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Pacho O’Donnell

El Prójimo

Ser mejores.

En una guardería infantil una niña corre alegremente y

atropella y rompe una botella.

La maestra junta los pedazos y los introduce en una bolsa plástica de residuos.

Camina hacia el recipiente de basura pero se detiene. Escribe en un papel: “¡Cuidado vidrios!”
Luego lo fija con cinta “scotch” sobre el plástico.

Ha pensado en el recolector.

Un buen maestro es aquel que, en última instancia, demuestra su inutilidad.

Es eso lo que debes esperar de este libro.

Hemos sido criados a imagen y semejanza de Dios (Génesis 1:26). Por lo tanto, a pesar de nuestras
imperfecciones, estamos compelidos a aspirar a la excelencia. A ser lo mejor que podamos ser.

A ser solidarios. A proponernos serlo. Con sinceridad y sin las trampas que suelo hacerme a mi
mismo.

El mundo anda demasiado mal como para que permanezcamos indiferentes.

La desigualdad social entre países ricos y pobres es abracabradante. Según cifras del Banco
Mundial en el 2000 el producto anual por habitante en Suiza era de $45.820 dólares mientras que en Etiopía
era de $110 dólares y en Mozambique de $90 Dólares. Dado que en estos países también existen las personas
adineradas imaginemos cuál es la situación económica de los ciudadanos comunes.
Nuestro país tiene un producto anual por habitante de $8.570 dólares. Esta cifra es un promedio
entre aquellos compatriotas que viven como si fueran suizos y aquellos que, para nuestro oprobio, viven como
si fueran etíopes o mozambiqueños.

No es la solidaridad lo que nuestra sociedad fomenta. Es la deshonestidad la que ha encontrado


campo propicio, aún más que hace siglos cuando el filósofo Diógenes se afanaba en Atenas y Corinto: “Con
vela y farol, cuando brillaba el sol, busqué hombres honestos, más no pude encontrar ninguno”.

Pasó al lado mío, se detuvo, me miró a los ojos y siguió de largo.

El bombardeo publicitario que incita al “poseer” y al “acumular” en una sociedad con los resortes
morales debilitados, promueve corrupción en unos y delincuencia en otros.

La antigua aspiración a ser héroes ha sido sustituida por la de ser poderosos.

Es este vacío existencial el que mujeres y hombres tienden a “llenar” con adicciones que solo
ensanchan la carencia de autoestima, de contacto consigo mismos, de valores. Son “dependientes”, es decir,
etimológicamente, que “cuelgan” con el consiguiente riesgo, tantas veces cumplido, de despeñarse en los
abismos de la degradación.

El prójimo no existe, salvo como potencial instrumento de satisfacción de deseos primarios.

Si, a vos te hablo.

No se trata de que nuestro impulso a mejorar nos lleve a ser grandes mujeres o grandes hombres,
aunque afortunadamente, algunas y algunos lo han logrado y lo lograrán, sino que la propuesta es, nada más y
nada menos, que ser mujeres y hombres verdaderos.

Ser mejor es lealtad al tan desobedecido mandato “ama a tu prójimo como a ti mismo”.

Seas o no creyente. No serlo no te sirve como coartada.

Amar al prójimo: ser solidario, hacer con él lo que uno desearía que un prójimo hiciera con uno en
caso de estar en su situación.

Amarse uno mismo: desarrollar los talentos y crear una positiva ecología afectiva. Solo se puede dar cuando
se tiene.

*
Despertar entre la mayoría anestesiada por el materialismo, la frivolidad, la masificación, la
insensibilidad ante el infortunio de los demás.

¿Somos un ejército de zombis programados para comprar, cualquiera sea el costo espiritual que
por ello se pague?

Anestesia: "Privación completa o parcial de la sensibilidad, producida artificialmente."

La “fábrica de consumidores” necesita anestesiar la conciencia de uno mismo y del prójimo, la


capacidad de comprender y de ser distinto.

Necesita “clientes” y no personas.

"Sentir seguridad.

Tener un sentimiento de identidad

Y confianza basado en la fe

en lo que uno es.

Sentir necesidad de relacionarse.

Interesarse por el otro. Amar.

Solidarizarse con el mundo que nos rodea,

y no desear dominar al mundo.

Poseer sólo lo necesario para no ser

esclavo de las posesiones propias.

Estar presente en el lugar en donde

uno se encuentra. Percibir la unión

con la vida.

Renunciar a la conquista y explotación

de la naturaleza.

Ser feliz en el proceso de vivir” (E. Fromm).

Somos lo que deseamos. Vos no sos tu reloj de marca. No deberías serlo.

“Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo hallarás” (Eclesiastés 11).

Un granjero se esmeraba por sembrar buenas semillas en sus tierras. Tanto que solía recibir
premios por ello en la feria regional. Era generoso y regalaba esas semillas a sus vecinos granjeros. Cuando se
le preguntó por qué lo hacía respondió: “Lo hago, sinceramente, para proteger mis cultivos: el viento levanta
el polen y lo esparce sobre los campos. Si mis vecinos siembran cereales de mala calidad, la recíproca
fecundación disminuye la calidad de los míos. Por eso cuido que solamente siembren buenas semillas”.

Como en el caso del granjero, tratar de ser mejores es un buen “negocio”. Redunda en beneficio de
nuestros prójimos, del medio que nos rodea y por lo tanto también somos nosotros los beneficiados.
*

Los medicamentos de más venta en nuestro país son los sedantes y los hipnóticos. Es el precio de
no encontrar trabajo o del temor de perderlo, angustia que fogonea el rendimiento laboral que el mercado
necesita.

Tampoco las gallinas duermen, engañadas por un sol artificial que nunca se oculta, para que no
cesen de poner huevos.

“No ha habido nadie a quien yo haya enseñado a tirar con arco, que al final no me haya convertido
en su blanco” (Saadi de Shiraj).

¿El prójimo como adversario a eliminar, siempre?

Cierta vez, en un club al que asisto con mi familia, pasé junto a un conocido que no me devolvió el saludo. No
pude evitar que eso me perturbara y pasé varias horas especulando sobre las razones del desaire. Por fin decidí
encararlo y aclarar la situación.

-No te saludé porque no te ví – me explicó sonriendo mientras yo me encogía avergonzado – soy


miope y esta mañana se rompieron mis anteojos.

Mi autoestima es frágil.

“Debe sentirse libre del engaño del “yo” y del “mío”. Debe aceptar el placer y el dolor con igual tranquilidad.
Debe ser clemente, resignado, autodominado (...) Su actitud es la misma hacia el amigo que hacia el enemigo.
Es indiferente al honor y al insulto, al calor y al frío, al placer y al dolor. Es libre del apego. Valora por igual
el elogio y la censura. Puede dominar su palabra. Está contento con cualquier cosa que consigue. Su hogar
está en todas partes y en ninguna” (Krishna, “Baagavad Gita”).

No, Maestro. Encontrarse uno mismo pero en unión con los demás. El crecer como persona no debe, tampoco
puede, prescindir de lo social, de sus condicionamientos, de sus tentaciones, de sus obstáculos, de sus ayudas.
Somos los demás, en una dinámica interacción entre los interno y lo externo. Es allí donde nos enfermamos
de “mercaditis” y es allí, solo allí donde podemos curarnos. He aquí el engaño de tantos libros de autoayuda,
que dan por sentado que, por ejemplo, la alienación o la dependencia son apenas desvíos personales y por lo
tanto aptos de resolverse a través de una toma de conciencia individual.

Pero lo dolorosamente cierto es que las cosas son bastante más complicadas: nuestra “autoayuda” solo
avanzará si somos capaces de lograr que lo haga a través del embotellamiento de los “autos” de los demás,
respondiendo a reglamentaciones de tránsito establecidas no para “autoayudarnos” sino en beneficio de otros
que sabrán “autoayudarse” sacando beneficios económicos de nuestras penurias que ellos mismos fabrican y
que disimulan astutamente.

Por ejemplo haciéndonos creer que los libros de “autoayuda” pueden ayudarnos a ser autónomos...

Son muchos, muchísimos, demasiados, nuestros compatriotas sumergidos en la pobreza. Un


drama mundial con mayor o menor gravedad de acuerdo a los países, empeorado por la crisis del “estado
benefactor”. Los gobiernos, ya sin el acicate de las promesas igualitarias del comunismo, han disminuido
presupuestos destinados al amparo de los indigentes, los ancianos, los discapacitados, por considerarlos gastos
improductivos.

¿El derrumbe del muro de Berlín sepultó bajo sus escombros a la solidaridad?

*
El 27% de los niños pobres argentinos (de 6 a 14 años) repite algún grado del nivel primario, mientras que en
los sectores de buenos recursos económicos tal guarismo desciende al 4.4%.

Si no haces nada para impedirlo sos un cómplice.

No te engañes. Ser solidario no es generosidad con el otro. Es ser generoso con uno mismo.

Se es en la medida en que se da. ¿Cómo en las máquinas expendedoras de coca-cola? Algo así.
Una moneda, una lata.

Brahmanismo: ‘Esta es la suma del deber: no hagas a otros lo que te produciría dolor que te
hicieran a ti’ (Mahabharata 5:1517).

Budismo: ‘No lastimes a los otros de la forma en que a ti te lastimaría (Udanavaarga 5: 18).

Cristianismo: ‘Cuánto quisiéreis que os hagan a vosotros los hombres, hacédselo vosotros a ellos’ (Mateo
7:12).

Confucianismo: ‘Haz a los otros lo que tú desearías que te hicieran’ (Analectos 15:23).

Islam: ‘Ninguno de vosotros es un creyente hasta que desee para su hermano lo que desea para sí mismo’
(Sunan).

Judaismo: ‘Lo que te es odioso no se lo hagas a tu prójimo. Esa es toda la Ley; el resto es comentario’.
(Talmud, Shabbat 31ª).

Taoismo: ‘Considera el beneficio de tu prójimo como tu propio beneficio y las pérdidas de tu prójimo como
tus propias pérdidas’ (Taishang Kan-ying P’ien).

Cuando alguien lleva una vida que de vida tiene poco, si quiere despertar, despierta. ¡Pero cómo cuesta!

La mayoría decide que no vale la pena. Muchísimos se las arreglan para ni siquiera darse cuenta de que se
puede elegir.

Manuel Dorrego era un valiente oficial cuyas virtudes militares escribieron páginas gloriosas en
nuestra Historia. Pero su carácter altanero y despectivo lo llevó a ser sancionado por San Martín cuando se
burló de Belgrano, en la “Ciudadela”, por su voz aflautada.

Cumpliendo su arresto en Santiago del Estero, enterado de que don Manuel pasaría por allí de
regreso a Buenos Aires adónde había sido convocado para ser juzgado por sus derrotas militares, vistió al opa
del pueblo con grotescas e infamantes ropas de “mariscal” y lo subió a un burro para que se pasease por las
calles del pueblo, y ante los ojos del burlado, con una cartel en el que podía leerse: “Soy Manuel Belgrano,
militar de pacotilla”.

No fueron ésas las únicas trapisondas de Dorrego. Hubo otras con final trágico como aquella en que
provocó el duelo entre dos de sus mejores oficiales, quizás con la fracasada idea de detenerlos en el momento
crucial de los disparos, dejando a ambos tullidos para el resto de sus vidas.

En 1816, con el mismo desparpajo pero con mucha razón ,se presenta ante el Director Supremo Juan
Martín de Pueuyrredón y le reprocha que retacee ayuda a otro gran caudillo popular, Jose Artigas, en su
despareja lucha contra la invasión portuguesa. Pueyrredón se enfurecerá contra ese oficial irrespetuoso de sus
galones quien además lo acusará de cobarde cuando en el calor de la disputa le descerrajará:

-No recuerdo, general, haberlo visto en ninguna batalla...

Dorrego es embarcado de urgencia en un precario barco holandés que tendrá una azarosa navegación:
tempestades, abordaje pirata, finalmente naufragio. El argentino y otros sobrevivientes alcanzarán a nado la
costa norteamericana.
Allá Dorrego se transformará. Radicado en Baltimore entrará en contacto con las ideas democráticas de
justicia social y las hará suyas. A partir de allí su vehemencia y su carisma estarán al servicio de mejorar las
condiciones de los sectores populares, y a su regreso a la patria se constituirá en el líder de la plebe, de los
gauchos de la pampa y de los orilleros de la ciudad, de los mulatos y de los indios.

En sus “Memorias” el general Iriarte contará que cierto día, acompañado por el aristocratizante Carlos de
Alvear, se cruzaron con Dorrego en una de las calles céntricas de Buenos Aires.

-Caballeros- les dijo el jefe federal-les aconsejo que no se acerquen mucho- Como quien no quiere
contaminar.

Dorrego vestía ropa ostensiblemente desaliñada y su apariencia era sucia. Iriartre anota rentonces:
“Excusado es decir que esto era voluntario para captarse la simpatía de la multitud, de los “descamisados” (Es
entonces cuando esta palabra hace su aparición en nuestra Historia).

El anteriormente desprejuiciado cajetilla puede aplicar su mejoría como persona cuando fue gobernador,
promulgando medidas de vigoroso contenido social: control de precios de productos básicos para que
estuviesen al alcance de los pobres, reforma agraria que concedió tierras a quienes no eran latifundistas,
beneficios para las precarias industrias provinciales, etc.

Ello, como no podía ser de otra manera, le granjeó la enemistad de los poderosos unitarios de Buenos
Aires que vieron en él a un enemigo que afectaba sus intereses y sus privilegios.

El desenlace es por todos conocido y confirma que mejorar como persona y proponerse una acción
coherente con ello muchas veces tiene su costo. Alto en el caso de Manuel Dorrego a quien nuestra historia
oficial, escrita por simpatizantes de sus fusiladores, no le ha dado el lugar que se merece.

“Un Maestro hindú reprocha a su discípulo:

-¿Cuándo dejarás de apoyarte en Dios y llegarás a ser independiente?

El discípulo, entre ofendido y asombrado, le replica:

-¡Pero si has sido tú el que nos ha enseñado a considerar a Dios como Padre!

-¿Y cuándo aprenderás tú –dijo el Maestro- que un padre no es alguien en quien puedas apoyarte, sino
alguien que te ayuda a librarte precisamente de tu tendencia a apoyarte? (A. de Mello, S. J.).

Un consejo: huya de los psicoterapeutas y religiosos que dan consejos. ¿Acaso al especialista en
enfermedades hepáticas le funciona el hígado mejor que a usted?. Lo que se debe esperar de un buen
consejero es una escucha atenta y respetuosa, y una inmensa prudencia en sus comentarios. Es lo que hace un
buen amigo en el bar.

“Aprendí a amar. Aprendí a sentir de una forma apasionada y a expresarlo sin vergüenza. Aprendí a reír.
Aprendí a contemplar. Aprendí a escuchar. Aprendí a preocuparme. Aprendí a hacer de cada día una nueva
aventura. Aprendí que participar de la vida constituía un privilegio y que conceder mi singularidad a la vida
formaba parte de mi responsabilidad” (Leo Buscaglia).

Esta no es una persona mejor, sino “perfecta”. Es decir, infatuada. Empeorada.

Escribir libros sobre los temas importantes de la vida no autoriza a su autor a presumir de que
tiene las respuestas para las grandes preguntas. ¿No es cierto Paulo Coelho?

Y vos Pacho no te hagás el tonto.

No pasará mucho tiempo antes de que la televisión, el “Ministerio de Educación globalizado”, sea
relevada de su tarea de transformar a los seres humanos en los clientes que el mercado necesita.

El avance de la clonación permitirá, con mucho menos gasto y en mucho menos tiempo,
reproducir serialmente ávidos y dóciles consumidores.
*

Platón transcribe el diálogo de Sócrates con su discípulo Calicles: “El alma buena actúa de tal
modo que pueda haber templanza y justicia en ella y ser feliz, no sufrir el desborde de sus apetitos y evitar
que en el incesante deseo de satisfacerlos llevar la vida de un salteador. Este no es amigo de Dios ni del
hombre pues es incapaz de comunión y quien es incapaz de comunión es incapaz de la amistad. Y los
filósofos nos dicen, Calicles, que la comunión, la amistad, el orden, la templanza y la justicia unen el cielo
con la tierra y los dioses con los hombres, y que este universo se llama entonce “cosmos”, es decir “orden” no
“desorden” (Platón, “Diálogos”).

Para mejorar es necesario estar convencidos de que una porción de nuestras vidas depende de
nuestra voluntad.

Quizás muy pequeña ante lo que nos determina más allá de nuestro control: la genética, que nos hará altos o
bajos, bellas o feas; las circunstancias sociales, que nos hará pobres o ricos de nacimiento; los condicionantes
religiosos, ya que oraremos a Cristo o a Buda de acuerdo al lugar donde vemos la luz por primera vez; los
impulsos inconscientes que mueven nuestras emociones, nuestros pensamientos y nuestras acciones
esquivando el débil discernimiento yoico de que disponemos,

Pero es aquella pequeña área de nuestra vida la que nos hará, por nuestra lucidez o coraje,
mejores o peores ante Dios y la Humanidad.

Es lo que hizo de San Martín un orgullo para la especie humana y de Videla un baldón vergonzante.

"Mira, yo he puesto delante de ti hoy la vida y el bien, la muerte y el mal; escoge pues, la vida,
para que vivas" (Deuteronomio 30:15 y 19).

“La vida es aquello que te va sucediendo mientras tú te empeñas en hacer otros planes” (John
Lennon).

Preguntale a Mark Chapman, su asesino.¿O fuiste vos?¿Cuántos Lennon matás por día?

En el Juicio de Dios, si es justo como dicen, su primera pregunta será: “¿Por qué no hiciste lo que
debías hacer? ¿Porqué no fuiste quien debías ser”.

O la más comprometedora: “¿Cuántas veces dijiste: ¿en qué te puedo ayudar?".

La mayoría de los seres humanos no llegan a ser humanos. Mueren, aún longevos, antes de
terminar de nacer.
Capítulo II

El mundo en que vivimos.

La mayor ambición debería ser mejorar como persona. Yo no lo he logrado. O, para ser más
exacto, el resultado no es ponderable. Pero no pierdo las esperanzas.
Seré sincero: no he puesto el empeño necesario.

No faltarán quienes digan que este libro es ingenuo. Es decir, su autor. Por creer que algo
podemos hacer para mejorar nuestro mundo modificando las relaciones entre las personas. Como si la
sociedad, el medio en que vivimos, no fuera la interdependencia entre todos y cada uno de sus componentes.
Como si no fuera en nuestra vida social donde interiorizamos las normas de comportamiento y los valores
culturales dominantes en nuestra comunidad. Ojalá que aquellos escépticos no tengan razón.

*
“Si ves al futuro dile que no venga” (Palabras en su lecho de muerte de Juan José Castelli, prócer
argentino)

Sobran hoy los “macroexplicadores” de los males del mundo. Se parecen demasiado a
aquel médico de la obra teatral de Beckett que era capaz de exponer, pomposamente, con términos
rebuscados, la agonía del Rey, pero nada hacía para impedirla.

Doce millones de niños menores de cinco años mueren anualmente por diarrea, anemia y otras
enfermedades causadas por el hambre (UNICEF).

¿Te lo pongo en números?: ¡12.000.000!.

"Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia" (Efesios
4:31).

Y toda indiferencia.

Hoy es más importante tener que ser. El éxito en la vida se mide por el precio del auto que se
posee. No se jerarquiza aquello que no tiene valor de mercado: la esperanza, el amor, la solidaridad. Sólo
cuando sirven como recursos publicitarios.

*
Me gustaría ser el “Che”. Pero sin las balas de otros en su cuerpo, sin sus balas en los cuerpos de
otro. En realidad lo que me gustaría es ver mi cara impresa en camisetas ajenas.

No nos extasiamos con las puestas de sol porque son gratuitas, porque todavía los expertos en
“marketing” no han inventado aún la forma de comercializarlas. Aunque un primer atisbo de ello son los
locales bailables en los que se ofrece “diversión hasta que salga el sol”. Es decir prolongar la estadía de sus
clientes y así aumentar el consumo.

De drogas, por ejemplo.

Marilú, la gata, tuvo descendencia: cinco hermosos gatitos. Pero sus jóvenes dueños no tenían
espacio ni dinero para criarlos.

Entonces decidieron regalarlos. Le pidieron a don Manuel, el dueño del almacén de la esquina,
que los autorizara a fijar un cartelito en la vidriera: “Se regalan gatitos”. A continuación la dirección y el
teléfono.

Nadie acudió. Entonces Laura y Diego dedujeron que el anuncio era tan pequeño que habría
pasado desapercibido. Prepararon otro más grande. Con el mismo resultado negativo.

-¿Les puedo dar un consejo? – preguntó don Manuel, conocedor de las cosas de la vida.

Al día siguiente todos los gatitos habían sido entregados y Laura y Diego pudieron comprarle a
Marilú, la gata, varias bolsas de alimento especial.

“Se venden gatos recién nacidos. $10 cada uno”, había escrito don Manuel con su letra
despareja.

“No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo (...) Porque todo lo que hay en el
mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino
del mundo” (Juan 2:15-16).

Ahora entiendes por qué las enseñanzas de Cristo se divulgan tan poco que parecen censuradas:
I.B.M., McDonalds, Benetton, Casio, Renault, venderían menos.

La vida es el escenario del “sálvese quien pueda”. El prójimo es alguien a quien vencer por
cuanto puede ser un adversario que a uno le quite lo que desea.

Se desconfía del otro porque se le endilgan los propios sentimientos competitivos.

“Un hombre perdió su hacha.

Sospechaba del hijo de su vecino.

Al observar su forma de caminar, le parecía

que era la propia de un ladrón de hachas;

su fisonomía, la de un ladrón de hachas;

todos sus movimientos y gestos eran, sin excepción,

los propios de un ladrón de hachas.

Al poco tiempo, el hombre fue a cavar

al valle y encontró su hacha.


Al día siguiente cuando volvió a ver

al hijo de su vecino, ni uno solo de sus movimientos

o gestos le parecieron los de un ladrón de hachas.” (Lie Tzu)

El jueguito computado ordena al vencedor que tiene al rival a su merced: "¡Mátalo!".

Hay que vacunar a los niños contra la piedad.

La ambición, sano aliciente que llevó a la especie humana a progresar desde el garrote hasta el
internet, ha sido desviada a la adquisición y acumulación de objetos en quienes están en condiciones
económicas de hacerlo. Y en los que no, a arruinar sus vidas despeñados en el delito o en el alcoholismo.

¿No es deplorable el espectáculo televisivo de quienes se emocionan hasta el llanto porque en


algún concurso trivial son premiados con un electrodoméstico que posiblemente no necesiten?

Una mujer casada, de edad media, madre de dos hijos, tenía conciencia de su adicción, que la
había llevado varias veces a tirar lo comprado en algún tacho de basura callejero. Era "supermercadómana".

A lo largo de su tratamiento psicoteratéutico fue descubriendo que compraba compulsivamente


para “llenarse”, para paliar el acuciante sentimiento de vacío existencial. Como suele suceder con toda
adicción el recurso es ineficiente, no sólo no satisface sino que produce secuelas de vergüenza y depresión
que profundizan el vacío. Se genera así un círculo vicioso letal.

Pudo mejorar en tanto pudo encontrar formas más sanas de “llenarse”: comenzó a trabajar y
encontró satisfacción en ello, se incorporó a un institución solidaria en la que, además de gratificarse con la
tarea altruista, inició relaciones de amistad que le devolvieron una imagen de sí misma más positiva.

"Si necesitás una mano, tengo dos" (inscripción en un camión de carga).

“Cierto día un perro sabio pasó cerca de un grupo de gatos. Al advertir que estaban muy
entretenidos y no se habían dado cuenta de su presencia, se detuvo a escuchar.

Un gato grande y serio se había levantado y mirando a los demás dijo:

-Orad, hermanos, y cuando lo hayáis hecho y vuelto a hacer, siempre con unción, y nuestro dios
haya entrado en vosotros, entonces en verdad lloverán ratas.

El perro, al oír estas palabras, rió divertido y se alejó diciendo:

-¡Ah, gatos ciegos y locos! ¿Acaso no está escrito, y lo he sabido yo y lo han sabido mis
antepasados antes de mí, que lo que llueve a fuerza de oraciones, fe y súplicas no son ratas sino deliciosos
huesos?”( Versión libre del autor sobre un relato de K. Gibrán).

*
Su hija o hijo que, de acuerdo a costumbres nuestras inhabituales en el exterior, a las 5 de la
mañana lleva ya 4 horas en el "boliche" donde el volumen de la música no permite el diálogo, ¿qué cree usted
que está pensando en consumir?.

¿Sabe usted lo que es el "marketing"?. Crear las condiciones psicológicas en el consumidor para
que compre cierto producto.

El trabajo, el estudio y el tesón tienen menos prestigio que el conquistar lo deseado a través de
recursos rápidos y oportunistas. Es decir, deshonestos.

Eso lo enseña la escuela: el “piola” es más valorado que el “traga”.

Las convicciones se asemejan a “slogans”, sin exigencia de ser coherentes. Son ideas regidas por
la moda y por la aceptación social.

Se opina lo-que-se-debe-opinar. Las afirmaciones cohabitan con las negaciones sin conflicto.

Te gustaría conocer mas gente pero el club a la vuelta de tu casa está lleno de “negros” y de
“coreanos”.

“(...)¡Ay,stru,stril! Te beso y te aprieto l.095.060.437.089 veces y soy eternamente tu fidelísimo


esposo y amigo” (Carta de W.A.Mozart a Constance Weber, 16 de abril de 1789 “a las 11 y media de la
noche”)

La identidad no se busca en el interior, sino afuera, en el espejo de los otros. En su aceptación.


Nada se hará, se dirá o se pensará que transgreda las convenciones del momento. Se vivirá enajenado en el
deseo social, sin contacto con las propias necesidades de realización personal.

El 80% de las argentinas y los argentinos tienen vergüenza de sus padres.

“Un trabajador llamado Rámshran Cháudhari se jubiló después de haber trabajado durante treinta
años en el mismo puesto y en la misma estación de Benarés.

Sus compañeros y jefes organizaron una fiesta para despedirlo con los honores que bien se había
merecido por su constancia y fidelidad al trabajo, y en ella le ofrecieron un reloj de oro que habían costeado
entre todos.

Hubo discursos y felicitaciones, y el director general, que presidía la función, le preguntó:


“¿Sería usted tan amable de explicarnos qué clase de trabajo ha realizado usted tan fielmente todos estos
años?”

El buen hombre mostró entonces el largo y pesado martillo que había sido su fiel compañero y
única herramienta durante treinta años, y dijo:

-Cuando un tren llegaba o salía de la estación, yo tenía que dar un golpe directo a cada rueda en
cada vagón, y gritar, “¡listo!” Eso era todo.

-¿Y nos podría usted decir - insistió el sonriente director general - para qué hacía usted eso?.

A lo cual el honrado trabajador contestó:

-Eso no lo he sabido nunca, señor. Son ustedes quienes deben saberlo” (Versión libre del autor
de un relato de C. Vallés, S.J.).

¡Piedra libre para tu martillo! Es inútil que lo escondas.


*

La sociedad actual nos enseña a sostener relaciones “comerciales”, de pérdida o ganancia.

¿Leer este libro me servirá para mejorar mi situación económica? ¿Al menos me enseñará
algunas claves para evitar que empeore?.

No creo, sería un milagro.

¿Has comprobado cuán distinto es el juguete que se publicita en la televisión y que astutamente
despierta en tu hija o en tu hijo la obsesión por poseerlo, al que comprás en la juguetería? En apariencia es el
mismo, pero el juguete real es mucho menos atractivo que el anunciado. Provoca decepción. Además es
seguro que se romperá rápidamente, porque para ello fue construído. A continuación la niña o el niño
reclamarán ansiosamente otro juguete en la lógica esperanza de resolver ese doloroso sentimiento de fraude.

¿Acaso el poseer un automóvil calma en vos el deseo de poseer un automóvil?

"El valle es precioso, mas no tiene valor sin la montaña. Asciende primero a la montaña,
conquista la cima, y al retornar todo será diferente" (Chamalú).

Se nos inculca el aborrecimiento al sufrir. Con tarjeta de crédito o “cash” pueden comprarse
antídotos: viajes, clubes, medicamentos, psicoterapias, cocaína...

Es imprescindible tolerar una dosis de sufrimiento para despertar. No se puede alcanzar el alba si
no se atraviesa la noche.

Beethoven, músico y sordo, podría suscribir lo dicho por Anacarsis: “Es un gran mal el no poder
sufrir. Es menester sufrir para sufrir menos”.

El anestesiado piensa o dice : “Yo querría pero no me parece conveniente”.

Inconveniente ¿para quién?

Job era sometido a terribles pruebas por Dios, quien deseaba demostrar a Satán que nada
debilitaría su fé.

“-¿Aún te aferras en tu integridad? ¡Maldice a Dios y muérete!”- le enrrostrará su mujer, a lo que


Job, torturado “por una úlcera maligna desde la planta del pié hasta la coronilla” le responderá:

“-Si aceptamos de Dios el bien, ¿no hemos de aceptar también el mal?” (Job 2,3-10).

Para desparramar alegría sobre nuestro planeta Dios creó la cerveza, si hacemos caso a los
mensajes publicitarios.

*
El desamor por el prójimo es una consecuencia inevitable del vacío interior: como nada tengo,
nada puedo dar:

O lo que doy es como si no diera: el consabido regalo de Navidad, alguna limosna deslizada de
mala gana, un obsequio con la estrategia de seducir para obtener algún logro.

"Cuando un delincuente mata por alguna deuda impaga, la ejecución se llama ajuste de cuentas;
y se llama plan de ajuste la ejecución de un país endeudado cuando la tecnocracia internacional decide
liquidarlo.

El malevaje financiero secuestra países y los cocina si no pagan el rescate; si se compara,


cualquier hampón resulta más inofensivo que Drácula bajo el sol. La economía mundial es la más eficiente
expresión del crimen organizado.

Los organismos internacionales que controlan la moneda, el comercio y el crédito practican el


terrorismo contra los países pobres, y contra los pobres de todos los países, con una frialdad profesional y una
impunidad que humillan al mejor de los tirabombas." (E. Galeano).

En esa sociedad debemos mejorar. ¿Es posible?

Los “chicos de la calle”, los marginados, los ancianos, los locos, los discapacitados no producen
y casi no consumen.

No compran, delito no indultable.

Por lo tanto no tienen lugar en nuestra sociedad. O tienen el que sea capaz de darles nuestra
solidaridad. La tuya y la mia.

Ojalá que la tuya sea mayor que la mia, tan avara.

La televisión “basura” no existe. La basura está en el cerebro de quienes, bajo el pretexto de


vender detergentes o computadoras, lo que se proponen es inocular conductas, ideas y voluntades
globalizadas.

No hay casi capacidad de defensa ante la impresionante eficacia de la “caja astuta” (de “boba”,
nada) para imponer lo que conviene a la economía de mercado.

“El tití es un monito trepador,

con uñas muy alargadas.

Un tigre que sentía picazones en el cráneo

le pidió a un tití que le rascara la cabeza.

Tanto rascó que el tití hizo un pequeño hoyo

en el cráneo del tigre, pero éste no se dio cuenta,

encantado del bienestar

que esta operación le causaba.

El tití empezó a comerse los sesos del tigre

sin que éste notara nada.

El tigre lo declaró su fiel y devoto amigo,

y cada vez iba encontrando


más placer en tenerlo junto a él.

Cuando ya no quedó nada

en la caja craneana del tigre,

éste fue presa de violentos dolores de cabeza.

Quiso castigar al pérfido, pero el tití

ya se había refugiado en la copa de un árbol.

El tigre rugió, dio un salto y murió” (Tankai, maestro chino).

Vemos, según las encuestas, entre 3 y 4 horas diarias de televisión.

En 70 años de vida, si nos propusiéramos ver una hora menos diariamente ganaríamos,
descontando el tiempo destinado al dormir, 1.600 días, casi 5 años, para el amor, la creatividad, la lectura, la
naturaleza, el deporte. Para la vida real, no virtual.

Pero ¡ojo! que nadie se entere.

Capítulo III

¿Vives, verdaderamente?

La gran pregunta de la Humanidad es si hay vida después de la muerte.

Pero la otra gran pregunta es si hay vida antes de la muerte.


Capítulo IV

Proponérselo.

La mujer y el hombre de hoy van y vienen frenéticamente. Eso se espera de ellos. Quienes tienen estrecheces
económicas se angustian por haber perdido sus trabajos o por el miedo a perderlos. Quienes viven con holgura
temen ser desplazados, secuestrados o robados.

La sociedad de mercado se basa en la inseguridad. Nada es firme en ella, ni el empleo, ni los afectos, ni el
futuro. Y esa inseguridad es astutamente empleada para “vender” seguridad falsa: planes médicos, jubilación
privada, seguros de vida...

Se corre detrás del espejismo de aquello que nos han hecho creer que es indispensable para vivir: inversiones,
quintas de fin de semana, vehículos 4x4 . En realidad ello es indispensable solo para quienes venden.

Las fortunas de hoy no se amasan solamente en base a nuestro consumo. Los grandes negocios tienen que ver
con las especulaciones financieras favorecidas por los velocísimos movimientos de capital. También con los
billonarios fondos negros provenientes del narcotráfico y la corrupción.

Pero el modesto e imprescindible papel tuyo y mío es y seguirá siendo el de comprar. Nuestra modesta y
asfixiante contribución.

Y no levantar perdices.

A Sócrates se le concedió la posibilidad de huir fuera de Grecia y así evitar la cicuta, su condena a muerte.
Decidió no violar un marco jurídico que, aunque de aplicación arbitraria en su caso, él mismo había
contribuído a instaurar.

El asunto es no pensar, porque quien piensa puede actuar en su provecho y no en el del mercado. Puede
devenir persona y no “cliente”.

Un riesgo a evitar. Para eso está la “caja astuta”, el chateo compulsivo, el cine vacío de ideas y lleno de
“efectos especiales”.

- “Buenos días –dijo el principito.

- Buenos días –dijo el mercader.

Era un mercader de píldoras perfeccionadas que aplacan la sed. Se toma una por semana y no se
siente más la necesidad de beber.

- ¿Por qué vendes eso? –dijo el principito.

- Es una gran economía de tiempo -dijo el mercader-; los expertos han hecho cálculos, se
ahorran cincuenta y tres minutos por semana.

- Y ¿qué se hace con esos cincuenta y tres minutos?

- Se hace lo que se quiere...

- Yo, si tuviera cincuenta y tres minutos para gastar,

caminaría muy suavemente hacia la fuente, para beber... -dijo el principito” (A. de Saint Exupery).
*

La vigorosa publicidad ordena consumir pero la estrechez económica de la inmensa mayoría lo


prohibe.

¿Cómo se resuelve este doble mensaje? Busque la solución en las cárceles o en los directorios de
los bancos.

“Estoy sentado al borde de la carretera.

El conductor cambia la rueda.

No me gusta el lugar de donde vengo.

No me gusta el lugar adonde voy.

¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?”

(Bertolt Brecht).

El motor de nuestra economía era antes el deseo de progresar. Hoy es el temor al desempleo.

No en vano a las víctimas de este calvario se las denomina “burned out” (quemados).

Como los fósforos. ¿Querés fuego?.

Cuando "no se puede", que los demás no se enteren.

El mercado ofrece réplicas “truchas” de teléfonos celulares.

En verano, si se observa con cuidado, podrán descubrirse personas asándose en el interior de sus
automóviles con los vidrios cerrados, fingiendo gozar del aire acondicionado.

Todo vale para conseguir el “éxito” material. Todo puede venderse. Y cuando escribimos “todo”
queremos, lamentablemente, significar todo.

Según un informe divulgado por el periódico londinense “The Sunday Times” una de las
empresas de seguridad privada más importantes del país, “Aims Ltd.”, propuso en 1995 al gobierno de
Turquía un detallado plan para asesinar al líder independentista kurdo Abdullah Ocalan en cualquier lugar del
mundo. Sólo pedía una retribución de 10,2 millones de dólares.

Okalam fue arrestado en Kenia y espera ahora la pena de muerte en una prisión turca. Las
cámaras en miniatura de “Aims Ltd” lo controlaron en su casa de Damasco, “hasta en el baño” dice el
periódico (Cable de EFE, AFP, European World Report).

Hay cautivos de la necesidad y cautivos del miedo: unos no duermen por la ansiedad de tener las
cosas que no tienen, y otros no duermen por el pánico de perder las cosas que tienen.

Para consolarnos están las drogas químicas y los amigos cibernéticos.

*
Se nos propone padecer la realidad en vez de cambiarla, olvidar el pasado en vez de escucharlo y
temer al futuro en vez de imaginarlo.

“La conferencia del Maestro había sido anunciada profusamente. Su tema sería “La destrucción
del mundo”. Un público numeroso se apiñaba en los jardines del monasterio.

No duró más de un minuto. Dijo:

“Estas son las cosas

que acabarán con la raza humana:

la política sin principios,

el progreso sin compasión,

la riqueza sin esfuerzo,

la erudición sin silencio,

la religión sin riesgo

y el culto sin conciencia”. (A. De Mello, S.J.)

Cuando las tropas árabes del califa Omar (581-664) tomaron la ciudad de Alejandría en el año
641 quemaron durante seis meses los miles de manuscritos de su famosa biblioteca, una de las siete
maravillas del mundo, para mantener el fuego de los 4.000 baños públicos de la ciudad.

Lo cierto es que un baño público sin calor es una incomodidad. ¿Dónde encontrarse con los
amigos? ¿Dónde hacer negocios? .

Los poderosos medios de comunicación, cada vez más


concentrados en menos manos, esculpen en nuestras mentes cómo

debemos pensar, sentir, opinar, desear. ¿Seremos capaces de rescatar aquello que nos es propio aunque no
coincida con lo que se nos impone?. ¿Arrancarnos el mono tití de la cabeza?

Puedo apenas algunos minutos en la semana. Solo yo sé lo que me cuesta.

La anestesia supone la licuación de valores como esfuerzo, constancia, ahorro, honestidad.

También “responsabilidad”. Aquella que tenían los jóvenes de la antigua Atenas cuando
prestaban, al cumplir los 17 años, este juramento:

“Nunca traeremos vergüenza sobre nuestra ciudad mediante actos de deshonestidad o cobardía.

“Lucharemos por los ideales y las cosas sagradas de la ciudad, tanto individualmente como en
grupo.

“Reverenciaremos y obedeceremos las leyes de la ciudad, y haremos todo lo posible para alentar
la referencia y respeto en quienes están por encima de nosotros y sean propensos a soslayarlas o
desobedecerlas.

“Lucharemos sin cesar para agudizar el sentido del deber cívico en el pueblo.

“De esta manera legaremos una ciudad aún más grande y esplendorosa que la que hemos
recibido.”
*

No basta con desear “que las cosas mejoren”. La queja nada modifica.

Si tanto te disgusta nuestra política ¿por qué no te metés en ella y tratás de mejorarla?. No es
fácil, te lo aseguro. Pero si nos juntamos muchos quizás lo logremos.

“El mundo atribuye sus infortunios a las conspiraciones y maquinaciones de los grandes
malvados. Entiendo que subestiman a la estupidez” (A. Bioy Casares).

El estúpido que levante la mano.

“Disparé una flecha al aire,

y cayó, no supe dónde.

Mi vista no podía

seguir su raudo vuelo.

Lancé al aire una canción,

y cayó, no supe dónde.

¿Qué vista podría seguir

una canción por los aires?

Mucho después, en un roble,

encontré la flecha intacta;

y la canción, toda entera,

en el pecho de un amigo” (L. Longfellow).

La falta de solidaridad en el mundo de hoy se refleja en cifras que asombran: 140.000.000 de


niñas y niños no tienen acceso a la educación básica en el mundo.

900.000.000 de adultos son analfabetos. Las 2/3 partes son mujeres.

El dinero necesario para alfabetizarlos, garantizándoles la educación básica es de 6.000.000.000


de dólares.

Una cifra alta, sin duda. Sin embargo hagamos comparaciones: es la mitad de los 12.000.000.000
de dólares que anualmente se gasta en perfumes sólo en Europa y Estados Unidos.

Hay más: es la tercera parte de los 17.000.000.000 de dólares que se invierten, en el Primer
Mundo, en alimento para mascotas.

Por fin: con el 0.76% de lo que actualmente se gasta en armamentos para sojuzgar y para matar,
se podría incorporar a la humanidad a esa inmensa masa de prójimos inválidos para lo más elemental de la
vida, que es saber leer y escribir.

*
El límite entre lo bueno y lo malo nunca es claro. Ni siquiera en el Evangelio de San Lucas:

“Había en un pueblo un juez que ni temía a Dios ni respetaba a los hombres. En el mismo pueblo
había también una viuda que tenía un pleito y que fue al juez a pedirle justicia contra su adversario. Durante
mucho tiempo el juez no quizo atenderla, pero después pensó: “Aunque ni temo a Dios ni respeto a los
hombres, sin embargo, como esta viuda no deja de molestarme, la voy a defender, para que no siga viniendo y
acabe con mi paciencia”. Y el Señor añadió: “Esto es lo que dijo el juez malo. Pues bien, ¿acaso Dios no
defenderá también a sus escogidos, que claman a él día y noche? ¿Los hará esperar? Les digo que los
defenderá sin demora.”

Una parábola opinable, sin duda. ¿Es que el Señor se compara con el juez malo? Un mal día,
posiblemente. Luego agregará una de sus frases más pesimistamente perturbadoras : “Pero cuando el Hijo del
Hombre venga, ¿encontrará todavía fe en la tierra?”.

¿Si o no? ¿Vos a qué apostás?

Que los despiertos predominen sobre los anestesiados.

Para que no suceda como en aquel viejo cuento sefaradí en que buscando Dios un lugar para
esconderse llegó a la conclusión de que nadie lo buscaría en el corazón humano.

Talcott Parsons definió a los valores como “los elementos de un sistema simbólico cuya función
es aportar a cada uno de nosotros un criterio selectivo a la hora de escoger entre las alternativas abiertas en
una situación”. La dignidad es, sin duda, un valor espiritual y humanamente superior a la codicia.

Lo demostró San Martín cuando recibió a los emisarios de quien había sido su oficial en las
guerras de la independencia, Juan Lavalle, entonces gobernador de la provincia de Buenos Aires. Este le
ofreció delegarle el mando, en la seguridad de que el prestigio de don José podría conjurar la anarquía que
asolaba a nuestra patria, sobre todo a raíz del fusilamiento de Manuel Dorrego.

El Libertador había vencido a poderosos ejércitos enemigos. Pero no le debe de haber sido fácil
obtener una victoria ante las tentaciones del poder que le era ofrecido incondicionalmente. Sin embargo, San
Martín, digno, rechazó la propuesta para no inmiscuirse en la oprobiosa guerra fratricida.

Tiempo después escribiría a su amigo Tomás Guido: “¿Será posible que sea yo el escogido para
ser el verdugo de mis conciudadanos y cual otro Sila cubra mi patria de proscripciones?. No, jamás, jamás,
mil veces preferiría correr y envolverme en los males que la amenazan que ser yo instrumento de tamaños
horrores.”.

La codicia de honores y de riquezas, derrotada...

Capítulo V

¿Cuántas veces?
¿Cuántas veces al día dices si cuando deberías decir no?-

Yo: ayer cinco, hoy siete, mañana no sé.

Capítulo VI

Dios o el Destino.

He tenido en mi infancia una severa formación religiosa. Hoy soy hombre con menos fe de la que
desearía. Y pecador.

No me enorgullezco de ello.

“Bienvenido el varón que tiene su confianza puesta en el Señor, y cuya esperanza es el Señor”
(Jeremías).

Y que no desconfía ni desespera a pesar de que la más notoria manifestación del Señor somos
nosotros, los seres humanos.

O como quiera llamársenos.

“Nasreddin recibe la visita de uno de sus discípulos.

-Durante diez años, Maestro, he seguido con obediencia sus indicaciones sobre ejercicios
espirituales, ayunos, peregrinaciones y labores externas. Hoy quisiera que usted me ayude a cumplir un deseo.

-Dime- contestó Nasreddin.

-Bien- continuó con alguna timidez su discípulo-, me gustaría que si estuviera en sus poderes, me
mostrara a Alá por un segundo.

-Cómo no- respondió el Maestro y tomando una gran piedra de su jardín golpeó ferozmente la
cabeza del visitante.

Estupefacto y dolorido el discípulo lo increpó:

-¿Cómo es posible que usted, mi guía espiritual, conteste con este acto infame una solicitud tan
trascendente como la que yo le he hecho?

-Es que ésa es la respuesta –dijo Nasreddin, abandonando la piedra sobre el suelo.
-Pero lo único que yo siento es dolor –insistió el discípulo, todavía indignado.

-Perfecto –dijo el Maestro-, si tú eres capaz de mostrarme el dolor, yo te mostraré a Alá”


(Versión libre del autor de un cuento de Idries Shah).

La fe no incita a la pasividad sino a la búsqueda y a la acción: “Fuego vine a echar a la tierra”,


dice Jesús.

Y más adelante: “¿Pensáis que he venido para dar paz en la tierra? Os digo: no, sino disensión” (Lucas
12).

Está claro, o debería ser claro, que la burocratización de lo religioso no satisface a Dios. Que el
don de la fe no se sacia con una desganada concurrencia semanal a la iglesia o al templo.

