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Dávila Hernández Zaid Moisés.

Optativa textos filosóficos 8: filosofía social.

La necesidad de problematizar lo concreto.

Recuerdo una clase a principios del semestre donde se mencionó en forma de broma: “todos
los caminos llevan a Marx”, después de terminada la sesión me quedé pensando en esa frase
y el sentido de la misma. Me pregunte seriamente: ¿Los caminos de la filosofía social llevan,
en última instancia, a los problemas planteados por Marx? En primer lugar, debemos notar
que muchos de los argumentos elaborados por este autor ya no tienen la misma aplicación a
los problemas contemporáneos, por la simple razón de que es otro contexto histórico, otra
región geográfica desde la cual Marx no planteó sus problemas. Creo que en realidad
debemos preguntarnos por la forma en que planteó sus argumentos, por su metodología y por
la raíz de los problemas que desarrollo. Es decir, ¿cuál es la base de la crítica en la obra Marx
y por qué ha sido tan importante entre los pensadores y activistas inconformes con la realidad
dada?

La base de la argumentación y perspectivas de Marx no pueden entenderse sin un contexto


que tenga como base el modo de producción capitalista. No hay que ser un experto en este
autor para saber que el fundamento de su obra yace en este modo de producción y en la crítica
al mismo; en otras palabras, de la inconformidad con la realidad dada, de su análisis y del
planteamiento de otro tipo de modo de producción, de otro tipo de relaciones humanas. Marx
se da cuenta, en su época, del potencial revolucionario del naciente proletariado, pues éste es
fruto directo del modo de producción capitalista: “Las Armas de que se sirvió la burguesía
para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía. Pero la burguesía no
ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también a los hombres
que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios”1

El cambio de la realidad dada, la revolución tenía que darse, para este autor, a través de la
violencia y la toma de los medios de producción por parte de la clase trabajadora para llegar,
en primera instancia, a una “dictadura del proletariado” lo cual consistiría el estado transitorio
hacia el comunismo. Y el comunismo representaría el cambio en la forma de producción, la
abolición de la propiedad privada tal y como surgió en el capitalismo.

Por su puesto que no todos sus contemporáneos e incluso las escuelas que siguieron de una
forma u otra su pensamiento compartieron o comparten sus soluciones para el cambio de la

1
Marx y Engels. Manifiesto del partido comunista. Editorial progreso. Pág.37.
realidad dada, tal vez por cuestiones prácticas que dejó la historia, o porque las suposiciones
teóricas no se adaptan a éste o aquel sistema, o porque la praxis en otra geografía revela
diferentes planteamientos y soluciones. La cuestión aquí, por lo tanto, no yace en los
resultados del marxismo sino en la manera en que éste se acerca a la realidad y las pautas que
establece para los análisis teórico-prácticos posteriores; en el pensamiento de que todo el
mundo es un mundo humano, de que hemos intervenido en él como especie para satisfacer
nuestras diversas necesidades y si el mundo que hemos construido ha traído desgracias,
miseria e insatisfacción para la gran mayoría entonces la tarea de cambiar las relaciones
existentes se presenta como necesaria.

Cambiando de perspectiva nos damos cuenta que no todos los caminos llevan a Marx, sino
que muchas veces parten de él en la medida en que adoptan su metodología, en la medida
que comienzan por percatarse que la realidad y sus principales problemas apuntan
directamente hacia el sistema económico. Lo que es difícil poner en duda, no importa si las
condiciones del capitalismo han cambiado, es que Marx es una pauta para todo aquel que
pretenda plantear otra realidad, pues las condiciones de posibilidad para cualquier cambio se
hallan inscritas en la historia concreta, en la historia viva y presente que se halla
innegablemente ligada al capitalismo.

Aquí es donde, a mi parecer, tropezamos con la principal tarea de la filosofía social. Al tomar
a la sociedad en su conjunto como objeto de estudio salen a la luz los problemas que la
aquejan, así como la raíz de los mismos: el sistema económico y todas sus suposiciones
teórico-prácticas: el neoliberalismo, el individualismo, la meritocracia, etc. Estos supuestos
aparecen en la vida cotidiana y hacen parte del núcleo político del individuo. La filosofía
social en este sentido, debe estar alerta ante los detalles de la realidad cotidiana, no sólo ante
la sociedad a gran escala, también en los pequeños y medianos grupos de convivencia. Es
decir, la filosofía social debe criticar lo dado, lo concreto a gran, mediana y pequeña escala,
debe descubrir, analizar, criticar y cambiar esas relaciones en donde se ha inmiscuido eso
mismo que critica.

