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L.

Carroll

/// Sobre el Orden, el Desorden y el Sentido en Alicia en el País de las Maravillas de


Lewis Carroll
"Nonsense!" cried Alice,so loudly that everybody jumped,
"the idea of having the sentence first!"1
Me interesaría, aquí, hacer una lectura de Alicia en el País de las Maravillas ligada a la
problemática del sentido y del nonsense y a las relaciones establecidas con distintas
manifestaciones de desorden que funcionan en el texto, apoyándome en el trabajo de la
cátedra alrededor de la "teoría del caos" y lo propuesto por Gilles Deleuze en Logique du
sens.2
La inquietud: ¿cuáles son las posibilidades de análisis que provee la convivencia, si la
hay, de distintos universos de sentido –y de "sinsentido"- dentro de la obra? Y este
análisis ¿qué entradas permite hacer en el texto?
Las aventuras de Alicia pueden, en términos de la "teoría del caos", ser comparadas con
un sistema disipativo o alejado del equilibrio. Ante la estabilidad inicial del ordenamiento
en que se halla Alicia, se desata un desorden regido por distintos momentos de
desequilibrio, que serían cada uno de los capítulos y los diferentes sistemas propuestos en
ellos. El regreso de Alicia junto a su hermana es como un nuevo punto de equilibrio, al
que puede llegar luego de este tránsito caótico, del que surge transformada. "…un mismo
sistema –dice Prigogine- puede, a medida que se hace crecer su distancia al equilibrio,
atravesar múltiples zonas de inestabilidad en las que su comportamiento se transformará
de manera cualitativa."3
Los estados de equilibrio estarían representados en la presencia de la hermana de Alicia,
junto al río. Si se busca, en el punto de la estabilidad inicial, una figura que funcione
como extraño atractor, puede sugerirse la del conejo sacando el reloj del chaleco.
...de pronto un conejo blanco con grandes ojos rosados se cruzó ante ella.
En realidad no había nada de extraño en ello y Alicia no se sorprendió ni
siquiera cuando le oyó decir:
—¡Ay, Dios mío, qué tarde se me está haciendo!
...Y fue entonces cuando el conejo sacó un reloj de bolsillo de su chaleco para
consultar la hora, antes de echar a correr de nuevo, y sólo entonces se dio cuenta
la niña de que nunca había visto un conejo con chaleco ni, mucho menos, con reloj
de bolsillo. (pp. 113-114)4
En una primera instancia, cuando aparece, concentra en sí la atención de Alicia, opera la
atracción. En una segunda, al hacer aparecer el reloj, introduce lo extraño, sirve de excusa
para que la niña se inserte en el mundo subterráneo y en el desequilibrio. Seguir al conejo
tiene consecuencias realmente imprevisibles.
Ahora bien, parece más viable pensar que quien funciona como extraño atractor es el
sueño, o el inconsciente, y que el orden en los equilibrios inicial y final es sostenido por
la vigilia. El inconsciente puede pensarse como desorden desde el universo de lo racional
porque lo somete a constantes fluctuaciones.
El concepto de inestabilidad contiene al de impredecibilidad. Lo imprevisible recorre
toda la narración como principal demostración de desorden ("—¿Hacia dónde voy, hacia
arriba o hacia abajo?", p. 119). En Alicia... se puede atribuir la idea de desorden a la
incapacidad de Alicia de predecir lo que le va a suceder. No podría predecir porque no
conoce las leyes con las que se enfrenta. Así, al incorporar conocimientos puede barajar
preguntas y respuestas que le permiten manejarse mejor.
Prigogine subraya que no es la insuficiencia del conocimiento lo que rige la
impredecibilidad del comportamiento de sistemas dinámicos inestables, sino la
inestabilidad misma de algunos de ellos, en los cuales "ningún conocimiento finito de las
condiciones iniciales permite prever el resultado del juego"5. De un modo similar, no sería
la incapacidad de Alicia de predecir qué sucederá lo que vuelve extraños los
acontecimientos, sino la naturaleza misma del sueño como disparador de asedios a la
razón.
Valéry: "El cerebro es la inestabilidad misma."6 La razón, fuente tradicional de
ordenamiento y de resolución de certidumbres, es puesta en un lugar inestable, de
funcionamiento imprevisible. Lo racional se encuentra indefenso en el terreno de lo
onírico, rodeado de no-regularidad. Las leyes de la vigilia pierden operacionalidad. "Para
ellos, el juego no tiene reglas, o si las tiene, nadie se molesta en cumplirlas" (p. 186), dice
Alicia.