Sería tratarlo de estúpido.

El cura Martinez, que se esforzó por enseñarme francés en mi distraída adolescencia, me contó
una historia que circulaba entre sacerdotes y que luego leí en distintos idiomas:

Una pareja de italianos se va a casar. Se habían puesto de acuerdo con el párroco para hacer una
pequeña recepción en el atrio, al frente de la parroquia, por lo que habían prometido una contribución para las
obras de caridad.

Pero una lluvia inoportuna arruinó el festejo al aire libre. Entonces le pidieron al sacerdote:
“¿Podríamos hacer la celebración dentro de la iglesia?”

Como el padre dudase doblaron la limosna prometida y así lo convencieron. “Comeremos un poco
de torta, cantaremos una canción, tomaremos un sorbito de vino y nos iremos a casa. Eso será todo”, dijeron
para tranquilizarlo.

Pero eran italianos amantes de la vida y entonces tomaron un vaso de vino, cantaron una canción,
luego tomaron otros vasos de vino y cantaron más canciones, y a la media hora había una eufórica celebración
en la iglesia. Todos se estaban divirtiendo mucho.

Pero el padre, tenso, se paseaba de un lado para otro en la sacristía, molesto por el barullo.

El coadjutor entró y le dijo:

-Veo que usted está muy incómodo.

-Por supuesto que lo estoy. ¡Oiga todo el ruido que están

haciendo, y en la casa de Dios! ¡Santo Cielo!

-Pero padre, realmente no tenían a dónde ir.

-¡Ya lo sé! Pero ¿por qué tienen que hacer tanto escándalo?

-Bueno, no debemos olvidar que el mismo Jesús asistió una vez a una boda ¿No es verdad, padre?

-Yo sé que Jesucristo asistió a un banquete de bodas. ¡No es necesario que usted me recuerde que
Jesucristo asistió a un banquete de bodas! ¡Pero no estaba allí el Santísimo Sacramento!

Para ese párroco la representación de lo real era más importante que lo real. Así sucede en
nuestro mundo de hoy en que nos sofocamos por las significaciones y las apariencias.

El ser anestesiado, como no ve ni siente verdaderamente, confunde lo real con su imagen.

Eso lo sabe el "malo" de la telenovela a quien la gente insulta por la calle.


También el operador turístico a quien le compran “felicidad” y no excursiones.

“En una ciudad de la antigua China vivía el venerable caballero Ye, a quien agradaban tanto los
dragones que tenía cuadros y reproducciones y tallas de ellos por toda la casa. Al dragón se le considera en
China un ser benévolo, símbolo de poder y de buen agüero y que, como tal, trae la suerte a quienes lo adoran,
como hacía el venerable caballero Ye.

Se enteró el verdadero dragón de los cielos del culto que le rendía el venerable caballero Ye y
de las muchas imágenes suyas que tenía en su casa, y decidió premiarle tanta devoción yendo él mismo a
visitarlo.

Bajó, pues, de los cielos, voló hasta la tierra, encontró la casa del venerable caballero Ye y metió
su cabeza por la puerta y su cola por una de las ventanas, ya que no cabía dentro todo entero.

Al verlo, el venerable caballero Ye se aterrorizó sobremanera, saltó por una de las ventanas y
huyó enloquecido ante una visión tan perturbadora ,

Es que a quien el venerable caballero Ye adoraba no era al dragón sino a la imagen que se había
formado de él” (Versión libre del autor de un relato de Shen Tzu).

Ser mejor supone también la atrevida instancia de esclarecer nuestra relación con Dios. Creer o
no creer.

No “creer” como algo que se recibe “genéticamente”, como tener una nariz parecida a la de papá
o un carácter que se asemeja al de mamá.

Tampoco “creer” porque mostrarse religioso sea más aceptable socialmente que sincerar una escarpada
búsqueda de la fe, de resultado siempre incierto.

Lo que Dios espera de nosotros es que dudemos de El. Porque si tenemos ese coraje lo
tendremos también para poner en tela de juicio todo lo que no es dado y sólo integraremos entonces a nuestro
ser aquello que nos es propio, aquello que nos sirve para crecer, a ser personas.

Nada mas agradable ante Sus ojos, estoy seguro. Si Existe, claro.

En 1917 se celebró en Moscú el Juicio del Estado Soviético contra Dios, en una parodia de
Tribunal Popular presidido por el Comisario de Instrucción Pública, Anatoly Lunacharsky. Este tribunal halló
a Dios culpable de los cargos imputados, por lo que se le condenó a muerte, siendo ejecutada la sentencia por
medio de una salva de fusilería dirigida al cielo.

Thomas Jefferson aconsejaba a su joven sobrino Peter Carr, en una carta de 1787:

“Tu razón ya está madura para examinar este asunto. En primer lugar, despójate de toda
tendencia a favor de la novedad y la singularidad de opinión. Complácete en ellas en cualquier otro asunto
que no sea la religión. Es demasiado importante, y las consecuencias del error pueden ser demasiado serias.
Cuestiona con audacia la existencia de Dios, puesto que, si existe, aprobará el homenaje de la razón antes que
el del temor ciego”.

"Pobre de Dios, que no sale en revistas, que no es modelo ni artista o de familia real" (Shakira).

*
La vida es un maravilloso milagro pero del que se debe rendir cuentas. Ante el Tribunal
Supremo, ante nuestros semejantes, o ante nosotros mismos. Todos ellos jueces severos. Implacablemente
severos.

Si no cambio me van a “bochar”.

“Día tras día, el discípulo hacía la misma pregunta al Maestro:

-¿Cómo puedo encontrar la verdad?.

Y día tras día recibía la misma y misteriosa respuesta:

-A través del deseo.

-Pero ¿acaso no lo deseo con todo mi corazón? Entonces, ¿por qué no la he encontrado?

Cierta vez, mientras se hallaba bañándose en el río en compañía de su discípulo el Maestro se


abalanzó sobre él y lo sumergió bajo el agua, sujetándolo fuertemente por la cabeza. Así lo mantuvo un buen
rato mientras el pobre hombre luchaba desesperadamente por soltarse, sintiéndose morir.

Al día siguiente fue el Maestro quien inició la conversación:

-¿Por qué ayer luchabas tanto cuando te tenía yo sujeto bajo el agua?

La respuesta era obvia:

-Porque quería respirar”.

-El día que te propongas alcanzar la Verdad como ayer anhelabas el aire, ese día la habrás
encontrado” (Versión libre del autor de un cuento de Idries Shah).

Despertar: "Abre mis ojos y miraré las maravillas de tu ley" (Salmo 19:18).

En cuanto a los ateos, a los agnósticos o a las personas de fe débil, su exigencia es la de dar sentido
a una circunstancia tan arbitraria y desafiante como es la de estar inexplicablemente vivos.

Tendrán la ventaja de andar por caminos no muy explorados, poco institucionalizados, en su


búsqueda de hacer de la vida algo superior a aquello que Sartre definía como “un chispazo entre dos
tinieblas”.

Se crea o no en Dios ¿es posible permanecer indiferentes ante el hecho de que 250.000.000 de
niñas y niños de 4 a 14 años, en el mundo, se vean obligados a trabajar, en pésimas condiciones y, cuando la
hay, por una paga miserable?

Quien ama a este mundo es enemigo de la Humanidad.

Es frecuente que nos asalte la depresiva convicción de que los gestos solidarios son ineficaces.
Que sólo satisfacen nuestro ego pero que nada cambian.

Este cuento popular en muchos países, recopilado por J.Saguier, afirma lo contrario:

“-Dime, ¿cuánto pesa un copo de nieve?- preguntó un zorzal a una paloma.

-Nada- fue la convencida respuesta.


Sin embargo cuando empezó a nevar, para protegerme del frío, me refugié en un rama cerca del
tronco de un abeto. Como no tenía nada mejor para hacer y la nevada fue larga, me puse a contar los copos
que se asentaban en las hojitas de mi rama. Cuando iba por el copo número tres millones setecientos cuarenta
y un mil novecientos cincuenta y dos la rama, bajo el peso de esos copos que tú dices con seguridad que no
pesan nasa, se partió”.

Tetsugen, un alumno de Zen, asumió un tremendo compromiso: imprimir siete mil ejemplares
de los sutras, que hasta entonces sólo podían conseguirse en chino.

Viajó a lo largo y ancho del Japón recaudando fondos para su proyecto. Algunas personas
adineradas le dieron hasta cien monedas de oro, pero el grueso de la recaudación lo constituían las pequeñas
aportaciones de los campesinos. Y Tetsugen expresa a todos el mismo agradecimiento, prescindiendo de la
suma que le dieran.

Al cabo de diez largos años viajando de aquí para allá consiguió recaudar lo necesario para su
proyecto.

Justamente entonces se desbordó el río Uji, dejando en la miseria a miles de personas. Entonces
Tetsugen empleó todo el dinero que había recaudado en ayudar a aquellas pobres gentes.

Luego comenzó de nuevo a recolectar fondos. Y otra vez pasaron varios años hasta que consiguió
la suma necesaria. Entonces se desató una epidemia en el país y Tetsugen volvió a gastar todo el dinero en
ayudar a los damnificados.

Una vez más volvió a empezar de cero y, por fin, al cabo de veinte años, su sueño se vio hecho
realidad.

Las planchas con que se imprimió aquella primera edición de los sutras se exhiben actualmente en
el monasterio Obaku, de Kyoto. Los japoneses cuentan a sus hijos que Tetsugen sacó, en total, tres ediciones
de los sutras, pero que las dos primeras son invisibles y muy superiores a la tercera.

Capítulo VII

Oportunidades no faltan.

Soy el menos indicado para dar consejos, lo sé. Pero al menos no ignoro que cuando lo hago estoy
aconsejándome a mí mismo:

1) Si tienes una fuerte determinación de ayudar a tu prójimo puedes donar tus bienes o una parte relevante de
los mismos a la institución o a la persona que merezca tu compasión y tu confianza. Los anestesiados, para no
sufrir la tentación de imitarte, se convencerán de que son mentiras o exageraciones, o que no se trata más que
de una descarga de tus impuestos, o de una operación triangular más que dudosa.

2) No es necesario que te traslades hasta Africa si deseas dar testimonio personal de tu solidaridad. En
nuestro pais hay poblaciones paupérrimas a las que puedes serles útil entre los “coyas” de la Puna de Atacama
o los “wichis” formoseños o los “mapuches” patagónicos. Nada que ver con el turismo “aventura”.
3) Contactando con organizaciones de probada seriedad como “Cáritas” o “Red Solidaria” y poniendo a su
disposición algo de tu tiempo y de tus energías. En alguien hay que creer

4) Puedes concurrir al hospital, cárcel, orfanato, geriátrico o comedor solidario más próximo a tu hogar o a
tu trabajo y proponiéndote para colaborar en lo que esté a tu alcance. Debes saber que el “espectáculo” no se
suspende por lluvia, frío, calor y mucho menos por “fiaca”.

5) Leyendo las secciones sobre “solidaridad” que publican los principales diarios o ingresando en los sitios
de internet dedicados a ese tema y eligiendo la institución o la acción que te resulte más adecuada a tu
espíritu. Resistir a la funcional coartada de decepcionarse. “Yo quería pero...”. Lo mejor es no esperar nada
fascinante.

6) Haciendo la vida más llevadera a algún discapacitado, enfermo o anciano que conozcas. Tus padres por
ejemplo. O sus equivalentes, a quienes cuidarás como no supiste o no pudiste cuidar a quienes amabas pero
no se enteraron. El correo afectivo no funcionó.

7) Ingresando a la política con ánimo benefactor, decidido a sortear sus tentaciones y convencido de poder
diferenciarte de quienes hacen de ella un escenario del beneficio personal. Es en la política donde podrás
alcanzar logros transformadores en salud, educación, asistencia a la tercera edad, antidiscriminación,
asistencia a discapacitados, etc.

8) Comprometiéndote sinceramente con lo que consideres más adecuado, con lo que te venga mejor.

Es tanta la miseria, tanto el infortunio, tanta la decrepitud que, si tu impulso solidario es


vigoroso, no te van a faltar oportunidades.

Lo que te puede faltar es la decisión. De eso conozco bastante.

Capítulo VIII

La muerte.

Hoy quiero ser feliz. Mañana será tarde.

El hombre es el único animal que sabe que va a morir. Quizás sea ésa la mayor diferencia con las
otras especies. Más que la razón o el lenguaje.

Sin embargo nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestros sentimientos están tercamente
influenciados por la ansiosa necesidad de negar este destino inevitable.

-¡No te mueras nunca, Diego!


Pero Maradona no va a hacer caso y se va a morir.

No es fácil pensar en nosotros mismos o en nuestros prójimos cuando se hacen tantos esfuerzos
en entretenernos.

Se sostiene que las religiones, con su promesa de vida después de la muerte, son formas refinadas
y multitudinarias de la negación de la muerte.

No sólo las grandes religiones con sus resurrecciones y reencarnaciones. También las tribales,
como la de los “wakiritare”.

"Ese hombre y esa mujer soñaban en Dios que los soñaba.

Dios cantaba feliz, sumergido en el humo delicioso de un cigarro, y acariciaba una guitarra
también, mientras soñaba al hombre y a la mujer rodeados por sus dudas y sus vacilaciones.

Dios sueña en comida y nos da de comer. Dios sueña con la vida y nos hace nacer.

El hombre y la mujer soñaban que en el sueño de Dios surgía un gran huevo brillante. Dentro del
huevo ellos bailaban y sacudían las maracas, estaban ansiosos por nacer.

En el sueño de Dios que ellos soñaban, la alegría era más poderosa que las dudas y las
vacilaciones. Dios cantaba, soñaba, los creaba y decía:

-Rompo este huevo para que nazcan. Vivirán y morirán juntos el hombre y la mujer. Y renacerán y
volverán a morir. Y nunca dejarán de nacer, porque la muerte es mentira" (M. Ficher).

“Encorvado sobre uno mismo como el avaro sobre sus monedas” (Cesare Pavese). Así deberías
pensarte. Y saberte mortal.

La mujer y el hombre anestesiados postergan dicha conciencia. Mañana se ocuparán del tema...

“¡Mañana, mañana, mañana, palabra falaz que nos va llevando poco a poco al final de nuestros
días, mientras el ayer ilumina al necio el camino hacia la muerte sombría. ¡Apágate, apágate, cabo de vela! La
vida no es más que una sombra errante; un pobre comediante que pasa pomposamente por el escenario y de
quien no se oye hablar más; es un cuento contado por un idiota, lleno de ruidos y furia que nada significan”
(W. Shakespeare).

“El sello de la muerte da precio a la moneda de la vida, y hace posible comprar con ella lo que
realmente tiene valor” (R. Tagore).

Aclaración: lo de “precio” y lo de “valor” nada tienen que ver con la tarifa del servicio
mortuorio. Los hay “standard”, “de luxe” y “super de luxe”.

Los cadáveres también son mercancía.

Hay quienes saben aprovechar cada minuto de su vida:

Se ha calculado que si un copista transcribiera toda la obra musical de Wolfgang Amadeus Mozart
emplearía unos veinticinco años en completar su labor, trabajando diez horas al día.
Compuso la revolucionaria ópera "La clemencia de Tito" en sólo 18 días y en otra ocasión
escribió, transcribió, ensayó y estrenó en sólo cinco días su maravillosa "Sinfonía en C mayor Kegel 425",
conocida como "Linz".

Mozart murió a los 35 años.

No hace mucho tiempo se descubrió en Mount Vernont, Virginia, un cuaderno que escribiese
George Washington en 1745, cuando contaba con 14 años, y en el que reflexionaba sobre “normas de
urbanidad y conversación entre hombres”.

La última de aquellas 110 reglas señalaba: “Trabaja para mantener viva en tu pecho esa pequeña
chispa de fuego celestial llamada conciencia”.

Bella frase para recordar: “esa pequeña chispa de fuego celestial llamada conciencia”.

- ¿Cuántas horas al día dedicas a Dios?-le preguntaron al hombre despierto.

- Todo el día – contestó.

- ¿Y cuánto tiempo al trabajo?.

- Todo el día.

- ¿Y cuánto al descanso?

- Todo el día.

Yo no puedo. ¿Vos? ¿Se podrá?

Hemos logrado transformar al sol, fuente de vida, en un

peligro mortal del que hay que protegerse.

Y su peligrosidad, en vez de alertarnos, ha dado origen a

un rentable comercio de protectores solares.

En Jueces 11, 30-30 se cuenta que Jefté, líder en el primitivo Isrrael, ofrece a Dios un
sacrificio humano si lo ayuda a ganar la guerra contra los ammonitas: “El que primero salga por la puerta de
mi casa a mi encuentro cuanto yo regrese (...) será para Yahveh (Dios) y lo ofreceré en holocausto”.

Jefté vence y es su hija la que corre a saludarlo al verlo llegar victorioso.

“-Padre mío, si has hablado a Yahveh, haz conmigo conforme a lo que profirió tu boca ya que Yahveh te ha
concedido venganza de tus enemigos, los hijos de Ammón”.

Su padre, desolado, concede el postrer pedido de Mispah, su amada hija: que su sacrificio se postergase dos
meses “para que vaya y vague por las montañas llorando con mis compañeras mi virginidad”.

Jefté era hombre de palabra, además no era cuestión de defraudar promesas divinas y al cabo de esos sesenta
días “cumplió con ella el voto que había hecho”.

¿Qué harías en lugar de Mispah? ¿En qué emplearías esos dos meses?

Todos somos Mispah, con un poco de tiempo por delante. Con la diferencia a favor de la hija de Jefté que ella
no pudo seguir negando su muerte, como ciegamente hacemos vos y yo, y habrá podido completar lo no
hecho, lo no expresado, lo no escrito.
*

La muerte ¿siempre es vulgar?:

El gran dramaturgo griego Esquilo, según Hermipo de Esmirna, murió golpeado por una tortuga que se
desprendió de las garras de un águila que volaba casualmente sobre él.

“Nunca quieras mal...

¡total...! la vida qué importa,

si es tan finita y tan corta

que, al final, el piolín se corta...

No te aflija el esquinazo del dolor:

si el amor te hace caso,

no le niegues tu pedazo de candor,

que es lindo creerle al amor...

Bueno, y nada más,

que, siendo bueno,

no hay odio ni injusticia ni veneno

que haga mal” (E. S. Discépolo, “Mensaje”).

Manuel Belgrano sabía que se arriesgaba al infortunio y a la muerte por su solidaridad con quien
mucho admiraba, José de San Martín.

Buenos Aires estaba amenazado por el avance de los ejércitos unidos de los caudillos Estanislao
López y Francisco Ramírez, de Santa Fe y Entre Ríos respectivamente.

Nuestra patria se desangraba en una demencial guerra fratricida y sus dirigentes, en su inmensa
mayoría, habían perdido la noción de que el principal objetivo era terminar la guerra independista contra
España.

El gobernador Rondeau y la logia que, clandestinamente, detentaba el poder porteño, ordenan el


regreso de los dos ejércitos disponibles: el del Norte, a las órdenes de Belgrano, y el de los Andes, comandado
por San Martín.

Don Manuel no ignora que si se retiran las tropas ya instaladas en Chile, la reacción realista sería
inevitable e incontenible. Escribió entonces a Rondeau: “No necesitamos más fuerzas que las que hay aquí:
tengo tres mil hombres con una batería de ocho piezas perfectamente servidas.”

A San Martín en cambio le confiesa que no bastaría “ni el ejército de Jerjes”, quien habría
conducido, según la leyenda, el ejército más grande del mundo. El estado de sus tropas era deplorable, pero su
propuesta era evitarle a San Martín y a sus hombres, indispensables para la liberación de nuestra patria,
inmiscuirse en la guerra civil. El lo haría, solidariamente, sin ignorar el destino que le aguardaba.

Sus tropas se sublevaron en Arequito y pasó un tiempo en el calabozo. Fue ése solo el principio de
su calvario, acosado por enemigos, torturado por la enfermedad, escarnecido por la ingratitud, hasta morir en
la miseria el mismo día en que la anarquía llevó a Buenos Aires a tener seis gobernadores, sin que ninguno de
los principales periódicos porteños se hiciera eco de su muerte.

Una muerte que, en su grandeza, honró esa vida.


*

En los programas escolares debería de existir la materia “Muerte”. Se haría reflexionar a alumnas
y alumnos sobre historias como ésta:

Un peregrino que se dirigía a Santiago de Compostela y cuyo aspecto denunciaba los muchos días que llevaba
andando y juntando el polvo de los caminos, llegó a las puertas de un imponente castillo.

Fue conducido ante su dueño, el conde, que en sus maneras y en sus vestimentas evidenciaba riqueza y
poder.

- Deseo que me dejes descansar por una noche en este refugio de peregrinos.

- Este no es un refugio de peregrinos –respondió amoscado el conde- Es mi castillo, el célebre castillo de la


noble familia de los Romanones.

- O sea que lo habéis recibido de vuestro padre.

- Así es – confirmó el conde

- Su padre, ¿vive?

- No. Murió hace ya algunos años.

- ¿Y cómo se hizo él dueño de este maravilloso castillo?

- Lo heredó de su padre, mi abuelo.

- ¿Vive?

- No –respondió el conde, ya algo fastidiado –murió hace muchos años.

- En cuanto a su bisabuelo y a su tatarabuelo también, que en paz descansen, estarán muertos –Se hizo un
silencio de algunos segundos al cabo de los cuales volvió a hablar el zaparrastroso recién llegado –Creo, no
haberme equivocado, señor, al decir que este lugar donde la gente se hospeda durante algún tiempo y luego se
marcha, es un refugio de peregrinos.

Otra buena historia para la materia “Muerte”:

Cuenta Plutarco que en cierta ocasión vio Alejandro Magno a Diógenes escudriñando atentamente
un montón de huesos humanos.

-¿Qué estás buscando? - preguntó Alejandro.

-Algo que no logro encontrar -respondió el filósofo.

-¿Y qué es?

-La diferencia entre los huesos de tu padre y los de tus esclavos.

El padre de Alejandro Magno fue el poderoso rey Filipo II de Macedonia.

En el arte muchas, quizás todas, las más deslumbrantes obras maestras han sido concebidas por
la conciencia de mortalidad: la pirámide de Keops, erigida en Giza en honor del faraón de ese nombre, o la
estatua del “Moisés” esculpida por Miguel Angel bajo encargo del papa Julio II, son monumentos funerarios.
También cuando reyes y príncipes convocaban a genios como Velazquez o Rembrandt para retratarlos,
conciente o inconcientemente, compraban su inmortalidad.

“¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?” (Corintios 15:55).


*

La palabra “mausoleo” proviene de Mausolo, conquistador de Rodas y sátrapa de la provincia


persa de Caria. A su muerte, ocurrida en el año 353 a. de C., su esposa Artemisa le mandó incinerar y bebió
sus cenizas mezcladas con vino.

En su memoria la desolada viuda hizo construir un templo funerario en Halicarnaso,cerca de la actual


ciudad de Bodrum, en Turquía, que fuera la tumba más hermosa que se hubiese visto nunca.

Constaba de una tumba rectangular de mármol esculpido, colocada sobre una plataforma y rodeada por
36 columnas jónicas que sostenían un arquitrabe, que a su vez sostenía una pirámide coronada con un carro de
bronce con las estatuas de Mausolo y Artemisa.

El monumento sobrevivió unos 1.900 años, hasta que los cristianos caballeros de la orden de San
Juan demolieron el Mausoleo para construir con sus piedras una fortaleza.

La guerra es la guerra.

“Tiempo que todo lo mudas,

tú, que con las horas breves

lo que nos diste nos quitas,

lo que llevaste nos vuelves.

Tú, que con los mismos pasos

que cielos y estrellas mueves,

en la casa de la vida

pisas el umbral de la muerte” (Quevedo).

Nunca me alegraron mis cumpleaños. Desde muy pibe siempre sentí que significaban “un año
menos”.

Como Stephan Zweig que se vestía de negro y se negaba a comer. Así festejaba sus aniversarios.

Leonardo da Vinci trabajó durante doce años en la estatua ecuestre de bronce que debería
erigirse en Milán en memoria de Francesco Sforza, padre de su protector Ludovico Sforza “El Moro”, duque
de Milán.

La estatua, de siete metros de altura, hubiera exigido verter cien mil kilos de metal fundido en un
molde con la rapidez y la temperatura necesarias para que el enfriamiento fuera uniforme. A tal fin, Leonardo
diseñó un sistema de hornos múltiples que nunca llegaría a utilizar: una amenaza de guerra hizo que el metal
reservado para la estatua fuera destinado a la fabricación de cañones.

En 1493, se exhibió en Milán un modelo de arcilla del caballo, que fue aclamado como la obra
ecuestre más bella jamás vista. Al derrotar los franceses a los milaneses en 1499, los arqueros gascones
utilizaron el modelo en arcilla para efectuar prácticas de tiro, destruyéndolo.

El tiempo es un gran maestro, qué duda cabe, pero el problema es que mata a sus discípulos
cuando todavía están aprendiendo.
*

El gran pintor francés Henri Matisse clamaba en su lecho de muerte:

-¡Por favor, doctor, deme los tres o cuatro años de vida que preciso para terminar mi obra! No me deje
morir inconcluso...

La muerte no es un final, es una interrupción.

Si yo muriese hoy este libro quedaría inconcluso, mutilado, inservible.

No hubiera sido así si me hubiera apurado en hacerlo, si no me hubiera dejado sobornar estúpidamente
por la esperanza de que "siempre habrá tiempo".

Capítulo IX

Mi amigo Romualdo.

Hombre de poco estudio pero mucho pensar, mi amigo Romualdo no cesa, movido por un
resignado estupor, de elaborar hipótesis para explicar el misterio de la creación de este mundo errático en el
que suelen ganar los malos y perder los buenos. En el que es imposible distinguir los buenos de los malos. Un
mundo de “buelos” y “manos”.

En el que se sufre o se goza sin racionalidad descifrable.

1) En la teoría más consoladora Dios creó un mundo equiparable a una carrera de obstáculos: se salvarían
aquellos que superen las vallas de la codicia, de la violencia, de la indiferencia, de la masificación. Pero,
según Romualdo, tal exigencia se habría demostrado tan insalvable que el Creador la habría suavizado en
otros planetas. Por ello es que habría solo dos o tres anónimos terráqueos en el Paraíso. Ninguna santa ni
santo entre ellos.

2) La indefinida batalla entre Dios y Satanás se habría resuelto en un armisticio por el que se repartieron el
Universo en partes iguales. Nuestro mundo, obviamente, le habría correspondido al Maligno.

3) Dios, indignado ante tan absurdas criaturas que osaron sublevarse contra su Autoridad desobedeciéndole,
no sólo los echó del Paraíso sino que, lo que tendría la lógica de un furor divino, los arrojó sin
contemplaciones al Infierno. Parte censurada por los antiguas escribas quienes, al igual que los productores de
Hollywood, habrían detestado los finales demasiado trágicos. Ello abrió la absurda posibilidad de que hubiese
un sitio aún peor que el que habitamos, como si ello fuese posible, que sería el “verdadero” Infierno.

4) Hemos sido creados por un dios inexperto, en la primera etapa de su torpe aprendizaje. Animado de buenas
intenciones fracasó en su intento como a la cocinera a quien se le quema la tortilla o se le apelmaza el arroz.
Es de prever que sus trabajos fueron mejorando con la práctica y que subsiguientes criaturas en lejanísimos
planetas alcanzaron sin dificultades la inmortalidad.

5) Romualdo parecería inclinarse hacia la tesitura de que seríamos el producto de una creación
estrepitosamente fallida a cargo de un dios anciano, decrépito, aquejado de demencia senil, con su cerebro
licuado incapaz de razonar, pero que no habría perdido la capacidad de crear. Algo así como incontinencia
creativa.

6) Podría tratarse de un dios jaranero que en un día de juerga, festivo, sus cabales alterados por el alcohol
como también sucedía con los dioses griegos, nos habría soplado vida para hacer reir a otros iguales que
compartian la festichola. Esta teoría parecería confirmada por criaturas tan disparatadas como el elefante o el
cangrejo, que Romualdo considera exentas de toda seriedad. Terminada la broma quedamos flotando en el
espacio como las risas apagadas después de un chiste.

En todos los casos, siempre según Romualdo, cualquiera haya sido el Culpable espolvoreó magnánima y
desprolijamente “solidaridad” en la esperanza de que en algo amortiguase el infortunio de terráqueas y
terráqueos.

Capítulo X

Solidaridad

Cuando ingresé a la política lo hice para ser solidario. Habitualmente solo fui astuto.

“Tu vida es lo que has dado” (G. Seferis).

No es cierto que se acabaron las ideologías. La lucha de hoy es entre el consumismo con todas sus
depravaciones y la solidaridad. “Clientes” contra personas. Yo soy un 80% “cliente” y un 20% persona
cuando me exijo a conciencia.

Está bien, lo acepto, estoy mintiendo a mi favor.

La Biblia no impone amar al prójimo “más que a ti mismo”, sino “cómo a ti mismo”, ya que de no
ser así estaríamos en el campo de lo ilusorio. Sabiamente establece como parámetro máximo la propia
autoestima. Ya que para poder amar, es necesario aprender a amarse a uno mismo.

Podemos dar solo aquello que tenemos.


Mi responsabilidad debería ser crecer, despertar, atesorar sabiduría, amor, comprensión,
experiencia, todo lo que pueda luego compartir con los demás para que lo asimilen y puedan construir a partir
de ello.

Debería ser.

Podés ocuparte de tu anciana vecina para quien podrás hacer, junto con las de tu hogar, su compra
cotidiana. Podrás ser cordial con la empleada doméstica a tu cargo a quien autorizarás que trabaje en tu casa
acompañada del hijo pequeño, aunque a veces te sea molesto. Podemos serlo también incorporándonos a
algunas de las instituciones solidarias y destinándoles el tiempo de nuestras posibilidades.

La “Red Solidaria” sólo pide tres horas semanales de colaboración. Eso es lo que dura cada turno
de atención telefónica, recepción de e-mails y lectura de faxes, con el eficiente objetivo de coordinar la
voluntad solidaria de muchas argentinas y argentinos, evitando su dispersión y desperdicio. El desorden y la
falta de información es uno de los motivos por los que muchos voluntarios se decepcionan y abandonan sus
buenas intenciones.

Le intrigaba a la congregación el que su rabino desapareciera todas las semanas la víspera del
sábado. Sospechando que se encontraba en secreto con el Todopoderoso, encargaron a uno de sus miembros
que lo siguiera.

El “espía” comprobó que el rabino se disfrazaba de campesino y atendía a una mujer paralítica,
pagana, limpiando su cabaña y preparándole la comida del sábado.

Cuando el enviado regresó, la congregación le preguntó:

-¿Adónde ha ido el rabino? ¿Le has visto ascender al cielo?

-No - respondió - ha subido aún más arriba... (Versión del autor de una antigua tradición judía).

Un amigo mío, abogado, ama a su prójimo atendiendo gratuitamente a los indigentes que necesitan
asesoramiento y atención jurídica. ¡Sufren tantos atropellos!. También lo es quien, como médico, los atiende
sin cobrarles. ¡Son tanto más frecuentes y más graves las enfermedades que padecen!. O el arquitecto o
ingeniero que encuentra sistemas económicos para brindar techo y abrigo a quienes no lo tienen. ¡Son tan
frías las noches de invierno!

El “cliente” anestesiado desconfía del prójimo:

Un hombre conducía su automóvil por un camino angosto de montaña y al llegar a una curva muy
pronunciada se cruza con una mujer conduciendo en sentido contrario. Al pasar a su lado ella saca la cabeza
por la ventanilla y grita: “¡Animal!”

El se da vuelta para responder a lo que supone un insulto y entonces choca contra una vaca.

En nuestro país, cada dos horas y media una niña de entre 10 y 14 años da a luz. El análisis de las
estadísticas oficiales provistas por el Ministerio de Salud y Acción Social permite determinar que en la
Argentina se registran anualmente 3.290 partos en chicas de 10 a 14 años, un promedio de nueve partos por
día.

Vos no la embarazaste, lo sé, pero eso no te libera de responsabilidad.


*

¿Es confiable esta institución para que yo le done una suma de dinero?¿Es creíble esta mendiga
que en la calle nos pide ayuda?.

Ante la duda, correr el riesgo. Siempre será mejor ser defraudado que haber pecado de
insolidario ante quien lo necesitaba.

La desconfianza es un eficaz mecanismo de defensa ante la dificultad que


siempre tenemos en desprendernos de algo nuestro.

“La generosidad consiste en dar a tiempo más que en dar mucho” (La Bruyère).

En el inteligente sentimiento generoso exista una oculta intencionalidad egoísta. Porque es


indudable que se recibe en la medida que se da. Un buen “negocio”.

“El dar es el verdadero tener” (Spurgeon).

No es solamente dinero lo que se puede dar.

También tiempo. Conocimiento. Paciencia. Escuchar. Cerditos.

“Fue a la entrada del pueblo de Ollantaytambo, cerca del Cuzco. Yo me había desprendido de un
grupo de turistas y estaba solo, mirando de lejos las ruinas de piedra, cuando un niño del lugar se acercó a
pedirme que le regalara una lapicera.

No podía darle la lapicera que tenía porque la estaba usando en no sé qué aburridas anotaciones, pero
le ofrecí dibujarle un cerdito en la mano. Súbitamente, se corrió la voz. De buenas a primeras me encontré
rodeado de un enjambre de niños que exigían, a grito pelado, que yo les dibujara bichos en sus manitas
cuarteadas de mugre y frío, pieles de cuero quemado; había quien quería un cóndor y quien una serpiente,
otros preferían loritos o lechuzas, y no faltaban los que pedían un fantasma o un dragón.

Y, entonces, en medio de aquel alboroto, un desamparadito que no alzaba más de un metro del
suelo, me mostró un reloj dibujado con tinta negra en su muñeca.

-Me lo mandó un tío mío que vive en Lima- dijo.

-¿Y anda bien?- le pregunté.

-Atrasa un poco- reconoció” (E. Galeano).

Solidaridad, insisto, casi siempre es egoísmo disfrazado de altruismo. Ello es humano y no lo


desmerece.

Vos no sos tu cuenta cifrada en el extranjero. Ni tu envidia por quienes la tienen.

¿Te has percatado de que ella puede ser tu condena?.

“Y pondrá las ovejas a su derecha, y los cabritos a su izquierda.


Entonces el Rey dirá a los de su derecha: Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado
para vosotros desde la fundación del mundo.

Porque tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me
recogisteis;

Estuve desnudo, y me cubristeis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a mí.

Entonces los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, y te


sustentamos, o sediento, y te dimos de beber?

¿Y cuándo te vimos forastero, y te recogimos, o desnudo, y te cubrimos?

¿O cuándo te vimos enfermo, o en la cárcel, y vinimos a ti?

Y respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos mis
hermanos más pequeños, a mí lo hicisteis.

Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado
para el diablo y sus ángeles.

Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber;

Fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y


no me visitasteis.

Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos hambriento, sediento,
forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos?

Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos
más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis.

E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna” (Mateo 25).

La solidaridad siempre es insuficiente. Porque el mercado se encarga de que la necesidad sea


insaciable.

Uno de los nuevos pecados capitales: la frivolidad.

En un viaje en avión mi vecino de asiento conversaba con un amigo y le contaba que su esposa
había gastado $3.000 en un vestido diseñado por un conocido modisto para concurrir a una “fiesta de
solidaridad”. La tarjeta para asistir costaba $500.

Hace pocos meses un matutino hacía la crónica de una de dichas “cenas solidarias”, pletórica de
ricos y famosos: “Fue una noche de ostentación, vestidos largos y muchos brillos, en la que los 550
comensales tomaron 530 litros de champagne, 600 botellas de vino, 80 kilos de paté de ciervo distribuido en
discretas porciones, 320 kilos de faisán y 80 kilos de peras que, rociadas con 20 litros de oporto español,
acompañaron la carne”.

Un automovilista embiste un inadvertido bache abierto en el pavimento. No puede evitar un


insulto. Luego desciende y hunde un palo para que la trampa sea visible.

Ha pensado en los demás.

Para una investigación sobre motivaciones altruistas se le pidió a cada estudiante de una
universidad privada de la Capital Federal que aportara un peso y se les dijo: “En nuestro noroeste hay gente
que se muere de hambre. Están azotados por la miseria y las enfermedades y sinceramente necesitan ayuda. Si
ustedes desean contribuir a esa causa pongan la moneda en un sobre y escriban “Humahuaca” en él.
“Pero en este departamento universitario no contamos con una fotocopiadora y ustedes saben lo
útil que nos sería para reproducir monografías y manuscritos, haciéndolos fácilmente accesibles para ustedes.
Si desean apoyar la compra de una fotocopiadora pongan la moneda en un sobre y escriban en él
“Fotocopiadora”.

El 72% de los estudiantes se inclinó por la fotocopiadora (I.N.C.E.).

“Si logro impedir que un corazón se rompa,

no habré vivido en vano,

si logro aplacar un dolor

o aliviar una pena

o ayudar a un pájaro agotado

a regresar al nido,

no habré vivido en vano (...)

Pero si en ese largo día,

a nadie han alegrado tus palabras,

si nada encuentras

entre las acciones de ese día

que llevara el sol a ningún rostro,

ningún ínfimo acto

que ayudara a ningún alma a ningún precio,

considera que ese día está perdido” (Emily Dickinson).

¿Cómo te está yendo hoy?

Las consecuencias de un acto amoroso, solidario, son imprevisibles.

“Una vez buscando los pequeños objetos y los minúsculos seres de mi mundo en el fondo de mi
casa en Temuco, encontré un agujero en una tabla del cercado. Miré a través del hueco y vi un terreno igual al
de mi casa, baldío y silvestre. Me retiré unos pasos, porque vagamente supe que iba a pasar algo. De pronto
apareció una mano. Era la mano pequeñita de un niño de mi misma edad. Cuando acudí no estaba la mano
pero en lugar de ella había una maravillosa oveja blanca.

Era una oveja de lana desteñida. Las ruedas se habían escapado. Todo esto lo hacía más verdadera.
Nunca había visto yo una oveja tan linda. Miré por el agujero, pero el niño había desaparecido.

Fui a mi casa y volví con un tesoro que dejé en el mismo sitio: una piña de pino, entreabierta, olorosa y
balsámica, que yo adoraba. La dejé en el mismo sitio y me fui con la oveja.

Nunca más vi la mano ni el niño. Nunca tampoco he vuelto a ver una ovejita como aquélla. La
perdí en un incendio. Y aún ahora en este 1954, muy cerca de los cincuenta años, cuando paso por una
juguetería, miro aún furtivamente a las ventanas. Pero es inútil. Nunca más se hizo una oveja como aquélla.

(...) Aquella ofrenda traía por primera vez a mi vida un tesoro que me acompañó más tarde: la
solidaridad humana. La vida iba a ponerla en mi camino más tarde, destacándola contra la adversidad y la
persecución.

No sorprenderá entonces que yo haya tratado de pagar con algo balsámico, oloroso y terrestre la
fraternidad humana. Así como dejé allí aquella piña de pino, he dejado en la puerta de muchos desconocidos,
de muchos prisioneros, de muchos solitarios, de muchos perseguidos, mis palabras” (P. Neruda).
*

No es fácil ser solidario. Hay algo oscuro en el alma humana que la contradice.

“Esperé quien se compadeciese de mí, y no lo hubo; y consoladores y ninguno hallé” (Salmo 69:20)

Tengo conciencia de la necesidad ajena (es fácil tenerla), tengo tiempo (siempre se tiene tiempo),
temo por mi salvación (tengo obvios motivos para ello)... pero no lo hago. O lo hago mezquinamente.

Se ha demostrado científicamente que serlo es bueno para la salud y debe ser incorporado a las
recomendaciones habituales: no fumar, hacer gimnasia, no beber en exceso, evitar el stress, ser solidario.

En el huerto de Getsemaní, mientras Jesús ora tan intensamente que su sudor cae hasta la tierra
“como grandes gotas de sangre”, los discípulos duermen. Cuando regresa les pregunta, reprochante, “¿Por qué
dormís?” (Lucas 22:46).

Sin embargo construye su Iglesia sobre quien él sabe, y se lo anuncia, que lo traicionará tres veces
ese mismo día. Es que nadie como El sabía de qué material innoble estamos hechos los seres humano.

Sin embargo, milagrosamente, existe el changuito catamarqueño que devuelve la billetera de un turista
con tanto dinero como el que su padre no podrá ganar en diez años de esforzado trabajo. O el humilde taxista
que no duda en arrojarse al Río de la Plata y muere ahogado aunque antes alcanza a salvar a una mujer que ha
caído al agua. O el policía fuera de servicio que resulta gravemente herido al evitar que un ladrón golpee y
despoje de su magra jubilación a una anciana en pleno centro de Córdoba.

-Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo -dijo el obispo brasileño Helder Cámara- Y
cuando pregunto por qué no tienen comida me llaman comunista.

La solidaridad no es una virtud natural, que nos es dada, sino que se la adquiere con el esfuerzo y
la práctica. Se cuenta entre las que Aristóteles consideraba “virtudes morales” en “La ética nicomaquea”:

Se desarrolla con el hábito, no la poseemos por naturaleza, y la adquirimos ejercitándola, al igual


que ocurre con otras artes. Aprendemos a hacer las cosas haciéndolas: se aprende el arte de construir
construyendo, y a tocar el arpa ejecutándola. Al realizar actos de justicia aprendemos a ser justos, al practicar
la autodisciplina aprendemos a ser autodisciplinados, y al realizar actos de solidaridad aprenderíamos a ser
solidarios.

Es un acto de conciencia y voluntad.

Y de coraje, claro. Lo sabemos quienes somos cobardes casi todo el tiempo.

La solidaridad, para ser eficiente, requiere de buenos diagnósticos:

Un señor paseaba por la calle cuando vio cómo un niño se esforzaba, dando saltos, por llegar al
timbre de una puerta.

El hombre, de buen corazón, se acercó y pulsó el botón.

- Ahora corra –le aconsejó el niño, emprendiendo veloz carrera.

*
Aquel a quien podemos ayudar no tiene mucho tiempo para esperar.

“Lo que hagas, hazlo pronto” es el consejo bíblico.

Capítulo XI

“Así no sufre”

Capítulo XII

Ser uno mismo

Humano es estar disconforme con uno mismo. Yo lo estoy. Sin darme cuenta evito los espejos. Y
los balances de mi vida los postergo.

Nos gustaría ser más altos, o más delgados, o más blancos. Jamás estaremos satisfechos con el
dinero que ganamos y raramente con el trabajo que hacemos.

La disconformidad no es, en sí misma, mala ya que es un estímulo hacia logros más positivos. Es
bueno que un investigador no se resigne a lo que sabe y que se esfuerce por conocer más sobre el tema de su
interés. Es positivo que el niño no se conforme con su insuficiente conocimiento sobre el sexo porque el
saldar adecuadamente sus dudas lo ayudará en un correcto desarrollo hacia la madurez. Sobre todo en estos
tiempos de Sida.
El problema es que la sociedad mercantil ha inoculado en usted y en todos nosotros un plus de
insatisfacción para transformarnos en los ávidos consumidores que el mercado requiere para su
funcionamiento. La devastadora espiral del consumo que desvela a la economía de mercado se basa en que
nadie esté conforme con lo que tiene.

¿Acaso si pudieses no te mudarías hoy mismo?

¿Somos lo que mostramos, lo que aparentamos? ¿Nuestra importancia de vida por los segundos de
aparición de TV?

¿Es que acaso la ciencia, capaz de inimaginables proezas interplanetarias, no ha avanzado lo


suficiente como para que las lamparitas eléctricas de nuestros hogares no se quemen cada dos por tres
obligándonos a reponerlas interminablemente?.

Moraleja: la ciencia avanza cuando es negocio que lo haga.

No existe una maléfica organización de “sociedad de mercado” que planifique científica y


diabólicamente como perjudicarnos, sino que se trata de los íntimos resortes de su funcionamiento.

Será un irreprochable publicista quien, en prolijo cumplimiento de su obligación laboral, para lo


que se ha formado concienzudamente y con la que sostiene a su familia, participe en la elaboración de una
campaña que se esforzará, con la utilización de los más avanzados recursos de la psicología de venta y de la
tecnología audiovisual, en crearnos la necesidad de adquirir algún producto. Así, y de muchas otras maneras,
se va construyendo en la ciega e ingenua voluntad de todos nosotros, esta malhadada cultura del consumismo.

Que también hace que se premie al ejecutivo de empresa que lograda disminuir los costos
dejando en la calle a decenas o cientos de sus prójimos. Para ello existen las palabras, disculpadoras:
racionalización, ajuste, reestructuración.

A todos nos sobra o nos falta algo en distintas partes del cuerpo, por lo que será indispensable
consumir cosméticos, regímenes o cirugías plásticas.

O padecer la más desvastadora de las enfermedades: la no aceptación del envejecimiento.

Todo ha conspirado para que a usted le sea difícil tomar conciencia de quién realmente usted es.
Para detectar sus auténticas virtudes y para congraciarse con lo que la compulsión a “ser-como-hay-que-ser”
decreta que son defectos. ¿Un niño movedizo en la escuela, que por ello es calificado con bajas notas, deberá
sacrificar su personalidad dinámica, curiosa y original?.

