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MUJERES EXTRAORDINARIAS

Artemisia Gentileschi, la pintora que canalizó


su frustración pintando heroínas bíblicas

La italiana trató de olvidar con los lienzos los abusos


sexuales de los que fue víctima. Se convirtió en referente y
fue la primera mujer en ingresar en la Academia de dibujo
de Florencia

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Pasarán los siglos y el arte de Artemisia Gentileschi seguirá siendo conocido


por todo el mundo. La pintora del Barroco italiano, una persona tan libre
como atípica, logró ser la primera mujer en pertenecer a la entonces
inaccesible Academia de dibujo de Florencia. Todo un sueño y un
reconocimiento para los artistas de la época. Lo que muchos desconocen es
que el realismo de sus obras traspasó los lienzos y vivió un infierno en sus
propias carnes.

Cuando tenía 18 años, su padre, Orazio Gentileschi, trajo a casa al también


pintor Agostino Tassi, un foráneo que había aterrizado en Roma con la
esperanza de encontrar fortuna con sus trabajos. Los dos hombres fueron
contratados para realizar los frescos del Casino de las Musas, en el Pallavicini
Rospigliosi, y llegaron a entablar cierta amistad. Orazio se apiadó de su
compañero, que no tenía residencia fija en la ciudad, y le ofreció su casa.
Artemisia logró ser la primera mujer en

pertenecer a la entonces inaccesible Academia

de dibujo de Florencia
Pero la miseria humana de Tassi venció a la bondad de su nuevo amigo. El
invitado, aprovechando un día que estaba Artemisia sola en casa, la forzó y la
violó. “Cerró con llave la habitación y después me tiró sobre la cama,
inmovilizándome con una mano sobre el pecho y poniéndome una rodilla
entre los muslos para que no pudiera cerrarlos y me levantó las ropas”,
confesaría Artemisia posteriormente en un juicio.

Pero, por miedo o vergüenza —como ocurre con tantas otras—, el caso no
llegó a los tribunales hasta un año más tarde. En esa época, pese a que una
mujer fuera violada, sólo tenía esperanzas de que fuera mínimamente
escuchada en un juicio si en el momento del suceso era virgen. Algo que le
ocurría a Artemisia, y por lo que su padre denunció al pintor, no sin antes
haber tratado de convencerles de que debían pasar por el altar. Ambos se
negaban a ese trámite: él porque no quería pareja estable y ella por evitar
repetir semejante infierno cada día de su vida.

La miseria humana superó a la bondad y,

aprovechando que estaban solos en casa,

Agostini Tassi forzó a Artemisia


Al comprender que la joven había sido desvirgada sin su consentimiento,
pudo acceder al juez. Pero pese a que el veredicto hacia Tassi fue culpable, las
consecuencias no le afectaron demasiado, pues le daban total libertad para
elegir si quería realizarcinco años de trabajos forzados o permanecer en el
exilio. El agresor optó por la segunda opción, teniendo como única condición
no pisar Roma. Algo que no le fue muy difícil, teniendo en cuenta que él ya
venía de fuera y tenía aposentos fuera de la ciudad.

Tassi rápidamente se olvidó de lo sucedido, una suerte de la que no pudo


gozar Artemisia, que cargó con este peso durante toda su vida. Pero la vida
continuaba, y ella buscó el modo de sobrevivir, así que acabó canalizando
todo su dolor a través de las artes plásticas. Aunque no lo consiguiera, pintaba
para tratar de olvidar. Fue tal su esmero sobre los lienzos, que acabó
perfeccionando su técnica y siendo reconocida por otros colegas de profesión.

El castigo de Tassi fue ridículo en comparación

con la carga que llevó Artemisia a lo largo de

su vida
Sus obras plasmaban la ascensión de la mujer en la pintura a un primer plano.
En los lienzos de los que ella era dueña. Sólo existían heroínas, dueñas de su
destino, voluntad y justicia. Así, la italiana es la responsable de lo que sería la
primera reivindicación femenina pictórica.

Entretanto, por orden expresa de su padre, se casó con otro pintor,Pierantonio


Stiattessi, pues creía que era la única opción para conservar la dignidad de su
hija, le gustara o no a ella. Una vez casados, el matrimonio se fue a Florencia
para alejarse de su pasado y fue entonces cuando la fama de las pinturas de la
joven llegó a la ciudad. Un mérito que le valió para acceder a la preciada
Academia de dibujo de Florencia.

De este modo, Artemisia logró resurgir de sus cenizas y brillar cuando a las
mujeres no se les permitía otra cosa que ser esposas y madres. Y, pese a que le
sería despojada la autoría de muchas de sus obras —lamentablemente, algo
común en la época—, pudo manifestar en sus cuadros la justicia no
consumada que tanto había anhelado en tiempos pasados.

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