finalmente, pide a los cristianos católicos, difundir la enseñanza social de la Iglesia, y
llevarla a todos los sectores de la sociedad, para que ilumine las realidades sociales y las
comprometa en la tarea de promover la justicia y la paz, desde el respeto a la vida y a la
dignidad de todos los seres humanos.
· Centesimus Annus – Juan Pablo II
Publicada en 1991. Como homenaje a los 100 años de la encíclica Rerum Novarum, que es
la que da nacimiento a la doctrina social de la Iglesia de manera oficial. Afirma que esta
encíclica debe ser promovida en todos los estamentos de la sociedad y en la comunidad
internacional, como un aporte de la Iglesia a la sociedad en la búsqueda de un orden social
justo, fraterno, solidario y pacífico. Haciendo presente que el Evangelio es un camino de
humanización válido y abierto a toda la comunidad humana. El contexto internacional de
esta encíclica está enmarcado en la caída del muro de Berlín en 1989 y el hundimiento de
los regímenes de ideología marxista – leninista en Europa, entre otros. Considera que han
caído por su violación de los derechos del hombre, pos tu ateísmo, y por su ineficiencia
económica. Respecto al capitalismo distingue entre los elementos básicos económicos que
acepta, aunque haciendo una crítica a los anti valores que muchas veces genera en la
sociedad, como el individualismo que prescinde de la solidaridad y tiene como objetivo
básico el tener; además denuncia al predominio del capital sobre la persona, consumismo
creciente y sus consecuencias en el deterioro del ser humano.Afirma que la libertad debe
estar abierta a la verdad; que la propiedad privada no debe ser tenida como derecho
absoluto; que la economía de mercado debe basarse en el comercio justo, el respeto a la
creación y a los derechos de las personas y de las naciones, desde un sistema ético cultural.
· Caritas in veritate – Benedicto XVI
La Encíclica, publicada el 29 de junio de 2009. Sobre el desarrollo y la economía.
· Laudato Si – Francisco
La encíclica publicada en mayo del 2015. Sobre el cuidado de la casa común y la necesidad
de cambiar nuestros estilos de vida, de consumo y producción para cuidar del medio
ambiente. Es necesario que la ecología no solo se trabaje en base al medio ambiente sino a
las injusticias sociales que traen los modelos de producción.

Antecedentes históricos a la Rerum Novarum


La Revolución Industrial

A mediados del S. XVIII y comienzos del XIX en Inglaterra se inició una radical y vigorosa
transformación de su industria y comercio: a través de un proceso de aplicación técnica de
la física mecánica en la producción (especialmente cuando comienza a utilizarse como
energía el vapor de agua) y debido a la enorme existencia de materias primas
(especialmente de sus colonias) todo esto permitió un aumento enorme de productividad por
trabajador. El uso de la máquina fue un salto en la productividad.

La Revolución Industrial comprende dos etapas: la primera (1850-1860) que se caracterizó


por los grandes logros alcanzados en la agricultura, y por la expansión de la industria
británica especialmente en la industria textil; y la segunda (se inicia a partir de 1860, se
fortalece en el siglo XIX y se desarrolla extraordinariamente en el siglo XX) esta etapa
consolida el desarrollo del maquinismo, y la vigorización del capitalismo industrial.

Entre las causas de la Revolución Industrial podemos mencionar las siguientes:

- La existencia de grandes capitales nacidos del comercio, la agricultura y la banca,


pero principalmente de la explotación de los ricos imperios coloniales, como sucedió con
Inglaterra nación pionera de la gran industria.
- El intenso empleo de la máquina, fruto ésta de los formidables avances de la ciencia
y la tecnología, que buscaron perfeccionar los instrumentos de producción.
- La existencia de materias primas como el algodón y los ricos yacimientos de carbón
y de hierro.
- La presencia de grandes mercados para el intercambio comercial y para atender la
demanda de productos manufacturados, principalmente en regiones de ultramar.

En consecuencia esta revolución dio lugar a grandes cambios en la sociedad a todo nivel, a
grandes rasgos podemos mencionar los siguientes:

- Originó la sociedad contemporánea, y con ella los profundos cambios en la vida de


los pueblos, tanto en el orden económico y social como en el político, científico y cultural
desde fines del siglo XVIII hasta el presente.
- La riqueza del mundo aumentó extraordinariamente, la que benefició principalmente
a los industriales y comerciantes.
- La población del mundo se acrecentó considerablemente.
- Se produjo una mayor expansión colonial, por la necesidad de abrir nuevos mercado
y obtener materias primas para la nueva y floreciente industria.
- Surge la producción masiva y en serie de productos manufacturados, lo que
contribuye al abaratamiento de los precios.
- El nacimiento, de dos nuevas clases sociales, la proletaria y la capitalista
Frente a los revolucionarios cambios en la sociedad la posición de la Iglesia.