Cuando comencé mi actividad profesinal como psiquiatra en el Hospital de Clínicas de Buenos


Aires fui evaluado como “inteligente e independiente”. Dichas carácterísticas hicieronque fuese postergado
cuando hubo que elegir Ayudantes de Cátedra.

"En este momento estamos entre dos grandes monstruos, la indiferencia de los que tienen más y
el resentimiento de los que tienen menos" (Juan Carr).

*
"En el trono más hermoso del mundo uno no se sienta sino sobre su culo" (Fragmento de una carta
de Alejandra Pizarnik a Silvina Ocampo).

¡Qué difícil es coinciliar la presión social con la propia identidad! Sobre todo porque aquella se
ejerce subterráneamente, poderosa, a través de resortes muy difíciles de contrarrestar: los modelos de
identificación televisiva, las expectativas que sus jefes tienen de usted, los deseos contaminados por la presión
social de sus seres más próximos, etc.

La mayoría de las niñas y de los niños, cuando deben elegir un juguete piden, casi
unánimemente, “el que sale en la tele”. Esta ha suplantado en sus moldeables cerebros su capacidad de
elección. Para que en su vida de adultos cambien el juguete por un automóvil o una vacación.

Los de la tele.

La inmensa mayoría de los seres humanos, anestesiados, dedican su vida a la “pavada”:

Un paisano, andando por los cerros, encontró un huevo, demasiado grande para ser de gallina y
demasiado chico para ser de avestruz. Resolvió, acertadamente, que se trataba de un huevo de cóndor.

-¡Mirá lo que he encontrado!- le dijo, ya en el rancho, a su mujer.

Ella se ocupaba del criadero y aprovechó que una pava estaba empollando para deslizarle el
huevo debajo del cuerpo.

Cuando nacieron los pavitos, asomó también este pichón de cóndor. Pero, claro, nació en la
pavada y empezó a portarse como un pavito más: formaba fila como todos los demás, hacía “pi, pi, pi”, comía
granos de maíz y escarbaba para engullir gusanitos.

Pero se sentía distinto. A veces sospechaba que para pavo no servía. Era diferente a los demás.
Sobre todo en la mirada mostraba que llevaba un misterio diferente adentro. Todo le resultaba extraño, se
sentía incómodo donde estaba.

No había nacido para estar en la pavada pero lamentablemente estaba sumergido en ella.

Un día dejó que sus “hermanos” pavitos se adelantaran y se quedó atrás. Era un día luminoso
con sol y nubecitas blancas arriba. Levantando la vista, la clavó en el cielo y vio unos pájaros airosos con las
alas extendidas que volaban de nube a nube, de verso a verso, de estrella a estrella.

Algo estalló en su interior.

-Y vos ¿por qué no?- se alentó.

Extendió las alas erguido sobre una piedra y estaba apunto de intentar el vuelo de cóndor,
cuando se le acercó una pavita y le dijo:

-¿Qué vas a hacer? ¿Estás loco?- y dándole un empujón, lo derribó de la piedra. Es decir, lo
devolvió a la pavada.

Y lamentablemente el condorito siguió en la pavada y murió en ella. Nunca descubrió, nunca


lo dejaron descubrir que él era distinto, que había nacido para ser cóndor (Versión libre de un cuento del P. M.
Menapace).

¿Sólo Uno puede ser?

Dijo Moisés a Elohím (Dios):


-Cuando llegue a los israelitas y les diga: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”,
si ellos me preguntan: “¿Cuál es su mombre?”, ¿qué les he de decir?

Respondió Elohim a Moisés:

-Yo soy el que soy.

Y añadió:

- Así dirás a los hijos de Israel: “Yo soy me ha enviado a vosotros”.

En una experiencia psicoterapéutica la coordinadora nos indujo a imaginarnos pájaros y, con los ojos
cerrados, echarnos a volar. Experimenté entonces algo que me sirvió para toda la vida: cuando extendía mis
alas para volar con toda mi potencia chocaba contra los otros “pájaros” que, también a ciegas, deambulaban
por la habitación. La forma de evitar dichas colisiones era retraer mis alas y volar con menor vigor. Es decir
ser “menos yo” para no crear situaciones de displacer con los demás que podrían marginarme.

El “potro” Rodrigo y Jim Morrison fueron destruidos por esa sociedad que los llevó a la fama y a
la riqueza pero que no los dejó ser ellos mismos. Que les devolvió, en su espejo interior, una imagen siniestra
de un “éxito” que no satisface sino que intranquiliza.

Una mujer se quejaba por su dificultad, que rayaba en la imposibilidad, de formar pareja. Era
atractiva y tenía una buena formación intelectual y moral. Sin embargo el ciclo siempre era el mismo: el
hombre se sentía atraído, luego parecía decepcionarse y finalmente se alejaba. A pesar de los esfuerzos que
ella hacía para retenerlo y seducirlo.

La clave era muy simple: ella mostraba lo que suponía que el hombre esperaba de ella. Ella trataba,
obediente a la imposición social, de ser como se suponía que debía ser. Es así que se mostraba simpática y
dicharrachera cuando su realidad era la de una persona tímida y contemplativa. Lógicamente esta falsificación
de su personalidad la volvía “charlatana”.

Lo mismo con su físico: ella era naturalmente delgada pero se esforzaba por tener formas
redondeadas. Suponía, los mensajes televisivos son convincentes, que eso era lo que atraía a los hombres.
Para ello se esforzaba por comer más de lo que su propio equilibrio metabólico le indicada y también se
sometió a operaciones de senos y glúteos.

Sólo pudo formar una pareja bastante sólida cuando comprendió que uno es como es. Paciencia.

El humorista Quino hacía decir a aquel entrañable personaje de su serie “Mafalda”, Felipe: “Justo a
mí me tocaba ser como soy”. Era un pibe atormentadamente lúcido sobre su propia imperfección y la del
mundo en que vivía. Eso lo investía de un encanto arrollador...

Si ser “uno mismo” tiene sus riesgos, mucho más los tiene la “comodidad” de ser “otro”:

Patricio camina por una calle en Belfast y de pronto siente el frío y duro contacto de un revólver
en su nuca. Una voz apremiante le dice: “¿Es usted católico o protestante?”. Patricio se sabe en peligro y
piensa de prisa alguna respuesta salvadora. Responde: “Yo soy judío”. Y entonces escucha la voz exultante
del desconocido: “Soy el árabe más afortunado de todo Belfast”.

*
No es fácil encontrarnos cuando nos buscamos donde no estamos.

Un hombre pasado de copas buscaba algo, en cuatro patas, en una esquina alumbrada por un farol.

Otro hombre que pasaba, solidario, se dispuso a ayudarlo:

-¿Qué busca, amigo?

-Las llaves de mi casa- respondió el borracho.

Ambos buscaron en vano durante un rato.

-Aquí no están –dijo el comedido...

-¿Cómo van a estar aquí si se me cayeron allá?... - El borracho señalaba la oscuridad, hacia la
mitad de la cuadra.

-¿Y por qué estamos buscándolas acá?- interrogó el otro, despistado.

-Porque aquí hay luz.

pampa Nos divertíamos jugando al “paddle” pero ahora guardamos la paleta en el fondo del placard porque ha
pasado de moda. Hasta cuidamos de no usar palabras “out”, como “rojo”, “coche”, etc.

Somos adaptados. “Clientes” elogiables.

Un cazador era muy hábil en imitar las voces de todos los animales de la pampa, y utilizaba su
habilidad para cazarlos. Los animales, al oir la llamada que creían de su propia especie se acercaban sin
miedo y entonces los abatía con su escopeta.

Cierta vez se propuso cazar ciervos y, al llegar al lugar adecuado, escondido entre los matorrales,
al borde de la laguna, imitó su bramido.

Pero no fue un ciervo quien acudió sino un enorme jabalí, atraído por el festín que se daría con tan
deliciosa carne.

El cazador se asustó pero tuvo presencia de ánimo y para librarse del jabalí, imitó el rugido del
puma lo que hizo huir al jabalí.

Pero entonces, atraído por el llamado de quien imaginó una atractiva hembra, hizo su aparición
un enorme felino encelado.

Todo terminó cuando un vendedor de pieles de puma disparó contra los matorrales que se
agitaban y mató al hábil imitador.

Una paciente contaba que cuando quería poner distancia con algún cortejador inoportuno le
disparaba una pregunta infalible:

-Vos ¿quién sos? ¿Quién sos, realmente?

Su experiencia era que ninguno, hasta ese momento, había logrado reponerse de su incómoda
confusión.

¿Y vos, quién sos, realmente? ¿Y yo, quién soy?

-Soy los demás.

Al no saber quiénes somos quedamos prisioneros de lo ilusorio, como aquel gallo que picoteaba el
suelo en un establo habitado por un inmenso percherón. Este se movió y entonces el gallo le clavó su mirada y
dijo: “Tengamos cuidado, no vaya ser que uno de los dos le pegue un pisotón al otro”.
A veces tengo miedo a que me pise un gallo.

“Hace poco di una charla a un grupo de muchachos en un colegio en un distrito de California, y


disfruté con ellos a tope.

Me invitaron a almorzar los profesores, y cuando por la tarde volví con los chicos me dijeron que
habían tenido un disgusto.

Yo, por lo visto, había dicho en mi charla que si quieres conocer a un árbol tienes que trepar y
subirte a él.

"Encarámate, siéntate en sus ramas, escucha el viento que murmulla en sus hojas, y entonces
podrás decir que conoces al árbol".

Un muchacho, al salir de la charla, se fue derecho a uno de los árboles en el jardín del colegio y
trepó ilusionado.

Pasó por allí el director del colegio, lo vio, le hizo bajar al instante y lo expulsó del colegio por
quince días". (L. Buscaglia).

Nuestras vidas están codificadas al milímetro. Nada de libertad y de creatividad. Si te detienes a


pensar, descubrirás que tus días son idénticos entre sí: te despiertas a la misma hora, siempre los mismos
recorridos, cumples con su trabajo sin mayores variaciones, los mismos comentarios, saludas de una única
manera, tu acto sexual es un ritual rígidamente repetitivo.

Eso sí: el sinsentido se lleva adelante con mucho apuro. El tiempo para no vivir es insuficiente.

Un leñador se afanaba en derribar árboles con un hacha roma, lo que le imponía un gran esfuerzo
y una considerable demora.

-¿Por qué no afilas tu hacha? –le preguntó alguien.

-Porque no tengo tiempo –respondió, dando demasiados golpes contra el tronco.

Somos necesarios, lo sos y yo también. Porque el mundo es un tapiz sin terminar y solamente
nosotros, despiertos, podemos llenar positivamente ese minúsculo espacio que es indelegablemente nuestro.

“Cada camino es uno entre un millón. Por ende, no hay que olvidar que un camino no es más que
eso. Si piensas que no debes seguirlo, no te quedes en él bajo ninguna circunstancia. Un camino no es más
que un camino. Que lo abandones cuando tu corazón así te lo indique no significa ningún desaire a ti mismo
ni a los demás. Pero tu decisión de seguir esa senda o apartarte de ella no debe ser producto del temor ni de la
ambición. Te advierto: examina cada camino atentamente. Luego hazte esta pregunta: ¿Tiene corazón este
camino? Todos los caminos son iguales, no llevan a ningún lado. Atraviesan la maleza, se internan o van por
debajo de ella. Si ese camino tiene corazón, entonces es bueno. De lo contrario, no te servirá de nada”. (“Las
enseñanzas de Don Juan” C. Castañeda).

Mi epitafio: “Aquí yace alguien que buscó. No encontró, pero buscó”.

¿Alguien habrá encontrado? ¿Espartaco, Mozart, José Hernández, Wilde, Einstein? Si hubiesen
encontrado no hubieran sido lo que fueron.
O lo que iban siendo.

Encontrarse en el deseo del prójimo. A veces riesgoso.

Rainer Rilke, fue tratado por su madre como una niña durante los seis primeros años de su vida.
Lo llamaba “Sofía” y era vestido siempre con ropas femeninas. En la perturbada fantasía de su madre
reemplazaba a una hija que había muerto antes de que naciera Rainer. Tal vez arrepentida de esta extraña
educación, la madre inscribió al futuro poeta en una academia militar a los once años.

Así se “construye” un genio o un psicótico o ambos a la vez.

Algo obvio pero rechazado: cuando mejor me siento es cuanto he hecho lo que sentía que debía hacer.

“Las cosas que no se han hecho antes

son las tareas dignas de hoy en día.

¿Perteneces al rebaño que obedece,

o prefieres encabezar la marcha?

¿Serás un pusilánime que tiembla

por las burlas de tripulantes recelosos,

o saldrás, a riesgo del fracaso,

a buscar una meta que sea nueva?” (E. Guest)

“¿In God we trust” o “in gold we trust”?

Cuando nos enfrentemos con el Supremo Hacedor, El no nos preguntará: “¿Por qué no te
convertiste en un mesías? ¿Por qué no descubriste la cura para tal o cual enfermedad?” Lo único que nos
preguntará en ese precioso momento será: “¿Por qué no fuiste vos mismo?”.

Yo a mi vez no perderé la oportunidad de interrogarlo: ¿cuál de las hipótesis de mi amigo


Romualdo es la correcta? No podré evitar una mirada de reproche que quizá me cueste la condenación eterna.

Los rótulos nos aprisionan desde nuestra infancia: hemos sido “el bueno” o “la pícara”
o “el inteligente” o “la bella”, etc. ¿Usted cuál fue? Es decir, ¿cómo deseaban los demás que usted fuese?.

“Este es mejor alumno que su hermano”, podrá decir una madre sosteniendo a ambos hijos de sus
manos. Quizás compensará: “Pero éste es mejor deportista que el otro”. Por lo que ambos quedarán
prisioneros de “decretos” marcados a fuego en personalidades maleables como las de toda piba o pibe.

*
En la solapa de este libro hay una colección de datos que suponen definirme. Son rótulos. Nada
dicen de mis miedos, de mis esperanzas, de mis frustraciones, de mis afectos.

¿Acaso se siente usted representada o representado al describirse o ser descripto como


“empleada”, “uruguayo”, “veinticinco años”, “D.N.I. 23.112.345”, “argentina”, “ingeniero”, “casada”,
“cuatro hijos”, “jubilado”, “sesenta y dos años”, etc.?

Capítulo XIII

La complicidad bien intencionada.

Que tu solildaridad no te haga desentenderte de las causas que la hacen indispensable.

Ello te haría cómplice. Un “idiota útil” de esta sociedad de la exclusión y del agravio.

Capítulo XIV

“Ver claramente...”

Confucio enseñaba: “Nueve son las cosas en las que piensa el hombre superior:

1) ver claramente cuando mira;

2) escuchar con precisión cuando usa sus oídos;

3) ser cortés;

4) tener un porte respetuoso;

5) ser consciente de sus palabras;

6) ser reverente en sus ocupaciones;

7) preguntar cuando duda;

8) pensar en las consecuencias de su cólera;

9) pensar en la justicia siempre que haya tentación de beneficios materiales”.


Capítulo XV

Expresar el amor

Me resulta mucho más fácil expresar los sentimientos negativos que los positivos.

Ambos conviven en mi.

“Odio y amo. Acaso preguntarás por qué obro así. No lo sé pero siento que ello es así y eso mismo
me atormenta” (Cátulo).

La dificultad de expresar el amor ha dado pie a algunas brillantes muestras de cínico ingenio:

“Un hombre puede ser feliz con una mujer a condición de que no la ame” (Oscar Wilde).

Pero también hay quienes se han esforzado por expresarlo bellamente:

“Desmayarse, atreverse, estar furioso,

áspero, tierno, liberal, esquivo,

alentado, mortal difunto, vivo,

leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,

mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,

enojado, valiente, fugitivo,

satisfecho, ofendido, receloso.

Huir el rostro al claro desengaño,

beber veneno por licor suave,

olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,

dar la vida y el alma a un desengaño:

esto es amor, quien lo probó, lo sabe” (Lope de Vega).

*
¿Hace cuánto que no decís “te quiero” a quienes querés? ¿Acaso puede darse por obvio el
amor?.

Andá y decíselos. Dejá el libro. Andá. No pierdas tiempo. Hoy puede ser tu último día.

Mejor irse sin deudas.

Uno de los motivos por los cuales nos cuesta tanto expresar el afecto es el profundo horror que
todos tenemos a no ser queridos. ¿Y si confesamos nuestro amor a alguien que no nos quiere?

Hasta un escritor como Joubert parece padecer de tal obstáculo: “Unos gustan decir lo que saben,
otros lo que piensan”. ¿Y lo que sienten?

El “negocio” es claro: si querés recibir el afecto de los demás, entregá el tuyo.

Introducir la moneda en la ranura.

Una vez llegó a la selva un búho que había estado en cautiverio; les contaba a todos acerca de las
costumbres de los humanos.

Por ejemplo, que en las ciudades los hombres calificaban a los artistas en competencias, a fin de
decidir quiénes eran los mejores en cada disciplina, pintura, dibujo, escultura, canto...

La idea de trasplantar costumbres humanas prendió con fuerza entre los animales y se organizó de
inmediato un concurso de canto, en el cual se anotaron todos, desde el jilguero al rinoceronte.

Guiados por el búho, que lo había aprendido en la ciudad, se decretó que el concurso se definiría
por el voto secreto y universal de todos los concursantes.

Pasaron al estrado y cantaron recibiendo el más o menos intenso aplauso de la audiencia. Luego
anotaron su voto en un papelito y lo introdujeron doblado en una gran urna que el búho custodiaba.

Luego llegó el momento del recuento. El búho, ante la emoción general, anunció:

-¡El primer voto es para el burro!

Se produjo un silencio de asombro ya que el votado cantaba pésimamente.

-Segundo voto: ¡burro!

La sorpresa crecía.

-Tercero... ¡burro!

Todos sabían que no había peor canto que el desastroso rebuzno del equino. Sin embargo, uno
tras otro, los votos lo elegían como el mejor.

Por fin, terminado el escrutinio, quedó proclamado por libre elección del imparcial jurado, que el
burro era el ganador. La mejor voz de la selva y alrededores.

El búho explicó después lo sucedido: cada concursante, ambicionando ser el vencedor, había
dado su voto al menos calificado de los concursantes. Aquel que no podía representar amenaza alguna a su
consagración.

Sólo dos votos no fueron para el burro: el del propio burro que votó sinceramente por la calandria
y el del hombre que, no podía ser de otra manera, votó por sí mismo (Versión libre del autor de un relato de J.
Bucay).

*
Vas a morir en el momento menos indicado. Siempre se muere en el momento menos indicado.

“La organización Amnistía Internacional llamó a la suspensión del creciente comercio de


instrumentos de tortura eléctrica y otros equipos de flagelo como parte de una campaña global contra los
tormentos lanzada en cinco países.

Según el reporte de la organización, más de 120 compañías de 22 países están involucradas en el


comercio de instrumentos de choques eléctricos.

“En los últimos años el sector de mayor auge de este negocio ha sido el material para administrar
descargas eléctricas, dispositivos que dejan pocas señales físicas pero causan intenso dolor”, dijo la entidad.

Y reveló que es cada vez más frecuente el uso de cables eléctricos, picanas y un arpón que dispara
dardos con ganchos tipo anzuelo.

Los fabricantes más prolíferos de herramientas de tortura eléctrica están en los Estados Unidos,
con 83 compañías involucradas en la explotación y producción a lo largo de Brasil, China, Sudáfrica,
Alemania, Francia e Israel”(Cables de A.P. y EFE).

Este cuento se lo escuché al padre Mamerto Menapace y lo reproduzco a mi manera:

Un joven ingeniero agrónomo, con las ínfulas de todo recién graduado, dueño de algunas
hectáreas en el Chaco, decide comentar sus proyectos con un vecino, el viejo don Laureano.

Luego de los saludos de rigor, y una vez que se aquietaron los perros, el joven le dijo, ufano:

-¿Ha visto don Laureano mi campito?

-Sí, ¿cómo no lo voy a ver? Lindo es, patroncito.

-Bueno, don Laureano, yo le quería preguntar qué opina usted sobre la posibilidad de que ese
terreno me dé buen algodón...

-¿Algodón, dijo, patroncito? -respondió dudando el paisano- No, mire, no creo que este campo le
pueda dar algodón. Fíjese, no. Los años que hace que yo vivo aquí y nunca vi que este campo diera algodón.

La respuesta desanimó un poco al joven ingeniero que, tomando en serio esa opinión basada
seguramente en una experiencia tan respetable como la de don Laureano, lo llevó a deducir que aquella tierra
padecería de algún problema de pH o de carencia de cierto oligomineral.

Consultó por otro cultivo:

-¿Maíz, dijo, patroncito? No, mire. No creo que este campito le pueda dar maíz. Por lo que yo sé
este campito lo que le puede dar es algo de pasto, un poco de leña, sombra pa’ las vacas, y con suerte alguna
frutita de monte. Pero maíz, tampoco creo que le dé.

Ya algo amoscado, el joven insistió:

-¿Y soja, don Laureano? ¿Me podrá dar soja el campito?

- Mire, no le quiero macaniar, patroncito. Yo nunca vi soja allí, no creo que este campito le pueda
dar soja. Ya le digo: lo que le puede dar es algo de pasto, un poco de leña, sombra pa’ las vacas y con suerte
alguna frutita de monte.

Esta vez el ingeniero, despechado, llegó a una conclusión: ese paisano no podía aportarle nada
interesante, sumido en la desidia e ignorancia de quien no tenía estudios. Pero como era respetuoso y no
quería irse de una manera que lo ofendiera, le dijo a modo de despedida:

-Bueno, don Laureano, yo le agradezco todo lo que usted me ha dicho. Pero ¿sabe una cosa? Lo
mismo me gustaría hacer una prueba. Voy a sembrar algodón en el campito y vamos a ver lo que resulta. Lo
voy a sembrar lo mismo a pesar de lo que usted me ha dicho.

Entonces don Laureano se revolvió en su silla de paja y dejando a un lado el mate, comentó:

-Bueno, bueno, patroncito. Si usted siembra... si usted siembra es otra cosa.


*

Querer y no expresarlo es lo mismo que no querer.

¿Cómo se entera?.

Todo indica que antaño el amor era menos anestesiado. Más intenso. Por ejemplo, el amor a la
patria que hacía a nuestros antepasados capaces de hazañas superiores.

Es inimaginable hoy un acto como el del teniente Pringles quien, durante una de los combates por
nuestra independencia, al verse arrinconado por las fuerzas realistas, muy superiores en número, prefirió
buscar la muerte internándose en el mar junto con los pocos soldados patriotas que aún sobrevivían.

Eran tiempos de ferocidad pero también de hidalguía, como la demostrada por el capitán español
quien, ante tamaño coraje, perdonó sus vidas y los dejó en libertad.

Mandato de Sócrates grabado en el pórtico de Delfos: “Conócete a ti mismo”.

Me es difícil amar cuando lo que mejor conozco es lo que los demás esperan de mí.

"El amor es el ala que Dios le ha dado al ser humano para volar" (Miguel Angel).

¿Era homosexual? Deberían de haberle prohibido pintar la Capilla Sixtina.

En el cine y en la televisión predomina la sustitución del amor por el sexo sin hondura, más
masturbatorio que genital.

Porcel y Olmedo fueron sus actores emblemáticos y pioneros. ¿No te intriga el final de sus vidas?

A todo ser humano le falta “algo”. El amor sincero trata de llenar ese agujero de nuestra
imperfección. Nos regala la ilusión de lo completo, de lo absoluto.

Te amo no sólo por lo que eres, sino por lo que soy cuando estoy contigo.

La sociedad de mercado villaniza el amor. El amor verdadero satisface, “contigo pan y cebolla”,
poco o nada me es necesario, contigo me siento capaz de todo.

Un buen “cliente”, en cambio, es alguien esencialmente insatisfecho. Busca lo que le falta en el


supermercado.

El “amor” mercantilizado es útil para vender mayonesas sin colesterol y desodorantes para
inodoros.
El esposo se sabe amado por ella porque le hierve ciertas salchichas. La hija, sonriente, es feliz porque
sus padres, también sonrientes, le obsequian el chocolatín con muñequitos en su interior.

La des-genitalización del sexo permite erotizar los objetos a vender. Usted y yo “deseamos”
tarjetas de crédito, dentífricos con flúor, mermeladas de bajas calorías.

-Estoy caliente con una Compaq- me confesó ayer un amigo.

“Querer” tiene dos acepciones: “amar, estimar” o “ambicionar, dominar”.

El amor despierto elige el primer sentido, el anestesiado el segundo.

Vos no sos tu temor a decir, hacer y pensar lo que no es "fashion".

Hoy no se censuran las ideas políticas sino lisa y llanamente la inteligencia.

Las promocionales “disputas” entre siliconadas vedettes siempre fueron más difundidas que las
opiniones de Ernesto Sábato o Maria Elena Walsh.

El amor es también villanizado en las formas de expresarlo en textos de canciones sin sustancia:

“(...) Le doy gracias a la vida

le doy gracias al amor

por haber nacido en el mismo siglo

tú y yo.

Gracias a la vida

gracias al amor

le doy gracias, muchas gracias

gracias a Diós (...)” (Canción de Juan Gabriel y Thalía).

En cambio:

“(...) Ese piano, esta mesa y esos cuadros

guardan ecos del eco de tu voz.

En un álbum azul están los versos

que tu ausencia cubrió de soledad.

Es la triste ceniza del recuerdo.


Nada más que ceniza. Nada más...”

(Tango de Homero Manzi y Fernández Siro).

Hemos avanzado lo suficiente como para que en algunos de nuestros establecimientos


educativos se enseñe “Educación sexual”. Eso es muy bueno. Todavía falta para que se dicte la

materia“Amor”.

Sus textos, por ejemplo, podrían instruir que el Dr. Ellis Page realizó en la universidad de
Alabama un interesante estudio sobre el afecto. Dividió a su clase en tres grupos: “A”, “B” y “C”.

A cada monografía que le presentaba el grupo “A” le ponía sólo una calificación. ¿Recuerdan
nuestra decepción cuando nos deslomábamos redactando largos trabajos que eran devueltos solamente con
una nota, por buena que ésta fuese?

Al grupo “B” se lo calificaba agregando una breve acotación, por ejemplo: “Te has esmerado” o
“Vas mejorando”.

A los del grupo “C”, en cambio, les escribía un comentario extenso y elogioso: “Excelente. Tus
ideas son originales y sabes desarrollarlas. Sigue así”.

Después vino la encuesta y la evaluación: el grupo “A” permaneció igual, el “B” no mejoró
demasiado, pero en cambio el “C” creció y se desarrolló notablemente (C. Vallés, S.J.).

El efecto del amor no anestesiado, sincero, es siempre explosivo. Como la reacción de un célebre
enamorado, don Quijote de la Mancha, cuando su fiel escudero, Sancho Panza, intenta convencerlo de casarse
con la bella Dorotea abandonando su amor por Dulcinea del Toboso:

“-¿Pensáis, villano ruín, que todo ha de ser errar vos y perdonaros yo? Pues no lo penséis, bellaco
descomulgado, que sin duda lo estás, pues has puesto lengua en la sin par Dulcinea. Y ¿no sabéis vos, gañán,
faquín, belitre, que no fuese por el valor que ella infunde en mi brazo, que no le tendría yo para matar una
pulga? Decid, socarrón de lengua viperina, y ¿quién pensáis que ha ganado este reino y cortado la cabeza a
este gigante, y hecho a vos marqués, que todo esto doy ya por hecho y por cosa pasada en cosa juzgada, si no
es el valor de Dulcinea, tomando a mi brazo por instrumento de sus hazañas? Ella pelea en mí, y vence en mí,
y yo vivo y respiro en ella, y tengo vida y ser. ¡Oh hideputa bellaco, y cómo sois desagradecido: que os veis
levantado del polvo de la tierra a ser señor de título, y correspondéis a tan buena obra con decir mal de quien
os la hizo!”

El amor al prójimo ha sido suplantado por el miedo al prójimo:

Miedo a que nos quite el trabajo que tenemos.

Miedo a que no nos dé el trabajo que necesitamos.

Miedo a que nos robe lo que poseemos.

Miedo a que nos mate porque nos interponemos en su frenética tarea de juntar cosas.

Miedo a que, en defensa propia, nos veamos obligados a quitarle su trabajo, a no responder a sus
reclamos, a despojarlo de lo suyo, a sacarlo fuera de la cancha.

El amor entre hermanos, en el mundo de hoy, es improbable que sobreviva a las disputas por
herencias, a las dificultades de comunicación en una sociedad que no las favorece, a las comparaciones
competitivas que otros promueven. No fue el caso de Cástor y Pólux.
Leda fue la madre de ambos, pero el padre de Cástor era Tíndaro, rey de Esparta, y el de Pólux era
Zeus, rey de los dioses, así que la vida de Cástor era limitada como la de todo humano mientras que Pólux era
inmortal.

Cuenta la leyenda que los hermanos nunca se separaban, tanto amor fraternal se profesaban, y
compartieron muchas aventuras. Navegaron con Jasón y los Argonautas en busca del Vellocino de Oro, y
rescataron a su hermana Helena cuando fue secuestrada por Teseo, la misma bella Helena cuyo rostro luego
haría “zarpar mil naves” y provocaría la guerra de Troya. También participaron en la famosa cacería de
Caledonia, donde muchos valientes héroes griegos se reunieron para liberar la comarca de un monstruoso
jabalí.

El poeta griego Píndaro nos cuenta que Cástor fue herido en batalla. Pólux se abalanzó a ayudarle
pero descubrió que su hermano ya agonizaba con suspiros jadeantes.

-Oh padre Zeus –exclamó Pólux-, toma mi vida en vez de la de mi hermano. De lo contrario
déjame morir también. Sin él, no conoceré nada sino la pesadumbre por el resto de mis días.

Zeus le respondió:

-Tú eres mi hijo, Pólux, y por tanto gozas de vida eterna. Tu hermano nació de
simiente mortal y como todos los humanos está destinado a saborear la muerte. Pero te daré una opción.
Puedes venir al Olimpo, como es tu derecho, y morar con Atenea y Ares y los demás dioses. O, si deseas
compartir tu inmortalidad con tu hermano, debes pasar la mitad del tiempo abajo en la tierra, y la otra mitad
en la áurea morada del cielo.

Pólux no vaciló un instante y renunció a su vida en el Olimpo, y optó por compartir eternamente
la luz y la oscuridad con su hermano. Así Zeus abrió los ojos de Cástor y le devolvió el hálito.

Y aún ahora los vemos en Géminis, la constelación de los gemelos. Pasan la mitad del tiempo en el
cielo refulgente de estrellas, y la otra mitad hundidos bajo el horizonte.

Lo contrario al amor no es el odio sino la apatía. El desinterés. La anestesia.

Prefiero que te indignes con mis ideas y no que te aburran.

En un país como el nuestro donde el 56% de sus habitantes carecen de obra social que cuide de su
salud y en el que se vive acosado por la violencia, la desocupación y el miedo al futuro, tengamos al menos la
solidaridad de hacer que aquellos a quienes amamos se enteren de ello.

Decir “te quiero”, ¡tan difícil!, apenas roza la intensidad del sentimiento. Ponerle nombre a las cosas nos
distancia de ellas, porque teje una red de significaciones que se nos impone sobre la realidad.

Aunque a veces el lenguaje permite sutilezas:

Juan decidió ir a vivir a la URSS en los tiempos previos a la caída del Muro de Berlín. Pedro, un
amigo, le dice:

-Estás loco, Juan. Allí hay una censura terrible, no hay libertades... ¿A qué vas a ir?

-Mirá, Pedro, yo acá estoy muy mal, así que peor no va a ser. Pero, igualmente, yo te voy a escribir
y si es cierto que hay tanta censura, si hay cosas que no te puedo decir, te vas a dar cuenta porque en ese caso
te escribiré en color verde.

Juan se va. Al tiempo Pedro recibe una carta, escrita toda en azul. “Vaya, no había censura”,
piensa, y se dispone a leer.

“Querido Pedro: esto es el paraíso. La gente está como quiere, todo es una maravilla. La
educación, la salud y la comida son gratuitas y excelentes. Hay miles de actividades interesantísimas y el
individuo se desarrolla en su plenitud desde la niñez. Lo único malo es que no se consigue tinta verde por
ningún lado” (Rudy).

Andá y decile que lo querés.


Te vas a sentir mejor que con una aspirina.

Capítulo XVI

El gerundio

No existe el ser humano sino el ir siendo humano.

Capítulo XVII

Traducciones.

La sociedad de mercado se llama “mundo de hoy”;

la expansión mundial de los intereses de los paises más poderosos se llama “globalización”;

los países condenados a cargar con deudas impagables, forzados a la pobreza, se llaman “países
en vías de desarrollo”;

la dramática carencia de dinero para comprar lo indispensable se llama “recesión”;

la consiguiente inevitabilidad de los comerciantes de bajar los precios para vender algo, aún a
menos del costo, se llama “deflación”;

echar a trabajadores de una empresa y arrojarlos a la desocupación se llama “racionalización”;

anular conquistas laborales obtenidas a lo largo de muchos años de luchas sindicales se llama
“flexibilización”;
la traición se llama “realismo”;

el oportunismo se llama “pragmatismo”;

los pobres se llaman “carenciados”;

las torturas se llaman “apremios ilegales”;

la imposibilidad, por razones económicas, de muchísimos niños y jóvenes de continuar sus


necesarios estudios se llama “deserción escolar”;

al pueblo se lo llama “gente”;

la dictaduras asesinas se llaman “procesos totalitarios”;

el maltrato, desde el insulto hasta la muerte, de judíos, bolivianos, paraguayos, gordos, cabecitas
negras, etc. se llama “discriminación”;

el delincuente juvenil de origen humilde se llama “amenaza social”, en cambio el delincuente


juvenil de familia pudiente se llama “adolescente con problemas de conducta”.

Capítulo XVIII

Gratitud

“Agradezcamos a los que nos benefician y beneficiemos a los agradecidos” (Mahoma).

Hoy podría ser el último día de tu vida.

Echá una mirada hacia atrás, hacia tu historia y hacé la lista de aquellas personas a quienes nunca
pudiste o supiste expresarles la gratitud que se merecían.

Alguien que te ayudó a conseguir un trabajo importante en tu trayectoria laboral. Alguien que
supo darte un buen consejo. Alguien que no ejerció sobre vos la venganza que te merecías.

Quizás hace muchos años que no lo ves. Su rastro será difícil de encontrar. Pero si te empeñás
seguramente lograrás dar con su teléfono o con su dirección.

Nunca es tarde para ser agradecido.

Me propongo llegar a mi muerte con pocas deudas afectivas. Pero la mochila pesa.

Con desasosiego me percato que cada vez más.

*
“Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, cantaba Violeta Parra. Pero la sociedad se le metió
adentro y la mató. Como a Favaloro.

¿Encontraste a los culpables? Yo sí: vos y yo.

Mis amigos escuchan con paciencia mis reflexiones y no dejan de aportar comentarios o ejemplos
enriquecedores.

Uno de ellos, Javier, con algún rubor, contó que había tardado varias semanas, superando
decepciones, en ubicar a la prostituta que muchos años atrás lo había iniciado sexualmente. Siempre recordó
la ternura y el compromiso con que aquella mujer experimentada había tomado con responsabilidad su
misión con aquel niño asustado que apenas superaba inmaduros quince años.

La vida sexual de Javier siempre fue plena y él estaba seguro, con razón, de que uno de los
aspectos decisivos para ello había sido aquella mujer que olía a perfume barato y con varios kilos de más que
había sabido ayudarlo con prudencia y con ternura a transitar ese debut decisivo.

Al cabo de su paciente búsqueda había logrado dar con “Roxana”. Era ahora una mujer
desmejorada por los años y ajada por su oficio. Inesperadamente recordaba a Javier con absoluta claridad. La
mujer luchaba contra la indigencia.

Mi amigo se sintió muy feliz, aún más que ella, al lograr ubicarla laboralmente en la empresa de un
conocido.

¿Qué es lo que nos impide ser agradecidos? Si alguien nos ha dado algo es porque hemos
necesitado algo. Es decir alguien es testigo de alguna carencia nuestra.

Agradecer es reconocer, a contrapelo de nuestro tramposo amor propio, que alguna vez algo y alguien
nos han sido necesarios.

"Y aconteció que mientras iban (los diez leprosos), fueron limpiados. Entonces uno de ellos,
viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios... Jesús dijo: ¿No son diez los que fueron
limpiados? Y los nueve, ¿dónde están? ¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?"
(Lucas 17:14-18).

Yo era uno de los nueve.

Una infausta regla universal: mientras más grande es el favor recibido más rara es la gratitud.

“El reconocimiento es una carga y toda carga debe ser trasportada” (Diderot).

“Un día un gran león dormía al sol. Un pequeño ratón tropezó con su zarpa y lo despertó. El gran
león iba a engullirlo cuando el pequeño ratón gritó:
-Oh, por favor, déjame ir. Algún día podré ayudarte.

El león rió ante la idea de que el pequeño ratón pudiera ayudarle, pero el comentario le resultó
simpático y lo dejó en libertad.

Poco después el león quedó atrapado en una red. Tiró y rasgó con todas sus fuerzas pero las
cuerdas eran demasiado fuertes. Dio un potente rugido. El ratón le oyó y corrió hacia ese lugar.

-Tranquilo, querido león, yo te pondré en libertad. Roeré las cuerdas.

Con sus afilados dientes cortó las cuerdas y el león se zafó de la red.

-Una vez te reíste de mí –dijo el ratón-. Creías que yo era demasiado pequeño para ayudarte. Pero,
como ves, debes la vida a un pequeño y humilde ratón” (Esopo).

El ratoncito imbuído de la moral “light” de hoy ¿qué hubiera negociado aprovechando que tenía al
rey de la selva a su merced? ¿Un porcentaje de las presas cazadas? ¿Protección por el resto de sus días? ¿Un
eficiente cobrador de lo que otros animales le adeudaban? .

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) reveló que existen en el mundo 300
mil niños soldados, algunos menores de 6 años. Tienen comportamientos que vuelven aún más peligrosa su
permanencia en la línea de fuego porque lo común es que se exciten y se expongan imprudentemente.

No es raro que sean incentivados con estupefacientes y alcohol, lo que agrava aún mas su
tendencia al descontrol y es frecuente que se precipiten al campo de batalla gritando como desaforados.

Algunos niños se incorporan a los ejércitos por propia voluntad, otros porque sus familias los
entregan para cobrar el salario por soldado que es un mísero aporte para la supervivencia.

Otras veces, son apresados en las escuelas y orfanatos en reclutamientos forzosos que se practican
en países como Etiopía, Liberia, Perú, El Salvador, Guatemala, Nicaragua y otros.

Los rituales de iniciación en la guerra suelen ser brutales ya que se los somete a un corto período
de temor y abuso físico. Según la UNICEF , en aldeas y poblados los niños deban presenciar o participar en la
ejecución de sus propios familiares.

¿Es este el mundo en que queremos vivir?

¿Cuando empezamos? Hoy no porque estás muy ocupado. ¿Mañana? Tenés que fijarte en tu agenda.

Durante mis primeros tiempos como estudiante de Medicina asistí a una clase de Psicología
Médica que me pareció excelente. Al terminar me acerqué al profesor y en voz muy baja, con pudor, le
confesé que pasaba por momentos críticos y que necesitaba ayuda.

Fueron varios los meses en que me atendió gratuitamente, dada la estrechez de mis posibilidades
económicas, en lúcidas sesiones psicoterapéuticas que me sacaron a flote.

Después de tanto tiempo: Dr. Carlos Sisto, muchas gracias.


Capítulo XIX

Quien no se da cuenta...

“El hermano que es de humilde condición, gloríese en su exaltación; pero el que es rico, en su
humillación; porque él pasará como la flor de la hierba” (Santiago 1:9-10).

La solidaridad no es una virtud. Es un impuesto al bienestar terrenal. Y vos no te hagas la que


no entiende lo de la flor y la hierba. Y vos tampoco te hagas el tonto que no se acuerda de lo del camello y el
ojo de la aguja.

La opinión evangélica sobre la riqueza es tajante y no admite contemplaciones. Tampoco hace


discriminación entre fortunas bien habidas y mal habidas. Quien acumula más allá de sus necesidades y de las
de las personas a su cargo, despreciable corrupto o exitoso empresario, es alguien que condena a la miseria a
sus prójimos.

Quien corta para sí una tajada demasiado generosa del queso está disminuyendo o impidiendo la de los
demás.

¿Necesitás más pruebas?:

“(...)Y de pronto se le acercó uno y dijo: “Maestro, ¿qué cosa buena tengo que hacer para conseguir la
vida eterna?”.

El les dijo: “¿Por qué me preguntas sobre lo bueno? El bueno (solamente) es uno. Pero si quieres entrar
en la vida, guarda los mandamientos.”

Le dice: “¿Cuáles?”.

Jesús dijo: “Lo de no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no dirás falso testimonio, honra al
padre y a la madre, y amarás a tu prójimo como a ti mismo.”

Le dice el joven: “Todo eso lo he cumplido, ¿Qué me falta todavía?

Entonces Jesús le dijo: “Si quieres ser perfecto, vete a vender tus bienes y da el importe a los pobres, y
tendrás un tesoro en los cielos; y vuelve aquí y sígueme”.

El joven al oír esta respuesta se marchó triste, pues tenía muchas posesiones”. (Mateo 19, 16-24).

¿Qué hubieras hecho si un barbudo algo extraviado te ofrecía la salvación eterna siempre y cuando te
desprendieses de tu casa, de tu auto, de la educación privada para tus hijos, de tus acciones, de tus
vacaciones?.

No hace falta conocer tu respuesta.


Capítulo XX

Pedir perdón

Recordar es inevitable. Por ejemplo, a quienes hiciste mal.

No seas hipócrita: la lista es larga. Y en algunos casos seguramente dramática.

En todos nosotros convive el bien y el mal. Las teologías plantean la vida como un combate entre
las fuerzas del bien y del mal. La Biblia nos relata batallas entre ángeles y demonios, no siempre definidas a
favor de los primeros.

Acordate de lo que opina mi amigo Romualdo.

En una conferencia que dio en Buenos Aires, escuché decir al Dalai Lama: “Nuestro deber mayor es
ayudar al prójimo”. Luego sonrió antes de agregar: “Si no pueden ayudar, al menos no hagan daño”.

Pero venerable Dalai, si no ayudamos estamos haciendo daño.

Los araucanos y los mapuches reflejan esta antinomia en su historia de la Creación:

El dios bueno, “Chachao”, se aburría en la eternidad del Cielo. Quiso bajar a la tierra aún anegadiza
y lluviosa donde las cosas eran efímeras y mutables; tomó la Vía Láctea, que entonces llegaba hasta la pampa,
y allí todavía es llamada “el Camino del Cielo”.

Gozó “Chachao” o “Indio Viejo”, que era emocionalmente un eterno niño, ensuciándose las manos y
chapoteando en la tierra enlodada; moldeó con barro figuras de fantasía y las sopló, irresponsablemente, para
infundirles vida. Así fueron creados los animales.

Para darles espacio donde correr, de otro soplo aventó las lluvias, secó los pantanos y dio firmeza a
la pampa.

Vio su imagen reflejada en una laguna y tuvo el capricho de reproducirla en estatuillas de dos pies
que vestían como él, chiripá y poncho. No eran reproducciones perfectas, casi caricaturas, pues “el Viejo”
estaba de buen humor y solamente buscaba reírse de sí mismo.

Pero un incidente inesperado transforma en tragedia la escena de la creación. El ñandú,


entusiasmado con sus carreras por la pampa seca, quiso subir al cielo por la Vía Láctea y aprovechó la
distracción de “Chachao” para ascender algunos tramos. Al darse cuenta éste de que una criatura de barro iba
a ensuciar las alturas celestiales desató sus boleadoras y las arrojó contra el osado, que de una espantada
volvió a la pampa dejando en el Cielo, a comienzos de la Vía Láctea, la huella de sus tres dedos y garrón: la
Cruz del Sur. También quedaron marcadas las boleadoras del “Viejo”, Alfa y Beta del Centauro, junto a la
huella.

Ocupado en espantar al ñandú no se dio cuenta “Chachao” de que su hermano “Gualicho”, dios
malo, había descendido a la tierra para gastarle la pesada broma de soplar los monigotes bípedos que acababa
de esculpir.
Se llenaron de espanto ambos hijos del Cielo cuando vieron a los objetos de barro moverse,
pavonearse y discurrir como si fueran dioses.

“Chachao” escapó horrorizado por la Vía Láctea. Con su cuchillo de piedra cortó el camino del
Cielo para que los monstruos, es decir los seres humanos, no subieran. Dejó a “Gualicho” en la tierra en
castigo de haberles infundido el aliento divino a esas grotescas caricaturas de sí mismo.

El dios bueno no volvió más a la pampa, ni pudo salir el dios malo de ella. Desde entonces busca
“Gualicho” reparar su imprudencia aniquilando a los seres humanos con enfermedades, guerras y hambrunas.
Lo hace de lejos, pues verlos le causa horror y remuerde la conciencia; por eso vive en lo profundo de los
montes y sólo se arriesga a salir cuando las noches son oscuras.

Porque a pesar de ser un dios, y malo, siente terror de las criaturas humanas.