Es por ello que, partiendo de la metodología descrita por Marx en los Grundrisse, me
propongo examinar los alcances de algunos de los argumentos para nuestro contexto y
geografía de autores como Dewey, Horkheimer y Hinkelammert. Partiré de lo concreto para
determinar el grado de coherencia y adaptación de sus argumentos al mismo. Sería una
incongruencia de mi parte, después de lo dicho anteriormente, llevar a cabo la relación
inversa: partir de sus argumentos y adaptar lo concreto, la realidad dada a sus razonamientos.
Parece justo comenzar por lo real y lo concreto, por el supuesto efectivo; así, p. ej., en la
economía, por la población que es la base y el sujeto del acto social de la producción en su
conjunto. Sin embargo, si se examina con mayor atención, esto se revela como falso. La
población es una abstracción si dejo de lado, p.ej., las clases de que se compone […] si
comenzara pues, por la población tendría una representación caótica del conjunto y,
precisando cada vez más, llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples. Llegado
a este punto, habría que reemprender el viaje de retorno, hasta dar de nuevo con la población,
pero esta vez no tendría una representación caótica de un conjunto, sino una rica totalidad
con múltiples determinaciones y relaciones […] lo concreto es concreto porque es la síntesis
de múltiples determinaciones […] aparece en el pensamiento como proceso de síntesis, como
resultado, no como punto de partida, aunque sea el verdadero punto de partida y, en
consecuencia, el punto de partida también de la intuición y de la representación.2

Es decir, lo concreto se nos presenta en primer lugar como un conjunto de determinaciones


que nuestra conciencia aún no ha descifrado. No es el punto de partida porque ya hay un
grado de penetración de la conciencia que puede o no ser ajeno a nosotros, del mismo modo
es el punto de partida porque ya hay en nosotros una representación de lo concreto, por lo
tanto, el punto de partida de la crítica de lo dado en este sentido es lo concreto representado.

El segundo paso sería la desintegración, el análisis de lo concreto representado en conceptos


más simples, reconocer cómo se relacionan estos elementos simples, la forma en que
determinan lo concreto en ese orden específico. En este punto se encuentran los autores que
han criticado su contexto histórico; si bien ellos hicieron una síntesis de su concreción, aquí
sólo pueden ser un punto de apoyo, sus argumentos no pueden ser la síntesis de nuestro
análisis por las razones expuestas anteriormente. Y, en tercer lugar, tal y como dice Marx,
emprenderíamos el viaje de regreso después del análisis hacia lo concreto como síntesis de
representaciones.

Después de este proceso será mucho más fácil identificar aquellos elementos esenciales para
la crítica de lo dado, para platear la organización de otro tipo de relación entre los mismos,
para el planteamiento de otro tipo de concreción.

Partiremos de las representaciones, de algunos de los supuestos efectivos que tienden a usar
los filósofos sociales: razón, fin y praxis. La razón es la abstracción de una cualidad que se
atribuye sólo al ser humano, comprende la actitud de respuesta ante el mundo con plena
conciencia de sus actos y no sólo por mero impulso, es la disposición al análisis. Por esto
mismo, también comprende los elementos que atribuimos al juicio, la capacidad de darle
valor al mundo que lo rodea y actuar en concordancia. La razón pues, dispone al ser humano
a actuar de una manera determinada, pues no podemos negar que los animales también
actúan, pero no actúan a través del análisis, del juicio y del acto consciente.

Dentro de la filosofía social existe el espacio para un otro; se vuelca evidente la necesidad de
la interacción social, y los preceptos básicos del pensamiento devienen de acuerdos
construidos en los encuentros humanos; así es como resulta imposible entrever que incluso

2
Marx, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (grundrisse) 1857-1858. Siglo
XXI, 1987, España.
las corrientes de pensamiento, los conceptos y las ideas engranadas en la historia responden
y se relacionan íntimamente con modos de habitar, convivir y actuar en el mundo específicos.