Parece claro que el sueño como desorden sólo es válido al pesarlo desde el ordenamiento
racional. Ya en el mundo de los sueños, es difícil pensar que se está dentro de un mundo
real en que se rompen sistemas, sino que es más probable que la representante de lo
extraño sea Alicia.
En el País de las Maravillas (el País de lo Onírico) también hay modos habituales de
comportarse, extraños sólo para Alicia, en este caso intrusa que debe acomodarse a estas
(para ella) nuevas proposiciones.
Se encontró, una vez más, en el gran salón, muy cerca de donde estaba la mesita
de cristal. "Esta vez me las arreglaré mejor", se dijo. Y comenzó por coger la llavecita
y abrir con ella la puerta que conducía al jardín. A continuación, se puso a mordisquear
la seta (que había guardado previsoriamente en su bolsillo) y fue menguando hasta tener
un palmo de altura. Se dirigió entonces por el estrecho pasadizo que le conducía, ¡por fin!,
hasta el deseado jardín, donde se vio rodeada por el colorido de alegres flores y el murmullo
de las fuentes. (p. 179)
El aprendizaje permite el paso al jardín. Para esto, Alicia tuvo que incorporar los
mecanismos de comportamiento necesarios para lograrlo. El conocimiento y su
incorporación es una problemática que acompaña el viaje de Alicia en distintas
direcciones. Ciertas transformaciones en la identidad de Alicia se centran en la pérdida o
adquisición del conocimiento.
...Y tampoco puedo ser Mabel, porque yo sé muchas cosas y ella sabe tan poquitas...
Y además, ella es ella y yo soy yo. ... Voy a ver si, por lo menos, sé las cosas que
antes sabía. (p. 123)
Con el paso a este otro mundo, Alicia, además de ver transformadas las reglas, también
presencia sus propias metamorfosis.
-¿Puede saberse quién eres tú? –preguntó la Oruga.
No era lo que se dice un comienzo muy alentador para una conversación.
Alicia contestó, algo intimidada:
-La verdad, señora, es que en estos momentos no estoy muy segura de quién soy.
El caso es que sé muy bien quién era esta mañana, cuando me levanté, pero desde
entonces he debido sufrir varias transformaciones.
-¿Qué es lo que tratas de decirme? –dijo la Oruga, con toda severidad-. ¡Explícate,
por favor!
-¡Ésa es justamente la cuestión! –exclamó Alicia-. No me puede explicar a mí misma
porque yo no soy yo, ¿se da usted cuenta?
-Pues no, no me doy cuenta –dijo la Oruga. (p. 148)
La identidad ya no es unívoca, sufre transformaciones, desdoblamientos (como con la
asignación de significado, no existe sólo un modo de designación). Al desconcierto
siguen la adaptación y la manipulación. De ahí que salga airosa al jardín.
Alicia pierde el control sobre sus saberes habituales, especialmente sobre los que le son
inculcados como absolutos. Así con las Matemáticas, la Geografía, los poemas ("... las
palabras que pronunciaba eran diferentes a las del poema que tan bien conocía...", p.
123).
Veamos: cuatro por cinco, doce; cuatro por seis, trece; cuatro por siete... ¡Dios mío!
¡A este paso nunca llegaré a veinte!...A ver qué tal me va en Geografía: Londres,
capital, Paris; Paris, capital, Roma ... Roma, capital... ¡No es así, no es así! ¿Será
que me he convertido en Mabel? Supongo que, al menos, seré capaz de recitar
"A un panal de rica miel...". (p. 123)
Alicia quiere probarse a sí misma que sigue existiendo midiendo su conocimiento. Pero
hay una tensión entre saber y no saber que implica un deslizamiento de la identidad.
Los cambios corporales que sufre Alicia -crecer, menguar, cambiar la voz ("... su voz
tenía un sonido ronco y extraño...", p. 123)- producen, en un principio, el desconcierto y
la incertidumbre ("¡Comprenderá usted que cambiar tantas veces de tamaño en un solo
día no es fácil de entender!", p. 148). Más adelante, Alicia maneja los cambios o no le
sorprenden. Entonces, a veces, lo que le resulta extraño es no cambiar ("Se quedó muy
extrañada al ver que no cambiaba.", p. 119).
La incertidumbre sobre las consecuencias de los cambios corporales provoca
cuestionamientos sobre el porvenir de la identidad ("—¿Qué pasaría —se dijo— si me
esfumo del todo como se esfuma una vela cuando se le acaba la cera? …y trataba de
recordar, en vano, la llama sin la vela que la alimentara.", p. 118).