Una importante corriente psicoanalítica, fundada por Melanie Klein, afirma que el primer
sentimiento del bebe no es el amor a la madre sino la envidia por ese seno que le es tan vitalmente
indispensable pero que no le pertenece.

De envidia los argentinos sabemos mucho. Pregúntenle al gran escritor Jorge Luis Borges que,
harto de tanto frívolo cuestionamiento, nos castigó eligiendo morir lejos de nosotros.

¿Cómo ser mejores habiendo nacido con el pecado original de haber merecido el furor divino?:

“¡Maldita sea la tierra por tu culpa!. Con fatiga sacarás de ella tu sustento todos los días de tu
vida. Ella te dará espinas y cardos y comerás la hierba de los campos. Con el sudor de tu frente comerás el
pan hasta que vuelvas a la tierra de la que fuiste formado. Porque eres polvo y al polvo volverás” (Génesis
3:17-19).

Pavada de enojo...

El último rincón del infierno, aquel que hasta a Belcebú horroriza, está reservado para el
funcionario que se apropia, en su beneficio, de fondos públicos destinado a la asistencia de los menesterosos.

Salvo que allá también funcione la coima.

Muy difícil es perdonar. “Dios ama a tres clases de personas: aquella que no se enoja, aquella que no
renuncia a su libertad y aquella que no guarda rencor” (Talmud).

Pero mucho mas difícil es pedir perdón.

En los versos de “El mercader de Venecia” de Shakespeare, Porcia, heredera de Belmont,


disfrazada de abogado, procura convencer al prestamista Shylock de renunciar a su reclamo legal por la libra
de carne de Antonio.
La cualidad de la clemencia, argumenta, no se obliga: se desprende como la dulce lluvia del cielo
sobre lo que haya debajo; así es doblemente bendita: bendice al que da y al que recibe con más poder entre los
más poderosos.

Le sienta al monarca entronizado mejor que la corona; su cetro muestra la fuerza del poder
temporal, el atributo del respeto y la majestad en que se asienta el temor y la reverencia a los reyes.

En nuestra Historia existen circunstancias en que los enemigos son perdonados: la Asamblea del
Año XIII indulta a los sublevados del 5 y 6 de abril de 1811, aunque exceptúa de la misma a Cornelio
Saavedra, un argentino más que sufrirá el deporte nacional de someter a sufrimiento a nuestros prohombres.

También, más adelante, gobernando Carlos Pellegrini, por un proyecto de ley de Dardo Rocha, el 29 de
agosto de 1890 se perdona a los revolucionarios “del Parque” entre los que se encontraban Leandro N. Alem,
Bartolomé Mitre y otros.

Sin embargo nuestra patria es poco generosa en solicitudes de perdón. Por ejemplo no se registra un
pedido de disculpas de Carlos de Alvear o de Bernardino Rivadavia a José de San Martín por el permanente
acoso al que lo sometieron en vida. Ni tampoco de quienes se burlaban de Domingo Sarmiento por su sordera
y por su carácter tan temperamental, escarneciéndolo hasta obligarlo a morir en el Paraguay.

En el “Padre Nuestro” se pide que Dios perdone nuestras ofensas y nosotros prometemos
perdonar a quienes nos han ofendido. Pero nada se dice de que pidamos perdón a quienes ofendemos.

¿Será que El piensa que no puede exigir tanto de sus fallidas criaturas?

Pedir perdón no es volver la aguja al cero para hacer daño otra vez.

La sutil tiranía del mercado se ejerce también a través del discurso social hegemonizado por el
dialecto economicista. La miseria y la exclusión se transforman en cifras y estadísticas, los planes para
aumentar las ganancias de los poderosos se disfrazan con términos en inglés que pretenden constituirse en una
pseudociencia críptica e irrebatible.

“Si no comprendes a un economista pídele que te lo vuelva a explicar. Si sigues sin entender
quiere decir que te está ocultando algo”(R.Scalabrini Ortiz).

En las importantes ciudades de Santa Fé, San Luis, Neuquén, Posadas, Santiago del Estero, Salta,
San Miguel de Tucumán , Concordia, Formosa, Corrientes, San Salvador de Jujuy y Resistencia el 20% de la
población más pobre debe subsistir, si puede, con menos de $1,50 diarios. En las tres últimas ciudades el
promedio es de $1,10.

Yo soy responsable no tanto por lo que he hecho sino por lo que he dejado de hacer habiendo
podido hacerlo.
Vos también.

Para pedir perdón se requiere una dificilísima condición: la humildad, según el diccionario “virtud
cristiana que consiste en el conocimiento de nuestra bajeza y miseria y en obrar conforme a él”. Virtud rara en
los anestesiados y frecuente en los genios:

Durante treinta y cinco años, Paul Cézanne vivió en el anonimato, produciendo obras maestras
que regalaba o malvendía a sus vecinos, los cuales ni siquiera barruntaban el valor de aquellos cuadros. Tan
grande era el amor que sentía por su trabajo, y tanta su convicción en lo que hacía, que jamás se ocupó en
obtener el reconocimiento de los demás. Mucho menos sospechó que algún día sería considerado el padre de
la pintura moderna.

Su fama se la debe a un marchante de París que tropezó casualmente con algunos de sus cuadros,
los reunió y obsequió al mundo del arte con la primera exposición de Cézanne.

El maestro llegó a la galería de arte apoyándose en el brazo de su hijo y no pudo reprimir su


sorpresa al ver expuestas sus pinturas.

Y volviéndose a su hijo exclamó con asombro: “¡Mira, hasta las han enmarcado!”.

“He desarrollado el hábito de expresarme en actitud de incredulidad modesta, no empleando


nunca, si voy a aventurar algo que pueda suscitar controversia, las palabras ‘ciertamente’, ‘indiscutiblemente’,
o cualesquiera otras de las que se usan para dar un aire de certidumbre a las opiniones; prefiero decir que yo
entiendo o concibo tal cosa de esa manera, o que me parece, o que yo diría que por tales y tales razones, o que
imagino que es así, o que así es si no estoy equivocado.

¿Por qué no? Aquí también hay un “negocio”: creo que dicho hábito me ha sido muy ventajoso
cuando he tenido la oportunidad de inculcar mi opinión y convencer a otros hombres en cuanto a las medidas
que, de vez en cuando, me había comprometido a promover” (Benjamín Franklin).

La diferencia entre humildad y obsecuencia la marcó Shakespeare: “Muestra la humildad de tu


corazón y no la de tus rodillas, cuyo homenaje es falso y engañoso”.

Los bluyins a la moda vienen ya gastados en las rodillas.

¿Nunca sospechaste que el Diluvio Universal, presente en todas las religiones y mitologías,
significó la destrucción del mundo por acción humana y que Noé y su esposa y su arca son otra chance –
quizás la última- que Dios nos daba?.

Se han constatado en todo el mundo 168 leyendas que relatan o mencionan, dentro de diferentes
tradiciones, un Diluvio que así no deja dudas de su universalidad.

Un antecedente de la catástrofe narrada en el Antiguo Testamento lo aporta la mitología


mesopotámica, que fue descifrada a partir de las tablillas encontradas en las ruinas de Nínive. En ella se habla
de gotas de lluvia del tamaño de platos que provocaron la muerte de todos los malvados.

El héroe de esta epopeya es Gilgamés, que da nombre a la narración, pero el protagonista de la leyenda
del Diluvio es Utunapistim, que sobrevivió con toda su familia a bordo de un arca, tras siete días de lluvias.

*
San Pablo, caído de su caballo en el camino a Damasco, escucha “Yo soy Jesús, al que tu
persigues”. Quedará ciego durante tres días.

La siguiente orden será para Ananías: “Levántate, vete a la calle que se llama Recta y busca en
casa de Judas a uno de Tarso que está allí orando”.

Ananías protestará: “Señor, he oído a muchos hablar de todo el mal que ese hombre ha hecho a
tus partidarios en Jerusalén”.

Jesús le confesará que “éste es para mí instrumento de elección”. Ananias se resignará e impondrá
sus manos a Saulo para devolverle la vista,

San Pablo pedirá perdón, arrepentido, y se transformará en un fundamental divulgador de la fe


cristiana. Su trágico final confirmará el anticipo escuchado por el leal Ananías: “Y yo le mostraré cuánto
tendrá que padecer por mi nombre”.

Quizás algún día me animaré a pedir perdón a quienes me votaron, cuando fui candidato, porque
no fui capaz de mejorar las condiciones de su vida en la medida de lo posible y necesario.

El rey Darío había nombrado a Daniel, ya anciano, en reconocimiento a sus méritos, en un alto
puesto de Gobierno.

Los otros príncipes y nobles, celosos de la sabiduría de Daniel y de su predicamento sobre el


monarca, deciden deshacerse de él. Denuncian que tres veces por día reza sus oraciones en dirección a
Jerusalem destruida.

-Nadie puede pedir nada a ningún dios o a ningún hombre que no seas tú, gran Rey. Quien lo
haga, según el edicto que firmaste, será arrojado al pozo de los leones.

Con mucha pena, pues estimaba sinceramente a Daniel, el rey Darío comprendió que no podía
violar una ley por él mismo impuesta, y ordenó que se la cumpliera con el sabio anciano. “Tal vez
tu Dios, a quien sirves con tanta fidelidad, te salve de la muerte”, pensó, deseó.

Los soldados condujeron a Daniel hasta la cueva de los leones y de un empellón lo arrojaron en
medio de las fieras. Luego sellaron la entrada con una gran piedra.

Durante esa noche el rey no pudo dormir, torturado por el remordimiento. En la madrugada, sin
poder contenerse, fue hasta la cueva. Entonces escuchó la voz de Daniel:

-Oh, rey, que vivas para siempre. Mi Dios ha enviado a su ángel para cerrar la boca de los leones.
No me han lastimado, porque mi Dios vio que yo no había obrado mal contra él ni contra ti, oh rey.

El rey quedó complacido. Ordenó a sus sirvientes que sacaran a Daniel del foso y le pidió perdón.

El enardecido Viejo Testamento, con sus amores y odios al rojo vivo, comparado con el más
sosegado Nuevo, relata que por orden del encolerizado rey capturaron a los hombres que habían hablado
contra Daniel, y con ellos sus esposas y sus hijos, y fueron arrojados al foso donde los hambrientos leones
dieron cuenta de ellos.

Darío, que pudo pedir perdón, no supo perdonar.

“Todo fluye”, según Heráclito. Tanto que ni siquiera nuestras malas acciones resultan
necesariamente en malas consecuencias.

¿Hubiera sido posible el “Don Quijote” si alguien no hubiese mutilado a su autor, el “manco de
Lepanto”? ¿Fue necesario el sufrimiento del exilio para dar a luz a nuestro “Martín Fierro”? ¿Sospechó aquel
cruel tutor que ensordeció con su maltrato a Edison que probablemente sería el “culpable” de su pasión por
inventar?.
*

Cierta vez el emperador Akbar y su vigil Bírbal fueron a la selva a cazar. Al disparar torpemente
su escopeta Akbar se hirió el pulgar y gritó de dolor. Bírbal le vendó el dedo y le endilgó el consuelo de sus
reflexiones filosóficas: “Majestad, nunca sabemos qué es bueno o malo para nosotros.”

Al emperador no le sentó bien el consejo, se puso hecho una furia y arrojó al visir al fondo de un
pozo abandonado. Luego continuó su marcha, solo, por el bosque.

De pronto un grupo de salvajes le salió al encuentro en plena selva, lo rodearon, lo hicieron


cautivo y lo llevaron ante su jefe. Era tiempo de que la tribu ofreciera un sacrificio humano, y Akbar era la
víctima que su dios les había enviado.

Pero el hechicero principal de la tribu lo examinó prolijamente y al descubrir que tenía el pulgar
lastimado lo rechazó, ya que la víctima no debía tener ningún defecto físico.

Akbar, liberado, cayó entonces en la cuenta de que Bírbal había tenido toda la razón, sintió
remordimiento, volvió apresuradamente al pozo en el que lo había arrojado, lo rescató y le pidió perdón por el
daño que tan injustamente le había causado.

Bírbal, entonces, sacudiéndose la ropa, contestó: “Majestad, no tiene por qué pedirme perdón, ya
que no me ha causado ningún daño. Al contrario, su majestad me ha hecho un gran favor, me ha salvado la
vida. Si no me hubiera arrojado en este pozo, habría estado yo a su lado, y esos salvajes me habrían elegido a
mí para sacrificarme. Como ve, su majestad, nunca sabemos si algo ha de ser bueno o malo para nosotros.”

En 1505, el Papa Julio II encargó a Miguel Angel Buonarrotti, que por entonces tenía sólo 29
años, la construcción de su futuro sepulcro. El artista diseñó un monumento de dos pisos, formado por un
sarcófago rodeado de relieves en bronce y de cuarenta estatuas de mármol. Una montaña entera de este
material, extraído de las canteras de Carrara, a varios cientos de kilómetros de distancia, fue transportada
hasta Roma.

Sin embargo, el gran pintor Rafael Sanzio y su pariente y protector, el arquitecto Donato
d’Angelo, “Bramante”, celosos de la gloria que esta obra iba a reportar al joven Miguel Angel, intrigaron ante
el Papa convenciéndole de que la construcción de su sepulcro en vida podría traerle la desgracia. Le
recomendaron que, a cambio, Miguel Angel pintase el enorme techo abovedado de la Capilla Sixtina,
pensando que este trabajo excedería las facultades de Miguel Angel, hasta entonces sólo conocido como
escultor.

Luego no fue necesario que le pidieran disculpas...

Capítulo XXI

Lo que no gusta al Señor.


“Si para una comunidad el poseer, disfrutar, consumir, escalar, medrar o competir constituyen
valores supremos, esa comunidad no es cristiana y por lo tanto debe convertirse” (Monseñor Angelelli,
asesinado por parapoliciales en Argentina).

“Una religión de misa dominical pero de semanas injustas no gusta al Señor” (Monseñor Romero,
asesinado por parapoliciales en El Salvador).

Capítulo XXII

El talento.

¡Cuántas vidas derrochadas en actividades alejadas de los propios deseos, de las auténticas
vocaciones!.

“El ser humano es mortal por sus temores e inmortal por sus deseos” (Pitágoras).

Es imposible desear ardientemente aquello que se elije sólo por consejo de la razón. Es difícil ser
un buen profesional cuando se elige pensando sólo en la supuesta conveniencia. Es decir en la conveniencia
del mercado. Es ese un mandato social: lo conveniente está por encima de lo deseable.

Será un motor que no puede desarrollar toda su potencia al estar alimentado por un combustible
de baja calidad.

En los Estados Unidos, que mundializa su cultura mientras nosotros, los paises periféricos,
globalizamos nuestro sojuzgamiento, por lo que sus estadísticas son significativas para todos, registra un
dramático cambio en las motivaciones para la elección de carrera: en 1968 el 32% relacionaba su vocación
con la seguridad financiera, mientras que el 65% buscaba en la universidad el desarrollo de una filosofía
significativa de vida. Treinta años más tarde la proporción se había invertido: el 67% elige su profesión para
“estar muy bien desde el punto de vista financiero”, y sólo el 31% para desarrollar valores humanitarios.
*

¿Por qué nunca compráste un caballete, una tela y unos pinceles para probarte como el pintor que
siempre imaginaste ser pero que jamás me lo permitiste?. Henri Rousseau, “El Aduanero”, un genio que
inspiró a Picasso y cuyas obras valen hoy varias decenas de millones de dólares, se decidió a ser pintor
después de sus 50 años.

Lyn Yutang escribía: “La felicidad es saber lo que se quiere”.

Aunque sea a contrapelo de la norma. ¿Es inevitable que el crecimiento personal, el despertar,
siempre sea a contrapelo de la norma? Me temo que sí.

“Porque el reino de los cielos es como un hombre que yéndose lejos, llamó a sus siervos y les
entregó sus bienes.

“A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego
se fue lejos.

“Y el que había recibido cinco talentos fue y negoció con ellos, y ganó otros cinco talentos.

“Asimismo el que había recibido dos, ganó también otros dos.

“Pero el que había recibido uno fue y cavó en la tierra, y escondió el dinero de su señor.

“Después de mucho tiempo vino el señor de aquellos siervos, y arregló cuentas con ellos.

“Y llegando el que había recibido cinco talentos, trajo otros cinco talentos, diciendo: ‘Señor, cinco
talentos me entregaste; aquí tienes, he ganado otros cinco talentos sobre ellos’.

“Y su señor le dijo: ‘Bien, buen siervo y fiel; sobre todo has sido fiel, sobre mucho te pondré;
entra en el gozo de tu señor’.

“Llegando también el que había recibido dos talentos, dijo: ‘Señor, dos talentos me entregaste;
aquí tienes, he ganado otros dos talentos sobre ellos’.

“Su señor le dijo: ‘Bien, buen siervo y fiel; sobre poco has sido fiel, sobre mucho te pondré; entra
en el gozo de tu señor’.

“Pero llegando también el que había recibido un talento, dijo: ‘Señor, conocía que eres hombre
duro, que siegas donde no sembraste y recoges donde no esparciste’;

“por lo cual tuve miedo, y fui y escondí tu talento en la tierra; aquí tienes lo que es tuyo’.

“Respondiendo su señor, le dijo: ‘Siervo malo y negligente, sabías que siego donde no sembré, y
que recojo donde no esparcí.

“Por tanto, debías haber dado mi dinero a los banqueros, y al venir yo, hubiera recibido lo que es
mío con los intereses.

“Quitadle, pues, el talento, y dadlo al que tiene diez talentos.

“Porque al que tiene, le será dado, y tendrá más; y al que no tiene, aun lo que tiene le será
quitado”.
Es imperdonable para el Señor que no desarrollemos el talento recibido. Su furor es inmenso, nos
cuenta el evangelista Mateo: “Y al siervo inútil echadle en las tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir
de dientes.”

Y vos ¿qué has hecho con el talento a los talentos que te dieron? ¿En qué te has beneficiado con
ellos y en qué has beneficiado a tu prójimo?

Me temo que nos encontraremos “en las tinieblas de afuera”.

Para talento, el de Leonardo da Vinci: entre sus dibujos de diseños e invenciones los expertos han
creído reconocer prototipos y antecedentes del paracaídas, el chaleco salvavidas, la bomba de agua, las aletas
para natación, la perforadora de pozos, el barco impulsado por paletas, el carro sin caballos (es decir, el
automóvil), la cadena de rodillos, la pistola de vapor, la turbina de agua, una máquina para pulir lentes, las
granadas de fragmentación, la ametralladora, el aeroplano, el helicóptero y el submarino. Se dice, incluso, que
Leonardo inventó también el primer despertador del que se tiene noticia, que consistía en un dispositivo que
frotaba los pies del durmiente.

Cuando paso frente a una “villa miseria” no puedo evitar pensar en los Berni, Ginastera, Houssay,
Arlt, Saavedra Lamas, anulados por mi insolidaridad.

¿A alguien le sirve que te quejes de las cifras de desocupación?. Solo a vos, que así te sobornás
con tu “sensibilidad social”.

De lo que se trata es de actuar para corregir lo que está mal. En los partidos políticos, en las
organizaciones solidarias, en las instituciones religiosas.

La queja estéril es socia de la cómoda impotencia.

La esencia de la educación no es atiborrar de datos sino ayudar a cada uno a descubrir su


singularidad, su talento. Amarse uno mismo para poder amar al prójimo. Se da cuando se tiene.

¿Ufa, dijiste?

Un toro, una serpiente, un gorrión y otros animales se reunieron para fundar un colegio y se
sentaron a redactar el programa de estudios.

La liebre quiso que en el programa se incluyera “Carrera veloz”. El pájaro propuso que se
incluyese “Técnica de vuelo”. El pez, “Natación”. La ardilla insistió en que debía agregarse “Trepada
perpendicular de árboles”. Lógicamente se decidió que los estudiantes debían cursar la totalidad de las
materias.

La liebre era excelente en carrera, nadie la superaba en talento para eso, pero le exigieron que
aprendiera a volar como conveniente disciplina intelectual y emocional. La subieron a un árbol, y bajo la
amenaza de una mala calificación, le ordenaron: “¡Vuela!”. La pobrecita se lanzó al vacío, se quebró una pata
y se fracturó el cráneo. Quedó con una lesión cerebral y ya no pudo correr bien, de manera que estuvo lejos de
obtener la máxima calificación en “Carrera veloz” y, por supuesto, sacó la mínima en “Vuelo”, materia para
la que demostró carecer de aptitudes.
El Consejo de Estudios continuó con su tarea. Le tocó el turno a la gaviota. Era capaz de volar
por el ancho cielo, planear contra el viento, hacer acrobacias aéreas, y sacaba la nota más alta en lo que era su
talento. Pero eso era sólo una pequeña parte del programa por lo que fue lógico que cavara hoyos en la tierra
compitiendo con el topo. Demostró ser ineficiente y poco aplicada, se quebró las alas y el pico, y no pudo
volar más, por lo que sus maestros se vieron obligados a bajarle la calificación en “Vuelo”.

Y así con todos los animales.

Cualquier semejanza con los planes de estudio en nuestras instituciones educativas no es


casualidad.

“Interrumpí mi aprendizaje durante los años de escolaridad” (G. García Márquez).

Uno de mis parientes decidió estudiar “Meteorología” contra la opinión de su familia que, como
tantas otras, estaba segura de que como abogado o como médico tendría un mejor futuro económico.

En este momento es un destacado científico de la NASA y es un profesional satisfecho con su


elección vocacional.

-Mi vida se ha transformado en un infierno- dijo Carmen en su sesión psicoterapéutica.

-¿Un infierno?

-¡Sí! Hace un mes que mi marido me abandonó.

El terapeuta la escuchaba con atención.

-Creo que se volvió loco. Conmigo tenía todo lo que quería- Carmen hablaba entre sollozos –
Siempre me esforcé por darle todos los gustos.

Contó que durante muchos años se había dedicado a criar a sus hijos, sacrificando lo propio. La
casa siempre había estado ordenada y los horarios de comida se habían cumplido fielmente. Cuando él llegaba
tarde de su trabajo ella lo esperaba levantada...

-¡Le di los mejores años de mi vida! –concluyó Carmen.

Había perdido su identidad. Dejó de ser ella misma en la convicción de que si satisfacía los deseos
de su marido se aseguraría un matrimonio “feliz”. Como si fuese fácil descifrar los deseos ajenos...

La mujer que había ganado el corazón del esposo era una profesional bastante exitosa como
abogada, actividad que era evidente no estaba dispuesta a sacrificar para agradarlo. El psicoterapeuta podía
deducir que era eso, justamente, lo que había seducido al esposo de Carmen.

Un aspecto gravitante parecía ser la habitualmente inevitable disminución de ingresos económicos


que la acumulación de años provoca. Lo que hace que la dependencia económica de muchas esposas se
vuelva progresivamente agobiante.

-Si usted pudiera volver el tiempo atrás, ¿qué actividad hubiera desarrollado? –preguntó el
terapeuta.

Sin vacilar Carmen respondió:

-Jardinería. Me encanta la jardinería- Lo dijo con un énfasis que no dejaba dudas de una
conmovida sinceridad que le surgía de adentro.
El haberse convertido en una mezcla de cocinera, lavandera, institutriz, acompañante, de su
esposo, en vez de hacerla atractiva ante sus ojos la había ido devaluando hasta hacer inevitable su sustitución.
Seguramente si hubiese sido leal a su talento de parquista o jardinera las cosas hubieran sido muy distintas.

A lo mejor hubiese consolidado su matrimonio o quizás hubiera sido ella quien partiese en busca
de mejores destinos...

“Siempre he sentido que mi destino era, ante todo, literario; es decir, que me sucederían muchas
cosas malas y algunas cosas buenas, pero siempre supe que todo eso, a la larga, se convertiría en palabras.
Sobre todo las cosas malas, ya que la felicidad no necesita ser transmitida: la felicidad es su propio fin”.
(Jorge L.Borges).

He aquí alguien que tuvo claro su talento.

Tener una aptitud no quiere decir llegar a ser un escritor genial, o un inventor que cambia la
marcha del mundo, ni una recordwoman mundial en atletismo. Si logra serlo, mejor para usted, pero
desarrolar un talento consiste en tomar contacto con aquello para lo cual uno ha nacido, que a uno le hace
sentir más íntegro, más feliz.

Quizás no vaya más allá de aprender a cocinar y ser un talentoso anfitrión que sabe agasajar a
quienes quiere. ¡Qué maravilloso es ser invitado por alguien así!

San Pablo, el converso lo tuvo claro:

“Por el encargo que Dios en su bondad me ha dado, digo a todos ustedes que ninguno piense de si
mismo más de lo que debe pensar. Antes bien, cada uno piense de sí con moderación, según los dones que
Dios le haya dado junto con la fe.

(...) Dios nos ha dado diferentes dones, según lo que él quiso dar a cada uno. Por lo tanto, si Dios
nos ha dado el don de comunicar sus mensajes, hagámoslo según la fe que tenemos; si nos ha dado el don de
servir a otros, sirvámoslos bien. El que haya recibido el don de animar a otros, que se dedique a animarlos. El
que da, hágalo con sencillez; el que ocupa un puesto de responsabilidad, desempeñe su cargo con todo
cuidado; el que ayuda a los necesitados, hágalo con alegría” (Romanos 12).

Sin duda hay científicos de talento:

"Una nueva especie de marihuana, cinco veces más potente que la común, fue descubierta por el
Cuerpo Médico Forense del Poder Judicial de la Nación tras analizar un cargamento de 7,5 kilos interceptado
hace dos meses en Río Negro.

La extraña variedad –proveniente del Paraguay- parece ser un producto de laboratorio, logrado a
través de modificaciones biogenéticas en los cultivos.

Los expertos de la Policía Federal confirmaron que es “altamente probable” que la variedad se
haya logrado mediante mezclas de distintas especies, o incluso con poderosos productos químicos.

El Cuerpo Médico Forense judicial analizó en Buenos Aires la marihuana y descubrió que tenía
un poder “fuera de lo común”.

(...) Según los pocos datos obtenidos hasta el momento, la especie descubierta habría sufrido
alteraciones genéticas con el fin de potenciar el efecto alucinógeno que provoca la marihuana. Es decir que se
habría actuado sobre el principio activo de la droga –llamado tetrahidrocannabinol- lo que produce mayor
daño en el organismo, y un incremento de su poder adictivo" (Cable de "Telam").

La solidaridad casi nunca es una vocación. Mucho menos un talento.

Es una esforzada toma de conciencia, una autoimposición que no espera recompensa.

Capítulo XXIII

Los mandamientos

El imperativo de amor a nuestros semejantes es universal y está desglosado en el decálogo


evangélico: “Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo ha cumplido la
ley”.

En efecto: lo de honrar a los progenitores, no matar, no robarás, no codiciarás los efectos y las
propiedades del otro y los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: “amarás a tu prójimo como a ti
mismo” (Romanos 13 8-10).

Capítulo XXIV

El compromiso.
Siempre hay quienes tienen proyectos para nosotros:

Dos señoras, que hacia tiempo no se veían, se encuentran casualmente en la calle. Luego de
saludarse con los besos de costumbre, pasan a las preguntas de rigor:

-¿Cómo están tus hijos?

-Bien, muchas gracias.

-¿Cuántos años tienen?

-Juancito, el médico, cuatro años, y Robertito, el abogado, seis.

La psicosis, es decir la locura, se engendra cuando un ser humano no es capaz de desprenderse del
deseo ajeno, esencialmente del de sus padres. Al no encontrarse a sí mismo, se “enajena”.

En nuestra sociedad son inmensa mayoría los enajenados que sólo cumplen con el ajeno deseo
social que le pauta cómo trabajar, cómo amar, cómo distraerse, cómo “ser”.

¿Es usted capaz de comprometerse como don Manuel?.

Tomás Guido, testigo presencial de los sucesos de Mayo, relata en su “Reseña Histórica”:

“En estas circunstancias el señor don Manuel Belgrano, mayor del regimiento de Patricios, que
vestido de uniforme escuchaba la discusión en la sala contigua, reclinado en un sofá, casi postrado por largas
vigilias, observando la indecisión de sus amigos púsose de pie súbitamente y a paso acelerado y con el rostro
encendido por el fuego de sangre generosa entró al comedor de la casa del señor Rodríguez Peña y lanzando
una mirada en derredor de sí, y poniendo la mano derecha sobre la cruz de su espada dijo: “Juro a la patria y a
mis compañeros, que si a las tres de la tarde del día de mañana el virrey no hubiese renunciado, a fe de
caballero, yo le derribaré con mis armas.”

Este es el ejemplo cabal de un compromiso tomado a contrapelo de los intereses personales,


porque Belgrano provenía de una familia acomodada, de excelentes relaciones con el poder hispánico. Ello le
había dado la posibilidad de graduarse en la Universidad de Salamanca, siendo luego nombrado Secretario en
el Consulado español en el río de la Plata, organismo que tenía a su cargo el control del comercio monopólico
entre la metrópoli y su colonia. Sabido es que dichos cargos redituaban pingües beneficios económicos.

Belgrano fue capaz de asumir el compromiso histórico que su conciencia le dictaba, decisión que
de allí en más le generó múltiples sacrificios y miserias pero que le ganó una envidiable página en la
inmortalidad.

Jesucristo, agonizante ya en la cruz, a la hora novena clamó a gran voz:

“-Eloi, Eloi, ¿lama sabactani?”.

Hasta El dudó:

“-Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?”.

Nada hay más terrenal que la vacilación. Quien moría era un hombre, desprotegido de Divinidad.

*
Demóstenes ambicionaba ser orador, pero adolecía de limitaciones naturales para hablar. Según
Plutarco “superó sus farfulleos y tartamudeos, alcanzando mayor claridad, mediante el recurso de hablar con
guijarros en la boca”.

No fue sólo eso. Para estudiar sin interrupción “dos o tres meses consecutivos”, Demóstenes se
rasuró “la mitad de la cabeza, de modo que la vergüenza le impidiera salir, aunque tanto lo deseaba”.

La decisión de actuar de acuerdo a la iluminada conciencia de lo que es bueno para uno mismo y
para los demás puede debilitarse por presión de la “manada”. Miedo a ser distinto, a desagradar.

Soren Kierkegaard, predecesor del existencialismo en el siglo XIX, deploraba el efecto nocivo de
las multitudes y las pandillas: “Una multitud -escribió en “Mi punto de vista”- es de por sí inauténtica, dado
que vuelve al individuo impenitente e irresponsable, o al menos reduce al mínimo su sentido de la
responsabilidad”.

En sus “Confesiones”, San Agustín hizo de esta disminución de la responsabilidad ante la presión
de los pares un rasgo central de su meditación sobre el vándalo que había sido en sus años jóvenes, “todo
porque nos avergonzamos de abstenernos cuando otros nos incitan a participar”.

Esto puede hacer que se prefiera un “porro” de marihuana a una acción solidaria. La explicación
es obvia: uno se comercializa y la otra no.

Cuando Giuseppe Verdi presentó su primera obra en Florencia, se refugió en la oscuridad con los
ojos puestos en el rostro de un hombre de la concurrencia: el gran músico Rossini.

Poco le importaba que el público le aclamara o permaneciera frío. Todo lo que deseaba era una sonrisa
aprobadora del gran maestro.

La falta de compromiso se verifica también en el lenguaje cotidiano. No es lo mismo decir “se


perdió” que “lo perdí” o “uno tiene ganas de llorar” que “yo tengo ganas de llorar”. O pluralizar y generalizar:
“somos todos corruptos” es claramente diferente a “yo soy un corrupto”, o “a los argentinos no nos importa
nada del otro” en vez de “a mi no me importa el prójimo”.

Si nos acostumbráramos a usar la primera persona en singular, uno sería un poco mejor.

Yo sería un poco mejor.

Alfredo el Grande fue rey de los sajones occidentales de Inglaterra en el siglo IX. Su
determinación de proteger a Inglaterra de los conquistadores daneses y su énfasis en el alfabetismo y la
educación de su pueblo lo han elevado a las filas de los monarcas más populares de su país.

Fue derrotado por sus enemigos y apenas alcanzó a escapar de la masacre. Cansado y hambriento
llamó a una puerta y rogó a la esposa del leñador que le diera algo de comer y un lugar para dormir. La mujer
miró con piedad a ese andrajoso desconocido.

-Adelante –dijo-, te prepararé la cena si cuidas estas tortas que estoy horneando en el hogar. Debo
salir a ordeñar la vaca. Vigílalas con atención y cerciórate de que no se quemen.

Alfredo agradeció cortésmente y se sentó junto al fuego. Se propuso prestar atención a las tortas
pero pronto su mente se desvió hacia sus graves problemas. ¿Cómo reuniría nuevamente su ejército? Y
aunque lo lograse, ¿cómo lo prepararía para enfrentar a los daneses? ¿Cómo expulsar a esos feroces
invasores?

Cuanto más cavilaba más sombrío se presentaba el futuro, y llegó a convencerse de que no tenía
caso continuar la lucha.

Sus infortunios lo distrajeron. Alfredo se olvidó de que estaba en la cabaña del leñador, se olvidó
de su hambre y se olvidó de las tortas.

Cuando la mujer regresó encontró la cabaña llena de humo y las tortas chamuscadas. Y el
desconocido sentado frente al hogar, mirando absorto las llamas.

-¡Holgazán inservible! –se indignó la mujer-. Mira lo que has hecho. Quieres comida, pero no
quieres trabajar por ella. ¡Ahora ninguno de nosotros podrá cenar!

Alfredo agachó la cabeza avergonzado. En ese momento el leñador regresó a su hogar y en cuanto
traspuso el umbral reconoció al visitante sentado ante el fuego, escarnecido por su esposa.

-¡Cállate!- le dijo- ¿No sabes a quién reprendes? Este es nuestro noble monarca, el rey Alfredo en
persona.

La mujer, horrorizada, cayó de rodillas ante el rey suplicándole que perdonara su rudeza. Pero el
sabio Alfredo le pidió que se levantara.

-Tenías razón en reprenderme. Yo te dije que vigilaría las tortas pero dejé que se quemaran.
Merezco tus reproches. Cuando alguien acepta un compromiso, sea grande o pequeño, debe cumplirlo
fielmente. Otra vez he fracasado, pero no volverá a suceder. Mis deberes hacia mi patria me aguardan.

Cuenta la leyenda, o la historia, que es más o menos lo mismo, que en pocos días reunió
nuevamente a sus hombres, y pronto expulsó a los daneses de Inglaterra.

Nuestro compromiso no es sólo con los contemporáneos:

“Un anciano, por un camino solitario,

llegó en el frío y gris atardecer

a un abismo vasto, ancho y profundo

por donde rodaba un peligroso río.

El anciano cruzó en la hosca penumbra

(pues las aguas no lo amedrentaban)

pero en la otra margen se detuvo

y se puso a construir un puente.

“Anciano –díjole otro peregrino-.

Derrochas energías con tu obra;

tu viaje habrá concluido con el día,

y nunca más pasarás por estos rumbos;

has cruzado el profundo y ancho abismo,

¿por qué construir un puente a estas horas?”

El constructor irguió la gris cabeza.

“Buen amigo, hoy en el camino

me seguía –dijo- un joven cuyos pies


también deben pasar por estos rumbos.

Este abismo, que para mí no fue nada,

puede ser fatal para ese rubio joven.

El también debe cruzar en el crepúsculo;

buen amigo, para él construyo el puente” (Will A. Dromgoole).

No asumir responsabilidades o compromisos es cómodo. Queda uno salvado de fracasos o


papelones, pero también se pierde los premios.

¿Te acordás cuando eras un pibe y planeabas jugar en la primera de Boca? ¿Y vos, de piba, te
imaginabas actriz de cine?.

Ambos hubieran podido serlo, estoy seguro, de haber asumido el compromiso necesario.

Las cosas son así de simples.

Nada justifica tampoco tu fracaso en ser la persona sensible al sufrimiento ajeno que a veces
deseabas para vos.

Tenés razón de protestar por lo que los gobernantes no hacen. Pero su ineficiencia no te exime de
hacer algo por tus prójimos.

Por el contrario, te obliga.

“Haremos mucho en los años venideros,

¿pero qué hemos hecho hoy?

Daremos nuestro oro en sumas principescas,

¿pero qué hemos dado hoy?

Elevaremos ánimos y enjugaremos lágrimas,

Con esperanza aplacaremos los temores,

Diremos afectuosas palabras de aliento,

¿pero qué dijimos hoy?

Con el tiempo seremos muy amables,

¿pero lo hemos sido hoy?

Sonrisas llevaremos a la vidas solitarias,

¿pero qué hemos llevado hoy?

Daremos a la verdad mayor alcance,

Y a la sólida fe mayor valía,

Alimentaremos a las almas hambrientas,


¿pero a quién alimentamos hoy?

Cosecharemos alegrías prontamente,

¿pero qué hemos cosechado hoy?

Construiremos castillos en el aire,

¿pero qué hemos construido hoy?

Es grato regodearse en sueños ociosos,

¿pero hacemos nuestra tarea aquí y ahora?

Sí, esto es lo que nuestras almas deben preguntar,

¿qué hemos hecho hoy?” (Canción popular escocesa).

Comprometerse no quiere decir no cambiar. Porque el verdadero compromiso no es con un


partido político sino con las propias y hondas convicciones.

Yo cambié de partido porque quise ser leal conmigo mismo.

Creo que fue por eso aunque no lo podría asegurar. ¿Qué es lo que, sinceramente, podemos asegurar?.
Tendríamos que hacernos el ADN de todas nuestras certezas.

“Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el que la cultiva. Si una de mis ramas no da uvas, la corta;
pero si da uvas, la poda y la limpia, para que dé más” (San Juan 15).

Los que tratan de ser mejores a veces claman por sus desgracias: “¿Por qué a los deshonestos y a
los violentos les va mejor que a mí?”. Ser mejores significa no derrumbarse ante la arbitrariedad y la
incomprensión.

Y mientras lo del cielo no se confirme, no habrá mas premio que alguna felicitación interior o, en el
mejor de los casos, alguna sonrisa agradecida. Aunque esto último es difícil, quizás imposible.

¿O sos tan estúpido de esperar la recompensa en este mundo retorcido y desviado?

Capítulo XXV

Vanidad de vanidades.

Ya lo hemos dicho: despertar a la solidaridad con el prójimo y con uno mismo es lo que puede dar
algún sentido a esta vida a la que no es fácil encontrárselo, como puede leerse en el desesperanzado
Eclesiastés 1, 2-11:

“¡Vanidad de vanidades, dice Qohélet;

vanidad de vanidades, todo es vanidad!

¿Qué provecho obtiene el hombre de todo el esfuerzo que realiza bajo el sol?
Una generación se va y otra generación viene,

pero la tierra siempre permanece.

Sale el sol y el sol se pone

y vuelve luego al norte, torna y retorna,

marcha el viento y a sus giros el viento vuelve.

Todos los ríos van al mar y el mar no se llena;

al lugar donde los ríos caminan, allá ellos tornan a ir.

Todas las cosas se obtienen con esfuerzo

Cuánto, nadie podría decir;

no se sacia el ojo de ver ni se harta el oído de oír.

Lo que fue,

eso será, y lo que se hizo,

eso se hará,

pues nada hay nuevo bajo el sol.

¿Hay una cosa que pueda decirse:

“Mira, esto es nuevo”?.

Ya existió en los siglos

que nos precedieron.

No hay memoria de los antepasados,

ni tampoco de los descendientes que vendrán

habrá recuerdo

entre los que vengan después”.

Capítulo XXVI

Escuchar

Escuchar al otro. De eso se trata. No hacer del prójimo un “receptáculo” de lo que quiero decir.
Mejor: de lo que quiero escucharme decir. Vos como yo, como los demás, esperas que el otro deje de hablar
para poder decir lo propio. Dos monólogos y ningún diálogo.

¿Un libro es un monólogo autoritario?

Mi abuela Lucrecia decía que la naturaleza nos ha dado dos orejas y una sola lengua, para que
hablemos menos y escuchemos más.
Ella hablaba bastante.

Quizás tu hijo es un apasionado de la música, a lo mejor toca algún instrumento. ¿Alguna vez lo
escuchaste con interés? ¿Has prestado oído a cuáles son sus artistas favoritos? ¿Sus proyectos musicales?.

Sería bueno que dedicases algún tiempo de tu vida a hacer sentir a los demás que son importantes
para vos. Escucharlos. Que sus dudas o sus opiniones merecen tu atención. Que no han venido al mundo para
escucharte.

Pero ahora leéme y no te distraigas.

“Aquel de vosotros que mejor sirve a Dios será quien no trate de escuchar o decir lo que desea,
sino desear lo que ha escuchado” (San Agustín).

Lo que esperas del otro es que te confirme tus propias verdades. Porque vos, inevitablemente,
como yo, dudás de tus propias certezas.

Si convenciéramos a alguien quizás nos convenceríamos a nosotros mismos...

“Nasreddin había caído enfermo y sus amigos fueron a visitarlo. Pasaban las horas y los visitantes
no se retiraban. Nasreddin se hallaba extenuado. Al fin decidieron retirarse, y uno de ellos, al despedirse, le
dijo:

-Si deseas o necesitas algo, solo debes pedírmelo.

-Sí, algo quiero pedirte –respondió Nasreddin. y acercándose a su oído le murmuró- cuando vayas
a visitar a un amigo enfermo, no te quedes demasiado tiempo en su casa.” (Cuento sufi).

Es bueno tener en cuenta las necesidades de diálogo del prójimo.

“Y yo os digo que de toda palabra ociosa los hombres habrán de dar cuenta el día del Juicio. Pues
por tus palabras serás declarado justo o por tus palabras serás condenado.” (San Mateo 12).

La política argentina es hoy el ámbito estremecedor de la palabra ociosa. Y cierto periodismo no


le va en zaga.

Dorrego abandona el Fuerte de Buenos Aires y galopa hacia la campaña para buscar el apoyo de
los suyos, de los gauchos, los indios y los mulatos, para enfrentar a las tropas regulares que se han sublevado
contra su gobierno.

Encuentra tanta lealtad que en dos días junta 2.000 mi licianos armados y de elevado espíritu
combativo. Juan Manuel de Rosas, que mucho conoce de la campaña, le aconseja retroceder hasta Santa fe
para unir sus fuerzas con las del poderoso caudillo santafesino Estanislao López.

Pero Dorrego no lo escucha , quizás por no sentirse a gusto en las acciones montoneras pues él es un
militar de cepa, y decide enfrentar a Lavalle y sus oficiales y soldados fogueados en la reciente guerra contra
el Brasil.

No escuchar a quienes saben se paga caro.


*

Las palabras son caprichosas. Pueden hacer trampa. Tienen múltiples significados que pueden servir para la
comunicación o la incomunicación.

Tomemos una anodina palabra al azar: ¿qué quiere decir “masa”?. “Conjunto”. También “materia”. Y
“mezcla de harina, agua y levadura para hacer el pan”. Y “muchedumbre”. Y “casa de campo”. Y varios más
como “masa gravitatoria”, “masa inercial”, “masa pictórica”, etc.

Además los argentinos y otros latinoamericanos pronunciamos la “zeta” como “ese”, de manera
que podemos agregar otros sentidos: “arma antigua”, “palo para tocar el bombo”, “apellido de un aristócrata
porteño asesinado por la “mazorca” rosista”, etc.

Pero si le pregunta a un adolescente le explicará que quiere decir "cool".

La labilidad polisémica del lenguaje es aprovechada por los lavadores de cerebros para pudrir los
contenidos de las grandes palabras ¿Qué quiere decir “solidaridad” cuando se la utiliza para vender billetes de
lotería? ¿O “futuro” cuando es utilizado por un político sin credibilidad? ¿O “ética” cundo es pregonada por
un periodista a quien la opinión pública ya ha condenado como corrupto?

Diciendo la verdad se puede mentir:

“Nasreddin fue arrestado y conducido al tribunal bajo la acusación de haber mezclado carne de
caballo en las albóndigas de pollo que servía en su restaurante.

Antes de pronunciar sentencia, el juez quiso saber en qué proporción lo hacía. Y Nasreddin, bajo
juramento, respondió:

- Al cincuenta por ciento, Señoría.

Después de la absolución un amigo le preguntó a Nasrudin qué significaba exactamente lo del


“cincuenta por ciento”.

-Un caballo por cada pollo” (Idries Shah).

El también se ofende cuando no lo escuchan. Es decir cuando no lo quieren.

"Por cuanto llamé, y no quisisteis oír...

Entonces me llamarán, y no responderé; me buscarán de mañana, y no me hallarán...

Mas el que me oyere, habitará confiadamente"

(Proverbios 1:24, 28 y 33).

Hay quienes atienden el teléfono con brusquedad, evidenciando que no están dispuestos a perder
el tiempo con el deseo de otro.

Luego se quejarán de su mala suerte.

“Tu estás ocupado, la vida pasa, la muerte llega. Para ella, quieras o no, tendrás tiempo”
(Séneca).
Para lo que menos tiempo tengo es para los valientes compromisos conmigo mismo.

Probá. Apagá el televisor. Intentá el diálogo. Escuchá.

Y atenete a las consecuencias.

Ser solidario es estar dispuesto a escuchar lo que el prójimo reclama para su necesidad.

Eso fue lo que hizo Moisés cuanto los israelitas, en plena travesía por el desierto luego de su
huida de Egipto, se quejan del hambre.