Ahora bien, precisamente al hablar de la razón dentro de la filosofía social nos encontramos
que la dimensión de su actuar se expande al ámbito de lo colectivo, al ámbito de la sociedad
y su historia, nos encontramos con las condiciones de posibilidad históricas de la razón y no
con su actuar puro como condición de posibilidad del conocimiento. La razón como elemento
distintivo de un momento histórico en tanto concepto asociado a paradigmas dados, pero que
admite a su vez la posibilidad de cambio mediante el análisis de dicho momento histórico y
de los límites que la abarcan. La razón que se mueve en lo social, en la historia, acepta el
dinamismo y contradicción de las colectividades que actúan en el mundo, pero también
reconoce, a través del análisis, que dicha actividad establece cierto tipo de relaciones
humanas, las cuales si se presentan como insostenibles e irracionales en un determinado
momento histórico tienen la posibilidad de modificarse. La razón como material de cambio,
mas no el único.

John Dewey le reprocha a la filosofía antigua la búsqueda del conocimiento en la


contemplación, según este autor, la filosofía debe seguir el paradigma de la ciencia
experimental, para él: “la función primordial de la filosofía es la de racionalizar las
posibilidades de la experiencia, y de un modo especial las de la experiencia humana
colectiva”3 Dewey se ve empapado de su momento histórico y geográfico (EUA) al exigir de
la experiencia colectiva los mismos resultados que el supuesto avance científico. Dice este
autor que se dominan las fuerzas naturales, pero no las fuerzas que controlan el bienestar
social y moral de los humanos.

Algo que debemos concederle a Dewey es su reproche a las concepciones universalistas, que
pretenden ser la solución a todo problema social sin importar el contexto histórico. Esta
lógica, la de las concepciones generales, subsume todo problema concreto y determinado a
una estandarización de resoluciones, para Dewey: “La verdadera influencia de la
reconstrucción filosófica radica en la cuestión de los métodos relacionados con el remedio
de las situaciones especiales y no en refinamientos de los conceptos generales de institución,
individualidad, Estado, libertad, ley, orden, progreso, etc.”4 La razón, en esta concepción,
sirve a la filosofía como apoyo para llevar los problemas sociales a los resultados de la ciencia
experimental.

Sin embargo, creo que hay un gran error en la concepción de Dewey y la razón que él plantea,
pues ésta queda principalmente como un instrumento, el instrumento por excelencia para
resolver los problemas sociales. Dewey separa fuerzas que en realidad están unidas, que son
una y la misma cosa, es decir, naturaleza y humanidad. Marx menciona que aquello que es

3
Dewey, John. La reconstrucción de la filosofía. Planeta-Agostini, 1994, España. Pág. 188.
4
Ibíd. Pág.200
común a los humanos, aquello que denomina como su ser genérico, es la actividad productiva
que adhiere la naturaleza al humano, es decir, todo lo humano es naturaleza en tanto adhiere
ésta a su cuerpo y la usa para modificar su realidad circundante, que la usa para producir un
mundo propiamente humano. Esta actividad es determinante para el ser humano, representa
su vitalidad. “En la forma de la actividad vital reside el carácter dado de una especie, su
carácter genérico, y la actividad libre, consciente, es el carácter genérico del hombre.”5

Dewey jamás platea que las relaciones sociales, que los modos de producción estén
enajenados, que le quiten al trabajador aquello que es propiamente humano: la actividad
productiva; y pensando en nuestra contemporaneidad, donde persisten, e incluso se han
agravado los problemas del tiempo de Dewey, nos hace pensar que hay algo que se le estaba
escapando. Si se concibe a lo natural como separado de lo humano se le adjudica a aquel,
incluso modificado por el humano, independencia respecto a los problemas sociales. Y si
bien la naturaleza que no ha sido modificada por el ser humano puede tener una cierta
independencia, el nivel actual de las fuerzas productivas ha obligado a la humanidad a crear
reservas, campañas y grupos para la conservación de esa naturaleza independiente.

Es decir, actualmente sería erróneo concebir a la razón y la filosofía como un instrumento


para reparar situaciones especiales, también debemos, y no por ello estoy diciendo que
debamos volver a los sistemas universalistas, cambiar los conceptos de institución,
individualidad, Estado, libertad, ley, etc. Cambiarlos y no refinarlos como menciona Dewey,
pues, así como la aplicación de la razón a las posibilidades de la experiencia sirve de apoyo
a la solución de situaciones especiales, cambiar ese tipo de concepciones y sus prácticas
concretas sirve de apoyo a las situaciones generales.

