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DE
MENENDEZ Y PELAYO
(CON UN APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO)
POR
MADRID
IMP. DE LA «BEY. DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS»
LA FILOSOFIA
DE
MENENDEZ Y PELAYO
(CON UN APÉNDICE BIBLIOGRÁFICO)
POR
MADRID
IMP. DE LA «REV. DE ARCH., BIBL. Y MUSEOS»
Oló^aga, i. Teléfono 3.i85
1912
LA FILOSOFÍA
DE MENÉNDEZ Y PELAYO
aquel que ampliara el léxico de Marco Tulio; y sin tener presente que
ningún gran filósofo ha esclavizado su pensamiento, sin perder por ello,
ipso fado, el derecho de figurar en la historia.
Ante tal situación, Menéndez y Pelayo creyó indispensable enderezar
sus esfuerzos en el sentido de los siguientes fines: i.°, labor de crítica im¬
jease más papeles que Bartolomé José Gallardo, ni que tuviese más eru¬
dición que Escalígero, y, sin embargo, las producciones de uno y otro
son
hoy consultadas, pero no leídas. Siempre ocurrirá lo contrario con
Menéndez y Pelayo: libro que él escribió habrá de ser leído por
todo el
que piense estudiar el mismo asunto, porque, aun cuando la progresiva
tarea del historiador
haya rectificado atribuciones, enmendado fechas,
añadido datos y mejorado ediciones, en aquel libro habrá de hallar pun¬
tos de vista luminosos, y apreciaciones que
le servirán de guía y le aho¬
rrarán el trabajo de descubrir ahora el Nuevo Mundo.
*
* *
por alzar figura ni por seducir con vana palabrería á los incautos, sino con
austera y viril consagración al espíritu de verdad y de vida, que eman¬
cipa á los hombres de la tiranía del error, de la pasión y de la falacia».
Y aun añadía que Lloréns personificó el segundo momento de la escuela
escocesa en Cataluña, «la evolución de la filosofía del sentido común,
modificada ya por la crítica de Kant; la comprensión total de la doctrina
hamiltoniana de la conciencia, los nuevos rumbos de la psicología experi¬
mental y de los estudios lógicos; y, como alma de todo esto, una velada
que corren. Por lo mismo que todo hombre es falible y que todo sistema
cerrado es forzosamente anticientífico (porque contradice el natural y
dado á luz y han venido cada uno á su vez á representar; obras que ofre¬
cen á nuestras miradas otros tantos mundos imaginarios y verdadera¬
que solamente los independientts (en mayor ó menor grado), los desvia¬
dos, los heterodoxos, son los dignos de recordación en la memoria
humana.
En virtud de condición
su
filosófica, pudo llegar Menéndez y Pelayo á
aquella alta crítica, que ningún especialista alcanzará jamás. El que haga,
por ejemplo, historia literaria, sin tener temperamento filosófico, produ¬
cirá una obra imperfecta
y poco duradera. ¿Qué especialista, no filósofo,
explicará satisfactoriamente, por lo que á España respecta, el carácter
realista de sus poemas épicos medioevales,
el singular íenómeno de la
literatura picaresca, el carácter dialéctico de nuestro teatro del
siglo xvn,
la razón de ser del
gongorismo y del conceptismo, y el espíritu docente del
siglo xvm? Censurar á Menéndez y Pelayo porque prodigó su actividad en
muy distintas direcciones, con el propósito de fundirlas todas en el mara¬
villoso crisol de su crítica, sería lo mismo que lamentarnos de que Lu¬
crecio, en vez de escribir el poema De rerum natura, no se hubiese pasado
la vida, como Zenodoto
y Aristarco, poniendo comas, quitando puntos y
proponiendo enmiendas á los versos de Homero.
Todo es útil y meritorio en la vida, cuando se realiza con pureza de
intención y mediante honraba labor; pero no confundamos la obra del
arquitecto con la faena de los albañiles especialistas, que llevan á la prác¬
tica, cada uno en su esfera, las indicaciones de aquél.