Moisés acude a Dios y éste lo escucha. “Evaporada la capa de rocío, he aquí que había sobre la
superficie del desierto una cosa delgada a modo de escamas, delgada como la escarcha sobre la tierra.

“Cuando la vieron los hijos de Israel dijéronse los unos a otros: “¿Qué es?” ,pues no sabían lo que
era.

“Moisés les dijo: es el pan que os ha dado Dios para alimento. Esta es su orden: recoged de él
cada uno según el propio apetito, un ómer por cabeza, de acuerdo al número de las personas en vuestra
tienda”.

Nadie debia tomar más de lo que necesitaba. “Que nadie guarde nada para mañana”, recomendará
Moisés.

“Pero no lo obedecieron y entonces lo guardado se llenó de gusanos y se pudrió y Moisés se irritó


contra ellos”. (Exodo 16, 14-21)

Es el alma de los acumuladores de ómers la que se llena de gusanos y se pudre.

Shakespeare, en “Macbeth” escribió: “Dale a la aflicción

palabras, que la pena que no habla susurra al afligido corazón y precipita su quebranto”.

Los psicoterapeutas lo saben: lo que no se dice se transforma en síntoma. O en respuesta desviada.


Un esposo insatisfecho con la respuesta sexual de su mujer podrá protestar agriamente por los tallarines
tibios...

Un niño que no logra comunicarse con sus padres para evidenciarles su necesidad de amor, podrá
utilizar, sin darse cuenta, el recurso de enfermarse con frecuencia. Y si tiene éxito en ello, podrá hacerlo
gravemente y hasta morir. Una de las fantasías universales en la infancia es imaginar su propia muerte y el
efecto que ella provocaría en los seres queridos.

Mejor escuchemos, ¿no les parece?

El hombre no se quería perder el partido en la tele. Estaba cansado y decidió aprovechar el tiempo
que faltaba para echarse una siesta.

Lo lógico era decirle a la señora:

-Flaca, despertame a las cuatro menos cuarto.

Pero se habían disgustado. Silencio de los dos. En vez de decirlo lo escribió en un papel y lo pegó
con un imán contra la heladera.

Se despertó sobresaltado dándose cuenta de que había dormido mucho. Miró el reloj: eran las seis.

-Pucha –dijo, en un salto- la flaca me falló.


Miró mejor y al lado del reloj había un cartelito que decía:

“¡Despertate! Son las cuatro menos cuarto” (Versión libre del autor de un relato del P.M.
Menapace).

Hay tantos jóvenes drogadictos como padres que no supieron o no pudieron dialogar con ellos.

Ah, ya lo sabía. No necesita comprar un libro para enterarse de algo tan obvio.

¿Tan obvio?

Cuando los conquistadores ingleses llegaron a Australia se asombraron al ver unos inmensos
ratones que daban saltos formidables. Llamaron a un nativo y lo interrogaron mediante señas.

Escucharon bien y como el indio respondiera "Kan Ghu Ru", adoptaron el vocablo inglés
"kangaroo" (canguro).

Los lingüistas determinaron tiempo después que el nativo había querido decir "no le entiendo".

“Erase una vez una débil anciana cuyo esposo había fallecido dejándola sola, así que su hijo, su
nuera y su nieta la llevaron a vivir con ellos.

Día tras día la vista de la anciana se enturbiaba y su oído empeoraba, y a veces, durante las
comidas, las manos le temblaban tanto que se le caían las lentejas de la cuchara y la sopa del tazón.

El hijo y su esposa se molestaban porque ensuciaba los manteles hasta que un día, cuando la
anciana volcó un vaso de leche, se hartaron y decidieron terminar con esa situación.

Instalaron una mesita en el rincón cercano al armario de las escobas y hacían comer a la anciana
allí. Ella se sentaba a solas, mirando a los demás con ojos humedecidos por las lágrimas. A veces le hablaban
mientras comían, pero habitualmente era para regañarla por haber dejado caer un cuenco o un tenedor.

Una noche, antes de la cena, la pequeña jugaba en el suelo con sus bloques, y el padre le preguntó
qué estaba construyendo.

-Estoy construyendo una mesita para mamá y para ti –dijo ella sonriendo- para que coman a solas
en el rincón cuando yo sea mayor.

Sus padres se miraron por unos instantes. Esa noche devolvieron a la anciana su sitio en la mesa
grande” (Hermanos Grimm).

La niña “escuchó” a la anciana. ¿Vos escuchás a tus viejos?.

Sí, ya sé, estás muy ocupada. Ellos entienden y se conforman...

Cuando un hombre cuyo matrimonio funcionaba bastante mal acudió en busca de su consejo, el
Maestro le dijo:

-Tienes que aprender a escuchar a tu mujer.

El hombre se lo tomó a pecho y regresó al cabo de un mes para decirle que había aprendido a
escuchar cada una de las palabras que decía su mujer.

Entonces el Maestro, sonriendo, le dijo: “Ahora vuelve a casa y escucha cada una de las palabras
que ella no dice” (A. de Mello, S.J.)

Un joven político, en campaña, había invitado a su padre a juzgar su desempeño.


El discurso fue realmente inspirado y, para su fortuna, sin que estuviese planeado, cuando acababa
se acercó un mendigo a la tribuna. El orador lo abrazó y le regaló su abrigo arrancando el aplauso del público.

Terminado el acto, la joven promesa esperaba la felicitación paterna. Luego de sostener un largo
silencio el padre habló:

-Tus palabras fueron muy convincentes, hijo mío, pero...

El joven notó que había reproche en su voz.

-Pero ¿qué? – preguntó inquieto.

-¿Por qué no has dado al mendigo la posibilidad de expresar sus necesidades?. Lo usaste para
impresionar a los demás. Quizás no era tu abrigo lo que deseaba.

La dificultad para dialogar, para intimar, se debe, no pocas veces, a un temor de “diluirse” en el
prójimo, al borramiento de los límites que me constituyen como “yo”. Esta es la razón por lo que muchos se
impiden, “precautoriamente”, el amar.

“Sí; estaréis juntos aun en la memoria silenciosa de Dios.

“Pero dejad que los vientos del cielo dancen entre vosotros.

“Amaos el uno al otro, pero no hagáis del amor una cadena;

“Que sea, mejor, un mar moviéndose entre las orillas de vuestras almas.

“Llenaos uno al otro vuestras copas, pero no bebáis de una misma copa.

“Compartid vuestro pan, pero no comáis del mismo trozo.

“Cantad y bailad juntos y sed felices, pero que cada uno de vosotros sea independiente.

“Las cuerdas de un laúd están solas, aunque palpiten con la misma música.

“Dad vuestro corazón, pero no para que vuestro compañero lo tenga.

“Porque únicamente la mano de la Vida puede contener los corazones.

“Y permaneced juntos, pero no demasiado juntos.

“Porque los pilares del templo están separados.

“Y, ni el roble crece bajo la sombra del ciprés ni el ciprés bajo la del roble” (K. Gibrán).

Lo que más se escucha son frases vacías. Nuestra televisión es “ejemplar” en ello. Si se trata de
hablar de algún tema profundo raramente se convocará a un especialista. Siempre habrá algún galancito o
alguna estrellita para opinar y elevar el rating.

Y muchísimos goles para entretener. Goles repetidos desde todos los ángulos. Goles
costarricenses, búlgaros, camerunenses.

“El día que le enseñe a un niño el nombre de un pájaro nunca volverá a ver a ese pájaro”
(Krisnamurti).

“Los que saben no hablan;

los que hablan no saben” (Lao Tse).


*

El Zen es el fin del discurso.

El discurso es el fin del Zen.

El fin del discurso es el Zen.

El fin del Zen es el discurso.

El discurso del fin es el Zen.

El discurso del Zen es el fin.

El del es fin Zen discurso el.

Zen del es el discurso fin el.

etc.

tec.

cet.

tce.

...

...

...

No digo que haya Zen,

digo que no podemos atrapar el Zen

por medio del discurso.

(Pero para decir esto he utilizado el discurso).

(Y también el no-discurso).

¡Frgetdcfvghj!

(Dokusho Villalba)

¿No te da miedo llegar al final de tu vida sin haber dicho nada que tenga verdadero sentido?

A mí sí.

Buda desconfiaba no sólo de las palabras livianas, sino también de la escucha liviana:

“Los monjes y los eruditos no deben aceptar mis palabras por respeto sino que deben analizarlas
como un orfebre analiza el oro: cortando, raspando, frotando, fundiendo.”

Pasamos horas frente al televisor y así aprendemos la pasividad ilusoria como forma de relación
con el mundo. Observar lo que les sucede a otros, que a su vez no son.

Por supuesto que hay buenos programas que enseñan, informan y ayudan a pensar. Son aquellos
que los “clientes”, es decir la inmensa mayoría, no miran.
Capítulo XXVII

Cuidado, peligro

Sea prudente: detenerse a pensar es una actividad de alto riesgo.

Y no hay “air bags” que lo protejan.

Capítulo XXVIII

Juzgar al prójimo.

"Todas nuestras justicias son como trapo de inmundicia" (Isaías 64:6).

Mario Vargas Llosa dice que “escribir bien es tachar”. Suprimir lo redundante, lo superfluo, lo
innecesario.

El mismo axioma puede aplicarse a la vida. A veces es inevitable “tachar” personas o circunstancias
que ya no nos sirven, que nos obstaculizan. Para eso hace falta coraje, firmeza.

La mochila liviana, ya lo sabés.

Pero ¿es posible ser justos en nuestra apreciación de los demás? .

*
-Para despertar es necesario ver lo que se mira.

-¿Qué quieres decir con eso?

-Que lo que miramos no es lo que vemos.

-Yo miro el sol y lo que veo es el sol.

- No es así. El preso cuando mira el sol ve su anhelada

libertad. El agricultor lamenta la falta de lluvia que terminaría con la sequía. El canceroso maldice a quien ha
carcomido su piel. El pintor escruta alguna luz que valdría la pena fijar en su tela.

- Cuando miramos nos vemos a nosotros mismos.

- Así es.

- ¿Qué es lo que diferencia al anestesiado del despierto?

- El despierto no lo puede evitar, pero al menos sabe.

Si fueras inmortal yo también lo sería. Al no serlo es como si me mataras.

Encima quieres que te perdone.

Un día acertó a pasar un jinete junto a una granja y pidió agua para su caballo. El granjero, cordial,
puso en marcha la bomba a motor, pero el caballo, que no estaba acostumbrado a semejante barullo, temía
acercarse.

-¿No podría usted hacer cesar ese estruendo para que mi caballo pueda beber?- preguntó el jinete.

-Me temo que no es posible, señor -respondió el granjero- Si su caballo quiere beber, tendrá que
hacerlo a pesar del ruido, porque el agua sólo llega aquí con ese ruido.

Las cosas son como son. Siempre imperfectas.

Lo que más nos molesta en el prójimo es lo que nos negamos a reconocer como propio:

“La mujer de Nasreddin deseaba tener un animal doméstico que le hiciera compañía, de modo que
compró un mono.

A Nasreddin no le gustó demasiado.

-¿Qué le vas a dar de comer? – preguntó.

-Exactamente lo mismo que comamos nosotros - respondió la mujer.

-¿Y dónde va a dormir?

-Con nosotros, en nuestra misma cama.

-¿Con nosotros? ¿Y qué pasa con el olor?

-Si yo puedo soportarlo, supongo que el mono también podrá” (Idries Shah).

San Martín juzga a Bolívar: “A mi regreso de Guayaquil le dije la opinión que me había formado
del general Bolívar, es decir, una ligereza extrema, inconsecuencia en sus principios y una vanidad pueril,
pero nunca me ha merecido la de impostor, defecto no propio de un hombre constituido en su rango y
elevación” (Carta a Tomás Guido).
A Belgrano: “Esté V.E. firmeme este persuadido que la buena opinión (sobre Belgrano) entre los
principales vecinos, emigrados del interior y habitantes del pueblo es grande; que a pesar de los contrastes que
han sufrido nuestras armas a sus órdenes lo consideran como hombre útil y necesario en el Ejército porque
saben de su contracción y empeño, y conocen sus talentos y su conducta irreprensible” (Comunicación al
Triunvirato en Buenos Aires).

A Alvear: “¿Con que la política de don Carlos no ha variado un ápice de la que desplegó en el
tiempo de su Directorio y que, además, se le ha confiado el mando de todas las fuerzas del Estado? ¡Gran
Dios! ¡Echa una mirada de misericordia sobre las desgraciadas Provincias Unidas! Sí, amigo mío, toda la
protección del Ser Supremo es necesaria para que no se arrepientan de tal elección” (Carta a Tomás Guido).

La realidad no es más que un baile de fantasmas. Una red de significaciones subjetivas que
sobreponemos y confundimos con lo objetivo.

La ideología mercadista es sabia en apropiarse de dichas significaciones que nos condicionan


como si fueran nuestras.

El sistema de valores del buen “cliente” es el de "Cambalache". No en vano Discepolín murió


devastado por la lucidez.

Cuando juzgamos ¿a quién juzgamos?.

Richard Wagner dirigía obras de Félix Mendelssohn con guantes porque, afirmaba, “le asqueaba
dirigir música compuesta por un judío”.

-Si alguna vez vuelves a casarte o te buscas una amante después de que yo haya muerto, volveré y
te amargaré la existencia- le dijo a Zoilo su esposa, agonizante.

Cuando unos meses después del fallecimiento el hombre se enamoró de otra, se horrorizó porque
el espíritu de la difunta entraba todas las noches en la casa y le reprochaba amargamente su infidelidad.

Aquello se repitió, hasta que, no pudiendo soportarlo más, fue a consultar con don Mateo, medio
curandero y gaucho sabio.

-Qué es lo que te hace pensar que se trata de un espíritu?

-El hecho de que lo sabe todo y es capaz de describirme la más mínima cosa que yo haya podido
decir, hacer, pensar o sentir.

Entonces don Mateo le entregó una bolsa llena de granos de maíz y le dijo:

-Asegurate de que nadie abre esta bolsa, ni vos mismo, y cuando ella se te aparezca esta noche
preguntale cuántos granos contiene la bolsa.

Sin comprender, pero obediente, esa noche Zoilo le hizo la pregunta al espíritu. Entonces este
salió huyendo y nunca más volvió.

-¿Por qué?- le preguntaría más tarde al gaucho sabio.

Este sólo respondió después de darle una chupada más al mate:

-¿No te llamó la atención que el espíritu solo supiera lo que vos sabías? (Versión libre del autor de
un relato del P. M. Menapace).

*
“Una vez un hombre tuvo un sueño donde sus manos, pies, bocas y cerebro se rebelaban contra el
estómago.

-¡Perezoso inservible –dijeron las manos- Nosotras trabajamos todo el día, aserrando, martillando,
alzando y acarreando. De noche estamos llenas de ampollas y rasguños, y nos duelen las articulaciones, y
estamos cubiertas de mugre. Y entretanto tú te sientas allí, acaparando toda la comida.

-¡Estamos de acuerdo! –dijeron los pies- Piensa en las magulladuras que nos salen, de tanto
caminar todo el día. Y tú sólo te llenas, cerdo tragaldabas, y así eres más pesado de llevar.

-En efecto- gimió la boca -¿De dónde crees que viene toda esa comida? Soy yo quien tiene que
masticarla toda, y en cuanto termino tú te la engulles. ¿Te parece justo?

-¿Y qué hay de mi? –dijo el cerebro- ¿Crees que es fácil estar aquí, pensando de dónde vendrá tu
próxima comida? Y lo único que recibo a cambio son jaquecas.

Y una por una las partes del cuerpo se sumaron a las quejas contra el estómago, que no decía
nada.

-Tengo una idea- anunció al fin el cerebro- Rebelémonos contra este vientre perezoso, y dejemos
de trabajar para él.

-¡Magnífica idea! –convinieron los demás órganos y miembros- Te enseñaremos cuán importantes
somos, marrano. Entonces tal vez te decidas a hacer algo.

Y todos dejaron de trabajar.

Las manos se negaban a alzar o a acarrear. Los pies se rehusaban a caminar. La boca prometió no
masticar ni tragar un solo bocado. Y el cerebro juró que no tendría más ideas.

Al principio el estómago gruñó un poco, como hacía siempre que tenía hambre. Pero al cabo de
un tiempo calló.

Entonces, el hombre que soñaba descubrió sorprendido que no podía caminar. No podía asir nada
con las manos. Ni siquiera podía abrir la boca. Y pronto empezó a sentirse enfermo.

El sueño pareció durar varios días. Con el transcurso del tiempo el hombre se sentía cada vez
peor.

“Será mejor que esta rebelión no dure demasiado –pensó- o me moriré de hambre.”

Entretanto, las manos, los pies, la boca y el cerebro estaban cada día más débiles. Al principio la
única actividad que realizaban era insultar al estómago de cuando en cuando, pero pronto ni siquiera tuvieron
energías para eso.

Al fin el hombre oyó una voz débil que llegaba desde los pies.

-Tal vez nos hayamos equivocado –dijeron- Tenemos la sospecha de que el estómago trabajaba a
su manera.

-Estaba pensando lo mismo –murmuró el cerebro- Es verdad que él recibe toda la comida. Pero
parece que nos devolvía la mayor parte.

-Será mejor que admitamos nuestro error –dijo la boca- El estómago tiene tanto
trabajo como las manos, los pies, el cerebro y los dientes.

-Entonces volvamos a trabajar- exclamaron todos. Y en eso el hombre despertó.

Para su alivio, descubrió que sus pies caminaban, sus manos asían, su boca masticaba y su cerebro
pensaba. Y su digestión, impecable” (Cuento tradicional eslavo).

Suele suceder que lo que no nos gusta en los demás son actitudes que nosotros mismo, sin darnos
cuenta, provocamos:

En un grupo terapéutico Gloria contó, muy alterada, que el día anterior había sido objeto de un
fastidioso acoso por parte de un hombre que la había seguido varias cuadras proponiéndole contacto sexual.

-Cada vez hay menos pudor... pronto no se va a poder caminar por la calle –remató al borde del
llanto.
-A mí me parece que la que no tiene pudor sos vos, y ese imbécil hizo lo que vos querías que
hiciese – comentó Raúl, otro integrante del grupo.

-¿Qué decís?- reaccionó Gloria, empezando a enojarse.

-Yo también tengo fantasías eróticas con vos – continuó su compañero de terapia - pero me
contengo porque sé que me vas a largar en banda... A vos lo que te divierte es calentar a los tipos.

-¿Por qué me agredís?.

-No te agredo. Andá, paseate frente al espejo y mirate.

En la habitación había un gran espejo que solía prestar excelentes servicios, como en esta ocasión.

El terapeuta, con un movimiento de la cabeza, alentó a Gloria a cumplir con la propuesta.

Frente al espejo había una mujer que vestía una provocativa minifalda, de senos abultados por
prótesis siliconadas y apenas contenidos por un escote pronunciado, que se paraba y se movía de acuerdo a las
convenciones de “lo sensual”.

El acosador había querido comprar lo que le ofrecían...

El 90% de las pibitas y los pibitos que protagonizan los anuncios publicitarios en un país
latinoamericano llamado Argentina tienen cabello rubio y ojos claros.

¿Será que nuestros publicitarios saben que nos gusta imaginarnos europeos y que aborrecemos
nuestro hispanoamericanismo? Como Alberdi, que proponía que en Argentina se hablase el francés o
Sarmiento, que lamentaba que nuestros colonizadores no hubiesen sido los ingleses.

El juicio al prójimo suele ser erróneo. Y conveniente:

Había una vez un cachorro de leopardo que se extravió y fue sorprendido por una gran manada de
elefantes. Sus padres le habían advertido que se mantuviera alejado de esas gigantescas bestias, pero él no les
hizo caso. De pronto los elefantes se asustaron y en la estampida arrollaron y pisotearon al cachorro sin
siquiera darse cuenta.

Una hiena encontró el cuerpo sin vida y avisó a los padres.

-Tengo pésimas noticias –dijo- He encontrado a vuestro hijo muerto.

El padre y la madre leopardo lanzaron gritos de pena y de rabia.

-¿Cómo sucedió? –preguntó el padre- ¡Dime quién le hizo esto a nuestro hijo! ¡No descansaré
hasta cobrar venganza!

-Fueron los elefantes –respondió la hiena.

-¿Los elefantes? –hizo eco, empalideciendo, el padre-

¿Dices que fueron los elefantes?

-Sí –confirmó la hiena- Vi sus huellas.

El leopardo caminó de un lado a otro varios minutos, gruñendo y sacudiendo la cabeza.

-No, te equivocas –dijo al fin- No fueron los elefantes, sino las cabras. Las cabras asesinaron a mi
muchacho.

Y dicho esto se abalanzó colina abajo y atacó a un rebaño de cabras que pacían en el valle, y en su
furor vengativo mató tantas como pudo.

*
Pensá en alguno de sus seres queridos y detectá qué es lo que menos aprecias en ella o en él. En
toda persona, por más amada que sea, siempre hay algo que nos fastidia o nos rechaza.

Enterate que ese atributo negativo es un espejo de algo que te desagrada de vos mismo.

De tu hija ¿te molesta que sea poco rigurosa en sus tareas escolares? ¿Y qué pasa con tu
rendimiento laboral?.

De tu esposo ¿te fastidia que sea poco cariñoso? ¿Vos lo sos?

Es éste un teorema infalible. Su demostración depende de la sinceridad con que te comprometas.

Mientras más defectos encuentres en los demás, más lúcido serás sobre tus propias deficiencias.

Los escribas y fariseos llevamos delante de Jesucristo a una mujer sorprendida en adulterio. Y
cuando la hubim-os puesto en el medio, dijimos:

-Maestro, esta mujer fue sorprendida en flagrante acto de adulterio. Ahora bien, la ley de Moisés nos
ordena que sea apedreada hasta morir. ¿Pero qué dices tú?.

Esto dijimos, tentándolo, de manera de poder acusarlo por violar la ley. Pero Jesús se agachó y
escribió con el dedo en el suelo, como si no nos oyera.

Y como nosotros insistiéramos en interrogarle, se levantó y dijo:

-Aquel de entre vosotros que esté libre de pecado, que arroje la primera piedra. Y de nuevo se agachó, y
escribió en el suelo.

Y quienes lo oímos, condenados por nuestra propia conciencia, nos fueron uno por uno,
comenzando por los mayores, hasta el último. Y Jesús se quedó a solas, con la mujer de pie en el medio.

Cuando Jesús se levantó y no vio a nadie salvo a la mujer, le dijo: “Mujer, ¿dónde están tus
acusadores? ¿Ningún hombre te ha condenado?”

Ella dijo: “Ningún hombre, Señor”.

Y Jesús le dijo: “Tampoco yo te condeno. Vete, y no peques más”.

Mejor que vacíes tus bolsillos de piedras porque pesan mucho.

"Yo te enseño el camino de la sabiduría,

te encamino por las sendas de la rectitud.

Si caminas, tus pasos no serán impedidos,

Si corrieres, no tropezarás,

Retén la disciplina, no la dejes,

Guárdala, porque ella es tu vida,

No sigas la senda de los impíos,

No vayas por el camino de los malos,

Porque ellos no duermen en paz,

Porque ellos comen el pan del crimen.

La senda de los justos es como la luz del alba"

(Proverbios 3.33).
*

"No confíes en un hombre que no cierra los ojos cuando le das un beso. Y el hombre que sí los cierra confiará
en ti, pues no sabrá que los tuyos permanecieron abiertos" (L.Masliah).

Según el Banco Mundial en 1960 el 20% más rico del mundo poseía 30 veces más que el 20%
más pobre.

En 1990 la diferencia era de 60 veces.

En el 2000 ha llegado a 90 veces.

¿No es ése un juicio colectivo sobre el prójimo y sus derechos? ¿No es ésto discriminación
planetaria?

“Cuando encuentres a alguien de valía, busca parecerte a él. Si encuentras a alguien mediocre
busca sus defectos en ti mismo” (Confucio).

Son los hijos y las hijas de la Vida, deseosa de perturbarse.

Vienen a través vuestro, pero no desde vosotros.

Y, aunque estén con vosotros, no os pertenecen.

Podéis acoger sus cuerpos, pero no sus almas.

Porque sus almas habitan en la casa del mañana, que vosotros no pedéis visitar, ni aun en sueños.

Podéis esforzaros en ser como ellos, pero no pretendáis hacerlos como vosotros.

Porque la vida no retrocede ni se distrae con el ayer.

Vosotros sois el arco desde el que vuestros hijos, como flechas vivientes, son lanzados hacia delante”. (K.
Gibrán).

“Usa a tu prójimo para amarte a ti mismo”. Ese no es uno de los mandamientos.

Un león y un tigre se encontraron en un oasis. La sequía era dura y minguno quiso dar el paso
atrás.

Lucharon con ferocidad hasta que el tigre reconoció la superioridad del rey de la selva y se alejó
derrotado.

Una pulga, en la oreja del león le dijo.

-¡Qué bien hemos peleado!

“Mi felicidad soy yo, no tú.

No sólo porque tú puedas ser temporario,


Sino también porque tú pretendes que sea lo que no soy.

Piensen esto en términos de un educador.

No puedo ser feliz cuando cambio

Meramente para satisfacer tu ogoísmo.

Tampoco puedo sentirme satisfecha cuando me criticas

Por no pensar o por no ver com lo haces tú.

Me llamas rebelde.

Y sin embargo cada vez que he rechazado tus creencias

Te has rebelado en contra de mí.

Yo no trato de moldear tu mente.

Se que estás tratando fervientemente de ser tú mismo.

No puedo permitirte que me indiques lo que debo ser

Porque estoy dedicada a ser yo misma.

Ahora escuchen esa línea:

Decías que yo era tan transparente y fácilmente olvidable.

Pero entonces, ¿por qué trataste de usar mi vida para demostrar quién eras tú?” (J. Rivers).

Capítulo XXIX

Un fusilamiento “merecido”.

La nueva constitución había privado del derecho a voto a los “criados a sueldo, peones jornaleros
y soldados de línea”, es decir a la gente humilde. El pretexto era que estaban “bajo la influencia del patrón”.
El dedo acusador no tardó en señalar: “He aquí la aristocracia, la más terrible, porque es la
aristocracia del dinero. Échese la vista sobre nuestro país pobre: véase qué proporción hay entre domésticos,
asalariados y jornaleros y las demás clases, y se advertirá quiénes van a tomar parte en las elecciones.
Excluyéndose las clases que se expresan en el artículo es una pequeñísima parte del país, que tal vez no
exceda de la vigésima parte . ¿Es posible esto en un país republicano?”.

Siguió en ese tono: “¿Es posible que los asalariados sean buenos para lo que es penoso y odioso en la
sociedad, pero que no puedan tomar parte en las elecciones? (...). Pero hay más, señor, la independencia... Yo
digo que el que es capitalista no tiene independencia, como tienen asuntos y negocios quedan más
dependientes del Gobierno que nadie. A ésos es a quienes debería ponerse trabas (...). Si se excluye a los
jornaleros, domésticos, asalariados y empleados, ¿entonces quienes quedarían?. Un corto número de
comerciantes y capitalistas.”.

Y señalando a la bancada adversaria: “He aquí la aristocracia del dinero y si esto es así podría ponerse
en giro la suerte del país y mercarse. Sería así fácil influir en las elecciones porque no es fácil influir en la
generalidad de la masa, pero sí en una corta porción de capitalistas... Y en ese caso, hablemos claro: ¡el que
formaría la elección sería el Banco!”.

¿Bakunin? ¿Martí? ¿Gramsci? No, Manuel Dorrego enfrentando a los doctores de Buenos Aires, en
setiembre de 1826.

Alguien sensato debería de haberle advertido que es muy distinta la solidaridad de una limosna, la que
practicaban muchos de la clase acomodada porteña , a la peligrosa solidaridad de quien desea cambiar la
sociedad para hacerla más justa.

Capítulo XXXI

La compasión ilimitada

“Por así decirlo, estamos en este planeta como si fuésemos turistas. Ninguno de nosotros puede
esperar vivir para siempre. Así que, deberíamos tratar de hacer algo positivo de nuestras vidas. Por ejemplo
ser buenos seres humanos. Sería muy triste si pasáramos el tiempo agravando los problemas que afligen a
otras personas, a otros animales o al medio ambiente. Una de las cuestiones más importantes es la compasión.
Algo que no podemos comprar en los grandes almacenes. Ni producir en serie con una máquina. La única
forma de lograrla es a través del desarrollo interior; crecer por dentro. Porque sin la propia paz interior es
imposible alcanzar la paz mundial.

Creo que el propósito de todas las grandes tradiciones religiosas no es construir inmensas
catedrales sino crear templos interiores de bondad y compasión, en lo más profundo de nuestro corazones. Lo
que realmente importa es el amor al prójimo, la preocupación por el sufrimiento de los demás, la disminución
del egoísmo, la compasión ilimitada.” (Dalai Lama, “El poder de la Compasión”.)

Capítulo XXXII

Juicio final.
"Al final de nuestras vidas no somos juzgados por los títulos conseguidos, el dinero ganado o los
cargos logrados. Somos juzgados por el amor que hayamos sido capaces de brindar a nuestros semejantes"
("Testamento", Teresa de Calcuta).

Capítulo XXXIII

Firmeza.

Algunas veces debiste demostrar firmeza y no te animaste. No pudiste o no supiste.

Significaba enfrentar el disgusto o el enojo de otro. Defraudar sus expectativas.

La nuestra es una sociedad predispuesta al “sí”, al sometimiento conciente e inconciente a las


normas que favorecen la compulsión al consumo y la resignación ante la arbitrariedad de los poderosos.

“Veré su caída, si tiene lugar, con placer- escribía el embajador inglés Lord
Ponsomby a su Corona el 1º de enero de 1828- “mi propósito es conseguir medios para impugnar (es decir
derribar) al coronel Dorrego si llega a la temeridad de insistir con la continuidad de la guerra”.

Justificados motivos tenía la principal potencia imperial de aquellos tiempos para estar disgustada
con el insolente gobernador. No solo porque su vocación nacional y popular lo hacía firmar decretos
contrarios a la libertad de comercio, que significaba abrir el puerto a las mercaderías de la revolución
industrial británica que arruinaban las tejedurías, bodegas y alfarerías provinciales y cuyos precios, además,
eran inaccesibles para los pobres.

También porque, interpretando al pueblo, se negaba a aceptar el vergonzoso acuerdo firmado por
Manuel García, por instrucción de Rivadavia, que había entregado la Banda Oriental a Brasil a pesar del
triunfo definitivo de las armas argentinas en Ituzaingó.

Lord Ponsomby intenta aleccionar al díscolo Dorrego: “Su Excelencia no debería hacer caso a las
doctrinas de algunos crudos teóricos que creen que América (Argentina) debe tener una existencia separada
de Europa (Gran Bretaña). El comercio y los intereses de los individuos han formado lazos de unión que
ningún hombre podría (debería animarse a) quebrar. Mientras ellos existan Europa (Gran Bretaña) tendrá el
derecho, y con certeza no le faltarán medios (esto es una clara amenaza), para intervenir en la política de
América (Argentina) cuando fuese necesario para la seguridad de los intereses europeos (ingleses)”

Había sido justamente Lord Ponsomby quien tuviese éxito en concretar la estrategia británica de
impedir que la Argentina, entonces las Provincias Unidas del Río de la Plata, controlara ambas márgenes del
ancho e importante río. Por otra parte así también se internacionalizaba la navegación del Paraná y del
Uruguay, que muy pronto podrían ser surcados por los barcos a vapor ingleses q uienes así podrían
comerciar sin dificultades con Paraguay, Bolivia y el sur del Brasil.

Pero Dorrego no se avenía a los principios de la “civilización” y se mantenía leal a sus “bárbaros”.
Lo que ahora proponía era que los uruguayos decidieran su propia suerte por votación popular, seguro de que
elegirían reincorporarse a nuestro territorio. O que se independizarían también de Brasil.

Eso superaba lo admisible. El embajador, furioso, lo increpa por escrito el 18 de enero: “¿Usted
habla de una paz bajo la base de que los beligerantes desocupen la Banda Oriental y la dejen libre para elegir
su destino, sea independencia o unión con alguno de los beligerantes?”.
La respuesta del firme gobernador de Buenos Aires es reproducida por el aristocrático Lord en su
informe a Londres del 23 de enero de 1828: “Sí”.

“Había una vez un rey violento, ignorante e idólatra. Un día juró que si su ídolo personal le
concedía cierto beneficio él apresaría a las primeras tres personas que pasaran por su castillo y las obligaría a
consagrarse al culto del ídolo.

El deseo del rey se cumplió y entonces envió a unos soldados a la carretera para que le llevaran a
las tres primeras personas que encontraran.

Las tres personas fueron un erudito, un “sayed” (descendiente de Mahoma, el Profeta) y una
prostituta.

Cuando los arrojaron a los pies del ídolo, el rey trastornado les contó su voto y les ordenó que se
doblegaran ante la imagen.

El erudito razonó:

“Esta situación cae, sin duda, dentro de la doctrina de “fuerza mayor”. Hay numerosos
precedentes que permiten que uno parezca estar de acuerdo con una costumbre si se le obliga, sin que exista
en modo alguno culpabilidad de tipo legal o moral.”

Así que hizo una profunda reverencia al ídolo.

El “sayed”, cuando llegó su turno, pensó:

“Como persona especialmente protegida, por cuyas venas corre la sangre del Santo Profeta, mis
propias acciones purifican todo lo que haga y por tanto nada impide que actúe como me pide este hombre”.

Y se inclinó ante el ídolo.

La prostituta, a su turno, dijo:

“¡Ay de mí!, yo no tengo ni formación intelectual ni prerrogativas especiales y por eso temo
que, me hagas lo que me hagas, no puedo adorar a este ídolo, ni siquiera de forma fingida.”

Ante tan firme respuesta la enfermedad del rey loco desapareció súbitamente. Como por arte
de magia se dio cuenta del engaño de los dos adoradores de la imagen.

Mandó decapitar al erudito y al “sayed” y liberó a la prostituta”. (Idries Shah).

“El coraje, como el amor, es hermano de la esperanza” (Proverbio chino).

Hay pasajes de la Biblia que son, lisa y llanamente, silenciados. Censurados. Como el
estremecedor episodio en que Jesús se niega a recibir a María, su madre, y sus hermanos.

“La gente estaba sentada alrededor de él; y le dicen: “Mira, tu madre y tus hermanos te buscan
afuera.”

Y les responde así: “¿Quién es mi madre y mis hermanos?”

Y dirigiendo en torno su mirada a los que estaban sentados en corro alrededor de él, dice: “Ahí
tenéis a mi madre y a mis hermanos. Pues el que haga la voluntad de Dios, ése es mi hermano y hermana, y
madre” (Marcos 3, 31-35).

¿Qué me quiso decir?: Pacho, cuando estés firmemente decidido a algo no hagas concesiones. Por
más doloroso que te resulte.
*

El viento y el sol, en su eterna competencia, se desafiaron a cual era el más fuerte.

Llegaron a un acuerdo: ganaría el que fuese capaz de arrancarle el poncho a un gaucho que andaba
por la pampa arreando sus vacas.

Primero le tocó el turno al viento. Sopló cada vez con más fuerza haciendo que el paisano tuviera
que aferrar el poncho con las dos manos para que no le saliera volando por la cabeza. El viento no cejó en sus
esfuerzos y se transformó en algo muy parecido a un huracán, tanto que el hombre tuvo que desmontar y
refugiarse bajo un ombú, apretándose contra el tronco para que el viento no lo llevase.

Por fin, después de una larga batalla fue claro que el viento había fracasado.

Ahora le tocaba al sol.

Era el mediodía y sus rayos caían a plomo sobre la tierra haciendo reverberar las siluetas y
arrancándole espejismos a la distancia. El paisano comenzó a transpirar, también su pingo, que resoplaba de
calor con su cabeza gacha.

El día se fue poniendo cada vez más tórrido y hasta los pájaros se refugiaron en la sombra de los
talas y se callaron, sus sentidos puestos en sobrevivir.

El gaucho dejó caer las riendas sobre el cogote de su caballo y se quitó el poncho que dobló
cuidadosamente sobre su recado.

El sol había vencido.

La sagacidad se había impuesto a la violencia.

Una máxima de la Compañía de Jesús: “Obrad con firmeza de una manera suave”.

Un amigo le pidió a Nasreddin que le prestara una suma de dinero. Nasreddin estaba convencido
de que el otro no se lo devolvería, pero, como no quería ofender a su amigo y además se trataba de una
pequeña suma, accedió a hacerle un préstamo. Para su sorpresa, justamente una semana después de
prestárselo el amigo le devolvió el dinero.

Un mes más tarde volvió a pedirle prestado, aunque esta vez se trataba de una suma algo mayor.
Esta vez Nasreddin se negó y cuando el otro le preguntó el porqué, dijo:

-La otra vez no esperaba que me devolvieras el dinero y me lo devolviste; esta vez espero que me lo
devuelvas y no voy a permitir que me engañes de nuevo (Versión libre del autor de una tradición sufi).

Dédalo fabricó un par de alas de cera para su hijo Icaro. Así pudieron escapar del laberinto de
Creta, donde ambos permanecían encerrados.

Al volar, entusiasmado y curioso, Icaro se elevó demasiado, acercándose al sol. El calor, entonces,
ante la desesperación de Dédalo, derritió la cera de sus alas haciendo que se precipitara al mar.

¿Imprudencia? Pero ¡qué cerca llegó!

¿Habrá visto algo que ninguno de nosotros vió ni verá?

“Lo que sofoca a un buen grano no son las malezas, es la pereza del agricultor” (Confucio).
*

La asombrosa convicción de Hernán Cortés, su firmeza, le dictó la solución para el estado de


rebelión que agitaba a sus hombres, temerosos de la hostilidad indígena en las ignotas tierras americanas.
Amenazaban con regresar a España y matarlo si se oponía. Quemó las naves.

Fue así que sesenta europeos conquistaron un imperio habitado por millones de americanos.

No les quedó otra alternativa.

Un “cliente” jamás las quemaría. Salvo que esté de moda.

“Jamás será feliz un amante tímido, porque la felicidad no es sino el premio de la audacia”. (Lope
de Vega).

Usted y todos nosotros vivimos en una sociedad que desalienta la audacia, que nos pretende
encolumnados detrás de las mismas expectativas hedonistas y consumistas.

Hedonistas, porque parecería que el máximo objetivo a lograr es el placer. Un placer que al buscar
su satisfacción donde no debe, ensancha la frustración. No es en un desodorante donde hallaremos la
posibilidad de hacer amistades, ni en un automóvil la solución a nuestras inhibiciones ante el otro sexo.

Consumistas, porque se pretende equiparar la potencia del ser humano con su capacidad de
compra. El éxito estaría en relación directa con el inventario de objetos suntuarios o tarjetas de crédito que se
poseen. O por los minutos de aparición televisiva, sin importar decisivamente si es por estar sospechado de
actos de corrupción o por ser protagonista de un alentador avance en el campo de los trasplantes de órganos.

Me acabo de acordar que debo dos cuotas del equipo de sonido. Dicen que se escucha bárbaro. Un
día de éstos voy a poner un disco. Cuando tenga tiempo.

Las audacias deportivas que nos muestra la televisión suelen estar al servicio de la publicidad de
cigarrillos, cuya adicción impide o degrada la práctica de cualquier deporte.

“Pedro es el cuando y el como,

Clara es tal vez el sin duda,

Roberto, el sin embargo:

todos caminan con preposiciones,

adverbios, sustantivos,

que se anticipan en los almacenes,

en las corporaciones, en la calle,

y me pesa cada hombre con su peso,

con su palabra relacionadora

como un sombrero viejo:

¿a dónde van?, me pregunto.

¿A dónde vamos
con la mercadería precautoria,

envolviéndonos con palabritas,

vistiéndonos con redes” (Pablo Neruda)

Se pretende, exitosamente, reemplazar valores por conveniencias.

El valor de ser una buena madre se transforma en la elección de un cierto detergente. El valor de
envejecer con dignidad degenera en un anciano hiperquinético que baila y salta, como un “joven”, porque se
ha afiliado a la jubilación privada. El valor del sacrificio impuesto por la pobreza digna se pudre en las
promesas demagógicas de algún político en campaña.

Se nos desea individualistas, porque la solidaridad no tiene valor de cambio. Se es “rico y


famoso” contra o sobre los demás.

El éxito de un “cliente” nunca es con los demás.

En una sociedad mediática como la que vivimos, en la que, según Giovanni Sartori, el “homo
videns” ha sustituído al “homo sapiens”, es decir la imagen por encima del pensamiento, se privilegia lo que
se “ve”.

Y un auto o una mansión son mucho más visibles que la ternura o la solidaridad.

La más dura prueba para nuestra firmeza es diferenciar el deseo propio del ajeno.

Ser sano psíquicamente es estar en contacto con uno mismo.

Saber lo que se quiere.

Saber a quién se quiere.

La capacidad de ser solidario es un elemento esencial de la salud mental.

“El éxito fue siempre un hijo de la audacia” (Voltaire). Es imposible construirse a uno mismo si
no es con raptos audaces.

En mi programa de entrevistas televisivas he indagado en la vida íntima de personalidades


exitosas. En todas ellas hay algunos momentos fundamentales en que un acto de firmeza fue decisivo. Sin él
no hubieran sido lo que fueron.

Ese instante en que muchos otros que podrían haber alcanzado el mismo éxito, que quizás estaban
dotados del mismo o mayor talento, al ser incapaces de producirlo se vieron frustrados en lo que la vida les
guardaba de regalo.

Por ejemplo, un gran bailarín argentino, Julio Bocca, desde muy niño concurría a clases de danza
en el Teatro Colón, que queda en el centro de la ciudad de Buenos Aires. Su familia vivía en una ciudad de
los alrededores, Morón, lo que hacía que Julio tuviera que viajar todos los días a la edad muy temprana de 10
años en trenes repletos, haciéndolo a veces colgado de la máquina y no pocas subido al techo del tren.

Se imponía el consejo materno de prudencia: una profesora de danzas, de la que había buenas
referencias, enseñaba en el mismo Morón y de concurrir Julio a sus clases se evitaría el desgaste, el riesgo y la
dificultad de aplicarse a las tareas escolares que significaban esos azarosos peregrinajes diarios hasta el Teatro
Colón.
Sin embargo, el futuro gran bailarín impuso su audaz convicción, a pesar de ser un niño, de que su
vocación lo obligaba a ese sacrificio diario. Es justo reconocer que contó con la comprensión familiar. De no
haber sido capaz de tal firmeza Julio Bocca no hubiera llegado a ser Julio Bocca, nuestro gran bailarín
reconocido internacionalmente.

Otra vez la pregunta: ¿Cuántos Julio Bocca se convencieron o fueron convencidos de tomar
clases con la profesora a la vuelta de su casa, decisión de una indudable racionalidad?. Serán hoy destacados
profesionales u oscuros empleados, pero lo cierto es que no pudieron evitar ser desleales con lo que Dios o la
suerte les tenía reservados.

Una mujer soñó que entraba en una tienda recién inaugurada en la plaza del mercado y, para su
sorpresa, descubrió que Dios se encontraba tras el mostrador.

-¿Qué vendes aquí?- preguntó.

- Lo que tú desees - respondió Dios.

Sin salir de su azoro, la mujer se decidió a pedir lo mejor que un ser humano podría desear:

-Deseo paz de espíritu, amor, felicidad, sabiduría y ausencia de todo temor- Y luego, tras un
instante de vacilación, añadió:

-No sólo para mí, sino para todo el mundo.

Entonces El Supremo, sonriendo, dijo:

-Creo que no me has comprendido. Aquí no vendemos frutos. Unicamente semillas (Tradición
islámica).

Hasta a los representantes de Dios en la tierra les puede faltar la firmeza, según una viñeta del
sacerdote jesuita A. de Mello:

-Padre, quiero que diga una misa por mi perro.

El sacerdote se indignó:

-¿Qué es lo que dice? ¿Decir una misa por su perro?

-Era mi perro consentido –le contestó el hombre- Yo

amaba a ese perro, y me gustaría que usted dijera una misa por él.

-Aquí no decimos misas por perros –replicó el sacerdote

amoscado- Pruebe en la iglesia vecina.

Cuando el hombre estaba por irse, comentó:

-Es una lástima. Realmente yo amaba a ese perro. Iba a

pagarle un millón de dólares por la misa.

El sacerdote, veloz, reaccionó:

-Espere un momento, usted no me había dicho que su

perro fuera católico .

Quienes hayan visitado la maravillosa “Capilla Sixtina” en el Vaticano, o se hayan solazado con
sus reproducciones en libros o revistas, no podrán evitar la admiración por la audacia de un genio que a
principios de siglo XVI y por encargo de un Papa, Julio II, pintó los personajes del “Juicio Final” y otras
escenas bíblicas, completamente desnudos.
Hombres y mujeres que emanaban sensualidad, con sus órganos genitales a la vista, sin tapujos.

No solo eso: en la primera parte de su trabajo, la que fue de 1508 a 1512, el inmenso Miguel
Angel no obedeció la indicación papal de pintar escenas de los apóstoles y centró su decoración en el origen
del mundo, el pecado original y algo subversivo en la capilla privada de los Papas, la idea neoplatónica de la
complementación entre paganismo y cristianismo.