Puede agregarse que, si se piensa en el carácter caótico de las aventuras, las
transformaciones de la identidad también aparecerían luego como consecuencia de
atravesar la inestabilidad.
Por otro lado, aparece la pérdida del nombre propio ("-¿Puede saberse qué haces tú aquí,
Mariana?", p. 139), que puede pensarse como contraposición a la idea de la asignación de
identidades fijas.
La pertre du nom propre est l’aventure qui se répète à travers toutes les aventures
d’Alice. Car le nom propre ou singulier est garanti par la permanence d’un savoir.
Ce savoir est incarné dans les noms généraux qui désignent des arrêts et des repos,
substantifs et adjectifs, avec lesquels le propre garde un rapport constant."7
Tampoco la identidad aparece como unidad. Alicia tiene por costumbre desdoblarse para
hablar consigo misma.
Y es que aquella niña tan original jugaba a veces a ser dos personas distintas. "Aunque
de nada me serviría ahora ese juego —pensó la pobre Alicia—. ¡Cómo voy a ser dos
personas si ni siquiera soy del todo una!" (p. 119)
Cuando Alicia no puede salir de la casa por su tamaño, además de la pérdida de
movimientos que le acarrea el cambio corporal, se desdobla al dialogar consigo misma y
el conejo le asigna otro nombre propio.
Y de este modo continuó un buen rato, contestándose sus propias preguntas, como
si sostuviera una entretenida conversación consigo misma. Al cabo de unos pocos
minutos oyó una voz del exterior y se paró a escuchar.
-¡Mariana, Mariana! –decía la voz-. ¡Tráeme los guantes al momento! (p. 142)
En el momento en que Alicia entra en el sueño, tiene que comenzar a lidiar con otras
reglas del juego, no con las de la vigilia, y entonces, con su bagaje de presupuestos, se
convierte en la introductora del desorden en el mundo maravilloso.
-Artículo Cuarenta y dos del Reglamento: Todas aquellas personas que midan más
de kilómetro y medio de altura deberán abandonar la sala.
Todo el mundo miró a Alicia.
-¡Pero si yo no mido un kilómetro y medio de altura! –protestó Alicia.
-Yo diría que sí –dijo el Rey.
-No me extrañaría que midiera más de dos –añadió la Reina.
-Bueno, de cualquier modo no pienso marcharme –dijo Alicia-. Además, esa regla no
vale porque se la acaba de inventar usted.
-Es el artículo más antiguo de todo el reglamento –aseguró el Rey.
-En ese caso, sería el Artículo Número Uno –replicó Alicia.
El Rey palideció al oír el alegato de Alicia y optó por cerrar el Reglamento con presteza. (p. 222)
Al enfrentarse con el Rey y la Reina, Alicia quiebra el orden habitual instaurado, deja sin
efecto la autoridad real. Hasta entonces no llegaba a mostrar sus molestias tan
abiertamente (puede decirse que sólo era un elemento extraño que no operaba rupturas
graves). Un comportamiento similar tiene el Gato en el Capítulo VIII:
-Es un amigo mío: un Gato de Chesire –le dijo Alicia-. Permítame que se lo presente.
-No me gusta nada su aspecto –comentó el Rey-, pero en fin, si insiste, dejaré que
me bese la mano.
-Gracias, pero prefiero no hacerlo – le dijo el Gato.
-¡No seas impertinente! –le dijo el Rey-. ¡Y no me mires con esos ojos!
Mientras hablaba, el Rey se había colocado detrás de Alicia para protegerse del Gato.
(pp. 186-187)
El Gato se enfrenta al Rey en el mismo sentido en que lo hace Alicia, desarmando su
autoridad, poniendo en primer lugar la propia y ganándose un corte de cabeza. Además,
Alicia lo presenta como su amigo, poniendo en relieve la preferencia. "¿Cómo poder
negar la lógica aplastante de las palabras del Gato?" (p. 165)
-¡Qué insensatez! –exclamó Alicia-. ¿Dónde se ha visto que la sentencia se dicte
antes de saber el veredicto?
-¡A callar! –vociferó la Reina, poniéndose roja de ira.
-¡No me da la gana! –contestó Alicia.