El análisis de la razón nos ha llevado a la acción, después, dentro de la filosofía social nos
dirige hacia la acción colectiva, la colectividad nos lleva a la sociedad, la sociedad a la
producción, la producción nos guía hacia la naturaleza y esta, nos regresa a la sociedad
humana productiva, pues como vimos son una y la misma cosa. La razón como parte de la
filosofía social tiene por finalidad actuar o tener impacto sobre la sociedad, sociedad que
humaniza el mundo y lo sepa o no, se identifica con la naturaleza.

Partiendo desde la perspectiva de los fines o el fin, encontramos que también nos lleva hacia
la acción, sin embargo, aquí la razón sí es un instrumento en cuanto parte de la deliberación
humana. Es decir, el fin es la idea que se quiere realizar, lo que se desea efectivizar, la razón
puede deliberar correcta o incorrectamente de acuerdo a una realidad concreta, lo que no
puede dejar de hacer es proponerse fines.

5
Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Edición preparada por Juan R. Fajardo para el
MIA, enero de 2001. Pág. 128-129.
Al hablar de las prácticas que produce la razón guiada por ciertos fines, estamos hablando
por su puesto de una razón histórica, que ha recorrido un largo o corto camino siguiendo sus
propósitos, que ha recolectado en su andar infinidad de información para representar el
mundo de acuerdo a esos mismos propósitos. La razón histórica pues, crea teorías sobre el
mundo humano. Si identificamos la teoría que ha prevalecido a partir de la época moderna
en el mundo occidental, ésta sería la teoría científica. Horkheimer dice: “teoría es la
acumulación del saber en forma tal que este se vuelva utilizable para caracterizar los hechos
de la manera más acabada posible”6 la teoría en este sentido busca el sistema universal para
la ciencia. La razón tiene por fin el modo de representación, la metodología propia de la
ciencia y, por otro lado, también adopta una forma específica del pensamiento: el
razonamiento lógico-matemático. El cual debe aplicarse a los fenómenos de la experiencia
para medirlos, analizarlos y categorizarlos, a través de las reglas empíricas se construyen
procesos probables .“Es la forma en que opera la teoría en el sentido tradicional.”7

Horkheimer pues, identifica a la teoría tradicional con esa metodología que surgió en la
modernidad y el cambio del sistema económico. La teoría tradicional se identifica con el
sistema económico burgués. Éste, desde su nacimiento, necesitaba del desarrollo de las
fuerzas productivas, del conocimiento cada vez más exacto de los fenómenos naturales,
necesitaba también de mano obra barata, de personas desposeídas que lo único que tuvieran
fuera su fuerza de trabajo, su cuerpo como mercancía. Sin embargo, la demanda de
trabajadores también contrajo un alza en la población, y con ello, un nuevo elemento para el
análisis de la teoría científica.

El surgimiento de la sociología tenía como finalidad el tratar a los fenómenos sociales con la
misma herramienta lógica y metodológica con que se trataban a los fenómenos naturales,
ligar a la población a las mismas contingencias y categorizaciones de la ciencia experimental.
Esto, para Horkheimer, y en lo cual estamos completamente de acuerdo, supone una
jerarquización en la manera de teorizar. Si la razón es una cualidad humana que puede
proponerse diversos fines y formas de actuar en la realidad y sólo un modo de entenderla se
erige sobre las demás, entonces esa manera de acercase a la realidad posee intereses
particulares, los progresos en la ciencia social en este sentido suponen una ideología
capitalista.

La razón se vuelve herramienta de una ideología en un doble sentido, por una parte, porque
defiende intereses particulares y, por otro lado, porque eterniza ese tipo de relación con el
mundo cuando se extiende a los terrenos de lo colectivo. Es decir, las ciencias empíricas
suponen una constante en los fenómenos naturales, suponen ciclos si se repiten las

6
Horkheimer, Max. Teoría crítica. Amorrortu, 2003, Buenos Aires. Pág. 223.
7
Ibíd. Pág.228
condiciones y los elementos que se relacionan; llevarlo al terreno de lo social sería quitarle a
lo humano su historicidad.

