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Tratándose de resoluciones dictadas por dichos órganos emanadas de un procedimiento seguido en
forma de juicio sólo podrá impugnarse la que ponga fin al mismo por violaciones cometidas en la
resolución o durante el procedimiento; las normas generales aplicadas durante el procedimiento sólo
podrán reclamarse en el amparo promovido contra la resolución referida.
Artículo 108. La demanda de amparo indirecto deberá formularse por escrito o por medios
electrónicos en los casos que la ley lo autorice, en la que se expresará:
I. El nombre y domicilio del quejoso y del que promueve en su nombre, quien deberá acreditar su
representación;
II. El nombre y domicilio del tercero interesado, y si no los conoce, manifestarlo así bajo protesta de
decir verdad;
III. La autoridad o autoridades responsables. En caso de que se impugnen normas generales, el
quejoso deberá señalar a los titulares de los órganos de Estado a los que la ley encomiende su
promulgación. En el caso de las autoridades que hubieren intervenido en el refrendo del decreto
promulgatorio de la ley o en su publicación, el quejoso deberá señalarlas con el carácter de
autoridades responsables, únicamente cuando impugne sus actos por vicios propios;
IV. La norma general, acto u omisión que de cada autoridad se reclame;
V. Bajo protesta de decir verdad, los hechos o abstenciones que constituyan los antecedentes del
acto reclamado o que sirvan de fundamento a los conceptos de violación;
VI. Los preceptos que, conforme al artículo 1o de esta Ley, contengan los derechos humanos y las
garantías cuya violación se reclame;
VII. Si el amparo se promueve con fundamento en la fracción II del artículo 1o de esta Ley, deberá
precisarse la facultad reservada a los estados u otorgada al Distrito Federal que haya sido invadida
por la autoridad federal; si el amparo se promueve con apoyo en la fracción III de dicho artículo, se
señalará el precepto de la Constitución General de la República que contenga la facultad de la
autoridad federal que haya sido vulnerada o restringida; y
VIII. Los conceptos de violación.
**Precursores del amparo: A ese respecto, destaca el voto particular del diputado duranguense
José Fernando Ramírez, en 1840, dentro de la Comisión que se formó en el Congreso Nacional
convocado para reformar la Constitución Centralista de 1836.
-Para 1841, en la Constitución del Estado de Yucatán, esto es, en el periodo que dicha entidad se
encontraba separada del Estado mexicano, se estableció la figura del juicio de amparo, cuya autoría
se atribuye a don Manuel Crescencio Rejón, quien junto con don Mariano Otero, son considerados
como “los precursores del juicio de amparo”.
**Términos: Plazos
Artículo 17. El plazo para presentar la demanda de amparo es de quince días, salvo: -Todas las
situaciones que no están abajo
I. Cuando se reclame una norma general autoaplicativa, o el procedimiento de extradición, en que
será de treinta días; -Normas generales autoaplicativas multa
II. Cuando se reclame la sentencia definitiva condenatoria en un proceso penal, que imponga pena
de prisión, podrá interponerse en un plazo de hasta ocho años; - Amparo directo, penal sentencia
III. Cuando el amparo se promueva contra actos que tengan o puedan tener por efecto privar total o
parcialmente, en forma temporal o definitiva, de la propiedad, posesión o disfrute de sus derechos
agrarios a los núcleos de población ejidal o comunal, en que será de siete años, contados a partir de
que, de manera indubitable, la autoridad responsable notifique el acto a los grupos agrarios
mencionados; -amparo directo o indirecto tierra agraria
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IV. Cuando el acto reclamado implique peligro de privación de la vida, ataques a la libertad personal
fuera de procedimiento, incomunicación, deportación o expulsión, proscripción o destierro,
desaparición forzada de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército, Armada o
Fuerza Aérea nacionales, en que podrá presentarse en cualquier tiempo.