A pesar del escándalo suscitado, o quizás gracias a él, Clemente VII le encargó más tarde la
gigantesca representación en la pared sobre el altar del “Ascenso de los bienaventurados y la caída de los
pecadores” . Aquí nuevamente el genial escultor y pintor insiste en las desnudeces, que luego de su muerte
serán irrespetuosamente cubiertas por algunos de sus discípulos. Y, siguiendo los avatares de los tiempos,
nuevamente descubiertas en reciente restauración de la “Capilla Sixtina”.

¿Es posible ser un Miguel Angel sin tal audacia? Seguramente, no. Porque el talento, para
expresarse en toda su potencia debe ser temerario.

Recordemos sino a Van Gogh, quien vendió un solo cuadro en toda su vida, “La viña roja”, por
negarse a pintar lo que en aquellos días tenía éxito en el mercado del arte, oponiéndose a los consejos de su
hermano Théo, marchand. Después de su muerte “El retrato del doctor Gachet” se vendió en 1989 en el precio
record jamás alcanzado por una obra de arte: U$ 82.500.000.

Vos no sos tus zapatillas a la moda.

¿Sabes cuántas editoriales rechazaron el manuscrito de “Juan Salvador Gaviota”, un formidable


“best-seller” internacional? ¡Dieciocho!.

¿Hubieras sido capaz de emular la firme insistencia de Richard Bach?.

"A diferencia de lo que ocurría en siglos anteriores, en nuestro tiempo el mal se ha convertido en
una actividad disciplinada, técnica, racional. El caso más claro es el asesinato masivo de judíos concebido
como un proyecto racional, con todas las características de una producción industrial: división del trabajo,
utilización económica, efectividad, eficiencia. Hay en el pensamiento técnico, en la manera como se organiza
desde un punto de vista económico, en la búsqueda del máximo rendimiento, una raíz maligna.

Voy a dar un ejemplo extremo : Eichmann, responsable de organizar la matanza de los judíos en
el Tercer Reich, se indignó porque hubo en Hungría, en determinado momento, una matanza de judíos bajo la
forma de un salvaje pogrom. Su protesta no estaba guiada por razones humanitarias, sino industriales. Ese
asesinato bárbaro, de un enorme sadismo, era artesanal, interfería con las cifras de producción letal que él
había estipulado para cumplir con su plan de exterminio de la raza judía. Se había perdido tiempo en
desbordes innecesarios" (R. Safranski).

Los barriletes no se elevan a favor del viento sino en su contra.

-¿Por qué mi estancia aquí no ha producido fruto?- interrogó decepcionado un visitante del
monasterio.

-¿No será porque te ha faltado valor para sacudir el árbol?- respondió apaciblemente el Maestro.

Las veces en que, como funcionario, logré sacudir el árbol, obtuve resultados que me
satisfacieron.

Que compensaron en parte los displaceres de la política.


Capítulo XXXIV

"...serás un hombre, hijo."

En su escritorio mi padre había colgado en lugar preponderante, detrás de su mesa de trabajo, un


cuadro que llamaba mi atención infantil por el barroquismo, decididamente cursi, de su caligrafía.

Hasta que años después, adolescente, lo leí.

“Si conservas la cordura cuando en torno

todos pierden la cabeza y te inculpan,

si en ti confías cuando todos dudan

mas también tienes en cuenta esas dudas,

si sabes esperar sin fatigarte,

si, aunque te mientan, rechazas la mentira,

si siendo odiado, al odio no sucumbes

mas no por ello presumes vanidoso;

si sueñas sin que el sueño sea tu amo,

y piensas sin que el pensar sea tu meta,

si puedes enfrentar triunfo y derrota

sabiendo que uno y otra son farsantes;

si soportas que esa verdad que has dicho

se distorsione para engañar al necio,

y al ver destruido lo que amas

te dispones a rehacerlo con esfuerzo;

si puedes apilar lo que has ganado

y arriesgarlo en una sola apuesta,

y perder, y empezar desde el principio,

sin expresar tu pena con palabras;

si tu corazón, tus nervios y tendones


siguen resistiendo aun si se han ido

y así aguantan cuando en ti no haya nada

salvo la voluntad que les ordena ¡Aguanta!;

si al hablar con multitudes no te quiebras,

ni te doblegas al tratar con reyes,

si ni amigos ni enemigos lastimarte,

si eres de fiar sin ser servil,

si puedes llenar el minuto impiadoso

con sesenta segundos de carrera,

tuyo será el mundo y aquello que contiene

y, mejor aún, serás un hombre, hijo” (Rudyard Kipling).

Entendí entonces que eso era lo que mi padre, tan silencioso, quería decirle al mundo.

¿Decirme?

Capítulo XXXV

La militancia riesgosa.

No está lejano el día en que la acción solidaria, el más vigoroso instrumento contra el mercado
indiferente y su estrategia imbecilizante, contra sus peores manifestaciones (la droga, la violencia y la
corrupción), significará una toma de partido que no excluirá mártires y héroes.

Participar voluntariamente de una guerra.

“Si el mundo os aborrece, sabed que a mi me ha aborrecido antes que a vosotros (...) Si a mí me
han perseguido, también a vosotros os perseguirán (Juan 15, 18-20).
Capítulo XXXVI - bis

El renovado pecado capital.

Mi avaricia no se mide por lo que me sobra sino por lo que les falta.

Capítulo XXXVII

Sentimientos negativos.

Proverbio árabe: "La lluvia es la misma, pero hace que crezcan espinos en los pantanos y flores en
los jardines".

Sería bueno no volver a tomar decisiones guiado por sentimientos negativos. Seguramente lo has
hecho. Todos lo hemos hecho.

Tales determinaciones son siempre equivocadas.

A Lavalle no le alcanzó su vida para arrepentirse de haber fusilado a Dorrego. En la comunicación


al gobierno de Buenos Aires expresaba, sin ocultar su turbación, su esperanza en que “la historia juzgará
imparcialmente si el coronel Dorrego ha debido o no morir; y si al sacrificarlo a la tranquilidad de un Pueblo
enlutado por él, puedo haber estado poseído de otro sentimiento que el del bien público”. Remataba con un:
“la muerte del coronel Dorrego es el sacrificio mayor que puedo hacer en su obsequio”.

El general Tomás Iriarte, testigo presencial, cuenta en sus “Memorias” que doce años después del
fusilamiento, Lavalle, durante su fracasada campaña para derrocar a Rosas, vuelve a pasar por Navarro, el
lugar de la tragedia.

El avance de sus tropas se demora cinco preciosos días, durante los que el jefe pasa la mayor parte
de las horas sentado en el escritorio de “La Almeira”, en un estado de profundo abatimiento.

El mayordomo de la estancia, en un acto que supone cordial, le trae el tintero en el que ha mojado
la pluma para firmar la fatídica sentencia. Al reconocerlo, como si le quemara, lo arrojó lejos haciéndolo
trizas contra el suelo.

La historia oficial siempre sostuvo la versión de que Lavalle fue muerto en Jujuy por un trabucazo
a través del ojo de una cerradura. Cualquiera que ve esa puerta se percata de que eso fue imposible y de que
esa versión la lanzaron sus partidarios para no manchar su memoria.

Don Juan Galo Lavalle, el brillante oficial de tantas batallas de nuestra independencia, murió
suicidado como Judas.

Es imposible la solidaridad cuando predominan lo que la Biblia llama “abominaciones”:

“Hay seis cosas que detesta Dios


Y siete que su alma abomina:

Los ojos altaneros,


La lengua mentirosa,

Las manos que derraman sangre inocente,

El corazón que trama designios perversos,

Los pies que corren presurosos al mal,

El falso testigo que profiere calumnias,

Y el que siembra discordias entre hermanos”

(Proverbios 6.15).

“La envidia es con frecuencia una admiración que se disimula” (Kierkeegard).

¿Acaso en Argentina no homenajeamos a los mejores cuando han muerto? ¿O cuando están a
punto de morir?

¿Cuando ya no pueden seguir “sacándonos” lo que nos gustaría tener?.

La envidia hace sufrir porque se basa en un sentimiento de inferioridad que hace idealizar lo que
el otro es o posee.

Un “mejorómetro”: envidiar más a quien es capaz de un compromiso solidario que a quien es


dueño de un auto.

“A nadie tengás envidia,

es muy triste el envidiar

cuando veas a otro ganar

a estorbarlo no te metas

cada lechón en su teta

es el modo de mamar” (Martín Fierro).

“Ningún tirano de Sicilia inventó un suplicio peor que la envidia”(Horacio).

El inolvidable "Chacho" Dragún me llamó una tarde de 1981 para invitarme a participar en el
primer "Teatro Abierto". Yo había regresado hacía pocos meses de mi doloroso exilio pero no dudé en
participar de esa epopeya de resistencia contra la feroz dictadura que nos sojuzgaba.

Conocida es la gran repercusión del ciclo que representó la evidencia del anhelo de democracia y
libertad de todas las argentinas y todos los argentinos. Nunca se borrará de mi memoria las llamas elevándose
rabiosamente hacia la noche mientras se incendiaba el Teatro del Picadero, una reacción de la intolerancia que
sólo sirvió para darnos más fuerza.

En la segunda versión, al año siguiente, se presentaron algunos problemas que hoy considero
inevitables: una cierta burocratización de lo que había sido maravillosamente anárquico y un evidente intento
de captación por parte de algunos sectores políticos.
Pero lo que provocó mi enojo y mi decisión de polemizar públicamente con mis colegas fue, lo
acepto, el sentirme excluido. Llaga especialmente sensible para un último hijo de padre absorbido en tiempo y
energía por su vocación de médico pediatra.

La ira provocada por el despecho me hizo equivocar. Mis argumentos eran válidos pero la
significación de "Teatro Abierto" era superior a sus errores.

Nunca es tarde para pedir disculpas.

“La codicia desea más y pierde todo”, concluye Esopo la fábula sobre la gallina de los huevos de
oro.

Las cosas dejan de servir a las personas, pasando las personas a ser siervos de las cosas.

¿Alguna vez hiciste el cálculo de cuánto tiempo le dedicás a las cosas? Arreglarlas, pagarlas,
usarlas, renovarlas...

Más que a las personas. Y mucho más que a vos mismo.

"¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia?" (Isaías
55:2).

Eugene Ionesco escribió una pieza teatral en la que el escenario va llenándose de sillas hasta que
éstas tapan a los actores. Una lúcida metáfora de la vida moderna.

Además contratamos seguros para nuestras “sillas” y las protegemos detrás de llaves y rejas.

La bíblica historia de David y Betsabé es una historia de celos, contada en el segundo libro de
Samuel:

Un anochecer el rey David caminaba por la azotea de su palacio. Miró hacia el jardín y vio a una
mujer bellísima. Preguntó a su criado quién era:

-Se llama Betsabé, y es la esposa de Uriah.

Uriah era un oficial del ejército de David, al mando de Joab, entonces en guerra contra los
amonitas, en Rabbah, cerca del desierto al este del Jordán.

Betsabé era fiel a su esposo. Pero David la deseaba y ansiaba tomarla como una de sus esposas.
Pero no podía casarse con ella mientras su esposo Uriah estuviera con vida.

Entonces escribió a Joab, ordenándole: “Cuando haya una batalla con los amonitas envía a Uriah
al punto donde más arrecie el combate para que encuentre la muerte”.

Joab, obediente, hizo lo que David le había mandado. Envió a Uriah y un puñado de valientes al
pie de la muralla de la ciudad, sabiendo que allí se toparían con feroz resistencia. Se libró un desparejo
combate y Uriah pereció heroicamente.

Cuando el rey David se enteró le dijo al mensajero:

-Dile a Joab que no se inquiete por la pérdida de los hombres caídos en batalla. La espada debe
abatir a algunos. Que mantenga el sitio, continúe el asedio y ganará la ciudad.

Una vez que Betsabé hubo guardado el luto correspondiente por la muerte de Uriah, David la
llevó a su palacio y la desposó.
El Señor envió entonces al profeta Natán para advertirle que, aunque los hombres ignoraran su
acto malvado, Dios lo había visto y lo castigaría.

Natán visitó a David y le habló:

-Había dos hombres en una ciudad. Uno era rico, el otro pobre. El rico tenía grandes rebaños de
ovejas y muchas reses, y el pobre sólo tenía una oveja que había comprado. Esa oveja se crió en su hogar con
sus hijos, y bebía de su taza y se acostaba en su regazo y era como una hija para él. Un día un visitante fue a
cenar a casa del rico. El rico no sacrificó una de sus propias ovejas para el huésped sino que robó la oveja del
pobre, la sacrificó y la cocinó para comer con su amigo.

David se enfureció al oír estas palabras:

-¡El hombre que hizo eso merece morir! Le devolverá a su vecino pobre cuatro veces lo que le
quitó. ¡Cuánta crueldad, tratar así a un hombre pobre, sin ninguna piedad!

Entonces Natán le dijo al rey:

-Tú eres el hombre que cometió esa iniquidad. El Señor te hizo rey en lugar de Saúl y te dio un
reino. Tienes una gran casa, y muchas esposas. ¿Por qué, entonces, has cometido esta maldad a ojos del
Señor? Has matado a Uriah con la espada de los hombres de Amón, y has tomado a su esposa como tuya. Una
espada se alzará contra tu casa, y tú sufrirás, y tus esposas sufrirán, y tus hijos sufrirán, todo por lo que has
hecho.

Cuando David oyó estas palabras, comprendió su maldad en toda su plenitud. Sintió gran
congoja, y le dijo a Natán:

-He pecado contra el Señor.

Fue tanta su pena que Natán se conmovió:

-El Señor ha perdonado tu pecado, y no morirás por él. Pero el hijo que te ha dado la esposa de
Uriah sin duda morirá.

Así se hizo.

Y después de esto Dios dio a David y Betsabé, su esposa, otro hijo varón, a quien llamaron
Salomón. El Señor amó a Salomón, que con el tiempo se convirtió en un hombre sabio.

Las facturas que llamamos “media luna” o "croissant" fueron creados en 1683 por los pasteleros
vieneses, tras caer el asedio turco al que había estado sometida la ciudad. Su forma reproduce el emblema de
la bandera turca. Así, cuando los vieneses comían una “media luna” era como si se estuviesen comiendo,
simbólicamente, a los turcos y, por tanto, vengándose de ellos.

En la vista del juicio en que fue condenado Lavoisier se alegó que un sabio tan distinguido no
podía ser guillotinado, a lo que el juez contestó taxativamente: “La República no necesita hombres de
ciencia”.

¿Francia siglo XVIII o Argentina siglo XXI?

Lo que poseemos es también de los pobres. No por altruismo sino por derecho.

Solo cuando lo compartimos con ellos podemos decir que es nuestro.

La gula como pecado tuvo en su origen un hondo contenido social. Antaño el que comía en
exceso, en economías limitadas como aquellas, restaba alimento al prójimo.

Hoy hay formas más crueles y sofisticadas para negar, en provecho propio, el sustento del
prójimo.
*

Un cuento de León Tolstoi presenta una metáfora sobre la necesidad de fijar límites a nuestros
apetitos.

Erase una vez un campesino llamado Pahom. Un peregrino hizo escala en su casa y le contó que
allende el Volga había tierras tan fértiles que el centeno era alto como un caballo, y tan tupido que cinco
cortes de guadaña formaban una gavilla.

El "bashkir" que tenía a su cargo la venta de tierras escuchó la solicitud de Pahom, que hasta allí
había viajado:

-De acuerdo. Escoge la tierra que te plazca. Tenemos tierras en abundancia.

-¿Y cuál será el precio? – preguntó Pahom.

-Nuestro precio es siempre el mismo: todo lo que puedas recorrer a pie en un día es tuyo, a cambio
de mil rublos -Luego se quitó el gorro de piel y lo depositó sobre la tierra, a sus pies -Esta es la marca. Antes
de que se ponga el sol deberás regresar aquí –dijo.

"¡Qué gran extensión marcaré!" pensó Pahom, eufórico. "Soy joven y fuerte y puedo andar
fácilmente cincuenta kilómetros por día. Los días ahora son largos y un recorrido de cincuenta kilómetros
representará gran cantidad de tierra”.

Empujado por la codicia se lanzó a caminar a paso vivo. “Compraré dos yuntas de bueyes”, iba
pensando, “y contrataré dos peones más. Unas noventa hectáreas destinaré a la siembra, y en el resto criaré
ganado”. ¿Por qué noventa y no cien? Entonces extendió su esfuerzo más allá de lo prudente.

-¡Vaya, qué sujeto tan admirable! –exclamó el “bashkir” cuando el forastero con su último aliento
cayó a sus pies mientras el sol desaparecía bajo el horizonte -¡Ha ganado muchas tierras!.

El criado de Pahom, afligido, se acercó corriendo y trató de levantarlo, pero entonces vio que le
manaba sangre de la boca. Estaba muerto.

Luego empuñó la azada, cavó una tumba y allí sepultó a Pahom. Dos metros de la cabeza a los
pies era lo que la ambición de su amo había ganado(Versión libre del autor)

“Frívolo” proviene del latín “frivolus”, que quiere decir “desmenuzar”. Efectivamente, la
frivolidad desmigaja y destroza ideas y acciones valiosas.

Pocas veces una fotografía me ha producido tanto desagrado como la de uno de nuestros ministros
de economía, que esa misma tarde, en un mensaje televisivo, nos había pedido sacrificios a ciudadanas y
ciudadanos para superar una situación crítica en la evolución socio-económica de nuestro país, disfrazado con
un absurdo y floreado delantal, sonriente y rodeado de “ricos y famosos”, feliz participante de una de esas
frívolas “noches solidarias”.

No es de extrañar que un ministro de economía argentino padezca de insensibilidad social, pero lo


que más me golpeó es que fuera tan estúpido en no darse cuenta de la impresión que esa fotografía podía
causar en tantos compatriotas que pasan por estrecheces económicas.

“Fue para cocinar pilav que cierta vez Nasreddín pidió a su vecina que le prestara una olla grande,
a lo que ésta accedió, entregándosela prestamente.

Transcurrido un breve tiempo, Nasreddín le devolvió la olla a la mujer, quien al destaparla


comprobó que dentro tenía otra , pero más pequeña. Sorprendida inquirió al Maestro por ello, a lo que éste
contestó:

-Es que ... tuvo cría.

Complacida, la mujer guardó para sí ambas ollas.

Transcurrido un mes, Nasreddín volvió a pedir a su vecina la misma olla en préstamo, accediendo
feliz la señora quizás con la secreta esperanza de una nueva parición. Pero corrieron las semanas y la olla no
era devuelta.
Ya ansiosa por la tardanza, la mujer se apersonó en la casa del vecino y le
recordó que aún no le había devuelto lo prestado.

-La olla ..., ah sí –recordó Nasreddín- pues, murió.

Indignadísima, la mujer le reprochó advirtiéndole que no la tomara por tonta.

-¿Cómo puede morir una olla? -preguntó con indisimulado fastidio.

Con serenidad Nasreddín contestó:

-Si pudiste creer que esa olla tuvo cría, ¿qué te impide creer también que ahora ha muerto?”
(Idries Shah).

En ningún tratado de psiquiatría o psicoanálisis podrá encontrarse mejor definida la depresión: “El
más terrible de todos los sentimientos es tener la esperanza muerta” (F. García Lorca).

Muerta porque el “cliente” se hastía de desear lo insatisfactorio. Aquello que no llena el vacío
existencial sino que lo ensancha.

¿No es indiferente soberbia suponer que los problemas del mundo “se
resuelven” eligiendo habitar urbanizaciones custodiadas por alambradas y hombres armados?.

Campos de concentración al revés, donde los que se encierran son los poderosos.

Aquellos a quienes hemos hecho mal siempre tendrán la oportunidad de devolvernos el daño.
Rivadavia nunca perdonó a San Martín haber invadido la “Plaza de las Victorias” al frente de sus
granaderos el 8 de octubre de 1812, provocando la caida del primer Triunvirato y su posterior exilio.

Cuando regresó al poder en Buenos Aires y el Libertador necesitó su apoyo para entrevistarse con
Bolivar en parejas condicones de fortaleza militar y política, se lo negó con las consecuencias conocidas.

San Pablo: “Digo, pues, por la gracia que me es dada, a cada cual que está entre vosotros, que no
tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con cordura, conforme a la medida
de fe que Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3).

Vos no sos tu orgullo por tener una casa más cara que la de tu vecino.

No falta la petulante soberbia y sus trágicas consecuencias en el Antiguo Testamento:

“Por entonces Merodac-Baladán, hijo de Baladán, rey de Babilonia, envió a Ezequías un mensaje
con un presente al saber que había estado enfermo y que había curado.

Ezequías se alegró mucho y enseñó a los emisarios su tesoro, la plata, el oro, los aromas, el aceite
fino, todo su arsenal y lo que había en sus tesoros; nada quedó que Ezequías no les enseñara en su palacio y
en sus posesiones.

Entonces el profeta Isaías vino donde el rey y le dijo: “¿Qué te han dicho esos hombres?, ¿de
dónde han venido?” “De un país lejano, de Babilonia” –respondió Ezequías- “¿Qué han visto en tu palacio?”
“Todo lo que hay en él; no ha quedado nada en mis tesoros que no les haya enseñado”, dijo Ezequías.

Isaías replicó: “Escucha la palabra del Señor de los ejércitos: Días vendrán en que todo lo que hay
en tu palacio, lo que han atesorado tus padres hasta hoy, será llevado a Babilonia; no quedará nada, dice el
Señor. Y de entre tus mismos hijos, engendrados por ti, se tomará para convertirlos en eunucos en el palacio
del rey de Babilonia.” (Isaías 39).

Así fue.

El sentimiento de culpa es un vertebrador de la Humanidad pues es la conciencia moral que


demora y organiza los impulsos instintivos hacia la satisfacción del deseo. Un exceso del mismo hace un
tímido y resentido. Una falta, fabrica un delincuente.

La culpabilidad, en bien de la sociedad en que vivimos, es una especie en extinción. Si a alguien


molesta y no deja dormir, hemos inventado el Prozac. Gran amigo de los corruptos y de muchos jueces que
deben juzgarlos.

La miseria es violenta y engendra violencia.

Según Jeremy Rifkin cada punto de aumento en la desocupación equivale a un 4% de alza en el


delito.

Hasta no hace mucho la reacción contra la injusticia y la arbitrariedad social elegía la vía de la
guerrilla revolucionaria, que provocó su respuesta: el terrorismo de Estado.

Hoy la respuesta a la brutalidad de un poder que excluye y hambrea es anárquica e individualista.


Lo contestatario se transformó en delincuencia.

Pero hasta ésta es clasista: el segmento ABC (medio-alto y alto) de nuestra población ha sufrido
hechos delictuosos en proporción de 1 cada 8 ciudadanos. En cambio 1 de cada 2 prójimos, bajo el límite de
la pobreza han sido asaltados, vejados o baleados.

Es más fácil asaltar un kiosco que un banco.

¿Qué habrá hecho Abel para provocar tal reacción de Caín?.

Un niño halló un frasco de nueces en la mesa.

"Qué ricas son las nueces -pensó-. Tomaré un buen puñado.". Así que metió la mano en el frasco
y atrapó tantas como pudo.

Pero cuando intentó sacarla, el estrecho cuello del frasco se lo impidió. Tenía la mano atorada.

En ese momento su madre entró en el cuarto.

-¿Qué te sucede? -preguntó.

-No puedo sacar este puñado de nueces del frasco -sollozó el niño.

-Bien, no seas tan codicioso -dijo su madre-. Toma un par y no tendrás problemas para sacar la
mano (Cuento tradicional francés).

Abrí el puño y dale una mano a alguien.

*
La mayoría de las veces un delincuente es un prójimo que no encontró su camino. Es por ello que
suele haber tanta trágica torpeza en el delito. No es su vocación.

Capítulo XXXVIII

"En ser amado..."

"Señor,

haz de mí un instrumento de tu paz.

Allí donde haya odio

que yo ponga amor;

allí donde haya discordia

que yo ponga unión;

allí donde haya error

que yo ponga verdad;

allí donde haya duda

que yo ponga fe;

allí donde haya desesperación

que yo ponga esperanza;

allí donde haya tinieblas

que yo ponga luz;

allí donde haya tristeza

que yo ponga alegría.

Que no me empeñe tanto

en ser consolado

como en consolar;

en ser comprendido

como en comprender;

en ser amado

como en amar.

Porque dando se recibe,


olvidando se encuentra,

perdonando se es perdonado,

muriendo se resucita en la Vida".

Escrito por San Francisco de Asís quien, a mediados del siglo XIII, se rebeló contra el ejemplo de
un Papado que conducía poderosos ejércitos, que ostentaba riquezas inconmensurables, que exhibía
costumbres licenciosas.

El “poverello”, hijo de un rico comerciante, predicó revolucionariamente la humildad y el amor,


ganando muchos adeptos que propagaron su mensaje hondamente cristiano.

Como es imaginable, nunca fue ordenado sacerdote y debió enfrentar la inquina de los poderosos
de su época.

Pagó el precio de ser distinto, mejor. Pero, como siempre, valió la pena.

¿Cómo puede haber corrupción en una Argentina en la que hay más de 10.000.000 de pobres, es decir
uno de cada tres compatriotas? Y casi 3.000.000 son indigentes. La mitad de éstos son menores de 14 años.

¿Sabés qué es un indigente? Es aquel que no dispone diariamente de alimentación suficiente para su
subsistencia. Lo que es especialmente grave en la primera infancia ya que lo que más falta son los alimentos
proteicos, los más caros de la canasta familia, indispensables para el desarrollo intelectual.

Una consecuencia inevitable de la malnutrición es el retardo mental. ¿Será que para alguien es
conveniente que disminuya el cociente intelectual promedio de nuestros prójimos? Que entiendan menos. Que
razonen peor.

No solo los malos gobiernos son culpables de esto. La insolidaridad también lo es.

CAPITULO XXXIX

La corrupción.

El primero de demasiados casos de corrupción en nuestra Historia: Juan Larrea, comerciante


español, era el miembro más rico de la Primera Junta.

Es él quien aporta los fondos necesarios para comprar en Europa navíos de guerra que
conformarían la primera escuadra patriota para enfrentar el bloqueo realista del puerto de Buenos Aires.

Será el norteamericano Pío White, quien se desempeñara como espía inglés durante las invasiones
de 1806 y 1807, el intermediario a cargo de la operación en la que se pagaron precios exhorbitantes que le
reportaron pingues beneficios.

Otros contratiempos fueron descalabrando la fortuna de Larrea, cuya imagen ilustra nuestros
libros escolares, hasta que el 20 de junio de 1847 se suicida con su propia navaja de afeitar.

*
“¡Ay de quien multiplica lo que no es suyo y acumula sobre sí prendas!

¿No se alzarán acaso de súbito tus usureros y se despertarán tus opresores, y serás de ellos presa?

Por cuanto tú has expoliado a muchas naciones, todo el resto de los pueblos te despojarán, por la
sangre humana y la violencia hecha al país, a la ciudad y a cuantos en ella habitan.

¡Ay de quienes ganan ganancia ilícita para su casa, poniendo su nido en alto para libarse de la
garra del mal!”

(Habacuc 2, 7-9).

El corrupto es aquel que se apropia de lo que no le pertenece, aprovechando alguna situación de


poder.

Pero a alguien que se apropia del tiempo, energía y talento del prójimo pagándole menos de lo que
merece se lo considera un eficaz ejecutivo que defiende los intereses de la empresa.

Quien a su vez tampoco será remunerado en la medida de sus servicios prestados a algún japonés
con sede en Estocolmo.

¿Era Judas un corrupto o fue fiel a lo que le había reservado el destino? Devolvió el dinero y se
ahorcó.

Los corruptos argentinos tenían mucho para enseñarle.

En los “Cantos de Gesta”, Armand de Marveil, poeta del siglo XII, se refiere a los Cruzados:

“Establecidos únicamente para conservar el mundo en paz, para dar ejemplo de clemencia, de
justicia y de generosidad, su corrupción es tal hoy en el día que todos los que de ellos dependen están
condenados a la opresión y a la servidumbre”.

En el siglo XIII, Pedro Cardenal, poeta, decía: “Los barones, en su mayor parte, son mentirosos,
pendencieros, opresores de sus vasallos, altivos y ladrones. Aun cuando concediera Dios a uno de estos manos
caballeros todo cuanto hay de aquí a Turquía no lograría satisfacerle”.

El puerto de Buenos Aires fue fundado por Garay para dar salida ilegal a la plata del Potosí y para
introducir mercaderías europeas sorteando las disposiciones de la Corona que imponían la exclusividad del
comercio con Lima.

El contrabando abarataba los productos que llegaban a Córdoba, Tucumán, Chile y Alto Perú, que
a su vez daban salida clandestina a los suyos sin el recargo de los pesados impuestos que sostenían a la corte
hispánica.

Buenos Aires cobró un gran impulso económico cuando también se constituyó en el principal
centro del tráfico esclavista de la región.

Los destinos suelen estar marcados desde el principio.

Un trío de ministros sobrevuela territorio nacional.

- Si yo dejase caer un billete de 100 pesos haría feliz a un argentino –dice uno.

- Yo, en cambio, dejaría caer dos billetes de 50 pesos y haría feliz a dos argentinos –dice otro.
- Disculpen que los contradiga. Yo dejaría caer diez billetes de 10 pesos y haría feliz a diez
argentinos –dice el restante.

El piloto del avión que los escuchaba atentamente le susurra al copiloto:

- Yo los dejaría caer a estos tres imbéciles corruptos y haría feliz a 33 millones de argentinos...

Así se opina en la Argentina de sus políticos.

He conocido políticos dignos y honestos pero la mayoría, puedo aseverarlo, han hecho méritos sobrados
para tanto descrédito.

La capacidad de racionalizar la villanía que tiene la mente humana es asombrosa.

Cierta vez, intimaba con un funcionario que tenía bien ganada fama de venal y que trataba de
convencerme de mi equivocación al negarme a un arreglo:

- Los políticos en este país, a la larga o a la corta, somos perseguidos. Es necesario precaverse. ¿De qué
cree usted que vivió San Martín en su holgado exilio de más de treinta años?. El mismo Mitre lo cuenta en la
biografía de don José: abrió una cuenta secreta en Londres con los “retornos” de la compra de barcos y armas
para la invasión al Perú.

Vos que te escandalizás con la corrupción ¿estás seguro de que no amañarías una licitación si tuvieras la
oportunidad?.

Si estás seguro has dado un paso gigante hacia ser persona.

“¡Ay de la rebelde y mancillada,

la ciudad opresora!

No ha escuchado voz,

no ha aceptado corrección,

en Yahveh no confía,

a su Dios no se acerca.

Sus jefes, en medio de ella,

son leones rugientes;

sus jueces, lobos nocturnos

que no dejan hueso para la mañana siguiente.

Sus profetas son fanfarrones, hombres pérfidos;

sus sacerdotes han profanado el Santuario,

han violado la ley” (Sofonías 3, 1-4).

La flota de la Confederación Argentina, presidida por Urquiza, bloqueaba el puerto de Buenos Aires. A
su mando estaba el norteamericano naturalizado argentino Juan H. Coe, yerno de Juan Balcarce y de brillante
foja de servicios junto al almirante Brown.
Buenos Aires compra algunas naves de guerra, decidida a terminar con el perjudicial bloqueo, y las pone
a la orden de un capitán mercenario de nacionalidad polaca, Zurowski. Pero el intento fracasa pues se
imponen la pericia y el mayor poder de fuego de Coe.

Los porteños cambian de estrategia: soborno.

Las negociaciones estarán a cargo del cónsul argentino en Montevideo, Carlos Calvo. Furioso e
impotente Urquiza se entera de que el Gobierno de Buenos Aires ha comprado 20.000 onzas de oro en la
plaza de Montevideo. No ignora su destino.

A bordo del “Correo”, la nave capitana, el almirante Coe se ha negado a aceptar los devaluados billetes
argentinos. Su precio se cotiza en oro contante y sonante.

Finalmente el 20 de junio de 1854 la totalidad de la flota sitiadora, integrada por los navíos “Correo”,
“Merced”, “Maipú”, “Constitución” y otros ingresa mansamente al puerto, anclando en sus balizas.

Coe y varios de sus oficiales, cobrada su suculenta recompensa, abandonarán suelo argentino a bordo
del barco de guerra norteamericano “Jamestown” y nunca regresarán.

Lo mundano, la frivolidad, el endiosamiento del objeto, la exterioridad. Emblemas de la anestesia. “Si


alguno ama al mundo, el amor del Padre no está con él”. (Juan 2: 15).

Timoteo pregunta a San Pablo lo que yo le hubiese preguntado: “¿Qué hacer con los bienes
materiales?”

La respuesta: “Que hagan bien, que sean ricos en buenas obras, dadivosos, generosos”.

Es decir solidarios. Jamás corruptos.

Una de mis hijas, cuando eran pequeñas, comenta al pasar frente a una “villa miseria”:

-Qué suerte no haber nacido tan pobre.

La otra le responde:

-No te creas... a ellos Dios les va a exigir menos que a nosotras.

Sentí orgullo y miedo.

No sos corrupta. No sos corrupto. Felicitaciones. Pero:

vos que gozás de una vivienda conformtable, ¿qué hiciste por los sin techo?,

vos a quien la lluvia no incomoda, ¿qué hiciste por los inundados?,

vos que vivís protegido por guardias, alambrados y alarmas, ¿qué hiciste por quienes están inermes ante
la violencia?,

vos que tenés trabajo , ¿qué hiciste por los desocupados?,

vos que estás sano, ¿qué hiciste por los enfermos?.

(AGREGAR LO BORRADO Y EJEMPLO DE RECHAZO :ARTIGAS Y/O AZURDUY)

¿Cómo puede haber corrupción en una Argentina en la que hay más de 10.000.000 de pobres, es decir
uno de cada tres compatriotas? Y casi 3.000.000 son indigentes. La mitad de éstos son menores de 14 años.
¿Sabés qué es un indigente? Es aquel que no dispone diariamente de alimentación suficiente para su
subsistencia. Lo que es especialmente grave en la primera infancia ya que lo que más falta son los alimentos
proteicos, los más caros de la canasta familia, indispensables para el desarrollo intelectual.

Una consecuencia inevitable de la malnutrición es el retardo mental. ¿Será que para alguien es
conveniente que disminuya el cociente intelectual promedio de nuestros prójimos? Que entiendan menos. Que
razonen peor.

No solo los malos gobiernos son culpables de esto. La insolidaridad también lo es.

Capítulo XL

El éxito y el fracaso.

Una buena estrategia para fracasar es el mal cálculo, como le sucedió a Robinson Crusoe,
náufrago, quien pasara 28 años en una isla deshabitada.

Trabajó afanosamente para construir un bote.

“(...) Cualquiera diría que mientras construía el bote me era imperativo pensar en un modo de
desplazarlo hasta el mar, pero mis pensamientos se concentraban en mi travesía marítima, y ni una sola vez
consideré como sacarlo de la tierra, y a mi entender resultaba mucho más fácil conducirlo por cuarenta y
cinco millas marinas que por cuarenta y cinco brazas de tierra para botarlo al agua.

(...) Cuando hube concluído esta tarea quedé muy complacido. El bote era mucho más grande que
cualquier canoa o piragua que yo hubiera visto en mi vida y que estuviera hecho de un solo árbol. Me había
costado mucho trajín, por cierto, y sólo me restaba botarla al agua, y si lo hubiera logrado no dudo que habría
emprendido el viaje más temerario y dificultoso que jamás se hubiera realizado.

(...) Luego medí la distancia, y decidí cavar una esclusa o canal para llevar el agua hasta la canoa,
viendo que no podía llevar la canoa hasta el agua.

Bien, inicié esta tarea, y cuando puse manos a la obra y calculé la profundidad y la anchura, y el
modo de abrirla, descubrí que contando sólo con mis manos tardaría diez o doce años en llegar; pues la costa
era alta, con no menos de siete metros en el extremo más elevado. Al fin, con la mayor renuencia, desistí
también de este intento.

Esto me causó gran pesadumbre, y ahora veía, aunque demasiado tarde, la insensatez de iniciar
una tarea antes de evaluar el coste, y antes de juzgar con justeza nuestra fuerza para emprenderla” (D. Defoe).

Ante un estante con vinos o perfumes tendemos a elegir el mejor. Si tuviésemos dinero lo
compraríamos. ¿Por qué no elegimos lo mejor de nosotros mismos?.
Por más que pretendan anestesiarnos, reconozcamos que jamás ignoramos qué es lo mejor de
nosotros.

"Hijitos, guardaos de los ídolos (Juan 5:21).

Don Ata buscaba el éxito:

“Hace como treinta años, durante meses, durante años anduve preocupado, buscando en la
guitarra, fíjese usted, en la guitarra, un sonido, un acorde, algo que pudiera traducir el silencio, ese silencio
esencial. Mucho tiempo anduve puesto a esa tarea, a la que le dedicaba hasta dos horas diarias.

Quería apresar musicalmente el silencio, decirlo. Quería desesperadamente encontrar la nota, de


manera que cuando fuera tocada de inmediato se dijera: "Ese es, ahí está el silencio". Ahí fue que
desemboqué en "Vidala del silencio". No me conformó, no alcancé a decir ni el uno por mil de mi
preocupación por traducir el sonido del silencio.

Después seguí con desesperación tratando de traducir el silencio a través de algo musical; recurrí
a la vidala, porque la vidala es un eco que anda buscando su voz" (Atahualpa Yupanqui).

Me gustaría escribir: “el mayor de los fracasos es ser exitoso de acuerdo a las pautas de
individualismo, frivolidad, inescrupulosidad, relativismo, hedonismo que predominan en nuestra sociedad”.

Pero eso no es más que una de las formas del moralismo voluntarista. Porque debemos aceptar
dolorosamente que ese “exitoso” vive satisfecho y duerme serenamente, pues nada en la superficie social lo
conduce a la autoconciencia.

Y de ser así, estaría de todas maneras protegido porque la ideología imperante se ha ocupado de
apagar el sentimiento de culpa hasta casi extinguirlo.

¿Quién premiará a los solidarios? ¿Quién castigará a los corruptos?

¿Será cierta esa noticia no confirmada de la existencia de un Infierno?

En esa ventanilla ¿también atenderán con preferencia a los “exitosos” de nuestro planeta?

San Pedro ¿será cholulo?.

Nunca alcanzamos completamente el objetivo que nos proponemos. Es imposible y hasta


peligroso satisfacer el deseo.

“¿Cuándo has visto un cuadro terminado? Ni un cuadro ni nada. Pobre de ti el día que se diga que
está acabado. ¿Terminar una obra? ¿Acabar un cuadro? ¡Qué tontería!

Terminar algo quiere decir acabar con ello, matarlo, quitarle el alma, darle la puntilla. El valor de
una obra de arte está en lo que no está” (Pablo Picasso).

El fracaso es un gran maestro, un maestro cruel pero el mejor.

“No corregir una falta es la verdadera falta” (Confucio).


*

¿Qué es triunfo y qué es derrota?:

“Hubo una pelea de gallitos de Tanagra que tienen, según se dice, un coraje mayor al de los
hombres. De ellos, el que quedó peor – pues estaba lleno de heridas- fue a refugiarse con la cresta gacha a un
rincón del galpón, avergonzado.

El otro, el vencedor, eufórico saltó al tejado y agitando las alas cantó con fuerza anunciando su
triunfo. Pero un águila, al escucharlo, se lanzó sobre él y se lo llevó levantándolo con sus garras.

Entonces el perdedor no encontró obstáculos para rondar a las hembras impunemente, llevándose
la mejor parte como premio de su derrota” (Babrio, "Fábulas").

Tuvo amplia difusión en televisión, radio y prensa el brutal asesinato de tres chicos de 14, 16 y 17
años, a orillas del río Limay, quienes fueron sorprendidos mientras pescaban. El criminal les aplicó varias
cuchilladas a cada uno y luego, aún vivos, los roció con nafta y les prendió fuego.

El peritaje psicológico concluyó que el motivo principal fue el anhelo del asesino de hacerse
famoso, estimulado por la trascendencia que había tenido en esos días otro bárbaro crimen que había
catapultado a la notoriedad mediática a su autor.

“Fuimos siempre fieles a las causas perdidas. El éxito para nosotros es la muerte del intelecto y de
la fantasía” (J. Joyce, “Ulises”).

Hay quienes no se permiten el éxito. Inconscientemente prefieren cumplir con la profecía de la


derrota:

Un paciente consulta por reiterados fracasos en sus trabajos. Repite un ciclo en el que luego de
una buena impresión inicial y de establecer un vínculo positivo con sus jefes, gradualmente va disminuyendo
en su rendimiento, evidenciando errores y deteriorando su imagen. El desenlace era inevitable: la renuncia o
el despido.

Durante su psicoterapia comprendió que se sentía inconscientemente culpable de la opacidad de


su padre, un hombre sin relieve, quien nunca se destacó en su actividad laboral. En su hogar, sin embargo, fue
un padre de extrema severidad que se ganó el odio de su hijo. Este se sintió culpable por dicho sentimiento y
se atribuyó el fracaso de su padre como una victoria sobre él.

La forma de expiar tal “delito” era no superarlo.

Siempre hay pretextos para justificar el fracaso: los malos gobiernos, las responsabilidades
familiares, las circunstancias desfavorables.

¿A vos te alcanzan?. A mí a veces, cuando estoy lejos de mí mismo.

El fracaso o logro a medias es menos exigente, en apariencia, que el éxito. Un futbolista que no
llega a jugar en la primera división no se verá expuesto al juicio de estadios repletos que reaccionan
aprobando o desaprobando sus evoluciones en el campo de juego.
El libro nunca publicado guardará en su clandestinidad la fantasía de la genialidad y del éxito, ya
que el deseo incumplido, quizás saboteado, de editarlo evitará el dictamen de críticos y lectores.

Pero el verdadero fracaso reside en el no jugar y en el no publicar. Es decir en el no ser futbolista


o en el no ser escritor.

En no preocuparte por tu prójimo.

Ni siquiera Moisés:

“Y subió Moisés de las llanuras de Moab al monte Nebó, en la cumbre del Pisgah, situado frente a
Jericó (...) Luego le dijo Yahveh: “Ésta es la tierra de la cual juré a Abraham, Isaac y Jacob, diciendo: “¡A tu
posteridad la daré!”. Te la he hecho ver por tus propios ojos, pero allá no has de pasar”.

Murió, pues, allí Moisés, servidor de Yahveh, en el país de Moab, conforme la disposición de
Yahveh (...)”

(Deuteronomio 34, 1-6).

Fracasar en la acción solidaria es grave, pues tiene consecuencias en el prójimo. El


compromiso debe medir lo que se puede hacer y no lo que, supuestamente, se desea hacer.

En una de sus parábolas (Marcos 4), Jesucristo enseñaba: “Un sembrador salió a sembrar, y, al
sembrar, parte del grano cayó junto al camino, y vinieron las aves y se lo comieron. Otra cayó en pedregal,
donde no había mucha tierra, y en seguida brotó por no tener profundidad de tierra; pero en cuanto salió el
sol, se abrasó, y, por no tener raíz, se secó. Otra cayó entre espinas y, al crecer éstas, la ahogaron, y no dio
fruto. Otra cayó en tierra buena, y daba fruto que subía y crecía produciendo 30, 60 y 100”.

El primer caso es el de aquellos, ¿la mayoría?, que no se plantean la solidaridad. O aún peor,
quienes sabiendo de lo necesario de la acción solidaria, no lo hacen.

El segundo y tercer caso son los que ejemplifican el fracaso de las buenas intenciones: un
entusiasmo pasajero, sin sustento de amor, o una decisión sofocada por las “realidades” de la vida: distancia,
cuotas, embarazos, repugnancias, etc.

El “síndrome de la ventana” se produce cuando la niña o el niño necesitados quedan esperando,


alertas al regreso de la voluntaria o el voluntario fugaz que hicieron renacer las esperanzas del amor pero que
lo único que lograron fue repetir traumáticas experiencias de abandono.

Tener éxito, el éxito verdadero que despierta a la conciencia de uno mismo y que sirve al
despertar de los demás, siempre es conflictivo. Porque inevitablemente choca con el concepto mercadista del
“éxito”.

La auténtica victoria confirma la etimología: “exitus” = “acción de salir, salida”. Es sabido que,
en inglés, los letreros de “exit” nos indica las puertas de salida.

Efectivamente, tener verdadero éxito es “salirse” de la medianía, o sea que el exitoso queda
ubicado “fuera” de la mayoría, del vulgo.

Si esto no fuera suficiente, le cuento que “destacarse” proviene del italiano “staccare”: separar, y
del francés antiguo “destacher”: desprender.

Ya lo sabés. Después no digas que no te avisé.

La Argentina siempre ha sido cruel con sus hijas e hijos exitosos sin comillas. Usted, yo y los
demás somos, fuimos y seremos los verdugos.

Nuestra principal motivación es la envidia. También el “natural” rechazo a-quienes-van-más-allá-


de-adonde-se-debe-llegar. A quienes son distintos.
Por ello San Martín, Sarmiento, Rosas y Borges murieron en el exilio; Belgrano, Castelli,
Saavedra y Discepolín terminaron en la afrenta y el olvido; Moreno, Dorrego, Urquiza y Haroldo Conti
asesinados.

Debemos a Juan José Castelli, el orador de Mayo que agonizaba por un cáncer de lengua, la frase
más conmovedora de nuestra Historia: “Si ves al futuro dile que no venga”.