El conocimiento y sus conexiones empíricas “no se reducen a elementos puramente lógicos


o metodológicos, sino que, en cada caso solo pueden ser comprendidas en su ligazón con
procesos sociales reales.”8 El conocimiento científico que trata de estandarizar los procesos
sociales trabaja de manera aislada, “la idea tradicional de teoría es abstraída del cultivo de la
ciencia tal como se cumple dentro de la división del trabajo en una etapa dada.”9 Es decir, la
ciencia en la forma actual de la división del trabajo sirve a intereses capitalistas. En realidad,
ninguna forma de producción humana es eterna o natural. Que una actividad, la teoría
tradicional científica, aparezca como independiente o suficiente por sí misma, delata su
prevalencia dentro del sistema económico.

“El autoconocimiento del hombre en el presente no consiste, sin embargo, en la ciencia


matemática de la naturaleza, que aparece como logos eterno, sino en la teoría crítica de la
sociedad establecida, presidida por el interés de instaurar un estado de cosas racional.”10
Horkheimer propone una “nueva” finalidad para la razón, que comience por criticar la
sociedad establecida y su modo de producción, que establezca una dialéctica negativa de la
misma, que no la eternice como el modelo para toda la humanidad. Dice este autor que en la
época actual razón y realidad no están reconciliadas, su disociación es notoria al momento
de comparar las promesas de la ilustración y su actualidad efectiva, ambas, por ejemplo, no
han asegurado la autonomía del ser humano.

La filosofía en su forma crítica no debe servir a los intereses de la ciencia, esto equivale a
subyugarse a una forma de representar el mundo, la razón filosófica debe poner al descubierto
las contradicciones en que se ve envuelta la humanidad en su vida cotidiana “nuestra misión
actual es […] asegurar que en el futuro no vuelva a perderse la capacidad para la teoría y para
la acción que nace de esta”11

La razón que ahora tiene por fin la crítica revela nuevos elementos para su análisis. En cuanto
parte de la filosofía social siguen determinando su campo de acción las colectividades, pero
en cuanto crítica, tiene como premisa el examen detallado de la relación entre la sociedad y
su concreción histórica. La razón exige conciencia de los fines y del dinamismo de la
realidad, el tener sólo conciencia de los fines posee el peligro de querer perpetuarlos si no se
toma en cuenta su historicidad. Y si partimos de la concreción histórica que representa
nuestro siglo, conocemos bien los peligros de perpetuar los fines capitalistas y el no
vislumbrar otra realidad posible.

8
Ibíd. Pág.229
9
Ibíd. Pág. 231
10
Ibíd. Pág. 232.
11
Ibíd. Pág. 289.
La razón se presenta ahora como acción consciente y objetiva; la actividad es consciente
porque es crítica, parte de una teoría crítica de la sociedad y es objetiva porque se da a partir
de lo concreto, de lo histórico y subsiste por y para el ser humano. La razón se desenvuelve
ahora como praxis, revelando que el camino de la razón desde su representación más
abstracta lleva a una síntesis hasta su concepción de praxis.

Ahora bien, Adolfo Sánchez Vázquez en filosofía de la praxis define a ésta en concordancia
con la síntesis a la que nosotros hemos llegado: como acción consciente y objetiva, como una
forma de actividad específica del ser humano. Éste tiene actividades puramente instintivas o
biológicas, pero la actividad específicamente humana se distingue, como hemos visto, por
establecer fines de manera consciente. “Toda acción verdaderamente humana exige cierta
conciencia de un fin, el cual se supedita al curso de la actividad misma.”12 Los fines son, a
su vez, la actitud y reacción de un sujeto o conjunto de ellos ante la realidad dada, los fines
pueden ser el planteamiento de un futuro mejor ante la inconformidad de esa realidad, como
la teoría crítica propuesta por Horkheimer. En este nivel aún no hay praxis como tal, pues la
actividad de la conciencia necesita de otro proceso: el de objetivación o materialización.

ASV concibe lo real, lo objetivo como aquello que subsiste con independencia de la
subjetividad o conjunto de subjetividades que lo llevaron a término. Es en la actividad
práctica donde la praxis y la razón encuentran su materia. Al modificar algo exterior a la
conciencia (ya sea materia física o humana), es decir, cuando se lleva a cabo un fin sobre
materia determinada, el resultado subsiste independientemente de la subjetividad que lo llevó
a término. Este producto, sin embargo, “sólo existe por el hombre y para el hombre, como
ser social.”13 Es decir, lo objetivo fue creado en una sociedad determinada, sólo es real en
cuanto producto del humano y para el humano.