**Controles constitucionales: Artículo 103. Los Tribunales de la Federación resolverán toda
controversia que se suscite
I. Por normas generales, actos u omisiones de la autoridad que violen los derechos humanos
reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución, así como por los
tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte;
II. Por normas generales o actos de la autoridad federal que vulneren o restrinjan la soberanía de los
Estados o la autonomía de la Ciudad de México, y
III. Por normas generales o actos de las autoridades de las entidades federativas que invadan la
esfera de competencia de la autoridad federal.
**Suspensión del acto reclamado: Artículo 125. La suspensión del acto reclamado se
decretará de oficio o a petición del quejoso.
Artículo 126. La suspensión se concederá de oficio y de plano cuando se trate de actos que
importen peligro de privación de la vida, ataques a la libertad personal fuera de procedimiento,
incomunicación, deportación o expulsión, proscripción o destierro, extradición, desaparición forzada
de personas o alguno de los prohibidos por el artículo 22 de la Constitución Política de los Estados
Unidos Mexicanos, así como la incorporación forzosa al Ejército, Armada o Fuerza Aérea nacionales.
En este caso, la suspensión se decretará en el auto de admisión de la demanda, comunicándose sin
demora a la autoridad responsable, por cualquier medio que permita lograr su inmediato
cumplimiento.
La suspensión también se concederá de oficio y de plano cuando se trate de actos que tengan o
puedan tener por efecto privar total o parcialmente, en forma temporal o definitiva, de la propiedad,
posesión o disfrute de sus derechos agrarios a los núcleos de población ejidal o comunal.
Artículo 128. Con excepción de los casos en que proceda de oficio, la suspensión se decretará, en
todas las materias salvo las señaladas en el último párrafo de este artículo, siempre que concurran
los requisitos siguientes:
I. Que la solicite el quejoso; y
II. Que no se siga perjuicio al interés social ni se contravengan disposiciones de orden público.
La suspensión se tramitará en incidente por separado y por duplicado.
Asimismo, no serán objeto de suspensión las órdenes o medidas de protección dictadas en términos
de la legislación aplicable por alguna autoridad administrativa o jurisdiccional para salvaguardar la
seguridad o integridad de una persona y la ejecución de una técnica de investigación o medida
cautelar concedida por autoridad judicial.
Las normas generales, actos u omisiones del Instituto Federal de Telecomunicaciones y de la
Comisión Federal de Competencia Económica, no serán objeto de suspensión. Solamente en los
casos en que la Comisión Federal de Competencia Económica imponga multas o la
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desincorporación de activos, derechos, partes sociales o acciones, éstas se ejecutarán hasta que se
resuelva el juicio de amparo que, en su caso, se promueva.
Artículo 129. Se considerará, entre otros casos, que se siguen perjuicios al interés social o se
contravienen disposiciones de orden público, cuando, de concederse la suspensión:
I. Continúe el funcionamiento de centros de vicio o de lenocinio, así como de establecimientos de
juegos con apuestas o sorteos;
**Concepto de amparo: es un medio de control constitucional art 103 constitucional
**Partes de un amaro art. 5: Capacidad y Personería
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recurso o medio ordinario de defensa susceptible para revocarlo, poder anularlo o modificarlo, este
tiene un justificación que al ser un medio extraordinario de defensa y es de carácter constitucional, el
quejoso o agraviado debe acudir ante la autoridad que le produce afectación.
-Admite, desecha, sobreseimiento, primero se tiene que agotar
La apariencia del buen derecho se traduce en un estudio previo de la cuestión planteada para
realizar un juicio de probabilidad sobre la procedencia de lo solicitado por quien promovió el juicio de
amparo. Ese análisis no implica una declaratoria de inconstitucionalidad del acto reclamado, porque
ello debe ser materia de la sentencia. Ahora, cuando el peticionario de garantías hace valer un punto
de derecho, sin referirse a cuestiones de hecho, su pretensión no puede ser descartada en forma
superficial, aun cuando existan tesis aisladas que desvirtúen la postura de la parte quejosa. Por
consiguiente, la apariencia del buen derecho no puede servir como justificante para negar la
suspensión del acto reclamado, cuando el peticionario de amparo hizo valer cuestiones jurídicas que
pueden ser debatidas y que, en todo caso, deben ser materia de un análisis exhaustivo en la
sentencia que resuelva el caso concreto.