#
* *
los veintiún años, sin conocer del mundo y de los hombres más que lo que
dicen los libros, creo que ni aun los más severos han de negarme su in¬
tales personas. La mayor parte no me eran conocidas más que por sus he¬
chos y por las doctrinas expuestas en sus libros ó en su enseñanza. De
casi todos pienso hoy lo mismo que pensaba entonces; pero si ahora escri¬
biese sobre el mismo tema, lo haría con más templanza y sosiego, aspi-
8 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
luto... Todo esto, si se lee fuera de España, parecerá increíble. Sólo aquí,
donde todo se extrema y acaba por convertirse en mojiganga, son posibles;
tales cenáculos. En otras partes, en Alemania, pongo por caso, nadie
toma el oficio de metafísico en todos los momentos y ocupaciones de su
vida: trata de metafísica á sus horas, profesa opiniones más ó menos
nuevas y extravagantes, pero en todo lo demás es un hombre muy sen¬
sato tolerable. En España no: el filósofo tiene que ser un ente raro, que
y
se
presenteá las absortas multitudes con aquel aparato de clámide pur¬
púrea y chinelas argénteas con que deslumbraba Empédocles á los sira-
cusanos.»
esencia y valor propio niegan por diversos caminos; no dan luz ni guía al
artista ni al crítico para sus obras
y juicios, y, en cambio, lo misma
Krause que Jungmann, cada cual por su estilo, propenden á cierto misti¬
cismo sentimental, que confunde y borra á cada
paso los términos de la
moral, de la religión y del arte, sin provecho ni ventaja alguna para el
arte, para la religión ni para la moral, que son lo que son, y pueden vivir
en armonía
jerárquica, sin necesidad de estas absurdas mescolanzas ni de
estas recíprocas intrusiones» 2. Y más adelante añadía las siguientes
pala-
1 Heterodoxos, m, 721.
9 Historia de las ideas estéticas en España, tomo iv, vol. 1.
LA FILOSOFÍA DE MENENDEZ Y PELAYO II
bras, que parecen escritas para los actuales momentos: «No basta que un
autor tenga apellido alemán Biblia cuanto escri¬
para que pase por una
ba. En Alemania, como en todas partes, se escriben libros buenos y malos,
y éstos en mayor cantidad que los primeros, por lo mismo que se escribe
muchísimo. Coger á la ventura uno de estos libros, que en Alemania na¬
die ha leído, y traducirle porque halaga nuestras propensiones, no es com¬
*
•X- *
etcétera).
3.a El onto-psicologismo de Fox Morcillo.
ser
por el fervor architomista que en estos últimos años ha entrado á los .
1910 -1, escribía el maestro estas inmortales palabras, que considero, á pe¬
sar de no ser las últimas, como su testamento intelectual, y que deberían
reniega de cuanto en la historia los hizo grandes, arroja á los cuatro vien¬
tos su riqueza artística, y contempla con ojos estúpidos la destrucción de
*
* *
imagine gaudet».
Es decir: que para Menéndez y Pelayo, consecuente con su abolengo
dualidad es evidente. Tenemos, pues, conciencia del yo, como sujeto que
ción? ¿Por dónde hemos conocido el mundo exterior para poder aseverar
i Comp. Wiiliam James: Précis de Psychologie, trad. Baudin-Bertier, París, 1909, pá¬
gina 618.
LA FILOSOFÍA DE MENENDEZ Y PELAYO 19
^que esa representación es fiel? La representación (diremos con Hamilton)
supone algo representado; la representación del mundo exterior supone
<este mundo directamente conocido.»
•s
* *
no alargar
demasiado este trabajo, y porque, además, nada puede susti¬
tuir á la lectura del original.
«Tomado en conjunto el sistema de Kant—dice el maestro, después
sin darse punto de reposo, á tapiar todos los huecos por donde pueda
que realiza una de las antinomias favoritas de Kant, puesto que si con una
mano
destruye y anula la ciencia estética, con otra vuelve á levantar lo
que había destruido, y da á las futuras teorías de lo bello una base crítica
y analítica que establece la independencia de su objeto y pone á salvo los
derechos del genio artístico contra el menguado criterio de utilidad, contra
el empirismo sensualista, y también (¿por qué no decirlo?) contra las Íes-
* •*
tino se sorprende de que Menéndez y Pelayo «con ser quien era y con haber expuesto con tanto
calor y maestría las doctrinas de Vives, no logró formar un vivista». También se maravilla de
que el Maestro sintiese afecto hacia mi persona, cuando pienso y escribo «en los puntos más
fundamentales»(¿quépuntos serán éstos, cielo santo?) de modo contrario al dé aquél.—En cam¬
bio á mí no me sorprende ninguna de las afirmaciones del P. Getino, porque para saber si Me¬
néndez y Pelayo formó ó no vivistas, es necesario conocer lo que sea el vivismo; y para enten¬
der por qué un hombre puede amar y apreciar á otro, á pesar de su diferencia de opiniones, se
necesita estar enterado de lo que sean nobleza de espíritu y generosidad de criterio.