En cuanto a los niveles de la praxis ASV menciona 4 grandes grupos: la actividad práctica
productiva, donde se transforma materia física a través del trabajo para satisfacer necesidades
humanas; la praxis como creación artística, que va más allá de la transformación, en tanto
exaltación de las expresiones humanas, lleva consigo el planteamiento de otra realidad; praxis
científica, que satisface necesidades teóricas a través de la comprobación de una hipótesis y
que como vimos, tiene el riesgo de imponer sus fines a través del sistema económico actual;
y la praxis en la que el humano actúa sobre sí mismo (la propia de la filosofía social), en la
que emplea los medios para organizarse en sociedad, su actividad política. Es en esta última
forma, donde la praxis alcanza su más alto grado de desarrollo para ASV: “La praxis política,
en cuanto actividad práctica transformadora, alcanza su forma más alta en la praxis
revolucionaria como etapa superior de la transformación práctica de la sociedad”14

12
Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxis. Grijalbo, 1973, México. Pág. 156.
13
Ibíd. Pág. 160.
14
Ibíd. Pág. 165.
La razón que está guiada por el camino de la crítica se desenvuelve en praxis, lo más concreto
y lleno de determinaciones de la razón se da en cuanto transforma el mundo humano, es decir,
cuando se conjuntan teoría y práctica, cuando son inseparables una de la otra. Esa manera de
intervenir en el mundo humano también la determinan los grados de penetración de la
conciencia en el acto mismo de la transformación, lo que ASV determina como niveles de la
praxis.

Por último, me gustaría agregar a esta acción consciente y objetiva denominada praxis, las
condiciones materiales de posibilidad para su existencia. Pensando en el grado más alto de
la praxis como revolución de lo dado, donde se transforman las relaciones humanas
existentes, hace falta reconocer que, si bien Dewey, horkheimer y ASV conciben la realidad
dada como punto de partida para establecer su crítica, parten efectivamente de una teoría de
lo dado, teorizan lo dado, que utiliza a la razón en su dimensión de praxis, para llegar a la
acción transformadora.

Si, por otro lado, partimos de la concepción de que la sociedad en su conjunto más que
teorizar y hacer complicados pensamientos en torno a su actividad vital, es un ser que actúa
y produce el mundo humano, encontramos que el acercamiento primeramente teórico por
parte de los autores antes mencionados se encuentra en desfase con la realidad. Tal y como
propone Hinkelammert, compartimos la opinión de que es en la acción donde se visibilizan
las posibilidades de otra realidad posible, porque es la misma razón la que tropieza con la
objetividad y a través de ello, conoce los límites de su actuar en el mundo.

“…todos los fines posibles tienen condiciones materiales de posibilidad, y el producto social
es el universo en el cual los fines por realizar se disputan sus condiciones materiales.
Independientemente de la voluntad humana y de las capacidades subjetivas de realización,
las condiciones materiales de la posibilidad, cuyo conjunto es el producto social, obligan a
una selección de los fines efectivamente enfocados y realizados.”15

A través del método Marxista propuesto en los Grundrisse hemos llegado a lo concreto, pero
ahora como síntesis de representaciones. La razón partió desde su concepción como cualidad
propiamente humana, hasta su síntesis por el camino de la filosofía social crítica y llegar a la
concepción de praxis política revolucionaria. Es decir, hasta llegar a la acción de la sociedad
en su conjunto, lo más concreto de la humanidad.

15
Hinkelammert, F. Crítica a la razón utópica. DEI, 1984, Costa rica. Pág. 280.
Bibliografía.

- Dewey, John. La reconstrucción de la filosofía. Planeta-Agostini, 1994, España.

- Hinkelammert, F. Crítica a la razón utópica. DEI, 1984, Costa rica.

- Horkheimer, Max. Teoría crítica. Amorrortu, 2003, Buenos Aires.

- Marx, Karl. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (grundrisse)


1857-1858. Siglo XXI, 1987, España.

- Marx y Engels. Manifiesto del partido comunista. Editorial progreso.

- Marx, Karl. Manuscritos económicos y filosóficos de 1844. Edición preparada por Juan R.
Fajardo para el MIA, enero de 2001.

- Sánchez Vázquez, Adolfo. Filosofía de la praxis. Grijalbo, 1973, México.

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