“Emirudin Arosi encontró a un sabio y le dijo:

-Durante muchos años, mi mujer y yo hemos intentado con determinación seguir la vía derviche.
Conscientes de que sabíamos menos que muchos otros, nos hemos contentado durante largo tiempo con gastar
nuestra riqueza en la causa de la verdad. Hemos seguido a personas que han asumido la responsabilidad de la
enseñanza, y de los que ahora dudamos.

El sabio, al que la tradición llama Khwaja Ahrar, el Señor de lo Libre, respondió:

-Venid a mí con un corazón abierto y sin condiciones, aunque esas condiciones sean el servicio a
la humanidad o que yo me muestre a vosotros como un ser razonable. Vuestra capacidad para formaros una
opinión sobre mí está deteriorada, y yo por lo menos me niego a depender de ella.

Pero, sin prestar mucha atención, Arosi y su mujer, temerosos de estar equivocándose de nuevo,
siguieron adelante, buscando a otra persona; alguien que pudiera consolarles. Y lo consiguieron. Se trataba de
otro fraude.

Volvieron a pasar los años, y la pareja volvió a casa de Khwaja Ahrar.

-Hemos venido, en total sumisión- dijeron al guardián de la puerta- a ponernos en manos del
Señor de lo Libre, como si fuéramos cadáveres en las manos del que lava a los muertos.

-Buena gente- respondió el portero- vuestra decisión es magnífica, propia de personas que el
Señor de lo Libre no dudaría en aceptar como discípulos. Pero no tendréis en esta vida una segunda
oportunidad, porque Khwja Ahrar está muerto” (Idries Shah).

La oportunidad estaba a su disposición. La habían buscado, aún equivocándose. Bastaba con


decir “sí”. Pero predominó el miedo al compromiso, a lo que podría significar de cambio en sus vidas un
exigente camino hacia la verdad.

Y vos ¿porqué te das por aludido?

Un rico ateniense navegaba con otros pasajeros. Sobrevino una fuerte tempestad y la nave
zozobró.

Mientras los demás intentaban salvarse a nado, el griego, invocando continuamente a la diosa
Atena, mil promesas le hacía si lo salvaba.

Uno de los náufragos que nadaba a su lado le dijo:

-Además de suplicar a Atena mueve también las manos (Versión libre del autor de una fábula de
Esopo).

¿Movés las manos para lograr lo que deseas?. ¿O te las mueven a favor de lo que otros desean?.

Quizás usted siempre se soñó como un viajero curioso y gozante. ¿Cumplió con usted mismo?.

No se trataba de ir todos los años a París. Hubieran bastado excursiones familiares en los
alrededores de su ciudad, descubriendo lugares y personajes interesantes.

*
Alguien a quien Dios o el Destino somete a la prueba de la pobreza y no cae en el delito, es una
persona exitosa.

Alguien a quien Dios o el Destino seduce con una vida desahogada y no comparte lo que tiene, es
un fracasado.

¿Es imaginable otra vara para el Juicio Final?.

Un pescador al echar la red sacó un boquerón. Y éste le suplicaba que lo soltara, pues era
pequeño, luego, cuando creciera, podría pescarlo con mayor utilidad. El pescador dijo: “Muy tonto sería si,
dejando marchar la ganancia que tengo en las manos, persiguiera una esperanza incierta” (Babrio, "Fábulas").

Más vale pájaro en mano...

Aunque Khalil Gibrán respondería: “Yo prefiero un pájaro en vuelo que cien en la mano”.

Uno de nuestros próceres, Bartolomé Mitre, ya anciano, confesó que su más profunda vocación
era la de poeta, a la que había renunciado para luchar contra Rosas.

Don Bartolomé había sido presidente de la República, jefe de ejércitos victoriosos, historiador de
fuste, creador de un órgano periodístico que sobrevive gallardamente aún en nuestros días... Sin embargo, al
final de su vida, puso todo su empeño en la publicación de sus poemas de juventud.

¿Habrá sido ése el éxito por él más anhelado?.

Un pequeño detalle puede volverse un gigantesco obstáculo para lograr el éxito:

El rey Ricardo III se preparaba para la batalla decisiva. Un ejército conducido por Enrique, conde
de Richmond, marchaba contra él. El combate decidiría quién gobernaría Inglaterra.

En la mañana de la batalla de Bosworth, Ricardo envió a un palafrenero a comprobar si su caballo


favorito estaba preparado.

-Ponle pronto las herraduras –le dijo el palafrenero al herrero- El rey desea cabalgar al frente de
sus tropas.

-Tendrás que esperar –recibió por respuesta.

-No hay tiempo. Los enemigos del rey avanzan, y debemos enfrentarlos en el campo. Arréglate
con lo que tengas.

El herrero puso manos a la obra. Con una barra de hierro hizo cuatro herraduras. Las martilló, las
moldeó y las adaptó a los cascos del caballo. Luego empezó a clavarlas. Pero después de clavar tres
herraduras, descubrió que no tenía suficientes clavos para la cuarta.

-Necesito un par de clavos más –dijo-, y me llevará un tiempo sacarlos de otro lado.

-Te he dicho que el rey no puede esperar –se impacientó el palafrenero -Ya oigo las trompetas.
¿No puedes apañarte con lo que tienes?

-Puedo poner la herradura, pero no quedará tan firme como las otras.

-Pues clávala. Y deprisa, o Ricardo nos castigará a los dos.

Los ejércitos chocaron fieramente. Ricardo III evolucionaba en lo más encarnizado del combate.
Cabalgaba de aquí para allá, alentando a sus hombres y sableando a sus enemigos.

-¡Adelante, adelante!- gritaba, lanzando sus tropas contra las líneas de Enrique.

De pronto observa con alarma que en el otro lado del campo algunos de sus hombres retrocedían.
Si otros lo advertían la espantada se generalizaría. Ricardo espoleó su caballo y galopó hacia la línea rota,
apremiando a sus soldados para que regresaran a la batalla.
De pronto el caballo perdió la herradura, tropezó y rodó, y Ricardo cayó al suelo.

Antes de que el rey pudiera volver a tomar las riendas, el asustado animal se incorporó y salió a la
disparada. Ricardo miró en derredor. Con desesperación vio que sus soldados volvían espaldas y huían en
desorden, y las tropas de Enrique lo rodeaban.

Agitó la espada en el aire.

-¡Un caballo! –gritó- ¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!

Pero no había ningún caballo para él. Su ejército se había desbandado y sus oficiales y soldados
sólo pensaban en salvarse. Luego los de Enrique se abalanzaron sobre él y la batalla terminó.

Desde entonces los niños ingleses cantan:

“Por falta de un clavo se perdió una herradura,

por falta de una herradura se perdió un caballo,

por falta de un caballo se perdió una batalla,

por falta de una batalla se perdió un reino,

y todo por falta de un clavo de herradura.”

A mis herraduras les faltan casi todos los clavos. ¿O será que lo que más temo es que no les falte
ninguno?.

No habría entonces pretexto que valiese.

Se nos ilusiona con el “éxito” fácil. Sin esfuerzo. El de

los concursos televisivos en los que no entra en juego el conocimiento o la experiencia.

Como fue el caso de un paisano que araba trabajosamente su campito, tropezando en los terrones
que desparramaba su mula. Se detuvo a secarse la transpiración bajo el sol quemante del verano, cuando vio
que una liebre, quizás atolondrada por el calor o asustada vaya a saber por qué, se estrelló contra un árbol en
su veloz carrera. Con tanta fuerza que se desnucó y después de patalear en el aire murió.

“En el pueblo pagan cinco pesos por animalito”, pensó el paisano.

Entonces soltó la mula y se sentó a la sombra del árbol a esperar a que otras liebres se desnucaran
contra el árbol.

Hay quienes se hacen a sí mismos promesas de “políticos en campaña”:

“Don Me Proponía tiene un camarada

cuyo nombre es No Hice Nada.

¿Alguna vez los viste?

¿Nunca los conociste?

Esos dos sujetos viven lado a lado

en la casa de Nunca He Triunfado;

y se cuenta que de noche los va a ver

el fantasma de Lo Que Pudo Ser (W. Bennett).

*
Identikit de muchas mujeres y hombres a los que “les va bien”: pensamiento moldeable,
convicciones sin firmeza, pusilanimidad en sus compromisos, indiferencia ante la necesidad ajena, relativismo
moral; su ideología es el pragmatismo, su norma de conducta la vigencia social, lo que se lleva, lo que está de
moda; su ética se fundamenta en la estadística, sustituta de la conciencia; idolatra la imagen y su ideal es
mostrarse como emblema de la ideología consumista y ser amado por ello.

No sabe quién es ni para qué vive. Su vida se parece a una devaluada publicidad televisiva. El
espejo le devuelve la imagen del imperativo social.

“Vivimos la era del vacío” (G. Lipovetzki).

Un gato astuto tenía a mal traer a los ratones del granero. Un día éstos se reunieron para deliberar
sobre los estragos que causaba. Cada cual expuso un plan para quitarlo de en medio.

-Haced lo que os digo- propuso un viejo ratón gris a quien consideraban muy sabio- Haced lo que
os digo. Colgad un cascabel del cuello al gato. Cuando lo oigamos sonar sabremos que se acerca y echaremos
a correr.

-Bien, bien –dijeron los demás ratones y uno corrió a buscar el cascabel.

-¿Y ahora quién le pone el cascabel al gato? –preguntó el viejo ratón gris.

-¡Yo no, yo no! –dijeron los demás al unísono. Y todos se metieron en sus agujeros.

Manuel Dorrego y Rodolfo Walsh se lo pusieron.

Si se espera que aprenda a matar dragones eso haré para que nadie piense que soy distinto o
rebelde.

A Chu Ping-Man se le encargó aprender a matar dragones. A veces, le dijeron, los dragones
pueden ser dañinos y se hace necesario eliminarlos.

Estudió varios años y gastó casi toda su fortuna hasta hacerse un experto.

Pero como no había dragones, Chu no encontró dónde practicar su arte (Chuang Tzu).

“No tenemos alas, no podemos elevarnos,

mas tenemos pies para trepar y escalar

paso a paso, más y más

las nubosas cumbres de nuestros tiempos (...)

Los grandes hombres no alcanzaron cimas

mediante un vuelo repentino;

mientras sus compañeros dormitaban,

ellos trajinaban para escalar en la noche”(H.Longfellow).

Los que renuncian son más numerosos que los que fracasan.

Los que fracasan tienen revancha. Los que renuncian abandonan el partido.

*
Se desea lo que se puede:

“Nuestros deseos son presentimientos de las facultades que están dentro de nosotros, indicios de
aquello que seremos capaces de realizar. Lo que podemos y lo que deseamos se presenta ante nuestra
imaginación como algo futuro y que está fuera de nosotros.

Anhelamos lo que ya poseemos en secreto” (W. Goethe).

Mirá adentro tuyo y lo vas a encontrar. El deseo secreto de ser mejor, de no ser un idiota
obediente.

Todo momento grande y revulsivo que se produce en los anales del mundo es
siempre el triunfo de algún entusiasmo llevado a la práctica con coraje y obstinación.

“Eppur si muove” aunque no les guste. Aunque se enojen.

Capitulo XLI

La soberbia de los humildes.

El sabio lo es hasta que se convence de serlo.

¿Siguen siendo solidarios los que se dejan fotografiar en las secciones dedicadas a la "solidaridad"?.

Capítulo XLII - bis

¿El undécimo?.
“Usa a tu prójimo para amarte a ti mismo”. Ese no es uno de los mandamientos.

Hay regalos y regalos:

“-Abrala usted, m’hija.

-Gracias, tatita.

Manuelita tomó la caja que hacía ya días que estaba sobre una cómoda del despacho de su padre,
Juan Manuel de Rosas.

-La trajo el Almirante Dupotet por encargo del cónsul de Portugal, desde Montevideo.

Eran los tiempos del bloqueo francés y que hubiera sido un francés quien lo trajese hizo,
probablemente, que el Restaurador se olvidara del paquete.

-Gracias, tatita –repitió su hija caminando hacia su dormitorio, alegremente expectante porque los
envoltorios de seda y cachemira con ribetes de hilos dorados preanunciaban un regalo importante.

-Creo que son monedas –le había advertido Rosas sin levantar su vista de una comunicación de
Guido, su embajador en Brasil. Mentalmente, en silencio, completó la frase: “...de la Sociedad de Anticuarios
de ... no me acuerdo dónde... Copenhague, me parece”.

Manuelita se dejó caer sobre su mullida cama y dejó al descubierto una bella caja labrada, de finas
maderas. Al introducir la llave la tapa saltó repentinamente. No pudo reprimir un grito de susto que atrajo
corriendo a su padre.

En el interior de la caja una hilera de pequeños tubos amenazantes apuntaban hacia el padre y la hija.
Durante algunos segundos Rosas observó el extraño artefacto hasta que en su mente se hizo la luz.

Al día siguiente, 20 de marzo de 1841, las Provincias Unidas del Río de la Plata se conmovieron cuando
el Gobernador anunció públicamente que habían intentado asesinarlo con una “máquina infernal” y que si
seguía con vida era porque Dios había impedido que el mecanismo funcionase.

Capítulo XLIII

La discriminación.

Cuando en un aviso clasificado se requiere “buena presencia”, ¿a quién suponés que se desea
excluir?.

“El gran defecto de los seres humanos consiste en abandonar sus propios campos para ir a limpiar
las malas hierbas del ajeno” (Adagio chino).

*
Algunos “chistes” discriminatorios que se cuentan ¡y se publican! en la Argentina:

“- ¿Por qué los judíos se circuncidan?

- Porque las judías piden un 10% de descuento en todo”

Otro:

“-¿ Qué diferencia hay entre un negro y un frasquito de mierda?

- El frasquito”.

Otro:

“-¿ Qué es negro y marrón y se ve bárbaro cuando está encima de un boliviano?

- Un doberman”.

Otro:

“- ¿Cuál es la definición de “enorme ignorancia”?

- Ciento doce paraguayos” (P. Muleiro, “Los mejores chistes del siglo”).

¿Te reíste? ¿De veras?

Si la única herramienta que tienes en tu interior es un torno de dentista, tratarás al prójimo como si
fuera una muela cariada.

Necesitamos que nos amen, que nos toquen, que nos reconozcan. En eso todos somos
discapacitados.

El Dr. J. Skeels, de la Universidad de Los Angeles, había notado que los niños huérfanos o
abandonados, recluidos en asilos, se volvían cada vez más apáticos hasta terminar casi todo el tiempo
sentados, sin estímulos. Su coeficiente de inteligencia era normal al ingresar, pero al cabo de un año y medio
había descendido hasta el nivel del grave retardo mental.

Luego de vencer una gran resistencia legal y médica tomó a doce de esas niñas y niños y los llevó
a un hogar para adolescentes retardadas. Allí éstas se encargaron de darles aquello en lo que estaban más
dotadas: amor.

El resultado fue maravilloso. Los doce niños y niñas entregados al afecto de las adolescentes
retrasadas mentales evolucionaron hasta transformarse en seres normales. En cambio los que permanecieron
en el asilo sufrieron el trágico destino que les espera a quienes padecen de privación afectiva: varios de ellos
murieron y otros crecieron con un nivel intelectual bajo.

“El que es avaro para sí, ¿para quién podrá ser generoso?” (Eclesiastés. 14.6).

El que no se amó a sí mismo, el que no fue leal con sus talentos, el que se busca donde no está.

El que discrimina.

Evitemos que aquello de J. P. Sartre se vuelva cierto: “El infierno son los demás”.

Que vos no seas el protagonista de mi Averno personal.


*

Ni siquiera los apóstoles de Cristo pudieron evitar la tentación de sentirse mejores que los demás:

“Entonces Jacobo y Juan, hijos de Zebedeo, se le acercaron, diciendo: ‘Maestro, querríamos que
nos hagas lo que pidiéremos.’

El les dijo: ‘¿Qué queréis que os haga?’

Ellos le dijeron: ‘Concédenos que en tu gloria nos sentemos el uno a tu derecha, y el otro a tu
izquierda.’

Entonces Jesús les dijo: ‘No sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber del vaso que yo bebo, o ser
bautizados con el bautismo con que yo soy bautizado?’

Ellos dijeron: ‘Podemos’ Jesús les dijo: ‘A la verdad, del vaso que yo bebo, beberéis, y con el
bautismo con que yo soy bautizado, seréis bautizados;

pero el sentaros a mi derecha y a mi izquierda, no es mío darlo, sino a aquellos para quienes está
preparado.’

Cuando lo oyeron los diez, comenzaron a enojarse contra Jacobo y contra Juan.

Mas Jesús, llamándolos, les dijo: ‘Sabéis que los que son tenidos por gobernantes de las naciones
se enseñorean de ellas, y sus grandes ejercen sobre ellas potestad.

Pero no será así entre vosotros, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro
servidor.

Y el que de vosotros quiera ser el primero, será siervo de todos.” (Marcos 10).

No es viejo el que pierde el último cabello o la última muela, sino quien abandona la última
esperanza.

¡Aguante, abuela!

En el “Levítico” (4 y ss.) se describe, durante la fiesta judía del “kippurim”, el sacrificio del
“chivo expiatorio”. Todos imponían sus manos sobre el infortunado animal y descargaban en él sus culpas y
pecados quedando así limpios de toda falta.

Es eso lo que hacemos con los judíos, que cargan sobre sus espaldas con nuestra propia codicia.

En los gordos y los petisos descargamos nuestros defectos físicos.

Los gallegos se encargan de nuestra ignorancia.

Los tanos de la vergüenza por nuestra grosería.

Los bolitas y los paraguas de nuestro vergonzante latinoamericanismo, de nuestro pesar por no ser
yanquis.

“Martín Fierro”, a pesar de ser hombre de pueblo, no podía evitar juicios discriminatorios:

“A los blancos hizo Dios,

a los mulatos San Pedro,

a los negros hizo el diablo

para tizón del infierno”.

También:

“Y son ¡por Cristo bendito!


lo más desasiados del mundo;

esos indios vagabundos,

con repugnancia yo me acuerdo,

viven lo mismo que el cerdo

en esos toldos inmundos”.

“Recuerdo que un día en particular estábamos caminando por un jardín de bambúes gigantes. Si
algunos han ido al Japón sabrán lo hermosos que son.

Mientras recorríamos el jardín yo hablaba sin cesar. Comentaba al Maestro todas las cosas
maravillosas que sabía, la gran sabiduría que poseía, tratando verdaderamente de impresionar al hombre,
como diciéndole: “Esto es lo que sé”.

De repente esa persona absolutamente no violenta se dio vuelta ¡y me dio un puñetazo en la boca!
¿Qué me dicen de la técnica de aprendizaje? Yo lo miré tocándome el labio ensangrentado y le pregunté por
qué lo había hecho.

Con toda la vehemencia me respondió: “¡No pisotee mi cabeza con sus pies sucios!” (L.
Buscaglia)

Los bolivianos les sacan el trabajo a los nuestros. Por ejemplo el de Presidente de la Junta de
Mayo, ejercida por el “bolita” Cornelio Saavedra, nacido en Potosí.

“¡Cuánto tiempo se necesita para conocerse uno, un poco, a sí mismo y cuánto más para
aceptarse en un sentido ajeno al egoísmo!” (Herman Hesse).

“La violencia y la conducta criminal en las naciones y en las culturas provoca la violencia y la
conducta criminal en las relaciones individuales” .

¿Algún ideólogo de la guerrilla setentista? No, Juan Pablo II.

Si necesitás alguna prueba de la discriminación hacia las ancianas y los ancianos basta con que
tengas el coraje de conocer un geriátrico municipal.

Son depósitos de residuos humanos, donde se los despoja de identidad y se los precipita hacia una
muerte indigna.

En la ciudad irlandesa de Belfast un sacerdote católico, un pastor protestante y un rabino judío se


enzarzaron en una acalorada discusión teológica. Entonces se apareció un ángel en medio de ellos y les dijo:
"Dios os envía sus bendiciones. Formulad cada uno un deseo de paz, y será satisfecho por el Todopoderoso".

Y el pastor dijo: "Que desaparezcan todos los católicos de nuestra hermosa isla, y reinará la paz".

Luego dijo el sacerdote: "Que no quede un solo protestante en nuestro sagrado suelo irlandés, y
vendrá la paz a nuestra isla".

"¿Y qué dices tú, rabino?", le preguntó el ángel, "¿No tienes ningún deseo?".
"No", respondió el rabino. "Me conformo con que se cumplan los deseos de estos dos caballeros".

El “Eclesiástico 7:23” nos regala una frase maravillosa: “No pretendas ser juez si no tienes las
fuerzas suficientes para reprimir la injusticia”.

El general español Marco del Pont recibe en Chile al enviado de San Martín, Alvarez Condarco,
quien le entrega el “Acta” de nuestra Independencia.

Furioso ante lo que considera una imperdonable irreverencia piensa en fusilar al mensajero. Pero
se limita a firmar el acuse de recibo comentando con petulancia discriminatoria, enterado de los rumores que
adjudicaban a nuestro Libertador condición de mulato:

-Dígale a su general que yo firmo con mano blanca, no con mano negra como la de él.

Luego del triunfo en Chacabuco el jefe realista es hecho prisionero por una partida de granaderos. Llevado
ante la presencia de San Martín éste no dejó pasar la oportunidad de enrostrarle aquella humillación.

Estirando su diestra y clavándole la mirada, le descerrajó:

-Señor general, venga esa mano blanca.

Las Naciones Unidas definen la discriminación como “la actitud de negar a individuos o grupos
una igualdad en el trato que ellos desearían disfrutar”.

Solo el 20% de sus directivos son mujeres.

Así eran los americanos, de acuerdo a los grabados circulantes en Europa a fines del siglo XV.

Era indudable la necesidad de “civilizarlos”. Fuese como fuese.

“Si la teoría de la relatividad se revela justa, los alemanes dirán que soy alemán, los suizos que
soy suizo y los franceses que soy un gran científico. Si resulta falsa, los franceses dirán que soy suizo, los
suizos que soy alemán y los alemanes que soy judío” (Albert Einstein).

Oscar Wilde fue difamado por el marqués de Queensberry, padre de Lord Alfred Douglas,
amante de Wilde.

El escritor se querelló contra el marqués, quien se vengó acusándolo formalmente de


homosexualidad y sodomía, consiguiendo su encarcelamiento en la cárcel de Reading, donde Wilde pasó dos
años sometido a trabajos forzados.

Esta condena provocó la ruptura de su matrimonio, la ruina económica, el descrédito artístico y el


rechazo social, hasta el punto de que, tras su excarcelación, el gran escritor tuvo que marcharse a vivir a París,
donde moriría bajo nombre falso en la más oprobiosa ruina moral y económica.

Que se joda por marica, pensaste.


*

Por lo general , las mayorías discriminana a las minorías. Sin embargo en el caso de las mujeres la
situación es al revés. Pese a constituir el 51 por ciento de la población argentina reciben, por ejemplo en
Capital Federal y el conurbano bonaerense, 72 pesos por cada 100 que ganan los hombres cumpliendo las
mismas tareas, según datos del INDEC.

“Suele decirse que todas las culturas son igualmente válidas y que no hay unas mejores que otras.

Creo que no es verdad. La cultura que incluye es superior a la que excluye; la cultura que respeta y
comprende me parece más elevada que la que siente hostilidad ante lo diferente; la cultura en la que conviven
formas plurales de amar, rezar, razonar o cantar tiene primacía sobre la que se atrinchera en lo unánime y
confunde armonía con uniformidad” (F. Savater).

En América latina, los niños y los adolescentes suman casi la mitad de la población total. La
mitad de esa mitad vive en la miseria.

En América latina mueren cien niñas y niños por hora, debido al hambre o a enfermedad curable, pero
eso no evita que haya cada vez más niños pobres en sus calles y en sus campos.

Niñas y niños son, en su mayoría, los pobres; y pobres son, en su mayoría, las niñas y los niños.

Entre todos los rehenes del sistema ellas y ellos son los que peor la pasan. La sociedad los exprime, los
vigila, los sumerge, los analfabetiza, los castiga, a veces los mata.

Casi nunca los escuchamos, raramente los comprendemos. Son los grandes discriminados.

Eduardo Galeano razona: “El mundo trata a los niños ricos como si fueran dinero, para que se
acostumbren a actuar como el dinero actúa. El mundo trata a los niños pobres como si fueran basura para que
se conviertan en basura. El mundo a los del medio, a los que no son ni ricos ni pobres, los tiene atados a la
pata del televisor para que desde muy temprano acepten la vida prisionera”.

José Ingenieros escribía en 1905 que los negros, "oprobiosa escoria", merecían la esclavitud por
motivos "de realidad puramente biológica".

Los derechos del hombre no podían regir para "estos seres simiescos, que parecen más próximos de los
monos antropoides que de los blancos civilizados".

Según Ingenieros, maestro de juventudes, "estas piltrafas de carne humana" tampoco debían aspirar a la
ciudadanía "porque no deberían considerarse personas en el concepto jurídico".

Cuando en un país africano hay guerra son “tribus” las que se enfrentan, pero si el conflicto se
desarrolla en suelo europeo son etnias, nacionalidades o grupos religiosos.

A fines del siglo XVIII los pocos mulatos rioplatenses que habían logrado ahorrar algunos
patacones podían comprar certificados de “blancura” a la Corona española, y ello les otorgaba los derechos a
acceder a algunos cargos públicos de menor jerarquía.

Y corromperse como sus ex patrones blancos.

*
Según los viejos sabios de la región colombiana del Chocó, Adán y Eva eran negros, y negros
eran sus hijos Caín y Abel.

Cuando Caín mató a su hermano de un garrotazo tronaron las iras de Dios. Ante las furias del Señor el
asesino palideció de culpa y miedo, y tanto palideció que blanco quedó hasta el fin de sus días.

Los blancos seríamos, todos, hijos de Caín.

"La cabeza de la mujer es el hombre" (San Pablo, "Carta a los Corintios").

Nuestra historia oficial sólo reconoce a las mujeres el rol de bordadoras de banderas, de madres
abnegadas e irreprochables, de pacientes esperadoras del regreso de sus esposos próceres.

Las Juana Azurduy o Macacha Guemes son solo anécdotas curiosas.

He sido Senador Nacional. Durante dicho período, de 72 componentes de la llamada Cámara Alta
sólo 2 eran mujeres.

¿Será por eso que funciona como funciona?

Las producciones culturales de los blancos se denominan “arte” . Las de negros y cobrizos,
“artesanías”.

Cuando aquellos las copian, como lo hizo Picasso, éstas ascienden de categoría.

"Si los hombres parieran el aborto sería legal" (Grafitti callejero registrado por E. Galeano).

“¿Entienden ustedes lo que les he hecho? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y tienen razón,
porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor les he lavado a ustedes los pies, también ustedes deben lavarse
los pies unos a otros. Yo les he dado un ejemplo, para que ustedes hagan lo mismo que yo les he hecho. Les
aseguro que ningún criado es más que su amo, y que ningún enviado es más que el que lo envía. Si entienden
estas cosas y las ponen en práctica, serán dichosos” (San Juan 13).

Vos,¿me lavarías los pies?. A mí también me daría un poco de asco.

El mensaje evangélico, me parece, es claro. Si eso nos repugna ¿cómo podremos ocuparnos
solidariamente de las asquerosidades de la sociedad: la miseria, la hediondez, la enfermedad, el deterioro, la
senectud, la degradación?

El profesor Rudolf Bilz realizó un experimento con ratas (A. Cortese):

Si uno de estos animales es arrojado a un recipiente lleno de agua cuyas paredes lisas le impiden
salir, a los quince minutos de nadar y agotarse la rata muere a causa del stress.

En circunstancias normales este tipo de ratas pueden nadar horas sin parar, antes de ahogarse. De
hecho, la causa de la muerte de las ratas del experimento no es el esfuerzo físico sino el miedo mortal ante
una situación sin salida.
Después se completó el experimento con otra rata del mismo tipo. Esta vez después de dejar a la
rata en el agua por cinco minutos se le lanzó una tablilla por la que pudo trepar, alcanzando su salvación.

Si se vuelve a lanzar esa misma rata al agua sin la tablilla salvadora, el animal no muere de stress.
Aguanta nadando en el recipiente ochenta horas, como un campeón de resistencia, hasta su total agotamiento,
animada por la esperanza de que en algún momento se le vuelva a arrojar la tablilla salvadora.

Si esto hace la esperanza en un pequeño animal, qué no hará un gesto solidario en un ser humano.

Teresa de Calcuta, cuando se criticaba su “ingenuidad” de proponerse resolver la miseria del


mundo, replicaba:

-Yo no me ocupo del mundo. Me ocupo de Juan, Luisa y Roberto.

El célebre cuadro de “La Gioconda” fue adquirido en 1517 por Francisco I de Francia. El monarca
lo utilizó para decorar su cuarto de baño.

Después de todo, Leonardo no era más que un plebeyo.

En nuestro territorio la Inquisición no llegó a entronizarse formalmente, aunque no faltaron


víctimas argentinas. Entre ellas, la más célebre, el tucumano Francisco Maldonado da Silva, de padre
converso y madre criolla, quien fuera encarcelado por el Santo Oficio en Chile y enviado a Lima, donde luego
de una larga prisión y un tortuoso proceso fue quemado en el auto de fe de 1639 (caso descripto en “La gesta
del marrano”, de Marcos Aguinis).

Otro caso mucho menos conocido fue el del padre Manuel Núñez, compañero de andanzas
evangelizadoras en el Tucumán de San Francisco Solano, quien comparece ante el Tribunal de Lima en 1608
“testificado de solicitante con siete testigos de diferentes actos, y así mismo de haber dicho algunas
proposiciones sospechosas de la perfidia judaica”.

En 1625, por razones que se desconocen, es acusado nuevamente de “judío judaizante en la


guardia de la ley muerta de Moisés”. Tales eran los términos que entonces gastaban los “custodios” de la
moral religiosa que tanto daño hicieron, no sólo a la Iglesia sino también a la Humanidad, sumergida en el
oscurantismo que tanto tardó en disiparse.

El padre Núñez fue encerrado en los calabozos de Lima donde murió “impenitente, condenado
por hereje, apóstata pertinaz, factor y encubridor de herejes, excomulgado de excomunión mayor”.

Pero ello no fue suficiente para aquellos “guardianes de la virtud”: el 21 de diciembre de 1625
“sus huesos y su estatua” fueron quemados en ceremonia pública.

Un compañero de andanzas políticas, un “cabecita negra” leal e idealista, con la tez


cobriza de los descendientes de los bravos guaraníes, opina que la integración es posible hasta que estalla el
enojo. Entonces surge, inevitable, el “negro de mierda”.

También nuestros próceres cumplían con esta regla de la ira discriminatoria. Es así que cuando
Alberdi desea ofender a Sarmiento escribe: “Usted es el gaucho malo de nuestra literatura. Si Facundo
escribiera, escribiría como usted”.

Sarmiento doblará la apuesta: “Alberdi es un mentecato que no sabe andar a caballo, mujer por la
voz, abate por los modales y eunuco por su falta de aspiraciones políticas”.
Capítulo XLIV

No sé si podrás.

Imagine no possessions,

I wonder if you can,

no need for greed or hunger,

a brotherhood of man.

Imagine all the people

sharing all the world, you –hoo.

You may say I'm a dreamer

but I'm not the only one,

I hope someday you'll join us

and the world will live as one... (J. Lennon).

(Imagínate que no haya posesiones,

no sé si podrás,

sin necesidad de codicia o hambre,

una fraternidad de seres humanos.

Imagínate a toda la gente

compartiendo el mundo.

Podrás decir que soy un soñador

pero no soy el único.

Confío en que algún día te unirás a nosotros

y el mundo será uno solo...).

Capítulo XLV
La opinión.

En el mundo en que vivimos las opiniones están codificadas. Tanto lo que “debe decirse”, como
lo que “no debe decirse”.

Los medios masivos son grandes unificadores de gustos y de principios. Nos indican, a vos y a
mi, qué es lo que debemos elegir, qué es lo que debemos argumentar, qué es lo que debemos imaginar. Qué es
lo que debemos desear.

Transformarnos a los miles de millones de habitantes del planeta globalizado y hegemónico en un


“cliente” único.

Los culpables no son los artistas, los guionistas, los locutores ni los técnicos. Ellos son sólo piezas
de un mecanismo que los trasciende y que funciona en absoluta sincronía con las necesidades del mercado, de
la misma manera que la televisión comunista operaba abierta y encubiertamente a favor de ese sistema

político.

Si tengo opiniones distintas, propias, corro el riesgo de ser “distinto”, de ser marginado. Ser
considerado un “raro”.

Por eso me comporto como me comporto y sólo de vez en cuando me permito transgresiones
aceptables.

Este libro ¿será o no aceptable?.

“Entre el conocimiento de lo que realmente existe y la ignorancia de lo que realmente no existe,


está el dominio de la opinión, más oscura que el conocimiento, pero más clara que la ignorancia” (Platón).

Has admirado a aquellos capaces de tener opiniones revulsivas, aunque no las hayas compartido.

En silencio, claro. Sos de los que se atreven a elogiar a los revolucionarios después de muertos.

“Ninguna cosa está más lejos de la verdad que la vulgar opinión” (F. Rojas, “La Celestina”).

"No hay justo, ni aún uno" (Romanos 3:10).

“Un ciego estaba sentado en medio de un grupo de personas. De pronto todos se echaron a reir y
el ciego los imitó.

-¿Qué has visto para reír de esa manera? -le preguntó alguien.

-Puesto que todos ríen, es porque con seguridad se trata de algo gracioso- contestó el ciego -No
habrán pretendido engañarme, ¿verdad?” (Chao Nan-Sing).

Engañarnos, no. Condicionarnos


*

Siempre habrá alguien dispuesto a disentir:

Un hombre, hace ya muchos años, en Medio Oriente, iba con su hijo adolescente al mercado. Con
ellos, un burro que cargaría de regreso lo que pudiesen comprar.

Al pasar junto a ellos un hombre le comentó a otro:

-Mira que tontería, ese hombre y su hijo van caminando en vez de aprovechar que el burro podría
llevar a alguno sobre su lomo, haciendo el camino más descansado.

El padre lo escuchó y decidió que esa crítica tenía lógica. Entonces invitó a su hijo a subir sobre el
burro. No habían andado mucho cuando de un grupo de personas que cuchicheaban se escuchó claramente:

-Qué vergüenza, como está la juventud de hoy. El jovencito, lleno de energías, sobre el burro,
mientras su padre, que ya tiene sus años, fatigándose a pie.

El hijo alcanzó a escuchar y rápidamente descabalgó y conminó a su padre a que fuera él quien se
ahorrase el esfuerzo de caminar.

Entonces una señora que lavaba la ropa en el río giró su cabeza y, desdeñosa, dijo en voz
suficientemente alta como para ser escuchada por los criticados:

-Qué desconsideración la de ese padre. Hace caminar al hijo mientras él, cómodamente, se
aprovecha de su autoridad.

El hombre, que halló lógica a tal reprobación, hizo señas al niño para que ambos montaran a
grupas.

Poco habían andado cuando oyeron que otro padre le decía a otro hijo:

-Ves, ahí tienes un ejemplo de cómo el ser humano maltrata a los animales. Fíjate esos dos cómo
agobian con su peso a ese pobre borriquillo que sufre sin poder protestar (Versión libre del autor de un
cuento de J. Bucay).

La mujer y el hombre despiertos afirman sus pareceres. Mejor: se afirman en ellos.

No tratan de imponer su opinión sobre los demás, sino que dejan que la de los demás vaya
tallando la suya. Teniendo el coraje de incorporar aquello en que la razón del otro es mayor que la propia.

¿Es cierto que cuando alguien no está de acuerdo con lo que decís te sentís agredido y te disponés
al combate?

Las ideas de Thomas Becket (1118-1164), arzobispo de Canterbury, seguían siendo tan
influyentes trescientos años después de su muerte, en su calidad de rebelde frente al trono inglés y mártir, que
Enrique VIII decidió exhumar su cadáver y someterlo a un nuevo juicio público que acabase de una vez por
todas con su leyenda.

El cadáver de Becket fue llevado entonces a la cámara de acusación donde fue juzgado bajo el
cargo de usurpación de la autoridad papal, resultando convicto de traición y siendo condenado a que sus
huesos fuesen públicamente quemados en la hoguera.

Científicamente "inocular" es "introducir o añadir a un cuerpo sustancias ajenas al mismo que


modifican su comportamiento":
*

Cuando callaste tu opinión, o cuando hiciste público tu acuerdo a pesar de haber estado
íntimamente en disidencia, habrás tenido éxito en dar la impresión de ser una persona amable con la cual no
valía la pena discutir.

Ni siquiera de tener en cuenta.

(GRA: COPIAR PAG 100 DE “EL REY”)

Si soy suavemente solidario seré considerado una persona sensible y de buen corazón.

Si mi compromiso solidario es vigoroso correré el riesgo de que se me vea como a alguien que
cuestiona el “orden” de nuestra sociedad.

Durante la dictadura genocida (1976-1983) se torturó y se asesinó a muchos “subversivos” cuya


única militancia era la de esforzarse por aliviar la situación de sus prójimos en las “villas miseria”.

Se intentó hacer desaparecer a la solidaridad. No se lo logró pero los efectos del terror aún
perduran en todos nosotros.

El éxito de Videla, Martínez de Hoz, Massera, Suárez Mason y los suyos es tu miedo al
compromiso.

Ser mejor también es encontrarse a sí mismo en su particularidad.

En su ser distinto a los demás para así realizarse en un “nosotros” que no diluya al “yo”.

No es nada fácil. A mí no me es nada fácil.

“Como el que dibujaba un túnel en el muro.

Como el que dibujaba en el muro un pequeño tren que entraba al túnel.

Como el que subía al pequeño tren y atravesaba el muro” (L. Lamborghini).

“Todos los errores de mi vida se han basado en la equivocación de sacrificar mis opiniones a la de
los demás” (Disraeli).

Existe el contagio de opiniones:

“Gallina Menina estaba un día en el bosque cuando una bellota le cayó en la cabeza. Se asustó
mucho y se puso a temblar. Tanto que se le cayeron las plumas.

-¡Socorro, socorro! –gritó- ¡El cielo se está cayendo!

-¿Cómo lo sabes? –preguntó Clueca Hueca.

-Lo vi con mis propios ojos, lo oí con mis propios oídos, y un pedazo me cayó en la cabeza.

-¡Eso es terrible, terrible! –cloqueó Clueca Hueca- Será mejor que corramos.
Y echaron a correr.

Pronto se encontraron con Pato Garabato.

-¿Adónde vais, Gallina Menina y Clueca Hueca? –preguntó.

-¡El cielo se está cayendo! ¡Vamos a avisar al rey! –exclamaron.

-¿Cómo lo sabéis?- preguntó Pato Garabato.

-Lo vi con mis propios ojos, y lo oí con mis propios oídos, y una parte cayó en mi cabeza –dijo
Gallina Menina.

-¡Válgame! –cuaqueó Pato Garabato- ¡Será mejor que corramos!

Y echaron a correr.

Pronto se encontraron con Ganso Manso en el camino.

-Hola, Gallina Menina, Clueca Hueca y Pato Garabato

–saludó Ganso Manso-. ¿Adónde vais con tanta prisa?

-Corremos para salvarnos –dijo Gallina Menina.

-¡El cielo se está cayendo! –cloqueó Clueca Hueca.

-¡Y corremos a avisar al rey! –cuaqueó Pato Garabato.

-¿Cómo lo sabéis?- preguntó Ganso Manso.

-Lo vi con mis propios ojos, y lo oí con mis propios oídos, y una parte cayó en mi cabeza –dijo
Gallina Menina.

-¡Caracoles! –graznó Ganso Manso- Será mejor que corra con vosotros.

Corrieron a toda prisa, hasta que se encontraron con Zorro Piporro.

-Bien, bien –dijo Zorro Piporro- ¿Adónde corréis en un día tan bonito?

-¡Socorro, socorro! –exclamaron Gallina Menina, Clueca Hueca, Pato Garabato y Ganso Manso
-No es un día bonito. ¡El cielo se está cayendo, y corremos a avisar al rey!

-¿Cómo sabéis que el cielo se está cayendo? –preguntó Zorro Piporro.

-Lo vi con mis propios ojos, y lo oí con mis propios oídos, y una parte cayó en mi cabeza –dijo
Gallina Menina.

-Entiendo –dijo Zorro Piporro- Bien, seguidme, y os mostraré cómo llegar al rey.

Así Zorro Piporro llevó a Gallina Menina, Clueca Hueca, Pato Garabato y Ganso Manso por un
campo y a través de un bosque. Los llevó directamente a su cubil, se dio un buen atracón y el rey nunca se
enteró de que el cielo se estaba cayendo” (Cuento popular francés).

Así vamos nosotros, contagiados del pensamiento único, acrítico, derecho al cubil de la no-vida.

Ninguna aseveración tan perturbadora como la de Nicolás Copérnico: el Universo no giraba


alrededor de la tierra sino que ésta era apenas uno de los planetas que circundaban al sol, eje de uno de los
millones de sistemas que componen el universo.

No es de extrañar entonces que el mismo día en que su “De revolutionibus orbium coelestium”
veía la luz, Copérnico moría.

A los economistas hay que traducirles el horror en su propio lenguaje, en la esperanza de que
comprendan: las carencias de vitaminas y minerales en la alimentación cuestan a algunos países el equivalente
de más de un 5% de su producto nacional bruto en vidas perdidas, discapacidad y menor productividad.
*

La hostilidad entre judíos y samaritanos era grande. Sin embargo Jesús, judío, no vacila en ser
justo y opinar favorablemente de un “adversario”:

Un hombre recorría el solitario camino de Jerusalén a Jericó y cayó entre salteadores, que lo
despojaron de todo lo que tenía y lo aporrearon y se marcharon, dejándolo medio muerto.

Sucedió que un sacerdote recorría ese camino, y cuando vio al hombre en el suelo, pasó por el
otro lado. Y un levita, cuando llegó a ese mismo sitio, también lo esquivó. Pero un samaritano llegó adonde
yacía ese hombre, y en cuanto lo vio se apiadó de él.

Se acercó al hombre y le vendó las heridas, vertiéndoles aceite y vino. Luego lo levantó y lo puso
sobre su bestia de carga, y lo acompañó hasta una posada. Allí lo cuidó toda la noche. A la mañana siguiente
sacó dos monedas de su morral y las entregó al posadero, diciendo: “Cuida de él, y si necesitas gastar más,
hazlo.

Cuando regrese te pagaré”.

-¿Cuál de estos tres se comportó como el prójimo del hombre que cayó entre los salteadores?-
preguntó el Maestro.

-El que demostró misericordia- dijo el escriba.

Y Jesús le dijo:

-Pues compórtate de la misma manera.

Como si fuera fácil, diríamos vos y yo a coro.

¿Puedo anticipar que mis buenas acciones me acercarán a Dios? Quienes digan que sí, mienten.

El amor al prójimo no debe esperar recompensa. Se trataría entonces de un trueque de baja estofa.

-¿Qué acción tendría yo que realizar para alcanzar a Dios?.

-Si deseas alcanzar a Dios, hay dos cosas que debes saber. La primera es que todos los esfuerzos
por alcanzarlo no sirven para nada. ¿Qué es una buena acción? ¿Acaso existe la buena acción incontaminada?.

-¿Y la segunda?

-Que debes actuar como si no supieras la primera.

El rey, que andaba descalzo, raspaba la piel de sus pies contra el áspero suelo. Para evitarlo
decidió forrar todo su reino con cuero.

Sus cortesanos, obsecuentes, festejaron su decisión.

Alguien se animó a disentir, preocupado porque la matanza de animales dejaría sin sustento a los
súbditos.

-Señor, será suficiente con que el cuero cubra la planta de tus pies.

Así nacieron las sandalias. El lobby de los empresarios del cuero era, entonces, débil.

En cuanto al osado, no hay noticias sobre su suerte.


Capítulo XLVI

Los tiempos peligrosos.

"En los postreros días vendrán tiempos peligrosos" (Timoteo 3:1).

¿Ya?.

Capítulo XLVII

Cambio.

Me divorcié una vez y cambié de partido político otra. En ambas oportunidades hubo quienes se
consideraron con el insólito derecho a criticarme.

Para seguir siendo uno mismo, a veces es necesario cambiar. Eso no es fácil en una sociedad que
prefiere la obediencia anestésica a la capacidad de decidir.

Guardo magníficos recuerdos de Susana, excelente madre de dos de mis cinco amadísimos hijos,
y de la Unión Cívica Radical, que me enseñó a amar y a practicar la democracia.

El cambio “fashion”: una “estrella” televisiva, al ser entrevistada, afirma que se decidió a
cambiar. Se tiñó de rubia.

Los cambios a veces son lentos:

Hasta el 11 de septiembre de 1882, el Vaticano no levantó la sanción contra la teoría


coperniquiana de que la Tierra no es el centro del Universo, anatematizada desde 1616.

Más de un siglo después, el 31 de octubre de 1992, una comisión vaticana nombrada al efecto, tras once
años de deliberación, declaró ciertas las teorías heliocéntricas de Galileo Galilei, revocando la sentencia que
lo condenaba, promulgada 359 años, 4 meses y 9 días antes.
*

En nuestro país, de acuerdo a una encuesta de la consultora “Equis” que estudió la situación de
jóvenes de ambos sexos, entre 15 y 24 años, en todo el país:

1) 53,3% forman parte de la población económicamente activa.