Es inconcebible lo que en el citado artículo se dice sobre la vida y las obras de Menéndez y
Pelayo, como no sea teniendo en cuenta que el autor es otro árcade por el estilo del P. Fonseca.
De ese artículo resulta que Menéndez y Pelayo no merece el título de «investigador y especia¬
lista» en tan alto grado como Morales, Chacón ó Zurita (¡ 1); que, como hombre, además de
«comer
y beber como un sajón», «no perdía detalle de las cominerías de actualidad»; que el pa¬
triotismo del Maestro fué «exagerado y anticientífico»; que su afirmación de que en España ha
habido una filosofía con caracteres propios y definidos «no deja de ser un postulado caprichoso
y expuesto», etc., etc.; porque el desenfado del autor para acumular con olímpica frescura apre¬
ciaciones sin fundamento y conclusiones sin prueba raya en lo inverisímil.
El apresuramiento con que se ha procedido por algunos, calientes aún los restos mortales
del Maestro, para empequeñecerrebajar la figura de éste, merece detenido estudio, porque se
y
enlaza con la decadencia actual de nuestra Patria'y con las bajas notas de envidia, sectarismo,
pedantería é ignorancia que la informan. No tardaré mucho, Deo voleníe, en exponer, con toda
claridad, las causas de aquella campaña. Ya la preveía el insigne muerto. En carta, fechada el 2
de Mayo de 1913, me decía, después de describirme las peripecias de su enfermedad: «Digo á us¬
ted todas estas cosas; pero no quisiera que se enterasen otros, porque tal es la picara condición
humana, que son más los que se alegran que los que se conduelen del mal ajeno.»
2 Ensayos de critica filosófica, Madrid, 1892, págs. 192 y 360 á 366
24 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
*
* *
mera en
peligro. «Hay en la crítica—escribe Lanson 1—una parte de ar¬
bitrariedad, de subjetivismo, de preferencia sentimental ó de lógica a
priori, que aparta de ella los espíritus educados en la disciplina de las
•ciencias históricas y filológicas. Se aplican los métodos exactos al estudio
del desarrollo y de las obras maestras de la literatura, y mientras lan¬
bajo subsistir como género; si no fuese permitida más que á los espíritus
•excepcionales, que nos interesan más por ellos mismos que por el asunto
de que hablan, no habría razón para lamentar este cambio.»
En estas afirmaciones de Lanson hay mucho de verdad (sobre todo
aplicar los métodos exactos á que se refiere Lanson, y será preciso com¬
parar documentos, catalogar frases y vocablos, registrar códices, etcé¬
tera, etc. Esté trabajo no es ciertamente despreciable, sino muy impor¬
tante y fundamental; requiere tenacidad de esfuerzo, facultades inducti¬
y nada más que el hecho, el cual ha de ser luego interpretado por los
hombres según la inteligencia de cada uno. Y en esa interpretación está
el Arte, divino y regenerador. Nada sustituye á la lectura directa de los
•originales; pero esto no excluye la crítica, del mismo modo que la con-
i Histoire de la littérature franQaise, ed. de París, 1908, pág. 1098.
26 REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS
chos más los que sirven para aquéllos que los que pueden sobresalir en
la última; como son en mayor número los que pueden ganarse la vida con,
las artes útiles que con las bellas. Pero lo alto, lo supremo, lo que eleva
al hombre sobre la vida, y, por consiguiente, sobre sí mismo, es y será
siempre el Arte.
•*
■* •*
Pedro de Valencia.
Dos artículos publicados en la Revista histórica latina de Barcelona
(1875, núms. 9 y 10).
Cartas de Italia:
I. Españoles en Italia.
II. Una visita á las bibliotecas.
III. Epístola Partenopea.
IV. Rerum opibusque potens, Florentia Mater!
V. Letras y literatos italianos.
"Ave, Maris Stella", historia montañesa del siglo xvii, por Juan
:■García (estudio crítico).
En las págs. 14, 33, 193, 346, 353, 449, 646 y 730 de la revista La
Tertulia. Un tomo.—Santander, 1876.
De re bibliographica.
Monografías expositivo-críticas.
La filosofía española.
BIBLIOGRAFÍA DE MENENDEZ Y PELAYO 29
tro capítulos; Libro 11: tres capítulos; Libro 111: siete capítulos; epílogo;
xl apéndices). 802 págs.
de 186 por 108 mm. (impreso en 1880).