A la Iglesia le costó mucho pasar del mundo medieval al mundo moderno. Hasta antes del
cambio, estaba acostumbrada a una sociedad donde había un orden establecido, que estaba
explicitada por la tradición eclesial. Disponía de normas y usos que desde siempre habían
funcionado en la vida social, política y económica. Por eso les resultaba casi imposible
imaginarse y menos aceptar que el orden social era construcción humana y que podía
cambiar, que se podía elegir a sus representantes para que los gobernaran.

El cambio se fue gestando durante el S. XVII y se materializó en el S. XVIII, la imagen de


la diosa Razón entronizada en el Altar central de la Catedral Notre Dame de París el 10 de
diciembre de 1793 es elocuente e ilustra la profundidad del cambio[1].

Desde el S. XVIII la jerarquía de la Iglesia fue perdiendo la capacidad de dialogar con el


mundo en el que estaba situada. Las razones fueron múltiples: las guerras religiosas, la
teología de la contrarreforma, la querella contra los jansenistas, etc.

La Iglesia hasta el S. XVIII “combatía las nuevas ideas racionalistas y liberales acusando a
los libre pensadores de ser viciosos, de subvertir el orden social y político querido por
Dios, el que se expresa en la Revelación y que da a conocer e interpretar la
Iglesia. Anatemiza a quienes osaron insinuar que la Iglesia, debería estar separada del
Estado, afirmando que la autoridad pública, al proteger a la Iglesia, se protege a sí misma,
porque la fe y la moral cristiana disciplinan a los pueblos y a las personas, enseñándoles a
respetar y obedecer a las legítimas autoridades ‘porque la autoridad viene de Dios’ (Rom
13, 1ss). Fundamentalmente condena la autonomía de la razón que para afirmarse
necesitaba negar la Revelación y su posibilidad, y también la construcción de un orden
social político autónomo de la moral cristiana”[2].

[1] Pero este cambio fue acompañado de persecución y violencia contra la Iglesia, basta
recordar los santos y nuevas órdenes que surgieron en plena revolución francesa:
Chaminade, Champagnat, etc

El Sílabo
El Sílabo, catálogo de 80 proposiciones, en ellas la Iglesia condena el espíritu de una época,
el espíritu laicista moderno. El sílabo o colección de errores modernos, es sacado de varias
Alocuciones, Encíclicas y Cartas del Papa Pío IX y se publicó junto con la Bula Quanta
Cura, el 8 de diciembre de 1864.

El Papa Gregorio XVI (predecesor de Pío IX) en su encíclica “Mirari Vos” (1832) condenó
los males presentes: el indiferentismo religioso, del que provenían la mayoría de los males;
la libertad de conciencia que llevaba a un libertinaje. Se condenó también la libertad de
imprenta y toda acción que intentara cambiar a las autoridades legítimas. Sin embargo, éste
fue el Papa que en 1831 reconoció la independencia de los países de América Latina y
nombró Obispos en las sedes vacantes de este continente.

Con la reunificación italiana, el Papa Pío IX (que gobernó de 1846 a 1878) de un inicio
auspicioso y con “apertura al mundo moderno”, sufrió una profunda transformación interna
en 1848. Debió huir de Roma refugiándose en el Reino de Nápoles. Dos años duró la
reconquista de los Estados papales, y el Papa después de esta dura experiencia, condenó con
todas sus fuerzas el régimen liberal moderno, la separación Iglesia-Estado, las libertades
civiles, conciencia, culto, imprenta, reunión y las libertades políticas.

La Iglesia del S. XIX fue en general, una Iglesia que vivió aislada: vivió sin estados
pontificios, sin estatuto jurídico público, sin reconocimiento internacional, en total fueron
60 años (1870-1929) que se desenvolvió en una situación jurídica ambigua y compleja.

Fue duramente perseguida, acusada de retrógrada, oscurantista, con miles de conventos


cerrados por el espíritu liberal anticatólico. Pero en medio de tantas dificultades surgieron
(por obra del Espíritu Santo) nuevas congregaciones religiosas con nuevos carismas
(Salesianos, Don Orione...) y una nueva generación de católicos preocupados seriamente de
la problemática social, que buscaban articular mejor su fe con la realidad política social y
económica.

El movimiento social católico del 1800


El mundo católico reaccionó frente a la industrialización a través de corrientes de
pensamiento, pero también a través de una nueva práctica: creación de nuevas formas de
asociación, sociedades de ayuda mutua, cooperativas de consumo, bancos y nuevas
experiencias en el campo educativo, cultural y caritativo.

Ejemplo de acciones caritativas tenemos la experiencia de San Vicente de Paul, que se


dedicó a los mendigos de París y fue capellán de los condenados a las galeras. También
tenemos la sociedad de San Francisco Javier, fundada en 1840 orientada a la creación de
escuelas y talleres ocupacionales para los obreros.