-¡Que le corten la cabeza! –chilló la reina con toda la fuerza de sus pulmones
Pero nadie se movió. (p. 227)
Al igual que el Gato, Alicia se gana un corte de cabeza. Estos dos cortes de cabeza son
distintos de los normales. Acá no sólo funciona el capricho de Sus Majestades sino
también el riesgo de ver anulada la autoridad. Tanto Alicia como el Gato saben de la
inconsistencia de esta autoridad y no están inmersos en el ordenamiento del jardín.
Respecto a la figura del gato, Deleuze lo caracteriza como "la voz de las alturas", "la voz
buena" con la que Alicia se identifica en la etapa final de su peripecia, marcando la
elección de la superficie a la profundidad.8
Alicia, dice Deleuze, recorre en el País de las Maravillas un camino que va de la
profundidad a la superficie, que tendrá preeminencia en el mundo del Espejo ("Il n’ya
donc pas des aventures d’Alice, mais une aventure: sa montée à la surface, son desaveu
de la fausse profondeur, sa découverte que tout se passe à la frontière."9). Este camino
estaría separado por tres partes marcadas por cambios de lugar. Una primera, entre los
capítulos I a III, regida por la caída de Alicia, donde todo es profundidad (alimento,
excremento, simulacro).
La madriguera era un largo túnel que, de improviso, torcía su curso y descendía de
forma tan inesperada, que Alicia, sin tiempo para pensar en detener su caída, se
precipitó por lo que parecían las paredes de un pozo muy profundo. (p. 114)
En la segunda parte, aparece un cambio que tiene que ver con la elección entre
profundidad y superficie.
...Qu’il y ait là un changement, Carroll a pris la peine de nous le faire remarquer,
puisque maintenant c’est boire qui fait grandir, et manger qui rapetisse (c’était
l’inverse dans la première partie). Et surtout faire grandir et faire rapetisser sont
réunis sur un même objet, le champignon qui fonde l’alternative sur sa propre
circularité.10
La seta, objeto ambiguo, es reemplazada por el Gato, "objeto de las alturas", el que se
retira, se sustrae. Igualmente, en esta parte, Alicia descarta la profundidad, se hace a un
lado, y se traslada a la superficie.
En el Capítulo VIII, que introduce la tercera etapa, la de la superficie, Alicia entra "por
fin" en el jardín, empieza a tratar con cartas ("sans épaisseur, figures planes"), se
identifica con el Gato y los animales -habitantes de la profundidad- devienen esclavos (el
Conejo) o instrumentos inofensivos (los erizos y los flamencos).
La confusión de orden y desorden en la historia de Alicia es coherente con lo que se
encuentra en el trabajo sobre la superficie del lenguaje alrededor de la coexistencia de
sentido y de non-sens, la constitución de un juego paradojal.
...le paradoxe est l'affirmation des deux sens à la fois....11 Le paradoxe est d’abord ce
qui détruit le bon sens comme sens unique, mais ensuite ce qui détruit le sens
commun comme assignation d’identités fixes"12
En el texto de Carroll se encuentran formas de transgresión del modo correcto de decir,
como la ambigüedad, las palabras inventadas y el malentendido.
El equívoco aparece como forma de generación de sentido en tanto transgrede las formas
fijas de expresión ("-¡Ay, pero qué rarismo –exclamó Alicia, a la que, de tanta excitación,
se le había olvidado hablar correctamente", p. 121. "¡Las Antipatías me parece que se
llama…!", p. 115). El hablar correctamente también aquí funciona como modo de
definición. El equívoco es medido desde el bien decir.
En Alicia...es difícil que las cosas estén dichas de la manera que corresponde. La
ecuación en la que a determinadas palabras corresponden determinados conceptos se
desarma. Se pone de manifiesto que el lenguaje no es entidad, ni identidad fija, ni unidad.
El lenguaje se enriquece en el equívoco y también (¿porqué no?) en la incapacidad de
comprensión de sistemas de comunicación externos al propio ("El comentario del
Sombrerero parecía no tener ningún sentido, aunque se expresara correctamente", p. 173).
La ambigüedad que implica la equivocidad, el dilema de si el malentendido suma o resta
información, se hace presente en el texto.
-Creo que sé la solución.
-Quieres decir que puedes encontrar la solución al acertijo? –dijo la Liebre Marcera.
-Exactamente –contestó Alicia.
-En ese caso deberías decir lo que piensas –insistió la Liebre.
-Es lo que estoy haciendo –le replicó Alicia-, o, al menos, pienso lo que digo, lo cual
viene a ser lo mismo. (p. 170)
Hay siempre un conflicto entre decir, querer decir y deber decir, en el mundo de las
Maravillas (que en A Través del Espejo... se encuentra en el diálogo con Humpty
Dumpty).