2) 27% están desocupados.

3) 40% están bajo la línea de pobreza.

4) 9,3% están bajo la línea de indigencia.

5) 14,9% ya no estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo, ni son amas de casa (desempleo oculto).

6) 5,7% no tienen instrucción o sólo primaria incompleta.

7) 24,2% escolaridad hasta primaria completa.

8) 27,5% escolaridad hasta secundaria incompleta.

9) 49,3% no tienen cobertura sanitaria privada y/o obra social.

¿Cambiamos o seguimos?

No es posible despertar, ser dueño de sí, despegarse del compulsivo deseo social, si no se tiene el
coraje de cambiar.

Estás decidido a hacerlo pero lo dejás para un poco más adelante.

Para después de tu muerte.

Los cambios a veces se pagan. Hasta con la vida.

(GRA: COPIAR PAG DE “EL AGUILA”)

Un joven se presentó ante el Maestro y le preguntó:

-¿Cuánto tiempo crees que puede llevarme el alcanzar la iluminación?

-Diez años- le respondió el Maestro.

-¿Tanto?- preguntó el joven, sin dar crédito a sus oídos.

Entonces el Maestro corrigió:

-No, me he equivocado. Te llevará veinte años.

-¿Por qué el doble?- volvió a preguntar el aspirante a discípulo.

-Bien pensado- dijo el Maestro- en tu caso probablemente sean treinta años.

El cambio no es un lugar de llegada sino un trayecto, en el que cada paso lo modifica todo.

También el objetivo, que es nada más que una contingencia.


*

El cambio asusta. Miedo a lo desconocido que espera por delante y miedo a perder lo conocido
que queda detrás:

Una consecuencia frecuente es el cambio “a medias”.

“Dizen que un cuervo vio andar una perdiz

et pagóse mucho de su andamiento,

et ovo esperanca de lo aprender

et non pudo.

Et quanto se fue,

que non pudo aprender,

quiso tornar a su andar que era de primero

et non pudo, que se le avía olvidado” (Catita e Dimna).

Hay cambios de personas y “cambios” de clientes.

Cuenta una antigua fábula india que había un ratón que estaba siempre angustiado porque tenía
miedo del gato.

Un mago se compadeció de él y lo convirtió en un gato.

Pero entonces empezó a sentir miedo del perro. De modo que el mago lo convirtió en perro.

Luego empezó a sentir miedo de la pantera, y el mago lo transformó en pantera.

Con lo cual comenzó a temer al cazador.

Llegado a este punto el mago se dio por vencido y volvió a convertirlo en ratón, diciéndole:
“Nada de lo que haga por ti va a servirte de ayuda, porque siempre tendrás el corazón de un ratón”.

El humano anhelo de cambio es aprovechado para vender. Los narcotraficantes saben


instrumentar la normal tendencia del adolescente al cambio, para diferenciarse de sus progenitores, y su
proclividad a lo prohibido y a la audacia.

El camino hacia la conciencia, hacia el esfuerzo solidario, debe ser vigoroso pero respetuoso de
sus etapas:

“Erase una vez un hombre que tenía un ombligo de oro, lo cual, aunque para la mayoría de la
gente habría sido motivo de orgullo, a él le incomodaba porque cuando iba a la piscina del club se convertía
en el blanco de las burlas de sus amigos.

De modo que oraba insistentemente para que le desapareciera esa particularidad.

Una noche soñó que un ángel bajaba del cielo, le desatornillaba el ombligo y regresaba de nuevo a
lo alto.

Cuando despertó por la mañana lo primero que hizo fue comprobar si el sueño había sido real. ¡Y
lo había sido! Allí, encima de la mesa, estaba su brillante y reluciente ombligo.
El hombre, lleno de alegría, saltó de la cama... ¡y se le desprendió el culo!” (Versión libre del autor de
una leyenda persa).

Vos no sos tu televisor de 21 pulgadas ni tu deseo de tener el de 29.

El gobierno de Buenos Aires, dominado por la Logia secreta, ordenó a San Martín regresar con su
Ejército de los Andes para protegerlo de la rebelión de las provincias contra el centralismo unitario.

El Libertador, que había sido uno de los fundadores de la Logia “Lautaro” y uno de sus primeros
“venerables” conjuntamente con Alvear, decide desobedecer apoyado por sus oficiales. No ignora que si sus
tropas abandonan Chile la causa independista estará perdida.

Su desobediencia constituía una falta gravísima para todo iniciado masónico quien en el momento de
incorporarse a la sociedad secreta juraba absoluto acatamiento a las decisiones de sus superiores. Además se
comprometía a perseguir, “desde el boicot hasta la muerte”, a todo aquel que osare transgredir su juramento.

Este cambio de San Martín que prefiere de ahí en más obedecer a las necesidades de su patria y no a
otros designios secretos, le reportará serios perjuicios y será la razón esencial de su doloroso exilio de más de
veinte años y también de las punitivas injurias que se difundieron sobre su filiación ilegítima, su corrupción,
su opiomanía y otras lindezas.

Para nosotros, argentinas y argentinos, su cambio fue pieza clave de nuestra liberación.

Un “progre” de los nuestros discurría: "A mi me buscan para fotos en las cenas de beneficencia. En
cambio al "Che" lo buscaban para matarlo."

A Dorrego también.

El Evangelio predica rigor extremo en la búsqueda de espiritualidad: “Por tanto, si tu ojo derecho
te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti (...) y si tu mano derecha te es ocasión de caer, córtala y échala de
ti”.

Son muchas más las ocasiones de caer que las de mantenerse en pie. Y no me refiero a “los
pecados de la carne”, que durante tanto tiempo obsesionaron a los moralistas.

El mayor pecado de nuestra época es el de la indiferencia ante el sufrimiento ajeno.

El cambio es un deseo que debe transformarse en acción.

“Eres lo que haces.

Eres un hacer.

En el hacer está tu ser.

Si una idea no se transforma en hecho,

se pudre en el alma, enferma la ilusión

y te deja sin esperanza.


Los hechos unen.

Las ideas dividen” (Proverbio celta).

No podemos andar por la vida acarreando lo viejo junto a lo nuevo. Es un peso que inmoviliza:

“Un hombre – contó el maestro budista a sus alumnos, de acuerdo a la transcripción de J.


Barylko- tiene que encarar un largo viaje. En el camino se topa con un río. ¿Cómo cruzarlo? A nado,
imposible. Piensa y piensa. Al mirar a su alrededor ve árboles, ramas, y decide hacer una balsa para cruzar el
río. La confecciona y cruza el río.

La pregunta del maestro es la siguiente: ¿Debe el hombre conservar la balsa, cargarla sobre sus
hombros durante el trayecto hasta el próximo río que habrá de cruzar? ¿O debe desechar la balsa y lanzarse a
la aventura y a la espera de lo que vendrá?

La respuesta correcta es usar la balsa y desecharla luego. Nadie sabe nada del próximo río y por
tanto nadie sabe por anticipado si necesitará balsa ni qué balsa necesitará. Caminar con la balsa a cuestas, para
tener mayor seguridad, le impedirá caminar".

¿Cuántas balsas inútiles llevo sobre mis espaldas?. Las suficientes para justificar mi imposibilidad
de proponerme nada distinto a no caer derrumbado bajo su peso.

No es fácil cambiar en una sociedad al servicio del mercado que nos inocula inseguridad desde el
inicio de nuestras vidas. ¿Cómo me transformo en bulímico de objetos y servicios sino fuera porque ilusiono
que algo exterior va a aplacar mi ansiedad?

¿Vamos al shopping?

El barco se había hundido por efectos de un temporal. Uno de los náufragos se aferraba a una
débil tabla. Muy cerca suyo se desplegaba un bote de salvamento. El hombre pensó: “Esta tabla me mantiene
a flote. Si me arriesgo a nadar hasta el bote quizás no lo alcance, me fatigue y muera”.

El náufrago era joven y buen nadador, sin embargo prefirió no arriesgarse a pesar de que era evidente
de que la tabla a la que se aferraba no resistiría a las olas embravecidas.

No cambies de trabajo para ser leal a tus talentos. No les digas “te quiero” a quienes amas. No luches
por tu sexualidad. No te perturbes con impulsos solidarios. No dejes de quejarte sin proponerte la acción. No
apagues el televisor. No te despegues de la pantalla de tu PC. No pienses. No seas vos mismo.

Así como estás, estás bastante bien. Podrías estar peor. Desocupado. Marginado. Perseguido. Hasta
crucificado.

“Como no sé vivir, como no aprendo, como no me interesan los deberes, ni tampoco me aplico
para pasar de grado, como no sé vivir, insisto, me conformo con tratar de cambiar, o simplemente con
inventar la vida cada día” (Horacio Salas).

Manuel Belgrano era Secretario del Consulado español en el Río de la Plata. Luego fue
Secretario de la Junta de Mayo que se pronunció en contra de España

¿Qué hubieras pensado de él si fueras Santiago de Liniers o kkkkk Alzaga, los héroes de las
Invasiones Inglesas?

A los dos los fusilamos.


*

Me despierto todos los días a la misma hora, mis saludos son siempre idénticos, recorro
obsesivamente los mismos caminos, sufro y me alegro sin variaciones, los fines de semana son trágicamente
repetitivos, amo y odio como si no hubiera otras formas de amar y de odiar, envejezco como si la vida fuera
un trámite a cumplir desganadamente.

Ya estoy muerto. Es la no-vida.

La otra muerte ya llegará. Siempre llega. Tarde o temprano. Siempre demasiado temprano.

“Vivir es ser otro.

Ni sentir es posible

si hoy se siente como ayer se sintió:

Sentir hoy lo mismo que ayer no es sentir:

es recordar lo que se sintió ayer,

ser hoy el cadáver vivo

de lo que ayer fue la vida perdida.

Esta madrugada es la primera del mundo.

Nunca hubo esta hora,

ni esta luz, ni este ser mío.

Mañana, lo que sea será otra cosa,

y lo que yo vea será visto

por unos ojos recompuestos,

llenos de una nueva visión” (Fernando Pessoa).

Hay cambios que no dependen de nuestra voluntad:

Un mercader de Bagdad mandó a su sirviente al bazar a hacer un recado; el hombre regresó lívido
y temblando de miedo.

-Amo- le dijo -en la plaza del mercado tropecé con un extraño y cuando le miré a la cara, descubrí
que era la Muerte. Me hizo un gesto amenazador y desapareció. Ahora tengo miedo y te pido, por favor, que
me des un caballo para irme inmediatamente a Samarra y poner entre la Muerte y yo la mayor distancia
posible.

El amo, preocupado por su sirviente, le dio su caballo más veloz; el hombre saltó sobre él y
desapareció en un santiamén.

Horas más tarde el propio mercader se dio una vuelta por el bazar y distinguió a la Muerte entre la
multitud. Se le acercó y le dijo:

-Esta mañana le hiciste un gesto amenazador a mi pobre sirviente. ¿Qué quisiste decir?

-No fue ningún gesto amenazador, señor-dijo la Muerte-

Fue un gesto de sorpresa por encontrarme con él en Bagdad.

-¿Y por qué no iba a estar en Bagdad, si es aquí donde vive?.

-Bueno, yo había entendido que tenía que encontrarme con él esta noche en Samarra (Versión libre
del autor de un cuento tradicional árabe).
*

Los anestesiados tienen tanto miedo a morir que, con tantos esfuerzos como hacen para evitar la
muerte, se olvidan de vivir.

La próxima vez que tengas una relación sexual proponete hacerlo distinto. Cambiá. Registrá que
hace muchos años que lo hacés de la misma manera. Sin creatividad.

Animate al placer. Yo sé de alguien que te lo va a agradecer.

Capítulo XLVIII

El pensamiento único.

“Pregunta: Usted escribió que la globalización nos está convirtiendo a todos en “clientes”. Se
pretende generar un pensamiento único, ¿no?.

Respuesta: Bueno, empiezo a creer que se pretende engendrar un pensamiento cero. El


pensamiento único significa que todos estamos pensando lo mismo. Y del pensamiento único se pasa muy
fácilmente a no pensar.

P: Esto del pensamiento único es como la inteligencia narcotizada.

R: Sí, es eso. También escribí que la palabra que más me gusta es no. En el pensamiento único
esa palabra está ausente. Hay un sí continuo, interminable. Sí a todo a lo que nos dicen, sí a todo lo que nos
venden, sí a la manipulación de las conciencias y de los gustos. La gente no reacciona. No se plantea: “Y
porqué no empiezo a decir no, si intuyo que esto sólo me lleva a ser un consumidor, un “cliente”. Nos han
convertido en eso. La gente es compulsada a comprar cosas que no le sirven para nada, o le sirven para dos
días. No estoy defendiendo una actitud espartana de la vida. A la vida hay que vivirla tan confortablemente y
tan alegremente como se pueda, pero la deplorable verdad es ésta” (Entrevista al escritor portugués José
Saramago, Revista “Viva”).
Capítulo XLIX

Saber, entender.

Nasreddín transportaba en su bote a un sabio que solía vanagloriarse de sus conocimientos.

-¿Conoces la aritmética? –preguntó el petulante.

-Muy poco –respondió Nasreddín sin dejar de remar -en realidad nada.

-Entonces has perdido la mitad de tu vida.

De pronto se alzó un fuerte viento y las aguas se agitaron.

-¿Sabe usted nadar? – interrogó Nasreddín al sabio.

-No - respondió éste, pálido.

-Pues entonces va usted a perder la totalidad de su vida porque estamos hundiéndonos –Y dicho
esto se zambulló en el agua.

¡Cuánto sin completar al final de una vida, como si vivir no fuera más que seguir naciendo, y
morir cuando apenas se está terminando de nacer!.

"¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y a de las
tinieblas luz!" (Isaías 5:20).

Los torturadores y asesinos de los años negros polucionan nuestras vidas cruzándose con nosotros
en las calles.

Cuando usted come elige entre buenos y malos alimentos. ¿Cuando mira televisión?

“Cuando oigo decir que una persona tiene el hábito de la lectura, estoy predispuesto a pensar bien
de él” (Nicolás Avellaneda, presidente argentino).

Si su hija o su hijo enfrenta problemas con la droga y de manera directa o indirecta –suele ser de
esta última forma- le pide ayuda, usted estará en condiciones de brindársela efectivamente en tanto haya
tenido el interés de informarse sobre el tema. La detección precoz de las adicciones es arma fundamental para
su control, pero para ello es necesario conocer las señales.

¿Vos no te diste cuenta o te hiciste el idiota?

*
El mejor elogio a mi tarea de historiador provino de un desconocido que, en una cola de banco,
me dijo que gracias a uno de mis libros había aprendido a leer mejor el diario de cada mañana.

Muchos afirman que los pequeños actos de solidaridad son inútiles pues no modifican el sistema
social que genera, o no impide, la exclusión y la miseria.

Es cierto, dichas acciones son apenas gotas en el océano. Pero si algunas y algunos no las hicieran
al océano le faltaría esas gotas.

“Cualquier cosa que la mente reciba en la edad infantil puede volverse indeleble e inalterable, y
por lo tanto es sumamente importante que las historias que oyen los pequeños sean paradigma de
pensamientos virtuosos”.

¿Es ésta la conclusión de algún moderno experto en efectos mediáticos? No, es Platón en su “La
República”.

"Si no lees, si no eres una persona medianamente culta, lo más probable es que te aburras sin
remedio y entonces necesites mucho dinero para matar tu aburrimiento o droga para el mismo fin.

Eso es lo que le ocurre hoy a mucha gente. La devora el vacío" (F. Savater).

“Es indispensable aumentar la demanda para evitar que regrese la economía de la depresión a
nivel global”, según Paul Krugman, un gurú moderno del ámbito empresarial. El gasto privado es ineficiente
y no utiliza la capacidad productiva disponible. ¿La solución?. Hacer que usted y yo compremos más, aún lo
innecesario.

Ya se ocuparán talentosos publicistas de convencernos de que necesitamos aquello de lo que


podríamos prescindir si fuésemos personas despiertas.

Ayer le compré el “teletubby” a mi nietita Florencia. Me lo pidió con tanta ternura ...

“Ser inteligente” quiere decir, etimológicamente, “entender”.

¿Nos dejarán entender y tendremos el coraje de entender que nuestra única salvación es la
solidaridad?

“-¿Cómo puedo encontrar la “Fruta del Cielo”, para conseguir el conocimiento de forma
inmediata?

-Harías mejor en estudiar conmigo- dijo el derviche - Si no lo haces, tendrás que viajar con
determinación y sin descanso por todo el mundo.

La mujer lo abandonó y buscó a otro derviche, Arif el Sabio; y después encontró a Hakim, el
Docto; luego a Majzub, el Loco; más tarde, a Alim, el Científico, y muchos más...

Pasó treinta años buscando, al cabo de los cuales llegó a un jardín. Allí se encontraba el “Arbol
del Cielo”, de cuyas ramas pendía la resplandeciente “Fruta del Cielo”.

De pie junto al “Arbol” estaba Sabar, el primer derviche.


-¿Por qué cuando nos encontramos por primera vez no me dijiste que tú eras el Guardián de la
“Fruta del Cielo”?- le preguntó.

-Porque en aquel momento no me habrías creído. Además, el “Arbol” sólo produce fruta una vez
cada treinta años y treinta días. (Idries Shah).

Toda vez que aprendemos algo nuevo nos convertimos en algo nuevo.

El niño argentino, cuando llega a los 10 años ha presenciado en su televisor 85.000 escenas de
violencia explícita. En un "dibujito" de masiva difusión fui testigo de cómo su pequeño héroe era torturado,
con derramamiento de sangre y aullidos de dolor y angustia.

¿Qué es lo que les estamos enseñando a nuestras hijas e hijos?

No había en aquel pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del
prostíbulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

Nunca había aprendido a leer ni a escribir, no conocía otra actividad ni oficio. En realidad
ocupaba ese puesto porque su padre había sido el portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su
padre.

Un día, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo su hijo, un joven con inquietudes,
creativo y emprendedor. Lógicamente encaró la modernización del negocio.

Su instrucción al portero fue:

-A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, va a preparar una planilla semanal. Allí anotará la
cantidad de parejas que entran día por día. A una de cada cinco le preguntará cómo fueron atendidas y qué
corregirían del lugar. Y una vez por semana me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea
convenientes.

-Me encantaría satisfacerlo, señor –balbuceó, intimidado -pero yo... yo no sé leer ni escribir.

Fue despedido y se le adjudicó una pequeña suma como indemnización. El hombre sintió que el
mundo se derrumbaba.

Nunca había previsto una situación como ésa. Estaba desocupado. ¿Qué hacer?.

Recordó que a veces en el prostíbulo cuando se rompía

una cama o se aflojaba un escalón él, con un martillo y clavos, se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo
y provisorio. Quizás ésta podría ser una solución transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo.Usaría
una parte del dinero recibido para comprar una caja de herramientas.

Debía viajar dos días en mula hasta el pueblo más cercano a realizar la compra. Enterado, un vecino le
encargó otra caja de herramientas para él. El hombre se alegró pues así el viaje le saldría gratis.

A su regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

-Hola, debo hacer arreglos en mi jardín. ¿Podrá usted traerme lo que necesito en su
próximo viaje? Estoy dispuesto a dejarle una pequeña ganancia. Usted sabe, no todos podemos disponer de
varios días para nuestras compras.

El ex portero se convenció de que mucha gente podría necesitar que él viajara a traer
herramientas. Decidió entonces que en el próximo viaje arriesgaría algo del dinero de la indemnización para
traer un lote de herramientas para venderlas a quienes las necesitasen.

La voz empezó a correrse por la villa y muchos estuvieron dispuestos a pagar un poco más para
evitarse el viaje.

“Si tuviese dónde almacenar muchas herramientas podría ahorrar viajes y ganar más dinero”,
pensó el hombre.
Alquiló un galpón. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después, con una
vidriera, se transformó en la primera ferretería del pueblo.

Con el tiempo, hasta los compradores de pueblos vecinos se hicieron clientes y el negocio
prosperó.

Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él las cabezas de los
martillos.Y luego, ¿por qué no? las tenazas. Y las pinzas. Y los cinceles. Y hasta los clavos y los tornillos.

Algunos años más tarde aquel hombre se había transformado con honestidad y trabajo en un
millonario fabricante de herramientas. El empresario más poderoso de la región.
Decidió entonces donar una escuela a su pueblo.

El intendente organizó una gran fiesta de inauguración y una importante cena de


agasajo para su fundador. A los postres le fueron entregadas las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y
le dijo:

-Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la
primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.

-El honor sería para mí –dijo el hombre- Creo que nada me gustaría más que firmar allí, pero yo
no sé leer ni escribir. Yo soy analfabeto.

-¿Usted? –dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo -¿Usted no sabe leer ni escribir? ¿Usted
construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado. Me pregunto, ¿a dónde hubiese
llegado de saber leer y escribir?.

-Se lo puedo contestar –respondió el hombre con calma- Si yo hubiera sabido leer y escribir...
sería portero del prostíbulo (Versión libre del autor de un relato talmúdico recogido por M. Buber y citado por
J. Bucay).

“Soy sobreviviente de un campo de concentración. Mis ojos vieron cosas que ninguna persona
debería presenciar. Cámaras de gas construidas por ingenieros de verdad. Niños envenenados por médicos.
Infantes muertos por enfermeras diplomadas. Mujeres y bebés asesinados por egresados secundarios y
universitarios.

Por eso desconfío mucho de la educación.

Mi pedido es: ayude a sus alumnos a ser humanos. Sus esfuerzos nunca deben producir monstruos
eruditos o psicópatas educados. La lectura, la escritura, la ortografía, la historia y la aritmética sólo son
importantes si sirven para que nuestros alumnos sean más humanos” (Haim Girot, sobreviviente de
Auschwitz).

La universalización de la informática es un mito. Lo difundido a escala mundial es el comercio de


computadoras.

Pero una computadora en una escuela suburbana, precariamente comprendida y explicada, no va mucho
más allá del lápiz y el cuaderno de no hace mucho tiempo.

Vivimos la idealización del internet, sin duda una poderosa red de comunicación mundial
inimaginable hace poco tiempo. Nada tenemos contra ella aunque consideramos obvio advertir que,
inevitablemente, tiene dueños y que estos no pueden ser sino quienes van detentando en sus manos las
economías de todo el mundo.

No en vano nació en el Pentágono, durante la "guerra fría".

¿Será la generación del “chat” más solidaria que las anteriores?. No hay indicios de ello. Las relaciones
virtuales permiten eludir la confrontación con el sufrimiento del prójimo real.

*
¿Globalización o bobalización?.

“La impavidez de la que habla Steiner –es decir la insensibilidad ante el dolor, ante la
complejidad espiritual que nos vuelve insondables y múltiples, y ante el misterio de nuestra propia presencia
en el mundo- no es otra que la que permite jactarse de ser moderno y darse por cumplido al afirmar que uno
habla inglés y sabe operar con una computadora.

Es improcedente, pues, la jerarquía concedida a estas dos herramientas en desmedro del interés
por las experiencias cruciales cuyo reconocimiento infunde dignidad crítica a la conciencia. Pero los hechos
son como son y el curso tomado por ellos rubrica la consolidación del analfabeto profundo. El dominio de la
superficie ha sustituido en él al don convivencial con lo profundo.

El reduccionismo ha ahogado la sensibilidad hacia el matiz, el sentido de la diversidad, de la


interrelación, de la diferencia primaria entre lo medular y lo subsidiario. Y, por supuesto, la fascinación por lo
fugaz ha vuelto a extirpar, también aquí, la comprensión cabal del tiempo.

(...) El auténtico encuentro inquieta al analfabeto profundo. Su opción no deja lugar a dudas: a la
conversación prefiere el intercambio desenfrenado de información” (S. Kovadloff).

El riesgo de los aprendizajes es quedar preso de las significaciones, que sustituyen a las cosas y a
los sentimientos reales:

“-¡Al de la bandera, al de la bandera!.

Al de la bandera, eso no se grita muchachos, porque él era el de la bandera, había que rajar, pero
los gritos sonaban mucho más cerca, correr, palos, cadenas, botellas, ¿hacia dónde?, todos los negocios
cerrados culpa de los turros de mayo, las casas con las puertas cerradas, correr, mamá, los vecinos de Liniers
ya estaban acostumbrados, cuando había lío cerraban la puerta y chau, que esos negros de mierda se arreglen
entre ellos, socorro, corren rápido los de chaca, son bravos, mamá, tienen cadenas y fierros, quieren la
bandera, ojo por ojo y diente por diente, si tiraba la bandera a lo mejor lo dejaban tranquilo, seguro, pero Ruiz
corría sin soltar la bandera, agarrándola más fuerte, apretándola, la bandera no, mamá, mamá, mamá, tenía
miedo, se tiraba pedos por el miedo y el esfuerzo pero la bandera no, él no era un gallina, la bandera flameaba
a sus espaldas, como una capa, si hubiera podido volar como Superman, Superman era viejo, como Astroboy,
como en las revistas de Juan Carlitos, pero no, él era Ruiz, un ascensorista con panza, una panza que no lo
dejaba correr rápido, con várices en esas piernas que lo movían más despacio que los de Chaca que ya
estaban atrás, tanto tiempo parado, mamá, que ya estiraban la mano para agarrarlo, mamá, por favor mamá,
que ya alzaban el palo para pegarle.

De pronto, en el mismo instante en que su mente se expandía hacia el infinito, pulverizando


rostros y recuerdos, proyectos y sensaciones, botones, palabras y números, lágrimas y espasmos, nubes grises
y ojos asesinos, Ruiz giraba envuelto en la bandera y gritando hacia el cielo:

-Viva Vé...

Pero su voz se quebró con la patada, la primera, que lo alcanzó en el medio del abdomen, como si
su ombligo hubiera sido el blanco, doblándolo como un muñeco y ofreciendo su nuca al cadenazo que ya
surcaba el aire con un zumbido casi musical. Al lado del poste de alumbrado en el que alguien, festejando la
gloriosa gesta de mayo, alguien, un empleado municipal seguramente, había fijado una escarapela de lata que
chirriaba hamacándose en el viento” (“Falucho” –fragmento- ,cuento del autor).

Nuestra sociedad sustituye cultura por entretenimiento.

Se sostiene que tiene más "rating" y se oculta que es lo único que se ofrece, generando hábito.

Con ese mismo criterio si sólo se ofreciera cocaína, generando la inevitable adicción, habría que repartirla a
todas y todos porque "es lo que se pide".

Un mapa no es un territorio, pero hemos estado a punto de que nos metieran en guerras por una
línea de puntos.
¿Lo sabías?. A pesar del fin de la guerra fría la fabricación y el comercio de armas continúa
creciendo.

La miseria también

Los planes de enseñanza en Argentina, como en otros países seducidos por el “progreso”,
sacrifican la enseñanza humanística y espiritual por la formación “tecnológica” para incorporarse al sistema
productivo. Para entrar en la “maquinaria”.

Ello tendría, al menos, una justificación práctica si efectivamente sirviera para desarrollar aptitudes
indispensables para conseguir empleo.

Sin embargo cuando se pregunta, en todo el país, a mayores de 18 años, “¿considera que la
educación que usted tiene le permite competir por un buen trabajo? El 55.7% responde “no”. Otra pregunta:
“¿Cuán adecuadamente prepara para el trabajo el sistema educativo argentino?”; el 49.5% responde “poco”,
el 23.1% “bastante”, y sólo el 5.4% “mucho” (Encuesta de Mora y Araujo en “La Nación”).

Entonces, si nuestra educación no sirve para ser mejores personas y tampoco para conseguir empleo
¿para qué sirve?.

A fin de año, inevitablemente, se generan discusiones a raíz de las “vueltas olímpicas” de los
flamantes bachilleres que dejan como saldo importantes destrozos en establecimientos educativos.

La pregunta clave pero no formulada: ¿por qué esos jóvenes odian a esos colegios donde han pasado
tantos años?.

Con la ayuda de un Manual de instrucciones, una mujer estuvo durante horas tratando de montar
un aparato que acababa de comprar. Finalmente se rindió y dejó las piezas esparcidas encima de la mesa de la
cocina.

Menuda sorpresa se llevó cuando, al cabo de varias horas, regresó a la cocina y comprobó que la
sirvienta había montado el aparato y éste funcionaba a la perfección.

-¿Cómo diablos lo ha hecho?- le preguntó asombrada.

-Verá, señora..., cuando uno no sabe leer se ve obligado a emplear el cerebro- le respondió
tranquilamente (A. de Mello, S. J).

-¿Por qué Pedrito saca siempre mejores notas que vos en la escuela?- preguntaron el papá y la
mamá, severos.

-Porque los padres de Pedrito son más inteligentes- respondió el niño.

Aprender que las cosas nunca son lo que aparentan ser. Que la maldad no es sólo maldad, que en
el amor siempre hay algo más.

Que la muerte jamás será lo que imaginamos.

Vos no sos tu satisfacción porque apareciste en la foto de alguna fiesta.


*

La información cada vez se parece más a la publicidad y viceversa.

Alberto Ure, un talentoso director teatral, me dijo: “Cuando un autor me trae su obra, lo que me
propongo es descubrir qué es lo que quiso ocultar al escribirla”.

En todo lo que hacemos hay algo oculto.

¿También en la solidaridad?. Sí.

Tras años de esfuerzos, hace siglos, un inventor descubrió el arte de hacer fuego.

Tomó sus instrumentos y, generoso, se propuso iniciar a su tribu en tan benéfico progreso.

Pero los sacerdotes, celosos de su creciente popularidad lo asesinaron y, para acallar cualquier
sospecha, entronizaron un retrato del Gran Inventor, así debia llamársele, en el altar mayor del templo,
creando una liturgia para honrar su nombre y mantener viva su memoria. Teniendo gran cuidado de que no se
alterara ni se omitiera una sola rúbrica del ceremonial creado para honrarlo.

Los instrumentos para hacer fuego utilizados por el Gran Inventor fueron cuidadosamente
guardados en un cofre vidriado expuesto a la adoración pública. Se hizo correr el rumor de que curaban de sus
dolencias a todo aquel que pusiera sus manos sobre ellos con unción.

Los sacerdotes se aseguraban de que el Libro fuera transmitido a las generaciones futuras,
mientras ellos se reservaban el poder de interpretar el sentido de sus palabras y el significado de su sagrada
vida y muerte, castigando inexorablemente con la muerte o la excomunión a cualquiera que se desviara de la
doctrina por ellos establecida.

Y la gente, atrapada en una intrincada y culpabilizante red de deberes religiosos terminó por
olvidar completamente el arte de hacer fuego.

Mi compañero de colegio secundario, Alejandro, refiriéndose a otro de nuestros condiscípulos


que sacaba excelentes calificaciones pero que no demostraba aptitudes para lo que entonces nos apasionaba:
las chicas, el fútbol, la barra de amigos, la discusión política.

-Estudia tanto que no tiene tiempo de aprender.

Aprecio mucho el talento del gran pintor mendocino Fernando Fader. El me enseñó a ver los
árboles, en especial los algarrobos, protagonistas de muchos de sus cuadros.

¿Acaso las noches no han dejado de ser planas y homogéneas desde que Van Gogh nos demostró
sus rabiosos torbellinos multicolores?

El pedagogo con mayúscula, su televisor, enseña que el auto no es un medio de locomoción sino la
chance de "levantar" una bella mujer, que la cerveza no es una bebida alcohólica sino la oportunidad de
divertirse con amigos y amigos, que un desoderante no es un artículo de tocador sino la posibilidad de no ser
rechazada por los demás, que las salchichas no son un alimento sino la condición de ser considerada una
buena madre.

No hay buena anestesia, lo saben los cirujanos, sin confusión.


*

El saber siempre está teñido de subjetividad (¿es posible, Pacho, usar con tanto desparpajo
palabras como “siempre”, “nunca”, “todo”, “nada”?).

¿Qué se sabe cuando se sabe nuestra historia oficial? Se sabe una de las versiones posibles, la
impuesta por los vencedores de Caseros.

De acuerdo a ella Facundo Quiroga es el prototipo de los “bárbaros” derrotados por los
“civilizados”, de acuerdo a la clasificación de Sarmiento.

Por lo que sabiendo “lo que está bien saber”, ignoramos que el caudillo riojano era miembro de
una familia aristocrática, rubio y dueño de una infrecuente cultura para la época que le permitía recitar largas
tiradas de la Biblia y redactar cartas de prosa compleja y elaborada.

Para saber y entender es necesario detenerse a pensar.

Muchos no lo hacen porque temen no volver a ponerse en marcha y recuperar el tiempo perdido
para la nada.

No te olvides de llevar siempre tu agenda.

CAPITULO L

Una vida tan dura y pobre.

Escrito en 1509 por Tomás Moro, canonizado hace poco tiempo, ajusticiado por Enrique VIII por
no abjurar de sus convicciones humanísticas:

“Pues, ¿qué justicia es que un rico noble o un usurero o en fin, cualquiera de los que no hace nada
en absoluto o bien que lo que hacen no es muy necesario para la república, haya de tener una vida rica y
placentera sea en la ociosidad o en negocios innecesarios cuando al mismo tiempo pobres trabajadores,
carreteros, herreros, carpinteros y labradores que pueden apenas mantenerse con un trabajo tan grande y
continuo como es arrastrar y llevar animales, y además un trabajo tan necesario que sin él ninguna república
sería capaz de seguir y durar un año, hayan de tener una vida tan dura y pobre y vivir una vida tan desgraciada
y miserable que el estado y condición de los animales de labor puede parecer mucho mejor y más cómodo?.

(...) Pero esos desgraciados, pobres y sencillos, son actualmente atormentados con trabajo
inútil y sin provecho. Y la consideración de su vejez, en la indigencia y la mendicidad, les mata. Pues su
paga diaria es tan pequeña que no basta para el mismo día, mucho menos deja ningún remanente que pueda
ahorrar día a día para el alivio de la vejez”.

Así era y es. Y será cada vez peor si no reaccionamos.


CAPITULO LI

La oportunidad.

La vida está programada para darnos oportunidades a todos. No muchas. A veces es una sola.

La ocasión suele ser tan sutil que puede pasar fácilmente inadvertida. Frecuentemente nos damos
cuenta cuando ya pasó irreparablemente. Le vemos la espalda...

Los temerosos, los distraídos y los perezosos las dejarán pasar.

Canta nuestra zamba:

“Agua que pasa no vuelve a pasar,

dice el viejo refrán,

el momento perdido no vuelve,

la estrella que muere no alumbrará más”.

En el mismo sentido, Heráclito: “Nadie se baña dos veces en el mismo río”.

Tener suerte es no dejar escapar la oportunidad.

“Me indigna cuando se dice de un hombre que ha vencido: ‘tiene suerte’. Lo que ha sucedido es
que ese hombre estaba buscando un agujero por donde escapar. ¿Ha visto usted un tigre en una jaula? Lo
mismo es el hombre que quiere conseguir algo grande.
Va y viene frente a los barrotes. Otros se fatigarían. El no. Va y viene como una fiera. Minutos, días, meses,
años... Dormido y despierto, sano y enfermo. Es como una fiera, va y viene. En cuanto el destino se descuida,
la fiera de un gran salto traspone la muralla, y ya no lo cazan más” (Roberto Arlt).

Hay quienes no tienen dudas de los pasos a dar:

“Para tener éxito primero mataremos a todos los subversivos, luego mataremos a los
colaboradores, luego a sus simpatizantes, luego a los que permanezcan indiferentes. Y, por último, mataremos
a los indecisos” (General I. Saint Jean, gobernador de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura del
Proceso).
*

Un amigo mío sufrió las consecuencias de un catastrófico incendio. La totalidad de sus


electrodomésticos, muebles, adornos, etc. fueron destruidos.

“Comprobé que la inmensa mayoría de lo que poseía era prescindible. Desde que el bendito fuego
me lo demostró soy más libre. Ahora sé que las cosas son estúpidas. Que lo único importante somos nosotros
mismos y aquellos a quienes amamos.”

Una parábola conocida pero digna de repetirse:

Una inundación se abatía sobre el pueblo. El sacerdote rezaba sobre las escalinatas ya mojadas
para que la situación no se agravara.

Pasa un bote y quien iba en él, soltando los remos, le grita:

-¡Venga Padre, suba!

El cura le responde:

-Vaya tranquilo. Dios me ayudará.

La torrencial lluvia continúa. El agua llega ya a las ventanas de la iglesia. El padre está aferrado al
dintel de la puerta. Otro bote, cargando evacuados, pasa frente a la iglesia y lo invitan a subir.

-Gracias –contesta el cura- Dios proveerá.

La inundación fue tan grande que su memoria no se borrará por mucho tiempo. El cura se vio
obligado a refugiarse en el techo, la sotana arremangada por encima de sus rodillas.

-¡Padre, venimos a rescatarlo!- le gritará otro

botero, advertido del peligro que corría el padre.

-Siga, gracias, aun confío en Dios.

Finalmente el cura muere ahogado. Sube al cielo. Se enfrenta con El Supremo. No puede reprimir
su enojo:

-He tratado de ser un buen sacerdote. Me he esforzado

por serlo y Tú sabes que no me ha sido fácil. Muchas tentaciones he tenido que vencer. Sin embargo, cuando
Te necesité no acudiste en mi ayuda...

El Señor lo miró con dureza y conmiseración:

-Te mandé tres botes.

Algunos no desaprovechan la oportunidad de ser inmisericordes:

“¡Ay de aquellos que decretan decretos inicuos

y de quienes hacen escribir escritos dañinos,

marginando del juicio a los débiles

y despojando del derecho a los pobres de mi pueblo,

de modo que las viudas son su presa

y a los huérfanos saquean!

¿Qué haréis el día del exterminio

y cuando la ruina venga de lejos?

¿Hacia quién huiréis buscando socorro


y donde dejaréis vuestra fortuna?” (Isaías 10, 1-3)

Muchísimos son los que hundían sus cuerpos en el agua de las bañeras. Sin embargo fue
Arquímides quien no dejó pasar la oportunidad agazapada en una circunstancia tan cotidiana y pudo gritar
“¡Eureka!” al encontrar la tan buscada forma de medir el peso específico de los objetos.

Tampoco desaprovechó su oportunidad mi amiga Mary quien heredó un galpón en Villa Martelli
y lo transformó en un comedor para quinientos pibes y sus familias.

Ray Bradbury, quien años más tarde se convertiría en el más exitoso escritor de ciencia ficción,
confió a John Huston, el legendario director cinematográfico, que deseaba una buena historia para escribir.

-Me contestó que la mejor es la de un dinosaurio que se enamora de un faro. Esa historia me
cambió la vida. La escribí en Venecia tres años después.

Un día, mientras caminaba con mi esposa por la playa, nos encontramos con una montaña rusa
destruida. Le pregunté a ella: “¿Qué está haciendo este dinosaurio muerto en la playa?”. Mi mujer fue
extremadamente inteligente y no me respondió.

A la noche, volví a la playa y me puse a mirar el mar junto al dinosaurio. Había niebla y de pronto
escuché una bocina que sonaba una y otra vez. Entonces se me ocurrió: el dinosaurio llamándolo, pero cuando
se acerca, descubre que se trata de un faro.

Destrozado, vuelve nadando a su antigua playa, donde muere de amor.

Con esta historia vendí sólo dos mil ejemplares pero mi amigo Ray Harryhausen, otro amante de
los dinosaurios, produjo la película animada. Después de eso seguí escribiendo y continué haciendo películas,
pero siempre recordando la historia del dinosaurio y el faro, considerando cómo se construyeron nuestras
vidas a partir de los dinosaurios.

Es el de en los campos de Maipo.

San Martín observa ansiosamente con el catalejo el resultado del complejo movimiento que ha ordenado
a sus disciplinadas tropas. Con alivio constata que el jefe español no atina con la respuesta adecuada, dejando
inutilizado a su mejor regimiento, el de Burgos

-¡Qué bruto es Osorio! – comentará a su edecán, el coronel O´Brien, quien lo recordará en sus
“Memorias”. Luego, inflamado de confianza y patriotismo:

- ¡Bajo este sol juro que la victoria será nuestra!

Había visto su oportunidad y no la desaprovecharía.

“¡Soy señora de los destinos humanos!

La fama, el amor, la fortuna siguen mis pasos.

Recorro ciudades y campos, penetro

en remotos desiertos y mares, y al pasar

por “villas miseria”, mercados y palacios, tarde o temprano

llamo una vez a cada puerta.

Si duermes, despierta; si celebras, levántate

antes que me vaya. Es la hora del destino.


Y quienes me siguen alcanzan todo aquello

que desean los mortales, y vencen a todo enemigo

salvo la muerte; mas los que dudan o titubean,

condenados al fracaso, la penuria y la aflicción,

me buscan en vano e imploran inútilmente.

¡Respondo que no, y nunca más regreso!” (M. Rosen).

También se requiere astucia para aprovechar la oportunidad, como en la fábula de Esopo, “El
cuervo y la vasija”:

“Erase una vez un cuervo sediento. Había volado mucho tiempo en busca de agua.

De pronto vio una vasija. Descendió y comprobó que contenía un poco de agua, pero ésta estaba
en el fondo y él no llegaba con el pico.

-Pero debo beber esa agua –graznó-.Estoy demasiado fatigado para seguir volando. ¿Qué haré?
Ya sé. Volcaré la vasija.

Le pegó con las alas, pero era demasiado pesada. No podía moverla.

-¡Ya sé! La romperé y beberé el agua cuando se derrame. Estará muy sabrosa.

Con pico, garras y alas se arrojó contra la vasija. Pero era demasiado fuerte.

-¿Qué haré ahora? No puedo morir de sed con el agua tan cerca. Ha de haber una manera, y sólo
necesito pensar hasta descubrirla.

Al cabo de un rato el cuervo tuvo una idea. Había muchos guijarros en torno. Los tomó uno por
uno y los arrojó en la vasija. Poco a poco el agua subió, hasta que al fin pudo beberla.

-Siempre hay un modo de vencer los escollos –dijo el cuervo-, si sabemos aguzar el ingenio.”

Se nos quiere convencer de que los escollos son invencibles. La sumisión ante todo. Por ejemplo
tener actitudes firmes ante las presiones de los organismos financieros internacionales.

¿Adivinás cuál sería la actitud de un Dorrego, un San Martín, un Rosas (el defensor de nuestra
soberanía, no el dictador), un de la Torre, en el lugar de nuestros “negociadores” económicos de hoy?.

Alguna vez dije: “La política es una mierda. Por eso hay que perseverar en ella”. Mis amigos
políticos se enojaron.

Pero estoy convencido de que la política es algo demasiado decisivo para nuestra educación,
nuestra salud, muestra seguridad, nuestra vejez, nuestra cultura para dejarla en manos de los “políticos
profesionales”.

Es tiempo de que te comprometas. De que nos ayudes a disputarles el terreno a los corruptos, a los
insensibles, a los ineptos.

Y no me dejes caer en las tentaciones de la política y líbrame de los males del clientelismo y el
prebendarismo, amén.

Las oportunidades de amar y ser amado, de dar y recibir solidaridad, se desperdician por estar
demasiado ocupados en juntar cosas.

El ser humano es la única especie animal que tiende a la acumulación mucho más allá de sus
necesidades.
Cuando Bill Gates, el hombre más rico del mundo, se sienta en un bar no puede tomar más de una
coca-cola. Igual que vos, que yo y que todos.

En ese momento el resto de sus bienes sobran. O les faltan al prójimo.

La enfermedad de nuestra época es la depresión. La muerte del deseo.

La incapacidad de entusiasmarse por algo. No en vano “entusiasmo”, etimológicamente, quiere


decir “inspirado por los dioses”.

¿Qué dios inspirador se ofrece a nuestro consumo que pueda remediar la desesperanza?. ¿Un
detergente, una pulsera de cobre, un blue jean con su marca cosida?.

-Está bien, Pacho –podrías decir–, quiero empezar.

-¿Empezar? –respondería yo, quizás, inquieto.

-Quiero mejorar. ¿Cómo se empieza? ¿Por dónde?

-No sé, no tengo ni idea –me escabulliría –El mejor maestro es el que termina demostrando su
inutilidad, ya te lo dije.

-¿Algún método, algunas consignas a seguir?.

-Lo desconozco. Lo que sé, o lo que creo saber, es que solamente vos podés saber cómo empezar.
Teniendo el coraje de conectar con vos mismo, con tu deseo. Y temiendo al Juicio.

-Vos ¿por dónde empezaste?.

-Me hacés acordar a aquel buen chiste del que afirmaba que dejar de fumar es facilísimo porque él
había dejado de fumar muchas veces. Yo también empecé demasiadas veces. Sospecho que este libro es otro
de mis intentos.

-Se trata de dar el primer paso y luego intentar el segundo.

-¿Ves? Ya no tuviste necesidad de preguntar.

Podría decirte:

-Lo primero es ser conciente de la diferencia entre cómo vivís y cómo deberías vivir.

Pero no me animaría para no parecer petulante.

Bajá el volumen de tu televisor. O, mejor, apagalo un rato. Lo mismo con la computadora.

Así podrás escuchar:

"He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20)

Vos sos tu voluntad de no dejar pasar la oportunidad de ser solidario. De ser mejor.

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