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La actuación de los tribunales en México, encuentra su fundamento dentro de la obligación que
tienen, primero para cumplir con su papel de administrar justicia, en términos del artículo 17
constitucional y, segundo, al observar, proteger y garantizar los derechos fundamentales de la tutela
jurisdiccional y el debido proceso legal que constitucionalmente tienen los gobernados. Ahora bien,
como resultado de la reflexión teórico-científica sobre el quehacer que han realizado los juzgadores
federales en México, desde los orígenes del juicio de amparo en el ámbito federal con el Acta
Constitutiva y de Reformas de 1847, al momento de resolver sobre la protección de los derechos
humanos y, después, al entrar en vigencia la primera Ley Orgánica del juicio de amparo en 1861,
para asegurar su goce con base en la demanda incidental de la suspensión del acto reclamado como
una medida cautelar, podemos afirmar que los órganos jurisdiccionales federales, siempre tuvieron y
siguen teniendo hasta el momento actual, la facultad y, al mismo tiempo, la obligación de realizar un
análisis lógico jurídico (ponderación o valoración) sobre las pruebas ofrecidas por el quejoso-
agraviado para demostrar la existencia del acto reclamado señalado como inconstitucional, pues sólo
de esa manera el juzgador de amparo podía determinar si dicho acto reclamado era o no factible de
suspenderse. Profundizando aún más, diremos que la ponderación o valoración que los juzgadores
federales han realizado permanentemente desde el surgimiento del juicio de amparo hasta la
actualidad, sobre las pruebas ofrecidas por los quejosos al momento de promover mediante
demanda incidental la suspensión del acto reclamado, siempre les ha permitido considerar la
verosimilitud del derecho alegado en su demanda, comenzando por su probabilidad o factibilidad;
esto siempre ha sido y seguirá siendo así, pues no hay que perder de vista que la certeza absoluta
de los hechos y derechos alegados, solamente se realiza al momento de resolver el fondo del
asunto, o sea, cuando se dicta la sentencia definitiva en el juicio principal. Por lo anterior, podemos
afirmar que, si bien el principio de la ponderación del buen derecho surge en sede constitucional con
motivo de la reforma del 6 de junio de 2011, esa facultad de ponderación o valoración de las pruebas
aportadas por la parte quejosa-agraviada, siempre ha sido una de las principales funciones de los
tribunales en materia de amparo, con motivo del ejercicio de la función jurisdiccional que
históricamente han realizado los jueces federales, por lo que siempre ha existido y continuará
existiendo una relación indisoluble entre los derechos fundamentales de la tutela jurisdiccional y el
debido proceso legal, con la facultad de ponderar o valorar dichas pruebas al momento de promover
el incidente de suspensión del acto reclamado, con el fin de resolver sobre la procedencia o no de
dicho incidente como una medida cautelar dentro del referido juicio de amparo. Sin embargo, esa
obligación de ponderar o valorar las referidas pruebas, se acrecienta con la citada reforma
constitucional, pues como ya lo señalamos en el desarrollo de la investigación, la fracción X del
nuevamente citado artículo 107 de la Constitución Federal, establece que el órgano jurisdiccional
deberá realizar un análisis ponderado de la apariencia del buen derecho y del interés social. O sea,
las palabras, deberá realizar, contienen una orden, conllevan una obligación; mientras que esa
misma obligación está implícita en el segundo párrafo del artículo 17 de la misma Carta Magna,
cuando alude a la obligación de los tribunales para administrar justicia.
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