En Italia hacia 1827 nacen las obras asistenciales de Cottolungo para albergar y cuidar
enfermos, huérfanos y desamparados. En 1873 las obras asistenciales educativas, para
ayudar a muchachos pobres, de Don Bosco otro gran ejemplo. Y es necesario mencionar a
Leonardo Murialdo (1828-1900) quien (después de colaborar con Don Bosco) en el
contacto con los jóvenes obreros sintió la necesidad de crear para ellos y para los
trabajadores adultos ASOCIACIONES que luego serían “Unión de Obreros Católicos”. De
allí que se le considere un gran propulsor de las Uniones Obreras Católicas.
En Alemania surgen las Gesellenverein, que eran sociedades de formación y asistencia a
los obreros aprendices que experimentaban un gran desarrollo bajo la dirección de A.
Kolping.

Todos estos movimientos presentaban ciertas características comunes:

- Eran movimientos que surgen en el seno de la Iglesia y en los que se comprometen


Obispos y sacerdotes, pero la responsabilidad está en mano de los laicos.
- Eran movimientos orientados a la acción y que afrontan los problemas con los
medios que cuentan.
- Eran movimientos que al inicio eran apolíticos pero que desembocan en la política,
en vistas a superar el asistencialismo (sólo obras caritativas) e intentando actuar sobre las
estructuras.

el movimiento social católico de 1800


A nivel de corrientes de pensamiento, es digno destacar la figura de Mons. Ketteler, (1811-
1877) quien en un primer momento se acercó a la realidad con espíritu de caridad cristiana,
pensando más en una renovación de la vida espiritual de los obreros, que en una
intervención concreta en los problemas económicos. Pero luego orientó sus reflexiones
hacia la cuestión social, reconociendo que en lo económico radica el problema obrero y
solicitando la intervención de la Iglesia en el campo social.

En el libro “La cuestión social y el cristianismo” Mons. Ketteler, al exponer su pensamiento


social, madurado a lo largo de un decenio, condenaba el liberalismo y el individualismo
económico y político, así como el excesivo intervencionismo estatal. En relación presentada
ante la Conferencia Episcopal Alemana, rechazaba toda utopía revolucionaria violenta, e
invita a reflexionar sobre cuatro problemas:

- Si la cuestión social afecta a Alemania;


- Si la Iglesia puede y debe intervenir;
- Cuáles son los posibles remedios y
- Cómo puede contribuir la Iglesia a su aplicación[1].

Ya en estos años (1869) Mons. Ketteler hablaba de problemas que todavía hoy sufrimos.

“La libertad de comercio, de trabajo y de circulación, al hacer caer las barreras del
proteccionismo, ha aumentado el poder del capital que, aliado con las máquinas y ayudado
por el principio de la división del trabajo y por la facilidad de transportes, se ha convertido
en dueño absoluto; hasta tal punto que no sólo el obrero, sino incluso el pequeño
empresario y el pequeño comerciante, abandonados a sus propias fuerzas, no pueden
sostener la lucha contra los grandes capitales acumulados Obligados pues a renunciar a
su independencia, tienen que adaptarse a trabajar como obreros, trabajando a jornal o a
destajos”[2].

Ketteler acerca del salario tenía una visión que después sería recogida por la D.S.I.
“... El salario no se regula de acuerdo con el mérito ni con las necesidades reales de la
vida. Salvo raras excepciones, el obrero no tiene esperanzas de levantarse del pobre
estado en que se encuentra. En la atmósfera material que envuelve al mundo industrial
moderno, es contado como una mercancía más...”[3].

Ketteler en su “relación” después de rechazar toda opción revolucionaria y violenta (contra


los socialistas extremos) sugería al episcopado alemán reformas: participación de los
obreros en los beneficios, medidas a favor de las madres de familia, intervención del Estado
para limitar los horarios de trabajo, clausura de locales de trabajo malsanos, descanso
dominical y finalmente sugería que en cada diócesis se eligiera cierto número de sacerdotes
para dedicarse con profundidad al estudio del problema social.

Todo este esfuerzo de respuesta desde la fe de los católicos, fructifica en la Encíclica Rerum
Novarum de León XIII.

Con estos antecedentes tan conflictivos y auspiciosos a la vez, es como la Doctrina Social
de la Iglesia, comienza su andadura en la historia y en el mundo. Esta Doctrina Social de la
Iglesia se materializa en las encíclicas sociales y los Papas y Obispos, se hacen
especialmente conscientes que también es parte de su misión propia, intervenir con sus
enseñanzas en las cuestiones sociales de su tiempo.

En efecto, y como ya se ha dicho, cada encíclica social es hija de su tiempo, responde a un


contexto histórico determinado y pretende proponer criterios de juicio, y principios de
reflexión que respondan a las cuestiones sociales de un momento dado.

Tomando en cuenta como punto central y de quiebre el Concilio Vaticano II, vamos a
clasificar las encíclica sociales: en pre-conciliares, conciliares y post-conciliares.

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