...Todo pez que se precie va siempre en compañía de un delfín.
-¿De veras? –le preguntó Alicia sorprendidísima.
-Pues claro –dijo la Tortuga-. Si se me acerca un pez y me dice
que se va de viaje, lo primero que le preguntaría es: "¿con qué delfín?".
-¿No querrá usted decir "con qué fin"? –inquirió Alicia.
-¡Quiero decir lo que digo! –le espetó la Tortuga, bastante ofendida. (pp. 205-206)
La ambigüedad, para sus habitantes, se resolvería en el querer decir. Después de todo,
sólo es cuestión de saber quién manda.
Una dulce somnolencia se había apoderado de la niña, lo cual no le impedía
continuar con su perorata, aunque de forma algo inconexa:
—Murciélago…, murcielagón…, murcierratón…, ¡murciegatón!" (p. 116)
Existe un juego con el lenguaje, con el montaje. La creación de palabras nuevas muestra
la inserción en un mundo donde conviven reglas de caos y cosmos.
La idea de chaos-cosmos como una convivencia generadora de sentido en Deleuze, se
puede poner en paralelo con la idea de la coexistencia de orden y desorden como
coherencia creativa en Prigogine.
…la producción de entropía contiene siempre dos elementos ‘dialécticos’: un
elemento creador de desorden, pero también un elemento creador de orden. Y
los dos están siempre ligados.13
C’est plutôt la coexistence de deux faces sans épaisseur, telle qu’on passe de
l’une à l’autre en suivant la longueur. Inséparablement le sens est l’exprimable
ou l’exprimé de la proposition, et l’attribut de l’état de choses.14
A modo de conclusión, puede decirse que la manifestación de la convivencia de orden y
desorden en Alicia… aparece en el encuentro de las normas del mundo de Alicia y el de la
profundidad y la superficie del País de las Maravillas.
Este encuentro ("…un jeu du sens et du non-sens, un chaos-cosmos."15) se pone en
evidencia en la contraposición de las formas de sentido y sinsentido, por llamarlo de
alguna manera: lo que se llama nonsense no es precisamente la falta de un sentido, sino
una presencia que transgrede el sentido común y el buen sentido.
Gabriela Villalba
NOTAS
1
Carroll, Lewis. Alice’s Adventures Under Ground. Londres, Pavilion Books Limited,
1985.
2
Deleuze, Gilles. Logique du sens. Paris, Les Editions de Minuit, 1969.
3
Prigogine-Stenders. Entre el tiempo y la eternidad. Bs. As., Alianza Ed., 1992, p. 69.
4
Las citas se hacen por: Carroll, Lewis. Alicia en el País de las Maravillas • A Través del
Espejo y lo que Alicia encontró allí. Madrid, Ediciones Cátedra, 1995.
5
Prigogine, Ilya. El nacimiento del tiempo. Barcelona, Tusquets Editores, 1991, pp. 54-
55.
6
Prigogine, Ilya. Idem, p. 93.
7
Deleuze, Gilles. Idem, p. 11.
8
Deleuze, Gilles. Idem, pp. 274-275.
9
Deleuze, Gilles. Idem, p. 19.
10
Deleuze, Gilles. Idem, p. 274.
11
Deleuze, Gilles. Idem, p. 9.
12
Deleuze, Gilles. Idem, p. 12.
13
Prigogine, Ilya. Idem, p. 48.
14
Deleuze, Gilles. Idem, pp. 33-34.
15
Deleuze, Gilles. Idem, p. 7.

BIBLIOGRAFÍA
Carroll, Lewis. Alicia en el País de las Maravillas - A Través del Espejo y lo que Alicia
encontró allí. Madrid, Ediciones Cátedra, 1995.
Deleuze, Gilles. Logique du sens. Paris, Les Éditions de Minuit, 1969.
Prigogine, Ilya. El nacimiento del tiempo. Barcelona, Tusquets Editores, 1991.
Sametband, Moises. Entre el orden y el caos: la complejidad. Bs. As., Fondo de Cultura
Económica, 1994.

BIBLIOGRAFÍA COMPLEMENTARIA
Morin, Edgar. "Le besoin d’une pensée complexe" en Magazine Littéraire. Hors-série
1996. "La passion des idées". Paris, 1996.
Prigogine, Ilya. El fin de las certidumbres. Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello,
1996.

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