Tomo 11: Texto. (Libro iv: diez capítulos; Libro v: cuatro capítulos:
-epílogo; vi apéndices.) 786 págs. de 186 por 108 mm. (impreso en 1880).
Tomo iii. Texto. (Libro vi: un Discurso preliminar, cuatro capítu¬
los y un apéndice; Libro vil: cuatro capítulos; Libro viii : cuatro capítu¬
los; epílogo; Addenda et Corrigenda; 11 apéndices.) 894 páginas de 186
por 108 mm. (impreso en 1881).
Blanco (White.)
De la poética de Aristóteles.
(Artículos publicados en el tomo 11, págs. 355 y 529; 111, 32 y 541;;
A 5 y 546; vi, 349; vil, 87; ix, 171 y 531 de la Revista Hispano-Ame-
ricana.)
BIBLIOGRAFÍA DE MENENDEZ Y PELAYO 33
El Regalismo.
(Págs. 20-29, 79-88, 111-119, 259-265 y 345-354 del tomo 111, aña,
1882, de la Revista de Madrid.)
Sectas místicas.
(Págs. 10-20, 54-66, 102-119, 152-165, 205-216 y 249-259 del tomo ivr
año 1882, de la Revista de Madrid.)
Enrique Heine,
3
34 revista de archivos, bibliotecas y museos
Menéndez y Pelayo.)
menes, porque las segundas ediciones no suplen por completo á las pri¬
meras.
parcialmente los:
Estudios poéticos..., con una carta-prólogo del Excmo. Sr. Marqués
de Valmar. Segunda edición.—Madrid-Sevilla, Fe, 1879.
Un tomo de xxxii + 238 págs. de 134 por 77 mm. (31 versiones y 12-
Tomos xxvii
y xxviii de la Colección de escritores castellanos.
Tomo i. lviii + 356 págs. Le precede un
juicio de D
Juan Valera..
Tomo 446 págs*
11.
Obras de Lope
Vega, publicadas por la Real Academia Española.
de
Tomo 1. Nueva
Biografía, por D. Cayetano Alberto de la Barrera.—
Madrid, establecimiento tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1890.—
.722 págs. de 232 por 148 mm.
1 Al fallecer el Sr. Menéndez y Pelayo, tenía reunidos casi todos los materiales para es-
-cribir el tomo XIV, que había de tratar de Garcilaso.
42 revista de archivos, bibliotecas y museos
Jorge Manrique.
Artículos
publicados en los tomos:
pág. 133.—xxiv, 130.—xxv, 39.—xli, 167.—lxi, 62.—lxii,
xxiii,
138.—i.xiii. 129.—lxiv, 117.—lxv, 117.—lxvi, 152.—lxvii, io4.—lxlx,
87.—lxx, 167.—lxxii, 84.—lxxiii, 97.—lxxx, 19.—lxxxiv, l6.—xc,
59.—xcvi, 17.—xcviii, 36, de la España Moderna.
El tema de este discurso es: De los orígenes del criticismo y del es¬
ginas 103-118.
Española en la recepción
Discursos leídos ante la Real Academia
pública del Excmo. Sr. Marqués de Pidal.—Madrid, Imprenta de los
46 revista de archivos, bibliotecas y museos
Estudios de crítica
literaria.—Segunda serie.—Madrid, estable-
-cimiento tipográfico Sucesores de Rivadeneyra, 1895.
Un tomo (el cvi) de la Colección de escritores
castellanos.—406 págs.
Contiene:
I. Quadrado y sus obras.
II. La Celestina.
III. El Alcalde de Zalamea.
IV. Tirso de Molina.
V. De los historiadores de Colón.
VI. Lope de Vega y Grillparzer.
VIL Enrique Heine.
bibliografía de menéndez y pelayo 47
nando Wolff; traducción del alemán, por Miguel de Unamuno, con no¬
tas y adiciones, por D. Marcelino Menéndez y Pelayo.—Madrid, La Es¬
paña Moderna (sin a.)
Dos tomos de 334 + 492 págs. de 176 por 103 mm.
1 Al morir el Sr. Menéndez y Pelayo, ibaD impresos cuatro pliegos del tomo iv.
48 revista de archivos, bibliotecas y museos
sidad Central en 8 de
Mayo de 1905.—(De la Revista de Archivos, Biblio¬
tecas y Museos).—Madrid, 1905.
Un folleto de 31 págs. de 185 por 113 mm.
BIBLIOGRAFÍA DE MENENDEZ Y PELAYO 5l
Ocupa las págs. 309 á 339 del número publicado en Mayo de 1905
por la Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos. Hay tirada aparte.